Los orígenes del Parlamento en Inglaterra

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
Los orígenes del Parlamento en Inglaterra
Autor/es
David Rodríguez Olagaray
Director/es
Ignacio Álvarez Borge
Facultad
Facultad de Letras y de la Educación
Titulación
Grado en Geografía e Historia
Departamento
Curso Académico
2012-2013
Los orígenes del Parlamento en Inglaterra, trabajo fin de grado
de David Rodríguez Olagaray, dirigido por Ignacio Álvarez Borge (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
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titulares del copyright.
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2013
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
Trabajo de Fin de Grado
LOS ORÍGENES DEL PARLAMENTO
EN INGLATERRA
Autor:
DAVID RODRÍGUEZ OLAGARAY
Tutor: Ignacio Álvarez Borge
Titulación:
GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA [602G]
Facultad de Letras y de la Educación
UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
AÑO ACADÉMICO: 2012-2013
SUMARIO
RESUMEN:
El presente estudio trata sobre los orígenes del Parlamento en Inglaterra durante
la Plena Edad Media, concretamente en el siglo XIII.
Es en esta época cuando la pérdida de las posesiones francesas por parte de Juan
I (1199-1216) conduce a la aprobación de la Magna Carta, que impone la limitación de
la arbitrariedad regia con unos organismos de control fiscal. De ahí surge el germen del
parlamento porque, para aprobar nuevos impuestos, el rey Enrique III (1216-1272)
necesita negociar con la toda la comunidad del reino y su negativa producirá la revuelta
de los barones, que cristalizará en la toma del poder por parte de Simón de Montfort,
quien comenzará un proceso de reforma del reino dotando al parlamento de un lugar
concreto en la articulación política del reino de Inglaterra. Asimismo, las necesidades
fiscales del rey para llevar a cabo sus asuntos y la obligación de pedir nuevos impuestos
al parlamento, así como la difusión de la ideología eclesiástica basada en la máxima: “lo
que afecta a todos, debe ser aprobado por todos”, produjeron la convocatoria de los
representantes de los condados y de las ciudades, que junto a la influencia en temas
políticos, significó los inicios del parlamento en Inglaterra y en otras partes de Europa.
Tras el fin de la rebelión, el nuevo rey, Eduardo I (1272-1307) implantará la
reforma del reino desde la óptica regia y el parlamento se convirtió en un órgano
fundamental para el sistema político inglés, al dotarse de un ceremonial y unas
funciones de control fiscal, pero también políticas, influyendo en la toma de decisiones,
pero sin olvidar que la autoridad en el medievo siempre emana de la corona.
PALABRAS CLAVE:
Parlamento, Reino de Inglaterra, siglo XIII, Enrique III, Simón de Montfort.
ABSTRACT:
This study deals with the origins of the Parliament in England during the High
Middle Ages, particularly in the thirteenth century.
It was the loss of the French possessions by John I what led to the adoption of
the Great Charter, which imposed some restrictions on the royal despotism with the
settlement of fiscal controls. This meant the rise of parliament by approving new taxes
because of the need of consent to receive fiscal aids, so king Henry III needs to
negotiate with the whole community of the realm and his refusal produced the barons’
revolt, which crystallize in the seizure of power by Simon de Montfort, who began a
process of reform of the kingdom, which served to give the parliament a particular place
on the political articulation of the kingdom of England. Also, the king's fiscal needs to
conduct his affairs, not only the obligation to ask for new taxes to parliament, but also
the advent of an ecclesiastical ideology based on the maxim: "what touches all should
be approved by all", meant to summon the representatives of the counties and cities,
which added to the influence in politics, led to the beginning of Parliament in England
and in the whole Europe.
After the end of the rebellion, the new king, Edward I will implement a reform
of the kingdom from the royal perspective, so parliament became a key institution in the
English political system, acquiring a ritualistic development as well as some fiscal and
political functions in order to influence decisions, but without forgetting that the
authority in the Middle Ages always emanates from the crown.
KEY WORDS:
Parliament, Kingdom of England, thirteenth century, Henry III, Simon de Montfort.
ÍNDICE
1-. INTRODUCCIÓN__________________________________________________1-5
1.1.- Objetivos_________________________________________________2-3
2.2.- Metodología_______________________________________________4-5
2-. ESTADO DE LA CUESTIÓN_________________________________________7-9
2.1.- La historiografía tradicional__________________________________7-8
2.2.- La historiografía actual______________________________________8-9
3.- CONTEXTO HISTÓRICO_________________________________________11-20
3.1.- El Reinado de Juan I_____________________________________11-14
3.2.- El Reinado de Enrique III_________________________________14-20
3.2.1.- La Minoría de edad_______________________________14
3.2.2.- El gobierno personal___________________________15-16
3.2.3.- Simón de Montfort_______________________________16
3.2.4.- La Reforma y la Segunda Guerra de los Barones_____17-20
3.3.- El Reinado de Eduardo I_____________________________________20
4.- LA CREACIÓN DEL CORPUS CONSTITUCIONAL___________________21-33
4.1.- Los inicios: La Magna Carta_______________________________21-23
4.2.- La Comunidad del Reino__________________________________23-24
4.3.- Los inicios de la política parlamentaria_______________________24-27
4.4.- El movimiento de Reforma________________________________28-31
4.5.- El Período de los Estatutos________________________________31-33
5.- EL INTERIOR DEL PARLAMENTO MEDIEVAL______________________35-43
5.1.- Bases sociales___________________________________________35-39
5.2.- Las funciones___________________________________________39-41
5.3.- El desarrollo de las sesiones_______________________________41-43
6.- EL ORIGEN DEL PARLAMENTO, ¿EXCEPCIONALIDAD INGLESA?____45-47
7.- CONCLUSIONES________________________________________________49-51
8.- BIBLIOGRAFÍA Y PÁGINAS WEB_________________________________53-55
9-. ANEXO DE TEXTOS_____________________________________________57-67
1.- INTRODUCCIÓN1.
El presente trabajo trata sobre los Orígenes del Parlamento en el Reino de
Inglaterra durante la Plena Edad Media, exactamente en el siglo XIII.
Por una parte, hemos elegido el desarrollo y la evolución del parlamento porque es un
tema bien interesante y muy discutido de acuerdo a dos causas: la primera, la puesta en
marcha de los sistemas constitucionales en Europa en la etapa contemporánea, ha hecho
que muchos instituciones y estudiosos se hayan preguntado por el surgimiento de los
órganos representativos en su estado aunque éstos todavía no fueran democráticos, en
ningún caso, y la segunda, y en relación con lo anterior, tiene que ver con el tiempo en
el que surgió el primer parlamento de la historia en un afán de competencia entre países
para admirar la propia historia nacional.
De otra parte, hemos tomado como modelo el reino de Inglaterra porque
tradicionalmente se ha considerado como la cuna del constitucionalismo, que luego han
heredado los distintos países y por esta razón, nos parecía adecuado saber si el primer
parlamento de la historia se desarrolló ahí o no.
Primeramente, el origen etimológico del vocablo “parlamento” procede del
francés “parlement”, que a su vez viene del verbo “parler”, es decir hablar, por lo que
un parlement es una charla o discurso y por extensión se aplica a la reunión de unos
representantes que debaten y discuten sobre un asunto concreto2.
Como idea general, debemos afirmar que el parlamento medieval no es
comparable a nuestras instituciones representativas actuales aunque claramente beben
de él, pero en la Edad Media, estos órganos acababan de surgir y eran todavía muy
precarios.
La democracia es un sistema político que se ha apoyado en los distintos parlamentos
para alcanzar hasta ahora su máximo grado de desarrollo, pero en la Edad Media, el
poder lo detentaba el rey, quien ejercía una autoridad sobre sus súbditos.
Para que podamos hablar de la existencia de un parlamento a nivel general se
tienen que dar dos condiciones: la primera, en el aspecto representativo, cuando entren a
formar parte de la curia extraordinaria, aquella a la que asisten todos los magnates laicos
1
Todos los textos presentados en español, inglés o latín se encuentran en el Anexo de acuerdo al número
que se ha indicado entre paréntesis.
2
El origen etimológico del parlamento se ha extraído de VAUCHEZ, A., DOBSON, B., LAPIDGE, M.,
The Encyclopedia of the Middle Ages. Cambridge, James Clarke & Co, 2002, p. 1088.
1
y eclesiásticos, los representantes de las provincias y de las ciudades; y la segunda, en el
aspecto político, cuando las asambleas pasen a controlar, aparte de la labor fiscal,
medidas que tienen que ver con la actividad gubernamental3.
En cuanto a Inglaterra porque es el caso que nos ocupa en el presente trabajo, el
parlamento del siglo XIII bebe directamente de dos instituciones anteriores: el
“witenagemot” anglosajón y la “curia regis” normanda4. En cuanto al “witan” o
asamblea de hombres sabios, su origen procede de tiempos del rey anglosajón Athelstan
(924-939), considerado de facto como el primer monarca inglés, quien organizó una
asamblea formada por el cuerpo representativo de todo el reino, los grandes hombres,
los que más méritos habían conseguido. Entre las funciones del “witan” se encontraban
tres principalmente: la articulación de carisma al líder, la vinculación social entre los
poderosos y el apoyo en temas políticos. Tras la conquista normanda en 1066 por
Guillermo I el Conquistador (1066-1087), éste trajo las instituciones feudales que
existían en el Ducado de Normandía y el “witan” fue sustituido por la “curia regis”, es
decir, una especie de consejo real en el que se ayudaba de una serie de magnates, que se
habían apoderado de las tierras y eran, así, grandes propietarios con muchos vasallos a
sus espaldas, por lo que además de prestar ayuda al rey, se preocupaban de sus asuntos
privados dentro del propio órgano. Asimismo, también existían los “concilia” y los
“colloquia” en los que se daba cuenta de la política regia dentro de todo el reino a los
sectores más poderosos.
1.1.- Objetivos.
Una vez que sabemos algunos aspectos básicos sobre el parlamento medieval
inglés, cabe destacar los objetivos del presente trabajo, que podemos dividir en cuatro
grupos: el primero, conocer los aspectos históricos dentro de un contexto que dieron
lugar al parlamento en el reino de Inglaterra destacando sobre todo la minoría de edad
del rey Enrique III y la figura de Simón de Montfort como el líder del movimiento de la
reforma, sin olvidar los aspectos más notables del reinado de Juan I, que llevaron a la
3
Estas condiciones se han estipulado de acuerdo a MADDICOTT, J. R., The Origins of the English
Parliament 924-1327. New York, Oxford University Press, 2010, pp. 201-202
4
Esta es la tesis que sostiene Maddicott, The Origins of the English Parliament 924-132, pp. 160-175 y
nos parece muy acertada.
2
firma de la Magna Carta y el exitoso reinado de Eduardo I, quien aparte de conquistar
Gales, también contribuyó sobre manera a la articulación del parlamento dentro de los
resortes del poder del reino de Inglaterra y haciendo de él, un poder fáctico, influyente
en la política gubernamental. Además, se hace hincapié en todos los grupos sociales que
posibilitaron el advenimiento de la institución para tener una descripción somera del
bagaje social de todo el proceso, ya que ante todo el parlamento es una institución que
representa a la sociedad; en el Medievo a una parte pequeña, pero al fin y al cabo a una
comunidad importante del reino.
Asimismo, el segundo gran grupo de fines sería conocer los principales
documentos legales, que dieron lugar al desarrollo y posterior evolución del parlamento,
de tal forma que al final de nuestra lectura podamos tener en mente los cambios
institucionales más importantes producidos en el siglo XIII, que pueden ser comparados
con otros reinos como Francia o los territorios de la Corona de Aragón.
También es importante dentro de este punto que sepamos analizar la ideología que
estaba copando todo el desarrollo de la institución, sobre todo de la doctrina
eclesiástica, así que la aparición de la máxima “quod omnes tangit”5 por su gran
envergadura dentro del desarrollo constitucional de los países anglosajones, es estudiada
activamente para que veamos que el desarrollo político también tiene que ver con el
bagaje cultural, además del conjunto social.
Igualmente, en tercer lugar, pretendemos llegar al conocimiento del desarrollo
interno de un parlamento medieval respondiendo a quiénes estaban allí representados,
qué hacían dentro de la institución y cómo se movían para conseguir sus objetivos
últimos de acuerdo a las relaciones de conveniencia entre el rey y las élites o entre el
monarca y los comunes.
Por otra parte, y en último lugar, es importante realizar un poco de historia
comparada y así establecemos un balance entre el sistema inglés que dará lugar al
constitucionalismo y el sistema francés que evolucionará hacia el absolutismo para
dirimir las variaciones de los distintos parlamentos europeos.
5
Recordemos que esta máxima fue utilizada por los patriotas en los albores de la independencia de los
Estados Unidos de América, tras la aprobación de la Stamp Act en 1765.
3
1.2.- Metodología.
En cuanto a la metodología utilizada, hemos ido desarrollando diferentes
planteamientos a la hora de acercarnos al hecho histórico como es el nacimiento del
parlamento.
Si nos fijamos en el contexto, hemos establecido unos parámetros que responden
a la historia más cercana al positivismo para desarrollar los acontecimientos históricos
siguiendo la cronología con el objetivo de clarificar conceptos en un aspecto tan
complicado con numerosos problemas, asambleas, actos violentos y leyes que ha sido
necesario poner de manifiesto con su explicación.
Tomando como modelo el segundo punto del desarrollo de nuestro trabajo,
titulado la creación del corpus constitucional, nos hemos acercado más a la Historia del
Derecho porque hemos tenido que descubrir y analizar las claves más importantes de los
textos normativos del momento como son la Magna Carta, las Disposiciones de Oxford
y Westminster y los estatutos eduardianos, regulaciones y normas, en las que hemos
respetado los tecnicismos, que entroncan directamente con el complicado mundo del
derecho feudal donde todos los aspectos del reino estaban subsumidos por el estamento,
la desigualdad jurídica y política y la propiedad dentro de unas normas muy poco claras.
Además, hemos tratado un punto sobre ideología desde el punto de vista cultural,
tomando a la Iglesia como la principal generadora de doctrina política en la Edad
Media.
En el tercer punto del estudio, hemos utilizado el punto de vista de la historia
social para conocer la estructura estamental representada en el parlamento con el
objetivo de saber cuál fue el poder real de cada uno de los sectores en relación con la
política gubernamental, destacando el caso de los caballeros y los burgueses, ya que era
la primera vez que tenían una posición política dentro del reino. Igualmente hemos
desarrollado un punto sobre el ceremonial que, siguiendo el paradigma de la historia
social, nos permite destacar los puntos más importantes de la pompa dentro del
efectismo propio de las instituciones públicas con el fin de formar una separación clara
entre los distintos poderes de facto y el común de la población.
Por último, en el cuarto apartado, la historia comparada toma las riendas de la
redacción y su interés radica en dirimir si el parlamento fue una institución propiamente
inglesa, que proyectó su buen hacer sobre el resto de los reinos europeos o si por el
contrario, otros estados tomaron otro camino para llegar a sus instituciones
4
representativas.
En fin, la metodología nos muestra un trabajo de corte histórico, pero con un
cariz multidisciplinar, puesto que utilizamos todos los ámbitos de la historia para
desarrollar qué es un parlamento medieval en su conjunto sin olvidarnos de su
desarrollo político, social y cultural. Asimismo, todo el estudio tiene el objetivo final de
llegar a conclusiones generales a través de los datos históricos, que se apoyan en la
transcripción literal de las fuentes primarias, textos tomados de volúmenes de
reconocido prestigio, que corroboran las ideas que vamos poniendo por escrito.
5
6
2.- ESTADO DE LA CUESTIÓN.
El desarrollo del parlamento en Inglaterra siempre ha sido y sigue siendo un
tema de historiadores británicos, puesto que pertenece a la historia de su país y muchos
son unos enamorados del sistema político que tiene Reino Unido, en parte heredero del
período medieval. Nosotros dividimos el estado de la cuestión en dos partes: una
primera en la que tratamos la aportación de los historiadores pioneros en su estudio y
una segunda en la que desarrollamos algún aspecto de la historiografía más actual.
2.1.- La historiografía tradicional6.
La historia del Parlamento inglés comenzó en el siglo XVIII con los documentos
editados y publicados por W. Prynne en su Brief Register Kalendar and Survey of the
several Kinds and Forms of all Parlamentary Writs (1659-1664), pero fue en 1819
cuando la Cámara de los Lores publicó el Report from the Lords Committees...touching
the Dignity of a Peer en la que emprendió la tarea de dar una visión de conjunto a todo
el tema.
Ya en el siglo XIX, tenemos la gran construcción de W. Stubbs (1825-1901), un
inglés, clerical y conservador de la época victoriana que quería mostrar cómo el pueblo
de Inglaterra, ya desde tiempos pretéritos, había llevado a cabo la misión de instaurar su
gran sistema político: el parlamentarismo. Su Constitutional History, son tres
volúmenes escritos entre 1874 y 1878, que desde el principio cosechó un inmenso éxito.
Para Stubbs, el Parlamento era una asamblea de carácter esencialmente político, que
había sido creada por unos barones patriotas en el siglo XIII y cristalizada bajo la
iniciativa de Eduardo I, considerado como el Justiniano inglés, cuya principal gloria fue
convocar el Parlamento modelo de 1295, nombre creado por el propio Stubbs.
Durante el siglo XIV, el órgano hizo grandes progresos y se transformó en una
institución fundamental que controlaba todo el espectro político del reino, llegando
incluso al apoyo de Enrique IV (1399-1413) en el destronamiento de su primo el rey
Ricardo II (1377-1399), que significó el triunfo de los Comunes sobre los magnates
6
Para conocer la historiografía temprana sobre el parlamento, hemos utilizado VAUCHEZ, DOBSON,
LAPIDGE, The Encyclopedia of the Middle Ages, pp. 1089-1090
7
laicos y eclesiásticos, inaugurando el denominado “parlamento lancasteriano”,
calificativo del propio autor.
Aun así, desde 1885 comenzaron a arreciar críticas contra esta gran obra, pero
no fue hasta principios del siglo XX cuando se formó un grupo de historiadores antiStubbs, dentro del cual se encontraban A. F. Pollard, quien desmontó los viejos mitos
del parlamento modelo y los autores H. G. Richardson y G. O. Sayles, que afirmaban
que el parlamento era un órgano eminentemente judicial y que no llegó siquiera a influir
ni un poco en la política regia, ya que los Comunes no fueron más que unos títeres de
los sectores poderosos.
De todos modos, desde los años setenta se ha ido imponiendo una visión que
pretende conciliar los dos enfoques siendo su principal autor J. G. Edwards, quien aduce
que los parlamentos eduardianos no tenían objetivos políticos ni judiciales sino que
tomaban las funciones del Consejo Real más alguna otra prerrogativa más.
En fin, podemos afirmar que para la historiografía tradicional todavía no ha
llegado el momento de hacer balance y que falta un poco más de historia comparada
para descubrir las particularidades del parlamento inglés en relación con otros.
2.2.- La historiográfica actual7.
A día de hoy, el parlamento inglés está siendo poco estudiado, destacando solo
unas pocas obras de algún historiador británico de reconocido prestigio, pero la tónica
general, como comentamos, es la preferencia por otros temas de la historia medieval
inglesa como la Guerra de los Cien Años.
En cuanto a las obras propias sobre la institución destaca la figura de J. R.
Maddicott, cuyo libro The Origins of the English Parliament 924-1327 del año 2010 es
la obra más novedosa acerca del tema, inaugurando una nueva visión sobre la
institución como órgano directamente vinculado con las instituciones centrales
anglosajonas y normandas. Asimismo, el autor pone de manifiesto la importancia de la
ideología para su desarrollo y niega significación de la llegada de los caballeros y los
burgueses como un punto de inflexión dentro de su actividad porque también ocurría en
el resto de Europa. Asimismo, la obra de J. S. Roskell sobre Parliament and Politics in
7
Hemos utilizado todos los libros referenciados, pero los autores más utilizados para realizar el presente
trabajo han sido D. Carpenter y J. R. Maddicott.
8
the Late Medieval England (1981) es muy acertada si queremos relacionar el consejo
real y el órgano parlamentario. Otras obras son: The English Parliament in the Middle
Ages (1981) de R. R. Garfield Davies y J. H. Denton, Justice and Grace: Private
Petitioning and the English Parliament in the Late Middle Ages (2007) de G. Dodd y A
Short History of Parliament (2012) de C. Jones, aunque trata más la Edad Moderna.
Además, la página web del Parlamento Británico, así como la de los Archivos
Nacionales y la página web de la BBC tienen una muy buena colección de información
sobre el asunto.
Igualmente destacan otras obras, que a pesar de no desarrollar el tema
estrictamente, tienen que ver con su origen y evolución, como la obra de Maddicott
sobre Simón de Montfort (1994) o las distintas monografías sobre el reinado de Enrique
III de D. Carpenter como The Minority of Henry III (1990), The Reign of Henry III
(2003) en las que pone de manifiesto los principales hitos de este monarca destacando la
formación de la oposición nobiliaria y su proyección en el movimiento de reforma.
Otros títulos son: Simón de Montfort and Baronial Reform (1986) de R. F. Treharne,
Kings and Nobles in the Later Middle Ages (1986) de R. A. Griffiths y J. W. Sherborne,
así como una obra sobre la generación de la gentry de P. Coss, The Origins of the
English Gentry (2003). Además de los anteriores libros, algún historiador francés se ha
dedicado a investigar la vida del líder de los barones, dada su ascendencia francesa
como J. P. Genet con Simón de Montfot: baron ou homme politique (1998).
Además, tenemos varias obras en las que se comentan expresamente los textos
normativos sobre este período destacando Why Magna Carta? (2001) de N. Fryde,
Edward I (1988) e English Politics in the Thirteenth Century (1990), ambas de M.
Prestwich y Magna Carta (1992) de J. C. Holt en la que va desgranando todos los
aspectos más importante de la carta, así como las explicaciones de cada una de las
cláusulas. Otro libro más sobre textos sería el volumen III de la conocida obra English
Historical Documents, editada por la editorial Routledge.
Además, los diccionarios sobre Edad Media como The Encyclopedia of the
Middle Ages (2002) tienen un apartado expreso sobre el parlamento inglés y francés,
que permite compararlos y hay otras obras generales sobre Edad Media como The
Cambridge Medieval History (2005) y su apartado sobre los reyes de la dinastía
Plantagenet, realizado por D. Carpenter y Medieval England: A Reader 1000-1500
(2008) de E. Amt.
9
10
3-. CONTEXTO HISTÓRICO.
La historia del reino de Inglaterra en el siglo XIII está marcada, sin duda, por la
aparición del Parlamento como institución, así que nuestro objetivo en este punto, trata
sobre los acontecimientos políticos que dieron lugar a la puesta en marcha de dicho
organismo, tomando como referencia tres reinados: Juan I, Enrique III y Eduardo I.
3.1.- El Reinado de Juan I (1199-1216)8.
El 27 de mayo de 1199, Juan I fue coronado Rey de Inglaterra, tras la muerte de
su hermano, el rey Ricardo I, de quien heredó vastos territorios: el Imperio Angevino,
que estaba constituido por las tierras de Inglaterra, Irlanda, y los Ducados de Normandía
y Aquitania y el Condado de Anjou en Francia.
Recién llegado al trono, debió enfrentarse contra el rey de Francia, Felipe II
Augusto (1180-1223), quien atacó sus posesiones continentales con intención de
absorberlas por parte de la monarquía capeta. La derrota del rey Juan entre 1202 y 1204
se ha explicado mediante dos enfoques: por una parte, los Capetos habrían llevado a
cabo para el 1200 numerosas reformas administrativas, que les permitieron aumentar los
ingresos del fisco real y superar con creces el nivel económico del reino de Inglaterra, lo
que posibilitó la adquisición de nuevos territorios. Por otra parte, la dinastía Plantagenet
tendría una superioridad económica considerable, pero la pérdida de los ducados se
produjo por la incompetencia militar del rey Juan, denominado Sin Tierra.
Por tanto, la pérdida de sus posesiones, hizo que muchos barones tuvieran que
elegir entre establecer homenaje al monarca inglés o al francés y la mayoría eligieron la
traición a Inglaterra como la única forma de mantener sus posesiones. Asimismo, el
resto de su reinado lo dedicó infructuosamente a recuperar sus antiguas posesiones en el
reino de Francia gastándose grandes sumas de dinero, que obtenía de una desmesurada
presión fiscal sobre el reino de Inglaterra. Al final, organizó una alianza con Otón IV,
sacro emperador romano, Fernando, conde de Flandes y Enrique I, duque de Brabante
8
Para la realización de este punto nos hemos servido, sobre todo, de FRYDE, N., Why Magna Carta?:
Angevin England revisited. Münster, LIT, 2001 y HOLT, J. C., Magna Carta. New York, Cambridge
University Press, 1992.
11
para derrotar a Felipe II, a quien se enfrentaron en Bouvines en 1214, recibiendo una
desastrosa derrota que, como Holt advierte, “Bouvines condujo directamente a
Runnymede”9.
Si la derrota en Francia significó para Juan I, la desafección de la nobleza hacia
su persona, el interdicto papal entre 1208 y 1213 implicó la animadversión de toda la
Iglesia inglesa en la amarga contienda que mantuvo el rey con el Papa Inocencio III por
la elección del nuevo Arzobispo de Canterbury. En 1206, los monjes de Canterbury
habían elegido para el cargo a petición del Papa a Stephen Langton, lo que provocó la
furia del monarca, que deseaba la elección de un candidato de su confianza para
intervenir en los asuntos eclesiásticos. El rey se negó a reconocer la elección y el Papa,
que se encontraba en su máximo poder, contestó con la aplicación de un Interdicto al
reino de Inglaterra en 1208 y excomulgó a Juan al año siguiente.
La aplicación de dicha medida significó en palabras de un cronista: “que los muertos
tenían que ser enterrados fuera de los cementerios consagrados y los esponsales y
matrimonios no podían ser celebrados en una iglesia, ni el servicio dominical ni la
entrega de los Sacramentos”10.
Con todo, Juan I había puesto en su contra a todo el sector baronial y eclesiástico
del reino, pero el malestar aumentó una vez que nombró a su favorito Peter des Roches,
un poitevino, como Justiciar, una de las más altas magistraturas del reino, lo que causó
un tremendo revuelo en la nobleza ya que era considerado un extranjero y más tras el
fracaso en la guerra contra Francia. Ya en 1214, cerca de la batalla de Bouvines, el
Justiciar pidió la recaudación de un nuevo impuesto, el llamado “scutage” que sustituía
la obligación feudal de dar auxilio militar al señor, lo que determinó la negativa de los
barones del norte a pagar dicha tasa.
Todos estos acontecimientos que estamos presentando no hicieron más que
horadar el débil poder del rey Juan y cuando se produjo la derrota en Francia, una
guerra civil no tardaría en llegar, la Primera Guerra de los Barones (1215-1217)11.
Debemos ver esta rebelión como una forma de la nobleza de frenar la arbitrariedad real
que pusieron en práctica los reyes normandos, por lo que no se trata de una
animadversión contra la figura del rey Juan, muy denostado por los cronistas como
9
10
11
HOLT, Magna Carta, p. 14.
FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 30.
Su explicación la encontramos en FRYDE, Why Magna Carta: Angevin England revisited, pp. 4-24.
12
sabemos, sino la manera de articular el poder real sin que sus actuaciones fueran en
contra de los intereses de las élites laicas y eclesiásticas. El poco afán del rey Juan por
adaptarse a las circunstancias, sus escasos éxitos militares y su injusticia a la hora de
gobernar, que eliminaba los dos pilares de la monarquía medieval: los éxitos militares y
un rey justo, fueron el “casus belli” que hizo que estallara una revuelta contra él, pero
los verdaderos antecedentes, debemos achacarlas al ambiguo derecho feudal que trajo la
dinastía normanda.
En cuanto al desarrollo de los hechos de la guerra baronial, debemos tener
presente que la oposición a Juan I se había formado ya al perder el Ducado de
Normandía, pero fue tras la derrota de Bouvines cuando la rebelión se precipitó. En la
Semana Santa de 1215 se encontraron en Stamford (Lincolnshire) cuarenta barones,
cinco condes y dos mil caballeros procedentes en su mayoría de los condados del norte
y del centro de Inglaterra y eligieron a Robert Fitz Walter como mariscal de la Armada
de Dios y de la Santa Iglesia. El nombre no es casualidad ya que el sector eclesiástico
tuvo un importante papel en esta disputa. Entonces los barones fueron hacia el sur y el
rey, que se trasladó a Oxford, envió a Stephen Langton y a William Marshal a
encontrarse con ellos, quienes les dieron los llamados Artículos de los Barones, germen
de lo que será la Magna Carta. Una vez que el rey tuvo el documento en su poder, las
crónicas nos cuentan que espetó: “¿por qué estos barones no piden mi reino de una
vez? Sus demandas son sueños vanos sin una sombra de razón”.12
Al rey no le quedó más remedio que negociar y citó a los rebeldes en el prado de
Runnymede el 15 de junio del mismo año donde puso su sello real a la Magna Carta.
La guerra no terminó ahí, puesto que los barones sabían que Juan I no iba a seguir los
postulados marcados por la carta. Además, el rey recibió una ayuda inesperada, el Papa
quien declaró ilegal la carta y escribió sobre los hechos acaecidos lo siguiente: “rechazo
y condeno totalmente este acuerdo porque significa que la Sede Apostólica ha sido
deshonrada, los derechos del rey lesionados, la nación Inglesa avergonzada y todo el
plan para una cruzada puesto en serio peligro”, y terminaba descalificando a los
barones porque “son peores que los sarracenos”.13
Al final, la facción baronial eligió como líder al delfín de Francia, Luis, quien
invadió Inglaterra, pero el 19 de octubre de 1216 el rey Juan moría dejando un reino
devastado por la guerra e invadido por las tropas francesas. Entonces los barones, que
12
13
FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 19.
FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 22.
13
ya no veían peligro lucharon contra el delfín hasta que lo derrotaron un año más tarde.
Según algunos historiadores y a modo de balance del reinado de Juan I, “el mejor
servicio que el rey hizo a su reino fue morir en el momento adecuado”14.
3.2.-. El Reinado de Enrique III (1216-1272)15.
Ningún rey de Inglaterra ascendió al trono en una situación tan desesperada
como Enrique III debido a la invasión francesa que estaba asolando el reino. Su reinado
se puede dividir en dos períodos con una cesura en 1227: la minoría de edad, hasta esa
fecha y el gobierno personal hasta su muerte. Asimismo, en esta segunda parte, vamos a
dedicar unos apartados a explicar en primer lugar, la figura de Simón de Montfort desde
1258 y la Segunda Guerra de los Barones (1264-1267), en segundo término.
3.2.1.- La minoría de edad.
Como hemos anunciado, el reinado de Enrique III comenzó con una minoría, lo
que significa que el poder de facto lo detentaba un Consejo de Regencia que había
nombrado su padre. De esta forma, el regente era William Marshal, que se apoyaba en el
Justiciar, Hubert de Burgh y dos legados papales. Su primer cometido fue expulsar del
territorio a las tropas francesas, objetivo que fue cumplido y después, llevar a cabo la
reconstrucción del reino en dos frentes: el económico, es decir arreglar la destrucción
del territorio y el político, esto es, reconstruir los poderes reales detentados antes de la
guerra contra la baronía.
Para enfrentar los problemas se convocó el “magnum concilium” del 2 de
febrero de 1225, que ha sido considerado como un antecedente de los parlamentos del
siglo XIII, que vamos a desarrollar más adelante.
14
FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 24.
Para la redacción de todo este epígrafe hemos utilizado todas las obras de Carpenter, D., The Reign of
Henry III, London, Continuum International Publishing Group, 2003.
15
14
3.2.2.- El gobierno personal.
Como hemos anunciado, en 1227, Enrique III tomó las riendas del reino de
Inglaterra, una vez cumplida la mayoría de edad y sus primeros años como rey muestran
un largo período de paz tanto en el contexto europeo como en el interior del reino. La
razón fundamental es el propio carácter del monarca contrario a su padre en todos los
sentidos: Enrique III era piadoso, casto y vago y tenía como modelo a Eduardo el
Confesor, aunque también debemos pensar en la falta de recursos financieros como
freno a cualquier acción bélica.
Aun así, su gran interés residía en recuperar el Ducado de Normandía, pero la
verdad es que Enrique era la última persona capaz de dirigir una expedición militar
exitosa por lo que, con gran pragmatismo el consejo real puso en marcha una política
diplomática que comenzó dando frutos, pero acabó siendo un desastre. Los problemas
en su política exterior, que empeoraron su situación en el interior, comenzaron en 1255
cuando Enrique aceptó la oferta papal del trono siciliano en beneficio de su segundo
hijo Edmundo. Su intención era doble: derrotar por la vía diplomática a cualquier
candidato Capeto y establecer un reino muy rico en el Mediterráneo como
compensación por la pérdida de Normandía. A su vez, el rey tenía intención de colocar a
su hermano Ricardo, conde de Cornwall como emperador del Sacro Imperio para que la
dinastía Plantagenet fuera de nuevo, la familia real dominante en Europa. El problema
fue que ninguna de las dos candidaturas llegaron a hacerse con el poder mientras el
Papa demandaba a Enrique las 90.000 libras por colocar a su hijo en el trono de Sicilia,
un montante que debió pagar la Iglesia inglesa, a quien elevó intensamente la presión
fiscal. De esta forma, al igual que su padre, Enrique perdió el favor de la Iglesia que
había tenido en sus primeros años de gobierno.
Además, perdió el favor de los grandes magnates del reino tras su fracaso en la
expedición que llevó a Gales en 1257, lo que demostraba su incapacidad militar, pero
sobre todo, fueron las pugnas cortesanas por la articulación del patronazgo regio lo que
terminó por horadar su poder. En la corte encontramos dos familias nobiliarias que
competían por obtener el favor real: en primer lugar, los saboyanos liderados por Pedro
de Saboya, familiares de la reina Leonor de Provenza y en segundo lugar, los Lusignans
liderados por Guillermo de Valence, hermanastro del rey al casar su madre en segundas
nupcias con el conde de Lusignan.
Como observamos, el consenso de la comunidad del reino consagrado en la
15
Magna Carta fue silenciado, lo que fue horadando los apoyos del monarca tanto de los
magnates como de la “gentry” condal.
3.2.3- Simón de Montfort16.
Al igual que cualquier personaje histórico, Simón de Montfort ocupa en la
memoria colectiva británica una posición ambigua: para unos, fue un simple dictador
que defendía sus intereses personales y para otros, fue el creador de la monarquía
parlamentaria al defender el bien común.
Simón nació en 1208 en el seno de una prestigiosa dinastía nobiliaria: su padre
era Simón III de Montfort, el líder de la Cruzada contra los albigenses y su madre Alicia
de Montmorency. Veamos brevemente la figura de Simón III cuya madre era una de las
herederas de su hermano Robert de Beaumont, conde de Leicester, que comprendía
asimismo el título de “Steward”17 de Inglaterra. Por ello, Simón III debió rendir
homenaje al rey de Inglaterra para reivindicar las posesiones Beaumont aunque no
consiguió convertirse en el propietario. Fue su hijo, Simón IV quien se benefició de las
disputas cortesanas entre los Saboyanos y los Lusignan cuando Enrique III le otorgó en
1231 el título y las posesiones del condado de Leicester en un intento por generar una
nobleza que lo apoyara.
Convertido en un magnate inglés, rápidamente las deudas condales comenzaron
a sangrar su fisco con lo que buscó un matrimonio con una mujer de alta alcurnia. Para
ello, se alió con Guillermo de Saboya, tío de la reina obteniendo la mano de la hermana
del rey, la princesa Leonor y concertando una unión real, que lo catapultó a la fama, al
enriquecimiento y al centro del poder político, la corte. Para 1258 Simón de Montfort es
un barón de gran prestigio, que va trazando sus alianzas de acuerdo a sus intereses para
participar en la articulación del poder dentro del reino.
16
Para la realización este apartado hemos utilizado GENET, J. P., “Simón de Montfort: baron ou homme
politique”, en Médiévales, 1998, 34, pp. 53-68 y MADDICOTT, J. R., Simón de Montfort. Cambridge,
Cambridge University Press, 1995.
17
Mayordomo de Inglaterra.
16
3.2.4.- La Reforma y la Segunda Guerra de los Barones18.
La problemática con el Papado, el fracaso de la intervención militar en Gales, la
sublevación gascona, las disputas cortesanas, los problemas condales llevaron al rey a
perder gran parte de los apoyos que se habían gestado durante su minoría. Todo ello dio
paso a dos momentos clave para la historia del parlamentarismo inglés: el período de la
reforma entre 1258 y 1263 y la guerra civil entre 1264 y 1265.
Todos los problemas llevaron a los condes de Gloucester (Richard de Clare),
Leicester (Simón de Montfort), y Norfolk (Roger Bigod) y Hugh Bigod, John Fitz
Geoffrey, Pedro de Saboya y Pedro de Montfort a aliarse y enfrentarse al monarca
obligando a expulsar de la corte a los extranjeros y a aceptar la reforma del reino por un
comité de 24 miembros. Así, con el beneplácito regio, se forma un grupo de trabajo con
doce representantes de los barones (cuatro de ellos, son hombres de Montfort: Walter
Cantiloupe, Ricardo de Grey, Pedro de Montfort y Hugo Despenser) y doce
representantes del rey, reuniéndose en la ciudad de Oxford el 11 de junio. De esta
reunión saldrán las Petitions of the Barons, que cristalizarán en las Provisions of Oxford,
una vez que los representantes reales se queden en tres formando entonces un comité de
quince miembros. De esta forma se va limitando el poder arbitrario del monarca y los
barones extienden esas restricciones no sólo a sus vasallos sino también a toda la
comunidad del reino.
Asimismo, bajo el liderazgo de Simón de Montfort surgen las Provisions of
Westminster (1259), que muestran a un líder carismático preocupado por aunar
esfuerzos en incluir a los sectores importantes de la población inglesa, incluso en
detrimento de los intereses de los barones, lo que va minando su confianza. La guerra
civil parece inminente, pero entran en escena los sectores de la “gentry”, quienes se
oponen a la nulidad de las Provisions of Westminster, pero esto no hace más que dividir
al sector baronial entre Montfort, partidario de extender el movimiento de reforma, y los
demás magnates liderados por el conde de Gloucester, quienes acuerdan establecer un
pacto con el monarca para limitar la reforma únicamente a la corte regia. De esta forma,
el único barón que se muestra contrario al arbitraje con el monarca es Simón de
Montfort, que decide partir al exilio en Francia en 1261 y el monarca vuelve a tomar el
control del consejo real.
18
Hemos extraído los datos de aquí: GENET, J. P., “Simón de Montfort: baron ou homme politique”, pp.
53-68
17
Vemos, por tanto, el triunfo indudable del rey Enrique III, que desde el interior
del movimiento de reforma, lo va vaciando de contenido. Es sin duda, la división en el
sector aristocrático, lo que hace fracasar el reformismo baronial. A pesar de todo, el rey
continúa errando en su política y el descontento es cada vez mayor en todas las partes
del reino. Podemos afirmar que la reforma del reino para acercarlo al siglo XIII era
necesaria, puesto que no se podía vivir con estructuras estamentales del primer rey
Plantagenet, pero mientras que en otros reinos, la reforma se hizo desde arriba, es decir
desde la más alta institución del reino, la corona, como es el caso de Francia con Luis
IX, pero en Inglaterra la monarquía no deseaba llevar a cabo cambios y por ello los
sectores descontentos de la sociedad liderados por las élites fueron los que impulsaron
la reforma del reino, pero al no contar con el beneplácito regio, el proceso de
transformación se hizo por medio de la violencia y la guerra.
De esta forma, Simón de Montfort es de nuevo llamado por los barones para
liderar una revuelta, que fuerce al rey a potenciar la reforma del reino instaurando de
nuevo las Disposiciones de Westminster. Una vez que llega a Inglaterra, el reino se
divide en dos facciones, la baronial y la real. Comenzando por la primera, los barones se
encuentran liderados por Simón de Montfort, quien considera el combate como una
verdadera cruzada y ve en sus filas el ejército de Dios, pero sus apoyos son escasos y
frágiles. El más importante es sin duda la ciudad de Londres, que se rebela contra el rey
cuando su hijo el príncipe Eduardo llama a mercenarios templarios para defender el
trono de su padre. Asimismo, el burgo de Canterbury y la Confederación de los cinco
puertos también le presta ayuda, así como amplios sectores de la Iglesia y de las
universidades, además de los caballeros y la “gentry” de los distintos condados sobre
todo de las “Midlands”. Por contra, dentro de la facción aristocrática hay muchos
magnates que aprovechan la situación de fuerza para imponer su autoridad sobre las
élites locales y realizar pillajes en los condados, lo que enfría el favor inicial de la baja
nobleza y la burguesía por la figura de Montfort. Por contra, la facción real está liderada
por el Príncipe Eduardo, que cuenta con unos apoyos sólidos entre los sectores de la alta
nobleza, sobre todo del centro y suroeste del reino (los señores de las Marcas Galesas
destacando Roger Mortimer), además de mercenarios a sueldo, que inclinarán la balanza
a su favor.
Montfort establece el castillo de Kenilworth como la base de las operaciones de
los barones pensando ya en la inevitable guerra. Aun así, el rey y el líder aristocrático
piden el arbitraje de Luis IX, rey de Francia para que arbitre una posible salida sin
18
violencia, que resuelve en la Mise d´Amiens el 23 de enero de 1264, en el que deja sobre
papel mojado las Disposiciones, ya que el rey tiene el derecho de elegir a los miembros
de su consejo regio. El rechazo de la Mise d´Amiens por los barones significó el
comienzo de la guerra civil, la denominada Segunda Guerra de los Barones entre 1264 y
1265.
La batalla de Lewes (14 de mayo de 1264) fue el gran enfrentamiento de esta
guerra, desarrollada por Montfort con gran fervor religioso y con mucho éxito. De esta
forma, se capturó al rey y su hijo Eduardo, a quienes se impusieron unas condiciones de
liberación muy duras: el rey debía reafirmar su intención de cumplir los mandaros de las
Provisiones de Westminster, eliminar los sectores extranjeros de la corte y el consejo
real y restaurar a los barones sus prerrogativas. De esta forma, fue liberado, pero se
mantuvo cautivo al príncipe Eduardo para verificar el cumplimiento de la palabra del
rey. Rápidamente se crea una ideología que legitima el golpe de fuerza de Simón de
Montfort y en su generación se encuentra la Iglesia, sobre todo los franciscanos que
afirmaban que su inesperada victoria fue obra de Dios, que le mandó terminar con la
injusticia del monarca. Así, encontramos la Canción de Lewes escrita por un teólogo de
la Universidad de Oxford. (Ver Anexo, texto 1).
Su inesperada victoria y la captura del monarca y el heredero, aumentaron su
prestigio y lo que es más importante, consiguió disponer de toda la administración real a
su voluntad, utilizando de una forma nueva el título de Mayordomo de Inglaterra. En
efecto, desde mayo de 1264 a agosto de 1265, Simón de Montfort tiene todo el poder y
todas las prerrogativas de un monarca. El “Steward” decide convocar un Parlamento
reunido en Westminster en junio de 1264 para legitimar su situación, de tal forma que el
consejo del reino será elegido por un triunvirato. Con su poder intacto, decide convocar
otro Parlamento reunido en Westminster de nuevo el 20 de enero de 1265, para liberar a
Lord Edward bajo unas estrictas condiciones basadas principalmente en el
cumplimiento de las distintas Provisiones.
Las tropas del hijo de Montfort debían encontrarse con las de su padre, pero
Eduardo lo interceptó y tomó los pendones baroniales, llegando al fin donde se
encontraba el ejército de Simón. La sorpresa fue mayúscula y Eduardo engañando a los
barones con sus propias insignias, tomó las principales colinas y arrastró a todo el
ejército baronial en la llamada batalla de Evesham el 4 de agosto de 1265. Al final,
Simón de Montfort fue asesinado y su cuerpo cercenado, dando comienzo su
santificación por el campesinado y el bajo clero afirmando que se aparecía y realizaba
19
milagros.
Aun así la guerra no terminó y el resto del ejército de los barones se hizo fuerte
en el castillo de Kenilworth cuando Enrique III sentenció la ocupación real de las
propiedades de los barones que habían apoyado a Montfort. Esta situación se irá
resolviendo poco a poco mediante el Dictum de Kenilworth (octubre de 1266), por el
cual los desheredados podían volver a comprar sus propiedades a la corona, una medida
para obtener liquidez en las arcas regias tras la guerra civil.
3.3.-El Reinado de Eduardo I (1272-1307)19.
Cuando Enrique III murió en 1272, su hijo el príncipe Eduardo se encontraba
inmerso en la Novena Cruzada (1271-1272) en Tierra Santa y no volvió hasta agosto de
1274. Como hemos visto, su trayectoria en su juventud como heredero lo convirtió en
un líder increíblemente preparado. Ciertamente, Eduardo I había aprendido mucho
durante el período de Reforma y la Segunda Guerra de los Barones, sobre todo, a tratar
de mejorar las instituciones de la monarquía para controlar mejor el reino mediante la
incorporación de la mayoría de los sectores sociales de Inglaterra; y para ello vio en el
Parlamento, el órgano fundamental que le permitió ejercer el poder de acuerdo a los
intereses de los poderosos sin marginar al resto. Por una parte, se dedicó a pacificar el
reino del descontento popular y, de otra, reconstruyó las finanzas reales que se habían
colapsado hace ya largo tiempo. Asimismo, este rey es recordado en la memoria de
cualquiera como el conquistador de Gales y el azote de los escoceses, aunque sin éxito
en este último aspecto. Como podemos observar, su afán de reforma y su liderazgo
bélico son dos diferencias con la forma de gobernar de su padre, que harán de su
reinado un período de estabilidad, crecimiento y autoridad de la figura del monarca.
Recién llegado a Inglaterra comenzó a realizar una serie de medidas de reforma
del reino. Estamos hablando del Período de los Estatutos eduardianos
que como
estipula el Estatuto de Westminster “tratar de corregir el estado del reino en aquellas
políticas que sea necesaria una rectificación”20.
19
Hemos utilizado dos obras, CARPENTER, D., “The Plantagenet Kings”, en AA.VV., The Cambridge
Medieval History. New York, Cambridge University Press, 2005, vol. III y PRESTWICH, M., Edward I.
Los Ángeles, California University Press, 1988.
20
CARPENTER, D., “The Plantagenet Kings”, pp. 342-343.
20
4-. LA CREACIÓN DEL CORPUS CONSTITUCIONAL.
Una vez que hemos desarrollado el contexto político en el que se desenvolvió el
Parlamento, debemos continuar analizando los pormenores de su articulación como
institución a la par que el desarrollo político, mediante el estudio de las distintas
disposiciones que lo llevaron a su creación y posterior evolución, a partir del desarrollo
del contexto ideológico en el que se inspiraron las distintas resoluciones.
4.1.- Los inicios: Magna Carta, 1215 21.
La Magna Carta es un documento poco gratificante para la lectura general. Está
llena de tecnicismos de la ley feudal, y cuando éstos se terminan comprendiendo, la
mayoría de las disposiciones parecen excesivamente mundanas. No hay en ella ninguna
declaración altisonante de principios, ni una teoría política claramente definida. De
hecho, podemos afirmar que se trata de una carta de libertades y no de una carta de la
libertad, ya que se trata de poner por escrito unos preceptos para proteger a las clases
altas de la iniquidad de un monarca omnipotente y no se enuncian en ningún caso unos
derechos abstractos del hombre. Incluso un decano de la Facultad de Derecho de
Harvard estableció el siguiente juicio desmitificador: “Quienquiera que haya leído la
Magna Carta, ya sea en latín o en su traducción inglesa se habrá quedado sorprendido
de lo que encontró allí o de lo poco que encontró allí”.22
En el presente trabajo vamos a dedicar unas líneas a presentar únicamente las
cláusulas principales para comprender The Great Charter como un antecedente del
Parlamento, dejando constancia de que hay otros artículos muy novedosos que no
podemos analizar debido al tema que estamos tratando.
El Capítulo I proclama la libertad de la Iglesia de Inglaterra, garantiza sus
derechos con particular hincapié la libertad e independencia de sus elecciones;
21
Existen cuatro copias originales de la Magna Carta y todas están escritas en latín aunque luego fue
traducida al francés. Recordemos, asimismo, la importancia de la carta para los Estados Unidos en su
independencia de la metrópoli.
22
Citado por SATRÚSTEGUI GIL-DELGADO, M., “La Magna Carta: Realidad y Mito del
Constitucionalismo pactista medieval”, en Historia Constitucional, 2009, 10, p- 251.
21
recordemos la pugna entre el rey y el Papa por la elección del Arzobispo de Canterbury.
(Ver anexo, texto 2.1)
Pero, sin duda los dos artículos más importantes y más innovadores desde el
punto de vista político y que entroncan directamente como antecedentes del
parlamentarismo son dos: el primero es el capítulo XII, que requería la autorización del
“per commune consilium regni nostri”, una frase que implícitamente requiere un órgano
para aprobar ciertos impuestos como el “scutagium” y el “auxilium” o servicios. (Ver
Anexo, texto 2.2).
No hay duda de que estas cláusulas daban un enorme poder al consejo común
del reino, es decir, una institución en el que estuvieran representados los sectores
sociales para aprobar ciertos impuestos, aunque en la actualidad hay muchos que
rebajan las expectativas de que esta frase tan corta fuera el embrión del poder tributario
del parlamento, ya que sólo serían convocados a ese consejo común, únicamente los
sectores más cercanos al rey. Aun así, debemos pensar que es un articulado muy
novedoso, que limita el poder real en algo tan importante como la forma en la que
desarrolla su hacienda y mediante la evolución de esta prerrogativa fiscal, este órgano
en principio tributario y con poco poder decisorio, va a ir nutriéndose de más
disposiciones y más sectores sociales representados.
Por otra parte, el segundo capítulo importante y en relación con el anterior sería
el LXI, que pretendía asegurar la vigencia de la Magna Carta frente a la más que
probable resistencia del rey Juan. (Ver Anexo, texto 2.3). Se estipula, por tanto, la
creación de un mecanismo de garantía basado en la elección por los barones de un
consejo formado por veinticinco nobles, quienes velarían por el cumplimiento de las
libertades consagradas en la carta.
Por tanto, la Magna Carta es un texto fundamental, en el que encontramos una
gran extensión social de los derechos o de la imposibilidad del rey de saltárselos, ya que
no sólo afecta al sector más privilegiado de la sociedad sino también a un amplio elenco
de personas, instituciones y burgos como la Iglesia, la ciudad de Londres o incluso,
todos los hombres libres (freemen). Sin duda estas dos ideas podemos compararlas con
nuestro país; recordemos que en la Corona de Aragón el rey otorgó en 1287 los
Privilegios de la Unión a los nobles, que basaban el poder del monarca en el pacto de
proteger a sus súbditos y conservar las leyes del reino. En sí, un historiador liberal del
siglo XVIII como Blackstone afirmó que lo que hace la Carta es recuperar los principios
del viejo derecho sajón, previo a los normandos y, por tanto, dulcifica y atenúa el rigor
22
del sistema feudal establecido por estos conquistadores. Por último, la Carta instaló un
precedente de limitación del poder real, que al ser eliminado por el monarca, terminará
por legitimar una guerra en contra de los abusos regios23.
4.2.- La Comunidad del Reino24.
Ya hemos comentado que la cláusula XII de la carta señala que los “servicios” al
monarca serán autorizados por el “consejo común del reino” y, por tanto, lo que vamos
a realizar en este punto es dirimir quién, cómo y cuándo se forma la Comunidad del
Reino, que al fin y al cabo es la que puede variar la política regia.
Para continuar con la articulación de un Parlamento en el Reino de Inglaterra, el
siguiente momento clave tras la aprobación de la carta es, sin duda, el Gran Consejo de
1225, durante la minoría de edad de Enrique III cuando el reino estaba dominado por el
Regente, William Marshall. El 2 de febrero de ese año, el Consejo de Regencia convocó
una asamblea que las crónicas califican de “magnum concilium” reunida en Londres
para hacer frente a una crisis. Poitou estaba en manos francesas desde un año antes,
Gascuña se encontraba bajo amenaza y una invasión francesa de Inglaterra era cada vez
más probable. Tras más de una semana de intenso debate, el acuerdo fue alcanzado el 11
de febrero en los siguientes términos: los magnates concederían al monarca una
contribución general del 15 % de todos los bienes muebles a condición de que el rey
reeditara la Magna Carta y la Carta de los Bosques. Según las crónicas, la tasa general
fue concedida al rey por: “los arzobispos, obispos, abades, priores, condes, barones,
caballeros, arrendatarios libres y todo el mundo en nuestro reino”25, formándose la
denominada Comunidad del Reino.
En muchos aspectos, el Gran Consejo significó el comienzo de un paradigma
para el resto de las asambleas de los siglos XIII y XIV, pero debemos recordar que
todavía no se había producido la convocatoria de los representantes de las ciudades.
23
Esta idea la hemos obtenido de SATRÚSTEGUI GIL-DELGADO, “La Magna Carta: Realidad y Mito
del Constitucionalismo pactista medieval”, p. 253 de donde recoge la opinión de Sir W. Blackstone.
24
Hemos extraído la información de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp.
106-156.
25
MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 152.
23
Como hemos visto, el consejo fue convocado con anticipación a una campaña bélica y
no sólo para proveer de fondos al rey a la hora de llevarla a cabo sino también para
organizar la futura defensa del reino. Fue, por tanto una causa sobrevenida, el peligro
del reino ante el invasor, por la que se forjó un consenso entre todas las fuerzas
importantes de la sociedad siguiendo el siguiente modelo: el rey demanda un servicio y
la comunidad del reino lo concede a cambio de que vuelva restablecer la Magna Carta,
es decir, a cambio de una rectificación en los agravios cometidos.
4.3.- Los inicios de la política parlamentaria26.
La minoría de edad de Enrique III había establecido un gran consejo como la
fuerza principal en la acción política del momento y confirmó el alineamiento con las
libertades consagradas en las Cartas. En los años centrales del reinado de Enrique III el
Parlamento emergió como una institución que fue tomando forma y que con algunas
variaciones, llegó incólume al final de la Edad Media.
Una señal de la consolidación de la institución es la aparición del nombre como
la conocemos hoy en día, esto es el uso frecuente de la palabra “parlamento”. Para
1230, la mayor parte de las asambleas en las que se reunía la comunidad del reino, eran
conocidas como “parlamentos” y en 1236 tenemos constancia del primer escrito oficial
en el que aparece la palabra “parlamentum”. A partir de ahí, la propia literatura y los
distintos cronistas comenzaron a utilizar el término; el primero, Mateo de París en La
Estoire de Seint Aedward le Rei, pero en el ámbito de la cronística del momento es en su
Chronica Maiora donde aparece reflejado el término “parlamentum” para la asamblea
de abril de1239. Tras Mateo de París, numerosos cronistas tomaron el testigo y el
nombre acabó por calar en la sociedad inglesa, un hecho que nos hace pensar en la gran
importancia que estaba tomando el órgano dentro del reino y de la población.
En cuanto al desarrollo de la que podemos llamar la primera edad del
Parlamento, caben destacar dos hechos que supusieron el crecimiento y la consolidación
de la institución: el primero de ellos, la pérdida de la mayoría de las posesiones
continentales de la corona y el consecuente descenso de la itinerancia de la monarquía
inglesa, ahora vuelta hacia sus posesiones insulares, más que a Francia; y, el segundo, la
26
MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 157-232.
24
emergencia de Westminster como la sede de gobierno del reino y el foco de los intereses
religiosos del monarca. De acuerdo al primer punto y para que nos hagamos una idea,
Enrique II, el primer rey Plantagenet, estuvo casi 22 años de 34 fuera de Inglaterra, es
decir más de la mitad de su reinado mientras que Enrique III, su nieto, estuvo en el
extranjero 4 años y cinco meses de un total de 57 años de reinado, uno de los más largos
de la historia inglesa. A pesar de este cambio, su contribución al crecimiento del
parlamento no fue directa, pero marcó un precedente: con el rey en Inglaterra, las
asambleas podían ser convocadas y desarrolladas con una gran regularidad y
previsibilidad y por tanto, su majestad no podía escabullirse de su control, puesto que se
daba por sentado que un parlamento debía establecerse con la presencia del monarca. En
cuanto al segundo punto, Enrique estableció en términos prácticos la sede de su
gobierno en Westminster, ya que antaño desde el pasado anglosajón, la base del poder se
encontraba en la ciudad de Winchester. Al final, el lugar presentaba todos los elementos
para ser considerado como capital: santuario dinástico, un centro de culto, la residencia
palaciega y la sede del gobierno.
Una vez que dio comienzo el gobierno personal de Enrique III en 1227, primero
gobernó con ayuda de unos ministros y luego fue cada vez más independiente y
presionó a las élites, que utilizaron el parlamento como una forma de responder a los
cambios abusivos que estaba realizando rompiendo el consenso. Aun así, el rey
necesitaba el apoyo nobiliario para llevar a buen término estas cuatro vías que acabamos
de explicar y eso significaba una mayor influencia para el consejo y más a largo plazo
para la aparición y posterior evolución del parlamento. Entre 1237 y 1258, hasta en diez
ocasiones, el monarca demandó un nuevo impuesto y en todas ellas, todos fueron
denegados.
Estas negativas forzaron a Enrique a buscar nuevas formas de financiación y
encontró que en los condados no necesitaba el “common council of the realm” para
demandar mayores contribuciones a la hacienda regia. Los recursos que tomó de las
provincias fueron cuatro: el primero, las propiedades del sheriff; el segundo, los propios
beneficios derivados de la economía condal; el tercero el impuesto a los judíos, que
aumentaron la presión fiscal sobre sus deudores, en esencia miembros de la “gentry” y
los caballeros; y por último la Iglesia provincial. Las consecuencias fueron claves, hubo
un crecimiento rápido e intenso de la presión fiscal sobre los condados y ello repercutió
en el aumento de los abusos de los oficiales reales y nobiliarios para obtener los
recursos demandados por la corona, así que al final un profundo malestar de la
25
“gentry”, los caballeros y los pequeños barones se apoderó de la campiña inglesa. Aquí
tenemos la razón que diferencia a la Magna Carta de las Disposiciones de Oxford y
Westminster, sin duda es la distinta aportación social a su elaboración que marca el
contenido de las mismas, es decir, mientras que la Magna Carta fue una creación
estrictamente baronial, las distintas provisiones recibieron el aporte de las gentes de los
condados, asfixiados por los atropellos no sólo de los oficiales reales sino también de
los nobiliarios, así que su temática se refiere ya a todo el reino y no sólo al centro del
poder.
Desde un primer momento, se intentó desde el parlamento presionar al monarca
para que éste eligiera a sus oficiales, pero no hubo manera y es el dominio en temas
políticos lo que le faltaba a la institución para constituirse como tal. Vemos cómo en
materia fiscal, el organismo sí tiene prerrogativas, pero no así en la política diaria,
donde sus poderes se ven limitados. A pesar de todo, se realizaron intentos por elegir al
consejo real, pero no será hasta 1258 cuando el propio parlamento se apropie del mismo
gobierno.
Ya sólo queda comentar de este período, la representación parlamentaria, es
decir quién era convocado al parlamento. Es, sin duda, la otra pata para que podamos
afirmar que existía una institución parlamentaria, además de su dedicación a temas
fiscales y políticos, aunque éstos no se conseguirán hasta 1258. Según J. Maddicott para
el año 1240 se fue formando un parlamento con prácticamente representantes de todos
los sectores sociales libres, sin el campesinado. Para ese año, la asamblea era mucho
más representativa que en el año 1225, ya que todo ese conglomerado de “todos los
hombres libres en nuestro reino” se había ido concretando. No fue hasta la parte central
del reinado de Enrique III cuando se llevó a la práctica la noción de representación
implícita en la carta; esto es, los intereses de muchos representados por unos pocos, sin
ninguna clase de elección. Para llegar a ese punto, los tres períodos en los que el rey
demandó servicios, en 1225, 1232 y 1237 fueron vitales. Según los cronistas, en cada
uno de esos períodos, se fue explicitando cada vez más quién era esa masa de hombres
libres. Recordemos que sobre éstos recae la mayor parte de la presión fiscal y por tanto,
de la contribución al monarca y fue una respuesta pragmática de la corona, hacerlos
llamar a una asamblea dada su escasez de dinero.
Aun así, los cambios en la representación desde el gran consejo de 1225 no sólo
son necesidad del monarca. Paralelamente, hay un componente ideológico de gran
importancia, proveniente de la ley canónica romana e introducido en el reino de
26
Inglaterra por los clérigos en sus concilios diocesanos y que en ese momento estaba
impregnando la sociedad secular. Este proceso responde a dos principios: el primero, las
contribuciones no podían ser impuestas sin el consentimiento del contribuyente y el
segundo, el conjunto de los contribuyentes podía mandar a un representante para actuar
en su nombre y buscar un acuerdo. La máxima de estos dos principios, “Quod omnes
tangit ab omnibus approbari”, “lo que afecta a todos, debe ser aprobado por todos”
fue migrando desde el derecho privado a la esfera pública27. Esta máxima procede del
IV Concilio de Letrán (1217) cuyos preceptos fueron llegando a Inglaterra en la década
siguiente. Gracias a este principio, los preceptos de la Magna Carta sobre la aprobación
por el consejo común del reino fueron cristalizando en el gran consejo de 1225 y
después en la convocatoria de los caballeros, sectores de las “gentry” y los
representantes de los burgos.
Fue en el parlamento de abril de 1254 cuando por primera vez se tiene
constancia de la convocatoria de los caballeros de los condados a través de un proceso
electivo. Este hecho demuestra dos procesos: el primero, no fue como tradicionalmente
se piensa la convocatoria de los representantes de los condados en el Parlamento de
Simón de Montfort de 1265 sino antes, y el segundo, tan hondo había calado la máxima
de “quod omnes tangit” en la sociedad, que los propios magnates laicos y eclesiásticos
presionaron al rey para convocar a sus vasallos, ya que según ellos, no podían imponer
un nuevo impuesto sin el consentimiento de los afectados. Asimismo, en este
Parlamento se convocó también al bajo clero por las mismas razones que con los
caballeros, pero la llegada de los representantes de las ciudades es más compleja porque
no tenemos tantas crónicas ni tan fehacientes. Al final, las razones para convocarlos son
tres: la riqueza de los burgos, la necesidad de dinero y la ideología eclesiástica. Aun así,
sabemos que antes del parlamento de Montfort, en 1225, habían sido convocados
representantes de las ciudades de los Cinque Ports.
En resumen, podemos observar cómo entre 1225 y 1258 las primigenias
asambleas se han convertido en un parlamento cuyos representantes proceden de
muchos estratos sociales. Además, es un órgano reconocido por la población inglesa
para presentar sus quejas y debatir el estado del reino, en temas fiscales, pero no
políticos. Por último, la máxima “quod omnes tangit” permitió el paso de una asamblea
de notables a un parlamento representativo de la sociedad inglesa plenomedieval.
27
Nos parece muy importante reseñar esta máxima como una ideología inmersa en las mentalidades
inglesas de entonces y de hoy.
27
4.4.- El movimiento de Reforma.
En 1258, el período conflictivo entre el rey y los magnates desde 1230 culminó
en una crisis final y un nuevo comienzo. Tras más de veinte años de quejas y protestas,
las tentativas para influir en el gobierno del rey e incluso la negativa continuada a
garantizar la imposición de nuevos impuestos habían probado la insuficiencia política
del parlamento y las limitaciones de la Magna Carta. Se trataba, por tanto, de hacer del
órgano parlamentario una institución de tipo político, capaz de influir en la política
cotidiana del consejo real. Con todos estos problemas, la única solución que se
presentaba ante los ojos de los barones era la reforma profunda del reino, es decir la
asignación de influencia política al parlamento, y ello pasaba por establecer el control
baronial del gobierno del reino.
Encontramos tres iniciativas reformistas: la supervisión política, la provisión de
justicia y la reforma legal del reino. Y es que los críticos con Enrique sólo veían una
forma de satisfacer sus peticiones: la apropiación de facto de la autoridad regia, es decir
de su poder, no de su persona aunque Simón de Montfort consiguió las dos. Tenemos
dos disposiciones legales importantes: las Disposiciones de Oxford y las Disposiciones
de Westminster, que marcan el punto culminante de la Reforma del reino28.
Normalmente, se estudia más la rebelión de los barones como ya hemos
analizado, que el movimiento de reforma, pero para entender el desarrollo del
parlamentarismo es una parte inexcusable a tratar.
Las reuniones cristalizaron en las Provisions of Oxford, la primera regulación
parlamentaria de la historia. Los veinticuatro dispusieron la elección de un consejo
formado por quince barones, que sustituiría al gobierno del monarca, de tal forma que
tenía capacidad para nombrar a los más altos oficiales del reino. Sin duda es una
respuesta a la anterior debilidad del parlamento: su incapacidad para influir en el día a
día del consejo real. Asimismo, le dan al parlamento un lugar claro dentro del nuevo
esquema político de Inglaterra: se convocaría tres veces al año, el 6 de octubre, el 3 de
febrero y el 1 de junio. En este parlamento los quince consejeros barones, elegidos para
el monarca, darían cuenta del estado del reino y de todo lo que afecta a los asuntos
generales de la población inglesa. (Ver Anexo, texto 3.1). Además, la comunidad del
reino elegiría a doce representantes para velar en el parlamento por el cumplimiento de
28
Los originales se escribieron en francés y luego fueron traducidos al latín.
28
los compromisos gubernamentales. De esta forma, aunque el régimen social del
parlamento quedó reducido a doce comisionados, pasó de ser un lugar de confrontación
a entrar dentro de la articulación del gobierno del reino. (Ver Anexo, texto 3.2).
Una vez que hemos desarrollado los puntos más importantes de las
Disposiciones de Oxford, como conclusión, podemos afirmar la pérdida de toda
iniciativa política por parte del rey, que era transferida al parlamento. Con todo, entre
1258 y 1261, se siguieron aprobando más reformas: dos que tienen que ver con la
mejora política en los condados, The Ordinance of Sheriffs y Ordinances of the
Magnates, las cuales, pretendían acabar con los malos usos de los oficiales reales dando
mayor poder al Justiciar nobiliario, imponer la ley de la Magna Carta e igualar los
requerimientos de los sheriffs reales y nobiliarios.
Además, se aprobó un nuevo código legal, las Provisions of Westminster en
1259. Son bien interesantes porque se incluyeron en una única acta un buen número de
iniciativas legislativas, que traían a colación la ley anglosajona en un intento por
atemperar el feudalismo normando imperante. No son leyes ad hoc, como se habían
hecho hasta ese momento, es un acta que queda registrada por escrito con numerosas
libertades de tipo feudal, no lo olvidemos. Es aquí donde encontramos la omnipresencia
de la “gentry” y de los burgueses porque es una reforma cuyos principales beneficiarios
son los habitantes de los condados, de tal forma, que los barones extendieron los
beneficios del cambio institucional y legal a todos los hombres libres, con lo que
podemos imaginarnos cómo había calado la máxima del “quod omnes tangit”, puesto
que se trata de hacer partícipes a los caballeros y los habitantes de las ciudades del
proceso reformista.
Entre las medidas de las Provisions encontramos algunas para controlar a los
oficiales reales y nobiliarios en los condados. (Ver Anexo, texto 4.1).
Por último, hay preceptos para incluir a los caballeros en la política condal. (Ver Anexo,
texto 4.2). Como podemos observar, hemos escrito unas pocas normas adoptadas, pero
se observa el cariz de quienes fueron los grandes beneficiarios, la “gentry”. Asimismo,
el campesinado es el gran olvidado, sin duda de este proceso de reforma aunque es
verdad que la propia “gentry” ejercía como intermediaria de este sector social ante el
parlamento, pero es el gran marginado de la sociedad.
Durante dieciocho meses el parlamento funcionó bien en la impartición de
justicia, en temas impositivos y en política exterior consiguiendo el fin de las
desavenencias con Francia por el Tratado de París (1259).
29
Al final, ya sabemos que Enrique III volvió a tomar todo el poder y que
Montfort partió al exilio en 1261, pero este período estuvo lleno de confrontación entre
el rey y los barones, que cristalizó en la vuelta del líder baronial para dirigir una
revuelta en contra de la tiranía real. Fue un momento tan caótico que no hubo
posibilidad de aprobar nuevas reformas, ni de volver a imponer las de 1258-61.
Entre las batallas de Lewes y Evesham hay dos parlamentos, uno en junio de
1264 y otro en enero de 1265, en el primero fueron convocados los caballeros y en el
segundo los burgueses según las crónicas. Veamos su importancia: tras la batalla de
Lewes, Montfort tenía el control del rey y del heredero y ante la falta de legitimidad y
los peligros del nuevo régimen (legado papal con la excomunión y el interdicto)
convocó un primer parlamento. El segundo parlamento, una vez que se solventaron los
problemas volvió a ser un nuevo golpe de fuerza de Montfort para consolidar y legalizar
su posición como “Steward” de Inglaterra y para ello convocó a dos caballeros y a dos
representantes de las ciudades, la primera vez que estuvieron juntos en una asamblea.
Ya sabemos que la llamada de esos representantes no fue algo innovador y por tanto, su
importancia no radica en quiénes son los convocados sino en qué hicieron ahí. Hasta
1258 este grupo había tratado únicamente las contribuciones fiscales, pero en este
parlamento, los impuestos nunca estuvieron sobre la mesa, por lo que su convocatoria
fue en términos estrictamente políticos y gubernamentales y esto sí que constituye una
novedad.
Tras la derrota y muerte de Simón de Montfort, se inauguró un período de
desorden, confusión y continuación de la resistencia de lo que quedaba del ejército
baronial rebelde. La apropiación real de las propiedades de los barones hizo que
continuarán la lucha hasta que el rey concedió el Dictum of Kenilworth (1266) por el
que los barones rebeldes podían volver a comprar sus antiguas heredades. La iniciativa
política volvió a manos del rey y en 1267 promulgó el Statute of Marlborough por el
que imponía de nuevo las Disposiciones de Oxford, pero revisadas eliminando los
aspectos más “revolucionarios”.
Aun así, el parlamento todavía no funcionaba como años atrás y llegamos al año
1268 cuando el todavía príncipe Eduardo decidió partir a una nueva cruzada a Tierra
Santa, la que sería la novena, pero no se puso en marcha hasta 1270. Las razones del
retraso tienen que ver con las dificultades para financiar la expedición y, por ello, el
monarca vio cómo el parlamento era un órgano necesario para el buen funcionamiento
del reino, pero también para la consecución de sus intereses particulares. Así dejó de
30
utilizar comités ad hoc como lo venía haciendo y dispuso de nuevo el consenso con los
representantes parlamentarios, que aceptaron concederle el servicio a cambio del
restablecimiento de los textos del período de la reforma. Los últimos dos años del
reinado de Enrique III supusieron la vuelta de todas las prerrogativas parlamentarias y el
inicio de una etapa de pacto que cristalizará en el período de los Estatutos de Eduardo I.
4.5.- El Período de los Estatutos (1275-1295)29.
La decisiva victoria del rey en 1265 llevó a los magnates a pensar en la
imposibilidad de establecer una serie de reformas sin la voluntad del rey, ya que éste
tenía la iniciativa política. Podrían establecer medidas, pero su duración sería escasa sin
la aprobación real y posiblemente quedarían en papel mojado. Ya hemos visto, que tras
la derrota baronial, el parlamento volvió poco a poco al lugar en el que estaba en 1258 y
con el nuevo rey Eduardo I llegaría a su mejor momento, ya que recordemos, era
partidario de la reforma del reino, pero sin eliminar el poder de la corona. De esta
forma, el rey retomó el acuerdo con la comunidad del reino, pero siempre subrayando
que quien tenía la iniciativa era él y no el parlamento. Él marcaba la pauta legislativa y
luego negociaba con los representantes, pero siempre la última palabra del gobierno la
tenía el monarca, no hay que olvidar que nos encontramos inmersos en la Plena Edad
Media, donde los reyes son los que mandan. Podemos decir que había un parlamento,
pero no parlamentarismo.
Insistiendo en la autoridad y supremacía regias, Eduardo se dispuso a tomar gran
parte del plan del movimiento de reforma para ponerlo en marcha siempre con la forma
de acta para hacer notar su oficialidad. La primera ley aprobada fue el Statute of
Westminster I (1275), que intentó poner remedio a los abusos perpetrados por los
oficiales reales aunque con un éxito cuestionable, puesto que la monarquía no podía
controlar efectivamente la política condal sin delegar el poder.
El problema de la usurpación de los derechos reales trajo consigo el acta
conocida como Quo Warranto en 1278; su título latino hace referencia a “¿por qué
garantía?”, es decir un privilegio mantenido por alguien. Esta acta disponía que si un
beneficiario de un determinado fuero no podía demostrar que éste se encontraba en una
29
Hemos obtenido de PRESTWICH, M., Edward I, pp. 2-10.
31
carta real, quedaría revocado. Este estatuto trajo consigo la queja y el descontento de los
nobles porque muchos de ellos no podía demostrar la legalidad de sus privilegios,
puesto que provenían de tiempos de la conquista normanda y que habían pasado
hereditariamente, así que el rey, consensuando con la nobleza, estipuló que todo aquel
que pudiera demostrar la posesión de una prebenda desde antes de la coronación de
Ricardo I, podría mantenerla. Vemos cómo, a pesar de mantener su supremacía, el rey
debía tomar en consideración los intereses de los sectores más notables de la sociedad.
Para continuar con más reformas legislativas, sería un error considerar el
programa legal del rey como un proceso totalmente preconcebido por la corona. En
algunos casos sí, pero en otros no porque Eduardo I, al igual que otros reyes europeos,
debía reaccionar ante las presiones y las demandas de la nobleza y otros sectores de la
comunidad y muchas veces una petición individual se convertía en la base de la
legislación general. De esta idea surgieron las siguientes leyes: el Statute of Acton
Burnell (1283), que se ocupaba de la recuperación de las deudas y parece que fue
originado por las demandas de un mercader flamenco, que no había recibido la parte
proporcional de los beneficios de una operación mercantil con un comerciante inglés.
Asimismo, otro problema sobrevenido: la conciencia de los terratenientes para proteger
los servicios de sus arrendatarios en sus tierras y en particular para prevenir la erosión
de los servicios, que prestaban los subarrendatarios, trajo tres nuevas promulgaciones.
El estatuto Quia Emptores de 1290 prohibía la subinfeudación y protegía a los grandes
señores de la pérdida de los servicios cuando la tierra era concedida a subarrendatarios
sin su conocimiento. La cláusula De Donis Conditionalibus del Statute of Westminster II
de 1285, tenía por objeto asegurar las condiciones vinculadas a las concesiones de
tierras hechas por los grandes señores en momentos como el matrimonio de una hija. Y,
por último, el Statute of Mortmain de 1279 que prohibía la donación de tierras a la
Iglesia sin el consentimiento regio, de tal forma que el monarca imponía una tasa que
permitía la existencia de tierras enajenadas a la Iglesia.
Por último, dentro de este tema, cabe resaltar una duda sobre si la expulsión de
los judíos de Inglaterra y Gales en 1290 fue ordenada con la aprobación y la presión del
parlamento, tras las quejas en la asamblea del mismo año en las que se estipulaba el
empobrecimiento de la población por sus demandas usurarias. Parece ser que la corona
entendía las consecuencias de la deportación, ya que no podría establecer más
impuestos opresivos y arbitrarios sobre esta comunidad, que recordemos estaba
directamente ligada al monarca. Pero, una vez aprobado el Edicto de Expulsión,
32
Eduardo fue compensado con un impuesto por el parlamento.
Una vez que hemos visto toda la labor legislativa del reinado, debemos destacar
el desarrollo del parlamento, que fue muy fecundo en estos años dada la aprobación de
todas estas leyes aunque algunas no pasaron por el filtro de los representantes. A pesar
de la preponderancia del rey, el parlamento fue tomando gran importancia y en muchos
momentos, el pacto fue la tónica general, puesto que Eduardo necesitaba el apoyo de la
comunidad del reino, sobre todo para sus guerras de conquista, que necesitaban
financiación. En cuanto a la representación, hasta 1295 la convocatoria de delegados fue
muy irregular, ya que siempre había un grupo de nobles laicos y eclesiásticos, pero de
forma intermitente de representantes de la gentry y burgueses. Fue en 1295 cuando se
inauguró el denominado parlamento modelo, es decir, el primer parlamento regio con
todos los representantes de la comunidad, es decir “arzobispos, obispos, priores,
abades, barones, condes, caballeros y burgueses”, según las crónicas; recordemos que
el primer parlamento con todos los representantes fue en 1265, pero era ilegítimo,
puesto que el rey no lo presidía sino un barón, así que esta asamblea se convirtió en
paradigma para años venideros en que ya fueron llamados todos de forma
ininterrumpida. La razón que se ha esgrimido, la necesidad de liquidez del rey, habida
cuenta de que un año después comenzó la invasión del reino de Escocia.
A partir de ahí, ya a mediados del siglo XIV durante el reinado de Eduardo III
(1327-1377), se procedió a la división de los sectores estamentales del parlamento en
dos cuerpos, los lores, con un título nobiliario y los comunes, es decir la “gentry” y los
burgueses.
33
34
5-. EL INTERIOR DEL PARLAMENTO MEDIEVAL30.
En este gran bloque tratamos los aspecto más sobresalientes sobre el desarrollo
interno del parlamento medieval, comenzando por un análisis de los representantes
convocados a un parlamento en la Edad Media, así como las funciones y el
funcionamiento del órgano y por último, escribimos un poco de historia comparada
entre el parlamento medieval en Inglaterra y los parlamentos franceses. Esta parte es
muy importante porque nos muestra cómo se vivía el día a día dentro de la institución y
cuáles eran los pasos del ceremonial y del desarrollo de la pompa, que hoy día
caracteriza al Parlamento Británico. Es, por tanto, la parte más social del trabajo, que
nos lleva a introducirnos de lleno en los aspectos internos del parlamento, dejando de
lado el típico desarrollo político del mismo ya comentado anteriormente.
5.1.- Bases sociales.
Desde el reinado de Enrique III y, sobre todo, de su hijo Eduardo I, las
asambleas feudales de notables dejan de existir y sus competencias son transferidas a
una institución, el parlamento que recoge los tres estamentos del reino, esto es, según
los cronistas, todos los tipos y condiciones de los hombres libres, dejando entrever la
posición en la que queda el campesinado. Los tres estamentos son, de acuerdo con la
típica división tripartita de la sociedad feudal: los barones, los que luchan; los clérigos,
los que rezan, y los comunes, los que trabajan. Todos los representantes eran
convocados por el monarca y no había otra posibilidad de asistir al parlamento, sino era
por medio de un decreto real (en inglés, “writ”) en el que se estipulaba el nombre del
convocado, la razón y la fecha. En el caso de los magnates laicos y eclesiásticos, dada
su posición, la orden contenía su nombre directamente, pero en el caso de los comunes,
así como del bajo clero, el monarca enviaba el decreto al sheriff y al arzobispo
respectivamente para que procedieran a la puesta en marcha de la elección en asambleas
condales/diocesanas de un determinado número de representantes.
30
MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 106-156 nos ha sido muy útil para
desarrollar este epígrafe.
35
a) Los Oficiales reales.
De acuerdo con su presencia en el parlamento, comencemos por los oficiales del
rey, conocidos en las crónicas como “curiales”. En el centro de la actividad
parlamentaria se encontraban los oficiales del rey destacando por encima del resto el
“Justiciar”, el “Treasurer” y el “Chancellor” entre otros, que formaban parte del
Consejo Real, una vez que habían jurado dar buen consejo al rey, proteger sus intereses
e impartir una justicia imparcial. Normalmente eran magnates laicos y eclesiásticos
nombrados por el monarca. Dentro del consejo el rey era quien mandaba e imponía las
decisiones políticas a seguir y sus oficiales debían apoyarle y aconsejarle fielmente: el
rey legislaba, imponía y juzgaba en el consejo.
Siendo el cuerpo político del reino, su presencia en el parlamento para dar
cuenta del estado del reino era muy necesaria y existía una tensión constante entre
ambos cuerpos; ya desde su origen, el consejo estaba formado por unos pocos elegidos a
dedo por el rey y el parlamento por toda la comunidad del reino desafiando la autoridad
y los intereses de los oficiales reales. Recordemos que el parlamento no cesó en su
intención por controlar a los oficiales regios o su nombramiento, pero tras la derrota de
Evesham en 1265, el rey era quien tenía la voz cantante.
b) El Clero.
Los “oratores” al igual que todos los sectores sociales era un grupo muy
heterogéneo y tradicionalmente se ha dividido en dos: el alto clero, en el caso inglés, los
arzobispos de Canterbury y York, los obispos y los priores y los abades; y el bajo clero
con los arcedianos, los deanes y por último los párrocos.
Comenzando por el alto clero, cabe destacar su relación ambigua con el
parlamento, ya que de una parte, su cargo era espiritual por ser cabeza de la Iglesia
inglesa, pero por otra, tenían una preponderancia política indudable, dado que también
eran ministros del rey en algunos casos y barones poseedores de gran cantidad de tierras
en su mayoría. Por ello las reclamaciones que hacían en el parlamento eran de dos tipos,
preservar la libertad de la Iglesia y preservar los intereses económicos de los
privilegiados. Los arzobispos y obispos estaban muy interesados en la política
parlamentaria, no así los abades cuyo número descendió de 72 a 27 entre el reinado de
Eduardo I y el de Eduardo III.
36
El clero inferior también estaba representado y la razón es de nuevo la máxima
“Quod omnes tangit”, puesto que los propios arzobispos y obispos deseaban que todos
los asuntos parlamentarios que afectaban a la Iglesia fueran votados por todos los
sectores eclesiásticos, de tal forma que se prepararon elecciones en las distintas diócesis
para elegir a los delegados parlamentarios del bajo clero. Dada la rivalidad entre la sede
de Canterbury y York, en el reino de Inglaterra nunca se realizó un concilio eclesiástico
conjunto y tan sólo se unían cuando visitaba el reino el legado papal. De tal forma que
se disponían dos convocatorias, una dirigida para las diócesis dependientes del
arzobispo de Canterbury y otra para las que dependían del de York. Normalmente se
elegían dos procuradores de cada diócesis y un representante de cada catedral. (Ver
Anexo, texto 5.1).
Dentro del juego parlamentario, al clero no le gustaba mezclarse con los
magnates laicos aunque sus requerimientos e intereses fueran muy parecidos y su
riqueza e influencia fueran muy importantes, así que prefería despachar directamente
con el monarca y votar sus disposiciones en asambleas eclesiásticas, pero al final su
juicio fue igual que el de los barones laicos. Es más lo que les unía que lo que les
separaba y es que además, se creían los garantes de un gobierno justo por su papel en la
redacción de la Magna Carta.
c) La Baronía.
El estudio de este sector social es muy complejo, puesto que la presencia de los
magnates laicos en el parlamento tiene que ver con su riqueza, prestigio y lo más
importante, la posesión de un título nobiliario, que muchos afirmaban tener desde
tiempos pretéritos y oscuros. Recordemos que según el sistema feudal, eran propietarios
de tierras y detentaban un título nobiliario, pero a cambio debían al rey “auxilium” y
“consilium” y tenían también sus relaciones encomendaticias con sus caballeros y
demás vasallos. Aun así, hay una gradación en esta nobleza, desde la más alta cuya
riqueza era de más de 1500 libras al año, la media con hasta 400 libras al año y luego la
baja con menos de 100 libras.
Vemos un “writ” o carta real de convocatoria de un representante al parlamento
en relación con el conde de Cornwall. (Ver Anexo, texto 5.2).
Por último, dentro del parlamento ya hemos comentado su alianza con los
magnates eclesiásticos, puesto que sus intereses eran prácticamente los mismos y ya
37
sabemos que la política real estaba influida por este sector social constantemente y el
rey debía acomodarse ya que el poder de facto también residía en ellos.
d) Los Comunes.
Dentro de los comunes, hay que hacer una matización, ya que este nombre se
puso sobre el siglo XIV cuando la convocatoria de los mismos se hizo de forma
continuada. En cuanto a la propia designación, la palabra procede del francés
“commune”, y en cuanto a su significado cabe destacar dos acepciones según Stubbs31,
de una parte, los comunes serían aquellos que no detentan la posesión de ningún
privilegio, ni estatus especial, y de otra, los comunes serían el cuerpo organizado de
hombres libres de los condados y las ciudades. El cuerpo social estaría formado por los
caballeros y los burgueses y representan a la Inglaterra regional y local, más que al reino
aunque en sí son ellos junto con los campesinos, la mayoría de la comunidad inglesa. En
cuanto a los caballeros, la “gentry”, debemos comentar que al igual que los barones
poseen tierras y en algunos casos incluso más que algunos otros, y además, son centro
de relaciones clientelares, pero la principal diferencia radica en la ausencia de un título
nobiliario.
Ya sabemos que los caballeros llegaron al parlamento en 1254, pero siempre de
forma no continuada y la elección en cada condado se hacía a mano alzada o de palabra
en los consejos condales, siempre supervisados por el sheriff. Los representantes
potenciales podían ser elegidos si vivían en el condado y tenían tierras por valor de
cuarenta chelines al año. No se sabe muy bien quiénes podían elegir a sus
representantes, si todos los hombres libres o tan sólo los caballeros vasallos
directamente del rey. A pesar de este sistema electoral, al final, los que salían elegidos
siempre pertenecían a la clase más acomodada y eran los que estaban mejor
posicionados dentro del condado por sus relaciones clientelares con otros o por la
corrupción. Las elecciones de representantes normalmente no estaban exentas de
problemas por la arbitrariedad del sheriff al elegir o por la compra de voluntades.
En cuanto a las ciudades o burgos, los historiadores tampoco se ponen de
acuerdo en saber cuáles mandaban representantes, si sólo los burgos dependientes del
31
STUBBS, W., The Constitutional History of England and its Origin and Development. New York,
Cambridge University Press, 2011, pp. 85.
38
rey o todos. Normalmente, el rey mandaba un decreto al sheriff de cada condado para
que comenzara la elección de dos caballeros y dos burgueses de cada ciudad. Las
ciudades estaban dominadas por el Patriciado Urbano y al final, quienes llegaban al
parlamento eran los propuestos por este poder fáctico dentro de la ciudad aunque la
convocatoria electoral existía, pero amañada por las élites político-económicas.
Veamos un decreto de convocatoria de estos sectores al parlamento de 1295.
(Ver Anexo, texto 5.3). Y un texto sobre la arbitrariedad electoral en un condado. (Ver
Anexo, texto 6).
Una vez que llegaban al parlamento, y como sabemos gracias a la extensión de
la reforma del reino por parte de los magnates, tenían poder aunque, sobre todo, su
presencia en Westminster radicaba en la presentación de quejas al rey y la aprobación de
medidas fiscales, aunque su respuesta afirmativa a un determinado impuesto, dependía
de si el rey concedía unos determinados derechos en beneficio del condado. Para
establecer sus decisiones, mientras que los magnates expresaban su opinión
individualmente, los comunes debían declarar un dictamen corporativo y para facilitar
su disposición, se creó la figura del “Speaker” o “Parlour”, el portavoz de todos los
comunes, siendo Peter de la Mare en 1376 el primero según las crónicas.
5.2.- Las Funciones.
Una vez que hemos analizado los grupos sociales que componían el parlamento,
debemos sintetizar las funciones parlamentarias en el medievo con el objetivo de
conocer qué se hacía en una asamblea de este tipo aunque algunos elementos ya los
hemos ido desgranando en anteriores explicaciones. Comencemos por unas anotaciones
básicas para clarificar conceptos. Lo primero que debemos tener en cuenta es que un
parlamento medieval no es para nada democrático, no se vota en ningún caso, a pesar de
controlar la actividad regia. El órgano de poder gubernamental es el consejo real, que es
donde el monarca despacha con sus oficiales los asuntos de estado. La institución se
reúne cuando los ministros deben dar cuenta de lo que ocurre en el reino y también
cuando el rey tiene una necesidad normalmente de tipo fiscal, y se decide a convocarla.
Dentro del juego parlamentario, el rey expone sus necesidades fiscales y negocia con
39
los representantes el montante a donar por la comunidad del reino para luego pasar a
desarrollar las quejas de los mismos y su posible solución, por tanto la iniciativa
siempre es del rey y su preponderancia política se subraya constantemente.
Los historiadores han destacado siete funciones del parlamento medieval: la
discusión de asuntos de estado como la política exterior, la aprobación de leyes, la
imposición de nueva fiscalidad, la audiencia de peticiones, los temas referidos a la
justicia como las causas criminales y civiles, los asuntos de promoción personal y los
temas vinculados al derecho feudal como el homenaje32. De todo ello, vamos a tratar los
cuatro temas más importantes, la ley, la fiscalidad, las reclamaciones y por último, el
estatuto de los delegados.
En cuanto a la legislación, teóricamente, si se establecía una regulación
concerniente a alterar la Common Law, se debía presentar en forma de Estatuto y debía
buscarse, por tanto, el consenso con el parlamento, pero si la ley no afectaba a todo el
reino, se creaba una Ordenanza tan sólo con el mandato del rey. Asimismo, el
parlamento ejercía como tribunal de justicia, por detrás de la jurisprudencia impartida
por el rey. (Ver Anexo, texto 7).
Si analizamos la fiscalidad, parte fundamental de las funciones parlamentarias
debemos destacar que desde Eduardo I las concesiones de servicios (montante
pecuniario otorgado al rey de forma extraordinaria) fueron en aumento destacando el
período de la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Los gravámenes eran de dos tipos:
indirectos y directos. En cuanto a los primeros, consistía en gravar los derechos de
importación y exportación, y su demanda por parte del rey debía ser autorizada con el
consenso del parlamento. Estas tasas indirectas comenzaron siendo limitadas en el
tiempo, pero más adelante se establecieron secuencias para concederlas al rey. Los
impuestos directos consistían en gravar la décimoquinta o décima parte de todos los
bienes inmuebles de la población. Recordemos que los privilegiados estaban exentos de
pagar los impuestos directos y no así, la tasación indirecta, por lo que dentro de las
funciones fiscales del parlamento, son los comunes los que más tenían que ganar o
perder con las medidas. Entonces, el parlamento debía decidir cuantas décimoquintas o
décimas debía conceder en cada ocasión, sobre quién y cuántas cuotas se debía
32
RICHARDSON, H. G., SAYLES, G., O., Functions of the medieval Parliament of England. London,
The Hambledon Press, 1988, pp. 12-22.
40
recaudar. Aun así, en algunas ocasiones se impusieron otros impuestos directos como el
poll tax en 1391.
En cuanto a las peticiones presentadas en el parlamento eran de dos tipos:
singulares y comunes. Las primeras deben su nombre a un individuo o grupo que hacía
un requerimiento al monarca sobre cualquier tema, estuviera el parlamento reunido o
no. Estas peticiones singulares pasaban a manos de unos Jueces especializados, quienes
las analizaban y si no había problema, solucionaban la demanda, pero sino ésta se
elevaba al consejo real y al propio rey para que la tratara en persona. Las peticiones
comunes las generaban los propios comunes parlamentarios, que estaban en el
parlamento y el asunto se trataba como las “quejas hechas por la gente común”. Todas
ellas pasaban al consejo regio y el rey las trataba personalmente y respondía de ellas en
el propio parlamento, dando lugar a numerosos estatutos.
Por último, hay que tratar el tema del estatuto dado a los representantes, sobre
todo a los comunes, puesto que los lores ya tenían la preceptiva posición social. En
1429 se concedió la imposibilidad de ser encarcelados por delitos menores, a excepción
de los más fuertes como la traición o la felonía. Aun así, los lores reclamaron ciertos
privilegios como los obispos que demandaban el juicio por un jurado meramente
eclesiástico y los barones, quienes pedían ser juzgados por pares y que este beneficio
fuera extendido a sus vasallos.
Todas estas funciones fueron complicándose cada vez más y, sobre todo en el
siglo XIV, el parlamento fue asumiendo mayor burocracia, necesaria para tratar
fehacientemente todos los asuntos aunque será en la Edad Moderna cuando llegue tener
mayor desarrollo.
5.3.- El Desarrollo de las sesiones33.
A pesar de lo extraño que pueda parecer, el parlamento inglés en la Edad Media,
grosso modo a principios del siglo XIV, tenía una reglas muy estrictas sobre la forma de
33
Este apartado ha sido desarrollado gracias a la información al documento anónimo Modus Tenendi
Parliamentum en el que se estipula el procedimiento parlamentario medieval de acuerdo a como se
realizaba en el siglo XIV, aunque el autor afirma que era copia de las asambleas de tiempos de Eduardo el
Confesor (1042-1066), pero creemos que se trata de una invención.
41
articular el ceremonial, la pompa y, más importante, el propio modo de proceder una
vez que toda la comunidad del reino está reunida con el monarca y su consejo. Por
tanto, en este apartado, desarrollamos la convocatoria parlamentaria desde dentro de la
institución para descubrir cuál era la forma en la que se hacía política y se llegaba a
consensos y acuerdos entre las fuerzas representadas. Para ello, nos ayudamos de unas
aclaraciones personales y unos textos que nos dan mucha información sobre el
desarrollo del órgano en 1316.
En primer lugar, la convocatoria de un parlamento se hacía en el Palacio de
Westminster, exactamente en la “Painted Chamber” (cámara pintada) y en un rango
temporal determinado. (Ver Anexo, texto 8.1).
Seguidamente, se enviaban los decretos reales para la llamada de los
representantes; dada la cantidad de persona, sólo vamos a ver un texto sobre la llegada
de los burgueses. (Ver Anexo, texto 8.2). Una vez que todos los representantes de la
comunidad habían sido convocados, se preparaba la apertura del parlamento, y si los
llamados, no aparecían, se castigaba con multas pecuniarias a todo el condado o ciudad.
Una vez que todos están en sesión, se procede a colocar a los delegados por parte de los
mayordomos. (Ver Anexo, texto 8.3)
Así, puede comenzar la sesión con tres ceremonias de gran pompa: el sermón
realizado por el arzobispo en el que se pone de manifiesto la presencia de Dios en la
asamblea; la declaración, hecha por el Canciller, quien enumera las razones por las que
se ha convocado el parlamento y, por último el discurso del monarca, que escribimos a
continuación. (Ver Anexo, texto 8.4). Asimismo, queda recogido lo que hacer si el rey se
encuentra ausente en la cámara. (Ver Anexo, texto 8.5).
Una vez que da comienzo una nueva sesión, el rey demanda respuestas a
determinadas cuestiones, sobre todo en el ámbito de la guerra, y luego, pide un
determinado impuesto a lo que los comunes deben responder sobre su disposición a
concederlo. Después se pasaba a las peticiones de los delegados y a las quejas, que eran
respondidas por el rey y sus más altos oficiales. Todo este proceso era muy largo y
costoso y normalmente antes del inicio de cada sesión, cada estamento se reunía por
separado para debatir las propuestas al rey, luego se juntaban en pequeños comités y de
ahí en el caso de los comunes se daba una respuesta conjunta, ya que los lores tenían el
derecho a opinar uno por uno personalmente sobre un aspecto concreto. (Ver Anexo,
texto 8.6). El rey podía demandar un servicio en situaciones muy concretas como la
42
necesidad de dinero por el advenimiento de un conflicto bélico o la dote por el
matrimonio de una hija y es aquí donde los comunes debían concederlo o rechazarlo.
(Ver Anexo, texto 8.7).
Por último, y antes de clausurar la actividad parlamentaria, todo quedaba
registrado por los secretarios en rollos, lo que demuestra dos aspectos: primero, que
para nosotros, los historiadores actuales es más fácil encontrar documentación y
segundo, que toda sesión se hacía con la máxima publicidad y todo quedaba escrito.
(Ver Anexo, texto 8.8).
43
44
6-. EL ORIGEN DEL PARLAMENTO, ¿EXCEPCIONALIDAD INGLESA?34
En este punto hemos desarrollado los puntos más sobresalientes del parlamento
medieval en el Reino de Inglaterra comparándolos con otras asambleas medievales en
otros estados, sobre todo en el reino de Francia, de tal forma que podamos dirimir si el
origen de los sistemas parlamentarios se encuentra en Inglaterra, como un aspecto
excepcional o si por el contrario, fue la tónica general en toda Europa.
Primeramente, hay una carta fechada en el año 1225 en el que un ciudadano de
Caen escribió a Enrique III, una conversación que había oído entre el hijo del bailío de
la ciudad y el maestro Nicolás, un funcionario del hermano Guérin, un antiguo
consejero del rey francés Felipe II Augusto. En el curso de la conversación los dos
hombres comparaban la forma gobernar del rey francés con la del monarca inglés
aduciendo lo siguiente: “Felipe tomaba consejo de un grupo muy reducido de
confidentes, el hermano Guérin y Barthélemy de Roye, su gran chambelán, pero el rey
de Inglaterra si quería hacer la guerra, debía tomar consejo de muchos hombres y
como consecuencia el consejo real ya conocía el aviso antes de que fuera dispuesto”.
Asimismo, un cronista inglés del siglo XV, Sir John Fortescue ponía de manifiesto que
el reino de Inglaterra estaba regido por “dominium politicum et regale”, es decir la
autoridad pública y real mientras que Francia estaba gobernada tan sólo por el
“dominium regale”, es decir la supremacía regia35. Al final estos dos fragmentos nos
dan la clave, la diferencia entre los dos reinos: el rey inglés no podía variar impuestos y
leyes sin el consenso con el parlamento mientras que en Francia todo el poder estaba en
manos del príncipe, quien podía cambiar la política del reino según su libre albedrío.
De todos modos, el origen del parlamento fue una tendencia pan-europea en
torno al año 1200, e incluso, algún historiador ha calificado al período como la época
proto-parlamentaria. En casi todos los reinos de Europa se fue llamando a los
representantes de las ciudades, sobre todo, para dotar al monarca de mayor liquidez con
la asignación de servicios. El cambio europeo, se produjo, por tanto, en la
representación, cuando el “auxilium” y “consilium” pasó de ser una obligación feudal a
un derecho de toda la comunidad, es decir fue transferido de los magnates a las
34
Hemos obtenido la información de nuevo de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament
924-1327, pp. 376-453.
35
Las dos referencias proceden de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, p.
376.
45
autoridades regionales y locales.
Veamos el proceso en Inglaterra comparándolo con otros reinos europeos. En
Inglaterra hubo demandas de guardar las libertades para paliar los abusos regios, pero
también tuvo lugar en la Corona de Aragón, en Alemania en 1220 o en Hungría con la
Bula de Oro de 1222. Además, en Inglaterra hubo debate político, pero también en
Cataluña en 1180 o en el reino de León en las cortes de 1188 y en cuanto a las
competencias fiscales del parlamento, Alfonso IX de León (1188-1230) en 1203 y Jaime
I de Aragón (1213-1276) en 1236 debieron someterse a las cortes en este tema. En
cuanto a la llegada de los representantes de las provincias y las ciudades sabemos que
en Inglaterra entre 1254-1265 ya se había producido, pero también tuvo lugar en el
reino de Portugal en 1253 y quizás en León en 1188. Incluso el propio nombre de
parlamento, consignado en una crónica inglesa en 1236 se encuentra antes en Francia
(1220). En Inglaterra, los barones se impusieron al rey entre 1258-1261, pero este
aspecto también tuvo lugar en Cataluña hacia 1283 cuando los nobles se impusieron
sobre Pedro III.
Una vez visto todos estos aspectos, la pregunta que nos hacemos, sin duda, es si
el parlamento inglés es un órgano excepcional o no. La respuesta es negativa, puesto
que dicha institución inglesa no es paradigma o modelo de ningún otro, ya que en torno
al siglo XIII se ven florecer estos órganos por toda Europa, aunque sí que es cierto que
lo que tenemos son variaciones nacionales en el desarrollo de las instituciones
representativas, que dan lugar a un mayor o menor peso en la política del reino.
En este caso, el parlamento medieval en Inglaterra va tomando cada vez más peso y
termina por ser un órgano político indispensable, aspecto que no tiene lugar en otros
reinos europeos, al menos viendo el largo recorrido histórico del afamado
constitucionalismo británico.
En cuanto a la comparación de la situación inglesa con el reino de Francia cabe
destacar primeramente que el parlamento inglés tenía muchas más prerrogativas que
cualquier asamblea francesa en temas fiscales de presentación de peticiones populares y,
en ocasiones, sobre temas políticos, mientras que en el país galo la gran competencia
asambleística era la justicia como un órgano de apelación, puesto que dado el
feudalismo francés, cada señor tenía su prerrogativa jurisdiccional.
En cuanto al rol del rey, sabemos que en Francia se produjo una consolidación
del poder real gracias a las figuras de Felipe II Augusto y Luis IX, pero en Inglaterra, la
circunstancia especial de la minoría de edad de Enrique III hizo que el poder regio
46
estuviera ausente, por lo que sus oficiales debieron consensuar las medidas a tomar.
También se ha escrito sobre otra causa que llevó a la diferente situación entre los dos
reinos y es la mayor burocratización del reino de Inglaterra, la segunda por detrás del
Papado, que llevó a la menor injerencia de los nobles, al revés que en el reino de
Francia, donde detentaban gran autoridad. En los dos reinos se produjo una reforma de
las instituciones, pero mientras que Francia se hizo desde arriba, esto es desde la óptica
del rey para reforzar su poder, en Inglaterra fueron los magnates y los súbditos de las
provincias quienes forzaron al monarca a reformar el reino dotando de poder al
parlamento. Además, cuando hubo problemas sucesorios en los dos reinos, en Inglaterra
las disputas dieron lugar al fortalecimiento del parlamento (destronamiento de Ricardo
II en 1399) mientras que en Francia las pugnas por el poder fomentaron la autoridad
nobiliaria.
Pero, sin duda el gran tema que diferencia a los dos es la fiscalidad: en
Inglaterra, la Magna Carta demandaba el “common council of the realm” y dada la
escasez de recursos financieros, no le quedó más remedio que consensuar su política
mientras que la estabilidad financiera de las arcas reales en Francia gracias a la
incorporación de nuevos territorios, dejó libre al monarca para actuar según su
conveniencia.
En resumen, la insignificancia de las asambleas nobiliarias francesas, la
privatización de las provincias y la solvencia de la corona llevaron al reino de Francia al
absolutismo y todo lo contrario, en Inglaterra, a un régimen constitucional, viendo claro
está, la larga duración.
47
48
7-. CONCLUSIONES.
Una vez que hemos desarrollado todos los puntos de nuestro trabajo, debemos
añadir las conclusiones generales que obtenemos de nuestro estudio del parlamento
medieval en Inglaterra y las vamos a presentar siguiendo el esquema expositivo del
índice: primeramente, vemos todo lo relacionado con el contexto histórico, seguido del
marco normativo; en tercer lugar, el tema sobre los aspectos internos del órgano y un
último apartado sobre el excepcionalismo o la ausencia del mismo dentro del espacio
inglés.
En cuanto al contexto histórico, cabe destacar su desarrollo tripartito dentro del
siglo XIII con el reinado de Juan I, Enrique III y Eduardo I, que nos ha permitido
conocer la evolución política del Reino de Inglaterra como un medio para conocer los
cambios que se produjeron dentro de la monarquía y de las élites para dar lugar a dos
revueltas nobiliarias que cristalizaron en sus respectivos cambios constitucionales. En
fin, vemos cómo durante estos reinados la dinastía Plantagenet vivió sus peores
momentos y todo ello debido a la pérdida del Imperio Angevino, que la había dotado de
gran poder, riqueza y prestigio, sin olvidar la debilidad insólita de Juan I y Enrique III,
nunca conocida por el fundador de la dinastía en Inglaterra Enrique II. Juan I y Enrique
III, al no cesar de intentar recuperar esos territorios, se alejaron de una nobleza más
preocupada por los asuntos ingleses que por los continentales y horadaron el poder regio
explotando los condados ingleses para un asunto que no le concernía a nadie más que a
ellos mismos y fue su soledad la que terminó por forzar una rebelión nobiliaria, que se
nutrió de los sectores provinciales y locales forzando la reforma del reino. Eduardo I
cogió el testigo de su abuelo y de su padre y fue mucho más conciliador, lo que le
permitió reforzar la autoridad real perdida por sus antecesores y llevó a cabo reformas,
pero desde la óptica real, sin ceder un ápice de soberanía.
En cuanto a la creación del corpus constitucional, hemos apuntado numerosos
textos legales, que fueron apoyando la creación del parlamento y se ha dicho, y nosotros
lo compartimos, que desde la Magna Carta, pasando por las Disposiciones de Oxford y
Westminster hasta los distintos estatutos eduardianos, lo que se buscaba era atemperar y
dulcificar el rigor del sistema feudal normando imperante que habían traído los
conquistadores y retomar, por tanto, los viejos principios del antiguo derecho
anglosajón, mucho más igualitario. Igualmente, los orígenes del parlamento hay que
buscarlos en el “common council of our kingdom” consagrado en la carta, en esa
49
búsqueda de consensos entre los fuerzas estamentales inglesas para hacer una política
representativa de los intereses de la comunidad. Saber quién puede llegar a pactos con el
rey es importante y por ello, la generación de la comunidad del reino y su origen
debemos verlos en el gran consejo de 1225, que fue el creador del pacto porque
esclareció quién podía decidir, en un momento especial como es una minoría de edad de
un monarca y la situación de emergencia por una guerra contra Francia, que supuso
aunar los esfuerzos de todos para salvar el reino. Además, dentro de este gran pacto, la
máxima “quod omnes tangit” tiene vital importancia para la llamada de los
representantes de los condados y de las ciudades y en ese bagaje ideológico, traído por
la Iglesia, hay que poner el acento en la formación de la presunción dentro de los
poderosos de que no podían llegar a ese consenso sin dar representatividad a todos los
sectores sociales que mayoritariamente sufrían las imposiciones regias.
Asimismo, hay que desechar el mito del parlamento modelo, puesto que hemos
visto que por los intereses fiscales de los reyes y por necesidades de apoyo de los
nobles, así como por la máxima eclesiástica, los caballeros y burgueses fueron llamados
antes al parlamento y aunque su presencia es importante, todavía lo es más la
consecución de poder político por el parlamento aunque sólo por un período corto de
tiempo entre 1258 y 1261.
No queremos olvidarnos de la marginación política del campesinado en un
momento histórico en el que no tenía ningún derecho sino todo lo contrario, su
privación de libertad y su dependencia, impidió su desarrollo político y su postración
continuó hasta el siglo XIX.
Si escribimos sobre la tercera pata de estas conclusiones, la organización interna
del parlamento, hay que destacar, sobre todo, la representación entre dos grupos los
lores y los comunes, que forman en la Edad Media dos grupos diferenciados económica
y socialmente, lo que redunda al fin y al cabo en la desigualdad política, por lo que es
probable que muchos representantes del común no influyeran en el rey, pero para ello
debemos ver en la larga duración los sucesos del siglo XVII cuando se aprobó The Bill
of Rights (1689) siendo el parlamento de origen medieval su centro de reacción contra
la tiranía regia. Las funciones parlamentarias eran también muy precarias en el medievo,
pero fue sin duda, el control fiscal, al final de la disponibilidad de dinero por parte del
rey, lo que derivó en la capacidad de presión del parlamento a la corona, siendo
decisivos, en este punto, los Comunes como fuerza mayoritaria de los tributarios.
Igualmente, se fue imponiendo un ceremonial y una fastuosidad que benefició al rey y
50
a la propia institución marcando en la mentalidad de la población la división entre la
comunidad del reino y la gran masa marginada.
El último punto, nos lleva a concluir que la excepcionalidad del parlamento
inglés no existe, puesto que todo lo que aconteció en Inglaterra, también tuvo lugar en
otros reinos, pero sí es verdad que remontando otros siglos, fue el inicio de una
corriente política, el parlamentarismo, pero para ello debemos esperar a fines de la
Modernidad. Aunque si comparamos su situación con el reino de Francia, podemos
aducir que tenían unos sistemas políticos diferentes, dado que uno llevó al
constitucionalismo y el otro al absolutismo, pero en ambos casos, la violencia fue una
constante hasta llegar a hoy, recordemos el período de reinado de Carlos I Estuardo
(1625-1649) y la Revolución Francesa (1789-1799).
Como hemos observado, este tema es fundamental para conocer nuestro sistema
político y debe ser tratado con cautela porque no podemos dejarnos llevar por saber cuál
fue el primer parlamento sino que es mucho más importante dirimir quién estaba
representado y qué se hacía allí, marcando el cambio entre el sistema político de la Alta
Edad Media y parte la etapa pleno-medieval y la forma de gobernar en el preámbulo de
la Baja Edad Media.
Por último, y para concluir, este trabajo no es para nada definitivo, ni pone punto
y final al tema del parlamento medieval, es más es sólo el inicio de un tema que nos
gustaría fuera más desarrollado en nuestros país y siguiendo este estudio podemos
continuar, desde el punto de vista de la historia comparada, por analizar una
comparación entre el caso inglés y el caso ibérico para ver las peculiaridades y las
constantes históricas de la institución o tomar el texto de la Magna Carta y ponerlo en
relación con la Bula de Oro húngara de 1222. Además, la representación es otro tema a
tratar y la forma en la que los sectores más bajos del parlamento, podían presionar a los
poderosos, es decir cómo articulaban el poder político con su escasa influencia entre las
élites para conseguir beneficios para toda la comunidad o simplemente prebendas para
ellos mismos. Por tanto, aún queda mucho por descubrir.
51
52
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55
56
9.- ANEXO DE TEXTOS.
Texto 1. The Song of Lewes, siglo XIII, original en inglés.
Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, p. 327.
“En el año de gracia de mil doscientos sesenta y cuatro, en el Miércoles
anterior a la festividad de San Pancras, la población inglesa asustó a Lord
Edward y a sus seguidores en el castillo de Lewes, donde la razón cedió a la ira,
y la vida a la espada.
Por estos hechos merecían caer ante sus enemigos. ¡Que el Señor bendiga a
Simón de Montfort, y no menos a sus hijos, y a su compañía!
Quien noblemente se expuso a la muerte y luchó valientemente, lástima del
pueblo inglés, que había sido pisoteado de una manera que casi no se puede
describir, y casi privado de todas las libertades, o mejor dicho de su vida, que
había languidecido bajo príncipes injustos, así como el pueblo de Israel bajo el
Faraón, gimiendo bajo una devastación tiránica” [...].
Texto 2. Magna Carta, 1215, versión latina.
Tomado de HOLT, J. C., Magna Carta. New York, Cambridge, 1992, pp. 126-139.
2.1.- Capítulo I.
Versión latina:
“In primis concessisse Deo et hac presenti carta nostra confirmasse, pro nobis
et heredibus nostris in perpetuum quod Anglicana ecclesia libera sit, et habeat
jura sua integra, et libertates suas illesas; et ita volumus observari; quod
apparet ex eo quod libertatem electionum[…]”.
57
Traducción española:
“Primero, que hemos otorgado en el nombre de Dios, y por la presente Carta
hemos confirmado para Nos y nuestros herederos a perpetuidad que la Iglesia
inglesa sea libre, conserve todos sus derechos y no vea menoscabadas sus
libertades. Que así queremos que sea observado resulta del hecho de que por
nuestra libre voluntad, antes de surgir la actual disputa entre Nos y Nuestros
barones, concedimos y confirmamos por carta la libertad de las elecciones
eclesiásticas--un derecho que se reputa como el de mayor necesidad e
importancia para la Iglesia” […].
2.2.- Capítulo XII.
Versión latina:
“Nullum scutagium vel auxilium ponatur in regno nostro, nisi per commune
consilium regni nostri, nisi ad corpus nostrum redimendum, et primogenitum
filium nostrum militem faciendum, et ad filiam nostram primogenitam semel
maritandam, et ad hec non fiat nisi racionabile auxilium; simili modo fiat de
auxiliis de civitate London”.
Traducción española:
“No se podrá exigir fonsadera ni servicio en nuestro Reino sin el consentimiento
general, a menos que fuere para el rescate de nuestra persona, para armar
caballero a nuestro hijo primogénito y para casar (una sola vez) a nuestra hija
mayor. Con este fin solo se podrá establecer un servicio razonable y la misma
regla se seguirá con las ayudas de la ciudad de Londres”.
2.3.- Capítulo LXI.
Versión latina:
“Cum autem pro Deo, et ad emendacionem regni nostri, et ad melius sopiendum
discordiam inter nos et barones nostros ortam, hec omnia predicta
concesserimus, volentes ea integra et firma stabilitate in perpetuum gaudere,
facimus et concedimus eis securitatem subscriptam; videlicet quod barones
eligant viginti quinque barones de regno quos voluerint, qui debeant pro totis
58
viribus suis observare, tenere, et facere observari, pacem et libertates quas eis
concessimus, et hac presenti carta nostra confirmavimus”.
Traducción española:
“Por cuanto hemos otorgado todo lo que antecede por Dios, por la mejor
gobernación de nuestro Reino y para aliviar la discordia que ha surgido entre
Nos y nuestros barones, y por cuanto deseamos que esto sea disfrutado en su
integridad, con vigor para siempre, damos y otorgamos a los barones la
garantía siguiente:
Los barones elegirán a veinticinco entre ellos para que guarden y hagan cumplir
con todo el poder que tengan, la paz y las libertades otorgadas y confirmadas
para ellos por la presente Carta”.
Texto 3. The Provisions of Oxford, 1258, original en inglés.
Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp.
361-366.
3.1.- Capítulo XXI.
Versión inglesa:
“Of the parliaments, when they shall be held in the year and how: It is to be
remembered that the twenty-four have ordained that there are to be three
parliaments a year. The first on the octave oh Michaelmas. The second, the
morrow of Candlemas. The third, the first day of June, that is to say, three weeks
before St. John´s day. To these three parliaments shall come the chosen
councilliors of the king, even if they are not summoned, to view the state of the
kingdom and to treat of the common business of the kingdom and of the king
likewise. And at other times they are to meet when there is need, on a summons
of the king […]”.
59
Traducción española:
“Es necesario recordar que los veinticuatro han ordenado que se deben celebrar
tres parlamentos al año. El primero en Michaelmas. El segundo, al día siguiente
de Candlemas. El tercero, el primero de junio, es decir, tres semanas antes del
día de San Juan. A estos tres parlamentos vendrán los consejeros elegidos para
el rey, incluso si no son convocados, para ver el estado del reino y para tratar
los asuntos comunes del reino y del rey mismo. Y en otras ocasiones se han de
cumplir cuando hay necesidad, por una citación del rey [...]”.
3.2.- Capítulo X.
Versión inglesa:
“These are the twelve who are chosen by the barons to treat in three parliaments
a year with the king´s council for all the community of the land about the
common business: the bishop of London, the earl of Winchester, the earl of
Hereford, Philip Basset, John de Balliol, John de Verdun, John de Grey, Roger
de Sumery, Roger de Mohaut, Hugh the Dispenser, Thomas de Gresley, Giles
d´Argentein”.
Traducción española:
“Estos son los doce que han sido elegidos por los barones para tratar los
asuntos comunes del reino en los tres parlamentos de acuerdo con el consejo del
rey de toda la comunidad de Inglaterra: el obispo de Londres, el conde de
Winchester, el conde de Hereford, Philip Basset, John de Balliol, John de
Verdun, John de Grey, Roger de Sumery, Roger de Mohaut, Hugh the Dispenser,
Thomas de Gresley, Giles d´Argentein”
60
Texto 4. The Provisions of Westminster, 1259, original en inglés.
Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp.
370-376.
4.1.- Capítulo XII.
Versión inglesa:
“It is provided that no bailiff who ought to render account is to take himself off
away from his lord. And if he will not render his account and has no land or
tenement whereby he can be distrained he is to be attached in person, so that the
sheriff in whose bailiwick he is found shall make him come to render account if
he is in arrears”.
Traducción española.
“Se establece que ningún bailío que tenga que rendir cuentas de su cargo, pueda
alejarse del lugar donde lo está llevando a cabo. Y si él no rinde cuentas y no
tiene tierra o dinero para ser embargado, se estipula que el sheriff que esté a su
cargo, vaya en su busca para hacerle rendir cuentas”
4.2.- Capítulo XXIII.
Versión inglesa.
“It is provided that four knights are to be appointed in each county to observe
the wrongs which sheriffs do: that, if it happens that they do wrongs, these four
are to admonish the sheriffs to have them corrected [...]”. “It is provided to put
two good men from the community of the shire with the justices at the bench. And
they have to see that justice is done. And others are to be put at the exchequer
too”.
Traducción española.
Se prevé que cuatro caballeros sean nombrados en cada condado para observar
los errores que hacen los sheriffs: que, si sucede que hacen mal su trabajo, estos
61
cuatro deben exhortar a los sheriffs a corregir sus abusos [...]. Asimismo, se
estipula que se deben poner dos buenos hombres de la comunidad, con los
jueces en el tribunal para que vean cómo se hace justicia. Y otros se van a poner
en el tesoro.
Texto 5. Summonses to Parliament, 1295, originales en inglés.
Tomado de AMT, E., Medieval England: A Reader 1000-1500. Toronto, University of Toronto Presshigher Education,
2008, pp. 55-58.
5.1.- El Clero.
Versión inglesa.
“The King to the venerable father in Christ, Robert by the same grace
archbishop of Canterbury, primate of all England, greeting. Because, therefore,
darts seen beforehand do less injury, and your interest especially, as that of the
rest of the citizens of the same realm, is concerned in this affair, we command
you, strictly enjoining you in the fidelity and love in which you are bound to us,
that on the Lord's day next after the feast of St. Martin, in the approaching
winter, you be present in person at Westminster […]”.
Traducción española.
“El rey al venerable padre de Cristo, Robert por la misma gracia Arzobispo de
Canterbury, primado de toda Inglaterra, saludos. Porque, por lo tanto, el reino
está en peligro y es su interés especial, como la del resto de los ciudadanos del
mismo ámbito, defenderlo, os mandamos, confiando solemnemente en la
fidelidad y el amor en que estáis obligados a profesar a nos, para que en el día
del Señor siguiente de la fiesta de San Martín, en el invierno que se acerca,
usted esté presente en persona en Westminster”.
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5.2.- La Baronía.
Versión inglesa.
“The king to his beloved and faithful relative, Edmund, Earl of Cornwall,
greeting. Because we wish to have a consultation and meeting with you and with
the rest of the principal men of our kingdom, as to provision for remedies against
the dangers which in these days are threatening our whole kingdom; we
command you to be present in person at Westminster […]”.
Traducción española.
“El rey a su amado y fiel pariente, Edmundo, Conde de Cornualles, saludos.
Debido a que desea tener una consulta y reunión con usted y con el resto de los
principales hombres de nuestro reino, en cuanto a la provisión de remedios
contra los daños que en estos días ponen en peligro todo nuestro reino, os
mandamos a estar presente en persona en Westminster [...]”.
5.3.- Los Comunes.
Versión inglesa.
“The king to the sheriff of Northamptonshire, Since we intend to have a
consultation and meeting with the earls, barons and other principal men of our
kingdom with regard to providing remedies against the dangers which are in
these days threatening the same kingdom; and on that account have commanded
them to be with us on the Lord's day next after the feast of St. Martin in the
approaching winter, at Westminster, to consider, ordain, and do as may be
necessary for the avoidance of these dangers; we strictly require you to cause
two knights from the aforesaid county, and two burgesses from each borough
[…]”
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Traducción española:
“Ya que la intención de tener una consulta y reunión con los condes, barones y
otros hombres principales de nuestro reino con respecto a medidas correctivas
previstas frente a los peligros que se encuentran en estos días amenazando a
nuestro reino, y por eso les mando a estar con nosotros en el día del Señor
siguiente de la fiesta de San Martín, en el invierno que se acerca, en
Westminster, a considerar, ordenar, todo lo que sea necesario para evitar estos
peligros, requerimos que vengan dos caballeros de la provincia mencionada y
dos burgueses de cada ciudad [...]”.
Texto 6. A county election, 1320, original en inglés.
Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp.
384-385.
Versión inglesa:
“[...] And that when a certain writ of the king had come to the same sheriff,
William le Gentil for the election of two knights to go to the king´s parliament,
which knights ought to have been elected by the whole community of the county,
the same William elected Gilbert de Haydok and Thomas de Thornton without
the consent of the community; and when they returned from the parliament, they
brought a writ for levying their expenses, by which the aforesaid Richard and
William de Wynwyk, the bailiffs, were ordered to levy twenty pounds for the
expenses of the aforesaid knights; whereas the community of that county could
have had by their own election two sufficient men to go to the parliament for ten
marks or ten pounds. And, moreover, the same bailiffs levied as much for their
own use as they did for the use of the aforesaid knights [...]”.
Traducción española:
“Y que cuando un escrito real había llegado a manos del sheriff, William le
Gentil para la elección de dos caballeros para ir al parlamento del rey, y que los
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caballeros debían haber sido elegidos por el conjunto de la comunidad del
condado, el mismo sheriff eligió a William Gilbert de Haydok y a Thomas de
Thornton sin el consentimiento de la comunidad, y cuando volvieron del
parlamento, trajeron un escrito con sus gastos, por el cual los bailíos, recibieron
la orden de imponer veinte libras para los gastos de los caballeros
mencionados, mientras que si la comunidad de ese condado hubiera tenido sus
propias elecciones, dos hombres habrían ido al parlamento por tan sólo diez
marcos. Y, por otra parte, los mismos agentes judiciales utilizaron ese dinero
tanto para propio uso como para el uso de los caballeros antes mencionados”.
Texto 7. Functions of a Parliament, 1258, original en inglés.
Tomado de RICHARDSON, H. G., SAYLES, G., O., Functions of the medieval Parliament of England. London, The
Hambledon Press, 1988, pp. 89.
Versión inglesa.
“The sheriff of Kent is ordered to postpone until the parliament next held all the
distraints he is making on the men of Favesham on account of certain disputes
arising between the abbot of Favesham and these men because they have
receives a royal writ, appointing a day against them in parliament before Hugh
Bigod, the Justiciar of England”.
Traducción española.
“Se ordena al sheriff de Kent que aplace hasta el próximo Parlamento en el que
se tratarán los embargos que está realizando sobre los hombres de Favesham a
cuenta de las controversias que han surgido entre el abad y estos hombres, así
que han recibido un recurso real, por el que se les convoca un día en el
Parlamento ante Hugh Bigod, el Justiciar de Inglaterra”.
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Texto 8. How to hold a parliament, 1316-1324, originales en inglés.
Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp.
924-934.
8.1.- Capítulo XIX: Respecto a la convocatoria de un parlamento.
“El establecimiento de un parlamento debe preceder al primer día de sesión por
cuarenta días y debe celebrarse el domingo, pero se puede llevar a cabo el resto
de los días, exceptuando Todos los Santos, Todas las Almas y el Nacimiento de
San Juan Bautista […]”.
8.2.- Capítulo VII: Respecto a los burgueses.
“También, y de la misma forma que los caballeros los bailíos de cada burgo
deben abrir la elección en cada distrito para elegir a dos de los mejores
hombres de cada municipio para que vengan y estén presentes en el parlamento
del rey […]”.
8.3.- Capítulo XIV: Respecto a los asientos en la cámara.
“El rey se sienta en el centro del gran banco y a su lado derecho, se sentará el
arzobispo de Canterbury, los obispos de Londres y Winchester y después de
ellos, a su vez en filas, los otros obispos, abades […]”.
8.4.- Capítulo XII: Respecto al discurso del rey.
“El rey debe pedir a los clérigos y laicos, nombrados según su estamento,
aplicar con diligencia, celo y de todo corazón la consideración y la toma de
decisiones sobre los asuntos del reino en el Parlamento, tal como lo entienden
de acuerdo con la voluntad de Dios, en primer lugar y después según su honor y
privilegio”.
8.5.- Capítulo XIII: En lo concerniente a la ausencia del monarca del parlamento.
“El rey está absolutamente obligado a estar presente personalmente en el
Parlamento, a menos que la enfermedad impida su presencia y por ello, debe
mantenerse en su habitación y nunca fuera del palacio […]”.
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8.6.- Capítulo XVIII: Respecto a los asuntos a tratar en la cámara.
“Todos los asuntos deben aparecer en el calendario siguiendo este orden:
primero, cuestiones que hacer con la guerra, y otros temas concernientes a la
situación de la familia real; en segundo lugar, los asuntos del reino en general y
en tercera posición, las peticiones comunes e individuales”.
8.7.- Capítulo XXIII: De acuerdo con los servicios al rey.
“El rey no debe pedir ayuda a su reino, más cuando la guerra es inminente, o
para el homenaje de sus hijos como caballeros o el matrimonio de sus hijas, y
las ayudas de este tipo deberían ser solicitadas cuando el parlamento está
completo. Por tanto, todos los servicios son concedidos de rechazados, por la
comunidad del reino”
8.8.- Capítulo XXV: Respecto a los archivos parlamentarios.
“Los empleados del Parlamento no podrán negarse a dar una trascripción del
proceso, en rollos de diez centímetros de ancho, y deberán suministrarla a todo
el que la solicite, y podrán cobrar un centavo a razón de diez líneas, a menos
que el que la solicita viva en la pobreza, y en este caso, no se cobrará nada”.
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