AMPARO EN REVISIÓN 1122/2015 QUEJOSO: **********. PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ SECRETARIA: ROSALBA RODRÍGUEZ MIRELES En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la Ley de Amparo, así como la jurisprudencia 53/2014 de rubro: “PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS QUE SE ANALICE LA CONSTITUCIONALIDAD O LA CONVENCIONALIDAD DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE REALICE LA INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO CONSTITUCIONAL O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”. A continuación se hace público el fragmento del proyecto de sentencia, en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad respectivo: El artículo 84, fracción II, del Código Penal Federal, establece: “ARTÍCULO 84.- Se concederá libertad preparatoria al condenado, previo el informe a que se refiere el Código de Procedimientos Penales, que hubiere cumplido las tres quintas partes de su condena, si se trata de delitos intencionales, o la mitad de la misma en caso de delitos imprudenciales, siempre y cuando cumpla con los siguientes requisitos: (…) II.- Que del examen de su personalidad se presuma que está socialmente readaptado y en condiciones de no volver a delinquir. (…)” 30. Del precepto transcrito, el quejoso adujo que para resolver el incidente de remisión parcial de la pena y libertad preparatoria se tomó en consideración el estudio de la personalidad, lo cual transgrede el principio de reinserción social previsto en el artículo 18 constitucional. 31. Para dar contestación al agravio en análisis, en primer lugar es conveniente destacar la evolución y alcances del artículo 18 constitucional por lo que se refiere a las finalidades del sistema penitenciario mexicano; posteriormente, a la naturaleza y efectos de los estudios psicológicos que se practican durante la compurgación de la pena; y, finalmente determinar si estos últimos son compatibles con la reforma constitucional en materia penitenciaria que tuvo lugar en dos mil once. 1.- Artículo 18 constitucional. 32. En cuanto a los fines de la prisión, el artículo 18 constitucional ha pasado por tres fases importantes, a saber: a) Un sistema penitenciario basado en el trabajo como medio de regeneración, en términos de la Constitución de mil novecientos diecisiete: “Artículo 18.- (…) Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán, en sus respectivos territorios, el sistema penal -colonias penitenciarías o presidios- sobre la base del trabajo como medio de regeneración.” b) Un sistema penitenciario basado en el trabajo, la capacitación para el mismo y la educación como medios para la readaptación social del delincuente, conforme a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el veintitrés de febrero de mil novecientos sesenta y cinco: “Artículo 18.- (….) Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán el sistema penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación como medios para la readaptación social del delincuente. Las mujeres compurgarán sus penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal efecto. (…)”. c) Finalmente, un sistema penitenciario organizado sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley, conforme a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el diez de junio de dos mil once. El texto resultante, es del siguiente tenor: “Artículo 18.- (….) El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley. Las mujeres compurgarán sus penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal efecto. (…)” 33. De la evolución histórica del precepto se advierte que los cambios en la redacción no son gratuitos, sino que reflejan los objetivos que han perseguido tanto la pena como el sistema penitenciario en su conjunto. En un inicio, se consideró que el autor del delito era una persona degenerada, esto es, moralmente atrofiada, de ahí que la Constitución General aludiera a la necesidad de que el sistema penitenciario tuviera como finalidad la regeneración del individuo. En un segundo momento, se le percibió como un sujeto mental o psicológicamente desviado que, como tal, requería una readaptación. En ambos casos, el sentenciado debería ser objeto de tratamiento.3 En cambio, la reforma a la Constitución General de dos mil once, básicamente resultó en: i) La sustitución del término “readaptación” por “reinserción”, Al respecto, puede consultarse: Sarre, Miguel, “Debido proceso y ejecución penal. Reforma constitucional de 2008”, REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL, Número 31, página 251. 3 ii) El abandono del término “delincuente”, iii) La inclusión del fomento al respeto por los derechos humanos, como medio para lograr la reinserción, iv) La inclusión de un objetivo adicional a “lograr la reinserción”; a saber: “procurar que la persona no vuelva a delinquir”, y v) La adición del concepto “beneficios” como parte de la lógica del sistema. 34. En la exposición de motivos que dio como resultado la reforma del artículo 18 constitucional, el Poder Reformador de la Constitución General se expresó en los siguientes términos: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS (….) Dentro de esta propuesta, se busca introducir el respeto a los derechos humanos a un área en la que particularmente han sido vulnerados: el sistema penitenciario. Uno de los principales problemas que presenta el Estado de derecho en México es la poca efectividad de los sistemas actuales de readaptación social. Es un hecho que en la actualidad muchos centros penitenciarios se han convertido en factores que aumentan la criminalidad entre la población, y esto se debe en gran parte a que en dichos centros son violentados en forma sistemática los derechos humanos de los reos, una falta de atención que comienza desde las mismas normas que organizan estos sistemas. En razón de lo anterior, se consideró que sería un buen comienzo implementar estrategias para el nuevo concepto de reinserción social, empezando por ligar la organización de los sistemas penitenciarios con el respeto a los derechos humanos. Bajo este sistema, que ha resultado en otros países, es más probable lograr una verdadera inserción social que bajo el simple confinamiento del inculpado, dando a los reos el derecho a un trabajo remunerado y el derecho a la seguridad social entre otros, a fin de hacer efectiva su reintegración a la sociedad. (…) (El sombreado es nuestro). 35. Como se advierte, la intención del Poder Reformador de la Constitución General consistió en cambiar el concepto penitenciario de readaptación social por uno más moderno y eficiente, denominándolo de “reinserción” o “reintegración” a la sociedad, 4 apoyado, entre otros elementos, en el respeto a los derechos humanos y trabajo, mas no en el mero confinamiento del sentenciado. 36. Por tanto, a raíz de la última reforma al artículo 18 constitucional, la reinserción social, como fin de la pena, no acepta la idea de que al culpable se le caracterice por ser degenerado, desadaptado o enfermo y que hasta que sane podrá obtener no sólo la compurgación de la pena, sino inclusive, alguno de los beneficios preliberacionales que prevea el legislador. En este aspecto, esta Primera Sala ha sostenido en otros asuntos que para justificar la pena no es posible aludir a una especie de “función moralizadora” por parte del Estado. Más bien, el Estado debe valorar los resultados de una serie de estrategias que faciliten la reintegración del individuo a la sociedad, apoyándose para ello en el respeto de los derechos 4 Con respecto a la más reciente política penitenciaria, el principio I.6 de las Normas Penitenciarias Europeas, de once de enero de dos mil seis, dispone: “PARTE I. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES. (…….) 6. Cada detención debe ser de manera que facilite la reintegración en la sociedad libre de las personas privadas de libertad.” En torno a dicha regla, resulta ilustrativo considerar el comentario doctrinal del Doctor Borja Mapelli Caffarena: “La ejecución de la pena privativa de libertad arranca de los dos siguientes principios informadores: 1. Principio de reinserción social. Esta nueva formulación de los fines preventivo especiales en el ámbito de la ejecución de la pena arranca de las críticas y el fracaso de las pretensiones resocializadoras, más ambiciosas y que a la postre ha servido sobre todo como un poderoso instrumento legitimante de la prisión gracias al cual lejos de convertirla en una pena excepcional de ultima ratio, se nos aparece no solo como la pena hegemónica en relación con las demás, sino que en sí misma considerada se emplea con más intensidad y frente a más infracciones que en cualquier otro momento de su historia. La reinserción social nos sitúa frente a un condenado más real, más concreto; ante un sujeto con muchas carencias, algunas de las cuales tienen su origen en su propia condición de recluso. El sistema penitenciario no puede pretender, ni es tampoco su misión hacer buenos a los hombres, pero sí puede, en cambio, tratar de conocer cuáles son aquellas carencias y ofrecerle al condenado unos recursos y unos servicios de los que se pueda valer para superarlos. En cierta forma se propone que las terapias resocializadores y la sicología sean desplazadas por la oferta de los servicios sociales y la sociología.” Mapelli Caffarena, Borja, “Una nueva versión de las normas penitenciarias europeas”, REVISTA ELECTRÓNICA DE CIENCIA PENAL Y CRIMINOLOGÍA 2006, número 08-rl. Disponible en http://criminet.ugr.es/recpc/08-rl.pdf. y http://www.internet2.scjn.gob.mx/seminario/docs/Reglas_penitenciaras_europeas_comentadas_por _Borja_Mapelli.pdf humanos dentro del presidio, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte, como textualmente lo refiere el citado precepto constitucional. 37. De este modo, la reforma constitucional de dos mil once, en la que se considera a la persona penalmente responsable como desinsertada de la sociedad, constituye un rompimiento con las categorías morales y psicológicas que anteriormente contemplaba la Constitución General,5 para hacer énfasis en las posibilidades que tiene el sentenciado para reincorporarse a la sociedad. Ello exige evitar una calificación de la mera persona del sentenciado, como sucedía con la intención que permeaba en los textos constitucionales que precedieron al actual. 38. Por tanto, el ejercicio de la facultad legislativa en materia de derecho penitenciario no puede ser arbitraria, pues la discrecionalidad que impera en la materia y que ha sido reconocida por esta Primera Sala, especialmente en materia de beneficios preliberacionales,6 debe aspirar a conseguir un objetivo constitucional, que consiste en la reinserción social del individuo, antes que en su regeneración o readaptación. 5 Sarre, Op cit., página 252. “BENEFICIOS PARA LOS SENTENCIADOS. SU OTORGAMIENTO AL ENCONTRARSE CONDICIONADO, NO VULNERA EL ARTÍCULO 18 CONSTITUCIONAL. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación advierte que el establecimiento de beneficios preliberacionales por el legislador, tiene una finalidad eminentemente instrumental, es decir, son medios o mecanismos para generar los resultados y fines que el artículo 18, párrafo segundo, de la Constitución Federal, prevé para el régimen penitenciario, como son lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir. Desde esta óptica, es que no deben confundirse los fines del sistema penitenciario con la justificación para la obtención del beneficio de tratamiento preliberacional, puesto que el hecho de que los beneficios sean medios adecuados para incentivar la reinserción, no se sigue que su otorgamiento sea incondicional ni que deban ser considerados un derecho fundamental que asiste a todo sentenciado, ya que si bien el párrafo segundo del artículo 18 constitucional admite la posibilidad de que se otorguen beneficios a quien esté en posibilidad de ser reinsertado, de su texto no se aprecia que exista prohibición dirigida al legislador en el sentido de impedirle condicionar tal otorgamiento; por el contrario, la norma constitucional establece que será la ley secundaria donde se preverán los beneficios acordes al modelo de sistema penitenciario que diseña la Constitución Federal. Por tanto, el que se establezcan condiciones de necesaria concurrencia para el otorgamiento de los beneficios de tratamiento preliberacional, así como el otorgamiento de facultades de apreciación al juez para que, a la luz de los requisitos legales y del caso concreto, otorgue o no dichos beneficios, no resulta contrario al artículo 18 de la Constitución Federal, puesto que sólo denotan la intención del legislador de que ciertas conductas delictivas conlleven tratamiento más riguroso, en aras de proteger los derechos de la sociedad a la paz y a la seguridad sociales.” Décima Época, Registro: 2009079, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada, Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 18, Mayo de 2015, Tomo I, Materia(s): Constitucional, Tesis: 1a. CL/2015 (10a.), Página: 396) 6 2.- Artículo 84, fracción II, del Código Penal Federal. 39. Una vez expuesto el contenido y alcances de la diferencia que marca el cambio conceptual de “readaptación” por “reinserción”, es pertinente conocer con mayor detenimiento el sentido de la norma impugnada cuando hace referencia a la necesidad de practicar un examen de personalidad al sentenciado, para efectos de conceder la libertad preparatoria. 40. El texto del Código Penal Federal no hace mayor énfasis ni da explicación de la razón de ser de dicho examen de personalidad. La última reforma del artículo 84, fracción II, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el diecinueve de marzo de mil novecientos setenta y uno. Sin embargo, el trabajo legislativo hace referencia a la necesidad de ajustar la normatividad de beneficios preliberacionales a las técnicas criminológicas de ese momento, idóneas para alcanzar la readaptación social del sentenciado, esto es, a que tenga una “vida normal” y evitar su reincidencia: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS: (…) Esta iniciativa se encuentra inspirada en consideraciones humanitarias y técnicas y tiende a favorecer la readaptación social del delincuente. Con ello se promueve la superación y el progreso de la justicia y se sirve, en primer término, a la comunidad, dado que del adecuado tratamiento de los delincuentes depende la prevención de la reincidencia y en tal virtud, la seguridad y la paz sociales. (…) Por otra parte, se propone disminuir el tiempo de pena cumplida para que el sujeto tenga derecho a solicitar la libertad. Esto último obedece a la consideración de que si el otorgamiento de libertad condicional se supedita necesariamente a la readaptación social del sujeto -idea que domina tanto en este proyecto como en los correlativos de reforma procesal- carece de sentido prolongar en exceso la privación de libertad cuando existen indicios razonables, científicamente apreciados, de que se han alcanzado los fines de la pena. DICTAMEN CÁMARA DE ORIGEN: “(…) Esta iniciativa tiende a complementar la diversa que envió al H. Congreso de la Unión el Ejecutivo Federal referente a la Ley que Establece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados. Una y otra iniciativas se han inspirado en consideraciones humanitarias y se han apoyado en nuevas técnicas criminológicas que aspiran a favorecer la readaptación social de los delincuentes y a prevenir la reincidencia de estos. Obviamente, con ello se contempla el Derecho Penal desde otro ángulo diverso al meramente punitivo como lo es la reincorporación de los delincuentes a la comunidad y la prevención del peligro de su reincidencia, al readaptarlos para una vida normal, dentro de una sociedad en que privan la seguridad y la paz. 41. Del trabajo legislativo anterior se puede concluir con meridiana claridad que la inclusión de exámenes de personalidad para decidir sobre la libertad preparatoria obedece a la instauración de “técnicas criminológicas” que son útiles para alcanzar los objetivos de la readaptación social del sentenciado, que como ya se vio, parten de la premisa de que el destinatario es un sujeto mental o psicológicamente desviado que requiere tratamiento. Ello se refrenda con la afirmación del legislador en el sentido de que el derecho penal tiene como objeto que el sentenciado adquiera una “vida normal”. 42. Es ilustrativo considerar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su visita in loco a México, se pronunció sobre la naturaleza de los estudios de personalidad del siguiente modo: “212. La CIDH analizó cuestiones vinculadas con el derecho a la libertad personal durante su visita in loco a México, y siguió recibiendo información de distintas fuentes con posterioridad a la misma. En particular, la Comisión recibió durante la visita, diversas denuncias sobre detenciones arbitrarias y las malas condiciones de los establecimientos carcelarios. La problemática de los centros penitenciarios es de especial preocupación para la CIDH, teniendo en cuenta la incidencia sobre derechos fundamentales de la persona humana. Aunque la Comisión no pudo llevar a cabo visitas a las prisiones, fundamentalmente por razones de tiempo, la situación de las mismas será analizada en el presente capítulo, con base en las denuncias recibidas y la información suministrada por organismos y organizaciones especializadas. (...) IV. EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD Y LA PRESUNCIÓN DE PELIGROSIDAD. 266. En este apartado se examinará el aspecto común que existe tanto en el Código Penal como en la Ley de los Consejos Tutelares, para reprimir a los adultos y a los menores. En ambas legislaciones están reguladas la "presunción de peligrosidad social" de aquellas personas que caen bajo su competencia, "tranquilizando", así, la conciencia del resto de la población que no ha sido aprehendida. A. Adultos 267. La presunción de peligrosidad se califica en una escala en la que se contempla la categoría de peligroso y que tiene tres niveles: "alta, media o baja", a través de un grupo de exámenes multidisciplinarios sobre el presunto autor del delito, llamado "estudio de personalidad". (…)”7 43. Ahora bien, conforme al artículo 29 del Reglamento de los Centros Federales de Readaptación Social, desde el ingreso del interno al centro penitenciario se abrirá su expediente único, el cual se integrará, entre otros datos, con el estudio clínico-criminológico o de personalidad. Asimismo, se integrará periódicamente la información relativa al estado biopsicosocial del interno, al seguimiento de su tratamiento, su comportamiento dentro del Centro 7 www.cidh.org/countryrep/mexico98sp/indice.htm Federal, así como cualquier otra información que se genere a partir de su ingreso y que se estime pertinente.8 44. En términos de los artículos 35 y 36 del citado ordenamiento, a los internos sentenciados se les aplicará un tratamiento de carácter progresivo y técnico que tenga como finalidad la evolución de su comportamiento hasta llegar a su readaptación social. En ese tenor, el área técnica del Centro Federal analizará cada tres meses la respuesta de cada interno al tratamiento recibido y hará del conocimiento del Consejo los resultados obtenidos.9 45. De acuerdo con el artículo 48, el estudio clínico-criminológico o de personalidad deberá actualizarse cada seis meses con base en los reportes de avance en el tratamiento emitidos por el Área Técnica.10 46. Esta referencia al reglamento es útil para clarificar que durante la estancia en el centro de reclusión, el sentenciado será objeto, entre otros, de estudios psicológicos, de tratamiento y de registro de avances. Lo que resulta delicado es que, atendiendo a los resultados, que se valoran de forma discrecional, se condicionará la obtención de beneficios preliberacionales, como en el caso que nos “Artículo 29.- Desde el ingreso del interno al Centro Federal se abrirá su expediente único. Dicho expediente se integrará con los datos e información a que hace referencia el artículo 28 del Reglamento, copia de las resoluciones relativas al proceso del interno, el estudio clínicocriminológico o de personalidad, copia de la sentencia ejecutoriada y, en su caso, el oficio en el que se señale el Centro Federal en el que deba compurgar su pena. Asimismo, se integrará periódicamente al expediente la información relativa al estado biopsicosocial del interno, al seguimiento de su tratamiento, a su comportamiento dentro del Centro Federal, así como cualquier otra que se genere a partir de su ingreso y que se estime pertinente. Los datos o constancias de cualquier naturaleza que obren en el expediente único o en los archivos del Centro Federal, tendrán carácter confidencial, en términos de las disposiciones aplicables.” 8 “Artículo 35.- Se aplicará el tratamiento que corresponda a cada interno de conformidad con su situación jurídica. El tratamiento se fundará en la estabilidad, evolución, desarrollo biopsicosocial sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación y se aplicará de la siguiente forma: […] II. A los internos sentenciados, se les aplicará un tratamiento de carácter progresivo y técnico que tenga como finalidad la evolución de su comportamiento hasta llegar a su readaptación social.” “Artículo 36.- El Área Técnica del Centro Federal analizará cada tres meses la respuesta de cada interno al tratamiento recibido y hará del conocimiento del Consejo los resultados obtenidos. […]” 10 “Artículo 48.- El estudio clínico–criminológico o de personalidad deberá actualizarse cada seis meses con base en los reportes de avance en el tratamiento emitidos por el Área Técnica y se harán del conocimiento del Consejo para los efectos conducentes.” 9 ocupa, la libertad preparatoria, sin que el estudio de la persona del interno sea el propósito que persigue la reforma constitucional de dos mil once para resolver si una persona es apta para reinsertarse en sociedad. 47. Para refrendar esta apreciación, conviene transcribir una porción del dictamen de la Cámara de Origen en torno a la reforma al artículo 84 del Código Penal Federal que, como ya se dijo, tuvo lugar en mil novecientos setenta y uno y exige los citados exámenes de personalidad como uno de los requisitos necesarios para obtener la libertad preparatoria: “Artículo 84. Es conforme a la inspiración de los cuerpos normativos que se han venido mencionando, que se disminuya el actual término de dos tercios de cumplimiento de la prisión por el de tres quintas partes. En el encabezado de este artículo nos ha parecido que donde se dice "se podrá conceder", debe decirse se concederá", puesto que la libertad preparatoria exige para su otorgamiento ‘siempre y cuando el reo cumpla con los requisitos que señala el precepto’. Naturalmente, si los cumple, no habrá razón para que se le niegue. Por esto pensamos que debe ser una orden de conceder lo que contenga el precepto y no una potestad discrecional, pues lo discrecional está en el examen de los requisitos que el precepto establece.” 3.- Conclusión. 48. Retomando el texto del artículo 84, fracción II, del Código Penal Federal, se aprecia que para el legislador basta con que el dictamen de personalidad arroje un resultado negativo para no conceder el beneficio preliberacional, esto es, que el tratamiento terapéutico de readaptación social no hubiere surtido los efectos deseados de transformar al individuo en una persona con “vida normal”, lo cual no satisface el estándar constitucional de reinserción social y, por tanto, es violatorio de derechos humanos. 49. En consecuencia, el requisito para obtener el beneficio de la libertad preparatoria, que consiste en que el examen de personalidad del sentenciado arroje una presunción de que el sujeto está socialmente readaptado y en condiciones de no volver a delinquir, parte de la hipótesis de que la función de la pena es transformar la condición personal del sujeto a través de un tratamiento en reclusión y que mientras éste haya sido exitoso, entonces podrá considerarse la posibilidad de que el interno se reincorpore a la sociedad, para llevar una “vida normal”. Sin embargo, como ya quedó demostrado, el cambio de paradigma previsto en el artículo 18 constitucional no tiene la pretensión de evaluar elementos que tiendan a calificar la condición psicológica del sentenciado. Un beneficio preliberacional, preparatorio, para ser considerado como tal, debe estar apoyado de manera indispensable en los resultados del respeto a los derechos humanos, el trabajo, la educación, la salud y el deporte, pues estos últimos son los parámetros indispensables que facilitan su reinserción a la sociedad, en términos del segundo párrafo del artículo 18 constitucional. La reinserción social no puede depender de un cambio psicológico o de forma de pensar y de sentir del interno, pues ello implicaría un retroceso al concepto de readaptación social, abandonado expresamente por el Poder Reformador en el año dos mil once. 50. De este modo, no es factible aceptar, dentro de nuestro sistema constitucional, que la concesión de uno de los beneficios preliberacionales dependa de los resultados “rehabilitadores” o “terapéuticos” de la personalidad, pues se deben privilegiar otros estándares como son la resocialización o posibilidades de reinserción, antes que la transformación psicológica o moral del sentenciado. 51. Así, para determinar si una persona está preparada para su salida de prisión, no es factible considerar la existencia o ausencia de determinadas cualidades morales o la personalidad, sino en actos objetivos y concretos que permitan sostener que el sentenciado se reinsertará satisfactoriamente a la sociedad. De otro modo, el examen de personalidad se convertiría en un instrumento de control de “personalidades desviadas” a juicio de un grupo de especialistas y la negativa del beneficio preliberacional se traduciría en el fracaso del tratamiento instaurado en el presidio, lo cual no hace sentido con el nuevo paradigma contenido en el artículo 18 de la Constitución General. 52. Las consideraciones anteriores no implican que el legislador no cuente con libertad de configuración legislativa para fijar los requisitos que deben reunirse en materia de beneficios preliberacionales; sin embargo, el ejercicio de esta atribución debe ceñirse al postulado constitucional antes referido. En este sentido, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no desconoce la posibilidad que tiene el sentenciado de acceder al tratamiento psicológico durante su estancia en prisión si así lo desea, sin embargo, la imposición de un examen de personalidad para calificar la conveniencia de ser reinsertado a la sociedad no satisface los estándares constitucionales antes referidos, pues no es factible ver al interno como a un sujeto con patologías mentales o psicológicas.