Jerarquía de la Iglesia Católica

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INTROCUCCION:
La palabra Iglesia significa convocación. Da nombre a la reunión de aquellos que han sido llamados por la
palabra de Dios, para formar su Pueblo.
La reunión del Pueblo de Dios tiene su inicio en el instante en el que el pecado destruye la comunión de Dios
y de los Hombres. Esta es, por decirlo de alguna manera, la reacción de Dios al caos provocado por el pecado.
El señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir la llegada del reino de Dios
prometida desde hacía siglos en las escrituras.
La Iglesia fundada por Jesús es una estructura con Jerarquía. La palabra Jerarquía significa, mando sagrado.
Esto queda muy claro cuando Jesús de entre la multitud, que los seguía, escogió a doce. Y de entre los doce,
seleccionó a Pedro, para que fuese quien guiara al pueblo de Dios.
Existen dos principios básicos en la constitución del Pueblo de Dios:
Principio de igualdad: todos los bautizados están igualmente llamados a la plenitud de la santidad, que es la
misma para todos, y todos están igualmente llamados al apostolado común.
Principio de variedad: aunque la santidad y el apostolado son, en cuanto a su sustancia y fin, iguales para
todos, sin embargo, hay diversidad en los modos y formas de alcanzarlos, dependiendo de las condiciones de
vida y de las vocaciones particulares específicas (Juan 3,8).
En virtud del principio de igualdad, todos los que pertenecen al pueblo de Dios reciben el mismo nombre; el
de fieles, y todos gozan igualmente de una condición común, que se llama estatuto jurídico del fiel, es decir,
conjunto de derechos y deberes que nacen de la condición de file
De acuerdo con el principio de variedad, podemos hacer distinciones de jerarquía en el Pueblo de Dios, que
desarrollaremos a medida que avancemos en la investigación desarrollada.
La institución de los doce Apóstoles:
Jesús instituyo a los doce Apóstoles a modo de colegio. De entre los doce selecciono a Pedro, poniéndolo en
frente de ellos. Sólo a él le dijo: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", sólo a Pedro le entregó las llaves del
Reino de los Cielos, sólo a Pedro le ordenó: "Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos". Únicamente a
Pedro, Jesús le dijo que había "orado por él para que cuando "volviera" de su pecado, confirmara a sus
hermanos",(Lc.22,32).
Es decir, Jesús le entregó la llave a Pedro para hacer del episcopado uno solo e indiviso siendo este el pastor
de todo el rebaño.
El día del Pentecostés Jesús le encomendó a los Apóstoles que extendieran la Iglesia e hiciesen que todos los
pueblos fueran discípulos suyos.
Los obispos, sucesores de los Apóstoles:
La misión encomendada por Jesús a los Apóstoles debía durar hasta el fin del mundo, puesto que la palabra de
Dios que ellos deben transmitir en todo tiempo es el principio de la vida para la Iglesia. Por lo tanto los
Apóstoles en sus predicaciones debían dejar testimonios de la obra de Jesús a sus colaboradores más
inmediatos, a fin de que cuando ellos murieran se convirtieran en sus sucesores y se hiciesen cargo del
ministerio. Es así que por medio de aquellos que fueron establecidos por los Apóstoles como Obispos y como
sucesores suyos hasta nosotros, se difunde y se conserva la tradición apostólica en el mundo entero.
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El episcopado como sacramento
En la persona de los obispos, Jesús esta presente en medio de los fieles como pontífice supremo.
Los Apóstoles fueron elegidos para apacentar el rebaño del señor y a ellos esta encomendado el testimonio de
la buena noticia de la gracia de Dios y el glorioso misterio del Espíritu y de la justicia.
Los Apóstoles fueron enriquecidos por Cristo por una efusión del Espíritu Santo. Ellos a su vez, a través de la
imposición de las manos, les transmitieron a los colaboradores este don Espiritual que ha llegado hasta
nosotros en la consagración episcopal.
La consagración episcopal, junto con el oficio de santificar, confiere también los oficios de enseñar y regir, los
cuales no pueden ejercerse sino en comunión jerárquica con la cabeza y los miembros del colegio.
Es propio de los obispos incorporar, por medio del sacramento del orden, nuevos elegidos al cuerpo episcopal.
El colegio de los obispos y su cabeza
Este colegio expresa la variedad y universalidad del pueblo de Dios. Los obispos manteniendo fielmente el
primado y la preeminencia de su cabeza, ejercen una potestad propia en bien de sus propios fieles, mientras el
Espíritu Santo consolida, sin cesar, su estructura orgánica y su concordia.
Relaciones de los obispos dentro del colegio
La unión de todo el colegio se manifiesta también en las mutuas relaciones de cada obispo con las Iglesias
particulares y con Iglesia universal.
Los obispos, cada uno en forma individual, son el principio y fundamento visible de la unidad en sus propias
Iglesias. Todos juntos con el Papa representen a toda la Iglesia en el vinculo de la paz, el amor y de la unidad.
Cada uno de los obispos solo ejerce su poder sobre la Iglesia que se le ha confiado, no sobre otras ni sobre la
Iglesia universal.
Todos los obispos, deben instruir a los fieles en el amor del cuerpo de Cristo, sobre todo de los miembros
pobres, de los que sufren y de los que son perseguidos. Gobernando bien sus Iglesias como porciones,
contribuyen al bien de todo el cuerpo místico, que es también el cuerpo de todas las Iglesias.
Los obispos deben prestar una fraternal ayuda a las otras Iglesias, sobretodo a las vecinas y a las más pobres,
dentro de esta universal comunión de la caridad.
Esta variedad de Iglesias locales, dirigidas sin embargo a un solo objetivo, muestra la indivisa catolicidad de
la Iglesia.
El ministerio de los obispos
Los obispos tienen la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el evangelio a toda la creación, ya
que por medio de la fe logran el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos. Este encargo que el Señor
le dio es por obra y gracia del Espíritu Santo.
Por otra parte los obispos pueden negar al sucesor de Pedro pero no puede ser elevados al cargo (ser Papa).
El oficio de enseñar de los obispos
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Los obispos han heredado la autoridad de Cristo para realizar su oficio principal que es la predicación del
evangelio ganando así nuevos discípulos para Cristo.
Tanto los obispos como el Romano Pontífice deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad
divina y católica; sus fieles deben aceptar sus juicios y adherirse con religiosa aceptación.
Los obispos no necesitan ninguna aprobación ni admiten tampoco la apelación de ningún otro tribunal, por
que en estos casos el Romano Pontífice no actúa como persona privada sino como maestro supremo de la
Iglesia universal, en que individualmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o
defiende la doctrina de la fe católica. Esta infalibilidad reside también en el cuerpo de los obispos cuando
ejerce el supremo magisterio juntamente con el sucesor de Pedro.
Cuando el Papa junto con el cuerpo episcopal definen una doctrina, lo realizan siempre de acuerdo con la
misma Revelación, a la que todos deben atenerse y conformarse, lo cual es gracias a la luz del Espíritu de la
verdad, y es conservado santamente y fielmente expuesta en la Iglesia.
El oficio de santificar de los obispos.
El obispo es el administrador de la gracia del supremo sacerdocio sobretodo en la eucaristía que el mismo
ofrece. En las Iglesias se congregan los fieles por la predicación del evangelio de Cristo y se celebra el
ministerio de la cena del Señor a fin de que por el cuerpo y la sangre del Señor queda unida toda la
fraternidad.
En estas comunidades, por más que sea con frecuencias pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, esta
presente Cristo, por cuyo poder se congrega la Iglesia, una santa, católica y apostólica.
Así, los obispos, orando por el pueblo y trabajando, dan de muchas maneras y abundancia la plenitud de la
santidad de Cristo. Por medio del misterio de la palabra comunican el poder de Dios para la salvación para
todos los que crean, y por medio de los sacramentos santifican a los fieles. Ellos, deben edificar a sus súbditos
con el ejemplo de su vida, guardando su conducta de todo mal y, con la ayuda de dios, transformándola en
bien en la medida de lo posible para llegar con su pueblo la vida eterna.
El oficio de regir de los obispos
Los obispos han sido encomendados, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también
con su autoridad y con su potestad sagrada que ejercitan únicamente para edificar a su rebaño en la verdad y
en la santidad y como gobernador para servirlos.
En virtud de su potestad, los obispos tienen el sagrado derecho, y ante Dios el deber, de legislar sobre sus
súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece a la organización del culto y del apostolado.
A ello se le confía el cuidado habitual y cotidiano de su pueblo.
El obispo enviado por el padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre ante los ojos el ejemplo del
buen pastor que vino a no ser servido, sino a servir y a dar su vida por ellos. Los fieles, por su lado, deben
estar unidos a su obispo como la Iglesia lo esta a Cristo y como Cristo mismo lo esta con el padre, para que
todas las cosas armonicen en la humanidad y crezcan para la gloria de Dios.
Los presbíteros. Sus relaciones con Cristo, con los obispos, con el presbiterio y con el pueblo de Dios.
Los presbíteros dependen de los obispos, sin embargo se encuentran unidos en el orden del sacerdocio, por el
cual han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del nuevo testamento, sirviéndoles de esta manera
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celebrar el culto divino, y evangelizar. Su oficio principal lo ejerce en el culto eucarístico, ofreciendo de esta
manera su autoridad de Cristo, pastor y cabeza, lo hacen por medio de la eucaristía.
Los presbíteros junto con los obispos forman un grupo llamado presbiterio, que representa a un grupo en una
región representa una Iglesia universal donde el padre es el obispo y sus hijos son los presbíteros. Por su parte
los obispos lo consideran como hijos amigos tal como Cristo lo hizo con los discípulos.
Todos los presbíteros se unen entre si en intima fraternidad que debe manifestarse en espontánea y gustosa
ayuda tanto espiritual como material. También pueden darle a conocer la imagen de Cristo tanto los católicos,
y no católicos, fieles e infieles, por medio de la Fe y práctica de los sacramentos.
Los diáconos
Representan una jerarquía inferior a los presbíteros, es decir que no es de un orden sacerdocio sino en orden al
ministerio. Estos sirven al pueblo de dios en el ministerio de la liturgia de la palabra y de la calidad. El oficio
de ellos puede ser: Bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, asistir al Matrimonio y bendecidlo en
nombre de la Iglesia.
Actualmente en la Iglesia latina existen muchas regiones en donde no es fácil desempeñar estas funciones, por
eso, por parte de la aprobación el sumo pontífice puede ser conferidos a varones de edad madura, aunque
estén casados, y también a jóvenes idóneos.
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