XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Escritura, género y subjetividad femenina. El cuerpo (sexual) de la escritura Sigifredo Esquivel Marín Unidad Académica de Docencia Superior Universidad Autónoma de Zacatecas La intención del presente ensayo es dilucidar la escritura a partir de la corporalidad y la experiencia femenina feminista; desde un cuerpo, acaso el cuerpo que escribe merodeando el cuerpo sexual de la escritura. Este ensayo es un comentario sobre los residuos corpóreos de la significación de la escritura. Para tal propósito –o despropósito– me remito a escritores y obras singulares, cuya irreductibilidad está a prueba de todo juego comparativo. Se trata de potenciar una búsqueda a partir de obras marginales que son cómplices de una aventura hacia lo desconocido. Tal es la carta de navegación de la presente bitácora. ¡Qué el viaje sea leve! La escritura femenina es (dar a luz el cuerpo de) la hospitalidad Supongo, únicamente supongo. Sobre la escritura femenina aventuro, aviento una conjetura: una travesía por la marginalidad, una subversión política, anónima violencia que intenta abrirse paso a ciegas, bajo identidades contradictorias y máscaras impuestas. Hay una escritura que habla del cuerpo de la mujer desde ese cadáver putrefacto del orden masculino. Identidad formada por el conjunto de elementos materiales y simbólicos que identifica y al mismo tiempo petrifica bajo un otro. Atrapado en las rejas del lenguaje, el acto de nombrar fue por mucho tiempo una prerrogativa masculina.1 No obstante, la discusión del lenguaje, 1 Rich, Adrienne, On Lies, Secrets and Silence, New York, Norton, 1979, p. 35. El potencial subversivo de su obra apenas está siendo explorado por la crítica; su juego de escritura abierto a partir de la resignificación del cuerpo cuestiona de forma creativa dogmas de la tradición feminista anglo- norteamericana. 1 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 desde la diferencia sexual, aglutina debates que se pierden en un murmullo mediático, una interferencia casi imperceptible. La crítica feminista se pregunta si hombres y mujeres emplean el lenguaje de manera distinta, si el lenguaje es un instrumento de poder falocéntrico, y si en tal caso, las mujeres podrían crear lenguajes y obras de arte propios. Poetas y escritoras encabezan el ataque en contra de lo que Adrienne Rich nombra “el lenguaje del opresor”. Se esgrime que el discurso social dominante muestra la ideología masculina. En consecuencia, cuando una mujer escribe o habla para afirmar su existencia, estaría forzada a hablar en una lengua extranjera; una lengua hostil y esclavizante.2 De ahí, deducen que el desafío que hoy enfrenta la mujer consista en reinventar su propio lenguaje: no hablar solo en contra, sino fuera de la estructura falocéntrica especular, aquí la pregunta es ¿cómo?, si milenariamente el lenguaje ha sido una red del poder? Pese a su atractivo, la defensa de un lenguaje femenino no sólo está plagada de dificultades y contradicciones sino que puede ser una camisa de fuerza para la mujer; autoras como Judith Butler y Camilla Paglia han mostrado los límites de un pensamiento que afirma de forma total y totalitaria una diferencia excluyente. No sólo porque no existe lengua ni dialecto hablado únicamente por mujeres en una sociedad, tampoco hay evidencia para afirmar que los sexos tienen sistemas lingüísticos diferentes, sino ante todo porque el uso del lenguaje no puede explicarse en términos de lenguajes sexualmente separados, más bien como producto de innumerables factores de género, tradición, memoria y contexto.3 Según críticas feministas como Rosi Braidotti hay una resistencia inalienable que constituye una experiencia alterna a la del hombre, zona desierta o espacio femenino. Se busca convertir en realidad el peso simbólico de la conciencia femenina, hacer visible lo invisible, lograr que lo silencioso hable. Lo cierto es que 2 Burke, Carolyn, “Report from Paris: Women’s Writing and the Women’s Movement, Signs, 3, Verano de 1978, p. 884. 3 Showalter, Elaine, “La crítica feminista en el desierto”, en Fe, Marina (Coord)., Otramente: lectura y escritura feministas, México, F.C.E., 1999, pp. 618-619. Showalter es de las pocas académicas que intenta romper con la miopía acrítica que caracteriza a gran parte de la izquierda feminista norteamericana. 2 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 no existe escritura ni habla totalmente fuera del lenguaje dominante; acaso el mismo acto de hablar sea ya, en principio, sujetarse a ley de la cultura: ser sujeto. Ninguna obra humana, ya sea masculina o femenina, puede estar completamente libre de los mecanismos de control económicos, políticos y culturales de una sociedad determinada. Por lo menos, la creación femenina es una obra polifónica que encarna las voces artísticas, sociales y culturales de los vencidos y las voces del poder. Margen activo en constante descentramiento, la escritura femenina no está dentro ni fuera de la tradición masculina, sino de forma simultánea en ambas tradiciones. Se aloja en los umbrales del discurso. Tiene múltiples conexiones y niveles. Mapa de movimientos vivenciales, es una obra dinámica, grama móvil, que expresa el sentido haciéndolo. Obra que emerge del encuentro –o desencuentro y pugna– entre partes y pares. Escritura autobiográfica y género Según Jacques Derrida la autobiografía es una escritura impregnada de una alteridad que no deja nunca de irradiar contaminaciones. Relato testimonial y juego de la ficción, de manera intermitente se despliega como un devenir transgenérico. La relación verdad-ficción en la obra autobiográfica no es una disyunción sino más bien una indecisión. Su Circonfesión debe ser pensado bajo dicho planteamiento: un simulacro de confesión ante un simulacro de muerte (aunque el trasfondo sea la muerte real de su madre). Ni verdad, ni ficción, sino umbral inapropiable que excede todas las consideraciones binarias y convenciones literarias y filosóficas, la «auto»biografía, desvela siempre la disolución de lo propio del nombre y de la propia vida: Derrida escribe su autobiografía como una confesión «circuncidada» y «circundada». Como judío, su vida se inicia con la marca de la comunidad: la circuncisión que lo hace parte de una cultura, religión, alianza y don. Esa marca, pretendida marca de lo mismo, es al mismo tiempo marca de lo otro, no sólo de 3 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 la diferencia sino también de la exclusión y del dolor de ser otro. Juego de desapropiación y apropiación de lo propio es un paradigma de lo indecidible. En este juego de desapropiación, el autor de su «propia» vida deviene casi ajeno a la misma. Ni el mismo Agustín, desde la verdad interior, da cuenta de sí, porque esa interioridad ya está siempre habitada por un otro.4 La escritura de la vida se encarna como escritura de la sobrevivencia. En un relato de Blanchot titulado “El instante de mi muerte. La locura de la luz” se produce un cruce muy especial entre autor y lector, por lo que el fragmento nombra «una cierta hospitalidad, el lugar del lector como un otro y del otro como un huésped a quien ese testimonio autobiográfico y artístico no confía nada en suma, no da nada, nada a saber más que su muerte, su inexistencia». Como dice el mismo Blanchot en La escritura del desastre: “Hospitalidad de la muerte misma”. De ahí que escribir no sea sino desangrarse, desvivirse. Toda escritura está herida de muerte; es ella misma la anunciación de la muerte, y también la patentización de una excedencia más allá de la vida y la muerte. Ni mortal ni tampoco inmortal sino trans-mortal, la escritura testimonia lo imposible. La escritura de la identidad femenina feminista como re–escritura y experimentación Las mujeres escritoras han hecho de la escritura autobiográfica un espacio de exploración de su propia subjetividad, así como una cartografía de reinvención de la identidad. La escritura femenina feminista implica un ejercicio de re-escritura, trabajo paciente y tenaz de re-apropiación de moldes impuestos y trituración de esquemas preestablecidos. En estado de memoria Tununa Mercado la escritura resiste a los géneros literarios.5 La reflexión se abre a la narración y ésta se despliega como biografía, apunte, epigrama. El yo fijo que autolimita la 4 Cragnolini, Mónica, “Adieu, adieu, remember me. Derrida, la escritura y la muerte”, Derrida en Castellano, http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/derrida_muerte.htm 5 Cfr. Mercado, Tununa, En estado de memoria, Buenos aires, Ada Korn, 1990. 4 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 identidad es atravesado por un sinfín de búsquedas, encuentros, experiencias, relecturas y recuerdos. Para la autora la escritura es exilio literario y exploración de lo ignoto. La escritura avanza como inmigrante en un país lejano, se pierde y se re-encuentra sólo para definitivamente volverse a perder. El carácter oblicuo y laberíntico de la escritura borra el poder de la primera persona, transgrede el género autobiográfico. En estado de memoria el sujeto escribiente se extravía en la búsqueda de un autorreconocimiento bajo categorías impuestas, y sin embargo, se re-encuentra en distintas figuras y figuraciones de la alteridad.6 A través de la escritura autobiográfica, las mujeres impugnan el principio de identidad para encarnar al sujeto de la diferencia. Subjetividad en fuga, el cuerpo intransferible de la escritora desenmascara la identidad y promueve formas abiertas de identificación. En estado de memoria se describe un cuerpo que deja de ser “constituyente y determinante de la configuración de la subjetividad al huir de las pautas simbólico-culturales establecidas como signos reconocidos de representación. Se muestra el cuerpo exiliado de sí mismo, un cuerpo que diluye toda certidumbre de identidad”7. Lejos del mítico Narciso literario eternamente enamorado de su imagen, la escritura autobiográfica funciona como un espejo monstruoso que devuelve imágenes equívocas de una identidad siempre distorsionada. En la mujer, en su autorrepresentación, hay algo que escapa al discurso. Autodesconocimiento, extrañeza y desposesión, los límites del propio cuerpo dejan de ser propiedad de una mujer que escribe y se convierten en fronteras móviles: En síntesis, la desnudez, la carencia y la imagen del espejo, pasan a constituirse en los recursos que Tununa Mercado articula para trazar el destino inexorable de una subjetividad fugitiva, (des)encarnada en el cuerpo del exilio. Destino de ser un escenario vacío, un cuerpo sin espesor, en el que sin embargo existe algo que ningún vestido jamás podrá cubrir. Algo que insiste en el orden del sentido para 6 Cfr. Jara, Sandra, “Escribir(se) fuera de los límites (Sobre En estado de memoria), Cuadernos del CILHA, No. 7/8, 2005-2006, http://ffyl.uncu.edu.ar/IMG/pdf/sandra_jara.pdf 7 Ibidem. (La cita ha sido ligeramente modificada.) 5 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 marcar la presencia de un hueco, de una grieta, de un dolor inexpresable, algo que en definitiva se resiste a la representación: una falta, un vacío que el tránsito del deseo de autorreconocimiento no podrá jamás colmar.8 Por medio de la escritura autobiográfica, las mujeres tienen –y ejercen– la transformación de la propia biografía y la reconfiguración de una identidad impuesta desde la memoria y la utopía. El lenguaje y el cuerpo expresan lo inidentificable, lo sin Yo, y sin nombre, la presencia de lo inaccesible, la huella de la represión, pero también, el trazo de un eros femenino feminista que impugna creativamente toda domesticación. Helene Cixous y la deconstrucción de la identidad faloscéntrica En la eliminación de fronteras, Helene Cixous ejerce una exploración poética. Ejercicios de relectura, sus textos creativos son derivas de otras escrituras. En la risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura retoma el ejercicio de deconstrucción emprendido por Jacques Derrida. Desmonta las oposiciones binarias de la cultura occidental y desenmascara la jerarquía del logos sobre el pathos; un logos concebido como día, cultura, sol, padre, lo activo. Y un pathos reducido a noche, naturaleza, luna, madre, lo pasivo. Privilegio occidental del falocentrismo en la filosofía, la historia y el arte. Para Cixous la escritura femenina depende de una libido cósmica. Escritura que no se inscribe jamás ni discierne sus límites. Hay un vínculo entre la economía libidinal de la mujer –su goce, el imaginario femenino– y su modo de constituirse. Para Cixous, lo femenino pasa por las alteraciones: suspenso, silencios, superabundancia, vínculo con la voz de la madre mezclada con leche. La mujer escribe con la tinta blanca, escribe con su cuerpo, y al hacerlo, transgrede el orden impuesto en un acto de autoliberación.9 La metáfora de las oposiciones binarias, según Cixous, la 8 Ibidem. Araújo-Delgado, Textos de teorías y crítica literarias (Del formalismo a los estudios poscoloniales), México, UAM, 2003, p. 516 9 6 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 seguimos y nos trasporta bajo todas sus formas y por todas partes donde se organiza un discurso: desde la literatura, la filosofía y la crítica, hasta la cultura, la sociedad y la tecnología.10 Según la escritora argelina de origen judío, el pensamiento siempre ha funcionado por oposiciones. Arte, cultura, familia, religión, todo –según la autora– se construye recurriendo a los mismos esquemas: la historia de Occidente advierte está marcada por una constante absoluta, ordenadora de valores: la oposición actividad-pasividad.”11 Y si se interroga la historia de la literatura, el resultado es el mismo: la literatura está regida por lo filosofía, y esta por el falocentrismo. El orden filosófico se ha construido a partir del sometimiento de la alteridad, en tal sentido la mujer es la encarnación paradigmática de lo otro. Subordinación de lo femenino a lo masculino como condición de funcionamiento de Occidente.12 Privada de su condición de ser, la mujer ha estado obligada a guardar distancia consigo misma. Se le ha confinado a ver lo que el hombre quiere que ella vea. Excluida del sistema sociocultural, es la inhibición que asegura al sistema su funcionamiento. No ha podido habitar su propio cuerpo. Han colonizado el cuerpo del que no se atreve a gozar. La mujer tiene miedo y asco de ser mujer.13 La economía política sexual se organiza por medio de códigos diferenciados. Produce signos y significaciones sociales. Y ahí reproduce un sistema de inscripción cultural legible. La sexualidad masculina engendra una anatomía política centralizada bajo la dictadura de la cabeza sobre las partes (falo y en-céfalo), en cambio la mujer no realiza está fragmentación en provecho de la pareja cabeza-sexo: su libido es cósmica. La ley codifica la diferencia sexual, se codifica como relación de fuerza. Sin embargo, cabe 10 Habría que pensar el audaz ejercicio de deconstrucción de Helene Cixous como una radicalización política y afirmativa de la empresa derridiana, al consumar la crítica al falogocentrismo como creación de escrituras y subjetividades emergentes. Cixous, Helene, “La joven nacida”, La risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura, Barcelona, Anthropos, 1995, pp. 13-107; ensayo compilado en Araujo-Delgado, Op. Cit. p. 517. 11 Ibid. p. 519. 12 Ibid. p. 520. 13 Ibid. p. 525. 7 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 aclarar, como lo hace Cixous, que la diferencia sexual no es meramente una diferencia entre hombres masculinos y mujeres femeninas; la diferencia no se distribuye a partir de los sexos determinados de forma social. En este cuento que sigue siendo real, la mayoría de mujeres están despertando de un largo sueño; recuerdan haber sido dormidas en el sepulcro del silencio, la muerte y la ignominia. Quizá un día se llegue a saber que el proyecto logocéntrico siempre ha sido, inconfesablemente, fundar el falocentrismo.14 La puesta en duda de la alianza entre logocentrismo y falocentrismo amenaza la estabilidad conceptual de Occidente. Sin embargo, la autora no excluye hoy la posibilidad de transformaciones radicales de comportamientos, mentalidades, roles, en suma: de la economía política (economía libidinal). En su poderosa aleación, La economía política, que en tanto control de cuerpos implica una economía libidinal, re-construye el espacio y el tiempo vital de representación del imaginario social y de la imagen corporal. La invención implica abundancia de lo otro, lo diverso; súbitas apariciones de un otro yo absolutamente desconocido. Pero no existe la invención del otro – aclara Cixous– sin que un juego de bisexualidad obre en mí como cristalización de mis ultrasubjetividades; bisexualidad “no como búsqueda de fusión de dos mitades por miedo a la castración, sino como localización individual en sí de cada uno de los sexos como umbral de tránsito y afecciones. En fin, permiso otorgado para la multiplicación de los efectos de inscripción del deseo en todas las partes de mi cuerpo y del otro cuerpo”.15 La mujer acepta lo Otro. Su convertirse-en-mujer no elimina nunca del todo la bisexualidad latente. Feminidad y bisexualidad van juntas, en una combinatoria que varía según los individuos, distribuyendo de manera distinta sus intensidades. Al hombre le resulta mucho más difícil dejarse atravesar por el Otro. La escritura en la mujer, puede ser, el paso, entrada, salida, estancia, del otro que soy y no soy. 14 15 Ibid. p. 520. Ibid. pp. 532-533. 8 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Feminidad: apertura: cuidado en vida del Otro; lo propio es su capacidad para desapropiarse: cuerpo sin fin, sin extremidad, sin partes principales: ilimitado cosmos erótico que recorre un inmenso espacio astral. Feminidad: amar al Otro, en calidad de absolutamente Otro y sin sumisión. Escribir la feminidad: proceso de construcción del entre, entre lo mismo y lo otro. Dinamizar al infinito un recorrido multiplicador de transformaciones. Y esto –según la autora– no se produce sin riesgo, dolor y pérdida. Hay que abismarse en lo desconocido y enloquecedor. La escritura femenina no puede sino proseguir. Siempre traspasando sus límites hacia lo infinito. Al escribir, la mujer es cántaro y dulce carne que canta: injerta una transformación viva. La luz femenina no cae. Irradia una ascensión absolutamente imparable, dolorosa. Brota y desgarra, humedece, separa espesuras y volúmenes. Contra la opacidad, se abre y es luz y percibe las entrañas de la materia. En ella despierta el alma y la sangre (ambas son una), levantándose, bajo la insurrección de un nuevo cuerpo, de una nueva carne.16 La posibilidad de alteración y devenir radicales se inscriben en el cuerpo. Creación literaria femenina: experiencia del parto: alumbrar un ser más fuerte, más grande, más pleno que uno mismo. Vínculo con el Otro que se vive en una relación única: en la escritura y en el parto. Escritura como la experiencia del no yo en el yo. Vínculo entre una economía femenina abierta y pródiga hacia el Otro y una escritura que siempre excederá el sistema falocéntrico. La feminidad en la escritura privilegia la voz: escritura y voz se trenzan, se traman en la continuidad de un ritmo. Un aliento jadea en texto hasta destrozar el goce en la palabra soberana. Cree Cixous que la mujer materializa carnalmente lo que piensa. Se expone, con su cuerpo expresa lo que piensa y siente: en toda mujer canta el primer amor sin nombre.17 La escritura literaria femenina guardaría, según ella, la posibilidad de expresar y describir el cuerpo, algo tan incomunicable como Dios, el alma o el Otro. El cuerpo, en la mujer que escribe, 16 17 Ibid. pp. 538-539. Ibid. p. 545. 9 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 es la inmanencia que inscribe el estilo de mujer en la lengua: voz irreductible. La voz femenina siempre guarda un poco de la madre previa al origen y a la designación del nombre propio. Escribe con una voz mezclada con leche. Ella dispara. Rompe. Desde un cuerpo prohibido a gozar. La mujer tiene casi todo por escribir acerca de la feminidad, de la infinita y móvil complejidad de un erotismo fulgurante. De ahí que siguiere que en la escritura femenina se aventura una pulsión, un viaje brusco y un lento despertar: cuando la mujer deje que su cuerpo y articule la abundancia de significados y sentidos repercutirá la lengua materna de un solo surco.18 El cuerpo de la mujer que se expresa, literalmente, en texto violenta las dicotomías autor-escritura, lector-obra. Las mujeres son cuerpos: sentencia Cixous. Y lo son más que el hombre. Más cuerpo, significa según ella, más escritura. Durante mucho tiempo, la mujer respondió con el cuerpo a las vejaciones. Durante mucho tiempo la mujer se mordió la lengua antes que hablar, por eso conoce su lengua y su boca mejor que nadie. Sabe lo que es el silencio y el (con)fin(namiento). Aquella que en una sola palabra del cuerpo inscribió “el inmenso vértigo de una historia arrancada como una saeta de toda la historia de los hombres, de la sociedad bíblico-capitalista”, es la mujer legión, la mujer mártir ajusticiada quien va a trastocarlo todo, y después de ella, “ninguna relación intersubjetiva podrá ser como antes”. Pese a las sugerentes aportaciones, la posición de Cixous suele caer en una visión esencialista, orgánica y biológica bajo la declaración extrema de la diferencia de género: anatomía es texto literario. Ya se ha denunciado el determinismo biológico que invoca a un cuerpo femenino único y absoluto como retroceso a un descarnado esencialismo: en su obsesión por “el territorio corporal de nuestra inteligencia” la biocrítica feminista puede ser también cruelmente prescriptiva. La exhibición de heridas sangrantes se podría convertir en un rito de iniciación muy distante y sin conexión alguna con una visión crítica; ¿alguien recuerda el reality show de Laura en América? Las editoras de la revista Questions Féministes señalan, es 18 Ibid. p. 547. 10 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 peligroso colocar al cuerpo en el centro de una búsqueda de identidad femenina. No se puede olvidar que la diferencia entre los sexos se ha utilizado para justificar el poder absoluto de un sexo sobre el otro. Las ideas acerca del cuerpo son fundamentales para comprender cómo las mujeres conceptualizan sus situación en la sociedad, pero no puede haber expresión corporal sin estructuras lingüísticas y sociales. La diferencia en la práctica literaria femenina debería buscarse –según palabras de Miller– en el cuerpo de su escritura y no en la escritura de su cuerpo.19 Una afirmación exagerada, y podría decirse inconsistente (¿entre otras afirmaciones?), que aparece en “La joven nacida” hace la siguiente extrapolación: Un texto femenino no puede no ser más que subversivo: si se escribe, es trastornando, volcánica, la antigua costra inmobiliaria. En incesante desplazamiento. Es necesario que la mujer se escriba porque es la invención de una escritura nueva, insurrecta, que permitirá llevar a cabo rupturas y transformaciones indispensables en su historia, al principio en dos niveles inseparables: individualmente, al escribirse, La Mujer regresará a ese cuerpo que, como mínimo, le confiscaron; ese cuerpo que convirtieron en el inquietante extraño del lugar, el enfermo o el muerto, y que con tanta frecuencia, es el mal amigo, causa y lugar de inhibiciones. Censurar el cuerpo es censurar, de paso, el aliento, la palabra.20 Por una parte, una serie de novelas rosa escritas por y para mujeres muestra que no toda las escritoras, por el simple hecho de ser mujeres, son subversivas –hay un sinnúmero de contraejemplos, al respecto tres nombres paradigmáticos: Corín Tellado, Laura Esquivel y Guadalupe Loaeza. Que una mujer escriba no garantiza necesariamente, una obra literaria, mucho menos una obra revolucionaria. Tampoco es suficiente que una mujer se ponga a escribir para 19 20 Showalter, Op. Cit. pp. 605 y 613. Cixous, Op. Cit.. p. 551. 11 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 que su cuerpo sea expresado en cabalidad. Por otra parte, ¿en cuantas obras, escritas por hombres no se aprecia la condición femenina desde una profundidad escalofriante? Marcel Proust y Jean Genet lo muestran y demuestran con creces. Afirmar que la literatura y el arte son construcciones canónicas falocéntricas nos da licencia para escribir y hacer cualquier obra desde una supuesta originalidad, que de antemano, se declararía a prueba de toda crítica, pues la crítica sería falocéntrica, claro está. La consecuencia –nefasta por sus implicaciones– de reducir toda apropiación y/o creación artística o literaria a un apéndice de expresión de género termina –al igual que las lecturas marxistas y culturalistas– por negar su singularidad expresiva, y por tanto, neutralizar su aportación creadora y crítica; puesto que el núcleo crítico de una obra reside en su potencial creacionista. La escritura como el espacio de soberanía trágica, como umbral infinito de infancia y despersonalizaciones no es un territorio virgen reservado a una nueva casta de mujeres escritoras indómitas. William Shakespeare, Marcel Proust, Jean Genet, Maurice Blanchot, Walter Benjamín, Gilles Deleuze (sólo por citar nuevamente algunos ejemplos) nos muestran, en su praxis creadora, que una escritura abierta a las alteridades no es exclusiva de las mujeres. Convengamos que la feminidad es apertura al otro, empero no es patrimonio de mujeres, así como la virilidad no es cualidad (únicamente) masculina; lo cual también debe prevenirnos para no caer en el reduccionista feminista anglosajón de separar de forma dicotómica el sexo del género, pues dicha separación tajante vuelve a introducir los criterios binarios y esencialista de un falocentrismo que no ha logrado superar ideológicamente –no sólo ha sido ingenuo sino pernicioso pensar que se pueden construir lenguajes conceptuales sin cierta adscripción metafísica de la realidad. Cixous ha matizado las cosas, al señalar que sólo con algunas excepciones, no hay todavía una escritura que admita la feminidad de forma plena. La idea es ubicar la escritura femenina feminista como un proyecto abierto al devenir del presente más que al pasado. 12 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Algunas teóricas del feminismo advierten que definir la diferencia y singularidad de la escritura femenina es una tarea escurridiza; puede conducir a callejones sin salida. Divergencia delicada, la diferencia manifiesta la naturaleza sutil y evasiva de la práctica feminista de la escritura. Pues sólo la figuración reiterada del cuerpo femenino permite construir una conciencia de género y articular la estructura de una compleja poética basada en una visión afirmativa de lo femenino.21 Aducen que las mujeres poetas piensan a través del cuerpo, ello no quiere decir que los hombres no piensen también corporalmente, pero sólo en las mujeres lo corporal potencia el acto de pensar. En la escritura de mujeres, el cuerpo femenino potencia metáforas de creación por medio del mismo cuerpo y de otras formas de razonamiento alternas a la lógica como la imaginación y la intuición. Esto resulta unilateral, puesto que en escritores como Platón y James Joyce también se establecen importantes analogías entre la gestación y la creación literaria. Uno de los principales problemas de la mayoría de escritoras feministas – pues aquí como en toda discusión verdaderamente relevante hay que evitar simplificaciones y generalizaciones sin establecer los matrices– es que liberarse significa asumir una identidad masculina, consciente o inconscientemente. Esto se puede observar claramente en el texto fundacional del feminismo El segundo sexo de Simone de Beauvoir. El patriarcado es una marca, una huella histórica y transhistórica que condiciona en gran medida nuestras formas de pensar y hacer. El patriarcado constituye un régimen de dominación que es funcional al sistema de producción y que estableció una dinámica propia en las relaciones de poder y convivencia. La lucha de la mujer no es la lucha de clases, etnias o minorías sociales, pero no cabe duda de que todas las formas de resistencia frente al poder hegemónico se interrelacionan. La literatura feminista en América 21 Russoto, Margarita, “Modernidad alternativa en la poesía venezolana”, en Mujeres latinoamericanas del siglo XX. Historia y Cultura, T. I, México, UAM, 1998, p. 140. (En América Latina, las apuestas teóricas más interesantes son las que abren un diálogo crítico con los textos feministas desde los contextos marcados por el colonialismo, la marginalidad y una serie de dispositivos de opresión. Esto implica que los estudios de género europeos y norteamericanos exigen una deconstrucción poscolonialista: una relectura desde el margen.) 13 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Latina, más que comienzo de una tradición, representa una subversión constante de todo lo que niega el diálogo entre alteridades polifónicas.22 Deconstruir el falocentrismo no es posible sin la deconstrucción geopolítica del eurocentrismo y las formas de dominación subsidiarias a toda visión hegemónica. Braidotti y Richard: subversión nómada (A manera de epílogo) El pensamiento nómada de Rosi Braidotti se encarna como una filosofía materialista del cuerpo. Si retoma la desgastada y polémica noción de sujeto y subjetividad, herencias de la filosofía moderna, lo hace para potenciar el feminismo como una filosofía política y ética de cara los principales temas y problemas de la sociedad contemporánea. En Sujetos nómades Braidotti elabora una crítica al sujeto racional que funda y fundamenta la modernidad tecnocientífica. La responsable de ATHENA (Red de la Comunidad Europea de Género), a través de la noción deleuziana de sujeto nómade efectúa un trabajo de crítica y de creación dentro de la crisis actual del pensamiento contemporáneo. El sujeto nómade es una estrategia de demolición del pensamiento hegemónico y un espacio de autocreación social de los sujetos individuales y colectivos. La obra de Braidotti retoma los conceptos de nomadismo y devenir de Gilles Deleuze. Ya la misma obra es una declaración de principios: “Por la senda del nomadismo”. El libro nos recuerda la idea del libro experimental y vitalista de Michel Foucault: “Este libro no hace más que trazar un itinerario intelectual; también refleja la situación existencial como la experimenta un individuo multicultural, un emigrante convertido en nómade”.23 La escritura feminista femenina traduce una serie de búsquedas plurales de autocreación que impactan más allá de los estudios de género en la conformación misma de nuestras sociedades contemporáneas. 22 Alonso, María Elena, “Entre el deseo y la imposibilidad: la poesía de Delmira Agustín, Alfonsina Storni y Julia de Burgos, en Mujeres latinoamericanas... pp. 150-151. 23 Braidotti, Rosi, Sujetos nómades, Buenos Aires, Paidós, p. 25. 14 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Y sin embargo, el nomadismo como teoría y práctica de las multiplicidades de sujetos y sociedades contemporáneas, es un concepto que tiene que ser deconstruido desde la marginalidad crítica de otros agentes de la movilidad social que no hacen turismo revolucionario o existencial: los migrantes. Antítesis efectiva del flujo liberador, la migración replantea toda visión idílica del nomadismo. Nelly Richard en varios de sus luminosos ensayos analiza la producción artística y cultural a partir de un poderos dispositivo crítico que resignifica la crítica cultural y los estudios de género desde una óptica poscolonialista. Frente a visiones de negación y autonegación, la autora reclama el derecho a la teoría desde Latinoamérica como una crítica a la autoridad del saber hegemónico. Apela a la memoria como un proceso abierto de reinterpretación y autointerpretación.24 Desde la perspectiva de Richard se podría decir que hay un cierto nomadismo postmodernista (no cita a Braidotti, pero se puede inferir que se trata de autoras como ella), que “todo lo deslocaliza sin cesar, borrando peligrosamente fronteras y antagonismos. (En cambio) Contexto y Experiencia designan el modo contingente, situacional a través del cual las feministas latinoamericanas producen teoría”25. Para leer la composición heterogénea de la realidad y el proceso de descentramiento continuo de los sujetos actuales, considera Richard que hacen falta teorías flexibles capaces de abrirse a la multiplicidad articulatoria de las diferencias: teorías que no conciban lo femenino como un término absoluto o retotalizador “sino como una red de significados en proceso y construcción que cruzan el género con otras marcas de identificación social y acentuación cultural”26. 24 Richard, Nelly, Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento críticos, Buenos Aires, siglo XXI, 2007, pp. 13, 18-19, 93, 211. El prolífico trabajo de Richard da un paso más allá del posmodernismo y post-estructuralismo europeos al mostrar y demostrar conceptos como alteridad y diferencia desde un campo de acción-actuación que sortea las dicotomías centroperiferia, capital-marginal a partir de los lenguajes del arte realmente existentes y la semiotización de la vida cotidiana. Se podría concebir su quehacer intelectual como la construcción de herramientas para una subversión autocreadora. 25 Richard, Nelly, “Experiencia y representación: lo femenino, lo latinoamericano”, en Colonialidad y crítica en América Latina, Puebla, UDLA, 2007, p. 487. 26 Ibid, p. 494. 15 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Sugiere que hace falta un feminismo de las diferencias (no de la diferencia), una apuesta teórica que en lugar de contribuir a una representación homogénea de la feminidad propague escrituras y creaciones que se constituyan como vectores de descentramiento significante y que postulen múltiples combinaciones de signos y transiciones contingentes, de sexos e identidades plurales y transversales. Todo ello en las antípodas de muchas de las empresas feministas y de género de rescatar las experiencias y representaciones de un cuerpo y escritura de una supuesta subjetividad femenina feminista primigenia. En el cruce complejo y contradictorio de escritura, género y subjetividad femenina, el cuerpo (sexual) de la escritura, no es un dato, tampoco es un principio o fin, sino un proceso histórico, social, político, ético y estético abierto a todas las precariedades y vicisitudes que padecemos. 16 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Bibliografía Aisenson Kogan, Aida, “La significación antropológica del cuerpo vivido”, Cuerpo y persona. Filosofía y psicología del cuerpo vivido, México, F.C.E. 1989. Alonso, María Elena, “Entre el deseo y la imposibilidad: la poesía de Delmira Agustín, Alfonsina Storni y Julia de Burgos, en Mujeres latinoamericanas del siglo XX. Historia y cultura, T. 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