PROMETEO ENCADENADO El seco graznido entre el silencio y el espacio añil, de una tarde que descarga, las grisáceas sombras que se ciernen sobre el suelo cimentado en grava, la voz que es tenue y temerosa, e intenta decir no sé qué cosas, pero en lugar de decirlas, las farfulla sin centrar el intelecto, sin entregar la idea, y solo ronda entre el murmullo, y el blablá; entre la paz que sabe que no es tal, entre el ignoto país, y el mundo cierto. Y cruje el engranaje de su averno, que va girando a contraviento, haciendo que la escala se ande descendiendo, en lugar de ascenderla en rol eterno... Vuela el pájaro portando en el pico verborreas, agitando las alas presuroso, vuela que atraviesa el azul cielo, buscando hacer su nido, tejido entre verdades y mentiras, queriendo retornar desentrañando a Prometeo, mira al suelo y ve la realidad del hombre en sus escalas, que es animal que intenta, pero no puede, alzar el vuelo, y en tanto ve que pasa, grazna en dosis repetidas, mientras el de abajo, agachado, sigue en su rodeo... Y… ¡Ay de aquí!... Y… ¡Ay de allá!... No brillan los reflejos, y en mate se han planteado, el color que antes fuera de un dorado fuego, como el sol; hoy sólo se contentan con el zigzagueo de su retórica perpetua, convencidos de que siempre han convencido, pero convencidos también, de que están muertos... Y sigue Prometeo, esperando el rutinario vuelo, del ave que en su afán perpetuo, viene a devorar el castigo que le toca a aquel que ose arrebatar, lo que solo es de los dioses, el oro y el cantar, el fuego, la vida digna que no es para el "indigno", y es sólo para el dueño de la falsa libertad... Oh hombre, pobre esclavo, y verdadero pobre diablo; ser de barro, esclavos somos, y esclavos nos vemos; esclavos seremos, y esclavos nos veremos... Tanto así que en el correr del tiempo, de vernos siempre así, nos acostumbraremos, que ya será normal la condición... Y el grito de ¡Hombres Libres! Se habrá acabado, a porrazos, a insultos, a bofetadas, y a balazos; nos será borrado y programado el corazón, la desearemos, y si nos falta esclavitud, atadura que comiendo nos sostiene, gritaremos con dolor, porque es la condición que extrañaremos... YO AMO TU SER QUE ES AMOR . Yo amo, amor, el aire perfumado por tus pétalos de flor; amo el nacarado, beso apasionado de tus labios en color, que se entregan en silencio, y reviven en mi ser, aquel momento prodigioso de tu fe; y el calor regenerado, en matinal fulgor, de aquella madrugada, donde voces que no dicen nada, han dicho todo, a toques, y a palmos a besos, y a espasmos... Yo amo, amor, tu ser de bengala que se enciende todo, y en su espacio más intenso, con el rojo fuego que te surge y combustiona, desde el toque a la mirada, desde el roce, hasta la ansiada carne apretujada, entre las manos que abalanzan como fieras, sobre presa deseada, devorando todo, sin dejar más nada, para aquel momento, sin final, sin retirada, solo afirmando, en voces vivas gratitud por la gozada. Amor eres mi amor, la fe entregada, en gestos de calor, de día o madrugada, sobre el lecho, el sofá, o también la almohada, de pie, de lado, o en recostada acrobacia del amor, en que estás enamorada, dedicando tu pasión, y afianzando el hecho, de que somos más, si somos uno, un ser lleno de amor, la misma hechura que entregada, hacemos del amor, la paz y no la guerra, la riqueza espiritual, la salud, y no la enfermedad, la vida, y no la muerte, el todo, que somos; y no la nada, que seríamos estando solos… LA VIDA, TU MISTERIO Cada día que nace, es el comienzo de la vida, y cada día que pasa, vamos muriendo un poco... Un día más de vida, es en realidad un día menos de la misma... Y si, noto que en silencio, vas hablando, vas diciendo, que no existe más, allá en lo de adentro, que no sea el corazón que late presto, urgido, animado por soltar, las riendas a tu estilo... A veces llueve, a veces truena, a veces regocijase en ti el grisáceo desconcierto... A veces me fascinas, y a veces me aterras, pero ahí está la voz que suena, que se hace perceptible a pesar del descontento, por las cosas que maquinas... Hay alfombras voladoras que vierten lágrimas sobre el duro firmamento por donde transcurre el tiempo terrenal, y más allá, en el mar, mientras los marineros cantan, más acá, en los jardines, las vírgenes soñando están. Después de ti, el todo es nada... y la nada no existe, si tú estás aquí... Alejandro de la Sal y Rosas nació en Lima – Perú, el mismo año que el General Velasco diera el golpe de estado al Arq. Belaunde, 1968. y, un día antes de celebrarse el Día del Campesino, es decir, un 23 de Junio. Soy hijo de Don Manuel Sal y Rosas, periodista y contador público. Y, de Doña Hilda Sánchez Campos, maestra que dejó las aulas, y a sus estudiantes, por dedicarse a formar a sus siete hijos. Él nos dice: “Mi infancia bordeaba entre los límites de la holgura, y las limitaciones económicas. A veces había, y a veces no había. Eran tiempos difíciles. Nací cuando nació un gobierno socialista en el Perú, y los ajetreos doctrinarios de aquél, aplicados a la política, y la economía nacional, golpeaban nuestra estabilidad. Aun así, mi padre siempre nos dio ejemplo de trabajo y esfuerzo denodados. Y mi madre, ejemplo de amor, lealtad, entrega, y compañerismo a pesar de las circunstancias. Hice la primaria en el CEP “San José de Artesanos”, ubicado a espaldas de la Federación de Periodistas del Perú, donde mi padre tenía un gran despacho. La secundaria, dados los resultados de la aventura militar socialista de los 70’s, la tuve que hacer en la Selva Central, ya que mi padre fue contratado por una cooperativa cafetalera para gerenciarla. Intenté ingresar a Derecho, en San Marcos y Villarreal sin éxito. Luego, estudié por necesidad de trabajar computación e informática, en un conocido instituto particular de Lima. Con el paso de los años, en 1989, fui a radicar a Chimbote, donde tuve a mi primer hijo, Alejandro Miguel. Y luego a Trujillo, en 1994, donde tuve a mis hijos, Rodrigo Alejandro, y Bruno Manuel. Hice estudios inconclusos en Ingeniería de Sistemas, en una universidad privada. Luego, por el deseo de abrirme fronteras, buscar nuevas oportunidades, dada la recesión económica, decidí partir al extranjero. Actualmente radico en Ginebra, Suiza”. Derechos Reservados © Alejandro de la Sal y Rosas. Ginebra, Suiza. 18 de Setiembre de 2014.