el valor de la copia en el arte.dibujo de estatuas.

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EL VALOR DE LA
COPIA EN EL
ARTE.DIBUJO DE
ESTATUAS.
Natalia González Zaragoza
DNI: 48395126K
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telf.: 600745169
INTRODUCCIÓN
La utilización de la copia ha tenido un gran valor a lo largo de la historia, ya
incluso su uso en la traducción de textos antiguos por los monjes de la Edad
Media, ha permitido conocer y valorar los pensamientos de la cultura clásica.
Algo parecido sucedió también con la copia en el arte, sobre en la copia de
esculturas clásicas griegas y romanas. Su valor trasciende también a conocer
una determinada estética y tradición sin tener que viajar a otro país, pues por
lo general, casi todos los países industrializados y capitalistas poseen un
Museo de Copias antiguas.
En este artículo presento a la existencia de un gran número de copias de
estatuas antiguas clásicas que se encuentran almacenadas en Madrid en los
fondos del Museo de Arte Contemporáneo, sin tener aún un lugar en
condiciones, donde mostrar la totalidad de obras.
Al final del artículo se pretende valorar el uso de estas copias de esculturas en
la clase de dibujo artístico, como un proceso de aprendizaje vital para los
futuros artistas, dibujantes y arquitectos, pues a través de su representación el
alumno aprenderá a apreciar los volúmenes, el claroscuro y la utilización del
carboncillo.
EL VALOR DE LA COPIA EN EL ARTE.
Existe en Buenos Aires un Museo, en el que se puede disfrutar de las copias
de esculturas clásicas, llamado Museo de Calcos. Este museo de
reproducciones, cuenta con un gran número de esculturas de Miguel Ángel y
de esculturas clásicas greco-romanas.
Curiosamente en Madrid, hace ya unas décadas, existió un número de
reproducciones escultóricas en el Casón del Buen Retiro, donde muchos de
los hoy famosos arquitectos y pintores realizaron sus primeros dibujos con
carboncillo y difumino de copias como la del famoso Beldevere o el Discóbolo
de Mirón. Este era el lugar que permitía adquirir destreza a los estudiantes que,
se preparaban las difíciles pruebas de acceso a las universidades de Bellas
Artes y de Arquitectura. Naturalmente, estas estatuas eran reproducciones de
calidad, conseguidas directamente por moldeo de la original.
La sala central del Caserón, que entonces se llamaba Sala de Fidias, ha
servido hasta ahora, desde que dejó de ser museo de reproducciones, para
exponer la colección del s. XIX del Prado, con cuadros de Pinazo o Sorolla,
para mostrar el Guernica…, hasta ahora, que está en obras. Las
reproducciones que antes tenía han sido marginadas totalmente y, ahora yacen
en los almacenes del antiguo Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad
Universitaria, donde muestra al público un escaso número de esculturas. Es
bastante raro que no se haya encontrado un sitio adecuado para esta muestra
de copias, pues hay una gran cantidad de edificios históricos restaurados a los
que no se les da ninguna utilidad.
En la actualidad, es posible contemplar en fotografías antiguas, las bellas
estatuas de todas las dimensiones que poblaban el Palais des études de
l’École des Beaux Arts, de París. Esta bella y completa muestra se mostro al
público a mediados del s. XIX, con estatuas que el Museo del Louvre ya no
quería. En la colección destacan además, dos fragmentos reproducidos a
escala real, de una esquina del Partenón y otro módulo del templo de Júpiter
Stator. Cualquiera que vea estás entrañables fotos ve un lugar mágico que
recoge los mejores ejemplos de la escultura clásica y los contempla con el
mismo entusiasmo que si fueran originales. Sin embargo, estas piezas fueron
destruidas por las revueltas juveniles de la manifestación del Mayo del 68 que,
a grito de “prohibido prohibir” y desdeñando a la cultura clásica dejaron el
museo casi destrozado. Esta colección fue finalmente depositada en las
Grandes Caballerizas de Versalles y, no se ha vuelto a hacer intento alguno,
para mostrar su valioso material.
Las copias antiguas nos permiten tener constancia de la existencia de una
escultura original que a lo mejor ya no existe, pues con las guerras mundiales
se perdieron muchas obras de arte. Todas estas obras merecen ser expuestas
al público pues en realidad forman parte del patrimonio cultural de una nación.
Estas obras de calidad absoluta, nos permiten apreciar las esculturas
reproducidas a su tamaño natural y apreciar con total serenidad y desde todos
los puntos de vista los volúmenes y calidades de éstas.
La escultura, cuenta con la ventaja de ser fácil de replicar a través de sus
moldes. Gracias a todas las copias que realizaron los romanos, hoy tenemos
constancia del arte escultórico griego. Muchas esculturas que han sido
encontradas en bronce no se saben si son griegas o romanas pues, con este
material es complicado saber si son copias o son originales, pues una obra
fundida siempre es una reproducción de una pieza original. Esto no ocurre con
la escultura de mármol o de piedra que son fácilmente distinguibles cual es la
original y cuál es la copia. Las reproducciones realizadas en bronce de artistas
modernos y actuales son numerosísimas y de autores muy variados como
Botero, Picasso, o Rodin.
La pintura es un arte que no ha tendido a la técnica de las reproducciones y,
dado que su soporte es bidimensional, ha tenido más relevancia como copia a
través de otros medios como el grabado al aguafuerte y la fotografía, siendo
estos los medios que mejor han difundido a las obras pictóricas. Sin embargo,
el hecho de ver una buena copia de una obra es tan digno casi como ver la
original. Hay precisamente una copia del cuadro de las Meninas, de Velázquez
realizada por el pintor Sargent que es realmente parecida. Este pintor del s.XIX
y principios del s. XX, coetáneo del pintor Joaquín Sorolla realizó varias copias
de las obras de Velázquez con una soltura y credibilidad absoluta. Creo que se
puede apreciar tanto la obra de Velázquez a través de esas copias como a
través de los originales, incluso más que a través de un fotografía, cartel o
postal. También viendo estás reproducciones seguramente muchos amantes
del arte disfrutarían más de la contemplación de una obra de arte que viendo el
propio original ante la muchedumbre de los turistas. Claro, que estas
reproducciones tendrían un número limitado, pues sería un fallo que se
perdiera la ilusión de ver el original.
Respecto a las obras arquitectónicas el éxito estaría garantizado, si por
ejemplo, se reprodujeran obras que no pueden visitarse porque presentan un
mal estado de conservación, como es el caso de algunas cuevas prehistóricas.
En España, las cuevas de Altamira han cerrado por problemas de
conservación, pero han realizado una copia exacta de sus cavidades y
salientes con sus respectivas pinturas. Realmente esto nos lleva a proponer
que si no es posible disfrutar de una obra arquitectónica original la mejor
solución sería la de realizar una copia de ese edificio. Por ejemplo, el Partenón
griego. Este edificio al contemplarse en la actualidad, además de verse como
una ruina lejana desde unos parámetros acotados, no sería del todo
descabellado el construir una copia que permitiese al turista disfrutar de sus
espacios, de sus trucos ópticos, de sus restos escultóricos y ser vista desde
todos los puntos de vista. Su reproducción nos ayudaría mucho a entender la
obra original y a apreciar cada uno de sus espacios proyectados.
Las copias que en Madrid se exponen en el Museo de arte contemporáneo, de
espacio reducido e inadecuado, están hechas mediante la técnica del vaciado o
moldes sacados de los propios originales, por lo que estas copias muestran
todos los detalles precisos de sus originales. Más de 3000 piezas formaban
parte del conjunto de reproducciones de los fondos de este museo, realizadas
en escayola principalmente. Abarcaban desde el arte antiguo egipcio y asiriocaldeo; el arte clásico greco-romano; el arte medieval románico-gótico; el
renacimiento; el barroco y el neoclásico del s.XIX. El número de piezas se
redujo, en parte, porque muchas de estas piezas fueron compradas por
talleres europeos, en los siglos XIX y XX. En la actualidad, esos talleres casi
han desaparecido, por lo que resulta casi imposible volver a recuperar las
copias.
El conjunto de copias ha sufrido algunos deterioros y daños producidos sobre
todo por los cambios a distintas instituciones, otras esculturas sufrieron peor
destino, pues se extraviaron y se desconoce su paradero. Sin embargo,
algunas de ellas han sido restauradas y valoradas como piezas de gran valor,
pero se encuentran amontonadas en los fondos del museo a la espera de ser
expuestas, en un futuro, en unas instalaciones más amplias.
DIBUJO DE ESTATUAS.
La realización de copias de estatuas por los estudiantes de Bellas Artes es una
práctica muy antigua. El aprendizaje del dibujo a través de representaciones
clásicas como la Venus de Milo, ha formado parte de las etapas de aprendizaje
de algunos de los artistas más importantes de la Historia del Arte como Goya,
Picasso o Giacometti.
Cuando se realiza una copia el estudiante o aprendiz también entra en
contacto con unos modelos de belleza ideal difíciles de captar en la propia
naturaleza. El escultor y arquitecto Bernini dijo en defensa de su utilización en
el aprendizaje del artista:
-“debería tener la Academia yesos de todas las bellas estatuas, bajorrelieves y
bustos antiguos para la instrucción de los jóvenes, haciéndoles dibujar
copiando esos estilos antiguos, a fin de formarles primeramente la idea de lo
bello, cosa que les sirve después para toda su vida; que ponerlos en sus
comienzos a dibujar del natural, pues siempre los modelos están faltos de vigor
y grandeza, y los jóvenes, no habiendo llenado su imaginación nada más que
de eso, nunca podrán producir nada que sea hermoso y grande, pues de
ningún modo lo encontrarán en el natural.”A través del estudio anatómico de estatuas el alumno aprende a proporcionar,
a utilizar la escala de gradaciones de grises que va desde el negro al blanco y
a utilizar una de las primeras técnicas de dibujo, el carboncillo, material blando
y fácil de borrar.
Bibliografía:
Todo es comparable. Óscar Tusquets Blanca. Editorial Anagrama. Colección
Argumentos.
El manual de dibujo. Estrategias de su enseñanza en el s. XX. Juan José
Gómez Molina, Lino Cabezas, Juan Bordes. Editorial Cátedra.
Diccionario de las artes. Félix de Azúa. Editorial Planeta.
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