Sectores sociales

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Sectores sociales
El Banco Interamericano de Desarrollo destinó 3.400 millones de
dólares, casi la mitad de sus préstamos en 2005, a la reducción de
la pobreza y a los programas sociales para promover la equidad en América Latina y el Caribe.
En 2005 el BID continuó siendo la principal fuente de financiamiento multilateral para el desarrollo
de la región por décimo segundo año consecutivo y los fondos comprometidos siguieron también
los lineamientos fijados por su Asamblea de Gobernadores para favorecer a los pobres y a los
países menos desarrollados.
La estrategia de desarrollo social del Banco abarca cuatro líneas de actividad para ayudar a los
países de la región a acelerar el progreso social y alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Mileni
reformas en los campos de la salud, la educación y la vivienda; promoción del desarrollo humano
durante toda la vida; fomento de la inclusión social y prevención de los problemas sociales; y
servicios sociales integrados y enfocados geográficamente a fin de reducir la pobreza.
La mayoría de los préstamos en esta área se destinaron a la protección del medio ambiente y a la
prevención de desastres naturales, así como al desarrollo urbano, la educación, la salud, el agua,
el saneamiento y las inversiones sociales.
Programas de transferencias monetarias condicionadas
A fin de reducir efectivamente la pobreza y alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio en
América Latina y el Caribe, una de las prioridades para la próxima década debe ser adaptar,
implementar y ampliar en escala las intervenciones eficaces para desarrollar el capital humano y,
por consiguiente, aumentar la productividad de los pobres.
Una nueva generación de programas apoyados por el BID proporciona transferencias monetarias
supeditadas a un aumento de la escolaridad y el uso de servicios de salud por las familias
beneficiarias. Los programas de transferencias monetarias condicionadas han sido particularmente
eficaces para reducir la pobreza y promover la acumulación de capital humano y el acceso a
servicios sociales básicos.
Trece países de la región han iniciado programas de este tipo, en la mayoría de los casos con
apoyo del Banc Argentina (Plan Familias), Brasil (Bolsa Família), Chile (Chile Solidario), Colombia
(Familias en Acción), Costa Rica (Superémonos), Ecuador (Bono de Desarrollo Humano), El
Salvador (Red Solidaria), Honduras (PRAF), Jamaica (PATH), México (Progresa/Oportunidades),
Nicaragua (Red de Protección Social), Perú (Juntos) y República Dominicana (Solidaridad),.
El apoyo del BID a los programas de transferencias monetarias ascendió a 4.500 millones de
dólares entre 2000 y 2005. Sólo en 2005 el BID aprobó préstamos de 1.200 millones de dólares
para el programa Oportunidades de México, 700 millones de dólares para el Plan Familias de
Argentina y 57 millones de dólares para la Red Solidaria de El Salvador.
Los programas de mayor envergadura (el Plan Familias de Argentina, Bolsa Família de Brasil y
Oportunidades de México) están ayudando a un total de 16,7 millones de familias que viven en la
extrema pobreza. El proyecto Oportunidades es un ejemplo especialmente notable de inversión
social. Con la focalización de los recursos en las familias indigentes y medidas para dar
seguimiento constantemente a los componentes clave del proyecto (incentivos para que los niños
permanezcan en la escuela y para que los padres aprovechen mejor los servicios de salud y
nutrición), la operación del Banco consolidará el éxito alcanzado por el gobierno de México en los
sectores sociales y busca al mismo tiempo formas de reforzar la posibilidad de reproducir y evaluar
los gastos en estos sectores vitales.
El objetivo inmediato de los programas de transferencias monetarias condicionadas es mejorar la
nutrición, la escolaridad y el uso de los servicios preventivos de salud entre los pobres y las
personas que viven en la extrema pobreza. Entre los efectos de las intervenciones previstos a
largo plazo se encuentran una disminución de la pobreza y la desnutrición y una mejora de la salud
y las tasas de finalización de los estudios. Estos resultados conducirán a la acumulación de capital
humano, expresado en el aumento del rendimiento escolar y la disminución de la mortalidad y
morbilidad y en consecuencia un mayor rendimiento y productividad en el mercado laboral.
Las evaluaciones del impacto de los programas de transferencias monetarias muestran que
pueden ser instrumentos eficaces para reducir la pobreza y la desigualdad con el tiempo y que la
condicionalidad es un componente importante de los programas. Por ejemplo, las evaluaciones del
programa de México, uno de los pioneros mundiales en este rubro, muestran que ha tenido un gran
efecto positivo a largo plazo en la educación, la nutrición y la salud de los beneficiarios,
especialmente los niños, y ha aliviado la extrema pobreza.
En las evaluaciones se ha constatado también que los programas eficaces combinan incentivos
monetarios y el uso obligatorio de servicios de educación y salud y que debe haber una oferta
adecuada para satisfacer la mayor demanda de servicios. Las evaluaciones de los proyectos han
generado importantes enseñanzas para la formulación y la mejora de programas y en muchos
casos han posibilitado su continuidad más allá de los cambios políticos.
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