Miércoles Miércoles – 2ª semana T.O. ª semana T.O. – 2016

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Miércoles – 2 ª semana T.O. – 201 6
Sebastián, mártir (268)
1 Samuel 17, 32-33.37.40-51 / Salmo 143 / Marcos 3, 1-6
Oración inicial
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo,
y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor. Amén.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3,1-6)
Sana en sábado
(Mt 12,9-14; Lc 6,6-11)
1
Entró de nuevo en la sinagoga, estaba allí un hombre que tenía la mano paralizada.
Algunos lo vigilaban para ver si lo sanaba en sábado, y así acusarlo.
3
Dijo Jesús al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte en medio”.
4
Y les preguntó a ellos: “¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar
muerte?” Ellos callaban.
5
Entonces los miró indignado, aunque entristecido por la dureza de sus corazones y dijo al hombre:
“Extiende la mano”. El hombre la extendió y su mano quedó sanada.
6
Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con él.
2
CLAVES para la LECTURA
- Se nos da a conocer en este texto la quinta controversia de Jesús con sus adversarios. Es sábado. Jesús
entra en la sinagoga. Hay un hombre enfermo, pero, sobre todo, hay alguien que espera coger al Rabí en
algún fallo. El Maestro, que pasa haciendo el bien, está siendo espiado en realidad por quienes desean
desembarazarse de aquel incómodo personaje. Jesús advierte la hostilidad contra su persona, -una hostilidad
enmascarada por el amor a la Ley de Dios-, y les hace frente a rostro descubierto.
- Hace poner en medio al hombre que tiene la mano atrofiada y lanza una pregunta a sus adversarios sobre
la licitud de hacer el bien o el mal en sábado. Se produce un silencio muy elocuente después de su pregunta.
Jesús se apena, se indigna frente a la doblez y la dureza de corazón de los que buscan atrincherarse detrás
de aquel silencio hostil, y que encubre una falsedad. Jesús restablece la mano de aquel hombre: hace el bien
a pesar de todo. Sabe que eso le costará la vida, pero ha venido precisamente para asumir nuestras durezas,
nuestras flaquezas y nuestras lepras .
CLAVES para la VIDA
- Vuelve a surgir la pregunta de fondo de todo esto: ¿es la ley el valor supremo? ¿o es el bien del hombre?
¿cuál es la gloria de Dios? Jesús, enfrentándose a la mentalidad farisaica y legalista, no deja lugar a ninguna
duda a este respecto. Fue uno de los aspectos más conflictivos de su conducta y actitud: “el sábado es
para el hombre”, es el resumen final. Con todo, impresiona descubrir, en tantas ocasiones, la actitud que
tuvieron los fariseos, letrados y eruditos en la Ley: han invertido totalmente el significado y el sentido del
cumplimiento de la ley y de las normas, y entonces... ¡todo se confunde! Impresiona también la actitud clara
y agresiva que tiene Jesús ante ellos. Y es que “la gloria de Dios es el hombre”.
- Simplemente, me entusiasman las reacciones de Jesús y la claridad que tiene del proyecto de Dios: el
hombre y su bien es el bien supremo. Ésta es su moral y su estilo de vivir y de actuar. ¡Cuánto camino me
queda por recorrer...! ¡Y cuántas personas están, hoy, necesita-das de gestos liberadores y portadores de
vida!.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Jesús, ayúdame a comprender las exigencias del primero de los mandamientos: amar con
todo el corazón, toda el alma, todo el pensamiento y todas las fuerzas”.
1. Estamos ante un relato dramático, que empieza hablando de acecho o espionaje, y termina con la
patética decisión de matar a Jesús. Ya, al comienzo del capítulo tres de Marcos, la religión se ve asociada
con la violencia mortal. Situarse en la vida con una postura abierta de libertad, ante las observancias
rituales de la religión, es un asunto sumamente peligroso. Y está claro que el Evangelio quiere avisarnos
de semejante peligro.
2. No es exageración nada de lo que se acaba de indicar. El suceso se inicia indicando que los observantes
fariseos "estaban al acecho". Esto se dice utilizando el verbo "paratêrêo", que significa "espiar". Es el
mismo verbo que utiliza el evangelio de Lucas cuando informa que las autoridades "enviaron espías para
atrapar" a Jesús (Lc 20,20; cf. Hech 9,24; Josefo y Filodemo el Filósofo) (A. Strobel). Y el mismo suceso se cierra
con la decisión de los fariseos para ir en busca de los del partido de Herodes, para "acabar con Jesús". Los
observantes religiosos vieron claramente que tenían que acabar con Jesús.
3. La conclusión es clara: Jesús y la religión, entendida como observancia incondicional (y por encima de lo
que sea) de normas y rituales sagrados, son incompatibles. Es más, cuando la religión se entiende y se
vive de esa manera, automáticamente se convierte en un peligro mortal para todo el que se pone de
parte de Jesús. Por eso, al terminar la lectura de este relato impresionante, es el momento de
preguntarse si vivimos, y en qué medida vivimos, nuestra relación con la religión como una amenaza, un
peligro. Jesús así la vivió hasta el final. ¿Por qué será que nosotros no la solemos vivir así?
José María Castillo - La religión de Jesús Ciclo C – Comentario al Evangelio diario – 2015-2016
Queridos hermanos:
Jesús no podía más. Dios no quería esta dureza de corazón ante el que sufre. El bien del hombre y el
culto a Dios han de ir siempre unidos. Una vez más, resuenan, como un trallazo, estas preguntas, ante los
asistentes a la sinagoga: “¿Qué está permitido hacer en sábado, el bien o el mal?”, “¿Salvarle la vida a un
hombre, o dejarlo morir?”.
Jesús es un buen cumplidor de la ley. De hecho, es sábado, y lo encontramos en la sinagoga, siguiendo la
tradición de la ley judía. Pero, ya van muchas peleas con los fariseos, y muestra a las claras su enfado. La
descripción es rigurosa: Jesús toma la iniciativa, mira al paralítico y le insta: “Levántate, y ponte en medio
de la asamblea”. A los enemigos les interpela con preguntas radicales, escuetas, elementales. Les echa una
mirada de ira, dolido por tanta obstinación. La reacción de estos ya nos la sabemos: se pusieron a planear
cómo acabar con él. Y es que, cuando el corazón no está limpio, no podemos ver el bien que los otros
hacen.
¿Cuántas veces tendremos que repetir lo mismo? Solo Dios y el hombre; solo las relaciones personales de
entre Dios y el hombre y de los hombres entre sí han de contar. Luego, como en todas las cosas humanas,
vendrá la norma, la ley que permita el buen desarrollo de esas relaciones. Observancia, sí; fundamentalismo,
no. Sería una burla a Dios maltratar a sus hijos y, encima, decir que lo hacemos para honrarle.
Jesús es el que cumple bien la tradición del sábado. Si el sábado era día de liberación, de alegría, ¿qué
mejor manera de celebrarlo que saliendo al paso del hombre que sufre, y sanarlo? En definitiva, Jesús liberó
al paralítico del fardo, pesado e inútil, volviendo al proyecto inicial de Dios: la humanización del hombre, la
vida justa y feliz que Dios quiere para sus hijos. Jesús, con sus enseñanzas y relación con los demás,
quiebra cualquier estructura que le impide hacer el bien a los otros. Dicen que esta actitud es una de las más
claras características de un cristianismo auténtico.
Sigamos a Jesús, alegrémonos de tanta gente que hace el bien, miremos con tristeza cuando vemos un
corazón duro y seamos los primeros en compadecernos de tanta gente que sufre.
Conrado Bueno, cmf
• El discapacitado fue llamado a ponerse en el centro de la comunidad. En nuestra
comunidad, los pobres y excluidos ¿tienen un lugar privilegiado?
• ¿Te has confrontado alguna vez con personas que, al igual que los herodianos y los
fariseos, colocan la ley por encima del bienestar de las personas? ¿Qué sentiste en
aquel momento? ¿Les diste razón o los criticaste?
“Levántate y ponte ahí en medio”
(Mc 3,3)
Y Jesús puso en medio al que estaba marginado,
a pesar de que sus rivales le vigilan con mala intención.
Lo que mueve a Jesús en todas las circunstancias es la misericordia.
“Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha
debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos”.
Orar es curar las heridas con la solidaridad,
aliviarlas con el óleo de la consolación,
vendarlas con la misericordia y la debida atención.
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