CAPÍTULO 6. El glaucoma y las ciencias básicas CAPÍTULO 6.5 Perfusión del nervio óptico Manuela Morcillo Guardiola, M.ª Paz Villegas Pérez, Jaime Miralles de Imperial y Mora-Figueroa El estado de la perfusión del globo ocular y en particular del nervio óptico es un aspecto muy importante a considerar en el estudio de la fisiopatología del glaucoma, ya que se postula el mecanismo vascular como uno de los factores implicados en el desarrollo de la neuropatía óptica glaucomatosa (1-8). Esta teoría se apoya en que en algunos pacientes podría existir un déficit de la perfusión ocular o un déficit en los mecanismos de autorregulación del flujo sanguíneo ocular que haría que el nervio óptico fuera susceptible a la isquemia, especialmente en presencia de otros factores como la hipertensión ocular. A continuación revisaremos la fisiología de la perfusión ocular y su relación con la presión intraocular y el glaucoma. Podemos relacionar la PPO con la PIO y la presión arterial. Para ello, sustituimos en la anterior fórmula (fig. 1) La PVO por la PIO y la PAO por la presión media de la arteria braquial (fig. 2). En posición erecta o sentados, se conoce que la PAO tiene aproximadamente 2/3 del valor de la presión arterial media en la arteria braquial (PAMB) (fig. 2), siendo esta diferencia debida a la caída que sufre la presión por el desnivel de altura que existe entre el corazón y el globo ocular. La PAMB se calcula como la dife- 1. FISIOLOGÍA DE LA PERFUSIÓN OCULAR El flujo sanguíneo ocular (FSO) está determinado por dos factores: la presión de perfusión ocular (PPO) que impulsa la sangre hacia los tejidos oculares y la resistencia (R) que a dicho flujo se produce en los vasos sanguíneos, siguiendo la ley de Hagen-Poiseuille (fig. 1) (9,10). Si se toma en consideración que la sangre es un líquido viscoso (viscosidad η) no comprimible que fluye a través de un tubo cilíndrico (longitud L) de un radio (r) determinado, se puede calcular la resistencia (fig. 1). La PPO, a su vez, se calcula como la diferencia entre la presión de la arteria oftálmica (PAO) y la presión de las venas que drenan el ojo (PVO), cuyo valor en condiciones normales es igual o ligeramente superior al de la Presión Intraocular (PIO; fig. 2; 7). Figuras 1 y 2: Fórmulas de cálculo del flujo sanguíneo ocular. FSO = Flujo sanguíneo ocular. PPO = Presión de Perfusión Ocular. R = Resistencia. η = viscosidad del líquido que fluye por un vaso. L = longitud del vaso. r = radio del vaso. PAO = Presión Arteria Oftálmica. PVO = Presión Venosa Ocular. PAMB = Presión Arterial Media en la arteria Braquial. PABdiast = Presión Arteria Braquial en diástole. PABsist = Presión Arteria Braquial en sístole. PIO = Presión Intraocular. 111 Diagnóstico y tratamiento del glaucoma de ángulo abierto rencia entre la presión de perfusión durante la sístole y la diástole (fig. 2). Así pues el FSO se ve afectado por la PAMB, la PIO y la resistencia al flujo de los vasos oculares (fig. 2). El diámetro del lecho vascular es un parámetro que presenta una gran influencia en la resistencia al flujo, ya que pequeñas variaciones del mismo provocan importantes cambios en la resistencia. Se sabe además que la principal resistencia al flujo se produce en las arteriolas con un radio de 10-25 micras y que se encuentra sujeta a la regulación por diversos sistemas de control tanto sistémicos como locales (9,10). tener un flujo sanguíneo adecuado a los tejidos en todas las situaciones (p.ej: posición corporal, ejercicio, fiebre, etc.). En el ojo, la autorregulación debe compensar cambios de la PPO, adecuar el flujo sanguíneo a las necesidades metabólicas y contribuir al mantenimiento de la temperatura del polo posterior (7-10). La autorregulación del flujo ocular re realiza fundamentalmente mediante la variación del diámetro de las arteriolas de los sistemas de irrigación ocular, desencadenándose una respuesta vasoconstrictora o vasodilatadora (fig. 3). El diámetro de los vasos sanguíneos oculares puede regularse por múltiples mecanismos: neurogénicos, miogénicos, metabólicos y humorales. Estos mecanismos está mediados por sustancias liberadas por las terminaciones nerviosas, el endotelio o las células gliales que rodean los vasos o que llegan al ojo por la circulación sistémica sanguíneos (10-12). 2. MECANISMOS DE AUTORREGULACIÓN DEL FLUJO SANGUÍNEO OCULAR La autorregulación es la capacidad del lecho vascular de modificar su resistencia para man- Figura 3: Diagrama de mecanismos de autorregulación de flujo sanguíneo ocular. 112 6.5. Perfusión del nervio óptico 2.1.2. Mecanismos de autorregulación de origen metabólico Para el estudio de la autorregulación del flujo sanguíneo ocular se distinguen los mecanismos de actuación, los diferentes sistemas vasculares sobre los que tienen acción vasoactiva y las diversas condiciones ambientales y estímulos que lo influye y que veremos a continuación. El flujo ocular debe adaptarse para la demanda metabólica de los tejidos oculares y esto lo haría mediante la liberación de sustancias a nivel local. Este es el mecanismo que mayor importancia tiene en la autorregulación de la circulación de la retina y la porción prelaminar del nervio óptico, ya que no tienen inervación (ver más adelante; 10). A continuación revisaremos las sustancias que liberadas a nivel local son capaces de inducir respuestas vasoactivas en la circulación ocular. El óxido nítrico (NO) es el principal mediador de la vasodilatación. Se sintetiza a partir de la L- arginina a través de la sintasa del óxido nítrico (NOS), de la que existen 3 isoformas. La isoforma NOS 1 es de origen neuronal, aunque está también presente en las células de Müller, amacrinas, ganglionares, horizontales y en los fotorreceptores de la retina. La isoforma NOS-2 aparece en estados inflamatorios e inmunológicos. La isoforma NOS-3 tiene origen endotelial (9,10). Las formas 1 y 3 son estructurales constitutivas del organismo y la forma 2 es inducible, porque se produce como reacción a ciertos estados patológicos. El óxido nítrico estimula la enzima guanililciclasa, que sintetiza monofosfato cíclico de guanosina. Como consecuencia, sale calcio al espacio extracelular y la célula muscular lisa se relaja. El NO se ha visto implicado en el mantenimiento del tono basal además de en los sistemas de autorregulación del flujo sanguíneo ocular, sintetizado en respuesta a multitud de sustancias y estímulos, por ejemplo, el acúmulo de lactato extracelular (9,10). La adenosina es un producto metabólico de degradación del adenosintrifosfato intracelular. La unión de la adenosina a sus receptores A1 y sobre todo A2 incrementa la actividad adenilatociclasa y así los niveles de AMPc intracelular, lo que conlleva la relajación de la célula muscular lisa (9,10). La endotelina es sintetizada por las células endoteliales vasculares, y de ella se han descrito tres isoformas (1, 2 y 3). Hay dos receptores para la endotelina: ET- A y ET-B, y este último a su vez 2.1. Mecanismos de autorregulación Se distinguen tres mecanismos principales de autorregulación del flujo sanguíneo ocular: neural, metabólico y miogénico. También pueden tener efecto vasoactivo hormonas y fármacos (fig. 3). 2.1.1. Mecanismos de origen neural Se realizan por medio del sistema nervioso simpático y del parasimpático e influyen en el sistema vascular uveal pero no en el retiniano (ver más adelante) ya que esta inervación llega con la arteria central de la retina hasta la lámina cribosa, pero no más allá (9,10). La úvea tiene una inervación muy rica, tanto simpática como parasimpática y sensorial y la coroides también tiene neuronas intrínsecas que reciben inervación tanto simpática como parasimpática (13-16). El sistema nervioso simpático produce una respuesta vasoconstrictora en la circulación uveal mediante la estimulación por la vía adrenérgica de receptores alfa y en menor medida por vía no adrenérgica, mediada por el norepinefrina y neuropéptido Y (7,10,14). El sistema nervioso parasimpático produce una respuesta vasodilatadora en la circulación uveal, especialmente tras estímulos luminosos. Se han identificado diversos neurotransmisores mediadores de la autoregulación parasimpática: acetilcolina, péptido intestinal vasoactivo (VIP), polipéptido activador de la adenilciclasa pituitaria (PACAP), NAPDH diaforasa y óxido nítrico (NO), sintetizados en las neuronas intrínsecas de la coroides y en el ganglio pterigopalatino (9,10,14,16). Además, se ha documentado que las neuronas intrínsecas de la corodes utilizan VIP y NO (13). 113 Diagnóstico y tratamiento del glaucoma de ángulo abierto presenta dos subtipos, 1 y 2. El ET-A se encuentra en pericitos y células musculares lisas, tiene alta afinidad para la isoforma 1 e induce una potente vasoconstricción (9,10). El receptor ETB1 se localiza en células endoteliales, presenta idéntica afinidad por las tres isoformas e induce vasodilatación, mediante la liberación de óxido nítrico y prostaglandinas (9,10). Las prostaglandinas (PGs) derivan del metabolismo del ácido araquidónico, mediante la enzima ciclooxigenasa. Las prostaciclina (PGI2), PGE2 y PGF2alfa inducen una respuesta vasodilatadora, mientras que el tromboxano A2 y PGH2 median una respuesta vasoconstrictora (10). yección retrobulbar o intraarterial en la arteria oftálmica aumentan la llegada del fármaco al polo posterior pero por la presencia de la barrera hemato-retiniana no tiene efecto en la circulación de la retina, aunque sí en la circulación uveal. La inyección intravítrea de fármacos, sin embargo, tiene efectos vasoactivos tanto en la circulación retiniana como uveal, habiéndose observado vasoconstricción de los vasos retinianos en respuesta a la inyección de agonistas adrenérgicos (9,10). Las hormonas circulantes podrían llegar a influir la circulación uveal, ya que está formada por capilares fenestrados, pero no la retiniana. Existen varias hormonas que pueden tener efectos vasoactivos, como la angiotensina II o la insulina (7,10). La angiotensina II también se puede producir en la retina y tiene un efecto vasoconstrictor y angiogénico (18). La insulina tiene efecto vasodilatador en animales y aumenta el flujo ocular. Es posible que éste sea un efecto mediado por el ON (7) o que se desarrolle de otra forma, ya que se ha documentado una disminución de la respuesta vascular a estímulos (19). 2.1.3. Mecanismos de autorregulación miogénicos También sería de tipo local. El aumento de la presión transmural puede provocar una respuesta vasoconstrictora (llamado efecto Bayliss), a partir de la despolarización de la membrana de las células musculares lisas vasculares, con activación de canales de calcio y aumento del calcio intracelular (9,16). El objetivo de este mecanismo sería mantener el equilibrio del intercambio de fluido en los capilares. Se postula que a nivel ocular, concretamente en los vasos coroideos, este mecanismo podría estabilizar la PIO en las fluctuaciones de la presión arterial sistémica, aunque no hay estudios concluyentes sobre este tema en humanos (9,16). 2.2. Sistemas de irrigación oculares y su autorregulación Toda la irrigación del globo ocular depende de la arteria oftálmica. Sin embargo, en el globo ocular existen dos sistemas vasculares que difieren, además de estructural y fisiológicamente, en los mecanismos de autorregulación: el sistema de irrigación retiniano y el uveal (fig. 3). El primero es el que irriga la porción prelaminar del nervio óptico y el segundo la porción laminar y retrolaminar del nervio óptico (9,10). 2.1.4. Fármacos y hormonas Debido a la existencia de la barrera hematorretiniana (BHR), si esta está intacta, los fármacos administrados en la circulación sistémica no afectarán a los vasos retinianos, pero sí a la circulación uveal, ya que sus vasos son fenestrados. Sólo algunos fármacos liposolubles pueden atravesar la barrera hemato-retiniana y ocasionar algún efecto sobre los vasos retinianos. Los fármacos tópicos aplicados en forma de gotas afectan al flujo uveal pero no el retiniano, tras su paso a la circulación sistémica (17). La in- 2.2.1. Sistema de irrigación retiniano Se realiza por la arteria central de la retina (ACR) y representa solamente el 4% del flujo ocular. Suministra oxígeno y nutrientes a la mitad interna de la retina, incluida la capa de fibras nerviosas y la porción preliminar de la papila. Los capilares de este sistema tienen uniones es114 6.5. Perfusión del nervio óptico trechas (barrera hemato-retiniana) y ausencia de inervación neural (7,9,10). Este sistema se caracteriza por ser una circulación con bajo flujo y alta extracción de oxígeno y posee un mecanismo de autorregulación muy eficiente. Al carecer de inervación neural, los mecanismos de autorregulación que participan en este sistema son los mecanismos locales: metabólicos y miogénicos. De los metabólicos, los mediadores más importantes parecen ser el NO que induce vasodilatación y la endotelina 1 que media la respuesta vasoconstrictora. Debido a la existencia de la barrera hemato-retiniana, las moléculas circulantes como las hormonas no llegan al lecho vascular y, por tanto, no inducen respuestas vasoactivas (7,9,10,16). de su vascularización le otorga una capacidad de autorregulación del flujo sanguíneo que varía dependiendo de la región considerada. La región prelaminar estaría autorregulada por mecanismos locales: metabólicos y miogénicos, mientras que las regiones laminar y retrolaminar tendrían una regulación fundamentalmente neurogénica y similar a la del sistema uveal (fig. 3). Se ha visto que la porción preliminar tiene una autorregulación muy rápida (ocurre en menos de un segundo) a estímulos como la disminución de la PPO, por lo que se piensa que los mecanismos de autorregulación más importantes son los metabólicos, ya que los miogénicos tardan más tiempo en desarrollarse. Los mediadores implicados en esta autorregulación serían: endotelina 1, lactato, adenosina, óxido nítrico, prostaglandinas y hormonas circulantes (10). 2.2.2. Sistema de irrigación uveal Las arterias ciliares cortas posteriores son las encargadas de abastecer este sistema que proporciona aproximadamente el 85% del flujo sanguíneo ocular. Es el encargado de la vascularización de la úvea (coroides), de las capas externas de la retina así como de la región laminar y retrolaminar de la cabeza del nervio óptico. Participa, además, en el mantenimiento de la temperatura ocular y del volumen del ojo. Es un sistema de alto flujo pero baja extracción de oxígeno y que está formado por capilares fenestrados ricamente inervados ojo (9,10,14). Hay estudios que indican la existencia de algún grado de autorregulación coroidea, especialmente en respuesta a las variaciones de la presión de perfusión ocular y en menor medida a las variaciones de la PIO (7). Este sistema está sujeto, como ya se mencionó anteriormente, a mecanismos de autorregulación predominantemente neurales (9,10,14,16). 2.3. Estímulos que provocan una autorregulación del flujo sanguíneo ocular El flujo sanguíneo ocular se autorregula como respuesta a estímulos, como variaciones de la presión arterial y de los gases sanguíneos, del metabolismo retiniano y de las variaciones de la PIO (fig. 4). Realizamos una revisión de estos mecanismos a continuación. 2.3.1. Presión arterial sistémica (PAS) El aumento de la PAS induce un aumento de la PPO. Se ha estudiado la respuesta del flujo sanguíneo ocular inducida por cambios en la PAS fundamentalmente a través de estudios en los que se realizaban ejercicios estáticos, dinámicos (que aumentan la PAS) y cambios de postura (7). Los ejercicios estáticos inducen un aumento de la PAS que provoca una respuesta vasoconstrictora en todos los sistemas de irrigación ocular (retina, nervio óptico y coroides). Cuando la PAS media se eleva por encima del 40% del valor basal, los mecanismos de autorregulación fracasan (10), y estudios en voluntarios sanos pusieron de manifiesto que el incremento de la 2.2.3. Autorregulación de la cabeza del nervio óptico Como hemos visto antes, la porción prelaminar se nutre del sistema retiniano y la laminar y retrolaminar del sistema uveal. Este origen dual 115 Diagnóstico y tratamiento del glaucoma de ángulo abierto Figura 4: Diagrama de estímulos que producen una autorregulación del flujo sanguíneo ocular. PPO sobre el 34% del basal altera el flujo sanguíneo en la cabeza de nervio óptico, mientras que el aumento sobre el 60% altera también el de la coroides (7). Los ejercicios dinámicos disminuyen la PIO y aumentan la PAS, manteniéndose inalterado el flujo sanguíneo ocular en todos los lechos vasculares (10). Los cambios de postura también influyen la perfusión ocular. El decúbito supino disminuye la PAS diastólica y aumenta la PIO y la presión de la arteria oftálmica, lo que provoca una respuesta vasoconstrictora de los vasos retinianos. Por otro lado, el lecho coroideo responde pasivamente al incremento de la presión de perfusión con un aumento del flujo sanguíneo (10). El cambio desde posición de supino a sentado disminuye la PAS en la cabeza, lo que produce una vasodilatación que probablemente está mediada por mecanismos metabólicos y miogénicos (7). ción del lecho vascular retiniano motivado por la liberación de endotelina-1, disminuyendo el flujo sanguíneo para proteger a los tejidos de la toxicidad de altas concentraciones de O2. A su vez, la hipoxia provoca un acúmulo de lactato extracelular producto del metabolismo retiniano, que induce la liberación de NO por el endotelio y secundariamente, vasodilatación. Por el contrario, la circulación coroidea parece que no se altera con los cambios en los niveles de O2 (7,10). El Dióxido de carbono (CO2) también influye el flujo sanguíneo ocular. La hipercapnia induce una acidificación del pH intersticial en la retina interna e induce una respuesta vasodilatadora a través de la liberación de PGE2 y NO (activación de la isoforma NOS-1). Se ha observado que la hipercapnia también produce una respuesta vasodilatadora a nivel de los vasos coroideos (7,10). 2.3.2. Gases sanguíneos 2.3.3. Actividad metabólica de la retina El Oxígeno (O2) influye la perfusión ocular. La hiperoxia induce una potente vascoconstric- La actividad metabólica de la retina durante la adaptación a la oscuridad o la estimulación 116 6.5. Perfusión del nervio óptico visual no se conoce todavía en detalle. La iluminación de la retina puede producir una ligera vasodilatación de los vasos retinianos, mientras que la adaptación a la oscuridad induciría una vasodilatación coroidea (9,10). La estimulación de la retina con un estímulo parpadeante (flicker) de alta intensidad induce una respuesta vasodilatadora en los vasos de la retina y la cabeza del nervio óptico, provocando un aumento del flujo sanguíneo, lo que se conoce como hiperemia funcional (que se observa también en el cerebro). Esta respuesta está originada por la liberación sináptica de glutamato lo que activaría la producción de sustancias vasoactivas, principalmente NO (isoforma NOS-1) y PG en neuronas y astrocitos que producirían la vasodilatación (8,10). En determinadas condiciones de esta estimulación flicker se produce acoplamiento neuro-vascular entre el flujo retiniano y la actividad nerviosa, lo que ha permitido estudiar esta autorregulación en condiciones normales y patológicas, documentándose que aumentos de la PAS y de la PIO, la hiperglicemia y el glaucoma disminuyen la respuesta vasodilatadora a la estimulación visual (7,8,10). la cabeza del nervio óptico en pacientes cuando se comienza tratamiento con un fármaco hipotensor ocular. Este hecho se ha atribuido a la mejora de la autorregulación con la disminución de la PIO y no a un efecto directo sobre el flujo sanguíneo inducido por el fármaco (7). 3. ALTERACIONES DEL FLUJO SANGUÍNEO OCULAR Y GLAUCOMA Se ha postulado que el daño observado en el glaucoma no se debe solamente a un aumento de la PIO sino que existen otros factores, entre ellos una disminución de la PPO. Por otra parte, existen complejas interacciones entre PAS, presión venosa, PIO y presión intracraneal (ver capítulo de Presión Intracraneal en este libro; 7, 20, 21). Son muchas las evidencias de que en el glaucoma existe una disminución y/o disregulación del flujo sanguíneo ocular, siendo quizás las más importantes las siguientes: La existencia de un glaucoma normotensional, en el que además se documentan una disregulación vascular en el ojo y en otros tejidos (22,23), progresión de los defectos del campo visual similar a la observada en pacientes con glaucoma primario de ángulo abierto y disminución de la progresión cuando se disminuye la PIO (24). Se ha observado que la disminución de la PPO puede aumentar la incidencia, prevalencia y progresión del glaucoma (3,4,8). La PPO es la diferencia entre la presión arterial media y la PIO (figs. 1 y 2). No está claro que la PAS esté relacionada con la incidencia de glaucoma (25) pero se ha visto que los pacientes con glaucoma presentan una PPO diastólica baja (5,26) y que aumenta la prevalencia de glaucoma en pacientes con PPO basal baja (25). La progresión del glaucoma también aumenta cuando existe una baja PPO (27) y cuando hay hipotensión arterial nocturna (28). Además, algunos estudios sugieren que cuando se disminuye la PPO mediante tratamiento médico de la hipertensión arterial se observa una mayor progresión del glaucoma (29) y que en pacientes en tratamiento con fármacos antagonistas de los canales del calcio, 2.3.4. Presión intraocular En respuesta al incremento de PIO, se produce una respuesta vasodilatadora en la cabeza del nervio óptico para aumentar el flujo sanguíneo. Para estudiar las variaciones de la PPO con las variaciones de la PIO se ha utilizado la copa de succión (7). Los incrementos de la PIO producen una vasodilatación reactiva de los vasos de la retina y la iluminación con flicker es capaz de aumentar aún más esta respuesta inducida por la hipertensión ocular (7). La capacidad de autorregulación al incremento de la PIO falla cuando se alcanzan 40-45 mmHg (7), por lo que el flujo ocular se vería comprometido a partir de estas cifras, produciéndose una isquemia (2). Por otro lado, se ha observado una mejoría en la eficiencia de los sistemas de autorregulación del flujo sanguíneo en aquellos pacientes con mejor control de la PIO (8), y se ha comprobado que se produce un aumento del flujo sanguíneo en 117 Diagnóstico y tratamiento del glaucoma de ángulo abierto fármacos que disminuyen la PPO, aumenta la incidencia de glaucoma (30). Los pacientes con glaucoma tienen respuestas autorregulatorias del flujo sanguíneo ocular anormales en comparación con individuos normales (4,7). Hay estudios que evidencian una disminución de la hiperemia funcional (ver antes, apartado 2.3.3) en pacientes glaucomatosos, cuando se compara con la de sujetos sanos (7,31,32). También se ha visto ausencia de la respuesta vasoconstrictora normal durante el cambio postural a decúbito supino (7,33) y una reacción alterada al aumento de la PIO en pacientes con glaucoma (34,35). La razón última por la que se produce una alteración del flujo sanguíneo ocular en el glaucoma se desconoce en la actualidad, pero podrían estar implicados factores metabólicos locales, en especial, la endotelina y el óxido nítrico. Se han observado niveles de endotelina-1 aumentados en el humor acuoso y el plasma de pacientes con diferentes tipos de glaucoma, lo que podría disminuir el aporte sanguíneo a la cabeza del nervio óptico y producir una isquemia mediada por el receptor ET-A (7,36,37). Por otra parte, se ha observado un aumento de los receptores ETB2 en astrocitos de la cabeza del nervio óptico en pacientes con glaucoma (38), lo que podría producir una alteración del transporte axonal retrógrado (7). También se ha documentado un aumento de los niveles de óxido nítrico en humor acuoso de pacientes con glaucoma (7,39) y una sobreexpresión de las enzimas NOS-2 y NOS3 en astrocitos del nervio óptico de pacientes con glaucoma (40). Como la NOS-2 tiene un efecto neurotóxico muy potente (41) se piensa que puede estar implicada en la muerte de las células ganglionares en el glaucoma. Sin embargo, se piensa que la sobreexpresión de la isoforma NOS-3 tendría efectos neuroprotectores al aumentar el flujo sanguíneo en la cabeza del nervio óptico (7). Los astrocitos y otras células gliales podrían también causar la muerte de las células ganglionares en el glaucoma mediante la producción de glutamato y factor de necrosis tumoral alfa, (42) e influir en el flujo sanguíneo al nervio óptico, como ha sido documentado experimentalmente (16,43). 4. CONCLUSIÓN Existen muchas evidencias que sugieren que el flujo sanguíneo ocular está alterado en el glaucoma, y particularmente en el glaucoma normotensional y el glaucoma primario de ángulo abierto. Sin embargo, aún no está claro si las alteraciones vasculares preceden al inicio de la enfermedad y se precisan más estudios clínicos y epidemiológicos para demostrarlo. Un tratamiento hipotensor ocular eficaz podría en teoría contribuir a mejorar los mecanismos de autorregulación del flujo sanguíneo. BIBLIOGRAFÍA 1. Flammer J, Mozaffarieh M. What is the present pathogenetic concept of glaucomatous optic neuropathy? Surv Ophthalmol 2007; 52: 162-73. 2. 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