I. Homenaje a Carlos Fernández Sessarego Carlos Fernández

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DERECHOS DE LA PERSONALIDAD.
por
Luis Moisset de Espanés y María del Pilar Hiruela de Fernández
SUMARIO: I.
Homenaje a Carlos Fernández Sessarego. II. Introducción. III.
Antecedentes. Derecho Comparado. IV. Los derechos de la personalidad en el Derecho
Argentino. V. Naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad. VI. Estructura de
los Derechos de la Personalidad. VII. Caracteres de los derechos de la personalidad.
VIII. Medios de protección de los derechos de la personalidad. IX. Clasificación de los
derechos de la personalidad.
I. Homenaje a Carlos Fernández Sessarego
Carlos Fernández Sessarego es uno de los más brillantes
juristas peruanos de su generación. Los méritos acreditados
a lo largo de su actuación en la vida pública y en la docencia, lo han hecho acreedor de múltiples
reconocimientos,
tanto en su país, como en otros de América y Europa. Dentro
de este quehacer se ha destacado con perfiles muy netos su
preocupación por el derecho de las personas y su esfuerzo
por distinguir entre los conceptos de “sujeto del derecho”
y de “persona”.
Sus lecciones de cátedra, sus artículos y libros sobre
el tema, han marcado un rumbo en la doctrina, y plasmado
también en el derecho positivo peruano, ya que el título que
dedica el Código Civil de 1984 a las personas es fruto de
sus desvelos como legislador.
En el surco trazado por el maestro han germinado nume-
2
rosas
vocaciones y sus discípulos han sabido recoger y
hacer fructificar en sus propios trabajos la enseñanzas del
maestro. Por ello nos ha parecido oportuno contribuir a este
Libro Homenaje con un humilde estudio sobre los llamados
“derechos de la personalidad, estudio en el que retomamos
los desarrollos
que efectuábamos al impartir la Cátedra de
Parte General en la Universidad Nacional de Córdoba.
II. Introducción
En el presente trabajo analizaremos esa particular categoría de derechos subjetivos esenciales que han recibido
la denominación de “derechos de la personalidad” por cuanto
pertenecen a la persona por su sola condición de tal.
En esta línea, corresponde resaltar que tales derechos
aluden a un conjunto de facultades fundamentales que atienden a la más eficaz protección y defensa de la persona individual y de sus atributos.
A modo de definición, podemos decir que los derechos de
la personalidad –también denominados derechos personalísimos1- son aquellos que “corresponden innatamente a toda persona, desde antes de su nacimiento y hasta su muerte, y que
le garantizan el íntegro ejercicio y desenvolvimiento de sus
atributos esenciales para así poder desarrollarse plenamente
en su humanidad”.
1
Los derechos de la personalidad han sido llamados de diverso modo por la doctrina y la legislación
comparada. Así, han recibido el nombre de "iura in persona ipsa", "derechos en la propia persona", "derechos
de la individualidad", "derechos fundamentales", "derechos originarios", "derechos esenciales de la persona",
etc. Sin embargo la denominación que ha logrado mayor aceptación, en el derecho privado, ha sido la de
"derechos personalísimos", quizás porque la terminología manifiesta con evidente expresividad el vínculo
superlativo existente entre esta categoría de derechos y la persona; es decir, si la palabra "personalísimos" tiene
algún significado en este contexto, no es sino afirmar que estos derechos son "más personales" que el resto de
derechos subjetivos.
3
III. Antecedentes. Derecho comparado.
La teoría de los derechos personalísimos es una conquista del siglo XX, al menos en su formulación sistemática
y metódica actual.
Ciertamente hay precedentes anteriores, pero se trata
de manifestaciones embrionarias y aisladas, carentes de
relevancia científica.
Quizás el antecedente más remoto pueda encontrarse en
las enseñanzas de la Iglesia Católica y en el pensamiento de
la Escuela del Derecho Natural clásico, donde ya se hablaba
de la existencia de bienes temporales del hombre, no materiales, como la vida, el honor, etc., y se declaraba que
dichos bienes pertenecían al hombre por su sola condición de
tal, siendo preexistentes al Estado y a toda legislación
positiva2.
La primera ley civil que se ocupa de los derechos de la
personalidad es el código austríaco de 1811, que en su artículo 16 declara que “Todo hombre tiene derechos innatos,
evidentes por la propia razón, y por ello tiene que ser
considerado como persona”.
En una línea similar, aunque más desarrollada, el Código Civil portugués de 1867 dedicaba varias de sus normas a
los por él llamados “Derechos originarios” prescribiendo que
los mismos son los que “resultan de la propia naturaleza del
hombre y que la ley reconoce y protege como fuente y origen
2
Algunos autores mencionan como antecedente primero la "actio injuriarum" romana, sin embargo creemos
que la misma no puede considerarse como la primera manifestación, ya que se trataba de una acción aislada que
de modo alguno reflejaba una preocupación por la defensa de la persona y sus atributos esenciales. Fue la
filosofía escolástica la que desarrolló el tema y dio basamento y justificación a la misma, consecuentemente en
ella reconocemos el precedente más inmediato.
4
de todos los demás”.
Se regulaban por separado los derechos a la existencia,
a la libertad, a la asociación, a la apropiación y a la
defensa, y con carácter general se establecía que tales
derechos eran inalienables y sólo limitables por ley expresa.
El nuevo código portugués de 1966 presenta una completa
regulación sobre el tema en sus artículos 70 a 81.
La consagración y tutela de los derechos personalísimos
en Alemania se lleva a cabo parcialmente en el BGB. En dicho
código se
protege por un lado el derecho al nombre (art.
12) y por otro, en su artículo 823 responsabiliza civilmente
a quien lesione lo que llama “bienes vitales”: la vida, el
cuerpo, la salud y la libertad (expresamente mencionados).
En Suiza el Código, en sus artículos 28 y 29, y el Código de las obligaciones en el artículo 48, establecen una
protección a lo que denominan “relaciones personales”.
La doctrina y la jurisprudencia han señalado entre esas
relaciones personales la lesión de la libertad personal, el
honor, la vida familiar, la vida privada y la paz espiritual.
La regulación sobre la materia del Código Civil italiano de 1942 es incompleta y sólo contempla la prohibición de
disponer del propio cuerpo, el derecho al nombre y a la
propia imagen en sus artículos 5 a 10.
El Código Civil francés, paradójicamente en contraposición con su estandarte revolucionario de libertad e igualdad, carece de una regulación específica de los derechos de
la personalidad. En el curso del siglo XX dos leyes modificatorias han incorporado al derecho francés la protección a
la vida privada (Ley 17.7.1970) y a la integridad física
(Ley 29.7.1994).
5
En el derecho español la construcción de la figura de
los derechos de la personalidad ha tomado carta de naturaleza como derecho positivo en su Código Civil con la modificación de la Ley 13/1981 que reforma el artículo 162.1º excluyendo de la patria potestad de los padres “los actos relativos a derechos de la personalidad u otros que el hijo, de
acuerdo con las leyes y sus condiciones de madurez, pueda
realizar por sí mismo”.
En Latinoamérica son destacables el Código Civil boliviano de 1975, que regula el derecho a la vida y protege los
derechos de la personalidad física y espiritual3, y el Código Civil peruano de 1984, que con una técnica legislativa
elogiable contiene una regulación completa de los derechos
de la personalidad4, como paso previo al estudio de los
atributos de la persona (nombre5, domicilio6, estado y capacidad7).
FERNÁNDEZ SESSAREGO nos muestra con detalle la evolución
que ha seguido la protección de la persona en el ordenamiento jurídico peruano8, tanto en el terreno del derecho constitucional, como en el Derecho Civil, destacando que la
Constitución de 1936 no contenía normas que se ocupasen de
regular los derechos fundamentales de la persona, que recién
aparecen en la Constitución de 1979, en virtud de la presencia de una nueva orientación ideológica que, superando el
positivismo ideológico y los enfoques patrimonialistas,
3
4
.Capitulo III, del Título I del Libro Primero, artículos 6 a 23.
. Se ocupa del problema en la Sección Primera del Libro Primero, Título II: "Derechos de la persona"
(artículos 3 a 18).
5
. Le dedica el Título III, artículos 19 a 32.
6
. Título IV, artículos 33 a 41.
7
. Título V, artículos 42 a 46.
8
. Ver Carlos FERNÁNDEZ SESSAREGO, Protección jurídica de la persona, Universidad de Lima, 1992, p. 84
y siguientes.
6
comienza a poner el acento en la revalorización del ser
humano9, siguiendo caminos trazados por el propio FERNÁNDEZ
SESSAREGO, en trabajos como “La noción jurídica de persona”10.
El camino culminará luego en el Código Civil de 1984, cuyo
Libro Primero es sin duda fruto del esfuerzo intelectual de
FERNÁNDEZ SESSAREGO.
En fecha más reciente el nuevo Código de Brasil, en
vigor desde el 10 de enero de 2003, también legisla sobre
los derechos de la personalidad11.
Hemos mencionado el reconocimiento legislativo que han
tenido los derechos personalísimos en el derecho civil comparado, pero debemos advertir que la mayoría de las Constituciones Nacionales, principalmente las posteriores a la
Segunda Guerra Mundial, han consagrado de manera explícita
y plena esta categoría de derechos subjetivos.
IV. Los derechos de la personalidad en el derecho argentino
El Código civil redactado por Vélez carecía de una consagración de la doctrina de los derechos de la personalidad12, y la Ley 17.711 no se ocupó de ellos. La escuela de
Derecho Civil de Córdoba, preocupada por el problema, incluyó como tema 2 del Cuarto Congreso Nacional de Derecho Civil
(Córdoba 1969), el de “Los derechos de la personalidad y su
9
. FERNÁNDEZ SESSAREGO, obra citada, p. 89 y siguientes.
. Trabajo publicado en 1962 y reeditado en 1968 por la Universidad de San Marcos, Lima.
11
. Dedica a estos derechos el Capítulo II del Título I, Libro Primero (ver artículos 11 a 21).
12
Circunstancia lógica si se atiende a que la doctrina recién fue sistematizada dogmáticamente en el siglo
XX y nuestro código data de finales del siglo XIX (1869). Sin embargo resulta conveniente señalar que nuestra
Constitución Nacional si reconoce y consagra los derechos de la persona humana.
10
7
protección actual”13, y allí se aprobó una recomendación que
propiciaba la inclusión -en
una futura revisión del Código
Civil- de una “legislación orgánica sobre los derechos de la
personalidad, en cuanto derechos subjetivos de carácter
especial”14.
Por nuestra parte, en dicho encuentro habíamos aconsejado
sistematizar los diversos aspectos que deben tenerse
en cuenta en una legislación integral de ésta índole, a
saber: a) la vida
y la integridad física; b) la integridad
moral; c) los derechos
a la esfera reservada de la vida, o
intimidad, entre los cuales pueden mencionarse el derecho a
la propia imagen, y el derecho al secreto de la correspondencia; y d) el derecho a la individualidad, a través del
nombre15.
A tal fin acompañamos un proyecto de reglamentación de
los derechos de la personalidad y su defensa, que se encuentra en las Actas del referido Congreso Nacional16.
13
Presentaron ponencias: Jorge A. Carranza, representante de la Universidad Católica de Córdoba, el
Instituto de Derecho civil de la Universidad Nacional de Córdoba y Celestino Piotti (h.), también de la
Universidad Católica de Córdoba.
14
Conf. Recomendación n° 1, en Cuarto Congreso Nacional de Derecho Civil, 22-27 de Setiembre de 1969,
"Actas...", Imp. Universidad Nacional, Córdoba, 1971, T. I. , p. 103.
15
Al respecto ver observaciones de L.M.E., en "Actas Cuarto Congreso...", T. I, p. 100.
16
Reproducimos a continuación el proyecto de regulación legal que propusimos en dicha oportunidad: la
personalidad y su defensa ("Actas Cuarto Congreso....", p. 100-102):
"Defensa de los derechos de la personalidad.
Art. 1.- a) La ley civil protege a las personas contra cualquier ofensa ilícita o amenaza de ofensa a su
personalidad física o moral, y en especial contra los ataques a la vida, integridad física, libertad de conciencia,
nombre o seudónimo, imagen, secreto de la correspondencia, inviolabilidad del domicilio, creación científica o
artística, e invención, sin perjuicio de la protección prevista en leyes especiales.
b) Independientemente de la responsabilidad civil a que haya lugar, la persona amenazada u ofendida, puede
requerir la adopción de las medidas adecuadas a las circunstancias del caso, para evitar la consumación de la
amenaza, o atenuar los efectos de la ofensa ya producida.
c) Las acciones deben ser deducidas por la persona afectada, o su representante si fuera incapaz.
Imposibilidad de renunciar o limitar anticipadamente los derechos a la personalidad
Art. 2.- Es nula toda renuncia o limitación anticipada del ejercicio de los derechos de la personalidad.
Ofensa a personas ya fallecidas.
Art. 3.- a) Los derechos a la personalidad gozan de protección después de la muerte del respectivo titular.
b) Tienen legitimidad para actuar, en este caso, el cónyuge supérstite, los ascendientes y descendientes, y los
herederos del difunto.
Integridad física.
8
En la actualidad existen una serie de leyes complementarias del Código que consagran la protección ya de un dere-
Art. 4.- Están prohibidos los actos de disposición del propio cuerpo, cuando ocasionen una disminución
permanente de la integridad física o pongan en peligro la vida de la persona, o sean de otro modo contrarios a la
ley, al orden público o a las buenas costumbres.
Transplante de órganos de cadáveres.
Art. 5.- a) Podrán obtenerse, prepararse y utilizarse para injertos y transplantes, tejidos y órganos, como huesos,
cartílagos, piel, ojos, procedentes de cadáveres.
b) El difunto deberá haber manifestado en vida su conformidad por el acto o documento auténtico; o deberán
prestar esta conformidad los familiares con quienes conviviese.
Integridad moral.
Art. 6.- a) La persona injustamente perjudicada en su honra, fama o legítimos intereses morales, tendrá derecho
a ser indemnizada.
b) Si el perjuicio resultara de textos o dibujos insertos en publicaciones periódicas, tendrá derecho, además, a
replicar, complementar o aclarar dicha información, siempre que la publicación periódica no lo haya hecho de
manera espontánea y satisfactoria.
Derecho a la imagen.
Art. 7.- a) El retrato de una persona no puede ser expuesto, reproducido o comercializado sin su consentimiento.
b) No es necesario el consentimiento de la persona retratada, cuando ello se justifica por su notoriedad, por el
cargo que desempeña, por exigencias de policía o justicia, finalidades científicas, didácticas, culturales o de
información de hechos de interés público.
c) Sin embargo, jamás se podrá exponer, reproducir o comercializar el retrato de una persona si de este hecho
resultase perjuicio para su honra, reputación o simple decoro de la persona retratada.
Cartas misivas confidenciales.
Art. 8.- a) El destinatario de una carta misiva de naturaleza confidencial debe guardar reserva sobres su
contenido y no le es lícito aprovechar los elementos de información que ella haya llevado a su conocimiento.
b) Muerto el destinatario, el Juez podrá ordenar la restitución de la carta, a pedido de su autor o de las personas
enumeradas en el inciso b) del artículo 3.
c) Puede también ordenarse la destrucción de la carta, o su depósito en manos de persona idónea, o cualquier
otra medida apropiada.
Publicación de cartas confidenciales.
Art. 9.- a) Las cartas misivas confidenciales sólo pueden ser publicadas con el consentimiento de su autor, o con
autorización judicial cuando medien razones de interés público.
b) No procede la autorización judicial cuando sólo se trata de utilizar las cartas como documento literario,
histórico o biográfico.
c) Después de la muerte del autor la autorización compete a las personas designadas en el inciso b) del artículo.
3
Memorias y otros escritos confidenciales.
Art. 10.- Lo dispuesto en el artículo anterior es aplicable a las memorias familiares y personales, o a otros
escritos que tengan carácter confidencial o que se refieran a la intimidad de la vida privada.
Cartas misivas no confidenciales
Art. 11.- El destinatario de una carta no confidencial sólo puede usar de ella de un modo que no ataque la
expectativa del autor.
Derecho a la intimidad de la vida privada.
Art. 12.- a) Todos deben guardar reserva en cuanto a la intimidad de la vida privada de los demás.
b) La extensión de la reserva debe adecuarse a la naturaleza del caso, y a la condición de las personas.
Nombre.
Art. 13.- a) Toda persona tiene derecho a usar su nombre, y a oponerse a que cualquier otro lo use ilícitamente.
b) No puede utilizarse el nombre, sobre todo en ejercicio de una actividad profesional, de manera que
perjudique los intereses de quien tuviese un nombre total o parcialmente idéntico. En tales casos el juez,
guiándose por la equidad, decretará las providencias que mejor concilien los intereses en conflicto.
Seudónimo
Art. 14.- El seudónimo, cuando sea notorio, goza de la misma protección conferida al nombre".
9
cho personalísimo en particular, ya la defensa de un aspecto
especial de alguno de ellos.
Así, tenemos la Ley 11.723 que en sus artículos 31 a 35
regula y protege el derecho a la imagen; la Ley 18248 que
establece la regulación del derecho al nombre; la Ley 21.173
que incorpora al texto del Código Civil el artículo 1071 bis
que tutela el derecho a la intimidad; la Ley 23.592 modificada por la Ley 24.782 que tutela el derecho a la igualdad,
prohibiendo y penalizando los actos discriminatorios; la Ley
24417 de protección contra la violencia familiar que tutela
la integridad física y psíquica de las personas frente a
eventuales lesiones o maltratos en el seno familiar y la Ley
24192 de trasplantes de órganos y materiales anatómicos.
Se ha criticado el método seguido para la regulación de
los derechos de la personalidad en nuestro ordenamiento
jurídico privado, porque esa tutela legislativa se encuentra
dispersa y desordenada; por ello hemos recomendado en reiteradas oportunidades su regulación sistemática y metódica
mediante una modificación del Código Civil.
Mientras tanto, hasta que se lleve a cabo una eventual
reforma, el estudio de la regulación argentina habrá de
hacerse a partir de la legislación particular existente.
Resta señalar que la reforma de 1994 a nuestra Constitución Nacional importó una ratificación explícita de los
derechos de la personalidad, pues con la incorporación de
los Tratados, Pactos y Convenciones prevista en el artículo
75 inciso 22 (con jerarquía superior a las leyes), y la
incorporación de los artículos 37, 39, 41, 42 y 43
ha que-
dado establecido en nuestro ordenamiento jurídico un sistema
íntegro de protección de los derechos personalísimos.
Aun cuando lo óptimo sería la adecuación de nuestro
derecho interno a lo normado por los Tratados, estimamos, en
10
concordancia a lo sostenido por muchos autores, que los
derechos fundamentales reconocidos por estos Tratados son
directamente operativos y no necesitan de ley especial alguna que los ponga en acción.
V. Naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad.
Se ha discutido en la doctrina si los derechos de la
personalidad son o no verdaderos derechos subjetivos.
Existen básicamente dos posiciones encontradas:
Una primera, que podríamos llamar minoritaria17, sostiene que los derechos personalísimos no pueden ser considerados como verdaderos derechos subjetivos.
Los fundamentos dados en sustento de esta tesis son de
lo más variados pero en lo esencial tienden a destacar que
en esta categoría de derechos no se manifestaría la estructura esencial de los derechos subjetivos (sujeto, objeto y
contenido).
Así advierten que:
1)Para que exista derecho subjetivo debe haber un deber
correlativo y en los derechos personalísimos no
existe sujeto pasivo;
2)Todo derecho subjetivo requiere de un objeto preciso
y delimitado sobre el cual recaer, pero en los derechos de la personalidad el objeto sería la propia
personalidad con lo cual se caería en el absurdo de
que la persona sea a la vez sujeto y objeto del derecho. Al respecto se dice que la persona es el su-
17
Dentro de esta postura se enrolan, Alfredo ORGAZ ("Personas individuales", Buenos Aires, 1946, p.
121 y siguientes); Adolfo RAVÁ (Conf. "I diritti sulla propria persona: nella scienza e nella filosofía del
diritto", en Rivista Italiana per le Scienze Giuridice", Roma, junio 1900, Vol. XXXI) y Manuel ARAUZ
CASTEX ( "Derecho Civil - Parte General", Emp. Técnico Jurídica Argentina, Buenos Aires, 1968, T. I, p.
227). Para este último autor, los derechos de la personalidad no serían ni atributos de la persona ni derechos
propiamente, sino que se encuentran por encima de toda la construcción científico jurídica y a modo de axiomas
el respeto debido a ellos es una idea indemostrable, aunque básica y evidente.
11
jeto de todo derecho y, consecuentemente no puede
ella ser en sí misma derecho y
3)Esta categoría de supuestos derechos carece de modos
de adquisición, transferencia y extinción. Por todo
ello, se indica que los derechos de la personalidad
serían solo facultades, lo lícito, bienes protegidos
por el ordenamiento (la vida, el honor, la integridad corporal) pero no derechos subjetivos, y que el
derecho subjetivo recién surgiría después de la lesión inferida por otro sujeto a esos bienes (homicidio, lesiones, injurias, etc.) y tal derecho que
surge no se caracterizaría como el derecho a la vida
o a la integridad física, etc. sino como el derecho
a obtener la condena penal o civil del ofensor.
Una segunda posición, mayoritaria18, entiende en cambio
que los derechos personalísimos son verdaderos derechos
subjetivos.
Refuta las objeciones esgrimidas por la doctrina negatoria y aduce que los derechos de la personalidad gozan de
la estructura propia de los derechos subjetivos, esto es:
un sujeto activo o titular, un objeto y un contenido.
Por nuestra parte, adherimos a la posición prevaleciente que ve en los derechos de la personalidad verdaderos
derechos subjetivos.
En efecto, consideramos que las objeciones y fundamentos dados por la posición negatoria carecen de trascendencia
y se encuentran impregnados de una visión patrimonialista
de los derechos subjetivos.
Consideramos que existe un deber correlativo, pero con
18
A ella adscriben, entre otros, José A. BUTELER CÁCERES ( "Manual de Derecho Civil - Parte
General", ed. Ábaco, Buenos Aires, 1979, p. 39 ); Guillermo A. BORDA ("Tratado de Derecho Civil argentino
- Parte General", 4ª ed, Perrot, Buenos Aires, T. I, ps. 276 y siguientes); Jorge Joaquín LLAMBÍAS ("Tratado
de Derecho Civil - Parte General", Perrot, Buenos Aires, 1961, T. I, ps. 273 y siguientes.); César Augusto
ABELENDA ("Derecho Civil - Parte General", Astrea, Buenos Aires, 1980, T. I, p. 237); Santos CIFUENTES (
Elementos de Derecho Civil, Parte General, 4ª ed., Astrea, Buenos Aires, 1997, § 26, p. 49 y siguientes); Julio
César RIVERA ("Instituciones de Derecho Civil - Parte General", Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, T. II, p.
21 y siguientes); Francesco FERRARA (Conf. " Trattato di diritto civile...", obra citada, p. 397); Joaquín DIEZ
DÍAS ("Los derechos físicos de la personalidad", ed. Santillana, Madrid, 1963, p. 31 a 53); Manuel GARCÍA
AMIGO (Derecho Civil de España. I. Parte General, Universidad Complutense, Madrid, 1997, p. 284)..
12
la característica de que el sujeto pasivo es toda la comunidad (al igual de lo que ocurre en los derechos reales), es
decir todos los sujetos tienen el deber de respetar los
derechos personalísimos del otro19.
Con relación a que el objeto se confunde con el sujeto
de tales derechos, creemos que ello no es así; el objeto de
los derechos personalísimos es el honor, la vida, la integridad física, etc.
Aun cuando tales objetos pertenecen e integran la personalidad humana, una persona puede verse privada de alguno
de ellos, con lo cual el objeto es individualizable y separable de la persona sujeto del derecho.
Respecto al tercer argumento consistente en que el derecho objetivo no prevé los modos de adquisición, modificación o extinción de esta categoría de derechos, creemos que
se trata de una falacia argumentativa, de una petición de
principio.
No es requisito ni recaudo de los derechos subjetivos
que el ordenamiento prevea tales cuestiones, de hecho existen derechos patrimoniales que tampoco pueden ser transferidos o cedidos.
Finalmente, no es cierto que el derecho aparezca recién
luego de lesionado; si mediante la indemnización de los
daños no se pudiera reparar en especie, el resarcimiento no
haría más que reemplazar o sustituir el derecho personalísimo lesionado, como sucedáneo del ataque a un derecho anterior.
Creemos que no pueden caber dudas respecto a que los
derechos personalísimos son derechos subjetivos, o más bien,
19
También aquí se advierte que el "deber" es elemento predominante para determinar cuándo estamos en
presencia de una relación o situación jurídica tutelable.
13
relaciones jurídicas tutelables.
Si los terceros tienen la obligación de respetar nuestra esfera propia, nuestra personalidad, es justamente porque es nuestra, porque tenemos señorío o dominio sobre ella.
De lo contrario no se comprendería la facultad de toda
persona de hacer cesar toda perturbación a los derechos de
la personalidad.
Además carecería de sentido que el ordenamiento jurídico positivo se ocupara de regular con precisión la disposición de ciertos derechos, como por ejemplo el supuesto de
los trasplantes de órganos; si no existiera derecho subjetivo, el derecho objetivo no se preocuparía por legislar sobre
su disposición.
VI. Estructura de los derechos de la personalidad.
Como en todo derecho subjetivo, encontramos en la estructura de los derechos personalísimos un elemento subjetivo (sujeto), un elemento objetivo (objeto) y un contenido
que le es propio. El elemento subjetivo no es sino la persona física, todo hombre, por su sola condición de tal es
sujeto activo de tales derechos, en un plano de igualdad
total.
Se ha discutido si las personas jurídicas son también
titulares de derechos personalísimos; estimamos que aun
cuando no lo sean en igual medida y plenitud que las personas físicas, las personas de existencia ideal gozan de algunos derechos de la personalidad como el honor (comercial o
societario), o el nombre (razón o denominación social).
En el derecho peruano Carlos CÁRDENAS QUIRÓS señala con
acierto que “las personas colectivas o jurídicas pueden
14
experimentar la agresión de algunos derechos tales como el
honor, la buena reputación, el crédito comercial, la igualdad ante la ley, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de contratación, etc. ...”20.
El elemento objetivo está íntimamente unido a la persona, y como lo adelantáramos precedentemente, no se confunde
con ella. El objeto de estos derechos son las manifestaciones determinadas en los hechos reales de la persona, que la
sociedad reconoce y el derecho protege, como, por ejemplo,
la integridad del cuerpo, la salud, el honor, etc.
Interesante al respecto ha sido la tesis formulada por
Beltrán de Heredia, quien considera que el objeto de los
derechos de la personalidad no es el bien en sí mismo (la
vida, el honor) como no lo es la cosa en el derecho de propiedad, sino el “interés” que el bien material o inmaterial
representa para su titular. Creemos que no se contraponen
la idea de “manifestaciones” e “interés”, por el contrario,
se complementan.
Así, el objeto de los derechos personalísimos son las
manifestaciones de la persona en la sociedad, en cuanto
dichas manifestaciones importan un interés o beneficio para
la persona, interés digno de tutela jurídica.
Finalmente, el contenido de los derechos de la personalidad se integra de un haz de facultades o poderes que permiten al titular del derecho ejercerlo, disfrutar y gozar
del bien inmaterial protegido, exigir jurisdiccionalmente
el cese de los actos que lo lesionen o perturben, y reclamar
la indemnización de la lesión que se le causare.
20
Carlos CÁRDENAS QUIRÓS, Estudios de Derecho Privado, Lima, 1994, p. 128.
15
VII. Caracteres de los Derechos de la personalidad.
Aun cuando los derechos de la personalidad son verdaderos derechos subjetivos, estos derechos tienen un conjunto
de notas distintivas que los hacen singulares, especiales
y los individualizan y distinguen de los otros derechos
subjetivos.
En efecto, se trata de una categoría con perfil propio
y con caracteres –en su mayoría21- no compartidos con el
resto de derechos subjetivos.
Siguiendo, en líneas generales, las enseñanzas de Santos Cifuentes22, mencionamos como caracteres de esta categoría de derechos los siguientes:
a) Se trata de derechos innatos en virtud de que nacen
con el sujeto mismo, es decir con la concepción del
nasciturus. Son connaturales al hombre y pertenecen
a él por su sola condición de persona humana, siendo
indiferente lo que disponga o no al respecto el derecho objetivo.
b) Son derechos vitalicios, ya que pertenecen a la persona durante toda su existencia, no faltando en ningún instante de la vida.
c) Son también derechos necesarios por cuanto no pueden
faltarle a la persona, sin perjuicio de que en ciertas ocasiones su ejercicio pueda ser limitado por la
autoridad pública (por ejemplo en el caso de una
condena penal de prisión se privaría el ejercicio al
derecho de libertad ambulatoria, o en el supuesto de
21
Hacemos esta aclaración ya que algunas de las notas que caracterizan a los derechos personalísimos son
propias también de otros derechos subjetivos. En efecto, la calidad de inherentes (ver art. 498 Código Civil),
otros son también absolutos (los derechos reales, por ejemplo) y la mayoría son privados.
22
Santos CIFUENTES, obra citada, § 27, p. 150 y siguientes.
16
un estado de sitio, situación excepcional y temporaria).
d) Asimismo se trata de derechos esenciales, ya que no
le pertenecen al hombre por una circunstancia ajena
o externa sino que se trata del mínimo indispensable, básico, para el contenido de la personalidad
humana. La persona sería incompleta sin estos derechos.
e) Son derechos de objeto interior, en virtud de que al
ser manifestaciones de la persona se encuentran íntimamente vinculados a ella y no pueden ser captados
sin atender a la unidad compuesta del hombre. Por
tanto no se trata de derechos exteriores, sino interiores al propio sujeto titular23.
f) Son derechos inherentes, en el sentido de que son
intransmisibles por no ser posible escindirlos de la
persona a la que pertenecen. Como consecuencia de
ello resulta que los derechos personalísimos son
irrenunciables.
g ) Son extrapatrimoniales ya que no son susceptibles
de apreciación o medición pecuniaria. Esto no significa que no sean capaces de producir bienes económicos, mas esto es sólo un efecto secundario de los
derechos personalísimos. Asimismo, no obstante este
carácter extrapatrimonial, la lesión de los derechos
personalísimos tiene repercusiones económicas ya que
si se atenta contra ellos, la víctima tiene la facultad de exigir su reparación in natura, y si la
reparación en especie fuera imposible, la obligación
23
Al respecto enseña CIFUENTES que esta conclusión no impide que el objeto interior de estos derechos no
requiera de otros bienes exteriores no personalísimos para subsistir, por ejemplo el alimento para la vida, los
ámbitos reservados para la intimidad, etc.
17
de resarcir se resuelve en el pago de una suma de
dinero.
h) Se trata de derechos relativamente indisponibles ya
que no es posible venderlos, transmitirlos. Por
ello, los derechos de la personalidad están fuera
del comercio y no pueden ser objeto de ningún negocio jurídico. Es decir se trata de derechos inenajenables, inembargables, intransferibles, imprescriptibles e inejecutables. Sin embargo afirmamos que
esta indisponibilidad es “relativa” porque es posible alterarlos, transitoria y parcialmente.
i) Son derechos absolutos por cuanto son oponibles erga
omnes a todos los miembros de la comunidad y no sólo
a los particulares, sino también frente al Estado.
j) Los derechos personalísimos son derechos privados
por cuanto se colocan en el campo del comportamiento
de los particulares24.
k) Finalmente se trata de derechos autónomos, porque
los derechos de la personalidad tienen un conjunto
de caracteres, los estudiados que los caracterizan
e individualizan frente a los otros derechos subjetivos.
Atendiendo a los caracteres enumerados como tipificantes de los derechos de la personalidad, consideramos importante diferenciar éstos de otros derechos personales con los
que algún autor los ha confundido.
Al respecto, creemos que no son derechos personalísimos:
a) Las patentes de invención (ya que no son ni innatas,
24
Sin perjuicio de ello, perfectamente pueden encontrarse tutelados por el derecho público. Así por
ejemplo, el derecho penal tipifica y pena numerosas conductas atentatorias de los derechos de la personalidad,
igualmente la constitución consagra derechos personalísimos tal como lo indicáramos más arriba.
18
ni vitalicias, ni inherentes a la persona; además lo
protegido por ellas no es la capacidad intelectual
del sujeto sino la obra, con lo cual no se presentaría el objeto de los derechos personalísimos);
b) Los derechos de autor (ya que al igual que las patentes de invención no pertenecen a la persona por
su sola condición de tal, teniendo cabida y protección en el ordenamiento jurídico sólo a partir de su
regulación y reglamentación por el derecho objetivo;
asimismo la obra, aunque creada por la persona es
perfectamente diferenciable y está separada de ella,
no así los bienes objeto de derechos de la personalidad);
c) Los derechos humanos (pues aunque se trata de materias afines, los derechos humanos atienden a la protección de la persona frente a los avasallantes
atropellos del Estado y de sus poderes públicos,
mientras que los derechos personalísimos se relacionan al aspecto interior y singular de cada persona
sin importar a quien sea atribuible el acto dañoso).
En lo que se refiere al nombre nuestro maestro de
Parte General, José A. BUTELER, lo ubicaba entre los atributos de la persona25, por considerar que son “calidades inherentes al sujeto del derecho”26 sin las cuales no se lo puede concebir, línea que hemos seguido en nuestras clases de
esa asignatura27. En sentido similar DIEZ PICAZO
Y
GULLÓN consi-
deran que “el nombre no es un mero signo distintivo, sino
que evoca a la misma persona, en sus cualidades morales y
25
Ver José A. BUTELER CÁCERES, obra citada, Cap. II, apartado II, p. 43 y siguientes.
Ver obra citada en nota anterior, p. 43 y siguientes.
27
A nuestro criterio se trata de un derecho fundamental que le corresponde a la persona por su sola
condición de tal
26
19
sociales”28, y protege su personalidad tanto desde el punto
de vista moral como físico. La circunstancia de que la elección del nombre de pila no dependa del sujeto que lo lleva,
sino de sus padres, y la imposición del apellido filiación
corresponda a la filiación, y el hecho de que en algunos
casos el nombre pueda ser cambiado, no resultan -a nuestro
criterio- factores suficientes para quitarle al nombre su
calidad de derecho fundamental de la persona.
En definitiva, ésta es la solución que adopta el Código
Civil peruano de 1984 cuando, bajo la influencia de Carlos
FERNÁNDEZ SESSAREGO, su Libro Primero regular en el Título
Segundo los derechos personalísimos y luego destina los
títulos siguientes a lo que nosotros denominamos atributos
de la persona, ocupándose en primer lugar del nombre (Título
III del Libro Primero). Vemos así que Juan ESPINOZA ESPINOZA,
destacado discípulo de Fernández Sessarego, destaca que a
las disposiciones sobre el nombre y sobre el domicilio se
les “reserva un tratamiento aparte, debido a la especial
importancia que estos revisten y a la amplia tutela que el
código les ofrece”29.
VIII. Medios de protección de los derechos de la personalidad
Sobre este punto seguimos, en principio, la línea de
pensamiento de Matilde ZAVALA
28
DE
GONZÁLEZ, quien analiza el
. Ver Luis DIEZ PICAZO y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, 4ª ed., 1ª reimpresión, Tecnos,
Madrid, 1982, T. I, ps. 379 y siguientes.
29
Ver Juan ESPINOZA ESPINOZA, Derecho de las personas, 4ª edición, p. 169, Palestra, Lima, 2004.
20
tema con profundidad y de modo completo30. Como aclaración
preliminar, cabe advertir que, pese al desarrollo doctrinario que los derechos de la personalidad han tenido en los
últimos tiempos, el aspecto relativo a su protección y a la
instrumentación de medios de tutela eficaces y rápidos se
encuentra sumamente descuidado, siendo los existentes insuficientes para tales fines. Por ello propugnamos, como el
gran desafío de nuestros tiempos, la instrumentación y regulación legal de vías aptas y prontas que garanticen a los
derechos personalísimos.
Los medios de protección de los derechos de la personalidad, pueden ser clasificados en:
a) preventivos; b) de
cesación, c) repertorios y d) punitivos. Los primeros (preventivos) tienen por objeto o bien evitar el acaecimiento
del daño cuya producción ha sido amenazada, o bien eliminar
la continuación del acto lesivo que ya ha comenzado a producirse, mediante la
destrucción de sus causas31.
Los remedios de cesación del daño representan en el
ámbito de los derechos personalísimos un papel importante,
que es previo a la propia reparación y punición. En efecto,
al sujeto afectado le interesa en primer lugar, y antes que
nada, hacer cesar los efectos o consecuencias lesivas del
acto.
Los medios de protección repertorios, como su mismo
nombre lo indica, son aquellos que tienen por objeto reponer
30
Por ello, para quienes quieran profundizar el tema, recomendamos la consulta de la obra de la jurista
cordobesa: Matilde ZAVALA DE GONZÁLEZ, Resarcimiento de daños. Daños a la Persona (Integridad
espiritual y social), Hammurabi, Buenos Aires, 1996, Vol. 2d, particularmente el capítulo IV (ps. 303 y
siguientes).
31
Se ha señalado con frecuencia en la doctrina la importancia de estos instrumentos de protección en
materia de derechos personalísimos. Al efecto se ha dicho que "la persona no puede ser sustituida ni en dinero
ni en especie...por cuanto están comprometidos valores primarios y absolutos, como son los bienes
fundamentales de la persona...", consecuentemente... "el problema esencial es el de la prevención, a través de
adecuadas técnicas inhibitorias del hecho lesivo y del proceso que conduce a la lesión" (Matilde ZAVALA
DE GONZÁLEZ, obra citada, Vol. 2d, p. 310)
21
al titular en el goce y disfrute del derecho lesionado, ya
mediante el restablecimiento de las cosas a su estado anterior, ya mediante la indemnización pecuniaria de los daños
y perjuicios materiales y/o morales padecidos.
Finalmente, los instrumentos de protección punitivos
son aquellos que tienen por finalidad el prevenir la producción de daños futuros similares por el mismo ofensor.
Analicemos pues, por separado, los diversos medios de
protección existentes en nuestro ordenamiento jurídico. Los
instrumentos de prevención de daños a los derechos personalísimos pueden ser judiciales y extrajudiciales.
Dentro de las medidas de prevención extrajudicial se
han mencionado el autocontrol por parte de las propias entidades prestadoras de servicios peligrosos, de las empresas
de informática, de los centros de salud, etc. y la fiscalización estatal mediante el ejercicio del poder de policía.
Como medidas de prevención judicial32 se distinguen:
a) La acción inhibitoria(cuando la persona peticiona
ante los órganos jurisdiccionales que se impida la
realización del acto dañoso, que aun no habiendo
comenzado, ha sido amenazado)33;
b) La acción de remoción (cuando el titular del derecho
solicita la eliminación de las consecuencias de un
32
Como presupuestos de las medidas judiciales de prevención Zavala de González indica: 1) La
previsibilidad del daño o de su agravación ante una actuación dañosa ya comenzada o amenazada y 2) La
antijuridicidad de la conducta del supuesto ofensor, existiendo una inversión de la carga probatoria por cuanto
la conducta lesiva de derechos personalísimos se presume ilícita hasta que se pruebe lo contrario. En cambio,
entiende que no son recaudos de procedencia de las medidas judiciales ni la culpabilidad del autor ni ningún
otro factor de atribución de responsabilidad (Conf. Matilde ZAVALA DE GONZÁLEZ, obra citada, Vol. 2d, p.
314)
33
Esta acción, aun cuando no se encuentra regulada de modo expreso en los códigos de procedimientos
nacional o provinciales, es una vía idónea y hábil para prevenir la producción del daño. La posibilidad de
prevenir, mediante un proceso judicial, el acaecimiento de un daño encuentra su fundamento legal en lo previsto
en el artículo 1067 del Código Civil y ha sido objeto de regulación de alguna norma sustancial como por
ejemplo el artículo 1071 bis del Código Civil respecto de los daños a la intimidad, el artículo 52 de la Ley
24240 respecto de los derechos de los consumidores, etc.
22
hecho dañoso a sus derechos de la personalidad);
c) La acción de amparo y de habeas data (como medios
sumarios que permiten la supresión o rectificación de
una información inexacta);
d) La acción de cumplimiento forzoso34 (cuando se exige
que el ofensor del derecho cumpla con lo prometido u
ofertado);
e) Las medidas cautelares innovativas (que imponen al
ofensor la modificación de su actitud amenazante) y
f) Las medidas autosatisfactivas (que pueden tener por
objeto la protección preventiva de un derecho personalísimo).
En todos los casos, resultaría oportuno que el juzgador
impusiere astreintes35 para compeler al condenado al acatamiento efectivo del mandato jurisdiccional preventivo que
impone la inhibición de un futuro acto lesivo.
Tendientes a la cesación del daño se pueden enumerar
las siguientes medidas, ejercitables en el ámbito jurisdiccional:
a) La acción de abstención (cuando el sujeto titular
del derecho solicita el cese de la conducta lesiva
que ya ha comenzado);
b) La acción de amparo y de habeas data (como medios
sumarios que permiten la inhibición o cesación del
daño producido por una información inexacta) y
c) Las medidas cautelares innovativas (en tanto imponen
al atacante el cese de su conducta dañosa).
34
Esta acción tiene vital importancia en los supuestos de daño al derecho de libertad (que no sólo importa la
libertad física sino también la espiritual y la negocial). En este sentido el artículo 10 bis de la Ley 24240 de la
Ley de Defensa al consumidor dispone que el incumplimiento de la oferta o del contrato por el proveedor,
faculta al consumidor a exigir el cumplimiento forzado de la obligación.
35
Artículo 666 bis del Código Civil argentino.
23
Al igual que en las medidas preventivas, resultaría
también aquí aconsejable la aplicación de astreintes a los
fines de compeler al ofensor a cesar con su conducta
lesi-
va.
Como medios repertorios, dos son las medidas previstas
por nuestro ordenamiento jurídico36:
a) Las medidas de reparación en especie37 (que tienen
por objeto la reparación in natura, siempre que sea
posible, del daño consumado; es decir el restablecimiento, lo más posible, de las cosas a su estado
anterior).
Las técnicas de reparación en especie son variadas,
inscribiéndose dentro de estos medios: la retractación (cuando el ofensor, arrepentido, se desdice
públicamente, en los medios de amplia difusión, admitiendo lo injustificado de su ataque), el derecho de
réplica o respuesta (la posibilidad de la víctima de
dar respuesta a las injurias o calumnias sufridas, la
rectificación (de errores o falsedades difundidas en
los medios de comunicación o bien de procederes), la
publicación de la sentencia condenatoria, etc. y
b) La indemnización pecuniaria del daño sufrido,
tanto cuando se trate de daño material, como de daño
moral38
Finalmente, y como medios de protección punitorios,
debemos distinguir, las técnicas punitivas en materia civil,
36
La elección de una de estas dos medidas, no importa la exclusión de la otra. De hecho, en la mayoría de
los supuestos de lesión al derecho de la personalidad se piden ambas medidas reparatorias conjuntamente, esto
es, la reparación en especie y la indemnización pecuniaria.
37
La justificación legal la encontramos en el artículo 1083 del Código Civil que de un modo genérico prevé
esta medida de reparación de daño.
38
La indemnización del daño moral, tiene en materia de derechos personalísimos un valor e importancia
trascendente, ya que en la mayoría de las hipótesis la lesión a un derecho de la personalidad importa un daño
espiritual.
24
las sanciones propias del derecho penal y los medios punitivos en materia administrativa.
En el ámbito del derecho privado, se menciona como
medio efectivo de protección la indemnización punitiva de
los daños39, hablándose de “daños punitivos” para referirse
a las hipótesis de condenas o sanciones dinerarias que se
añaden al resarcimiento pecuniario del daño realmente padecido por la víctima40.
Ya en el ámbito del derecho penal, encontramos numerosos delitos que atentan contra los derechos de la personalidad, los que en su mayoría son sancionados con las penas más
graves de nuestro ordenamiento penal.
Así por ejemplo, protegiendo a la vida humana desde su
concepción se tipifica y castiga el aborto provocado en las
situaciones previstas por los artículos 85 a 88, y reprime
y castiga toda conducta que atente contra la vida (artículos
79 a 84, Código Penal).
Para preservar la integridad física y su salud de la
persona el Código Penal prevé y pena el delito de lesiones
(Capítulo 2 del Título 1, artículos 89 a 94) y el de abandono de personas (artículos 106 a 108 del Código Penal).
El derecho al honor y a la libertad también se encuentran respectivamente protegidos en los Títulos 2 y 5).También en el campo del derecho administrativo encontramos
medios de protección punitivos de los derechos personalísi-
39
ZAVALA DE GONZÁLEZ, a quien pertenece la expresión "indemnización punitiva de los daños", incluye
este medio como de "prevención genérica". Por fines sólo didácticos, hemos preferido incluir esta medida en los
medios de punición, porque si bien la finalidad de los daños punitivos es preventiva las consecuencias de su
aplicación son esencialmente punitivas ya que implican una imposición de pago extra para el ofensor del daño
grave al derecho personalísimo.
40
Creemos que este tipo de sanciones resulta en un todo adecuada y viable en los supuestos de daños graves
a la personalidad producidos mediante una actitud manifiesta de menosprecio e indiferencia por los derechos
fundamentales de terceras personas y por lo tanto altamente reprochable. Esta forma de punición tiene por
finalidad principal evitar la producción futura de daños similares, procurando revertir el desinterés del ofensor.
25
mos.
En efecto, los distintos códigos de salubridad pública,
las leyes de protección ambiental, etc. contienen normas que
sancionan conductas lesivas, imponiendo por ejemplo la clausura de establecimientos, el decomiso de mercaderías, etc.
IX. Clasificación de los derechos de la personalidad.
La clasificación de los derechos personalísimos ha de
realizarse atendiendo a los bienes jurídicos, o a las manifestaciones innatas de la persona que respectivamente protegen41.
En este sentido se ha clasificado a los derechos de la
personalidad en42:
a) Derechos de la integridad física: dentro de los que
quedan comprendidos todos los derechos relativos a
las manifestaciones de la persona sobre su propio
cuerpo43.
Un jurista español, Borrell Maciá, se pregunta si el
hombre tiene derechos sobre su propio cuerpo44 y luego de pasar revista a la opinión de una serie de
autores, señala que “la técnica tradicional encuentra dificultades para amoldarse al reconocimiento
del derecho sobre la propia persona”45, pero su inte-
41
Juan ESPINOZA ESPINOZA propone también un interesante esquema de clasificación, que distingue tres
categorías principales, a saber: 1) Derechos psicosomáticas; 2) derechos tutelares del desenvolvimiento de la
persona en cuanto tal; y 3) derechos personales o morales de autor y divide cada una de ellas en varias
subcategorías (ver obra citada, p. 166).
42
Hemos seguido en líneas generales la clasificación elaborada por CIFUENTES, obra citada, § 30, p. 54 y
siguientes..
43
Juan ESPINOZA ESPINOZA nos dice que "el derecho a la integridad tutela la condición misma del ser
humano, en cuanto inescindible unidad psico-física" (ver obra citada, p. 195).
44
Ver Antonio BORRELL MACIÁ, La persona humana, Bosch, Barcelona, 1954, p. 16 y siguientes.
45
Autor y obra citados en nota anterior, p. 19.
26
resante estudio gira sobre el problema de la posible
disponibilidad de esos derechos, mientras que nosotros en este trabajo enfocamos principalmente la
protección de la persona humana y de su integridad
física.
En esta clase de derechos se incluyen las facultades humanas personalísimas vinculadas con el desarrollo, provecho y defensa de la personalidad física
de la persona: el derecho a la vida que atañe a la
existencia vital del cuerpo (consecuentemente se
encuentra
sancionado
en
nuestro
ordenamiento
el
aborto, el homicidio en todas sus modalidades46 y en
general todos los atentados contra la vida47) y el
derecho a la salud (tanto la conservación como el
recupero de la misma48; por eso se encuentran prohibidas ciertas operaciones quirúrgicas49, imposibilitados ciertos tratamientos50 y prohibidos algunos
exámenes médicos sin el consentimiento del paciente51).
b) Derechos de libertad: que no sólo atienden a la libertad de movimiento (de locomoción o desplazamien-
46
Incluyéndose los que se realizan por razones eutanásicas o experimentales, y por supuesto los efectuados
por razones discriminatorias o nacionalistas.
47
El suicidio no es punible en el ordenamiento argentino, aunque sí lo es la ayuda a cometerlo.
48
A diferencia de lo sostenido por Julio César RIVERA (obra citada, T. II, N° 7575, a), p. 67) y Santos
CIFUENTES (obra citada, § 39, p, 74 y siguientes); entendemos que no existen derechos personalísimos sobre
el cadáver. El cadáver no es persona, luego no puede hablarse de derechos personalísimos que nacen luego de la
muerte de la persona. La protección del cadáver no se vincula a la materia de los derechos personalísimos sino a
que se trata de una cosa que está fuera del comercio no susceptible de valor. La posibilidad de la persona de
disponer relativamente sobre el futuro de su cadáver estableciendo su destino no convierte a tal facultad ni en
un derecho personalísimo ni en una proyección de su ejercicio.
49
Como por ejemplo las tendientes al cambio de sexo, salvo en los supuestos de hermafroditismo o la
ablación de órganos vitales con fines de trasplante.
50
Como las prácticas esterilizantes sin indicación terapéutica y los tratamientos con fines experimentales.
51
No obstante existen ciertos exámenes clínicos que por ley son obligatorios para la persona, como por
ejemplo el examen exigido para la obtención del certificado prenupcial, el examen médico que previo a su
ingreso deben cumplir los empleados públicos, etc.
27
to) sino también a la libertad espiritual, es decir
a la posibilidad de hacer o no hacer (la concertación de negocios, la realización de actos) y la que
se vincula a la libertad de conciencia (libertad
religiosa, libre expresión de ideas, etc.).
Estos derechos atienden al ejercicio sin trabas
tanto
de
las
fuerzas
físicas
como
de
las
espirituales52.
En el derecho peruano ESPINOZA ESPINOZA afirma que
“el derecho a la libertad tutela tanto el libre desarrollo de la personalidad de los sujetos ... como
el poder que estos tengan para crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas”53.
c) Derechos sobre la integridad espiritual: comprensivos del honor54, de la imagen y del derecho a la intimidad o a la vida privada.
d) Derechos al reconocimiento y respeto de la propia
individualidad del sujeto: En esta clase suele ubicarse el derecho al nombre55; pero, como ya hemos
expuesto, para nosotros, más que de un derecho personalísimo se trata
52
de un atributo de la persona.
Son aplicación positiva de estos derechos personalísimos en el ámbito del derecho civil, los artículos 482,
531 inciso 1º, 3068, 3010 y 953 del Código Civil.
53
Ver Juan ESPINOZA ESPINOZA, obra citada, p. 250.
54
El honor, entendido tanto en su sentido subjetivo (como honra, e importa el respeto de la persona humana
por su condición de tal) como en su sentido objetivo (la fama o estima que otras persona se han formado del
sujeto),
55
Así, por ejemplo, Diego ESPÍN CÁNOVAS nos dice: "A través del nombre se realiza principalmente la
identificación del ser humano, y por esto aparece el nombre estrechamente vinculado a los derechos de la
personalidad", Manual de Derecho Civil español, Vol. I, Parte General, 8ª edición, Editorial Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1982, p. 428.
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