Escenarios del cuerpo. La metamorfosis de Loïe Fuller Loïe Fuller Loïe Fuller bailando, s.f. Qué vemos Una fotografía en blanco y negro de pequeñas dimensiones. Sobre un fondo negro vemos a una mujer vestida de blanco; una imagen en movimiento: la de una mujer que agita sus brazos con energía en una acción que suponemos forma parte de un baile. Una especie de gran túnica blanca cubre todo su cuerpo dejando ver solo su rostro. No vemos sus pies, ni donde los apoya, y da la sensación de estar suspendida en el aire. Qué sentimos Queremos saber más. La fotografía se muestra en la exposición junto a otras muchas: la misma mujer, aunque no siempre, sobre un fondo negro. La acción de bailar es el tema principal, tanto de las fotografías como de las películas. De qué podría estar hablando El título nos lleva directamente a la protagonista. Aunque no acaba de transmitirnos su magia. Esa magia de la que hablaban tanto poetas como artistas o intelectuales. La de la “Danza serpentina”. La de la ocultación del cuerpo, la ausencia de fondo, de decorados, de historia. Aquella que fascinaba a la audiencia con su control absoluto del escenario, convirtiendo a la luz y al movimiento en los protagonistas de la acción. Por qué plantea este tema Loïe Fuller fue probablemente la más famosa bailarina americana en París de finales del siglo XIX y principios del XX. La “Danza serpentina” (1891) fue una de sus creaciones más conocidas. Era la primera vez que en el teatro se utilizaban a la vez efectos de luz y movimiento. Luego vendrían las prolongaciones de sus brazos o los distintos focos de proyección de luz y de color, en distintas gradaciones, otorgando a la escena una mayor sensación de movimiento. Por qué usa este medio La fotografía es solo una excusa para imaginar a Fuller bailando. La danza y quizá incluso más la escenografía, se convirtieron en su vehículo de expresión, donde experimentar con los descubrimientos de la época: desde la electricidad a la radioactividad. A través de la negación de su cuerpo, cediendo el protagonismo al movimiento de los velos, construía a su vez una imagen de la feminidad completamente distinta, en una época en la que todavía triunfaban las costumbres victorianas. Su relación tanto con la fotografía como con el cine es ciertamente curiosa: son muy pocas las imágenes de Fuller en el escenario. Ni la fotografía ni el cinematógrafo de la época eran capaces de fijar el remolino de los velos de su espectáculo, y ella era perfectamente consciente. Y sin embargo también sabía del poder de la imagen para dase a conocer, por lo que usó extensamente su imagen fotográfica en distintos formatos. De dónde viene Fuller y qué normas rompe Se le considera precursora de la danza moderna americana y sin embargo sus aportaciones tienen más que ver con la escenografía que con la danza: con su uso de la luz y el color, con la manera en la que los proyectaba sobre su cuerpo en movimiento. No hay distracción posible al suprimir toda dimensión narrativa. Solo hay formas puras. Las crónicas hablan de su completa desaparición en escena…Su contribución a la presentación de la obra teatral es, para muchos historiadores, tan importante como las teorías de Gordon Craig y Adolphe Appia. Es, a su vez, conocida su estrechísima relación con el mundo de la ciencia y de la investigación. Qué diría el experto de la obra “Loïe Fuller bailando” es una copia de una fotografía de época, sin fechar, con unas medidas de 16x11cms. Se conserva en el Musée Rodin de Paris. El Museo atesora más de cien imágenes fotográficas que la representan posando o bailando, sola o con sus alumnas. Fuller y el escultor mantuvieron una larga relación de amistad desde 1898, contribuyendo ciertamente Fuller a la difusión de la obra de Auguste Rodin en Estados Unidos. Biografía de Loïe Fuller Loïe Fuller (1862-1928) fue bailarina, coreógrafa, escritora, investigadora, científica… Tras iniciar su carrera en Estados Unidos y Londres, se traslada a París: ya en el Folies Bergère, trabaja en la creación de nuevas danzas que la llevarían a convertirse en artista de su tiempo, como atestiguan los carteles de Jules Chéret y Henri de Toulouse-Lautrec. Fue a su vez inspiración absoluta para los artistas del Art Nouveau e importante figura de la Exposición Universal de 1900. Artista de artistas, se la relaciona también con los escultores Raoul Larche, Théodore Rivière y el mencionado Rodin. De su mano llegarían a Europa Isadora Duncan y Ruth St. Denis, que luego acabarían por eclipsar su recuerdo. Volvería en repetidas ocasiones a Estados Unidos, donde actuaría incluso en la Metropolitan Opera, siendo su última aparición en escena en Londres en el “Shadow Ballet”, un año antes de morir. Referencias R. K. Garelick, Electric Salome: Loie Fuller’s Performance of Modernism, Princeton University Press, 2009. G. Lista, Loïe Fuller, danseuse de la Belle Epoque, Hermann, París [1994], 2007. A. C. Albright, Traces of Light: Absence and Presence in the Work of Loïe Fuller, Wesleyan University Press. 2007.