EL USUARIO, PIEZA CLAVE DEL PROCESO DE TRANSFERENCIA DE LA INFORMACIÓN . La información es un vehículo: un vehículo que transporta a su pasajero (la “nueva idea”) desde donde nace hasta donde se utiliza. Esta utilización transformará la información, bien en nuevos conocimientos (en el caso de la información para la investigación), bien en nuevos productos y procesos (en el caso de la información para la industria); en definitiva, en algo útil que redunde en la mejora del nivel de vida de la sociedad. Por tanto, es el uso de la información lo que da sentido a todo el proceso informativo y de nada valdrían los sistemas más perfectos si no tienen usuarios que utilicen y transformen la información que por ellos circula. Todo esto adquiere especial importancia en una época en la que, a menudo, se tiende a sobre valorar el instrumento (los sistemas informáticos, las redes) por encima de la sustancia (el contenido de la información). Y conviene no olvidar que los maravillosos sistemas que conocemos hoy día son sólo eso: instrumentos, valiosísimos e indispensables, pero, al fin y al cabo, instrumentos que el especialista en información utiliza como lo hacen miles de especialistas de otras disciplinas. En nuestro caso, con el objetivo de hacer llegar la información al usuario de la forma más rápida y eficaz posible. Cobra así sentido el viejo axioma de que la información no es buena cuando se produce, sino cuando se utiliza, y también la frase que da título a este comentario: el usuario es la auténtica pieza clave de todo el proceso de transferencia de la información. Consecuencia inmediata de lo que antecede es la necesidad de que todo centro de información se preocupe por conocer la tipología de sus usuarios y sus necesidades reales de información. He dicho alguna vez que uno de los problemas principales de los centros de información españoles (y probablemente también de los iberoamericanos) ha sido el de planificar sus servicios desde la óptica del especialista en información, sin contrastarlos debidamente con las necesidades reales de sus usuarios. El conocimiento de esas necesidades subraya una vez más la importancia de los estudios de usuarios, muchas veces olvidados en el mundo super tecnificado de nuestros días. Estas ideas cobran aún más importancia si se aplican en el seno de una comunidad de países que hablan el mismo idioma. El idioma es, en efecto, el instrumento de trabajo del especialista en información y utilizar un idioma común supone una enorme ventaja. Y, aunque los estudios de usuarios se aplican, per se, a casos extrapolables, cuando existe un idioma común y situaciones socioculturales análogas. Bajo esta perspectiva, se puede reafirmar la trascendencia de la cooperación iberoamericana en materia de estudios de usuarios. José Ramón Pérez Álvarez-Ossorio CINDOC-CSIC. Madrid FORINF@ Nº 8. ABRIL-JUNIO, 2000 4