El pasado del clima en los árboles J. Rubén G. Cárdenas Hemos escuchado que la frecuencia e intensidad de los huracanes ha aumentado recientemente debido al cambio climático, ya que al calentarse más las aguas superficiales oceánicas se producen mayor número de huracanes. Sin embargo, para disipar dudas lo lógico es comparar el clima que tenemos ahora con el que hubo en el pasado. Para ello lo ideal es poseer un registro histórico con datos sobre muchos parámetros: presión, temperatura, humedad, frecuencia de fenómenos como los huracanes, etc, que abarque la mayor cantidad de tiempo posible, pues sólo así se puede ver un cambio estadísticamente significativo en comparación con el presente. No obstante, para nuestra mala fortuna sólo se tienen datos de un pasado muy reciente y de un periodo muy corto de tiempo y cualquier fluctuación podría pasar como un cambio climático aunque no lo sea. Quizás la naturaleza misma registre de algún modo algunos de los datos que se necesitan. Los investigadores Claudia Mora y Henri GrissinoMayer de la Universidad de Tennessee, EUA, han utilizado como fuente de información de registro climatológico del pasado, los anillos de crecimiento del tronco de los árboles. A partir de ellos es posible saber la frecuencia de huracanes en la región atlántica durante los últimos 220 años como mínimo y esto podría despejar las dudas que algunos expertos tienen sobre el posible aumento en el número de huracanes debido al cambio climático. En árboles vivos de regiones templadas sólo es necesario contar los anillos para saber el año en el que se formaron. Se tiene que empezar a contar a partir del anillo más exterior correspondiente al año actual; los árboles detienen su crecimiento estacional en el invierno y esto queda registrado como una discontinuidad en el patrón de crecimiento de la madera del tronco. En los árboles muertos se puede saber el año en el que un anillo se formó porque presentan pequeñas variaciones debidas a las precipitaciones, la temperatura o la irradiación solar que los hace crecer. Un año favorable producirá anillos gruesos en todos los árboles de una región y un año desfavorable producirá anillos estrechos. Se puede entonces establecer un patrón general extrapolando el grosor de los anillos de unas muestras a otras. Al analizar cómo crecen los anillos de los árboles, se puede determinar su edad, si tuvieron contacto con el fuego, así como la presencia en el ambiente de varios parámetros climáticos. Cada año el árbol agrega una nueva capa de madera a su diámetro. Cuando la humedad es abundante, como en la primavera, los anillos son más gruesos; en los veranos más secos, los anillos disminuyen de grosor; así la diferencia en los anillos da una idea del clima en ese tiempo. Imagen tomada de: www.detectingdesign.com Este equipo de investigadores ha reconstruido con éxito la actividad de los huracanes en los últimos 220 años alrededor del área de Georgia tomando en cuenta, además, la cantidad de oxígeno-18 incorporado a los tejidos de los árboles de esa región. El vapor de agua contiene varios isótopos1 del oxígeno, pero cuando se condensa y precipita sobre el suelo en forma de agua, permanece en el terreno durante un tiempo, más enriquecida con el oxígeno-18, que es más pesado. Los árboles al absorber el agua incorporan el oxígeno -18 en sus tejidos, incluidos los anillos de la madera, y éste forma parte de la celulosa. Al dividir cada anillo anual individual del árbol en años iniciales y años más viejos, se puede aislar la estación del huracán de cada año. Lo que resta es buscar todos los tejidos finos de los árboles con una caída repentina del oxígeno-18. Los huracanes son sistemas atmosféricos que agotan el oxígeno-18 en el aire. Por lo tanto, en el agua de las lluvias de los huracanes hay concentraciones inusualmente bajas de oxígeno-18. Cuando raíces de árboles como el pino de larga hoja y el pino de la raya vertical, toman agua de lluvia del huracán con bajo contenido en O-18, las células del árbol comienzan a crecer tan pronto como el sol aparece a través de las nubes de la tormenta y en los anillos de los árboles se puede detectar la fecha en que se presentó el huracán por la señal de la caída en ellos del oxígeno-18. La cantidad de oxígeno -18 variará de un año a otro, o lo que es lo mismo, de un anillo a otro dependiendo de la cantidad de huracanes. Contando los anillos se obtiene el año de crecimiento de cada anillo y al final se tiene un registro que relaciona el año y la cantidad de huracanes. No se pueden distinguir individualmente las tormentas tropicales ni sus intensidades, sino un promedio anual de todas ellas. Aunque esta técnica no proporcione mucha información sobre la intensidad de las tormentas y sólo de su frecuencia, resulta de gran utilidad para comparar algunos modelos climáticos. En el futuro, estos investigadores esperan extender este registro a 500 o 600 años mediante el análisis de árboles más viejos. Nota 1 Los átomos de cada elemento presentan diferentes isótopos, que aunque tienen las mismas propiedades químicas presentan pequeñas diferencias físicas debido a su diferente peso atómico; es decir, al número de neutrones presentes en el núcleo. Referencias Are hurricanes increasing? Ask a Georgia pine Tree , NASA Earth Observatory News, 10 de agosto de 2005. En su página de Internet: www.earthobservatory.nasa.gov. René Garduño, El veleidoso clima, FCE, México, 1994