Comunidades científicas de la periferia

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COMUNIDADES CIENTÍFICAS DE LA PERIFERIA: UNA
LECTURA COMPLEJA
Elsa Beatriz Acevedo Pineda
Investigadora
Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación
CTSI
[email protected]
RESUMEN
Uno de los temas de mayor complejidad, en los estudios sociales de ciencia y
tecnología, en América Latina, es el relativo a las imágenes y visibilidad de las
comunidades científicas.. Por esta razón, trataremos de insertarnos, con
extremo cuidado el “mundo interior”, de una realidad para muchos inaccesible.
Al interior de este hetereogéneo grupo humano, encontramos el reflejo de
nuestra realidad nacional. Se trata de un medio donde la integridad, entereza,
responsabilidad social, principios, valores, compromiso social, enfrenta una
serie de conflictos de intereses, que inclusive llegan a manifestarse a través de
conductas poco solidarias, enfrentamientos, luchas por el poder y el
reconocimiento. Tales actitudes dañinas aparecen como retrato de una
sociedad en crisis. Por esta razón, las Comunidades Científicas deben ser
contextualizadas, observando una actitud crítica y objetiva, exaltando su
indiscutible valor, en un momento en que el conocimiento no solo debe ser
apropiado sino valorado por la sociedad. Enmarcaremos nuestro trabajo en
Colombia, un país donde la dimensión del conflicto armado, imprime
características específicas a la planeación científica de la sociedad, así como a
la consolidación de una fuerte comunidad investigativa.
Invitar a un análisis sobre las comunidades científicas, en un país
como Colombia, inevitablemente conduce a reflexionar, tanto sobre
los diferentes niveles de institucionalidad, y soporte al desarrollo
tecnocientífico, como sobre las características de la sociedad que
las soporta; sus avances y retrocesos, su capacidad de enfrentar
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las crisis estructurales y de asumir los retos futuros, en medio de
una gran exigencia social para orientar la investigación y el
desarrollo tecnológico, hacia la paz y el desarrollo humano.
De la misma manera exige, asumir una actitud profundamente
reflexiva y comprometida, sobre la misión social de la ciencia y en
especial de las comunidades científicas, en contextos de conflicto,
teniendo presente que la ciencia y la tecnología como procesos
sociales son interdependendientes e interactuantes. Por lo demás,
no deja de ser una complejidad tratar de abordar de una manera
objetiva, el mundo de la subjetividad y los simbolismos inherentes a
los espacios intangibles de la ciencia y de las innovaciones
tecnológicas.
Por esta razón el presente trabajo, en lugar de respuestas, ofrece
numerosos interrogantes a través de una cuenta aún pendiente por
saldar por parte de la sociedad colombiana, con sus comunidades
investigativas. Se trata de un compromiso que implica, además de
un proceso de internacionalización, la apropiación de sus
resultados, sumados al reconocimiento social de los aportes al
desarrollo nacional, de las comunidades investigativas.
Por su parte el fortalecimiento de la investigación, implica además
del desarrollo de su infraestructura científico técnica, priorizar la
rentabilidad social de la investigación a través de sus resultados de
beneficio social. Contemplando además la capacitación intensiva en
los contenidos de los estudios de Ciencia, tecnología, Sociedad e
Innovación CTSI, tanto por parte de los investigadores, como del
personal directivo y administrativo comprometido con el desarrollo
tecnocientífico.
Teniendo en cuenta la dificultad del tema a tratar, abordaremos la
dinámica interna de las comunidades científicas, partiendo de un
enfoque social de cambio, en lo que bien podríamos denominar
“nuestra capacidad científica y tecnológica endógena”. Lo cual
involucra el compromiso ético de la ciencia y el desarrollo
tecnológico, bajo presupuestos de cambio estructural para nuestra
sociedad, poco familiarizada con la apropiación social de la ciencia
y menos con la participación pública en su desarrollo.
De la misma manera, es importante remarcar la urgencia de la
formación científica, consecuente con el desarrollo tecnocientífico
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internacional, lo cual exige un número mayor de posgrados y
doctorados, así como la vinculación a redes de investigación
temática.
Reconocemos que todos estos elementos son producto de
condiciones específicas, en las cuales se desarrolla el conocimiento
en el mundo contemporáneo, y obedecen a un largo proceso, de
institucionalización de la ciencia, en el cual el compromiso
gubernamental, educativo y empresarial en Colombia, ha sido muy
precario.
Por su parte el estudio de las comunidades científicas, enfrenta en
nuestros países, innumerables obstáculos y tareas propios del
intento por desarrollarnos dentro de una estructura subdesarrollada.
Entre los cuales merece destacarse:
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Baja inversión en ciencia y tecnología
Escasa relación entre el modelo económico y el desarrollo
tecnocientífico
Deficiencias educativas en formación en Ciencia, Tecnología,
Sociedad e Innovación CTSI
Dificultades en la formación de investigadores y en la
creación, desarrollo, formación y seguimiento de los
semilleros de investigadores
Poca valoración social de la tecnociencia
Exilio de nuestros investigadores
Necesidad de ampliar la cobertura de la divulgación científica
Escasos nexos entre ciencia y desarrollo económico, ciencia
y sociedad, ciencia y política
Débil soporte jurídico para el desarrollo de la ciencia
Ausencia de estudios valorativos sobre las relaciones entre
poder y conocimiento
Bajo nivel de institucionalización de la evaluación científica
bajo principios éticos y equitativos
Escasa relación entre investigación y producción
Necesidad de consolidar estrategias sostenidas de
cooperación científica
a través de la formación de
comunidades científicas multinacionales
Bajo impacto de las TIC en los procesos tecnocientíficos .
Predominio de visiones ideológicas antagónicas que se
transfieren a espacios de confrontación científica
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Urgente necesidad de implementar diferentes niveles de
cooperación; internacional, nacional, regional, así como entre
diferentes grupos y disciplinarias.
Marcada tendencia a la conflictividad interna tanto interna
como externa entre grupos de investigación
Cuestionamiento a los términos de medición cienciométrica
Aparte de lo anterior, hay que reconocer diversas confrontaciones
de carácter interno, así como la presencia de un índice preocupante
de resentimiento social y marginalidad, como resultado de las de
guerras de la ciencia, tanto en las controversias como en lo que
tiene que ver con procesos, resultados, publicaciones y muy
especialmente en la dinámica humana de cada grupo investigativo,
tendiente a su visibilidad, desviando así la atención del problema
básico de la investigación, como lo es su función social.
Resultaría prácticamente ilimitada la enumeración de aspectos que
deben tenerse en cuenta al momento de abordar el tema propuesto,
en momentos en que el debate sobre la “pureza del
conocimiento”parece opacado por la complejidad y conflictividad en
su generación.
Para poder entender la dinámica interna de una comunidad
científica, es indispensable conocer las características del contexto,
en que desarrolla sus actividades, máxime en momentos en que
afloran las contracciones de toda índole. Lo anterior, sumado a la
complejidad de lo que bien podemos denominar “suma de
individualidades” hace de nuestro tema una apasionante línea de
investigación social En tal sentido recomendamos ver “Apreciación
Social de la Ciencia en la Periferia” en:
http://www.campus-oei.org/salactsi/acevedonunez.htm
De lo anterior, deducimos que el estudio que nos ocupa, contemple
antes que resultados terminales, procesos sociales, expresados a
través de los diferentes niveles motivacionales, de los
investigadores, así como en su capacidad de asumir riesgos y
plantear soluciones. Lo cual se hace evidente al encontrar que
además de los problemas de índole metodológica, tengamos que
enfrentar una serie de elementos de compleja subjetividad, ligado al
propio mundo interior de cada comunidad investigativa, lo que le
imprime un sello específico diferenciando, no sólo por parte de
grupos de otras disciplinas, sino por parte de agentes sociales
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investigativos de una misma disciplina. Se trata de un problema
intra e Inter investigativo.
Lo que si es cierto, es que para los investigadores es difícil lograr
autoridad, visibilidad, reconocimiento, valoración social y sostenerse
dentro de la competitividad en condiciones de subdesarrollo
estructural. Por eso debe ser un investigador comprometido,
socializar sus investigaciones, superar los intereses de la
jeraquización de la ciencia y de los monopolios del saber, ser crítico
y autocrítico, manejar el reconocimiento con humildad y ser
tolerante ante los cuestionamientos
Pero qué hace que dichas comunidades representen unidades
sociales tan diferentes y a la vez tan complejas? Difícil describirlo
en pocas palabras, máxime si se tiene en cuenta que algunas
comunidades investigativas, manejan un alto nivel de hermetismo
comunicativo. En estas condiciones resulta imposible abordar el
tema relativo a la construcción de una sociedad del conocimiento,
sin estudiar a fondo la problemática interna inherente a cada grupo
y comunidad científica en condiciones de crecimiento periférico. Y
ello incluye en primer orden las características estructurales de la
sociedad que las soporta.
Es evidente que ante la magnitud y conflictividad del tema, sea
prácticamente imposible abordar en tan corto espacio todos los
aspectos involucrados en el mismo, cuando existen temas tan
cextensos como el rol de la universidad en la generación de
conocimientos socialmente apropiados. Cuando enfrascada en las
guerras de la ciencia, muchas universidades olvidan que su misión
central, además de la formación académica descansa en la
investigación científica y el desarrollo tecnológico, cuya orientación
y resultados deben estar dirigidos a mejorar las condiciones del
medio ya a superar las barreras del subdesarrollo.
Por su parte todas las comunidades tienen un lugar de identidad y
pertenencia, bien sea un centro de desarrollo tecnológico o una
universidad, esto significa, que cuando hablamos de las mismas,
también lo hagamos sobre las condiciones materiales y humanas en
las que se genera el conocimiento y sobre las cuáles se abre un
gran debate, con relación a las respuestas investigativas a las
necesidades del contexto. Por esta razón los conflictos internos de
nuestras universidades, sirven como termómetro para conocer la
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verdadera dimensión de la problemática que rodea en nuestra
sociedad, a la actividad tecnocientífica.
Otro de los aspectos importantes que merece ser resaltado tiene
que ver con la evaluación de la investigación, cuyo contenido
trasciende al grupo investigativo, por cuanto la misma compromete
a la de la institución en la cual se desarrolla y al beneficio social
derivado de la misma. En tal sentido son especialmente
recomendados los datos, del Observatorio Colombiano de Ciencia y
Tecnología en http://www.ocyt.org.co El Observatorio es parte
fundamental del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología de
Colciencias: http://www.colciencias.gov.co
LOS CIENTÍFICOS DE LA PERIFERIA
Podríamos empezar por preguntarnos ¿quiénes son esos
científicos? la respuesta puede involucrar cualquier cantidad de
descripciones, basadas en las mismas teorías de desarrollo
económico, que nos permiten ubicar a la periferia, como aquella
realidad socioeconómica, política cultural y tecnocientífica
caracterizada por el atraso, dependencia y altos índices de pobreza
y marginalidad.
Marginalidad que obviamente involucra a las comunidades
investigativas, imprimiendo un matiz diferente a su desarrollo y
potencialidad como grupo social, en un medio que aún no le valora
debidamente. Porque la marginalidad del conocimiento mundial, se
manifiesta en la dificultad de acceso a los nuevos conocimientos, a
través de la capacitación a diferente nivel, la cual dicho sea de
paso, obedece en determinados casos a motivaciones personales,
que a estrategias institucionales.
Además de lo anterior, en un país en conflicto, como es el caso de
Colombia, una comunidad investigativa como grupo humano, no
está exenta de cualquier cantidad de vicisitudes, a la hora liderar
proyectos, definir líneas de investigación, obtener recursos y poner
en marcha unas verdaderas empresas de conocimiento.
En este sentido, es curioso encontrar una visible división al interior
de las universidades, entre quienes optan por la investigación como
línea fundamental de su trayectoria académica y quienes se
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dedican exclusivamente a la docencia. No es extraño palpar un
muy sutil enfrentamiento entre ambos.
El debate por insólito que parezca, radica en la descalificación por
parte de algunos docentes, del trabajo del investigador, basados, en
que su contrato laboral, le compromete exclusivamente con su
desempeño docente y no como investigador. Situación que puede
llegar a serios enfrentamientos, a la hora de solicitar este último,
descarga académica, para desarrollar un proyecto, o bien para
capacitación o asistencia a eventos científicos de diversa índole.
Por su parte, algunos investigadores, miran con cierto desdén a los
docentes que no investigan, sin detenerse a auscultar, el por qué no
lo hacen, olvidando que en nuestro medio no existe
institucionalizada la formación investigativa y la mayoría de quienes
optan por ella, tienen o han tenido formación a nivel internacional, lo
cual implica una seria desventaja en los procesos de evaluación
institucional, que en oportunidades mas parecen consejos de guerra
que actividades de evaluación objetiva.
Esto se debe a la falta de una verdadera cultura científica, y de
tolerancia, característica del campo subdesarrollado, en donde
además de lo descrito, observamos con preocupación al lado de de
los demás actores del campo académico, la existencia de directivos
altamente burocratizados, dedicados más a obstruir que a fomentar
el desarrollo científico y las innovaciones tecnológicas. En tales
circunstancias la tramitología, se convierte en un impedimento que
desanima a numerosos investigadores, especialmente en lo
concerniente a las gestiones interinstitucionales de postgrado en
exterior Esto significa que a la crisis nacional e institucional se le
suma el de algunas estructuras mentales subdesarrolladas, propias
de un clima organizacional obsoleto, configurando así un espejo
dramático de una realidad que debemos superar.
Por esta razón es tan importante que los grupos de investigación,
rindan cuentas a la sociedad y se posicionen con fuerza al interior
de la misma. Este intercambio se convierte más en un conversatorio
social, que es clave en el fomento de un clima científico de respeto,
convivencia y tolerancia, desempeñando un papel muy importante
no solo para la apropiación social de la ciencia, sino en la formación
de los semilleros de investigadores, con amplio compromiso social.
No hay que olvidar que en los mismos, además de encontrarse el
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relevo generacional del futuro, se concentra el núcleo del
pensamiento y liderazgo científico del futuro.
En este sentido el periodismo científico, así como la asistencia a
encuentros periódicos interdisciplinarios, representan mecanismos
fortalecedores de las comunidades, a través de la presentación de
los resultados de sus investigaciones, mediante un proceso de
socialización de la ciencia. Su importancia es innegable en primer
orden, porque el investigador además de la visibilidad de sus
resultados en el campo de la ciencia, adquiere protagonismo bien
sea regional o nacional. Porque no hay que olvidar que el
investigador necesita encontrar su propia visibilidad como ser
humano, especialmente en sociedades con baja valoración de los
beneficios del desarrollo tecnocientífico.
Otro interesante problema para los estudios sociales sobre ciencia y
tecnología en contextos nacionales, tiene que ver con la dinámica
interna, en la configuración de las estructuras de liderazgo y
visibilidad, al interior de las comunidades científicas, teniendo en
cuenta que las disputas internas, por el poder y el reconocimiento,
no son ajenas a nuestros núcleos investigativos, especialmente en
lo relativo a las contraprestaciones derivadas de su quehacer. Tema
por demás preocupante, teniendo en cuenta que entre
investigadores, debe predominar el debate sobre enfoques
científicos y metodológicos, acompañados de un alto grado de
visión humanista, superando con ello cualquier criterio de
rentabilidad, poder o lucro personal. Priorizando eso sí la
rentabilidad social de beneficio generalizado implícito en la ética de
la ciencia.
De otra parte el afán de obtener reconocimiento por parte de la
sociedad, obliga a los investigadores, a comunicar sus resultados,
en un amplio proceso de socialización y apropiación de los
beneficios derivados de su quehacer. En este sentido la divulgación
científica, además de la aceptación social, le facilita adquirir
prestigio y autoridad en medio de la comunidad científica nacional e
internacional, lo cual le exige además, ser competitivo como
miembro de grupo social, dedicado a la ciencia y al desarrollo de
innovaciones tecnológicas. Para ampliar sobre el tema se
recomienda ver: “Ciencia y Público en http://www.campusoei.org/salactsi/elsa5.htm
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Los investigadores además de las actividades propias de su
quehacer científico, deben ejercer un sinnúmero de funciones, como
por ejemplo; actuar como generador de soluciones y alternativas,
ser un modernizador de las estructuras educativas, participar
activamente en el fortalecimiento de las políticas y estrategias tanto
regionales como nacionales de ciencia y tecnología, servir de
enlace entre el periodismo científico y la comunidad, convertirse en
gestor y empresario de la ciencia y la tecnología y actuar como
líder social capacitado, para traducir los problemas sociales en
soluciones tecnocientíficas.
Aparte de lo anterior, también debe ser un innovador permanente,
en procesos, procedimientos, enfoques metodológicos, resultados,
así como en la capacidad de insertar los mismos en la dinámica
social y productiva de su entorno De la misma manera debe estar
capacitado para sobrevivir en un medio muy difícil y complejo, tanto
en lo que respecta a la valoración nacional del conocimiento, como
en lo relativo al ambiente humano, en el cual debe desarrollar sus
actividades; plagado de pasiones, emociones, intolerancia,
conflictos generacionales y de poder, que hacen difícil su quehacer
cotidiano.
Las comunidades pueden ser abiertas o cerradas, en este caso
para los jóvenes investigadores resulta extremadamente difícil
acceder a ellas, en igualdad de condiciones, sin ser mirados “desde
arriba” en calidad de subordinados. Curiosamente quienes así
catalogan a las futuras promesas investigativas, son a su vez
mirados “desde arriba” por quienes desde los centros de desarrollo
tecnocientífico mundial, marcan las pautas del mismo.
El
reconocido investigador argentino Pablo Kreimer denomina a esta
relación “integración subordinada”.
Lo anterior nos induce a pensar que en momentos en que la
globalización del desarrollo, se traduce en globalización del
subdesarrollo, se manifiesta una situación que garantiza la
existencia de estructuras socio económicas subordinadas
periféricas y semi periféricas. Y Nuestras comunidades científicas,
no escapan a esta realidad, siendo manifiestas algunas prácticas
discriminatorias en su vida interna. Al interior del país también se
reproduce el mismo esquema, entre los grupos de investigación,
hecho que dificulta seriamente los procesos de regionalización. Esto
indica que estamos frente a una complicada lectura social de las
comunidades dedicadas a la ciencia y las innovaciones
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tecnológicas. Y no existe indicador capaz de retratar semejante
problema humano inherente al mundo intangible y sutil de la vida
investigativa.
Por tal razón es tan importante enfatizar en la complejidad del
tema, puesto que no se reduce a elementos cuantitativos, sino que
compromete todo un mundo de subjetividades, inherentes a un
grupo social, con sus pasiones, ambiciones, emociones, visiones
éticas y valorativas divergentes, así como tendencias y enfoques
metodológicos, filosóficos e ideológicos diversos.
De todas formas, en medio de estímulos o en ausencia de ellos,
nuestros investigadores, deben continuar luchando por entregar la
“utilidad social” de la ciencia y de las innovaciones tecnológicas, a la
solución de la problemática nacional. Es entonces cuando esa
“utilidad social” de la ciencia, aparece como el vínculo entre
conocimiento y sociedad a través de su apropiación social, así
como de la praxis social del conocimiento.
Por su parte, la dinámica tecnocientífica mundial, caracterizada por
una enorme movilidad entre la oferta y demanda, reproduce el
efecto demostración, en sociedades marginales de tal forma, que
puede ir desde la tendencia a imitar, patrones de producción,
consumo, comportamiento y contaminación, hasta alimentar el exilio
de investigadores y científicos, hacia otras latitudes más
promisorias. Este creciente abandono de contextos, y realidades ,
actúa como mecanismo depresor de nuestra capacidad científica y
tecnológica, puesto que no se traduce en intercambio equitativo o
de una transferencia, sino en éxodo del nuestro potencial humano
competitivo.
En tales condiciones, el diseño de una estrategia de estímulos
sostenidos, capaz de retener y gratificar a nuestros investigadores,
es vital para Colombia. El que además de representar una forma
importante de construir y consolidar comunidades científicas
nacionales y regionales, debe contribuir a la estructuración de
políticas y estrategias de apoyo a los semilleros de investigadores,
para lo cual la tutoría de investigadores de trayectoria es bien
importante, así como el diseño de programas de capacitación y
formación continuada, especialmente en Ciencia, Tecnología,
Sociedad e Innovación CTSI.
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De otra parte, la estrecha relación entre capacidad tecnocientífica
y competitividad, representa un reto internacional. En tal sentido las
comunidades científicas desempeñan importante rol. Aclarando eso
sí, que la competitividad se expresa tanto en el marco de los
procesos mundiales, como regionales, nacionales, así como al
interior de las comunidades investigativas comprometidas con la
misma.
Es importante anotar que una verdadera estrategia tecnocientífica,
tendiente a cumplir con los retos de la competitividad global,
enfrenta las barreras propias de un medio con baja valoración
institucional y social del trabajo de sus científicos.
La competitividad en el campo del desarrollo tecnocientífico,
corresponde a una categoría delicada, hetereogénea y compleja.
No podemos por lo tanto, aplicar mecánicamente apreciaciones,
conceptos, tendencias y hasta valoraciones, sin su debida
apropiación, tal es el caso de conceptos como, globalización,
mundialización y otros, cuya apropiación, apreciación y aplicación
es diferente para cada realidad socioeconómica, política, cultural,
ambiental y tecnocientífica.
Por esta razón, en momentos en que el reto para las comunidades
científicas, se plantea en términos de creación de empresas de
conocimiento, altamente competitivas, modernizar la infraestructura
científica y tecnológica del país es impostergable. Para lo cual hay
que adecuar la imagen social de la ciencia, a cada realidad
específica.
No obstante la competitividad se asocie con una serie de elementos
tales como, calidad, excelencia, mejoramiento continuo, capacidad
de adaptación, apropiación tecnológica, gestión del conocimiento
capacitación de recursos humanos y diseño de un nuevo paradigma
humanista, ambiental de desarrollo tecnocientífico, es usual que se
le se asimile solo al campo de la producción de bienes industriales,
en clara referencia al crecimiento económico. De la misma manera,
en el plano internacional, se le vincula a los procesos de
globalización y a las naciones altamente desarrolladas, exaltando el
poder competitivo propio de sus fortalezas, frente a la mayoría de
países con alto nivel de exclusión, muy deficiente desarrollo
humano y bajos índices de producción tecnocientífica.
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Desde los estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación
CTSI, nos parece importante resaltar tres aspectos con relación a la
competitividad; el primero, tiene que ver con la verdadera
intencionalidad de su manejo a nivel mundial, identificándolo sólo
con procesos de industrialización, en segundo lugar, su ubicación
geográfica; el primer mundo, como privilegio de un sector
minoritario de la humanidad. En tercer lugar, el determinismo
tecnológico, marginando su enfoque valorativo y socio ambiental,
así como una deliberada omisión de sus riesgos.
Observando lo anterior, es claro que la competitividad es
ampliamente excluyente para nuestro grupo de países, con baja
incorporación y renovación tecnológica, graves impedimentos
sociales, políticos, culturales y altos índices de atraso y
dependencia. A nuestra manera de ver, en la competitividad, se
debe incluir el enorme valor de las comunidades científicas
nacionales, las cuales no obstante las situaciones descritas, hacen
ciencia de excelencia y representan posibilidades para el desarrollo
no solo de nuestras naciones sino del mundo. Esta es una valiosa
contra argumentación para quienes insisten en nuestra supuesta
incapacidad endógena. La idea es no dejarnos deslumbrar con
pasividad acrítica por lo exógeno, mirando más nuestro interior,
donde descansa, no solo muchas de las soluciones a nuestra crisis
interna, sino el futuro de nuestra competitividad como sociedad.
Frente a tales circunstancias, es conveniente abordar la
competitividad, como una visión complementaria y no como
determinante comparativa y menos valorativa, encaminada a exaltar
otras realidades, subestimando el ilimitado potencial endogéno,
para el caso que nos ocupa; nuestros recursos humanos que
representan el mayor valor estratégico competitivo, hacia el futuro
de nuestra nacionalidad, reiterando que la inversión en capital
humano, sigue siendo prioritaria para Colombia.
En otros términos de las comunidades científicas deberán salir las
propuestas contextuales para cada problemática, es un reto que se
debe asumir y para el cual la capacitación en los contenidos
sociales, culturales y ambientales del desarrollo tecnocientífico
contemporáneo es prioritario.
En el caso de nuestro país, la visión crítica de la realidad, exige una
valoración especial del conocimiento socialmente conveniente,
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máxime en el momento actual en donde la figura del científico,
poco importa a una sociedad que prefiere comer antes que saber.
De otra parte a sabiendas del enorme daño que para el país
representa, el éxodo de sus investigadores, tampoco se puede
juzgar a la ligera un problema que es prácticamente de
supervivencia, sería pecar de falso patriotismo retenerles sin
ofrecerles un mínimo de garantías. El hecho de quedarse en otros
países, no puede prestarse para juicios condenatorios, el problema
va mucho más allá; tiene que ver con el mundo de incertidumbre y
de no futuro, en el cual desarrollan sus actividades investigativas y
se desenvuelve la vida cotidiana de su núcleo familiar.
Una visión que evitaría juicios subjetivos y rupturas innecesarias, es
la relacionada a las redes de conocimiento, a través de las cuales
los científicos colombianos radicados en el exterior, pueden hacer
sus aportes al desarrollo nacional, interactuando con nuestros
grupos de investigadores. Es mucho lo que ellos pueden aportar a
la formación de nuevas líneas, grupos y escuelas de pensamiento.
Algunas personas consideran que el científico, solo se compromete
con su realidad inmediata, juicio muy pobre por cierto, cuando en
realidad, son numerosos los casos en que sus propuestas,
gestadas en otras latitudes, cobran eco en el desarrollo del país.
Por lo tanto carece de seriedad, afirmar que para combatir la
problemática del subdesarrollo, el científico tenga que vivir en
condiciones de hambre, inseguridad y falta de garantías,
predominantes en nuestros países subdesarrollados.
Cuando nuestros científicos abandonan el país, no lo hacen porque
sean apátridas, la verdad es que se trata de ciudadanos como
muchos otros de Asia, África y de otros países latinoamericanos,
que buscando un futuro mejor, deciden abandonar por razones de
fuerza mayor su país, sus costumbres y toda una vida que dejan en
el pasado, para asumir los retos de vivir en condiciones socio
culturales diferentes.
Los juicios condenatorios demuestran una ignorancia imperdonable
sobre la verdadera dimensión de nuestra crisis humanitaria. Por lo
demás debemos reconocer que nuestro país, adolece de una
estrategia encaminada a contener el exilio de científicos, frente a un
fenómeno caracterizado por la migración de los mismos en
búsqueda de nuevos contextos.
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Es por esta razón, que todas las circunstancias que rodean el
quehacer científico, deben ser analizadas con extrema cautela,
porque reflejan un sinnúmero de hetereogeneidades, que
involucran tanto lo objetivo como lo subjetivo, aspectos imposibles
de ser descartados, por tratarse de un tema de gran sensibilidad,
que de una u otra forma, incide en la visibilidad de un grupo de
investigación y por supuesto en su capacidad de ser competitivo, en
condiciones que en numerosas oportunidades le son adversas.
La competitividad en el campo de la investigación, es reflejo de la
visibilidad de los investigadores, de su fortaleza interna y externa
así como de su capacidad de superar y depurar sus crisis y de
insertar las investigaciones, tanto en el plano productivo como
social, cultural, y ambiental tanto a nivel nacional como
internacional.
Otro aspecto de gran importancia relativo a la competitividad, se
relaciona con la calidad de las investigaciones, sujetas a los
requerimientos y exigencias del Sistema Nacional de Ciencia y
Tecnología SNCYT, cuyos parámetros de calidad incluyen además,
los de eficiencia y pertinencia, elementos de gran importancia a la
hora de rendir cuentas a la sociedad, sobre la inversión en
proyectos de investigación de carácter estratégico para el desarrollo
regional y nacional. En otras palabras, las alianzas estratégicas, en
el plano investigativo, deben ser demostrables a través de la
concreción de soluciones encaminadas a elevar el nivel de vida de
su entorno.
Este elemento de justificación reviste características bien
importantes para cualquier sociedad, por cuanto un proyecto
investigativo no puede formularse por simple “placer académico” de
conformar un grupo, solicitar recursos y descargas académicas para
realizar un trabajo, que en realidad en nada contribuye a la
superación de la crisis estructural de nuestra realidad. La
concreción de cada propuesta, debe ser acreditada por su
capacidad de dar soluciones inmediatas a los graves problemas del
subdesarrollo.
Por esta razón los grupos de investigación deben ser conocedores
e interlocutores entre la problemática social y los laboratorios de
pensamiento socio técnico estratégico. De ahí nuestra insistencia
en capacitar a los mismos en la transversalidad implícita en los
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contenidos de CTSI. En tal sentido la política de Colciencias, y del
Observatorio de Ciencia y Tecnología de Colombia, se orienta hacia
la calidad, capacitación y evaluación de los mismos, de acuerdo a
parámetros internacionales, considerando deseable que la
evaluación sea realizada por parte de las más prestigiosas
universidades internacionales.
En consecuencia un grupo que no se comprometa con los mínimos
básicos de las exigencias de su entorno, ni es grupo ni es
competitivo. Aquí radica el error de confundir un grupo de
investigación con uno de estudio y debate que no produce
resultados. Por tal razón la competitividad tiene una normatividad
específica, enmarcada en la calidad, excelencia, pertinencia de
cada grupo y de cada investigador y así existan términos para
cuantificar la competitividad, no se puede olvidar la vida interna del
componente social individual, que responde a características
valorativas, éticas, morales, afectivas y emotivas que es imposible
de cuantificar, pero que al final cuentan en los resultados y en la
consiguiente competitividad de un grupo de investigación. Para
complementar el tema ver” Lo que la Cienciometría no alcanza a
medir” en: http://www.campus-oei.org/salactsi/elsa6.htm
De otra parte en nuestro medio, no es frecuente la valoración social
de los recursos humanos dedicados a la ciencia y a las
innovaciones tecnológicas. Y en contadas oportunidades, se
demuestra interés público por el resultado de su trabajo. Esto hace
de la comunicación científica un reto, para la consolidación de los
vínculos entre investigación y sociedad, entre ciencia y público
En medio de las conocidas adversidades del subdesarrollo,
nuestras comunidades científicas, representan ejemplo de
excepcional perseverancia y no obstante la crisis nacional,
continúan creando, aplicando y difundiendo conocimientos,
creyendo y construyendo futuro, adelantando así una importante
actividad en la construcción de futuro.
Reconocer tan valioso capital, es vital para la sociedad. Además
porque su dimensión internacional, en buena medida contribuye a
modificar nuestra deteriorada imagen. Es en ellos donde descansa
parte sustancial de la competitividad del país. Ver:”Comunidades
Científicas entra la Marginalidad y el Reconocimiento” en:
http://www.campus-oei.org/salactsi/elsa4.htm
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De otra parte, sí los científicos trazan una imagen de la ciencia, cuál
es y debe ser la misma en América Latina y especialmente en
Colombia? En tal sentido es importante aclarar que en modo alguno
estamos trazando una imagen de ciencia periférica, de segunda
clase, cuando gran parte del conocimiento, que se produce en
nuestros laboratorios y centros de investigación, demuestra
avances y fortalezas investigativas en diferentes campos del
desarrollo, construyendo con ello una alta competitividad.
No obstante que la imagen de nuestra tecnociencia, sea tan
compleja como las raíces del conflicto bélico del país, su estudio
debe ser abordado, teniendo en cuenta que nuestras comunidades
científicas, conforman y representan grupos sociales, producto de
realidades culturales específicas y en donde la diversidad de
estrategias y aproximaciones, debe incluir desde las políticas y
estrategias estatales en materia de ciencia y tecnología, hasta la
valoración pública de la misma tecnociencia, en un amplio proceso
de socialización del conocimiento.
Como hemos dicho, se trata de comunidades con lazos cognitivos,
pero a al vez afectivos y emotivos, que poseen un lenguaje y
codificación específicos y que además manifiestan marcadas
diferenciaciones y categorías; hay centros y periferias, porque hay
sectores profundamente jerarquizados, que disfrutan de todo tipo de
privilegios, en cuyo interior el principio de autoridad descansa en el
reconocimiento social, número de publicaciones, membresías a
asociaciones científicas reconocidas tanto nacional como
internacionalmente.
El comportamiento de cada comunidad obedece a esquemas
diferenciados, de acuerdo al campo investigativo. No obstante es
imposible hablar de grupos cerrrados o aislados en momentos en
que se impone la transversalidad investigativa.
De todas formas, su estudio es complejo porque como grupos
humanos les es inherente cierto nivel de antagonismo, diferencias
valorativas, de actitudes y formas de pensamiento. Ello es apenas
obvio por cuanto reflejan la realidad en que viven.
Las comunidades científicas representan en cierto modo, la suma
de universos mentales, que buscan legitimar su razón de ser y su
permanencia en un contexto social específico. Una lectura de las
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mismas, encontrará grandes dificultades, contradicciones y en
determinados casos fuertes rivalidades, especialmente en lo relativo
a su visibilidad, la cual debe traducirse como visibilidad de todo el
grupo y no individual. Porque suele ocurrir que el director del equipo
de investigadores, eleve su visibilidad opacando el sentido y la
valoración colectiva del mismo. En este caso ya no hablamos de
visibilidad, sino de un abierto protagonismo, que conduce
inevitablemente a un enfrentamiento entre el interés individual y el
colectivo.
Por lo anterior, no podemos olvidar que las características del
medio socio cultural, se reflejan en el desarrollo del mundo interior
de las comunidades científicas, en donde la sumatoria de
individualidades en numerosas oportunidades se resiste a ser
sometida al consenso, y donde el peso protagónico de un
investigador, (máxime si es el director del grupo) puede llegar a
opacar el conjunto de sus integrantes. En el más grave de los casos
puede llegar comprometer, no solo el prestigio del grupo en sí, sino
los resultados de la investigación. Por esta razón, el director de un
grupo de investigación, debe ser “escogido con lupa”, esto es dentro
de su más completa integralidad, capacidad de liderazgo,
honestidad y ética científica, aunando a su trayectoria como
investigador, la de su perfil humanista de la ciencia.
De acuerdo a lo anterior, el estudio de las comunidades científicas,
representa un reto apasionante para las investigaciones en Ciencia,
Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI. Precisamente porque las
mismas representan sensibles protagonistas sociales del cambio
que necesita el país. En oportunidades, son extremadamente
complejas, y su lectura es difícil, porque existen en su interior, una
serie de emotividades de difícil comprensión, tales como celos,
rivalidades, afán de protagonismo, envidias que llevan incluso a
descalificar el trabajo de sus pares. Lo anterior en un contexto de
producción de conocimientos, hacen que muchas veces, ellas
aparezcan como enclaves cerrados y de difícil acceso.
En estas condiciones los procesos de evaluación de los pares
académicos, llegan a convertirse en circunstancias de antagonismo,
en un verdadero “cobro de cuentas”, a través de decisiones
valorativas claramente revanchistas. En tales circunstancias, la
evaluación se traduce en proceso desmotivador para quienes
aspiran alcanzar cierto nivel de visibilidad y acreditación. Porque
los pares pueden ser contrarios o complementarios, en el primer
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caso la evaluación comprende una confrontación de ideas,
tendiente a la descalificación, mientras que en el segundo se
consolida una alianza simbólica, a través de la ratificación de
presupuestos
investigativos,
dentro
de
una
amplia
complementariedad y mutuo crecimiento intelectual.
Otro aspecto no menos interesante tiene que ver con la
competencia que existe además tanto al interior de un mismo grupo,
como entre diferentes comunidades de investigadores, la cual
puede ser leal pero también desleal; dependiendo de lo que esté en
juego. Todo trascurre en medio de la eterna búsqueda de recursos,
reconocimiento, viajes, oportunidades y otras prebendas. Todos
estos sentimientos acompañan el proceso de investigación y no
existe ningún indicador capaz de reflejarlas y menos valorarlas.
No obstante se supone que el científico debe “jugar limpio” es
preocupante observar hasta donde puede pesar el afán por obtener
una retribución económica, reflejada en el incremento salarial, como
en el caso de las publicaciones. Parece ser que esta prueba escrita,
que si bien, puede elevar su escala salarial, también se puede
devolver al investigador como un bumerán, en el caso de ser
evaluado por un rival académico, el cual le rechaza casi de
inmediato. Situación que ahonda más el clima de desconfianza que
ya rodea a la evaluación por pares, en algunas comunidades
cerradas.
Por tal razón, buscando rigurosidad, objetividad e imparcialidad,
algunos investigadores prefieren ser evaluados por pares
académicos de otros países. Este tipo de “guerras de la ciencia” se
presenta con mayor frecuencia en la evaluación de material
impreso, posiblemente porque detrás del mismo se esconde cierto
nivel de anonimato. Cosa bien diferente sucede en los eventos
académicos, en donde el oponente tiene que entrar presentar en un
debate “cara a cara” sólidos argumentos, que demuestren un
excelente dominio del tema, superando cuando no opacando a su
oponente. Además el simple contacto visual con su contradictor
debilita mucho al “rival” científico, quien para entrar a descalificarle
debe sustentar con sobrada riqueza argumental, el contenido de
sus críticas, demostrando en público mayor dominio sobre el tema.
La evaluación escrita por su parte, está rodeada de una atmósfera
de anonimato, lo cual permite el desfogue de cualquier emotividad
reprimida, es entonces cuando la conquista de la objetividad, se
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convierte en premisa fundamental en la consolidación de un
sistema evaluativo, basado en la calidad, excelencia, y rigurosidad
científica.
En tales condiciones el Banco de Evaluadores propuesto por
Colciencias, no sólo confiere un marco normativo e institucional al
mismo, sino que pone fin a una serie anormalidades presentes en
estos procesos, situación que ya ha venido siendo denunciada por
los mismos investigadores.
Existen además campos muy difíciles de ser evaluados, tal es el
caso de lo que Pierre Bourdieu denomina “ campos de producción
simbólica” que corresponden a campos como el de la bellas artes,
cuyos investigadores se quejan constantemente, de la escasa
valoración de sus actividades, así como de la ausencia de una
normatividad que los valore en su debida dimensión. Se trata de
áreas muy delicadas, como para ser evaluadas por comités en los
cuales prima la visión y la razón técnica y tecnológica. Porque si
bien el mundo artístico no es ajeno al desarrollo tecnocientífico, las
expresiones culturales, merecen un capítulo especial en los
procesos de evaluación. Sin olvidar que mientras el campo científico
y tecnológico se mueve en la esfera de la objetividad, las
expresiones culturales manejan elementos de compleja
subjetividad.
Pero todas estas guerras de la ciencia, y de la evaluación no
significa que necesariamente tengan un significado negativo. En el
fondo implican interesantes procesos de conocimiento y
reconocimiento, así como de transferencia y apropiación de
resultados, acompañados de reflexiones, que bien orientadas y
tomadas en su verdadera dimensión no dejan de ser
aleccionadoras, especialmente para los jóvenes investigadores.
Todo esto exige una verdadera formación integral, tanto para
investigadores de trayectoria como para Semilleros de
Investigadores. Tema que recomendamos ampliar en”La Formación
Humana Integral. Una Aproximación entre las Humanidades y las
Ciencias” en: http://www.campus-oei.org/salactsi/elsa1.htm
Resumiendo; las comunidades científicas además de activas,
contextualizadas, beligerantes y propositivas, deben estar dotadas
de la suficiente madurez intelectual y emocional para superar tanto
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sus crisis internas, como todas las adversidades de una sociedad
en conflicto como en el caso de Colombia
Por esta razón desde el enfoque de CTS +I, recomendamos tener
en cuenta en su estudio y valoración; el análisis integral del
contexto, el enfoque interdisciplinar, enmarcando su quehacer
dentro de las políticas y estrategias de cada sociedad, de acuerdo
al desarrollo del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, de
cada país.
Bibliografía Recomendada
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Científico Técnico en las Naciones Periféricas y Semi
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