instructivo para la elaboración de un trabajo monográfico

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INSTRUCTIVO PARA LA ELABORACIÓN DE UN TRABAJO MONOGRÁFICO
La realización de una monografía requiere del conocimiento de los siguientes aspectos:
a) Se trata de un trabajo que no significa la transcripción de textos de distintos autores sino la elaboración
propia y personal sobre un tema determinado. Quiere decir que, en función de la bibliografía sugerida
para su análisis, el autor va construyendo una idea o posición teórica que deberá exponer, desarrollar y
defender. La solvencia y seriedad de la tarea conlleva la necesidad de fundamentar teóricamente el
posicionamiento propio.
b) Es importante estructurar y organizar los contenidos a fin de otorgar claridad al texto y favorecer, de
este modo, su comprensión por parte de los lectores de la monografía.
c) La tarea de presentar, desarrollar y defender un tema implica, entonces, el
conocimiento de las
características del texto expositivo y del argumentativo.
A fin de orientar y facilitar su elaboración ofrecemos, a continuación, el soporte teórico de las
estrategias de escritura pertinentes al trabajo monográfico.
I. CÓMO HACER UNA MONOGRAFÍA
El presente trabajo es un extracto del texto “¿Qué es una monografía”, en “Escribir, leer y aprender
en la universidad”, de Paula Carlino.
Cuando hablamos de “monografía” pareciera que el término sólo designa un trabajo escrito para ser
evaluado, de variada extensión , que debe realizarse consultando fuentes, y fuera del tiempo reducido y del
espacio controlado de la clase. Aunque en algunos contextos la noción de monografía se una en sentido amplio
( incluyendo trabajos de investigación empírica y análisis de experiencias prácticas), su significado más
extendido se refiere al análisis bibliográfico. Esta acepción es la que la autora considera en el presente trabajo.
En este sentido, expresa : “Estructuralmente, hay cierta unanimidad en pensar una monografía
compuesta de introducción, desarrollo, conclusiones y referencias bibliográficas; el problema surge cuando los
alumnos tratan de entender qué han de escribir en cada una de estas partes...” particularmente con relación al
desarrollo. “Para los alumnos esto constituye una fuente de dificultad, porque no disponen de criterios para
saber qué hacer en el cuerpo de la monografía con el conocimiento estudiado ni cómo escribir sobre éste”.
En principio, es necesario explicar qué se debe hacer con el lenguaje al escribir una monografía, ya
que ésta demanda “ alternar entre dos posiciones enunciativas: la exposición y la argumentación...” Es decir, al
redactar la monografía hay que exponer y hay que argumentar. Se expone al explicar qué han dicho los
autores consultados y se argumenta cuando se defiende la tesis del escrito (postura/ idea/ respuesta al
interrogante que da origen al trabajo).
A continuación, se presentan las funciones y “segmentos textuales” que suelen tener las distintas
partes de las monografías:
Partes de la
monografía
Introducción
Función principal
Ubicar al lector en
lo que está por
leer
Segmentos textuales posibles (formulados como instrucciones para
saber qué hacer)





Desarrollo
Sostener una idea
a partir del análisis
de un conjunto de
textos.



Anunciar el objetivo del trabajo presentando el tema.
Precisar el problema en forma de interrogante al que la
monografía dará respuesta.
Indicar las fuentes (bibliográficas y de otro tipo) que servirán
para abordar la cuestión planteada, justificando su selección.
Anticipar la idea central (la respuesta al interrogante
planteado, la postura o afirmación principal – denominada
tesis- que se fundamentará en el desarrollo.
Prever la estructura del trabajo, es decir, el orden de los
subtemas que se tratarán.
Pasar revista a un conjunto de materiales bibliográficos sobre
un tema, no sólo resumiendo lo que dicen sino estableciendo
relaciones entre sí; el producto de estas relaciones debería
poder sintetizarse en una afirmación o tesis acerca del tema
y/o autores consultados.
Argumentar a favor de una tesis, dando razones basadas en la
bibliografía consultada; esta argumentación puede consistir en
varios subargumentos, ligados entre sí, en los que se evalúen
las “pruebas” (bibliográficas) para sostenerlos y también puede
incluir la presentación, evaluación y refutación de potenciales
contraargumentos.
Analizar la bibliografía, construir una pregunta propia que
emerja de esta lectura y responderla a partir de lo leído.



Responder las preguntas dadas por el docente poniendo en
relación los distintos textos consultados.
Examinar un problema y tomar partido a la luz de la
bibliografía sobre el tema.
En todos los casos anteriores, mostrar al lector el
razonamiento que lleva a sostener la postura (= tesis,
afirmación o respuesta) asumida, razonamiento fundado en lo
que se ha leído, para lo cual han de incluirse las referencias de
los textos que se mencionan, señalar qué dicen los autores
sobre el problema o interrogante que se discute, comparar
entre sí sus ideas (indicar semejanzas y diferencias), valorar el
aporte de cada texto, enunciar y fundamentar la tesis
defendida frente al problema tratado en la monografía,
pudiendo incluir algún ejemplo o caso que la ilustre, o alguna
analogía con otro fenómeno.
II. El TEXTO Y SU ESTRUCTURA
El texto es, básicamente, cualquier pasaje hablado y escrito, de cualquier extensión, que funciona
como un todo coherente. Tiene una orientación temática y, según su extensión, vincula entre sí unidades
menores y mayores, como oraciones, párrafos, capítulos.
En este apéndice nos referiremos a dos tipos de texto:
1) El texto expositivo-informativo
Tiene como finalidad explicar algún contenido: desarrollar un tema, indicar las causas de un acontecimiento,
clasificar, exponer teorías que expliquen un fenómeno, describir un objeto o un proceso, narrar hechos o
sucesos.
A fin de hacer comprensible la información, los autores organizan los conceptos que se analizan o describen,
conforme a la siguiente estructura:
Título de la obra: que permite ubicar el trabajo en un área o campo de conocimiento determinado.
Introducción: en que el autor presenta el tema a tratar y los aspectos que analizará del mismo. Es decir,
plantea la Idea Central sobre la que desarrollará la información.
Desarrollo: habitualmente se organiza a través de subtítulos que permiten delimitar los ejes de análisis, como
así también, las relaciones necesarias para la explicación del tema. Por otra parte, cada subtítulo puede
reconocerse como un recurso que permite establecer, a través de la lectura de su contenido, las Ideas
Fundamentales que se relacionan y a la vez explican el problema abordado.
En general, la estructura de estos textos se caracteriza por la presentación de la información en una secuencia
de orden jerárquico que va del Tema o Idea Central ( de lo general) a las Ideas Fundamentales ( a lo
particular)que lo explican y que son presentadas mediante los subtítulos.
Conclusión: en la que el autor expone, a modo de síntesis, los aspectos más relevantes o ideas
fundamentales del tema tratado.
Cabe aclarar, que el recurso de utilizar la Introducción y la Conclusión como organizadores de la información,
no aparece en numerosos textos informativo-expositivos, por lo que el texto puede finalizar con el desarrollo del
tema. En este caso, es el lector quien tiene la tarea de relacionar las partes del texto en un todo organizado y
coherente.
Estrategias explicativas:
a) Ejemplificación: se utiliza para hacer más concreta la información, elementos que se supone resultan más
conocidos para el lector. Proporciona un dato concreto del concepto que se explica.
La cultura africana ha dejado sus huellas en las manifestaciones artísticas americanas. En la música, por
ejemplo, el blues, el reggae y el candombe son muestras de esta influencia.
b) Clasificación: permite ordenar y sistematizar la información, con la presentación del tema u objeto de estudio
y la enunciación de sus características.
c) Analogía: presenta un caso con características similares a las del caso que se quiere explicar.
d) Definición: procedimiento que consiste en proporcionar el significado de una palabra o expresión.
e) Reformulación: aclaración de lo expresado anteriormente con palabras que permitan hacerlo comprensible
f) Inserción de citas bibliográficas: también llamadas citas de autoridad con las cuales el autor demuestra que
su explicación es válida porque coincide con la de expertos en el tema. Es decir, la cita de autoridad consiste
en incorporar en apoyo de la propia postura teórica un enunciado perteneciente a otro autor, cuyo prestigio es
garantía y prueba de validez .Se trata de un recurso muy utilizado tanto en textos expositivos como
argumentativos para afirmar, sostener o fundamentar una postura o concepto. Generalmente la cita
bibliográfica aparece entrecomillada y precedida por frases : “Tal como expresa ...”; “según señala ...”; “en este
sentido, Ibáñez plantea ...”
Por otra parte, se trata de un recurso que además de utilizarse para afirmar, sostener o fundamentar una
postura, sirve para mostrar posiciones contrarias. En este caso, la cita va precedida por frases que indican
oposición. Por ejemplo, “contrariamente a lo que expresa ...”; “en oposición al planteo de ...”,etc.
g) Ilustración: gráficos, dibujos, esquemas, fotos u otros recursos paratextuales que complementan la
información.
h) Glosario: vocabulario en el que se definen términos científicos, técnicos o regionales del texto.
2) El texto argumentativo
Su función fundamental es la persuasión, entendida como la posibilidad de inducir o convencer al lector,
mediante procedimientos discursivos, de la tesis que se quiere defender. Es decir, argumentar es sostener una
idea, un punto de vista, una opinión con razones o argumentos.
Para que exista argumentación son necesarios los siguientes componentes básicos:
a) Presentación de la situación en la que se plantea una cuestión polémica para debatir.
b) Proposición: El enunciado o definición de la tesis u opinión que se va a sostener.
c) Demostración de la tesis mediante la presentación de los argumentos. En este punto es necesario
presentar datos, o fundamentaciones teóricas que respalden la idea que se quiere defender.
d) Conclusión de la argumentación
Se denomina secuencial a esta forma de organizar una estructura argumentativa, es decir,se presenta al
comienzo el punto de vista del autor, y luego una serie de argumentaciones y pruebas que tienden a reafirmar
este punto de vista.
Con respecto a este tipo de texto, Marro y Dellamea expresan: “La eficacia de las argumentaciones depende
de la verosimilitud con que el enunciador presente los hechos, juicios y conclusiones, y de la consistencia con
que logre encadenarlos en el texto”.
Cabe señalar que un texto no puede ser argumentativo en una situación que no sea problemática ni en una
situación en la que la oposición no pueda manifestarse. El reconocimiento de la situación problemática conlleva
el esfuerzo de identificar cuáles son las posiciones enfrentadas y cuál es el objetivo del que toma la palabra (
buscar el consenso, profundizar el disenso, etc.)
En ese punto, será importante detectar el desarrollo de la secuencia argumentativa y las técnicas
argumentativas empleadas en el texto, qué enunciados considera ese argumentador, qué conclusión o tesis
propone.
Esta estructura de texto argumentativo se organiza de forma dialéctica, es decir, aparece no sólo la postura del
autor (tesis) sino también otras opiniones (contratesis) de otros autores que no muestran coincidencias, en todo
o en parte, con lo defendido por el primero. La habilidad del argumentador consistirá, en este caso, en
organizar el discurso de tal manera que los razonamientos de sus oponentes aparezcan gradualmente
neutralizados y concluir el razonamiento de forma tal que su tesis resulte válida y consistente y consiga sobre
los destinatarios de su mensaje el efecto deseado: persuadirlos acerca de la validez de sus argumentos.
Recursos o estrategias argumentativas.
El conocimiento de estos recursos facilita la identificación del texto como argumentativo ya que ellos
organizan las ideas que contiene y señalan estrategias posibles a seguir en la argumentación. Pueden
mencionarse los siguientes:
a) Desmentir: expresar desacuerdo con un argumento: “no puede darse crédito a lo afirmado por...”.
“contrariamente a lo expresado por...”, “ en franca oposición con...”, “aun cuando...”, “ en disidencia...”, “
en desacuerdo con...”.
Con el objetivo de defender su opinión, el escritor puede introducir de manera explícita las
contraargumentaciones que refutará.
b) Conceder: Reconocer en una contratesis alguna razón para luego objetarla causa, a veces, un efecto
de mayor contundencia: en esto consiste la concesión. Este recurso puede iniciarse con alguna de las
siguientes frases: “si bien no le falta razón a... sin embargo”, “aún admitiendo que ... no es menos cierto
que...”
c) Clarificar: se pone de manifiesto un error en la contratesis: “en cuanto al punto ... es razonable lo que
sostiene pero no es así en cuanto a su derivación...”
d) Ejemplificar: Indica el pasaje de una situación general a otras particulares: “por ejemplo, veamos qué
sucede en las situaciones en que se evidencia lo dicho ...” “tales como ...”
e) Poner en duda: De esta manera se formulan reservas a la opinión contraria o contratesis y se saca una
conclusión sobre ella: “por ciento que ... pero”, “desde otro punto de vista ... en definitiva...”
f) Citar: La cita de autoridad (cita bibliográfica) se emplea para explicitar las fuentes que proporcionan el
origen de la información y que garantizan la verdad de los datos que maneja la tesis. Cuanto más
solvente e imparcial sea la fuente de donde se extraen estos datos, mayor probabilidad tendrá el
interesado de construir un texto argumentativo sólido.
g) Indicar acuerdo: “de acuerdo con ...”, “ de la misma manera ...”, “ del mismo modo...”, “ en coincidencia
con...”
III. LA CITA BIBLIOGRÁFICA
En los materiales que circulan en el ámbito académico – desde libros hasta artículos publicados en
revistas especializadas- es constante la aparición de citas bibliográficas. Una de sus finalidades es la de dar
cuenta de la bibliografía que ha sido consultada para la producción de texto. Otra- no menos importante-, la de
constituir un listado de sugerencias de consulta para que el lector pueda profundizar en determinados temas.
Las citas tienen un lugar privilegiado: las páginas finales de un libro (artículo, monografía, etc.).
Precisamente allí se encuentra la bibliografía, esto es, el conjunto de las citas ordenadas alfabéticamente. Se
trata, como dijimos al principio, de un listado que da cuenta de los materiales investigados o consultados por el
autor y, al mismo tiempo, de una invitación al lector para seguir avanzando en el tema.
La forma convencional de colocar ordenadamente los datos, es la siguiente : Apellido y Nombres del autor;
Título del libro ( en letra cursiva o entrecomillado); Editorial; Lugar de publicación; Año de publicación. Por
ejemplo:
- López Alves, Fernando; La formación del Estado y la democracia en América Latina, Ediciones Norma,
Buenos Aires, 2005.
Si se trata de un grupo de autores, se puede optar por emplear la expresión “y otros”. En el caso de
que se trate de una institución ( un organismo público o privado, una editorial), en el lugar del autor se ubica el
nombre de la institución.
En ciertos textos. la cita se incluye en el desarrollo de la exposición, pero tiene el inconveniente de que
la lectura de tales páginas resulta engorrosa. Por ejemplo:
“Al borde de la ciudad se celebra anualmente una feria de mulas”, como bien señala Concolocorvo en Lazarillo
de ciegos caminantes, Bs. As., 1946, pág. 82, “la más grande del mundo”.
Un modo de salvar esta cuestión es la nota al pie, cuya función es remitir a una cita bibliográfica. Con
números se indica que, fuera del texto – al pie de la página, al final del capítulo o del libro- se detalla la fuente
del material que fue utilizado o con el que el autor quiere poner en relación su texto.
Para cerrar este tema, apuntamos brevemente una serie de términos y abreviaturas típicos que suelen
utilizarse en las notas al pie. Por ejemplo, Ver, Cf- o Cfr ( esto es, confrontar) que preceden la cita y suponen
un modo directivo de remitir al lector a una bibliografía. O expresiones latinas como op. cit. (también ob. cit.,
por obra citada), Ibíd. ( allí mismo), que se incluyen en aquellos casos en que varias notas remiten a una
bibliografía ya mencionada.
BIBLIOGRAFÍA
- Carlino, Paula, Escribir, leer y aprender en la universidad, Fondo de Cultura Económica, México, 2005.
IX. LA CITA BIBLIOGRÁFICA
En los materiales que circulan en el ámbito académico – desde libros hasta artículos publicados en
revistas especializadas- es constante la aparición de citas bibliográficas. Una de sus finalidades es la de dar
cuenta de la bibliografía que ha sido consultada para la producción de texto. Otra- no menos importante-, la de
constituir un listado de sugerencias de consulta para que el lector pueda profundizar en determinados temas.
Las citas tienen un lugar privilegiado: las páginas finales de un libro (artículo, monografía, etc.).
Precisamente allí se encuentra la bibliografía, esto es, el conjunto de las citas ordenadas alfabéticamente. Se
trata, como dijimos al principio, de un listado que da cuenta de los materiales investigados o consultados por el
autor y, al mismo tiempo, de una invitación al lector para seguir avanzando en el tema.
La forma convencional de colocar ordenadamente los datos, es la siguiente : Apellido y Nombres del autor;
Título del libro ( en letra cursiva o entrecomillado); Editorial; Lugar de publicación; Año de publicación. Por
ejemplo:
- López Alves, Fernando; La formación del Estado y la democracia en América Latina, Ediciones Norma,
Buenos Aires, 2005.
Si se trata de un grupo de autores, se puede optar por emplear la expresión “y otros”. En el caso de
que se trate de una institución ( un organismo público o privado, una editorial), en el lugar del autor se ubica el
nombre de la institución.
En ciertos textos. la cita se incluye en el desarrollo de la exposición, pero tiene el inconveniente de que
la lectura de tales páginas resulta engorrosa. Por ejemplo:
“Al borde de la ciudad se celebra anualmente una feria de mulas”, como bien señala Concolocorvo en Lazarillo
de ciegos caminantes, Bs. As., 1946, pág. 82, “la más grande del mundo”.
Un modo de salvar esta cuestión es la nota al pie, cuya función es remitir a una cita bibliográfica. Con
números se indica que, fuera del texto – al pie de la página, al final del capítulo o del libro- se detalla la fuente
del material que fue utilizado o con el que el autor quiere poner en relación su texto.
Para cerrar este tema, apuntamos brevemente una serie de términos y abreviaturas típicos que suelen
utilizarse en las notas al pie. Por ejemplo, Ver, Cf- o Cfr ( esto es, confrontar) que preceden la cita y suponen
un modo directivo de remitir al lector a una bibliografía. O expresiones latinas como op. cit. (también ob. cit.,
por obra citada), Ibíd. ( allí mismo), que se incluyen en aquellos casos en que varias notas remiten a una
bibliografía ya mencionada.
BIBLIOGRAFÍA
- Carlino, Paula, Escribir, leer y aprender en la universidad, Fondo de Cultura Económica, México, 2005.
IX. CÓMO HACER UNA MONOGRAFÍA
El presente trabajo es un extracto del texto “¿Qué es una monografía”, en “Escribir, leer y aprender
en la universidad”, de Paula Carlino.
Cuando hablamos de “monografía” pareciera que el término sólo designa un trabajo escrito para ser
evaluado, de variada extensión , que debe realizarse consultando fuentes, y fuera del tiempo reducido y del
espacio controlado de la clase. Aunque en algunos contextos la noción de monografía se una en sentido amplio
( incluyendo trabajos de investigación empírica y análisis de experiencias prácticas), su significado más
extendido se refiere al análisis bibliográfico. Esta acepción es la que la autora considera en el presente trabajo.
En este sentido, expresa : “Estructuralmente, hay cierta unanimidad en pensar una monografía
compuesta de introducción, desarrollo, conclusiones y referencias bibliográficas; el problema surge cuando los
alumnos tratan de entender qué han de escribir en cada una de estas partes...” particularmente con relación al
desarrollo. “Para los alumnos esto constituye una fuente de dificultad, porque no disponen de criterios para
saber qué hacer en el cuerpo de la monografía con el conocimiento estudiado ni cómo escribir sobre éste”.
En principio, es necesario explicar qué se debe hacer con el lenguaje al escribir una monografía, ya
que ésta demanda “ alternar entre dos posiciones enunciativas: la exposición y la argumentación...” Es decir, al
redactar la monografía hay que exponer y hay que argumentar. Se expone al explicar qué han dicho los
autores consultados y se argumenta cuando se defiende la tesis del escrito (postura/ idea/ respuesta al
interrogante que da origen al trabajo).
A continuación, se presentan las funciones y “segmentos textuales” que suelen tener las distintas
partes de las monografías:
Partes de la
monografía
Introducción
Función principal
Ubicar al lector en
lo que está por
leer
Segmentos textuales posibles (formulados como instrucciones para
saber qué hacer)





Desarrollo
Sostener una idea
a
partir
del
análisis de un
conjunto
de
textos.






Conclusiones
Crear sensación
de “cierre”, de
trabajo acabado



Referencias
bibliográficas
Mostrar
fuentes
las

Anunciar el objetivo del trabajo presentando el tema.
Precisar el problema en forma de interrogante al que la
monografía dará respuesta.
Indicar las fuentes (bibliográficas y de otro tipo) que servirán
para abordar la cuestión planteada, justificando su selección.
Anticipar la idea central (la respuesta al interrogante
planteado, la postura o afirmación principal – denominada
tesis- que se fundamentará en el desarrollo.
Prever la estructura del trabajo, es decir, el orden de los
subtemas que se tratarán.
Pasar revista a un conjunto de materiales bibliográficos sobre
un tema, no sólo resumiendo lo que dicen sino estableciendo
relaciones entre sí; el producto de estas relaciones debería
poder sintetizarse en una afirmación o tesis acerca del tema
y/o autores consultados.
Argumentar a favor de una tesis, dando razones basadas en
la bibliografía consultada; esta argumentación puede consistir
en varios subargumentos, ligados entre sí, en los que se
evalúen las “pruebas” (bibliográficas) para sostenerlos y
también puede incluir la presentación, evaluación y refutación
de potenciales contraargumentos.
Analizar la bibliografía, construir una pregunta propia que
emerja de esta lectura y responderla a partir de lo leído.
Responder las preguntas dadas por el docente poniendo en
relación los distintos textos consultados.
Examinar un problema y tomar partido a la luz de la
bibliografía sobre el tema.
En todos los casos anteriores, mostrar al lector el
razonamiento que lleva a sostener la postura (= tesis,
afirmación o respuesta) asumida, razonamiento fundado en lo
que se ha leído, para lo cual han de incluirse las referencias
de los textos que se mencionan, señalar qué dicen los
autores sobre el problema o interrogante que se discute,
comparar entre sí sus ideas (indicar semejanzas y
diferencias), valorar el aporte de cada texto, enunciar y
fundamentar la tesis defendida frente al problema tratado en
la monografía, pudiendo incluir algún ejemplo o caso que la
ilustre, o alguna analogía con otro fenómeno.
Sintetizar la tesis o idea central de la monografía y el
argumento principal en que se fundamenta.
Evaluar lo planteado anteriormente señalando alcances y
limitaciones.
Extraer implicaciones o elaborar nuevos interrogantes.
Listar la bibliografía consultada, ordenada alfabéticamente
por el apellido del autor y siguiendo alguna de las
convenciones existentes, según se especifique.
IX. LA CITA BIBLIOGRÁFICA
En los materiales que circulan en el ámbito académico – desde libros hasta artículos publicados en
revistas especializadas- es constante la aparición de citas bibliográficas. Una de sus finalidades es la de dar
cuenta de la bibliografía que ha sido consultada para la producción de texto. Otra- no menos importante-, la de
constituir un listado de sugerencias de consulta para que el lector pueda profundizar en determinados temas.
Las citas tienen un lugar privilegiado: las páginas finales de un libro (artículo, monografía, etc.).
Precisamente allí se encuentra la bibliografía, esto es, el conjunto de las citas ordenadas alfabéticamente. Se
trata, como dijimos al principio, de un listado que da cuenta de los materiales investigados o consultados por el
autor y, al mismo tiempo, de una invitación al lector para seguir avanzando en el tema.
La forma convencional de colocar ordenadamente los datos, es la siguiente : Apellido y Nombres del autor;
Título del libro ( en letra cursiva o entrecomillado); Editorial; Lugar de publicación; Año de publicación. Por
ejemplo:
- López Alves, Fernando; La formación del Estado y la democracia en América Latina, Ediciones Norma,
Buenos Aires, 2005.
Si se trata de un grupo de autores, se puede optar por emplear la expresión “y otros”. En el caso de
que se trate de una institución ( un organismo público o privado, una editorial), en el lugar del autor se ubica el
nombre de la institución.
En ciertos textos. la cita se incluye en el desarrollo de la exposición, pero tiene el inconveniente de que
la lectura de tales páginas resulta engorrosa. Por ejemplo:
“Al borde de la ciudad se celebra anualmente una feria de mulas”, como bien señala Concolocorvo en Lazarillo
de ciegos caminantes, Bs. As., 1946, pág. 82, “la más grande del mundo”.
Un modo de salvar esta cuestión es la nota al pie, cuya función es remitir a una cita bibliográfica. Con
números se indica que, fuera del texto – al pie de la página, al final del capítulo o del libro- se detalla la fuente
del material que fue utilizado o con el que el autor quiere poner en relación su texto.
Para cerrar este tema, apuntamos brevemente una serie de términos y abreviaturas típicos que suelen
utilizarse en las notas al pie. Por ejemplo, Ver, Cf- o Cfr ( esto es, confrontar) que preceden la cita y suponen
un modo directivo de remitir al lector a una bibliografía. O expresiones latinas como op. cit. (también ob. cit.,
por obra citada), Ibíd. ( allí mismo), que se incluyen en aquellos casos en que varias notas remiten a una
bibliografía ya mencionada.
BIBLIOGRAFÍA
-
Carlino, Paula, Escribir, leer y aprender en la universidad, Fondo de Cultura Económica, México, 2005.
De Gregorio de Mac, M. y otra, Coherencia y cohesión en el texto, Edit. Plus Ultra, Brasil, 1997.
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”, Cuadernillo de Expresión Oral y Escrita,
Bs. As., 2005.
Lens, José Luis, Introducción a la Ciencia Política, Yagüe Ediciones, Bs. As., 1996.
Lorenzini, Esther y otra, Estrategias discursivas, Edit. Club de Estudio, Bs. As., 1988.
Nogueira, Sylvia y otras, Manual de lectura y escritura universitarias, Edit. Biblos, Bs. As., 2004.
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