capítulo ii perfil climático de la década de los noventa

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CAPÍTULO II
PERFIL CLIMÁTICO DE LA DÉCADA
DE LOS NOVENTA
II. PERFIL CLIMÁTICO DE LA DÉCADA DE LOS
NOVENTA
A pesar de la mejora de las variedades de cultivo y de los avances tecnológicos, el clima y las condiciones meteorológicas son,
por lo general, factores determinantes de la productividad agraria. Esta afirmación cobra mayor sentido cuando se trata de una
región del ámbito mediterráneo como la andaluza. La importancia
del clima para la agricultura se deriva de la relación directa que
existe entre las condiciones climatológicas y la producción. Esta
relación determina, por una parte, los cultivos posibles o potenciales en una zona y por otra, las ventajas comparativas entre
los distintos tipos de cultivo. Por ejemplo, el amplio periodo libre
de heladas en el valle del Guadalquivir posibilita el cultivo tanto
del maíz como del algodón, siendo más importante el cultivo de
este último dada su rentabilidad en la zona.
En concreto, el perfil climático de los años noventa se ha caracterizado por la presencia de dos ciclos de sequía, uno comprendido entre 1990 y 1995, con lo que se convierte en uno de los
periodos secos más prolongados del siglo XX en Andalucía, y
otro iniciado en la campaña agrícola de 1998/1999, si bien sus
efectos parece que sólo van a afectar a dicho periodo.
El comportamiento climático del año 1990/1991 se definió por
las precipitaciones insuficientes, las largas fases de estabilidad
atmosférica y elevadas temperaturas, combinadas con periodos
muy fríos en determinadas zonas de la región. En lo que se
refiere a las precipitaciones, la escasez fue su característica más
destacable, pues sólo alcanzó un 65 por ciento de la precipitación normal. El otoño fue especialmente seco, así como la
primavera, concentrándose las precipitaciones en invierno, a lo
que habría que añadir el carácter disperso y torrencial con que,
frecuentemente, hizo presencia el agua en Andalucía.
Perfil climático de la década de los 90
31
Las temperaturas se mantuvieron a niveles algo inferiores a los
normales, destacando las bajas temperaturas alcanzadas en
invierno, lo que ralentizó el desarrollo de algunas sementeras y
permitió a los frutales acumular suficiente cantidad de horas-frío
para inducir una buena floración, con nieves invernales en las
zonas de Ronda, Antequera, Sierra de Huelva y Sierra Norte de
Sevilla. Esta climatología provocó numerosos daños a la arbolada, y heladas primaverales, especialmente en las comarcas del
Campo de Gibraltar, Guadalhorce y zonas del litoral de Huelva,
que afectaron a cultivos e infraestructuras en casi todas las
provincias.
Gráfico II.1
Precipitaciones totales en Andalucía
7000
mm.
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Fuente: Consejería de Agricultura y Pesca.
Estas condiciones provocaron un permanente déficit hídrico en
la mayoría de los cultivos de secano a final de su ciclo o en la
época de maduración, por lo que se adelantaron en algunas
zonas las recolecciones, repercutiendo en la disponibilidad de los
recursos y creando dificultades en las dotaciones de los regadíos. Ya a finales de febrero, las autoridades de la Cuenca del
Guadalquivir decidieron restricciones importantes para los regadíos dependientes de embalses de regulación general, así como
32
El Sector Agrario en Andalucía: 1990-1999
la suspensión de regadíos provisionales y la ampliación de las
superficies actuales. Sin embargo, las posteriores precipitaciones
permitieron suavizar estas disposiciones y aumentar las dotaciones.
Al finalizar dicho año, el volumen de agua embalsada en la
Cuencas del Guadalquivir, Barbate y Guadalete no superaba en
ningún caso el 50 por ciento de la capacidad teórica. Por otro
lado, el volumen de agua embalsada en las distintas cuencas
atlánticas en esa fecha era siempre inferior a la correspondiente
del año anterior. Por el contrario, una situación bastante mejor
se daba en las cuencas de la vertiente mediterránea, donde el
volumen embalsado fue superior al de las cuencas atlánticas.
El año agrícola 91/92 fue climatológicamente hablando un año
anormal, siendo la escasez del agua el factor climatológico
limitante más importante del año. Las precipitaciones supusieron
un 75 por ciento de la precipitación normal, aunque lo realmente
importante fue la inversión de la curva de precipitaciones, en lo
concerniente al invierno y a la primavera, y únicamente los
meses de julio y agosto discurrieron por los cauces normales,
con altas temperaturas y escasa presencia de lluvias, salvo
tormentas aisladas. Los cultivos de secano y la ganadería extensiva fueron los sectores más perjudicados por esta situación.
Durante 1993, se agudizaron los problemas ambientales y
económicos que se venían manteniendo en los años anteriores,
causados por la escasez de precipitaciones. El déficit de agua es
observable a través de las precipitaciones registradas, en relación a la media histórica, durante casi todos los meses del año
hidrológico, y especialmente, entre enero y septiembre. No
obstante, las provincias de mayor precipitación normal registraron más lluvia que años anteriores (Cádiz, Córdoba y Sevilla). La
menor disponibilidad de agua se tradujo en unas condiciones
poco favorables para el desarrollo de la vegetación natural y
cultivada, un deterioro de la calidad de las aguas superficiales y
un incremento de los problemas de abastecimiento para los
Perfil climático de la década de los 90
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regadíos. Las temperaturas medias fueron las habituales, si bien
la diferencia entre principios y finales de septiembre fue mayor
que de costumbre.
Gráfico II.2
Temperaturas medias
20
ºC
19
18
17
16
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Fuente: Consejería de Agricultura y Pesca.
La sequía supuso que se redujeran aún más los niveles de agua
embalsada en relación al año anterior, que ya eran bajos respecto a la media histórica de los embalses, situación que afectó a
la totalidad de las cuencas hidrográficas situadas en Andalucía.
Así, el conjunto de los embalses de la Cuenca del Guadalquivir
no llegó en ningún momento a superar el 20 por ciento de su
capacidad, alcanzando la situación más crítica en el mes de
septiembre, con tan sólo un 14,6 por ciento de capacidad
embalsada. En la Cuenca del Sur, que en el año 1992 llegó a
embalsar hasta el 57 por ciento, no llega este año a superar el
47 por ciento en el mes de mayor disponibilidad.
El año 1994 se caracterizó por la prolongación del periodo de
sequía, por cuarto año consecutivo, y la irregularidad extrema
del comportamiento climático, con sucesivas olas de frío y de
calor, por lo que tampoco éste fue un año climático beneficioso
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El Sector Agrario en Andalucía: 1990-1999
para la agricultura. Este año se inició con un temporal de lluvia
y nieve que afectó a la mayor parte de Andalucía, sobre todo en
la provincia de Almería, donde tuvieron un efecto contradictorio.
Por un lado, se vieron afectados negativamente los productos
hortícolas al aire libre y bajo invernadero, parte de los cuales
resultaron dañados, y por otro lado, se alivió el déficit hídrico de
los cultivos de cereales y leguminosas grano. Durante la primavera se produjeron heladas de gran intensidad en el interior de la
región afectando especialmente a las provincias de Granada,
Jaén y Almería, que dañaron las cosechas de los cultivos más
sensibles, frutales como el melocotón y el cerezo y, sobre todo,
el almendro. Asimismo, las bajas temperaturas provocaron
puntualmente pérdidas en el cultivo del membrillo y en los
viñedos del sur de Córdoba. Posteriormente, en el mes de julio
hubo una intensa ola de calor, que produjo mermas sensibles en
las producciones de los cultivos subtropicales de la costa granadina. El otoño y el invierno se caracterizaron nuevamente por
sucesivas oleadas de bajas temperaturas, que causaron pérdidas
en los cultivos, afectando las heladas principalmente al olivar.
En junio, el gobierno central autorizó al Ministerio de Agricultura
para que suscribiese convenios, por importe de 60.000 millones
de pesetas, con el fin de subvencionar préstamos a los ganaderos y agricultores andaluces afectados por la sequía en el año
agrícola 93/94. En el mes de septiembre, la Consejería de Agricultura y Pesca cifró los daños provocados por la sequía en
Andalucía en más de 52.000 millones de pesetas, siendo las
provincias más afectadas por orden de importancia Granada,
Sevilla y Córdoba.
Si exceptuamos las precipitaciones del invierno 1993/1994, el
resto del año ha registrado mínimos pluviométricos en la mayor
parte de la región, incluso en la estación más propensa a las
lluvias, otoño, en el que las precipitaciones fueron inferiores a
las previstas, destacando el caso de Jaén, donde se produjo la
media de lluvias más baja de los últimos cien años y en Málaga
donde sólo llovió un 25 por ciento de un año normal. Como
Perfil climático de la década de los 90
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consecuencia de ello, los embalses de regulación general de la
Cuenca del Guadalquivir se encontraban por debajo de la aportación media de su historia desde hacía 15 años, detectándose
bajadas de hasta tres metros en el nivel medio de los pozos de
las depresiones de Guadix y Granada, mientras que en Sierra
Nevada llegaba cada año más tarde la nieve, que se quedaba
más arriba y duraba menos tiempo.
Se alcanzaron también mínimos históricos en cuanto al agua
embalsada, encontrándose la capacidad media de las diferentes
cuencas hidrográficas muy por debajo de sus valores normales
a final de año, Guadalquivir (10,14 por ciento), Guadalete (4,36
por ciento), Barbate (1,83 por ciento) y Sur (22,2 por ciento).
El año 1995, que se caracterizó de nuevo por la escasez de
precipitaciones (1.720,8 mm), el más seco de todo el periodo,
terminó siendo el año de finalización del primer periodo de sequía
de los noventa, con importantes precipitaciones durante los dos
últimos meses, que beneficiaron a casi todas las provincias
andaluzas. Las precipitaciones comenzaron en noviembre,
produciéndose principalmente en Andalucía Occidental fuertes
lluvias y temporales, que supusieron un alivio para las reservas
de agua embalsada, aunque causaron graves destrozos e inundaciones en numerosos puntos de Andalucía. Las precipitaciones
de los dos últimos meses del año, permitieron terminar el año
con agua suficiente para suavizar primero y eliminar poco después las restricciones, al menos en las provincias occidentales.
En cuanto a las temperaturas, los hechos más destacables
fueron la ola de calor del mes de julio (los 46,6 grados centígrados del 23 de julio en Sevilla supusieron la temperatura más alta
en 30 años), y el otoño caluroso, que registró temperaturas
veraniegas, impropias de las fechas, rondando la media de
temperaturas máximas del mes de octubre los 29 grados.
La principal característica del año agrícola 1995/1996 fue la
abundancia de precipitaciones (5.688,7 mm), siendo el otoño
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El Sector Agrario en Andalucía: 1990-1999
extremadamente húmedo en toda la región, lo cual sirvió para
alcanzar niveles casi históricos de agua embalsada. El nivel de
los embalses se situó por encima del 70 por ciento de su capacidad, nivel que se mantendría a lo largo del año, incluso en
verano, con excepción de la Cuenca de Guadalete, cuyo nivel se
estabilizó en torno al 60 por ciento.
Gráfico II.3
Agua embalsada por cuencas
(Porcentaje sobre la capacidad total)
100
80
60
40
20
0
1990
1991
1992
G u a d a lq u iv ir
1993
1994
G u a d a le te
1995
B a rb a te
1996
1997
1998
1999
H id r o g r á fic a d e l S u r
Fuente: Consejería de Agricultura y Pesca.
El comportamiento climático del año 1997 en Andalucía fue
extraordinariamente anómalo, tanto desde el punto de vista
pluviométrico como termométrico, caracterizándose por la
continuación de las precipitaciones, con un valor acumulado
superior al del año anterior (5.708,5 mm), que presentaron un
periodo extremadamente seco durante el final del invierno y
principio de la primavera, y un periodo muy húmedo desde el
final del verano, con fuertes precipitaciones en el mes de noviembre. En cuanto a las temperaturas, éstas fueron elevadas
durante el final del invierno, suaves desde finales de mayo hasta
mediados de agosto, registrándose una ola de calor, de menor
intensidad que la producida a principios de la primavera, durante
el otoño y principios del invierno. Todo ello y a pesar de que los
Perfil climático de la década de los 90
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valores de temperaturas del verano fueron inferiores a los normales, hicieron que 1997 fuera el año más caluroso de los
últimos 38 años, sobre el periodo de referencia 1961/1997.
En general, se puede calificar de un buen año agrícola con la
excepción de algunos cultivos extensivos, que fueron afectados
por las abundantes precipitaciones invernales y la escasez de las
mismas en primavera, época crítica en exigencias hídricas.
Igualmente, no fue un año con el frío adecuado para el ahijamiento de cereales de invierno y para la acumulación de horasfrío en frutales, lo que también incidió negativamente en algunos
cultivos.
En lo que se refiere a la evolución hidrológica de las cuencas
andaluzas, la recuperación del nivel de los embalses fue quizás
la característica más importante a destacar desde el punto de
vista de los agricultores de regadío en este año. A 31 de diciembre, los embalses de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir estaban al 83,2 por ciento de su capacidad y los del Sur
al 79,1 por ciento, mientras que las Cuencas de Guadalete y
Barbate, se encontraban en esa fecha en torno al 78 por ciento.
Las precipitaciones caídas durante el año 1998 (5.124,2 mm)
fueron inferiores a las registradas en el año anterior, principalmente durante la segunda mitad del año, lo que provocó una
disminución en la cantidad de agua embalsada. En diciembre de
1997 el total de agua embalsada en las cuatro cuencas andaluzas ascendía a 7.793,1 Hm3, lo que suponía el 81,8 por ciento
de la capacidad disponible, porcentaje que disminuyó hasta el
65,07 por ciento a finales de 1998, con un total de 6.199,4
Hm3. Por otra parte, las lluvias perjudicaron prácticamente a
todos los cultivos, interrumpiendo las tareas propias de la época,
que se retrasaron en relación a un año normal, y provocaron
inundaciones, arrastres y daños diversos en infraestructuras. Las
temperaturas se mantuvieron en general en valores algo superiores a los normales.
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El Sector Agrario en Andalucía: 1990-1999
El año agrícola 1998/1999 se ha caracterizado principalmente
por una fuerte sequía. La precipitación total acumulada desde el
1 de septiembre de 1998 hasta el 31 de agosto de 1999 ha sido
inferior a la normal acumulada para ese mismo periodo de la
serie 1961-1999 en todos los observatorios de Andalucía,
siendo inferior al 50 por ciento de dicha precipitación normal en
casi todas las zonas. Debido a esta situación, el agua embalsada
en las cuatro cuencas andaluzas a finales de agosto de 1999 ha
sufrido una importante disminución, en torno al 40 por ciento,
con respecto al año anterior, alcanzando tan sólo 3.772 Hm3, lo
que supone el 39,6 por ciento de la capacidad disponible, mientras que en 1998 fue de 6.311,5 Hm3, que suponía el 66,3 por
ciento. Los embalses de la Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir estaban al final del año agrícola al 37,1 por ciento
de su capacidad, mientras que el año pasado se encontraban al
69,5 por ciento, por lo que a partir del día 7 de septiembre se
prohibieron los riegos en toda la Cuenca, con algunas excepciones en Cádiz y Jaén, donde el plazo se amplió hasta finales de
mes. Los embalses de la Confederación Hidrográfica del Sur, por
su parte, se encontraban al 41,1 por ciento de su capacidad,
cuando en el año anterior estaban al 69 por ciento de su capacidad.
Esta situación de sequía ha sido particularmente intensa durante
los meses de otoño, con precipitaciones tan escasas, 1.854,9
mm, que han impedido la nascencia normal de los cultivos y
producciones de secano. Esto ha afectado también de manera
especial a la ganadería extensiva, ya que la falta de pastos y
forrajes ha obligado a los ganaderos a realizar desembolsos
extraordinarios para la alimentación del ganado.
En resumen, los efectos del cambio climático se advierten en la
mayor frecuencia de los periodos largos de sequía, alternando
con cortos periodos de grandes y desastrosas inundaciones, lo
que está afectando al normal desarrollo de las siembras y de las
recolecciones.
Perfil climático de la década de los 90
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Se puede afirmar que los inviernos son más suaves y, en general, los veranos menos calurosos aunque ello no sea óbice para
que a lo largo de una semana e incluso dos se rompan todos los
récords de máximas de temperatura alternando con semanas con
muchos días con temperaturas frías impropias de la primavera o
del verano. Es decir, que las diferentes estaciones que se suceden a lo largo del año parecen ahora menos definidas aunque los
conocimientos tecnológicos permitan ir amortiguando los efectos
del cambio climático y de las condiciones naturales más adversas para la producción.
La irregularidad en la disponibilidad de recursos hídricos en
Andalucía no es un hecho excepcional en la región, sino que es,
por el contrario, consustancial al medio climático en el que se
inserta. Es por ello que la gestión del recurso cobra una importancia decisiva para mantener a largo plazo la producción y
evitar situaciones catastróficas, típicas del clima mediterráneo.
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El Sector Agrario en Andalucía: 1990-1999
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