El inconsciente, el (despliegue del) discurso * Carlos Alberto Basch Es en el capítulo 1 de "Introducción del narcisismo" donde encontramos un primer reparo en el que asentar una distinción entre las neurosis de transferencia y las psicosis en términos mct apsicológicos, esto es, fuera de delimitaciones nosográficas que se apoyen ya en descripciones de la conducta, ya en procesos psíquicos conscientes: el histérico y el neurótico obsesivo, al igual que el esquizofrénico, han resignado en parte su vínculo con la realidad. Sólo que el vínculo erótico con las personas y las cosas no se ha cancelado del todo, se conserva en la fantasía, donde los objetos mantienen una investidura libidinal, proceso al cual Freud sugiere restringir el término "introversión" que Jung usa de un modo mucho más amplio. Como sabemos, en la psicosis se opera en cambio una ret raccion Iibidinal, que al no poder hacer pie en representaciones de la fantasía (no hay investidura libidinal de la fantasía) retrocede hasta investir el propio Yo, lo que supone los fenómenos clínicos de sensación de fin de mundo y megalomanía, con la hipocondría como ingrediente actual-neurótico que revela la estasis libidinal en el Yo, y posteriormente, en el intento restitutivo de curación que la psiquiatría localiza como enfermedad, la fallida reconexión con el mundo a través de la alucinación y el delirio. En el capítulo VII del ensayo sobre "Lo inconsciente" Freud caracteriza aun más la especificidad de las neurosis de transferencia en su diferencia con las afecciones narcisistas. Si la representación " Dirección: Juncal 2067, 8? "B", (1425) Capital Federal, R. Argcntlna. 368 Carlos Alberto Basclt consciente del objeto abarca la representación-cosa más la correspondiente representación-palabra, ~' la representación inconsciente, en cambio, es la representación-cosa sola, se puede formular dicha especificidad en términos de rchusarnicnio a la investidura de representación-palabra en las neurosis, de modo que el acto psíquico mantiene sólo la investidura de la representación-cosa inconsciente, esto es, se mantiene reprimido. En la esquizofrenia, en cambio, .Y de acuerdo con los lineamientos teóricos esbozados en "Introducción del narcisismo", se produce, en función de la retracción libidinal, incluso el dcsinvcst irniento de la representación-cosa inconsciente, concomitante a la no investidura del objeto en la fantasía. Lo que el delirio vehiculiza como intento de reconexión con las representaciones de los objetos se especifica en la propuesta teórica del capítulo VII de "Lo inconsciente", como sobre-investidura de la representación-palabra preconscicnte, a falta de la investidura inconsciente de la representación-cosa. De modo que el empeño por reconquistar el objeto perdido debe conformarse con su componente de palabra, lo que produce los fenómenos clínicos conocidos: la palabra tratada como la cosa, es decir como la representación inconsciente, sometida a las leyes del proceso primario. De lo expuesto hasta aquí de la teorización metapsicológica freudiana sobre las neurosis, es fácil inferir que, estando vigente una determinada represión (vale decir, rehusada la representación-palabra correspondiente a la representación-cosa inconsciente), será otra representación-palabra la que se preste para que, a través de ella, algo de la representación inconsciente pueda así formularse, según los diversos modos de articulación que, tal como Freud explica en el capítulo IV de "Lo inconsciente", dan lugar a una histeria de angustia, a una histeria de conversión o una neurosis obsesiva. Esto es, para la histeria de angustia, mediante una renovada huida de la investidura preconscicnte respecto de todo lo que puede dar lugar a un enlace asociativo con lo reprimido, de modo que en sucesivos tramos de desplazamiento, desde la representación-palabra sustitutiva inicial, se va configurando en torno de ésta una fobia. En cuanto a la histeria de conversión, la representación sustitutiva se refiere a la representación de un segmento de la inervación corporal, de modo que el síntoma conversivo es portador de una retórica a través de la cual se dice la representación inconsciente. (Es de notar el que Frcud reserve "la medida y las circunstancias" de este proceso a un trabajo especial sobre metapsicologm de la histeria de conversión que finalmente no publicó.) La neurosis obsesiva, por su parte, ofrece el ejemplo más típico de la representación-palabra sustitutiva sobre-investida en aquella representación que se organiza como formación reactiva, la que en 1896 Frcucl llamara "dclcnsa primaria", Se trata en tudos los casos, pues, El inconsciente, el (despliegue del) discurso 369 de una representación-palabra sustitutiva de aquella que es rehusada a la consciencia. Pero no de cualquiera. En el primer capítulo de la Psicopatologia de la vida cotidiana, a propósito del olvido de nombres propios, Freud señala, en efecto, que el proceso por el cual se produce un nombre sustitutivo, es decir un recuerdo falso además del olvido, no es dejado al libre albedrío psíquico, sino que obedece a vías calculables y ajustadas a ley. El tema de las limitaciones del albedrío es retomado en el capítulo XII de la Psicopatologia de vida cotidiana, con una afirmación fuerte, tanto que en ella se apoya la posibilidad misma de la tarea analítica: ni el absurdo puede dejar de tener una determinación, sólo que ésta es inconsciente. Retrocediendo un par de años aún en los textos Ireudianos, localizamos la primera parte (el olvido de los sueños) del capítulo VII de La interpretación de los sueños, donde encontramos la referencia a ese lugar que se debe dejar en sombras incluso en los sueños mejor interpretados, porque de allí arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se deja desenredar. Freud lo llama "ombligo del sue110", el lugar en que éste asienta en lo no conocido. Es desde ese lugar, en la parte más espesa del tejido de ideas latentes, desde donde se eleva, dice Freud, el deseo inconsciente, "como un hongo de su micelio". El deseo inconsciente, entonces, ausente de lo manifiesto, no consiste tampoco en las ideas latentes, o en algunas de ellas. Emerge del lugar donde éstas, entrecruzadas, se espesan más, donde no se dejan desenredar, allí donde algo debe ser dejado en sombras. Apenas un par de páginas después, en la misma parte A del capítulo VII de La interpretación de los sueños, hay un par de observaciones referidas al determinismo y las representaciones-meta inconscientes en consonancia con lo que a propósito del albedrío psíquico encontrábamos en la Psicopatologia de la vida cotidiana: no podemos renunciar sino a las representaciones-meta que nos son conocidas, y eso sólo para que cuando ellas cesan pasen a predominar representaciones-meta inconscientes. Es imposible, por grande que sea el esfuerzo, lograr un pensar sin representaciones-meta. De modo que cuando un demento psíquico se enlaza a otro por una asociación superficial, hay siempre entre ambos un enlace más hondo, sometido a resistencia. Como se sabe, he aquí el fundamento de la regla fundamental psicoanalítica de la libre asociación. De la consideración simultánea de la teorización Ireudiana respecto al deseo inconsciente emergiendo de un punto próximo al ombligo de lo no representable y a la vigencia de las representaciones-meta inconscientes, se desprende una paradoja que preside todo el trabajo analítico y toda consideración metapsicológica. El discurso .)lO (orlos Alberto Rase" puede significar lo más importante, el discurso asociativo nunca puede dejar de significar algo más: la represión primaria y el desplazamiento como principios fundamentales del funcionamiento psíquico inconscientes. asociat ivo I1UIlCa "Repetir, recordar y' reelaborar", de 1914, es un eslabón decisivo en la conceptualización freudiana tanto de la técnica del psicoanálisis como del estatuto de su objeto, el inconsciente. (Es que ambos aspectos son necesariamente solidarios.) Se trata, en particular, de la relación entre los recuerdos encubridores y lo esencial de la vida infantil. No sólo algo esencial sino todo lo esencial de ésta se conserva en aquéllos, nos dice Freud: sólo hace falta saber desarrollarlo desde ellos por medio del análisis. El análisis, por ende, es lo que desarrolla todo lo esencial de la vida infantil, encubierto por los recuerdos. Resulta obligado relacionar el citado párrafo con otro de "Psicoterapia de la histeria", en )895, en el cual Freud se pregunta, prefigurando el concepto de construcción, a propósito ele aquellas representaciones provenientes de lo más profundo del núcleo patógeno, que el enfermo no logra reconocer como recuerdos ni aun después de aceptar, dominado por la lógica de lo que recién entonces se hace inteligible de su historia y el efecto curat ivo de su emergencia que efectivamente debió pensar en aquello alguna vez; si "se debe suponer que se trata de pensamientos nunca producidos y para los que existía una mera posibilidad de existencia, de suerte que la terapia consistiría en la consumación de un acto psíquico anteriormente interceptado". Un pensamiento antes interceptado, que en el análisis se consuma. Lo esencial, que el análisis desarrolla. El inconsciente no es algo del orden del ser, dice Lacan, ni tampoco del no ser. Es del orden de lo no realizado. De ahí que su estatuto no sea óntico, sino ético: lo que debe advenir al ser. Lo que debe advenir al ser, allí donde eso era, donde eso estaba por ser. Volvamos ahora a 1915, v al texto sobre "Lo inconsciente", esta vez en su capítulo V: "Los procesos inconscientes sólo se vuelven cognoscibles [ .. ,] bajo las condiciones del soñar y de las neurosis [mediante su articulación con procesos del sistema Prcc-Cc]. En sí y por sí ellos no son cognoscibles v aun son insusceptiblcs de existencia", Lo inconsciente sólo se da a conocer en el hacerse consciente. En los términos, que antes señalamos, del cap. VII del mismo texto, diríamos que la representación-cosa inconsciente sólo puede entregar algo de su significación en lu que se vehiculiza por las sucesivas representaciones-palabra qUL~el discurso asociativo va desplegando. Si por ejemplo Frcud, luego del olvido del nombre Signurelli (rehusarnicnto por represión de la representación-palabra) no hubiera asociado Bott icelli y Boltralfio. v a partir de entonces todo el despliegue asociativo que incluvó sus anteriores pensamientos sobre los turcos El inconsciente, el (despliegue del) discurso ."7 J de Bosnia y su resignación ante la muerte, en contraste con su incapacidad de aceptar la impotencia en Trafoi, Herr, Signar, etc.: ese "algo" de significación ligado al olvido de nombre hubiera permanecido "incognoscible y aun insusccptible de existencia". Una vez puesto en marcha el discurso asociativo y sólo entonces, el inconsciente se dice en parte en palabras. La representación-cosa inconsciente se ilumina por un instante en la palabra que le sigue. Tan sólo en parte, por eso seguirá otra, pero tampoco ésta alcanzará la meta: la representación inconsciente, la representación-meta inconscicn te. La metapsicología es la psicología que se nos revela en la superficie del discurso asociativo, en la búsqueda por las palabras de la represen ración-meta inconsciente. El inconsciente es (el despliegue de) el discurso asociativo. Resumen Según el autor, consideraciones mctapsicológicas sobre las diferencias entre neurosis de transferencia yo neurosis narcisistas (especialmente en rcl'crcncia al mantenimiento de la investidura libidinal de la representación-cosa inconsciente concorn it antc al mantenimiento de Iegazones libidinalcs en el mundo de la fantasía en los primeros) conducen a formular (en el marco de los conceptos Ireudianos sobre la representación meta-inconsciente, que hacen anacrónica toda idea de libre albedrío psíquico, y del concepto de deseo inconsciente, que sólo puede darse a conocer en el hacerse consciente) el abordaje de la problcmát icu del estatuto ontológico del inconsciente y a la articulación de la tesis Iacaniann: el inconsciente es del orden de lo no realizado, se realiza en el despliegue del discurso. Résumé l/INCONSCIENT, LE (DEPLO/EMENT DU) D/SCOURS D'aprcs I'auieur, il existe des considérut ions rnétapsychologiques concernant les différences entre les névroses de translcrt ct les névroses narcissiques (el spécialemcnt pour ce qui a trait au rnainticn de l'investiturc libidinalc de la rcpréscnuu ion-chosc inconsciente concomitante avcc le mainticn de Iiaisons libidinales dans le monde de f'antaisie chez les prernicrcs l , ct ces considérations, pcrrnct tcnt de formuler (dans le cadre des notions írcudícnncs concernant la rcpréscntauon-objcct if, inconsciente, qui rendent anachroniquc n'irnportc quclle idee de libre arbitre psychique, ainsi que de la notion de dcsir inconscient , qui ri'a pu se fairc connaitre que par le fait de se rendre conscient ), pcrrncttent de Iormuler done, l'abordage de la question du statut ontologique de l'inconscicnt. II est égalcment possible d'aborder l'art iculat ion de la thcse lacanicnnc, a partir de ces mérnes considérations: l'inconscient cst de l'ordre de ce qui est non réalisé. il se réalise lors du déploierncnt du discours. 372 Carlos Alberto Bascli Summary U/E UNCONSC/OUS, TIlE (UNFOLD1NG UF THE) DISCOURSE According to the aut hor, metapsychological considerations upon differences between transfcrcnce neurosis and nareissistic neurosis (specially in reference to the maintcnancc of thc libidinal cathexis uf the unconsciuus thing-presentat ion cuncomitant with the maintenance in the case uf transfercnce neuroses, of Jibidinal legations in t he phantasy world, lead to the formulation (within the frarncwork uf the Frcudian concepts uf the unconscious uim-representation, which rcnder anachronic all idea of physical free will, and the concept of unconscious dcsirc, which could only beco me known in conscious action) , The approach to thc problcmatics of the ontological statute of the unconscious, lcad to t hc articulation of thc Lacanian thesis: that the uncunscious is of the naturc 01 what is not rcalizcd, is brought out in t he devcloprncnt of the discourse. Bibliografía 1. Freud, S. (1895), Sobre la psicoterapia de la histeria, A.E" 11. l. bis (1896), Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa, A.E., III. 2. (1900), La inter pret acion de los sueños, A.E., V. 3. (1901), Psicopat ologia de la vida cotidiana, A.E., VI. 4. (1914), Recordar, repetir y rcelaborar, A.E., XII. 5. (1914), Introducción del narcisismo, A.E., XIV. 6. (1915), Lo inconcicntc, A.E., XIV. 7. Lacan. J. (1964), Los cuatro conceptos [undamentales del psicoanálisis, Barral, Barcelona, 1977.
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