FALTAS Y SANCIONES A.- La facultad disciplinaria del empresario: regulación y titularidad B.- Determinación de las faltas laborales C.- La sanción disciplinaria D.- Procedimiento disciplinario A.- La facultad disciplinaria del empresario: regulación y titularidad 1. La naturaleza jurídica y régimen jurídico 1.1. Naturaleza jurídica y medios compatibles La facultad disciplinaria del empresario forma parte de sus poderes generales de organización y dirección del trabajo, aunque tiene por objeto singular la represión directa de las faltas cometidas por el trabajador. Su fundamento jurídico se encuentra en última instancia en la nota de subordinación típica del trabajo asalariado y en el correspondiente deber de obediencia impuesto al trabajador en el desarrollo de su prestación de servicios. Su finalidad general es el mantenimiento del orden en la empresa y la disciplina en el trabajo. Puede vincularse a intereses legítimos de índole privada (libertad de empresa) pero también a intereses de carácter general (en el empleo público, por ejemplo). La facultad disciplinaria del empresario es desde un punto de vista lógico el correlato y complemento de los poderes de control y vigilancia reconocidos al titular de la empresa, pues permite aplicar consecuencias inmediatas a los incumplimientos advertidos. Es una facultad de uso directo, que no requiere autorización previa por parte de la autoridad correspondiente ni depende tampoco del previo ejercicio de acciones judiciales, todo ello sin perjuicio de su carácter reglado y su posible revisión en sede jurisdiccional. La facultad disciplinaria del empresario es compatible con la exigencia de responsabilidad civil o patrimonial al trabajador por incumplimiento o incumplimiento deficiente de sus obligaciones laborales, o simplemente por los daños y perjuicios causados en el desarrollo de su trabajo o en relación con el ámbito o los medios de trabajo. La exigencia de tales responsabilidades ha de limitarse desde luego al marco del contrato de trabajo, y en todo caso debe valorarse atendiendo a la sujeción del trabajador a las órdenes empresariales característica del trabajo asalariado; según la jurisprudencia sólo es aplicable en los casos en que el trabajador incurre en negligencia grave o cualificada (TS 23-11-1987 y 14-11-2007 [RJ 2008, 1002] ). La posibilidad de repetir los costes indemnizatorios frente al trabajador por parte del empresario está prevista legalmente para los supuestos de producción de daños y perjuicios por parte del trabajador a terceros ( art. 1904 CC). 1.2. Las previsiones legales Según establece el art. 58 ET los incumplimientos de los trabajadores se sancionarán «de acuerdo con la graduación de faltas y sanciones que se establezcan en las disposiciones legales o en el convenio colectivo aplicable» ( art. 58 ET). 1 Entre las disposiciones legales a que se hace referencia en este precepto legal están el art. 54 ET, que regula la sanción consistente en el despido disciplinario, y el art. 45 ET, que establece, como una de las causas de suspensión del contrato de trabajo, la suspensión de empleo y sueldo por razones disciplinarias ( arts. 45 y 54 ET). Con todo, ni éstas son las únicas sanciones posibles, ni, en particular por lo que se refiere a la suspensión de empleo y sueldo, la regulación legal es suficiente para saber qué concretos incumplimientos serán merecedores de esta sanción. Por ello será la negociación colectiva la llamada a desarrollar las previsiones de estos preceptos del Estatuto de los Trabajadores, concretando el régimen de faltas y sanciones aplicable en cada caso. Con todo, la negociación colectiva deberá tener en cuenta una serie de indicaciones legales repartidas fundamentalmente en el ET (RCL 1995, 997) . En concreto: 1) Del art. 58 ET se deduce claramente que no es posible sancionar conductas que no estén graduadas y, por lo tanto, tipificadas en la norma aplicable. De esta forma resulta de aplicación en el ámbito sancionador de la empresa los principios de legalidad y tipicidad, que caracterizan el Derecho Penal y el orden sancionador administrativo. Sin duda es una garantía esencial del trabajador la exigencia de que las faltas y sanciones estén expresamente tipificadas ( STSJ País Vasco 20-9-1999 [AS 1999, 2608] ), exigencia derivada, a su vez, del principio de seguridad jurídica. Con todo, para interpretar el alcance de este requisito ha de tenerse en cuenta que en esta materia no rige un principio de tipicidad estricto, equivalente al que se deriva, para el ámbito penal o administrativo, del art. 25 de la Constitución, básicamente porque este precepto constitucional únicamente se refiere a ilícitos sancionados por el poder público y no, por lo tanto, a los que se sancionan en el orden jurídico privado. 2) La Ley establece pautas sobre cómo debe hacerse esa graduación al establecer que las conductas deben clasificarse según su gravedad, en leves, graves y muy graves (art. 58 y, en relación con la prescripción de las faltas, art. 60.2 ET). 3) Se prohíbe la imposición de sanciones que consistan en la reducción de la duración de vacaciones u otra minoración de los derechos al descanso del trabajador o multa de haber ( art. 58.3 ET). 4) La sanción por faltas graves y muy graves requerirá comunicación escrita al trabajador que debe tener como contenido mínimo la determinación de la fecha de imposición de la sanción y los hechos que la motivan ( art. 58.2 ET). 5) Además habrá que tener en cuenta la exigencia de tramitación de un expediente disciplinario ( art. 68 ET), para los supuestos en los que el trabajador sea representante de los trabajadores en la empresa, la obligación de audiencia a representante sindical ( art. 10.3 LOLS) y la obligación de información a los representantes ( art. 64 ET). 6) A la hora de tomar una decisión sancionadora el empresario deberá saber que cuenta con una limitación temporal importante, puesto que las infracciones cometidas por los trabajadores prescribirán en los plazos previstos en el art. 60 ET . Este marco legal que rige en las relaciones entre particulares, deber ser matizado cuando se trata de incumplimientos del personal laboral al servicio de las administraciones públicos. Las previsiones legales en este ámbito se encuentran 2 recogidas en el Título VII ( arts. 93 , 94 , 95 , 96 , 97 y 98 ) de la Ley 7/2007, de 12 de abril, de manera que los incumplimientos del empleado público laboral serán sancionados conforme al régimen disciplinario establecido en el mismo y, en lo no previsto expresamente, por la legislación laboral ( art. 93.4 Ley 7/2007). 1.3. Los convenios colectivos y el recurso a la analogía De acuerdo con las remisiones legales, la graduación de faltas y sanciones se suele encontrar regulada en los convenios colectivos, de manera que para saber qué concretos incumplimientos pueden sancionarse en cada empresa habrá que acudir al convenio aplicable. Ahora bien, será suficiente una graduación de faltas meramente enunciativa, con la formulación de tipos amplios, para entender cumplida la condición fijada en el art. 58 ET. A partir de estas consideraciones dependerá del concreto convenio, que puede haber optado por una tipificación más exhaustiva o haberse conformado con formulaciones más amplias. En este sentido conviene tener presente que cuanto más exhaustivo sea el listado de faltas menor será el margen de discrecionalidad empresarial en el ejercicio de la facultad sancionadora. Es una práctica habitual de los convenios, a la hora de graduar las faltas, advertir el carácter meramente enunciativo de las que se han pactado como tales, dando paso al criterio de analogía como criterio que justifica la sanción a conductas no previstas expresamente, para la integración de lagunas. Por ejemplo, en el convenio colectivo estatal de estaciones de servicio se dice "la enumeración de faltas... es meramente enunciativa y no impide que puedan existir otras, las cuales serán calificadas según la analogía que guarden con ellas". Éste es un recurso generalmente admitido por la jurisprudencia ( STS 16-5-1991 [RJ 1991, 4171] ), con base en la dificultad que entraña tratar de prever todas y cada una de las posibles infracciones que pueden cometer los trabajadores. Ahora bien, para que el empresario, a la hora de sancionar una determinada conducta no prevista expresamente en el listado de faltas, pueda fundamentar su sanción en el dato de que otras conductas análogas están previstas expresamente en el convenio parece necesario que el recurso a la analogía se haya contemplado expresamente o se haya advertido el carácter meramente enunciativo de las conductas recogidas. A esta conclusión se llega a partir de una exigencia de interpretación restrictiva de las reglas disciplinarias, mantenida por la jurisprudencia ( STS 20-2-1991 [RJ 1991, 854] ). 1.4. Las remisiones de los convenios a las normas reglamentarias sectoriales El régimen disciplinario es una materia respecto de la que los convenios se han resistido a abandonar la regulación que sobre el particular contenían las normas reglamentarias de ámbito sectorial aprobadas conforme al sistema legal preconstitucional ( ordenanzas laborales y reglamentaciones de trabajo ). Y esa resistencia se sigue poniendo de manifiesto, aunque cada vez en menor medida, incluso una vez que esas normas han sido definitivamente derogadas. Las ordenanzas laborales eran normas estatales que regulaban condiciones de trabajo por ramas o sectores de actividad durante el régimen de Franco. Cuando entró 3 en vigor el Estatuto de los Trabajadores en 1980 (RCL 1980, 607) desapareció la posibilidad de dictar nuevas ordenanzas laborales, pero se mantuvo la vigencia transitoria de las que estuvieran vigente en esa fecha. Durante un largo período que alcanza hasta 1995 las ordenanzas laborales siguieron vigentes y ocupaban un papel importante en el desarrollo que el art. 58 ET precisaba, en unos casos por remisión de los convenios en esta materia y en otros casos ante el silencio del convenio. A partir de su derogación definitiva su regulación puede seguir invocándose con base en la libertad negocial de los interlocutores sociales que pueden integrar el contenido de la ordenanza al articulado del convenio, bien mediante una copia literal de ese contenido, o por una remisión. En ambos casos la ordenanza se aplica como derecho pactado, privada por ello del valor reglamentario que tuvo en su momento. Las dificultades que en la práctica ha planteado la sustitución efectiva de la regulación de las ordenanzas y reglamentaciones, entre otras, en la materia que nos ocupa, llevó a la negociación de un Acuerdo Interconfederal de Cobertura de Vacíos (RCL 1997, 1441) de manera que si el convenio no contenía ninguna previsión sobre el régimen de faltas y sanciones o si en el ámbito concreto no hubiera convenio aplicable se estaría al AICV suscrito, al amparo del art. 83.3 de ET y de la DT 6.ª ET, por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), de un lado, y de otro, por la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CC OO) y la Unión General de los Trabajadores (UGT). Este acuerdo, publicado en virtud de Resolución de 13 de mayo de 1997, con una duración de cinco años, contenía la regulación sobre materias concretas con la finalidad de evitar los defectos de cobertura que podían producirse como consecuencia de la derogación definitiva de las Ordenanzas Laborales. Entre las materias concretas que se regulaban estaba el régimen disciplinario. En particular, los arts. 17 , 18 y 19 del AICV incluyen una graduación de faltas en leves, graves y muy graves, que combinaba con una tipificación de conductas concretas con formulaciones amplias. Así, por ejemplo, la consideración como falta muy grave del «fraude, deslealtad o abuso de confianza en las gestiones encomendadas» dejaba abierta la sanción de manifestaciones concretas de deslealtad o fraude aunque no estén expresamente previstas en el listado de faltas. Esta regulación se agotaba con una referencia a las sanciones máximas que podrían imponerse por la comisión de las faltas enumeradas, graduadas en atención a la gravedad del incumplimiento que corregían. El AICV no contenía ninguna referencia al procedimiento que deba seguirse en la imposición de la sanción, ni a los plazos de prescripción de las faltas por lo que en estas materias había que estar a las reglas del ET (RCL 1995, 997) . Las reglas contenidas en el AICV eran de obligada aplicación en caso de que no existiese un texto convencional que contemple el tratamiento del régimen disciplinario y deberían ser tenidas en cuenta también por aquellos sectores que afronten la negociación de un convenio colectivo o sustituyan durante su vigencia este Acuerdo por un convenio de eficacia general. En algunos sectores se han negociado Acuerdos de Cobertura específicos como el caso del ACV del sector Cementero, que se publicó por Resolución de 26 de noviembre de 1998 (RCL 1998, 2985) . En otros casos, durante los procesos de negociación para la sustitución de las Ordenanzas laborales han surgido conflictos que se han resuelto mediante Laudos arbitrales. De ellos se da cuenta en el capítulo dedicado al reglamento como fuente de regulación en Derecho del Trabajo. 4 En estos laudos se regula el régimen de faltas y sanciones. Se ofrece una tipificación de faltas y una graduación de sanciones similar a la que se incluía en el AICV, aunque lógicamente se aprecia una mayor concreción y adecuación al sector a que están referidos en cada caso. Por ejemplo, el laudo de sustitución de la Ordenanza para la pesca en buques bacaladeros, tipifica como falta muy grave «el cocinero que no desempeñe su cometido con la lealtad y atención que el cargo requiere» y el laudo de sustitución de la Ordenanza de Buques congeladores tipifica como falta muy grave «el no cumplimiento de la orden de embarque, cuando haya mediado previo aviso y sin causa grave que lo justifique». Al igual que ocurría con el AICV no hay previsiones particulares referidas al procedimiento sancionador salvo en algún caso en la que se regula un plazo, variable según la gravedad de la falta para imponer la sanción, una vez comunicada ésta al trabajador (laudo para buques congeladores). 1.5. El papel de los reglamentos de régimen interior En algunos convenios colectivos que incluyen un régimen de faltas y sanciones se autoriza a las empresas a elaborar un reglamento de régimen interior (RRI) en el que se especifiquen las actuaciones constitutivas de faltas y se incluyan como tales situaciones, hechos u omisiones no previstas en el convenio (por ejemplo, el convenio para los centros de educación universitaria e investigación establece «los Reglamentos de Régimen Interior podrán determinar y tipificar situaciones, hechos u omisiones, no previstas en el presente convenio, ajustándose a la legalidad vigente»). Conviene recordar que en otras épocas históricas el reglamento de régimen interior era una norma redactada por el empresario con la finalidad de adaptar a las peculiaridades propias de la explotación, fábrica o actividad, las disposiciones contenidas en las reglamentaciones de trabajo u ordenanzas laborales. A partir del ET de 1980 (RCL 1980, 607) , la normativa que regulaba la elaboración de los RRRI (entre otras normas el D. 12-1-1961 [RCL 1961, 70]) fue derogada y se entendió que los RRRI que estuvieran vigentes a la entrada en vigor del ET (RCL 1995, 997) , por analogía con lo que había sucedido con las ordenanzas laborales, seguirían vigentes como Derecho dispositivo, en tanto no se sustituyesen por convenio y siempre y cuando no contradijeran la Ley. En la práctica algunas exigencias de los RRI relativas al procedimiento sancionador que incrementaban las reguladas en el ET se consideraron derogadas por el ET ( STS 5-11-1987 [RJ 1987, 7815] ; STS 25-4-1986 [RJ 1986, 2247] ). A partir de 1997 y de la derogación definitiva de las Ordenanzas Laborales ( DT 6.ª ET) se entendió, siguiendo el mismo criterio de analogía, que esa derogación alcanzaba a los RRI en los aspectos que pudieran seguir vigentes transitoriamente. Por todo ello parece claro que los reglamentos de régimen interior a que remiten en la actualidad los convenios son otro tipo de instrumento normativo distinto de los antiguos RRI, si bien las dificultades se plantean a la hora de concretar su valor y eficacia normativa. Hay ejemplos en los que el propio convenio aprueba el texto del reglamento de régimen interior (por ejemplo, art. 11 convenio de empresa para la promoción de minusválidos, PROMI). En estos casos, el reglamento de régimen interior se entiende que tiene el mismo valor normativo y la misma vigencia que el convenio que lo aprueba. Como ha dicho la jurisprudencia, se trata de reglamentos paccionados que pertenecen al ámbito de la autonomía colectiva ( STS 10-7-2000 [RJ 2000, 6625] ). 5 En otros supuestos los convenios hacen referencia al RRI como un conjunto de normas dictadas por el empresario en el ejercicio de su poder de dirección, constitutivo de una especie de «código ético de la empresa» , en el que, en ocasiones, se concrete también quiénes asumen, en el organigrama de la empresa, competencias en la imposición de las sanciones ( STSJ Madrid 23-4-1999 [AS 1999, 1345] ). Éste parece ser el sentido del reglamento de régimen interior a que hace referencia por ejemplo el convenio colectivo de la industria del calzado 2000-2002 (RCL 2002, 2129) cuando incluye entre las faltas muy graves «la indisciplina o desobediencia al Reglamento de Régimen Interior de las empresas... ». En estos casos, parece lógico pensar que la tipificación de faltas que pueda contener ese reglamento interno estará limitada por las posibilidades de sancionar conductas análogas a las previstas en el convenio tal y como se pone de manifiesto en el III Convenio Colectivo estatal para los centros de enseñanzas de peluquería y estética, de enseñanzas musicales y de artes aplicadas y oficios artísticos (RCL 2000, 1835) , según el cual «cada empresa puede elaborar un reglamento de régimen interior, en el que se concrete la especificación de las actuaciones constitutivas de faltas, y las sanciones que pueden llevar aparejadas» a partir del cuadro de faltas previsto en el convenio. 2. Titularidad y ejercicio 2.1. Titularidad de la facultad disciplinaria El art. 58 ET se limita a atribuir las facultades sancionadoras a la dirección de la empresa. Si recordamos el fundamento contractual de esta facultad, resulta lógico concluir que el titular de la misma sólo puede serlo el empleador o empresario, bajo cuyo ámbito de organización y dirección se ha comprometido a prestar sus servicios el trabajador. Recuérdese que el empresario no tiene por qué necesariamente ser titular de una organización empresarial. Con todo, la identificación del titular de las facultades sancionadoras, relativamente sencilla cuando se trata de un empresario individual, se complica cuando nos encontramos ante el empresario social. En tales casos, como es sabido, se disocian la titularidad y el ejercicio efectivo, por exigencia de la necesaria representación, de modo que los actos de la empresa son realizados por las personas físicas que encarnan sus órganos de representación. Aun así, no cabe otra respuesta que mantener que la titularidad originaria de la facultad disciplinaria corresponde a la propia empresa o sociedad, si bien actuará a través de sus entes sociales u órganos de gobierno. La jurisprudencia sostiene que las facultades sancionadoras las ha de asumir «quien por sí contrata los servicios de un trabajador, ya lo haga en interés propio, ajeno, o bien de cualquier grupo u organización más o menos regular, esto es, empresario o empleador» (STS 5-1-1968 [RJ 1968, 176]). 2.2. Ejercicio de la facultad disciplinaria y su delegación A la vista de lo anterior la facultad sancionadora se podrá ejercer directamente por su titular en los casos de empresas unipersonales, o se ejercerá a través de los órganos gestores o representantes de la empresa cuando ésta es una persona jurídica. Pero también cabe un desdoblamiento de estas funciones empresariales a través de la fórmula de la delegación a que hace referencia expresa el art. 20.1 ET («el trabajador estará obligado a realizar el trabajo convenido bajo la dirección del empresario o persona en quien éste delegue»). La delegación es un «proceso 6 personal» por el que el responsable original de una función distribuye parte de los contenidos de la misma entre colaboradores. Por ejemplo, cuando el empresario es una persona física, la delegación del poder sancionador puede venir dada por la complejidad organizativa de la empresa, o por la falta de conocimientos del empresario para desempeñar ésta y otras funciones empresariales, pero jurídicamente es el empresario quien actúa. Cuando la empresa es una persona jurídica los órganos gestores o los representantes también pueden, a su vez, delegar los temas de recursos humanos, entre ellos, las facultades sancionadoras en personas contratadas por su capacidad técnica. Por esta vía, tradicionalmente, las facultades sancionadoras han sido asumidas por el «Jefe de Personal» o «Director de recursos humanos», quien servía de bisagra entre empresario y trabajadores. Esta situación, que aún pervive, adquiere nuevos matices en las empresas que presentan mayor complejidad organizativa, técnica y de volumen de producción y venta, puesto que la complejidad implica diversidad de cualificaciones, de grupos profesionales, y todo ello se traduce en que la gestión de personal se tecnifica y el director de recursos humanos se sustituye por el departamento de personal que se ocupará del cumplimiento de la normativa en materia de régimen disciplinario. Más aún, dependiendo de la dimensión de la empresa, la dirección de organización y recursos humanos puede dividirse en subdirecciones o departamentos, de manera que la concreta cuestión que ahora nos interesa sea desempeñada por una de esas subdirecciones. La tendencia hacia la polivalencia o multifuncionalidad como consecuencia de los nuevos retos de la empresa conduce al aumento de la participación a través de lo que se denomina «trabajo en equipo» . En estos equipos de trabajo, cuando son autogestionados, la disciplina puede ser responsabilidad de todo el equipo a través de un «comité de conducta» , que es el órgano encargado de tratar los temas relativos a la disciplina del trabajador y de proponer la actuación que considere pertinente a la gerencia. La atribución de competencias en esta materia no es una cuestión que suela regularse con detenimiento por las normas que regulan el régimen disciplinario en la empresa. Tanto el Estatuto de los Trabajadores como los convenios colectivos se limitan a reconocer la facultad sancionadora a la dirección de la empresa. No obstante, en algún caso se presta más atención a la materia disciplinaria, por ejemplo, el Convenio Colectivo «BP OIL España, SA», establece que «las sanciones por faltas leves no necesitan ningún requisito formal y podrán imponerse directamente por los supervisores, dando cuenta en el plazo de veinticuatro horas al responsable de Recursos Humanos del centro de trabajo respectivo. Las faltas graves y muy graves se impondrán por un comité disciplinario integrado por un director de departamento o de negocio distinto de aquel al que pertenece el empleado, que actuará como presidente; el director del departamento o negocio al que pertenece el empleado inculpado, el responsable de recursos humanos del centro de trabajo y el técnico jefe de la unidad a la que pertenezca el empleado inculpado o, en su defecto, el supervisor del mismo, que actuarán como vocales; y, por último, un técnico superior en Recursos Humanos». 7 2.3. La facultad disciplinaria en supuestos de cesión de personal Las normas han identificado al titular de las facultades sancionadoras en aquellos supuestos en los que el trabajador temporalmente presta sus servicios para un empresario distinto del que le ha contratado y es durante esa prestación de servicios cuando se comete la infracción. 1) Uno de los primeros supuestos es en el caso de los estibadores portuarios contratados por la Sociedad Anónima de Gestión de Estibadores Portuarios para prestar servicios en una empresa titular de la correspondiente licencia para prestar el servicio portuario de manipulación de mercancías, en virtud de una relación especial de estibadores portuarios. En estos casos, el art. 151.8 RDLeg. 2/2011, establece una titularidad compartida, puesto que sanciona la Sociedad a solicitud de la empresa usuaria, la cual, mientras dure la actividad laboral, asume frente al estibador las facultades directivas y de control. En la comunicación que remita la empresa estibadora podrá incluir una propuesta de sanción que tendrá carácter vinculante. 2) Similar reparto de facultades disciplinarias se produce en los supuestos de trabajadores de empresas de trabajo temporal mientras prestan sus servicios para la empresa usuaria. En tales supuestos, y sin perjuicio del ejercicio por la empresa de trabajo temporal de la facultad disciplinaria atribuida por el art. 58 ET, cuando la empresa usuaria considere que por parte del trabajador se hubiera producido un incumplimiento contractual lo pondrá en conocimiento de la empresa de trabajo temporal a fin de que por ésta se adopten las medidas sancionadoras correspondientes ( art. 15.2 LETT). 3) Otro supuesto en que puede surgir la asunción de parte de las facultades empresariales por un empresario distinto es en el caso de la cesión de deportistas profesionales. En estos casos el club cedente mantiene facultades sancionadoras respecto de actuaciones del deportista que afecten al rendimiento o dañen la imagen del club, mientras que el cesionario, durante la cesión, sancionará la falta de «diligencia específica que corresponda a sus personales condiciones físicas y técnicas», o cualquier conducta que pueda determinar el incumplimiento de la actividad deportiva ( art. 7 RD 1006/1985). 2.4. La facultad disciplinaria en supuestos de colaboración empresarial 2.4.1. Supuestos de contratas y subcontratas para la propia actividad de la empresa También pueden surgir dificultades en la identificación del titular de las facultades sancionadoras en los supuestos de contratas y subcontratas para la propia actividad de la empresa ( art. 42 ET), mientras el trabajador de la empresa contratista presta sus servicios en la empresa principal. Con todo en este caso no hay ninguna previsión expresa que reconozca al empresario principal, durante la vigencia de la contrata, la posibilidad de compartir, de alguna manera, con el contratista las facultades sancionadoras respecto de los trabajadores de la contrata. Esta omisión supone que las facultades sancionadoras corresponden al empresario contratista, aunque nada parece impedir al empresario principal denunciar ante éste supuestos incumplimientos de los trabajadores durante esa vigencia de la contrata. 8 2.4.2. Grupos de empresas La doctrina sobre los grupos de empresas viene manteniendo, como regla general, la independencia jurídica de las distintas empresas del grupo. No obstante, en el seno de los grupos de empresas es frecuente y admisible la circulación de trabajadores entre las distintas empresas del grupo. Sobre esta cuestión hay abundante jurisprudencia que con carácter general ha admitido que en lo supuestos en los que los trabajadores, con independencia de cuál sea la sociedad a la que estén formalmente adscritos, realizan su trabajo de forma sucesiva o simultánea para varias empresas del grupo existe una plantilla única, y una empresa también única. En estas condiciones se ha de reconocer una única relación de trabajo, no escindida por la existencia formal de varios empresarios, actuando la dirección de este grupo como verdadero empleador único de los trabajadores ( STS 22-3-1991 [RJ 1991, 1889] ). Esta solución explica, por ejemplo, la sanción a un trabajador por incurrir en competencia desleal con una empresa del grupo, distinta de la que le había contratado, cuando desempeñaba, sucesiva o simultáneamente, funciones en las distintas empresas que integran el grupo. En el supuesto de que la cesión de trabajadores no lleve a la consideración de una plantilla única, lo lógico es pensar que durante el período de la «comisión» el trabajador continúa trabajando por cuenta y orden de la sociedad cedente, que es la que conserva la condición de empleador y mantiene, por tanto, las facultades directivas y disciplinarias, sin perjuicio de que la puesta a disposición de trabajadores pueda ir acompañada de una paralela delegación ( STS 11-5-1984 [RJ 1984, 3019] ; STS 16-7-1984 [RJ 1984, 4179] ). B.- Determinación de las faltas laborales 1. Cuadro de faltas 1.1. Concepto de falta laboral El ET (RCL 1995, 997) no proporciona el concepto de "falta laboral", pero algunos convenios colectivos, contienen un régimen disciplinario en la empresa, se ofrece una definición de las faltas laborales. En estos convenios no hay una identidad literal en la formulación utilizada; no obstante, con base en las distintas definiciones podemos concluir quelas faltas laborales son las acciones u omisiones que supongan una infracción o incumplimiento de los deberes laborales recogidos en las disposiciones legales en vigor y en los convenios colectivos, ya se cometan con intención de infringir o con mera negligencia, o desconocimiento. El elemento determinante para sancionar una falta es por tanto que sea constitutiva «de un incumplimiento contractual culpable» tal y como pone de manifiesto AICV. A partir de esta noción de falta laboral, la concreción de las faltas sancionables dependerá de la graduación de faltas que se haga en el convenio aplicable. 9 1.2. Inasistencias Se consideran faltas laborales las inasistencias al trabajo, sin causa justificada, o sin que la causa que las justifica haya sido comunicada con la antelación debida, salvo que se pruebe la imposibilidad de hacerlo. En concreto, se han considerado como inasistencias injustificadas la participación en una huelga ilegal o el ingreso en prisión del trabajador como consecuencia de una sentencia condenatoria, no así la simple detención o la prisión preventiva, que pueden ser causas de suspensión del contrato ( STS 9-3-1994 [RJ 1994, 2222] ). Estas ausencias injustificadas normalmente suponen un serio trastorno para la marcha de cualquier empresa organizada sobre la base del trabajo coordinado de todos los trabajadores a su servicio, de ahí que sean conductas sancionables ( STSJ Cantabria 11-2-1999 [AS 1999, 5369] ). La gravedad de la falta dependerá del número de ausencias, computadas normalmente en un determinado período de referencia, que puede ser un mes, dos meses. Los convenios no suelen coincidir ni en el número de ausencias precisas para que se entienda cometida la falta, ni en el período de referencia elegido, ni en la calificación de gravedad de esas ausencias. Para el AICV es falta leve la inasistencia injustificada al trabajo de un día durante un período de un mes. Cuando la inasistencia alcance de dos a cuatro días durante el período de un mes se considera grave. Y la inasistencia durante tres días consecutivos o cinco alternos en un período de un mes se considera como muy grave. 1.3. Impuntualidades También son sancionables las faltas de puntualidad. Por impuntualidad se entiende tanto retrasarse en la llegada al trabajo como adelantar la hora de salida. Por ejemplo, el Convenio Colectivo Sociedad cooperativa de créditos (RCL 2008, 85) considera muy graves «los retrasos en la entrada y los adelantos en la salida del trabajo, injustificados y que excedan de cinco en un mes; o que se reiteren en un período de tres meses superando su número al de ocho, previa advertencia al trabajador; o que la suma de aquéllos supere las horas de una de sus jornadas laborales en un trimestre». No hay unanimidad a la hora de concretar la gravedad de esta falta, sin duda porque los convenios no han utilizado los mismos criterios, lo que dificulta cualquier intento de sistematización. Mientras hay supuestos en los que se tienen en cuenta exclusivamente el número de faltas cometidas, aunque no siempre en la misma cuantía, en otros convenios se atiende al retraso efectivo en cada una de esas faltas; se limita el período de referencia; e incluso, en ocasiones, se tiene en cuenta también el perjuicio causado. Sí hay unanimidad en exigir que la impuntualidad carezca de causa justificada, o de existir justificación que no se hubiera comunicado con carácter previo o con la debida antelación, en términos similares a los vistos para la inasistencia. 10 1.4. Abandono del trabajo Es falta laboral el abandono de puesto sin causa justificada. Este abandono merece el calificativo de leve si se produce por breve tiempo; grave si como consecuencia del mismo se produce perjuicio a la empresa, compañeros, clientes; pudiendo convertirse en muy grave si fuera reiterado o constituyera causa de accidente. Se suele coincidir en señalar que las ausencias o abandonos del puesto de trabajo constituirán faltas muy graves, especialmente cuando el puesto sea de responsabilidad, ocasione grave perjuicio al proceso productivo, deterioro en las cosas o riesgo en las personas ( STSJ País Vasco 11-4-2003 [AS 2003, 2135] ). Téngase en cuenta que por abandono del trabajador se entiende también una causa de extinción del contrato de trabajo –constitutiva asimismo de incumplimiento contractual–, pero el abandono será una causa de extinción, y no una mera conducta sancionable, cuando de la actuación del trabajador resulte inequívoca su intención de extinguir la relación laboral, «será necesario que el trabajador desaparezca del centro de trabajo y mantenga una ausencia por tiempo suficiente, en orden a que pueda entenderse que no piensa reanudar el cumplimiento de sus prestaciones» ( STS 7-101986 [RJ 1986, 5414] ; STSJ Castilla y León 23-6-2003 [JUR 2003, 178714] ; STSJ Cataluña 30-1-2003 [JUR 2003, 55673] ). 1.5. Desobediencia e indisciplina Es falta laboral la realización del trabajo incumpliendo las órdenes e instrucciones del empresario en el ejercicio regular de sus funciones directivas [ art. 5 c) ET]. En este sentido las manifestaciones concretas de desobediencia e indisciplina sancionables son comportamientos que alteran o quebrantan las órdenes o reglas impuestas por el empresario, en el ejercicio del poder de dirección, o aquellas otras que sin proceder expresamente del empresario garantizan la normalidad, seguridad y eficacia de la actividad laboral. Por ejemplo, el AICV considera falta grave la desobediencia a órdenes e instrucciones de trabajo, incluidas las relativas a las normas de seguridad e higiene, salvo que de ellas derivasen perjuicios graves a la empresa, causaren averías a las instalaciones y maquinarias y, en general, a bienes de la empresa o comportasen riesgo de accidente para las personas, en cuyo caso serán consideradas como faltas muy graves. Además, podría entenderse como una manifestación de este tipo de infracción la inobservancia de los servicios de mantenimiento en caso de huelga, que el Acuerdo considera falta muy grave. En este punto hemos de tener en cuenta que es difícil para un convenio tipificar todas y cada una de las posibles desobediencias en que puede incurrir un trabajador, por ello se suele combinar la tipificación de conductas concretas con referencias genéricas: «desobediencia a las órdenes e instrucciones del empresario o mandos superiores en el ejercicio regular de sus facultades directivas", «desobediencia a sus superiores en cualquiera que sea la materia relacionada con el cometido profesional» o «indisciplina o desobediencia relacionada con el trabajo y el incumplimiento de las obligaciones concretas del puesto de trabajo». Esa generalidad, en algunos supuestos, ha sido corregida por la jurisprudencia según la cual la desobediencia sólo puede generar el despido si evidencia una 11 voluntad de incumplimiento de los deberes que vienen impuestos al trabajador en razón de su contrato, que ha de ser clara, abierta, grave, trascendente e injustificada ( STS 14-3-1983 [RJ 1983, 1149] ); es decir, si no encierra una actuación exageradamente indisciplinada, si no causa perjuicio alguno a la empresa, si concurre una causa incompleta de justificación no podrá ser castigada rigurosamente con despido ( STS 19-10-1983 [RJ 1983, 5103] ; STS 18-11-1985 [RJ 1985, 5799] ; STS 27-12-1987 [RJ 1987, 8991] ). 1.6. Incumplimientos de medidas de seguridad e higiene El incumplimiento de medidas de seguridad e higiene puede considerarse una manifestación más de indisciplina, aunque presenta la particularidad: – De que estos incumplimientos tienen una previsión legal propia en el art. 29 LPRL, según el cual «el incumplimiento por los trabajadores de las obligaciones en materia de prevención de riesgos a que se refieren los apartados anteriores tendrá la consideración de incumplimiento laboral a los efectos previstos en el art. 58.1 del Estatuto de los Trabajadores» ( art. 29 LPRL). Este precepto de la LPRL (RCL 1995, 3053) concreta el genérico deber básico de los trabajadores, enunciado en el art. 5.a) ET, especificando los deberes que éstos asumen en materia de prevención de riesgos. Por lo tanto, el incumplimiento de estos deberes tendrá la consideración de incumplimiento laboral pero no se matiza con qué nivel de gravedad; por ello, las previsiones de la Ley deben complementarse con los listados de infracciones laborales regulados en convenios. Por ejemplo, el AICV considera falta leve «los descuidos en la conservación del material que se tuviera a cargo o fuere responsable, si se producen deterioros leves». Se considera grave «la falta de comunicación a la empresa de los desperfectos o anormalidades observados en los útiles, herramientas, vehículos y obras a su cargo, cuando de ello se hubiere derivado un perjuicio grave a la empresa»; así como «la falta de aseo y limpieza personal cuando pueda afectar al proceso productivo o a la prestación del servicio siempre que, previamente, hubiere mediado la oportuna advertencia de la empresa». Y, en fin, se considera muy grave «la reiterada no utilización de los elementos de protección en materia de seguridad e higiene, debidamente advertida». 1.7. Trasgresión de la buena fe contractual También se consideran faltas laborales una variedad de conductas que suponen un modo incorrecto de cumplir las obligaciones laborales y, por ello, se consideran transgresiones de la buena fe contractual. En estas conductas la esencia del incumplimiento no está en el daño causado, sino en el quebranto de la buena fe depositada y de la lealtad debida( STS 8-2-1991 [RJ 1991, 817] ; STS 9-12-1986 [RJ 1986, 7294] ; STSJ Cataluña 22-5-2001 [AS 2001, 2700] ). Téngase en cuenta que la jurisprudencia ha definido la buena fe contractual en atención a la disposición personal del trabajador en orden a la realización del contenido propio de las prestaciones voluntariamente asumidas, a la probidad en su ejecución y a la efectiva voluntad de correspondencia a la confianza ajena ( STS 31-11991 [RJ 1991, 203] ; STSJ Cataluña 8-3-2002 [JUR 2002, 138695] ). En definitiva, la buena fe es un principio general del Derecho que impone un comportamiento conforme a valoraciones éticas, condicionando y limitando por ello el ejercicio de 12 derechos subjetivos. De esta forma se convierte en un criterio de valoración de conductas con el que deben cumplirse las obligaciones ( STS 4-3-1991 [RJ 1991, 1822] ). Para comprender la variedad de conductas que se pueden incluir como trasgresión de la buena fe contractual, hemos de tener en cuenta que el deber de buena fe genera, como ha dicho la doctrina, obligaciones específicas del trabajador, que afectan al modo en que debe realizarse la prestación de trabajo, cuyo incumplimiento puede tipificarse igualmente como una falta laboral. Por todo ello es en este apartado donde tienen encaje un mayor número de conductas infractoras. En general todas aquellas que supongan deslealtad o actuación fraudulenta. En general, los convenios han combinado la exhaustividad en la tipificación de conductas con el recurso a fórmulas genéricas. Por ejemplo, el AICV compatibiliza la descripción de estas manifestaciones concretas de la trasgresión de la buena fe contractual, con fórmulas genéricas que permiten encajar conductas no previstas expresamente. Así, se califica como muy grave «el fraude, deslealtad o abuso de confianza en las gestiones encomendadas». 1.8. Abuso de confianza La trasgresión de la buena fe contractual se puede llevar a cabo con abuso de confianza, lo que sucederá cuando el trabajador se aprovecha de «la especial naturaleza de las actividades llevadas a cabo» ( STS 26-12-1989 [RJ 1989, 9082] ; STS 4-2-1991 [RJ 1991, 794] ), «de la buena posición en la empresa", del cargo que se ostenta, por ejemplo, delegado de personal que utiliza el crédito horario para el disfrute de vacaciones ( STSJ Canarias 24-9-1999 [AS 1999, 6543] ; STSJ Cataluña 30-1-2001 [AS 2001, 684] ); situaciones, por tanto, en las que «debe llevarse a sus más amplios extremos la exigibilidad de los deberes de buena fe, probidad, lealtad y diligencia» ( STSJ Cataluña 5-4-2000 [AS 2000, 2251] ). En definitiva, la relación laboral exige en unos casos más que en otros una confianza entre las partes que se quiebra por la realización de conductas que denotan engaño u ocultación ( STSJ Valencia 22-9-1998 [AS 1998, 3875] ; STSJ Valencia 6-2-2002 [AS 2002, 1374] ). 1.9. Disminución de rendimiento Con una formulación muy genérica se viene considerando como falta laboral la disminución del rendimiento debido, siendo la voluntariedad o la continuidad y la repercusión en la calidad del trabajo los factores determinantes de la gravedad. Junto a estas formulaciones tan genéricas algunos convenios colectivos también incluyen manifestaciones más concretas de esta falta de rendimiento. El principal problema que plantea la valoración de la disminución del rendimiento como falta sancionable está en fijar los parámetros de medición del rendimiento debido, a partir de los cuales proceda apreciar una disminución efectiva del mismo. La mayor parte de los convenios colectivos utilizan como referente el rendimiento normal. Por su parte, la doctrina y la jurisprudencia ofrecen criterios orientativos al respecto. En primer lugar, definen el rendimiento debido como el rendimiento normal que viene 13 obteniendo un trabajador, apto para la labor asignada. Pero al no ser éste un concepto absoluto, sino que debe ponerse en relación con el tipo de actividad, aclaran que el nivel de rendimiento sólo puede valorarse «a través de un elemento de comparación que opere dentro de condiciones homogéneas» ( STS 25-1-1988 [RJ 1988, 43] ; STSJ Valencia 19-11-1994 [AS 1994, 4567] ; STSJ Andalucía 15-11-2002 [AS 2003, 735] ; STSJ Cataluña 13-3-2002 [AS 2002, 1572] ). La jurisprudencia ha venido manteniendo que la voluntariedad se presume siempre si no se justifica de alguna forma. Y para la apreciación de la constancia en la disminución del rendimiento entienden que es preciso referirla a un lapso de tiempo extenso, suficientemente revelador de un perfil en la actitud del trabajador ( STS 30-11-1987 [RJ 1987, 8088] ; STS 20-6-1988 [RJ 1988, 5430] ; STS 27-11-1989 [RJ 1989, 8261] ; STSJ Cataluña 26-4-1994 [AS 1994, 1484] ). 1.10. Falta de diligencia Muy relacionado con el rendimiento del trabajador está el nivel de diligencia que se pone en la realización de su actividad. Y a este respecto los convenios tipifican como falta la negligencia o desidia en la prestación de trabajo, que generalmente irán unidos a una disminución del rendimiento. La diligencia debida por el trabajador está íntimamente relacionada con su disposición personal en la prestación de sus servicios, con la probidad en la ejecución de los mismos, lo que a su vez está muy vinculado con la buena fe, en tanto afectan a la confianza que la empresa puede tener en el trabajador. A la hora de apreciar la comisión de estos incumplimientos se ha planteado también la necesidad de delimitar qué se debe entender por diligencia debida, ya que no siempre es un concepto cuantificable. Esta ausencia de concreción se ha puesto de manifiesto en la definición de las conductas laborales sancionables en tanto suponen falta de diligencia, pues en la mayoría de los casos se ha tenido que recurrir a conceptos jurídicos indeterminados como «disminución continuada y voluntaria en el rendimiento o actividad», «negligencia, descuido o desidia en la prestación de trabajo». No obstante, los convenios colectivos también incluyen como faltas manifestaciones concretas de falta de diligencia. Por ejemplo, el AICV considera como falta leve «la desatención y falta de corrección en el trato con el público, cuando no perjudiquen gravemente la imagen de la empresa» y se considera grave «la ejecución deficiente de los trabajos encomendados siempre que de ello no se derive perjuicio grave para las personas o las cosas». En otros convenios colectivos se tipifica como falta de diligencia, también, «el descuido, error o demora inexplicable en la ejecución de cualquier trabajo», «los pequeños descuidos en la conservación del material» o el «descuido importante en la conservación de los géneros o artículos del establecimiento», «la pérdida o extravío de la mercancía imputable al trabajador», «los retrasos culposos en el cumplimiento de las órdenes dadas o servicios encomendados cuando se cause perjuicio para la empresa», «la imprudencia en acto de servicio», «en general, todos los actos leves de ligereza y descuido». 1.11. Embriaguez o toxicomanía Igualmente puede constituir una falta de diligencia, que lógicamente repercute en el trabajo, la embriaguez o toxicomanía durante el servicio. En este sentido un trabajador que acude en estado de embriaguez al trabajo se considera que quebranta 14 las reglas que garantizan la normalidad y eficacia de la actividad laboral ( STS 24-111983 [RJ 1983, 5629] ). Con todo, en un buen número de convenios la comisión de la infracción no se vincula necesariamente con la producción de un resultado. Por ejemplo, el AICV considera falta leve la simple embriaguez no habitual, sin hacer ninguna alusión a las posibles repercusiones que esa embriaguez haya podido tener en la prestación efectiva de trabajo. En otros ejemplos se considera grave la embriaguez o toxicomanía con independencia de que repercuta o no en el trabajo siempre que se manifieste en el mismo o «la embriaguez fuera de las horas de trabajo vistiendo el uniforme de la empresa», establecimiento financiero de crédito), o «la embriaguez o uso de drogas durante el servicio o fuera del mismo, siempre que este segundo caso fuera habitual». Y muy grave «la embriaguez habitual o toxicomanía durante el trabajo» o «la embriaguez o toxicomanía en el desempeño de su trabajo». Parece que no hay una coincidencia en los convenios a la hora de determinar la gravedad de la falta, aunque la regla que con más frecuencia se reitera es que para que una conducta de estas características sea grave es preciso que repercuta en el rendimiento del trabajo y sea continuada. En concreto la habitualidad exige una persistencia, un cierto enraizamiento en la vida del individuo ( STS 4-2-1984 [RJ 1984, 831] ). Con todo, la embriaguez también puede considerarse muy grave, sin ser habitual, en atención a las consecuencias que pudo tener, aunque no lleguen a materializarse, ejemplo típico del conductor de autobús ( STSJ Madrid 5-7-1994 [AS 1994, 3136] ). La toxicomanía o drogodependencia se suele incluir junto con la embriaguez como falta sancionable. Pero la toxicomanía, a diferencia de lo que hemos visto que ocurre con la embriaguez, sólo suele incluirse como falta si repercute negativamente en el trabajo. 1.12. Incumplimiento de los deberes de convivencia También merecen el calificativo de faltas conductas que, más que constituir incumplimientos de los deberes laborales básicos, suponen una vulneración de los «deberes mínimos de la convivencia»( STS 7-3-1980 [RJ 1980, 1081] ; 16-3-1981 [RJ 1981, 1373] ), cuya manifestación más clara son las ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan en la empresa. Por ejemplo, el AICV considera falta laboral «las ofensas de palabra proferidas o de obra cometidas contra las personas, dentro del centro de trabajo, cuando revistan acusada gravedad», que son calificadas como graves o muy graves. En todo caso, para que estas conductas sean consideradas muy graves se requiere un ataque inculpado a otra persona, bien ofendiéndola o vejándola en su honor o dignidad (ofensas verbales), bien haciendo al ofendido objeto de una agresión material o física que mortifique o lesione su integridad personal ( STSJ Madrid 19-6-1997 [AS 1997, 2380] ; STSJ Cataluña 8-10-1998 [AS 1998, 7257] ). En este apartado cabe incluir el acoso moral, que en algún convenio se ha definido como «la conducta de violencia psicológica, que se ejerce de forma sistemática y recurrente, durante un tiempo prolongado, sobre una persona en el lugar de trabajo, 15 con la finalidad de atender a su dignidad; creando de manera efectiva, un entorno intimidante, hostil, degradante, humillante y ofensivo para el trabajador que lo sufre». Se considera muy grave en el Convenio Colectivo CEPSA. Con todo, este es un incumplimiento que de momento sólo se recoge expresamente en el cuadro de faltas de algún convenio aislado. 1.13. Acoso sexual Según el art. 4.2.e) , ET los trabajadores, en la relación de trabajo, tienen derecho al respeto a su intimidad y a la consideración debida a su dignidad, comprendida la protección frente a ofensas verbales o físicas de naturaleza sexual. Este derecho vincula al empresario en cuanto forma parte del contenido de la relación de trabajo y, por ello, el empresario debe velar por el mismo. De ahí la razón por la que el empresario puede sancionar cualquier conducta que implique ofensas verbales o físicas de naturaleza sexual( art. 4.2.e) ET). El problema fundamental en esta materia estriba en delimitar lo que deba considerarse como acoso sexual. Se trata de un fenómeno social carente de una definición mayoritariamente asumida, lo que ha llevado a que los tribunales elaboren definiciones al respecto, teniendo en cuenta en buena medida las orientaciones principales del Derecho comunitario y comparado. Para el TC, el «acoso sexual consiste en un comportamiento de carácter libidinoso no deseado por generar un ambiente laboral desagradable, incómodo, intimidatorio, hostil, ofensivo o humillante para el trabajador» ( STC 224/1999, 13-12-1999 [RTC 1999, 224] ). Según la doctrina de los tribunales, se puede considerar acoso sexual en el trabajo «toda conducta de naturaleza sexual, desarrollada en el ámbito de organización y dirección de una empresa o en relación o como consecuencia de una realización del trabajo, cuyo sujeto activo sabe o debe saber que es ofensiva y no deseada por la víctima, cuya posición ante la misma determina una situación que afecta al empleo, a las condiciones de trabajo de ésta y que, en todo caso, tiene como objetivo o como consecuencia crearle un entorno laboral ofensivo, hostil, intimidatorio o humillante» ( STSJ Andalucía 9-10-1998 [AS 1998, 7758] ) o «que impliquen trato vejatorio para el/la trabajador/a, atenten al respeto de la intimidad y dignidad de la mujer o el hombre. En el supuesto en que tales acciones se lleven a cabo sirviéndose de su relación jerárquica con la persona afectada y/o sobre personas con relaciones de trabajo de duración determinada, la falta será considerada muy grave. La publicidad de la acción será otra circunstancia agravante» ( STSJ Castilla y León 30-3-1998 [AS 1998, 5328] ). Esas ofensas de naturaleza sexual pueden materializarse en conductas muy diversas, que en unos casos podrán encajar en el supuesto visto en el apartado anterior de ofensas verbales y físicas (por ejemplo,insultos o agresiones motivadas por la inclinación sexual de un determinado trabajador)y, en otras, en la conducta específica de acoso sexual ( STSJ Murcia 15-12-1998 [AS 1998, 7020] ; STS 13-101989 [RJ 1989, 7172] ).. En cualquier caso, y a la hora de sancionar las conductas concretas, es preciso acudir a la formulación que los convenios utilizan. El AICV, se limita a incluir como falta muy grave el acoso sexual, sin ninguna otra matización referida al ámbito, sujetos implicados, etc., lo que probablemente obligue a acudir a las precisiones jurisprudenciales comentadas. 16 1.14. Abuso de autoridad El abuso de autoridad por parte de los jefes o de los mandos es una conducta tipificada, con frecuencia, como falta muy grave en algunos convenios. Incluso en buena parte de los convenios merece una regulación propia en la que se contempla el cauce para sancionar este tipo de infracción. Parece necesario para sancionar este tipo de conductas la denuncia previa del trabajador que haya sufrido ese abuso de autoridad, por el cauce jerárquico o poniéndolo en conocimiento de los representantes de los trabajadores. Lo normal en estos caso es que la conducta no se sancione automáticamente sino que se abra una investigación (normalmente un expediente disciplinario). 2. Criterios determinantes de la gravedad de las faltas Según se deduce del tenor del art. 58 ET, las faltas se deben graduar en leves, graves y muy graves. Este precepto legal no establece los criterios de graduación de las faltas, de manera que éste es otro aspecto del régimen de faltas que también suele regular la negociación colectiva. Los criterios manejados más frecuentemente son la intención, la importancia, la trascendencia del incumplimiento y la reincidencia ( art. 58 ET). 2.1. La intención La intención con que se comete el incumplimiento determina el nivel de responsabilidad que asume el trabajador. En efecto, el trabajador infractor puede actuar de forma intencional o dolosa, con ánimo deliberado y conocimiento consciente de estar incumpliendo un determinado deber laboral, o por negligencia o descuido imputable al mismo. Cuál sea la intención influirá lógicamente en las consecuencias que se deban sufrir por los hechos. No merece el mismo calificativo de gravedad, por ejemplo, «la negligencia o descuido en el cumplimiento de tareas» cuando tenga carácter incidental, que cuando esté ocasionado por una actuación maliciosa. Las faltas graves y muy graves suelen ser aquellas en que se aprecia una culpabilidad del trabajador, lo que no quiere decir necesariamente que la falta deba ser dolosa, a veces, es suficiente una falta de diligencia para que merezca el calificativo de mayor gravedad ( STSJ Andalucía 21-5-1999 [AS 1999, 1763] ). A la hora de valorar la intención habrá que atender al hecho concreto y comprobar si concurre o no alguna circunstancia que afecte a la intención, y que pueda modificar la responsabilidad del trabajador, por ejemplo, el estado anímico en que se hallaba, la ligereza e ingenuidad con que actuó (una enfermedad psiquiátrica) ( STS 11-5-1988 [RJ 1988, 3605] , STS 16-2-1990 [RJ 1990, 1102] , STS 11-5-1990 [RJ 1990, 4305] ). En este punto ha de tenerse en cuenta que la jurisprudencia ha mantenido que hay circunstancias, que afectan al elemento volitivo, que atenúan o incluso eximen de responsabilidad (por ejemplo un incumplimiento previo del empresario). Esto no significa que las vicisitudes que se siguen o se hayan seguido en el orden penal (atenuantes, eximentes, agravantes, etc.) tengan que tener influencia decisiva en el orden laboral, dado el distinto carácter que presentan las relaciones laborales ( STSJ Madrid 26-1-1999 [AS 1999, 167] ). Por ejemplo, el anexo V del Convenio Colectivo 17 para la actividad de fútbol profesional (RCL 1998, 1701) , que contiene el Reglamento general de régimen disciplinario, contiene una relación de circunstancias modificativas de la responsabilidad del imputado, como eximentes (caso fortuito, fuerza mayor, legítima defensa), atenuantes (arrepentimiento espontáneo, el haber precedido a la comisión de la falta provocación suficiente, la legítima defensa incompleta). 2.2. La importancia del incumplimiento La importancia viene determinada por la gravedad del daño causado, que no tiene que corresponder necesariamente con el perjuicio material ( STS 8-2-1991 [RJ 1991, 817] ). Desde esta perspectiva, es frecuente que se fije la gravedad de las faltas atendiendo a la importancia del daño. Por ejemplo, en el AICV son faltas leves «los descuidos en la conservación del material que se tuviere a cargo cuando produzcan deterioros leves del mismo", mientras que si los deterioros son importantes la conducta deberá considerarse grave. Con todo, el daño en sí, especialmente cuando no es material, es un concepto difícilmente cuantificable, por ello habrá que estar, en cada supuesto concreto, a los criterios utilizados por los convenios. Entre los factores utilizados con más frecuencia como determinantes de la importancia de un incumplimiento, están: 1) La habitualidad o incidentalidad de una conducta –utilizado en la graduación, por ejemplo, del incumplimiento de normas de seguridad o higiene, de la embriaguez o toxicomanía, de la disminución del rendimiento. 2) La entidad o magnitud del riesgo ocasionado, o, en su caso, del daño producido –por ejemplo, la embriaguez es falta muy grave aunque no sea habitual si la comete un conductor de autobuses; el incumplimiento de medidas de seguridad e higiene merece un calificativo de mayor gravedad si provoca un accidente. 3) Por último, la duración del incumplimiento–así, es falta muy grave la disminución del rendimiento debido cuando además de voluntaria es continuada. 2.3. La trascendencia Por último, la gravedad de una conducta va a depender de la trascendencia, constantemente mencionada en los convenios colectivos. La trascendencia ha sido entendida como la repercusión del incumplimiento laboral en el funcionamiento de la empresa o en el rendimiento del resto del personal y, en general, como «la publicidad o repercusión que el mismo, a través de la empresa, naturalmente, produce en la sociedad»( STS 26-9-1980 [RJ 1980, 3502] ); datos que justifican la reacción sancionadora en su finalidad ejemplar. Hay circunstancias que concurren en la persona del trabajador infractor y que pueden incidir en la trascendencia del incumplimiento cometido como, por ejemplo, la responsabilidad del cargo desempeñado desde el que se cometa la infracción y la confianza en él depositada (por ejemplo, no tiene la misma trascendencia dormirse en horas de servicio cuando se es conductor de autobús que cuando se trabaja en tareas de limpieza) ( STS 18-3-1991 [RJ 1991, 1872] ; STS 14-2-1990 [RJ 1990, 1086] ). En 18 efecto, lo normal será que cualquier conducta que un superior cometa arbitrariamente con infracción de un precepto legal o normas de procedimiento interno, con perjuicio notorio para el subordinado, dará a la falta la consideración de grave y muy grave, al tratarse de abuso de autoridad ( Convenio Colectivo SBB Blindados (LEG 2003, 937 ). En resumen, para apreciar la gravedad de la conducta, al igual que ocurre con la culpabilidad, han de ponderarse todos los aspectos, objetivos y subjetivos, concurrentes en la conducta, teniendo presentes los antecedentes, de haberlos, y las circunstancias coetáneas ( STS 21-1-1986 [RJ 1986, 312] ; STS 8-10-1988 [RJ 1988, 8107] ; STS 22-5-1986 [RJ 1986, 2609] ; STSJ Navarra 28-3-2003 [AS 2003, 2183] ). 2.4. La reincidencia en la comisión de las faltas El AICV califica como falta grave «la reincidencia en la comisión de cinco faltas leves, aunque sea de distinta naturaleza y siempre que hubiera mediado sanción distinta de la amonestación verbal, dentro de un trimestre». Esta previsión no constituye una novedad respecto de lo que suele ser habitual en los convenios, que incluyen como falta grave o muy grave, la reincidencia en falta leve o grave, aun de distinta naturaleza, siempre que haya mediado sanción ( Convenio colectivo de contratas ferroviarias [RCL 2008, 1514] ), y dentro de unos límites temporales variables ( Convenio Colectivo interprovincial de empresas para el comercio de flores y plantas [RCL 2008, 1401] ) y Convenio colectivo industria del calzado 2010/2012 [RCL 2010, 1441] ). Pero en realidad la reincidencia actúa como una circunstancia que agrava la responsabilidad pues supone que la comisión de una conducta, que en principio no merece ese calificativo de gravedad, será sancionada más duramente porque el trabajador había cometido infracciones previas por las que ya había sido sancionado. La apreciación de reincidencia responde a la idea de lo que los expertos en recursos humanos denominan «disciplina progresiva». Los procedimientos de disciplina progresiva suponen una serie de llamadas de atención mediante una sanción cada vez más grave durante todo el tiempo que el comportamiento del trabajador, no deseado, persista. C.- La sanción disciplinaria 1. Determinación y graduación de las sanciones disciplinarias 1.1. Noción de sanción disciplinaria La sanción disciplinaria es la medida correctiva que el empresario utiliza para reprimir el incumplimiento del trabajador. Lo que debe entenderse por sanción disciplinaria no se define ni en el ET (RCL 1995, 997) ni en los convenios colectivos, con todo es evidente que su aplicación cumple una doble función, de un lado, una misión disuasoria de posibles incumplimientos futuros, y, de otro, una función correctiva, que ataja los incumplimientos que efectivamente se puedan estar produciendo. 19 A partir de estas consideraciones son los convenios colectivos los que han ido fijando las sanciones concretas que, en principio, suelen suponer algún perjuicio para el trabajador, la pérdida o restricción de algún derecho renunciable. En esta labor de descripción de las sanciones los convenios han de tener en cuenta la prohibición de utilizar la multa de haber y la minoración del derecho a las vacaciones ( art. 58 ET), así como la previsión expresa que el ET (RCL 1995, 997) hace de dos medidas sancionadoras: la suspensión de empleo y sueldo ( art. 45 ET) y el despido disciplinario ( art. 54 ET). 1.2. Criterios de graduación de las sanciones De las previsiones legales ( art. 58 ET)resulta necesaria la graduación de las distintas sanciones posibles. Esa graduación debe ajustarse a la graduación de las faltas. Más específicamente consiste en atribuir a cada nivel de gravedad de las faltas las medidas sancionadoras adecuadas. A partir de estas previsiones corresponde a los convenios colectivos especificar las sanciones aplicables para cada nivel de gravedad. Esta graduación es imprescindible, pues no se podrá imponer cualquier medida sancionadora, sólo aquellas que estén previstas como adecuadas a la gravedad de la falta. En esta línea tampoco parece posible que el empresario acuda a la suspensión de empleo y sueldo, prevista expresamente en el art. 45 ET como medida sancionadora, para corregir cualquier conducta infractora, sino sólo para sancionar las conductas que, según el convenio aplicable, revisten gravedad suficiente. 2. Catálogo de sanciones 2.1. Amonestación La amonestación es una medida sancionadora utilizada con mucha frecuencia en los convenios colectivos para sancionar faltas leves y graves. Persigue fundamentalmente que el trabajador tome conciencia de la infracción para que cambie de conducta; al mismo tiempo la amonestación puede servir para advertirle sobre las posibles consecuencias que puede acarrearle la persistencia en su conducta infractora. Los convenios distinguen entre la amonestación verbal y la amonestación por escrito. La primera se impone por faltas leves, la segunda por faltas leves o graves. El algún caso se matiza que la amonestación ha de ser privada (Convenio Colectivo de CEPSA). 2.2. Suspensión de empleo y sueldo La sanción de suspensión de empleo y sueldo es la única sanción, junto al despido disciplinario, prevista expresamente en el ET [ art. 45.1.h) ET], aunque por aplicación del principio de tipicidad no parece aplicable si no hay una previsión específica en el convenio colectivo que la incluya como sanción adecuada según la entidad de la infracción. La suspensión de empleo y sueldo supone un acto empresarial en el ejercicio de sus facultades disciplinarias, consecuente al poder de dirección y control, por virtud del cual y en atención a una conducta del trabajador constitutiva de un 20 incumplimiento grave y culpable de sus obligaciones laborales acuerda privarle temporalmente de la posibilidad de prestarle servicios, lo que conlleva la pérdida del derecho al percibo de la remuneración que pudiere corresponderle( STSJ País Vasco 24-6-1998 [AS 1998, 1879] ). La suspensión disciplinaria no extingue el contrato, simplemente implica la prohibición de prestar servicios y de percepción del sueldo, exonerando de las obligaciones recíprocas de trabajar y retribuir. Como la duración de la suspensión puede variar, suele incluirse como sanción para faltas de distinta gravedad. Por ejemplo, es sanción por faltas graves la suspensión de empleo y sueldo de tres hasta quince días ( Convenio Colectivo artes gráficas [RCL 2000, 2432] ), la suspensión de dos a cinco días (Convenio Colectivo grupo Utes Eurohandling), suspensión de empleo y sueldo de tres a quince días ( Convenio Colectivo estaciones de servicio [RCL 2002, 465] y establecimientos financieros de crédito). Es sanción por faltas muy graves la suspensión de empleo y sueldo de dieciséis a noventa días ( Convenio Colectivo artes gráficas [RCL 2000, 2432] ), de quince días hasta sesenta (grupo Utes Eurohandling); de dieciséis a treinta días ( Convenio Colectivo estaciones de servicio [RCL 2002, 465] ), de veinte a treinta días ( Convenio Colectivo peluquerías [RCL 2002, 1203] ); de dieciséis a sesenta días (Convenio Colectivo establecimientos financieros de crédito). La suspensión de empleo y sueldo puede ser utilizada también como medida cautelar mientras se lleven a cabo las investigaciones necesarias para aclarar los hechos o mientras se tramite el expediente disciplinario oportuno ( Convenio Colectivo sociedades cooperativas de crédito [RCL 2000, 565] , peluquerías). Por ejemplo, más detalladamente «siempre que se trate de faltas muy graves la empresa podrá acordar la suspensión de empleo y sueldo, como medida previa y cautelar, por el tiempo estrictamente necesario para el esclarecimiento de los hechos, con el límite de un mes, sin perjuicio de la sanción que deba imponerse. Esta suspensión será comunicada a los representantes de los trabajadores. De ser revocada la sanción por la jurisdicción competente, la empresa se verá obligada al abono de los salarios correspondientes a la suspensión cautelar de empleo y sueldo acordada» ( Convenio Colectivo agencias de viajes [RCL 2000, 1891] ). En todo caso parece necesario que esta posibilidad esté expresamente prevista en el convenio. La adopción de una medida cautelar de estas características no impide la imposición de una sanción, inclusive una nueva suspensión de empleo y sueldo, por los mismos hechos sin que por ello deba considerarse vulnerado el principio non bis in idem, aplicable al terreno disciplinario laboral ( STS 22-9-1988 [RJ 1988, 7096] ; STS 15-12-1994 [RJ 1994, 10707] ). 2.3. Traslado forzoso sin derecho a indemnización El traslado forzoso sin derecho a indemnización es una sanción que suele aparecer con relativa frecuencia en los convenios colectivos pese a la ausencia de una previsión legal. Ni el art. 58 ET, ni el art. 40 ET, que regula la movilidad geográfica, prevén que ésta se pueda acordar de manera forzosa como medida sancionadora. No obstante, se ha venido admitiendo como sanción en los términos que se dispongan en el propio convenio, sin aplicar por tanto las reglas generales del art. 40 ET, en tanto no figura entre las sanciones prohibidas ( STS 14-7-1989 [RJ 1989, 5473] ). por ejemplo, contemplan el traslado forzoso sin derecho a indemnización, entre otros: art. 35 del convenio colectivo de estaciones de servicios; art. 54 c) del IV 21 Convenio Colectivo estatal para empresas de gestión y mediación inmobiliaria (20112012); art. 51 c) del Convenio colectivo de la industria azucarera (2011-2012). Por traslado forzoso se puede entender, también, en sentido impropio un cambio de funciones, aunque no suponga cambio de residencia. En estos casos aceptar una sanción de estas características tendría su apoyo más claro en el art. 39.5 ET, en el que se deja abierta la posibilidad de que haya cambios de funciones distintos de los previstos en el precepto legal, de acuerdo con las reglas que a tal fin pudieran recogerse en el convenio colectivo. 2.4. Descuento proporcional de salarios Con cierta frecuencia el descuento proporcional se incluye en los convenios colectivos entre las sanciones posibles. Consiste esta medida sancionadora en que el empresario retiene una parte de la cuantía salarial del trabajador. Las dificultades de la aplicación de esta sanción, no prevista legalmente de un modo expreso, se plantean ante la posibilidad de confundirla con alguna de las sanciones prohibidas, en concreto con la multa de haber ( art. 58.3 ET). En principio, para que esté justificada como sanción es preciso que la infracción o infracciones cometidas impliquen abstención del trabajador en la prestación de servicios. Es decir, tiene que haber un crédito empresarial frente al empresario para que el descuento no constituya una multa de haber( STSJ País Vasco 28-5-1998 [AS 1998, 2307] ). En definitiva, el descuento proporcional para que sea una sanción legal ha de tener una función reequilibradora de las prestaciones a las que se obligan las partes. 2.5. Limitaciones o prohibiciones de ascenso Algunos convenios colectivos prevén como sanción por faltas graves o muy graves las limitaciones temporales a la promoción profesional de los trabajadores. En concreto se incluye como sanción por faltas graves o muy graves la suspensión del derecho a concurrir a pruebas selectivas por un período de tiempo variable, según los supuestos, que oscila entre el año y los dos años. La inhabilitación para el ascenso se suele prever como sanción por faltas muy graves o graves por un plazo determinado. En tercer lugar se podría incluir en este grupo de sanciones la pérdida temporal de antigüedad a efectos de ascenso. Al igual que en la suspensión del derecho a concurrir a pruebas selectivas, esta medida sancionadora sólo impedirá que el trabajador pueda ascender por uno de los sistemas previstos para ascenso (la antigüedad). Por parte de la ley no hay prohibición ni aceptación expresa de estas sanciones . El único apoyo normativo que puede encontrarse es la remisión que el art. 24 ET hace a los convenios colectivos para que se ocupen de la regulación de los particulares sistemas de ascensos, a partir de esta remisión podría entenderse que el convenio queda habilitado para establecer criterios de restricción de los ascensos 22 vinculados con la facultad sancionadora del art. 58 ET lo que, en cierto modo, podría colisionar con el derecho a la promoción profesional ( art. 35.1 CE; art. 4.2.b) ET). 2.6. El despido disciplinario La sanción de despido es la más grave de todas las sanciones posibles. Consiste en la rescisión de contrato basada en alguno de los incumplimientos graves y culpables que se especifican en el art. 54 ET, en los términos en que se haya podido concretar en los convenios colectivos, sin derecho a indemnización. Precisamente porque es la sanción más grave «ha de ser objeto de interpretación restrictiva y su específica naturaleza obliga a llevar a cabo un estudio de todas las circunstancias constitutivas de grave antijuridicidad» ( STSJ Valencia 24-11-1998 [AS 1998, 7041] ), sólo procede cuando el trabajador haya incurrido en conductas de especial gravedad, pues no toda falta laboral puede generar la sanción más grave que prevé el ordenamiento jurídico y que debe estar reservada para aquellos comportamientos que evidencien una especial dosis de gravedad ( STS 16-2-1983 [RJ 1983, 660] , STSJ Asturias 10-5-2002 [AS 2002, 1674] ). 3. Límites a la determinación de las sanciones 3.1. El margen de discrecionalidad empresarial en la imposición de la sanción En principio el art. 58 ET está regulando una facultad, no una obligación de sancionar. No obstante, en algunos casos la obligación de sancionar puede venirle impuesta al empresario por las consecuencias que asume respecto de las conductas infractoras de los trabajadores ( art. 58 ET). En este sentido, se puede adelantar ya que el empresario, por ejemplo, incurrirá en la infracción tipificada en el art. 8.13 LISOS si no adopta las medidas de prevención y represión necesarias para asegurar el cese de una conducta de acoso sexual sufrida por un empleado en el ámbito de trabajo ( art. 8.13 LISOS). Una segunda cuestión es el margen de discrecionalidad que disfruta el empresario al elegir la sanción a imponer. Parece claro que corresponde al empresario elegir, dentro de las posibilidades que le ofrece el convenio, la sanción más adecuada a la infracción cometida siempre que respete la necesaria proporcionalidad que ha de existir entre la gravedad de la falta y la de la sanción. Por lo tanto, «la facultad de elección entre las sanciones previstas para cada grado de falta es exclusiva del empresario, quedando limitada la fiscalización judicial al grado de ésta» ( STS 11-10-1993 [RJ 1993, 9065] ; STS 13-11-2000 [RJ 2000, 9688] ; STSJ Extremadura 1-2-1999 [AS 1999, 928] ). En algún caso, el convenio permite expresamente que la empresa, atendiendo a las circunstancias concurrentes, aplique una sanción prevista para tipos de inferior gravedad que el cometido, sin que tal disminución en la sanción implique variación en la calificación de la falta ( Convenio Colectivo sociedades cooperativas de crédito [RCL 2000, 565] ). 3.2. Efectos de la eventual tolerancia empresarial Un dato que afecta o puede limitar el margen de discrecionalidad empresarial en la decisión sancionadora de una determinada infracción es la actitud empresarial hacia infracciones previas, similares, cometidas por el mismo trabajador o por otros trabajadores de la empresa. En concreto, la tolerancia empresarial previa 23 ante un mismo incumplimiento puede entenderse como una aceptación o consentimiento tácito de tal desviado proceder. Ahora bien, «la debilidad o falta de energía sancionadora» no encajaría en esa aceptación cuando haya habido «reiteradas órdenes por escrito exigiendo el cumplimiento de lo pactado» ( STSJ Castilla y León 21-7-1998 [AS 1998, 3666] ). En definitiva, «el uso de la facultad sancionadora ha de verificarse sin desconocer los principios de buena fe que rigen la relación de trabajo», y esa buena fe se quebranta si por tolerancia empresarial se crea una apariencia de permisividad en el seguimiento de las normas que rigen la actividad en la empresa ( STS 18-12-1984 [RJ 1984, 6408] ; STS 10-6-1985 [RJ 1985, 3371] ; STSJ Galicia 22-10-1992 [AS 1992, 4832] ). Por ello, si la empresa creó en los trabajadores la conciencia de tolerancia sobre ciertas prácticas, sin advertirles sobre su oposición a ellas, tal circunstancia impide su posterior utilización, pues, de hacerlo así, se atentaría a la buena fe y lealtad que recíprocamente se deben empleador y trabajador ( STSJ Aragón 26-1-1994 [AS 1994, 36] ). 3.3. La necesaria proporcionalidad Tal y como se deduce del art. 58 ET y ha interpretado la jurisprudencia, es necesaria una perfecta proporcionalidad y adecuación entre la sanción que se impone y la gravedad de la falta cometida( STS 21-1-1986 [RJ 1986, 312] ; STS 261-1987 [RJ 1987, 130] ). Por ello, el empresario que quiera sancionar un determinado comportamiento deberá analizar los hechos en su realidad, momento y efectos, con consideración del trabajo al que afectan y de la personalidad del trabajador al que se imputan, con el fin de obtener así esa adecuación entre el hecho, la persona y la sanción ( STS 30-1-1981 [RJ 1981, 570] ; STS 18-5-1990 [RJ 1990, 4356] ; STS 29-61990 [RJ 1990, 5544] ). En efecto, en las cuestiones situadas en el área disciplinaria han de ponderarse todos sus aspectos, objetivos y subjetivos, la gravedad, trascendencia del incumplimiento y grado de responsabilidad del autor, pues los más elementales principios de justicia exigen la imposición de una sanción ajustada a las circunstancias de la infracción, y, en este orden de cosas, no puede operarse objetiva y automáticamente ( STS 13-11-1987 [RJ 1987, 7868] ; STS 5-12-1988 [RJ 1988, 9559] ; STSJ Castilla y León 24-2-2003 [AS 2003, 1318] ). Estas exigencias obligan a un análisis específico e individualizado de cada caso concreto, con valor predominante del factor humano, pues, en definitiva, se juzga sobre la conducta observada por el trabajador en el cumplimiento de sus obligaciones contractuales o con ocasión de ellas ( STS 6-4-1987 [RJ 1987, 2351] ; STS 22-2-1988 [RJ 1988, 747] ). 3.4. Sanciones prohibidas Dentro de las escuetas previsiones del art. 58 ET está la prohibición de imponer como sanciones la multa de haber, la minoración del derecho de vacaciones o de cualquier otro derecho de descanso del trabajador. Por lo que se refiere a la multa de haber, ha de tenerse en cuenta que no siempre que el empresario detrae una cantidad de dinero por razones disciplinarias o que 24 impone una sanción que supone una minoración salarial estamos necesariamente ante una sanción prohibida ( STS 13-11-1987 [RJ 1987, 7868] ; STS 15-10-1990 [RJ 1990, 7685] ). Tampoco debe considerarse multa de haber la privación de premio o recompensa por los servicios, en tanto no tiene carácter salarial ( STS 6-7-1994 [RJ 1994, 6342] ).Sólo hay multa de haber cuando el empresario exige conjuntamente trabajo efectivo y la satisfacción de una cantidad de dinero por un incumplimiento. Con todo, la multa de haber sí está admitida como sanción para los deportistas profesionales ( art. 17.1 RD 1006/1985). Por ejemplo, el anexo V Convenio Colectivo para la actividad de fútbol profesional establece como sanciones por faltas leves la multa de hasta 886,69 euros según grados; por faltas graves hasta 3.546,78 euros, según grados, con el límite de la cuadragésima parte (1/40) de la retribución pactada; y por faltas muy graves hasta 8.866,92 euros, según grados, con el límite de una vigésima parte (1/20) de la retribución anual pactada. El importe cuantitativo de estas multas, cuando deban imponerse a los jugadores de Segunda División, se disminuirá en un 25% con relación a cada falta y grado que resulte aplicable. Por lo que se refiere al resto de sanciones prohibidas, se trata de excluir aquellas sanciones que supongan privar o reducir sin más el derecho de vacaciones anuales regulado en el art. 38 ET, o alguno de los derechos a descansos, fiestas y permisos previstos en el art. 37 ET. Otra cuestión distinta y no siempre pacífica es que la imposición de las distintas sanciones puede acarrear efectos negativos sobre estos derechos al descanso. En concreto, en alguna sentencia se ha admitido que una suspensión de empleo y sueldo por razones disciplinarias pueda traer como consecuencia una reducción de período de vacaciones a que tenga derecho el trabajador. Se considera que es un efecto secundario que no tiene propiamente carácter sancionador, consecuencia de la reducción de la prestación de servicios, se entiende que voluntaria. Se argumenta que las ausencias del trabajo han de incidir en la duración de las vacaciones en términos de generalidad, salvo norma legal o convencional en contrario, sin que la suspensión por causa disciplinaria pueda eximirse de tal incidencia negativa, al ser ausencia voluntaria. Se niega, a su vez, que esta reducción de las vacaciones suponga una doble sanción, ya que ésta supone por definición privación o restricción de un derecho existente, y en el caso de la falta al trabajo por causa voluntaria, el derecho a vacar no nace como al surgir de la prestación de trabajo efectivo ( STSJ Castilla y León, 15-12-1998 [AS 1998, 7533] citada y aplicada por STSJ Comunidad Valenciana 9-4-2003 [AS 2003, 368] ). Con todo, hemos de tener presente que no toda ausencia, incluso voluntaria, ha producido como efecto la reducción del derecho de vacaciones. Aunque no lo diga expresamente la Ley, la doctrina de los Tribunales ha incluido entre las sanciones prohibidas la pérdida de categoría profesional, al entender que vulnera el derecho a la promoción profesional y al implicar una minoración de salarios ( STSJ Cataluña 16-12-1992 [AS 1992, 6373] ; STSJ Cantabria 12-2-1993 [AS 1993, 654] ). En sentido contrario se han pronunciado las SSTSJ Comunidad Valencia 2-51995 (AS 1995, 2549) , en relación con el personal de entidades bancarias y de Galicia 12-2-2012 (JUR 2012, 90072) . 25 3.5. Obligado respeto a los derechos del trabajador En principio el empresario no ejercerá legítimamente sus facultades sancionadoras si lo hace vulnerando alguno de los derechos constitucionales del trabajador. Además, «la utilización de un derecho fundamental, si el derecho es, de verdad, reconocible no puede ser objeto de sanción» ( STC 11/1981, 8-4-1981 [RTC 1981, 11] ). Pero esta afirmación inicial debe ser matizada. En efecto, aunque es cierto que la celebración de un contrato de ningún modo puede suponer la privación para el trabajador de los derechos que la Constitución le reconoce como ciudadano ( STC 88/1985, 19-7-1985 [RTC 1985, 88] ), no obstante, «la relación laboral tiene como efecto típico la sumisión de ciertos aspectos de la vida humana a los poderes empresariales» ( STC 6/1995, 10-1-1995 [RTC 1995, 6] ). Por ello, la existencia de una relación contractual entre trabajador y empresario genera un complejo de derechos y obligaciones recíprocas que condiciona el ejercicio de los derechos fundamentales, de modo que, por ejemplo, manifestaciones de la libertad de expresión, que en otro contexto pudieran ser legítimas, no tienen por qué serlo necesariamente en el seno de una relación contractual ( STC 120/1983, 15-12-1983 [RTC 1983, 120] ). En concreto, los derechos fundamentales que pueden verse comprometidos por el ejercicio de los poderes empresariales son la intimidad y consideración debida a su dignidad ( STC 114/1984, 29-11-1984 [RTC 1984, 114] ), libertad de expresión ( STC 47/1985, 27-31985 [RTC 1985, 47] ; STC 90/1999, 26-5-1999 [RTC 1999, 90] ; STC 198/2001, 4-102001 [RTC 2001, 198] ) y propia imagen ( STC 170/1987, 30-10-1987 [RTC 1987, 170] ). Pero no basta con la simple invocación del interés empresarial para comprimir los derechos fundamentales de los trabajadores, será necesario en todo caso una ponderación de los intereses en juego, de manera que para que «los requerimientos de la empresa pudieran llegar a ser aptos para restringir el ejercicio de aquéllos» derechos han de estar especialmente cualificados por razón de necesidad, que, a su vez, ha de estar acreditada por quien la alega ( STC 99/1994, 11-4-1994 [RTC 1994, 99] ). En el ejercicio de la facultad disciplinaria el empresario está limitado también por el respeto al principio de igualdad y no discriminación, que le obliga, al imponer una determinada sanción, a aplicar similar criterio en el caso de que varios trabajadores hayan incurrido, a su vez, en similares incumplimientos. No obstante, se suele exigir para que entre en juego esta limitación que los comportamientos hayan sido idénticos ( STSJ Castilla y León 26-3-1992 [AS 1992, 1118] ) e, incluso, coetáneos, pues lo decidido en un caso no puede condicionar lo que se decida en el futuro ( STSJ Canarias 31-1-1994 [AS 1994, 194] ). En STC de 15 -11-2004 [RTC 2004, 198] se matiza esta doctrina al entender que en materia de imposición de sanciones disciplinarias «no todo tratamiento empresarial que se concrete en un determinado trabajador frente al resto de la plantilla resulta relevante a los efectos del art. 14 CE, sino exclusivamente aquel que pueda ser encuadrado en alguna de las causas de discriminación prohibidas; el principio de igualdad no impone a la empresa la obligación de sancionar, o de sancionar por igual, a todos los trabajadores que incurren en incumplimiento, de modo que la no imposición de sanciones en otros casos en nada afecta a la corrección de la sanción efectivamente impuesta ( STC 26 181/2006, de 19 de junio[RTC 2006, 181] ), sin perjuicio de que en ocasiones la jurisprudencia ordinaria haya exigido «una cierta equidad» en el ejercicio de la potestad disciplinaria, para evitar que “por infracciones de parecida tipicidad se impongan sanciones de distinto rigor, sin considerar adecuadamente las singularidades concurrentes” ( TS 22-2-1990 [RJ 1990, 1910] ). 3.6. Principio «non bis in idem» La jurisprudencia del TS ha mantenido que el principio non bis in idem , implícito en la Constitución, es aplicable en el Derecho disciplinario del trabajo, teniendo en cuenta la vía analógica en relación con el Derecho penal ( STS 17-10-1984 [RJ 1984, 5287] ; STSJ Cataluña 22-11-1991 [AS 1991, 6472]; STSJ Andalucía 23-7-1992 [AS 1992, 3580] ). La aplicación de este principio impide la duplicidad de sanciones en los casos en los que se aprecie la identidad de sujetos, hechos y fundamentos, como exigencia derivada del valor fundamental de seguridad jurídica consagrado en el art. 9 de la Constitución ( STC 2/1981, 30-1-1981 [RTC 1981, 2] ). La aplicación de este principio no impide, en cambio, la apreciación de reincidencia siempre que haya una nueva conducta infractora que sucede a otra ya sancionada. En estos casos no hay pluralidad punitiva sino agravamiento de la calificación de la infracción. La aplicación del principio tampoco impide que le sea exigida responsabilidad al trabajador por los mismos hechos en órdenes distintos, cuando hay más de un bien jurídico lesionado. 4. Ámbito de ejercicio de la facultad sancionadora 4.1. Responsabilidad por actos de los convivientes y allegados del trabajador Ha habido supuestos admitidos jurisprudencialmente en los que se ha sancionado a trabajadores por los actos de familiares. La sanción al trabajador en los supuestos en que éste no es autor directo de la infracción es admisible siempre que haya claros indicios de que el trabajador ha inducido o ha participado de algún modo en la comisión de los hechos. Sin que la simple relación de parentesco sea indicio suficiente de esa participación en los hechos ( STC 153/2000, 12-6-2000 [RTC 2000, 153] ). En resumen, las conductas jurídicamente censurables realizadas por un tercero son imputables al trabajador si éste ha solidarizado su voluntad con la de aquél, y la infracción materialmente cometida por el mismo responde a una comprobada unidad de propósito( SSTSJ Extremadura 6-2-1992 [AS 1992, 556] y Madrid 20-4-2004 (AS 2004, 2343) ). 4.2. Responsabilidad por conductas que se realizan fuera del trabajo Respecto de este tipo de infracciones, conviene distinguir tres posibles incumplimientos: actos delictivos en la empresa fuera de las horas de trabajo, fuera de la empresa pero relacionados con el trabajo, y actos delictivos fuera de la empresa que no estén relacionados con el trabajo. El fundamento, e incluso los presupuestos de su sancionabilidad, o, si se prefiere, de su tipificación como infracciones laborales, pueden ser variables. 27 En los dos primeros supuestos hay una trasgresión de la buena fe contractual, de la confianza que el empresario tiene depositada en el trabajador, no siendo imprescindible en todo caso una sentencia condenatoria. Puede que el acto carezca de entidad suficiente para ser constitutivo de delito, aun así merecerá una sanción laboral desde el momento en que lo que se sanciona no son las consecuencias de la conducta sino el quebranto de la buena fe depositada o de la lealtad debida. En el tercer supuesto, delitos cometidos fuera de la empresa y sin relación con el trabajo, parece preciso que exista sentencia condenatoria, puesto que un trabajador no puede ser sancionado por unos hechos mientras no se acredite su comisión al entrar en juego el principio de presunción de inocencia aplicable también en el ámbito disciplinario empresarial. Una vez dictada sentencia condenatoria, la inclusión de este supuesto como falta podría justificarse también en tanto supone o puede suponer privación de libertad y, por ello, faltas al trabajo que la jurisprudencia no ha dudado en calificar como injustificadas. En cambio, mientras no haya sentencia condenatoria, aun habiendo privación preventiva de libertad, y como consecuencia inasistencia al trabajo, no parece que pueda sancionarse al trabajador. Entraría en juego la causa de suspensión del contrato de trabajo ( art. 45.1.g) del ET). Por ejemplo, los convenios tipifican expresamente como falta muy grave «los delitos de robo, estafa, malversación cometidos fuera de la empresa o cualquier otra clase de delito común que pueda implicar para ésta desconfianza hacia su autor, salvo que haya sido absuelto de los mismo»(Convenio Colectivo Fujitsu, SA) (en términos muy similares, Convenio Colectivo Fertiberia, SA). D.- Procedimiento disciplinario 1. Tiempo oportuno para la imposición de sanciones 1.1. Reglas de prescripción de faltas Según el art. 60 ET, «las faltas leves de los trabajadores prescribirán a los diez días; las graves a los veinte días, y las muy graves, a los sesenta días a partir de la fecha en que la empresa tuvo conocimiento de su comisión y, en todo caso, a los seis meses de haberse cometido» ( art. 60 ET). Si el trabajador sancionado es un alto cargo, en tal caso, las faltas, cualquiera que sea su naturaleza, prescribirán a los doce meses desde su comisión o desde que el empresario tuviese conocimiento de ellas ( art. 13 RD 1382/1985). Según doctrina jurisprudencial consolidada, para el cómputo de estos plazos de prescripción han de tomarse en consideración los días naturales, incluyendo, por tanto, los días inhábiles, de conformidad con lo previsto en el art. 5.2 CC, de aplicación supletoria de acuerdo con el art. 4.3 del mismo texto legal ( STS 18-11-1998 [RJ 1989, 8078] ; STS 9-12-1998 (RJ 1998, 10491] ). La doctrina de los Tribunales ha mantenido en algún supuesto que estos plazos de prescripción constituyen regulación estatal de carácter necesario y, por lo tanto, no pueden ser alterados in peius por un convenio ( STSJ Cataluña 5-2-1999 [AS 1999, 1110] ) y STSJ de Valencia, 9-3-2000 [AS 2000, 3129] ). Sí se admite y algunos convenios así lo prevén, que por vía convencional se pueda mejorar la previsión legal, a favor del trabajador, reduciendo los plazos legales. Lo cierto es que no existe jurisprudencia concluyente sobre esta cuestión. 28 1.2. Fundamento y efectos de la prescripción de las faltas El fundamento de la prescripción de las faltas está en que el trabajador no debe soportar indefinidamente las consecuencias de una determinada conducta infractora. De esta forma, la prescripción sanciona, en aras de la seguridad jurídica, la inactividad disciplinaria, la pasividad de quien está legitimado para sancionar y no lo hace. El efecto fundamental de la prescripción de las faltas es que transcurrido el plazo, fijado en la ley, la conducta no podrá ser sancionada ni tampoco podrá ser utilizada para apreciar reincidencia. En definitiva, el régimen de prescripción de las faltas laborales no es sino una concreción del «principio de inmediatez en el ejercicio del poder disciplinario», manifestación de la buena fe, que también vincula al empresario en el ejercicio de sus derechos ( STSJ Extremadura 26-7-1994 [AS 1994, 2833] ), y exige un ejercicio tempestivo del poder disciplinario( STSJ Castilla y León 15-6-1993 [AS 1993, 2801] ). 1.3. La prescripción corta de las faltas El art. 60.2 ET establece un plazo de prescripción llamado «corto» de diez, veinte y sesenta días, según la gravedad de las faltas, cuyo cómputo se inicia inexorablemente desde que el empresario tiene conocimiento de la falta. De tal manera, el dies a quo es aquel en que los hechos llegaron a conocimiento de quienes tienen la facultad sancionadora ( STS 20-2-1998 [RJ 1998, 1846] ). Ahora bien, no basta con un conocimiento superficial, genérico o indiciario de las faltas cometidas para iniciar el cómputo del plazo, sino que ha de tratarse de un conocimiento cabal, exacto y pleno de los mismos( STS 26-12-1995 [RJ 1995, 9845] ; STS 12-6-1996 [RJ 1996, 5063] , STS 22-5-1996 [RJ 1996, 4607] ). Y ese cabal conocimiento sólo se produce cuando «el empresario toma conciencia de la infracción, no de la actividad aislada y aséptica, sino de su significación antijurídica» ( STSJ Galicia 14-7-1995 [AS 1995, 2798] ; STS 14-1-1987 [RJ 1987, 25] ). «Debiendo entenderse que tal conocimiento ha de ser poseído por el correspondiente órgano de aquélla (la empresa) con facultades para sancionar» ( STSJ Galicia 30-10-1998 [AS 1998, 3894] ). Si ha habido ocultación maliciosa de los hechos, eludiendo los posibles controles del empresario, esa actitud implica persistencia de la conducta y modifica el día inicial del cómputo de la referida prescripción ( STS 24-9-1992 [RJ 1992, 6809] ; STS 3-11-1993 [RJ 1993, 8536] ),que ha de fijarse a partir de aquel en que cesó la ocultación, por cuanto que en tales supuestos la falta es una acción permanente que no adquiere carácter definitivo sino cuando cesa la posibilidad de tenerla encubierta por quien la está cometiendo. La ocultación no requiere ineludiblemente actos positivos, basta, para que no empiece a computarse la prescripción, que el cargo que desempeñe el infractor obligue a la vigilancia y denuncia de la falta cometida, pues en este supuesto, al estar de modo continuo gozando de una confianza especial de la empresa, que sirve para la ocultación de la propia falta, es una falta continua de lealtad que impide, mientras perdura, que se inicie el cómputo de la prescripción ( STS 26-5-1992 [RJ 1992, 3608] ). Incidiendo en el mismo sentido, en relación al desempeño de funciones de director de sucursal e interventor de entidad bancaria, el TS considera que las irregularidades cometidas en el desempeño de estas funciones no pierden la calificación de hechos 29 ocultos aunque estuvieran reflejadas en la contabilidad de la empresa, porque ni ésta revelaba todo lo acontecido, ni, es todo caso, se perdía su carácter de conducta oculta dado que por sus cargos el trabajador estaba sujeto a deberes de vigilancia y denuncia ( STS, de 11-10-2005 [RJ 2005, 8007] ). 1.4. La prescripción larga de las faltas El art. 60.2 ET establece igualmente un plazo de prescripción «largo», de seis meses, que opera «en todo caso» desde la comisión de los hechos( art. 60.2 ET). Perola rotundidad de esta norma ha sido objeto de interpretación correctora por parte de la jurisprudencia al objeto de evitar una solución que beneficiara al infractor y premiase las conductas clandestinas y continuadas, frente a hechos notorios y puntuales que pudieran resultar de inferior gravedad ( STS 29-10-1990 [RJ 1990, 7938] ). Por ello se ha señalado que aunque el dies a quo de la prescripción «larga» comienza a correr con carácter general desde la comisión de los hechos, esto es, desde que cesa la conducta sancionable, esta regla general tiene su excepción en aquellos supuestos en que haya habido ocultación maliciosa de los hechos en los que es por tanto el autor de los mismos el responsable de la dilación en el conocimiento por parte del empresario. En estos casos el cómputo del plazo «largo» se iniciará a partir del conocimiento por la empresa del último incumplimiento ( STS 20-12-1999 [RJ 2000, 524] ) o cuando cesa la posibilidad de ocultación por traslado del empleado ( STS 15-7-2003 [RJ 2004, 5410] ), o cuando se tenga conocimiento pleno de hechos ocultados por cargo de confianza de entidad bancaria ( STS 11-10-2005 [RJ 2005, 8007] ), o cuando la empresa es informada por escrito, con aportación fotográfica y de datos de los investigados, en una fecha ulterior al término de la investigación, sin que sea determinante el conocimiento verbal, previo a la confección del Informe, que pueda obtener la empresa del propio investigador ( STSJ de Navarra, de 27-3-2006 [AS 2006, 881] ). 1.5. Especial referencia a la prescripción de las faltas continuadas Alguna de las faltas que hemos visto, por ejemplo, las faltas de asistencia y puntualidad, son faltas continuadas, esto es, conductas en las que no sólo la gravedad sino la apreciación misma de falta dependen de su repetición en un determinado período de referencia. Para que se pueda hablar de falta continuada es preciso una pluralidad de hechos homogéneos, que corresponden al mismo tipo de infracción y que sobre todo responden a una unidad de propósito, razón por la que no procede aislar los hechos concretos en que se manifiesta( STS 12-31990 [RJ 1990, 2057] ). En efecto, «una conducta continuada es una conducta constituida por una pluralidad de acciones prolongadas en el tiempo que obedecen a una unidad de propósito y que vulneran bienes jurídicos de la misma o análoga naturaleza» ( STS 9-2-1987 [RJ 1987, 801] ; STS 24-7-1989 [RJ 1989, 5909] ; STS 163-1990 [RJ 1990, 2162] ). No se deben confundir las faltas continuadas con hechos constitutivos de una sola operación de carácter complejo, que se manifiesta mediante actos distintos que se suceden en el tiempo, pero todos ellos claramente vinculados entre sí, pues en definitiva estos actos no son más que partes del todo que forma esta operación ( STS 15-6-1992 [RJ 1992, 4580] ). En el caso de las faltas continuadas en el tiempo es la fecha del conocimiento final de los hechos, en su verdadera naturaleza y significación, la que se toma como referencia para iniciar el cómputo del plazo corto de prescripción, sin que éste se 30 pueda retrotraer al primer momento de la trasgresión ( STS 25-1-1991 [RJ 1991, 182] ). Al contrario, es a partir de la última infracción cuando cesa la conducta continuada que debe ser apreciada de forma conjunta a efectos de su sanción ( STS 6-10-1988 [RJ 1988, 7541] ). Según reiterada doctrina del TS, tratándose de «faltas de naturaleza continuada, cuales son las que responden a una conducta repetida y continuada que supone una pluralidad de hechos consecutivos que sólo se pueden dar por finalizados cuando se conocen los hechos en sí, su verdadera naturaleza y significado...» ( STS 17-12-1984 [RJ 1984, 6395] ; STS 20-7-1988 [RJ 1988, 6205] ). Por lo que se refiere a la prescripción larga de las faltas continuadas comienza acorrer desde el último incumplimiento, en el que realmente se cesa en la actitud infractora ( STS 15-9-1988 [RJ 1988, 6899] ; STS 6-10-1988 [RJ 1988, 7541] ), por voluntario apartamiento, porque la lesión jurídica no deja de producirse mientras permanece la situación ilegítima ( STS 12-12-1984 [RJ 1984, 6366] ; STS 21-7-1986 [RJ 1986, 4268] ). 1.6. Interrupción del cómputo de la prescripción La prescripción afecta al tiempo que va desde el conocimiento o comisión de la falta a la notificación de la sanción ( STS 3-3-1986 [RJ 1986, 1182] ), y, según hemos visto, la imputación del incumplimiento y la imposición de la sanción deben guiarse por un principio de inmediatez. Ahora bien, también hemos visto que la sanción debe imponerse de forma inmediata una vez que el empresario tiene certeza de los hechos cometidos. Por ello hay supuestos en que para alcanzar esa certeza es necesario una actividad investigadora que lógicamente interrumpe el cómputo del plazo de prescripción sin que deba entenderse que se atenta con ello a esa necesaria inmediatez. 1.6.1. La tramitación del proceso sancionador penal En principio la tramitación del procedimiento penal (por los mismos hechos constitutivos de falta laboral) interrumpe el plazo de prescripción. Esa interrupción se produce siempre y cuando la sentencia penal sea necesaria para el descubrimiento, concreción e imputación de la infracción laboral ( STS 21-9-1984 [RJ 1984, 4451] ). Esto ocurrirá claramente en aquellos supuestos en que se haya tipificado como infracción laboral «la participación directa o indirecta en la comisión de delito calificado como tal en el Código Penal» como se precisa en algún convenio colectivo. La razón esencial que justifica la interrupción de la prescripción de las faltas laborales por la tramitación de la causa penal estriba en que cuando esas faltas son o pueden ser constitutivas de delito es en el proceso penal donde mejor se podrá determinar y apreciar la realidad y circunstancias de los hechos acaecidos en relación a tales faltas. Por ello, en estos casos es lógico que el plazo de la citada prescripción quede interrumpido hasta que se dicte sentencia en ese proceso penal, para que de este modo el empresario proceda a sancionar al trabajador con pleno conocimiento de causa. Esta interrupción tiene que operar sobre datos objetivos y reales, sin que sea admisible que, una vez comenzado el proceso penal y aplicada inicialmente la 31 interrupción, pueda el empresario tenerla por concluida en el momento que a él le parezca, según su capricho y conveniencia, aunque esas actuaciones penales sigan tramitándose y todavía no se haya dictado en ellas sentencia ni auto de sobreseimiento ( ATS 20-12-1993 [RJ 1993, 9976] ). Por lo tanto, si los hechos que se consideran constitutivos de falta pueden igualmente ser constitutivos de delito y la autoría de los mismos no está perfectamente clara, ante estas circunstancias, la voluntad de empresario de sancionar se proyecta inicialmente en el ejercicio de la acción penal, por ello este ejercicio interrumpe el plazo de prescripción ( STS 24-9-1992 [RJ 1992, 6809] ). 1.6.2. Tramitación del expediente disciplinario Con carácter general interrumpen los plazos de prescripción el expediente disciplinario que haya de tramitarse para dar cumplimiento a la exigencia del art. 68 ET, así como el que venga exigido por convenio colectivo ( STS 6-10-1986 [RJ 1986, 5390] ; STS 27-11-1984 [RJ 1984, 5905] ). De igual modo la tramitación de un expediente necesario para constatar la realidad de los hechos, siempre que sea conocida en forma por el afectado, interrumpe los plazos de prescripción de las faltas aunque no venga exigida ni legal ni convencionalmente ( STS 25-1-1996 [RJ 1996, 199] ; STS 12-6-1996 [RJ 1996, 5063] ). En este sentido, según ha reiterado la jurisprudencia «la iniciación de un expediente de averiguación demuestra de un lado la inexistencia de un conocimiento pleno y cabal de los hechos y al mismo tiempo la voluntad de sancionar o de hacer desistir, en su caso, a la empresa de tal medida» ( STS 6-10-1986 [RJ 1986, 5390] ; STS 24-61985 [RJ 1985, 3449] ). Defender lo contrario supondría sancionar con la prescripción la conducta del empresario que lejos de adoptar el castigo de forma inmediata, es respetuosa con los derechos del trabajador y espera a que la investigación correspondiente destruya, para él, la presunción de inocencia ( STSJ Galicia 15-71996 [AS 1996, 2721] ). Ese expediente no parece interrumpir, en cambio, el plazo largo salvo que apliquemos la excepción del ocultamiento. Así ocurrió en el supuesto de hecho analizado por la STSJ Galicia de 15 de julio de 1996, en el que según se relata la falta había prescrito antes de que se iniciase un expediente. La naturaleza de la falta (compra de acciones de una empresa de la competencia y posterior venta) no permitió aplicar la doctrina anterior que permitía computar como dies a quo del cómputo de la prescripción larga la fecha en que culminó el expediente o se tuvo conocimiento (...) al no haber conducta activa de ocultación por parte del agente infractor ( STSJ Galicia 15-7-1996 [AS 1996, 2721] ). No interrumpe el plazo de prescripción el expediente sancionador innecesario, que únicamente sirve para dilatar la decisión sancionadora innecesariamente ( STS 15-4-1994 [RJ 1994, 3243] ),ni el trámite de audiencia previa al interesado exigido por convenio colectivo, cuando la empresa haya conocido ya las faltas como consecuencia de una investigación ( STS 15-4-1994 [RJ 1994, 3244] ). 2. Requisitos de forma y procedimiento 2.1. Comunicación de las sanciones por faltas leves 32 La imposición de sanciones por faltas leves no parece condicionada por ninguna exigencia formal. El art. 58 ET sólo impone requisitos de forma para las sanciones por faltas graves y muy graves. No obstante, habrá que estar también a la negociación colectiva. No faltan ejemplos de convenios que prevén la obligación de comunicar al trabajador mediante escrito motivado cualquier sanción que se le imponga con independencia de su grado. Con todo, la regla general suele ser que se mantengan en similares términos las exigencias del art. 58 ET limitando la necesaria comunicación sólo a las sanciones por faltas graves y muy graves. 2.2. Comunicación por escrito de las sanciones por faltas graves y muy graves El art. 58.2 ET establece quelas sanciones por faltas graves y muy graves requerirán comunicación escrita al trabajador, haciendo constar la fecha y los hechos que la motivan. Esta exigencia formal responde a una triple finalidad: – Proporcionar conocimiento de los hechos para poder imputarlos sin indefensión. – Determinar los motivos de la posible oposición. – Proceder a la delimitación fáctica de una posible controversia judicial. Este requisito se ha considerado siempre como dotado de carácter sustancial, y conlleva la necesidad de que en la notificación de la sanción se describan los hechos que integran la causa de la decisión empresarial «en términos de adecuado detalle cronológico» que permitan al trabajador preparar su defensa ( STS 30-4-1990 [RJ 1990, 3512] ), «a no ser que por su gravedad, trascendencia o protagonismo posean tan notoria entidad y trascendencia que huelgue o haga innecesaria su precisión cronológica» ( STS 6-12-1986 [RJ 1986, 3648] ). Con todo, la exigencia de expresar en la comunicación escrita la causa de la sanción «no obliga a la empresa a la descripción exhaustiva... pues la carta... ni tiene formalidades sacramentales ni tiene más finalidad que la de ofrecer al trabajador la posibilidad de defensa, para lo que basta que se den las referencias suficientes para identificar» el motivo de la sanción ( STS 22-2-1993 [RJ 1993, 1266] ). Por todo ello, para valorar si la comunicación por escrito cumple los requisitos de consignación de manera suficiente de los hechos que motivan la sanción, habrá de tenerse en cuenta una gran variedad de circunstancias concretas (como el tipo de imputación, posición del trabajador sancionado). Se trata, por tanto, de que sin atender a criterios de exhaustividad informativa, la referida comunicación cumpla el requisito de la inequivocidad que es la nota fundamental y básica que reiteradamente viene exigiendo el TS para admitir su validez a fin de que el trabajador sancionado pueda conocer perfectamente el hecho o los hechos determinantes de la sanción para que, a su vez, pueda defenderse con plenitud de garantías de las imputaciones realizadas ( STS 22-2-1993 [RJ 1993, 1266] ). Además de las escuetas previsiones estatutarias, interpretadas en los términos que acabamos de indicar por la jurisprudencia, habrá que atender a las previsiones adicionales que sobre el contenido y forma de la comunicación puedan venir 33 establecidas por negociación colectiva; aunque lo normal es que los convenios reiteren, en términos similares a los previstos en el ET (RCL 1995, 997) , la exigencia de comunicación escrita. 2.3. Recepción de la comunicación La carta debe ser recibida por el trabajador para que cumpla su finalidad de informarle sobre los hechos que se le imputan; además, hasta que el trabajador no tenga noticia de la sanción impuesta, por su notificación en forma adecuada, continúa actuando el plazo de prescripción de las faltas ( STS 3-3-1986 [RJ 1986, 1182] ). La comunicación es en todo caso una declaración recepticia, por lo que lo normal es que el trabajador firme la copia con un «recibí», o un «enterado», aunque también puede añadir un «no conforme» –que en ningún caso deberá considerarse un supuesto de desobediencia–. Pero cuando la no recepción de la comunicación no es imputable al empresario, sino a que ha sido rehusada por el trabajador, se debe dar por cumplido el trámite ( STSJ Asturias 10-7-1998 [AS 1998, 2328] ). Se debe dar por cumplido el trámite también cuando la comunicación es remitida por la empresa a una dirección equivocada, sin que la empresa fuese consciente del error, no así cuando se remita a un domicilio que la empresa sabía no era ya el del trabajador ( STS 13-2-1986 [RJ 1986, 755] ). 2.4. Audiencia previa a los representantes sindicales El art. 10.3 LOLS establece entre las competencias de los delegados sindicales ser oídos por la empresa previamente en los despidos y sanciones de los trabajadores afiliados ( art. 10.3 LOLS). Esta audiencia previa es ampliada expresamente por el art. 55 ET a la sección sindical, para el supuesto en que la sanción a imponer sea el despido disciplinario ( art. 55 ET). El sentido de esta competencia «no es solamente el de configurar una información general sino también el de instrumentar una protección del trabajador afiliado, en la medida en que la intervención previa del órgano sindical le permita ejercer un control, aunque sólo sea en audiencia y con respecto a la decisión empresarial de sancionar y dándole la posibilidad de poder así efectuar una eficaz defensa de sus afiliados» ( STSJ Galicia 10-11-1992 [AS 1992, 5326] ). Por lo tanto, la finalidad del precepto es la de otorgar una protección adicional al trabajador sindicado para que no se vea restringido, limitado o coartado, en el pleno ejercicio de su derecho recogido en el art. 2.1 LOLS. Se trata en definitiva de una garantía singular del trabajador sindicado, que no tienen el resto de los trabajadores despedidos o sancionados, y que «encuentra su razón de ser en la conveniencia apreciada por el legislador de que los trabajadores sindicados tengan una protección reforzada frente al poder disciplinario del empresario, a cuyo riesgo de abuso pueden resultar más vulnerables» ( STS 23-5-1995 [RJ 1995, 5897] ). La audiencia no es una simple comunicación, debe darse un tiempo razonable al sindicato para ser oído. Por ello se ha mantenido, por ejemplo, que entregar la comunicación de la sanción transcurridas solamente 24 horas desde la comunicación acerca de la intención de sancionar, implica un incumplimiento de la obligación de 34 audiencia, que no se trata de una mera notificación o traslado, sino que exige que se conceda al ente sindical, expresa o tácitamente, un plazo razonable para que pueda el sindicato conocer los motivos de la sanción, estudiar el problema y decidir respecto a la misma; posibilidad de audiencia que no se cumple si sólo medió una jornada entre la comunicación al sindicato y la notificación al trabajador ( STS 16-10-2001 [RJ 2002, 3073] y STS 30-5-2005 [RJ 2005, 6017] ). Por el contrario, si los representantes sindicales no hacen uso de esa facultad de ser oídos por la empresa, ésta ejercerá su poder sancionador; en ningún caso se puede condicionar el ejercicio de las facultades sancionadoras del empresario a la actuación diligente de los representantes sindicales( STS 3-12-1983 [RJ 1983, 6167] ). Un problema que puede surgir en estos casos es que al empresario no le conste la condición de afiliado del trabajador. En este sentido, el art. 55.1 ET establece, a propósito de la sanción de despido disciplinario, quela obligación de dar audiencia está condicionada a que al empresario le constare el dato de la afiliación del trabajador. Parece lógico pensar que si está condicionada en los términos que acabamos de ver para el despido disciplinario, que es sin duda la sanción más grave, también lo estará en la imposición de las restantes sanciones. 2.5. Audiencia previa a los trabajadores La Ley no exige una necesaria audiencia previa al interesado, aunque puede venir impuesta por negociación colectiva; en tal caso, deberá observarse en los términos contenidos en el convenio colectivo. El trámite de audiencia o de presentación de alegaciones debe ser previo a la imposición de la sanción e independiente de la notificación de la carta de despido, por lo que no se tiene por cumplido cuando después de notificada la sanción por la empresa, admite las alegaciones presentadas por los trabajadores ( STS 15-5-2012 [JUR 2012, 212331] ). No obstante ese carácter obligatorio que por convenio puede adquirir el requisito de audiencia previa al trabajador, la jurisprudencia ha mantenido que esa audiencia no interrumpe la prescripción de las faltas, en la medida en que «el carácter dispensable de este trámite hace ver que no está previsto con carácter preceptivo, si concurre aquella posibilidad de perjudicar los plazos de prescripción» ( STS 28-2-1995 [RJ 1995, 1263] ). Esto significa quela concesión de audiencia no es obligada cuando con ella se pudiera retrasar la decisión sancionadora sobrepasando los plazos de prescripción establecidos en la Ley, con lo que decaería la facultad sancionadora ( STS 15-4-1994 [RJ 1994, 3243] ). 2.6. Información a los representantes de los trabajadores El art. 64.4 c) ET exige, a su vez, que se remita información a los representantes de los trabajadores –delegados de personal y Comités de empresas–de todas las sanciones impuestas por faltas muy graves a cualquier trabajador de la empresa). Este deber de información se extiende a los delegados sindicales ( art. 10.3.1 LOLS). En este punto algunos convenios completan este deber de información estableciendo la preceptiva audiencia a los representantes al inicio y finalización del 35 procedimiento sancionador o la obligación de información también en supuestos de sanciones por faltas graves o incluso leves. En principio, la obligación parece cumplirse con emitir la información una vez impuesta la sanción, aunque se entiende que inmediatamente después. No obstante, también respecto de este aspecto los convenios han introducido alguna matización, imponiendo en algunos casos la notificación previa o simultánea, en tal caso prevalecen las previsiones convencionales puesto que «ninguna norma de orden público impide el reforzamiento de las garantías... que puedan convenir libremente las partes como pacto de negociación colectiva» ( STS 14-4-1986 [RJ 1986, 1928] ). El incumplimiento de esta obligación acarreará responsabilidades para el empresario por la trasgresión de los derechos de información de los trabajadores pero no afectará a la validez de la sanción ya impuesta. 2.7. Expediente disciplinario previo El art. 68.1.a) ET establece entre las garantías de los representantes de los trabajadores en la empresa la apertura de un expediente contradictorio en el supuesto de sanciones por faltas graves o muy graves en el que serán oídos, además del interesado, el comité de empresa o restantes delegados de personal. 2.7.1. Contenido A la vista del art. 68.1 ET, parecen requisitos esenciales de todo expediente contradictorio la audiencia al interesado, con el previo conocimiento por éste de los cargos que se le imputan, la posibilidad de desvirtuarlos, evacuando las pruebas aducidas en su descargo, y la audiencia al comité o restantes delegados de personal( art. 68.1.a) ET). Ahora bien, el eventual rechazo de algunas de las pruebas propuestas no permite apreciar indefensión en tanto pueden perfectamente reproducirse en el ulterior juicio ( STS 13-5-1988 [RJ 1988, 4980] ; STS 26-12-1989 [RJ 1989, 9272] ). Incluso no parece imprescindible la práctica de pruebas, pues en definitiva se trata de un acto revisable jurisdiccionalmente, y es en la instancia judicial donde la práctica de la prueba se convierte en condicionante de validez de una actividad jurídica conforme al art. 24.1 CE ( STSJ Cataluña 29-10-1998 [AS 1998, 7254] ). Por último, y por lo que se refiere a la intervención del resto de los representantes, la jurisprudencia entiende que el trámite se puede entender cumplido, aunque los representantes no comparezcan, «desde que hay comunicación constatada con el recibí» ( STS 4-6-1987 [RJ 1987, 4121] ). El expediente se debe iniciar de oficio por la persona que asuma la iniciativa sancionadora, y no es necesario que sea nombrado un Instructor ni un Secretario ( STS 4-5-1987 [RJ 1987, 3226] ; STS 3-6-1987 [RJ 1987, 4113] ). Con todo, habrá que estar también en su caso a los convenios colectivos y a las especificaciones que sobre el particular contengan, dado que, en tal caso, estos requisitos convencionales se incorporan con carácter inexcusable al contenido del expediente. Por convenio colectivo se puede desarrollar el contenido del expediente contradictorio. Por ejemplo, en el Convenio Colectivo Canal Isabel II se establece: «El 36 expediente disciplinario constará de tres partes básicas, incoación, desarrollo y conclusión, ajustándose al siguiente procedimiento: 1) Fase de incoación: la incoación del expediente disciplinario deberá ser ordenada por la Dirección, que podrá delegar esta facultad. El procedimiento se iniciará mediante un escrito de incoación que deberá contener, al menos, los siguientes extremos: relato de los hechos susceptibles de sanción, trabajador o trabajadores presuntamente implicados; designación del Instructor o Secretario; resolución acordando la apertura del expediente y ordenando al Instructor el inicio de las actuaciones que procedan en orden al esclarecimiento de los hechos. Del escrito de incoación se dará traslado inmediato y simultáneo a: Instructor, Secretario, trabajador o trabajadores afectados, Comité de empresa. Recibido éste, el Instructor designado deberá alegar mediante escrito razonado, si así procediera, la concurrencia de cualquier causa de abstención de las legalmente previstas. Igualmente, el trabajador o trabajadores afectados y el Comité de empresa podrán realizar, también mediante escrito razonado, la recusación correspondiente contra el nombramiento del Instructor. En ambos supuestos, las alegaciones deberán realizarse dentro de las veinticuatro horas siguientes al recibo del escrito de incoación, y se resolverán por la Dirección en el término de dos días. 2) Fase de desarrollo: concluida la fase anterior se abrirá un período de prueba, debiéndose comunicar dicha apertura al trabajador o trabajadores afectados y al Comité de empresa. El período de prueba tendrá una duración de quince días hábiles, de los cuales, los tres primeros servirán para proponer y los doce restantes para practicar las pruebas propuestas, que podrán ser admitidas o rechazadas por el Instructor según su criterio. Éste, por su parte, podrá realizar durante toda la fase, y aun concluida ésta, cuantas diligencias estime convenientes en orden al esclarecimiento de los hechos y a determinar las responsabilidades a que hubiere lugar. 3) Fase de conclusión: finalizado el período de prueba, el Instructor dará vista de lo actuado a las partes intervinientes en el procedimiento para que en el término de cinco días formulen, si lo estiman conveniente, alegaciones. A continuación, el Instructor deberá formular a la Dirección de la empresa su propuesta de resolución que deberá contener, al menos, lo siguiente: exposición breve y precisa de los hechos que han resultado probados. Normas legales de aplicación. Calificación de los hechos. Propuesta de resolución que proceda. La Dirección, recibido el expediente, dictará la resolución que proceda, debiéndose comunicar por escrito al trabajador o trabajadores afectados y al Comité de empresa." Por lo que se refiere a la duración no hay reglas precisas, pero se mantiene que la necesidad de investigación no puede implicar la facultad empresarial de prolongar indefinidamente las tareas investigadoras( STS 26-3-1991 [RJ 1991, 1901] ). 2.7.2. Exigencia legal El expediente contradictorio es un requisito previo a la imposición de sanciones por faltas graves y muy graves a los delegados de personal y miembros del comité de empresa[ art. 68.1.a) ET]. Esta exigencia se extiende a los supuestos en que el sancionado sea un delegado sindical por aplicación del art. 10.3 LOLS, que 37 extiende a estos últimos las garantías de los delegados de personal y miembros del comité de empresa ( art. 10.3 LOLS). Esta garantía se aplica también a los candidatos mientras dure el proceso electoral y a los representantes electos. Y no se prolongará más allá de la duración del mandato ( STS 14-2-1997 [RJ 1997, 1348] ). La exigencia de tramitación previa de expediente contradictorio se extiende, igualmente, a los miembros de comités de empresa europeos y a los representantes en los procedimientos alternativos de información, en empresas o centros de trabajo ubicados en España, según los arts. 21 y 28 Ley 10/1997, de 24 de abril, sobre derechos de información y consulta de los trabajadores en las empresas y grupos de empresas de dimensión comunitaria (modificada por Ley 44/1999 [RCL 1999, 2949] ). 2.7.3. Exigencia convencional Un segundo supuesto en que el expediente es obligatorio es cuando venga exigido como tal en la negociación colectiva. En efecto, la Ley sólo regula un supuesto concreto en el que se exige expediente disciplinario, pero la negociación colectiva, en la medida en que puede ampliar, en general, los requisitos procedimentales necesarios para sancionar, puede exigir expediente previo en aquellos casos en que no es exigido legalmente. Cuando así sea, habrá que estar a los términos del convenio que pueden mantener la exigencia para la sanción por faltas graves y muy graves, en los términos del art. 68 ET pero extendiendo esa garantía a todos los trabajadores de la empresa; limitarlo sólo a los supuestos en que se vaya a sancionar por faltas muy graves a los trabajadores que no sean representantes; o sólo cuando la naturaleza de los hechos lo exija. Por otro lado, los convenios además de extender el requisito más allá de los límites legales del art. 68 ET, pueden reforzar los aspectos relativos al contenido del expediente contradictorio, exigiendo, por ejemplo, el nombramiento de un instructor, reconociendo el derecho de los trabajadores a formular un pliego de descargos y a practicar las pruebas que proponga y sean pertinentes a juicio del instructor. 2.7.4. Necesario para el conocimiento de los hechos En tercer lugar cabe la posibilidad de que el expediente no se exija ni legal ni convencionalmente, pero venga impuesto por la necesidad que tiene la empresa de conocer la realidad y alcance de los hechos cometidos, así como la autoría de los mismos ( STS 25-1-1996 [RJ 1996, 199] ; STS 12-6-1996 [RJ 1996, 5063] ). Así sucederá cuando la naturaleza de los hechos lo requiera ( STS 15-4-1994 [RJ 1994, 3243] ). En estos casos el expediente no está sometido a ningún requisito tasado, incluirá los actos de investigación que se consideren necesarios para el fin que se persigue, y deberá informarse, cuando menos, al trabajador sobre el que se centra la investigación. La tramitación de un expediente en estos casos impide el inicio de los plazos de prescripción «cortos», por cuanto no se ha alcanzado aún el conocimiento de los hechos. 38 2.8. Ejecución material de la sanción No hay ningún plazo de prescripción que limite la ejecución de la sanción, luego nada impide que el empresario decida esperar para ejecutarla, por ejemplo, a saber el criterio judicial, en el caso de que la sanción hubiera sido impugnada ( STS 25-11-1986 [RJ 1986, 6512] ), o a que cese la causa de suspensión del contrato del trabajador infractor ( STSJ Valencia 20-10-1993 [AS 1993, 4619] ; STSJ Andalucía [Granada] 23-11-1993 [AS 1993, 4852] ). En algunos casos es el propio convenio el que establece causas de suspensión de la ejecución de la sanción, o de posposición de su imposición hasta que, por ejemplo, adquiera firmeza. Al margen de estas previsiones convencionales, la Ley no contempla ningún supuesto en que la ejecución de la sanción deba suspenderse. Dependerá por tanto de la decisión empresarial, que puede venir motivada por la solicitud del trabajador. En otros casos, lo que el convenio regula es el plazo para el cumplimiento de la sanción. Muy relacionado con lo anterior puede plantear dudas cómo se debe calificar la conducta del trabajador que se niega a cumplir la sanción impuesta, cuando ésta le exija una determinada actuación, por ejemplo un traslado forzoso en espera de una revocación judicial de la sanción. Sobre el particular la jurisprudencia ha negado que la postura del trabajador que se resiste al traslado y que pide a la empresa con reiteración la suspensión de la orden hasta la decisión judicial, sea constitutiva de abandono ( STS 25-11-1986 [RJ 1986, 6512] ). 2.9. Anotación de las sanciones, cancelación de efectos y medios de impugnación En algunos convenios se prevé expresamente que las sanciones impuestas a los trabajadores serán anotadas en sus expedientes. Pero, en tales casos, también se prevé la cancelación de esas anotaciones por el transcurso de un período de tiempo determinado y siempre que no exista otra sanción posterior, lo que tendrá su incidencia al impedir que las sanciones canceladas se tengan en cuenta a la hora de apreciar reincidencia. El fundamento de esta cancelación está también en que una sanción anotada en el expediente del trabajador no puede convertirse en un obstáculo permanente para acceder a determinados premios o ventajas ( STSJ Castilla y León [Valladolid] 28-61999 [AS 1999, 2730] ). La sanción impuesta por el empresario puede ser impugnada jurisdiccionalmente ( art. 58.2 ET), en cuyo caso se pone en marcha un proceso laboral especial que puede conducir a la confirmación de la sanción, a su revocación total o parcial o a la declaración judicial de nulidad ( arts. 114 y 115 LRJS). De dicho proceso se ocupa específicamente el capítulo dedicado a modalidades procesales, en su apartado proceso de impugnación de sanciones 39