SIERRA DE MARIOLA – RIQUEZA PAISAJISTA Hay quien piensa que todas las montañas son iguales. No es así, hasta una misma montaña en distintas épocas del año nos ofrece distintos matices y encantos, sus formas, su botánica, su fauna, y su historia reflejada en yacimientos arqueológicos u obras del pasado que han llegado hasta nuestros días para mostrarnos como vivían las gentes del lugar. El pasado sábado 12 de Marzo, la Sección de Senderismo del Club Social sumó a su haber de excursiones el conocimiento de una nueva sierra, Sierra de Mariola en tierras de Alicante, que nos dejó prendados por su belleza paisajista. A hora temprana, como ya es costumbre, partimos de Murcia con dirección a la provincia de Alicante, más concretamente hacia la población de Alcoy y al paraje próximo a ella de la Font Roja, en pleno corazón de la Sierra de Mariola. El día estaba algo nublado, lo cual no es malo para caminar pues el sol de estas latitudes aún siendo invierno siempre aumenta con su calor el esfuerzo de la marcha. Antes de parar el autobús pudimos admirar el entorno, con la agradable sorpresa de vacas sueltas pastando, y la siempre reconfortante vista de neveros formados por las últimas nieves caídas. Son las diez y media de la mañana cuando iniciamos nuestra marcha desde el citado paraje, siguiendo por pista el recorrido del GR7, sendero de largo recorrido que se inicia en la provincia de Cádiz llegando hasta Centro Europa, el cual cruza esta Sierra procedente de Villena en dirección a Alcoy. El andar es cómodo, vamos adentrándonos en la sierra admirando sus valles y ganando altitud poco a poco, al pasar por la umbría del bosque nuestras botas rompen con su pisar el hielo formado sobre la pista de tierra. Ya en la parte alta del camino podemos admirar el paisaje que nos ofrecen las laderas nevadas de la sierra, pudiendo apreciar entre la ligera niebla existente los pueblos que se hallan al pie de ella. Tras casi dos horas de marcha llegamos a la Cava de Agrés, pozo de la nieve del siglo XVI con una bóveda singular en forma de arcadas, un mirador allí existente nos ofrece la imagen del Montcabrer y su cumbre, próxima meta de nuestra excursión, más antes de realizar la ascensión final aprovechamos el encanto del lugar y una fuente de agua allí existente para realizar un ligero descanso y reponer liquido y fuerzas. Dejamos la pista para coger una senda bien marcada que nos acercará poco a poco hacia la cumbre del Montcabrer, cuya imagen enfrente nuestro de su abrupta ladera norte cubierta de nieve hace renacer nuestro espíritu de montaña. Ya al pie de la cumbre el sendero bordea la montaña buscando la suavidad de la cara sur, pero antes nuestros pasos seguirán las huellas de los compañeros que nos preceden, colocando el pie donde antes otro lo puso para evitar así el resbalar sobre una nieve que comenzaba a formarse en hielo, minimizando el riesgo que siempre ofrece la montaña andando con prudencia y sin prisa afirmando nuestro paso. La cumbre con sus 1390 metros de altitud acoge al grupo, volviendo a sentir una vez mas el dominio de la altura sobre el entorno, ese sentirse dueño del mundo y la seguridad de que cualquier meta es alcanzable, si a la ilusión de conseguirla añadimos la dosificación de nuestras fuerzas y el hacer bien con paso medido y constante. Realizamos el descenso sobre la misma senda de subida, al pasar de nuevo por la zona de nieve y hielo un par de resbalones sin consecuencias ponen la anécdota y sonrisa del día al ver sentados los compañeros sobre la nieve. La senda nos vuelve a la pista que antes dejamos, y que ahora tomamos en descenso por la cara norte de la montaña en dirección al pueblo de Agrés, destino final de la excursión, mientras que la umbría de esta ladera mantiene gran cantidad de nieve que nos acompaña hasta las proximidades del pueblo. Han transcurrido cinco horas desde el inicio y, aunque los cuerpos están cansados, se nos queda el anhelo de volver de nuevo para ir descubriendo sus caminos y sendas, disfrutando de su bosque mediterráneo y su paisaje. Aún nos quedan fuerzas para dar cuenta de un rico gazpacho, que no envidia al manchego, en el pueblo de Agrés, pero ya en el autobús de viaje de vuelta los cuerpos se relajan y los rostros cansados se ven rostros satisfechos, se ahorran palabras no sabemos si por no molestar al compañero que duerme o por guardar el resto de nuestras fuerzas para la noche del sábado, pues seguimos en fin de semana. José Antonio Barba Martínez 993, Desarrollo P.D.: Todas las fotos en www.clubsenderismo.tk