EL ESCUDO PASIONISTA Y SUS SÍMBOLOS algunas reflexiones P. Francisco Murray c.p. 2 EL ESCUDO PASIONISTA Y SUS SÍMBOLOS algunas reflexiones INTRODUCCIÓN Una de las formas posibles que tenemos los Pasionistas de profundizar en la espiritualidad, es a través de nuestro escudo. En efecto, él encierra múltiples posibilidades de incorporar significaciones. En el transcurso del tiempo podemos observar su dinamismo, en tanto no es fijo ni cerrado. Para profundizar en el escudo, he querido remontarme a los tiempos de San Pablo de la Cruz, a los significados que nos regalan los símbolos, a la imaginación, y a los aportes de la Teología. Iniciaré este recorrido, sobre la base de tres aspectos que me han guiado en esta búsqueda: La Historia: San Pablo y su inspiración. La riqueza de los símbolos. Una síntesis abierta. 3 LA HISTORIA: SAN PABLO Y SU INSPIRACIÓN Hay varios aspectos muy interesantes a tener en cuenta en relación con lo que sintió y experienció Pablo respecto de este “signo”, “divisa”, “arma”, “señal”, “escudo”; tanto que habló de él como “admirable señal de salvación”. “Una cruz blanca en el pecho y bajo la cruz estaba escrito el nombre santísimo de Jesús” “Es esta como una señal de lo muy cándido y puro que debe ser el corazón que lleve esculpido el santísimo nombre de Jesús” “En el pecho habrá una pequeña cruz blanca con el santísimo nombre de Jesús en caracteres también blancos” (Regla 1736). La Regla de 1741 agrega la “pasión de Jesucristo”. Acerca de esto, San Pablo nos recuerda que es una revelación que le fue dada en el mismo tiempo que siente la llamada a fundar: […]“ Según la luz tan clara que hace cerca de 22 años, me fue manifestada por el Santísimo Bien” […] (o sea, en 1720). Era un recuerdo para que, quienes lo llevaran, recordaran que debían tener “esculpido” en el corazón el Nombre de Jesús y vivir de acuerdo con su amor. […]“Al igual que Usted me ha enviado los signos exteriores, su divina Majestad se los imprima en el corazón, escribiéndoselos en el mismo con los dardos de su infinita caridad, de modo que ardiendo en el fuego del santo amor, le sea posible convertirse en sagrado pregonero entre los pueblos, tribus, lenguas y naciones”[…] […]“Le mando el escudo para cooperar en su devoción y ardo en deseos de que lleve impresa en el corazón la devoción a la santísima Pasión de Jesucristo, a fin de que pueda imprimirla también en el corazón y el espíritu de sus benditos hijos”[…] […]“Sobre todo, nos disponemos para ser insigniados con aquel santísimo escudo de salvación, que indicará a las gentes que estamos destinados a predicar las penas amarguísimas de nuestro Jesús, promoviendo en todos los corazones la verdadera devoción a la misma, medio tan eficaz para extirpar tantos males como inundan nuestro pobre mundo católico”[…] 4 La comisión que debía aprobar la Congregación no quería aceptar el uso del escudo. Pablo lo defendió. Es así, como en 1741 recomienda nuevamente al secretario de la Comisión, Abad Geragni: […]“Y de nuevo ( si no es excesivo mi atrevimiento) me recomiendo a su gran piedad a favor de este signo de salvación, para que nos quepa la suerte de llevarlo al exterior, como también en el corazón” […. La congregación […]“hace mucho bien a las almas en las misiones y otros ejercicios de piedad, máxime promoviendo en todos los corazones la verdadera devoción hacia Jesús Paciente, nuestra verdadera vida, y de esto hacemos un cuarto voto, y a este efecto nuestro Señor (el Papa) nos ha concedido llevar en el hábito y el manteo el Nombre dulcísimo de Jesús con el título de la Santísima Pasión grabado en letras blancas, con una cruz igualmente blanca, que en verdad mueve a gran devoción.”[…] Pablo quería escudos colocados en hábitos y manteos de tela sencilla. El trasfondo era la pobreza: “Vestir una pobre túnica negra de lana ordinaria, viviendo en altísima pobreza” Y sobre esto, el negro del fondo es […]el “luto en memoria de la Pasión y Muerte de Jesús y para que, al propio tiempo, jamás nos olvidemos de mantener en nosotros su continuo y doloroso recuerdo. Por lo mismo, procure cada uno de los pobres de Jesús insinuar a quien pueda la piadosa meditación de los tormentos de nuestro dulcísimo Jesús” […] 5 LA RIQUEZA DE LOS SÍMBOLOS_________________________________ Estamos llamados a hacer “Memoria de la Pasión de Jesús”, esto es, recordar en todo momento y para cada situación al “apasionado” Jesús de Nazareth. El escudo es una síntesis de nuestro carisma. El encierra en sus símbolos una multiplicidad de significaciones que atraviesan nuestra cultura y la de otros pueblos. Cada uno de ellos nos ayuda y anima a comprender esta misión de vivir y anunciar la Pasión. Recorramos algunos de ellos: EL NEGRO En general y en casi todas las culturas de la antigüedad y hasta ahora, es entendido en su aspecto frío y negativo. Contracolor de todo color, asociado a las Tinieblas primordiales. Se sitúa sobre el eje norte - sur, que es el de la trascendencia absoluta y el de los polos. Entre los pueblos, se distingue el negro como símbolo, según donde coloquen el fondo del mundo (infierno. El norte es negro para los aztecas y los chinos, el sur es negro para los mayas. El negro expresa la pasividad absoluta. Es color de duelo, pero abrumador. Una nada muerta después de la muerte del sol, como un silencio eterno, sin porvenir. Melancolía, pesimismo, aflicción, infortunio. En la Biblia y en otras culturas, el negro está relacionado con las pruebas. Asociaciones psicológicas y espirituales del negro están relacionadas con el mal, con el Príncipe de las Tinieblas, con las pruebas de la “noche oscura del alma”. Sin embargo, la experiencia oscura de la mística tiene encerrada la promesa de una aurora, puesto que allí se gestan nuestras mejores opciones. Hay dimensiones negativas, como el humor negro. Ver “todo negro”, “suerte negra”, etc. ( por no hablar de nuestras tristes expresiones racistas….) En la simbología de los sueños, la aparición de animales o personajes negros, muestran que tomamos contacto con nuestro propio universo instintivo primitivo y que se trata de iluminar o domesticar, y cuyas fuerzas debemos canalizar hacia objetivos más elevados También es el color del vientre gestador de la tierra, donde se opera la regeneración del mundo; de la tierra fértil; de las nubes cargadas de lluvia prometedora de fertilidad; de las aguas profundas, donde existe una gran reserva de minerales, alimentos, animales y misterios. Las grandes diosas de la fecundidad, diosas madres, son a menudo negras. El caballero del Apocalipsis monta un caballo negro, sostiene una balanza en la mano y debe medir el trigo, la cebada, el aceite y el vino, repartiendo así, en un período de hambre, productos cosechados del suelo fecundo de la gran madre Tierra. “Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada amada en el amado transformada! En la noche oscura Con ansias de amores inflamada ¡Oh dichosa ventura! Salí sin ser notada Estando ya mi casa sosegada” S. Juan de la Cruz. 6 EL BLANCO Está en el extremo opuesto al negro. Es el “candidus”, es decir, el color del candidato. Es el color que la mayor parte de los pueblos coloca al este y al oeste, los dos puntos donde nace y muere la luz del sol. El blanco del oeste es el blanco mate que lo introduce en el mundo lunar, frío, de la muerte, o la ausencia de colores. El del este, es el del retorno de la luz del alba, de las posibilidades de la vida. Uno viene de la matriz y va al brillo, otro va del brillo a la matriz. Para algunos pueblos, el nacimiento está precedido por la muerte, es un renacimiento. El blanco es el color de la muerte pero como luto esperanzado. Por eso, para los aztecas, los guerreros inmolados cada día, para asegurar la regeneración del sol eran conducidos al sacrificio ornados de plumones blancos y calzados de sandalias blancas que los aislaban del suelo. Con ello demostraban que no eran ya de este mundo y tampoco del otro. Es el color de los primeros pasos del alma. El color blanco del este, tiene ese misterio de lo que todavía no es, pero puede llegar a ser, el blanco de los iniciados. Es un momento donde se está en disponibilidad, como suspendido de una blancura hueca y pasiva. Dicen que de ahí surgió la tradición, tanto de poner una camisa blanca a los condenados, como un vestido blanco para la comunión y el casamiento, y también, nuestros dichos: “estoy en blanco”, “tengo la mente en blanco”… El blanco es el fin o el objetivo hacia el que se dirigen nuestras aspiraciones. “Dar en el blanco” es lograrlas en plenitud. También es el color de la paz y de las banderas de tregua. Es el color de la revelación, de la teofanía. El profeta Daniel ve a un anciano con las vestiduras y los cabellos blancos (Dn 7,9) y, los evangelios nos hablan de la transfiguración diciendo que las vestimentas de Jesús se habían vuelto “tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas” (Mc 9,3) LA RELACIÓN ENTRE EL BLANCO Y EL NEGRO. “Dios hizo al negro y al blanco sin declararlos mejores les mandó iguales dolores bajo la misma cruz pero también hizo la luz pa´ distinguir los colores” Martín Fierro En el extremo oriente, la dualidad del negro y el blanco es la luz y la sombra de todas las cosas, claridad y oscuridad, día y noche, tierra y cielo, yin y yan; tendencias opuestas y complementarias dentro nuestro. El yin-negro es lo femenino, terreno, instintivo, maternal. El yan-blanco es lo masculino, esfuerzo, salida, acción. Son inseparables, y el ritmo del mundo se da por su alternancia. A pesar de que representan dos contrarios no se oponen nunca de manera absoluta. Los seres humanos, el tiempo y el espacio son yin o yan. Todo tiene algo de ambos por su propio dinamismo. 7 EL CORAZÓN En nuestra cultura ubicamos allí la sede de los sentimientos, pero la mayoría de las culturas orientales localizan allí la inteligencia, la intuición y las decisiones. Para los aborígenes wuitoto, del sur de Colombia, la misma palabra dice corazón, pecho, memoria y pensamiento. Para la tradición bíblica (10 veces se utiliza para hablar del órgano y 1.000 para representaciones simbólicas) es el hombre interior, la sede de la sabiduría y la inteligencia. Es el centro: hablamos del corazón del mundo, del corazón de la tierra o del corazón de las frutas. Los celtas usan la misma raíz para decir corazón y centro. El doble movimiento hace del corazón una imagen de la expansión y reabsorción del universo. Es el lugar de la presencia de Dios, de la conciencia: “el corazón del creyente se encuentra entre los dedos del Misericordioso” (Corán), “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2,16) Allí también está el mal: “los designios del corazón del hombre son malos desde su juventud” (Gn ,21), “No son sus ojos los que están ciegos, son sus corazones en sus pechos, los que están ciegos” (Corán) Es un Triángulo invertido, símbolo de lo femenino, La enorme simbología que tiene el corazón lo vemos en muchas frases que provienen de diferentes culturas: “el corazón se rompió en su pecho” - de tristeza- (Irlandeses), “la función del corazón es gobernar” (Ismaelitas), “los grandes pensamientos vienen del corazón” (Pascal), “amar, de todo corazón”, “es el primero que se forma y el último en morir”(comentario rabínico), “poner el corazón”, “yo he visto a mi Señor con el ojo de mi corazón” (Musulmanes),”Yo duermo pero mi corazón vela”, “un corazón nuevo”, “una alianza impresa en el corazón”,“escribir la leyTorá en el corazón” (Biblia). LA CRUZ Es uno de los símbolos que se puede rastrear desde las culturas más antiguas: Egipto, China, Creta ( en donde se encontró una cruz del s. XV a. C.) Es un símbolo de la totalización espacial y de la unión de contrarios. También, ha tenido muchas interpretaciones teológicas a lo largo de la historia. Todavía existen textos teológicos y litúrgicos que nos hablan de una concepción de Jesús cuyo Padre quiso su sufrimiento para redimir al mundo. Necesitaba un sacrificio tan grande como su ofensa por el pecado del hombre. Hoy, tenemos una concepción profético-salvífica de su muerte, en sintonía con su vida y su predicación, culminación de sus opciones por la verdad y la justicia. Lo mataron, pero Él dio su vida. Es nuestro Salvador, por haber asumido el dolor, el pecado y la muerte y haberlos vencido en su capacidad de destrucción. La cruz muestra el triunfo del Crucificado, y su identificación con los crucificados. La cruz manifiesta, como decía Pablo a través de un “inmenso mar de amor y dolor”, la “más maravillosa obra del amor de Dios”. La cruz pascual, árbol de vida, denuncia del pecado del mundo. “pues son mis desdichas las de todos mis hermanos ellos guardarán ufanos en su corazón mi historia me tendrán en su memoria para siempre mis paisanos” Martín Fierro 8 LA CRUZ ENCLAVADA EN EL CORAZÓN; EL CORAZÓN DEL CUAL BROTA LA CRUZ. Siento que existen, al menos, dos miradas posibles sobre estos símbolos: Una de ellas, es ver cómo la cruz está colocada, impresa, clavada en el corazón. Es la experiencia de quienes hemos sentido que en la profundidad de nuestro corazón ha ido calando hondo la pasión. “Yo te veo, Señor, como un hierro encendido quemándome la carne hasta los huesos. Sigue, Señor, porque de ese hierro han salido mis alas y mi verso” León Felipe. También veo cómo el corazón le da sentido a la cruz, nos invita a mirar cordialmente la muerte, el dolor y el sufrimiento, para poderlo vivir pascualmente. Del corazón que ama, nace la pasión. Del corazón solidario brota asumir la cruz. Del corazón contemplativo surge una mirada diferente al Crucificado. Del corazón profético la cruz no permanece callada ante la injusticia. En la cultura hebrea, en la sangre estaba la vida. Por eso, creo que entre el corazón y la cruz debe haber un “flujo de sangre”, es decir, de vida en plenitud, de entrega total, de donación profunda. La sangre fluye entre el corazón y la cruz. LOS CLAVOS Nosotros tenemos una mirada pascual de la cruz. Pero, es fundamental que estén los clavos en el corazón. Ellos nos recuerdan la densidad del dolor de tantos hermanos que no pueden vivir pascualmente sus cruces. El sufrimiento lacerante y frustrante. Los clavos que aún persisten, crecen, surgen, permanecen en nuestro mundo. El pecado que hace sufrir tantos varones, mujeres, pueblos, continentes. Sobre todo, los Pasionistas queremos solidarizarnos con las consecuencias del dolor, pero vencer las causas del sufrimiento humano. Las llagas son las consecuencias, los clavos son las causas. Por eso, es importante que estén presentes como memoria, como dolorosa memoria. “tal vez otro habrá rodao tanto como he rodao yo y le juro, créamelo, que he visto tanta pobreza que yo pensé con tristeza Dios por aquí no pasó” Atahualpa Yupanqui 9 LAS LETRAS EN DOS IDIOMAS. En este tiempo de apertura, de mundialización, de encuentro de naciones y pueblos diferentes, las palabras del escudo, escritas en griego y latín, nos llaman a profundizar esta fraternidad universal. Nos invitan a un enriquecimiento mutuo y a un diálogo entre las culturas y las religiones. LAS RAMAS: Cuando se usó como sello de la Congregación, se le agregaron una rama de Olivo y una Palma. El Olivo de la paz, y la Palma de la muerte victoriosa de Jesús y de todos los mártires que, como él, dieron su sangre por la causa del Reino. EL TRÉBOL QUE RODEA A LA CRUZ. El trébol es la representación de la Trinidad, la comunidad de Dios que marca nuestra manera de vivir, de sentir y de encarar la vida. El trébol que San Patricio utilizó para poder expresar el insondable y maravilloso misterio de Dios. Allí estamos también nosotros, comunidad, pueblo, unidos en la igualdad y la diferencia. “¡Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar! Y así seguiremos andando curtidos de soledad nos perdemos por el mundo nos volvemos a encontrar y así nos reconocemos por el lejano mirar por la copla que mordemos semillas de inmensidad y así seguimos andando curtidos de soledad y con nosotros nuestros muertos pa´ que nadie quede atrás”. Atahualpa Yupanqui 10 UNA SÍNTESIS ABIERTA____________________________________ Nos unen al escudo, dimensiones históricas, simbólicas, afectivas y teológicas. Todas y cada una de ellas nos regalan un acercamiento a la espiritualidad Pasionista. El escudo es parte de los signos que animan nuestra MEMORIA. Es una realidad del pasado, que se remonta a Pablo de la Cruz, y, al mismo tiempo, nos abre al futuro. . El pasado nos llama, nos inspira. Es memoria del comienzo de un camino de espiritualidad, de una manera de vivir, sentir y anunciar a Jesús. Por eso, el pasado es nostalgia de un tiempo fundacional. Es importante volver al pasado, porque en él nos acercamos a los primeros pasos, a las intuiciones desprovistas de los condicionamientos que las estructuras fueron colocando. Hay que traerlo al hoy para que nos fortalezca en una búsqueda más genuina. El futuro también nos llama y nos inspira, pero como esperanza, porque no debe ser lo que sucederá y nosotros esperamos pasivamente, sino lo que entre todos haremos acontecer. También estamos llamados a traerlo al presente, porque él nos proyecta. Por eso, hoy, en este contexto de cambio de época en el que estamos viviendo, el escudo nos brinda algunos elementos valiosos para nuestro camino y nuestra búsqueda. Él era ante todo, para Pablo, un signo visible de una realidad más honda, la cual consistía en el hecho de que la cruz estuviera impresa, grabada en el corazón de quien lo llevara. La identificación que él mismo realizaba estaba referida a la vida, a la acción, a la opción fundamental por el Crucificado. No era un emblema para distinguirse o separarse, sino para que el corazón apasionado estuviera profundamente enraizado en la Cruz. Por otro lado, los símbolos del escudo logran una verdadera armonía al integrar aspectos diferentes, e incluso opuestos, que enriquecen la espiritualidad. Cada día más, nuestra vida se va vinculando con dimensiones diversas que nos invitan a integrar y armonizar en nosotros. La tela, sencilla, rústica, que marca nuestra vida de discípulos, es el trasfondo de la opción por los pobres, lugar teológico desde el que Jesús vivió y predicó. Estamos llamados a mirar, sentir y vivir desde los pobres, los excluidos, los que no tiene lugar en este sistema. Con ellos se identificó el Maestro Jesús, y desde ellos vivió y predicó. En nuestras tierras la tela que nos acerca a la historia aborigen, la wilpala, tiene los colores que nos recuerdan las diferentes etnias y culturas del Continente. El trébol nos invita a transitar juntos esta historia, en fraternidad, en comunidad, como el Dios trinitario. La vida del Padre, del Hijo y del Espíritu, nos muestra una manera de vivir, de vincularnos, de construir. 11 La cruz es memoria peligrosa de la vida, pasión y muerte de Jesús. Ella nos ha calado hondo en el corazón. Y es ese mismo corazón que nos permite vivir pascualmente las cruces, en una vida de contemplativos, testigos, profetas y solidarios, junto a los crucificados de hoy. A partir de ello, el negro de nuestras noches oscuras podrá buscar el blanco del alba para vivir una experiencia pascual en las pasiones propias y del mundo, tal como lo vivió Jesús... El blanco y el negro juntos, nos expanden a una relación respetuosa y armoniosa entre el varón y la mujer. Tenemos muchas vallas por derribar para que podamos enriquecernos con el aporte de cada uno. Tenemos mucho camino por recorrer para poder formar una comunidad como Jesús nos invita con su manera de vincularse, de amar, de sentir. Hay muchos espacios en los que no hemos ingresado o dejado ingresar, a fin de que en la iglesia y en el mundo, varones y mujeres, vivamos la igualdad en la diferencia. Nuestra misión y mirada universal, en el griego y el latín, nos expande a una fraternidad sin límites de “pueblos, tribus, lenguas y naciones”. Queremos vivir una identidad con raíces pero sin fronteras, acercándonos a los hermanos de otros credos, en un enriquecimiento mutuo por medio del diálogo intercultural e interreligioso. Cada día más, los procesos de integración al nivel de nuestro mundo nos invitan a una Mundialización de la fraternidad y la solidaridad, a sentirnos hermanados en la cercanía de nuestras distancias geográficas. 12 Queremos hacer memoria de todos aquellos que dejaron su sangre por la causa del Reino, desde tantos lugares, credos y culturas. Nuestros mártires de ayer y de hoy, son semilla de nuevos hermanos que quieren gestar un mundo más justo y solidario. Pero las palmas del triunfo de Jesús en la cruz, no podemos alzarlas con toda su plenitud. Aún hay mucho dolor y sufrimiento. Hay clavos, que reclaman nuestra tarea, porque queremos aliviar el sufrimiento de los pobres. Pero, para ello, debemos vencer las causas generadoras del dolor, la opresión, la injusticia, la muerte prematura de personas y pueblos. Algún día, desde el fondo negro de la fecunda tierra de la historia celebraremos la blanca paz, el Shalom del olivo para todos, la paz fruto de la justicia y la promoción de la vida: Esa es nuestra tarea y nuestra esperanza. 13 BIBLIOGRAFIA. Pablo de la Cruz, Cartas y Diario Espiritual, Madrid 1968. J. Chevalier y A. Gheerbrand, Diccionario de símbolos , Herder 1991. Enciclopedia DURVAN, Tomo XX. Enciclopedia ESPASA-CALPE. F. Giorgini c.p., Promover la grata memoria y el culto de la pasión de Jesús, Razón de ser de la Congregación Pasionista, Roma 1980. F. Giorgini, Historia de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, Vol I. Madrid 1984. L. Pérez Aguirre, La Iglesia increíble, Montevideo 1974. 14 “Nos unen al escudo, dimensiones históricas, simbólicas, afectivas y teológicas. Todas y cada una de ellas nos regalan un acercamiento a la espiritualidad Pasionista. El escudo es parte de los signos que animan nuestra MEMORIA. Es una realidad del pasado, que se remonta a Pablo de la Cruz y, al mismo tiempo, nos abre al futuro...” 15