Depero futurista - Lars, cultura y ciudad

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Depero futurista
Carlos Pérez
Fortunato Depero fue uno de los protagonistas de la cultura italiana de vanguardia, presentó una actitud
multidisciplinar muy acusada y, afín a las doctrinas de Marinetti, se perfiló como un auténtico artista
futurista. La velocidad, la repulsa hacia el arte del pasado, la actitud patriótica exacerbada o el culto a la
máquina, son algunas de las bases de la revolución artística que supuso el Futurismo.
Antecedentes: el Futurismo de Marinetti
Para entender el arte multidisciplinar de Fortunato
Depero, es necesaria una aproximación previa a lo
que fue el movimiento futurista, y lo que significó
en unos años de especial conflictividad en Italia,
donde el fascismo se hizo con el poder en 1922.
En 1909, cuando el Cubismo tenía ya dos años
de existencia, irrumpió en la escena literaria un
nuevo movimiento: el Futurismo italiano. El 20
de febrero del año mencionado, Filippo Tommaso
Marinetti publicó, en la primera plana de Le Figaro
de París, el primer Manifiesto Futurista que, unos
días después, declamaría bajo el título Fundación y
Manifiesto del Futurismo, en el Teatro Alfieri de Turín. F. T. Marinetti, poeta y dramaturgo (también
activista político), testigo y protagonista en los
cambios culturales acaecidos en París desde finales
del siglo XIX, intentó situar la cultura italiana en
esa línea innovadora de la modernidad europea, e
incluso en un lugar relevante de la misma. Se puede
decir que el vehemente escritor buscó la creación
de un movimiento que, a diferencia de otros, como
el cubismo, que circunscribían su acción sólo a nivel plástico o literario, implicara una nueva actitud
vital, siendo capaz de influir determinantemente
en la sociedad, de identificarse con los nuevos
avances tecnológicos, y de romper con todo lo tradicional (la herencia cultural de siglos anteriores
que el mismo Marinetti definió como molestas y
entorpecedoras “reliquias del pasado”).
En una Italia que había perdido el papel protagonista, característico en otras épocas, el Futurismo
fue el origen de una revolución intelectual y artística que se mantuvo (con cierta inestabilidad y dividido en dos periodos, marcados por las dos grandes
contiendas mundiales) hasta 1945. Y la corriente
(que tuvo una gran influencia internacional, aunque sólo a nivel estético), por su inicial vinculación
al fascismo (sus integrantes constituyeron el Partido
Político Futurista que se integró en los “Fasci di
combattimento”), así como por su fe ciega en las
palabras y en las formas modernas, se ha dado en
considerar como la primera de las vanguardias; unas
iniciativas culturales renovadoras que, para Giulio
Carlo Argan, son “movimientos que confieren al
arte un interés ideológico y que deliberadamente
preparan y anuncian una alteración radical en las
costumbres, al negar en bloque todo el pasado y
al sustituir la búsqueda metódica por una ancha
experimentación estilística y técnica”. A partir de
1910, a los literatos del movimiento futurista se
sumaron pintores, escultores, arquitectos, músicos,
fotógrafos y cineastas. Y cada uno de los grupos publicitó su adhesión y sus principios programáticos a
través de manifiestos, apoyándolos con publicaciones, conferencias, exposiciones y cualquier tipo de
acción que subrayara y evidenciara su presencia.
Efectivamente, Marinetti y los futuristas desde
sus exaltados manifiestos, octavillas y hojas de “nociones elementales”, defendieron, para que se diera
un cambio político, literario y plástico en la sociedad, los siguientes supuestos: una estética inspirada
en el dinamismo, la velocidad y las nuevas tecnologías; un comportamiento patriótico emotivo, vital,
agresivo, y partidario de soluciones bélicas; y coherentes con su idolatría por la técnica y la máquina,
un rechazo radical del pasado. Un buen ejemplo de
“auténtico talante y patriotismo futurista” lo dio el
propio Marinetti cuando en 1942, con sesenta y seis
años de edad, publicó el Canto a los héroes y a las
máquinas de la guerra mussoliniana y se unió a las
tropas italianas que combatían en el frente ruso.
Sin embargo, es necesario señalarlo, pese a ciertas posiciones individuales como la de Marinetti
(que en 1919, tras participar en la destrucción del
periódico socialista Avanti, y figurar entre los fundadores de la “Associazione degli Arditi” –grupos
paramilitares fascistas–, fue encarcelado junto con
Mussolini tras la derrota electoral del partido liderado por éste último), el Futurismo fue pasando,
poco a poco, de la connivencia a la difícil convivencia con el fascismo que, paradójicamente, se decantó por las propuestas culturales que se aproximaban
a las fórmulas de los grandes clásicos, consideradas
por los futuristas como de muy excesivo tono conservador. Se ha de indicar, asimismo, que en 1920
Marinetti se distanció del fascismo “por considerarlo reaccionario”, aunque volvió a la militancia
en 1924. No obstante, en 1923, con la publicación
del drama El tambor de fuego, Marinetti ya había
puesto fin al Futurismo como movimiento de acción política revolucionaria.
Algunas notas biográficas
Fortunato Depero (Fondo, Trentino, 1892 – Rovereto, 1960), fue pintor, escultor, escenógrafo, mu-
En la página anterior: Publicidad para Campari, Se la pioggia fosse di Bitter Campari (1926-27). Arriba: Depero (izquierda) y Marinetti (derecha) visten los chalecos diseñados por
Depero en el Congreso Futurista de noviembre de 1924.
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© De las reproducciones autorizadas. VEGAP. Valencia. 2006
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Depero futurista
© De las reproducciones autorizadas. VEGAP. Valencia. 2006
Depero futurista
ralista, arquitecto, escritor y diseñador gráfico e
industrial. Pero, sobre todo, fue futurista hasta el
final de sus días. En efecto, absolutamente fascinado por las doctrinas de Marinetti, se adscribió a dicho movimiento en 1914, y a juzgar por la vida que
llevó, y el arte que desarrolló, se le puede considerar
uno de los ejemplos más significativos y auténticos
de lo que se suele definir (en ocasiones con cierta
ironía) como artista futurista. Pero, aunque un año
después de su alineación en el Futurismo firmara
junto con Balla el manifiesto Reconstrucción Futurista del Universo, y entre 1917-1918 colaborara
con los ballets rusos de Diaghilev (y descubriera la
obra de los artistas más relevantes del momento,
como Picasso, Léger, Larionov, Juan Gris, Gontcharova, Gleizes y Malevich que le influirían en
gran manera) así como pusiera en escena los Balli
Plastici, un espectáculo de marionetas escrito por el
poeta suizo Gilvert Clavel, Depero realizó su producción más importante durante la época de entreguerras, en el periodo de la corriente que se ha dado
en denominar como “Segundo Futurismo”, muy
diferenciado de los llamados “Años Heroicos” (la
etapa que transcurrió entre 1909 y 1918, en líneas
generales alejada de las propuestas internacionales
de las artes aplicadas, y centrada en una pintura y
escultura que seguían, con mayor o menor fortuna,
distintas fórmulas postcubistas).
En esos años inmediatamente posteriores al
primer conflicto mundial, el Futurismo coexistió
con la instauración del régimen fascista, lo que ha
hecho identificar, en muchas ocasiones, tal vez de
forma precipitada, al movimiento artístico con el
político. Es evidente que ambas iniciativas partieron de bases ideológicas similares, pero se debe
advertir, como ya se ha mencionado, que el Futurismo se distanció de la doctrina de Mussolini
en tanto en cuanto éste último se aproximó a posiciones estéticas conservadoras (centradas en las
fórmulas del grupo “Novecento” y en lenguajes que
Depero fue pintor, muralista,
escenógrafo... Pero, sobre
todo, fue futurista hasta el
final de sus días
evocaban los fastos de la antigua Roma). Aunque
conocidos futuristas como M. Carli y E. Settimelli
alcanzaron cargos públicos y Marinetti fue nombrado académico, la mayoría de los futuristas nunca renunciaron a las proposiciones expuestas en sus
innumerables manifiestos, y exigieron a Mussolini
la vuelta al “fascismo primitivo”. Pese a todo, no
se dio una ruptura total: los fascistas toleraron a
los futuristas y éstos se vieron obligados a efectuar
concesiones, convirtiéndose en una “oposición
autorizada”. Dentro de ese complicado laberinto
político-plástico-literario, Depero no tuvo inconveniente en colaborar, sin problema alguno, con los
responsables culturales del régimen fascista. Y así lo
prueban, entre diferentes trabajos que realizó, los
carteles, maquetas gráficas, y proyectos de mosaicos, como Proclamación y Triunfo de la Tricolor (la
bandera nacional), para la estación de ferrocarril de
Reggio-Emilia, de 1935, o el de la Oficina Italiana
de Turismo de Berlín, de 1942, en el que destacó las
enseñas y símbolos del fascismo y del nazismo.
Pero, al margen de esas obras de claro significado político, Depero llevó a cabo una constante e
infatigable actividad como “artista futurista”. En
este punto, se ha de indicar la relación de Depero
con el aviador (también militante futurista y fascista) Fedele Azari, al que dedicó en 1927 el libro Dinamo-Azari. Depero Futurista, encuadernado con
dos tornillos de los usados en las carlingas de los
aeroplanos de la época, y que hoy está considerado como una de las publicaciones emblemáticas
del arte moderno. No es exagerado afirmar que las
ideas de Azari (que en 1919 había escrito el Manifiesto del Teatro Aéreo Futurista, y en 1925 otro
sobre una sociedad protectora de las máquinas,
presidida por Marinetti) que entendía la modernidad como una fusión de todas las artes, influyeron
en extremo en Depero. De ese modo, éste mantuvo
una actividad artística multidisciplinar que le llevó
a participar con sus obras en muestras destacadas
de pintura y escultura, como la Exposición Nacional del Futurismo (presentada en Milán, Génova
y Florencia en 1920), a construir en Rovereto la
Casa de Arte Futurista, a realizar la decoración del
Cabaret del Diavolo en Roma, en 1922 y, al siguiente año, a estrenar su obra teatral Anihccam
del 3000 en Milán. (continúa)
En la página anterior: Arriba, Rascacielos y túnel (1930); abajo izquierda, Cartel para Balli Plastici (1918); abajo derecha, Cartel para Il nuovo teatro futurista (1924). Arriba: El libro
Dinamo Azari. Depero Futurista (1927).
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