SOBRE LO ESTÉTICO

Anuncio
SOBRE LO ESTÉTICO
Laura Angélica Smith Rios
LA ESTÉTICA
Se ha llamado Estética a la reflexión acerca del arte. Esta rama de la filosofía nace de la curiosidad
por saber qué es el arte, cuál es el fundamento de las obras de arte, qué es la belleza, etc.
En realidad la Estética como ciencia filosófica aparece hasta el siglo XVIII, aunque entonces era
conocida como “teoría de la sensibilidad” o “estudio de la belleza”. Estética viene del griego
aisthesis que significa literalmente: sensación, percepción sensible.
La Estética como ciencia pretende fundamentarse en principios universales que apoyan la
indagación acerca del arte como su objeto de estudio. Precisamente por ello es compleja, ya que
es el intento explicativo racional de conceptos abstractos y experiencias sensibles. En otras
palabras, es muy distinto tener o vivenciar una experiencia estética, que tratar de explicarla o
hacer una reflexión acerca de ella. Y luego surge el problema: alguien que nunca ha tenido una
experiencia estética, ¿cómo va a pretender estudiar la experiencia estética o al arte?
Otras de las preguntas importantes que se hace la estética, son ¿todas las producciones que crea
el ser humano con fines expresivos pueden ser consideradas obras de arte? ¿el artista, cuando
crea una obra, lo hace para que genere en el espectador una experiencia estética o la experiencia
estética y la contemplación brotan espontáneamente en el espectador? ¿el arte tiene un fin en sí
mismo?
Preguntas como éstas nos muestran la complejidad que tiene la estética y las reflexiones tan
profundas que pueden aparecer en este intento de esclarecimiento.
LA APRECIACIÓN ESTÉTICA
Estamos rodeados de un universo de objetos estéticos, esto es, aquellos que pueden ser
catalogados como bellos o feos. Entre estos podemos mencionar: elementos arquitectónicos,
como un edificio o una casa; elementos naturales, como un paisaje o un animal; objetos
fabricados industrialmente, como un vestido o un automóvil. A esa capacidad humana de
considerar algo como bello o feo de acuerdo a gustos propios le llamamos apreciación estética.
La apreciación estética se relaciona con la sensibilidad y, por tanto, tiene que ver con la posibilidad
de expresar o manifestar de una manera propia, las emociones, ideas y sentimientos. Se dice que
el arte expresa nuestra sensibilidad, pero además la corrige, amplia o renueva, al utilizar la
creatividad como elemento transformador. La sensibilidad, como toda facultad humana, se
expresa o materializa en diferentes formas y de acuerdo con el modo de sentir del país, del grupo
social o la familia a que pertenece una persona, así como de su propia individualidad.
Si aceptamos que la sensibilidad es una facultad humana que todos poseemos y que por tanto
podemos desarrollar para mejorar nuestro ser, podemos comprender la importancia que tiene el
arte.
CATEGORÍAS ESTÉTICAS
Ante la necesidad de clarificar la experiencia estética generada en el observador a partir de su
contacto con una obra artística, surgen una serie de conceptos que pretenden describir o clasificar
dicha experiencia. Estos conceptos, conocidos como categorías o valores estéticos, son: la belleza,
la fealdad, lo sublime, lo trágico, lo cómico y lo grotesco.
La belleza
La primera categoría estética que se reconoce en los pueblos antiguos es “la belleza”, aunque de
inicio se le relacionó con lo “bien hecho” o lo “bien fabricado”.
Platón termina el diálogo de Hipias Mayor afirmando: “difícil cosa es lo bello”, heredando la
problemática a todos los pensadores posteriores. Desde entonces no han cesado los intentos por
esclarecer exactamente qué es lo bello.
La concepción griega clásica de la belleza habla del orden, la proporción y la armonía como los
principales aspectos que integran a lo bello.
Platón elabora una concepción metafísica de la belleza afirmando que es una idea eterna,
perfecta, inmutable, de la que participan temporal, imperfecta y diversamente las cosas bellas.
Santo Tomás en la Edad Media dice que lo bello es “lo que place a la vista”, por lo que se considera
un concepto que sólo existe en la mente de quien lo contempla.
En el Renacimiento se deja de pensar que la belleza de los objetos viene de Dios y se considera
que los objetos son bellos en sí mismos. Para León Bautista Alberti, teórico de la arquitectura
renacentista, “la belleza es una especie de armonía y acuerdo entre todas las partes que
constituyen un todo construido según cierta relación, cierto orden, tales como lo exige el principio
de simetría que es la ley más elevada y más perfecta de la naturaleza”.
Alrededor de 1920, Georg Lukács afirma que lo bello se encuentra en la unidad de contenido y
forma que tiene el propio objeto bello.
Es muy importante observar y señalar que los cambios ideológicos que se han dado en la historia
han marcado las pautas para las concepciones estéticas y por lo tanto de las definiciones de las
categorías estéticas, como en este caso ha sucedido a lo bello.
De esta manera lo bello como categoría estética tiene un carácter variable y diverso; que está en
constante cambio atendiendo a la historia del ser humano.
La fealdad
Ante la fealdad de un objeto estético, el sujeto lejos de sentirse atraído como le sucede con la
belleza, se siente molesto o asqueado. El objeto contemplado desagrada, repugna, duele. Es
justamente lo opuesto al efecto placentero que vive el sujeto en la belleza, pero finalmente es una
experiencia que se da en la esfera de lo sensible.
Los griegos asociaban bello con bueno y feo con malo, por ejemplo, los personajes de las tragedias
si eran buenos eran bellos y si eran malos eran feos. Es por ello que en ocasiones suele asociarse a
la fealdad con lo negativo.
Tanto en la naturaleza como en aquello creado por el hombre, es posible encontrar objetos que
por su condición se perciben como feos, como un árbol carcomido, una fruta podrida, un gusano,
un objeto sucio o descuidado.
¿Cabe admitir la fealdad como categoría estética?, ¿hasta qué punto la fealdad es admisible en
una historia de la estética que sólo ha considerado lo bello como estético?
En la concepción griega sería inadmisible, en la Edad Media la belleza es el más alto atributo divino
y la fealdad únicamente es posible en la vida terrenal, de hecho lo feo nos recuerda nuestra
naturaleza precaria, transitoria y humana. Lo feo existe en la vida real y se representa
artísticamente. Así, el pecado, la enfermedad y la muerte son temas de la fealdad.
Contrariamente, el artista del Renacimiento no le encuentra lugar a lo que carece de orden,
proporción y armonía. La búsqueda de la belleza anula a la fealdad tanto en el plano creativo
como racional.
En el siglo XVII y XVIII la fealdad toma un sitio importante con los pintores: Diego Velázquez,
Rembrandt, José de Ribera y Francisco de Goya. Lo feo se expresa en algunas de sus pinturas y
muestra cierta relación del hombre con el mundo, relación tensa, desgarrada que no se puede
plasmar con la armonía que manifiesta lo bello.
Durante la revolución artística que hizo surgir al arte moderno, se retoma la fealdad,
principalmente en las obras realizadas por los expresionistas y los cubistas.
Finalmente, la fealdad es considerada una categoría estética porque es un tipo de experiencia
sensible causada por una obra artística, cuya elaboración logra dicho efecto en el espectador.
Lo sublime
Otro concepto que ha nacido de la experiencia en el arte y que se le considera como categoría
estética es lo sublime. Esta palabra viene del latín sublimis, que significa elevado, que se levanta o
alza del suelo. Por lo que esta palabra se ha utilizado para designar algo excelso, eminente o
sumamente elevado.
El sentimiento que brota ante lo sublime es el de admiración. El hombre se eleva desde su
precariedad y limitación a algo superior, que se sale de lo cotidiano y normal.
Lo sublime se puede encontrar en la naturaleza, como ejemplo las cataratas del Niágara o una
lluvia de estrellas, también se puede aplicar a determinadas acciones humanas, como lo que han
hecho algunos hombres que arriesgan o sacrifican su vida. Lo sublime se aplica entonces a lo que
está dotado de un gran poder y grandiosidad y que opaca nuestra limitación humana.
Algunas obras de arte nos elevan sobre nuestros propios límites, nos arrebatan por su
grandiosidad o infinitud, nos estremecen. Experiencias que van acompañadas por la
contemplación gozosa de la magnificencia.
El filósofo Kant distingue lo bello de lo sublime, afirmando que en la belleza hay limitación y en lo
sublime hay ilimitación.
Por su parte, Hegel consideró que la categoría estética que rige en el arte antiguo oriental es la de
lo sublime. Y considera que esta categoría estética implica en el hombre el sentimiento de su
propia finitud y de su insuperable alejamiento de Dios.
Como se ha visto, el sentimiento de lo sublime se presenta en la relación entre la grandiosidad e
infinitud de una obra de arte y las limitadas fuerzas humanas. El hombre se eleva en la
contemplación de lo sublime.
Lo trágico
Se ha dicho que lo trágico es propio de la existencia humana, lo cual significa que en la vida
cotidiana el ser humano se puede ver afectado por acontecimientos desdichados, adversos y
lamentables.
Hay sucesos que afectan terriblemente la vida del hombre como algunos fenómenos naturales por
ejemplo, sismos, huracanes y tornados. También ciertas acciones o comportamientos del mismo
individuo sobre otros puede traer acontecimientos terribles que son calificados como trágicos, tal
es el caso de la guerra.
Las tragedias de la vida afectan considerablemente a las personas causando compasión, ira, horror
o indignación. Sin embargo, aquellos sucesos trágicos que se observan o se viven no crean por sí
mismos una experiencia estética, sino que requieren la intervención del artista para mediante la
interpretación y recreación de estos acontecimientos sean convertidos en una obra artística, capaz
de crear en el espectador sentimientos estéticos.
En las obras con carácter trágico se plantea una situación terrible, funesta y conflictiva, en la que a
veces el destino juega un papel crucial, como es el caso de las tragedias griegas. Generalmente
queda de manifiesto la imposibilidad de salir de esa situación, es un conflicto sin solución.
Para Aristóteles, la tragedia viene cuando la felicidad se transforma en desgracia. El personaje
trágico es un ser desdichado, ya que su vida desemboca en la desventura, por tanto su destino es
sufrir. Pero también el filósofo griego reflexiona en la manera en que afecta esta situación al
espectador. Éste efecto es llamado kátharsis, término griego que se traduce como “purificación”.
Así la tragedia libera al espectador de la carga emocional que se va acumulando.
Lo cómico
La risa es sin duda una reacción placentera que caracteriza la condición humana. Es producto de lo
que se ha llamado cómico, que se usa cuando algo es chistoso, chusco, festivo, jocoso, hilarante o
burlesco.
A la risa se le ha entendido de distintas formas a través de la historia, en la antigüedad romana
como un don de Dios o una fuerza creadora, en el cristianismo primitivo como una emanación del
diablo o fuerza destructora. Aristóteles afirmó que “el hombre es el único ser vivo que ríe”.
Aunque la vida cotidiana esté llena de situaciones cómicas, a éstas no se les puede considerar
como artísticas, ya que nos objeto de contemplación, ni generan placer al espectador. Una obra de
arte cómica no surge inesperadamente, sino que está hecha para suscitar en el espectador la risa.
Hegel y Kant consideran que lo cómico tiene una naturaleza contradictoria, ya que en lo cómico se
da la reducción repentina a la nada de una intensa expectativa. En otras palabras, el efecto cómico
surge de algo que se espera intensamente y se resuelve en una insignificancia. Hay una brusca
irrupción de lo inesperado, puesto que lo que surge es totalmente contradictorio a aquello que
por lógica se produciría.
También hay contradicción cuando son incompatibles los fines que se persiguen y los medios que
se ponen en práctica para realizarlos. Hay una inadecuación o desproporción. Dicha pretensión no
puede ser tomada en serio, mueve a la risa. Así, lo que parecía profundo se muestra superficial, lo
noble-vulgar, lo elevado-mezquino. Lo que funda la comicidad es la pretensión de valor de aquello
que no tiene valor en sí mismo.
Existen tres variedades de lo cómico: el humor, la sátira y la ironía. El humor es crítica, pero una
crítica comprensiva y compasiva. La sátira es un grado mucho más profundo de desvalorización del
objeto a tal grado que se concluye que el objeto como tal no merece subsistir, es la aniquilación
del objeto. La ironía revela la inconsistencia de un objeto; pero no es generosa ni compasiva como
el humor, tampoco aniquiladora como la sátira. Es una crítica disimulada, que se presenta de
manera oculta, que hay que leer entre líneas.
Lo grotesco
Este término aparece en la pintura ornamental romana a finales del siglo XV y consistía en un
conjunto de formas vegetales, animales y humanas que se combinaban fantásticamente. Bajo el
esquema clásico estas figuras sólo se podrían calificar de monstruosas.
Las pinturas del Bosco, los cuentos de Edgar Allan Poe, la pintura negra de Goya, la pintura
surrealista de Dalí y la Metamorfosis de Kafka son ejemplos de esta categoría estética, ya que son
obras extrañas, fantásticas, irreales y antinaturales. Estos son los elementos de lo grotesco.
En esta categoría hay entonces cierta transformación de lo real, perdiendo su consistencia y
volviéndose inconsistente y extraño. Lo grotesco desvaloriza lo real desde un mundo irreal y
fantástico. Lo grotesco muestra lo absurdo, lo irracional, en la realidad que se presenta como
coherente y racional.
Descargar