GEOGRAFÍA DEL MUNDO ÁRABE. Tema 2.- MEDIO NATURAL. A. Guión de la exposición: 6.- Condicionamientos climáticos e hidrológicos: aridez y continentalidad. 7.- Caracteres geológicos y geomorfológicos: relieve, hidrografía, suelos y vegetación: dominados por la aridez. 8.- Los paisajes naturales. Recursos, usos y aprovechamientos. 9.- Cuestiones medioambientales de especial estudio. B. Bibliografía: - BIROT, J. (1953) Le Mediterranée et le Moyen-Orient. PUF. Paris. 2 Vols. - BOUSTANI, R. y FARGUES, P. (1990) Atlas du Monde Arabe. Bordas. París. - CASAS TORRES, J.M. (1989) (Dir.) Geografía Descriptiva. Vols. II y III. Ed. EMESA. 4ª Reimpresión. Madrid. - DESPOIS, J. y RAYNALD, R. (1975) Géographie de l'Afrique du Nord-Ouest. Ed. Payot. París. - ISNARD, H. (1979) El Mogreb. Colección Elcano. Ed. Ariel. Barcelona. pp. 305. - LACOSTE, Y. y GHIRARDI, R. (1983) Geografía General física y humana. Ed. Oikos-tau. Barcelona. pp. 237. - LLUCH, E. (Coord.) y Otros (1981/84). Geografía de la Sociedad Humana. Vol. VIº "Unidad y diversidad del Tercer Mundo afroasiático" por RODES, J.M.; INIESTA, F. y LÓPEZ PALOMEQUE, F. Ed. Planeta, Barcelona, 1981/84. - MÉNDEZ, R. y MOLINERO, F. (1998) Espacios y Sociedades. Introducción a la Geografía Regional Mundial. Cap. XIIº "El Mundo Árabe-Islámico: tradición y cambio". Ed. Ariel. Barcelona. pp. 527-570. - VV.AA. (1990) Revue de la Faculte des Lettres de Tetouan. Numéro spécial sur le Rif l'Espace et l'Homme. nº 4. Université Abdelmalek Essaâdi. Tetuán. En especial el apartado "Dynamique du Milieu naturel" pp. 5-92. El objetivo básico de este tema es presentar de forma esquemática y sintética los caracteres naturales más sobresalientes del Mundo Árabe, anteriormente delimitado. Se trata, obviamente, de ofrecer un conjunto de informaciones de carácter geográfico (clima, relieve, vegetación...) y por ello el tema presenta un perfil informativo. No obstante, en la medida de lo posible y en sintonía de síntesis se intenta razonar el por qué de estos datos e informaciones de carácter natural, así como su importancia como recursos (económicos, turísticos, ecológicos...) y sus limitaciones como condicionantes negativas al desarrollo. Se aconseja seguir este tema (en realidad, todos) con un Atlas. Un mapa de la zona es de vital importancia para ubicar los hitos geográficos que se referencian (golfos, desiertos, ciudades, mares, estrechos, relieves, localización de recursos...) así como para comprender global y conjuntamente la naturaleza y ciclos de algunos de los fenómenos que se presentan. 6.- Condicionamientos continentalidad. climáticos e hidrológicos: aridez y En la configuración del medio físico en que se desenvuelven las poblaciones de los países árabes el clima tiene un notable protagonismo. En términos generales, el rasgo más destacado del mismo es la escasez de precipitaciones, ya que la mayor parte de los territorios considerados reciben menos de 250 mm. anuales de lluvia y conocen veranos largos y extremadamente secos. Por supuesto, algunas áreas (más o menos puntuales) escapan a tal aridez y las partes más elevadas del Líbano y del Atlas mogrebí reciben por encima de 750 mm. anuales de precipitación, en parte en forma de nieve. Las lluvias invernales las causan las depresiones atlánticas que desde octubre hasta mayo penetran por el Mediterráneo y alcanzan hasta el Golfo Pérsico; alguna de ellas irrumpe por el mar Rojo para provocar las esporádicas y escasas lluvias que su litoral conoce. También en el propio Mediterráneo se originan bajas presiones, que suelen concentrarse en el golfo de Sirte o en Chipre y que afectan a todo su litoral oriental. Por otra parte, las lluvias del Monzón de verano alcanzan a algunas regiones, como Omán, el Yemen y el sur de Somalía y de Sudán. Este último territorio y los macizos saharianos reciben también salpicaduras de las lluvias tropicales veraniegas. Las temperaturas son variadas: suaves en el litoral, principalmente en el Mediterráneo, y bastantes frías en los macizos montañosos, donde no es rara la nieve, incluso en el Yemen. Pero el rasgo dominante en las regiones interiores es la continentalidad, que ocasiona una gran diferencia de temperaturas entre el invierno y el verano y, sobre todo, una fuerte oscilación térmica entre el día y la noche, que se deriva de la débil o nula nubosidad y la muy baja humedad relativa del aire. En el Magreb (región occidental) las precipitaciones disminuyen con el mayor alejamiento de la costa, pasándose de los 400 mm. de lluvias en la fachada norte del Atlas --e incluso 1000 mm. en puntos del Rif y la Kaliba-- a los 250 mm. de la vertiente sahariana. Ocurre lo contrario con la amplitud térmica anual, que de alrededor de los 25 º C en el desierto disminuye hasta unos 13 º en el litoral. En Egipto, Libia y el norte de Sudán el clima es desértico, con algunas influencias mediterráneas en la costa. Así, en Alejandría la precipitación anual es de unos 150 mm., que se reducen a 42 mm. en El Cairo y a menos de 1 mm. en Asuán. En Libia sólo un 5 % del territorio, una estrecha franja litoral, recibe más de 100 mm. al año; éstos llegan a ser de unos 650 mm. en el macizo de Yabal al-Adjar, que condensa los vientos húmedos del Mediterráneo. En el interior del desierto líbico transcurren años enteros sin ninguna precipitación. El norte de Sudán tiene también un clima extremadamente árido, pero sus provincias meridionales se caracterizan por un régimen tropical de lluvias, que alcanzan entre los 800 y 1600 mm. al año, y una oscilación térmica poco marcada. En los más orientales de los países considerados, únicamente en las laderas del Elburz y el Zagros se registran precipitaciones de más de 500 mm. al año; en la mayor parte de su territorio dominan también condiciones de gran aridez. Las diferencias de temperaturas están muy determinadas por el relieve y por la continentalidad, observándose fuertes amplitudes anuales en las regiones del interior (Riyâd, 20,7º). Otros dos rasgos deben considerarse, por último, para acabar de establecer este cuadro climático de síntesis. Por un lado, la frecuencia de vendavales calurosos del desierto, cargados de arena y que azotan a la mayoría de los países, donde reciben denominaciones diversas (harmatan, simún, jamsin, guiblí, sehili...). Por otro lado, que en el litoral del Golfo Pérsico y del mar Rojo y en los sistemas fluviales del Nilo, Tigris y Eúfrates la fuerte evaporación origina una elevadísima humedad relativa del aire. En definitiva, pues, las condiciones climáticas endurecen significativamente el medio en que los grupos humanos tienen que desenvolverse y limitan las opciones alternativas en cuanto al uso de los recursos y la organización del territorio. ----------------------------------------------------------------------------------------------El video sobre "La Desertización" de la serie El Planeta Milagroso (cap. IX) completa de forma significativa la importancia del clima en el Mundo Árabe y pone en evidencia las negativas repercusiones del avance de la desertización, tanto para el área considerada como para el resto del planeta. 7.- Caracteres geológicos y geomorfológicos: relieve, hidrología, suelos y vegetación: dominados por la aridez. 7.1.- Relieve dual y grandes ríos alógenos o alóctonos: En el territorio de los países árabes se distinguen dos grandes zonas geológicas. Una de ellas corresponde a un gran geosinclinal que estuvo ocupado por mares profundos y en el que se localizan los yacimientos petrolíferos. Esta zona constituye el borde norteño de la segunda, que pertenece a una gran placa tectónica continental. Según la Teoría de la Tectónica de Placas, en la línea de avance a que corresponde aquella zona norteña emergieron grandes cadenas montañosas de material sedimentario, cordilleras alpinas que discurren paralelas en sentido este-oeste o nordeste-noroeste y comprenden desde el Atlas marroquí hasta los montes Zagros y Elburz, éstos ya en Irán. En esta zona de contacto la inestabilidad de la corteza terrestre hace que sean frecuentes los terremotos. En cuanto a la primera zona, en África del Norte se distinguen, por una parte, el Atlas Telliano, donde con las cordilleras se intercalan llanuras sublitorales (Chélif, Mitidja) o interiores (Tremecén), muy aptas para el aprovechamiento agrícola, y, por otra parte, el Atlas interior, que supera los 4000 m de altitud en el alto Atlas marroquí, los 2500 m en Argelia y los 1500 m en la dorsal tunecina. Y en su extremo oriental esta zona de colisión presenta una gran área fallada y dislocada en los altiplanos de Irán y algunas cadenas montañosas de gran altitud, como en los montes Elburz, donde el Damêvend alcanza los 5670 m. A este relieve terciario se agregan remanentes de anteriores períodos geológicos (paleozoicos y mesozoicos), que hacen muy compleja su estructura, como en el interior de Irán, donde los altiplanos situados entre 400 y 1000 m de altitud son antiguos núcleos hercinianos rodeados por bordes montañosos terciarios. Esta estructura de forma de cubetas se da también en el Mogreb, donde frecuentemente constituyen cuencas endorreicas, denominadas "chott". La segunda zona está formada fundamentalmente por un zócalo precámbrico que aflora en algunos puntos, como el Antiatlas marroquí (2400 m) y el Ahaggar, en el Sahara argelino. En otros lugares este basamento está recubierto por materiales secundarios o terciarios --calizas y areniscas--, que han dado origen a relieves diferenciales, como el macizo de Tassili (2158 m) o el relieve del Sinaí o de Nubia. En ciertos casos esta cobertura, muy alterada, se presenta bajo la forma de una inmensa hamada o desierto rocoso, mientras que en otros aparece como erg o mar de arena (cadena de dunas). La gran línea de fallas que por el mar Rojo y el golfo de Adén se adentra luego en el África oriental se originó por la inflexibilidad de este basamento y la separación de la placa arábiga y la placa africana desde mediados del Terciario, lo que provocó una importante actividad volcánica, atestiguada por las islas del estrecho de Bâb al-Mandab. Este zócalo impermeable, recubierto por rocas más porosas, ha favorecido el almacenamiento de las aguas de lluvia, que ha originado importantes acuíferos en los bordes de los desiertos del Sahara y de Arabia. En algunas áreas, y debido a la erosión, se han formado depresiones, donde el agua aflora por presión hidrostática, como ocurre en el oasis de Kufra (Libia) y en la depresión de Qattâra (Egipto), lo que abre perspectiva de desarrollo agropecuario. En una buena parte del área estudiada la escasez e irregularidad de las precipitaciones hace que los cursos de agua predominantes sean los "uadi" esporádicos, importantes agentes de erosión responsables de un relieve tormentoso de bad-lands. Con todo, aquellos "uadi" cuya cabecera se alimenta de precipitaciones nivales tienen caudal asegurado durante la primavera; es el caso, en el Mogreb, de los ríos Sebu, Muluya, Chélif y Medjarda, cuyo estiaje es luego acusadísimo y prolongado. La irregularidad de las precipitaciones y la disposición del relieve dan lugar a numerosas cuencas endorreicas, sobre todo en África del norte y en Irán. Los grandes ríos de la región --el Nilo, el Eúfrates y el Tigris-- son alógenos o alóctonos, como en Somalía lo son el Yuba y el Shebeli. El Nilo nace en la región de los Grandes Lagos del África oriental, y gracias a sus afluentes sudaneses, nacidos en las tierras altas de Etiopía, conserva un importante caudal a través de más de 200 Kms. de desierto. Su crecida anual en verano se debe al régimen pluviométrico de la cabecera, y durante milenios ha pautado la actividad agrícola en el valle, hasta que la terminación de la gran presa de Asuán ha regularizado definitivamente el caudal del río en Egipto. El Tigris y el Eúfrates nacen en el altiplano armenio, si bien el Tigris recibe importantes afluentes nacidos en los montes Zagros; ambos ríos se unen en su curso bajo y forman el Satt al- Arab. La aportación hídrica inicial se debe al deshielo primaveral, la fuerte evaporación veraniega provoca una gran concentración salina en las aguas. Por otra parte, la escasa pendiente que siguen los ríos en su curso bajo origina importantes depósitos aluviales y da lugar a extensas zonas pantanosas. El aprovechamiento de esta cuenca siempre ha planteado mayores problemas técnicos que la del Nilo, de modo que los períodos de falta de control centralizado del complejo sistema de canalización y avenado se han reflejado en importantes retrocesos de la superficie agrícola. 7.2.- Los suelos y la vegetación: del desierto al bosque. Debido a la escasez de lluvias y a las temperaturas elevadas, los suelos tienden a ser muy alcalinos y de tipo esquelético en la mayor parte de la región, que en líneas generales se caracteriza por la parquedad de vegetación natural. Desde este punto de vista pueden distinguirse algunas grandes zonas características: Una zona desértica de gran extensión, donde el agente modelador más importante es la erosión mecánica, debida a fuertes oscilaciones térmicas, súbitas avenidas y grandes vendavales. No son raras las vastas costras de sal en cuencas naturales desprovistas de toda vegetación, que en África del norte se denominan "sebja". En otros puntos, como el oeste de Libia y el Sinaí, el viento ha creado acumulaciones de loes con finas partículas de arcilla y limo, que dan suelos fácilmente cultivables si se dispone de agua dulce. Pero en toda la zona la vegetación es muy escasa, a base de plantas xerófilas y halófilas, principalmente matorrales espinosos, como el tamarisco. Una zona esteparia, asimismo muy extensa, donde se encuentran suelos de tipo chiernozion, en el que la concentración de sales no se efectúa en la superficie, sino en horizontes inferiores. La vegetación es precaria, por la escasez de precipitaciones y la oscilación térmica, y buena parte de ella desaparece durante el verano. El pastoreo nómada es la principal forma de aprovechamiento humano de estas tierras, cuyo uso agrícola no puede ser más que subsidiario, por la aleatoriedad de los resultados. Una zona húmeda y subhúmeda, en la que hay que incluir variantes locales muy diversas, que comprende una superficie territorial relativamente pequeña del conjunto de estos países, pero que alberga y sustenta a la casi totalidad de su población. Destacan en ella las regiones de más acusada influencia mediterránea, como el litoral de África del norte, el del Líbano y de Siria y el noroeste de Irán. Hay bosques de caducifolios templados en la vertiente de los montes Elburz que da sobre el mar Caspio, mientras que en otras áreas montañosas predominan el bosque de encinas y pino de Alepo y, sobre todo, la maquia o la garriga en suelos calizos; en algunos macizos, entre los 1300 y los 2500 m reina el bosque de cedros. En estas zonas de características mediterráneas destacan los suelos de tipo "terra rossa", con gran capacidad de retención de humedad, pero también muy vulnerables a la erosión; hay importantes extensiones de suelos de tipo costra en regiones calizas, de difícil aprovechamiento agrícola. Cabe incluir en esta zona los valles aluviales de los grandes ríos de la región, donde los depósitos de limo han creado excelentes suelos agrícolas, siempre que se controle el proceso de salinización; en las áreas pantanosas que se forman por la escasa pendiente, sobre todo en la Baja Mesopotamia y en Sudán, la vegetación que predomina es la de papiros, lotos y juncos. Por último, los reductos montañosos de la Península Arábiga, el sur de Somalía y el de Sudán presentan características tropicales, tanto en la vegetación espontánea como en los cultivos a que más se prestan los suelos, cuyo mayor peligro de deterioro reside aquí en la lateritización. 8.- Paisajes naturales. Recursos, usos y aprovechamientos. Resultan cada vez más necesarios los enfoques que tengan como perspectiva las preocupaciones por el paisaje y por las cuestiones medioambientales, con planteamientos más territoriales, para determinar posteriormente las cargas de desarrollo económico existentes en las diferentes áreas del planeta. El desarrollo económico, como veremos en el tema pertinente, es algo más que crecimiento económico, sobre todo si este se basa en la creencia del carácter ilimitado de los recursos terrestres. El Mundo Árabe, en razón a sus caracteres naturales antes descritos, presenta recursos (donde han de destacarse positivamente los energéticos --petróleo y gas-- y los minerales --cobre, hierro, fosfatos...--), pero también carencias de éstos, destacando con luz propia el agua. Sin duda uno de los problemas más preocupantes de la región, capaz de crear conflictos geopolíticos (geopolítica del agua) es la aridez. El clima en su relación con la agricultura, el turismo, la vegetación y el recurso agua resulta un factor que se puede considerar, dada la ausencia de éste último recurso, limitante. Si bien no para todo el conjunto territorial lo es: las zonas costeras tienen agua, notables aprovechamientos agrícolas y un potencial prometedor desde la perspectiva del desarrollo turístico. El relieve, en general, se puede considerar como favorecedor o condicionante de estructuras políticas, de ejes y corredores, de actividades agrarias, de ofertas mineras, etc... Para el Mundo Árabe, el relieve no es condicionante de las estructuras políticas (por ejemplo, el trazado de las fronteras obedeció a intereses coloniales y fue prácticamente realizado a "escuadra y cartabón”); tampoco determina corredores o ejes territoriales en el conjunto, si bien en diferentes países adquiere este aspecto matices: por ejemplo, Egipto queda estructurado por el eje del Nilo. La configuración territorial del Mundo Árabe ha determinado, ya veremos, corredores/pasos --en especial marítimos--, de gran relevancia geoestratégica: Estrecho de Gibraltar, Canal de Suez, Estrecho de Ormuz, mar Rojo... Las actividades agrarias, más que por el relieve, están condicionadas por el clima... y las ofertas mineras son importantes en el conjunto regional en estudio. Cabe decir que este epígrafe ofrece un gran campo de discusión y de reflexión, partiendo de la base que el final han de ser analizadas las incidencias que los recursos naturales tienen de cara al actual y al futuro desarrollo económico de este conjunto de países. 9.- Cuestiones medioambientales de especial estudio. Elaborad este epígrafe vosotros; quizá haya que empezar por definir el concepto medioambiente; por reseñar brevemente la historia y la paulatina concienciación por él del Mundo (o de algunos países, curiosamente los llamados "desarrollados") y aterrizar en la Conferencia de las Naciones Unidas de Río de Janeiro sobre Medioambiente y Desarrollo del año 1992 y la de Johanesburgo del 2002. A partir de aquí ver qué incidencias para esta región tienen los convenios (Cambio Climático, Biodiversidad, Agenda XXI) o principios de acuerdos (Declaración de Conservación de los Bosques o Declaración de Río). O lo que se os ocurra. El vídeo sobre el Avance de la Desertización puede servir, asimismo, como pretexto para este epígrafe, ya que trata uno de los problemas ecológicos más importantes que esta zona del planeta tiene planteado: la desertización, conjuntamente con el riesgo de erosión y la degradación del suelo, la deforestación (pérdida de bosques), los usos de los recursos naturales (pesca, usos tradicionales de la tierra, del agua y de otros componentes de la biodiversidad y del patrimonio etnobiológico y etnoecológico), conservación del paisaje y de la biodiversidad (especies y hábitats), recursos hídricos, gestión sostenible e integrada de la zona costera, el mar, humedales, gestión de áreas protegidas, etc...