1 CORINTIOS 11:17-34.- INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

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1 CORINTIOS 11:17-34.- INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR
Por DANIEL CABARCOS
Este texto es el más antiguo, literariamente hablando, de la institución de la Cena del
Señor y tiene afinidad, aunque diferente, con Lucas 22:15-20.
La sociedad greco-romana estaba estratificada de forma piramidal. En la cúspide la aristocracia y en
la base, el proletariado (HUMILIORES), compuesto por todos los que tenían que trabajar para vivir.
Un factor de mucho peso social era la libertad del individuo. Ser libre era mucho más
importante que ser rico o pobre. Los nacidos libres estaban por encima de los libertos y de los
esclavos. Este posicionamiento social era más que una etiqueta. Significaba derechos y
privilegios, poder e influencia y esto tenía su relevancia en cuanto al fuero legal y jurídico
y también en el trato en las “celebraciones sociales públicas”.
Corinto era una ciudad muy heterogénea en cuanto a su composición social. Al ser una urbe
importante y un gran puerto comercial, las diferencias sociales estaban muy marcadas. La sociedad
del siglo I era una sociedad muy desigual socialmente. Había gente muy rica y gente muy pobre.
La iglesia de Corinto, en su estratificación social, sería una muestra del resto de la
sociedad. El elemento más importante de las reuniones comunitarias era el ágape
fraternal, que era una verdadera comida para satisfacer el hambre, a menudo la única
comida del día. Y aunque eran celebraciones religiosas, servían también como práctica del “amor
recíproco”, para que comieran los pobres, huérfanos y viudas. “Pues qué, ¿no tenéis casas en que
comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué
os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.” (1 Co.11:22).
En 1 Co.11:18 Pablo habla de divisiones: SCHISMATA=SCHIZÔ (significa escisión-ruptura,
hendidura, desgarro). La raíz de esta palabra puede significar también una “astilla de madera”. No
se refiere aquí a divisiones en diferentes organismos, sino a tendencias sectarias, a desgarros
en la unidad que se ponían de manifiesto en la celebración de la Cena del Señor.
Por la literatura cristiana primitiva, se sabe que se celebraba una comida comunitaria en la que
cada uno aportaba según sus posibilidades. Al final de este ágape se celebraba el acto de la
eucaristía (Cena del Señor) propiamente dicho, que era su punto culminante. “y habiendo dado
gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto
en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa
es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.” (1
Co.11:24-25).
Estas divisiones sectarias ponían en peligro la eucaristía puesto que unos se adelantaban a comer su
propia comida, otros pasaban hambre y otros se emborrachaban: “Cuando, pues, os reunís
vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su
propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.” (1 Co.11:20-21). Esto indica que la justa
distribución de los bienes dentro de la comunidad dejaba mucho que desear. Unos vivían
disipadamente y otros pasaban hambre y se avergonzaban de su pobreza. De este modo, la
comunidad que debía estar basada en la “fraternidad”, ofrecía en los ágapes una imagen de
desigualdad social propia de los paganos, los cuales celebraban también comidas comunitarias, los
pertenecientes a los “Collegia”, asociaciones religiosas o profesionales, en las cuales se ponían de
manifiesto las diferencias sociales.
En 1 C.11:33 vemos que se manda esperar unos a otros para comer. Posiblemente los menos
acomodados y que son objeto de postergación y falta de respeto, son personas de baja
categoría social que no pueden desligarse fácilmente de su trabajo, o esclavos que no son
dueños de su tiempo y llegaban tarde sin que los hermanos más acomodados los tuviesen en
consideración. Todos, incluso los más pobres (los esclavos), participan de la Cena del
Señor, pero previamente habían sido despreciados y ninguneados. Pablo amonesta con energía. No
se puede celebrar con dignidad la Cena del Señor cuando antes se han infringido los
deberes de respeto (solidaridad) hacia los hermanos y de modo tan escandaloso. Pablo
dice que el banquete comunitario va más allá de una mera comida, que se trata de un acto íntimo
celebrado con la familia de la fe y que por tanto, exigía respeto al grupo. Así que, “el que no
pueda aguantar el hambre que coma en su casa: “Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y
bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré?
¿Os alabaré? En esto no os alabo.” “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os
reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.” (1 Co.11:22, 34). Pablo
viene a decir que el ágape es más que para nutrirse, es comunión antes que nutrición y
Pablo critica duramente los excesos porque ponen en peligro la comunión, puesto que estas
manifestaciones de desigualdad social, humillación y falta de respeto, crearían problemas y
rencores.
Estos acomodados despreciaban a los más pobres en el ágape y luego pretendían, con falsa
piedad (hipocresía), unirse con ellos en la Cena del Señor. Estas actitudes amenazaban le
esencia de la convivencia cristiana
¿Por qué la teología protestante dice que el pan y el vino son símbolos si la palabra ‘símbolo’ no se
menciona en el N.T.? ¿Quién crea ese simbolismo? Es Jesús quien crea ese simbolismo con sus
palabras: “ESTO ES…” Pero ¿qué es un símbolo? Una de las cosas que nos diferencian de los
animales es el lenguaje. El hombre nombra y escribe las cosas por medio de letras, signos, sonidos,
los cuales, ordenados, tienen sentido por convención social, no necesitando así que esas “cosas”
estén presentes para referirse a ellas. Esto hace que podamos “representar” la realidad de las cosas
independientemente de las cosas mismas (un signo es una realidad que al ser conocida lleva a
conocer a otra). El diccionario define ‘símbolo’ como una representación sensorialmente
perceptible de una realidad en virtud de rasgos que se asocian a éste. Por una convención
socialmente aceptad, el símbolo pone dos componentes, uno vivencial pre racional con raíces en el
mundo de las emociones y otro racional perteneciente a la conciencia refleja. En resumen, un
‘símbolo’ es un signo que comunica emociones. La imagen o realidad en la cual se encarna
se llama ‘significante’ (pan, vino). La experiencia emocional expresada es el “significado”.
Esta expresión procede del griego SUMBALLO (arrojar con, poner juntamente, comparar). Comparte
raíz con PARABOLA de PARA= al lado y BALLEIN= arrojar.
Uno de los principales motivos del símbolo es pedagógico, es información concentrada. El pan y el
vino son símbolos objetuales (objetos) y nos llevan, no solo por convención social, sino por
institución divina a una situación vivencial-emocional que todos compartimos aunque no totalmente,
puesto que hay parte de esas vivencias que son personales, individuales.
“Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para
lo peor.” (1 Co.11:17)
PARAGELLO. Esta palabra que nuestras Biblias traducen ‘anunciaros’ y que otras traducen
‘instrucciones’, significa “una orden que se da con AUTORIDAD a una persona o a un grupo. En este
caso son órdenes a la Comunidad acerca de su comportamiento durante la Cena del Señor y con el
motivo de corregir los desmanes producidos en sus reuniones.
“Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en
parte lo creo.” (1 Co.11:18)
DIVISIONES = SCHIZÔ, que significa ‘hendidura’, ‘desgarro’, ‘comportamiento sectario’ que se
emplea en este versículo y en el anterior el vervo SUNERCHOMAI (congregarse, reunirse, estar
juntos). Por eso Pablo no los alaba porque se juntan para lo peor, no para la unidad sino
para mostrar sus divisiones, sus desgarros internos. Un cuerpo cuyos miembros están
separados, quitándole así funcionalidad. En lugar de reunirse para edificar la iglesia, se reunían
para mostrar su división.
“Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre
vosotros los que son aprobados.” (1 Co.11:19)
Se emplea aquí una palabra: AIRESIS, que significa “opinión de escuela” o “partido” o “de una
fracción”. De aquí procede nuestro término ‘herético’.
Aquí se habla de diferentes opiniones, de formas alternativas de pensar o entender las cosas. Estas
opiniones son las que generan los diferentes bandos disputándose las conciencias de los
más débiles e influenciables.
El cristianismo no demanda pensamiento único, pero sí demanda un mismo sentir o
pensar en cuanto a lo esencial que es la unidad en Cristo como cuerpo y unidad como una
forma de testimonio al mundo. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis
amor los unos con los otros.” (Juan 13:35). Cualquier opinión que se ponga por encima de
esta es errónea de por sí.
Pablo dice que el tiempo manifiesta que opiniones o bandos son los APROBADOS = DOKIMOS
(acreditado, verificado, reconocido auténtico).
Creo que debe respetarse la opinión de cualquier hermano cuando tenga fundamento, pero cuando
se generan opiniones irreconciliables acerca de cualquier tema, la solución no es la división. En
estos casos creo que se debe esperar a que Dios muestre, con el tiempo, las APROBADAS.
“Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.” (1 Co.11:20)
Con sus comportamientos, habían desvirtuado la esencia de la Mesa del Señor. Se reunían para
poner de manifiesto sus desavenencias, sus pleitos personales y no la unidad en Cristo que es el
motivo de la Cena del Señor. Por eso Pablo dice que se reúnen para lo peor.
“Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se
embriaga.” (1 Co.11:21)
Se explica aquí de forma más clara este comportamiento, esta visión corrompida de la Mesa del
Señor, que no tiene en cuenta las necesidades ni los problemas de los demás, totalmente
carente de empatía. Cada uno mira lo suyo, satisfacer sus propios apetitos, de ahí este
comportamiento egoísta y despreciativo. Unos se emborrachaban y comían su propia comida
adelantándose a los demás, a los que carecían de medios y éstos, que llegaban tarde, pasaban
hambre y se sentían avergonzados. Estas actitudes eran peores que en los banquetes de los
paganos. Eran conductas más propias de falsos profetas y falsos maestros que atentan
contra la Iglesia de Dios que de cristianos. “recibiendo el galardón de su injusticia, ya que
tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun
mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.” (2 Pe.2:13). “Estos son manchas en
vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin
agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y
desarraigados;” (Judas 12). Era la conducta propia de los libertinos, sin ningún temor acerca de lo
que significaba el ágape cristiano en el cual, como ya hemos visto había un gran componente de
solidaridad con los hermanos más necesitados, pobres, huérfanos y viudas, los cuales
podían comer en él.
“Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y
avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.” (1
Co.11:22)
Dice Pablo “si tenéis hambre, comed en casa” y les hace estas preguntas retóricas poniéndoles de
manifiesto en qué redunda su actitud, aunque no sean conscientes.
Se emplea aquí un verbo: KATAFRONEÔ que significa despreciar, trato despectivo, mirar con
desdén, con superioridad, pensar bajo acerca de algo. Sus actitudes ponían de manifiesto el
escaso y bajo entendimiento que tenían acerca de lo que significaba la iglesia de Dios. Ya
no es que fueran niños espirituales, es que se comportaban peor que los paganos. No sabían lo
que significa pertenecer al cuerpo de Cristo y eran piedra de tropiezo y destruían la
Iglesia de Dios (“No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;” (1 Co.10:32)).
Con su comportamiento AVERGONZABAN = KATAISCHUNETE (poner en vergüenza, deshonrar en el
sentido de afear). Esta actitud tenían algunos hacia los más pobres; hacían claramente
acepción de personas (Stgo.2:1-7). La Cena del Señor trataba de poner de manifiesto la
unión, la solidaridad en Cristo y aquí se hacía todo lo contrario. Pablo, mediante las
preguntas irónicas de este versículo, trata de que ellos mismos cobren conciencia de los efectos que
causan sus actitudes.
Todos debemos reflexionar más acerca de la repercusión de nuestros actos, porque no
estamos en cualquier lugar, estamos en la Iglesia de Dios y el ser tropiezo para otros puede
acarrearnos graves consecuencias como veremos más adelante.
El reunirse como iglesia al celebrar la común-unión en Cristo demanda de parte de los cristianos
un especial respeto y temor porque, como luego veremos, el participar de la Cena del Señor es una
forma de proclamar el evangelio de salvación por tanto, no lo enfanguemos con nuestra conducta.
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan;” (1 Co.11:23)
Pablo recibió del Señor mismo la instrucción. RECIBÍ (PARALAMBANO). Este verbo significa recibir,
tomar consigo, traer hacia sí mismo. Usa este término técnico para designar la transmisión de
la tradición (PARADOSIS). Tanto el evangelio como la Cena del Señor son piedras angulares de la
fe y el origen de esta tradición se remonta a Jesús mismo. Dice Pablo “lo que recibí os
entrego” o enseño = PARADIDOMI. Este verbo es una forma intensiva de DAR y designa el
proceso por el que algo o alguien es transferido a disposición de otra persona. Lo que
Pablo trata de decir es que la Cena del Señor forma parte de esa tradición que él
transmite y cuyo origen es Jesús. Esto podemos verlo en 1 Corintios 15:1-3, donde se usan los
mismos verbos para el evangelio que él recibió y que el entrega: “Además os declaro, hermanos, el
evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras;”.
Gálatas 1:11-12.- “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.”
Pablo afirma aquí que el origen de esta tradición es Jesús.
TRADICIÓN = PARADOSIS, es una reglamentación tradicional, una enseñanza que se va
transmitiendo y que se recibe de generación en generación con la obligación de
observarla y cuyo origen y fuente es Jesús.
Nosotros también formamos parte de esta tradición y es precisamente en base al origen de la
tradición como veíamos en Gálatas 1:11-12 que Pablo da INSTRUCCIONES con AUTORIDAD =
PARAGGELLO (1 Co.11:17), porque aunque retenían (KATECHÔ) la tradición recibida: “Os alabo,
hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.”
(1 Co.11:2). Este verbo que significa ‘retener’, ‘asir firmemente’, se usa aquí y en 1 Co.15:2 y Lucas
3:15 (“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la
palabra oída, y dan fruto con perseverancia”).
Aunque retenían la tradición, al observarla no actuaban de forma correcta o con arreglo al
espíritu que pretendía transmitir o enseñar la observancia de esa tradición.
“y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es
partido; haced esto en memoria de mí.” (1 Co.11:24)
HACED (POIEITE), este verbo está en presente de indicativo imperativo. El modo imperativo en los
verbos griegos presenta la acción como querida o prohibida por la voluntad. El imperativo de
presente manda o prohíbe poner o continuar una acción, en este caso ‘continuar practicando’, por lo
que podríamos leer aquí “continuad haciendo” esto en memoria o RECUERDO (ANAMNESIN) de
mí. Esta expresión aparece pocas veces en el N.T. y cuando lo hace es en contextos culturales o
litúrgicos y su significado conecta con el A.T. en el sentido de representación, de ‘hacer
presente el pasado’, el cual ya no es meramente pasado, sino que se vuelve a hacer vivo y
eficaz por medio del RECUERDO (Éx.12:13-14; 13:3). Esta expresión traduce una raíz hebrea,
‘zkr’, que significa recordar, considerar, tener presente, mencionar. Al comer el pan y
beber el vino, estos símbolos deben traer a nuestra memoria el sacrificio de Jesús a
nuestro favor para que todos los sentimientos de esa experiencia vuelvan a aflorar, se
hagan presentes cada domingo como lo fue en el pasado. Recordemos que esto es lo que
pretende un símbolo, es un signo que transmite emociones. El motivo es considerar y
experimentar la confusión, la duda existencial, el temor a la muerte, etc., lo que éramos y
la libertad y gozo que Cristo trajo a nuestras vidas.
Todo esto debe llevarnos a considerar ¡qué sería de nosotros sin Cristo! Este acto de recuerdo,
de consideración, trata de que revivamos emociones del pasado, pero también pretende
mostrarnos la responsabilidad que esto conlleva en la forma de vivir y actuar. Este rescate
costó un precio: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Co.6:1920)
“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto
en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.” (1 Co.11:25)
La copa es el recuerdo del nuevo pacto. La vida de Jesús es la garantía de él. El ofrecimiento
sacrificial de sí mismo le hacen mediador en este pacto cuya víctima quita el pecado de
forma perpetua (Hebreos 7:27; 9:28). Este símbolo nos recuerda su sangre, su vida en favor de la
humanidad (Gn.9:4). Este pacto no es bilateral, es unilateral. Es un acto libre de Dios mediante
el cual se obliga a sí mismo por amor: “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:6-8).
Se usa aquí el mismo verbo que en el versículo anterior: ‘haced esto’ o ‘continuad haciendo’.
“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga.” (1 Corintios 11:26)
PROCLAMAIS= (KATAGGELLO). Este verbo se usa en el N.T. de forma general para proclamar
el poder de Dios, para ejercer la actividad de mensajero de la fe.
Este texto nos dice que la proclamación del evangelio no se realiza solo mediante la palabra. El
hecho de comer y beber es una forma de proclamar, anunciar el mensaje salvífico porque
al comer y beber de estos símbolos estamos proclamando que Dios tiene razón, que su salvación
ha sido real en nosotros: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre
de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Co.10:16). “Jesús les
dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el
Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.” (Juan
6:53-57)El participar de estos símbolos es una forma de expresar el evangelio más
primario: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras;” (1 Co.15:3)
“De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente,
será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.” (1 Co.11:27)
INDIGNAMENTE (ANAXIOS). Esta palabra significa indigno, inadecuado, incorrecto. Pablo
amonesta a no participar de los símbolos sin darles el valor adecuado a su dignidad
mediante una conducta y una actitud adecuada a lo que representan, una actitud que se
corresponda con lo que representan la salvación y la nueva vida en Cristo.
Un pasaje nos ayudará a entender en qué consiste este comportamiento indigno: Hebreos 10:2629.- “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad,
ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de
fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o
de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que
pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
El que actúa de forma indigna, dice Pablo que será CULPABLE (ENOCHOS). El significado primario de
esta palabra es estar aferrado a algo y, en sentido figurado, estar sometido a algo, expuesto o caído
en algo. Casi siempre se emplea como término FORENSE, como CULPABLE, REO. Se emplea
en el A.T. para expresar fórmulas hebreas de sentencia a muerte como en Génesis 26:11 y en el
N.T. tenemos otro ejemplo de su uso en Marcos 3:29.
La idea aquí es que el que participe de estos símbolos sin valorarles de forma adecuada es
culpable y tendrá que responder del cuerpo y la sangre del Señor. Aquí la culpa surge de
un comportamiento contrario al evangelio que se proclama y por la falta de amor y
respeto por los hermanos por los que también murió Cristo. Los símbolos representan la
común-unión en Cristo. Éstos que actúan así no comprenden lo que significa participar de los
símbolos que pretenden llevarnos al principio, cuando Cristo, por amor, nos perdonó. ¿Cómo
alguien que comprende esto puede negarle el perdón al hermano? “Soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros.” (Col.3:13)
Estas conductas miden a los demás con medida diferente a como ellos fueron medidos. Todos, en
algún momento, actuamos así, de ahí la exhortación del versículo siguiente:
“Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.” (1 Co.11:28)
EXAMÍNESE (DOKIMAZÔ), como dice el texto original “pruébese el hombre a sí mismo”. Este verbo
está en modo imperativo por tanto se trata de una orden, un mandato y significa examinar,
aprobar, aceptar como acreditado, verificar.
Para hacernos una idea de su significado aquí, veamos dos textos en donde se usa este mismo
verbo: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os
conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2
Co.13:5); “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de
gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro;” (Gá.6:4).
La participación de los símbolos requiere de un “EXAMEN” personal previo para ver si
nuestra actitud se corresponde dignamente con lo que significan estos símbolos (1
Co.11:27). No debe de tratarse de un examen “superficial” puesto que este verbo traduce un
término técnico hebreo para designar la purificación, la acreditación de los metales mediante el
crisol. Tenemos la obligación de sacar a la luz nuestra conciencia, nuestras impurezas y
enmendarlas y pedir perdón por ellas para poder participar con dignidad de la Cena.
“Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para
sí.” (1 Co.11:29)
SIN DISCERNIR (DIACRINÔ). Este verbo está compuesto de una partícula DIA (APARTE) y el verbo
KRINO, que significa ‘juzgar’, y que a su vez procede de una raíz KRI que significa ‘separación’. El
uso de esta partícula intensifica el significado del verbo y así viene a significar distinguir, tamizar,
diferenciar, separar, interpretar.
El cuerpo de Cristo y los símbolos que lo representan requieren de un especial examen,
consideración, discriminación, porque aunque son pan y vino normales, el hecho de que
Cristo haya creado esta simbología en el contexto en el que participamos de ellos,
significan mucho más, no solo pan y vino ordinarios, sino el Cuerpo y la Vida de Cristo a
nuestro favor, por eso nunca debemos ver en esto una comida ordinaria, rutinaria o banal.
Como veíamos al principio, el Ágape es más comunión que instrucción, de ahí que el que actúa
no discerniendo correctamente los símbolos, como dice en el original, “come y bebe juicio para sí
mismo”.
JUICIO (KRIMA). Este sustantivo denota ‘juicio’, ‘castigo’. Se emplea 27 veces en el N.T. y en su
mayoría designa el veredicto del juez, el resultado de la acción de juzgar a alguien y el
castigo impuesto, y se refiere aquí al juicio de Dios en el tiempo presente sobre el que así actúe
sin distinguir el Cuerpo de Cristo, banalizándolo o tratándolo como algo ordinario. En el
siguiente versículo, Pablo menciona el resultado de este juicio:
“Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.” (1 Co.11:30).
Es por esta razón o por tener estas actitudes que hay MUCHOS entre vosotros DÉBILES
(ASTHENEIS), que significa ‘estar débil’, ‘falto de fuerza’, de aquí procede nuestro término
‘ASTENIA’.
ENFERMOS (ARRÔSTOS), enfermo, achacoso, inválido. Se habla aquí por medio de estad dos
palabras de enfermedad y debilidad física, producto de un mal uso de la Cena del Señor.
Pablo conoce incluso, algunos casos de muerte: “…y muchos duermen” (KOIMETERIUM) (ver
Hch.7:60).
La falta de discernimiento con respecto a la Cena del Señor les acarreaba fatales
consecuencias.
Algunos creyentes de Corinto participaban de la Cena del Señor, del Cuerpo de Cristo pero con sus
actitudes egoístas e irrespetuosas, faltos de amor y perdón e insolidarios, negaban la
esencia de la Mesa del Señor. Con sus actitudes la vejaban y devaluaban; profesaban con su
participación pertenecer al Cuerpo de Cristo y, al mismo tiempo, menospreciaban a otros
miembros del mismo Cuerpo, de ahí este juicio sobre ellos.
“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;” (1 Co.11:31)
Este texto empieza con el mismo verbo del v.29.- DIACRINÔ y está en tiempo imperfecto. Este
tiempo expresa una acción durativa que se desarrolla en el pasado y veíamos en el v.29 lo que
significa este verbo: juzgar, tamizar, discriminar, diferenciar, separar, interpretar. El verbo nos
dice que no habían hecho esto; si lo hubieran hecho no serían juzgados (KRINÔ).
Se exige aquí una severa autocrítica a nuestra conducta, a nuestra actitud, cuando
participamos en la Cena del Señor. Las fatales consecuencias del versículo anterior son
producto de incumplir con este autoexamen crítico y profundo (no ritual), de nuestra
actitud ante el Cuerpo de Cristo.
“mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el
mundo.” (1 Co.11:32)
Ese juicio (KRINÔ), esa discriminación, ese tamizar de nuestra conducta al no efectuarse por
nosotros mismos hace que sea Dios el que tenga que juzgarnos y este juicio no es solo un
castigo sino que es una disciplina (PAIDEUÔ). Este verbo denota la educación, la formación dada a
un niño, incluyendo la instrucción con su disciplina y corrección. Éstas, disciplina y corrección son
señal inequívoca del Amor de Dios (ver Heb.12:7-11). En estos versículos de Hebreos aparecen
dos verbos: METALAMBANÔ que significa ‘tomar parte’, ‘compartir cualquier cosa con alguien’. Esa
es la meta de la disciplina de Dios, que encaucemos nuestra conducta y la aproximemos a
la suya.
GUMNAZÔ, que significa ‘ejercitar’, ‘acostumbrarse’ (de aquí se deriva nuestra palabra ‘gimnasia’).
La disciplina es vista aquí como una gimnasia que nos ayuda a estar mas sanos en el
sentido de ‘ejercitarse’ en la santidad. Cuando tenemos actitudes infantiles y caprichosas, Dios
nos castiga y disciplina como cualquier padre que ame a sus hijos y desee evitarles daños
mayores en el futuro.
El castigo, la corrección de Dios son símbolo inequívoco de filiación divina, de salvación,
de herencia, por lo tanto no de condenación. La corrección nos distingue, nos separa en
cuanto a la relación y en cuanto a futuro y destino con el mundo (He.12:7-8; Ro.8:32-34).
Podemos pensar que como no se dan las mismas circunstancias este texto no es para nosotros y eso
es un error. Constantemente faltamos al respeto unos a otros, sigue habiendo
discriminación en las iglesias entre ricos y pobres, seguimos participando hipócritamente
de la Cena del Señor sin solucionar nuestros problemas (ver 1 Jn.4:20; 3:2). En torno a la
mesa se expresa la acogida, la reciprocidad, el servicio, el compartir la vida, la fraternidad
emocional y práctica económica; expresamos la plenitud del encuentro definitivo con Dios
y con los hermanos. La mesa es el símbolo de la intimidad familiar. En la mesa compartida
se expresa un espacio de linealidad social, lo que somos y tenemos es en Cristo y en él no
hay diferencias.
Sobre todo esto y mucho más es sobre lo que tenemos que discernir, examinarnos PARA NO
REUNIRNOS PARA JUICIO.
DANIEL CABARCOS
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