Fantasía sexual El sueño de la esposa del pescador por Hokusai es una representación artística de una fantasía sexual. Las fantasías sexuales son representaciones mentales creadas por el inconsciente teniendo como tema principal las relaciones sexuales. Se producen de forma voluntaria o involuntaria en nuestra mente. Si bien las fantasías sexuales son poco comentadas con otras personas, o no mencionadas en lo absoluto, son bastante comunes. Éstas comienzan con la pubertad y suelen acompañar al ser humano durante toda su existencia. A pesar de la popular creencia de que el varón es el que tienen mayor actividad sexual y por consiguiente más fantasías sexuales, se ha probado que hombre y mujeres fantasean al mismo nivel, solo que en diferente forma.[1] Al encontrarse en nuestra imaginación, las fantasías sexuales pueden perder el efecto estimulante que tienen en caso de llevarse a la práctica, pues la idealización que permite nuestra mente evita detalles que en la práctica harían de una fantasía algo muy difícil de concretar o quizás hasta imposible de realizar. El hecho de que una persona emplee una fantasía sexual no presume necesariamente que desee llevarla a la práctica. En gran número de ocasiones las fantasías se oponen a la naturaleza del ser humano, a las creencias y a la escala de valores de quien las evoca pero como lo único que compromete es la imaginación se las acepta. Hay casos de personas que las han llevado a la práctica, pero ya en terrenos reales tales acciones han perdido mucho de la magia que poseían en la mente. Paradójicamente una fantasía puede convertirse en una mala experiencia si se hace realidad. En el mismo renglón se encuentra el compartirla o no con la pareja, pues al tornarla de los demás, pierde ese toque de exclusividad. La opción de hacer realidad o compartir las fantasías queda al libre albedrío. Lo más importante de todo esto destacar a la fantasía como afrodisíaco y el único antídoto efectivo para contrarrestar la realidad. Otro punto que vale la pena aclarar es que es muy común confundir a la fantasía con el deseo sexual, ya que ambos conceptos se circunscriben meramente al marco mental sobre el mismo contexto, la sexualidad, sin embargo mientras la primera se refiere a la evocación de una "situación ficticia", el deseo es el anticipo de una "situación real". Aunque también puede darse el caso de que el deseo tenga su origen en una fantasía, es importante dejar claro que no son lo mismo; ya que esto último puede ser indicio de la presencia de alguna "parafilia" La fantasía masculina Clasificar las fantasías es un trabajo arduo, su número, tipo y calidad es tan grande como seres vivos puedan crearlas con total libertad y privacidad, muchas nunca se contarán. Las fantasías masculinas suelen centrarse en el control de la situación y en la capacidad sexual. Las más frecuentes son las siguientes: Tener relaciones sexuales con una pareja distinta a la propia. Tener relaciones dentro de un grupo (orgía). Mantener una relación en la que se incluyan escenas violentas como el sadismo o masoquismo, siendo él el que domina a una mujer sumisa que lo consiente y satisface o bien es el que debe obedecer y satisfacer los deseos de otra persona dominante. Tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Tener relaciones sexuales con parejas anteriores. Hacer el amor en lugar distinto al acostumbrado. Hacer el amor con su propia pareja de manera diferente a como se realiza habitualmente (oral, anal, o de otra manera donde la pareja sea más participativa). Ser objeto de una violación por parte de una mujer. La fantasía femenina Las fantasías sexuales de las mujeres en muchos casos coinciden con argumentos imaginados por los hombres. Las fantasías femeninas parecen caracterizarse por ser de mayor duración que las de los varones y centrarse en relaciones sentimentales. Las más frecuentes son: Imaginarse mantener relaciones sexuales con otro hombre distinto al habitual (su marido o su pareja). Pensar que está siendo objeto de una violación, ya sea con un hombre o más de uno. Imaginar que se halla violando a un hombre, sometiéndolo a su voluntad. Figurarse que está poseyendo o siendo poseída por otra mujer. Rememorar otras experiencias sexuales mantenidas en el pasado. Mantener una relación en la que se incluyan escenas violentas como el sadismo o masoquismo, siendo ella la que domina a un hombre sumiso que la consiente y satisface o bien es la que debe obedecer y satisfacer los deseos de otra persona dominante. Tener relaciones en un lugar más excitante (piscina, ascensor, baño de un avión, etc). Cultura Debido a los preceptos sociales, las fantasías sexuales que involucran la infidelidad son mal vistos, incluyendo muchas veces a la misma persona que los padece, existiendo un sentimiento de culpa y arrepentimiento. Según estudios realizados la existencia de fantasías sexuales no es un factor determinante a la hora de ser infiel a la pareja, pero las personas que son infieles tienden a tener más fantasías sexuales que el promedio.[2] Salud Es recomendado por los especialistas en sexología que las parejas estables lleven sus fantasías sexuales a la realidad en forma de juegos sexuales, esto con el fin de reavivar la vida sexual de la pareja.[3] Las fantasías sexuales son consideradas patológicas cuando empiezan a realizarse y esto comienza a afectar la vida del inviduo o cuando se constituyen la única forma de llegar al orgasmo. En estos casos se cae en el campo de las parafilias, en el cual objetivo sexual esta precedido por fantasías y deseos sexuales compulsivos que deben llevarse a cabo y la copulación de los miembros de la pareja no es el fin del acto sexual sino realizar la situación generada por la obsesion del individuo. El tener pocas fantasías sexuales o caracer de ellas puede ser indicador de una patología conocida como deseo sexual hipoactivo o DSH[4] o también de un cuadro de estrés y baja autoestima que esté afectando a la persona.[5