SEMINARIO DE INICIACION A LA VIDA EN EL ESPIRITU

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Seminario de Iniciación a la Vida en el Espíritu
1º TEMA:
DIOS ES MI ¡ABBÂ- PADRE!!
Objetivo del tema:
Que las personas hagamos una experiencia nueva del Dios vivo, que es Abbâ-Padre cariñoso. Jesús nos
introduce en una relación nueva con Dios, en el Espíritu.
Parte Bíblica:
En el Antiguo Testamento, muy pocas veces (15 veces) se habla de Dios como Padre: Dt 32,6; 2Sam 7,14 y
paralelos en 1Cro 17,13; 22,10; 28,6; Sal 68,6; Sal 89, 27; Is 63,16 (2 veces); 64,7; Jer 3,4; 19,31; Mal 1,6; 2,10.
Aquí solo consideramos los textos en que se designa a Dios como Padre. No los que se compara con los
padres terrenos (Dt 1,31; 8,5; Sal 103,13; Prov 3,12) ni en los que se presenta a Israel como hijo suyo (Os 11,1;
Ex 4,22).
Debemos recordar que Dios es el “innombrable”. No se podía faltar el respeto.
Is 64,7: Tu Señor eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla y tu nuestro alfarero. ¡Todos somos la obra de
tus manos!.
Os 11,1.3-4: Cuando Israel era niño, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo… ¡Yo había enseñado a caminar… lo
tomaba por los brazos! Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor…
No se encuentra en la literatura del Judaísmo ningún testimonio de la invocación personal “Padre mío”; pero
más de 170 veces en labios de Jesús, para referirse a Dios. No cabe duda que es “el” título que Jesús daba a
Dios.
Es en la ORACIÓN (Padrenuestro) donde hay que buscar el origen. Pablo lo usa siempre en formas litúrgicas y
en oraciones.
1. El Padre (sin pronombre posesivo): La expresión en hebreo: ABBA De –Bi- SHe MAYA (Padre [que
está] en el cielo)(Mc 11,25; Lc 11,13)… procede de los labios del mismo Jesús.
También es suya esa manera de utilizar los rasgos de un padre terreno para revelarnos a Dios (Lc 15,11-32).
2. “Vuestro Padre”-“El Padre de Ustedes”: “a nadie llamen vuestro padre” (Mc 11,27; Mt 6,32; Mt 5,48; Lc
12,32; Mt 23,9)… Es palabra auténtica de Jesús. El llamó a Dios así, pero únicamente cuando se dirige
a los discípulos.
3. “Mi Padre” Estrecha relación con el término abbâ, utilizado exclusivamente por Jesús en su oración (Mt
11,27//Lc 10, 22; Mt 16,17; Mc 13,32//Mt 24,36; Lc 22,29).
En las capas más antiguas de la tradición, encontramos:
 Padrenuestro de Lucas (Lc 11,1-4)
 Grito de Jubilo en Mt 11,25-26 (//Lc 10,21)
 Oración en Getsemaní (Mc 14,36)
Siempre que Jesús ora, salvo en la Cruz (Mc 15,34//Mt 27,46).
Jesús utilizaba el término arameo ABBÂ (con el acento en la última silaba). La Iglesia primitiva también, nos lo
asegura Pablo. En arameo la forma enfática es ABÂ. Por su origen, abbâ es un simple balbuceo. La
reduplicación imita a la de imma, término que se dirigía a la madre. Este abba es un término nacido del lenguaje
infantil.
Varios padres de la Iglesia (Crisóstomo, Teodoro de Mompsuestia, Teodoreto de Ciro), nacidos en Antioquía,
recogiendo su propia experiencia nos atestiguan que los niños acostumbraban decir abba a sus padres.
Es una falta de respeto, y por tanto algo inconcebible, dirigirse a Dios con un término tan familiar. Jesús se
atreve a dar este paso, que significa algo nuevo e inaudito, y de este medo nos revela cual es el corazón de su
relación con Él.
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No expresa solamente la confianza. Contiene también el don total del hijo que se entrega al Padre en la
obediencia (Mc 14,36; Mt 11,25-26).
Hay que notar que cuando ora Jesús no se une nunca a sus discípulos en un padrenuestro, lo mismo que
cuando establece una distinción al hablar entre “mi” Padre y “su” padre. Abba en labios de Jesús es la
expresión de UNA RELACIÓN ÚNICA CON DIOS.
Al entregar a los discípulos, Jesús trasmite el poder de decir como él “Abbâ”, y esto significa que nos hace
participes de su relación con Él. Esto solo se da con el don del Espíritu, en la cruz.
Jesús quiso proteger esta nueva invocación a Dios: prohibió a los discípulos que utilizaran la expresión como
fórmula de urbanidad en la vida corriente (Mt 23,9). El Abbâ hay que reservarlo para Dios.
“Abbâ, Padre amado” con esta sencilla formula la Iglesia recogió el núcleo de la fe en Dios que era la de Jesús.
Pablo lo indica con claridad en Gal 4,6:
La prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestro interior (infundió en nuestro corazón) el Espíritu de su
Hijo, que grita ¡Abbâ! ¡Padre!.
Y en Rom 8,15-16:
Mientras que gritamos ¡Abbâ!¡Padre!, el Espíritu [de Dios] le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de
Dios” (traducción libre)
“Gritar Abba es algo que supera todas las capacidades humanas, esto no es posible más que dentro de la
nueva relación con Dios que nos ha dado el Hijo; por la acción del Espíritu.…”
PUNTOS DE EXPOSICIÓN:
San Pablo dice que la gran acción del Espíritu es revelarnos la paternidad de Dios, la persona debe comenzar a
descubrir la paternidad de Dios luego del Bautismo en el Espíritu, desde la revelación de nuevo testamento.
El 60% de las familias de América Latina está destruida y las malas experiencias del padre de familia son
atraídas hacia la comprensión de la persona de la Paternidad de Dios dificultando la verdadera filiación con
Dios.
Debemos ayudar a las personas a comprender que Dios es Abba, para sanar las heridas de las experiencias
familiares vividas, los hermanos deben salir de un seminario de iniciación diciendo voy a ser un mejor ser
humano en Dios, por eso debemos sustentar y sanar las perspectivas antropológicas de nuestras realidades
que estamos viviendo
Debemos contarles a las personas con gusto y alegría que Dios es nuestro Abba.
Más allá de ser el primer tema, es necesario un importante momento de sanación interior, debido a la cantidad
de heridas que las personas tenemos de nuestra experiencia de paternidad y maternidad. El predicador será
capaz de ir introduciendo ya desde la predica misma la oración, con testimonios y con una profunda
comprensión de los textos leídos.
BIBLIOGRAFÍA:
Joachim Jeremías. ABBA. EL MENSAJE CENTRAL DEL NUEVO TESTAMENTO. Ediciones Sígueme.
Salamanca, 1989.
François-Xavier Durrwell. NUESTRO PADRE. DIOS EN SU MISTERIO. Ediciones Sígueme, Salamanca, 1992.
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2º Tema
JESÚS ES MI SEÑOR
Objetivo: Tomar conciencia de la realidad del pecado y aceptar a Jesús como el único Salvador y Señor de
nuestra vida.
Texto bíblico: Lucas 15, 11-32 (Parábola del Padre Misericordioso)
El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es el ser llamado a la comunicación y a la comunión
profunda. Pero no siempre responde a este llamado; muchas veces el hombre se desvía de amor de Dios. El
pecado es la ruptura de la relación que vive el ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con la
creación.
En el pecado original, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios. El hombre, creado en estado de
santidad, estaba destinado a ser como Dios. Pero por la seducción del enemigo, quiso “ser como Dios”, pero
“sin Dios, al margen de Dios y no según Dios”.
El enemigo distorsiona la verdad exagerando la prohibición de Dios (Gen 3, 1). Este es el primer paso:
distorsionar la verdad. Y esto le permite al tentador dar el paso siguiente: le hace ver a Dios como enemigo,
como represor, como un amo cruel que no quiere el bien de su creatura.
Lo prohibido se despierta ya como un gran deseo. El llegar a ser como Dios se convierte en el deseo máximo,
que ya no lo buscan como un don de Dios, sino como un trofeo que le tienen que arrebatar al mismo Dios. Es
decir, que se lo ve a Dios como un rival a vencer, como un adversario.
El pecado, entonces, es la falta de confianza en Dios, en su amor, y el querer cumplir los deseos al margen de
Él, porque se lo ve como represor y no como Padre.
La desnudez después del pecado es tomar conciencia de que no se confió y esto lleva al ocultamiento. Esta
desnudez indica la pérdida de la santidad original con que el hombre fue creado. Es la frustración y la ruptura.
Se pierde el norte, el verdadero sentido. El resultado es la soledad. Se pierde la posibilidad de relación.
Pecado, en la Biblia, significa desvío de la meta. Es desviarnos del proyecto de Dios. No acertar en mi vida para
aquello para lo cual fui creado.
La dinámica del pecado es la desmesura y el orgullo que llevan a la incapacidad de abrirse a Dios y a los
demás. Es buscar la realización de nuestro ser no en Dios, sino en otras propuestas que tienen más bien
relación con el no-ser.
El pecado es encerrarse en sí mismo y no darse. Es todo aquello que hago para satisfacerme a mí mismo al
margen del otro. Y como estamos hechos para la comunión, para compartir la vida con otros, al estar en
soledad y en aislamiento nos enfermamos y enfermamos a los demás.
Jesús no dedica mucho tiempo a hablar del pecado, sino que se encuentra con gente pecadora e invierte su
tiempo en salvar.
Jesús, Señor y Salvador, quiere rescatarme de este universo destructivo del pecado. Toda la vida de Jesús es
salvación para nosotros,
El itinerario salvífico de Dios:
Encarnación: en Jesús, Dios se revela en una persona real, completamente humana para que podamos
seguirle. Desde la Encarnación, la vida de Dios atraviesa toda nuestra vida. Jesús conoce por propia
experiencia todo lo que nosotros vivimos (con excepción del pecado).
Vida pública: Jesús nos salva por su praxis de la misericordia, por su predicación. Jesús me salva hoy,
en el aquí y ahora de mi vida. Me da componentes existenciales para vivir en Él, con los pies en la tierra, en lo
cotidiano de la vida. Los signos que Jesús hace dan testimonio de su misión salvadora y liberadora del hombre
(Lucas 7, 22-23).
Pasión: en su Pasión, Jesús me enseña cómo enfrentar una crisis. Tenemos que ayudar a enfrentar las
crisis en la cotidianidad. El verdadero cristianismo es asumir nuestras crisis cuando aparecen. Nuestros grupos
deben ser dadores de herramientas para cargar con la cruz (1 Cor 1, 23-25), y confiar en el poder de Dios. Aquí
podemos tomar como ejemplo el camino recorrido por Nicodemo en su relación con Jesús:
Primero va a verlo de noche, a escondidas. Allí Jesús lo llama a ser un hombre nuevo, nacido del agua y del
Espíritu (Juan 3, 1-15)
Después lo vemos esbozando una defensa de Jesús en una discusión sobre el mesianismo de Jesús (Juan 7,
40-53)
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Finalmente, lo encontramos entre los que dan sepultura a Jesús. Él es quien lleva los perfumes (Juan 19, 3840).
Glorificación: Jesús nos salva porque está vivo y puede revelarnos cómo vivir la vida de cristiano (1 Cor
12, 3).
Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1, 29), el único Mediador de la Nueva Alianza
entre Dios y los hombres (Hebreos 10, 15).
Cuando expulsa los vendedores del Templo (Mt 21, 12-13; Mc 11, 15-17; Lc 19, 45-46; Jn 2, 13-17), presenta lo
nuevo de la ofrenda, lo nuevo del culto, lo nuevo de la reconciliación, del perdón. Ya no son necesarios los
animales; Él es el Cordero de Dios. Él es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre. En su Cuerpo
Resucitado (nuevo Templo), se va a celebrar el nuevo culto, asociándonos al misterio pascual.
Después de la expulsión, sólo Jesús queda en el Templo, mostrándonos así que sólo Él reconcilia a los
hombres con Dios; Él es el único medio de expiación.
Es muy claro que Jesús quiere salvarme y liberarme del pecado y de todo mal, pero para recibir esta salvación
que me trae es necesario ponerme bajo su Señorío. Jesús es el Salvador. Jesús es el Señor. Pero, ¿es mi
Señor? No basta con proclamarlo como Señor; debo vivir bajo su Señorío, ponerme bajo su dominio (Señor,
Dominus, el que tiene dominio sobre algo o sobre alguien). Acoger al Señor y la salvación que me ofrece para
vivir la vida en abundancia.
Jesús, el Señor
Jesús, al tercer día de su muerte resucito. ¡Está vivo! Dios no permitió que su Hijo permaneciera en la muerte,
al contrario, lo exaltó y lo glorificó:
Le dio el Nombre sobre todo nombre (Fil 2, 9)
Le concedió todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 13)
Lo constituyó Señor y Mesías (Hch 2, 36)
La resurrección, exaltación y glorificación de Jesús es el culmen de su obra salvífica. Si no hubiera
resucitado, vana sería nuestra fe (1 Cor 15, 14).
El título de Señor lo ha constituido como Dueño absoluto de todo el universo: del pasado, del presente y del
futuro. Toda la creación le está sometida. Vencedor de la muerte y del maligno. Cielo, mar y tierra están bajo su
poder. Juez de vivos y muertos (Hch 10, 42); el Salvador (Hch 13, 23); el Autor de la Vida (Hch 3, 15); el Mesías
anunciado por los profetas (Hch 3, 18).
Por otra parte, el título de Señor (Kyrios), que en el Antiguo Testamento era reservado exclusivamente para
Dios, al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente que Jesús es Dios, es el Señor.
Jesús, mi Señor
El dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera especial y concreta sobre aquellos
que creen en Él, sobre cada uno de nosotros. Jesús, el Señor, debe ser efectivamente mi Señor. A Él debo
entregar, libre y amorosamente, todas las áreas de mi vida, toda mi existencia.
“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los
muertos, serás salvo” (Rom 10, 19).
Ponernos bajo el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida no significa anular nuestra personalidad
y nuestra capacidad de decisión. Todo lo contrario: se trata de hacer una opción fundamental por Él, adherirnos
a su Persona, a su evangelio; entregarnos a Él con plena conciencia y libertad.
Esta es una realidad que no basta solo proclamar o predicar, sino que hay que vivirla, encarnarla. El cristiano
no es quien sólo dice con su boca “Señor, Señor”, sino quien vive haciendo la voluntad del Padre del cielo (Mt
7, 21). El cristiano vive según la voluntad del Señor, regido por los valores del evangelio, con los criterios de
Jesús y al impulso del Espíritu. No basta que Jesús sea nuestro Salvador. Es necesario que sea nuestro Señor,
y esto depende de nosotros.
Es necesario decidirnos a vender todas nuestras “perlas”, para comprar la “Perla Preciosa”. Decidirnos a
entregarlo todo y a entregarnos del todo, para quedarnos con Jesús.
Otros textos para profundizar: Lc 4, 16-19; Lc 5, 17-26; Jn 3, 16-17; Lc 19, 1-10; Mt 9, 9-13
Para reflexionar y orar:
•
¿Qué expectativas tengo puestas en Jesús?
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•
¿Cómo ilumina Jesús mi historia personal?
•
¿Qué significa para mí el señorío de Jesús?
•
¿Le doy verdaderamente el dominio sobre mi vida, desde una opción libre y amorosa?
Sugerencias para la vida:
Pide al Señor que aumente tu fe en Él.
Profundiza en la lectura orante de la Palabra.
Recibe su perdón con un corazón agradecido y perdona de corazón a quienes te ofenden.
Sé instrumento de paz en el ambiente donde vives y trabajas.
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3º Tema
EL ESPIRITU SANTO ME DA LA VIDA NUEVA
Objetivo del tema:
Presentar a la tercera persona de la Trinidad, quien inhabita el corazón del hombre, quien
moviéndose en El adquiere una vida nueva.
Texto de iluminación: 1Cor. 3,16
¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? .
(Biblia de Jerusalén edic. 1976).
Esta afirmación de San Pablo, que sin duda alguna es la voz del mismo Espíritu Santo que se revela
en boca del escritor sagrado para nosotros, profundiza una verdad que nos recuerda quienes somos
para Dios que nos rescata del gran problema de este tiempo que masifica al hombre dándole la
dignidad que Dios le da al hombre, ser su santuario.
En el texto griego la palabra utilizada es ναός (naos) para designar “Santuario” , pero ναός, era el
lugar “Santísimo” el “Santo Sanctórum”, es el lugar donde “habitaba” Dios en el templo de Jerusalén,
es decir el lugar más santo para el judío, el lugar sagrado por excelencia donde solo el sumo
sacerdote podía ingresar.
La gran noticia para nosotros es que nuestro corazón en el ναός de Dios, el santuario para que Dios
habite en cada hombre.
Esta inhabitacion de Dios en el hombre produce por su presencia en quien le abre el corazón y lo
acepta una transformación de su ser con todo lo que este Espíritu de Dios hace en el hombre según
su promesa:
Ez. 11, 19 -20
19 yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el
corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que caminen según mis preceptos,
observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios.
Ya en el antiguo testamento esta profecía de Ezequiel nos revela que para vivir la vida que Dios nos
propone que es necesario el Espíritu Santo quien nos transmite vida divina y nos hace vivir la vida
de Dios (El E.S. es el aliento de Dios en la creación Gn.2.7 que le da vida “anima” al hombre, es decir
que le da Espíritu).
Quizá el mejor camino para conocer al Espíritu Santo sea recurrir a los símbolos que usa la Biblia,
cuando describe su actuar en el hombre y en la Iglesia. Los principales símbolos son el viento, el
fuego, el agua, el aceite, la paloma y el don.
El fuego: el Espíritu descendió en lenguas de fuego sobre los apóstoles, en Pentecostés. El fuego
purifica, ilumina y calienta. Eso hace el Espíritu en el hombre: lo limpia del pecado, le revela los
misterios de Dios y enciende en los corazones el amor.
El viento: la palabra "espíritu" significa viento, aliento. Tal fue el huracán que sopló en Pentecostés, o
el aliento de vida que exhaló Jesús sobre sus discípulos. Al llenarse del Espíritu Santo, los creyentes
pueden respirar la vida del Señor, tener sus sentimientos, amar y pensar como Jesús.
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El agua: Jesús invitó a beber del agua viva a cuantos estuviesen sedientos. Todos podemos beber
de un mismo Espíritu y ser bautizados en Él. Como si fuésemos peces, requerimos movernos en sus
ondas para vivir.
El aceite: de acuerdo a las costumbres de los hebreos, a los sacerdotes, profetas y reyes se les
ungía con óleo. Cristo y los cristianos quedamos ungidos por el Espíritu Santo, y embalsamados
como si lo fuéramos por un perfume. Ese es el aceite que alimenta la lámpara de nuestra vida y hace
que brille con buenas obras.
La paloma: este símbolo puede referirse a diversos acontecimientos bíblicos como la creación o el
diluvio o a pasajes de los salmos o del Cantar de los Cantares. También puede ser un símbolo del
pueblo de Israel, de la Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo.
El don: el Espíritu Santo, prometido por el Padre y por Jesús, fue derramado sobre la Iglesia tras la
ascensión del Señor a los cielos. Ese regalo de Dios es el mejor presente que podemos pedir y
recibir.
El Espiritu Santo es amor que relaciona al Padre y al Hijo que se hace persona para que todos los
hombres puedan ser “incorporados a esa relación”, este Espiritu Santo nos revela la persona del Hijo
y por el Hijo al Padre (Dios trino).
La Vida Nueva, comienza a gesta en nosotros desde la acción del Espiritu Santo:
Recreándonos como hombres nuevos.
Ordenando el Caos de nuestro “cosmos” interior.
Consolando en las vicisitudes de nuestro camino.
Iluminando con la luz de Dios nuestras oscuridades.
Fortaleciendo con sus dones nuestro camino en Dios.
Santificándonos para que todo en el hombre sea bueno.
Nuestra vida es cambiada, transformada, por el ímpetu del Rúah de Dios haciendo desaparecer el
hombre viejo, “naciendo del agua y del Espíritu” (Jn. 3.3 – Encuentro de Nicodemo con Jesús), nos
ayuda a despreciar el pecado queriendo obrar según Dios (Gal 5, 19 -23).
Vida nueva es vernos como Dios nos ve.
Ez 37,1 (Huesos Secos) Dios ayuda al profeta a transformar su mirada en ese proceso, no es un ente
pasivo sino que tiene que poner su parte “yo veo huesos pero si tu ves vida yo tengo que ajustarme a
tu visión”, constantemente le dice profetiza…
es como decirle muévete en mí y veras
transformaciones. Nuestra gente necesita Vida Nueva el proyecto de gozo, plenitud y libertad de Dios
para las personas, en este tema tenemos que hablar de libertad cristiana necesitamos despojarnos
de nuestras esclavitudes.
Detrás del ejercicio de la libertad Cristiana esta la palabra NO (Amartia, me encierro en mi cuando no
digo no) (ascesis). Libertad 2cor 3,17 Libertad en el Espíritu.
Jn. 19, 38 -40 (Vida nueva, Nicodemo convertido)
La Vida Nueva es salir del anonimato para asumir a Jesús públicamente como mi gran tesoro
aunque tenga que exponerme públicamente al desprestigio como Nicodemo (Ver escena).
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TEXTOS BIBLICOS
la lectura de los siguientes pasajes de la Biblia. Su enseñanza permitirá una mejor
comprensión del ser y del actuar del Espíritu Divino:
Juan 7, 37-39; Gálatas 5, 19-23 ;Ezequiel 37, 1-14; Lucas 11, 5-13; Juan 14, 16-17.26; 15, 26-27; 16,
7-15; Hechos 2, 1-14;Romanos 8, 1-27; 1 Corintios 12, 3-13
Preguntas para profundizar:




¿Que sabes del Espíritu Santo?.
¿Qué experiencias has vivido de la presencia del Espíritu Santo?
¿Que dice Pablo de los Carismas?. Leer 1 Corintios capítulos 11 y 12
De acuerdo a Gal 5, 19 -23; revisa cuanto de hombre viejo tienes.
Cantos para la oración







Sabes tú que eres templo.
Ven Espíritu ven.
Bautízame Señor con tu Espíritu
Hay una unción.
El Espíritu de Dios está en este lugar.
Marantha.
Hay un río de Vida.
Aplicaciones para la vida



Ora cada día, preparándote para recibir el Espíritu Santo.
Has un buen momento de reflexión con un examen de conciencia, y acude al sacramento de
la reconciliación.
Profundiza sobre el Espíritu Santo.
BIBLIOGRAFIA
Seminario de Vida en el Espíritu. P. Diego Jaramillo
Catecismo de la Iglesia Católica. III Creo en el Espíritu Santo. (683 – 686)
Biblia de Jerusalén edición de 1976 Bilbao.
Encuentro de Formación sobre “Seminario de Iniciación a la Vida en el Espíritu”. Predicado por
Francisco Bermeo. Santa Fe Junio de 2013.
Iniciación a la Neumatologia. Fray Nelson Medina
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4º TEMA:
MI PROCESO DE CONVERSION INTEGRAL
METANOIA - EPISTREFEIN
Objetivo:
La conversión es la respuesta libre del hombre a la iniciativa de amor de Dios uno y trino. Después de la
obra de Dios, viene la respuesta del hombre, que queremos mirar como un proceso. Aspecto clave, para evitar
la desilusión y la falsa ilusión.
Es MI proceso. Nadie puede tomar decisiones por “mi”. La respuesta es mi decisión ante la respuesta amorosa
de Dios de convertirme
Parte bíblica:
El verbo hebreo “sub”, traduce la idea de cambiar de rumbo, de volver, de hacer marcha atrás, de volver uno
sobre sus pasos.
La Biblia Griega emplea juntamente DOS verbos: METANOEIN que atiende a la vuelta interior, la metanoia es
el arrepentimiento, la penitencia; mientras que EPISTREFHEIN, connota cambio de conducta práctica.
La conversión es ARREPENTIMIENTO (metanoia), a la que responde Dios otorgando el perdón de los pecados
(Hc 2,38), pero además debe incluir un acto positivo de fe en Jesucristo: volverse al Señor, volverse al Dios vivo
(1Tes 1,9).
Pedro predica METANOESATE Y EPISTREFATE en Hechos 3,19. “Arrepiéntanse y Conviértanse”. Es un texto
importante, por cuanto aparecen los dos términos, como complementarios y relativos.
El texto evangélico que expresa esta doble realidad es la Parábola del Padre Bueno, o el hijo pródigo, en Lc 15.
En el v. 17, el hijo “entra en sí mismo” (así lo dice la Biblia de Jerusalén) y decide volver, pero esa decisión se
concreta en el v. 20, que es la acción práctica de volver.
Hc 2, 37-38: El primer discurso de Pedro, después de Pentecostés, termina con esta cita: “al oír esto, con el
corazón compungido, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles ¿qué hemos de hacer, hermanos?. Pedro les
contesta: “convertíos” (metanoésate) y que cada uno de uds. se haga bautizar en el nombre de Jesucristo. La
conversión como decisión, como cambio interior, que luego supone un acto “exterior” como es el pedir el
Bautismo.
Hc. 8,22:Texto de Simón el mago (simonía) el texto griego dice “metanoeste” “arrepiéntete de esta tu maldad y
haber si se te perdona ese pensamiento de tu corazón”. Simón no cometió ningún acto erróneo sino que tuvo
un pensamiento errado.
Hc 9,35: Pedro cura un hombre en Lida. Como respuesta, la gente se vuelve al Señor (epestrefan epi ton
kurion).
Hc 14,15: En Iconio, en medio de polémicas con los judíos, Pablo y Bernabé curan a un tullido. El pueblo quiere
ofrecerles un sacrificio, creyéndolos dioses. Los discípulos los invitan a abandonar estas cosas vanas y volverse
(epistrefein) al Dios Vivo.
Hc 26, 18: Pablo da testimonio ante Agripa, relatando el encuentro con Jesús, que lo envía “para que se
conviertan de las tinieblas a la luz… y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia
entre los bautizados, mediante la fe.
Puntos de Exposición:
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A TODA INICIATIVA DE DIOS (Triple Iniciativa trinitaria) CORRESPONDE UN RESPUESTA DEL HOMBRE
En los grupos de oración debemos ayudarlos a tomar decisiones (no dar experiencias emocionales). Decir a la
gente: “TOME DESICIONES”
La Palabra de Dios debe movernos a “tomar decisiones” respecto a la vida que responde a la invitación
amorosa de Dios.
No basta con el cambio de mentalidad, aunque es el paso fundamental. La conversión es hacer un giro hacia
Dios.
La conversión como don de Dios, que ilumina nuestra mente (Rm 12,2), pero que también nos brinda las
herramientas necesarias para poner en acto la conversión. Es el tema de la gracia y la libertad. Dios hace lo
suyo, pero cada uno de nosotros pone en acto su libertad, para actuar conjuntamente.
Hablamos de PROCESO, para evitar dos peligros: la “mentalidad mágica”, de ilusionarse con una fácil y rápida
conversión, por el hecho de “solo” pensar el cambio. Hay quienes prometen conversión inmediata, por el solo
hecho de “entrar” en algún lugar, o situación.
Otro riesgo es la conversión superficial, a modo de un barniz que “recubre”, pero que no toca las raíces de la
vida. Muchos de nuestros pecados y debilidades tienen que ver con heridas profundas de nuestra persona y
requieren un trabajo profundo y lento de sanación y conversión radical.
El espíritu actúa de adentro hacia afuera, el pecado sale del hombre no por esfuerzo humano sino por
saturación de Dios él. (Yo no puedo sacar la piedra de mi interior, debo ponerme bajo el poder de Dios para que
me llene y expulse el pecado en mi trabajo es no dejar que otras piedras se metan en mi).
TODO MI ESFUERZO CRISTIANO ES SATURARME DE DIOS.
Debemos tomar la decisión de recomponer nuestros vacíos existenciales y desde allí recomponer la relación
con Dios y su entorno.
Uno de los grandes logros en este tema es que la gente se reconcilie con su historia, esto pasa en mi mente y
mi corazón, que las personas podamos decir: ya no voy a dejar pasar las cosas dolorosas que pasó en mi
historia, no dejar nuestros “muertos” enterrados, las cosas que aún están sin resolver.
Voy a mirar de frente mi historia y reconocer las heridas, para, con la ayuda de Jesús, sanar lentamente.
Debemos considerar la posibilidad de que los hermanos pidan o necesiten el Sacramento de la Reconciliación.
Se puede ayudar a la preparación, preveer el espacio, e incluso predicar sobre la fuerza sanadora de este y
todos los Sacramentos.
Bibliografía:
Xavier León-Dufour. VOCABULARIO DE TEOLOGÍA BIBLICA. Herder. Barcelona, 1985. Voz “Penitencia,
conversión”, pág. 672-678.
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5º Tema
EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU
Objetivo del Tema:
Explicar a los hermanos que es que es la Efusión del Bautismo en Espíritu Santo preparando a la
gente.
Textos de iluminación:
El «Bautismo del Espíritu» es un término bíblico y viene de los seis siguientes textos: Cada uno de los
cuatro evangelios anota las palabras de Juan el Bautista señalando a Nuestro Señor, diciendo que
mientras él Bautizaba en agua, el Señor bautizaría en el Espíritu Santo y fuego (Mateo 3, 11; Marcos
1, 8; Lucas 3, 16; Juan 1, 33).
El mismo nuestro Señor usó la frase en Hechos de los Apóstoles al encargar a sus Apóstoles que
esperarán en Jerusalén: «Juan, a la verdad, bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con
Espíritu Santo, de aquí a poco días» (Hechos 1, 5).
San Pedro usó la frase cuando describía los sucesos de la conversión de los Gentiles» Entonces me
acordé de la palabra de Jesús que dijo: “Juan ciertamente bautizó con agua más vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 11, 16).
Punto de exposición:
La “oración por la efusión del Bautismo en Espíritu Santo”, es la experiencia fundamental de la
Renovación Carismática, “una abrirse a la acción del Espíritu Santo “, una “docilidad” a su accionar a
su obra santificadora del hombre que ha aceptado a Jesucristo como Salvador y Señor. Esta
experiencia ocurre debido a una cierta «liberación» del poder del Espíritu Santo, que ya está presente
dentro del individuo por el Bautismo y la Confirmación. Esto lleva usualmente a una vida devocional
profunda, a una atracción a la oración, a la Sagrada Escritura y a los sacramentos, marcando el
comienzo de una unión más íntima con Dios.
Por el Bautismo del Espíritu, el individuo comienza a conocer, amar y servir a Cristo en una forma
personal.
Es la influencia divina sobre la integralidad humana que refleja su presencia para los otros, es decir la
acción de dios que toca todo el ser humano para ser mostrada a los demás. (2Cor. 3,18).
El don del Bautismo en el Espíritu es para todos, por eso es una gracia dada gratuitamente, es dar
vida en Dios es su aliento de Dios el Ruah de Yahvé, es el avivamiento, la irrupción, el calentamiento
de las gracias que hemos recibido y se han ido actualizando por los sacramentos de iniciación
cristiana, es decir que desde el bautismo en el Espíritu comencemos a vivir nuestra condición regia,
profeta y sacerdotal, estamos participando de la experiencia de lo ya recibido, no se recibe
exclusivamente por imposición de manos, porque un medio como es la imposición de manos se
puede convertir en un fin en sí mismo, se puede recibir como el Espíritu lo considere.
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ENTENDIMIENTO BIBLICO Y TRADICIONAL DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU
El entendimiento bíblico:
Primero, el mismo Cristo describió Pentecostés como ser bautizado en el Espíritu (Hechos 1, 5). La
fiesta en sí fue definitiva una experiencia religiosa, ya que los apóstoles se regocijaron, se volvieron
audaces y expresaron su alegría en oración en lenguas.
Segundo, la predicación de Pedro indicó que todos los que se arrepentían y eran bautizados recibían
el mismo don (Hechos 2, 38).
Tercero, esta experiencia religiosa especial del Espíritu Santo podría ser recibida mucho después que
el momento del Bautismo sacramental como sucedió a los discípulos en Samaria (Hechos 8, 14-17).
En esta ocasión el Espíritu produjo algo visible, al menos lo bastante como para atraer a Simón el
Mago (versículo 18).
Cuarto, una experiencia religiosa exactamente como Pentecostés le ocurrió a Cornelio el gentil y a su
familia (Hechos 10, 44-48) y es equitativamente al Primer Pentecostés según Pedro, el cual usa el
término «bautizados con el Espíritu Santo» (Hechos 11, 16-17).
San Pablo enseñó que Cristo ofreció a los hombres una vida nueva y que el Espíritu era el que les
comunicaba el principio vital y dinámico. La explicación de Pablo de la actividad del Espíritu está
dentro del campo de la experiencia.
1.
Él es el Espíritu de Poder (1 Co 1, 4; Rm 15, 13; 1 Ts 1, 5).
2.
Él nos ayuda a orar (Rm 8, 26).
3.
Él nos libera de la ley y de la esclavitud de la carne (Rm 8, 2-11).
4.
El revela la sabiduría de Dios a los hombres (1 Co 2, 10; Jn 14, 26).
La Tradición del Iglesia
Los efectos del Bautismo del Espíritu parecen corresponder a las consolaciones sensibles de los
principiantes, usualmente llamado “primer fervor”. Se las pueden describir como “emociones tiernas
que producen un efecto en nuestra sensibilidad y nos hace experimentar un sentimiento de alegría
espiritual.” La mayoría de los escritores describen una brecha en la oración cuando el individuo llega
a conocer a Cristo en una forma personal y afectiva.
Nueva misión del Espíritu santo: En el marco de las “Misiones Divinas” (Suma teológica Santo
Tomas de Aquino), el Espíritu Santo que inhabita al hombre en estado de gracia manifiesta un estado
“nuevo “ de gracia que surge en el hombre para una nueva “relación” con la tercera persona trinitaria
haciéndose “dócil” a su accionar.
Es gracia que renueva y actualiza las gracias recibidas:
Actualizando por los sacramentos de iniciación cristiana, es decir que desde el bautismo en el Espíritu
comencemos a vivir nuestra condición regia, profeta y sacerdotal, estamos participando de la
experiencia de lo ya recibido.
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Es una gracia que libera de obstáculos y cadenas: El aceptar a Cristo en nuestro corazón y por
las gracias de los sacramentos de iniciación cristiana (Bautismo sacramental – Confirmación), somos
“santuario “del Espíritu Santo (Naos), y se realiza, en Fe, la promesa de Dios (Ez 36, 26-27).
Es una nueva “experiencia” del Espíritu:
El poder de esta experiencia se hace evidente en muchas formas. La persona:
1.
Tiene un conocimiento nuevo de la presencia de Cristo en su propia vida y en la Eucaristía.
2.
Es atraído a una vida de oración más profunda.
3.
Encuentra una nueva atracción a la Escritura.
4.
Descubre una ayuda nueva para tratar de vivir de acuerdo con las demandas morales del cristianismo.
5.
Encuentra una mayor facilidad al practicar los frutos del Espíritu.
En general, ocurre un despertar espiritual y se evidencia un gusto por las cosas espirituales. Muchos de estos
efectos son evidentes mientras la persona continúa orando con la comunidad. Además de estos efectos, la
persona usualmente comienza a orar en lenguas después de recibir el Bautismo del Espíritu.
Es fuente de dones y carismas: Se hacen presentes “indicios de una vida nueva” donde se hacen “visibles” los
dones ya recibidos “liberándose” su acción en el hombre. La docilidad a su accionar, consecuencia del Bautismo
en Espíritu Santo, Fomenta la recepción y uso de los carismas:
Carisma = Jaris
Gracia de Dios en acción, son “gracias instantáneas” que “activan” en el hombre el uso “practico” de los dones
Espirituales ya recibidos, siendo utilizados en circunstancias de oración y “atención” espiritual del hombre.
Son las características, de nuestros grupos de oración donde el uso de los mismos (Lenguas, Profecía, Palabra
de Ciencia, Palabra de Sabiduría, Discernimiento de espíritus, etc.) (Ver listado de San Pablo en 1 Cor. Cap. 10 al
14), con su doble propósito:
a) Evangelización con Poder, dando testimonio de un Cristo vivo y glorificado.
b) Edificación de la comunidad reunida en torno a Cristo y unidas por el mismo Espíritu.
( Los carismas son un medio y no un fin)
COMO SE RECIBE:
La persona puede recibir el Bautismo del Espíritu en casi cualquier forma o situación que se pueda concebir. Sin
embargo, se pueden enumerar dos formas generales– privadamente (escondido) o públicamente (manifiesto).
La persona recibe el Bautismo del Espíritu Santo públicamente cuando, conociéndolo y teniendo fe en él, pide a
aquellos que también creen que recen con él para que él reciba el Bautismo del Espíritu. Esta oración fraternal
en verdad es para liberar los poderes sacramentales del Bautismo. En la práctica tiene grandes efectos.
Los miembros de la comunidad de oración le imponen las manos usualmente como un gesto fraternal (aunque
éste no es absolutamente necesario). El líder reza una oración de liberación (Quitar obstáculos del hombre
viejo), seguida por una petición de que Jesús bautice la persona en su Espíritu y que obtenga todos los efectos
devocionales y carismáticos.
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Las condiciones básicas son:
1.
Un conocimiento del Bautismo del Espíritu.
2.
Fe en la promesa de Jesús de bautizar en Su Espíritu.
3.
Arrepentimiento, dolor de los pecados y deseo de portarse mejor.
4.
«Tratar de alcanzar,» «desear» y «estar abierto» a la vida abundante en el Espíritu.
5.
Que otros hayan rezado con la persona por el Bautismo del Espíritu.
Algunas situaciones que pueden surgir:
Cuando se ora por la “Efusión del Bautismo en Espíritu Santo” , pueden surgir manifestaciones en la persona
que libre y decididamente implora esta efusión, que pueden experimentar como ser carisma de la oración o
canto en lenguas (Glosolalia), descanso en el Espíritu Santo, una alegría, gozo, paz (es decir manifestaciones de
los frutos del Espíritu Santo Gal. 5, 23) en forma repentina, una emoción incontenible de gozo y a veces llanto,
también es posible que si manifiesten “sanaciones” de heridas emocionales o liberación de recuerdos
dolorosos, etc.
Una de las manifestaciones más frecuentes, aunque no indispensable es el “Descanso en Espíritu” .
Descanso en el Espiritu:
Explicaciones:
A) El descanso pertenece al carisma de sanación es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y
de la memoria, con una llenumbre de la presencia de Dios, de su amor y de su paz, de modo que a veces, el
cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a
veces.
(B) Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante él, pero entonces no suelen
seguirse en el que se ha resistido los frutos de paz y de oración mas recogida, y suelen quedar en él rastros
nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de
manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como
relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve.
(C) El aspecto principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que
purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción fortalece el alma para sobrellevar el peso del
compromiso cristiano de un modo renovado.
D) El punto controvertido y discutible en el descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del
amor de Dios con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia adelante, hasta
que el don se haya pasado. Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una
señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y de una nueva aceptación del amor y la voluntad
de Dios sin resistencias. Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas
por el que les impone las manos. De hecho es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence
poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales.
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Conclusión. Estemos abiertos para acoger los dones de Dios y aceptemos la invitación de Dios a entrar en su
descanso para reposar de los trabajos (Heb.4.10), sin esperar sólo el descanso definitivo y celestial. También en
su vida mortal, Jesús invitó a sus discípulos a un lugar retirado a descansar por un rato (Mc.6.30). Hoy también
sigue haciéndolo con nosotros.
Aplicaciones para la Vida.
“Comenzar a caminar decididamente en el Espíritu santo”
Bibliografía:
- Biblia de Jerusalén edic. 1976
- Suma Teológica Sto Tomas de Aquino.
- Doctrina sobre el Bautismo en Espiritu Santo y Fuego- Basombrío
- Un Pentecóstes hoy – P. Salvador Carrillo Alday
- Comentario sobre el Bautismo en Espíritu P. Raniero Cantalamessa
- Catecismo de la Iglesia Católica.
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6º Tema
UN CAMINO DE CRECIMIENTO
Objetivo del tema: Animar a los hermanos que están realizando el Seminario de Iniciación a la Vida
en el Espíritu Santo a seguir un camino de crecimiento espiritual con metas y objetivos claros
mostrando este encuentro como solo el inicio.
TEXTO BIBLICO INTRODUCTORIO:
San Pablo en la carta a los filipenses al comenzar el cap. 3 hace su presentación como quien es
alcanzado por la “gracia” de Dios, como quien conoce a Cristo por pura misericordia y toma su
salvación para si, aceptándolo como Salvador y Señor - (Esta es la presentación que venimos
realizando de la trinidad, la vida nueva y la conversión integral del hombre como respuesta a la
iniciativa de Dios)- . Pero lejos de vanagloriarse de esta situación, San Pablo anima a no dejar de
“Crecer en la vida espiritual”, perfeccionando (Por obra del Espíritu Santificador, la reproducción de la
imagen de Cristo en nuestras vidas), en una carrera para alcanzar la meta, paso a paso hasta
lograr la santidad –
“presentarnos irreprochables el ultimo día…”- Fil. 3, 12-13
Podemos tomar estas palabras de Pablo para nosotros, y proponer desde el encuentro personal con
Cristo y el Bautismo en Espíritu Santo, como “nuestro inicio” para un camino en la Vida en el Espíritu
Santo queremos proponer a los hermanos que están viviendo esta experiencia una serie de
encuentros formativos para realizar pasos concretos con los cuales ir profundizando nuestro
cecimiento espiritual.
1º La Oración
Fundamentalmente de la oración de ALABANZA y de INTERSECION (solo como oración sino
también como un estilo de vida), podemos terminar con la contemplación. Transmitir alos hermanos
la necesidad de ser una persona de oración.
2º La Escritura
Tratando de cómo acercarme a la escritura, hablar del ordo (Lectura diaria), para empezar a saciar su
sed de palabra, es el camino pedagógico de la Iglesia, hasta un acercamiento a la historia de la
salvación, etc.
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3º La Comunidad
Grupo de Oración, presentar al mismo como el medio de crecimiento y acompañamiento que el
Señor nos brinda, y esencialmente como participar de los mismos.
4ª Los Sacramentos
Enunciando su importancia para nuestra vida espiritual, cuando se dicte el seminario de crecimiento
ayudar a la gente a pasar de una experiencia religiosa a una experiencia salvífica.
5º El Apostol – misionero
Aportarle a la gente la necesidad de salir a anunciarle a la gente de contarle al otro lo que hemos
recibido, la necesidad de evangelizar (Doc. De Aparecida). El que no comparte su tesoro encontrado
se tranca y retrocede. Cuando nos quedamos estáticos en grupo nos vamos desalentando y dejamos,
porque no nos sentimos útiles y no todos están llamados a prestar servicio en el Grupo.
6ª El compromiso con la sociedad
Como acercarse al otro para rescatarlo de anonimato existencial (como apostolado permanente).
7º María,
En una visión mariológica del ser carismático como aquella que vivió más pentecostés (4 escenas
mínimas que vivió ella, en Nazaret, visitación, en la cruz, en hechos en el aposento alto)
Los carismas
Una mirada panorámica antes de la oración por la efusión del Bautismo en Espiritu Santo, luego de la
efusión, y una profundización, invitamos a la gente a que lea sobre esto comenzando con 2 Corintios
Cap. 11 al 13. Se trataran carismas mas comunes en los grupos de oración (Palabra de ciencia,
palabra de sabiduría, Profecía, glosolalia, etc)
Otro crecimiento puede ser el discipulado.
Esta progresión debe adaptarse a cada comunidad y con la ayuda de Dios podremos ver
comunidades fortificadas y unidas en un mismo proceso formativo y de crecimiento espiritual.
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7º Tema
SANTIDAD - KADOSH
Objetivo: ser conscientes de que somos llamados a la santidad y disponernos a caminar hacia ella. Por
eso presentamos la santidad como DON y LLAMADO, COMO CAMINO COTIDIANO y META DEFINITIVA.

LA SANTIDAD, DON Y LLAMADO
1. SANTIFICADOS EN CRISTO
Textos bíblicos: Hebreos 2, 11 ; 1 Cor 1, 30 ; Juan 17, 17-19 ; Efesios 5, 25-27 ; 1 Cor 6, 11
Jesús nos comunica, dona, regala su santidad. Su santidad es también la nuestra. Más todavía, Jesús
mismo es nuestra santidad. Jesús, en el bautismo, nos transmite lo que Él es. El bautismo pone de
manifiesto que somos obra de Dios desde la concepción, hijos santos de Dios.
Por eso, la santidad es Presencia de Dios. Abrirnos al don, a la gracia, recibir el regalo del amor y de la
santificación que Dios obra en nosotros, para ser capaces de mirar la historia y descubrir que aquí y
ahora está presente Dios.
La santidad no es en primer lugar obra nuestra. Lo primero no es hacer nosotros, sino dejar a Dios
hacer con lo que nosotros somos. Dios obra la santidad.
2. LLAMADOS A SER SANTOS
Textos bíblicos: Levítico 20, 7-8. 26 ; 1 Pedro 1, 15-16 ; Mt 5, 48
Además de recibir la santidad de Jesús, estamos llamados a imitarla, a hacerla vida. Fuimos
santificados por el bautismo, pero cada día se nos llama a permanecer en esa santidad recibida. Hay
una santidad dada y una santidad conquistada, que no son distintas. La santidad conquistada, vivida,
se refiere a perseverar, a acrecentar, a manifestar la santidad dada. La santidad vivida hace concreta,
visible, palpable la santidad dada. (1 Cor 1, 2).
Este llamado es a ser santos hoy, no recién cuando termine nuestra vida. El llamado a la santidad
tiene su respuesta en el día a día, en el hoy de mi vida y en el hoy de la historia. Dios me llama a vivir
hoy; hoy Dios reina en el mundo y en cada uno de nosotros. Dios está encarnado y está metido y
comprometido en la trama del mundo y de la historia.
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La clave de esta vivencia de la santidad siempre es el amor, y un amor arriesgado, como el de Jesús. La
vivencia de amor que nos lleve a tomarnos en serio el evangelio, a ser nosotros evangelios vivientes
donde se puedan leer rasgos de la vida del Señor.
Estamos llamados a vivir la santidad en lo cotidiano, en las pequeñas cosas…

LA SANTIDAD, CAMINO COTIDIANO Y META DEFINITIVA
1. CAMINO DE SANTIDAD
Texto bíblico: Apocalipsis, capítulos 2 y 3 (Carta a las Iglesias)
Nuestra santidad es un continuo camino de paradas y partidas, como lo fue para el Pueblo de Israel,
como lo es hoy para la Iglesia, como lo es también para cada uno de nosotros.
Por eso necesitamos volver nuevamente al camino de la santidad. Es necesario volver, recuperar,
reestrenar el camino de la santidad. Esto es la conversión: recuperar, redescubrir el amor primero. La
conversión más que el esfuerzo por cambiar las cosas, es direccionar la vida, es ir hacia Jesús.
Una clave: permanecer como niños. Quitar todo lo que se nos fue adhiriendo y empañando la
semejanza con Dios en la que fuimos creados. Deshacernos de aquello que nos fue apartando del
camino y retomar.
El camino de la santidad caer y levantarse, recomenzar…
2. LA SANTIDAD ES LA META DE LA VIDA CRISTIANA
Textos bíblicos: 2 Timoteo 4, 6-7 ; Filipenses 3, 13-14
La santidad no sólo es una invitación o una posibilidad, es la vocación de toda persona, la meta a la
que debemos llegar. Queremos, podemos y debemos ser santos. Este es el proyecto de Dios para
cada uno.
Es la meta de todo cristiano. Es el ideal del hombre nuevo regenerado en el Espíritu: recibir al Señor,
permitirle que viva en nosotros y nos transforme en Él. “Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí” (Gál
2, 20).
Para reflexionar y orar:

¿Cómo vivo la santidad recibida en el bautismo?
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
¿Estoy dispuesto a recorrer el camino de la santidad, asumiendo mis debilidades y
confiándome a la gracia de Dios?
Sugerencias para la vida:



Dar gracias por la santidad recibida en el bautismo.
Perseverar en el crecimiento espiritual hacia la santidad.
Asumir compromisos concretos de apostolado y servicio a la comunidad.
JESÚS ES MI SEÑOR
Objetivo: Tomar conciencia de la realidad del pecado y aceptar a Jesús como el único Salvador y Señor de
nuestra vida.
Texto bíblico: Lucas 15, 11-32 (Parábola del Padre Misericordioso)
El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es el ser llamado a la comunicación y a la comunión
profunda. Pero no siempre responde a este llamado; muchas veces el hombre se desvía de amor de Dios. El
pecado es la ruptura de la relación que vive el ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con la
creación.
En el pecado original, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios. El hombre, creado en estado de
santidad, estaba destinado a ser como Dios. Pero por la seducción del enemigo, quiso “ser como Dios”, pero
“sin Dios, al margen de Dios y no según Dios”.
El enemigo distorsiona la verdad exagerando la prohibición de Dios (Gen 3, 1). Este es el primer paso:
distorsionar la verdad. Y esto le permite al tentador dar el paso siguiente: le hace ver a Dios como enemigo,
como represor, como un amo cruel que no quiere el bien de su creatura.
Lo prohibido se despierta ya como un gran deseo. El llegar a ser como Dios se convierte en el deseo máximo,
que ya no lo buscan como un don de Dios, sino como un trofeo que le tienen que arrebatar al mismo Dios. Es
decir, que se lo ve a Dios como un rival a vencer, como un adversario.
El pecado, entonces, es la falta de confianza en Dios, en su amor, y el querer cumplir los deseos al margen de
Él, porque se lo ve como represor y no como Padre.
La desnudez después del pecado es tomar conciencia de que no se confió y esto lleva al ocultamiento. Esta
desnudez indica la pérdida de la santidad original con que el hombre fue creado. Es la frustración y la ruptura.
Se pierde el norte, el verdadero sentido. El resultado es la soledad. Se pierde la posibilidad de relación.
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Pecado, en la Biblia, significa desvío de la meta. Es desviarnos del proyecto de Dios. No acertar en mi vida para
aquello para lo cual fui creado.
La dinámica del pecado es la desmesura y el orgullo que llevan a la incapacidad de abrirse a Dios y a los demás.
Es buscar la realización de nuestro ser no en Dios, sino en otras propuestas que tienen más bien relación con el
no-ser.
El pecado es encerrarse en sí mismo y no darse. Es todo aquello que hago para satisfacerme a mí mismo al
margen del otro. Y como estamos hechos para la comunión, para compartir la vida con otros, al estar en
soledad y en aislamiento nos enfermamos y enfermamos a los demás.
Jesús no dedica mucho tiempo a hablar del pecado, sino que se encuentra con gente pecadora e invierte su
tiempo en salvar.
Jesús, Señor y Salvador, quiere rescatarme de este universo destructivo del pecado. Toda la vida de Jesús es
salvación para nosotros,
El itinerario salvífico de Dios:
-
-
-
-
Encarnación: en Jesús, Dios se revela en una persona real, completamente humana para que podamos
seguirle. Desde la Encarnación, la vida de Dios atraviesa toda nuestra vida. Jesús conoce por propia
experiencia todo lo que nosotros vivimos (con excepción del pecado).
Vida pública: Jesús nos salva por su praxis de la misericordia, por su predicación. Jesús me salva hoy,
en el aquí y ahora de mi vida. Me da componentes existenciales para vivir en Él, con los pies en la
tierra, en lo cotidiano de la vida. Los signos que Jesús hace dan testimonio de su misión salvadora y
liberadora del hombre (Lucas 7, 22-23).
Pasión: en su Pasión, Jesús me enseña cómo enfrentar una crisis. Tenemos que ayudar a enfrentar las
crisis en la cotidianidad. El verdadero cristianismo es asumir nuestras crisis cuando aparecen. Nuestros
grupos deben ser dadores de herramientas para cargar con la cruz (1 Cor 1, 23-25), y confiar en el
poder de Dios. Aquí podemos tomar como ejemplo el camino recorrido por Nicodemo en su relación
con Jesús:
Primero va a verlo de noche, a escondidas. Allí Jesús lo llama a ser un hombre nuevo, nacido del agua y
del Espíritu (Juan 3, 1-15)
Después lo vemos esbozando una defensa de Jesús en una discusión sobre el mesianismo de Jesús
(Juan 7, 40-53)
Finalmente, lo encontramos entre los que dan sepultura a Jesús. Él es quien lleva los perfumes (Juan
19, 38-40).
Glorificación: Jesús nos salva porque está vivo y puede revelarnos cómo vivir la vida de cristiano (1 Cor
12, 3).
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Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1, 29), el único Mediador de la Nueva Alianza
entre Dios y los hombres (Hebreos 10, 15).
Cuando expulsa los vendedores del Templo (Mt 21, 12-13; Mc 11, 15-17; Lc 19, 45-46; Jn 2, 13-17), presenta lo
nuevo de la ofrenda, lo nuevo del culto, lo nuevo de la reconciliación, del perdón. Ya no son necesarios los
animales; Él es el Cordero de Dios. Él es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre. En su Cuerpo Resucitado
(nuevo Templo), se va a celebrar el nuevo culto, asociándonos al misterio pascual.
Después de la expulsión, sólo Jesús queda en el Templo, mostrándonos así que sólo Él reconcilia a los hombres
con Dios; Él es el único medio de expiación.
Es muy claro que Jesús quiere salvarme y liberarme del pecado y de todo mal, pero para recibir esta salvación
que me trae es necesario ponerme bajo su Señorío. Jesús es el Salvador. Jesús es el Señor. Pero, ¿es mi Señor?
No basta con proclamarlo como Señor; debo vivir bajo su Señorío, ponerme bajo su dominio (Señor, Dominus,
el que tiene dominio sobre algo o sobre alguien). Acoger al Señor y la salvación que me ofrece para vivir la vida
en abundancia.
Jesús, el Señor
Jesús, al tercer día de su muerte resucito. ¡Está vivo! Dios no permitió que su Hijo permaneciera en la muerte,
al contrario, lo exaltó y lo glorificó:
-
Le dio el Nombre sobre todo nombre (Fil 2, 9)
Le concedió todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 13)
Lo constituyó Señor y Mesías (Hch 2, 36)
La resurrección, exaltación y glorificación de Jesús es el culmen de su obra salvífica. Si no hubiera
resucitado, vana sería nuestra fe (1 Cor 15, 14).
El título de Señor lo ha constituido como Dueño absoluto de todo el universo: del pasado, del presente y del
futuro. Toda la creación le está sometida. Vencedor de la muerte y del maligno. Cielo, mar y tierra están bajo
su poder. Juez de vivos y muertos (Hch 10, 42); el Salvador (Hch 13, 23); el Autor de la Vida (Hch 3, 15); el
Mesías anunciado por los profetas (Hch 3, 18).
Por otra parte, el título de Señor (Kyrios), que en el Antiguo Testamento era reservado exclusivamente para
Dios, al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente que Jesús es Dios, es el Señor.
Jesús, mi Señor
El dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera especial y concreta sobre aquellos
que creen en Él, sobre cada uno de nosotros. Jesús, el Señor, debe ser efectivamente mi Señor. A Él debo
entregar, libre y amorosamente, todas las áreas de mi vida, toda mi existencia.
“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
serás salvo” (Rom 10, 19).
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Ponernos bajo el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida no significa anular nuestra personalidad y
nuestra capacidad de decisión. Todo lo contrario: se trata de hacer una opción fundamental por Él, adherirnos
a su Persona, a su evangelio; entregarnos a Él con plena conciencia y libertad.
Esta es una realidad que no basta solo proclamar o predicar, sino que hay que vivirla, encarnarla. El cristiano no
es quien sólo dice con su boca “Señor, Señor”, sino quien vive haciendo la voluntad del Padre del cielo (Mt 7,
21). El cristiano vive según la voluntad del Señor, regido por los valores del evangelio, con los criterios de Jesús
y al impulso del Espíritu. No basta que Jesús sea nuestro Salvador. Es necesario que sea nuestro Señor, y esto
depende de nosotros.
Es necesario decidirnos a vender todas nuestras “perlas”, para comprar la “Perla Preciosa”. Decidirnos a
entregarlo todo y a entregarnos del todo, para quedarnos con Jesús.
Otros textos para profundizar: Lc 4, 16-19; Lc 5, 17-26; Jn 3, 16-17; Lc 19, 1-10; Mt 9, 9-13
Para reflexionar y orar:
 ¿Qué expectativas tengo puestas en Jesús?
 ¿Cómo ilumina Jesús mi historia personal?
 ¿Qué significa para mí el señorío de Jesús?
 ¿Le doy verdaderamente el dominio sobre mi vida, desde una opción libre y amorosa?
Sugerencias para la vida:




Pide al Señor que aumente tu fe en Él.
Profundiza en la lectura orante de la Palabra.
Recibe su perdón con un corazón agradecido y perdona de corazón a quienes te ofenden.
Sé instrumento de paz en el ambiente donde vives y trabajas.
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