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Carta de un Padre a su Hijo
Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañé porque estabas
tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque
masticabas con la boca abierta.
Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te volví a regañar y te empujé
para que fueras a cambiarte de inmediato.
Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mi
tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal.
Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín.
Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías
cuidar la ropa y los zapatos; que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice
entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indiqué que caminaras
erguido.
Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la
mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba
más ese escándalo y subí a mi cuarto.
Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de
bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación,
mostrarse sumiso y arrepentido?
Luego escuché unos golpecitos en la puerta. “Adelante”, dije, adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te
detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunté: “¿Te vas a dormir? ¿Vienes a
despedirte?”
No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para
echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé… y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado
cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que
mi alma se quebrantaba.”Hasta mañana papito” me dijiste.
¿Qué es lo que estaba haciendo? ¿Por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte
como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual.
Tú tenias unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y, sobre todo, sabías demostrar amor.
¿Por qué me costaba tanto trabajo? ¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba
aburriendo? Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entré a tu habitación y encendí con cuidado una lámpara. Dormías profundamente. Tu
hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un
bebé.
Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y
cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en
silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.
Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero
sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.
¿PORQUE LA GENTE SE GRITA?
Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:
¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?
Los hombres pensaron unos momentos:
Porque perdemos la calma - dijo uno - por eso gritamos.
- Pero ¿porqué gritar cuando la otra persona está a tu lado? - preguntó una vez más ¿No es posible hablarle en
voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.
Finalmente él explicó: - Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa
distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte
tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
Luego preguntó: - ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que se hablan
suavemente, ¿por qué? Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.
Continuó: - Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en
su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es
cuán cerca están dos personas cuando se aman.
Luego el sabio concluyó: Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los
distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de
regreso.
LA NUEVA GENERACION DE PADRES DE FAMILIA
Somos de las primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos los mismos errores que
pudieron haber cometido nuestros progenitores.
Y en el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, ahora somos los más dedicados y comprensivos, pero a la vez
los más débiles e inseguros que ha dado la historia.
Lo grave es que estamos lidiando con unos niños más "igualados", beligerantes y poderosos que nunca
existieron.
Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro. Así que,
somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros padres regañados por nuestros hijos.
Los últimos que le tuvimos miedo a nuestros padres y los primeros que tememos a nuestros hijos. Los últimos
que crecimos bajo el mando de los padres y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos.
Lo que es peor, los últimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que aceptamos que nuestros hijos
no nos respeten.
En la medida que el permisivismo reemplazó al autoritarismo, los términos de las relaciones familiares han
cambiado en forma radical, para bien y para mal.
En efecto, antes se consideraban buenos padres a aquellos cuyos hijos se comportaban bien, obedecían sus
órdenes y los trataban con el debido respeto. Y buenos hijos a los niños que eran formales y veneraban a sus
padres.
Pero en la medida en que las fronteras jerárquicas entre nosotros y nuestros hijos se han ido desvaneciendo, hoy
los buenos padres son aquellos que logran que sus hijos los amen, aunque poco los respeten.
Y son los hijos quienes ahora esperan el respeto de sus padres, entendiendo por tal que les respeten sus ideas, sus
gustos, sus apetencias, sus formas de actuar y de vivir. Y que además les patrocinen lo que necesitan para tal fin.
Como quien dice, los roles se invirtieron, y ahora son los papás quienes tienen que complacer a sus hijos para
ganárselos, y no a la inversa, como en el pasado.
Esto explica el esfuerzo que hoy hacen tantos papás y mamás por ser los mejores amigos de sus hijos y
parecerles "muy cool" a sus hijos.
Se ha dicho que los extremos se tocan, y si el autoritarismo del pasado llenó a los hijos de temor hacia sus
padres, la debilidad del presente los llena de miedo y menosprecio al vernos tan débiles y perdidos como ellos.
Los hijos necesitan percibir que durante la niñez estamos a la cabeza de sus vidas como líderes capaces de
sujetarlos cuando no se pueden contener y de guiarlos mientras no saben para dónde van.
Si bien el autoritarismo aplasta, el permisivismo ahoga.
Sólo una actitud firme y respetuosa les permitirá confiar en nuestra idoneidad para gobernar sus vidas mientras
sean menores, porque vamos adelante lidereándolos y no atrás cargándolos y rendidos a su voluntad.
Es así como evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol y hastío en el que se está
hundiendo la sociedad que parece ir a la deriva, sin parámetros, ni destino.
COMO CRIAR HIJOS DELINCUENTES
1. Comience en la infancia dando al niño todo lo que desee. De ese modo crecerá
con la idea de que el mundo está en deuda con él.
2. Nunca le de instrucción espiritual alguna. Espere hasta que él tenga 21 años y
entonces, déjelo decidir por sí mismo.
3. Evite el uso de la palabra "incorrecto". Puede desarrollar en su hijo un complejo de
culpabilidad y que la sociedad está en su contra.
4. Recoja todo lo que su hijo deje tirado. Se acostumbrará a echar toda la responsabilidad
de su vida sobre otros.
5. Déjele la libertad a leer o ver cualquier cosa que le parece. Aún se preocupe de que el
servicio de mesa y los vasos estén esterilizados, deje que su mente se deleite en la
basura de las comunicaciones vulgares, pornográficos y violentos.
6. Mantenga frecuentes disputas en presencia de sus hijos. De este modo no se verán
afectados cuando más tarde el hogar se deshaga.
7. Déle a su hijo todo el dinero que desee gastar. No le dé permiso ganarlo por sí mismo
porque es muy cruel y además, lastimará su ego delicado.
8. Satisfaga todos sus caprichos en cuanto a comida, bebida o comodidad. Cualquier
negación de su parte como padre le podrá conducir a una frustración dañina.
9. Póngase de parte de su hijo en contra de sus autoridades: los maestros de la escuela,
policías, vecinos, pastores. Todos están prejuiciados respecto a su hijo.
10.Cuando su hijo se encuentre
consecuencias de sus decisiones.
¿porqué
no
hacer
¿crees que ya no es tiempo...?
Nunca es tarde para empezar.
involucrado
lo
en
problemas
contrario
serios,
a
protégele
estas
de
las
reglas?
MI HIJO, ¿MI VICTIMA O MI CREACION?
Nos quedamos sorprendidos, cuando se da cuenta en periódicos o radio, que el sicario no superaba los 18 años.
Cuando los cuerpos de los 3 o 4 ejecutados, correspondían a adolescentes de hasta 14 años de edad.
Frente a lo anterior, el psiquiatra dominicano César Mella, hizo publicar el siguiente trabajo, que creo que a
todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día, nos debe interesar; el texto que me llegó suscrito por el
doctor Mella, es el siguiente:
Yo me preguntaría y plantaría la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores
inculco o inculqué a mis hijos?
A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo
llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.
Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando
playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la Internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con
arreglar algo en el hogar.
Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Ipod, blackberry y computadora no pueden
faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el
celular más novedoso. El nextel más costoso. La Lap más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso
estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación, a la brevedad y sin chistar.
Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de MTV. ¡Ah! pero viven encontrándole defectos a los padres,
a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.
Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión.
Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet!
Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los
acostumbramos a darles todo incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y
todavía se quejan a porque eso no me alcanza.
Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es
que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo alcoholizados.
Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con
desfachatez: "yo no pedí nacer", "es tu obligación mantenerme" ó "quien les manda andar de calientes".
Definitivamente estamos jodidos, pues la tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues
aún graduados y con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de
sus hijos.
Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase
media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto
28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un
verdadero dolor de cabeza.
¿Entonces en qué estamos fallando?
Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y
cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que
ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban
sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban trabajos
como limpiabotas y repartidores de diarios.
Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dió resultado y mandó todo
al diablo:
¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé!
Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdicio: agua,
comida, luz, ropa, dinero.
Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a
los 20 si bien nos iba conocíamos la Ciudad de México, con su hoy vetusto y atiborrado Metro.
El dame y el cómprame, siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de
una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcionara como hogar.
Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar,
sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en
su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar
paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el
papá continúen resolviéndoles la vida.
Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y
responsabilidades. Háganles el hábito del ser agradecidos.
Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la
casa en la cual no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada
recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de
visita.
Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el
agradecimiento. Que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa
debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que
paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie
de beca escolar que ustedes pagan, y por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en
sus mentes trabajo=bienestar.
Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la
responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.
Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía
doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.
Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los
videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de
referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos, aconséjalos, habla con ellos, no los
ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.
Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado
tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente
cada vez más deformante.
Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos
pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición.
Que cada quien tome lo que la corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe el
mal, sólo se necesita que la gente buena lo permita...
César Mella.
EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer
día de trabajo. Su cortadora eléctrica se daño y lo hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se
niega a arrancar.
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invito a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo un momento frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las
ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas.
Abrazo a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.
Posteriormente me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunte
acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
"Oh, ese es mi árbol de problemas", contesto.
"Se que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a
la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a
casa. Luego en la mañana los recojo otra vez".
"Lo divertido es", dijo sonriendo, "que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que
recuerdo haber colgado la noche anterior".
PARA VIVIR EN PAZ
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz
perfecta.
Muchos artistas lo intentaron, el rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él
realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas
montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes
miraron
esta
pintura
pensaron
que
esta
reflejaba
la
paz
perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas, pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo
furioso
del
cual
caía
un
impetuoso
aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. En todo esto no se
revelaba nada pacífico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, observó que tras la cascada había un delicado arbusto creciendo en
una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio de del rugir del la violenta caída de
agua,
estaba
sentado
plácidamente
un
pajarito
en
el
medio
de
su
nido...
Sin
dudarlo
el
Rey
escogió
esta
pintura
y
explicó:
"Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a
pesar de estar en medio de todas estas cosas, exista calma y serenidad dentro de nuestro corazón. Este es el
verdadero significado de la paz."
PARA SER FUERTE
Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó a la mariposa por varias
horas, mientras ella se esforzaba para hacer que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero.
En tanto, parecía que ella había dejado de hacer cualquier progreso. Parecía que había hecho todo lo que podía,
pero no conseguía agrandarlo. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: el tomó una tijera y abrió el
capullo. La mariposa pudo salir fácilmente, pero su cuerpo estaba marchito, era pequeño y tenía las alas
arrugadas.
El hombre siguió observándola porque esperaba que, en cualquier momento, las alas se abrieran y estirasen para
ser
capaces
de
soportar
el
cuerpo,
y
que
éste
se
hiciera
firme.
¡Nada aconteció! En verdad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo marchito y unas
alas encogidas. Ella nunca fue capaz de volar.
Lo que el hombre, en su gentileza y su voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el
esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era la forma en que Dios hacía
que el fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella estaría lista para volar, una vez que
se hubiese liberado del capullo.
Algunas veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestra vida. Si Dios nos permitiese pasar por
nuestras vidas sin encontrar ningún obstáculo, nos dejaría limitados. No lograríamos ser tan fuertes como
podríamos haber sido.
Nunca podríamos volar.
Pedí fuerza... y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte.
Pedí sabiduría... y Dios me dio problemas para resolver.
Pedí prosperidad... y Dios me dio cerebro y músculos para trabajar.
Pedí valor... y Dios me dio obstáculos para superar.
Pedí amor... y Dios me dio personas con problemas a las cuales ayudar.
Pedí favores... y Dios me dio oportunidades.
Yo no recibí nada de lo que pedí...
Pero he recibido todo lo que necesitaba.
Vive la vida sin miedo, enfrenta todos los obstáculos y demuestra que puedes superarlos.
EL MEJOR EQUIPO
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar
sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La
causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas
vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy
áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los
demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la
palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja
con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y
concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para
afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y
de trabajar juntos.
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca
a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de
percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus
superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
EL SABIO Y EL REY
Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que
interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra
majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey
con atención, le dijo:
- ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros
parientes.
Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo
porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los
grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe
ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que
provoca en algunos casos, grandes problemas.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir,
pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.
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