Milo (1.47 MB)

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Milo
Nota Posterior: Bueno, acá les dejo la versión revisada del fic.
Fueron muchos meses de trabajo pero finalmente terminé. Por
supuesto, el asunto no quedó perfecto ni muchísimo menos.
Seguramente se me pasaron muchas cosas pero sé que aunque lo lea
1000 veces voy a seguir encontrando errores. ¿Mis metas?
Primeramente era la de corregir los errores de horrografía. Luego
las conjugaciones de los verbos que nomas me causaron muchos
problemas. Posteriormente, corregí algunos párrafos, quitando o
agregando detalles. Espero que disfruten releyendo (o leyendo por
primera vez) esta historia y les pido, por mi salud mental, que si
encuentran un error no me lo digan sino hasta dentro de unos 3
meses (a partir de julio del 2008)... por ahora quiero descansar
de este trabajo. ¡A menos que encuentren un capítulo fuera de
lugar!
Eso
sí
me
gustaría
corregirlo
cuanto
antes.
Por
lo
demás:
que
disfruten
la
función.
Prólogo: Antares (Antares)
Starhill, un lugar al que solo el más fuerte y noble de los Santos
protectores de Atena puede acceder. Era una noche tranquila, a
primera vista normal, en la que el Patriarca de esta era visitó el
Templo más sagrado de todos los dedicados a la Diosa. Este hombre
era el alguna vez llamado Shion de Aries.
Entre los 88 Santos hay una importante jerarquía. 48 elegidos son
los llamados Santos de Bronce. Otros 28 habrían de ser Santos de
Plata. Los 12 restantes pertenecían al grupo de mayor nivel: los
Santos de Oro. El Patriarca era elegido de este último grupo, sin
excepción, y solo podía ser sustituido por una orden suya o de
Atena. El último Sacerdote fue designado por Ella hacía 260 años
con el fin de guiar a las nuevas generaciones de Santos, pues
éstos habían sido diezmados durante la primera Guerra Santa en
contra de Hades.
Cada Caballero contaba con una protección especial: la de su
constelación guardiana. Había ocasiones en las que ella misma
elegía al Santo que habría de portar su Armadura. Estos casos
ocurrían especialmente entre los Santos de Oro. El brillo inusual
en una constelación pronunciaba el nacimiento de su protegido.
-"Antares."
La palabra chocó infinitamente en contra de las paredes del Templo
mientras bajaba de intensidad con cada repetición. El Kyoko,
aquella figura oscura cuya vestimenta no aparentaba ser más que
una túnica negra y una máscara azul, alzó la vista. Curiosamente,
los ojos de aquella figura permanecían cerrados debajo de la
brillante coraza que cubría su rostro. Un nuevo eco inundó el
Templo, uno mucho más débil y proveniente de un susurro de
resignación.
Él habría de ser el último en nacer.
El Patriarca bajó de Starhill y caminó de regreso a las 12 Casas,
los 12 Templos que tienen que ser cruzados para llegar a la Cámara
del Kyoko y al Recinto de Atena. Caminó con rapidez, atravesando
los Templos sin detenerse ni una sola vez, ni siquiera para
responder los respetuosos saludos de los Santos Dorados que le
vieron.
Finalmente, llegó a sus aposentos. Ahí se topó con una figura que
aparentaba ser su opuesto. Tenía apariencia joven y una tez
sumamente blanca que resaltaba todavía más ante la túnica del
mismo color que portaba. Tenía cabello azulado y unos puntos
violetas coronaban su frente. Aquella persona lo miró intensamente
a través de unos ojos violetas que el Patriarca alguna vez
reconoció como suyos.
-"¿Ocurre algo malo, su Santidad?"
Aquél hombre era Arles de Altar. Su responsabilidad como Santo de
Plata no era tanto la de pelear, sino la de seguir y proteger al
Patriarca. Era ese el deber que le concedía su constelación.
-"Antares. Escorpio brilla con intensidad."- Arles sabía lo que
eso significaba. Escorpio ni siquiera podía ser visto en esa época
del año; el Patriarca debió de haber tenido una premonición y fue
a Starhill solo para comprobarla. -”Puede que en estos mismos
momentos esté naciendo el sucesor del Santo de Escorpio.”
-”Si las premoniciones son ciertas, pronto todos los Templos
tendrán a su guardián.”- Los Santos Dorados pocas veces estaban
completos. Fuera por muertes, desapariciones e incluso traiciones,
solían faltar dos o tres en el Santuario. En ese entonces solo
había 6 de ellos. -”Eso quiere decir que...”- Arles calló. No
consideró juicioso mencionarlo ante el Patriarca. No después de lo
extraño que se había comportado durante los últimos días.
-”Lo que quiere decir que Atena renacerá pronto y que una nueva
Guerra Santa dará comienzo.”- Arles solo asintió. -”El sello de
Hades no tardará en romperse.”
Hubo un silencio sepulcral por varios minutos hasta que Shion
decidió seguir su camino hacia su habitación.
-”¿Tienes miedo, Arles?”
-”Sería tonto decir que no, señor.”- Contestó mientras seguía al
Patriarca por el Recinto. Tuvo que detenerse abruptamente al ver
que su superior había cesado de caminar.
Shion miró a Arles y retiró su máscara, dando a conocer su rostro
de tonalidad casi enfermiza y con varias líneas de vejez a su
alrededor. En su frente había dos puntos iguales a los del Santo
de Altar y largo cabello verde caía a través de su espalda. Sus
ojos tenían el mismo color que los de Arles, pero éstos se veían
viejos, acabados y turbios. Una sonrisa cansada decoraba su
anciano rostro.
-”¿Sabes? He comenzado a sentirme sumamente cansado.”
-”Tal vez sea hora de que elijas a un sucesor.”- Que un Santo se
dirigiera con tanta informalidad al Patriarca hubiese sido un
sacrilegio, pero tanto trato con él lo había llevado a la
costumbre e incluso a la imprudencia.
-”No.
Esperaré
unos
años
más.
Si
hay
alguien
digno
de
reemplazarme, apenas es un aprendiz. No confío en los Caballeros
Dorados actuales.”- Observó detenidamente al Santo frente a él. ”Si un Santo de Plata pudiese convertirse en Patriarca todo sería
más fácil ¿no lo crees?”
-”Lo dejaré descansar, señor.”- Arles se inclinó ante él y caminó
hacia la puerta.
-”Buenas noches, hermano.”
Su despedida no fue contestada.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Patrikia, un pequeño pueblo pesquero ubicado en la isla Milos
celebraba el nacimiento de un varón. Varios hombres y mujeres se
reunieron en una de las casas más lejanas del pueblo y le
ofrecieron al recién nacido regalos que le servirían para atraer
la buena suerte.
Sin embargo, en medio del festejo, la mujer que acababa de dar a
luz hacía no más de medio día no podía evitar aquella sensación
que se le hacía tan crudamente familiar.
Una de las 88 constelaciones brillaba con fuerza.
Comentario de la Autora: Así comienza esta historia. No sé hasta
dónde llegue. No sé qué será de ella. Pero ya conocen a estas
preciosidades: se escriben por sí solas. ¿Necesito mencionar que
este fic estará centrado en Milo de Escorpio? Seguro que no. Y
bueno... hay varios fics sobre él... pero siendo mi personaje
favorito en toooodo el mundo, consideré prudente hacer el mío.
Sobre los personajes: Shion es un hombre muy fuerte en la Saga de
Hades. Sin embargo, seamos honestos, han pasado DEMASIADOS años
desde la última guerra Santa y este Shion está muy cansado. Tal
vez demasiado.
Lo de que las constelaciones eligen a sus Santos... pues es cierto
en parte ¿ne? En el anime se deja indicado que las constelaciones
cuidan a sus elegidos. El que las constelaciones eligieran a sus
protegidos aún antes de que se conviertan en aprendices fue ya de
mi cosecha.
Sobre el título... puede que en algún momento lo cambie pero por
ahora lo dejaré así porque no encontré algo mejor. Es que es algo
tan general... que... ¿pues qué hacer?
Lo sé... tal vez algo aburrido, pero más adelante habrá más
movimiento... y sangre. Espero que esta primera entrega les de
ganas de seguir leyendo y que les guste.
Capítulo 1:  (Recuerdos)
Una joven mujer, casi una niña, corría con desesperación a través
de las ruinas atenienses. No tenía más de 14 años y llevaba puesto
un uniforme de aprendiz de Koree. Su máscara era inexistente, pero
su rostro estaba oculto detrás de una maraña de grueso cabello
castaño que se había adherido a su frente por el sudor que la
recorría. Huía de un enemigo invisible, tal vez inexistente, pero
no podía darse el lujo de tranquilizarse. No. Los aprendices que
eran descubiertos en plena huída recibían el segundo peor castigo
otorgado por la Diosa y ese era la muerte. A pesar de ello, se
atrevió a desobedecer las órdenes. Tanto así odiaba al Santuario.
Tanto así deseaba desaparecer de Atenas.
Sin embargo, ella siempre procuró ser diplomática. Cuidaba de
mostrar resentimiento alguno hacia el Santuario, de obtener
atención de los Santos y de las Koree por su fuerza y astucia
sobre todo, de aparentar ser fiel a Atena y a Corona,
constelación que se suponía la protegía.
no
la
y,
la
Pero todo ello era mentira. Desde que llegó al Santuario adquirió
un profundo odio hacia la gente que la rodeaba. No quería
convertirse en Koree ni mucho menos, ella solamente quería escapar
y finalmente, lo lograba.
Corrió en dirección opuesta a las 12 Casas por varios minutos. Aún
no se había considerado libre cuando alguien la interceptó. Era
tan solo un pequeño de ojos aguamarina y largo cabello de un tono
azulado que no se preocupó por identificar. El hecho de que
hubieran mandado a un niño para detenerla la preocupó sobre
manera. Estaba segura de poder combatir contra un Santo de Plata
pero ¿un niño? Un aprendiz tan pequeño con la misión de
interceptarla y matarla no podía ser sino un aspirante a una
armadura Dorada y, aunque era solo un niño, no sería fácil
derrotarlo.
-"¿Por qué huyes?"- La suya era una voz aguda pero seria. El niño
observó los negros ojos de la joven con más curiosidad que
admonición. -"¿Es que no sabes cuál es el castigo para los que
intentan huir?"
En ese instante, el odio y miedo de la joven fueron reemplazados
por lástima. Tan joven y esa... cosa... había dejado de ser un
niño. No quería ni imaginar en cómo se comportaría una vez que
ganara su Armadura.
-"Lo conozco bien."- Finalmente la joven levantó la voz. Aquella
era una fuerte y poderosa. Aún así, el pequeño pudo notar cierta
dulzura en ella. Era una pena. Hubiera sido más fácil matarla
siendo ella una cobarde más.
-"Entonces no tengo otra opción que la de acatar la orden."
Había llegado tan lejos, lo suficiente como para poder ver
Rhodorio a la distancia. Si pudiera llegar ahí, podría esconderse
entre la gente y así avanzar hacia al puerto. Solo entonces se
consideraría libre. Pero antes, tenía que escapar de aquel niño.
-"No quiero pelear contigo."
-"Entonces quédate quieta mientras cumplo con tu sentencia."
El niño desapareció ante sus ojos. La joven no pudo reaccionar
hasta que sintió un pesado y delgado puño golpear con gran fuerza
su abdomen. El aprendiz ya era capaz de superar la velocidad del
sonido. La mujer cayó en el suelo, sosteniendo su abdomen con una
mano y con la otra tratando de detener la sangre que había
comenzado a salir de su boca. Pero no habría de rendirse. Se puso
de pié y se preparó para la pelea.
No iba a permitir que un mocoso se interpusiera entre ella y su
libertad.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-”¿Ocurre algo, Altea?”
La mujer observaba a su niño recostado sobre cuna. La criatura
lucía sumamente frágil, pero su madre veía gran fortaleza
reflejada sus pequeños ojos turquesa.
-”Se supone que los recién nacidos no pueden enfocar sus ojos en
un punto.”
-”¿Y?”
-”Nos observa. Es casi como si supiera algo que nosotros no.”
-”Pero nosotros sabemos muchas otras cosas que él no sabe. Hablar,
por ejemplo.”
Altea calló. Aquél hombre, el padre de su hijo, era un hombre
insulso y simplista. A pesar de que sus ojos eran del mismo azul
que los del niño, éstos no reflejaban nada. Tal vez solo un dejo
de conformidad ante el mundo. Poseía un rostro bronceado por tanto
pescar bajo el Sol de Milos y tenía abundante cabellera corta de
un azul sumamente oscuro. Era un hombre bello, se atrevería decir
que hermoso. Pero ¿de qué le servía esa apariencia si por dentro
no era nada más que un ser humano común y corriente?
Afortunadamente, su hijo no había adquirido esas características.
Altea había llegado a Patrikia hacía poco más de 4 años. Fue bien
recibida a pesar de su pasado como aprendiz de Koree. En una isla
como Milos, los Santos eran considerados herejes, hombres crueles
que criaban a niños desafortunados para después entregarlos a una
vida de guerra y asesinatos. Los isleños le daban la bienvenida a
los traidores: los hombres que se daban cuenta de sus errores y
deseaban comenzar una nueva vida. Por eso Milos y el resto de las
Cícladas eran un punto de reunión para los pocos aprendices que
conseguían escapar del Santuario. Muchos regresaban a sus países
de origen. Otros, como Altea, decidían quedarse ahí. Fue en
Patrikia que conoció a su actual esposo, Soterios.
Y, al final ¿por qué lo había elegido? Tal vez por sus mismas
carencias. En el Santuario, los hombres y las mujeres eran
sumamente fuertes. Todos eran admirables y todos tenían oscuros
pasados que los hacían todavía más interesantes. Y ella los
odiaba. Al conocer a un hombre tan poco especial, sintió una gran
tranquilidad. Para ella, la carencia de carácter de Soterios le
daba cierta garantía de que en su vida futura no habría algo
parecido a los Santos de Atena. Ella parecía amar esa tranquilidad
del mismo modo en el que amaba a ese hombre; aunque a veces su
indiferencia la sacaba de sus cacillas. Por eso prefería que su
hijo no fuera como él.
-”Milo.”- Ese era el nombre del pequeño. A Altea no le gustaba
mucho, pero era tradición que los primogénitos llevasen el mismo
nombre que abuelo paterno. Al menos era un nombre diferente.
Milo comenzó a llorar. Era un llanto débil y no muy insistente.
Solo lo hacía para tornar la atención de sus padres hacia él.
-”¿Crees que tenga hambre?”- Altea negó con la cabeza y lo cargó.
-”Está aburrido.”
La mujer salió de la habitación con Milo en brazos y recorrió la
casa una y otra vez. El niño ya había callado y solo giraba la
cabeza de un lado a otro, como tratando de reconocer la casa; como
si con mirarla, pudiese hacerla suya. Finalmente, el niño
consideró que había visto lo suficiente y cayó dormido entre los
brazos de su madre.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Es en Atenas en donde se encuentra el Templo y la Ciudadela de la
Diosa. Ahí, Saga buscaba con enojo a su hermano menor. Su rostro
había enrojecido debido a la serie de ejercicios 'especiales' que
había tenido que realizar bajo el caluroso Sol veraniego y su ropa
estaba rota y cubierta de polvo. Ya había buscado en casi todos
lados y su desesperación finalmente lo llevó a una de las partes
más lejanas del Santuario.
-"¡Kanon!"-Finalmente lo encontró.
Su hermano jugaba entre las ruinas arrojando piedras a una columna
con una cruz trazada en el centro. Saga suspiró. Kanon siempre
había sido un imprudente. Raras veces escuchaba las órdenes de su
maestro,
tenía
una
actitud
sumamente
subversiva
y
estaba
acostumbrado a hacer lo que quisiera (justo como lo estaba
haciendo en esos momentos).
-"¡Kanon!"- Finalmente, aquel niño giró su rostro mostrando uno
idéntico al de Saga, el aspirante a la Armadura de Géminis.
-"Buenas tardes, hermanito."
-"Muchas gracias por lo de la mañana, Kanon."
-"De nada... ¿qué hice?"
-"¡Golpeaste al aprendiz de Jothan y ¿sabes a quién culparon por
ello?!"
-"Oh... bueno... así te llevaste el crédito de haberle pateado el
trasero a ese ridículo gigantón."
-"Hablo en serio, Kanon. ¿Cuándo dejarás de ser tan infantil?"- Su
orgullo fue dañado ese día. Pocas veces recibía castigos de su
maestro y el hecho de que el regaño ocurriera tan públicamente y,
por algo que ni siquiera había sido su culpa, lo enojaba todavía
más. Saga pudo haber delatado a su hermano, pero no se lo
permitió. Él probaría actuando de ese modo que no era como Kanon.
-"Lo que pasa es que eres demasiado serio. Suenas igualito a tu
maestro."
-"Nuestro maestro."- Remarcó Saga. -"Y
aprendieras algo de él de vez en cuando."
-"¿Para qué,
Armadura?"
hermanito?
¿Para
hacerme
sería
alguien
bueno
digno
que
tú
de
mi
La constelación de Géminis solía bendecir a dos niños a la vez por
obvias razones. Desafortunadamente, solo había 12 Armaduras
doradas en un lugar en el que 13 eran necesarias. Solo uno de los
gemelos podía convertirse en Santo y Kanon no había sido el
elegido. ¿Y cómo no iba a ser así? Después de todo, Saga siempre
fue el ejemplo a seguir: era amable, justo y poderoso. Era por eso
que era tan respetado a pesar de su corta edad de 8 años. No había
duda de que en cuanto ganara su Armadura, él se convertiría en un
dios para los habitantes de la capital.
-"Con o sin
defender-"
Armadura,
nuestro
deber
es
proteger
a
Atena
y
-"Si sí... la justicia y todo eso. Eso ya me lo sé."- Se agachó
para seguir recogiendo piedras pequeñas, tratando así de ignorar a
su hermano.
-"¿Sabes, Kanon? Si tanto te molesta estar en el Santuario, tal
vez deberías irte."
-"¿Estás loco, Saga? ¿Qué tal si no corro con la misma suerte que
Altea y no mandan a un estúpido aprendiz a detenerme?"
Saga no contestó a la agresión de Kanon. Solo mostró su enojo
alterando sus facciones de un modo que a su hermano le fascinaba
(razón por la cual lo hacía enojar cada vez que podía). Sus cejas
se juntaban y su frente se desplomaba sobre ellas; sus ojos se
ensombrecían y apretaba su mandíbula mostrando una enorme cantidad
de odio hacia él. O, por lo menos, un sentimiento muy cercano al
odio.
-"Te apuesto a que no le das a la columna, Saga."
-"A que si."- Tomó una piedra entre sus manos y la arrojó en
dirección de su hermano, acertando a darle en la cabeza. -"Vaya...
fallé."- Había tenido suficiente. Era hora de regresar a las 12
Casas.
Kanon vio a su hermano alejarse con paso lento y dándole la
espalda. El hermano menor mostró una sutil sonrisa maquiavélica
ocasionada por la felicidad que le daba el hecho de saber que solo
él conocía al imperfecto Saga. Tanta necesidad de perfección hacía
que el hermano mayor se frustrara con facilidad. Todas esas
frustraciones se almacenaban poco a poco en algún rincón de su
alma. De vez en cuando solía mostrarle a Kanon aquella oscuridad,
ocultándola otra vez lo más rápido que podía. Sin embargo, el
gemelo menor sabía que con el... 'estímulo'... adecuado, Saga
podría llegar a aceptar aquella oscuridad como parte de su ser.
Tal vez algún día, podría sacarle provecho a su patética
debilidad.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Las olas chocaban con fuerza contra las rocas de aquella pequeña y
fría playa. Altea observaba los remolinos formados entre las rocas
que no dejaban subir la marea. Ella sabía que no debía de estar
ahí. No habían sido más de 30 días desde que su hijo naciera y
todavía faltaba más de una semana para que pudiera salir de casa.
Claro que a Altea nunca le parecieron los tradicionalismos. Fue
por eso que salió de casa apenas al día siguiente de haber dado a
luz; y lo había hecho con Milo en brazos. Sin embargo, sus fugas
diarias no eran ocasionadas solo el aburrimiento, sino que
también, y en mayor parte, por la desesperación. A los pocos días
de que naciera el niño, Altea notó que la única manera de
mantenerlo tranquilo era sacándolo de su cuna. Al principio,
bastaba con alejarlo de su habitación, pero cada vez se hizo más y
más exigente. En algún punto, sus alaridos (pues eso habían
terminado siendo) la obligaron a ir hasta la playa ante la cual
fue construida la Iglesia. Fuera el aire fresco, las campanas, o
el sonido del mar, aquella playa era lo único que podía hacer que
Milo durmiera por más de una hora. Pero, más que la exigencia de
su niño, a Altea lo que le inquietaba era que él la había guiado
muy cerca de un campamento de aprendices del Santuario. Ahí, Lorne
de Orión era el maestro de unos 5 niños y, a pesar de que había un
peñasco entre ellos, podía sentir el cosmo que emanaban los
muchachos durante sus entrenamientos.
La atención
cerrados.
de
Altea
regresó
-"No estás dormido ¿verdad?"
con
su
hijo
cuyos
ojos
estaban
El pequeño abrió los ojos en seña de entendimiento, solo para
volverlos a cerrar siendo arrullado por las olas, el aire y
aquellas sutiles ondas de energía que podía sentir a lo lejos.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La
joven
mujer
estaba
casi
inconsciente
sobre
el
suelo
ensangrentado. Varias fracturas e incontables contusiones no le
permitieron moverse. El pequeño aprendiz se le acercó con firmeza
y una ligera sonrisa en los labios.
Esa mujer era lo suficientemente fuerte como para ser aspirante a
una Armadura de Plata. Sin embargo, no dejaba de ser eso: una
aprendiz de segundo rango. Casi era una lástima tener que matarla.
El niño alzó su brazo derecho con intenciones de terminar con su
misión, pero algo lo detuvo.
Hubo una larga pausa. La joven esperaba recibir el golpe final en
cualquier instante y los músculos del niño se habían quedado
totalmente paralizados. La respiración del segundo se hizo más
intensa y sus piernas comenzaron a flaquear. Finalmente, tomó una
decisión.
-"Vete."- La joven giró la cabeza lo más que pudo para confirmar
lo que había escuchado. -"Lárgate del Santuario de una buena vez."
La mujer no entendió por qué su enemigo le había ofrecido
semejante oportunidad, pero tampoco era como si le interesara.
Como por magia sus fuerzas regresaron y, con una nueva esperanza,
se puso de pie y siguió su camino hacia Rhodorio con paso lento y
torpe, pasando de largo al niño. Se detuvo unos instantes para
mirar la cara de quien, irónicamente resultaba ser su salvador.
-"¿Cómo te llamas?"
-"Eso no te importa."- Suficientes problemas tenía el pequeño en
esos momentos. Desobedeció una orden de su maestro. No saldría de
ésa bien librado ni mucho menos. Lo peor era que no se sentía
culpable por ello.
-"Yo soy Altea, y si algún día puedo pagarte lo que has hecho hoy
por mí, te prometo que lo haré."
Un breve silencio los envolvió.
-"Soy Saga. Y algún día haré que cumplas tu promesa."- Giró sobre
sí mismo y se dispuso a regresar a las 12 Casas.
Altea miró hacia Rhodorio con aire triunfante.
Aquel niño le había regalado su libertad.
Comentario de la Autora: Bueno... aquí ya comienza lo bueno. Mucho
que decir. Primero: ¿Altea una desertora? Si, quise que así sea.
Al principio solo quería que Milo fuera hijo de familia pero para
mis fines, por lo menos uno de sus familiares habría de tener
conocimiento del Santuario. Pensé en muchas cosas, pero al final
me decidí por que fuera la madre.
Desafortunadamente, una madre tan fuerte me quitaba la idea que
tenía de que Milo tuviera una familia digamos normal así que tuve
que ensañarme con su padre haciéndolo repugnantemente normal.
Sobre chibi Milo... hey! ¡Yo sé que aparenta ser demasiado
especial! ¡¿Y cómo no iba a serlo?! Fue elegido por la misma
Antares. Su destino parece ya estar escrito y por eso mismo no
puede tener una infancia... o una lactancia, normal. Jejeje.
Por cierto, por lo que leí, en zonas sumamente tradicionales, las
mujeres que acabaron de tener un hijo no pueden salir de su casa
por 40 días. Se supone que si una mujer recién parida te visitaba,
te traería mala suerte. Que cosas...
Eso es todo por hoy. ^_^ Son capies más largos de lo que
acostumbro y ojalá que sigan la historia. ¡Arigatou minna-sama!
Capítulo 2: (Traidor)
Lo había hecho. El cadáver de su maestro yacía ante sus pies
mientras las atónitas miradas de sus compañeros se posaban sobre
sí. Antes hubiera sido solo un asesino, pero ahora la traición
también formaba parte de su lista de pecados.
'Mátalo'. Esa fue la última orden que recibió de Lorne, el Santo
protegido por Orión. Aquel aprendiz era el más débil de todos.
También era cobarde y obstinado. Aparentemente su maestro se había
cansado de él y al ver la oportunidad, decidió que debía de morir
en manos de su aprendiz más fuerte. Pero éste no estaba dispuesto
a matar a uno de sus compañeros. Levantó su voz en contra de su
maestro. Lorne intentó imponerse pero el aprendiz se negaba a
aceptar su orden. Un regaño se convirtió en pelea y después en un
asesinato. ¿Cómo es que un aprendiz había podido vencer a un Santo
de Plata? Ni él lo sabía. La ira podía ocasionar que las personas
emanaran una enorme cantidad de cosmo. La suficiente, así parecía,
para matar a un superior.
Era curioso como aquel aprendiz no quiso matar pero que al tratar
de evitarlo solo logró empeorar las cosas. Aquel temor de asesinar
poco importaba ahora que aquel oxidado aroma penetraba hasta lo
más profundo de su cerebro.
La Armadura desprendiéndose del cuerpo de su maestro lo hizo
volver a la realidad. Miró a su alrededor para encontrarse solo.
Sus compañeros habían escapado. Eso quería decir que pronto habría
alguien detrás de su cabeza.
El joven observó por unos minutos más a la Armadura de Orión.
Lucía brillante y poderosa. No parecía que aquella coraza divina
acababa de separarse de algo que ahora no era más que un montón de
carne y huesos. Los ojos en blanco del alguna vez Santo de Orión
miraban hacia las estrellas mientras se quejaban en silencio de la
amorfa posición de sus extremidades. Su piel ahora blanca
contrastaba con el líquido escarlata que fluía a través de las
muchas heridas ocasionadas en aquella última pelea. El charco
rojizo se esparcía y fundía entre los finos granos de arena para
luego filtrarse y desaparecer dejando a su paso su oscuro tinte.
Finalmente, el joven se dispuso a huir.
Salió corriendo de aquel lugar sin notar que dos pequeños ojos
turquesas habían observado paso a paso su precioso delito.
Para el dueño de esos ojos, era una pena que aquella perfecta
escena fuese borrada dentro de unas horas por la marea.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-”¿En dónde estabas?”- El Sol se había ocultado y Altea había
perdido a Milo desde hacía horas atrás. Su hijo, ahora de 4 años,
solía salir de casa casi todos los días pero siempre regresaba
antes de la cena. Esa noche no solo había faltado a ella, sino que
también a su hora de ir a dormir. Altea repitió la pregunta pero,
para variar, no recibió respuesta. No era que la necesitara: ella
sabía perfectamente en donde era que Milo pasaba sus tardes
durante los últimos meses. Lo intentó una tercera vez, alzando el
volumen de su voz. Sin embargo, el niño ni siquiera la veía. Ni
siquiera trataba de fingir atención. -”¿Cuántas veces más te tengo
que decir que te alejes del campamento?”
Milo suspiró cansado. Una parte de él tenía esperanza contarle a
su madre del hermoso espectáculo que acababa de presenciar en la
playa. Pero era inútil. Además, la mujer seguramente no
encontraría la misma belleza que él había encontrado en aquella
tumba superficial con la Armadura de Orfeo como lápida.
-”Es la última vez, Milo.”
A veces se preguntaba si su madre era en realidad tan ingenua.
Había sido la última vez desde hacia semanas.
-”No saldrás de la casa en un mes. ¡En un año si es necesario!”
Esa mujer se convertía en una molestia. No era necesario alzar la
voz.
-”Contéstame, Milo.”
¿Para qué? No era como si tuviera algo que decirle. Al menos nada
que a ella le importara o que no la hiciera crear un escándalo
todavía mayor.
-”Contesta.”
Había tenido suficiente. Ignorando a su madre, el niño caminó
hacia su habitación. Altea lo había hecho enfadar. Para la próxima
pensaría en algún buen modo para hacerla callar.
Altea solo vio con impotencia como su hijo se dirigía a su cuarto
del mismo modo en el que lo había estado haciendo desde hacia ya
varios días.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El Kyoko descansaba sobre su trono. Arles lo miraba expectante,
buscando recibir una palabra, por lo menos una sílaba, de su
parte. El Patriarca había decaído mucho durante los últimos años.
A pesar de que parte de su fortaleza seguía en él, su toma de
decisiones tardaba mucho más tiempo que antes. El Santo de Plata
no sabía si esto era porque las decisiones se tornaban cada vez
más difíciles o porque su voluntad había comenzado a flaquear.
Sospechaba más de la segunda opción. El Kyoko estaba cansado tanto
física como mentalmente y Arles no podía evitar sentir frustración
y enojo al ver cómo aquel hombre se aferraba a su título. Desde
hacía años que debió de haber elegido a un sucesor y no lo hacía.
Tal parecía que planeaba morir con el rango de Patriarca y a Arles
solo le quedaba la esperanza de que 'su Santidad' estuviera
esperando a que llegara la reencarnación de Atena para elegir a un
sucesor. De lo contrario, tal vez, debería de hacerlo cambiar de
opinión de alguna u otra manera.
Un peón atravesó con timidez la puerta del Templo, sacando a Arles
de
sus
pensamientos.
El
soldado
avanzó
lentamente
hasta
arrodillarse ante el Patriarca.
-"¿Qué ocurre?"- Arles tendría que hacer las preguntas. El Kyoko
había dejado de hacerlas desde hacía mucho tiempo.
-"Su Santidad."- El soldado se dirigió al Patriarca. No era de
extrañarse: ante el hombre que merecía ser el consejero de la
Diosa, Arles no era mas importante que aquel objeto que su
constelación
Milos."
representaba.
-"Nos
acaban
de
llegar
noticias
de
-"¿Qué ocurre con Lorne?"- El Patriarca permaneció impasible. Al
parecer sería el Santo de Plata el que acabara de interrogar al
recién llegado.
-"Ha sido asesinado por uno de sus aprendices."
-"¿Un traidor?"- Arles se sorprendió. Lorne de Orión no era uno de
los más fuertes pero ¿ser vencido por un aprendiz? Había escuchado
que ninguno de ellos era mayor de 12 años. ¿Cómo era posible que
pudiera vencerlo así como así? El niño debía de tener algo entre
manos.
-"No."- Tanto el Santo como el soldado se sorprendieron
escuchar la voz del anciano. -"Solo un desertor imprudente."
al
Hubo un silencio que Arles interpretó como la orden de tomar de
nuevo el control de la situación. Miró con detenimiento a su
superior. ¿Sería prudente enviar a un Santo de Plata tras el
aprendiz? Seguramente no. No sería sabio correr riesgos.
-"¿Señor?"- Un Caballero había muerto. Este delito tenía que ser
pagado pronto y el soldado comenzaba a impacientarse.
-"No nos arriesgaremos. Manda a Saga."- Arles optó por el aprendiz
de Géminis.
-"Si señor."- El soldado se inclinó, ante el Patriarca, y salió de
la habitación con una rapidez mucho mayor con la que había
entrado.
-"¿Saga?"
-"Han pasado 8 años desde el incidente. Esta será su oportunidad
para borrar la única mancha de su expediente. Al menos eso creo,"Dudó. -”Su Santidad.”
Un silencio final cubrió a la habitación. El Patriarca se puso de
pie y se retiró a sus aposentos.
Arles caminó en dirección contraria (a sabiendas de que no podía
salir del Templo), buscando algún modo de librar su frustración.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Tenemos que irnos de Milos."- Altea descansaba en una de las
sillas del comedor. Hablaba tranquila y decididamente. No
recibiría un no como respuesta.
-"Lo dices por Milo ¿no?"- Claro, ¿de quién más? -"¿No crees que
estás exagerando, Altea?"- Soterios le prestaba tanta atención
como Milo lo había hecho hacia unos cuantos minutos. Su esposo se
preocupaba más en guardar la comida que había comprado que en
escuchar las razones de su esposa para irse de la isla.
-"¿Sabes a qué hora llegó nuestro hijo?"- Miró el reloj de la
cocina. -"Hace 40 minutos."
Soterios siguió con el trabajo de guardar las cosas en su lugar.
No le sorprendía lo que su hijo había hecho. Tal vez le sorprendía
que esta vez hubiese sido tan descuidado. Usualmente Milo
regresaba a casa para cenar y, cuando Altea pensaba que él estaba
dormido, se salía por la ventana de su cuarto. Había veces en las
que no regresaba hasta entrada la madrugada. Soterios lo sabía,
mas no decía o hacía algo al respecto. Después de todo, de nada
hubiera servido.
-"¿Y qué quieres hacer? ¿Ir a un lugar del mundo en el que no haya
Santos de Atena? Podríamos pasar toda una vida buscando y, aunque
lo encontrásemos, te aseguro que Milo se las arreglaría para
seguir escapándose."
-"¿Cómo puedes hablar así? ¿Es que no te preocupa la obsesión de
Milo con el Santuario?"
-"Si. Pero no hay nada que hacer al respecto."
-"Nos iremos de esta maldita isla en cuanto antes."
Al no recibir una negativa de su esposo, Altea consideró que la
discusión había terminado. El nuevo silencio le hizo reconocer
algo extraño en su patio. Se trataba del cosmo de algún extraño.
Altea se levantó con rapidez de su asiento y abrió la puerta de la
cocina que daba al patio. Dio unos pasos fuera de la casa y miró a
su alrededor, tratando de recordar lo que había aprendido hacía
tanto tiempo en Atenas.
Lo encontró detrás del cobertizo en donde su esposo arreglaba sus
redes. Medio escondido y medio dormido, un joven moreno y de
cabello negro respiraba agitadamente. Su cara se deformó por una
mueca de terror causado por ver a Altea. La mujer no tardó en
notar los rastros de sangre que cubrían su ropa de entrenamiento y
sus manos.
-"¿Qué quieres aquí?"- El muchacho no contestó. Aparentemente la
gente no estaba muy accesible para ella esa noche. Fue entonces
que reconoció la mirada del aprendiz. Aquel temor era bien
conocido por ella. -"Eres un desertor ¿no es así?"- El joven
asintió. -"¿De quién es esa sangre?"
-"De Lorne."- Lo
quedamente, menos
esperanza.
dijo en un susurro. Tal vez si lo decía
gente se enteraría y tendría un poco de
-"Tonto. El Santuario no tardará en mandar a alguien para vengar
su muerte. No te queda mucho tiempo de vida."- No le dijo nada que
él no debía de saber, pero le pareció considerado recordárselo.
Después de todo, no podría huir si estaba paralizado por el miedo.
Aunque, también lo sabía, a un traidor el escapar no le serviría
de nada. -"No te pongas así. Al menos morirás libre ¿no?"Consuelo tonto, pero a ella le servía. -"Ahora vete de mi patio.
Tú no puedes estar aquí."
-"Descuide, señorita. Yo me encargaré de él."
Altea sintió una corriente de aire frío recorrer su espalda. No se
atrevió a buscar el dueño de la voz.
-"Lo siento."- Vio por última vez al aprendiz y caminó de regreso
a su cocina.
El enviado
que corría
detrás del
su maestro
del Santuario tampoco se molestó en ver a aquella mujer
hacia su casa. Su mirada estaba fija en aquel joven
cobertizo. Aquel niño moriría del mismo modo en la que
lo había hecho.
-"Eres un traidor para el Santuario. Sin embargo, el Patriarca es
generoso. Aún puedes pedir clemencia."- Su mirada era inexpresiva;
pareciera que solo dijo lo anterior para cumplir con el protocolo.
El aprendiz se levantó. Por alguna extraña razón, las palabras de
Altea lo habían animado un poco. Fuera por la condescendencia o la
veracidad de sus palabras, ahora estaba decidido a no dejarse
matar.
-"¿Y de qué me serviría?"
-"Una muerte honorable. Deberías considerarlo. Si
permitiré que te quites tu propia vida. ¿Qué dices?"
lo
haces
te
-"No le pediré piedad ni a ti ni al Santuario."
-"Entonces acepta tu castigo con dignidad."- El cosmo de Saga
comenzó a brillar tenuemente, una acción que tenía más el fin de
asustar al enemigo que el de pelear.
El joven notó que una extraña sonrisa cruzaba el rostro de su
verdugo. Se puso en guardia. No le daría el gusto de morir en sus
manos.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo daba vueltas sobre su cama. Desde hacía tiempo que podía
sentir el cosmo del traidor en su patio. Por si fuera poco, un
segundo cosmo acababa de llegar. Uno sumamente fuerte; incluso más
que el de aquel patético Santo de Orión.
Sabía que ya no podría salir por la puerta: sus padres estaban en
la sala fungiendo como barricadas imposibles de cruzar. Detuvo sus
vueltas y miró la ventana frente a él. Solo usaba aquella salida
cuando sabía que no podía ser descubierto (al menos por su madre).
Esa noche era muy probable que si escapaba, ella se daría cuenta y
sellaría la ventana o algo así. Desafortunadamente, la tentación
era demasiada. Con ayuda de una pequeña silla se subió al buró que
estaba debajo de la lumbrera, quitó el seguro de la misma y se
escurrió fuera de su cuarto. Caminó con rapidez alrededor de la
casa hasta que llegó al jardín. Se escondió en el mismo lugar en
el que el traidor lo había hecho. Aquel rincón aún olía a sangre.
Observó con detenimiento al más poderoso. Tenía largo cabello azul
y portaba una ligera armadura. Lucía bastante confiado; debía de
ser alguien sumamente fuerte.
-"¿Qué pasa? ¿Con esa pobre defensa me piensas detener?"- Su
sonrisa cruel se ampliaba con cada palabra que decía y su cosmo
crecía a la par de su sonrisa.
-"Sé que no tengo oportunidad contra de alguien como tú."- La voz
del traidor era serena, al menos lo era considerando su muerte
inminente.
-"¿Eso quiere decir que dejarás que te mate así como así?"- La
sonrisa desapareció por completo. En su lugar, un seño fruncido
apareció.
-"Yo no moriré a manos del Santuario."- El traidor alzó el brazo y
amenazó con atravesar su corazón con su propia mano. Era
suicidándose que pensaba que obtendría la victoria.
Sin embargo, su intento fue en vano. Su brazo fue detenido por la
mano izquierda del mayor. Éste se había movido de su lugar tan
velozmente que ni el joven ni Milo se dieron cuenta hasta que ya
estaba cara a cara con el traidor.
-"Lo siento. Pero no vine desde Atenas para ver cómo te
suicidabas."- Levantó al traidor con la misma mano con la que
detuvo su estocada. La sonrisa regresó a su rostro y sus ojos se
inyectaron de sangre. Concentró un poco de su energía en su mano
derecha y dio un corte limpio y rápido a través del estómago del
traidor, el cual solo atinó a abrir los ojos y la boca de manera
exagerada. Fue después arrojado al suelo de un modo similar al que
Milo había visto a su padre descartar a los pescados demasiado
pequeños para vender.
La sangre emanó por la boca del joven y se formó una alfombra roja
y brillante debajo de su cuerpo. Trató de respirar pero le fue
imposible. Comenzó a toser sangre mientras su cerebro apenas se
daba cuenta de lo que ocurría.
-"Dejaré que mueras así solo para que sientas en carne propia el
sufrimiento de tu maestro."- Poco a poco, la cara del enviado del
Santuario se transformó en una mucho más tranquila. Milo pudo
notar en ella un poco de pena hacia el traidor. Para cuando el
corazón del hombre se detuvo, el verdugo había desaparecido,
dejando en su lugar lo que parecía ser un joven más.
Saga observó su mano cubierta de sangre. Lo que más le molestaba
de matar era aquel olor que parecía quedarse dentro de su piel por
semanas. Algo le decía que el aroma de esa noche en especial le
duraría meses. Estuvo a punto de irse cuando sintió un ligero
cosmo cerca de él. No tuvo que buscar el origen de aquella
energía, tan solo tuvo que alzar la vista para encontrarse con un
niño que al parecer había dejado su escondite para tener una mejor
vista del cadáver.
-"¿Qué haces aquí?"- El niño no le contestó. Tan solo se limitó a
mirar embelesado aquel cuerpo sin vida. Saga, notando aquella
extraña fascinación, caminó hacia él con el fin de llamar su
atención. Lo consiguió. Dos ojos turquesas se encajaron en él.
Saga se sobresaltó un poco ante esa mirada. Por unos segundos no
pudo moverse ni articular palabra. -"¿Cómo te llamas?"
-"Milo"- Respondió casi por instinto. Su mirada dejó los ojos de
Saga y comenzó a recorrer su cuerpo para finalmente detenerse en
la mano con sangre que comenzaba a secarse.
-"Mi nombre es Saga."
-"¿Eres un Santo?"
-"No. Pero pronto lo seré."- Le sonrió al niño. Le interesaba su
curiosidad, aunque ésta fuera un pelín más morbosa de lo que
hubiese deseado.
-"El mató a uno de ellos."
-"Así es. Por eso que tuvo que morir. Eso es lo que merecen los
traidores."
Milo dejó de ver la mano ensangrentada y regresó con lo que
quedaba del traidor, pero Saga no estaba dispuesto a dejar ir la
atención del niño con tanta facilidad.
-"Dime ¿cuál es tu signo, Milo?"
-"¿Signo?"- No lo volteó a ver.
Saga rió. Había sido ingenuo creer que un niño tan pequeño supiera
sobre el zodiaco.
-"¿Cuándo es tu cumpleaños?"
-"8 de noviembre."- Recitó.
Escorpio, claro. Eso explicaba la morbosidad del pequeño: se
trataba de un protegido de Antares. Tenía que serlo. Hubiese sido
imposible para Saga el no notar que el niño tenía cierto control
de su cosmo. Además, una mirada tan penetrante no era normal.
-"¡Milo!"
Saga y el niño voltearon hacia la casa. Altea corrió en su
dirección hasta colocarse entre el aprendiz y su hijo, ignorando
el cadáver del traidor.
-"Regresa a la casa, Milo."
En ese instante, Saga la reconoció. Reconoció aquella voz fuerte y
a la vez gentil que había escuchado hacía tanto tiempo atrás y
había aprendido a odiar desde no hacía menos.
-"Altea."
El corazón de la mujer latió con rapidez aún mayor. No esperaba
ser reconocida después de ocho años.
-"¿Quién eres?"- Miró por primera vez al enviado del Santuario.
-"¿Que pasa, Altea? ¿No recuerdas al que te permitió seguir con
vida?"
-"Saga."- El joven asintió. -"Aléjate de mi hijo."
-"Yo no recibo órdenes de una desertora."- Habló despectivamente
para luego voltear a ver a Milo. -'Entrena y hazte más fuerte. En
un año seré un Caballero y si estás listo, te llevaré conmigo al
Santuario.'- Habló con el niño a través de su mente. No quiso
discutir con esa mujer en esos momentos. Milo sabría manejarla
bien. Le sonrió gentilmente. -"Hasta luego, Milo."- Recogió el
cuerpo del traidor y lo colocó sobre su hombro. Lo arrojaría al
mar solo por urbanidad. Después de eso se alejó caminando
tranquilamente, olvidando por completo aquel desagradable olor en
su brazo.
-"¿Desertora?"
-"Métete a la casa."- Altea no miraba a su hijo, sino al camino
que los pies de Saga habían seguido con tanta parsimonia.
Milo estaba cansado, por lo que obedeció la orden de su madre.
Entró a la casa recordando todo lo que había vivido esa noche.
Un año. Dentro de un año se convertiría en alguien digno a ser un
aprendiz; tal y como lo era aquél hombre. Saga.
Milo sonrió.
Comentario de la Autora: Veamos... okey... Milo esta como que bien
monosilábico en este capítulo. Y pues... es un niño de cuatro años
¿qué se podía esperar? Aunque el inche mocoso es bastante maduro,
no puedo olvidar que es solo un niño, por eso lo hice tan callado.
Además,
no
es
como
si
necesitara
hablar
demasiado.
Sobre Lorne y su aprendiz... son personajes de utilería para ser
honestos. Lo único que me interesó fue su muerte (ay, que mala
soy).
Shion... huy... se me pasó la mano en este capie. Casi casi lo
hice un cadáver viviente. Aunque, después de tanta muerte como que
¿quién no se convertiría en algo así? Ah! había olvidado mencionar
la constelación que elegí para Arles... ¿altar? Creo que fue la
mejor opción porque era el único modo de poner a un santo de plata
pegado al Patriarca así como así. Tengo entendido que el santo de
esta constelación aparece en la novela de Gigantomaquía... XD pero
como
no
la
he
leido
me
haré
la
desentendida.
Espero que les esté gustando... este es hasta ahora uno de mis
capies favoritos... y el más largo @o@. ¡Arigatou minna-sama!
Capítulo 3: Cosmo)
-"Papá."
-"¿Qué pasa?"- Soterios había visto a su esposa desde la ventana
de la cocina. Supo casi inmediatamente que había sido reconocida
por el muchacho. Solo eso podía haberla pasmado lo suficiente como
para obligarla a permanecer estática en el patio.
-"¿Qué es desertora?"
-"¿Desertor?"- Dudó en contestar. -"Es alguien que ha abandonado
algo."
-"¿Traidor?"
-"No. Un desertor no engaña. Solo tiene miedo."- Suspiró mientras
cerraba las cortinas de la ventana y observaba a su hijo. Se
arrepintió de hacerlo. El niño tenía la ropa manchada por aquel
líquido que había recogido del suelo. Estaba despeinado y agitado
y, lo peor: tenía una sonrisa en la cara que le produjo
escalofríos. ¿Por qué estaba tan feliz? No pudo soportar mirarla y
se tuvo que limitar a ver su corto cabello azul. -"¿Ese hombre era
Saga?"- El niño asintió. -"¿Qué te dijo?"
-"Seré un Caballero."
-"¿Dijo eso?"
-"No."- Lo interesante del asunto es que no necesitaba mentir. "Yo."
-"Ya veo."- Caminó lentamente hacia la silla que había sido
utilizada por su esposa antes del incidente. El cansancio le había
obligado a sentarse en ella. -"Vete a dormir. Has hecho suficiente
por hoy."
El niño asintió sin borrar la sonrisa de su rostro, como si le
hubieran dicho lo anterior por haber hecho algo bueno. Regresó a
su cuarto para esta vez dormir por el resto de la noche.
Soterios permaneció en el mismo lugar por mucho tiempo. No supo si
fueron minutos u horas, pero regresó en sí al ver a su esposa
regresando a la casa.
-"Era Saga."
-"¿Crees que el Santuario aún te busque?"- Altea negó con la
cabeza. El Santuario tenía cosas más importantes que hacer que
andar buscando a una desertora de hace ocho años. -"¿Aún crees que
nos tenemos que mudar?"
-"Aunque Lorne de Orión esté muerto, nada nos asegura que los
Santos dejarán de frecuentar la isla. Además..."- Se sentó en el
piso. Había sido demasiado para ella en una sola noche. -"Saga
está interesado en Milo."
-"Hoy lo vi sonreír."- Altea
confirmar lo que había oído.
-"¿A quién?"
-"A Milo."
alzó
la
vista
como
intentando
-"Te estoy diciendo que Saga se interesó en él. ¿Sabes lo que
significa?"
-"Creo que nunca lo había visto sonreír de ese modo. En serio
estaba feliz."
-"¡¿De que rayos estás hablando?!"
-"De que Milo se va a ir a Atenas."
-"¿Y eso lo decidiste cuándo?"
-"Yo no. Milo. A su primera oportunidad se va a ir a Atenas."
-"Eso no pasará nunca."- Se puso de pie y salió de la cocina.
-"La ventana."- Susurró. Altea seguro se olvidaría de sellarla.
Pero eso poco le importaba.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Soterios se preparaba en el patio para un nuevo día de trabajo.
Ese día estaría en la playa todo el tiempo que pudiera. Se
sentiría más a gusto lejos de la casa en donde acababa de haber un
asesinato. Incluso si ésta se trataba de la suya. Escuchó unos
pequeños pasos acercársele y miró en su dirección.
-"¿Puedo ir?"- Era Milo. Estaba vestido (lo mejor que había podido
hacerlo por su cuenta) y poniendo esa cara de perrito faldero que
tan bien le salía. Su hijo no solía acompañarlo al trabajo porque
se aburría, así que pensó que lo estaba pidiendo porque, como él,
no quería enfrentarse a Altea tan pronto.
-"Le diré a tu madre. Después nos iremos."- Los labios de Milo se
curvearon levemente. La sonrisa de satisfacción que era la que más
reconocía su padre había regresado.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Era mediodía. Milo recorría las rocas de la playa. Caminaba dando
uno que otro salto para evitar mojarse los pies con las olas
entrantes. Era un juego para él: ver que tan seco podía terminar
de un día jugando en la playa. Pronto escuchó voces. Se acercó al
lugar de donde provenía el sonido solo por curiosidad. De vez en
cuando le gustaba escuchar a los otros niños. Podían llegar a ser
interesantes, incluso divertidos. Claro que pronto se aburría de
ellos.
-"Me dijo mi mamá, y a ella se lo dijo el Padre."- Finalmente pudo
encontrarle significado a los sonidos agudos que escuchaba.
Milo se asomó entre las rocas. Eran solo 3 niños, todos ellos unos
años mayores que él. Se sentó lo suficientemente cerca para
escucharlos y lo suficientemente lejos para que no lo pudiesen
ver.
-"Es imposible. Nadie puede matar a un Caballero."
-"Yo también lo escuché. Dicen que en la primera misa una mujer
alcanzó a ver una tumba. En la lápida decía: Lorne, Santo de Plata
de Orión"- El tercer y mayor niño habló.
-"También dijeron que el campamento estaba abandonado."- Concluyó
el que tenía la voz más fuerte y aguda.
-"¿Y la Armadura?"
-"Nada más encontraron la tumba."
-"Solo un demonio pudo haber matado a un Caballero."
Milo casi rió por este último comentario. Si Saga era tan poderoso
y solo era un aprendiz, eso quería decir que había hombres mucho
más fuertes que él. Hombres, no demonios.
-"Al menos con eso se irán de la isla."- El escéptico concluyó y
los demás asintieron, como si les constara el terror de la orden
de defensores de aquella Diosa. ¿Cuál era su nombre? Se lo
preguntaría después a su madre.
Aparentemente, los niños no pensaban seguir comentando el asunto
del Santo asesinado, por lo que Milo optó en abandonarlos,
saltando entre las rocas una que otra vez y cayendo otras veces
más.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Te divertiste hoy?"- La tensión había bajado mucho en
comparación con la del día anterior. El niño asintió pues aún no
estaba dispuesto a hablarle a su madre todavía. Para él, la
actitud de Altea para con los Santos no era mas que un insulto.
Sobre todo viniendo de una 'desertora'. -"¿Se lo has comentado,
Soterios?"
Su esposo trataba de comer tranquilamente. ¿Cuál era la necesidad
de elegir un tema de conversación tan conflictivo después de haber
tenido una noche tan larga?
-"¿Qué?"- Fingió no saber ni interesarse en el asunto.
-"Sobre que nos iremos de la isla."
Milo se congeló por un instante. ¿Irse de Milos? Si eso ocurría
sería imposible que Saga lo volviera encontrar. Si eso pasaba
¿cómo podría llegar al Santuario? ¡Ni siquiera sabía en dónde
estaba! Además, conociendo a su madre, seguramente lo llevaría a
un lugar tan o más aburrido que esa isla. ¡Tendría que conformarse
con una vida sacando peces del mar, asesinando cangrejos solo para
tratar de amenizar su tarde! No podía permitirlo.
-"No quiero."- Milo habló ante su madre por primera vez desde la
noche anterior.
-"No estoy pidiendo tu opinión, Milo."
-"No me quiero ir."- Lágrimas de ira comenzaron a formarse en sus
ojos. Su madre solía salirse con la suya en los asuntos que él
consideraba de importancia. Esta vez no ocurriría lo mismo. "¡No!"- Azotó la mesa con ambas manos.
-"¡MILO!"- El grito de su madre lo amedrentó un poco. Nunca le
habían gritado de ese modo pero no se daría por vencido y mucho
menos por una simple amenaza.
-"¡No me voy!"- Ahora el niño estrujaba el mantel de la mesa con
sus pequeñas manos. Las lágrimas comenzaron a correr su rostro y
apretaba los dientes con fuerza.
-"Ahora no, Altea."- El padre solo quería descansar un poco.
-"No. Esto termina aquí, ahora."- Dijo sin dejar de ver al niño. "Escúchame bien, Milo. Tú nunca serás como ellos. Nunca irás al
Santuario."- En ese instante, el vaso de vidrio en el que había
colocado sus labios unos minutos atrás, estalló, seguido por el
resto de los vasos de la mesa. Los platos comenzaron a temblar;
algunos de ellos cayendo de la mesa y otros rompiéndose por su
cuenta. Altea vio con terror cómo en los ojos de su hijo aparecía
una extraña luz rojiza mientras que su pequeño cuerpo era rodeado
por un aura dorada que podía reconocer perfectamente.
El silencio permitió que Milo se tranquilizara. No entendía lo que
había pasado, pero sabía que había sido por su culpa. Sintió un
extraño ardor en sus manos, notó que su madre no pensaba decir
nada más y se fue a su habitación.
Altea solo atinó a ver las marcas de sangre que las manos de Milo
habían dejado sobre el mantel blanco. Sin decir más, se dispuso a
limpiar.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Voy a pasar."
En el piso de su cuarto, Milo intentaba hacer unas
improvisadas a base de un viejo pañuelo que había roto.
vendas
Altea entró a la habitación con un botiquín de primeros auxilios.
Sin pedir su permiso, se agachó y tomó sus manos, deshaciéndose de
las 'vendas' que Milo había creado con tanto esmero. Limpió y
cubrió sus heridas y mientras lo hacía, mantenía un expectante
silencio. Una vez terminada la curación, Altea estuvo lista para
una nueva discusión.
-"¿Por qué lo hiciste?"- ¿Por qué? El niño ni siquiera sabía cómo
lo había hecho. Simplemente había ocurrido. -"¿Milo? ¿Habías hecho
algo así antes?"- Él la miró con interés. Cuando se molestaba
podía hacer que las cosas temblaran. Nadie más que él se había
dado cuenta, pero nunca había llegado tan lejos. Asintió. "¿Deseaste que ocurriera?"- Negó.
Altea se sintió sumamente confundida. Lo que había pasado había
ocurrido por la intensidad del cosmo de Milo; de un cosmo que ya
no podía controlar. Ella conocía los riesgos que representaban el
tener fuerzas que no podían ser dominadas y por ello no tendría
más opción que comenzar a enseñarle autocontrol. Al menos lo
suficiente como para evitar que en otro ataque de ira el niño
lastimara a alguien.
-"Eso fue tu cosmo explotando."- Milo no le miraba a la cara, pero
le prestaba toda su atención. -"Cuando pierdes el control, el
cosmo también lo hace y puede llegar a hacer cosas que tú no
quieres que haga. Te enseñaré a controlarlo para que esto"Acarició las manos heridas del niño. -"No vuelva a pasar."
-"No."- Altea se sorprendió. Hubiera jurado que el niño aceptaría
las clases con más que entusiasmo. ¿Por qué entonces se negaba? "Me quedaré aquí."
-"¿Aquí?"
-"En Milos."
-"De acuerdo."- Si Lorne siguiera vivo hubiera pensado mucho más
en la propuesta de Milo, pero como no era el caso, sentía que ya
no tenía tanto de qué preocuparse. -"Nos quedaremos en Milos solo
si me dejas enseñarte."
Milo asintió sin dejar de mostrar su serio
recogió las cosas y se encaminó a la puerta.
-"¿Mamá?"
-"¿Qué?"
rostro.
Su
madre
-"¿Cómo se llama la Diosa?"
-"¿Importa?"
-"Quiero saber."
-"Atena."- El nombre fue apenas audible.
No fue hasta que escuchó cerrarse la puerta que Milo se permitió
sonreír. ‘Atena’. Sería ese nombre el que se obligaría a honrar de
ahora en adelante.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Felicidades, hermanito."- Saga descansaba en uno de los lejanos
puntos del Santuario cuando un cosmo sumamente familiar se le
acercó. Tuvo que tratarse de su hermano Kanon que, últimamente, le
parecía todavía más molesto que antes. -"Oí que pudiste matar al
aprendiz ese. Es bueno ver que después de 8 años has podido
quitarte esa ridícula compasión que tenías."
-"¿Es todo lo que has venido a decirme, hermano?"- Ni siquiera lo
miró. Tenía otras cosas más importantes en las qué pensar.
-"Vamos. ¿Qué te pasa? Estás bien raro."- Kanon se sentó a su
lado. Su hermano había estado sumamente pensativo desde que llegó
en la madrugada.
-"No es eso."
-"Ah... entonces ¿qué es?"
-"Conocí a un niño."
-"¿Qué? ¿Nunca habías visto a uno?”- Calló por unos instantes,
dejando mostrar sus dientes en una inconsciente sonrisa. -”Son
como nosotros, pero más pequeños y estúpidos."- Saga siguió sin
prestarle demasiada atención. -"Si te asomas a los campamentos de
aprendices podrás ver a muchos."
-"Creo que puede ser uno de los 12. El Octavo."
Kanon borró la sonrisa de su rostro. ¿Un niño destinado a portar
una Armadura de Oro?
-"¿Crees?"
-"No. Estoy seguro."
-"¿Y por qué no lo trajiste?"
-"Es demasiado pequeño."
-"¿Que tanto?"
-"No lo sé... cuatro años, tal vez menos."
-"¿Cuatro? Tú a los cinco ya tenías misiones. ¿Cómo que ‘demasiado
pequeño'?"- Los niños que parecían tener la suficiente habilidad
como para convertirse en Santos de Oro eran llevados al
Santuario al momento de ser descubiertos de modo que, para cuando
obtuvieran sus Armaduras, fueran lo más fuerte posible. Saga solía
seguir todas esas ridículas órdenes. ¿Por qué ahora se negaba a
acatarlas?
-"Esperaré a que se haga más fuerte. En un año lo traeré aquí."
-"¿Y cómo es que esperas que se haga más fuerte estando solito?"
-"Su madre es Altea."
Kanon entendió. Saga esperaba que el niño aprendiera lo básico de
su madre.
-"Qué pequeño es el mundo ¿verdad hermanito? Y que bello el
destino."- Hubo una pausa. -"Pero ¿un año? El niño de Virgo acaba
de ser descubierto en la India. Leo, Cáncer, Tauro, Acuario y
Piscis. Todos ellos ya han sido llevados ante Patriarca. Ewan
nunca aceptaría esto."
-"Confío en Altea. Además,"- Miró acusadoramente a su hermano que
se limitaba a sonreír. -"El Santo de Escorpio no tiene por qué
enterarse."-"Ya veo lo que pasa. Quieres esperar a ganar tu Armadura para
hacerlo tu aprendiz ¿no? Tú quieres ser el que le quite su hijo a
Altea."
-"Eso no es cierto."- La conversación comenzaba a molestar al
hermano mayor. -"Ese niño está destinado a ser el próximo Santo de
Escorpio. Altea no tiene nada qué ver en esto."
-"Yo creo que sí. Pero tú puedes creer lo que quieras,
hermanito."- Se levantó. -"Será un año, entonces. Espero que Altea
aún recuerde lo que aprendió en el Santuario y que el niño sea tan
bueno como dices. De otro modo el futuro de tu prodigio será
enviado al carajo por tu obstinación."- Se alejó de su hermano
casi burlándose de él.
Saga sabía que era cierto lo que su hermano decía. Si Milo no se
hacía lo suficientemente fuerte por su cuenta, a la hora de
llevarlo al Santuario sería demasiado grande como para ser
candidato a una Armadura de Oro. Sin embargo, por alguna razón,
confiaba en que todo saldría como él lo deseaba.
Después de todo, siempre ocurría así.
Comentario de la Autora: Altea aceptó ser la maestra temporal del
niño. Creo que ella quería hacerlo. Ella sabe tan bien como Saga
que el destino de Milo es ser un Santo y parte de ella quiere
ayudarlo a ello. Ella no lo sabe ni acepta, claro. Pero es como yo
lo veo. XP
Lo del final fue una pequeña muestra de lo bien que se conocen
esos hermanos. Creo que pude ver una parte de Kanon en este capie
que no creí que aparecería sino hasta mucho después. Hay un
poquito de bondad e interés para con su hermano en su corazoncito.
Aunque dudo que esa bondad salga otra vez hasta dentro de un
bueeeeeeen rato.
Este capie no me gustó tanto... pero era necesario. ^_^' Aun así
espero que les guste.
Capítulo 4:Despedida)
Saga, el ya Santo de Géminis entró a la cámara del Patriarca con
su característica seguridad. Avanzó unos cuantos metros hasta
inclinarse ante el Kyoko, sin molestarse en prestarle atención a
la figura que lo acompañaba.
-"¿Qué te trae ante mí, Saga?"- El Patriarca habló. Desde que el
su alumno, el aspirante a la Armadura de Aries, había llegado al
Santuario, el Patriarca había parecido rejuvenecer. Hablaba mucho
más y tomaba más decisiones. Sin embargo, la vejez seguía
consumiéndolo.
-"Pido su autorización para recibir a un aprendiz."
-"¿Aprendiz?"- La oscura figura se levantó de su trono y caminó
lentamente hacia el Santo de Géminis. -"Recibiste tu Armadura hace
menos de un año. ¿Crees estar listo para ser maestro?"
-"Lo considero así, su Santidad."- Se atrevió a mirar directamente
a aquellos cristales rojizos que cubrían la vista de su superior.
-"¿Tienes a alguien en mente?"- Tenía que ser así. Saga nunca
había expresado sus deseos de convertirse en maestro a tan
temprana edad. Si esto había cambiado tan de repente era porque
había encontrado a alguien especial.
-"Sí, Maestro. Un niño de una de las Cícladas."
El Patriarca lo miró con notoria severidad. Esto a pesar de la
máscara que cubría su rostro. Él sabía con seguridad que Saga
hablaba de la isla de Milos, lo que querría decir que había
conocido a ese candidato durante su misión de vengar a Lorne de
Orión. Si esto era cierto, entonces Saga había esperado lo
suficiente como para poder convertirse él mismo el maestro del
niño. ¿Por qué su nuevo Santo de Géminis tenía tanto interés en la
criatura?
-"¿Está en un orfanato?"
Saga se inquietó ante la pregunta. Técnicamente todos los Santos
eran huérfanos. Las excepciones eran muy pocas y las que había se
trataban de niños que sufrían maltratos o abusos de sus familiares
de alguna u otra manera. Milo, sin embargo, no pertenecía ni a la
regla ni a la excepción. Sabía que no podría mentirle al
Patriarca. Así que decidió decir la verdad, al menos la necesaria.
-"No señor. Vive con sus padres en un lugar llamado Patrikia."
-"¿Padres?"- El hombre dio bruscamente la media vuelta.
-"Sería peor dejarlo ahí que traérmelo. Ese niño fue elegido por
las estrellas."
-"Deja que yo decida eso."
-"Lo siento, señor."- Saga bajó la mirada ante el reproche del
Maestro.
-"De acuerdo, Saga.”- El tono gentil del hombre había regresado. “Confío en tu juicio. Si sus padres te permiten traerlo, el niño
se convertirá en tu aprendiz."- Bajó un poco el tono de su voz. "Pero si tus 'premoniciones' resultan ser falsas, el siguiente y
todos los demás aprendices que tomes bajo tu tutela serán elegidos
por mí."
-"Si, su Santidad."- El Santo agachó su cabeza lo más que pudo y
después de eso se puso de pie. Se inclinó una vez más en muestra
de agradecimiento y finalmente salió de la habitación.
El Patriarca caminó de regreso a su trono y se sentó.
-"Señor. ¿Podría saber por qué dudó tanto?"- Arles no hubiera
negado una petición de ese tipo. Al menos no a Saga.
-"¿Cómo se llamaba aquella aprendiz que huyó hace 9 años? ¿La que
Saga falló en asesinar?"- Aquel nombre se había hecho famoso no
por que se tratara de una gran aprendiz sino porque su nombre
representaba el único error que Saga había cometido en su vida
dentro del Santuario.
-"¿Altea?"
-"Si... ¿a dónde decían los rumores de que ella había escapado?"
Arles entendió.
-"A una de las Cícladas. A Milos."
-"Eso creía."
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Pasaba de la medianoche y Milo jugaba en su habitación con una
vela. Con solo verla, encendía y apagaba el fuego que la consumía
intermitentemente desde que aprendió a controlar su piroquinesis.
Al principio, su entrenamiento solo se trataba de simples
meditaciones, pero tanto él como su madre parecieron aburrirse de
ello y pasaron a cosas más interesantes. Pronto Milo fue capaz de
concentrar su cosmo en solo una parte de su cuerpo hasta que un
día pudo pulverizar las más grandes rocas de la playa. Podía
expandir su cosmo a voluntad y su mirada se estaba convirtiendo en
algo verdaderamente letal.
Hacía unos meses, su habilidad de crear fuego fue descubierta
'accidentalmente' mientras Milo se negaba a irse a dormir cuando
se lo obligaron. La piroquinesis no era su fuerte, pero al fin y
al cabo era un talento existente. Por lo menos podía darse el lujo
de jugar con aquel pabilo durante las frías y húmedas noches
isleñas.
El niño estaba especialmente nervioso esa noche.
Pronto se cumpliría el año.
Aburrido, dejó la vela en paz y caminó hacia su cama. Debajo de
ella había una serie de libros infantiles sobre mitología antigua.
Había convencido a sus padres de comprárselos y luego a su padre
de enseñarle a leer y a escribir (aunque todavía no era muy bueno
que digamos). En ese año había aprendido sobre Zeus y los demás
olímpicos. Conocía a los héroes principales desde el imprudente
Midas hasta al desconsiderado Heracles y había aprendido a
admirar, más que a venerar ciegamente, a Atena. Hojeó por unos
minutos uno de sus libros elegidos al azar, deteniéndose en uno
que otra frase sin fijarse en realidad lo que decían. Parecía que
esa madrugada ni los párrafos de sus libros podrían sacarlo de su
sosiego.
De repente, el fuego de la vela comenzó a bailar hasta que no pudo
más sostenerse a sí mismo y se consumió. Milo no tuvo intenciones
de encenderlo otra vez, puesto que un sentimiento extrañamente
familiar lo había alcanzado. Al igual que hacía un año, un cosmo
se paseaba en la playa de Lorne. Estaba seguro de que se trataba
de Saga, pues la presencia de aquél hombre había quedado impresa
en su mente como si fuera lo más importante que había, esperando
el momento en el que habría de sentirla otra vez para entonces
comenzar su nueva vida en el Santuario. Miró el reloj de su
habitación. Pronto amanecería.
Una vez más, utilizó el buró de su casa como escalera y salió por
la ventana. Caminó en casi total oscuridad por unos minutos,
guiándose solo por aquel rastro de energía. Pronto supo hacia
dónde estaba siendo conducido. En unos minutos llegaría a la tumba
de Lorne de Orión.
Descendió a la playa y llegó a la lápida del Santo de Plata. Ante
ella, se postraba una figura que apenas y reconocía: era aquel
mismo cabello largo y aquellos ojos claros de hacía un año. Aún
así, el dueño de este cabello y de estos ojos lucía mucho más
imponente que antes. La luz del alba reflejada en su Armadura
iluminaba tenuemente el rostro de su dueño. La brisa movía
grácilmente sus cabellos y la capa blanca que llevaba consigo.
Milo observó con más detalle la Armadura. A pesar de que aún había
poca luz, era como si resplandeciera por si sola. Bellamente
detallada y cubriendo gran parte de su cuerpo, casi podía sentir
las pulsaciones de energía que el objeto emanaba. Centró su
atención el casco, que estaba en las manos de Saga. Éste tenía
grabado un sonriente rostro que no le dejaba de inquietar.
-”Has llegado.”- Saga había decidido rendirle honores a la
solitaria tumba de Lorne antes de ir en busca de Milo. Había
mantenido su cosmo bajo con la esperanza de ver con qué rapidez el
niño lo reconocía. No esperaba, sin embargo, que éste llegara tan
rápido. Aparentemente el entrenamiento había resultado ser mejor
de lo que esperaba. Era definitivo: se llevaría al niño. -”Supongo
que aún quieres convertirte en un Caballero de Atena.”
-”Si, señor.”- Dijo sin mirarlo a los ojos. Simplemente no se
atrevía.
Saga
le
mostró
una
de
sus
mejores
sonrisas
al
niño.
Afortunadamente Milo había aprendido a tenerle respeto. Eso sería
de suma importancia una vez que estuviera en el Santuario.
-”Es posible que mueras. ¿Aún así estás dispuesto?”
-”Si.”- Milo prefería no pensar en los riesgos de ser un aprendiz.
Poco le importaba su destino en el Santuario. Lo único que quería
era irse de Milos.
-”Quiero hablar con tu madre.”- El niño asintió y comenzó a salir
la playa. Sabía que a su madre no le agradaría verlo llegar a lado
de un Santo de Oro pero, a estas alturas, eso le parecía carecer
de importancia.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Altea estaba preparando el desayuno lejos de imaginarse que su
hijo estaba fuera de casa, pero pronto dos conocidos cosmos se
acercaron con paso seguro a su casa. Dejó las cosas tal y como
estaban y salió de la casa, permaneciendo debajo del marco de la
puerta. Saga y Milo caminaban hacia ella, el segundo escondiéndose
detrás de la ondeante capa del primero.
-"¿Mi-lo?"- El niño no la volteó a ver. Siguió su camino hacia el
interior de la casa. Sabía que no le serviría de nada escuchar
aquella conversación. Altea miró a Saga y se alarmó al verlos
llenos de lástima. -"¿Qué quieres?"
-"He venido a hacer que cumplas la promesa que me hiciste aquél
día."- Calló unos instantes como para darle tiempo a la mujer de
recordar de qué estaba hablando. -"Me llevaré a Milo al
Santuario."
-"Te permitiría todo menos eso."
-"No te lo estoy pidiendo, Altea; solo te lo estoy comunicando. Y
no me veas con esa cara. Si no fuera yo ahora, sería otro después.
No entiendo por qué ese niño nació de ti, pero es hora de que siga
el camino que Antares ha dictado para él."
-"No me importa lo que Antares, o la misma Atena hayan dictado. No
te atrevas a volver a poner un pié en esta casa."- Entró de nuevo
a su cocina y cerró la puerta detrás de sí.
Saga cerró los ojos y se dispuso a hablar con Milo, el cual
esperaba en su habitación lo que él consideraría su último castigo
por parte de Altea.
-'A medianoche, frente a la tumba de Lorne. Una vez ahí partiremos
al Santuario.'
-'Si señor.'
Recibió la respuesta del niño y se alejó de la casa. Pronto se
alejaría de esa isla por el resto de su vida.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Aquel castigo que Milo esperaba nunca fue recibido. Altea no fue a
ver a su hijo en todo el día. De hecho, pasó su mañana como si
nada hubiera pasado, con la diferencia de que el niño no se
presentó ni a desayunar ni a comer. No tuvo que decirle sobre Saga
a su esposo. De algún modo él había estado esperando ese día casi
tanto como Milo. Ni una palabra era pronunciada en la sala en la
que Altea leía para intentar olvidarse de los acontecimientos de
la mañana. Soterios solo la observaba sentado frente a ella, como
buscando el momento indicado, o el valor suficiente, para comenzar
a hablar.
-"Tal vez deberíamos dejarlo ir."- Finalmente se atrevió.
-"Nunca."- Altea no bajó el libro, aunque solo miraba hacia un
punto blanco de las hojas frente a ella.
-"Milo no es feliz aquí. Nunca lo será."
-"¿Y crees que lo será en el Santuario?"- No quería bajar el
libro. No tenía el más mínimo interés de ver a aquel hombre. -"Tú
no sabes nada de lo que pasa ahí."
-"Al menos estaría con gente como él."
-"¿Y de qué le serviría? ¿Es que olvidas que yo estuve ahí?
Conozco el Santuario. Sé cómo es que tratan a los aprendices. Pude
ver a docenas de ellos morir ante mis ojos. ¿Crees que quiero que
mi hijo se una a la fila de cadáveres bajo el nombre de Atena?"
-"Milo no moriría. Él no es tan débil."- No estaba seguro de ello,
pero quería aparentar estarlo. Después de todo, era cierto que él
no sabía nada del cómo podía ser la vida para un aprendiz.
-"No. Pero puede no ser lo suficientemente fuerte. Milo no irá a
Atenas. No si tengo algo que decir al respecto."
-"Es una pena que no sea así."- Soterios se puso de pié y caminó
hacia la habitación de Milo.
Se detuvo frente a la puerta y dudó una vez más. Finalmente se
atrevió girar la perilla y dar un paso adentro. Milo estaba
recostado boca arriba en su cama con una pequeña pero llena
mochila a su lado.
-"Me voy."
-"Lo sé." No se atrevió a acercarse a él. De hecho, no podía
recordar cuándo fue la última vez que lo abrazó. Milo le había
enseñado a temerle. Un día comenzó a tener pesadillas con la
mirada de su hijo y desde entonces todo terminó para la supuesta
conexión que debía de tener con él (cosa que, ahora pensaba, nunca
había existido). Aún así era su padre y le dolía en extremo pensar
que Milo pronto se iría, seguramente para siempre.
-"Ella no entiende."
-"Sí lo hace. Más de lo que tú crees." Se recargó en el marco de
la puerta. -"Tal vez sea por eso que no te quiere dejar ir."
Milo se sentó en la cama y vio a su padre rehuir su mirada tal y
como lo había estado haciendo desde hacía tanto tiempo.
Abandonaría a aquel hombre tal y como lo hacía con los cangrejos
que capturaba en la playa. Su padre era tan o todavía más aburrido
que ellos. Le parecía triste. Incluso ahora que veía a su hijo
irse, no estaba ante él para despedirse o exigirle que se quedara,
sino para una tercera opción que no podía adivinar.
-"¿Qué?"
-"Creo que deberías hablar con tu madre."- Eso era. Él no tenía el
coraje suficiente para hacerlo cambiar de opinión. Tal vez esa
mujer lo tendría. -"Solo no te vayas así."
Milo se recostó otra vez riéndose en su mente sobre la petición de
su padre. Él se iría como él quisiera y pudiera. No era como si
tuviera muchas opciones. Aún así, lo consideró. Esperaría unas
horas más. Por ahora tenía que descansar. La noche sería una muy
larga.
Al ver que Milo dejó de prestarle atención, Soterios lo dejó en
paz. Antes de salir del cuarto le dio una última mirada a su hijo.
¿Cómo había sido que algo tan parecido a él había terminado ser
tan diferente? Los niños del pueblo le llamarían demonio al
conocerlo como un futuro Caballero. Tal vez eso era Milo. Nunca
había sido su hijo, tan solo fue un demonio que se equivocó de
familia.
Soterios no sabía si extrañaría o no al demonio, pero su partida
le ocasionaba un dolor que nunca antes había experimentado.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Habían pasado varias horas desde que el Sol abandonó la isla.
Soterios se había retirado a su habitación y Altea seguía en la
sala, observando aquel libro cuyas hojas no eran pasadas con mayor
velocidad que una por hora. El sonido de dos pies arrastrándose
hacia ella la sacó de sus pensamientos.
-"¿Mamá?"
-"¿Qué pasa, Milo?"
-"¿Por qué te fuiste del Santuario?"
-"¿Y esa pregunta?"
-"¿Por qué?"
Después de muchas horas de estar casi en la misma posición, Altea
bajó su libro. Aún así no miró a su hijo, sino a la pequeña
lámpara que iluminaba su supuesta lectura.
-"Ya me había cansado de la muerte."
Milo estudió las manos de su madre. Éstas le parecían demasiado
grandes y ‘usadas’. Su piel estaba seca y cuarteada, en parte por
su vida como aprendiz, en parte por su vida como ama de casa y
esposa de un pescador. El niño aceptó seguir el consejo de su
padre y fue a darle una última oportunidad a esa mujer. Quería
escuchar una razón válida por la cual no ir a Atenas. Sin embargo,
la respuesta de su madre le había parecido tonta e insuficiente.
-"Mañana estaré en el Santuario."- Permitió que su voz mostrara un
pequeño rastro de tristeza. Extrañaría la necedad de su madre.
-"No digas tonterías"- Altea habló con tono irónico. -"Vete a
dormir. Ya es muy tarde."
Milo asintió y se alejó de la sala. Antes de adentrarse al pasillo
que guiaba a su habitación, pronunció un casi inaudible 'gracias'.
Altea ni siquiera intentó retornar a su lectura.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Dos figuras se encontraron frente a la tumba de Lorne.
-"¿Estás listo, Milo?"- El pequeño asintió, apretando con fuerza
las hombreras de la mochila que llevaba consigo. -"¿Qué traes
ahí?"
-"Libros."- El niño se sonrojó. -"Y ropa."- Le parecía algo tonto
llevar semejante cosa consigo pues era muy poco probable que le
dejaran usar lo que traía en el Santuario. De todos modos decidió
empacar solo una poca, por si las dudas. Se sintió mejor consigo
mismo al ver la tierna sonrisa que Saga le otorgó.
-"¿Eso es todo?"
-"Si."
-"Entonces en marcha."
Saga tomó al niño de la mano con gentileza y con la velocidad que
caracteriza a un Santo Dorado, partió de Milos.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Milo."- Ya había amanecido. Altea no pudo dormir toda la noche y
al ver los primeros rayos del sol entrar a la casa, se levantó y
caminó hacia la habitación de Milo, con excusa de levantarlo para
que la ayudara a preparar el desayuno. Sin embargo, ella solo
había ido a aquel cuarto para confirmar lo seguro.
Abrió lentamente la puerta para encontrarse con un cuarto vacío y
una ventana abierta. El dolor la venció y se hincó en el suelo
mientras gruesas lágrimas salieron involuntariamente de sus ojos.
Ni un quejido fue escuchado.
-"Tú lo sabías."- Altea no se inmutó al escuchar la voz de su
esposo, el cual la observaba desde hacía varios minutos. -"Tú
sabías que él usaría la ventana."
-"¿Qué hice?"- En ese instante, la alguna vez fuerte voz de Altea
se quebró. -"Dejé ir a mi bebé."
Altea dejó caer todo su peso al suelo. Sus gritos de dolor no
fueron acallados más.
Comentario de la Autora: Veamos... lo de la ventana fue algo
predecible y tenía que serlo, de lo contrario Altea no se sentiría
tan culpable (XD ¡SUFREEEE!). El haber dejado esa ventana sin
sellar por tanto tiempo fue como la luz verde de la mujer para que
su hijo se fuera.
Pobre Soterios... no quería que pareciera ser un mal padre. Pero
creo que al final acabé haciéndolo puré. Ni hablar. XD Eso le pasa
por ser tan raquítico.
Ah! ¡Y Shion ha vuelto a la vida! Un poco... ¿por que? ¡Porque Mü,
el futuro Santito de Aries ha llegado al Santuario! *¬* Su alumno
ha aparecido y esto como que le dio nuevas razones para seguir con
vida.
Arles sigue por ahí ¿lo notaron? Seguro que sí. Lástima que nadie
más lo haya hecho. ^_^'
Capítulo 5:  (Santuario)
Milo comió con rapidez el desayuno que Saga le había invitando. No
había notado el hambre que tenía hasta haber olido el pan y el
café recién hechos de aquel restaurante al aire libre de la Isla
Siros. Finalmente estaba fuera de Milos. No tuvo que tomar un
barco como él creía que tendría que hacerlo. Solo recordaba haber
avanzado a una velocidad indescriptible. No podía estar seguro,
pero podría jurar que Saga se movía tan rápido que caminaba sobre
el agua sin siquiera salpicarse. Al principió creyó que irían
directo a Atenas, pero de alguna manera el Santo Dorado adivinó el
hambre del muchacho y decidió detenerse en otra de las Cícladas
para que comieran. Saga se separó de su Armadura y la escondió
entre unas rocas. Ni el niño ni el joven llamaron demasiado la
atención.
Saga sonreía mientras veía al pequeño tragar las frutas que le
habían servido, intercalándose con el jugo de naranja a su lado
para evitar ahogarse. Él solo tomaba un café. O más bien, dejaba
enfriar un café. Esperó a que Milo terminara de comer para poder
hablar con él.
-"¿Qué sabes de los Caballeros, Milo?"
-"Que defienden a Atena."
-"¿No sabes de su jerarquía?"- Milo pestañeó confundido. Saga
debería de ser un poco más considerado con el niño. -"Hay tres
tipos diferentes de Santos, Milo. ¿Tu madre no te habló de ellos?"
-"Si."- Asintió levemente, no estando seguro de si su respuesta
era la que Saga buscaba. -"Bronce, Plata y Oro. Los de Oro son los
más fuertes."
-"Eso es cierto, pero hay un nivel más; alguien que es sumamente
poderoso y para los Caballeros es casi un Dios."- Milo alzó sus
cejas sin tratar de ocultar su curiosidad. -"Se trata del Kyoko,
del Patriarca. Es nuestra máxima autoridad en ausencia de la Diosa
y, como sabes, el que le es infiel es castigado con la muerte o
con algo peor. Una vez que llegues al Santuario le deberás respeto
al Patriarca, a todos los Caballeros y a los aspirantes a las
Armaduras Doradas."- El niño se limitaba a asentir. -"Aún así, no
permitas que un Santo de Bronce te haga menos. Estoy seguro que en
unas semanas serás mucho mejor que ellos y con el tiempo mejor que
uno de Plata."
Milo no pudo concentrarse más en el rostro del Santo Dorado e
intentó centrar su atención en la intacta taza de café. No era que
los halagos le molestaran pero ¿ser mejor que un Santo de Plata?
Saga debía de estar bromeando al sugerir que algún día se
convertiría en uno de los 12. Ayer ni siquiera sabía de la
existencia del Patriarca ¿cómo pretendía que mañana aspirara a una
Armadura Dorada?
-"No vuelvas a hacer eso."- Milo retomó su atención al mayor. Su
voz sonaba autoritaria, aunque no sentía que lo estuviera
regañando. -"Nunca vuelvas a dudar, Milo; y si algún día no puedes
evitar hacerlo, no permitas que los demás se den cuenta. Dudar
puede costarte la vida."
No sería fácil cumplir con los deseos de Saga, pero tampoco era
como si tuviera otra opción. Solo dejaría que las cosas pasaran
como tenían qué pasar. ¿Quién sabe? Tal vez hasta había algo de
cierto en aquellas locas predicciones.
-"Sí, señor."
A Saga le incomodó que Milo se dirigiera a él de ese modo: lo
hacía sentir viejo, pero tampoco podía permitirle que le llamara
solo Saga. Después de todo era su maestro.
-"¿Has terminado?"- El niño asintió. -"Entonces partamos."- Dejó
un poco de dinero sobre la mesa en la que comían y se puso de pie,
seguido por Milo.
Caminaron por las calles de Hermópolis por varias horas,
aparentando ser turistas. Saga se sentía como en vacaciones. Cada
que le dejaban alguna misión fuera del Santuario, solía pasearse
un poco para relajarse. Se podía decir que los Santos Dorados eran
los que tenían más tiempo libre (aunque la mayoría de ellos optaba
por entrenar en lugar de ver chacharitas en mercados costeros).
Milo tampoco se quejaba, ya que era la primera vez que salía de su
isla. La gente de Siros se le hizo más despierta. Tal vez hasta un
poquito más lista. Los niños corrían por todos lados y una enorme
cantidad de lánguidos turistas parecían tomar fotografías de las
cosas más aburridas que encontraban. El olor de comida estaba en
todos lados y la gente alzaba la voz de una manera que le parecía
molestamente atrayente. Ni siquiera durante las fiestas del
Apokries había visto tanto movimiento y entusiasmo en las
personas. En ese momento Patrikia le pareció aún más fastidioso
que antes. Si podía, no volvería a ese lugar.
Llegó el mediodía y la pareja de cabellos azules decidió comer.
Eligieron algo rápido, pues ambos esperaban presentarse pronto
ante el Santuario. Una vez que terminaron, Saga recuperó su
Armadura, tomó la mano del niño y desapareció con él de la isla de
Sirios.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Aquí es."- Saga señalaba con la mirada unas ruinas blancas con
un orgullo que Milo no podía entender. -"Hemos llegado al
Santuario."
El
niño
se
sintió
un
poco
defraudado
al
ver
aquellas
construcciones a la distancia. Había escuchado hablar tanto de lo
magnífico que era el Templo de la Diosa y en esos momentos no
parecía ser más que un montón de columnas derrumbadas. Aún así,
siguió las órdenes de Saga y no permitió que su desilusión fuera
reflejada en sus acciones.
Saga siguió caminando con una amplia sonrisa en los labios, feliz
de verse de nuevo en casa. Sin embargo, su sonrisa desapareció
repentinamente.
-"Había olvidado mencionarlo, Milo. La mayoría de las personas que
conocerás de ahora en adelante son huérfanos… o por lo menos algo
parecido. Dudo que les venga muy en gracia saber que tu situación
no fue la misma. Ellos suelen ser crueles con los que son
diferentes. Te recomiendo no contarle a nadie de tu vida en Milos
a menos que sea absolutamente necesario."
-"Si, señor."
-"Descuida, no te será difícil. Casi nadie en el Santuario habla
de su pasado. Usualmente aceptan convertirse en aprendices para
poder olvidarlo."- Rió. -"Aunque luego algunos se arrepienten."
El niño solo lo siguió escuchando detalladamente cada una de sus
palabras. De cualquier manera, no tenía planeado volver a pensar
en su vida en Milos. Al menos no por el momento.
El de ojos turquesa se sorprendió al ver una enorme muralla
aparecer en el horizonte. Ambos cruzaron las puertas de la misma
sin complicaciones, pues los muchos guardias que la vigilaban le
dieron la bienvenida a Saga sin hacerle una sola pregunta. Una vez
cruzado el muro, todo un nuevo mundo surgió. Al principio eran
hombres con simples petos marrones. Después, pudo ver a algunos
Santos de Plata saludar a su superior, cada uno en diferentes
idiomas. Por supuesto, también reconoció a varios grupos de niños
entrenando arduamente ante los ojos de sus maestros. Pasó a lo
largo de un coliseo y, no muy lejos de ahí, pudo ver varias
cabañas a lado de un bosque. Le pareció curioso, sin embargo, ver
que esa zona estaba cercada.
-"Ese es el territorio de las Koree. Atena también es defendida
por mujeres. Las Koree y sus aprendices portan máscaras sobre sus
rostros. Que un hombre las vea sin ellas es un peor insulto que el
que si las vieras desnudas y están más que dispuestas a tomar
venganza por ese o cualquier otro insulto que les ocasiones. Es
por eso que nosotros tenemos estrictamente prohibido entrar a su
territorio."
-"Thalassa kai pur kai gune, kaka tria."- Milo pronunció en voz
baja mientras la zona de entrenamiento de las Koree se perdía
detrás de ellos.
-"¿Eso te lo enseñó tu padre?"- Vio extrañado como el niño le
sonreía de un modo especial. También pudo oír una risa que
identificó como la de cualquier niño travieso de Rhodorio.
-"Si."
-"Mar y fuego y mujeres, tres males."- Repitió para sí. -"Aférrate
a ese dicho, muchacho. No quiero ver como mi primer alumno acaba
siendo cazado por amazonas."
Caminaron por unos minutos más hasta que Milo Las pudo ver sobre
una montaña. Se trataban de 13 construcciones ascendentes. Cada
una de ellas era diferente a la anterior y estaban conectadas por
innumerables escaleras hechas del mismo material blanco que sus
paredes. Se erguían orgullosas ante el resto de los edificios del
Santuario, mientras el viento la cruzaba libremente, como si con
ello las Casas pretendieran mostrarle a Eolo su maravillosa
arquitectura. Una inmensa torre, de un material más oscuro que el
resto, se levantaba a solo unos metros de la primera Casa. Parecía
ser un reloj, pero no tenía manecillas ni números. En su lugar, 12
símbolos lo decoraban. La mirada Milo siguió subiendo y, al rato
tuvo que alzar su cabeza para ver con mayor detenimiento al último
Templo. Unas cuatro veces mayor que el resto de las Casas, aquél
punto parecía ser el más alto de toda Atenas. Un cosmo sumamente
poderoso le dio a entender para quién estaba destinado ese último
recinto.
-"¿Ahí vive el Patriarca?"- Saga asintió.
-"Y cuando la Diosa renazca, cosa que pasará pronto, ella también
vivirá ahí."
Milo trató de confirmar quiénes eran los que vivían en las 12
Casas anteriores. No encontró a nadie.
-"¿Dónde están los otros once, señor?"
El rostro de Saga se ensombreció.
-"Por ahora solo hay 5 más y de esos, solo 4 estamos ahora en el
Santuario. Seguramente los otros 3 están entrenando por ahí.
Regresarán a las 12 Casas por la noche. El quinto…”- Dijo esto
último casi como una pregunta para sí. –“Supongo que pronto
regresará."
-"¿Y los demás?"
-"No existen."- Mostró una sonrisa triste. -"Pero dentro de unos
años todas las Armaduras Doradas tendrán un dueño. Ya lo verás."
Aunque Saga había ya avanzado varios pasos, Milo permaneció en su
lugar admirando el Último Templo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un niño no mucho mayor que Milo entrenaba no lejos de los 12
Templos. Tenía cabello verdemar hasta los hombros, con dos
mechones cayendo a los costados de su cabeza. Sus ojos eran de un
azul muy claro y eran enmarcados por un par de cejas partidas.
El joven se colocó ante una roca un poco más grande que él mismo.
Cerró los ojos y puso sus manos frente a sí, concentrando todo su
cosmo en la roca. Unos segundos después, una fina capa de escarcha
comenzó a formarse sobre la rugosa superficie del objeto. La capa
blancuzca comenzó a espesarse hasta convertirse en una cubierta de
hielo que se engrosó hasta que toda la roca cedió ante la baja
temperatura, destrozándose.
-"No estuvo mal."- Una voz bien conocida por el niño fue
escuchada. El aprendiz dio vuelta sobre sí mismo y reconoció a su
maestro, que se agachaba para recoger uno de los pocos trozos
congelados que habían quedado de la roca. -"Pero podría ser
mejor."- El hombre congeló una vez más la pequeña piedra hasta que
la redujo a polvo. -"Mucho mejor. Lo sabes ¿no?"
-"Oui."
-"¿En qué quedamos con el francés, Camus?"
-"Lo siento."- Dijo en un griego torpe. Su maestro suspiró y se
hincó ante él para estar a su nivel. Camus se atrevió a mirar los
negros ojos de su maestro.
Aquel era Antoine, el Santo de Acuario. Su cabello negro era
corto, grueso y desaliñado. Su apariencia desgarbada era acentuada
por la oscura barba que no había querido afeitar desde hacía dos
semanas. Era raro que alguien con apariencia tan informal portara
una de las Armaduras Doradas (o cualquier otra). Sin embargo, lo
más extraño era el contraste que formaba con su alumno y posible
sucesor. El niño había desarrollado la elegancia suficiente como
para molestar a su maestro quien, con frecuencia, bromeaba sobre
Camus diciendo que antes de convertirlo en Santo lo convertiría en
un niño normal. Antoine sabía que esto le sería imposible.
-”¿Qué te pasa?”
-”Nada, señor. Estoy algo cansado.”- Era cierto. Camus había
permanecido despierto toda la noche estudiando las constelaciones.
Así como se veía Antoine, era un maestro bastante exigente. Su
última orden fue que el niño tenía que aprenderse el nombre de
cada una de las estrellas de las constelaciones Zodiacales en una
semana. Ya era miércoles y apenas había aprendido la mitad.
Posiblemente tendría que pasar una noche más en vela.
-”El cansancio no debe de ser una excusa, Camus.”- Hubiera hecho
que su alumno practicara hasta el anochecer (que no estaba muy
lejos) de no haber sido porque desde hacía rato que había
identificado el cosmo de Saga. -”Pero te permitiré descansar por
hoy. Solo cuida que no se te haga costumbre. Tienes libre hasta el
anochecer. Después de eso seguirás estudiando.”- Antoine no esperó
una respuesta del niño y salió rápidamente del lugar en busca del
Santo de Géminis.
Camus permaneció en su lugar por unos instantes, imaginándose la
razón por la cual su maestro se había ido tan rápido. Al ver que
su imaginación no lograba ser tan creativa, se acostó entre
algunas rocas y cerró los ojos, con esperanza de poder abrirlos
antes de que la primera estrella apareciera en el cielo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-”¿Qué te parece?”- Saga se sentó en la cama de una de las muchas
cabañas repartidas por el Santuario. Aquellas habitaciones eran
para que los maestros convivieran ahí con sus aprendices y que los
Santos levemente heridos se recuperaran.
Milo dejó su mochila sobre un montón de paja cubierta por una
gruesa sábana que Saga había indicado que sería su cama. Después
de dar un vistazo a su alrededor miró a su maestro y le mostró una
de sus mejores sonrisas. Era mucho mejor de lo que esperaba. No le
hubiera sorprendido que ni siquiera contara con un lugar en dónde
dormir.
Saga se sintió satisfecho al ver al niño tan extrañamente feliz.
-”Mientras seas mi alumno vivirás aquí.”- Se levantó y caminó
hacia un baúl colocado a los pies de su cama. Abrió el mismo y de
ahí sacó dos libros, aunque Milo pudo ver que había muchos más ahí
adentro. -”Lo lamento, pero no podrás seguir con tu lectura.
Comenzarás con estos dos.”- Le entregó los dos libros viejos a su
discípulo.
Milo examinó el más viejo primero. Olía extraño y sus hojas
estaban más sumamente amarillas. Estaba en un griego que no
entendía por completo y no contaba con portada o título.
Hojeándolo encontró que se trataba sobre la Orden de los
Caballeros: desde cómo fue creada hasta la última Guerra Santa.
Después, tomó el segundo libro que era relativamente reciente. Le
bastó leer la portada para extrañarse. ‘Astronomy’. Abrió el libro
y se encontró con palabras y símbolos desconocidos para él, además
de varias imágenes de estrellas. Miró a Saga confundido.
-”No le entiendo.”
-”Claro que no. Es inglés. Ese será el primer idioma que
aprenderás. Seguirá el Latín y después...”- Mostró una sonrisa que
a Milo le inquietó bastante. -”Ya veremos.”
Milo volvió a hojear el libro de idioma desconocido. Sabía que ser
un Caballero acarreaba un enorme sacrificio físico, pero nadie le
había dicho que tendría qué aprender otros idiomas. Detuvo sus
dedos en una hoja especialmente llena de números y letras. Sonrió
nervioso mientras pensaba que seguramente también tendría que
aprender muchos si no todos de esos símbolos.
Los pensamientos de Milo fueron interrumpidos por un cosmo que se
acercaba a su cabaña. Saga también lo sintió y caminó hacia la
puerta, abriéndola. A la distancia pudo reconocer al peculiar
Santo de Acuario que, por cierto, no lucía muy feliz.
Sin cerrar la puerta, Saga se sentó una vez más en su cama. Unos
segundos después, Antoine entraba a la cabaña sin prestarle la más
mínima atención al niño al otro lado de la habitación.
-”Saga... ¿en dónde te habías metido? Te estuve buscando desde
ayer en la noche, maldito vago.”
-”Bonsoir, Antoine.”- Recibió una mirada fulminante del Santo, así
que prefirió no seguir con la broma. -“Tenía algunos asuntos qué
atender.”- Habló con el mismo tono en que lo hace un niño que ha
hecho algo malo y que trata de ocultar su delito. -”Después de
todo soy un Caballero con muchas responsabilidades.”
-”Responsabilidades o no quiero que me regreses mis libros.”
Milo contuvo su risa mientras sostenía entre sus brazos lo que
posiblemente eran dos de las evidencias de la travesura de Saga.
-”Solo los tomé prestados.”
-”Si... mientras no estaba en mi Casa.”
-”Si a mí no me molesta, no veo por qué a ti tenga que hacerlo.”Antoine estaba demasiado irritado como para responder a un
comentario tan sin sentido. -”Por favor. Camus no los necesita. Él
ya los leyó casi todos ¿no? O al menos eso me dijiste.”
-”Casi. Además, le sirven para consulta.”- El Santo de Acuario
comenzó a rendirse ante la despreocupada conducta de Saga.
-”No mientas.
memoria.”
Al
pobre
niño
le
haces
aprendérselo
todo
de
-”¡Eso no es cierto!”- Al menos no tanto. El hombre intentó
tranquilizarse. Si en algo era bueno el Santo de Géminis era para
salirse del tema y si Antoine perdía la cordura seguro que también
perdería la conversación. -“Devuélveme mis libros y ya. No es como
si tú los necesitaras.”
-”No, yo no.”- Dijo mientras volteaba a ver a Milo que lucía más
que divertido con la discusión de dos de los que se suponía eran
los más poderosos y sabios del Santuario.
-”¿Y éste quién es?”- Antoine estaba bastante confundido. ¿Qué
hacía el novato Santo de Géminis con ese mocoso? ¿Y por qué el
niño tenía dos de sus libros?
Saga se levantó y con la mirada le ordenó a su aprendiz que
hiciera lo mismo. Su alumno caminó hasta colocarse a su lado para
luego inclinarse ante el Santo de Acuario. Milo no había conocido
a alguien cuya mera presencia le causara tanta gracia. Casi se
preguntaba cómo era que la Armadura había elegido a alguien tan
desaliñado y torpe como el tal Antoine. Si no fuera porque un aura
tan poderosa lo rodeaba ni siquiera lo hubiera creído.
-”¿Quién es este y por qué tiene mis libros, Saga?”- Su de por sí
poca paciencia se estaba terminando.
-”¿Qué no es obvio? Este es mi discípulo. Su nombre es Milo.”
-”¡¿Discípulo?! ¿Acabas de ganar tu Armadura y ya tienes un
discípulo? Su Santidad te tiene demasiado consentido, Saga.”- Así
era Antoine: nunca se limitaba en lo que decía. Finalmente se
atrevió apreciar al niño por primera vez. -”¿Y por qué este?”- No
era que quisiera poner a Milo en evidencia. Sabía que si Saga lo
había elegido tuvo que haber sido por algo. Simplemente estaba
demasiado confundido como para reconocer ese algo.
A pesar de que las intenciones de Antoine no eran malas, su último
comentario había insultado a Milo. Estaba bien que todavía no era
muy bueno pero tampoco era para que se lo anduvieran restregando
en la cara. Saga tampoco se puso muy feliz con la indiscreción de
Antoine. El Santo de Géminis retomó su fachada de seriedad.
-”¿Qué dices, Milo? ¿Por qué no le enseñas por qué tú?”
Milo asintió y, aunque no sonrió, estuvo más que feliz de aceptar
la propuesta de su maestro. Cerró los ojos para abrirlos de nuevo,
mostrando que sus turquesas se habían transformado en rubíes. El
aire alrededor suyo comenzó a agitarse mientras su cosmo
aumentaba.
Antoine, que seguía observando los ojos del niño, quedó paralizado
unos cuantos segundos. Cuando finalmente pudo liberarse de la
mirada de Milo, sintió un extraño calor proveniente de su espalda.
Inquietado, miró su capa solo para verla en llamas de cintura para
abajo. Bastante sorprendido, retiró su capa y con su cosmo helado
apagó el fuego. -”¡¿Eso era realmente necesario?!”
-”Es solo para que no me vuelvas a cuestionar.”- El Santo de
Géminis habló mitad en broma, mitad en serio.
-”Este niño no será uno de Bronce. ¿Verdad? Lo convertirías en un
Santo de Plata con facilidad.”
-”Si, pero mis expectativas son un poco más altas.”
-”¡¿Un sucesor?!”
-”No.”- Saga hablaba con total seriedad. Tanta, que el Santo de
Acuario decidió dejar la conversación ahí, a pesar de que aún no
entendía de qué era lo que hablaba su compañero.
-”Como sea.”- Se dirigió a Milo aunque no lo miró a los ojos. ”Será mejor que cuides muy bien todos esos libros, jovencito.
Quiero que me los regresen tal y como estaban.”- Comenzó a salir
de la cabaña mientras los despedía con la mano. -”Espero que sepas
lo que haces, Saga.”
Milo vio como el segundo Santo Dorado que conocía se alejaba de
él. Notó entonces que había comenzado a anochecer.
¿Camus? Ese era el nombre que Saga había mencionado. Él dijo que
ese aprendiz ya había leído muchos de esos libros. Ni siquiera
sabía quién era, pero estaba dispuesto a darle alcance en cuanto
antes. Afortunadamente, ya no tenía razones por las cuales huir de
la casa, así que podría aprovechar sus noches de una mejor manera.
Esa noche comenzaría con el libro griego. Ya mañana se preocuparía
por el inglés.
Comentario de la Autora: Bueno... el principio está algo aburridón
pero creo que se va arreglando al final, sobre todo con la
aparición de Antoine. En este personaje no pensé demasiado. Solo
apareció de repente. ^_^' Es un tipo chistoso. Me agrada (aunque a
Camus no... pero seamos honestos: a Camus no parece agradarle
nadie).
Ah... sobre Hermópolis... tengo entendido que Sirios no es una
Ciclada tan comercial como las otras, pero bueno... ^_^' No creo
tener
que
fijarme
tanto
en
ese
tipo
de
detalles.
Sobre la frasecilla en griego... ¿qué puedo decir? la leí y me
gustó y la puse en su idioma original para que la puedan presumir
luego
(XD
nsc).
Milo está mucho más feliz ahora. Sé que el cambio de
personalidad es algo radical pero el cambio que tuvo su vida
también lo es. ^_^' Espero que les guste tanto como a mí me está
gustando.
Capítulo 6: (Cristal)
-"De nuevo."
Milo asintió y volvió a colgarse boca
pasado una semana en el Santuario y
limitaba al acondicionamiento. Correr
por la mañana y tortuosos ejercicios
se habían convertido en su rutina.
abajo de una rama. Ya había
su entrenamiento físico se
por la madrugada, calistenia
de resistencia por la tarde
Ese día en especial tenía que permanecer colgado de un árbol
durante 5 horas. Una hora más por cada vez que caía. Si no lo
volvía a hacer, en total tendría que hacer 8. De no haber sido tan
torpe, hubiera acabado hacía una hora. Milo podía sentir cómo le
palpitaba la cabeza debido a la gran cantidad de sangre que
comenzaba a acumularse en ella, lo que le obligaba a tomar una
postura diferente, flexionando su abdomen cada vez que su cuerpo
lo permitía para, al menos, colocar su cabeza horizontalmente. De
cualquier modo, sus piernas estaban a punto de acalambrarse y
temblaban de cuando en cuando.
Solo dos horas más.
Después de eso se sentiría feliz incluso de regresar al estudio
del inglés.
-"¿Señor Saga?"- Su maestro no le prestaba demasiada atención.
Éste se limitaba a mirar hacia el horizonte buscando algo
desconocido por el niño.
-"¿Qué pasa?"- No se dignó a dirigirle la palabra.
-"¿En dónde está el Santo de Libra?"- Con esa pregunta consiguió
la atención de su maestro. Eso estaba bien. Desde hacía tiempo que
quería comenzar una conversación. Suponía que le sería más fácil
acabar con el ejercicio si mantenía su mente en otra cosa. -"¿Por
qué no está aquí?"
-"Algunos Santos Dorados deciden no vivir en el Santuario."- No
era la respuesta indicada, pero Saga no estaba muy de humor para
hacer más comentarios.
-"¿Señor Saga?"- Milo notó que sus preguntas comenzaron a
incomodar a su Maestro. Poco le importó. Como si él tuviera la
culpa de que le impusieran una prueba tan aburrida. -"¿Roshi es el
Santo
de
Libra?"Silencio.
-"¿El
Santo
de
Libra
que
sobrevivió con Shion a la guerra contra Hades?"
-"No hables de su Santidad con tanta informalidad, Milo."
-"¿Pero lo es?"
Saga estaba demasiado preocupado. Sabía que no debía descargarse
con el niño, pero no lo pudo evitar. De todos modos sabía que Milo
no le reprocharía su actitud por mucho tiempo. O al menos eso
quería creer.
-"Que sean cinco horas más."- Pronunció estas palabras con
frialdad y sin siquiera mirar al niño, para después iniciar su
camino de regreso a la cabaña.
Milo no sabía si reír, gritar o llorar por la última orden de su
maestro. Lo que más le molestaba era que seguramente terminaría
tan cansado que no podría llegar a estudiar. Esa noche sería una
perdida.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Desde el escritorio, Saga buscaba disfrutar la vista que le
proporcionaba
su
ventana.
Sin
embargo,
ésta
no
era
una
precisamente bella. Simplemente se limitaba a unas cuantas chozas
iguales a la suya, tal vez unas un poco más viejas y otras un poco
más nuevas. Todo el día se distrajo tratando, sin resultado, de
encontrar el cosmo de Kanon. Su hermano había desaparecido del
Santuario desde hacía más de un mes y Saga estaba preocupado;
aunque no precisamente por la salud de su familiar. Durante los
últimos meses, Kanon se había comportado sumamente raro. Algunos
de sus comentarios hacían a Saga sospechar de la lealtad de su
hermano y el desconocer su ubicación lo ponía extremadamente
nervioso. Suspiró y dejó de posar sus ojos en el vidrio para
voltear al rincón en donde Milo dormía. Había llegado hacía unos
minutos y con solo recostarse sobre su cama cayó profundamente
dormido. El niño no le dirigió la palabra, pero él no la esperaba.
Tal vez al día siguiente le daría la mañana libre. Eso solo para
no sentirse tan culpable.
Un aura serena rodeaba Milo. Usualmente el niño ocultaba su cosmo
por completo. Era como si fuera su estado natural y de hecho Saga
llegó a creer que así era. Sin embargo ahora, estando tan cansado,
se dio el lujo de dejar de ocultar su presencia.
-“Un niño extraño.”-Susurró su subconsciente.
El sonido de la puerta abriéndose lo sorprendió. Era demasiado
tarde como para recibir visitas de cualquier tipo, además de que
no había sentido el cosmo de aquel visitante. Una vez que la
puerta se encontró completamente abierta, una silueta muy bien
conocida por él se reveló.
Se levantó inmediatamente de su asiento, sin molestarse en evitar
aquel chillido resultante de la silla arrastrándose por el piso y
caminó rápidamente hacia su hermano.
-"¿En dónde rayos estuviste?"
-"Ya sabes. Por ahí."- Descaradamente se adentró más a la casa y
se recostó en la cama de Saga. -"¿Es que necesito el permiso de mi
hermano mayor para salir del Santuario?"
-"Me tenías preocupado."- Saga le habló despectivamente sin dejar
su lugar de pie frente al escritorio.
-"¿Estabas preocupado por mí?"- Subió sus pies a la cama. -"¿O
porque me volviera loco y matara al Patriarca?"
Sabía que Kanon bromeaba, pero algo en el Santo de Géminis le hizo
sentirse extremadamente incómodo ante el chistecito de su hermano
menor. Tal vez era una tontería, pero temía que un día sus
declaraciones se convirtieran en más que una simple broma.
Kanon sintió entonces un cosmo sereno en esa misma cabaña. Sus
ojos lo guiaron hacia Milo, quien seguía dormido sin notar la
fraternal discusión.
-"Así que este es tu prodigio. Se habla mucho de ti allá afuera
¿sabes? Unos ingenuos dicen que lo harás Santo de Plata. La
mayoría dice que te convertirás en el sucesor del Patriarca y que
dejaras a Milo en tu lugar."
-"No me importa lo que se diga de mí."
-"¿En serio? Qué bueno, porque es solo cuestión de tiempo para que
tengas que decirle a Ewan de tu maravilloso plan."
-"Descuida, no pienso tardarme demasiado con Milo."
-"Pues claro... ya le rompiste el corazoncito a Altea. ¿Qué más
quieres?"
-"Solo seré su maestro hasta que alcance el séptimo sentido."Dijo tratando, como siempre, de ignorar las acusadoras palabras de
su hermano.
Kanon se levantó y caminó hacia el niño para luego hincarse a su
lado. Lo examinó por varios segundos, notando como Milo reaccionó
ante su escrutinio, alertando ligeramente su cosmo.
-"¿En cuánto será eso? ¿Cinco, seis meses?"- Los rumores eran
ciertos: el niño era sumamente hábil en lo que concernía al
control del cosmo. Odiaba admitirlo pero su hermano había acertado
al elegir al mocoso.
-"Eso espero."- Vio a su hermano levantarse.
-"Aún así, no creo que a Ewan le caiga muy en gracia. Ha buscado
un sucesor por años y ninguno se le ha hecho digno. Es tan necio
que no sería el maestro de un niño descubierto por alguien que no
fuera él."
-"No es como si tuviera otra opción."
-"Claro que sí: no dejar un sucesor."
-"Eso sería en otra situación. Atena renacerá pronto y los
guardianes de las 12 Casas tendrán que completarse lo más pronto
posible."
-"Bueno. Es tu aprendiz. Tú sabes lo que haces."- Finalmente
separó su mirada del niño y se la otorgó a Saga. Quiso sonreír
pero no pudo. La presencia del mocoso lo había dejado intranquilo.
-"¿A dónde irás ahora?"
-"Quiero descansar.
semanas."
Estaré
en
el
lado
oriente
por
una
o
dos
-"No quiero que vuelvas a salir del Santuario sin decírmelo antes.
Y deja de ocultar tu cosmo."
-"Como quieras."- Con pasos lentos salió de la cabaña mientras su
hermano cerraba la puerta detrás de él, contento de saber que
Kanon pasaría un tiempo en el Santuario.
Podría estar tranquilo por un poco más.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El Sol no se había atrevido a entrar aún al territorio de Atena y
ya varios aprendices habían comenzado con su entrenamiento. Entre
ellos el joven Camus que, al igual que todas las mañanas y tardes
desde hacía meses, se colocaba ante las rocas que habría de
destrozar con su aire frío.
Había incontables trozos de hielo esparcidos radialmente por el
suelo. Antoine estaba sentado a un lado de lo que apenas hacía
unos segundos aún era una roca y examinaba con el pie uno de los
trozos de agua congelada.
-"Has mejorado, pero no lo suficiente. ¿A cuántos grados dirías
que está esto?"
-"120."- A pesar de que Camus sentía que no podría conseguir más
sin perder el control, sabía que aún estaba más que lejos del cero
absoluto.
-"Máximo. Me parece que no has estado esmerándote lo suficiente.
Puedes hacerlo mucho mejor. Te he visto hacerlo. ¿O es que estás
cansado otra vez?"- Hablaba con voz suave sin dejar su tono
autoritario. Su maestro no lo estaba regañando, solo trataba de
entender el bajo rendimiento de su alumno.
-"Todavía no puedo bajar más, señor."
-"80 grados. Para cuando acabe la semana tendrás que alcanzar esa
temperatura. ¿De acuerdo?"- Camus no tuvo más remedio que asentir
y aceptar su nueva tarea semanal. -"Sigue entrenando. Estaré en
las 12 Casas."
Camus suspiró pensando que su maestro se aburría tanto en sus
prácticas que prefería largarse a cualquier otro lugar antes de
tener que verlo congelar piedras una y otra vez. No lo culpaba.
Para él mismo no era especialmente divertido.
Una vez que Antoine se perdió en la distancia, Camus se dispuso a
seguir con su entrenamiento. Intentó relajarse y colocó sus manos
frente a él, como creando una cajita en donde no guardaba más que
aire. Unos segundos después, comenzó a descender la temperatura
del aire atrapado por sus dedos.
120, 110, 104, 100, 98.
No pudo descender más y el aire frío salió disparado hacia la roca
que había elegido como su siguiente sacrificio.
Frustrado, retiró los trozos de hielo que cubrieron su cabello y
su rostro solo para volver a colocar sus manos en posición y
volver a intentarlo. Si quería llegar a los 80 grados, no podría
conformarse con 98 Kelvin el primer día. Invocó de nuevo su cosmo.
115, 107, 103, 100, 97, 96.
Camus exigió más a su cuerpo, pero éste no estaba dispuesto a
ceder su poder con tanta facilidad. El niño perdió el control y el
aire frío escapó de sus manos no precisamente en la dirección que
hubiese querido, sino que se colapsó alrededor de sus manos que
terminaron cubiertas por una nítida y fuerte capa de hielo.
Un hielo que, pensaba, le sería sumamente difícil de derretir.
Intentó aumentar la temperatura del aire alrededor de su cuerpo,
pero toda una vida aprovechando el cosmo para congelar cosas no le
permitió llegar muy lejos.
Camus se maldijo a sí mismo. Seguramente no saldría de esta sin
que su maestro se enterara, lo que significaría aguantarle otra de
esas estúpidas miradas de condescendencia que le otorgaba cada que
no podía obedecer una de sus órdenes.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Esa mañana, Milo la tuvo libre. Aparentó no alegrarse por el
'regalo' de su maestro, pero la verdad era que estaba más que
aliviado de no tener qué correr sus centenas de vueltas alrededor
del coliseo. Le parecía divertido hacer sentir culpable a Saga
mostrándole un poco de indiferencia. Además, aún sentía los
músculos de sus piernas deshechos. Posiblemente no podría correr
sin sentir dolor hasta al día siguiente o incluso después.
Con el tiempo que le habían regalado podría ponerse al corriente
con la traducción de las diez hojas diarias que se había impuesto.
El niño escribió una última palabra en el cuaderno donde anotaba
sus inhábiles traducciones. Podía ver a través de la ventana que
el Sol ya había comenzado a salir. Debido al cansancio, no se
forzó a adelantar su trabajo, así que cerró el libro, usando su
cuaderno como separador y bajó de su silla. Saga había salido muy
temprano para visitar el pueblo y era posible que no regresara
sino hasta dentro de unas horas. Aprovecharía aquella soledad para
salir a explorar los alrededores, al menos por unos minutos, antes
de seguir con su entrenamiento.
El niño cerró la puerta de la cabaña con fuerza (la madera estaba
un tanto hinchada) y caminó sin rumbo por unos minutos hasta que
sintió un cosmo bastante agitado. Caminó hacia la fuente de esa
energía y se encontró con un aprendiz tratando de incendiar su
cosmo en medio de un montón de trozos de lo que le parecía vidrio.
No pudo evitar notar, por supuesto, las curiosas esposas que
atrapaban las manos de su semejante. Con cierta curiosidad se
acercó a él, mostrando su cosmo para darse a notar.
Camus casi saltó de susto al sentir aquella presencia tan
intrusiva. Giró inmediatamente, buscando el causante de su
sobresalto, para encontrarse con un aprendiz que descaradamente
veía sus manos congeladas. Se sintió más que avergonzado al
mostrar su error de un modo tan tangible, pero prefirió conservar
lo que quedaba de su dignidad y no molió al intruso a patadas. Al
menos todavía no.
-”Hola.”- El aprendiz parecía haber saludado más al hielo que a
él. -”¿Qué es eso?”
La pregunta sorprendió mucho a Camus, sobre
despreocupado con el que fue pronunciada.
todo
por
el
tono
-”Hielo.”- Bufó, señalando lo que para él era tan obvio.
-”Parece cristal.”- Contestó con una naturalidad que tachaba a la
indiferencia. Se acercó a Camus y se atrevió a tocar aquella
materia cristalina como para confirmar sus palabras. Una vez
corroborada la baja temperatura de aquella sustancia, extendió su
palma derecha sobre ésta y comenzó a transmitirle algo de calor.
Camus adivinó unos 350 Kelvin. Eso era casi el doble de lo que él
había logrado, pero no sería suficiente para derretir el hielo.
-”Eso no servirá.”- Camus retiró violentamente sus manos,
olvidando que él también había intentado lo que el intruso. -”Solo
con los vapores de la isla Kanon podré arreglar esto.”- Concluyó
dramáticamente.
El otro no pareció escucharlo y sin dudar ni una vez, colocó ambas
manos sobre el hielo.
350, 450, 500, 550.
Camus se sorprendió al ver cómo el niño elevaba la temperatura del
aire con tanta tranquilidad. Su sorpresa fue desplazada por otra
al escuchar cómo el hielo de sus manos crujió para después
partirse en tantos pedazos como lo hacían sus rocas. Alzó la
mirada para ver una satisfecha sonrisa en la cara del niño.
-”¿Quién eres?”
-”Milo.”
-”¿Como la isla?”- Camus no se dio cuenta de lo ridícula que era
su pregunta hasta que ya la había pronunciado.
-”Como mi abuelo.”- Aunque le molestaba, Milo estaba más que
acostumbrado a aquella pregunta. Examinó el rostro del niño por
unos segundos, fijándose especialmente en sus cejas. -”Tú eres
Camus.”- Considerando la característica de su poder, era fácil
adivinar que él era el aprendiz de Antoine.
-”¿Cómo lo sabes?”
-’Ah... porque yo lo sé todo.’- Disfrutó unos segundos
chiste mental. -”Tu maestro nos prestó unos libros.”
de
su
-”Eres el aprendiz de Saga.”- Su maestro estuvo bastante
malhumorado hacia unos cuantos días. Se la pasó toda la noche
refunfuñando algo sobre Saga, unos libros y un pirómano.
Milo asintió y sin otorgarle una segunda mirada a Camus, se fue
del lugar.
El aprendiz de Acuario, al verse solo, tornó su atención a sus
manos. Éstas aún temblaban y su sensibilidad no sería recobrada
hasta dentro de unas horas. Eso quería decir que no podría seguir
entrenando sino hasta en la tarde.
Antoine aún se enteraría del incidente, pero al menos no podría
ver sus manos incrustadas en un ridículo trozo de cristal.
Comentario de la Autora: Hn... no saben cómo sufrí al pensar en
cómo ese maldito par se conocería. Debo de agradecer en esta
ocación a la inspirancia de mi madre (solo que invertí los
papeles, kukuku) que está aguantando el martirio de chutarse esta
historia.
¡Domo
arigatou!
Al principio no estaba segura de que se conocieran tan rápido...
pero considerando la cronología de la historia (que es todo un
reverendo rollo sin sentido si me lo preguntan pero que aún así
deseo respetar lo más que me sea posible), pues para que Milo lo
considerara su amigo entonces tendría que pasar bastante tiempo
con él. Camus no pasa mucho tiempo en el Santuario y esto hace el
asunto todavía más difícil (ambos son muy reservados, no los veo
aceptando a gente así como así), por eso consideré que tenían que
conocerse
ahora.
Creo que eso es todo por ahora... al menos es lo único que se me
ocurre. ¡Domo arigatou minna-sama! Ojalá y les siga gustando.
^_^'''''
Capítulo 7:  (Escorpio)
-"Buenos días, Caballero."- El vendedor de frutas del mercado
saludó respetuosamente al Santo de Géminis. -"¿Puedo ofrecerle
algo?"
Los habitantes de los pueblos continuos al Santuario eran
fervientes creyentes de las leyendas de los jóvenes defensores de
Atenas y Rhodorio era la aldea que mas fe tenía en ellos. Después
de todo, era constantemente visitada no solo por Santos, sino que
el mismo Patriarca solía pasearse por sus calles muy de vez en
cuando.
Fuera
para
vigilar,
curar
enfermos
o
simplemente
relajarse, Rhodorio era como el patio de juegos de los Caballeros
de Atena.
-"No podría negarle una manzana."- Saga sonrió mientras aquel
hombre le ofreció la mejor fruta que encontró. A su alrededor,
varios niños correteaban y toda la gente posaba sus ojos en él
como si de un olímpico se tratase.
El Santo caminó orgullosamente entre la gente, saludando a las
personas que le agradecían la bendición de su visita. Se detuvo
unos instantes al sentir un haz de energía atravesando su cuerpo.
En lugar de ponerse alerta, caminó unos cuantos metros hacia el
café del pueblo.
Desde lo lejos divisó a Ewan de Escorpio sentado en una de las
mesas del lugar. Sus ojos, de un azul sumamente claro, fueron
reconocidos mucho antes que cualquier otro rasgo del Caballero. Su
cabello era ondulado, rubio y caía unos diez centímetros debajo de
sus hombros. Su peinado era relativamente estilizado: una media
cola trenzada. Ese día había reemplazado su Armadura por una
camisa sin mangas y unos pantalones negros. Un delgado adorno de
oro adornaba su brazo izquierdo. Miraba sonriente a su compañero,
mientras su ceja derecha se arqueaba, como era su costumbre cada
vez que tenía algo en mente. Aquella sonrisa maliciosa y mirada
penetrante eran las causantes de varios escalofríos para los que
se atrevían a mirar al Santo de Escorpio con más atención de la
que deberían.
Finalmente Saga llegó a la mesa exterior en la que Ewan se
encontraba y se sentó frente a él, dejando su casco sobre la mesa.
-"Te encanta ser el centro de atención. ¿Verdad? Un día de estos
una aldeana te va a violar y a ver si todavía te quieres andar
pavoneando por ahí como si fueras Apolo."
-"Me sorprende verte por aquí, Ewan. Al menos a estas horas del
día."- El Santo de Escorpio era una criatura nocturna. Las
misiones que le eran encomendadas ocurrían casi siempre de noche y
cuando no estaba en una de ellas o buscando un aprendiz, el Santo
optaba por bajar a los pueblos a beber.
-"Es que como he estado algo ocupado últimamente, he bajado más
temprano para acabar ebrio a las 3 de la tarde y recuperar el
tiempo perdido."- Tomó la taza de café ante él y la alzó en tono
de brindis. -"Como decía mi abuelo: sláinte!"- Dio un rápido sorbo
al café, como si hubiese tomado un trago de wodka.
-"¿Quieres hablar conmigo?"- Ewan pocas veces cruzaba palabras con
él. Si lo había llamado era porque tenía algo qué decirle... ó
preguntarle.
-"Estas semanas en las que estuve fuera pasaron varias cosas
interesantes en el Santuario. Al menos eso es lo que he oído."- El
hombre no abandonaba su sonrisa. -"Entre esas cosas interesantes
está el hecho de que te conseguiste un aprendiz."- Victorioso,
alzó la ceja al ver a Saga rodando involuntariamente la manzana
sobre la mesa. -"Uno muy fuerte, dicen. ¿Tan fuerte como para
aspirar a una Armadura Dorada?"
-"El niño es fuerte pero aún le falta alcanzar el séptimo sentido
y obtener mayor resistencia física."
-"Entiendo. Eres afortunado de tener un aprendiz tan bueno. Para
mí está siendo muy difícil, por no decir imposible encontrar a uno
por lo menos decente."
Saga observó con detenimiento el rostro de Ewan, esperando poder
interpretar en él que aquel comentario había sido uno casual. Sin
embargo, no pudo ver nada reflejado en sus ojos más que un azul
cristalino. El Santo de Escorpio era sumamente inexpresivo. Podía
decir que te mataría con el mismo rostro con el que te contaba un
chiste.
-"¿A qué viene todo esto?"- Odiaba cómo Ewan jugaba con él. Si
hubiese hecho su pregunta o su propuesta directamente no se
sentiría tan incómodo.
-"Es frustrante."- Ignoró la pregunta de Saga. -"A estas alturas
creo que aceptaría a cualquiera."
-"¿Qué es lo que quieres, Ewan?"
-"Existen los rumores de que tu aprendiz no es Géminis."
-"¿Y eso qué?"- Saga no quería entregar a Milo tan rápido. Quería
enseñarle un poco más, al menos lo suficiente como para que
gracias a él consiguiera el séptimo sentido.
-"¿Qué signo es, Saga?"- El susodicho no acertó en contestar. Solo
permaneció inmóvil ante los lozanos ojos de Ewan. -"No se lo has
dicho a nadie pero me parece que el niño comparte mi
constelación."- Saga cerró los ojos sintiéndose derrotado, lo que
provocó que Ewan sonriera todavía más. -"Hace poco más de cinco
años su Santidad me comentó algo de mi sucesor. Pienso que podría
ser él."- El otro aún no contestaba. -"Después de todo, tiene la
edad correcta y las habilidades necesarias. ¿Cuánto tiempo me ibas
a ocultar a este niño, Saga?"
-"Hasta que descubriera el séptimo sentido."
-"¿Y tomarte ese crédito?
pausa. -"Quiero al niño."
Eres
codicioso,
Géminis."-
Hubo
una
-"Ni siquiera lo has visto."- Murmuró para sí.
-"No necesito verlo. Aquel cosmo fantasma que aparece y desaparece
es más que suficiente para mí. Además, confío en las palabras de
terceros."- Se atrevió a mostrar un tono sarcástico en sus
palabras. -"Si tanto quieres ser el maestro del pequeño Adh seidh
por más tiempo a mi no me importa. Solo entrégamelo una vez que
alcance el último cosmo."
-"Entonces así será."- No esperaba que Ewan accediera con tanta
facilidad. Por otro lado, era posible que lo único que Ewan
quisiera fuera dejarle el cuidado del niño a otra persona por un
poco más de tiempo. Ese hombre gustaba mucho de la independencia.
Tal vez demasiado. -"Te lo agradezco."
-"Aye. Y dime, ¿cómo se llama el pequeño Adh seidh?"
-"Milo."
Ewan arrebató la manzana de
repitiendo para sí el nombre.
las
manos
de
Saga
y
la
examinó,
-"Saga. No me agradan los secretos. Que sea la última vez ¿de
acuerdo?"- Saga asintió y se puso de pie, tomando su casco entre
las manos. -"¿Ya te vas? ¿No quieres tomar un trago conmigo?"
-"No son ni las 10 de la mañana."
-"Como quieras."- Le ofreció de vuelta la fruta.
-"Quédatela. Te servirá tener algo en el estómago antes de
comenzar a beber."- Sin ofrecerle una despedida, Saga se alejó del
café y comenzó su camino de regreso al Santuario.
Ewan volvió a ver la manzana, borrando finalmente la sonrisa de su
rostro. Suspiró cansado y miró hacia el cielo mientras se
estiraba. Aún tenía que hablar con el Santo de Tauro. Si todo
salía bien, en la noche tendría que partir a 'otra' misión.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Cómo están tus manos?"
Después de varias horas, Antoine se dignó a regresar al punto de
entrenamiento de Camus. Descubrió que había más rocas de pie de
las que esperaba, pero al mirar a su alumno para interrogarle lo
ocurrido, pudo ver en sus manos la causa del retraso.
-"Ya están bien, maestro."- Antoine se hincó y lo estudió con esa
mirada de condescendencia que Camus tanto odiaba.
-"¿Cómo te pudiste liberar del hielo?"- Sus manos aún no estaban
completamente sensibilizadas y había marcas rojas en donde,
Antoine suponía, había terminado el hielo y comenzado su brazo.
Camus desvió la mirada. Su maestro adivinó que él no había podido
liberarse por sí mismo y odió saber que tenía razón.
-"El aprendiz del señor Saga me ayudó."- No consideraba 'ayudar'
el verbo correcto, más bien, el niño había descongelado sus manos
por mera diversión. Aún así, sabía que no estaba en condición para
ser orgulloso.
-"Así que ya conociste al pirómano. Tal vez te convenga hacerte su
amigo. Es posible que no sea última vez que pierdas el control."Camus se irritó por estas palabras. El infantil comportamiento de
su maestro le molestaba en sobremanera. No podía esperar para
ganar su Armadura y alejarse para siempre de semejante persona. "Agradece que solo fueron las manos. Ahora deja eso. No te servirá
de nada practicar en esa condición con el aire frío. Ve al Coliseo
y haz unas sentadillas o algo así. Tal vez así agarres calor... Y
color."
Camus aceptó la orden y caminó hacia el Coliseo pensando en cómo
era que cada vez que pensaba que su maestro no podía ser más
molesto, se sacaba algo nuevo y lo hacía enfadar aún más.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Ve al Coliseo."- Saga había regresado de Rhodorio bastante
pensativo. Llegó con esperanzas de tener una pequeña pelea de
entrenamiento, pero pronto se dio cuenta de que estaba demasiado
distraído como para que ésta fuera un reto interesante para su
aprendiz. Finalmente decidió que en ese día no funcionaría como
maestro y ordenó a Milo a que entrenara solo.
-"¿Está bien, señor Saga?"
-"Han sido días difíciles. No me siento de humor."- Miró hacia su
cabaña. -"Iré a descansar. Entrena cuanto quieras. No es que en tu
estado puedas hacer mucho."
-"Sí, señor."
Milo se retiró bastante confundido. Tal vez su maestro estaba
molesto con él porque su cuerpo había reaccionado tan mal ante el
entrenamiento del día anterior, pero no estaba seguro. Después de
todo, Saga había estado malhumorado desde el día anterior.
Caminó hasta el Coliseo en donde vio a varios aprendices y
Caballeros entrenando. Entre la gente pudo notar a aquel niño con
el que había hablado esa mañana. Le pareció curioso ver que estaba
realizando el mismo ejercicio que él el día anterior, pero sobre
una barra especialmente hecha para, más o menos, el mismo
propósito. Tuvo intenciones de ir hacia él. Después de todo, tenía
planeado estar en el Santuario por muchos años y sería conveniente
comenzar
a
hacer
relaciones.
Camus
le
había
parecido
suficientemente interesante como para considerarlo un compañero.
Una voz áspera con un tono especialmente agudo evitó que comenzara
su camino hacia Camus. Giró en dirección de la voz para
encontrarse a un aprendiz de apariencia torpe. Dos alegres ojos
azules lo miraron con extraño entusiasmo. El niño retiró de su
frente los mechones de cabello castaño que se habían adherido a su
piel debido al sudor. Al no recibir respuesta, el aprendiz repitió
su saludo con una enorme sonrisa en los labios.
-"Buenos días."
-"Hola."- Milo contestó quedamente y sin mirarlo a los ojos,
tratando de hacerle notar que no tenía intenciones de comenzar una
conversación con él.
-"Eres nuevo por aquí ¿verdad? Creo que te he visto por ahí desde
hace
como
una
semana
pero
siempre
andas
ocupado."Desafortunadamente, el niño ignoró o desentendió la indirecta de
Milo. -"¿Es cierto que eres el aprendiz de Saga? Debe de ser
difícil tenerlo como maestro porque se ve que es muy estricto.
Pero dicen que él es de los más fuertes de todos los Caballeros
Dorados. Eso es bueno. También dicen que puede que él sea el
siguiente Patriarca."- Parecía ser que su maestro era bastante
famoso en el Santuario. -"Tu nombre es Milo, ¿no?"- Éste apenas se
percató de que el jovial niño ni siquiera le daba tiempo para
contestar. -"Ese es un nombre raro."
-"¿Cuál es el tuyo?"- Milo aprovechó que el niño se detuvo para
respirar.
-"Aioria."- Se pronunció triunfalmente.
-'Oh, claro. Y ese nombre es completamente normal.'
-"¿Sabes? Soy el hermano del futuro Santo de Sagitario."
-'Por supuesto que lo sabía. Me encanta estar al tanto de lo que
pasa en tu familia.'
-"Su nombre es Aioros."
-'Original…'
-"Y dime..."- Se acercó sigilosamente a él y formuló una pregunta
en su oído. -"¿Es cierto que quieres la Armadura de Géminis?"
Milo pensó en su respuesta por unos instantes. Sabía por su
maestro que todos curioseaban por qué Armadura entrenaba. Sin
embargo, hasta entonces nadie se había atrevido a preguntarlo.
-"No soy Géminis."
-"¿No? Me lo imaginaba. No hablas mucho."
-'¿Cómo lo sabes? Si ni me dejas hablar.'
-"Yo soy Leo."- Se irguió tratando de lucir más alto de lo que
realmente era. Milo no encontraba malicia en sus actos. Al
contrario, le parecía que su vanidad se debía a una inmensa
ingenuidad. Hasta sintió algo de lástima por el hablador aprendiz.
-"Algún día seré tan fuerte como mi hermano y seré el guardián de
la Quinta Casa."
-'Pues si entrenas tanto como hablas ya la hiciste.'
-"¿Entonces qué signo eres?"
-"Escorpio."
Aioria pareció sorprenderse ante esta respuesta. Miró a Milo
directamente a los ojos y comenzó una guerra de miradas de la cual
se tuvo que retirar a los pocos segundos.
-"Ya veo."- Su sonrisa regresó a su rostro. -"¿Te gustaría pelear
contra mí?"
-"No."- Sabía que aún no podría vencer a alguien con un cosmo como
el de Aioria. Prefería evitarse derrotas innecesarias. Tal vez
dentro de unos meses le tomaría la palabra.
-"Será solo una práctica. ¿O es que me tienes miedo?"
-"Que sea otro día."- Contestó serenamente. Para Milo, esa fue una
sutil manera de decir 'No me interesa seguir perdiendo mi tiempo
contigo.' Afortunadamente para sus relaciones interpersonales,
Aioria no esperaba que aceptara su reto, así que no le dio
importancia a su tono sarcástico.
-"De acuerdo. Pero que no se te olvide."- Giró su cabeza de un
lado para otro buscando el cosmo de su hermano. Una vez que lo
encontró fue corriendo en su dirección mientras le dedicaba
alegres palabras de despedida a Milo, todo esto sin borrar aquella
torpe sonrisa del rostro.
Viéndose otra vez de regreso al mundo del silencio, Milo caminó
hacia en donde estaba Camus, el cual seguía en la misma rutina.
-"Aioria
te
atrapó."El
aprendiz
de
entrecortadamente y sin detener sus abdominales.
Acuario
hablaba
-"Es raro."- Milo se recostó en el piso y miró hacia el cielo.
-"Pero muy
maestro?"
fuerte."-
No
le
dirigió
ni
una
mirada.
-"¿Y
-"Mi maestro se fue a descansar."- Camus interrumpió
entrenamiento y se limitó a permanecer colgado boca abajo.
tu
su
-"¿Está enfermo?"
-"No sé."- Se volteó boca abajo y comenzó a elevarse hasta que
pudo pararse de cabeza sostenido solo por su mano derecha. -"No me
dice. ¿Y tú?"
-"Mi maestro me dijo que viniera a tomar un poco de 'color'."Pronunció la última palabra con más lentitud de la que su modesto
griego le permitía y con un tono más grave.
Milo le prestó más atención al cuerpo de Camus. No era pálido,
pero carecía del tono rojizo que caracterizaba a la mayoría de los
aspirantes. Pareciera que su piel rehuía la influencia del Sol.
Cambió rápidamente de mano.
-"El señor Antoine es extraño." 'Con lo que me refiero a que es un
chiste con patas.'
-"Es un chiste. Eso es lo que es."
El griego sonrió.
-"¿Hace cuánto que estás aquí?"
-"Casi un año."
Milo cambió de mano una vez más, ahora equilibrando su peso sobre
dos de sus dedos. El Santuario le parecía cada día más diferente a
la aburrida Milos.
Comentario de la Autora: Bueno, primero lo primero: Ewan. ._. Me
costó mucho trabajo hacer ese personaje. Tal vez demasiado. Al
final surgió un tipo medio sádico, burlón y algo alcohólico pero
con el hermoso encanto escorpino (no faltaba mas). Supongo que el
personaje seguirá desarrollandose pero ya veremos qué ocurre.
Sobre el cómo le dijo a Milo: Adh seidh. Ese es un demonio nomuerto del norte del Reino Unido. Esta criatura puede aparecer
tanto como un hombre guapo o una mujer hermosa, o el más repulsivo
de los demonios. Algo interesante: solo la gente mala los puede
ver. Claro que es lo último que ven porque estas criaturas fueron
creadas para acabar con las almas impuras. Eso no quita que sea un
pequeño monstruo ¿ne? Nada más porque se me hizo un detalle lindo,
hice un juego de palabras con la manzana de Saga y Milo.
Curioseando en un diccionario griego encontré que Milo significa
manzana. Esto fue hace mucho pero quería ponerlo en algún lado.
Por cierto, si creen que exageré al poner a Saga como un
presuntuoso en el pueblito, solo vean esto y verán que no.
Al final le aflojé un poco pero pues son cosas que creo que tengo
que poner. Aioria no le cae bien a Milo solo por que sí. En
Episode G vemos que ellos no se llevan nada bien pero no creo que
esto se deba a que Milo no lo considere alguien digno de ser un
caballero ni nada por el estilo. Simplemente no le cae bien porque
es
demasiado
irrespetuoso...
y
es
un
berrinchudo.
Ya fue mucho comentario de este capie. Ojalá les haya caído bien
Ewan jejeje. ¡Arigatou gozaimasu!
Capítulo 8: (Tauro)
-"¿Cuánto tiempo más te dabas de vida?"- Una fuerte mano rodeaba
el cuello del último de los asesinos de cierto Santo de Plata. "¿Una semana?"- La mano le dio más fuerza al agarre. -"¿Tal vez
dos? Eres un ingenuo."- Se escuchó una pequeña risa. -"Aunque
admito que escapaste de mí por bastante tiempo. Te felicito."- La
mano soltó el cuello.
Un cuerpo sumamente herido cayó bruscamente en la nieve mientras
su dueño colocaba sus manos sobre su pecho como para evitar que
sus pulmones explotaran al absorber más oxígeno del que podían.
Esa noche no había luna. Aquel hombre no podía ver el rostro de
quien estaba a punto de matarlo.
-"Contigo habré terminado. Un mes... un mes cazándolos. ¿Sabes el
insulto que representa eso para un Santo Dorado?"- Le dio tiempo
de contestar pero no esperaba recibir respuesta alguna. -"¿No lo
sabes? ¿Quieres saberlo?"- Casi se podía escuchar la sonrisa del
atacante.
El hombre sonriente se inclinó hasta encontrarse con el oído de su
presa.
-"El peor."- Susurró y después volvió a erguirse. -"Es como si un
lobo perdiera de vista a un conejo negro en una llanura nevada.”Remarcó sus palabras pateando un poco de nieve a los pies de su
presa. -“Aún así me considero un hombre generoso. Te daré 5
segundos para largarte. Márchate de mi vista y te prometo que ni
yo ni cualquier otro enviado del Santuario buscará tu cabeza."- El
hombre del suelo no reaccionó. Estaba demasiado asustado como para
moverse. El silencio de la noche solo era interrumpido por los
sollozos de terror que escapaban de la boca del condenado y por la
cuenta regresiva de su ejecutor. -"Se te acabó el tiempo. Veo que
estás dispuesto a morir.”- Si iba a matar a alguien, al menos se
encargaría de divertirse en hacerlo. Pero, por ahora, era
suficiente. -“Se te acusa de asesinato asistido dentro de los
límites del Santuario."- El hombre cambió su tono de voz a uno de
total seriedad, olvidándose de su pequeño juego. -"Los otros dos
Santos de Bronce ya han sido ejecutados. Ahora te toca a ti."
El acusado finalmente vio el rostro de su cazador siendo iluminado
por un intenso brillo rojizo alrededor de su cuerpo. Este mismo
brillo le dio a la nieve de su alrededor una igual tonalidad
carmesí. Una sonrisa de medio lado, titulada por dos luces rojizas
de un par de ojos, completó la temible visión. Afortunadamente
para el acusado, la visión no duró mucho. Sintió una presión en su
pecho mas no sintió dolor. Muy al contrario, su último sentimiento
fue uno de paz. Una paz que hacía un mes que no experimentaba.
El asesino miraba con deleite su última obra maestra. Apenas unas
cuantas gotas de sangre saliendo por la boca de su presa fueron
vistas. Le había propiciado el último golpe a su débil presa con
un poco de aire impulsado por su puño. Matarlo había sido en
extremo sencillo debido a las ya muchas hemorragias internas que
le había ocasionado en la 'pelea'.
Dejó el cuerpo abandonado a su suerte en aquel bosque cerca de
Crieft. Los animales le darían un mejor uso a su cuerpo de lo que
él le había dado en vida.
Después de un mes había concluido su misión.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Esa noche Milo descansaba de sus labores. Después de regresar del
Coliseo no encontró a su maestro por ningún lado así que tuvo que
encargarse de su propio entrenamiento. Ahora estaba recostado en
su cama viendo el techo de madera esperando que Saga regresara.
Levantó su pierna derecha y la masajeó pues aún sentía bastante
dolor en ella.
Finalmente sintió aquel cosmo que le era tan familiar. Había
notado a su maestro especialmente alterado durante los últimos
días. Sin embargo, ahora su presencia parecía estar más tranquila.
Tal vez demasiado. La verdad era que nunca había sentido tanta
serenidad en el cosmo de Saga. Una vez que oyó a la puerta
abrirse, cerró los ojos fingiendo estar dormido, aún sabiendo que
la posición de su pierna lo delataba.
-”Sé que estás despierto.”- Milo no tuvo intenciones de seguir
fingiendo así que se sentó en su cama y observó a su maestro. Le
pareció curioso que no llevara consigo su armadura. No era que
siempre la utilizara, pero rara vez salía sin ella. Vio a su
maestro sonreír de un modo que no había visto desde hacía un año.
-”¿Qué?”
-”Nada, maestro.”- Había pensado haber visto una sutil expresión
de sorpresa en el rostro de Saga, pero la oscuridad de la
habitación no le permitía estar seguro de ello.
-”Bien.”- Caminó hacia el escritorio y hojeó su trabajo. -”¿Qué
hiciste hoy?”
-”No lo encontré así que regresé al Coliseo. Después adelanté el
libro de astronomía.“
-”¿Cuánto te falta?”
-”Como la mitad.”
-”Deberías de apresurarte con eso. Es importante que aprendas bien
el inglés en cuanto antes. Puede que pronto lo necesites.”
-”Si, señor.”
-”¿Hiciste algo más?”- Hojeó el libro solo para evitar ver el
rostro del niño.
-”Conocí a dos aprendices. Camus y Aioria.”
-”¿Aioria?”- Pronunció el nombre con una entonación grave y
áspera. -”Aléjate de ese niño y de su hermano. Gente como ellos no
merecen tu atención.”
-”Sí señor.”- La orden de su maestro le pareció bastante extraña
pero no le puso trabas. La amistad de Aioria era algo de lo que
podría prescindir con facilidad (e incluso tal vez con gusto). Su
hermano le interesaba aún menos.
-”Aunque...”- Se atrevió a ver al niño. -”Sería bueno que cuando
tuvieras la oportunidad lo derrotaras en una pequeña pelea. Solo
para bajarlo de su pequeña nubecita. Considéralo tu tarea a largo
plazo.”- El niño sonrió. Había planeado entrenar arduamente para
poder derrotar a Aioria de un modo... digamos... bochornoso, solo
como respuesta a su descarado reto de la mañana; pero el que su
idea fuera ahora una orden lo hizo sentir con todavía más derecho
de hacerlo. Un sereno silencio los cubrió por unos minutos. -”Tu
mirada se parece mucho a la de Ewan.”- Fue un comentario que el
hombre pronunció para sí pero no se molestó en contenerlo.
-”¿Señor?”
-”El Santo de Escorpio. Solo él te podrá convertir en un Santo
Dorado. Tarde o temprano él será tu maestro. Descansa ahora."
Milo asintió por última vez y acomodó su cama para dormir. A los
pocos minutos cayó en un ligero sueño.
El hombre lo observó detenidamente por unos minutos más y,
caminando lentamente, salió de la cabaña con el mismo sigilo con
el que había entrado.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Qué
aquí."
haces
despierto?
Creí
que
yo
era
el
único
vicioso
por
Ewan llegó al Santuario hacía apenas unas horas. Tenía la
esperanza de llegar directamente a su Casa para descansar, pero el
Santo de Tauro no parecía estar dispuesto a dejarle atravesar el
Segundo Templo.
-"¿Has terminado?"- El guardián de Tauro, con sus dos metros de
estatura, era el más grande de los seis Caballeros Dorados. Los
Santos de esta constelación siempre se habían distinguido por su
gran fortaleza física y, al menos Ewan pensaba, en su poca
habilidad mental.
El hombre había optado por afeitarse la cabeza. Ewan se entretenía
al ver cómo su cráneo brillaba casi con la misma intensidad que lo
hacían los reflejos de las antorchas de la Casa de Tauro en sus
negros ojos. Su rostro era tosco, distinguiéndose de entre los
demás por una gran y curva nariz. Su boca pequeña no se abrió
mucho al hablar, lo que hizo que el Santo de Escorpio no pudiera
entender muy bien lo que había dicho.
-”Aye.
Los
tres
están
muertos
ahora.
Tu
honor
ha
sido
restablecido, Jothan.”- El momento no le pareció oportuno al Santo
de Escorpio para tomar su fachada de sarcasmo. Sentía lástima por
el destrozado hombre que tenía frente a él.
-”Disculpa. ¿Me podrías decir qué orgullo me queda después de que
mataste a mis aprendices?”
-”Solo te estoy dando la oportunidad de olvidar que fuiste el
maestro de tres traidores.”
-”¿Cómo los puedo olvidar? No podré hacerlo mientras existan sus
tumbas.”
Ewan no pudo evitar sonreír.
-”No te preocupes. No es como si los hubiera enterrado.”- Casi
pudo ver como el corazón de Jothan se estrujaba y tuvo que dejar
su sonrisa a un lado. -”Eran traidores. Khalil también era tu
aprendiz. Si vas a honrar una tumba que sea la suya.”
-”Tú nunca entendiste sus razones para matarlo. Nunca te interesó
saberlas.”
-”Solo hice lo que consideré correcto.”
-”Khalil no merecía la Armadura de Plata.”
-”¿Entonces por qué Ella lo aceptó?”
-”Arles nunca debió de haberte mandado a ti tras ellos.”
-”Es cierto. Si no lo hubiera hecho entonces no tendría esta
conversación tan inútil contigo. Ahora si me permites, me gustaría
ir a descansar a mi Casa.”- Jothan se quitó de enfrente sin decir
palabra. -”Les enseñaste bien, Jothan. Sobre todo al último.”- Se
atrevió a recuperar su sonrisa. -”Estaba en Crieft. Justo donde me
dijiste que estaría.”
La actitud de Ewan lo había cansado. Sin siquiera pensarlo lo tomó
del cuello y lo alzó varios centímetros del suelo.
-”Eres un maldito descarado. Tú eres la primera prueba de que no
todos los Santos merecen sus Armaduras.”
-”¿Quieres comenzar una batalla de mil días?”- Jothan no
presionaba lo suficiente como para cortarle por completo la
respiración. Ewan lo miró desafiante y sonriente a pesar de que
sabía que el Santo de Tauro podía romperle el cuello en cualquier
momento de haberlo querido. Fue liberado y se vio forzado a toser
un poco para restablecer sus pulmones.
-”Eso quisieras. Pero no lo haré.”
-”¿Jothan?”- El Santo de Tauro miró en dirección a aquel sonido
que se le hacía tan familiar. -”¿Pasa algo?”
-”No.”- Se agachó para colocar su mano sobre la cabeza de su
sucesor. Era un niño brasileño bastante grande para su edad. Su
cara era todavía más tosca que la suya y tenía abundante cabello
castaño. -”¿Por qué sigues despierto, Aldebarán?”
-”No sé.”- La verdad era que su discípulo estaba preocupado por
él. Desde la última visita de Ewan, su maestro había estado muy
preocupado por sus antiguos aprendices. Sabía que esta segunda
‘visita’ no podía llevarlo a nada bueno. -”¿Estás bien?”- Escuchó
la risa del Santo de Escorpio.
-”¿Qué te parece tan chistoso?”
-”Que tu sucesor sea un maldito irrespetuoso.”
-”Yo le he permitido que me hable así. Además, el cómo lo eduque
no es de tu incumbencia.”
-”No. Supongo que no. Pero si sigue así el futuro Santo de Tauro
no será más que un simple insolente.”
Aldebarán solo veía con malos ojos al Santo de Escorpio. Sabía que
no sería listo interrumpir su plática.
-”Afortunadamente
juzgarlo.”
el
Santo
de
Escorpio
ya
no
estará
para
-”Eso es lo que crees.”
-”¿Qui-”- fue interrumpido.
-”¿Por qué mejor no se lo preguntas a Saga?”- Le dio la espalda al
Santo de Tauro. -”Si no deseas algo más de mí entonces creo que me
retiro por la noche.”- Caminó hacia la salida de la Casa. ”Cuídense de los Goblins.”
Jothan miraba frustrado cómo era que el asesino de sus alumnos se
marchaba de su Casa.
De sus cuatro primeros aprendices, solo uno había alcanzado
obtener una Armadura Plateada. El resto tuvo que conformarse con
Armaduras de Bronce. Sin embargo, ante sus ojos, Khalil había
demostrado no ser digno de su Ropaje Sagrado debido a su enorme
crueldad. Sus otros tres aprendices también lo creyeron así y
armaron una revuelta en su contra. Lo mataron y luego huyeron del
Santuario sin sus Armaduras. Después, el Santo de Altar había
mandado a Ewan a cazarlos. Los tres hombres se habían separado por
todo el continente, por lo que no le fue sencillo seguirles el
rastro. Tardó tres semanas en ejecutar a los dos primeros. Siguió
sin éxito las pistas del tercero por casi una semana más pero al
ver todos sus intentos frustrados se vio obligado a regresar al
Santuario solicitando su ayuda. Muy a su pesar, no podía negarse a
dársela, así que le explicó que era muy probable que hubiese ido a
la ciudad de Crieft, en el Reino Unido, donde su hermano estaba
siendo entrenado como santo de Plata.
-”¿Jothan?”
-”Será mejor que nos vayamos a dormir.”-Miraba en la dirección que
Ewan había tomado para salir del Templo.
-”Si.”- Tomó de la mano a su maestro y lo jaló para que lo
siguiera fuera del pasillo principal de la Casa. Jothan aceptó la
mano del niño con gusto y comenzó a caminar a su lado.
-”Aldebarán, es posible que Ewan adquiera un aprendiz un día de
estos. No esperes que te acepte con bien.”
-”Compreendo.”
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-”Kanon.”
-”Buenas noches hermanito. Justo vengo de buscarte.”
Saga quería que Milo estuviera dormido para cuando regresara, por
lo que había vagado por el Santuario toda la tarde y gran parte de
la noche. Todas las áreas de entrenamiento estaban vacías y solo
habían unos cuantos peones vigilando. Después de sus recientes
enfrentamientos, uno con Ewan y otro con Kanon, ya se sentía un
poco más calmado pero al darse cuenta de que el cosmo de su
hermano estaba tan cerca, su tranquilidad se esfumó.
-”¿Qué quieres?”
-”Estaba algo aburrido y quise visitarte.”
-”¿Milo te vio?"- Preguntó solo por curiosidad.
-”Sabes bien
insultado.
que
no,
Saga.”-
Elevó
su
voz,
casi
sintiéndose
Kanon prefería no darse a notar en el Santuario. Saga podía contar
los que sabían de su existencia con los dedos de una mano y por
eso no consideró verdaderamente factible la posibilidad un
encuentro entre su hermano y su aprendiz.
-”Está bien. Solo aléjate de él. ¿De acuerdo?”
-”Tienes razón.”- Asintió con seriedad. -”Suficiente tiene de mala
influencia teniéndote como maestro.”
-”¿Y bien?”
-”¿Y bien qué?”
-”¿¡Por qué me buscabas!?”
-”Oh, cierto. Quería preguntarte cómo te había ido con Ewan.”
-”¿Cómo
hombro.
sabes
eso?”-
Sintió
como
Kanon
recargó
su
codo
en
su
-”Soy tu querido gemelo. Sé cosas de ti que ni tú mismo sabes.”
-”No me vengas de filósofo.”- Bruscamente se separó de él. -”No es
que te importe, pero Ewan aceptó que le entregara al niño una vez
que alcanzara el último cosmo.”- Vio irritado cómo su hermano
hacía una pequeña rabieta.
-”¿No te cansas de siempre salirte con la tuya?”
-”Bueno, uno de los dos tenía que salir triunfador.”
-”Uuu... golpe bajo.”comenzar, hermanito.”
Sonreía
maliciosamente.
-”No
-”No me interesa escuchar tus berrinches, Kanon.”pasos pasándolo de largo. -”Que tengas buenas noches.”
me
Dio
hagas
varios
-”Igualmente.”
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Una figura en el Octavo Templo descansaba en el suelo. Ésta
recargó su espalda en la pared de la entrada de la Casa. Apenas y
había tenido fuerzas para llegar hasta ahí. No quería seguir
adelante hasta su cuarto. Frotó sus ojos con su mano izquierda
para despertarlos un poco. Tal vez no debió de haber ‘madrugado’
para encontrarse con Saga.
Finalmente había terminado con un mes de cacería. A pesar de que
se sentía con una carga menos, no podía dejar de pensar en la
tumba de Khalil. Ewan consideraba al joven no solo poderoso sino
que también justo. Tal vez sus métodos no eran los más ortodoxos
que habían en el Santuario pero tampoco lo eran los suyos. No
podía evitar pensar que, si pudieran, otros Santos se sublevarían
en su contra. No era precisamente el más querido en el Santuario
debido a su crueldad a la hora de las batallas. Lo malo era que él
mismo no veía la crueldad en sus actos. Solo hacía las cosas como
creía que debían de ser. Era una lástima que pocos compartieran su
punto de vista.
Tenía demasiados pensamientos en la mente como para levantarse por
un trago de wodka (que, ciertamente necesitaba), así que optó por
quedarse dormido en el suelo de su Templo.
Esa noche habría de soñar con una nueva lápida en el cementerio de
los Caballeros.
Comentario de la Autora: Nuevo personaje... ¿que? Jothan no fue
tan improvisado como el de Acuario, la verdad. Honestamente
no quería hacer a otro gigantón pero... ¡¿es que el Santo de Tauro
puede ser de otro modo?! Yo creo que no... XD la armadura no le
quedaría. No... la verdad quise sacarlo de esa casilla, pero
simplemente no pude. No se interesen mucho por el personaje... no
creo
que
llegue
a
salir
muchas
veces
más.
Alde es un niño peshosho... digo, esta re-feo, pero aun así es un
amor. Aun no estoy segura, pero dudo que se llegue a llevar bien
con Milo. Después de todo tauro es su polo opuesto ¿ne? O se
llevan de maravilla o se odian. No creo que se odien, pero
ciertamente no creo que se lleguen a tolerar mucho que digamos.
Pero la verdad todavía no estoy segura de lo que pasará entre esos
dos.
Quiero agradecer a Ceci-sama y a Aiko-chana que inspiraron este
capie, sobre todo la segunda que me dio aquella interesante idea
sobre mi adorado Kanoncito.
Ay...
Ewan
es
bien
Ya extrañaba un poco la muerte. ¡Domo arigatou!
lindo
¿ne?
Capítulo 9:(Aioros)
Ese día se cumpliría su quinto mes en el Santuario. A pesar de que
había llegado relativamente hacía poco, sus habilidades habían
aumentado casi al doble. Ya era incluso reconocido como un
aspirante a una Armadura de Oro. Leía mucho más rápido (no tanto
por gusto, si no por necesidad) y ya había terminado varios libros
en inglés. Aún así, su soltura en el idioma sajón era casi nula y
encima tenía su reciente inicio en el latín. A pesar de que su
fuerza y sus conocimientos aumentaban, el entrenamiento y los
estudios no disminuían. Muy al contrario, Saga se encontraba cada
día más exigente. Afortunadamente, su maestro no siempre estaba
presente para obligarlo a hacer sus aburridos ejercicios debido a
la frecuencia con la que salía del Santuario. Saga era un hombre
con responsabilidades, por lo que no siempre podía cumplirlas en
su totalidad. A pesar de las faltas de su maestro, Milo no
descansó de su entrenamiento ni un solo día; y no precisamente por
su entusiasmo o por las órdenes de Saga.
Aquella lejana noche, Milo reconoció el rostro de su maestro en
otra persona. Desconocía su nombre o sus razones de permanecer en
el anonimato pero después de haberlo visto varias veces,
finalmente aceptó que aquél hombre era alguien diferente a su
maestro. Guardó el secreto. No sabía si el gemelo sabía que había
sido reconocido pero tampoco le importaba. Aquel hombre le ofrecía
varias clases cada que Saga salía del Santuario por lo que decidió
tomarle provecho.
Con el paso de los meses, Milo pudo ver la gran diferencia entre
ambos hermanos. Saga estaba obsesionado con la perfección, el otro
con el poder. Mientras Saga le enseñaba el nombre y localización
de las constelaciones, el otro le enseñaba técnicas para detener
al enemigo con solo un dedo de la mano. Era con Saga que escuchaba
sobre la nobleza del Patriarca y la fortaleza de Atena. De su
hermano escuchaba disconformidades ante los mismos. Tal vez si
algo tenían en común aparte del rostro era su poder. Los dos eran
sumamente fuertes y tenían ataques similares. Milo pronto tuvo que
reconocer en ambos buenos maestros, aunque el anónimo era, hasta
cierto punto, su favorito. Simplemente le parecía el más humano.
El aprendiz mostraba una serie de movimientos a Saga quien lo
observaba con detenimiento. Sabía que al terminar le soltaría una
enorme lista con los errores realizados y de consejos para mejorar
lo que no estaba lo suficientemente bien. A Milo no le molestaban
los regaños, sino la obsesión que tenía su maestro con ellos. El
más mínimo detalle era fatal para él. No lo culpaba: apenas en su
primer mes en el Santuario pudo ver como un aprendiz de Bronce
moría debido a uno de ellos. Aún así, le incomodaba sentir
aquellos ojos azules clavados en todo su cuerpo, como esperando a
que cometiera el más mínimo error. Bastaba tener un solo
centímetro fuera de lugar para tener que volver a empezar desde el
principio y repetir el movimiento hasta el cansancio.
Milo cometió su primer error de la tarde al perderse en sus
pensamientos. Este error no fue un golpe dado demasiado bajo o una
baja a la defensa. Se trató de un movimiento que, él bien sabía,
no debía de realizar ante Saga.
-"Alto."- Milo se dio cuenta de su error demasiado tarde. Tenía
que pensar en algo y pronto. -"¿En dónde aprendiste eso?"
El niño puso la mejor cara de consternación que se sabía y tardó
un poco en contestar.
-"¿Qué señor?"
-"El último movimiento. No recuerdo haber visto que lo hicieras
antes. A ti o a cualquiera de en el Santuario."
-"¿No?"- Se sintió algo aliviado ante las palabras de Saga. Si él
podía mentir, entonces no se sentiría tan culpable de hacerlo
también. -"Tal vez de usted, maestro. No recuerdo dónde lo vi.
Según yo lo había inventado."
-"Tal vez lo hiciste."- Saga estaba molesto. Pudo reconocer
inmediatamente ese movimiento, pues era uno de los favoritos de
Kanon. Odió ver en su alumno rastros de aquel hombre del que había
aprendido a desconfiar. Estaba casi seguro de haberle mostrado a
Milo esa maniobra en algún punto de sus entrenamientos sin
siquiera haberlo notado. Era común que la gente que entrenaba
junta adquiriera patrones de pelea. Seguramente había heredado
aquél patrón en una de sus muchas 'discusiones' fraternales y
ahora se la había contagiado a Milo.
-"Tal vez."- Aunque tardara toda la vida, le quitaría a Milo ese
patrón. No quería volverlo a ver en su aprendiz.
El entrenamiento fue interrumpido por dos cosmos ya bien
reconocidos por ambos. Saga vio con molestia al Santo de Acuario y
su aprendiz interrumpiendo sus clases. Aparentemente, Antoine aún
no había decidido afeitarse después de tantos meses.
-"¿Sigues aquí, Saga?"- Una feliz sonrisa se escapaba de entre su
barba.
-"¿En dónde más debería de estar?"
-"¡Felicitando a Aioros, por supuesto!
Sagitario! ¿O es que no lo sabías?"
¡El
nuevo
Santo
de
-"Claro que lo sabía. Su maldito cosmo explotó en la mañana como
si fuera el fin del mundo."
-"La prueba de su maestro fue dura. Pero la superó y con honores.
Se nota que será un gran guerrero."
-"Estoy seguro de que lo será."
-"¿Entonces por qué no vienes a rendirle respetos al guardián de
la Novena Casa?"
-"No me apetece."
-"No sabía que fueras tan mal perdedor."- Antoine hablaba pocas
veces con seriedad. Esta era una de esas pocas ocasiones. La
rivalidad que existía entre el Santo de Géminis y el ex-aprendiz
de Sagitario no era un gran secreto. Antes era casi seguro que
Saga se convertiría en el sucesor del Patriarca. Ahora, con Aioros
siendo dueño del Ropaje Dorado, todo había cambiado. Ambos eran
fuertes candidatos y Saga lo sabía. Un par de años pensando que
tendría libre el camino hacia el Recinto del Patriarca hicieron
que se volviera orgulloso. Antoine sabía que el gemelo no veía la
intromisión de Aioros con buenos ojos.
-”Dime, Antoine. ¿Por qué he de rendirle honores a alguien que es
igual a mí?”
-”Entonces no lo hagas para rendirle honor. Hazlo por cortesía.
Estoy seguro de que te lo agradecerá.”
-”Aioros quiere verme tanto como yo a él.”
-”Saga...”- El Santo de Acuario respetaba enormemente a Aioros a
pesar de la corta edad del último. Ante sus ojos, Aioros era un
hombre completamente puro, fuerte y amable. Si había alguien digno
de reemplazar a Shion era él. -”Independientemente de quién sea
elegido por su Santidad, es necesario que al menos se toleren
entre ustedes. Deberías dejarle las rabietas a alguien que no
porte una Armadura.”
Saga lo consideró por varios segundos. Sabía que si no aceptaba la
‘invitación’ de Antoine, no se lo quitaría de encima por días. Lo
mejor sería seguirlo. Después de todo, no tomaría demasiado
tiempo.
-”De acuerdo. Pero no esperes que le dé un abrazo.”
-”No te pediría algo así. Tal vez solo un besito.”
-”Idiota.”- Miró a su aprendiz. -”Quédate aquí, Milo.”
-”Sí.”- Milo no se sorprendió mucho de la discusión anterior. La
’molestamente inservible’ existencia de Aioros era un tema de
conversación común a sus dos maestros. Poco conocía a este hombre
y tenía todavía menos interés de hacerlo. Ya era suficiente con
tener que aguantar la presencia de Aioria que, desde hacía tiempo,
no solo le cansaba sino que también le molestaba. Miró a Camus que
le
correspondía
la
mirada.
-”Señor
Antoine.
¿Camus
puede
quedarse?”- El Santo asintió y miró a su discípulo.
-”Cuando me sientas de vuelta en Acuario regresa a las 12 Casas.”No esperó una respuesta de Camus y caminó hacia el Primer Templo.
-”Vamos, Saga. Quiero llegar allá antes de que se oculte el Sol.”
Milo se sintió aliviado al verse lejos de los dos Santos Dorados y
se sentó en el pisó.
-”Tu maestro quiere mucho a Aioros.”
-”Es un bueno y noble. Eso es lo que él dice.”
-”¿Viste su prueba?”
-”Aio-”- Camus se interrumpió a sí mismo. -”El señor Aioros peleó
muy bien. Es muy fuerte. Casi tanto como el señor Saga.”- Vio el
puchero que hizo Milo. Sabía que le molestaba pensar que Saga no
era el más fuerte del Santuario y era todavía peor si lo comparaba
con alguien que había sido enseñado a rechazar.
-”Pude sentirlo.”- Milo iba a agregar que no le había parecido
gran cosa, pero si algo había aprendido de Camus durante esos
meses era que no era bueno comenzar una discusión con él. Cada que
lo hacía acababa frustrado debido a la estúpida manía de su
compañero de tener siempre la última palabra (por más discordante
que fuera). Se recostó en el piso como ya se había acostumbrado a
hacerlo. Miró el cielo y encontró a la primera estrella de la
noche.
-"Lobo."- Repitió para sí el nombre de la constelación que había
estudiado esa mañana. -"Lobo está apareciendo."
-"Esa cosa ni siquiera está en el hemisferio norte."
-"No."- Sonrió. -"Pero si viviéramos en Argentina la podríamos
ver."
-"Claro que no."- Vio a su amigo levantar la mirada. -"Allá es de
día."
-"Claro."- Se burló en su cabeza de la necedad de Camus y después
cerró los ojos. Seguramente Saga regresaría de mal humor de su
visita al Noveno Templo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Aioros de Sagitario."- Antoine entró a la Casa de Aioros con los
brazos abiertos, extendiéndolos para recibir al nuevo Santo Dorado
en un fraternal abrazo. Saga caminó detrás de él y con mucho menos
entusiasmo. En lugar de ver a Aioros, miraba a Aioria que estaba
de pie a solo unos cuantos centímetros de su hermano. Odió la cara
de orgullo que tenía encima.
-"Es un honor recibir las felicitaciones de un Santo como tú,
Antoine."- Aioros estaba verdaderamente feliz en esos momentos.
Finalmente había alcanzado la meta por la que había estado luchado
desde hacía tantos años.
-"Lo sé. Pero es que soy así de amable."- Despeinó los cabellos de
Sagitario con su mano derecha mientras reía.
El feliz momento fue interrumpido una vez que Aioros reconoció en
su Casa al guardián de la Tercera. Él nunca había confiado
completamente en Saga. Había algo en su mirada que simplemente no
le convencía. Podía ser solo su paranoia, pero entre más lejos
estuviera de él, más seguro se sentiría.
-"¿Qué trae a Saga de Géminis al Templo de Sagitario?"
-"¿Tú qué crees, Aioros? He venido a felicitarte. Después de todo
lo conseguiste."
-"¿Acaso lo dudabas?"- Usualmente evitaba los conflictos, pero la
hipocresía de Saga hizo que contenerse le fuera imposible. Además,
ahora que portaba aquella Armadura se sentía lo suficiente como
para enfrentarse al famoso Saga de Géminis.
-"Ni por un momento."- Saga hablaba en serio, pero Aioros vio en
sus palabras un insultante sarcasmo.
-"¿Por qué lo trajiste, Antoine?"
-"Ambos son Caballeros ahora.
solucionen sus diferencias?"
¿No
creen
que
es
tiempo
de
que
-"No me interesa. Pelearé a su lado si es necesario pero nada me
obliga a ser uno más de sus lame botas."
-"Tienes agallas para decir eso... y poca inteligencia."
-"Ahora yo también tengo una Armadura
tuviera que considerarte mi superior."
Dorada.
No
es
como
si
-"La Armadura no hace al Caballero, Aioros."
-"Tampoco lo hace la popularidad."
-"Saga, Aioros... es suficiente."- Las palabras de Antoine no
fueron escuchadas. Tal vez no fue una muy buena idea la de invitar
a Saga después de todo.
-"Eres un insulto."- La voz de Saga sonó aún más áspera
era usualmente. Su cosmo había comenzado a elevarse y
acercaba amenazadoramente a Aioros. -"Atena debe
desesperada para aceptar a mocosos insolentes como tú
elite de Caballeros."
de lo que
ahora se
de estar
entre su
-"¡Tú lo eres!"- Una voz chillona detuvo el camino de Saga hacia
Aioros. Tuvo que mirar hacia abajo para encontrarse al aspirante
de Leo que se interponía entre él y Sagitario. -"Tú eres el
insulto."
-"Y veo que lo insolente se hereda."
-"No te metas en esto, Aioria."- El hermano mayor sabía que en el
estado actual de Saga, éste no dudaría en hacerle daño al niño. "Mejor ve a estudiar."
-"Sí, hermano."- Una fuerte
escuchados en la Novena Casa.
risa
acompañada
de
su
eco
fueron
-"¿Tú serás el maestro de ese niño?"- Ahora que el antiguo Santo
de Sagitario se había retirado, Aioria no tenía un maestro. Era
obvio adivinar que sería su hermano el que lo instruyera de ahora
en adelante sin mencionar que, de por sí, Aioros era ya
técnicamente el maestro del niño. Su predecesor tenía poco interés
en entrenar a un Caballero que no luchara por su misma
constelación. -"Nunca podrá ganar una Armadura si es su hermano el
que le enseña. Ni siquiera una de Bronce."
-"Antoine... por favor llévate a Aioria al interior de la Casa."
-"Aioros... no hagas una estupidez. Lo mismo va para ti, Saga."El Santo de Acuario empujó a Aioria para obligarlo a irse del
pasillo principal. Hubiera preferido quedarse a vigilarlos pero ya
había ocasionado suficientes problemas. Lo mejor era que ellos se
las arreglaran solos. Mientras una batalla de 1000 días no
comenzara no habría mayor problema. Pronto él y Aioros se
perdieron de vista entre los muchos pasillos con los que contaba
la Novena Casa.
-"¿Estás cuestionando mi capacidad como maestro?"- Aioros habló
una vez que se sintió a solas con Saga. Trataba de mantenerse en
calma aunque sus puños ya estaban preparados para atestarle un
fuerte golpe a la mejilla del visitante no deseado.
-"Eres tan solo un niño. No tienes la
conocimientos para ser el maestro de Aioria."
experiencia
ni
los
-"Tengo entendido que tú no esperaste demasiado para conseguirte
un aprendiz ¿no es así Saga? ¿Qué te hace pensar que tú tuviste la
habilidad de ser maestro y yo no?"
-"No estoy hablando de habilidad. Estoy hablando de nepotismo.
Nunca podrás exigirle a Aioria lo que yo le exijo a Milo."
-"Y aún así, Aioria no tendría problema en vencerlo."
-"Eso solo lo dices porque no lo has visto pelear."
-"¿Para qué? Sé que no es tan fuerte. Si lo fuera entonces Ewan te
lo hubiera quitado desde hace mucho tiempo."
-"No hables de cosas que no sabes. Milo no llegó en su mejor forma
pero incluso ahora sé que no tendría problemas en vencer a tu
hermanito."- Saga estaba hablando de más y lo sabía. En esos
momentos, Milo era tan fuerte como Aioria pero tenía mucha menos
experiencia. Era muy posible que en una batalla Aioria resultara
el vencedor. Sin embargo, el enojo había cegado su mente una vez
más. No permitiría que Aioros lo dejara en ridículo. Eso era algo
que nunca le permitiría.
-"Pruébalo."- Aquella palabra que Saga esperaba fue pronunciada.
Ahora no había vuelta atrás. Tendría que poner toda su fe en Milo.
-"Mañana al amanecer en el Coliseo. Veremos quién es el mejor
maestro de los dos."
-"Es un reto."- Aioros se sentía mal por haber metido a Aioria en
una batalla que no era suya, pero tenía la confianza de que
ganaría la pelea de mañana. No le daría el gusto a Saga de
vencerlo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Milo."- Cuando Saga regresó a donde había dejado a su aprendiz,
los encontró a él y a su compañero viendo las pocas estrellas que
apenas estaban saliendo en el cielo. Vio a Camus levantarse
rápidamente.
-"Nos vemos mañana. Con permiso, señor Saga."- Sin verlo a los
ojos, el muchacho salió casi corriendo del lugar. Saga estaba
molesto y lo menos que quería ver era cómo se desquitaba con Milo.
-"Levántate."- Sin decir palabra, el niño se puso de pie y se
colocó frente a él esperando alguna nueva orden loca. -"Mañana en
la mañana te enfrentarás contra Aioria."
-"Sí señor."- Bueno... eso era un poco más loco de lo que
esperaba. Planeaba retar al lengua suelta dentro de unas semanas,
pero eso era demasiado pronto. Aún no sabía si podría vencerlo.
-"No pierdas. Si quieres muere, pero no pierdas ¿de acuerdo?"
-"No lo haré, señor."
Por primera vez en su vida, Milo sintió miedo.
Esa noche le sería muy difícil dormir.
Comentario de la Autora: Este capie no me gustó tanto. En realidad
no sabía si dejarlo... ni mucho menos el siguiente, pero al final
como que de hecho me servirá de algo todo esto. ¿Por qué Saga no
se lleva bien con Aioros? Creo que ya se ha leído. Originalmente,
creo que Saga era MUCHO más diplomático, pero pues... eso no
hubiera sido divertido ¿verdad? Aioros no parecía confiar de Saga
así que tampoco es como si se me hubiera complicado el asunto.
¿Por qué Kanon está tomando el lugar de Saga? pues al menos puede
hacerlo
en
uno
de
los
aspectos
de
su
vida
¿ne?
._. Que mas... que mas... creo que eso es todo. Ya me he tardado
demasiado en esta actualización así que los dejo. ¡Domo arigatou!
Capítulo 10: M (Pelea)
-"Aún no ha llegado."- Una risa entrecortada salió de la boca del
Santo de Géminis.
Apenas y amanecía y el Coliseo tenía a varios curiosos que se
habían reunido ante la pelea que estaba próxima a empezar. Entre
los curiosos, Ewan de Escorpio descansaba en la primera grada.
Odiaba madrugar pero consideraba que la ocasión lo ameritaba. De
todos modos, no era como si hubiera dormido.
En el centro de la arena, Saga y Milo esperaban impacientemente la
llegada de los hermanos. Milo sentía algo raro en el estómago. Su
respiración estaba agitada y empeoraba con cada minuto que pasaba.
Sus brazos comenzaron a sentirse ligeros para después comenzar a
cosquillear. Todo estaba tan silencioso que podía oír los ansiosos
latidos de su corazón. Todas estas sensaciones eran nuevas para
él. Nuevas pero no gratas, por supuesto. Solo esperaba que todo
terminara fuera con el final que fuera, pero que terminara. No
aguantaría esa horrible presión en el pecho por más tiempo. Miraba
el piso que tenía frente a él sin prestarle demasiada atención.
Tenía miedo de alzar la mirada hacia su maestro, a sus
observadores o a la entrada principal del Coliseo. Unos susurros
lejanos obligaron al niño a separar su mirada de la arena para
fijarse en la entrada a través de la cual aparecían las dos
figuras a las que esperaban desde hacía varios minutos.
Aioros caminaba con menos determinación de la que se esperaba. Su
hermano lucía aún más vacilante y no separaba sus ojos de Milo
quien notó con ira la lástima que sentía hacia él. Esa mirada hizo
que cerrara sus puños con fuerza, obligando a su sangre a regresar
a sus brazos. Dio un hondo suspiro y moduló su respiración. La
extraña presión en su estómago y pecho no desapareció.
-"Llegas tarde, Sagitario."- Saga habló una vez al tener a Aioros
a unos cuantos metros de distancia.
-"No recuerdo haber quedado en una hora específica."- El Santo
hablaba lento y avergonzado, un tono muy diferente al que debería
de estar utilizando considerando lo que había dicho la noche
anterior. Sus ojos estaban tristes. Arrepentidos, tal vez.
Posiblemente había recapacitado en lo que había ocurrido entre él
y Saga y se había reprendido por ser tan impulsivo. Seguramente
esperaba remediar su error. -"No tenemos que seguir con esto,
Saga. Fue tonto que dos Santos de-"
-"Se está haciendo tarde. Lo mejor será comenzar ahora."
A sabiendas de que no se podría evitar la pelea, Aioros asintió y
miró a su hermano.
-"Solo es una práctica, Aioria. No lo tomes demasiado en serio."
-"No."
Saga no le dirigió ni una mirada a su aprendiz. Después de esto,
ambos maestros se retiraron de la arena.
-"¿No crees que es demasiado pronto?"- Saga se había sentado al
lado de Ewan no tanto por haber querido hacerlo sino porque sabía
que si no lo hacía, Ewan lo seguiría a dónde fuera que se
colocara.
-"Milo es tan fuerte como Aioria."
-"Pero no tiene su experiencia. Espero que el pequeño Adh seidh no
pierda. Sería algo bochornoso para él.”- Rascó su mejilla con su
dedo índice mirando al cielo, como si quisiera fingir una
inocencia de la que carecía por completo. -”Y ya sabes lo que
dicen de los Escorpiones... que somos muy vengativos. No me
gustaría ver el cuerpo del aspirante de Leo cortado en pedacitos y
escondido detrás de unas rocas o algo así.”
-”Milo ganará.”
-”Siempre estás seguro de todo. Eres bien aburrido.”- Saga ya no
le estaba prestando atención (si es que en algún momento se la
dio). Así que prefirió imitarlo y miró a Milo y a Aioria que ya
estaban tomando la defensiva.
No hubo mayor preámbulo a la pelea. Los niños conocían las reglas:
se permitía todo menos los asesinatos; e incluso éstos no eran
castigados
con
demasiada
severidad
cuando
ocurrían
entre
aspirantes. No fueron muchos los segundos de quietud. Aioria fue
el primero en atacar. Corrió hacia Milo, quien permanecía
estático, levantando un puño en su contra. Milo no estaba
acostumbrado a ataques tan bruscos, además de que Aioria se movía
demasiado lento. Evadió el primer golpe con solo mover un poco la
cabeza. Su momentánea seguridad lo distrajo y Aioria le propinó un
fuerte golpe en el estómago con su rodilla que le hizo caer.
Aioria detuvo sus ataques.
-”Fue muy ingenuo. No debió de pensar que alguien que algún día
será uno de los 12 peleaba tan mal como un Santo de Bronce.”
-”Lo subestimó.”
-”Y eso es gran error, Saga. Pero no esperaba que tú pudieras
enseñarle modestia.”
-”Milo no comete el mismo error dos veces.”- Ignoró el último
comentario de Ewan.
-”No lo dudo. Pero aún le faltan muchos errores por cometer por
primera vez.”
Mientras Milo se levantaba, maldecía su estúpido descuido. Si
perdía, se las vería negras con Saga durante semanas o meses. Por
supuesto, también quedaba el obvio motivo de su orgullo. No
subestimaría más a Aioria. Esperaría cualquier cosa de él.
-’No quiero seguir peleando.’- Milo escuchó una tímida frase en su
mente. Se trataba de Aioria. De haberla escuchado unos segundos
atrás la hubiera considerado pues él hubiera estado de acuerdo.
Pero después de aquél golpe, su dignidad estaba más en juego que
cualquier otra cosa. -’Ya todos sabemos cómo acabará esta pelea.’El segundo comentario lo irritó todavía más. Tal vez era hora de
presentarle al gatito su cosmo.
Aioria pronto adivinó la respuesta de Milo ante su deseo de dejar
de pelear. Un brillo, hasta entonces desconocido por él, en los
ojos de su contrincante apareció y su cosmo comenzó a emanar de su
cuerpo violenta pero controladamente. Podía sentir el rencor de su
compañero y no fue hasta que intentó dar un paso hacia atrás que
se dio cuenta de que no podía moverse. El miedo se apoderó de él
por unos momentos y no se molestó en ocultar aquel sentimiento.
Una risa salió de Milo. No era una cruel o sarcástica. Parecía que
en serio se estaba divirtiendo ante el pequeño espectáculo que
Aioria le estaba otorgando.
-”Yo pensaba que esto solo funcionaba con Santos de Bronce. Pero
ya veo que no.”- Milo sabía que no podría contener a Aioria por
mucho. Bastaría con que recobrara la calma para que pudiera
liberarse de su agarre. -”Comenzaste tan bien. ¿Es que solo sirves
para los primeros dos segundos?”
Dicho y hecho, con solo emanar un poco de su cosmo, Aioria pudo
salir del extraño trance en el que Milo lo había mantenido. Al ver
que el efecto de su cosmo desapareció, Milo decidió hacerlo mismo
con él. El aura rojiza que había comenzado a formarse a su
alrededor desapareció rápidamente hasta convertirse en nada. Milo
retomó la calma (al menos en apariencia) y, esta vez, se atrevió a
sonreír con presunción.
Aioria se puso en guardia por segunda vez. Tal vez la pelea no
sería tan desequilibrada como él pensaba que sería. Cerró su puño
derecho concentrando un poco de su cosmo en él. Pequeños rayos de
energía comenzaron a cubrirlo. Después, con su ya normal velocidad
de pelea, corrió hacia al sonriente Milo que una vez más eludió el
golpe inclinándose hacia atrás para después devolverle el favor
con una patada en la barbilla que lo despidió a unos cuantos
metros sobre el aire.
-”Aioria está peleando muy mal.”- Saga había pensado que Milo
tardaría varios asaltos en comenzar a darle batalla al alumno de
Sagitario, pero su aprendiz parecía estar tomando el control de la
pelea de un modo muy diferente al que esperaba.
-”El Adh seidh es incisivo y el mocoso pierde el control de su
cosmo con facilidad. Milo está aprovechando la situación.”- Pudo
ver una clara preocupación en los ojos de Saga. -”Uno usa lo que
tiene, Saga. No puedes culpar al niño. Tal vez esto te enseñe a no
darle retos que no pueda ganar por su propia fuerza. Deja que
utilice sus propias habilidades.”
Aioria estaba confundido. Nunca había recibido un golpe semejante
de cualquier otro aprendiz. Solo el antiguo Santo de Sagitario y
su hermano habían tenido la oportunidad de llevarlo al suelo.
Trataba de tranquilizarse, pero la actitud de Milo no se lo
permitía. El niño solamente lo miraba sin dejar su triunfal
sonrisa del rostro y lo retaba con la mirada. Dejó de ver a sus
ojos y esto le permitió pensar con más claridad. Milo aún no era
tan rápido como él. Si atacaba con mayor rapidez que la
suya, podría dejarlo lo suficientemente herido como para al menos
callarlo. Ya después se encargaría de darle un dramático golpe de
gracia. En esos instantes desapareció para los ojos de muchos
espectadores.
El ruido de la ruptura de la velocidad del sonido fue escuchado y,
a pesar de que Milo pudo ver a Aioria corriendo hacia él, no pudo
eludir su estocada o las muchas que vinieron después. Sentía los
centenares de golpes que le propinaban en todas las partes del
cuerpo. No podía reaccionar porque ni siquiera podía ver las manos
contra las que peleaba. La ligera armadura que portaba pronto fue
reducida a polvo. Una vez que saliera de eso, juraría entrenar más
tiempo para hacerse más rápido.
Milo cayó boca abajo y apenas consciente. Habían sido demasiados
golpes de una sentada. Podía sentir varios de sus huesos rotos y
solo pudo reunir su cosmo para curar unos cuantos. A final de
cuentas, simples palabras no podrían vencer a Aioria. Para hacerlo
tendría que pelear con otro tipo de habilidades. Pero primero,
tendría qué ponerse de pié y eso no sería sencillo.
El cerebro de Milo iba a mil por hora. En su condición actual le
sería imposible ganar la pelea. Ya no podía darse el lujo de hacer
enojar a Aioria pues si se descuidaba y recibía un golpe más
estaría acabado. Era solo unas milésimas de segundo más lento que
su enemigo, pero eso le haría imposible defenderse de sus golpes e
incluso si no era así, de todos modos su contrincante se manejaba
mucho mejor que él en la arena. Solo en un aspecto era superior a
Aioria: podía controlar su cosmo mucho mejor que él. Si conseguía
aprovechar ésta habilidad aún podría ganar.
-”Ríndete ¿quieres?”- Aioria le ofreció dejarlo libre a pesar de
que sabía que se negaría a aceptar la rendición. Para ganar esa
pelea tendría que dejarlo totalmente inconsciente. Pero de todos
modos, con su enemigo tirado en el piso a punto de desfallecer,
esto sería sumamente sencillo. Esperó a recibir el débil ‘no’ y
preparó su puño como lo había hecho anteriormente. Terminaría la
pelea con un golpe de electricidad en su cuerpo. Eso lo dejaría
totalmente noqueado.
Aioria estaba a punto de dar su último golpe cuando el cosmo de
Milo explotó por segunda ocasión. El aire a su alrededor comenzó a
calentarse ligeramente y polvo se elevó del suelo del Coliseo.
Determinado, Aioria intentó golpearlo una vez más, pero su mano se
detuvo a varios centímetros de la espalda de Milo. Su cosmo no le
permitiría acercársele más. Una segunda oleada de poder cubrió a
Aioria que se vio forzado a retroceder para mantener la guardia.
Finalmente Milo se puso de pie. Su cuerpo estaba lleno de
contusiones y tanto su ropa como su rostro tenían gotas de sangre
que habían emanado de su boca y de su nariz. Proyectó toda su
energía hacia Aioria que no se había movido de su lugar en espera
de un ataque. Por supuesto, Milo aún no pensaba en atacar.
El aspirante de Leo sentía como el agresivo cosmo de Milo se
revolvía con el suyo y lo cubría por completo instigándolo,
queriendo obligarlo a retroceder. Aioria no solo no retrocedió
sino que mantuvo la calma no separando sus ojos de los del otro
aprendiz y preparando cada uno de sus músculos para un ataque
sorpresivo. Tenía la confianza de poder detener cualquiera de sus
golpes, solo tenía que permanecer tranquilo y esperar hasta que
Milo decidiera atacar o bajar la guardia. Pasaron segundos
eternos, incluso minutos y el alumno de Saga ni atacaba ni dejaba
la guardia. Solo permanecía de pie frente a Aioria hasta que
redujo sus de por sí pocas opciones a dos. Ambas eran riesgosas:
si se acercaba demasiado para darle un golpe directo, Aioria le
golpearía antes de que siquiera tuviera la oportunidad de hacerlo;
si le lanzaba un golpe desde lejos, Aioria podría detenerlo y
después arremeter contra él. Dedujo que la opción con la que
tendría mayor oportunidad era con la segunda. El ataque debería de
ser rápido. Demasiado rápido, se temió.
-"Llegaron a un punto muerto."- Saga sabía lo que significaban las
palabras de Ewan. Una vez que uno de ellos se moviera de su lugar,
los siguientes instantes serían decisivos. La pelea estaba próxima
a terminar.
Milo comenzó a sonreír mientras iba retirando su cosmo de Aioria.
Dejó que el aura se disipara por completo. Contrariamente, su
contrincante fue el que ahora dejó mostrar su verdadero poder
luciendo un iris dorado a su alrededor tres veces más intenso de
lo que era antes; destellos de electricidad se agitaban a su
alrededor. Un golpe rápido pero fuerte era el que Milo tendría que
otorgarle si es que quería siquiera romper la barrera del cosmo de
Aioria.
-'Rápido y fuerte.'- Un ataque tan brusco no sería suficiente.
También tendría que ser sutil. Tal vez lo suficiente para que
Aioria ni siquiera lo considerara digno de detener. Tendría solo
una oportunidad. Si pudiera darle ese último golpe seguramente
quedaría tan confundido que podría derrotarlo. Se permitió hablar.
-"Déjame usarte de conejillo de indias, Aioria."- Alzó su brazo
derecho y lo estiró, señalándolo con su dedo índice. Inhaló. Sería
todo o nada.
Un conejillo de indias. Eso quería decir que Milo trataría de
improvisar un ataque. Vio con paciencia cómo lo señaló. Esperó a
que el cosmo del aspirante de Escorpio se concentrara alrededor de
su dedo índice y cuando esto ocurrió pudo ver un haz de luz roja
salir de él. No lo detuvo y, aunque hubiera querido, no hubiera
podido. Aquel hilo de luz viajaba tan rápido como su descripción
lo decía. Un golpe seco fue escuchado. Aioria no sintió dolor ni
presión. Milo había fallado. Su ataque había sido tan débil que
fue destrozado al entrar en contacto con su cosmo. Milo aún no se
daba cuenta de su error pues sonreía cruelmente y no cambiaba de
posición. Aioria decidió que era su oportunidad. Corrió hacia Milo
con intenciones de acabar con la pelea de una buena vez, pero algo
lo detuvo a la mitad del camino.
Se trataba de un agudo dolor en su pecho que le hizo caer. Alzó la
vista y se encontró con Milo caminando hacia él. Su mirada se
nublaba.
-"Conejito."- Aioria no pudo reaccionar. Lo último que recordó de
aquella pelea fue una brillante luz roja cegar sus ojos y un golpe
en la cabeza.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Aún no despierta?"- Ewan permanecía sentado fuera de la cabaña
en la que Saga y Milo habían estado viviendo. El Santo de Géminis
salió de la casa luciendo preocupado. Después de que Aioria
perdiera la conciencia y de que su hermano hubiera aceptado la
derrota, Milo se recostó en el piso (por no decir que cayó a él) y
quedó tan inconsciente como Aioria. Saga lo cargó de regreso a la
cabaña y lo dejó recostado en su cama por algunos minutos. Al
darse cuenta de que no despertaría hasta dentro de unas horas,
salió de la casa para encontrarse con Ewan que lo había seguido
desde que la pelea había terminado.
-"No. Y dudo que lo haga en un buen rato."
-"Peleó bien, considerando la situación. Ese último truquito fue
algo verdaderamente inesperado. Tú no se lo enseñaste ¿verdad?"Saga negó con la cabeza. -"Además, aunque fuera por un instante,
alcanzó la velocidad de la luz. Eso significa que-"
-"Que su séptimo sentido está por despertar."
-"Será cuestión de días. ¿Qué dices? ¿Me lo llevo de una vez o
esperarás?"
-"No. Ya he visto lo suficiente."
-"Entonces vendré por él más tarde."- Se levantó y, ridículamente,
se sacudió el polvo de su Armadura. -"Él necesita despertar y yo
necesito dormir. Hasta entonces, Saga."- Somnoliento, se dirigió
de regreso a su Casa.
-"Ya puedes salir."- Pronunció Saga una vez que sintió el cosmo de
Ewan lo suficientemente lejos.
Pudo ver como Kanon salía detrás de una de las esquinas de la
cabaña. Se había estado escondiendo durante un buen rato y suponía
que esperaba a que Ewan se retirara.
-"¿En serio dejarás que se lo lleve así como así?"
-"Ewan tiene razón. De todos modos sería cuestión de días. No vale
la pena retardar lo irremediable."
-"Eso díselo a la muerte."- Caminó hasta ponerse frente a él. -"Ya
en serio... ¿por qué ahora?"
-"Últimamente he dejado a Milo algo abandonado. Hasta Ewan será
mejor maestro que yo."
-"¿Y?"
-"Y..."- Saga se rindió. -"Su Santidad me ha ofrecido una misión
que no me atrevería a rechazar."
-"¿De qué tipo de misión estamos hablando?"
-"Vigilaré el Templo de Poseidón. El Kyoko dice que el Dios puede
reencarnar pronto. Como si no tuviéramos suficientes problemas con
Hades."- Saga estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó el
sutil brillo en los ojos de Kanon.
-"Si
aceptas
la
misión,
estarás
fuera
del
Santuario
constantemente. Serás como Dohko en versión sport. Debes de estar
muy feliz porque Arles te haya ofrecido esta misión a ti y no a
alguien más."- No mencionó el nombre del Santo de Sagitario pero
sabía que Saga entendería la indirecta.
-"No fue Arles. Ya te dije que fue el Patriarca. Y sí, estoy feliz
por la misión. Es algo muy importante y con ello-"
-"Y con ello podrás demostrar que tú eres el que merece ser su
sucesor... hablas como novela barata, Saga. Y eres igual de
predecible."
-"Confío en que podré dejarte solo, hermano; que no intentarás
hacer nada estúpido. Ya sabes. Nada que me obligue a matarte."
-"Vete con cuidado. Cuando vaya a conquistar al mundo quiero que
estés ahí para verlo."
-"Kanon, sabes que no me gusta que-"
-"Y de Milo no te preocupes que yo te lo cuido. No dejaré que Ewan
lo convierta en un borrachín."
-"Deja de decir tonterías."- Saga dio unos pasos más para regresar
a su cabaña y le cerró la puerta en la cara.
Kanon mostró la misma cara de preocupación que Saga había tenido
al hablar con Ewan. Una vez que Milo se convirtiera en el legítimo
aspirante de la Octava Casa no le sería fácil acercarse a él.
Pero,
al
fin
y
al
cabo,
siempre
había
tiempo.
Comentario de la Autora: BUAAAAAAAAAH! XD No saben qué trabajo me
costó este maldito capítulo! ARGH! ._. No es la primera escena de
pelea seria que escribo pero sí la más larga y con menos
personajes involucrados. Cuando lo hice pensé que me había quedado
del queque pero ahorita que la anduve releyendo... XD como que ya
la vi con mas amor. Aún así no estoy del todo conforme con el
resultado. A partir de ahora las cosas se harán un poquito más
entretenidas... al menos durante unos dos capítulos. No respondo a
lo que venga después (KUKUKUKUKU!)
¿Qué más les puedo decir? Bueno... intenté que la pelea fuera lo
más objetiva posible, claro que es obvio que no se pudo hacer por
completo. Consideré que era hora que Milo comenzara a desarrollar
la Scarlet Needle.
*Ale-chan canta* Saga se vaaaaaaa, Saga se vaaaaaaa, quien sabe
como vaya a regresaaaaaaaaaaar! XD Ay! Saga es un Sol y esa reloquito
¿no
lo
adoran?
-.- Ojalá les haya gustado... ^_^'
Capítulo 11: (Aries)
-"Estás despierto."- Milo abrió los ojos lentamente. Aún no podía
enfocar sus ojos y sentía como si todo su cuerpo estuviera a punto
de romperse. Se atrevió a alzar un poco su cabeza para ver en
dónde estaba. Después giró un poco su rostro en dirección a la
familiar voz que le había hablado. Pudo ver la silueta de algo que
lentamente se convertía en Saga. Supo entonces que se encontraba
de vuelta en la cabaña y que estaba sobre la cama de su maestro.
La lámpara de aceite del escritorio ante el que Saga estaba
sentado le hizo suponer que ya era tarde. Noche, seguramente.
¿Durante cuánto tiempo había dormido? -"Estuviste todo el día
así."- Dijo su maestro, como si hubiera adivinado su pregunta. "Creí que ibas a quedarte así toda la noche."
-'Ganas no me faltan.'- Milo se incorporó tratando de ignorar el
intenso dolor que sentía. Después se bajó de la cama sintiéndose
ligeramente inmovilizado debido a los varios vendajes que tenía
por todo el cuerpo.
-"Hiciste un buen trabajo. Por un momento creí que perderías."
-'Ya somos dos.'- Su maestro se levantó y se colocó frente a él,
hincándose. -"¿Maestro?"
-"A partir de ahora seré solo Saga."
Por unos cuantos segundos Milo no entendió lo que pasaba. Se
atrevió a mirar lo que antes había sido su cama. A su lado estaba
su mochila, tan llena como cuando se la había llevado como
recuerdo de su vida en Milos. Notó la falta de luz en la
habitación y miró hacia la única lámpara que los iluminaba. Su luz
estaba siendo obstruida por los cinco libros que aún le faltaban
por devolver a Antoine.
Los ojos de Saga lo veían como si fuera a ser la última vez. Al
ver aquel rostro triste entendió qué era lo que estaba ocurriendo.
Era hora de que tomara su lugar como el verdadero heredero de
Escorpio. Saga ya no sería su maestro.
Un tercer cosmo fue sentido cerca del lugar. El Santo de Géminis
se incorporó y regresó al escritorio para alzar la lámpara y
colocarla sobre uno de los libros de modo que iluminara un poco
más la habitación. Fueron minutos de una espera casi insoportable.
Finalmente, el ruido de alguien llamando a la puerta fue
escuchado. Saga abrió la puerta
Entrando de la noche, Milo pudo ver al Santo de Escorpio. Era la
primera vez que podía verlo con detenimiento. Después de todo,
apenas esa misma mañana lo había conocido al verlo sentado al lado
de Saga durante la pelea. Entonces su visión había sido fugaz y
poco clara así que ahora se atrevía a examinar el rostro de aquél
que habría de ser su maestro durante los próximos años.
-'Tu mirada se parece mucho a la de Ewan.'- Repetía las palabras
de su maestro anónimo en su mente. Era cierto. Aunque los ojos del
Caballero eran mucho más claros que los suyos, podía reconocerse a
sí mismo en ellos. Examinó entonces su Armadura. Le pareció que
era un poco más cernida al cuerpo que la de Saga, además de que en
lugar de ese temible casco con dos caras opuestas a los lados,
tenía uno que parecía solo proteger la frente (por no decir que
parecía más un adorno que cualquier otra cosa). Además, el 'casco'
tenía una larga extensión que terminaba con la punta de un
aguijón.
-"Milo, este es Ewan de Escorpio. A partir de este momento él será
tu maestro. Obedécelo y algún día serás el guardián de la Octava
Casa."
El niño asintió y recogió su mochila con la mayor rapidez que sus
múltiples heridas le permitieron. Saga, por su parte, recogió los
libros y se los entregó a Ewan.
-"Son
de
Antoine.
Cuando
termine
de
leerlos
por
favor
regrésaselos."- Ewan solo asintió y después salió de la cabaña. El
ahora aprendiz de Escorpio caminó lentamente hacia la puerta sin
dejar de ver a Saga que tenía la mirada perdida en algún punto del
piso.
-'Por usted seré un Santo de Oro, señor Saga.'- Las inusualmente
tiernas palabras de Milo que llegaron a su mente hicieron que el
gemelo saliera de su trance. Cuando alzó la vista para buscarlo
solo pudo ver cómo la puerta era cerrada por una pequeña sombra.
Retomó su estudio del suelo de la cabaña.
-'¿Por qué dejas que se vaya? ¿Es tu manera sutil de alejarlo de
ti? Eres considerado. Sabes que si él se queda acabará mal.'- Saga
alertó su cosmo al escuchar una voz dentro de su cabeza. Buscaba
al dueño de aquellas palabras pero no encontró nada. ¿Quién sabe?
Tal vez en su delirio había sido él mismo el que las dijera.
Esa noche dormiría en la Tercera Casa. Después de todo hacía mucho
tiempo que no la visitaba.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo caminó en silencio detrás de Ewan. Después de varios minutos
llegaron ante la entrada de las 12 Casas. El niño nunca había
estado tan cerca de esos Templos. En una ocasión le preguntó a
Saga si podía conocerlos pero su petición fue negada. Al parecer,
eran pocos los que entraban a la línea de defensa más poderosa del
Santuario. Miró con interés la Casa de Aries. El mármol blanco
brillaba en la noche haciéndose notar todavía más. Una larga
escalera se extendía entre la Casa y Milo. El Santo de Escorpio
comenzó a ascender hacia la Primera Casa. El niño lo siguió.
Con la respiración agitada Milo alcanzó la entrada del primer
Templo. Lo examinó con su cosmo. No había nadie.
-"La Casa del Carnero
aspirante es aprendiz
conocerlo después."
Blanco. Por ahora está vacía pero su
del mismo Patriarca. Tal vez puedas
El niño finalmente había conocido la voz de su nuevo maestro. Le
pareció una grave pero mil veces más suave que la de Saga. Hablaba
en inglés. O al menos eso supuso después de haber reconocido una
que otra palabra. La verdad era que si ese realmente era inglés,
tenía un acento muy diferente al que Saga había mostrado. Hablaba
fuerte, cantado y sumamente rápido con entonaciones nunca antes
escuchadas por él. No era fácil entenderle.
Siguieron adelante permaneciendo en silencio. Después de algunos
minutos llegaron a la Segunda Casa que, a diferencia de la
primera, poseía dos cosmos. El más fuerte de ellos provenía justo
de la entrada del Templo. Una vez que entraron a éste, una enorme
figura dorada apareció. Ese debía de ser el hombre más grande que
Milo hubiera visto en toda su corta vida. A pesar de esto, su
tamaño no fue lo que le llamó la atención sino el casco que
portaba. Éste tenía dos enormes cuernos a cada costado de la
cabeza haciéndolo ver, Milo aceptaba, algo ridículo.
-"El Toro Dorado. ¿No crees que es un buen nombre el que le dieron
a esta Casa?"- Ewan mostraba su sonrisa de medio lado y alzaba la
ceja derecha. Esta vez habló en un tosco griego, no tanto por los
cambios de tono en cada fin de las palabras sino por la entonación
despectiva que éstas traían. -"¿Qué dices, Tauro? ¿Esta noche me
dejarás pasar sin tratar de matarme?"
-"No debería, pero lo haré."- Ignorando al Santo de Escorpio,
caminó hacia el niño y amistosamente le puso una mano en la
cabeza. -"Mi nombre es Jothan y soy el Santo que vigila la Casa de
Tauro, pequeño."
-'Gracias por la aclaración, no lo hubiera imaginado.'
-"¿Cómo te llamas?"
Milo miró en dirección a su maestro como pidiéndole autorización
para contestarle al hombre. Un leve movimiento de cabeza le indicó
que estaba bien hacerlo.
-"Milo." 'Más le vale que no salga con el chistecito de la isla.'
-"Así que tú serás el próximo Santo de Escorpio. Espero que portes
la Armadura con mayor dignidad que otros que conozco."- Habló,
refiriéndose a Ewan.
Ewan no dejó su sonrisa burlona pero caminó hacia
obligándolo, con una simple mirada, a separarse de Milo.
Jothan,
-"Ambas cosas están por verse. Aunque si todo sale bien, nunca te
daré el gusto de verme sin el rango de Santo. Morirás o saldrás de
Atenas antes que eso."
-"Eso también lo veremos, entonces. Pueden pasar por la Segunda
Casa. Pero que no se les haga costumbre regresar después de que se
oculte el Sol. La próxima vez no les dejaré pasar."
-"Supongo que Aries siempre podrá ser una opción de en dónde pasar
la noche."- Un sugestivo guiño y una ligera inclinación y Ewan
siguió adelante en su recorrido a través de las 12 Casas, seguido
por un Milo que se despidió de Jothan con una inclinación mucho
más acentuada.
Las siguientes cinco Casas fueron atravesadas sin mayor ceremonia.
No había nadie en ellas. Milo creía haber entendido del extraño
inglés de su maestro que el aspirante de Cáncer estaba entrenando
en algún lugar de Italia y que el de Virgo estaba en la India. Le
pareció haber escuchado algo sobre Dios, pero no pudo entender
más.
Finalmente llegaron Octava Casa. Milo se sintió aliviado por haber
llegado. No podía esperar para poder acostarse en donde fuese que
tuviera que hacerlo. Vio a su maestro tirar de golpe los libros de
Antoine a mitad del pasillo principal.
-"Deja tu mochila."- Confuso, Milo se quedó inmóvil por varios
segundos hasta que pudo interpretar las palabras de Ewan. Soltó la
mochila con mayor delicadeza con la que los libros lo hicieron.
Casi desfalleció al ver cómo el Santo de Escorpio siguió a través
del pasillo con intenciones de salir de la Casa. Aparentemente,
aún iban a seguir subiendo. Muy probablemente hasta la Cámara del
Patriarca. Resignado, Milo tomó un hondo respiro y siguió una vez
más a su maestro.
La Casa de Sagitario fue cruzada con rapidez. El niño pudo sentir
el cosmo de los hermanos pero no hubo recibimiento alguno. A Ewan
esto
no
pareció
molestarle.
Siguieron
entonces
hasta
la
Decimoprimer Casa.
Camus se asomó por la entrada del Templo de Acuario y después se
perdió de vista corriendo al interior del mismo. No fue sino hasta
que Ewan y Milo pusieron un pie dentro de ella que Antoine
apareció, con Camus a sus espaldas.
-"¿Se puede?"- El Santo de Escorpio habló una vez más en griego
mientras se quitaba su casco y lo cargaba en su mano izquierda.
-"¡No sin antes felicitar al pequeño pirómano!"- Sin que Milo
pudiera hacer algo, Antoine se le acercó lo suficiente para
tomarlo de la pierna izquierda y levantarlo del piso, dejándolo
boca abajo. Sintió varias punzadas en los lugares que Aioria más
había golpeado pero contuvo cualquier expresión de dolor. Solo se
quedó quieto, esperando en silencio a que su maestro le diera el
permiso de quemar al Santo de Acuario y pensando en lo divertido
que sería si esta vez le quemaba la barba.
-"Desafortunadamente no pudimos ver tu pelea pero seguro que ya
nos darás otro espectáculo un día de estos ¿no?"
-"Déjalo, Barbegazi. ¿Qué no ves que está herido?"- A diferencia
de lo que Milo esperaba que hiciera, su maestro se limitó a
tomarlo por su pierna derecha y cargarlo del mismo modo que
Antoine lo había hecho.
-"Lo que me recuerda. Tengo algo qué pedirte."
-"Que sea mañana. Ahora no tengo tiempo."
-"¿Vas con el Patriarca?"
-"Es hora de presentarle a su Ilustrísima al Adh seidh. Si espero
un poco más, el Señor se dormirá y no podré acabar con esto de una
buena vez."- Pudo ver como Milo le sacaba la lengua a un muy
entretenido Camus. -"¿Qué dices, diabhal? ¿Seguimos adelante?"Después de esto lo dejó lentamente en el piso para que se pudiera
incorporar. Una vez que se sintió de vuelta al suelo, Milo asintió
y salió a la par de su maestro, esta vez sin inclinarse ante el
Santo Dorado pero mostrándole la lengua por segunda vez a su
aprendiz.
La Casa de los Dos Peces estaba tan abandonada como las primeras.
De lo poco que entendió, dedujo que el aspirante de la Armadura de
Piscis estaba en entrenamiento, pero la verdad ya no estaba seguro
de nada. Siguieron adelante hasta encontrarse con la Cámara del
Patriarca. Caminaron sin prestar atención a los soldados que
vigilaban el lugar y finalmente se encontraron con una enorme
puerta cuadrada que fue abierta en par en par por el Santo de
Escorpio. Entraron a la habitación en donde una figura enmascarada
descansaba en un trono en una posición nada humilde. Erguido a su
lado tenía a un extraño hombre sin cejas y una larga túnica
blanca. Al ver que su maestro se hincaba en el suelo ante
semejantes personas, Milo se vio forzado a hacer lo mismo.
Finalmente había conocido al Patriarca. O al menos a su máscara.
-"¿Quién es este niño, Ewan?"- El hombre de pie habló.
-"Milo."
-"¿Lo has elegido como el futuro Santo de Escorpio?"- El Patriarca
aceptó entrar a la conversación pero no se levantó. Ni siquiera
inclinó su rostro para ver a Milo.
-"Lo he elegido para darle la oportunidad de serlo, su Santidad."Shion rió ante la presunción del Santo, a pesar de que ya estaba
acostumbrado a ella. -"Si usted lo permite, por supuesto."
-"¿Estás dispuesto a dar tu vida y muerte a Atena, Milo?"- El
Patriarca casi susurró la pregunta obligada a los aspirantes de
las Armaduras Doradas. No era como si alguno fuera a decir que no.
-"Si, señor."- A estas alturas, a Milo poco le interesaba Atena.
Solo estaba en el Santuario porque le divertía y le gustaba.
Además, sentía que no tenía nada mejor qué hacer.
Shion sonrió debajo de su máscara. Era obvio que el niño no tenía
mucho interés en la Diosa, al menos no el necesario. Eso era común
en los niños de su edad. Sería su maestro el que tendría la
responsabilidad de inculcarle el amor que le debían sus Santos a
Atena. Un nuevo cosmo en el cuarto llamó su atención.
-"Muéstrate, Mü."
Milo se atrevió a alzar y girar un poco su cabeza, al menos lo
suficiente para encontrar a la persona que tenía aquel nombre tan
curioso. Se trataba de un aprendiz vestido con ropa común. La
normalidad de su ropa contrastaba con la rareza de la persona que
la portaba. Largo cabello violeta, ojos azul oscuro, casi negros,
y dos puntos color vino en su frente sin cejas eran las extrañas
características de aquel niño que no parecía ser menor que él.
-"Buenas noches, maestro."- A Milo no le sorprendió escuchar de
aquel niño palabras casi inaudibles de tono sumiso.
-"Este es Milo. Él será el aprendiz de la Octava Casa."- Mü miró
en dirección al niño que se hincaba ante su maestro. -"Espero que
se lleven bien. Puede que algún día ambos peleen juntos."
-"Sí."- Caminó hacia el trono del Patriarca y tomó a éste de su
túnica negra para jalarla un poco. -"Es tarde, maestro."
-"Tienes razón. Es hora de que ambos descansemos."- Se puso de pie
utilizando su propio asiento como soporte y después se dirigió al
Santo de Escorpio. -"Es fácil ver quién es la constelación
guardiana del niño, Ewan. Claro que puedes ser su maestro."
Una inclinación más y un agradecimiento cerraron la corta reunión
con el Patriarca. Tanto Milo como su maestro se levantaron y
salieron de la habitación.
Arles observó a su hermano ser jalado a su cuarto por Mü. Una vez
que se vio solo, se sentó en el trono y cerró sus ojos sintiéndose
de repente sumamente cansado.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ewan y Milo llegaron en cuestión de minutos a la Octava Casa pues
esta
vez
no
se
toparon
con
ningún
tipo
de
obstáculos.
Aparentemente todos habían optado por dormirse temprano esa noche.
Milo fue guiado a un cuarto con una cama pequeña, un librero, una
mesa de noche y un escritorio. Ewan no se molestó en encender ni
una sola de las lámparas del lugar. Solo dejó amontonados en los
estantes los libros que había recogido del suelo una vez que
regresaron a Escorpio, y en una esquina del cuarto la mochila de
Milo quien, siguiendo las órdenes mudas de su maestro, se acostó
en la cama. Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerla. Quedó
profundamente dormido.
Ewan no pudo evitar sentir un poco de molestia ante esto.
-'Supongo que uno de los dos tendrá que cambiar sus hábitos de
sueño.'- Salió entonces del cuarto, cerrando lentamente la puerta
detrás de sí.
Sintiéndose demasiado despierto todavía se dirigió a su cava
improvisada. Tal vez si tomaba un poco, le daría un poco de sueño.
Y aunque no lo hiciera, al menos le harían la noche un poco más
agradable.
Comentario de la Autora: Ah, que el Ewan... me salió bien vicioso.
XD Pero es lindo ¿no? ¡DIGAN QUE SI! ¡DIGAN QUE SI! -.- Bueno, si
no quieren no lo digan. ¡Pero yo se que lo piensan! Jajaja! No se
crean. Sé que puede ser un poquito exasperante. Pero entiéndanlo.
Okey... veamos. Un Barbegazi es algo así como un gnomo de las
nieves que vive en Francia y Suiza (viene del francés barbes
glacées [barbas heladas o algo así]). Nombre indicado para el
hombrecillo este ¿no lo creen?
¡Ya salió el personaje onomatopéyico (Mü)! ._. Total, no creo que
salga otra vez hasta dentro de un buen rato. Y Saga... seguro ya
notaron que algo está pasándole. XD Pero finjan sorpresa ¿quieren?
Eso es todo por ahora. ¡Sí! ¡Espero que les haya gustado! ¡Domo
arigatou minna-sama!
Capítulo 12:  (Agua)
Eran las siete de la mañana. Usualmente, Milo se despertaba por lo
menos dos horas antes que eso pero aquella vez se atrevió a
quedarse dormido un poco más debido a que su nuevo maestro no
había ido a despertarlo. Se hubiera quedado en cama por otras dos
horas más si no fuera porque la idea de que todo aquello era una
trampa de Ewan para darle entrenamientos forzados por levantarse
tarde, cruzó su mente. Bastante preocupado, se levantó y se puso
las nuevas protecciones que Ewan le había colocado en una silla.
No se preocupó en cambiar los vendajes que estaban a punto de
caérsele y salió de la habitación, corriendo hacia donde sentía la
presencia del Santo de Escorpio. Parecía que era su habitación.
Tocó la puerta una vez y no recibió respuesta. Volvió a tocarla
pero el silencio fue el mismo. Se atrevió a entrar.
Hubiera sido mejor para Milo que no hubiera hecho esto, pues al
ver tan particular escena, se dejó caer a sí mismo en el suelo.
Tanta preocupación para que su maestro siguiera dormido en su cama
y con su Armadura totalmente regada por la habitación. Su primera
reacción fue la de ir a levantarlo, pero al acercársele y notar
que estaba tan plácidamente dormido prefirió no hacerlo (aunque
sospechaba que su consideración no iba a ser retribuida en ningún
momento). Sin molestarse en cerrar la puerta, permaneció de pie
fuera de la habitación sin estar seguro de qué era lo que tenía
qué hacer ahora. Optó por ir a reconocer el lugar.
No había mucho que ver en las áreas privadas de la Octava Casa.
Tres habitaciones, un vestíbulo que podría ser interpretado como
una sala y una cocina que más bien parecía bodega de restaurante.
El
niño
había
comenzado
a
sentirse
frustrado
de
las
'instalaciones' cuando entró al baño. Éste era una cámara enorme
cubierta de mármol blanco y con tres pozas. Una era llenada por
una fuente de agua caliente (cuyo vapor llenaba el cuarto con una
delgada niebla), la del otro extremo de la habitación parecía ser
llenada por una fuente fría. La mayor de ellas, y colocada en el
centro del cuarto, era alimentada por el agua de las dos pequeñas.
Desconocía hacia dónde iba el drenaje de aquellas termas. Solo
esperaba que no fuera agua reciclada desde la Cámara del Patriarca
hasta ahí.
Sintió un poco de irritación en el cuello y al rascarse se dio
cuenta de que sus vendajes estaban a punto de deshacerse. Salió
del baño y caminó por toda la casa hasta que en la habitación de
Ewan encontró un botiquín. No se molestó en evitar hacer ruido y
tomó todo lo que consideró necesario. Después corrió de regreso a
las termas, se quitó la ropa y lo poco que le quedaban de vendajes
y se sumergió en la poza mayor. Se bañó rápido pero asegurándose
de que no quedara ni un rastro de sangre seca en su cuerpo. Una
vez que terminó se vendó y vistió de nuevo.
Había pasado una hora desde que despertó y Ewan seguía dormido.
Total, no había comido desde hacía mucho tiempo y fue a la cocina
y se comió casi toda la fruta que encontró. Después de esto le dio
sed. Su atención se dirigió a una botella sin etiqueta que había
quedado sobre la mesa desde quién sabe cuánto tiempo. Encontró un
vaso limpio, se subió a una silla para alcanzar mejor la mesa y se
sirvió un poco de aquel líquido transparente ignorando el extraño
olor que despedía. Confiado de que era agua, lo llevó a su boca de
una sentada. Al sentir cómo su lengua era quemada por aquél
líquido tuvo que escupirlo y en su impresión casi rompe el vaso.
El niño comenzó a espantarse pensando que se había tragado un
detergente o algo así, cuando sintió la presencia de Antoine
entrando a la Casa. Limpió el líquido escupido con el primer trapo
que encontró a la mano y lo arrojó a un rincón de la habitación.
Dejó la botella en donde la había encontrado y la acompañó con el
vaso que aún tenía bastante de la sustancia corrosiva. Se bajó
inmediatamente de la silla y cuando vio a Antoine entrar a la
cocina puso su mejor cara de 'yo no fui'.
-"¿Ahora qué hiciste, pirómano?"- Tal vez no debió de haber usado
esa cara. -"¿En dónde está Ewan?"
-"Dormido."- Contestó apenado, suponiendo que le preguntaría por
qué no lo había despertado.
-"Que sorpresa."- Salió de la cocina y caminó hacia el cuarto de
Ewan. Cuando éste salió, Camus entró.
-"¿Y esa cara?"
-"Creo que tragué alcohol."
Milo se volvió a subir a la silla y tomó el vaso de la mesa para
luego entregárselo a Camus que lo llevó a su boca. Sabiendo que no
podía confiar de aquella bebida que solo los Dioses sabían qué
rayos había hecho Milo con ella, solo la probó con la punta de su
lengua que también sintió una quemazón.
-"Pues tiene alcohol."
-"Te lo dije."- Tuvo que reprimirse para no correr por toda la
Casa repitiendo '¡Me voy a morir!' una y otra vez.
Con su acostumbrada indiferencia, Camus salió de la cocina para
buscar a su maestro. Milo lo siguió. Apenas estaban llegando
cuando un grito desgarrador salió del cuarto de Ewan. Su aprendiz
corrió para ver lo que le había ocurrido y fue engañado por
tercera vez en aquella mañana al ver a su maestro completamente
mojado y a un sonriente Antoine con una cubeta con agua en las
manos.
-"¡Upsie daisy, Ewan! ¡Es una hermosa ma-"- Su saludo fue
interrumpido por un puñetazo de Ewan en plena mejilla izquierda.
Aunque el golpe no fue tan fuerte soltó la cubeta y cayó al piso
de manera aparatosa.
Camus también se asomó a la habitación y escuchó junto con su
maestro y Milo una sarta de palabras dichas tan rápidamente que
ninguno de ellos las pudo entender. Era lo mejor: todas esas
palabras eran maldiciones y vulgaridades.
-"Tampoco es para tanto, Escorpio."- Antoine se puso de pie,
rascándose la barba en donde había caído el puño de su compañero.
-"Solo quería que te despertaras para que hicieras tu trabajo como
maestro."
-"¿Maestro?"- Giró hacia la puerta para encontrarse a Camus y a
Milo. -"Oh... si. Supongo que lo olvidé."- Se sentó en su mojada
cama y se masajeó la sien con la mano derecha. Al parecer había
tomado un poquito más de lo acostumbrado la noche anterior. 'Ahora sí es la última vez.'
-"Ahora tienes una enorme responsabilidad. No puedes seguir con
tus malos hábitos."
-"¿Qué quieres que haga? No se cambian los hábitos de toda una
vida de un día para otro."
-"No, pero sí puedes empezar a cambiarlos hoy. Pero no vine a
despertarte ni a rehabilitarte."- Ewan alzó la ceja.
-"¿Y tu Armadura? ¿O es que ya ni eso quieres usar?"
-"Quiero que me hagas un favor."- Antoine ignoró la pregunta.
-"No te preocupes, tu muerte será rápida."- El Santo de Escorpio
susurró para sí en su lengua natal. -"¿Y ese es?"- Habló de nuevo
en griego.
-"Me iré del Santuario por un rato. Quisiera que Camus se quedara
contigo hasta mañana."
-"¿Tengo cara de niñera? ¡Por Donu!
suficiente con venir a despertarme!"
¡Como
si
no
tuvieras
-"Deja de blasfemar y dime si sí o no."
-"¿Por qué yo?"
-"Porque así empezarás con el pie derecho tu vida de maestro.
Además..."Miró
a
los
niños.
-"Ese
par
se
lleva
lo
suficientemente bien para no darte demasiados problemas. ¿Qué
dices? Si dices que no, la próxima vez que te tenga que despertar
enfriaré 'un poquito' el agua."
-"Supongo que el Patriarca ya sabe de esto."- De un rincón de la
habitación tomó una camiseta negra y se la puso. También recogió
del piso su adorno del brazo y se lo colocó.
-"De eso era de lo que te quería hablar ayer."- Era en la Cámara
del Patriarca en donde había pasado la mañana en la que Aioria y
Milo combatieron.
-"De acuerdo.
actos."
-"Confío en
del cuarto.
quitar ese
tomárselo."-
Pero
no
tardes
demasiado
o
no
responderé
a
mis
ti, Ewan."- Milo y Camus le abrieron el paso y salió
Regresó a los pocos instantes. -"Y hazme el favor de
maldito wodka de la mesa. Uno de ellos podría
Salió de nuevo.
-"Ni que fueran estúpidos."- Ewan se recostó en la cama con los
pies fuera de ella. La risa de Camus lo hizo levantarse. -"Supongo
que es hora de desayunar."- Había cambiado de nuevo de idioma. "Vayamos, mis estimados Ankou."- Salió del cuarto escurriendo de
su cabello el agua que aún permanecía en él.
-"¿Qué dijo?"
-"Me gustaría saberlo."
Ambos se quedaron sin moverse de su lugar hasta que Ewan regresó.
-"¿Qué? ¿No oyeron?"- Vio a Milo. -"Tú sabes inglés ¿no? ¿O he
hablado con el maldito aire todo este tiempo?"
-"No le entiendo, señor."- Ewan lo miró incrédulo por unos
segundos. -"Habla muy diferente a como el señor Saga lo hacía."
-"Ya haré suficiente cambiando mis hábitos de sueño. Acostúmbrate
a mi acento."- A pesar de todo, decidió hablar en griego; al menos
hasta que Camus se fuera. Ya después torturaría a Milo en su
totalidad.
-"Lo haré, señor."
-"Vengan que ya hace hambre."- Una vez más caminó hacia la cocina
y los niños lo siguieron.
Una vez ahí, Ewan recogió la botella y la tapó, metiéndola en su
cava que no era más que un pequeño armario lleno de varios tipos
de bebidas non-santas.
-"¿Ya desayunaste...
Acuario.
eh..."-
Miró
confundido
al
aprendiz
de
-"Camus."
-"Eso... ¿ya lo hiciste?"
-"Si, señor."
-"¿Qué tal tú, Adh seidh? Seguro que tienes hambre."- Mientras
decía esto caminaba hacia su frutero.
-"Ya comí."
-"Si... eso veo."- Levantó el frutero y lo colocó boca abajo para
dejar caer al piso una ciruela magullada. -"Diabhal... te acabaste
toda la fruta de la semana."
-"¿Lo siento?"- Milo contestó sonriente.
-"¡Deberías! ¿Ahora qué voy a comer?"
-"¡Cereal!"- El niño contestó como si hubiese sido la idea más
brillante del mundo.
-"Si... claro. Como tengo leche..."
-"¿Es un mal momento para decirle que tengo sed?"
-"Sí... y deja de burlarte de tu maestro."- Se sentó en una de las
sillas. -"Y lo mismo va para ti... Ka... lo que sea. Mientras
Antoine esté fuera será a mí al que tengas que obedecer, respetar
y adorar."- El niño asintió sin tomarlo demasiado en serio. -"Y
para esto ¿a dónde rayos fue Antoine?"
-"A Siberia."- Ewan finalmente le puso atención a Camus.
-"¿Para qué?"
-"No sé."
-"Ya veo. Entonces tendremos que preguntarle cuando regrese ¿no?"Vio a los niños y se puso de pie. -"¿Qué dicen, pequeños diabhal?
¿Quieren ir a Rhodorio?"
-"Los aprendices no deberíamos de-"
-"¡AH! ¡Inconsciente! ¡Yo no te pregunté qué tenían que hacer los
aprendices! Te pregunté si querías ir."
-"Yo si quiero."- Milo contestó con naturalidad.
-"Entonces vamos."- Salió de la cocina sin preocuparse en
cambiarse de ropa, mucho menos en ponerse la Armadura. Milo lo
siguió.
Camus se vio solo por unos momentos hasta que suspiró resignado y
siguió a su maestro temporal.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Así que tú también te vas?"- Kanon eludió el rostro de su
hermano mientras éste le explicaba que pronto tendría que comenzar
su misión en Cabo Sunión.
-"¿También?"
Esta vez Saga no tuvo problemas para encontrar hermano.
demasiado lejos de las 12 Casas. Había estado tomando el
mañana a través del derrumbado techo de lo que alguna
sido un templo más de los muchos que habían en la
Santuario.
No estaba
sol de la
vez había
zona del
-"¿No lo notaste? Antoine salió hace unas cuantas horas."
-"¿A dónde?"
-"¿Cómo quieres que sepa eso? Solo sé que se fue. En cualquier
caso tú deberías de saberlo porque pasó por tu Casa antes de que
vinieras para acá."
-"Supongo que ha decidido regresar a Siberia."- En efecto, Saga
había sentido como Antoine atravesaba su Templo pero no le había
prestado mayor atención a lo ocurrido.
-"No se puede ir. Tiene a su discípulo."
-"¿No se lo llevó?"- Su hermano negó con la cabeza. -"Entonces tal
vez tenga algún asunto pendiente allá ¿no crees?"
-"Tal vez. Por otro lado ¿qué importa? Ese hombre es molesto.
Tiene cara de vago."
-"Tendrá la cara pero tú tienes el vocabulario, la mente y el
comportamiento."
-"Si... ¿y cuándo te vas?"
-"Mañana. Y te advierto que vendré a visitarte sin previo aviso.
Solo para estar más seguros de que no harás nada malo."
-"Ya te dije que no te preocuparas, hombre. Además ¿qué podría
hacer? Si sabes que soy tan bueno como tú."
-"Dejémoslo así ¿de acuerdo?"
-"De acuerdo."- Sonriente se levantó y le ofreció su mano a Saga.
Éste lo ignoró y regresó a las 12 Casas.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El aire helado recorría el rostro de Antoine. Hacía tantos años
que no estaba en aquel lugar que casi había olvidado lo cegadora
que podía ser la nieve. El Santo de Acuario había regresado a
Siberia. Había dejado su Armadura en el Santuario ya que no estaba
acostumbrado a usar el ropaje en aquel lugar. Miró hacia al
horizonte y pudo ver la aldea de Ambarchik. Después de pasar aquel
pueblo llegaría a la cabaña en donde había vivido por tantos años
mientras aún estaba en entrenamiento. Los muros de hielo a su
alrededor lo hicieron sentir nostálgico por lo que se tomó su
tiempo para llegar.
Era sorprendente como un lugar que a primera vista parecía ser un
cementerio congelado podía llegar a tener pueblos e incluso
ciudades. El lugar al que se dirigía no era la gran cosa. No tenía
más de 300 habitantes y esto no había cambiado desde hacía
generaciones. Era un pueblo tranquilo, sobre todo si se
consideraba que era por esas regiones que muchos Santos con
habilidades afines a las bajas temperaturas entrenaban e incluso a
la larga decidían vivir. Si a todas esas circunstancias se le
agregaba el pequeño detalle de los Guerreros del Valle Azul que,
por cierto, Antoine sospechaba que aún seguían rondando por ahí,
pues la verdad el hecho de que los habitantes de la aldea no
hubieran huido por tanto guerrero era verdaderamente admirable.
Unos minutos de caminata adentraron a Antoine en Ambarchik. Una
voz familiar lo despertó de su melancolía.
-"¡Antoine! ¡Has vuelto!"- Un hombre de cabello castaño y una
barba casi tan tupida como la suya corrió hacia él mientras
luchaba contra su estorboso abrigo. Lo abrazó sin reservas.
-"Hace tanto tiempo,
abrazo del hombre.
Perchik."-
Antoine
sonrió
y
contestó
el
Comentario de la Autora: Keh... ni busquen información de
Ambarchik. Fue la primera ciudad del norte de Siberia que me
encontré. Podrán verla en el mapa pero en realidad me la
'cuchareé' como dirían mis colegas ingeniebrios. El título del
capítulo es algo dedicado a mi maestro de alemán... ¿Jirka?
Etto... lo conozco desde hace como 4 meses y todavía no me sé su
nombre. ¡Es que no le entiendo a su letra cuando lo escribe!
Total, él fue el que me dijo que wodka significa 'aguita' en ruso.
Lindo ¿ne? (nadie mencione el hecho de que es maestro de alemán y
no de ruso.) XD no pude evitar poner a Milo haciendo barbaridad y
media. ¿A poco no les ha pasado algo similar por andar metiendo
mano
en
cosas
en
donde
no
deberían
hacerlo?
¿Creen que exageré con el baño? Yo también lo creo... pero pues si
el Patriarca tiene un maldito onsen ¿por qué los demás no pueden
tener algo similar? Yo también espero que el agua no sea una
recirculación.
El nombre de Perchik lo tomé sutilmente del Violinista en el
Tejado. Una obra muy linda en mi opinión. Si la conocen entenderán
por qué del nombre... si no. Pues tal vez con esto quieran ver la
obra o la película. Sobre el personaje... pues ya el siguiente
capítulo entenderán más o menos qué onda con él, pero para saber
un poco más de los orígenes de Antoine y sobre este monito tendrán
que esperar un poco más.
Upsie daisy... no sé si así se escriba. Solo sé que era algo que
mi maestra de inglés nos decía cuando nos daba clases a primera
hora.
Donu era el nombre de una de esas diosas que parieron a todos los
demás dioses en las regiones escocesas. Un Ankou es un como que
espíritu que conduce un coche tirado por caballos que viaja por
los
caminos
nocturnos
del
Reino
Unido
(especialmente
Inglaterra). Este apodo no lo pensé demasiado. Solo pensé que se
oía lindo.
Vaya... XD pero cuanto comentario. Pero creo
ahora. ¡Espero les haya gustado! ¡Domo arigatou!
que
es
todo
por
Capítulo 13: (Siberia)
-"Sigue exactamente igual a como lo dejé."- Antoine caminaba sobre
el piso de madera de aquella cabaña en la que había vivido durante
tantos años. -"Necesita una buena limpieza."-"No esperabas que viniera a limpiar este lugar ¿verdad?"- Perchik
quitaba con sus guantes el polvo de una de las ventanas. Esto
permitió que un poco del reflejo de la nieve entrara a la
habitación pobremente iluminada.
-"No. Pero hubiera sido un lindo detalle."- Recorría con sus manos
las piedras de la chimenea de la cabaña. -"Se siente raro."
-"Me lo imagino. Sobre todo considerando el drama que hiciste
diciendo que no volverías."
-"Las cosas cambian, supongo. ¿Cómo está tu hija?"
-"Volviéndose toda una señorita, te lo aseguro. Pronto tendrá 14
años."
-"¿En serio? Entonces tal vez deba de llevarla al Santuario. Sabes
que estamos escasos de señoritas."
-"Claro y luego te daré a mi esposa y a mi perro."
-"Me parece un buen trato."
Los dos hombres
silencio.
sonrieron
y
-"¿Antoine? ¿Por qué has vuelto?"
permanecieron
en
un
agradable
-"De repente me dieron ganas de regresar a mis orígenes."
-"Ambarchik siempre estará abierta para ti, primo."
-"Lo sé. Si por eso vine. Ahora ayúdame a limpiar esto."
-"¿Piensas quedarte mucho tiempo?"
-"Sí. Creo que lo haré."
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¡Ya déjame"- En un restaurante del pueblo, Milo, Camus y Ewan
desayunan. O más bien, Ewan desayunaba mientras Milo molestaba a
Camus picándolo con un popote.
-"No."- Milo estaba aburrido. Ya no tenía hambre y hacer enojar a
Camus se había convertido en uno de sus pasatiempos favoritos.
-"¡Señor Ewan!"
-"Deja de molestarlo con el popote, Milo."- Tomó un tenedor y se
lo dio al niño. -"Esto es mejor."
-"¡Señor!"
-"¿Qué? Si están aburridos pueden salir. Los veo afuera en una
media hora ¿bien?"
-"¡Bien!"
-"Pero, señor..."
-"¿Acaso piensas escapar del Santuario, Ankou?"
-"No..."
-"¿Milo?"
-"Yo no."
-"¿Ves, Camus? Si ninguno de ustedes piensa huir entonces no hay
problema. Pueden irse."- Milo se bajó de la silla y salió
corriendo del lugar. Camus miraba incrédulo a Ewan. -"Resígnate,
niño. No es como si la libertad te fuera a asfixiar."
-"Sí, señor."- Con mucha más tranquilidad que la de Milo se bajó
de la silla y salió del restaurante preguntándose si Ewan en serio
era todavía más molesto que Antoine.
Una vez afuera tuvo que buscar a Milo por unos cuantos minutos. Lo
encontró pegado a la vitrina de una panadería, mirando con
especial atención (por no decir fascinación) los pasteles.
-"Mira todo eso. Quisiera comérmelos todos."
-"Te enfermarías de la panza."
-"¿Lo crees?"
-"Te enfermarías, te explotaría la panza y te morirías."
-"Pero moriría feliz."- Se pegó un poco más al vidrio del aparador
sin darse cuenta de las marcas que estaba dejando en éste con sus
manos y cara.
-"Pareces muerto de hambre."- Camus se sentía bastante avergonzado
del comportamiento de su compañero. Miraba y hablaba al suelo como
si así pudiera disimular que era el acompañante de semejante niño.
-"Hace tanto que no como un dulce."- Antes de que su mente
comenzara a idear algún extraño plan para poder conseguir por lo
menos uno de esos panes, el dueño del local salió mostrándoles una
cara de pocos amigos.
-"Niño, deja de ensuciar el vidrio si no quieres que te ponga a
limpiarlo."
Milo abrió la boca para decirle algo seguramente no muy amable al
señor, pero Camus se le adelantó y lo tomó del brazo, llevándoselo
del lugar casi corriendo. No se atrevió a soltarlo hasta que
llegaron a una fuente en donde Milo se sentó, manteniendo sus
brazos cruzados.
-"Ya verá ese señor. Cuando tenga mi Armadura regresaré
tienda y la destruiré y me comeré todos sus feos panes."
a
su
-"Gran motivo para obtener una Armadura."
-"Mejor eso que nada. Ese señor ese me rogará para que le reciba
toda su comida."
-"Ni que fueras a ser como el señor Saga."- Milo lo miró con
extrañeza. -"No a todos los Santos los tratan como si fueran
dioses."
-"Eso lo dices porque nada mas ven a tu maestro y se asustan."
-"El que asusta es el señor Ewan."
-"Eso es cierto."- Sonrió al recordar los rumores del Santo de
Escorpio. En el Santuario decían que Ewan era el más cruel de
todos los que habitaban en él, algunos llegaron a comentar que
podía matar con solo la mirada. La verdad era que Ewan era
solamente un hombre que hablaba raro y que tenía un problema con
eso de levantarse temprano. Por lo demás, no le parecía en lo
absoluto especial. Aún así, sabía que todavía le faltaba por
conocerlo. La idea de encontrar en él algo todavía más curioso que
su manía de ponerle nombres extraños a todos le emocionaba.
Milo volvió la cabeza al sentir la presencia de Saga. Confirmó la
llegada del Santo de Géminis con la mirada y después se bajó de la
fuente y caminó hacia él, seguido por Camus.
-"¡Saga!"
-"Buenos días, señor."- Camus enfatizó
denotarle a Milo su atrevimiento.
la
última
palabra
para
-"Debí imaginar que Ewan los traería a un lugar como este."
-"Estamos desayunando."- Ahora que Saga no era su maestro, Milo se
sentía en la total libertad de hablarle con la naturalidad con la
que siempre había querido hacerlo. Eso de ‘señor Saga’ le tenía
cansado, sobre todo si consideraba la relativamente corta edad del
Santo de Géminis.
-"Se nota. Que tengan buen provecho."- Caminó hacia la fuente en
la que los niños habían estado antes y se sentó en ella. Después
tomó un poco de aire. -"Su Ilustrísima me ha dejado una misión muy
importante, Milo. Mañana iré a Cabo Sunión. Estaré un buen rato
fuera. No nos veremos en un rato."
-"¿Señor? ¿Qué hará ahí?"- Camus no pudo ocultar su curiosidad.
Sabía que el Patriarca pocas veces daba órdenes. Si había hecho
una tenía que tratarse de un asunto muy importante.
-"Vigilaré a Poseidón. Solo para evitar que haga algo en contra
del Santuario."
-"El señor Ewan nos espera, Camus."- Milo no miró a Saga mientras
caminaba de regreso al restaurante en el que estaba su maestro.
Aún faltaban 15 minutos para la media hora.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Se había hecho de noche en Atenas. Ewan no se preocupó demasiado
en 'estrenar' a su alumno. Dejó a Milo y a Camus practicando entre
ellos mientras los observaba y pensaba en algún plan maquiavélico
de como vengarse de las burlas de Milo. El día pasó rápido y los
tres regresaron a la Octava Casa poco antes de que el sol se
ocultara. Puso a los niños a leer mientras él intentaba dormir.
Los niños 'estudiaban' sobre la cama del cuarto Milo.
-"¿Por qué estas enojado?"
-"No estoy enojado."- Milo había hablado poco o nada desde que
vieron a Saga. Ese día se limitó a comportarse como un aprendiz
normal y esto era sumamente raro en él.
-"¿Es por Saga?"- Milo no dijo nada, solo mantuvo su atención en
las letras del libro que tenía enfrente. -"Él podría convertirse
en Patriarca. No esperabas que se quedara en el Santuario para
jugar contigo todos los días ¿o sí?"- Milo negó con la cabeza. "Entonces déjalo. No vale la pena."
-"¿Y qué sí?"
-"Atena."- Milo se dignó a alzar la vista y miró a Camus con
incredulidad. Sabía que él era demasiado estricto en los asuntos
del protocolo pero no esperaba que en serio pensara del modo en el
que actuaba. No. Camus era un payaso pero no un idiota. Era solo
que le gustaba engañarse a sí mismo.
-"Si. Es cierto."- Mentiría una vez más. Era una pena. Se le
estaba haciendo costumbre. -"Me voy a dormir."
-"¿Ya?"
-"Aún estoy cansado."- Dejó el libro arrumbado en una esquina de
la cama y quitó las cobijas para luego meterse debajo de ellas.
Esperó unos minutos y fingió dormir.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Al día siguiente, el desayuno fue un poco más convencional. Milo,
Camus y, sorprendentemente, Ewan pasaron parte de la mañana en la
cocina intentando preparar un soufflé. Al final se tuvieron que
dar por vencidos y se conformaron con huevos revueltos. Milo había
despertado de mejor humor pero al sentir el cosmo de Saga yéndose
del Santuario volvió a dejar de hablar.
-"¿Adh seidh? ¿Te exorcizaron o qué?"- El niño negó con la cabeza
y Ewan volteó a ver a Camus, sospechando ligeramente lo que había
ocurrido. -"¿En dónde está Saga, Ankou?"
-"Está en Cabo Sunión."
-"Ese Saga se la pasa de vacaciones. Y dicen que yo soy una mala
influencia. Por cierto, hablando de malas influencias, me parece
que tu maestro ha regresado, Ankou."
-"Sí, señor."
-"Que mal. Y yo que los iba a poner a limpiar la cocina. Necesita
una buena manita de gato."
En efecto, a los pocos minutos Antoine llegaba a la cocina de la
Octava Casa.
-"Mis ojos me engañan. Ewan de Escorpio despierto antes de las 7
de la mañana. ¿Será una ilusión?"
-"No me provoques, Acuario."
-"¿Acuario?"- Se sentó en la última silla libre del cuarto. -"Vaya
que estás dormido. Ni un apodo original."
-"¿Qué nos trajiste de Siberia?"
-"Veo que los rumores en el Santuario se expanden como pólvora."Le dirigió a Camus una mirada de reproche, pero éste la ignoró.
-"¿Qué?"
-"¿Qué de qué?"
-"Que malo eres. ¿Fuiste a Siberia y no me trajiste ni un wodka de
frigo bar?"
-"¿Has terminado, Camus?"
-"Sí señor."
-"Entonces ven."
-"Antoine."- El Santo de Acuario no se atrevió a mirar a Ewan. –
"¿Cómo está todo en Siberia?"
-"Congelado. ¿Qué esperabas?"
-"Supongo." ‘No te lleves al Ankou a Siberia, Barbegazi. Lo harás
un monstruo. Si de por sí ya está loco.’- Antoine ignoró las
palabras que Ewan dejó vertidas en su mente.
El maestro y su alumno se pusieron de pie y después de un somero
agradecimiento salieron de la Octava Casa en dirección a la Décimo
primera.
Ewan también se levantó y comenzó a recoger los platos (que, por
razones prácticas los había comprado desechables).
-"Adh seidh, confía en Atena. Al final de cuentas es lo último que
nos queda."- Había vuelto a hablar en inglés, pero habló lo
suficientemente lento como para asegurarse de que Milo lo
entendiera. -"Levántate. Es ahora que empieza lo bueno."
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Saga estaba ante el acantilado de Cabo Sunión. La marea apenas
bajaba, pero la brisa había comenzado a soplar hacia la playa.
Al principio se había sentido orgulloso de la responsabilidad
encomendada por el Patriarca, pero una sombra de duda había
comenzado a aparecer. El lugar no estaba a más de una hora del
Santuario. Aún así, el Kyoko había lucido más que impaciente por
encontrar a alguien dispuesto a permanecer en aquel lugar como
vigía. No podía dejar de pensar que tal vez le había dado esa
orden para sacarlo del camino. El desagrado de Saga hacia Aioros
no era un secreto y puede que Shion esperase que mandándolo ahí se
asegurara
de
que
el
Santo
de
Sagitario
no
tuviera
un
‘desafortunado accidente’.
-"¿En qué cosas pienso?"- Saga se rió de sí mismo. Al parecer
Kanon lo había convertido en un paranoico.
-’Aioros será el sucesor del Patriarca. Tú lo sabes mejor que
nadie.’- Aquella voz de nuevo. –‘Si mataras a Aioros, el Patriarca
no dudaría en hacerte su sucesor. No si eres lo suficientemente
cuidadoso.’
Saga odió aquella voz pero tampoco hizo algo para callarla. ¿Quién
sabe? Tal vez hasta podría acostumbrarse a ella. Miró hacia el
acantilado y se encontró con la prisión de piedra reservada para
los más altos traidores de Atena. Buscó las escaleras que llevaban
a ella y las bajó.
Una sonrisa que no parecía ser suya recorrió su rostro.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Camus, no has mejorado en nada desde hace semanas."- Antoine y
su discípulo llegaron a Acuario. No hablaron en el trayecto. Más
bien, Antoine no habló con Camus en el trayecto como era su
costumbre. El niño se sorprendió al ver a su maestro tan
pensativo. No recordaba cuándo fue la última vez que lo vio así. "Ya no has podido descender ni medio grado. Te has quedado
totalmente estancado y a este paso empeorarás antes que mejorar."Camus no estaba seguro de a qué era lo que quería llegar su
maestro. Sabía que aquello era totalmente cierto pero no sabía por
qué había sacado a relucir el asunto tan de repente. -"Prepara tus
cosas."- Camus alzó la vista asustado. -"Mañana nos iremos del
Santuario."- Le entregó al niño una mirada paternalista. -"Iremos
a Siberia. Solo ahí podrás acercarte más al cero absoluto. Te
dejaré el día libre. No sé cuándo regresaremos.”- Hizo una pausa.
-”Ni siquiera sé si yo regresaré."- Sus últimas palabras fueron
dichas más para él mismo que para Camus.
-"¿Cómo es Siberia, señor?"
-"¿Cómo?"- Antoine sonrió. -"Es fría pero muy bella. Te aseguro
que nunca has estado en un lugar igual. Creo que te gustará.
Aunque no hay muchas personas."
-"¿Cuándo nos vamos?"
-"Hoy en la noche."
-"Prepararé mis cosas."
Camus caminó a su habitación con un poco más de entusiasmo del que
Antoine hubiera querido.
-‘No te lleves al Ankou a Siberia, Barbegazi. Lo harás un
monstruo.’- Las palabras de Ewan hicieron eco en su cabeza.
Sospechaba que el hombre tenía razón. De por sí Camus era
retraído. ¿Qué pasaría con él después de que lo llevara a un lugar
en donde había menos de 3 personas por kilómetro cuadrado? Por
otro lado, no tendría opción si quería que el niño se convirtiera
en su sucesor. Aún le faltaba demasiado por aprender.
Por ahora solo restaría esperar.
Comentario de la Autora: Finalmente pude subir este capie... qué
cosas. Ya todos saben lo que va a pasar a continuación ¿ne? Ya
saben, de todos modos finjan sorpresa. Los próximos capítulos
serán un poquitín más oscuros. No demasiado. Pero eso sí, habrá
mucho misticismo. Este capie resultó ser bastante fácil de
escribir al principio... pero luego tuve problemas porque me fui
un poco de la raya con los sentimentalismos. El asunto aún no está
para eso. Ya veremos si aplica un poco más adelante. Quiero
agradecer en especial a cierta personita por haberme ayudado *0*.
XD
vos
sabes
quien
sos...
finge
demencia.
._. Oh si... a partir de ahora la historia dará los vuelcos
esperados. XD ¡Que lindo! ¡Domo arigatou!
Capítulo 14: (Scarlet)
-"¿Eso es todo?"- Milo cayó por enésima vez al suelo por uno de
los golpes de Ewan. -"Aioria debe de ser un idiota para haber
perdido contra ti."- Ya no podía levantarse. Llevaban horas
entrenando. O más bien, Milo llevaba horas recibiendo golpes
directos del Santo de Escorpio. -"¿Es que Saga me consiguió a un
aprendiz de Bronce?"- Ewan caminó hacia el niño y cuando se
encontró lo suficientemente cerca pateó suavemente su abdomen. "No. Un niño de Bronce al menos me respetaría."- Se inclinó hasta
poder sujetar al niño de su camisa y lo alzó hasta tenerlo a su
nivel. -"¿Qué pasa, Adh seidh?"- Lo dejó caer de nuevo al piso. "¿Por qué no me atacas? ¿Te doy tanto miedo?"
Miedo.
Ese sentimiento se estaba haciendo odiosamente común en él.
Tendría que hacer algo para desecharlo, pero de eso se preocuparía
después. Decidió levantarse nuevamente. No planeaba dejar de
hacerlo hasta que cayera muerto o inconsciente. Milo sabía que una
de esas dos era precisamente la meta de Ewan, al menos
parcialmente.
-"Te diré un secreto, Adh seidh. Cuando tengas que pelear en
contra alguien con quien no quieres luchar, solo imagínate que es
otro. A mí me funciona. Aunque no es fácil compararte con el
idiota de Tauro. Tú puedes imaginarme como Aioria. Seguro que con
lo de anteayer no te fue suficiente."
-'¿Pelear contra Aioria? Ni que no tuviera otra cosa mejor que
hacer. Además ni se parecen. ¿Y qué tiene que ver Jothan con todo
esto? Dioses, me está viendo. ¿Qué quiere que haga? ¿Me dijo que
hiciera algo? ¡Apenas y le entiendo! Está peor que Camus con su
estúpido acento.'
-"¿No te sirve Aioria?"- Se puso en guardia. -"¿Qué tal Saga?"Pudo ver como los ojos de Milo brillaron ante estas palabras. -"Lo
supuse."- Finalmente niño se movió.
Milo intentó atacarlo en cuatro ocasiones pero las cuatro fueron
eludidas sin mayor problema por el Santo de Escorpio. Fue en el
último intento que no pudo evadir el contraataque de Ewan, por lo
que volvió a ser arrojado al suelo con un puñetazo en el rostro.
-"Mucho mejor."
Su aprendiz se levantó de nuevo, esta vez extendiendo su brazo
derecho y su índice hacia él. Si no podía golpearlo directamente,
al menos intentaría atacarlo de lejos. Dejó que su cosmo rodeara
su dedo índice y éste fue cubierto por su ya distintivo color
rojo. Después, el haz de luz salió disparado en contra de Ewan.
Aquel golpe fue todavía más rápido que el que le había propiciado
al aspirante de Leo así que Ewan no se tomó el tiempo para
eludirlo. La delgada hebra de energía fue detenida abruptamente
por la Armadura de Escorpio, haciéndola desaparecer como si, en
efecto, solo hubiera estado hecha de luz. Aún así, el Santo se vio
forzado a retroceder un par de pasos.
-"¿Lo ves Adh seidh? Si vas a hacer algo que no quieres al menos
diviértete haciéndolo. Así todos salen ganando. Al menos los que
se lo merecen."- Una pequeña criatura moviéndose a lado de una
piedra a los pies de Milo llamó su atención. Se acercó a ella y
con el índice y el pulgar la levantó para luego colocarla sobre la
palma de su mano.
-"Mira esto."- Extendió su mano completamente. Milo pudo ver que
se trataba de un escorpión naranja de no más de 5 centímetros de
largo, sin contar aguijón. -"Es una hembra. No tiene más de un
mes. ¿Por qué no te la quedas?"
-"¿Para qué?"
-"No lo sé."- Colocó al arácnido entre el cabello de Milo. -"No
estoy seguro, pero puede que al menos te enseñe a dejar de ser tan
egoísta."
-'¿Yo? ¿Egoísta? ¿Y usted?'
-"Les gustan los lugares húmedos y oscuros. Procura darle de comer
cada tres o cuatro días."
-"¿Y estas cosas qué comen?"- Agachó su cabeza, haciendo que el
escorpión cayera al suelo y luego lo tomó por el aguijón del mismo
modo que su maestro lo había hecho.
-"Insectos, claro."
-'Por supuesto. ¿Cómo no lo vi?'
-"Pero les gustan los frescos. Así que sería bueno que comenzaras
un criadero de grillitos o algo así. Es más, ¿por qué no vas ahora
mismo a cazar algunos aperitivos para tu nueva mascota?"
-"¿Eh?"
-"¿No me entendiste? Que fueras a conseguir comida para tu nueva
mascota."- Tomó a la criatura entre sus manos. -"Cuando atrapes a
los suficientes regresa a la Casa. Te hace falta una lección de
biología."
-"Sí, maestro."- Esperó a que Ewan desapareciera en la distancia.
-'Solo lo hace para fastidiarme. No me vuelvo a acabar su comida.'
Resignado y sintiéndose especialmente estúpido, comenzó a vagar
por el Santuario buscando algún insecto lo suficientemente grande
y lo suficientemente no ponzoñoso para que pudiera llevarlo de
regreso con su maestro.
Se quitó la camisa y la utilizó como 'bolsa' para guardar las
cosas que encontraba (que, por cierto, no eran muchas). En su
cacería llegó a una formación rocosa y cuando intentó atrapar a un
grillo se resbaló y rodó al suelo. Cuando volvió a abrir los ojos
se encontró a los pies del Santo de Sagitario. Alarmado, examinó
su playera para confirmar que al menos una buena parte de sus
presas seguía viva, suspiró aliviado.
-"¿Milo?"- Aioros lucía sorprendido.
llegaba rodando de la nada.
No
siempre
un
aprendiz
-"Eh... buenas tardes, señor."
-"¡Milo!"- El niño respondió a su nombre para encontrarse con
Aioria que como siempre tenía una enorme sonrisa en su rostro. Se
puso de pie.
-"¿Cómo estás?"
-"Bien." ‘Y yo que creí que ya me había librado de ti.' "¿Y tú?
¿Cómo sigues?"- Aparentemente, Camus le había contagiado algo de
su enfermiza formalidad.
-"Yo bien. Fue solo el susto yo creo. Pero fue una buena pelea.
Estamos bien ¿no?"
-"Sí."- Se forzó a sí mismo a contestar.
-"Que bueno que el señor Saga ya no es tu maestro."
-"Aioria."- El hermano del aprendiz lo reprendió.
-"Lo siento."
-"¿Qué tanto llevas ahí?"- Aioros parecía estar más que intrigado.
-"Comida."
-"¿Comida?"
-"Me tengo que ir. Me esperan."- A menos eso era lo que quería
aparentar, sin voltear a ver a los hermanos salió corriendo del
lugar antes de que le cuestionaran sobre cualquier otra cosa.
Tomándose su tiempo para regresar, llegó a la Octava
encontró a su maestro en la sala principal, así que fue
la cocina en donde no solo vio a Ewan contemplando al
que había dejado sobre la mesa, sino que también a Camus
no con muy buenos ojos, al inmóvil artrópodo.
Casa. No
directo a
escorpión
que veía,
-"Mira quién te vino a visitar, Adh seidh. ¿No es lindo? Pareciera
que le gustó estar con nosotros."- Sonreía maliciosamente mientras
observaba a Camus que no había entendido ni una sola palabra de lo
que había dicho. -"¿Los trajiste?" Milo asintió y colocó su camisa
sobre la mesa. -"¿Los traes ahí? ¡Pudiste haberlos matado! Espero
que al menos los hayas elegido de la misma especie."- Con un par
de dedos examinó el contenido de la camisa. -"Si que necesitas
saber algo de biología. ¿Creías que un escarabajo se puede aparear
con un saltamontes?"- Dio una pausa para permitir que Milo le
contestara, pero el niño no parecía tener respuesta alguna. -"¿Qué
digo? Ni has de saber lo que es aparear. Vaya... debí suponer que
Saga no te hablaría de temas tan profanos como esos. Claro que es
tan joven que tal vez ni él mismo sepa sobre el asunto."- Se
levantó y tomó la camisa-insectario. -"Iré a buscar algo en donde
poner estas cosas. Regreso en unos minutos."- Salió de la cocina.
-"¿Qué haces aquí?"
-"Nada."- Camus esperó a que Milo se sentara en la silla antes
ocupada por Ewan. -"Solo vine."
-"Si, claro."- Estaba acostumbrado a que Camus no le dijera ni la
mitad de las cosas en las que pensaba. De hecho, a veces hasta se
había cuestionado sobre la misma existencia de los pensamientos de
su compañero. Por eso no siguió interrogándolo. Tarde o temprano
hablaría. Al menos eso suponía. Tampoco es que fuera un asunto que
lo preocupara demasiado. -"¿Qué opinas de mi mascota?"
-"Es fea."
-"No tanto. Solo si la ves muy de cerca."- Recargó su cara en sus
brazos y se recostó parcialmente en la mesa, mirando directamente
al escorpión. -"Pero es muy aburrida."
-"Tal vez tenga sueño y por eso no te come."
-"El señor Ewan dice que es niña ¿cómo lo sabrá?"
-"Conociéndolo tal vez te lo inventó."
-"Si, tal vez."- Alzó su cabeza para ver a Camus. -"¿Cómo le
pongo?"
-"¿De qué?"
-"De nombre."
-"¿Para qué quieres un nombre? No es como si la fueras a entrenar"
-"¿Tú que
Scarlet."
sabes?"-
Camus
no
contestó.
-"Creo
que
se
llamará
-"Qué original."
-"A mí me gusta."- Retomó su atención a Scarlet. Ahora el niño
acariciaba con su dedo índice el lomo de la criatura.
Milo y Camus se dieron uno más de esos muchos momentos de silencio
que solían darse. El segundo suspiró y finalmente decidió decirle
a Milo del porqué de su visita.
-"Me voy a Siberia."
-"¿A qué?"- Milo no le dio mucha importancia a la declaración.
Siguió jugando con el animal.
-"A entrenar."- Milo quedó estático. Solo se limitó a mover sus
ojos en su dirección como si hubiera creído haber oído mal. La
verdad era que no se sentía muy optimista al respecto. -"El señor
Antoine dice que ahí podré acercarme todavía más al cero
absoluto."
-'¿Todavía más? ¿Qué más cerca a ese cero absoluto quieres
estar?'- Sus ojos regresaron a su mascota. -"¿Por cuánto tiempo?"
-"No sé. Creo que hasta que gane mi Armadura."
-"¿Cuándo te vas?"- Tragó saliva y su mano derecha oculta entre
sus codos comenzó a sujetar con fuerza el borde de la mesa.
-"En una hora. El señor Antoine quiere que pase la noche ahí."
-"Entonces más te vale conseguir tu Armadura pronto."- Se bajó de
la silla. -"Porque si regresas sin ella te voy a matar a golpes."No esperó a que Camus le contestara. Salió de la cocina con el
rostro en alto y los puños cerrados con fuerza.
Una vez al sentirse fuera del rango visual de su compañero, Milo
se atrevió a caminar un poco más rápido hasta que llegó a la sala
principal, en donde Ewan tenía un recipiente de plástico con sus
pequeñas presas. Estaba de pie ante él, como si lo hubiera estado
esperando. No se preocupó en mirarle siquiera y siguió su camino
fuera de la Octava Casa.
-"Milo."- Aquello fue un susurro. El niño no se detuvo, fingiendo
no haberlo oído. -"¡Milo!"- Su nombre retumbó entre las paredes de
la Casa. Dejó de caminar. -"Recuerda lo que te dije de Atena, Adh
seidh. Llora todo lo que quieras hoy, pero mañana no me vengas con
tus lamentaciones."
El niño asintió y continuó caminando, aún sin ver el rostro de su
maestro.
Bajó por las largas escaleras de las 12 Casas y, al sentirse en la
Tercera, corrió todavía más rápido de lo que lo había estado
haciendo. Salió de los Templos pero no se detuvo. Corrió
instintivamente hacia el extremo oriente del Santuario. No dejó de
hacerlo hasta encontrarse con el cosmo que, apenas sabiéndolo,
había estado buscando.
-"¿Milo?"- Kanon vio los ojos llorosos del aprendiz de Escorpio. "¿Qué pasa?"- Tenía una ligera idea de lo que era, pero no se
atrevió a saltar a conclusiones. Solo esperó a que el niño
reaccionara pero cuando llegó el momento, las cosas salieron mucho
muy diferentes a lo que esperaba.
Milo corrió hacia Kanon y lo abrazó. Fue entonces que dejó salir
las lágrimas que habían sido reprimidas desde hacía quien sabe
cuánto tiempo. Con los segundos comenzó a gritar como si su alma
se le fuera en ello. Kanon poco entendía lo que sucedía. No
entendía el por qué de la enorme cantidad de dolor que el niño
parecía tener. Tal vez ni siquiera era dolor. Tal vez solo era
frustración. Tal vez era de todo un poco. Se atrevió a colocar su
mano en la cabeza de Milo y acarició sus cabellos que ya habían
crecido hasta un poco más arriba de sus hombros. No dijo nada. Y
aunque hubiera sabido que decir, seguramente Milo no lo hubiera
escuchado.
El niño lloró por muchos minutos sin darse siquiera un solo
respiro. Finalmente pareció quedarse sin lágrimas. Esperó otros
minutos más para recuperar su aliento y se separó de Kanon,
limpiándose el rostro mientras miraba hacia el suelo, avergonzado
de la escena que acababa de realizar.
-"¿Tú también te irás?"- Kanon confirmó sus sospechas.
-"¿A dónde?"
-"Saga y Camus se van."
-"Yo no me iré. No es como si tuviera algo que hacer fuera del
Santuario."- El niño se lo agradeció por medio de un breve
silencio.
-"Se van como si nada."- No lo dijo, pero Milo estaba sumamente
enojado porque ni Saga ni Camus le pidieron permiso para irse.
Sabía que ninguno tenía opciones. Aún así, su mente exigía una
explicación más razonable a sus comportamientos.
-"¿No hiciste tú
curiosidad. –"¿Con
de enojo de Milo.
Además, no es como
exagerado."
algo parecido?"- El niño alzó el rostro con
esa mujer? ¿Con Altea?"- Sonrió ante la mirada
–"Tú solo perdiste a gente que te simpatiza.
si no los fueras a volver a ver. Ya no seas tan
-"No quiero."
-"Ni tan berrinchudo. Ellos volverán y cuando lo hagan vendrás a
molestarme diciéndome que ya no los aguantas."
Milo asintió sonriendo ligeramente y se despidió. Después caminó
de regreso a las 12 Casas como si nada hubiera pasado.
-‘Este niño está bien loco.’
El viento comenzó a soplar y Kanon se abrazó a sí mismo. Esa noche
sería muy fría.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Qué opinas?"- Parecía ser de noche en Ambarchik pero la verdad
era que aún no pasaban de las seis de la tarde. El Santo de
Acuario y su aprendiz caminaban sobre el piso congelado de las
afueras de la aldea. La cabaña en donde vivirían por los próximos
años se veía a la distancia. La blancura de la nieve hacía que
toda la tierra y sus muros brillaran casi por sus propios medios.
Antoine no llevaba consigo su Armadura. Se había conformado con un
ligero abrigo para protegerlo.
-"Está bien."- Camus por su parte se estaba congelando. Los dos
abrigos que llevaba puestos estaban lejos de ser suficientes para
calentarlo.
Nunca
había
experimentado
tanto
frío.
Muy
al
contrario, incluso en los inviernos más helados de Francia o de
Grecia había llegado a sentir calor. Antoine tenía razón: Siberia
era un lugar completamente diferente a cualquiera en el que
hubiese estado antes. Permitió que un suspiro volviera a salir por
sus labios, formando un vaho tan nítido que parecía que se iba a
convertir en nieve ante sus propios ojos. Un reflejo colorido en
la nieve hizo que alzara la vista para encontrarse con una hermosa
banda de colores en el cielo.
La Aurora Boreal había aparecido.
Comentario de la Autora: BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡CAMUCHIS SE
FUE! ¡SE FUEEEEEEEEEEEEEEEEE! T_T ES TAN TRISTE! *coff* ._. O al
menos algo triste ¿no les parece? Este capie me gustó bastante
pero me costó mucho trabajo. La sensibilidad de Milo es un asunto
que considero delicado. Obviamente le puse sensibilidad escorpina.
¿Qué significa esto? Que se pone a llorar por ninguna razón
aparente como histérico y que una vez que termina se va bien
campante. Eso tenemos mucho nosotros los escorpiones. Como que nos
aguantamos todo lo que ocurre hasta que hay un punto en el que no
aguanta más y explota, pero una vez que explota todo vuelve a ser
normal.
Para todas las fans del acuariano, por supuesto que Camuchis
volverá a salir. El asunto es que tardará varios capies en
hacerlo. ¡Pues claro! El señorito se fue a Siberia y durante los
siguientes capies pasarán muchas cosas importantes en el Santuario
como
para
que
me
vaya
a
visitarlo
a
Rusia.
Ay... sobre Scarlet... XD ¡NO PUDE EVITAR PONERLA! ¡SIMPLEMENTE NO
PUDE! ._. Para más información leer "Las Nuevas Aprendices". Dudo
que haga algo importante en la trama de la historia. Pero es un
toque
lindo
¿no
creen?
XD
¡Domo arigatou a todos!
Capítulo 15:  (Shura)
-"¿Qué quieres hacer? ¿Dejarlos
confeti ensangrentado?"
medio
vivos
o
convertirlos
en
-"Lo siento, señor."- Qué irónico. Había descubierto el último
cosmo desde hacía semanas y aún no podía hacer algo tan sencillo
como mantener con ‘vida’ un objeto semejante.
-"Tampoco lo sientas tanto. Es solo que no creo que te gustaría
ser cubierto por la sangre de tu enemigo. No es agradable. Al
menos para mí no lo es."
Al Santo de Escorpio parecía molestarle mucho la sangre. Fue por
eso que quiso que Milo desarrollara y mejorara aquel ataque que
había inventado hacía más de un mes en su pelea contra Aioria.
Para ayudarlo a entrenar había ideado un extraño plan en el que
tenía que lanzar su 'aguja' (como él lo había llamado) a unos
cuantos costales de harina. La idea era que la bolsa no se
rompiera. Desafortunadamente, Milo aún no era muy bueno así que
ahora tenía una delgada capa de harina sobre todo su cuerpo.
-"Supongo que no."
-"Ya me lo dirás cuando tengas que matar a alguien."- De repente
Ewan volteó en dirección contraria a las 12 Casas. Lucía
sorprendido; incluso preocupado.
-"Shura ha vuelto."- Susurró.
-"¿Quién?"
-"Lo siento, Adh seidh. Tengo que irme. No tardo mucho."- Sin más
explicación se fue corriendo a una de las entradas del Santuario.
-"¿Shura?"
-"Vaya, creí que nunca se iría."
Milo reconoció la peculiar voz de Aioria. Entonces lo vio salir de
detrás de unas columnas derrumbadas cerca de donde había estado
entrenando. El niño corrió hacia él.
-"Deberías de verte. Pareces fantasma."
-"Si... no es fácil."- Se atrevió a sonreírle un poco. Desde que
Camus se había ido, había tenido que acostumbrarse a estar con el
aspirante de Leo. A la larga notó que no solo no era tan estúpido
como pensaba que era, sino que hasta podía ser divertido estar con
él. No era que pasara todos sus ratos libres con Aioria, pero al
menos ya no le huía.
"¿Y el señor Aioros?"
-"Se fue corriendo a la Novena Casa. Creo que esperará a Shura
ahí."
-"¿Sabes quién es ese?"- Aioria asintió enérgicamente.
-"¿Tú no?"
-'Claro que lo sé. Solamente
simple hecho de hacerlo.'
me
gusta
preguntar
cosas
por
el
-"Es el aspirante de Capricornio. Tiene solo tres años más que
nosotros pero mi hermano dice que es muy fuerte. Supongo que ha
regresado de los Pirineos."
-"¿Y eso dónde está?"
-"En España."- Dudó. -"Creo. Son unas montañas en el oeste. Ha
estado entrenando ahí por 4 años. Yo nunca lo he visto. Espero
hacerlo pronto."
-"¿Y qué haces aquí?"
Hubo una pausa y luego el aspirante de Leo puso una sonrisa algo
sospechosa.
"¿Te gustaría ir al territorio de las Koree?"- Últimamente Aioria
pasaba su tiempo paseándose cerca de la barda que separa a las
Koree del resto del Santuario. Al principio solo lo hacía porque
le divertía hacer algo prohibido, pero después comenzó a quedar
fascinado ante los entrenamientos de las mujeres. Estaba intrigado
por el modo en el que criaturas que parecían ser tan frágiles
pudieran emanar tanta cantidad de energía y de golpear con tan
poca consideración al contrincante. De repente, al verse solo, le
pareció buena idea compartir su descubrimiento con alguien más.
Milo era el más cercano.
-"Mi maestro dijo que no tardaría mucho en regresar."
-"Vamos. Será divertido. ¿Cuándo fue la última vez que viste a una
mujer?"
-"¿Por qué querría ver a una Koree? Para ver una máscara mejor voy
con el Patriarca."
-"De acuerdo. Pero si cambias de opinión ya sabes en dónde estoy."
Se fue del lugar corriendo y despidiéndose con la mano como estaba
acostumbrado a hacerlo.
Milo estuvo a punto de tumbarlo por los pies para evitar que
hiciera alguna tontería entrando a territorio prohibido, pero una
presencia familiar llamó más su atención que la desvergüenza de
Aioria. Aquella presencia definitivamente no le pertenecía a ese
tal Shura.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un niño de nueve años corría lo más rápido que podía hacia las 12
Casas. Shura había estado fuera del Santuario por muchos años y
estaba feliz de regresar a lo que consideraba como su hogar.
Especialmente estaba interesado en reencontrarse con Aioros, el
nuevo Santo de Sagitario. Ya quería ver la cara que pondría cuando
le viera. Las cosas habían pasado tan rápido que ni él se las
creía.
Su recorrido y sus pensamientos fueron interrumpidos por otra
persona que se movía aún más rápido que él y que lo había
interceptado. Ambos se detuvieron abruptamente.
-"¿Ewan? ¿Qué pasa?"
-"Has regresado."
-"Después de lo que me pareció una eternidad."
El aspirante de Capricornio estaba completamente cubierto por una
capucha marrón. Lo único que se podía distinguir de él era su
boca.
-"Había escuchado que te habías hecho muy fuerte. El más fuerte de
todos los aprendices."
-"Aioros es el que tenía el título."
-"Aye. Tenía. Ahora él es un Santo."- Miró la sonrisa del joven. "Entonces es cierto."- Ewan caminó hacia él y sin más quitó la
tela que cubría la cabeza de Shura. El niño tenía ojos pequeños de
un color muy oscuro difícil de identificar. Su cabello era aún más
oscuro y era corto, rasgo no muy común entre los Caballeros. Pudo
ver que algo sobresalía de su cuello. Algo dorado. -"Sabía que
derrotaste al resto de los aspirantes a la Armadura Dorada, pero
no esperaba que regresaras con ella. Es impresionante."
-"Tuve suerte. Solo eso."
-"Con la suerte puedes sobrevivir una batalla; no convertirte en
uno de los 12."- Sus palabras parecían un cumplido pero las
pronunció con severidad. -"Argenis debe de estar orgulloso.
Siempre supo que tú serías su sucesor. Aunque debe de sentirse
algo raro al ver a alguien tan pequeño usando su Armadura."
-"Tal vez."
-"¿Qué le ha pasado a tus manos?"
-"¿A qué se refiere, señor?"- Ewan no le contestó si no que movió
su brazo con intención de tomar entre sus manos el brazo derecho
del niño y así inspeccionarlo con mayor cuidado. Shura reaccionó
ante este movimiento, retirándose.
-"¿Qué pasa? No te pienso comer."
-"¿Qué me lo asegura?"- Shura pensó en voz alta.
- "Deberías tenerme más respeto, niño."
-"Lo lamento, señor."- Shura contestó irritado el reproche del
Santo de Escorpio, con esperanzas de que con esa disculpa pudiera
dar fin a la conversación. Ewan le lanzó al niño una mirada
desafiante.
-"No digas que lo sientes si no es así. Deberías saber que no me
gustan las mentiras. Pero por hoy te lo pasaré por alto. Aioros
debe estar esperándote."
-"Eso es cierto."- Shura siguió su camino empujando con el hombro
a Ewan. Después volvió a correr en busca de su amigo.
Sintiéndose frustrado y algo inquieto tras haber sentido aquella
extraña energía proveniente de las extremidades del niño, el Santo
de Escorpio decidió regresar con su aprendiz que seguro ya se
había comenzado a desesperar. Cuando regresó con él pudo ver que
el éste había permanecido casi en el mismo lugar en el que lo
había dejado. Identificó pronto la razón de esto. Shura no era el
único que había vuelto al Santuario y esa segunda persona estaba
apareciendo ante él en esos momentos.
-"Saga de Géminis. Nos honras con tu presencia. ¿Qué cuentan las
nereidas?"
-"No mucho, me temo. Ni pareciera que una Guerra Santa estuviera
por comenzar. Cabo Sunión es mucho más aburrido de lo que cuentan
las leyendas."
-"Me lo imagino.
guerra."
Pero
tampoco
lo
digas
como
si
esperaras
una
Milo interrumpió la despreocupada conversación entre Ewan y Saga
caminando hacia el segundo y saludándolo.
-"Veo que aún no lo matas. Es reconfortante saberlo."
-"¿Cómo
hacerlo?
Es
demasiado
sacrificarlo a mis dioses."
tiernito
todavía
como
para
-"Entonces tendremos que hacer que engorde un poco más."- Apenas
entonces Saga pudo ver la sonrisa de ‘yo sé algo que tú no sabes’
que Milo llevaba consigo. –"¿Y tú qué? Uno pensaría que estarías
feliz de verme."- Mientras hablaba sacudía del cabello del niño el
exceso de harina que llevaba. Por alguna razón prefería no saber
cómo era que todo ese polvo le cayó encima.
Si Milo no corrió en busca de Saga inmediatamente después de haber
sentido su cosmo dentro del Santuario fue porque en realidad no
había tenido tanto tiempo para extrañarlo como había pensado que
lo tendría. Su hermano gemelo, al cual había conseguido ver por lo
menos tres veces por semana mientras Ewan ‘estudiaba’ los efectos
del alcohol en la sangre, había probado ser mucho más que un
excelente sustituto de Saga por lo que, al menos, no había llegado
a extrañar su rostro. Extrañamente, sí lo hacía con su seriedad y
sus reproches.
-"Me parece que el Adh seidh ha quedado mudo ante tu imponente
presencia."
-"No me sorprendería."
-"Estas de muy buen humor, Saga. ¿A qué se debe?"
-"No es nada. Es solo que de repente se me ha quitado un dolor de
cabeza que vengo teniendo desde hace días. Pero me tengo que ir.
Quiero reportarme con su Santidad en cuanto antes."
-"¿Regresarás
al
mar?"Simplemente quería saberlo.
Milo
preguntó
no
como
reproche.
-"Si. Puede que pase la noche aquí si se me permite. Pero no soy
optimista al respecto."
-"Entonces ve con él a pedirle permiso. Puede que conozcas a Shura
de Capricornio."- Ewan sacó el tema del imprudente, solo para ver
la reacción de Saga.
-"¿Shura? ¿No era ese el niño del que tanto presumía Argenis?"
-"El mismo que viste y calza. Consiguió la Armadura pero sigue
siendo un mocoso. Tal vez debas enseñarle unos cuantos modales. A
mí ya me tienen lo suficientemente fichado como para hacerlo."
-"Lo tendré en mente."- Miró al niño. –"Espero verte después,
Milo. Solo para que me pongas al corriente de todo."
-"Aye."
-"Ese es mí ‘aye’. ¿No es lindo?"- Ewan fingió la voz de modo que
sonara un poco más aguda de lo que Saga o Milo hubieran querido.
-"Lindísimo. Hasta luego, Ewan."- Se despidió con su acostumbrada
formalidad y caminó en dirección a la Cámara del Patriarca.
Parecía ser que el dolor de cabeza estaba regresando.
-"Está algo raro ¿no crees? Ni parecía ser él."- Ewan finalmente
se dio el gusto de volver a hablar en su querida lengua natal.
-"Está feliz."
-"Eso mismo es lo raro. Ojala que ni Shura ni Aioros le quiten su
felicidad. No siempre se le puede ver tan a gusto con la vida. Y
bien..."- Presionó su puño izquierdo contra su mano derecha,
provocando que sus dedos dejaran escapar pequeños crujidos.
Repitió la operación con la otra mano. –"Es hora de seguir
trabajando ¿no lo crees, Adh seidh? Que Saga crea que no te dejó
encargado con un flojo bueno para nada."
-"¿Aunque sea cierto?"
Ewan se preguntaba cómo era que después de tantos regaños que le
había dado para hacer que lo respetara, todavía tuviera la
desfachatez de decir esas cosas.
-"Otra de esas y te mando a la Casa de Tauro por una semana ¿de
acuerdo?"- El niño negó enérgicamente y se colocó de nuevo en
posición para acabar con el saco de harina ante él.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Esta noche descansa."
El Santo de Capricornio se arrodillaba ante el Patriarca que, como
siempre, era acompañado por su hermano Arles. Ahora, el rostro del
Patriarca no era el único que permanecía oculto. Hacía unos
cuantos días que Arles se comportaba de un modo más formal. Esta
formalidad se reflejaba en el casco que había comenzado a portar y
cuya sombra no permitía ver su rostro.
-"Así será. Gracias por su preocupación."- Lo que no le dijo al
Patriarca fue que tenía planeado hablar con Aioros durante toda la
noche. Hacía tanto tiempo que no lo veía y tenía tantas cosas qué
contarle. Por primera vez se sentía verdaderamente digno de ser
compañero de alguien como lo era el Santo de Sagitario.
-"Me parece que te has vuelto sumamente fuerte, Shura."- Esta vez
Arles habló. Estaba feliz de ver que la Décima Casa tuviera de
nuevo un vigilante.
-"Sí. Gracias en parte a usted, señor."- Para el Santo de
Capricornio era una lástima que alguien como Arles no pudiera
convertirse en el sucesor del Patriarca. Desde que lo conoció,
había sido técnicamente el líder del Santuario. De no haber sido
por él, el futuro de la orden de los Caballeros hubiera sido
completamente
incierto.
Vio
al
Patriarca
ponerse
de
pie
trabajosamente.
-"Arles, mañana dale las órdenes a Shura."
-"Así lo haré, Señor."- Se inclinó un poco ante el Patriarca y
luego regresó a ver al Santo de Capricornio. -"Puedes retirarte
por ahora. Por favor descansa."
-"Sí."- Se inclinó un poco más y, al ver que tanto Shion como
Arles salían de la Cámara, decidió salir del lugar.
De repente su cosmo se alertó. Había algo en aquel Templo. Algo
que definitivamente no pertenecía a aquel lugar. Todos los
presentes lo sintieron, pero el Patriarca fue el primero en
reconocer al intruso.
-"Saga."
Shura volteó alarmado. Pudo ver entonces al Santo de Géminis
caminar hacia al trono. Permaneció de pie, completamente estático
mientras Saga se arrodillaba ante el Patriarca.
-"El Santo Dorado de Géminis, Saga, se reporta ante el Patriarca."
-‘Hubiera jurado que había un intruso.’- Examinó con mayor
detenimiento al Santo de Géminis. Parecía muy serio, pero no con
malas intenciones. Todo lo contrario. Podía sentir un amable cosmo
emanando de él. –‘Tal vez me equivoqué. Ó tal vez el intruso se
haya escondido.’
-"Disculpa, ¿te conozco?"- Saga se incorporó y enfrentó a Shura.
-"Soy Shura. El Santo Dorado de Capricornio."
-"Así que eres tú."- El niño era todavía más pequeño de lo que
esperaba. Al principio tenía curiosidad de conocerlo, pero el
dolor de cabeza le había quitado el humor que tenía.
-"Hace unos momentos sentí un extraño cosmo."
-"Yo no he sentido nada."- Decidió no prestarle más atención a
Shura. Su actitud le pareció ruda y poco merecedora de ella. –‘Es
cierto lo que dijo Ewan. Merece unas cuantas clases de modales.’
El ambiente se puso tenso. Shura había creído ver en los ojos de
Saga un extraño y desagradable brillo. Fue el Patriarca el que
interrumpió el silencio.
-"Saga, ¿cómo está todo en Cabo Sunión?"
-"Aún sin actividad, señor."
-"No es un asunto que debas de tomar a la ligera. Vigilar a
Poseidón es de suma importancia. Atena pronto renacerá."
-"Sí."
-"Esta noche podrás quedarte en el Santuario."
-"Así lo haré, señor. Gracias."
El Santo de Géminis terminó con el protocolo y salió
habitación con la misma frialdad con la que había entrado.
-‘Saga de Géminis.’
de
la
Tal vez más tarde Shura hablaría con Aioros sobre aquél hombre.
Comentario de la Autora:¿Vieron toda esa última escena? ._. Esa la
saqué casi directamente de un manga de Saint Seiya que sacaron por
ahí como cosa aparte (¿novela grafica le puedo decir?) Seguro que
varios de ustedes ya la han visto por ahí, es la historia de
Excálibur... o algo así. La quise poner por mi manía de querer ser
lo más fiel a la historia original que me sea posible. El
siguiente capítulo será en una buena parte esa historia pero creo
que aunque ya conozcan les parecerá interesante. ¿No les da
emoción?
Jajaja!
¡La
verdad
es
que
a
mí
sí!
Sobre Shura... fue un ENOOOOOOOOOOOOOORME problema en decidirme
qué rayos iba a hacer con él. Pero pues ya ven que al final sí lo
puse ya como un Santito Dorado. ._. Sé que es raro... pero según
el maldito manga yo creo que se ganaron sus armaduras como por ahí
de los 7 años y eso es simplemente bizarro (y no bizarro normal
como lo es la serie per se, sino que VERDADERAMENTE bizarro
[aunque bizarro signifique valiente]). Pues creo que a final de
cuentas salió bien y si no bien, pues al menos no tan raro.
¡Muchas dankes minna-sama!
Espero os haya gustado.
Capítulo 16: (Intruso)
-"¿No deberías estar con Saga?"
-"No sé a dónde fue después de ir con el Patriarca."- Milo
permitió que su mascota recorriese su brazo mientras Kanon la
observaba con un poco de nerviosismo.
Las estrellas habían comenzado a salir en Atenas. Curiosamente,
éstas parecían estar mucho más brillantes que las de cualquier
noche anterior. Ewan le había dado la oportunidad a Milo de ir en
busca de Saga después de que el entrenamiento terminara. El niño
buscó al susodicho por varios minutos, pero al ver que
técnicamente había desaparecido, optó por aprovechar su tan
preciado tiempo libre en algo más sencillo de encontrar. ¿Y qué
más fácil que el gemelo de Saga? Esta vez lo encontró en un lugar
muy cercano a las 12 Casas. Mucho más cercano de donde estaba
acostumbrado a estar.
-"Yo tampoco
Sunión?"
lo
he
visto.
¿Crees
que
haya
-"No sé. No creo."- Cuando lo encontró,
buscando a su hermano, pero Milo estuvo
frustrarle toda la búsqueda.
-"Tal vez debas regresar con tu maestro."
regresado
a
Cabo
Kanon parecía estar
más que gustoso en
-"No quiero."- Él y su manía de siempre querer salirse con la
suya.
-"Cambiaré
mi
oración.
Regresa
con
extrañamente casi nunca lo conseguía.
tu
maestro."-
Aunque,
-"¿Por qué?"
-"Tengo cosas que hacer."
-"No, no tienes."
-"Solo vete."
Milo alzó la vista de su mascota y se la otorgó a Kanon, alzando
su ceja derecha, rasgo que había adoptado de Ewan. Alzó los
hombros fingiendo indiferencia y caminó de regreso a la Octava
Casa.
Kanon se limitó a alzar su rostro en dirección al Templo de Atena.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Aioros?"
El Santo de Sagitario y Shura estaban en la entrada de la Casa de
Capricornio. El segundo tenía entre sus manos una delicada copa de
cristal que, a pesar de lucir tan elegante, no contenía más que
agua. Descansaba sobre una silla y a su lado se encontraba su
amigo, mirando a las estrellas y pensando en el extraño cosmo
cortante que emanaba de la mano de Shura.
-"¿Si?"
-"Saga de Géminis. ¿Qué clase de hombre es?"
-"¿Saga? Él es una persona muy callada. Creo que nadie sabe en
realidad cómo es. Ni siquiera su Santidad. Su mente es algo
indescifrable para la mayoría de las personas."- Aioros tenía
muchas cosas qué decir sobre el Santo de Géminis pero no consideró
que debía expresárselas a Shura. Después de todo, sus sospechas no
consistían en algo más que meras suposiciones.
-"¿La mayoría?"
-"Yo sí puedo ver como es. Y sé que está escondiendo algo."- Solo
se atrevería a decir estas palabras.
Una áspera expresión de entendimiento salió de la garganta de
Shura. Estaba de acuerdo con Aioros.
De repente, el cosmo intrusivo que había sentido hacía unas
cuantas horas volvió a aparecer. Shura se colocó inmediatamente de
pie y tanto él como Aioros giraron su vista a la Cámara del Kyoko.
-"¡Aioros!"- El Santo de Sagitario no pronunció palabra. -"¡Ese
es! Ese es el cosmo que sentí hace rato."
-"Vamos, Shura."- Su rostro se ensombreció ligeramente y salió
corriendo al interior de la Casa. Shura permaneció estático. –
"¡¿Qué esperas?! ¡El Patriarca está en peligro!"- Al terminar esta
oración, desapareció de la vista del Santo de Capricornio quien
apenas había comenzado a reaccionar.
Shura finalmente atinó a mover sus extremidades y corrió hacia el
Templo de Atena sin detenerse ni un solo segundo en las dos vacías
casas que estaban entre ellos y el intruso.
-"¡Arles!"
Llegaron para encontrar la puerta de la Cámara central abierta de
par en par. Justo frente a ellos, el intruso trataba de herir al
Patriarca, pero Arles se había colocado entre éste y el invasor,
recibiendo todos los golpes en su lugar. El intruso portaba una
armadura con tonalidades anaranjadas y con un brillo similar al de
los 12 Ropajes Dorados. El rostro del hombre era cubierto por una
máscara plateada y de su casco salía un enorme torrente de cabello
blanco. Aquel intruso podía moverse a la velocidad de la luz. Eso
era algo contra lo que Arles no era capaz de enfrentarse.
-"¡Aioros!"- El Santo de Altar agradeció a los Dioses la llegada
de los dos jóvenes.
-"¡¿Quién eres tú?! ¡Di quién es el maldito que se ha atrevido a
querer dañar al Patriarca!"
El intruso miró a Shura después de escuchar
palabras, pero permaneció en orgulloso silencio.
sus
insultantes
Con un susurro, Arles pronunció el nombre de quien creía era el
hombre detrás de la metálica máscara.
-"¿Has visto esa armadura antes, Aioros?"
-"No. Es la primera vez que veo algo así."
-"Esa…"- El Patriarca alzó la voz. –"Es una de las Escamas que
usan las Marinas de Poseidón."- Shura repitió para sí estas
palabras. –"Fueron creadas por Oribarkon."
-"Entonces… ¿tú fuiste enviado por Poseidón?"
En lugar de responderle a Shura, el intruso elevó su mano en
contra de Arles, dándole un corte en el abdomen y obligándolo a
abandonar su pose defensiva. Después se limitó a saltar para
finalmente colocarse ante Shion. Aioros y Shura corrieron hacia
este último, quien apenas pudo evadir el primer golpe del intruso.
Éste, después de fallar y de verse acorralado por dos Santos
Dorados, decidió saltar nuevamente pero esta vez para colocarse en
un lugar mucho más seguro: detrás del Patriarca.
-"Si quieres vivir será mejor que te alejes de él."- Shura sabía
que no estaba en condiciones para ponerse exigente, pero tampoco
pudo evitar pronunciar estas palabras de advertencia. El atacante
arremetió y pudo atrapar a Shion, amenazando con quitarle la vida
con un simple movimiento de la mano derecha.
-"Aioros… depende de ti."- Palabras entrecortadas salieron de la
boca del Santo de Altar, quien aún no se reponía de la herida
infringida anteriormente.
-"¿Has visto a Saga?"- Fue lo único que Aioros atinó a contestar
ante la súplica de Arles. Entonces, la mano del intruso comenzó a
moverse en contra del Patriarca. –"¡Shura! ¡Mueve el brazo!"
Shura no entendió lo que pasaba pero se limitó a obedecer la
extraña orden de su amigo. Cuando lo hizo, el aire pareció
cortarse en dos y una navaja invisible se dirigió hacia el
intruso, cortándole en la muñeca, obligándolo a gritar de dolor y
a separarse de Shion.
-"¡¿Qué fue eso?!"
Aioros no se molestó en contestar la pregunta de Shura, sino que
lanzó dos ataques con su cosmo. Al tener la guardia baja, el
intruso recibió estos dos golpes de lleno, uno de ellos llegando a
fracturar la hombrera derecha de sus Escamas. El Santo de
Sagitario
finalmente
fue
capaz
de
alcanzar
al
Patriarca,
colocándose frente a él. El intruso se recuperó y lanzó una serie
de ataques torpes a Shura quien intentaba capturarlo. Apenas
entonces Arles pudo ponerse de pie. Los tres Santos rodearon al
intruso y éste, al verse acorralado, saltó hacia una de las
ventanas de la Cámara, rompiéndola para salir del lugar.
Shura quiso seguirlo pero fue detenido por Arles.
-"Está oscuro allá afuera. Si intentas atacarlo él tendría la
ventaja."
-"Arles tiene razón, Shura."- El Caballero de Capricornio buscó la
mirada de Aioros, esperando que éste apoyara su idea de ir tras el
intruso, pero pronto vio que estaba solo en su decisión.
-"Entiendo. Pero… ¿quién era él?"
-"Supongo que un enviado de Poseidón, pero…"
-"Aioros, Shura. Gracias."- Arles interrumpió las palabras
Santo de Sagitario. El Patriarca asentía detrás de su hermano.
del
-"No fue nada, su Santidad."
-"Así es, señor."
Un nuevo cosmo irrumpió en la habitación, solo que esta vez todos
reconocieron al dueño de aquella presencia. Saga de Géminis entró
apurado a la Cámara. No llevaba puesta su Armadura sino unos
pantalones gruesos y una camisa de manga larga.
-"¡Saga! Hace
Santidad."
unos
momentos
un
asesino
vino
y
atacó
a
su
Saga había sentido que algo extraño estaba ocurriendo en la
Cámara, fue por ello que salió corriendo hacia aquel lugar en
cuanto pudo. Sin embargo, no imaginaba que algo semejante hubiera
ocurrido.
-"¿Un asesino? ¿Quién?"
-"Creemos que fue una Marina."
Saga se congeló en esos momentos. Le parecía imposible. El Templo
de Poseidón estaba totalmente abandonado.
-"¿Marina?"
-"Saga, regresa a Cabo Sunión cuanto antes."
-"¡Sí!"- Se inclinó ante Arles y se propuso a salir de la
habitación, pero una mirada penetrante le detuvo. Se atrevió a
mirar en su dirección con notable molestia.
-"Muy pronto…"- Comenzó a decir Shion. Todos los presentes
tornaron su atención hacia él. –"Daremos la bienvenida a la
reencarnación de Atena."- Los cuatro hombres sabían lo que esas
palabras querían decir. –"Cada que Atena renace es porque
comenzará una Guerra Santa. Me temo que esta vez no solo el Dios
del Mar quiere atacarnos. También Hades y Eris están dispuestos a
derrotarnos. Nos debemos preparar para su llegada. Es por eso,
Saga, que tienes que dedicarte solamente a vigilar a Poseidón."Saga asintió. -"Aioros, tu deber será proteger el Santuario."
-"¡Sí!"
-"Shura…"- El Patriarca notó el nerviosismo del Santo de
Capricornio.
No
era
para
menos.
Habían
sido
demasiados
acontecimientos para una sola noche. –"Tú debes ir con los
Caballeros de todo el mundo a darles esta noticia."
-"Sí, señor."
-"Shura, aquel ataque que hiciste con tu mano fue muy poderoso."La voz del Patriarca se suavizó. Una sonrisa apareció debajo de su
máscara.
-"Sí. Ni siquiera supe cómo controlarlo. Fue como si se moviera
por sí sola."
-"Es un regalo de Atena. Se trata de Excálibur. Seguramente la
Diosa se conmovió por todo el esfuerzo que le has entregado a la
orden. Cuando Ella llegue, usa ese poder para defenderla."
-"Atena…"
-"¡Eso es fabuloso, Shura! ¡Felicidades!"- El Santo de Sagitario
examinaba con entusiasmo la mano derecha de Shura.
-"Gracias."- Recibió una palmada en el hombro por parte de Saga.
-"Sí, Shura. Felicidades."
-"Todos se pueden retirar ahora. Ha sido una noche difícil."Arles esperó a que Shura y Aioros salieran de la habitación. –
"Menos tú, Saga."
-"¿Qué sucede, Arles?"
-"Quisiera hablar contigo."
-"Lo siento, señor. Pero prefiero regresar ahora mismo a Cabo
Sunión."- Salió del cuarto dejando a Arles con la palabra en la
boca.
-"¿Hermano?”- Dijo Shion. –“¿En qué piensas?"
-"En nada importante, su Santidad. Es solo una idea."
-"¡Maestro!"- Los hermanos voltearon hacia una de las puertas de
la habitación. A través de ella, Mü salió corriendo hacia el
Patriarca. No se detuvo hasta que consiguió refugiarse entre los
pliegues de su manto. El niño tenía varias lágrimas en los ojos.
Desde hacía varios minutos que sentía un intruso en la habitación
pero cuando intentó salir de su cuarto, una extraña fuerza lo
detuvo. No estaba seguro de qué era y a pesar de que utilizó todas
sus fuerzas
segundos.
no
pudo
moverse
si
no
hasta
hacía
unos
cuantos
-"Todo está bien ahora, Mü."- El Patriarca tranquilizó al niño
colocando su pesada mano en el pequeño hombro. Él había sido el
responsable de la inmovilidad del aprendiz. Mientras era atacado,
mantuvo su telequinesis activa para evitar que su alumno se
pusiera a sí mismo en peligro.
-"¿Quién era esa persona?"
-"Santidad, creo que iré a descansar."- Arles esperó la aprobación
del Patriarca y se retiró a su habitación. En ningún momento el
nombre de cierto Santo Dorado dejó de cruzar su mente.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿En dónde estuviste?"
-"Buscando a Saga."- Milo regresaba a la Casa de Escorpio con su
mascota perdida entre los mechones de su cabello. Pudo ver a su
maestro desde la salida de la Casa de Libra. Lo curioso era que a
su lado se encontraba el tan buscado Santo de Géminis portando su
Armadura.
-"Lo lamento, Milo. Tenía cosas qué hacer."
-"Milo, será mejor que te vayas a dormir ahora."- El niño se
sorprendió al escuchar a su maestro hablar con tanta seriedad.
Ewan notó la inquietud de su alumno. –"Alguien ha atacado al
Patriarca. Esta noche me quedaré en guardia. Será mejor que
descanses porque en la mañana te tocará a ti."
-"Sí, señor."- El niño caminó hacia el interior de la Casa.
-"Milo, regresaré a Cabo Sunión ahora. Confío en que entrenarás
duro mientras no esté."
-"Sí."- Algo preocupado, el niño siguió el camino a su habitación.
Era muy extraño, no había sentido ningún intruso en el Santuario.
Mucho menos en la Cámara del Patriarca.
De repente, todo le pareció ser un error.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un hombre examinaba el casco de una de las Escamas de Poseidón. Se
encontraba entre un montón de rocas detrás de la montaña que
guarda las 12 Casas. El resto de las Escamas yacía en el suelo no
muy lejos de él.
-"¡Kanon!"
El hombre casi tiró el casco del mero susto. Giró para encontrarse
a Saga que caminaba rápidamente hacia él luciendo sumamente
enojado. Sin darle oportunidad para reaccionar, Saga lo sujetó de
la camisa con ambas manos, obligándolo, ahora sí, a soltar el
casco.
-"Hermano."- Fue lo único que pudo pronunciar. Nunca había visto
así a Saga.
-"Así que fuiste tú."
-"¿Qué? ¿Qué hice ahora?"
-"¡Te mataré aquí mismo!"- El cosmo de Saga lo rodeó.
-"¡¿De qué rayos estás hablando?!"
-"¡No me vengas con tonterías! ¡Fuiste tú el que intentó matar al
Patriarca!"
-"Saga…"- Kanon cerró los ojos con molestia. –"Sé que no me
creerás, pero te puedo asegurar que yo no lo hice. Yo solo llegué
aquí y me encontré con estas cosas."- El cosmo de Saga comenzó a
tranquilizarse y después lo soltó. –"Si hubiera sido yo no te lo
ocultaría. Lo sabes ¿no?"
Saga odió la cara de sinceridad de su hermano. Le creería. Al
menos por ahora.
-"Te dejaré con vida, pero te estaré vigilando
¿entiendes?"- Se agachó para recoger el casco.
muy
de
cerca
-"¿Qué harás con eso?"
-"La regresaré al Templo de Poseidón. Tal vez su dueño la esté
buscando."- Recogió el resto de las partes y salió del lugar.
Al ver al Santo de Géminis desaparecer entre la noche, Kanon no
pudo evitar sonreír.
Comentario de la Autora: Ok... sé que este capie no fue
precisamente original... -.- y para colmo casi no tenemos a
Milito. ._. Pero es de esas cosas que son necesarias. Sobre todo
para el asuntillo de Kanon, por supuesto. Total, les aseguro que
el
siguiente
capie
será
más
interesante.
Ya saben... actúen como si no supieran nada del asunto. XD así la
cosa
se
pone
más
emocionante.
No hay mayor comentario... ._. un capie más. No me desagradó pero
tampoco me encantó. ¡Danke!
Capítulo 17: (Sucesor)
-"¡Saga!"
Milo dejó a Ewan con la palabra en la boca mientras salía en busca
del Santo de Géminis. Hacía poco menos de un año de que no lo
veía.
Saga se limitó a sonreír levemente bajo la entrada a la Octava
Casa; dirigiendo su mirada a un molesto Santo de Escorpio y
saludándolo con un ademán en la cabeza.
-"Para el caso que me haces, Adh seidh mejor te regreso con Saga."
-"¿Por qué
maestro.
volviste?"-
Milo
no
se
dignó
a
contestarle
a
su
-"El Patriarca me ha mandado llamar."
-"¿Shion?"- Ewan se interesó de inmediato en la plática.
-"¿Qué otro?"
-"¿Quién sabe? Las cosas han cambiado mucho."
-"Eso he oído."- Regresó su atención al niño. –"¿Y esa ventana?"Había un pequeño hoyo en donde uno de los dientes frontales de
Milo debía de estar.
-"Se cayó ayer."
-"¿Y el hada de los dientes te dejó algo?"- Milo negó con la
cabeza.
-"Me lo tragué."
-"Eso es bueno. Tiene calcio. Además, para cómo es el hada de los
dientes, capaz y te deja una botella de vino."- Miró de reojo a
Ewan.
-"Ah sí… ella
indiferencia.
es
una
dama
muy
bondadosa."-
Ewan
contestó
con
-"Lo siento, pero me tengo que ir ya. No quiero hacer esperar a su
Santidad."
-"Es reconfortante ver que hay cosas que nunca cambian, Géminis."
-"Supongo."
-"¿Puedo ir?"- El niño miró a su maestro con su mejor cara de
añoranza.
-"Puedes acompañarlo hasta Piscis, Adh seidh. Solo procura no
tardar demasiado."- El niño asintió y salió corriendo hacia la
Casa de Sagitario. –"Disfruta de tu estancia, Saga."
-"Lo haré, Ewan. Procura mantenerte sobrio esta noche."- Sus
palabras sonaron como una advertencia. El Santo de Escorpio alzó
su ceja derecha y estuvo a punto de cuestionar la actitud de Saga,
pero éste ya había comenzado a caminar detrás de Milo.
El Caballero de Géminis llegó a Sagitario para encontrar la Casa
vacía. Milo lo escoltó alegremente, haciendo pesados sus pasos
para hacer con ellos todavía más eco del que se escuchaba
normalmente.
-"¿Y qué tal las cosas en el Santuario?"
-"Raras."- Se limitó a decir. –"¿Y en Cabo Sunión?"
-"Aburridas."
-"Hoy en la mañana vencí a 10 aprendices."- Dejó de caminar y
esperó a que el Santo le alcanzara. –"Lo hice yo solo y me tomó
menos de un minuto."
-"A estas alturas de tu entrenamiento me hubiera parecido tonto
que no lo lograras."
Milo no volvió a caminar sino hasta después de tragarse las
amargas palabras de Saga. Hasta Ewan lo había felicitado. Era de
las pocas peleas por las que se sentía completa y honestamente
orgulloso y este hombre tenía la desfachatez de decir semejante
cosa.
-‘Debe de ser porque no la vio.’- Trató de convencerse a sí mismo
y siguió adelante.
Caminaron sin encontrarse a cualquier otro habitante de las 12
Casas hasta que llegaron a la Décimo Primera. Saga tardó en darse
cuenta que ésta había sido abandonada desde hacía mucho tiempo.
-"¿En dónde está Antoine?"
-"En Siberia. Hace un año que se fue."
-"¿Con Camus?"- Preguntó solo para sí. Se sorprendió al darse
cuenta de que no había reparado en algo tan obvio como la
desaparición de uno de sus hermanos. –"Entonces debes de haber
estado muy aburrido."
-"Está bien. El otro día Scarlet se escapó y se perdió por una
semana. La encontré en Virgo."
-"¿Scarlet?"
-"Si. Yo creí que ya estaba muerta pero no. Mejor la hubiera
dejado ir hasta Tauro."
Saga no dijo nada más a Milo. No sabía de qué estaba hablando pero
poco le importaba. Su mente estaba ocupada en cosas más
importantes. Una llamada del Patriarca no venía así como así. El
estado en el que se encontraba no ayudaba mucho. Desde hacía un
año que había comenzado a sentirse sumamente extraño. Su memoria
fallaba de sobremanera y actuaba subconscientemente. Era como si
apenas ayer hubiera regresado de Cabo Sunión por primera vez.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al notar que el niño ya no
lo seguía. Estaban saliendo de Piscis. Volteó su rostro y encontró
a Milo sonriendo nerviosamente y mirando un punto a sus espaldas.
-"Aquí me quedo. Te veo luego."- Después de esto se perdió entre
las sombras de la Décimo Segunda Casa.
Saga sintió entonces un cosmo molestamente familiar detrás de sí.
El dolor de cabeza al que ya se había acostumbrado regresó al
instante.
-"Buenos días, Saga."
-"Aioros."- El Santo de Géminis no le dirigió ni una sola mirada
al Santo de Sagitario y siguió subiendo hasta la Cámara del
Patriarca. Aioros caminó detrás de él. –"¿Qué quieres?"
-"Nada. Supuse que ibas a subir también así que te esperé."
-"¿También?"
-"¿No lo sabes? Su Santidad también me mandó llamar."
-"¿De qué se trata todo esto?"
-"No sé. Pero creo que tengo una idea."- Dudó. –"¿Saga?"
-"¿Qué? Quiero terminar esto en cuanto antes."
-"Obviamente no nos llevamos muy bien; pero la Guerra Santa
llegará en tan solo unos años. No podremos pelear contra el
enemigo si peleamos entre nosotros."
-"¿A qué viene todo esto?"
-"Tengo mis
dispuesto a
ellas."
razones para desconfiar de ti, Saga. Pero estoy
olvidarlas solo porque no tengo fundamentos para
-"Eres muy amable."- Un tono sarcástico rodeó sus palabras.
-"¿No podríamos terminar con todo esto de una buena vez? Me estoy
cansando. Esto no vale la pena."
-"Mientras tú
suficiente?"
no
me
estorbes
yo
no
te
estorbaré
¿no
es
-"No."
-"Entonces estórbame. Ya verás lo que te pasa si lo haces."Terminó la discusión con estas secas palabras y siguió su camino
hacia la Cámara. Aioros lo siguió nuevamente.
Ambos llegaron ante el Patriarca. Extrañamente, éste se encontraba
solo y descansando en su trono. Se hincaron ante él.
-"Como Usted ha ordenado, Aioros de Sagitario y Saga de Géminis
están aquí, señor."- Aioros fue el primero en hablar.
-"¿Ocurre algo malo?"
-"Acérquense."- La voz de Shion se había tornado ronca y seca. –
"El asunto por el que los he llamado es de suma importancia.
Supongo que recordarán lo que les dije hace un año. Hace poco he
tenido una premonición y sé que Atena está por regresar entre
nosotros. He hablado…"- Continuó antes de permitir que Saga o
Aioros dijeran algo. –"Con el Maestro de Libra. Él cree que la
Guerra Santa está próxima a comenzar. Por si fuera poco he
encontrado uno de los sellos de Atena roto en las escaleras de su
estatua. Esto quiere decir que el alma que fue sellada por ella ha
sido liberada. Es por esto que finalmente he tomado una decisión.
Es necesario que vaya a Starhill. Mientras no esté, alguien tomará
mi lugar."- Hizo una solemne pausa. –"Y después, cuando yo muera,
él será el que guiará a la nueva generación de Caballeros. Por tu
benevolencia, sabiduría y valor he decidido elegirte a ti, Aioros
de Sagitario."- Saga permaneció en silencio con los ojos cerrados
y el rostro sereno. –"Tú eres de los más jóvenes de los Santos
Dorados. Pero dentro de 10 años cuando la lucha comience y Atena
tenga que combatir, tú tendrás la edad y la experiencia necesaria
para guiar a los Caballeros. ¿Saga?"
-"Sí."
-"Confío en ti para que
gobernar el Santuario."
le
prestes
tu
fuerza
a
Aioros
para
-"Aioros es el Santo que merece ser su sucesor, Patriarca."- Una
sonrisa amable, hacía tiempo desaparecida, cruzó el rostro de
Géminis. Incluso Shion se sorprendió ante la actitud de éste. –
"Aioros defenderá bien a Atena y a la justicia y yo estaré a su
lado cuando me necesite."
-"Entonces ha quedado decidido. Solo ustedes dos saben de esto. No
lo mencionen pues no sería prudente. Pronto será mi hora y ya
saben lo que tienen qué hacer una vez que esto pase. Retírense por
ahora."
Los Caballeros inclinaron la cabeza y se pusieron de pie, saliendo
bastante conmocionados de la Cámara.
-"Saga…"- El Santo de Sagitario no atinó a hablar sino hasta que
se sintió fuera del edificio. –"No sé si pueda hacer esto."
-"Tendrás que hacerlo. Si su Santidad te eligió es por algo."
-"Odio admitirlo, pero acepto que me siento mejor al saber que tú
me ayudarás."
-"Harás un buen trabajo. No sé si realmente eres el indicado. Pero
sé que harás un buen trabajo."
-"Gracias."
-"Aún no lo agradezcas."- Entró a la Décimo Segunda Casa.
Aioros suspiró. Aún no se creía lo que había ocurrido. Era una
pena que no pudiera contárselo a Shura.
Según su última carta, regresaría ese mismo día.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"El Santuario ha estado raro."
-"¿Hn?"
Hacía ya más de un año desde que Milo llegó a Atenas y un año
completo desde que se convirtió en el aspirante para la Armadura
Dorada de Escorpio. Las cosas habían pasado con una lentitud
extrañamente fugaz. A Milo le parecía que había estado en aquel
lugar por muy poco tiempo. Sin embargo, cuando trataba de recordar
cómo era su vida antes de llegar, poco era lo que le venía a la
mente. No era que pensara mucho en esos asuntos de cualquier modo.
Atardecía y Milo había conseguido escaparse
minutos. Sabía que pronto tendría que regresar
pero aprovecharía su tiempo. Hacían ya varios
veía a Kanon. Ahora, ambos descansaban a unos
territorio de las Koree.
de Ewan por unos
a la Octava Casa,
días desde que no
cuantos metros del
-"Mi maestro dice que el Patriarca está enfermo. Y Arles… no sé.
Dicen que ya está tomando su lugar."
-"Arles no puede ser Patriarca."
-"Pero parece. Creo. También ha comenzado a haber revueltas."
-"No es de sorprender, niño. Las cosas se pondrán bastante feas de
ahora en adelante con eso de Poseidón y de Hades."
-"Y Saga ya regresó. Y dicen que Shura también lo hará."- Después
del ataque hacia el Patriarca, el Santo de Capricornio partió a
países de todo el mundo para reunir a todos los Santos posibles en
el Santuario. –"Cada día hay más gente."
-"Y aún así son muy pocos."- 30 Caballeros. Tal vez 32 de los 88.
Eso no sería suficiente para encarar la Guerra Santa que se
avecinaba ni mucho menos. Si los guerreros de Atena querían
sobrevivir a la batalla, seguramente tendrían qué esperar un
milagro. Todos lo sabían pero nadie hablaba de ello. Así eran las
cosas en Atenas: la gente solo hacía lo que sabía que tenía que
hacer. Nadie se cuestionaba. Además, no era como si la mayoría de
ellos tuviera otra opción.
-"¿Cuándo nacerá Atena?"
-"Dicen
sabe."
que
será
este
año.
¿Quién
sabe?
Solo
el
Patriarca
-"¿Cómo es ella?"
-"¿Cómo habría de saberlo? ¿Me crees de más de 200 años?"
-"No sé."
-"Ese es tu problema, niño: no sabes nada."
-"Sí sé."
lo
-"Entonces sabes que cuando Ewan te encuentre te va a matar ¿no?"
-"Sí."- Sonrió. –"Pero está bien. Se está acostumbrando."
-"Eso es lo peor. Vete ya o mañana no te podrás ni mover de los
golpes."
-"Oye…"
-"¿Qué quieres ahora?"
-"¿Cómo te llamas?"
Kanon permaneció en silencio por varios segundos. Le pareció
sumamente estúpido que después de más de un año de conocerse aún
no se había presentado correctamente. Nunca hubo la oportunidad ni
las intenciones de hacerlo y a la larga un nombre había resultado
ser innecesario.
-"¿Importa?"
-"Sí."- Kanon sonrió al ver la seguridad del niño.
-"Kanon."- Milo lo vio incrédulo por varios segundos. -"Si tanto
quieres hacerlo, dilo."
-"¿Cómo la isla?"
-"Como la isla. Ahora vete."
El niño asintió y salió corriendo del lugar, pensando
excusa para librarse del próximo castigo de Ewan.
en
una
Entró a Escorpio escabulléndose a través de la Segunda Casa y
corriendo hasta llegar a la Octava. Sin embargo, su maestro no se
encontraba ahí. Tuvo que salir por el otro extremo de la Casa para
verlo mirando atentamente en dirección al Templo de Atena.
-"¿En dónde estuviste?"- No le dirigió la mirada.
-"Lo siento."- El ambiente tenso causó que olvidara por completo
la excusa que ya tenía más que armada.
-"Vete con cuidado de ahora en adelante, Adh seidh.
vagar por ahí como antes."
-"¿Qué pasa?"
Ya no podrás
-"Tengo un mal presentimiento. Y ¿sabes? yo nunca me equivoco."Cerró los ojos en señal de cansancio.
Milo fue el que reemplazó sus ojos por los de Ewan. Un cosmo
sumamente extraño había comenzado a emanar desde el Templo.
-"¿Maestro? ¿Qué es eso?"
-"Eso es el Cosmo de Atena. La Diosa ha renacido. Somos
afortunados al sentirlo. Al menos tú si tendrás el beneficio de
pelear por algo que sabes que existe."- Abrió los ojos de nuevo y
los fijó en su aprendiz. –"Diabhal… ¿y Scarlet?"
-"Eh…"
-"Vela a buscar ahora mismo. Solo los Dioses saben que haría el
salvaje de Jothan si la encuentra vagando por ahí."
-"Sí."- Entró corriendo a la Casa.
Ewan le dedicó una última mirada al Templo de Atena y suspiró. Las
cosas se complicarían mucho de ahora en adelante.
-‘Tal vez, lo mejor sería irnos.’
Con ese pensamiento dormiría
encargaría de los detalles.
esa
noche.
Al
día
siguiente
se
Comentario de la Autora: No sé... ¿creyeron que Milo se quedaría
en el Santuario? Yo creo que no. Supongo que ya saben a dónde va a
ir.
Que
irritante
¿no?
¡AAAAAAAAAAAAH!
¡YA
NACIO
ATENA!
XD
EL
COMIENZO
DE
LA
DESGRACIA!
JAJAJAJAJAJAJA!
*coff*
Ah... creo que no muchos sabían que Aioros fue el elegido por
Shion como su sucesor. Es algo que dicen en el anime pero que no
se luce mucho (bueno... para algunos a los que he entrevistado).
La escena en la que Shion le dice las buenas nuevas a Aioros es
también
del
manga.
Lo
demás
ya
es
mío.
Jejeje.
Espero les guste y como siempre una disculpa por la demora. Pero
ya solo son dos semanas más de escuela y todo volverá a ser lindo
y feliz. XP
Capítulo 18: (Traición)
-"¡Kanon! ¡Kanon!"- El Sol se ocultaba en el Santuario. Un tono
especialmente rojizo había aparecido en el cielo y Milo corría por
un bosque con la esperanza de encontrarse con el gemelo. Algo
extraño había pasado. El Patriarca había salido de las 12 Casas a
los pocos minutos de haber dejado a Saga con Aioros y deseaba
contárselo. Tal vez pudiera explicarle qué era lo que ocurría.
Después de varios minutos de búsqueda, comenzó a preocuparse. Un
exceso de movimiento en todos los cosmos del Santuario lo hicieron
sentirse nervioso. Tenía un mal presentimiento y sin siquiera
darse cuenta, sus manos comenzaron a temblar. Cada vez gritaba el
nombre con mayor desesperación.
Un fuerte golpe de aire lo detuvo y pudo sentir el cosmo del Santo
de Sagitario muy cerca de ahí. Alguien más lo acompañaba. Alguien
con un cosmo sumamente poderoso y, aunque se le hacía extrañamente
familiar, no lo pudo reconocer. Normalmente hubiera salido
corriendo detrás de aquellas presencias, pero hubo algo que lo
detuvo. Sujetaba sus manos la una en contra de la otra para evitar
que temblaran.
-"¿Qué haces aquí?"- El corazón de Milo latía demasiado rápido.
Estaba confundido y esa fuerte voz no ayudó en nada. Apenas y se
atrevió a alzar la vista para reconocer los pies del Santo de
Capricornio que había regresado al Santuario hacía solo unas
cuantas horas. -"Regresa a las 12 Casas. Ahora."- El Caballero no
dijo más y siguió su camino. Posiblemente planeaba alcanzar a
Aioros.
Milo quedó tan pasmado ante la atemorizante actitud de Shura que
cuando lo sintió lo suficientemente lejos, se fue corriendo de
regreso a la Octava Casa.
Salió del bosque sin prestarle atención a las vueltas que daban
los soldados por todos lados. La enorme cantidad de cosmos
elevándose lo mantenía al borde de la desesperación. Sus dientes
habían comenzado a imitar a sus manos y ahora también temblaban.
Aries estaba vacía como siempre.
En Tauro, Milo vio a Jothan gritándoles a unos soldados rasos.
Lucía enojado. Milo le dirigió una rápida mirada a Aldebarán,
quien permanecía inmóvil a solo unos cuantos metros de su maestro.
Fue hasta que vio el desconcierto en los apagados ojos negros del
aprendiz que finalmente entendió que lo que estaba pasando en el
Santuario era tan grande como él temía que era.
Siguió su camino pensando en lo que podría causar semejante
revuelo. Ni siquiera aquella vez que la Marina de Poseidón intentó
matar al Patriarca había visto tanto movimiento. ¿Quién era
merecedor de semejante espectáculo? Milo sabía la respuesta a esta
pregunta: Atena.
Esperaba que al llegar a Géminis, Saga estuviera ahí, pero la
Tercera Casa estaba totalmente abandonada. La frustración se
apoderó de él. El no saber qué pasaba ni por qué pasaba era
demasiado. Se limitó a seguir corriendo. Tendría que aguantar por
cuatro Casas más.
Cáncer. Tropezó en el último escalón. Se levantó y cruzó la Casa
aún sin dueño.
Leo. Había cinco guardias ahí. Todos ellos alrededor de
que le era familiar. A pesar de esto, la pose de esta
una inesperada. Aioria estaba tirado en el suelo al
llanto mientras los guardias lo amenazaban con palabras
violentos. Si antes no entendía lo que pasaba, ahora
estaba peor. ¿Por qué Aioria no se defendía?
una figura
figura era
borde del
y ademanes
el asunto
-"¿Se puede saber que hacen?"
Milo volteó en dirección de la voz, sintiéndose sumamente
aliviado. Ewan entraba corriendo a la Quinta Casa. Él también
lucía agitado pero de alguna manera había logrado contenerse más
que cualquier otra persona que hubiera visto en su trayecto hasta
ahí. Se colocó entre los soldados y Aioria. –"Deberían estar
protegiendo a Arles en lugar de estar molestando a este mocoso."
-"Señor-"
-"¡Es una orden!"- La voz de Ewan se alzó con un tono que Milo
nunca había escuchado. -"Si no se van en este maldito momento
acabaré con sus vidas ahora mismo."
Los guardias se miraron entre si y optaron por salir corriendo con
torpeza de la Casa de Leo en dirección al Templo de Atena.
-"¿Por qué lo hizo?"- La voz de Ewan se tornó increíblemente dura.
Apenas hasta ese momento Milo entendió el por qué le tenían tanto
miedo a su maestro. –"¿Por qué?"
-"Él no…"- Aioria solo repetía
mientras se sujetaba a sí mismo.
estas
palabras
una
y
otra
vez
-"Esta Casa será tu hogar de ahora en adelante."- Hizo una pausa
para que Aioria le contestara pero éste no pareció ponerle
atención. Pronunció su nombre con fuerza, cosa que obligó al niño
alzar el rostro. –"Te aseguro que tu maldito hermano no volverá a
poner un pie en este Santuario."- Miró entonces a su aprendiz. –
"Ve a Escorpio, Adh seidh. Y no salgas. No importa lo que pase. No
salgas hasta que yo regrese."- Milo sintió cómo su estómago se
retorció al ver cómo su maestro le mostraba la espalda y salía
corriendo de la Casa sin prestarle más atención. Buscó consuelo o
explicación en la mirada de Aioria pero solo vio al fleco de éste
tapándole rostro. No. Él no estaba en condiciones para explicarle
cualquier cosa.
Rendido, siguió adelante.
Virgo. Se
contraria.
topó
con
dos
guardias
que
corrían
en
dirección
Libra. Totalmente vacía.
La Casa de Escorpio estaba tan sola como las anteriores. Se
adentró a sus pasillos y se sentó en el piso, recargándose en una
columna, esperando recibir del eco de las paredes una explicación
a lo ocurrido.
Esperó la respuesta por horas.
No recibió ninguna.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ewan regresaba exhausto a la Octava Casa. Después de horas de
estar tranquilizando a la mitad de los habitantes del Santuario y
de haber interrogado a la otra mitad, había comenzado a amanecer.
Las cosas apenas se estaban calmando pero aún había una enorme
incertidumbre. Las traiciones eran comunes, pero nunca había visto
una a este nivel. ¿Quién sabe? Posiblemente nunca había habido una
así antes.
Apenas entró y pudo ver a su aprendiz correr hacia
deteniéndose solo a unos cuantos centímetros de distancia.
él,
-"¿Qué pasó?"- Milo preguntó con voz cansada y lenta.
-"Alguien intentó matar a Atena."
Milo pensó que debió de haber sido más específico. Durante sus
horas de cavilación había podido concluir esto por sí mismo.
-"¿Quién?"
-"Aioros de Sagitario."- El nombre fue pronunciado guturalmente
por Ewan.
-"¿Por qué?"
-"Me gustaría saberlo."
-"¿Y Aioria?"
-"Supongo que él seguirá siendo el aspirante de Leo. A menos,
claro, que Arles cambie de opinión."- Milo dudó. Mantener en el
Santuario al hermano de alguien que intentó matar a Atena le
pareció excesivamente estúpido. Ewan interpretó su silencio
inmediatamente. -"No pienses mal del niño, Adh seidh. Más bien
tenle lástima. Tendrá una vida lo suficientemente difícil."Suspiró. –"Supongo que no has visto a Saga pasar por aquí."- El
niño negó con la cabeza. –"Ese hombre… ¿en dónde rayos se mete?
Bueno, eso no importa ahora. Vámonos a descansar. Ayer fue un día
lo suficientemente largo."
Milo asintió y siguió a su maestro hacia su habitación. No pidió
permiso, pero esa mañana dormiría detrás de la espalda del Santo
de Escorpio.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¡Explícate!"- La fría orden fue dada por Saga de Géminis hacia
su hermano menor, quien apenas se levantaba de un golpe que le
había propinado en el rostro. –"Eres mi hermano y por eso tengo
que estar seguro de lo que me dijiste. ¿Realmente estás diciendo
que debemos de traicionar a Atena?"
Todos en el Santuario descansaban después de lo
anterior. El Sol estaba nuevamente teñido de rojo
de
la
noche
- "Así es. Debemos de matar al Patriarca ahora que Aioros está
muerto."
Shura de Capricornio había regresado de su misión con un éxito
parcial. El traidor Aioros, antiguo Santo de Sagitario, no existía
más. Sin embargo, su Armadura había desaparecido.
- "¿Qué dices?"
- "Nadie en el Santuario me conoce. Podría ayudarte a matar a
Shion y a Atena y juntos controlaríamos el Santuario. ¿Qué opinas
de mi idea, hermanito?"
Saga tomó a Kanon por su camisa, pero éste mantuvo siempre una
sonrisa cínica.
- "¡Basta! ¡Los Caballeros estamos aquí para proteger a Atena! Si
algo me sucediera, tú serías el portador de la Armadura de Géminis
y mi responsabilidad se haría la tuya. No puedo creer lo que
dices."- Kanon simplemente retiró la mano de Saga de su agarre,
retorciéndola un poco.
-"¿Por qué no eres más honesto, hermano?"
-"¿Qué?"
- "Todos creen que eres amable y gentil. Incluso suelen compararte
con un Dios."- Hizo una breve pausa. -"Mientras tú te encargabas
de ganarte tu fama de bonachón yo he estado haciendo todo lo que
se me viniera en gana; pero yo sé, Saga que no eres tan diferente
a mí y que tu maldad duerme profundamente en tu corazón."
-"¿A qué te refieres?"- Las palabras de Kanon comenzaron a alterar
a Saga. La voz en su cabeza estaba hablando de nuevo, pero no
podía entender lo que decía.
-"Actúas como un ángel pero eres todo lo contrario."- Fue
silenciado por un segundo golpe en la mejilla. Tuvo que dar unos
cuantos pasos hacia atrás para no caer y después de esto limpió
con el costado de su mano el pequeño hilo de sangre que había
salido por su labio inferior. -"En el fondo tú y yo somos iguales
hermano, no lo olvides."
-"¡Silencio!"- Propinó un tercer golpe, esta vez en el estómago de
Kanon.
-"Entre más lo niegas más muestras tu verdadero ser."- La falta de
aire y el dolor en su abdomen lo obligaron a hincarse.
-"Ya no puedo dejarte libre, Kanon. No me dejas otra opción más
que la de encerrarte en Cabo Sunión."
Kanon alzó la vista hacia su hermano. Originalmente había pensado
que si no podía convencer a Saga, uno de los dos moriría ese mismo
día. Desafortunadamente, no había contado con el Cabo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El ruido
abrir los
guardando
sentó sin
de cajones
ojos pudo
su ropa en
pronunciar
abriéndose y cerrándose despertó a Milo. Al
ver a su maestro ya vestido con su Armadura,
una mochila que estaba sobre la cama. Milo se
palabra.
-"Nos vamos del Santuario."
-"¿A dónde?"
-"No sé… aún no sé. Pero tenemos que irnos."
-"¿Por qué?"- Una amenazadora mirada de Ewan fue suficiente para
hacerlo callar.
-"Porque hay un Bodach suelto."- Susurró.
-‘¿Y Atena?’- Milo no se atrevió a alzar la voz.
-"Arles y Shura la cuidarán."- Cerró la mochila y suspiró cansado.
–"No sé ni por qué hago esto."- Se sentó en la cama y colocó su
pierna derecha sobre su muslo izquierdo, mirando hacia la puerta.
–"Pero en cuanto regrese su Santidad nos iremos."- Volteó a ver al
niño. –"Dime, Adh seidh. ¿Cuál es el último lugar en el que te
gustaría estar?"
Milo dudó por varios segundos. Sabía que ésta era una de las
muchas trampas de su maestro.
-"La isla Milos."- También sabía qué esta respuesta era la que
Ewan esperaba. Mentir habría sido inútil.
-"Claro… entonces será ahí en donde entrenaremos. Pensaba en
regresar a Ballachulish, pero creo que esto será mejor. El clima
debe de ser mucho más amable en las Cícladas, sobre todo para
Scarlet."- Se puso de pie, tomó y volteó la mochila, vaciándola. –
"No sé cuándo regrese el Patriarca, Milo; pero hasta entonces nos
quedaremos aquí. Ten cuidado con lo que hagas o digas. El
Santuario ya no es un lugar seguro."
-"Sí, señor."- Gateó hasta el borde de la cama. –"¿Puedo ir a
buscar a Saga?"
-"¿Qué pretendes, Adh seidh?"- Milo no le contestó. Al encontrar
indescifrable la actitud del niño, no tuvo más remedio que
acceder. –"Solo vete con cuidado. Regresa antes del anochecer."
-"Sí."
Milo bajó de la cama y salió corriendo de la Octava Casa. Saga se
había descuidado y mostró su cosmo hacía unos cuantos minutos.
Algo le decía que Kanon estaba con él.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Kanon examinaba con desesperación la celda de Cabo Sunión. Al
final, Saga sí se había atrevido a encerrarlo en aquel lugar.
Había comenzado a atardecer y si no encontraba una salida pronto,
la marea amenazaría con ahogarlo. Escuchó que unos pasos se
acercaban a él desde las escaleras que descendían hacia la cueva.
Alzó el rostro esperanzado, queriendo encontrarse con un hermano
arrepentido, pero se vio más que frustrado al encontrar a cierto
niño caminando hacia él.
-"Milo."El
niño
lo
miraba
bastante
incrédulo,
incluso
preocupado. –"No es un zoológico, niño. Lárgate."- Dijo esto
después de varios minutos de silencio.
-"¿Él te trajo aquí? ¿Saga?"
-"¿Tú qué crees?"
-"¿Qué hiciste?"
-"Nada."- Sonrió. –"Todavía."
-"¿Entonces por qué?"
-"Lo mejor es que te vayas."
-"Pero… la marea…"
-"Ya me las arreglaré. Vete antes de que alguien te vea aquí."
-"Ewan me dijo que iré a entrenar a Milos."
-"Me alegra. Créeme cuando te digo que el Santuario se ha
convertido en un lugar peligroso. Tal vez así puedas mantenerte
por más tiempo con vida."
-"No quiero irme."- Iba a reprocharle más cosas a Kanon pero un
tercer cosmo lo interrumpió. Alarmado, alzó la vista hacia el
borde del acantilado.
Saga estaba a punto de llegar.
Comentario de la Autora: ¡AL FIN! ¡La continuación! Ay...
jejeje... me tardé mucho con este capie. Pero ya ven. Aquí está.
-.- La verdad no quería poner la escena de Kanon y Saga por el
hecho de que creo que ya todos se la saben de memoria, pero cuando
la quité, simplemente no me gustó como quedó. El guión fue sacado
directo del manga, no del anime. Bueno, no es como si no se lo
hubieran
podido
saltar
de
cualquier
modo.
Un bodach es un espíritu del norte de Escocia que en las noches
les causa pesadillas horribles a los niños malcriados. XD ¿Qué mas
malcriado que Atena? *coff*
Etto... -o- pero este asunto es serio... hubo dos altas traiciones
en este capie. Qué enfermizo ¿ne? Espero les haya gustado este
capie. Honestamente a mí me gustó mucho... fue un punto de vista
diferente sobre lo que pasó en el Santuario en ese día tan
especial.
¡Danke, watashi no friends!
Capítulo 19: (Celda)
-"¿Milo?"
El niño había subido las escaleras de Cabo Sunión y esperó lo más
pacientemente que pudo la llegada de Saga quien, al verlo, corrió
hacia él. No se molestó en ocultar una mueca de enojo.
-"¿Qué haces aquí?"
-‘Que no sepa que me viste.’- Quería correr hacia Saga, contarle
lo ocurrido, preguntarle sus razones del por qué había encerrado a
su hermano en semejante lugar; pero no se lo permitió. Milo
pensaba hacerle caso al consejo de Kanon.
-"¿Por qué regresaste? ¿Dónde estabas?"- Desesperadas preguntas
fueron hechas con el fin de evadir las del Santo de Géminis.
La misma respuesta de siempre.
-"Tuve unos asuntos qué atender."
-"Aioros intentó…"
-"Sé lo que ocurrió, Milo. Por eso regresé aquí."- Sonrió con
tristeza. –"Tal vez pensé que Poseidón había tenido algo que ver
en esto. No sería la primera vez que se me escapara alguna de sus
acciones."- Dijo como un reproche a sí mismo.
-"¿Y fue él?"
-"No. Creo que no."
-"¿Saga?"- Milo se arriesgaría. –"¿Qué hay allá abajo?"
El rostro del gemelo se ensombreció. Colocó una mano en la espalda
de Milo y lo volteó ligeramente, como si con eso pudiera hacer que
dejara de ver hacia el acantilado.
-"Es la celda del Cabo, Milo."
-"¿Por qué está ahí abajo?"
-"Porque así la marea puede subir y cubrir a sus prisioneros."
-"¿Y se mueren?"
-"Más bien se dejan morir. Nadie puede
puedes salir con la ayuda de los Dioses."
-"¿Y por qué?"
escapar
de
ella.
Solo
Saga suspiró divertido ante las insistentes preguntas del niño que
obviamente había entrado a la edad de los ‘por qué’s’.
-"Porque así lo decidió Atena."
-"¿Y para quién es la celda?"- A Ewan solía perdonarle los
interrogatorios cuando éste sacaba a los Dioses como último
recurso. Saga no tendría tanta suerte.
-"Para los traidores."
-"Creí que ellos debían morir."
-"Hay veces en las que la muerte no es un castigo suficiente."- Su
tono de voz pasó de triste a uno enérgico. –"No deberías bajar por
ahí, sobre todo a estas horas. La marea pronto subirá y podrías
caer al mar."- Era cierto, el Sol se ocultaba. Pronto Kanon
comenzaría a flotar dentro de su celda. No le sería fácil mantener
la fuerza necesaria para sobrevivir por mucho tiempo.
Milo se quedó sin tema de conversación hasta que recordó que a
éste gemelo no le había contado sobre el plan de Ewan.
-"Regresaré a Milos."
-"¿Y eso?"- Saga no se molestó en ocultar su sorpresa.
-"No sé. El señor Ewan quiere. Dice que el Santuario ya no es
seguro."- Escuchó a Saga suspirar.
-"Y estoy de acuerdo con él. Será lo mejor, aunque eso de que sea
a Milos no me hace muy feliz. Ewan tiene ideas tan locas…"
-"Quiero quedarme."
-"Pero no puedes. Regresa ahora con Ewan antes de que te metas en
problemas. Si es que no lo estás ya."
Milo miró hacia el acantilado y luego a Saga. Quería regresar a
ver a Kanon, confirmar que siguiera vivo; pero aparentemente no le
sería posible hacerlo esa tarde. Intentaría más adelante, cuando
Ewan cayera dormido y cuando Saga no estuviera presente. Sintió un
retortijón en el estómago y accedió silenciosamente a las órdenes
de Saga, caminando en dirección a Atenas y, unos minutos después,
corriendo hacia ella.
Al menos tal vez cuando regresara a Milos su suerte para salirse
con la suya regresaría. Hacía mucho que no la tenía.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La noche casi eterna de Siberia cubrió
aquel lugar desde hacía casi un año. Ya
los abrigos e incluso una playera sin
para sobrevivir a aquellas temperaturas.
parecía algo tan inalcanzable.
a Camus. Había vivido en
no necesita cubrirse con
mangas le era suficiente
El cero absoluto ya no le
Caminó entre los muros de hielo pensando en nada en especial. A
veces en aquel orfanato en Francia, a veces en su irritante
maestro, a veces en el Santuario. No se atrevía a decir que
extrañaba el contacto humano pues no era así. Aunque, sobre todo
en las horas de sueño en las que escuchaba el viento soplar con
fuerza, las molestas voces de sus futuros compañeros de armas
regresaban a su cabeza.
¿Un año ya?
Sería interesante visitarlos. Sobre todo, sería interesante ver
qué había pasado con aquel berrinchudo niño de nombre isleño.
-"Camus."- El niño permitió que sus ojos abandonaran la enorme
pared de hielo frente a él para encontrarse con Antoine (o al
menos lo que aún podía ser reconocido de él debajo de su tupida
barba). –"Mañana iré al Santuario. ¿Quieres ir conmigo?"
-"¿Qué pasó?"
-"Algo malo. Hubo un traidor."
-"¿Quién?"- Preguntó con sobrada indiferencia, solo preguntando
por urbanidad.
-"No estoy seguro."- Antoine había recibido las noticias del Santo
de Tauro hacía unos cuantos minutos. Había escuchado en la
conversación mental el nombre de Aioros de Sagitario, pero no
podía ser cierto ¿o sí? No. Iría hasta Atenas solo para
confirmarlo.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un pequeño cuerpo giraba sobre su cama. Se levantó y miró hacia la
puerta. Se volvió a acostar, dando unas cuantas vueltas más. Se
enredó entre las sábanas y terminó levantándose nuevamente.
Quería regresar. Por eso esperaba impacientemente. Esperaba a que
Ewan durmiera; esperaba a que el alba estuviera a un par de horas
de aparecer.
Finalmente se bajó de su ya muy desbaratada cama y salió de la
habitación. Se asomó al cuarto de su maestro para confirmar las
sospechas de que éste ya estaba más que dormido y salió de la
Octava Casa, antes pasando a la cocina para recoger algunas cosas
y de regreso a su habitación para visitar a una pequeña amiga.
Le tomó unos cuantos minutos llegar a la costa. Al ver el
acantilado de Cabo Sunión dudó nuevamente, deteniéndose justo
frente a las escaleras que lo llevarían hacia la celda. Inhaló y
dio el primer paso para comenzar a bajar por ellas.
La presión en su pecho aumentaba con cada peldaño que descendía
hasta que pudo sentir un cosmo muy débil pero existente. Se sintió
reconfortado por lo que bajó con mayor rapidez hasta que pudo
distinguir unos jadeos y una tos de entre el gran ruido que
ocasionaba el oleaje. Le tomó unos segundos poder reconocer a
Kanon flotando en el agua. Las olas le llegaban hasta el cuello y
se sujetaba de los barrotes con fuerza, subiendo su cabeza lo más
que podía y tragando agua de mar de cuando en cuando.
Milo permaneció estático en el último escalón en el que las olas
le permitían estar. No podía hablar aunque en realidad no tenía
mucho qué decir. Quiso correr y romper los barrotes, quiso
acercarse y ofrecerle su mano a Kanon para evitar que se fuera al
fondo, quiso por lo menos estar más cerca de él para darle apoyo
moral. No podía hacer nada de esto. No podría seguir avanzando sin
arriesgar su propia vida. Fue por eso que solo observó, sin notar
siquiera el cálido cosmo que le daba fuerzas al gemelo para seguir
con vida.
Fueron horas de angustia total para Milo hasta que las olas
comenzaron a retirarse. Kanon finalmente pudo arreglárselas para
incorporarse y mirar al niño cuya presencia había reconocido desde
apenas unos minutos.
-"Niño."- Le faltaba aire y estaba extremadamente cansado.
-"Traje comida."- Milo sabía a la perfección lo torpe que habían
sido sus palabras. De cualquier modo sujetó con fuerza la bolsa
tejida en la que había metido fruta, carne seca y agua.
-"Ya te dije que no deberías estar aquí."
-"Ewan no sabe."
-"¿Y qué crees que pasará cuando se entere?"
-"No sé."- Se atrevió a bajar tres escalones más aunque el agua ya
le llegaba a las rodillas. Extendió su mano para que Kanon pudiera
tomar la bolsa. –"Toma."
-"¿Y Saga?"
-"No sé."- Repitió. Milo bajó otro escalón, ofreciendo la bolsa
con mayor insistencia.
-"No vengas. Yo puedo arreglármelas solo."
-"No puedes. Nadie puede."- Intentó bajar otro escalón pero una
ola amenazó con arrancarlo de la tierra firme. –"Come."
Kanon se vio forzado a aceptar la bolsa. No fue sino hasta que
Milo vio que ésta estaba a salvo en las manos del cautivo que se
atrevió a salir del agua.
-"Escaparé, Milo. No vayas a dudarlo."
-"Me voy."- El Sol había salido desde quien sabe cuánto tiempo.
Dirigió una última mirada a Kanon y subió las escaleras. –"Mañana
vengo."- Una sonrisa de medio lado cruzó su rostro. –"Así que no
te vayas a ir."
Kanon esperó a que el niño se perdiera totalmente de vista para
darle un enorme trago a la botella de agua que había en la bolsa.
Ese niño era una verdadera molestia.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Buenos días, Adh seidh."- Ewan desayunaba un poco de pan y café.
Afortunadamente, en su descuido no notó la carencia de comida en
la alacena. –"¿A dónde fuiste?"
Milo caminó hacia la mesa y colocó a Scarlet sobre ella.
-"Buscándola."- Su maestro asintió con la cabeza. Cuando despertó
no había encontrado ni al niño ni a la criatura. No sería la
primera vez que la mascota escapara y que el niño hubiera ido tras
su pista sin siquiera pedir permiso. Por ello no le dio mayor
importancia.
Lo que Ewan no sabía era que Milo había dejado a su mascota
escondida en la casa de Aries y que al regresar la había recogido
sin mayor complicación.
-"¿Ya viste quién está llegando?"
Milo alzó su ceja y elevó un poco su cosmo. No tuvo que esperar
demasiado para entender de qué era de lo que su maestro hablaba.
Camus entraba al Santuario.
-"Si quieres esperamos un poco para que lo puedas ver. Dudo que se
quede por mucho tiempo y nosotros nos iremos pronto. Donu sabrá
cuándo se volverán a ver."- Tomó un poco de su café y miró al
niño. –"¿Qué? ¿No piensas desayunar?"
Milo asintió y se sentó en su silla, no estando muy seguro si
pedir algo para desayunar por miedo de que su maestro descubriera
que algunas cosas faltaban.
-"No sé."
-"¿Cómo que no sabes?"
-"No sé."
-"¿Qué hiciste?"
-"Nada."
-"Nada bueno, será."- Inclinó un poco su cabeza hacia adelante. –
"Dime… ¿volviste a robarle el casco a Jothan? Porque acuérdate lo
que me dijo que me iba a hacer si lo volvías a hacer."
-"No." ‘Vaya… no es mala idea. Tal vez más tarde.’
-"Bueno… de cualquier modo no importa."- Se levantó y abrió una de
las alacenas para sacar una simple caja de cereal viejo. –"Toma.
Esto es por llegar tarde."
Milo no puso objeción alguna y desayunó con bastante tranquilidad,
sabiendo que no tendría que salir a entrenar tan temprano como
siempre. Se las arregló para terminar su plato de cereal frío
justo en el momento en el que el Santo de Acuario entraba al
Templo de Escorpio. Después de recibir una mirada de aprobación,
salió de la cocina con Scarlet en mano.
-‘No puedo creer que esa cosa siga viva.’- Camus caminaba a lado
de su maestro por el pasillo principal de Escorpio. Como lo
esperaba, no tardó en encontrarse con el cínico aspirante de la
Octava Armadura caminando hacia él con su presuntuosa sonrisa. Lo
que sí no se esperaba era volver a ver a aquella horrible
criatura. –‘Tal vez no sea la misma.’- Pensó. –‘Tal vez se le han
muerto cientos de Scarlets y se ha conseguido cientos de
repuestos.’
-"Buenos días, Milo. ¿Cómo has estado?"
Las extrañamente formales palabras de Antoine llamaron la atención
de los dos niños.
-"Bien." ‘Miren esa barba. Apuesto a que hay un ratón viviendo
ahí.’
-"Me alegra. Dime ¿has visto a Saga últimamente?"
-"No desde ayer."
-"¿Y se puede saber en dónde está?"
-"En Cabo Sunión."- El niño había estado horas ahí pero no lo
había visto. Era obvio que el Santo de Géminis ya no estaba en la
costa. Milo no supo en el por qué, pero en ese momento le apeteció
mentir. –"¿Por qué no acompañas a Camus a Acuario? Quisiera hablar
con tu maestro a solas."
-"¿Qué será tan importante para que el Barbegazi esté tan serio?"Como si hubiera sido invocado, Ewan salió de entre dos de las
decenas de columnas del Templo.
-"Atena ¿qué más?"
-"¿Qué deseas saber? Aioros traicionó al Santuario, intentó matar
a Atena y luego huyó con la Armadura de Sagitario. Arles mandó a
Shura y éste mató al traidor. Su Armadura está perdida. Eso es
todo lo que sabemos y todo lo que tienes qué saber."
-"No lo creo. Aioros no tenía motivos para matar a Atena."
-"Pero lo hizo."
-"No. Él no."
-"Ya estás hablando como Aioria."
-"¿En dónde está él?"
-"Los soldados dicen que duerme en donde entrenan los Santos de
Plata. Creo que es lo mejor. Yo no aguantaría ver su maldito
rostro todos los días. Se parece demasiado a su hermano."
-"Ewan, cuéntame lo que pasó. Todo."- Miró entonces a los niños. –
"Ustedes pueden irse."
Camus comenzó a caminar fuera del Templo y Milo,
recibir el permiso mudo de su maestro, lo siguió.
después
de
-"Te he contado todo lo que sé."
-"Tú sabes que Aioros no pudo haberlo hecho."
-"Cómo se nota que no has estado en el Santuario por mucho tiempo,
Antoine. Yo que sí ya me he acostumbrado a que pasen cosas que no
deberían de pasar. Si quieres saber los detalles del asunto te los
contaré. Pero de nada te servirán."- Dio media vuelta y caminó
hacia la zona privada de la Casa.
Después de dudar unos segundos, Antoine lo siguió.
Comentario de la Autora: Un capítulo muy difícil para escribir, me
temo. No fue fácil controlar las reacciones de Milo ante el Cabo y
mantener una caracterización relativamente correcta. Hice lo que
pude
y
espero
que
les
haya
gustado.
XD Eeeh! ¡Vuelve a aparecer Camuchis! Por un segunduchis, claro.
Pero aparece. ¿ne? Descuiden, habrá más de él en el siguiente
capie.
Aunque
tampoco
se
acostumbren
demasiado
a
él.
._. Mmmmm... ¿qué más? Qué más... Bueno... lamento que los
capítulos sean tan cortos. La verdad es que no me gusta escribir
capies largos en primera: porque a mí me da flojera leer capítulos
largos y en segunda porque así me tardo más en actualizar. Cuando
suelo hacerlo más largo de lo normal es porque quiero cerrarlo con
cierta escena que toma un poco de más tiempo en desarrollarse.
¡Y yo no maté a Aioros! XD ¡Fue Shura! ¡SHURA! *coff*
Total... una nueva entrega... un nuevo capítulo. ¡Dankes watashi
no friends!
Capítulo 20:  (Caída)
-"¿Kanon?"- Una apagada voz se acercó a los barrotes de la celda
de Cabo Sunión. Había gritado aquel nombre desde hacía minutos.
Las olas ya amenazaban por hundirlo y, de hecho, llegaron a
hacerlo un par de veces, pero pudo concentrarse lo suficiente como
para asirse de las protuberancias en las rocas, ignorando los
pequeños cortes en las manos que se ocasionaba al hacer esto.
Finalmente alcanzó los barrotes y se asomó por ellos, evitando que
aquella sustancia resbalosa que los cubría lo obligaran a soltarse
y a perderse entre el oleaje del Cabo. Gritó una última vez el
nombre mientras buscaba alguna señal de vida dentro de la
oscuridad de la cueva.
Frustración. Lejos de la aspereza en su lengua o el ardor en los
cortes de sus manos, esto era lo único que Milo podía sentir en
esos momentos. Había hecho el recorrido hacia el Cabo Sunión desde
hacía trece madrugadas ya. No le fue fácil conseguirle comida a
Kanon sin parecer demasiado obvio. Sabía que su maestro sospechaba
algo, pero ninguno de ellos se atrevía a cuestionar al otro.
Aparentemente las acciones del niño no le inquietaban a Ewan
siempre y cuando no intervinieran con su entrenamiento o con su
existencia. Esa madrugada había sido como cualquiera de las trece
anteriores, solo que al bajar por las escaleras no sintió cosmo
alguno. Al acercarse no escuchó al gemelo decirle su ya común
saludo de ‘Lárgate.’. Al llamar su nombre no había recibido
respuesta.
No veía el cuerpo de Kanon. ¿Quién sabe? Tal vez ni siquiera
estaba muerto. Tal vez hasta había sido rescatado por una de las
nereidas de las que su maestro tanto solía hablar. Aún así ¿cómo
saberlo? ¿Cómo saber si aquel hombre había cumplido su palabra y
había escapado? Tal vez algún Dios decidió ayudarlo. En dado caso
¿qué Dios fue? ¿Atena? ¿Por qué habría de haber sido Ella si Ella
misma fue quien lo dejó ahí?
Permaneció flotando en el agua salada por mucho tiempo hasta que
aceptó su derrota ante el mar.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Tienes cara de tonto."
-"No es cierto."
-"Sí es cierto."
-"No."
-"Sí."
Milo decidió dejar ahí la discusión. Él y Camus llegaron a la Casa
de Acuario. El segundo examinó el lugar como vigilando que todo
estuviera tal y como lo había dejado.
-"¿Qué hay en Siberia a parte de hielo?"- Milo interrumpiría de
nuevo el silencio.
-"Nieve."
-"¿Hay pingüinos?"- Camus finalmente lo voltea a ver. –"¿Hay?"
-"Sí."
-"¿Y osos polares?"
-"Es casi el polo ¿tú qué crees?"
Si la única manera para que Camus le pusiera atención era diciendo
estupideces, entonces diría las mejores estupideces del mundo.
-"Pudieron haber
Barbegazi…"
huido
al
Caribe.
-"Estás todavía más tonto que antes."
Ya
sabes…
con
eso
del
-"Y tú menos entendible."- Camus había tardado meses en dejar
atrás tan solo una parte de su acento francés estando en el
Santuario. Ahora, no solo tenía aquel arrastrado tono sino que la
serenidad del idioma franco había sido totalmente eliminada por de
una imperante entonación rusa.
-"¿Y tú qué? Hablas como perro."
-"No es cierto."- Algo que él mismo no había notado era que él
también había adquirido un acento diferente durante estos meses. –
"Además, los perros no hablan."
Esta vez Camus fue el que terminó la discusión.
-"¿Por qué no dejas de sonreír?"- El humor del escorpión era muy
sutil. Tanto que la mayoría de las veces que se atrevía a
pronunciar su sarcasmo lo decía con total seriedad. Esto para que
nadie más que él pudiera notarla. Tal vez era de éste modo en el
que se sentía todavía más astuto. El poder insultar a alguien sin
que éste se diera cuenta era todo un logro para Milo; uno que no
alcanzaba tantas veces como él se imaginaba. Camus tampoco se
quedaba atrás en el arte del sarcasmo. Era por eso mismo que
entendía a Milo tan bien.
Sin embargo, en esos momentos se veía tan burlón como aquel niño…
¿Aioria? Ya no lo recordaba con seguridad. Observó a Milo en
silencio por varios minutos hasta que dedujo el por qué de su
enfermizo comportamiento. Él sabía algo que nadie más sabía.
-"¿Qué?"- Milo recibió orgulloso la molesta mirada de Camus.
Después de todo ¿de qué te servía tener un secreto si nadie
sospechaba siquiera de su existencia? Por supuesto que no se
atrevería a hablarle de Kanon; pero sería mucho más divertido de
éste modo. Otra manera de llamar su atención. Los Dioses sabían lo
tanto que le gustaba recibirla del pequeño Camus.
-"Si no me vas a decir deja de verme con esa cara."
-"¿Qué cara?"
-"Con cara de ‘pregúntame’."
Milo negó con la cabeza.
-"Yo sé algo que tú no sabes."
-"Obvio."- Dio la media vuelta con intenciones de ir a su
habitación. –"Me voy a dormir un rato."- No pudo seguir adelante
pues una extraña fuerza detuvo todos sus movimientos. Quiso
voltear en dirección a Milo pero ni esto pudo hacer.
-"¿Te gusta?"- Milo caminó hasta colocarse frente a Camus. –"Le
llamo la Restricción. Inspirado en Aldebarán cuando ve a Scarlet."
-"Suéltame."
-"No."
Camus cerró los ojos y elevó un poco su cosmo; lo suficiente como
para que el aire frío lo rodeara e interrumpiera el cosmo de Milo,
liberándolo de su agarre.
-"Te has hecho más fuerte ¿verdad?"
-"Si no lo hacía me ibas a matar."
-"Aye."- Milo había dejado atrás su sonrisa. Ahora solo quedaba su
ya bien conocida mueca de presunción. -"El señor Antoine va a
tardar en subir. ¿Me acompañas a Tauro?"
-"Acabo de llegar."
-"Y estarás muy cansado de no hacer nada."
-"¿A qué?"- Se atrevió a preguntar.
-"Quiero ir por algo de comida."
-"¿Comida? ¿Para qué? ¿Ewan no te da de comer?"
-"Solo ven."
Milo salió corriendo de la Casa a sabiendas de que, a la larga, su
amigo lo seguiría.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus había regresado a Siberia hacía 4 días.
Tal vez si aún estuviera ahí, Milo se atrevería a contarle sobre
Kanon, sobre cómo burló a Saga durante sus primeros meses en el
Santuario, sobre cómo lo iba a visitar y sobre cómo había
desaparecido de un día para otro. Tal vez hasta se atrevería a
mostrarle una de las escasas pero gruesas lágrimas que caían por
su mejilla mientras caminaba de regreso a la Octava Casa.
Milo estaba consciente de su situación: la ropa húmeda y con
rastros de sal, las manos enrojecidas y despellejadas y la nariz
constipada por algo más que la helada sensación que cubría su
espalda. A pesar de esto no hizo nada al respecto. Solo avanzó
hacia el Octavo Templo, quizá esperando que Ewan lo interrogara
para luego recibir algún castigo que le quitara la celda vacía de
la cabeza.
-"¡Milo!"- El niño reconoció el nombre que solo era pronunciado
por Ewan cuando hacía algo malo. –"Por todos los fianna. ¿Dónde
diablos te metiste?"- Esperó a que el niño llegara a su altura en
la entrada del Templo, pero al ver que éste no aceleraba su paso,
frunció el ceño y él mismo caminó hacia él. –"Sabes que poco me
importa lo que hagas en las noches, pero no permitiré que llegues
tarde a tu entrenamiento. Mucho menos si cruzas el Santuario
luciendo como luces ahora."- Esperó una disculpa inexistente. –
"¿Tienes algo qué decir a tu favor?"- El silencio de Milo comenzó
a preocupar a Ewan. A pesar de su enojo, se atrevió a suavizar su
voz. –"¿Adh seidh? ¿Qué pasó? ¿Alguien te hizo eso?"- El niño
finalmente dio señales de vida y negó una vez con la cabeza. –"¿A
dónde fuiste?"
-"A Cabo Sunión."- Dijo con voz apagada.
-"Así que ahí te habías estado metiendo. Buscas a Saga ¿no es
así?"- El niño siguió sin pronunciar palabra. –"No lo sé, Adh
seidh… no creo que regrese."
-"Él lo hará."- El niño no estaba hablando precisamente del gemelo
mayor.
-"Piensa lo que quieras si eso te hace feliz. Ahora vete a lavar.
Después de eso iremos a entrenar al bosque ¿te parece?"- Sin mirar
a su maestro, el niño asintió y entró a la Casa mientras maldecía
en su mente a Camus por tener esa fabulosa manía de irse cuando
más lo necesitaba.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Y hay estrellas en Siberia?"
-"Sí. Y Aurora Boreal."
Milo y Camus descansaban en las escaleras del
Templo. Las primeras estrellas habían aparecido.
-"¿Y eso qué es?"
-"Unas líneas de colores en el cielo."
-"¿Cómo el arcoíris?"
-"No… sale sin lluvia y es al revés."
-"¿Cómo que al revés?"
Décimo
Primer
-"Pues sí… al revés."
-"Un día iré para conocerla."
-"Deberías."
-"Pero primero me van a llevar a Milos."
-"¿Y qué hay ahí aparte de manzanas?"- Camus no se sorprendió ante
la confesión de Milo. No esperaba que él o su maestro
permanecieran en el Santuario. Escuchó de Antoine que Jothan y su
alumno irían de regreso a Brasil, Cáncer estaba en Italia, Virgo
en India, Piscis en Suiza y él mismo en Rusia. Tal vez solo le
extrañó un poco que no hubiera ocurrido antes o que su lugar de
entrenamiento estuviera tan cerca al Santuario.
-"Peces… y gente… y gente que caza peces. Y turistas y algunas
niñas lindas."- Pausó. –"Y mis papás."
-"¿Los conociste?"
-"Sí."
-"Yo no. Solo recuerdo al orfanato y a Antoine llegando un día por
mí."
-"¿Cómo te encontró?"
-"Alguien debió de pedírselo. Yo congelaba las cosas… y algunos
niños."- Milo lo miró con cara de sorpresa.
-"Desde chiquito estabas loco."
-"No es cierto. Me hacían enojar. Eran tontos. Como tú."
-"¿Cómo no los matabas?"
-"Solo los enfriaba un poquito."- Confirmó en su cabeza que no
tenía nada más que decir para defenderse. –"¿Y a ti como te
encontró el señor Saga?"
-"Me vio cuando entró a mi casa."
-"¿Vivías con tus papás?"- Milo asintió. –"¿Entonces qué haces
aquí?"
-"Lo mismo que tú… creo."
-"¿No los extrañas?"
-"A mamá… a veces. Solo a veces. No mucho."- Cada oración fue
dicha con una voz más débil a la anterior.
-"Yo los extraño."
-"Si no los conociste."
-"No."- Sonrió. –"Tal vez sea por eso. ¿Y cuándo te vas?"
-"Esperamos al Patriarca… pero aún no llega."
-"Con eso de lo de Aioros es raro. Cuando te vayas ¿regresarás con
tu Armadura?"
-"Tal vez…"- Una cálida sonrisa apareció en su rostro. –"Y con una
niña linda."
-"No eso no pasará."
-"¿Por qué?"
-"Porque tienes cara de tonto."
Milo suspiró y cerró los ojos. Había extrañado más a Camus de lo
que creía.
-"Ya quisieras."
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
En serio que extrañaba al malcriado francés.
Milo, para variar, planeaba obedecer las órdenes de su maestro e
irse a lavar inmediatamente, pero un cosmo que se le hacía
familiar, más no reconocible lo detuvo.
-"¿Arles?"- Susurró Ewan.
-‘Santos de Atena.’- El dueño de aquel poderoso y amable cosmo
habló en la mente de todos y cada uno de los habitantes del
Santuario. Incluso tal vez también en la de los Santos de otros
países. –‘El Patriarca ha muerto.’
Aquellas palabras cayeron como un balde de agua fría sobre todo el
Santuario. Toda actividad cesó y se sentía un profundo pesar en el
cosmo de todos.
-"Shion… Dioses…"
Sonó una campanada seguida por otra y otra hasta cumplirse la
docena. Ewan y su alumno giraron su vista al reloj de fuego de las
12 Casas. Las 12 horas de procesión habían comenzando. Los juegos
fúnebres comenzarían antes de que anocheciera.
El cuerpo de Shion fue sepultado esa misma noche en el ya muy
poblado cementerio del Santuario. Su tumba no fue grabada con
letras especiales. ‘Shion, Santo de Oro de Aries.’ fue el simple
epitafio que sus seguidores le dedicaron.
Con el Santo de Sagitario muerto y deshonrado y el Santo de
Géminis sin donde ser encontrado, no había un sucesor posible de
entre los 12. Todos lo sabían: solo había uno en todo el mundo
digno de ser el sucesor del Kyoko.
Durante los próximos 13 años Arles, el alguna vez Santo de Altar,
habría de ser el que se sentara en el trono del Patriarca.
A la mañana siguiente, Ewan de Escorpio recibiría el permiso del
nuevo Kyoko para partir con su aprendiz rumbo a la Cíclada.
Comentario de la Autora: Espero que se haya entendido... Este
capie lo escribí algo diferente. Supongo que han notado que
usualmente pongo los flashbacks separados en dos y la primera
parte va al inicio del fic y cierro con la segunda parte. Aquí
puse los flashbacks en medio para darle un final más fuerte.
A mi me gustó mucho como quedó, espero que a ustedes también les
haya agradado.
El guion Milo/Camus estaba medio menso...
(Seh... los niños son mensos). Además ya
convivir un poco más. Al menos 'un poco
volveremos a ver así, creo (T_T los niños
Eso es todo por ahora.
pero son niños ¿no?
era hora de verlos
más' porque no los
crecen tan rápido).
¡DANKEEEEEEEEEE!
Capítulo 21:(Lino)
-"Argenis."
Atardecía en el Santuario y sonidos discordes de cuerdas
dejaban escuchar en el interior del Templo de Capricornio.
se
-"¿Ewan? Has vuelto. De nuevo."- El Santo de Capricornio trataba
de afinar sin mucho éxito una guitarra vieja que le habían
regalado (o más bien, había salvado del basurero) esa mañana en
Rhodorio. –"¿Por cuánto tiempo planeas quedarte esta vez?"
Ewan de Escorpio se acercó a Argenis con paso firme.
-"No lo sé. Eso dependerá de lo que me aconseje MacEndroe."Argenis no dijo más. Solo intentó poner en su lugar una de las
cuerdas de la guitarra. –"Es una leyenda ¿sabes?"
-"Lo suponía."- Contestó, aparentando indiferencia.
-"Hn… Escuché que te vas a España."
-"Escuchaste bien entonces."- Argenis no se atrevió a alzar el
rostro.
-"Supongo que te llevarás a tus aprendices."
-"¿A quiénes si no?"
-"¿Y por qué España?"
-"Los Pirineos son hermosos. Además…"- Finalmente pudo acomodar la
cuarta cuerda.
-"¿Shura?"
-"Sí."
-"¿Qué es lo que hace a ese niño tan especial, Argenis? ¿Es tan
fuerte?"
-"Sí y no. No sé. Es fuerte pero no el más fuerte. Es solo que
siento que él será mi sucesor."
-"No deberías descuidar al resto de tus aprendices."
-"Trato de no hacerlo."- La cuerda se volvió a salir de su lugar.
–"Ewan. No regresaré al Santuario."
-"¿Por qué?"- El Santo de Escorpio preguntó calmado, como si ya
hubiera esperado aquella declaración desde hacía tiempo.
-"No me apetece."
-"Como quieras. Solo hazme un favor. No dejes que te maten. Sobre
todo, no dejes que Shura te mate."
-"¿Por qué no te agrada?"
-"Por que a ti te agrada demasiado."
Una corta risa se escuchó de Argenis.
-"Tú siempre tan celoso."
-"Mis celos son como el wodka: no puedo dejarlos. Son parte de
mí."
-"Entiendo."- Retiró por completo la cuerda. Necesitaría comprar
otra.
-"¿Entonces?"
-"¿Entonces qué?"
-"¿Lo prometes?"
Argenis finalmente alzó el rostro para ver a Ewan.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Qué pasa, Adh seidh? ¿Acaso quieres ir a misa?"
El eco de las campanas de la iglesia de Patrikia rebotaba en las
piedras del acantilado. Era domingo y la gente del pueblo
comenzaba su peregrinación para escuchar la primera misa de la
mañana.
-"Quiero regresar a casa."
Esa mañana Milo y su maestro habían llegado a Milos. No hubo una
gran bienvenida ni mucho menos. Solo unos aburridos cangrejos
habían salido de sus agujeros en la arena para saludar al niño que
solía cazarlos por las noches.
-"¿A casa? ¿El Santuario?"
-"Sí."- El niño habló arrastrando la vocal, contestando irritado a
la pregunta de Ewan cuya respuesta, al menos para él, era más que
obvia.
-"Lo sé. Por eso mismo te traje."- Ewan había llevado a su
aprendiz de regreso a Milos solo para ponerle una traba más. Si él
habría de ser su sucesor, al menos se encargaría de no dejársela
fácil. –"No sé ni por qué te quejas tanto. Este lugar es muy
bonito."
Milo odiaba admitirlo, pero eso era algo totalmente cierto. Milos
era una isla fría, con agua azul y totalmente cristalina. La
blanca arena contrastaba con la oscura vegetación. Milos podía ser
considerada por muchos algo así como el paraíso terrenal. Para él
era algo cercano a su opuesto. Vio a su maestro caminar hacia una
tumba que apenas y recordaba.
-"Así que fue aquí donde el ‘gran’ Santo de Orión murió. ¿Saga lo
enterró?"- Milo, quien apenas estaba llegando a su lado asintió. –
"Debí imaginarlo. Solo alguien tan imprudente como él pensaría en
enterrar a alguien en un lugar así. Como si los cementerios fueran
para ser vistos."
Posó entonces su mirada a dos derruidas cabañas.
-"¿Ahí vivían?"
-"Sí. Lorne y sus 4 aprendices."
-"Entonces ahí viviremos nosotros."
-"¿Aquí?"
-"Aye."
Milo miró hacia la iglesia. Las campanas habían dejado de repicar.
-"Pero la gente nos verá."
-"¡Que nos vean! ¡Así tendrán el lujo de envidiarnos!"
-‘Solo a alguien como a mí podía tocarle el Caballero más
‘simpático’ del Santuario.’- Se agachó y dejó en el piso a su
mascota, asegurándose de que ésta no se acercara más de lo debido
a los agujeros en la arena.
El Santo de Escorpio caminó hacia de una de las cabañas. Tuvo que
empujar con fuerza la puerta para que ésta se abriera; cuando hizo
esto, la hinchada madera del marco no aguantó más y simplemente se
rompió. Ewan entró, quitando con el pie mientras caminaba varios
montoncitos de arena que habían llegado a colarse al cuarto
principal. Examinó la habitación. Lo que alguna vez fueron un par
de camas yacían en un lado de la estancia. No había cocina,
solamente un lugar reservado para encender un fuego. Milo entró al
cuarto, dejando sola a su mascota.
-"Huele raro."
-"Esta cosa está pudriéndose. Al parecer fueron muchos años de
abandono."– Colocó su mano sobre una simplona mesa de metal
corroído. –"Creo que tendrás que hacer muchas reparaciones."
-"Sí, señor."
-"Necesitarás comprar cosas. ¿Crees que cuando vayas al pueblo te
quieran vender una botella?"
-"No creo."
-"No… yo tampoco…"- Arrastró su mano derecha sobre la superficie
de la mesa, retirando de ella polvo y arena. Examinó sus dedos,
ahora grises. –"El Kobold debió de haber estado muy solo.
Esperemos que nos acoja sin muchas complicaciones."- Miró al niño
que ya no parecía estarle poniendo atención sino que se limitaba a
hacer dibujos en la invasora arena con el dedo.
-‘Uno lo sabe, créeme.’
Conocidas palabras se asomaron por algún lado del cerebro de Ewan.
¿Quién diría que, a final de cuentas, Lino tenía razón?
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Dos, por favor."
La pequeña figura se asomó a través del mostrador de la
ferretería. Estiró su brazo y colocó el dinero necesario mientras
señalaba con la mirada una caja de clavos detrás del mostrador.
El dueño de la tienda miró al niño sin disimular su sorpresa al
verlo en semejante estado. El cabello largo y varios rasguños y
moretones en todas las partes visibles de su cuerpo no eran
precisamente la apariencia más común en los niños de la isla. Al
menos no en los que pudieran comprar ropa que, aunque gastada,
lucía de buena calidad. El hombre recordaba una imagen similar.
Era curioso, sin embargo. Hacía 7 años que no veía algo así.
-"No te había visto por aquí antes. Eres nuevo ¿no?"
El niño asintió.
-"Dos por favor."- Milo no tenía el menor interés en hacer plática
con el hombre frente a él. Suficiente tenía con aquel dolor en sus
brazos y espalda por cortar leña durante todo el día y parte de la
noche anterior como para andarse cuidando de insignificancias como
las de hacer amistades con gente tan insulsa.
El hombre mayor dejó escapar un gutural sonido que quiso hacerse
pasar por risa y buscó una bolsa para poner en ella las dos cajas
de clavos que el niño pedía con tanta insistencia. Dio la pequeña
bolsa de papel al niño quien ya estaba dando la vuelta para irse.
-"Quédate con tu dinero."- Milo se detuvo. –"Es un regalo de
bienvenida."- El niño lo miró con desconfianza, sujetando entre
sus manos la bolsa. –"Tu maestro no se tiene por qué enterar."
Milo pronunció una tenue palabra de agradecimiento, estiró su
brazo para recuperar el dinero, y salió de la tienda sin
molestarse en mirar de nuevo al dueño de la misma.
Se detuvo a comprar unos dulces en una tienda que aún recordaba.
Afortunadamente, la encargada no pareció reconocerlo. No sabría
qué hacer en caso de que alguien lo hiciera. Tal vez en un ataque
de pánico simplemente los golpearía lo suficiente en la cabeza
como para asegurarse de que no pudieran contarle sus visiones a
alguien más. Tal vez solo correría en sentido opuesto a sus
miradas, deseando que el escándalo no se hiciera demasiado grande.
Milo caminó entre las pequeñas calles del pueblo, dando vueltas de
más, con esperanza de no encontrar a más gente que pudiera
recordarlo. Se sintió aliviado al acercarse al muelle. A esas
horas del día había poca gente ahí. Los únicos que estaban eran
algunos de los hijos de los pescadores que se quedaban a descansar
después de un largo día de juegos. Miró las rocas en las que había
pasado
muchas
de
sus
mañanas.
Vaciló
y,
haciendo
algo
completamente opuesto a lo que venía haciendo toda la tarde,
caminó hacia ellas, con esperanza de encontrar a alguno de los
niños a los que tanto le había entretenido escuchar alguna vez.
Había dos de ellos ahí. Milo reconoció a la mayor.
-"¿Demonios?"
-"Dicen que han regresado. Que son dos."
Dos hermanos descansaban en las rocas. El menor intentaba atrapar
pequeños peces que se colaban por las olas, mientras la mayor solo
permanecía sentada, cuidando de que el niño no se mojara
demasiado.
-"¿Por qué demonios?"
-"Porque son malos."
-"No es cierto."
-"Sí es cierto. Mi abuelo me lo dijo. Dice que pueden matar con
solo mirarte."- Puso sus pies sobre el agua y se acercó a su
hermano. –"Y que se llevan a los niños malos."
-"¿A dónde?"
-"No dicen. Pero se los llevan."
-"Mentirosa."
-"No."- Tomó un poco de aire. –"Había un niño. Él vivía en la casa
blanca cerca de la iglesia y era malo y un día llegó uno de ellos
y desapareció con él. El Padre nos dijo. Él lo vio. Además, yo lo
conocía."
-"¿Y qué hacen con ellos?"
-"Cosas malas."- Contestó
respuesta a esa pregunta.
la
niña
solo
porque
no
conocía
la
El menor no se atrevió sino a quedarse callado.
Milo decidió escabullirse fuera del escondite.
regresar con Ewan, ya había tardado lo suficiente.
Era
hora
de
Con una presuntuosa sonrisa en el rostro, siguió el camino del
litoral.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Por qué regresaste?
Ballachulish."
Escuché
que
estabas
muy
a
gusto
en
Argenis era un hombre joven pero había un gran cansancio reflejado
en sus ojos oscuros. Su cabello era rizado y sumamente negro,
apenas llegándole al hombro. Su piel no era demasiado blanca; solo
aparentaba serlo por lo oscuro de su marco facial.
-"Comenzaba a extrañar al Santuario."
-"No sabía que tenías la capacidad para sentir melancolía, Ewan."
-"Ya ves. Soy una cajita de sorpresas."- Miró hacia el techo y
suspiró. -"Pareciera que fue ayer cuando ganamos nuestras
Armaduras."
-"¿Te parece? Qué raro. A mí me ha parecido una eternidad."
-"El tiempo pasa cuando uno se
supongo que eso es lo que pasa."
divierte.
Y
cuando
no…
Bueno,
-"No lo supongas tanto. Si tuviera que volver a tomar la decisión
de si seguir a Atena o no, no dudaría en volver a aceptar mi
Armadura."
-"¿Entonces?"
-"No deberías de escucharme. Tú no eres el único melancólico. No
es fácil saber ante ti la persona que va a reemplazarte."
-"¿Cómo estás tan seguro de que será él?"
-"Uno lo sabe, créeme. Ya te tocará a ti."
-"Tal vez."
-"Pero creo que el principal problema es que no imagino mi vida
sin la Diosa. Creo que no sabré qué hacer sin mi Armadura."
-"Entonces ya deberías de estar pensando en algo."
-"Debería. Ojala pueda."
Ambos callaron por unos momentos.
-"Argenis. ¿Por qué no lo prometes?"
-"No es algo fácil, Ewan."
-"¿En serio te estoy pidiendo tanto?"- Vio a Argenis dudar.
-"De acuerdo. Lo prometo."
-"Gracias."- Una sincera sonrisa de agradecimiento apareció en su
rostro. –"Ahora me voy. Debes de estar cansado."- Caminó hacia la
puerta del Décimo Templo.
-"No creo que nos volvamos a ver, Ewan."
-"Lo sé. Fue un honor, Capricornio. No olvides tu promesa."
Ewan de Escorpio no le dirigió una segunda mirada a Argenis de
Capricornio. Salió del Templo mientras en el interior, su guardián
se limitaba a examinar el resto de las cuerdas de su instrumento
con esperanza de poder salvar una de ellas.
Comentario de la Autora: Ring any bells, Aiko-chan? ¬¬ Más te
vale.
XD
*coff*
¡Miluchis! ¡AAAAAAH! Ha regresado a la islita esa. Qué cosas...
@o@ todo tan confuso! ¡Tan confuso! Ah... Argenis... de Argenis
sabremos más, más adelante. Sobre el nombre del capítulo, Lino..
bueno... ._. es otra leyenda griega. Pasé muchas, muchas noches
buscando el apodo perfecto para este personaje. No fue nada fácil,
se los aseguro... casi me chuto la mitad de mi diccionario de
mitología XP.
Finalmente, me decidí por una leyenda tebana en
donde se le debía a él el invento del alfabeto fenicio, el ritmo y
la melodía (tocaba la lira). A veces lo reconocen como el hijo de
Hermes y otras veces como el hermano de Orfeo... pero sus orígenes
no importan demasiado. Ewan nos contará más de esta leyenda más
adelante.
Un comentario sobre el capie anterior... es cierto... Marín se
encuentra con un cuerpo en Starhill, pero por conveniencia de la
trama, en este fic considero que ese cuerpo era de Arles, no de
Shion (además de que nunca estuve segura de quién era ese
cadáver).
Mmm...
y
creo
que
eso
es
todo.
^o^
¡Gracias y que tengan un buen día!
Capítulo 22: (Misión)
-"Ewan de Escorpio se reporta, señor."
-"De pie, Ewan."- El Santo obedeció las órdenes de Arles. –"Tengo
un trabajo para ti. Es necesario que… corrijas a alguien."- Ewan
alzó el rostro. Desde la muerte de Shion, no había recibido
órdenes de matar a nadie. –"Esta vez no puedo enviar al Santo de
Cáncer. Este trabajo requiere un trato un poco más delicado."- El
nuevo guardián de la Cuarta Casa ya había eliminado a muchos
traidores incluso antes de que ganara su Armadura; sin embargo,
sus trabajos eran burdos, por así decirlo. Era capaz de destruir
un pueblo entero cuando solo era necesario quitar una vida. –
"Lamento haberte mandado llamar de un modo tan imprevisto, pero no
creo que haya alguien mejor que tú para el trabajo."
-"Señor… ¿se me permite hacer una sugerencia?"- Alzó la ceja
derecha y vio al Patriarca asentir ligeramente detrás de su
máscara. –"Creo que es mi aprendiz el que debería de encargarse de
esta misión."
Un breve silencio los envolvió.
-"¿No es muy pequeño?"- Un ligero temor se alcanzó a distinguir
entre las palabras de Arles.
-"¿Señor?"- Ewan lo miró extrañado. –"Ya tiene 10 años."- No había
límites con respecto a la edad que debería de tener un aprendiz
para ser considerado listo para matar a alguien. Algunos pocos
podían pasar toda su vida sin hacerlo. Otros habían comenzado a
matar desde antes de conocer siquiera la existencia del Santuario.
–"Me parece que es hora de que tenga su primer contacto con la
muerte."- Escuchó a Arles reír. –"¿Su Santidad?"
-"Tú eres su maestro, Ewan. Si así lo deseas, será él el
encargado."- Agravó su voz. -"Shura te dará los detalles. Confío
en la Octava Casa."
-"Sí, señor."
Ewan asintió y salió de la habitación mientras Arles recargaba su
espalda en el trono.
-"10 años."
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-‘Esto sí que es raro.’- Una figura de ocho patas caminaba sobre
una superficie mullida de lo que solía ser la habitación de Milo.
–‘Se siente raro regresar.’- Se sentó sobre su cama, cerrando los
ojos para ver con mayor claridad los recuerdos de sí mismo jugando
en ese cuarto. Suspiró. Aún hacía falta algo. –‘Cuatro años… yo
creí que habría más gente.’- La verdad había sido una muy
distinta. Él y su maestro encontraron al Santuario casi
abandonado. Había pocos aprendices y todavía menos Caballeros.
Todos se habían ido a entrenar por el mundo o… simplemente
desaparecido. Pero, ¿no Shura había dado órdenes para que todos se
reunieran en Grecia? –"Mü de Aries."- Así lo llamaban ahora. Un
quedo gruñido fue producido por su garganta mientras se recostaba
en su cama, sin siquiera fijarse antes si su mascota estaba
paseándose a sus espaldas.
El niño de nombre onomatopéyico había huido del Santuario a los
pocos días de morir Shion. No solo eso, también se había llevado
consigo la Armadura de Aries. ¿Cómo lo había conseguido? Solo los
Dioses lo sabían, eso era seguro. Parecía que ahora estaba
entrenando en alguna parte de Asia, dedicándose en sus tiempos
libres a reparar las Armaduras rotas de los Caballeros que
conseguían encontrarlo. Aún no tenía el título de Santo, sin
embargo, era solo cuestión de tiempo para que se hiciera legal,
pues desde hacía años Mü había sido reconocido como el sucesor
legítimo de la Primera Casa.
Pero Mü había huido del Santuario. Esa mera acción conllevaba a la
pena capital. Si a eso se le sumaba que había escapado con todo y
Armadura (y no cualquiera, sino que una de las 12), el castigo
debía de haber sido uno grande o, al menos, uno mayor que el de
ganar el título de guardián de la Casa del Carnero Blanco.
–"Ridículo."
De repente sintió un cosmo muy poderoso entrar a la Octava Casa.
Milo se puso de pie y salió de la habitación sin estar
completamente seguro de si lo que estaba entrando a Escorpio era
un aliado o no. En el pasillo principal, una delgada y clara
figura llamó su atención inmediatamente.
Era un niño no mucho mayor que él. El cabello largo y rubio, algo
parecido a una sábana como ropa y una extraña manchita roja en su
frente hacían que aquel personaje pareciera salido de uno de los
enfermizos cuentos de hadas de Inglaterra. Aunque mantenía sus
ojos cerrados, Milo podía sentir la penetrante mirada del intruso.
-"Buenos días."- Pronunció mientras caminaba hacia su visitante. –
"¿Qué haces en la Octava Casa?"
-"Me dirijo al Templo de Atena."- El niño no pareció tener
intenciones de abrir los ojos. –"Quisiera que me dejaras pasar por
aquí."- Milo no se limitó a examinarlo de lejos, sino que se le
acercó e incluso dio un par de vueltas a su alrededor.
-"Si hubieses querido pasar sin ser visto, lo hubieras hecho.
¿Tenías curiosidad por el aprendiz de la Octava Casa, Shaka?"Sonrió al notar cómo su invitado alzó levemente su cabeza,
luciendo un poco sorprendido. –"Shaka: el aspirante de Virgo. Eres
famoso. El niño que ha superado a todos sus maestros. Dicen que
solo los Dioses tienen algo qué enseñarte."- Sonrió sarcástico. –
"Esperaba a alguien que se viera más fuerte."- Tantas victorias
del niño hindú crearon en la mente de Milo la imagen de un niño
grande, moreno y de cabello negro y grueso. El que tenía enfrente,
era un cuadro totalmente opuesto al de su imaginación. Lo único
con lo que Shaka que se asemejaba a su imagen mental era el
acento.
-"Y yo admito
Escorpio."
que
esperaba
algo
diferente
del
aspirante
de
-"Hm."- Milo no le dio demasiada importancia a ese comentario. –
"No vale la pena que vayas con el Patriarca ahora. Está ocupado
con mi maestro."
-"Entiendo. Creo que lo esperaré arriba."
Justo cuando Shaka comenzó a caminar, Ewan de Escorpio entró a la
Casa, llevando consigo una hoja blanca con varios dobleces
marcados.
-"Vaya. Muy buenos días. Tú debes de ser Shaka ¿no es así?"
-"Y usted es el Santo de Escorpio."- El niño se inclinó
ligeramente ante Ewan una vez que lo tuvo suficientemente cerca. –
"Lo lamento. El Patriarca espera mi reporte."- Salió entonces de
la Casa.
-"Eso fue muuuuy raro."- Milo asintió, aunque Ewan no lo estaba
viendo. –"Bueno, al menos el Patriarca le pide a ALGUIEN que se
reporte."- Por supuesto que el Santo de Escorpio se refería a Mü y
Saga.
-"¿Ese niño en serio habla con Buda?"
-"Antes pensaba que esas cosas eran patrañas, pero ahora que lo
veo es una de dos: o sí es más especial de lo que suponíamos o de
plano las toxinas del Ganges han atrofiado su pequeña cabecita. Lo
segundo es lo más probable, me temo."- Comenzó a caminar hacia la
zona privada de la Casa. –"Ven, Adh seidh. El Patriarca tiene una
misión para ti."
Ambos entraron a la estancia principal y se sentaron uno junto al
otro. Ewan le entregó la carta a Milo y le dio una seña para que
la leyera.
-"¿Qué es esto?"
-"Un reto. ¿No parece?"
-"Esto
es
para
despreocupadamente.
Shura
de
Capricornio."-
Ewan
asintió
-"Lo mandó uno de los antiguos compañeritos de Shura. Era
candidato para Capricornio, pero no fue lo suficientemente fuerte.
Como sabes, usualmente los que fallan en obtener una Armadura
permanecen en el Santuario trabajando con nosotros. Algunos pocos
deciden vivir sus vidas como si nunca nos hubieran conocido y
otros… simplemente se vuelven locos y buscan venganza de cosas que
solo ellos entienden. Este hombre quiere una pelea a muerte con
Shura para ganar su derecho a convertirse en el Santo guardián de
la Décima Casa. Por supuesto que la mera idea es algo absurda.
Shura iría, pero tiene cosas más importantes qué hacer. Es por eso
que el Patriarca quiere enviar a alguien más."
-"Un Santo de Plata sería suficiente."
-"No te confíes, niño. Ésta es tu primera misión de verdad y es un
asunto delicado. Citó a Shura en un lugar bastante habitado. Lo
último que necesitamos es ver el rostro de un aprendiz en el
noticiero vespertino."
-"¿Debo matarlo?"
-"Sí… básicamente."- Contestó aliviado al ver la tranquilidad con
la que el niño tomó el asunto. –"Ahí tienes los datos necesarios
para el enfrentamiento: lugar, fecha y hora."
-"Sí, señor."
-"Partirás hoy mismo."- Se levantó de su asiento y examinó a Milo.
–"Pero primero tenemos que vestirte como alguien decente. No es
fácil que te pasees por Corinto vestido así sin llamar la
atención."
Milo no se molestó en contestar.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Pica."
-"Claro que pica. Es lana."
-"No quiero usar esto."
Milo se vio a sí mismo en el espejo del cuarto de su maestro. Ewan
lo había forzado a ponerse unos tenis y unos jeans azul oscuro,
así como una simplona playera blanca y un molesto sweater de lana
negra.
-"Tendrás qué."
-‘¿De dónde rayos sacó esta ropa? Además, estos pantalones me
quedan grandes. Se me van a caer. Ya me imagino… voy a estar
peleando en ropa interior. Dioses… que vergüenza.’- Tomó aire. –
"Huele raro. A viejo."
-"A humedad. Y NO deberías de ser tan exigente, Adh seidh."Acercó su mano a un cajón de un escritorio y de ahí sacó unas
tijeras que por alguna extraña razón lucían extremadamente
amenazadoras en manos de Ewan. –"Ahora, el asunto de tu cabello."
-"¡NO!"- Milo sujetó su cabeza con ambas manos y giró hacia su
maestro. –"¡Eso no!"
-"¿Quieres pasar desapercibido con esas greñas? ¡Ni el mismo Yeti
trae esas fachas!"
-"No son fachas."- Murmuró.
-"No te tienes que poner así. No es como si no fuera a crecer."
-"Pero tarda mucho."
Ewan suspiró rendido. Desde hacía tiempo que quería cortarle el
cabello al niño (al menos una despuntadita), pero parecía que ni
ahora podría hacerlo. Consideraría su plan B y lo emborracharía
una noche. Una vez sedado, poco le importaría al cerebro lo que
ocurriera en el cráneo.
-"De acuerdo. Puedes quedarte con tu cabello… por ahora. Pero al
menos ten la decencia de atártelo con algo ¿quieres?"- El niño
asintió y salió corriendo del cuarto antes de que su maestro
cambiara de idea.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ya había oscurecido en el Santuario y Milo (con el cabello atado)
apenas estaba cruzando la Casa de Leo. Se sorprendió un poco al
sentir el cosmo de Aioria dentro del Templo. Sabía que no lo
trataban bien en Atenas. Las burlas y maltratos constantes hacia
el aspirante de Leo eran rumores que llegaban hasta Milos. Tal
vez, lo único que salvaba a Aioria era su nacionalidad griega
(últimamente el trato hacia los extranjeros se había vuelto
extremadamente rudo). De haber nacido en cualquier otro país, el
niño seguramente hubiese sido expulsado del Santuario desde hacía
mucho tiempo.
Alzó el rostro para mirar con mayor claridad la Casa de Cáncer. Al
poner el primer pie dentro de ella, pudo sentir de nuevo el
escalofrío que lo había recorrido esa misma mañana al haber
regresado a las 12 Casas. Debido a las prisas que llevaba su
maestro, no pudo revisar mejor la Casa. Esta vez se atrevería a
explorarla un poco más. Tal vez de ese modo pudiera identificar
qué era lo que llenaba a esa Casa con un cosmo tan sombrío.
Examinó el pasillo principal y no encontró nada fuera de lo común.
Decidió entonces explorar un poco más allá de las columnas
tenuemente iluminadas por las pobres antorchas del pasillo. Caminó
hasta que se encontró con una pared que tenía algo extraño en
ella. Una mirada más de cerca reveló rostros de varias personas
pegadas a la verdusca roca. Toda la pared estaba tapizada por
estos rostros, cada uno con una cara más atemorizante que la
anterior. Extendió su brazo y colocó su mano sobre la frente de
una de las caras, solo para confirmar que fuera real.
-"Veo que te agrada mi colección."
Una grave pero entonada voz retumbó en la pared. Milo volteó
inmediatamente. La Armadura delataba a su dueño: el Santo de
Cáncer.
-"Tienes agallas para entrar a una Casa ajena a estas horas de la
noche."- Angostos ojos violeta se entrecerraron.
-"Lo siento, señor."
-"Está bien. Es solo que no estoy acostumbrado a las visitas."
-"¿Qué le pasó a esas personas?"- El niño se atrevió a hablarle al
Caballero con semejante naturalidad debido a lo joven que se veía.
Obviamente no había ganado su Armadura desde hacía demasiado
tiempo.
-"Murieron."- Rascó su mejilla con la mano derecha y una extraña
brisa que revoloteó su corto cabello oscuro cruzó por la Casa. –
"Por mi propia mano, por supuesto."
-"¿Todos?"aquí?"
El
hombre
asintió
con
presunción.
-"¿Y
qué
hacen
-"¿Qué? Son mis trofeos."- Contestó con naturalidad.
-"Yo voy a matar a alguien."- El niño pronunció estas palabras con
un ligero tono de orgullo.
-"¿En serio?"- El joven rió. –"No es tan fácil como parece ¿sabes?
Para todo esto ¿quién eres?"
-"Milo, aspirante de la Armadura de Escorpio."
-"Qué nombre tan raro es ese."- Leyó en los ojos del niño su
pregunta. –"Si te digo mi nombre no te servirá de nada porque
nadie me conoce por él. Dejémoslo en que soy el Santo de Cáncer.
Capisci?"
-"Sí, señor."
-"Vete ya o se te hará tarde a donde sea que tengas que ir. Solo
te aconsejo que no rondes por esta Casa tan tarde. Hay algunos
espíritus vagando que te pueden hacer pasar un mal rato."
-"No lo haré, señor."- Se inclinó
Caballero y siguió su camino.
más
ante
la
pared
que
al
Parecía que alguien había desbancado a su maestro de su título del
Santo más loco de los 88.
Comentario de la Autora: ¡SIIIIIIIIIIIIIII! ¡TODOS AMAMOS A
MASCARITA! ¡SIIIIIIIIIIIIIIII! ._. *coff* XD Al menos yo lo hago!
A él lo puse ya técnicamente como se nos presenta en el anime. Tal
vez
un
poco
más
abierto,
eso
es
todo.
También aparece Shaka... y sospecho que a la gente en general le
va a gustar más Shaka que DM. No sabía cómo caracterizar a pequeShaka...
pero
decidí
hacerlo
como
Shaka
grande.
Sé
que
posiblemente no era tan serio, pero al menos por ahora no pude
sino
dejarle
esa
actitud,
pues
creo
que
es
ese
mismo
comportamiento el que tendría alguien que algún día será llamado
'El
más
cercano
al
Gran
Maestro.'
Etto... creo que es todo por ahora. ¡DANKE!
Capítulo 23: (Muerte)
-"¿En qué estabas pensando?"- El Santo de Géminis había tocado con
fuerza las dos inmensas puertas de la Casa de Escorpio. Fue tan
solo después de varios minutos que pudo conseguir que el guardián
de la Casa se dignara a darle paso.
-"Entra. Te invito un trago."
Con esa simple respuesta, el Santo de Escorpio guió a Saga hacia
la cocina del Templo. Le ofreció asiento en una de las sillas del
comedor y unos segundos después le ofreció un poco de coñac,
mientras se servía wodka a sí mismo y dejaba su botella a un lado.
-"Creo que te gustará el
ayudará a pasar la noche."
sabor."-
Aclaró.
–"Además
de
que
te
Saga aceptó aquel trago con un entusiasmo mucho mayor al que Ewan
esperaba.
-"Enviar a Milo a matar a alguien así como así. Debí de estar loco
al permitir que te lo llevaras."- Dijo dejando el vaso vacío en la
mesa.
-"¿Cuál es el barullo, Saga? Los asesinatos no eran algo nuevo
para ti a su edad."
-"No creo que Milo haya entendido la responsabilidad que implica
matar a alguien."
-"¿Y tú sí?"- Ewan no estaba para una discusión de ese tipo. Él
mismo tenía dudas sobre lo que había acabado de hacer y temía que
alguno de los argumentos de Saga le hiciera arrepentirse. –"Eso es
algo que solo se entiende con la práctica. ¿O me dirás que a los
10 años ya tenías completa conciencia sobre lo que es la vida y la
muerte? Yo no la tengo, eso te lo aseguro. Y te puedo apostar que
nadie en este Santuario, más que Atena, la tiene."
-"Pero exageras. El niño cree que es fácil matar."
-"Que lo crea."
-"¿Quieres
Cáncer?"
que
se
convierta
en
alguien
como
el
guardián
de
-"Milo no sería así. Él no tendría la necesidad de tener las almas
de sus víctimas rondando por su Casa solo para recordarse a sí
mismo que es fuerte. Él lo sabe."
-"No sabes cuánto me consuela eso."- Dijo con sarcasmo.
-"¿Y cómo se supone que Milo debería de actuar entonces, Géminis?
¿Sintiendo culpas por todas las muertes que lleva sobre su
espalda? Eso solo le haría el trabajo más pesado. Somos los
guerreros de una Diosa. ¿Qué clase de trabajo estaríamos haciendo
si no confiáramos en Sus decisiones?"
-"No estoy seguro de que Atena deseara que Milo matara a alguien."
-"¿Cuestionas la autoridad del Patriarca, entonces?"
Saga sonrió para sí.
-"Ahora que lo mencionas, tal vez lo haga."
Ewan movió la botella de wodka hacia Saga.
-"Toma. Creo que esta noche la necesitarás más que yo."
-"No, gracias."- Se levantó de su asiento. –"Lamento todo esto.
Supongo que quería descargarme. Es tu alumno. No creo que sepas lo
que haces, pero eso carece de importancia ahora."- Amenazó con
salir de la habitación.
-"Saga… ¿por qué estabas del lado de Sagitario?"
-"Antes de que cerraras las puertas había ido a ver al Patriarca.
Me tomé mi tiempo porque me quedé hablando con Shura."
-"No sabía que fueran amigos."- Habló con recelo, pensando en las
razones de Saga para haber estado en Capricornio.
-"No lo somos. Él me dijo lo de Milo."
-"Lo imaginaba.
secretos."
En
este
Santuario
no
hay
cosas
tales
como
Saga asintió y justo cuando cruzaba debajo del marco de la puerta,
dio media vuelta y caminó de regreso hacia la mesa.
-"Por cierto."- Sacó una hoja doblada del pequeño espacio que
había entre su brazo y su Armadura. –"Esto es para Milo."- Dejó la
hoja de papel y la dejó sobre la mesa. Salió finalmente de la
cocina y después de la Casa.
Ewan desdobló el papel y sonrió al leer lo que éste tenía escrito.
Después volvió a acercarse la botella y vertió un poco de su
contenido en el vaso.
-‘Saga, tapadh leat.’- Tomó un trago y después mantuvo su mirada
fija en el líquido incoloro, sosteniendo su rostro con la mano
izquierda y con el codo firme sobre la mesa. Suspiró lentamente.
Milo ya debería de estar en Corinto.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un joven moreno de lacio cabello castaño esperaba en uno de los
muchos
muelles
de
Corinto.
Revisaba
el
reloj
del
faro
constantemente. Dos minutos de retraso. Gruñó. No era normal que
un Caballero fuera impuntual. Mucho menos en una situación así.
Cerró los ojos tratando de encontrar el menor rastro de un cosmo y
golpeó el piso de madera con la punta del pie al encontrarse solo.
El muchacho esperó por cinco minutos más hasta que finalmente
escuchó unos serenos pasos. Miró en dirección al sonido,
encontrándose con un niño bastante normal. O al menos parecía
normal debajo de aquella pobre iluminación.
-"Shura no se presentará."
-"Lo esperaba. ¿Cuál es su excusa?"
-"Está ocupado."
-"¿Y se puede saber quién demonios eres tú?"
-"Milo, aspirante a la Octava Casa."
-"Entiendo. Entonces no te han mandado solo como mensajero."
-"Yo tomaré el lugar del Santo de Capricornio en esta pelea."
-"¿Esto es lo mejor que tiene el Santuario? Deben de estar muy
desesperados."- El hombre contestó con arrogancia. –"Ni hablar.
Tendré que matarte. Tal vez así me tomen más en serio. Lo siento
por Ewan."- Milo no respondió ante las rudas palabras del retador.
Optó por esperar a que el joven comenzara la pelea. -"No creas que
te tendré consideración por ser un niño."- Mientras pronunciaba
estas palabras, inició su ataque, el cual consistía en una serie
de golpes aleatorios a la altura del pecho.
-‘Muy lento.’- Milo solo tuvo que eludir los golpes uno tras otro.
No era gran sorpresa que ese hombre no ganara la Armadura de
Capricornio. –‘No.’- Se reprochó a sí mismo. Tal vez ese hombre sí
estaba siendo considerado después de todo. Lo mejor sería acabar
con la pelea de una buena vez antes de que su contrincante se
diera cuenta de que las contemplaciones no eran necesarias.
Un salto terminó con todo. Milo concentró su cosmo por primera vez
esa noche y lanzó la primera aguja en contra de su oponente. Para
cuando puso ambos pies en el suelo, el joven ya estaba hincado y
sosteniendo su hombro izquierdo con la mano derecha mientras
intentaba de reprimir sus gruñidos de dolor mordiéndose el labio
inferior.
El niño conocía bien los efectos de su ataque: era una pequeña
mezcla de lo que había aprendido de Ewan, de Kanon y de su propia
experiencia. Una aguja tenía hasta 5 veces más efecto si era
lanzada a un cierto punto del cuerpo y, en condiciones apropiadas,
daba la sensación de que inyectaba veneno. Si consideraba a su
enemigo lo suficientemente fuerte, lanzaría una de las agujas. Eso
siempre había sido suficiente.
Milo sonrió. Esta era una perfecta oportunidad para ver cuántas
agujas eran necesarias para quitar la vida de un Santo promedio.
Su contrincante se levantó, aún sosteniendo su hombro. Había
comenzado a temblar y su movilidad era ya muy pobre. De cualquier
modo, Milo no le dio más opción sino la de regresar al suelo con
dos golpes seguidos, uno en el hombro derecho y el segundo en el
pecho. Esta vez el impulso lo llevó a caer a varios metros de
donde estaba originalmente. Parecía que el hombre no se volvería a
poner de pie.
Milo decidió esperar unos minutos a que el joven se incorporara o
que simplemente se dejara morir. No se sorprendió demasiado al ver
que su contrincante aún no estaba dispuesto a darse por vencido.
Miró con un poco de tristeza cómo era que daba vacilantes pasos
hacia delante. El hombre estaba más que adolorido, confuso. Milo,
al fin, había podido comprobar que aquellos puntos de presión sí
servían para quitarle al enemigo sus 5 sentidos, aunque esto
tomaba más de un golpe. Lanzó una aguja más al muslo izquierdo del
joven, llevándolo de nuevo al piso. El hombre no tuvo intenciones
de levantarse de nuevo.
-"¿Y para esto querías que el Santo de Capricornio viniera?"- No
dijo estas palabras con especial malicia. Simplemente estaba
frustrado al ver que su primera misión se había tratado de un
simple hombre con una boca mucho más grande que su fuerza de
voluntad.
Caminó hacia él hasta que pudo ver sus ojos. Al hacerlo, comprobó
que no era necesario seguir con eso ni un segundo más. Señaló
hacia la cintura del hombre y lanzó una última aguja, solo para
estar seguro.
Después de unos minutos se separó del cuerpo y dio unos pasos
hacia atrás para contemplar su trabajo. Ni una gota de sangre. A
Ewan le hubiera gustado la imagen de haber estado ahí para
apreciarla. A pesar de esto, no se sentía orgulloso de lo que
acababa de hacer.
Si no fuera por las órdenes que había recibido, hubiera permitido
que al menos unas gotas del preciado líquido fueran derramadas.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Saga?"
Amanecía y Milo subía con toda calma las escaleras que llevaban al
Templo de Tauro. Un cosmo que hacía ya muchos años no sentía lo
hizo salir de sus pensamientos y correr en dirección a la Tercera
Casa.
Encontró al Santo de Géminis recibiéndolo con una triste sonrisa
en la entrada del Templo.
-"¿Has vuelto?"- El niño preguntó con algo de esperanza una vez
que se encontró a solo unos cuantos centímetros del Santo.
Saga negó con la cabeza. Había dudado por muchas horas si esperar
al niño o no. Sin darse cuenta, mientras pensaba en qué era lo que
iba a hacer, terminó por esperarlo.
-"Solo he venido de visita."
-"¿Dónde has estado?"
-"A veces en un lugar. A veces en otro. Eso no es algo que te deba
de preocupar. ¿Cómo estás?"
-"Bien; pero no me gusta estar en Milos. La gente es muy tonta."
-"¿Y tu misión?"
-"Ya está."- Cambió de tema con naturalidad. –"Ewan está enojado
porque no has ido a reportarte con el Patriarca. ¿Sabías que Mü se
fue de Atenas?"
-"¿Qué hiciste con el cuerpo, Milo?"- Saga tuvo que endurecer un
poco su voz para procurar ganar toda la atención del niño.
-"Lo tiré al basurero de la ciudad."- Contestó muy despreocupado.
Vio como los ojos de Saga se abrieron exageradamente. –"¿Estuvo
mal?"
Saga pensó por unos segundos su respuesta.
-"No era un traidor."- Concluyó. –"Debiste de darle una propia
sepultura."
-"¿Para qué? No era un Santo. Tampoco era muy fuerte."
-"¿Ewan te dijo que lo hicieras?"
-"No. Dijo que era mi tarea y no me debía de ayudar."
-"Supongo que eso es cierto."- Se defraudó al ver que el niño era
mucho más estoico de lo que esperaba. –"¿Y tú cómo estás?"
-"Bien."- Repitió, algo extrañado.
-"¿Cómo te sientes?"- Preguntó esta vez con mucho mayor énfasis.
-"Bien."
-"¡¿Cómo puedes estar bien?!"- Tomó al niño del brazo con fuerza.
Lo soltó al escucharle un quejido de dolor. –"Milo… ¿acaso no te
has dado cuenta de que acabas de quitar una vida?"
-"Sí."- Sujetaba el hombro lastimado. –"Ya lo había hecho antes."Saga lo miró interrogante. –"A los cangrejos. A ellos también los
mataba."
-"No es lo mismo, Milo."- Dejó que su peso lo venciera y se hincó
en el suelo sintiéndose un poco aliviado. –"Ni siquiera se
parece."
-"¿Por qué no?"
-"Creo que Ewan cometió un gran error al dejarte matar a alguien
sin que entendieras el verdadero valor de la vida."
-"Sí lo entiendo."- Reprochó.
-"No. Eso es algo que no entenderás hasta que pierdas a alguien
importante para ti."
-"Yo-"
-"No, Milo. Simplemente no es lo mismo. No es lo correcto. Vete
con Ewan."- Giró su rostro con fin de evitar la confundida mirada
del niño. –"Rezaré a los dioses para que no te conviertas en
alguien como él."
-"Él no es malo."
-"Pero tampoco es bueno."
-"Tú tampoco."
-"Ya vete."
-"¿Cuándo volveré a verte?"
-"No sé, Milo. Siento que yo ya no sé nada."
El niño permaneció de pie, mirando a Saga, esperando una
explicación a su actitud. Al confirmar que el Santo de Géminis no
estaba dispuesto a decir más, siguió su camino hacia la Octava
Casa.
-"¿Cómo te fue, Adh seidh?"- Ewan descansaba en las últimas
escaleras que llevaban a la Casa de Escorpio. Aparentemente lo
había estado esperando en ese lugar desde hacía tiempo.
-"Bien."- Se estaba comenzando a cansar de aquella respuesta.
-"Esta muerto, supongo."
-"Sí."
-"Espero que no hayas hecho demasiado desastre.
sutileza era la prioridad del Patriarca."
Sabes
que
la
-"Ni una gota de sangre."- Su maestro sonrió con orgullo.
-"Eso estuvo bien. Muy bien, Adh seidh."- Se incorporó y miró
hacia el Templo de Atena. –"Seguro que la Diosa estará orgullosa
de ti. Y de mí, claro. De algún lugar debiste de haber sacado tu
habilidad."
-"Yo digo que faltó sangre."
Ewan desapareció su sonrisa inmediatamente.
-"No digas esas cosas, Adh seidh. Mejor vete a jugar con Saga."
-"No."- Susurró.
-"¿Por qué?"
-"Ahora no quiere verme."
-"No lo tomes demasiado en serio. Fue una noche difícil para todos
nosotros, eso es todo. No debe de ser fácil para él verte como un
asesino, pero… a final de cuentas fue él el que te trajo aquí
¿no?"- Sintió la expectante mirada del niño. –"Ve a descansar."
-"No. Estoy bien. Voy a quitarme esto."- Dijo con la mitad del
sweater afuera y caminando hacia su habitación.
-"Tal vez ese sea el problema, Diabhal."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo se preparaba para dormir. Desacomodó sus sábanas y permitió
que aquel aroma que tanto extrañaba lo inundase. Justo cuando se
subía a la cama, su maestro entró a la habitación con dos hojas,
un sobre y una pluma.
-"¿Y eso?"
-"Se llama pluma y papel. Sirven para escribir figuras que
representan palabras."- Dejó las cosas en el escritorio. –"Ahí
viene la dirección en donde puedes escribirle al Ankou. Saga te lo
dejó. No sé de dónde demonios obtuvo esta información, pero la
obtuvo. Recuerda anotar a Patrikia como remitente. Nos iremos en
cuanto
el
Patriarca
termine
con
su
meditación
y
puedas
reportarte."
-"¿Contestará?"
-"Eso solo lo sabrás si le escribes, ¿no crees?"- Después de decir
esto salió de la habitación.
Milo miró la hoja y caminó hacia el escritorio, sentándose ante
él. Tomó una de las hojas blancas y luego la pluma.
Dudó por casi una hora antes de comenzar a escribir, comenzando
por copiar aquella dirección rusa en el sobre.
Comentario de la Autora: Este capie me resultó mucho más fácil de
lo que creí que sería. La verdad no sé por qué fue así. No sabía
qué actitud le iba a poner a Milo, pero sabía que resultaría
mientras fuera escribiendo. Tuve un poco más de conflicto con la
actitud de Ewan. Afortunadamente no fue algo en lo que tuve que
profundizar. Saga... bueno. A pesar de todo, considero a Saga como
a un personaje muy humano, por eso él tenía que ser la voz de
la... no sé... ¿humanidad? *coff* No se preocupen por la discusión
entre Milo y Saga. No fue algo serio. Como dijo Ewan: fue una
noche difícil.
Mmmm... la escena de la batalla no fue muy activa ni mucho menos.
Originalmente no deseaba que fuera así, pero resultó de este modo
y me pareció
estábamos.
lo
correcto,
viendo
las
condiciones
en
“Tapadh
leat.”
Es
gracias
en
escocés
Eso es todo por ahora. Ojalá no lo hayan odiado! ¡DANKE!
las
que
gaélico.
Capítulo 24:  (Correspondencia)
19 de junio de 1977
Camus,
¿Cómo estás? Seguro que congelado. Yo tengo mucho calor. Saga me
dio esta dirección así que échale la culpa. Espero que sirva
porque no quiero escribirle al papel. Hoy fue mi primera misión y
fue algo muy aburrido. Lo maté con 5 agujas y Saga se enojó porque
lo dejé en la basura. Pero yo creo que era el mejor lugar. Además
querían que no hiciera mucho ruido. ¿Tú ya has matado a alguien?
Hace tiempo que no vienes así que tal vez ya hasta tienes tu
armadura, como al niño de Aries que yo creo que ya casi se la dan.
Conocí al Santo de Cáncer y si crees que Ewan está loco, él le
gana. Tiene muchas caras feas pegadas en su pared y dice que son
sus trofeos. No sé de qué. Habla muy chistoso. Su Casa es muy fría
y dice que hay cosas raras en la noche. Cuando vengas tienes que
entrar a Cáncer.
No te puse que ahora estoy en el Santuario porque el Patriarca
había mandado llamar a Ewan. Tal vez haya sido por lo de la misión
porque dice que cuando deje de meditar nos regresamos a Milos. Le
estaban diciendo a Ewan que el Patriarca ha estado meditando mucho
y mucho tiempo. Cuando me ponen a meditar yo me quedo dormido.
¿Crees que el Patriarca se quede dormido? Yo creo que sí. Es
porque él tiene que usar mucho de su cosmo para hacer la barrera
del Santuario. Eso es lo que me decía Saga. Bueno, no me decía que
se dormía, me decía que él tenía que ser alguien muy fuerte.
También conocí al aprendiz de Virgo. A Shaka. Es un rubio muy
extraño. ¿Cómo es que alguien rubio nació en la India? Yo veía
fotos en los libros y todos eran todavía más morenos que
Aldebarán. Se siente que es fuerte, pero no se ve fuerte y tiene
una mancha roja en la frente. Le iba a preguntar por qué todos los
de ese país la usaban pero no se veía con ganas de hablar mucho.
Supongo que Buda le ha de decir cosas tan interesantes que se
aburre cuando habla con nosotros. Además, siempre tuvo los ojos
cerrados pero no creo que esté ciego.
Ya es muy noche y me voy a dormir. Escríbeme a la dirección del
sobre porque ya no voy a estar en el Santuario.
Milo
PD: Scarlet te manda a saludar.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
2 de diciembre de 1977
Milo,
No estoy congelado. Hace frío pero yo ya me acostumbré. Era de
suponer que en Grecia hiciera calor. El clima es bastante
desagradable por ahí. Mi maestro se sorprendió mucho cuando le
dijeron que había una carta para mí. Se supone que nadie sabía en
qué parte de Siberia estábamos. Dice que Saga ha estado
investigando a todos los Caballeros del mundo, por eso no se ha
aparecido en el Santuario y consiguió la dirección del pueblo.
No, yo no he matado a nadie pero el otro día maté a un oso polar y
mi maestro se enojó porque dijo que él no tenía la culpa de mi mal
genio así que me castigó y no pude irme a dormir hasta que hiciera
un hoyo en el hielo que cubre el mar. No creo que reciba mi
Armadura pronto.
No había escuchado sobre el Santo de Cáncer y si dices que está
peor que el señor Ewan entonces habrá que cuidarse de él. Del que
sí he oído es de Shaka. No estoy seguro de que hable con Buda ni
qué es lo que tenga que hacer un budista defendiendo a Atena, pero
si es fuerte entonces es mejor que esté de nuestro lado. Si es
rubio tal vez sus papás no son de la India. O tal vez sea albino.
Oí que siempre lleva los ojos cerrados porque así puede concentrar
su cosmo mejor porque en lugar de usar uno de los cinco sentidos
usa el séptimo. Deberías de hacer lo mismo y dejar de hablar. Tal
vez así no te quedes dormido cuando medites.
Te aseguro que su Santidad no se duerme cuando medita.
La hija del señor Perchik ha llegado. Ella nos trae de comer pero
la verdad no me gusta su comida porque sabe mucho a aceite.
Perchik es el primo de mi maestro. No entiendo por qué la familia
de mi maestro vive en Rusia porque él siempre dijo que era de
Francia.
Pero así está mejor. Nos hacía quedar mal a los franceses.
Camus
PD: Dile a Scarlet que deseo que Aldebarán la pise.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
3 de febrero de 1978
Ankou,
¿Por qué le deseas cosas malas a Scarlet? Ella te quiere mucho.
Bueno, tal vez no te quiera. Es más, lo más seguro es que si te
viera no solo no te reconocería sino que a la primera oportunidad
te enterraría su aguijón. Pero se supone que aspiras a la Armadura
Dorada de Acuario ¿no? A alguien como tú solo le haría una bolita
y tal vez le diera un poco de fiebre. No hay necesidad de ser tan
violentos.
¿Desagradable el clima de Grecia? No digo que sea perfecto, pero
definitivamente es mucho mejor que el clima que pudiera haber en
Siberia. Además, nosotros sí tenemos día y noche. Yo me volvería
loco con meses de oscuridad y meses de luz. ¿Es que el Barbegazi
no te pudo llevar a un lugar todavía más inhóspito?
La verdad es que preferiría estar en Siberia a estar en esta isla
(te imaginarás que he regresado a Milos). La gente de aquí ya nos
conoce a Ewan y a mí y no nos dan precisamente las mejores
bienvenidas. Se me hace mucho más fácil ir a Palaki (al oeste de
aquí) que ir a comprar las cosas al pueblo. Lo peor es que algunos
ya me reconocen y solo los Dioses sabrán que tanto se habrá hecho
el chisme allá por el pueblo. No me gusta pensar que mi mamá sepa
que estoy aquí. Si pudiera no verla en lo que queda de mi
entrenamiento, estaría mucho más tranquilo. Al que sí he visto un
poco es a mi papá que sigue yendo a pescar todas las mañanas (se
ve igual de aburrido que cuando lo dejé). Supongo que tengo un
hermano, porque los fines de semana lleva a un niño de cómo 8
años. Creo que se parece un poco a mamá pero hace mucho que no la
veo así que no estoy seguro. Espero que a ese niño no lo hagan tan
aburrido como a ellos.
No creo que no hayas escuchado nada del Santo de Cáncer. ¿Ni
siquiera su apodo? No sé desde hace cuanto tiempo lo tenga, pero
le dicen Death Mask (y no solo mi maestro le dice así). Debe de
ser por sus trofeos. Lo mandan a cada rato a misiones para calmar
a los rebeldes así que para ahora seguro que su colección ha de
estar inmensa. Con razón cuando le quise preguntar su nombre solo
me dijo que le llamara Santo de Cáncer. A mí no me gustaría que me
llamaran así, pero sospecho que a él no le ha de desagradar mucho
el nombre.
Posiblemente iré al Santuario de visita un día de éstos. Pronto
comenzará la Apokries y a mi maestro le molesta mucho el
escándalo. No sé por qué no habíamos decidido regresar a Atenas en
esta época antes.
Ewan dice que Antoine es mitad francés y mitad ruso, es por eso
que tiene familia allá. Mejor te hubieras ido a entrenar a
Francia. Ahí hay mejor comida que en Siberia.
No tardes demasiado en contestar.
Milo
PD: Scarlet te manda besitos.
PPD: Felicidades por tu cumpleaños.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
17 de agosto de 1978
Milo,
Te escribo en cuanto tengo oportunidad. El entrenamiento se ha
hecho cada día más duro. Sospecho que no faltará demasiado para
que gane mi Armadura. Posiblemente Antoine me dé la última prueba
el próximo año. He estado desarrollando un último ataque y mi
maestro me ha pedido que le preguntara al tuyo sobre un buen
nombre. Yo no la puedo describir muy bien. Solamente es un chorro
de aire muy frío, aunque cuando la uso, mi cosmo se ve de varios
colores. Antoine me dijo que les dijera eso. Creo que quiere que
la palabra Aurora esté en el nombre.
Deberían de hacerle algo a tus padres para que ya no tuvieran
hijos. Suficiente tenemos con un Milo.
Me temo que las noticias del Santuario no suelen llegar a Siberia.
Me atrevería a decir que tus cartas son el único medio de
comunicación que aún tenemos con Atenas. A veces mi maestro va a
Rozan a hablar con el Santo de Libra y le platica cómo está el
Santuario, pero él mismo no sabe demasiado.
No dudo que en Francia haya mejor comida que en Siberia, pero de
algún modo ya me he acostumbrado a la comida de la señorita
Nadezhda.
Eso es todo.
Camus
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
8/11/78
Ankou,
Te escribo hoy en el bendito día de mi cumpleaños para recordarte
que es mi cumpleaños.
También escribo para decirte que mi maestro me ha recomendado
varios nombres para tu ataque. La verdad, la mayoría de sus ideas
me parecieron bastante ridículas así que solo te diré que la que
me gustó fue la de ‘Aurora Execution’. Terminal y pintoresca ¿qué
más quieres? Supongo que podrías cambiarle el idioma pero quién
sabe si siquiera te guste en el original. Por mi parte, el señor
Ewan se ha tomado la libertad de llamar mi ataque ‘Scarlet
Needle’. ¿Ya ves? Para que todo el mundo sepa de la existencia de
Scarlet antes de morir.
Supongo que recordarás que hace tiempo fui al Santuario. Ni te
imaginas qué clase de personaje es el que ha ocupado la última de
las Casas. Cuando lo vi estuve a punto de preguntarle por qué no
usaba máscara de Koree. Tan femenino es. Ha hecho un enorme jardín
de rosas en toda la parte trasera de la Décimo Segunda Casa y
llega hasta el Templo de Atena. Lo mejor de todo es su nombre (o
al menos el cómo se hace llamar porque dudo que cualquier suizo
con escrúpulos le hubiera puesto así a su hijo): Afrodita. A pesar
de todo me agradó. Mientras mi maestro se iba al pueblo, él me
enseñó su jardín. Te advierto de una vez, cuando regreses a Atenas
ten mucho cuidado con esas flores porque no se limitan a ser
venenosas.
El Templo de Cáncer, como esperaba, tenía muchos más rostros que
antes. Hablé con el Santo de esa Casa un poco. Tiene ideas muy
extrañas sobre lo que es la justicia y no me agradan del todo,
pero si le funcionan supongo que están bien.
Vi a Saga y hablamos por mucho tiempo. Dice que aún no ha
regresado al Santuario pero que a veces lo visita. Aún no me ha
dicho qué es lo que hace fuera de Atenas.
Shura sigue siendo el mismo hombre serio de siempre. No habla
mucho y solo está ahí para dar órdenes.
Vi a Aioria pero no le hablé. Más bien no nos hablamos porque él
también me vio. Creo que no tenemos mucho qué decirnos. Es cierto
lo que dice mi maestro: cada día se parece más a su hermano. Eso
no le agrada a la gente del Santuario. A mí no me importa tanto
que sea el hermano del traidor, pero es muy rudo. Cree que puede
andar haciendo lo que quiera.
Hoy es mi cumpleaños (porque lo mencioné ¿verdad?) y mi maestro
decidió ir a Palaki a ‘celebrar’ por mí, así que esta tarde la
tengo libre. De todos modos creo que me quedaré en la cabaña.
Así que pronto te convertirás en un Santo de Atena… yo prefiero no
pensar en esas cosas porque me pongo nervioso. Pero tú no pareces
estarlo. Ojala que Antoine no te exija tanto que tengas que morir
antes de obtener tu Armadura.
Milo
PD: Scarlet sigue viva, por si lo dudabas.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
27/05/79
Ankou,
No has contestado la última carta. Supongo que estarás muy
ocupado. Como yo en estos momentos no lo estoy, aprovecho para
molestarte a larga distancia.
La verdad es que también te escribo porque en estos momentos me
encuentro solo y aburrido. Yo no sé qué le pasa al señor Ewan en
este día del año porque siempre se pone melancólico. Lo curioso es
que no va a tomar como lo hace en otras noches. Solo sale a
caminar por ahí. Este año le pregunté qué era lo que le pasaba,
pero solo me dijo algo así como ‘eso no es de tu incumbencia,
Diabhal’. Si uno viera a mi maestro nunca pensaría que podía
actuar de un modo tan… no sé… ¿humano? Hoy como todos los años
anteriores lo dejaré ser. Ya regresará mañana como si nada hubiera
pasado.
Este año también fui al Santuario durante la Apokries. ¿Quién
diría que al final hasta me daría gusto llegar a esa molesta época
del año? Todo sigue igual que antes. Cáncer tiene cada día más
‘trofeos’ y Piscis cada día tiene más rosas. Shura es invariable
del tiempo y Mü ya ha ganado su título como Santo de Aries.
A pesar del control del Patriarca, últimamente hay muchos
desertores y varios traidores. Creo que tuvimos suerte de
conseguirnos a alguien tan fuerte de carácter como el señor Arles.
Posiblemente el señor Shion no hubiera podido controlar a tantos
rebeldes. Él en el fondo siempre fue un hombre de corazón blando.
Supongo que tantos años de vida lo hicieron así.
Volví a ver a Saga. Él me dijo que no estaba del todo convencido
con el trabajo del señor Arles, pero yo le dije que pensaba que
estaba haciendo un muy buen trabajo. No me dijo nada más. Solo
sonrió y me miró como diciendo ‘que ingenuo eres’. Esta vez no se
quedó en el Santuario más que unos tres días. Después de eso
volvió a irse y me dijo que esperaba verme el próximo año.
Ya hay muchos aspirantes para las Armaduras de Plata. Tenemos de
todos colores y sabores. Deberías de ver la lista de los nombres.
Pareciera que hay uno de cada país. Espero que de algo nos sirvan.
Ya no te sigo
contestarás.
escribiendo
porque
no
estoy
seguro
de
si
Milo
PD: Scarlet está perdida por el momento. Tampoco te emociones.
~~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
30 de julio de 1979
Milo,
Lamento no haberte escrito desde hace más de un año. En realidad
no tenía mucho que escribir y tenía todavía menos tiempo para
hacerlo.
Le agradezco a ti y a tu maestro el nombre del ataque. A vista de
que no me molesté en pensar en algo más, lo adopté.
Las cosas han cambiado mucho últimamente. La señorita Nadezhda
pronto se casará, el clima se ha hecho un poco menos frío que lo
normal.
Es posible que ya te hayas enterado, pero también te aviso que
Antoine ha muerto.
Me quedaré en Siberia por un tiempo pero sí pienso regresar al
Santuario. Espero verte entonces.
Camus de Acuario
Comentario
inspirado por
consideré que
mucho tiempo.
de
la
Autora:
Este
capítulo
fue
Drácula de Bram Stoker. Un estilo diferente, pero
era lo más apto debido a que deseaba que pasara
No le tomen demasiada importancia a los años. Solo
utilicé los años que seguirían la cronología de la historia
considerando que el año en el que concluye la saga del Santuario
es el año en el que terminó de ser publicada en el manga. Lo que
sí cuidé mucho fueron los días y los meses. Sobre todo porque
deseaba que coincidieran más o menos con la Apokries (una semana
de 'fiesta' en las islas griegas que celebran la llegada de la
cuaresma). Espero que el capitulo haya quedado bien relatado.
Traté de hacer que el estilo de escritura de ambos fuera variando
con el tiempo. Por supuesto que no pude hacerlo tan bien como
deseaba, pero si no estoy conforme con los resultados, al menos no
estoy... pues... XP inconforme.
En el caso de Camuchis también quise mostrar su cambio de actitud.
No me parece que sus últimas cartas hayan sido frías, solo
concisas.
Jeje... creo que este capie les dejó una gran sorpresa a todos. O
al menos eso esperaba. ¡Mushas gracias a todos, mushashos! -o- No
olviden comer frutas y verduras.
Capítulo 25:  (Milos)
Milo caminaba de regreso a la playa con aquel papel en las manos.
-‘Antoine. ¿Muerto? ¿Qué rayos fue lo que pasó?’- En efecto, hacía
unas semanas que había sentido el cosmo de Camus y de Antoine
explotar con fuerza pero, por algún motivo desconocido que ahora
le parecía estúpido, ni siquiera había considerado la muerte del
Santo de Acuario. –‘Antiguo Santo de Acuario.’- Se corrigió. A
final de cuentas, el francés malcriado había ganado su Armadura.
De algún modo, hubiera preferido no haber recibido aquella carta.
Ahora, aquel papel amarillento entre sus manos le parecía un
objeto totalmente desagradable que llevaba consigo el aviso de que
toda su vida estaba próxima a cambiar. Claro, Camus era tan solo
unos meses mayor que él. Del mismo modo, era posible que fuera
solo cuestión de semanas para que su prueba final fuera expresada
por Ewan. Estaba nervioso, hubiera sido inútil decir lo contrario.
No sabía cuál sería la exigencia de Ewan. Solamente sabía que él
sería el portador de la Armadura Dorada o que moriría en menos de
un año. Milo suspiró. El estar casi seguro de que la segunda
opción no ocurriría no lo hacía sentir mejor.
Llegó a la playa y se encontró con su maestro, sin su Armadura,
sentado en una palmera caída; luciendo sumamente impaciente,
haciéndole notar que desde hacía tiempo que lo había estado
esperando. Mientras lo hacía, había dejado que la mascota de su
alumno recorriera de arriba a abajo su antebrazo izquierdo.
-"Te tomaste tu tiempo, Adh seidh. ¿Alguna carta para mí?"
-"No precisamente, señor."- Después de muchos años, Milo había
aprendido no solo a respetar sino a admirar a su maestro. Ya no
era simplemente un hombre que hablaba chistoso y que le ponía
nombres extraños a la gente. Ewan era un hombre fuerte, leal,
inteligente y, aunque un poco loco y sumamente presuntuoso, Milo
estaba orgulloso de él. Cuando aprendió a escucharlo no pudo
evitar sino maravillarse. Le narraba leyendas de todo el mundo, le
explicaba su modo de pensar sobre el Patriarca e incluso Atena y,
aunque difería en algunas de sus ideas, de algún modo y sin
pensarlo se había adiestrado a pensar y a actuar como él. Por
supuesto que aún le contestaba con sarcasmo una que otra vez, pero
ahora lo hacía porque le salía del alma y no con fines de buscar a
una pelea que, de todos modos, sabía que perdería.
Caminó hacia él y le ofreció la carta de Camus, pero Ewan no la
aceptó ya que adivinaba el contenido de ésta.
-"El señor
Acuario."
Antoine
está
muerto.
Camus
es
el
nuevo
Santo
de
-"Entiendo."- A Ewan, la muerte de Antoine no pasó desapercibida.
No estaba seguro de si al morir le había entregado el rango a
Camus, por lo que decidió no decirle a Milo antes. –"¿Por qué esa
cara? Deberías estar feliz porque tu amigo finalmente lo
consiguió."
-"No sé por qué, pero no me siento muy feliz."
-"¿No estarás triste por la noticia de Antoine?"- Preguntó casi
retóricamente.
-"Fue Camus el que lo mató ¿verdad?"
-"Yo diría que más bien se dejó matar."
-"¿Señor?"
-"Seamos honestos, Adh seidh. Camus será fuerte y lo que sea, pero
es imposible que un alumno derrote a su maestro en tan poco
tiempo. Para que Camus hubiera podido matar a Antoine le hubiera
tomado por lo menos otros 5 años de entrenamiento."
-"No lo creo. Además, ¿por qué Antoine hubiera querido morir?"
-"Muchos Caballeros no ceden sus Armaduras a menos de que sus
discípulos les quiten la vida."- Milo se sentó a su lado, sin
quitar su vista de la carta.
-"Supongo que no le ven razón a seguir viviendo."
-"Esas son tonterías."
-"Usted me dijo una vez que al final, Atena era lo único que nos
quedaba."
Ewan alzó la vista y examinó los tristes ojos de su alumno, apenas
notando aquellas gruesas cejas que se fruncían.
-"Lo es… cuando eres un Santo. Pero cuando eso termina, es hora de
encontrar una nueva razón para vivir ¿no lo crees?"
-"¿Qué habría de haber? No debe ser fácil dejar atrás toda una
vida consagrada a Atena."
-"La vida no es fácil, Adh seidh. Supuse que a estas alturas ya lo
sabrías."
-"Lo sé, maestro."- Fijó su mirada al suelo, para observar con
mayor detenimiento los pequeños granos de arena que se colaban
entre sus sandalias. –"Pero es interesante cómo es que cuando
estabas a punto de olvidarlo llega algo de la nada y te lo
recuerda."
-"Entonces basta con que no lo olvides ¿no crees?"- Acariciaba las
patas del arácnido.
-"Sí. Eso es cierto."
-"Milo."- El joven no respondió al llamado. –"Es probable que para
la próxima Apokries tú seas el Santo de Escorpio."
-"¿Qué se siente, maestro? ¿Cómo es alcanzar algo que has esperado
durante la mayor parte de tu vida?"
-"Eso no lo sé."- Milo alzó la ceja derecha, mirando con sorpresa
a su maestro. –"Yo no deseaba convertirme en un Santo, Milo. Solo
seguía la corriente. A veces pienso que me uní a la orden solo por
casualidad. Una casualidad fabulosa, pero al final era solo eso."
-"Casualidad. ¿Eso existe?"
-"¡Claro que sí! ¿Pues qué crees? ¿Que todo lo que hacemos está
decidido allá arriba?"- Preguntó mientras señalaba al cielo con el
índice derecho. –"Hay cosas que ni los Dioses pueden predecir. Si
así fuera ¿entonces qué chiste tendría vivir?"
-"Yo siempre pensé que pertenecía al Santuario. Nunca tuve dudas y
no me imagino qué hubiera hecho de no haber ido a Atenas. Siempre
he creído que yo-"- Fue interrumpido por una estridente risa de
Ewan. –"¡¿Qué?!"- Pregunto, ya molesto.
-"Si serás obstinado. Las constelaciones no pueden elegir a sus
protegidos."
-"Saga me dijo lo contrario."- Murmuró, sin ver a Ewan.
-"Lo siento, Adh seidh. Pero la simple idea me da risa. Pero si a
ti y a Géminis les funciona entonces yo no tengo nada qué decir al
respecto. Cada quién se ampara en lo que tiene."
-"¿Qué es lo que usted tiene, maestro?"
-"A los Dioses… y a mí mismo, claro."- Se puso de pie, atinando a
ensuciar los pies de su alumno con la arena que levantó. –"En mi
mundo, Adh seidh. El destino no existe. Por eso los Dioses no lo
pueden controlar. Es así de sencillo."
-"¿Qué tendría qué decir Edipo sobre eso?"
-"Nada bueno, posiblemente. ¡Pero te aseguro que disfrutó mucho
con su madre!"
-"¡Maestro!"
-"Es cierto. Aunque me veas con esa cara."
-"¿Señor Ewan?"- Exhaló y por unos segundos pensó en lo que iba a
decir. –"¿Cómo fue que usted conoció el Santuario?"
-"Ya te dije."- Colocó a la mascota en el cabello de su alumno. –
‘Mi otra mascota.’- Pensó. –"Casualidad."
-"No me diga que estaba paseándose por Ballachulish y de repente
llegó a Atenas y le dijeron ‘¡Eh, niño! ¿No quieres ser un
Caballero?’"
-"Si mal no tengo entendido a ti te pasó algo similar ¿no?"
-"No…"- Se quitó a Scarlet del cabello y la dejó en la arena
mientras sonreía con un poco de nostalgia. –"A mí me lo
preguntaron primero y luego llegué a Atenas."
-"Ya veo. ¿Adh seidh?"- Milo alzó la vista. –"No pienses demasiado
en este tipo de cosas. Piensa en mujeres desnudas, si quieres,
pero no pienses en cosas que no te llevarán a ningún lado. Y si lo
haces, no me invites."
-"Lo invitaré cuando piense en las mujeres, entonces."
-"Hn… no. Hay cosas de ti que prefiero no saber, Diabhal. Y ahora
levántate que ya has perdido demasiado tiempo. Esta noche no
dormirás temprano."- Caminó hacia la cabaña.
Milo tomó a Scarlet entre sus manos y se puso de pie.
-"Sí señor."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo no podía dormir. Tenía demasiadas cosas en mente. Esperó con
paciencia hasta escuchar la respiración pausada de su maestro que
confirmaba que estaba dormido (cosa que no ocurrió en lo absoluto
temprano). Entonces se bajó de la cama y salió de la cabaña,
tentando con las manos el aire, esperando evitar chocar contra
algún objeto que se apareciera frente a él sorpresivamente.
Salió de la cabaña y caminó sobre la arena. De ahí llegó a las
rocas que salían al mar, escalando por ellas mientras las pequeñas
heridas que le ocasionaban los picos de éstas le hacían recordar
aquel día en el que Kanon desapareció de su vida. Alcanzó el punto
más alto y miró hacia el mar o, al menos, lo que podía identificar
de éste pues ante él lo único que había era una enorme cosa negra
movediza, desparramada bajo un cielo escasamente iluminado.
Pensó entonces en Camus. Quiso imaginárselo con la Armadura de
Acuario puesta, pero no le fue posible. La idea en sí era
demasiado surrealista. Si Saga le hubiera mandado una carta
diciendo que por algún azar del destino se había convertido de
nuevo en un aprendiz, le hubiera sorprendido casi del mismo modo.
Y a pesar de todo, la noticia de la muerte de Antoine le fue
todavía
más
inquietante.
Traidores,
desertores,
aprendices,
incluso Santos de Plata. Milo había sabido de las muertes de todos
ellos, pero un Santo de Oro era una persona casi sagrada en el
Santuario e incluso algunos recitaban cómo era que algunos de
ellos contaban con la protección del Estigia. La muerte de uno de
los 12 era entendiblemente inesperada.
¿Qué sería de Ewan una vez que Milo tomara su lugar? Esta idea no
preocupaba demasiado al joven. Estaba más que seguro de que su
maestro podría cuidarse a sí mismo. El problema era que él mismo
no sabía qué sería de él una vez que se convirtiera en el Santo de
Escorpio. Proteger y servir a Atena, eso estaba totalmente
resuelto; pero ese simple aspecto abarcaba a muchos otros. El
protegerla incluía pelear y morir por ella. Esto tampoco lo
importunaba pues desde un principio se decidió a hacerlo. Servir a
la Diosa. Esa era la pequeña cuestión que le causaba dificultades
a Milo. La Diosa tenía fama de preocuparse enormemente por los
humanos; posiblemente era la única de los 12 olímpicos que aún
estaba del lado de los mortales. ¿De cuándo acá la Diosa que peleó
con tanta sagacidad en Troya se preocupaba por cosas tan simples
como el bienestar de todos los seres humanos? Milo no sabía en qué
punto el fin de los Caballeros no fue el de pelear con la Diosa
sino el de pelear por el bien y todo eso. Tampoco sabía si valía
la pena hacerlo.
Alzó la vista hacia la iglesia. Ese edificio representaba para la
mayoría de los habitantes de Milos todo lo bueno y puro del mundo.
Para él era un insulto a su Diosa. Aquel edificio fue creado con
fines de adorar a uno solo de los Dioses, con ello olvidando sus
responsabilidades para con el resto. Lo peor era que no se
conformaban con adorar sólo a ese Dios, sino que se atrevían a
burlarse de los Dioses antiguos (esos que los convirtieron en lo
que son ahora), confinándolos a no ser más que simples cuentos
elaborados creados para niños y adultos con demasiada imaginación.
Atena protegía a un pueblo ignorante, violento y mal agradecido
que ni siquiera le daba el debido respeto a aquellos que solo por
convicción propia daban sus vidas por defenderlo.
No permaneció demasiado tiempo frente a la iglesia sino que siguió
caminando hacia el pueblo.
Casas blancas y grises se levantaban del suelo de tierra mientras
algunas cuantas luces provenientes de faros trataban inútilmente
de iluminarlas. Todos estaban dormidos y solo los vestigios de los
olores del día quedaban para recordarles a los viajeros nocturnos
que en tal lugar había un restaurante de mariscos, tal otro era la
panadería y aquel era una casa en donde había niños adeptos a los
juegos con pólvora. Al ver que no había nada más interesante que
ver, decidió dar la media vuelta y seguir caminando.
Reparando en la tranquilidad de Patrikia, Milo entendió un poco de
las razones de la Diosa. Posiblemente si peleaba por ellos era por
compasión. Aquellos hombres no tenían ni idea de que en algún
lugar del Mediterráneo, el descendiente de una familia poderosa
planeaba conquistar su amada tierra firme; o que desde algún
agujero en tierras Alemanas, 108 guerreros se preparaban para
levantarse y pelear con el fin de terminar con sus vidas. Por eso
los defendían. Porque ellos ni siquiera sabían que era necesario
defenderse. Y tal vez lo mejor era que las cosas se quedaran así.
Al menos de ese modo no vivirían con mayor miedo del que se
influían los unos a los otros. No necesitaban más.
Finalmente se encontró con una casa que había llegado a conocer
bastante bien. Su jardín estaba algo descuidado y la veía un poco
más pequeña de cómo la recordaba; pero seguía siendo el mismo
lugar. Se atrevió a acercarse y la curiosidad lo llevó
directamente a lo que alguna vez fue su cuarto. Trató de ver a
través de la ventana, pero la oscuridad no le permitió apreciar
más que una pequeña figura que metía debajo de su almohada algo
que Milo no pudo reconocer. La figura se alertó al notar que la
luz del farol del jardín se interrumpía antes de llegar a su
cuarto. La mancha negra que lentamente se convirtió en una niña
abrió entonces la ventana.
-"¿Papi?"
Milo sonrió y negó con la cabeza. No pudo ver bien a la pequeña.
Solo vio cabello y ojos oscuros coronando una lánguida, casi
espectral, figura. La blanca ropa de dormir de la niña le otorgaba
a la misma un tenue brillo que acentuaba su candidez. Un aroma
familiar lo invadió.
-"No. Él debe de estar dormido."- Milo trató de hablar con el
mejor tono paternalista que pudo inventarse. Sabía que se parecía
a Soterios y aprovecharía este hecho. Posiblemente aquel parecido
había sido la única razón por la cual la niña no salió corriendo
hacia la habitación contigua.
-"¿Quién eres?"
-"Soy un Adh seidh."- La niña entendió la presentación. –"Un
demonio que puede tomar muchas formas y que castiga a la gente
mala."
-"¿Qué quieres?"
-"Solo la gente mala me puede ver, así que creo que he venido a
castigarte."- Una sonrisa algo maliciosa lo invadió.
-"No soy mala."
-"¿No? Entonces no tendrás problemas en decirme que hay debajo de
tu almohada."
Hubo un pequeño silencio.
-"¡Las pensaba compartir!"- Gritó la pequeña.
Definitivo, la niña se había escapado a la cocina para robarse las
galletas de nuez de Altea (en algún momento él hizo lo mismo, solo
que ya lo había olvidado).
-"Te diré algo. Si me das una me haré el desentendido y me iré."La niña lo miró con desconfianza. No era tan tonta como Milo
pensaba que era. –"¿O prefieres que despierte a tus padres? Seguro
les gustará saber que no son ratones los que se llevan la comida."
La niña se subió lo más rápido que pudo a la cama y sacó una
galleta de debajo de la almohada. Se trepó al buró al pie de la
ventana y se la ofreció con algo de recelo.
-‘No puedo creer que no hayan quitado ese estúpido mueble
todavía.’- Milo tomó la galleta y agradeció a la niña, agregando
de que era hora de que se fuera a dormir y recomendándole que no
comiera demasiadas galletas o al día siguiente su estómago lo
lamentaría. Optó por desaparecer ante sus ojos, dándole el
‘beneficio’ de poder pensar que lo que vio, fue en efecto, un
demonio. No se molestó en pedirle que no hablara de él. Si lo
hacía, ella misma se delataría con el robo de las galletas.
A una distancia prudente de la casa, giró su rostro de nuevo hacia
ella.
A
final
de
cuentas,
tal
vez
sí
valía
la
pena
protegerlos.
Comentario de la Autora: Phew... ¿qué tal? Un capítulo muy
reflexivo ¿ne? Hasta a mí me dio miedo >o<. ._. Creo que hice este
capítulo porque ha pasado mucho tiempo desde la 'última vez' que
vimos a Milo y quería ver por mí misma qué tanto había podido
desarrollarse su personalidad (la cual aún podemos ver no muy
firme). Vaya... hn... pues no tengo nada más que decir. El asunto
esto de la 'reflexividosencia' aún no termina, y seguirá en el
siguiente capítulo que creo es el segundo que me ha dado más
problemas en escribir.
Con la protección del Estigia me refería a la protección que le
dio Tetis a su hijo, Aquiles, cuando lo sumergió en sus aguas. De
este modo pudo hacerlo invulnerable a cualquier herida (bueno...
ya saben... casi).
Una disculpa por la demora...
Capítulo 26:  (Altea)
Milo se preparaba para regresar a la cabaña, pero pronto se detuvo
en seco al reconocer a alguien debajo de un seco árbol.
-"¿Altea?"
Su corazón comenzó a palpitar con rapidez y cierta parte de su
estómago se revolcó sobre sí misma. Milo no pudo verla con
detalle, pero el rostro de su madre, que antes parecía no cambiar
con el tiempo, había comenzado a hacerlo desde hacía algunos años.
Su cabello se había vuelto más reseco y algunos pequeños (casi
insignificantes) pliegues de piel se habían formado alrededor de
sus ojos.
-"¿Por qué volviste?"- Altea se delató a sí misma al hablar: Milo
notó inmediatamente los signos del temblor de su cuerpo. Tal vez
para detener esto, la mujer se hincó en el suelo.
-"Yo no quería. Mi maestro fue el de la idea."
-"Tienes un maestro muy cruel entonces."
-"Mi maestro es así. Le divierte… pero no lo hace con mala
intención, creo."- Sabía que sus palabras no habían tenido
demasiado sentido y mucho menos habían alcanzado el objetivo de
defender a Ewan; pero decidió no decir más, ya que posiblemente
solo empeoraría las cosas.
-"¿Qué sucedió con Saga?"- Durante el tiempo en el que Milo estuvo
en Atenas, Altea siempre pensó que el Santo de Géminis era su
maestro. Cuando escuchó que su hijo estaba de vuelta en la isla,
no dudó que el Santo Dorado que le acompañaba era Saga. Sin
embargo, al permitirse escuchar un poco más sobre los ‘visitantes’
se dio cuenta de que no era posible que el Santo de Géminis fuera
aquel personaje de cabello rubio que, según decían, era tan buen
amante de la bebida.
-"Él está bien. Hace tiempo que no lo veo, pero está bien."- Milo
posiblemente no entendió que la pregunta de Altea no se refería
precisamente al estado de salud de Saga. Ella simplemente quería
saber por qué no había llegado a la isla con él.
-"¿A qué Armadura aspiras?"- Pronunció la mujer, esperando así
corregir su pregunta anterior.
-"Escorpio."- Milo decidió sentarse también debajo del árbol. De
este modo no tendría que ver a Altea a los ojos.
-"Una de los 12. Soterios tenía razón. Yo no creí que llegarías a
eso."
-‘Pero lo hice ¿no? Eso es más de lo que tú pudiste hacer.’- Milo
acalló sus pensamientos. Sabía perfectamente que ya no estaba en
posición para reprocharle absolutamente nada a Altea (no es que en
algún momento lo hubiera estado).
-"Pero a final de cuentas lo hiciste. Debes de estar muy feliz por
eso."- No vio a su hijo asentir.
-"El Santuario es un buen lugar. Hay gente interesante y fuerte.
Además, hice amigos ahí."
-"¿Y te costaba mucho hacerlos aquí?"
-"Sí."
-"Ewan de Escorpio es tu maestro ¿no?"
-"¿Lo conoces?"
-"¡Claro!"- Contestó con una voz muy aguda, convirtiendo
palabras en casi un grito. –"¿Cómo no conocer al Santo
sanguinario de mis tiempos de aprendiz?"
-"¿Sanguinario?"- Milo rió quedamente.
hablando de la misma persona."
–"No
creo
que
sus
más
estemos
-"Todas en el campamento sabían de él. Decían que mataba
desangrando a sus víctimas para poder jugar con ellas más tiempo."
-"Si era así entonces creo que algo muy serio le pasó porque ya no
hace esas cosas."- Su lengua comenzaba a soltarse. Mantener el
tema de conversación lejos de él mismo le tranquilizaba. –"Ahora
parece hemofóbico."
-"Eso es extraño."- No sonaba muy convencida. –"Pero si es cierto,
me alegra. Como si no tuviese suficiente con solo matar..."
-"Hay veces en el que la muerte no es un castigo suficiente."- No
se sorprendió al escuchar las palabras de Saga en su propia boca
aunque, al notar de reojo que la cabeza de su madre se hundía
entre sus hombros, supo que no debió de haber sido tan fiel a su
cita. –"Eso es lo que Saga me dijo."
-"Si vieras que el mismo Saga no obedece a esas palabras."
-"No entiendo."
-"Cuando huí del Santuario fue a él al que mandaron para matarme.
Saga era muy pequeño entonces. Creo que aún había compasión en él.
Fue por eso que decidió no matarme."
-"No me sorprende. El mismo Saga tiene sus propios complejos
cuando a quitar vidas se refiere. De cualquier forma, el que te
haya dejado viva es algo que le debo de agradecer. Hubiera sido
muy triste que no naciera."
-"Supongo que sí deberías agradecerle. Él ya te ha hecho varios
favores, me parece."- Murmuró mientras recordaba al Santo de
Géminis. –"Aunque el dejarme con vida no fue algo gratis. Él en
ese momento no lo sabía, pero me cobraría y con creces."- Milo no
entendió del todo las palabras de Altea. De todos modos, no quería
saber más de ese asunto. Al menos no de boca de su madre. "¿Cuánto tiempo más te quedarás?"
-"No te preocupes. No será demasiado. El señor Ewan dice que tal
vez solo hasta la próxima Apokries. Después de eso regresaré al
Santuario."
-"¿Vivirás ahí?"
-"No sé. Eso espero."
-"¿Regresarás aquí algún día?"
-"¿Te gustaría que lo hiciera?"- Milo rió de su propia pregunta.
-"No."- Lo que menos había querido Altea era que su hijo entrenara
en Milos. Si bien le reconfortaba confirmar semana a semana que
siguiera con vida, siempre pensó que entre mayor fuera la
distancia entre ellos, menor sería su dolor al sentirlo
inalcanzable.
-"No te digo que no lo haré. La última vez que me fui de este
lugar había sido ‘para siempre’ y ya ves."
-"¿Me dejarás verte con tu Armadura?"
Milo pensó en esta pregunta por varios segundos.
-"No pensé que te interesaría verme en ella."
-"No me interesa."- Afirmó con rapidez. "Solo quiero ver que no
moriste en tu examen."
-"De acuerdo."
-"Toma."- La mujer extendió su brazo, ofreciéndole un recipiente
de plástico que Milo, confundido, recibió y luego abrió.
-"¿Galletas?"
-"Supuse que te gustarían."
-"Gracias."
-"No sé por qué les gustan."
-"Porque son chiclosas."
-"Solías robártelas de la cocina. No sé ni cómo le hacías para
alcanzar el mueble."
-"Yo tampoco… pero no soy el único con la habilidad."
-"Sí… desde hace tiempo que descubrimos a Mai. Pero nos dio pena
decirle."
-"¿Mai? ¿Maias?"- Milo, sin saberlo,
abuela. Altea asintió. –"¿Y el niño?"
adivinó
el
nombre
de
su
-"Dictis. Soterios lo nombró."
-"Me alegra ver que tu esposo sirva para algo."
-"Sigue siendo tu padre. Deberías de tenerle más respeto."
-"Yo nunca lo respeté."
-"Eso me temo."- Suspiró y se puso de pie, comenzando a caminar de
regreso a la casa. –"Ya está amaneciendo. Es hora de que regreses
a la playa o te irá mal con Ewan."
-"Es lo más probable."
No se despidieron pues esperaban verse de nuevo en no mucho
tiempo. Milo esperó a que la figura de su madre se perdiera en el
interior de la casa antes levantarse y reanudar su camino a la
playa.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Dónde pasaste la noche?"
Milo apenas
levantarse.
había
entrado
a
la
cabaña
cuando
vio
a
Ewan
-"Caminando, señor."
-"¿Y eso?"- Se rascó la cabeza mientras señalaba el recipiente en
las manos de Milo.
-"Me lo regalaron."- Abrió el recipiente y caminó hacia su
maestro, ofreciéndole su contenido. Ewan lo miró con desconfianza.
-"¿Tienen veneno?"
-"No."- La idea pasó fugazmente por su cabeza. –"Quiero creer que
no."
Ewan estiró el brazo y tomó una de las galletas. La olfateó y
examinó con sumo detalle hasta que al fin se atrevió a darle un
pequeño bocado.
-"Están chiclosas."
-"Eso es lo mejor."- Vio a su maestro meterse el resto de la
galleta a la boca. –"Provecho."
-"No te quedes ahí y tráeme un poco de agua."
-"Sí, señor."- Milo tomó una bandeja blanca colocada sobre un
pequeño mueble a lado de la puerta. Alzó una jarra grande y vertió
en ella un poco de agua. Se la entregó después a Ewan, acompañada
de una pequeña toalla.
Su maestro se lavó la cara, tirando gran cantidad de agua sobre el
viejo colchón en el que dormía. Al terminar, dejó la bandeja en el
piso, resbalándola debajo de la cama y dejó la toalla tumbada
sobre las sábanas. Ewan se preparó mentalmente hasta que al fin se
atrevió a ponerse de pie.
-"Haz mi cama."
-"¿Qué? ¡¿Por qué?!"
-"Considéralo tu castigo por haberte escapado en la noche."
-"No recuerdo que me hubiera castigado antes por algo así, señor."
-"Usualmente hay una primera vez, Adh seidh. No siempre, pero
usualmente."- El hombre caminó hacia una muy pequeña estufa de gas
y comenzó a calentar un poco de agua en una tetera.
Milo examinó la cama por unos segundos. Obviamente su maestro tiró
tanta agua en ella a propósito. Suspiró. Tendría que cambiar las
sábanas.
-"¿Señor? Me he estado preguntando sobre mi prueba final."- Las
primeras palabras dichas después de un largo silencio.
-"Ah sí… eso."- Sacó una pequeña cajita de una gran bolsa de
plástico blanco. –"¿Qué hay con eso?"
-"¿Usted ya sabe cuál será?"
-"No."- Contesto con serenidad. –"¿Tienes alguna idea? Porque yo
no."
-"No, señor. Era solo curiosidad. Supongo que el asunto de Ankou
de Acuario me ha inquietado un poco."
-"¿Un poco? No te había visto así de nervioso desde el día en que
te llevé a Escorpio por primera vez."
-"Lo siento, señor."
-"Supongo que está bien sentirse nervioso de cuando en cuando. Yo
mismo lo estoy ¿sabes?"- Fue interrumpido por un silbido en falso
de la tetera que acalló al segundo.
-"¿Tiene algún plan? Ya sabe… para cuando ya no-"
-"¡Diabhal! ¡No seas tan desesperado! Todavía te queda un rato
como mi alumno. No me quieras desterrar desde ahorita."- Arqueó la
ceja izquierda. –"Además, todavía falta ver si sobrevives hasta
ese día."- Abrió la pequeña caja que tenía en sus manos, sacando
de ella un pequeño vaso cerrado. Comenzó a jugar con él, haciendo
el ruido de una sonaja.
-"Ese asunto no me quita demasiado el sueño."- Acomodaba la nueva
ropa de cama.
-"Eso lo sé. Debería darte vergüenza."- La tetera comenzó a silbar
de nuevo. Esta vez, el ruido no terminó sino hasta que el Santo de
Escorpio apagó el fuego. Vació el agua caliente dentro del vaso
cuya tapa había abierto con anterioridad.
-"¿Piensa desayunar eso otra vez?"- Sopa instantánea. Milo no
entendía el gusto de su maestro hacia esa cosa que se hacía llamar
comida.
-"Es mejor que lo que tú cocinas."
-"Sabe a plástico."
-"Exacto. Ahora imagínate a lo que sabe tu comida."
-"Pues
mismo.
lugar.
con un
"No lo
usted no hizo mucho enseñándome a co-"- Se interrumpió a sí
En algún momento de la conversación había olvidado su
–"Perdón."- Su maestro se sentó frente a la mesa de metal y
tenedor revolvió con impaciencia el contenido del vaso. –
dije por-"
-"Aye."- Miró a su alumno de reojo. –"Esas galletas no habrán
tenido veneno, pero te han convertido en alguien insensato y
neurótico. A este paso tendré que regresarte con Saga porque
habrás olvidado quién soy yo."- Milo optó por permanecer en
silencio por miedo de equivocarse de nuevo. –"No… no me gustaría
regresar a esos días. Eras un niño muy molesto ¿sabes?"- Bajó su
mano derecha hasta una altura de menos de un metro. –"Un demonio
socarrón en miniatura y con una ridícula mirada de presunción que
yo no sé de dónde sacaste."- Se permitió una pausa. –"Supongo que
cuando creciste toda esa malicia se dispersó por tu cuerpo y te
fuiste calmando poco a poco."- Sumergió su tenedor en el vaso para
luego volverlo a subir, obligándolo a llevarse con él varias tiras
de un sólido pegajoso. –"Yo creía que lo que había pasado era que
me había acostumbrado a tus sandeces, pero ahora veo que al menos
has aprendido a controlarte con los que debes de hacerlo."
-"He aprendido muchas cosas."- Contestó con voz ligera. Ya había
comenzado a tender su propia cama.
-"A manipular a las personas entre ellas."- Metió a su boca las
tiras blancas. –"Eso seguro que lo aprendiste de Géminis."- No se
esperó a tragar para decir esto.
-"No. Creo que eso ya lo sabía desde antes, señor."- Sonrió al
escuchar la risa de su maestro.
-"¡Aye, aye! ¡No me sorprendería que tú mismo hubieras incitado a
Géminis a llevarte al Santuario!"- No dijeron más hasta que Milo
terminó con su cama y se pudo sentar a lado de Ewan. –"Si todo te
sale bien, te quedan solo unos meses como aprendiz. Sigue mi
consejo y disfrútalos. Una vez que obtienes esa cosa…"- Señaló con
el pulgar la caja dorada colocada frente a la cabecera de su cama.
–"Nada vuelve a ser como antes."
-"Los disfrutaré,
hacerlo.’
maestro."
‘Al
menos,
hasta
donde
me
permita
Comentario de la Autora: ¡FIUUUUUUUUUU! Dioses... esto no fue nada
fácil para mí. Nada, nada fácil. No sabía cómo reaccionarían ni lo
que se dirían Milo y Altea. ._. Sí... creo que eso es lo básico.
Espero que este capie les haya gustado. Tendremos un poquitín de
angst en los proximos capies. Ok... soy nueva con eso del angst
así que no sé si me quede muy bien, pero hago lo que puedo ¿ne?
^.^
Mmm... ah... sí... XD quise ver si las sopas instantáneas ya
existían desde los años que consideré y me sorprendí mucho al ver
que sí (eran casi nuevas, pero ya había). Beh... ._. creo que ya.
^_^
Eso
es
todo
por
ahora.
Gracias y que tengan un buen dia!
Capítulo 27:  (Armadura)
Un pequeño niño rubio se paseaba por uno de los límites del
Santuario. Era mediodía y aprovechaba que su maestro no se
encontraba en Atenas. Sabía que esa zona era especialmente
peligrosa (por eso mismo le gustaba pasearse por ahí): debajo del
árido suelo había una gran cantidad de cuevas, causadas por la
constante erosión de, ahora, pequeños manantiales. A lo lejos,
reconoció el cuerpo de un niño de cabello negro. Antes de que
pudiera acercarse lo suficiente a él, vio como éste desaparecía.
No fue sino hasta que encontró un pequeño hoyo justo en el lugar
en donde el niño había estado que adivinó la suerte del mismo.
-"¿Estás bien?"- Preguntó en el mejor griego que pudo expresar
mientras acercaba su cabeza lo más prudentemente posible al
agujero en el suelo.
-"¿Quién es?"
Aparentemente,
aclaradas.
el
niño
no
tenía
sus
prioridades
muy
bien
-"¿No te lastimaste?"
-"No… no eres un Caballero, ¿verdad?"- La cavernosa voz sonaba
insegura.
-"No. Voy por ayuda." - El niño rubio no pudo identificar a su
interlocutor debido a la oscuridad de la cueva.
-"¡NO! ¡NO VAYAS!"
-"¿Estás loco? ¿Quieres quedarte allá abajo?"- En su irritación,
comenzó a hablar con mucha rapidez.
-"¿Qué?"
-"¿¡Qué si estás loco?!"contestaría a la pregunta.
Repitió
sin
pensar
que
el
niño
no
-"No te entiendo."
El niño rubio suspiró lleno de frustración. Sabía que su griego
aún estaba lejos de ser, ya no perfecto, sino decente.
-"¿Me dejas ir por una cuerda?"- Preguntó
asegurándose de hablar lo suficientemente claro.
con
sarcasmo,
-"¡No tardes demasiado!"
El niño de
comentario.
claros
ojos
azules
se
molestó
bastante
por
este
-‘Todavía que intento salvarlo. Debería de dejarlo ahí.’
Salió corriendo del lugar, pensando en dónde podría conseguir una
cuerda sin ser interrogado.
Dentro de la cueva, el niño de cabello negro se sentó en el piso
mirando fijamente aquel agujero, que era la única entrada por la
cual podía recibir un poco de luz. De repente se arrepintió al
haber dejado que el otro niño se fuera. ¿Qué tal si no regresaba?
Entonces tendría que vivir en esa cueva. Eso no sería lindo. El
aire de ese lugar era sumamente pesado y olía un tanto extraño. Se
abrazó a sí mismo ya que el húmedo piso de caliza había enfriado
su cuerpo mucho más de lo que estaba acostumbrado. Esperó lo más
pacientemente que pudo.
Casi una hora después del desafortunado accidente (y justo cuando
el accidentado se había resignado a pasar el resto de sus días en
la oscuridad), escuchó unos pasos acercarse.
-"¿Sigues vivo?"- El niño de cabellos negros suspiró aliviado al
ver que se trataba del chiquillo de voz extraña. Después de todo,
no se había olvidado de él.
-"¿Por qué tardaste tanto?"
-"¡¿Quieres que te deje allá abajo?!"
-"No
te
entiendo."Esta
vez,
el
niño
perfectamente, pero eso no se lo iba a decir.
había
entendido
Una cuerda comenzó a bajar hacia él y en cuanto pudo alcanzarla,
se sujetó a ella con fuerza, comenzando a subir lo más rápido
posible. Unos segundos después ya se encontraba de nuevo en la
superficie.
-"¿Qué hacías? ¿No sabes que es peligroso jugar aquí?"
-"No sabía."- Sacudía el polvo de su ropa mientras revisaba que su
cuerpo no se hubiera dañado demasiado mientras estuvo en la cueva.
-"¿Eres nuevo?"- El niño asintió.
-"Llegué ayer."- Recordó entonces que no debía de haber estado en
ese lugar desde un principio. –"¡Me tengo que ir!"- Para cuando
dijo esto, ya estaba más que lejos del otro.
-"Go hifreann leat!"- Maldijo
novato perderse a la distancia.
el
niño
rubio
mientras
veía
al
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Qué tal está?"- Ewan caminó hacia el mar sin preocuparse por
las olas entrantes. Unos metros delante de él se encontraba Milo,
limpiando superficialmente con el agua de mar una herida en el
pecho que había aparecido hacía no más de unos cuantos minutos.
-"No es muy profunda. Estará bien en unos días."
-"Tuviste suerte entonces. Ese golpe era para matarte."
-"Lo sé, señor."- No pensó demasiado en las palabras de su
maestro. A esas alturas del partido estaba más que acostumbrado a
los salvajes ataques de Ewan. Caminó hacia él. –"Nunca lo había
visto pelear así."- Se refería a que durante todo el tiempo que
llevaba de conocer al Santo de Escorpio, sus ataques se habían
‘limitado’ a dañar los órganos internos sin necesidad de abrir la
piel.
-"Eso era para enseñarte que hay que esperar de todo en una pelea,
Adh seidh. Claro, si sobrevivías."
-"Usted siempre tan amable."- Dejó caer su peso en la arena. La
marea había comenzado a subir de modo que con cada ola que
llegaba, Milo mojaba sus piernas cada vez más.
-"Adh seidh… ¿qué sabes de Lino?"
-"Hn…"- Repasó en su mente todos los libros que había tenido que
leer hasta ese día. –"¿El de los tratados?"
-"No…"- Contestó algo irritado, como si la pregunta que había
hecho hubiese sido lo suficientemente clara. –"No. El músico."
-"¿El hijo de Urania y Anfímaro?"
-"Algunos dicen que era hijo de Eagro…"
-"Eso haría a Lino el hermano de Orfeo."- Ewan asintió. –"No
conocía esa parte."- Calló por unos segundos hasta que se
consideró listo para hablar. -"No demasiado. Solo sé que él fue el
que comenzó a hacer las cuerdas de lira con tripas y que era el
maestro de música de Heracles."
-"¿Sabes algo más sobre su relación con Heracles?"
-"Fue su primer maestro. Lino solía regañarlo por su torpeza y
Heracles no era un hombre muy tolerante que digamos. Por eso lo
mato."
-"Aye… lo aplastó con una roca gigante. Otros dicen que fue lo
mató a golpes con un plectro."
-"Heracles era un
esto porque sí
usualmente era de
relato terminaba
siquiera. Esta vez
bruto."- Alzó la vista. –"No me está diciendo
¿verdad?"- Cuando Ewan comenzaba a hablar,
la nada y por ninguna razón aparente. Cuando su
él actuaba como si nunca hubiera comenzado
aparentaba ser diferente.
-"¿Y qué sabes de Argenis?"
-"Solo que era el maestro de Shura."
-"Él y yo"- Ewan tomó mucho aire. Aparentemente la historia iba a
ser una muy larga. -"Éramos amigos desde mucho antes de ganar
nuestras Armaduras. Lo conocí un día en que mi maestro me dejó
solo en el Santuario. No fue la mejor de las primeras impresiones,
pero de algún modo todo salió bien al final. Unos días después
tuve que regresar a Ballachulish, pero iba de visita a Grecia
constantemente. Al menos así era al principio. Con el tiempo dejé
de ir una vez al mes y mis visitas se limitaron a una vez por año.
Después de ganar mi Armadura pasé varios años sin verlo y cuando
decidí hacerlo encontré que él ya era maestro. Regresé a
Ballachulish. Desde entonces procuré visitar el Santuario más a
menudo, pero solo sirvió para encontrarme con que cada vez que
regresaba, Argenis tenía un nuevo aprendiz. Así fue hasta que
coleccionó los 6. Entre ellos Shura y el impertinente al que
mataste hace dos años."- Tomó otra gran bocanada de aire. –"Un día
escuché que se iba a los Pirineos a entrenar. Decidí ir a
despedirme de él y en el proceso a quedarme a vivir en el
Santuario. También fue la noche en la que le pedí que me
prometiera que no se dejaría matar por uno de sus alumnos. No
sirvió de nada. Unos cuantos meses antes de que llegaras a Atenas,
sentí como el cosmo de Argenis desaparecía. Ni siquiera pedí
permiso, solamente salí corriendo hacia el oeste. Cuando llegué al
campamento, Argenis ya estaba tirado boca abajo sobre nieve roja.
Fue fácil adivinar quién fue el responsable. Solamente Shura era
capaz de hacer heridas de ese tipo. La primera vez que intenté
alzarlo lo solté inmediatamente; tenía una inmensa cortada."- Hizo
una señal con su dedo índice indicando la trayectoria de la
herida. –"De izquierda a derecha… casi tres centímetros de
profundidad. Por Donu… no debí de haber movido su cabeza. Fue
totalmente desagradable. Apenas y tuve el valor de volverlo a
sujetar
para
llevarlo
al
Santuario
donde
fue
enterrado.
Afortunadamente, el señor Shion no accedió a que Shura ganara su
Armadura en ese entonces, ya que Argenis no había dejado esa
orden. Dictó que Shura solo se convertiría en el Santo de
Capricornio una vez que venciera a sus compañeros. Como sabes, no
tardó mucho en conseguirlo."- Hizo una breve pausa. –"Argenis es
Lino. Él también era músico y él también murió a manos de su
alumno."
-"Pero hay
vivir."
una
gran
diferencia
¿no?
Argenis
decidió
dejar
de
-"Y en el proceso rompió su promesa."- Aclaró tratando de escapar
del cuestionamiento de su aprendiz.
-"Supongo que por eso no le gustan las mentiras." ‘Ni la sangre.’Agregó para sí.
-"Exacto. ¿Sabes? Si hay algo peor que la muerte de un amigo es
que éste se muera por un estúpido capricho. Ojala nunca te pase,
Diabhal. Me fue difícil, muy difícil."
Milo sonrió condescendientemente al escuchar la voz de Ewan
quebrarse por primera vez. No entendía cómo es que había evitado
hacerlo mientras contaba su historia.
-"Me lo puedo imaginar."
-"Ni lo hagas. No es bueno para la salud mental."- Mostró una
sonrisa de medio lado. –"Hubo un momento en el que pensé que no
podría seguir adelante."
-"¿Y qué pasó?"
-"Entonces… pude hacerlo. Tomó tiempo, como todo. Pero el tiempo
cura las heridas; y si no, al menos les pone una costra muy
gruesa."
-"¿Señor? ¿De pura casualidad todo eso no pasó un 27 de mayo?"
-"No. Ese día no tiene nada qué ver con la muerte de Argenis."
-"Entonce-"
-"Eso no es de tu incumbencia, Diabhal."
-"No entiendo. ¿Todo lo que me acaba de decir lo era?"
-"Claro. Es un asunto muy importante. Argenis era un hombre
inteligente y soñador. Murió siendo necio y conformista."- Milo no
estaba de acuerdo con las palabras de Ewan. No se identificaba con
Argenis; la verdad era que ni siquiera comprendía su motivo de
desear la muerte. Sin embargo, para haber aceptado ir al Hades
rompiendo una promesa de amigos debió de haber tenido sus razones.
Y, como el mismo Ewan decía, cada quien se ampara en lo que tiene.
–"Date cuenta, Milo."- Ewan continuó hablando con dureza. –"Las
Armaduras cambian a las personas. No son ellas las que se acoplan
a tu cuerpo. Es tu mente la que se acopla a ellas. Camus ya no es
el niño al que tanto molestabas. Él ya no es la misma persona. No
importa cuánto quieras creerlo o cuánto te esfuerces, Camus es
ahora el Santo de Acuario."
-"Creo comprender, señor."
-"¡No es suficiente que ‘creas’ comprender, Milo!"- Miró y habló a
su aprendiz con fiereza, elevando su cosmo lo suficiente como para
que el reflejo de la luna en el agua se enrojeciera.
-"No puedo forzarme a mi mismo a comprenderlo."- Murmuró para sí
mientras se levantaba. Suficiente miedo le estaba infundiendo Ewan
como para seguir mirándolo desde el suelo.
-"Entonces tendrás que comprenderlo de modo empírico."- Inhaló. –
"Milo, yo no puedo enseñarte más. Todo lo que resta vendrá con la
experiencia. Es ella la que convierte en Santo a un niño, no los
entrenamientos."- Se colocó frente a él, frunciendo el ceño. –"He
decidido cuál será tu prueba final."- Milo dejó de respirar por
unos segundos. –"Si te pidiera que me derrotaras en una pelea
sería inútil. Como ya te lo he dicho estás por lo menos a 5 años
de superarme. Es por eso que no admitiré que portes mí Armadura-"Pronunció exageradamente las dos últimas palabras. -"Hasta que
hayas vencido a Camus de Acuario."
El agua salada estaba a unos centímetros de alcanzar las rodillas
de Milo. Por varios minutos lo único que se escuchó en la playa
fue el sonido de las olas.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Lo lograste. En serio lo lograste."- Argenis colocó su mano
sobre la hombrera derecha del nuevo Santo de Escorpio. –"Ya eres
uno de los 12."- Miró de pies a cabeza al joven frente a él,
siguiendo con la mirada los elaborados patrones de la Octava
Armadura. –"Siempre dudé de ti."
-"Para que veas…"- Se quitó el casco y él mismo comenzó a
examinarlo, prestándole especial atención a la ovalada piedra roja
incrustada justo en el centro.
-"¿Y cómo te debo de tratar ahora, Ewan?"
-"Pues como siempre."
-"¿Seguro?"
Ewan pensó en su respuesta por unos segundos.
-"No. Me gustaría que me dejaras de insultar."- Sonrió mientras
decía esto.
-"Eso no pasará nunca."
-"¿Entonces para qué me preguntas?"
-"Para
algo?"
hacerme
el
interesante."-
-"¿Por qué preguntas?"
Ewan
no
contestó.
–"¿Tienes
-"No sé… estás más pacífico que de costumbre."
-"A mí no me parece."- Sintió los negros ojos de Argenis sobre sí,
pero se limitó a mirar el casco.
-"Te quedarás a vivir en el Santuario ahora ¿no?"
-"No."- Finamente alzó la mirada hacia Argenis, quien lucía
desconcertado. -"Regresaré a Ballachulish, por supuesto."- Su tono
era de total obviedad. –"Sabes lo mucho que me gusta."
-"Yo creía que también te gustaba aquí."
-"Pero no tanto."
-"Ya veo."- Argenis no pretendió ocultar su enojo. –"Supongo que
te divierte mucho más jugar con tus hadas y duendes que estar en
el lugar al que sabes perteneces."- Frunció el ceño y salió
inmediatamente de la Octava Casa en dirección a la Décima.
Ewan permaneció en aquel lugar durante varios minutos más hasta
que dejó escapar de su boca un largo suspiro.
-"No seas ridículo… en Escocia casi no hay hadas."
Esa noche ni siquiera el wodka le ayudaría a sentirse mejor.
Sabía muy bien que ya nada sería como antes.
Comentario de la Autora: Ah... Ewan chibi!!!! ¡QUE LINDOOOOO!
*coff*
Etto...
._.
Este
capie
me
gustó
mucho....
PEEEEEEEEEEEEEEERO a mi parecer hubo un gran problema en la parte
en la que Ewan nos cuenta sobre la muerte de Argenis. Intenté
hacerlo por varios métodos y al final quedé entre el flashback y
lo que leen aquí. Después de pensarlo por un rato concluí que el
flashback no era lo mejor en este punto de la historia. No estoy
segura de haber hecho la decisión correcta pero aún así creo que
la volvería a tomar si tuviera la oportunidad de hacerlo. Espero
que
la
escena
no
les
haya
sido
demasiado
aburrida.
"Go hifreann leat!" Es algo así como 'vete al infierno'. Palabras
fuertes para un niño... pero en un futuro lejano aprenderemos el
por qué de sus expresiones demenciales en escocés gaélico.
Pensé mucho mucho mucho mucho en cómo era que Milo se ganaría su
Armadura. El matar a Ewan NUNCA fue una opción por lo que la tuve
todavía más difícil. Pensé en tonterías, pensé en cosas demasiado
complicadas. Al final supongo que Erato me iluminó y me dio esta
idea.
No estoy muy segura del título del capítulo pues busqué esa
palabra como Cloth por como se llaman las Armaduras en idioma
original peeero... como cloth tiene al menos dos connotaciones no
sé si utilicé la correcta.
Ojalá les haya gustado este capítulo... o que no lo hayan odiado.
¡DOMO ARIGATOU COMO SIEMPRE!
Capítulo 28: (Reencuentro)
-"No permitiré que portes mí Armadura hasta que hayas vencido a
Camus de Acuario."- Milo repitió incesantemente las palabras de
Ewan. No atinó en contestar; solo se preguntaba cómo era que iba a
conseguir lo que su maestro le exigía. –"¿Algún problema con
ello?"- Ewan se hartó del silencio.
-"No señor."- Milo no esperaba semejante tarea. Por otro lado,
sabía que había tenido suerte. Conociendo a su maestro, de no
haber tenido una mejor idea, le hubiera dejado como prueba recrear
las 12 tareas de Heracles.
-"Pelearás en Siberia así que vete planteándote cómo sobrevivir al
frío."- Arqueó la ceja. –"Tengo entendido que Ambarchik es más
fría en esta época del año. No sería lindo que perdieras algún
dedo. ¿Tengo que mencionar que solamente te daré una oportunidad
de vencerlo?"
-"No es necesario, señor."
-"Bien. Te daré el beneficio de pedirle al Ankou que pelee sin su
Armadura. Esa será la única ventaja que te daré."
-‘Usted siempre tan amable.’- Milo no estaba precisamente en el
momento más optimista de su vida.
-"Eso es todo por ahora."- Mostró una engreída y desagradable
sonrisa. –"Ya te puedes ir a dormir."- Caminó campantemente fuera
del agua y después de guiñarle el ojo, se perdió en la oscuridad.
-"…Kalinihta…" ‘Este hombre va a acabar conmigo.’- Se sentó de
nuevo en la arena. El agua ya llegaba un poco más arriba de su
cintura. Recorrió con su mano la herida causada por su maestro,
ignorando el ardor que le ocasionaba frotar los granos de arena
sobre su piel. –‘Ahora que lo pienso. Hace mucho tiempo que no veo
a Camus. Seguro que no se alegrará de verme. Ahora ya debe de ser
muy fuerte.’- Tomó aire y sonrió. –"Hace mucho tiempo que no veo a
Camus."- Repitió sus palabras en voz alta mientras recreaba en su
mente su tan próximo rencuentro.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Era de noche. O, al menos, parecía de noche. La mañana tenía ya
muchas horas de comenzada pero el Sol no se había dignado en
salir. El frío entumía los huesos de uno de los dos viajeros: Este
personaje tropezaba constantemente, levantándose lo más rápido que
sus adormecidas piernas le permitían. El aire helado calaba sus
pulmones y hacía varios minutos que la humedad traspasó su ropa,
haciendo que cada movimiento que daba en contra de ésta fuera como
si lo hiciera contra un enorme bloque de hielo. Temblaba con tanta
fuerza que tenía miedo de morder su lengua. Apenas y podía
controlar su mano para poder retirar las pequeñas capas de
escarcha que se formaban en su rostro. La intensidad del viento
indicaba que pronto comenzaría una tormenta.
-"¡Adh seidh!"- Milo casi no escuchó la voz de su maestro entre el
silbido del viento. –"¡Si sigues así morirás antes de llegar a
Ambarchik!"
Ewan había elevado su cosmo desde el primer momento en el que
sintió un poco de frío. Fue por eso que la baja temperatura no
había hecho demasiado en su cuerpo además de cansarlo.
-"¡Tal vez!"- Trató de que su boca se abriera en una sonrisa, pero
el frío solo le permitió mostrar una mueca que estaba lejana a
mostrar felicidad. –"¡Pero creo que puedo hacer esto! ¡No falta
mucho!"
Ewan casi tuvo que adivinar las palabras de su alumno ya que éste
estaba un par de metros atrás.
-"Dóite!"- Tomó a Milo de su chamarra y lo jaló
obligándolo a acelerar el paso. –"Agus loisceadh ort!"
hacia
sí,
-"Eso suena bien."
-"Vamos. No dejes de caminar."- Tiró a Milo en nieve y siguió su
camino una vez que éste consiguió ponerse de pie.
Tal y como Milo pensaba, no tardaron demasiados minutos en llegar
al pueblo de Ambarchik. No había gente fuera de sus casas, pero
salía humo negro de todas las chimeneas. No se detuvieron en el
pueblo sino que siguieron unos cuantos metros más hasta que
pudieron identificar una cabaña cuya chimenea emanaba un humo
ligeramente más blanco que las casas anteriores.
Ewan no se tomó la molestia de tocar, sino que abrió la puerta,
casi golpeando a la persona que estaba del otro lado, cuyos planes
eran de recibir al invitado por sí mismo.
-"Ewan…"- El dueño de la cabaña murmuró bastante molesto mientras
el susodicho se sacudía la nieve de sus ropas y dejaba entrar una
enorme corriente de frío. –"¿Te costaba mucho tocar la puerta?"
-"¿Estás bromeando?
demonios!"
¡Allá
afuera
hace
un
frío
de
los
mil
-"Eso lo sé."- El anfitrión se acercó a la puerta y comenzó a
cerrarla.
-"Ankou… ¿qué haces?"
Antes de que Camus pudiera afirmar que ‘estaba cerrando la
puerta’, una fuerza en la misma lo empujó hacia atrás,
permitiéndole ver a una cansada figura inclinándose hacia él.
-"¿Milo?"
La figura alzó el rostro pero no se irguió por completo. La
entumida sonrisa apareció de nuevo mientras dos mitones retiraban
la nieve de los cabellos azules de su dueño.
-"Ê ou soi dokei?"
Camus respondió tomándolo del cuello de su chamarra y tirándolo
dentro de la casa de modo que pudiera cerrar la puerta. A pesar de
esto, gran parte del pasillo principal ya estaba cubierta de
nieve.
-"¿Qué hacen aquí?"
-"Me sorprendes, Ankou. Yo creí que serías más cortés que esto."Mientras Ewan hablaba, retiró su empapada capa y la dejó tumbada
en el suelo.
-"¿Quién te dio permiso de entrar, Ewan?"- Caminó hacia la sala
para encontrarlo ya tumbado en el sillón. Milo, por su parte,
apenas estaba logrando incorporarse. –"O para esto, de sentarte."
-"¿De cuándo acá me tuteas, jovencito?"- Su mirada estaba perdida
en el fuego de la chimenea que tenía frente a él.
-"Ya no eres mi superior. Me parece natural hacerlo."
-"¡Aye! Es solo que no lo esperaba del Santo más formal del mundo.
Nos has traído muchas sorpresas, Ankou. Muchas. Diría que es un
gusto que seas mi camarada, pero la verdad es que este asunto no
me podía importar menos. Ahora ¿qué tal si vas y me sirves un poco
de wodka?"
-"Por favor, si no fuera porque la tormenta ya ha empezado te
sacaría ahora mismo de mi casa."
-"¿Solo a mí?"- Ewan preguntó con malicia.
Camus abrió exageradamente los ojos al recordar que tenía otro
invitado. Regresó hacia la puerta para verlo apenas quitándose la
mojada chamarra de encima. Al menos ya había conseguido ponerse de
pie. Camus se acercó a él y lo guió a una de las habitaciones.
-"Ven. Tienes que cambiarte de ropa."
Ewan ignoró a los jóvenes mientras desaparecían de su vista. Se
levantó del sillón y comenzó a examinar toda la sala, abriendo y
cerrando todos los cajones que encontraba. Su búsqueda no se
detuvo ahí sino que siguió hasta la cocina.
-"Que mono. Tiene hasta hielera… o algo que se le parece."- Se
agachó y abrió la tapa de una caja de poliuretano, pero se
desilusionó al solo encontrar ahí medicinas, agua y comida. -"Para
esto mejor que no tenga nada."- Cerró la hielera y comenzó a abrir
las alacenas sin molestarse en cerrarlas.
-"¿Te puedo ayudar en algo?"
-"¡Claro que sí!"- Contestó a Camus, quien apenas
regresar. –"¿En dónde tienes el wodka? ¡Confiesa!"
acababa
de
-"Yo no bebo."- Comenzó a cerrar las alacenas sin dignarse a mirar
al Santo de Escorpio.
-"Hn… no entiendo cómo alguien puede vivir en este frío y no
beber. Tú me estas mintiendo."- Camus no contestó. –"Parece que
has olvidado cuanto odio las mentiras, pero te lo dejaré pasar
porque seguramente lo que tomas es para bebés."
-"Ewan… ¿qué haces aquí?"- Se sorprendió un poco al ver el rostro
del guardián de la Octava Casa tornarse severo. Su expresión, sin
embargo, permaneció impasible.
-"Creo que Milo es el que debería explicarte eso."- Miró hacia un
punto a espaldas de Camus, lo que le hizo voltear. En la entrada
de la cocina se encontraba el aspirante de Escorpio ya con ropa
seca y la cara con un poco de más color. –"Y con tu permiso, me
voy a dormir."- Salió de la cocina y entró a una de las
habitaciones.
-"Ese es mi cuarto."
-"Mejor déjalo. Si le dices algo te mata."
-"¿Cómo lo aguantas, Milo?"
-"Uno se acostumbra."- Caminó hacia el comedor y se sentó en una
de sus sillas, dejando caer todo el peso de su cabeza en la mesa.
-"¿Cómo sigues?"
-"He estado peor."- Afirmó sin despegarse de la tabla frente a él.
-"Me sorprendería."- Acompañó a Milo en la mesa. –"Yo creí que
después de tantos años ya habrías dejado esa manía de atenuar tu
cosmo."
-"Se llama costumbre, no manía."- Murmuró. Finalmente comenzó a
calentar su cuerpo utilizando su cosmo.
-"Unos minutos más y habrías muerto."
-"No me tomes tan a la ligera, Ankou."- Alzó la vista, ya
recargando en la mesa solo su barbilla. –"Además, te quería dar
una sorpresa."- Retomó su posición original.
-"Y vaya que me la diste. ¿Por qué llegaron por la planicie?"
-"Quería intentar
curiosidad."
pasar
por
el
frío.
Podría
decirse
que
fue
-"¿Quieres algo de tomar?"- Milo movió su cabeza de izquierda a
derecha, como si su cabeza rodara sobre la mesa. –"¿O tienes
hambre?"
Milo, divertido, se enderezó y miró a Camus.
-"Ewan se equivocó. Aún tienes tus modales. Pero la verdad es que
no tengo hambre."
-"Ya que no deseas algo más, me veré obligado a preguntarte sobre
los motivos que te trajeron aquí."
-"Un… sí que andas hablando raro."
-"¿Milo?"
-"Si tanto quieres saberlo te lo diré."- Tomó aire. –"Ewan ya
decidió cuál será mi prueba final. Tengo que derrotarte sin tu
Armadura."
-"No esperaba algo así."
-"Creo que nadie. Pero ya lo conoces: cuando tiene una idea es
imposible quitársela de encima."
-"Siempre pensé que se parecía algo a ti."
-"Algo… sí. ¿Camus? ¿Qué opinas de esto?"
-"No sé. ¿Debo de opinar algo?"
-"Yo estoy nervioso. Nunca creí que algo así pasaría."
-"Yo tampoco. Pero eso no importa ahora. Lo mejor será que vayas a
descansar. Seguramente cuando termine la tormenta será nuestra
pelea."
-"No quiero descansar ahora. Hacía tiempo que no nos veíamos."
-"No tengo intenciones de hablar sobre Antoine."- Se puso de pie
inmediatamente, caminando hacia una muy vieja estufa de carbón
para comenzar a batallar contra ella con el fin de encenderla.
Pasaron muchos minutos en silencio.
-"Yo no pregunté por él."
-"Pero pensabas hacerlo ¿no?"
Milo calló por unos instantes. Sabía que Camus tenía razón.
-"Sí. Pero podemos hablar sobre muchas otras cosas. ¿Sabes?
Dejamos a Scarlet en Milos. Hubiese sido tonto traerla. Ya está
muy viejita y de haberla traído hubiera muerto antes de cruzar los
Urales."- Vio a la estufa finalmente encenderse. –"Te manda
saludos."
-"Sigues siendo igual de hablador que antes."- Colocó una tetera
en la estufa. –"Y lo peor es que hablas de las mismas tonterías."
-"Hablo de tonterías porque te gusta escucharlas ¿no?"
-"Eso es algo que no me atreveré a negar."- Se sentó de nuevo
frente a Milo. –"¿Me tienes noticias de Atenas?"
-"Veamos… Aldebarán ya es el Santo de Tauro y ha regresado al
Santuario. No sé qué pasó con Jothan. Tampoco es que me haya
importado demasiado, claro. Shaka ya tiene la Armadura de Virgo,
pero aún no regresa a Atenas. Death Mask, Shura y Afrodita siguen
igual de siempre. Saga tampoco ha cambiado mucho. Mü de Aries no
tiene planes de regresar a Atenas. Dice que tiene demasiado
trabajo reparando Armaduras. Sí… creo que eso es todo."
-"Yo creo que faltaste de informarme sobre alguien más."- Milo
asintió con una mueca de enojo.
-"Aioria de Leo. Ese es su nombre ahora."
-"No parece darte mucho gusto su ascenso."
-"Sabes que no me simpatiza."
-"Sabía que te era indiferente, no más."
-"Se ha vuelto insoportable. Se pasea por el Santuario molestando
a las aprendices de Koree y desobedeciendo las órdenes. Solamente
hace lo que debe cuando el mismo Patriarca se lo ordena. Ni
siquiera porta su Armadura."
-"¿Has notado que yo tampoco lo hago?"
Hubo una pausa en la que Milo notó por primera vez la liviana
camisa de manga corta que cubría a su amigo.
-"A decir verdad: no."
-"Eres imposible."- Camus suspiró. –"Esperaba que me dijeras algo
al respecto."
-"Bueno… no sé. Con carta y todo para mí sigues siendo Ankou
¿sabes? Creo que no cambiaré de opinión hasta que te vea con tu
Armadura."
-"¿Te gustaría verla?"
Milo sonrió.
-"¿Tú qué crees?"- Camus se levantó y salió de la cocina para
regresar unos segundos después con una enorme caja de oro entre
sus brazos. Colocó la caja sobre el piso y la abrió, mostrando la
figura de la Armadura. Para ese entonces, Milo ya estaba de pie y
mirándola fijamente. -"¿Es cierto lo que dicen? ¿Que no pesa tanto
como parece?"
-"Es cierto."
-"¿Y por qué no la usas?"
-"Porque aquí no tengo a quién presumírsela."
-"Pues ya estoy aquí. ¿Qué esperas? ¡Presúmeme!"- Camus obedeció
sin problemas, tomándose su tiempo para ponerse cada pieza de la
Armadura. Terminó con el casco. –"Te queda bien. Aunque ese casco…
no sé. Te hace ver orejón."
-"Sí. Pero al menos éste sí me salvará de un golpe, no como el de
Escorpio."
-"Aye."- Milo recargó su cuerpo en la mesa sin dejar de mirar al
nuevo al Santo de Acuario. –"Espera a que Aioria te vea… tú le
enseñarás lo que es ser un Caballero con categoría."
-"No digas esas cosas. Sabes que tiene sus razones para ser como
es."
-"Sus razones lo justifican, pero no lo disculpan."- Su tono se
endureció. –"Pero tienes razón. No perderé mis palabras hablando
de la gata dorada."
Camus caminó hacia la estufa y, sin
hirviera, preparó dos tazas de café.
esperar
a
que
el
agua
-"Milo…"- Comenzó a hablar dejando una de las tazas frente al
aprendiz. –"No esperes que sea altruista contigo durante la
pelea."
-"No lo esperaba, Ankou. No te preocupes. No necesitaré que lo
seas."
-"Eso lo veremos."
Entre el ligero vapor de sus bebidas, el Santo y el aprendiz
siguieron hablando de nada en especial hasta que se hizo de día.
Fuera de la cabaña, el aire seguía soplando con fuerza.
El Sol aún no tenía intenciones de salir.
Comentario
de
la
Autora:
Primero
lo
primero...
"Kalinihta":
'buenas
noches'
en
griego
"Dóite,
agus
loisceadh
ort!”:
algo
así
como
'quémate
y
carbonízate'... eh... este no sé si es escocés gaélico... pero es
gaélico
XD
así
que
lo
usé.
"Ê ou soi dokei": maomenos '¿qué? ¿no parece?' en griego antiguo.
Ahora... sobre este capítulo... Ewan definitivamente siente rencor
hacia lo ocurrido con Argenis, pero no creo que desee que la
amistad
de
Milo
y
Camus
desaparezca
(aunque
seamos
honestos... para que eso ocurriera no necesitarían ayuda de él
XD). Pero bueno... en realidad ni yo misma conozco los motivos de
los personajes, ni siquiera los de Ewan (cosa rara... ._.
considerando que... ya saben... yo lo creé). Vaya... de este capie
no tengo más comentario. Creo que las respuestas de muchos de
ustedes se resolverán en el siguiente capie (la pelea) así que
ahorraré mis
comentarios
hasta
entonces.
Sin más por ahora me despido. ¡DOMO ARIGATOOOOOOOOOOOOU!
Capítulo 29: (Prueba)
-"¿Estás listo, Milo?"
El aprendiz miraba con nerviosismo el azulado hielo frente a él.
Sus extremidades temblaban, pero no precisamente por el frío. Un
cosquilleo en sus manos comenzó. Milo apenas y recordaba la última
vez que eso había ocurrido.
Ahora más que nunca, Milo extrañaba el Santuario. Su oponente
estaba tan solo a unos pocos metros frente a él y, a un costado,
su maestro permanecía impaciente. De haber podido dirigir su
mirada hacia él, hubiera encontrado tan solo una ceja arqueada y
una mueca de desaprobación.
-"¡Milo!"- Ewan alzó la voz. –"¿Te has quedado sordo?"- Miró en
dirección al Santo de Acuario. –"Camus, si no empieza él entonces
tú hazlo. Mátalo si quieres. No esperé por tres días para verlos
pararse uno frente al otro."
Ewan y su alumno habían llegado a Siberia desde hacía cuatro días,
pero una tormenta comenzó la primera noche que pasaron ahí. Fue
por esto que apenas en esa quinta mañana pudieron darse el lujo de
salir de la cabaña. Los rastros de la no tan lejana tormenta
seguían en aquella planicie: el fuerte viento amenazaba con
congelar el mismo aire que el aprendiz intentaba respirar. Una
fina capa de hielo se formaba sobre las ropas de Milo y de Camus,
solo que al último no parecía importarle demasiado aquella fría
sensación sobre su piel.
-‘Nunca vuelvas a dudar.’- Solo esto recordó de las palabras que
le dirigió el Santo de Géminis antes de que llegara al Santuario.
-"Ya."- Milo tomó aire y sujetó sus manos una frente a la otra con
intenciones de terminar con su cosquilleo. Esta vez sí pudo
sonreír. –"Tenía mi mente en otros asuntos."- Mintió sabiendo que
Camus reconocería la mentira inmediatamente. Tal vez, solo lo dijo
para engañarse a sí mismo. "Siento la demora, Ankou."
-"Camus de Acuario."- Corrigió despectivamente.
-"Ya, ya. No seas tan obstinado."
-"Tú eres el obstinado."- Mientras pronunciaba estas palabras,
lanzó su primer ataque. Fue uno débil, tan solo una delgada
corriente de aire congelado que avanzó hacia Milo con la lentitud
suficiente para que éste lo pudiera evitar. No lo hizo y una capa
de hielo se formó alrededor del pecho del aprendiz. –"Esto es
inútil."- El Santo de Acuario cerró los ojos aparentando cansancio
e incluso amenazó con salir del área que consideraban la arena. –
"No pienso perder mi tiempo peleando contra alguien que es tan
débil como un Santo de Bronce."
-"Camus…"- La voz de Milo lo obligó a abrir los ojos. –"Es una
pena que un Santo de Oro como tú subestime a su contrincante."Elevó su cosmo un tanto. Solo lo suficiente como para poder
retirar el hielo de su prestada playera de manga larga.
-"Si no puedes eludir un ataque como ese entonces ni siquiera
debería considerarte mi contrincante."
-"Ah…"Milo
contestó
como
si
hubiera
aprendido
algo
verdaderamente impresionante. –"Pero…"- Continuó hablando con una
irónica sonrisa en el rostro. –"Tampoco deberías de considerarme
tu contrincante si no puedo recibir directamente un ataque tan
patético como lo fue ese."
Una sonrisa imperceptible para Ewan, pero no para Milo, cruzó la
cara del Santo de Acuario.
-"Entonces tendré que utilizar ataques ligeramente más fuertes,
¿no crees?"
-"Me haces hablar demasiado, Acuario. Creo que de esto ya hemos
tenido suficiente."- Corrió hacia Camus con su rapidez de ataque
acostumbrada, pero el hielo debajo de sus pies le hicieron perder
más fricción de la que tenía esperada. En lugar de ser él el
primero en atestar un golpe directo al Santo de Acuario, fue éste
el que mandó al aprendiz a unos cuantos metros de distancia
utilizando tan solo su palma derecha. Milo se puso de pie,
retirando con su mano la escarcha de su abdomen. Siempre había
sido más rápido que Camus, pero el frío lo aletargaba y el hielo
lo entorpecía. Tendría que ser mucho más rápido de lo que tenía
planeado si quería, por lo menos, ser capaz de eludir los golpes
de Camus. Milo tuvo que enterrar sus uñas en el hielo para
conseguir ponerse de pie después del último ataque. -‘Esto está
demasiado resbaloso.’- Esta fue la única oración coherente que su
cerebro pudo procesar. Rió quedamente al encontrar finalmente una
oportunidad de golpear a Camus sin tener que esforzarse demasiado.
Por más años que el Ankou hubiera entrenado en Siberia, el hielo
seguía siendo hielo. Por lo tanto, éste conservaba todas sus
características, incluso ante el sucesor del Barbegazi.
Camus miró con ingenuidad al aprendiz corriendo hacia él. Las
zancadas de Milo se hicieron mucho más grandes, evitando el
contacto con el hielo lo más que podía. Camus, por su parte,
siguió todos sus movimientos con paciencia hasta que estuvo a tan
solo unos cuantos centímetros de distancia, que fue cuando su
contrincante desapareció: no precisamente debido a que aumentó su
velocidad si no que se dejó caer al hielo. El Santo de Acuario no
reaccionó a tiempo del movimiento del aprendiz y para cuando se
dio cuenta de lo ocurrido, Milo ya estaba a un costado suyo,
golpeando hacia delante, con su espinilla derecha, las rodillas de
Camus. Éste perdió el equilibrio y aún antes de que pudiera llegar
al suelo, un penetrante dolor comenzó a emanar de su hombro
izquierdo. El golpe había tenido tanta rapidez que su mismo cuerpo
no pudo reaccionar a tiempo y esta vez salió despedido hacia
atrás, quemando su brazo derecho con la fricción del hielo debajo
de sí.
Milo no tenía tiempo qué perder. Sabía que al principio Camus
había sido condescendiente con él (a pesar de que le había dicho
que no lo sería), pero ahora que había sido herido, posiblemente
dejaría atrás las contemplaciones. El Santo de Acuario golpearía a
matar de ahora en adelante. Milo debería de hacer lo mismo.
No hubo duda en su mente mientras corría hacia Camus con sus dedos
índice y anular derechos extendidos. Sus ojos y su mano estaban
siendo iluminadas por una ya brillante luz escarlata. Apuntó
directamente a su abdomen con intenciones de darle el golpe final.
Camus reaccionó a tiempo, deteniendo la mano de Milo con las
suyas. Aprovechó aquel agarre para congelar su mano derecha.
Hubiera congelado más de no haber sido porque el aprendiz
consiguió liberarse de su ataque pateándolo en pleno rostro con su
pierna derecha. Mientras Milo se concentraba en romper el hielo
que lo aprisionaba, Camus se ponía de pie.
La pelea continuó con altibajos para ambos. Los movimientos eran
rápidos, los golpes fuertes. Ewan trató de esperar con la mayor
paciencia que le fue posible. Fue hasta que la temperatura comenzó
a descender aún más que el Santo de Escorpio decidió darle fin a
aquello.
-"¿Cuánto tiempo más piensan seguir jugando?"- Ambos jóvenes
miraron al Santo de Escorpio. –"Creí que sabían que esto no era un
juego. Acaben con esto de una maldita vez."
Tanto Camus como Milo sabían a lo que Ewan se refería. Ambos
estaban a un nivel casi igual. Milo tenía la desventaja del
ambiente y Camus la de la rapidez de Milo. En esas situaciones
solo podían tener dos opciones: una pelea de una milésima de
segundo o una de mil días. Ninguno de los dos estaba dispuesto a
perder tanto tiempo en algo así. Tendrían que terminar con todo de
un solo ataque. Ambos peleadores elevaron su cosmo al máximo. La
luz rojiza del cosmo de Milo se mezcló con la luz dorada que
emanaba el Santo de Acuario, comenzando con un juego de sombras
que duró por tan solo unos segundos antes de que los contrincantes
dirigieran su ataque uno al otro. El hielo del suelo y de las
pequeñas moléculas de agua que congelaba el ataque del Santo de
Acuario reflejaron con tanta intensidad la luz de los cosmos de
Camus y de Milo que pronto se pudo ver en el ambiente una borrosa
y movediza franja de colores flotantes.
Milo apenas y había podido eludir la Aurora Execution de Camus, y
aún así no lo había hecho con demasiado éxito ya que sus piernas
quedaron congeladas. Justo cuando Camus había lanzado su golpe,
Milo había saltado hacia él, aprovechando el impulso de su caída
para presionar un punto ubicado justo en el centro del cuerpo del
Santo de Acuario. El hielo de las piernas del aprendiz se había
extendido casi hasta su pecho. Las dos figuras cayeron al suelo.
Ewan tuvo que esperar a ver cuál de ellos era el que se levantaba
primero.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Se está desangrando."- Ewan miraba con desagrado la sangre que
brotaba del pequeño orificio en el abdomen de Camus.
-"Lo sé."- Milo había sido el primero en dar rastros de vida.
Elevó su cosmo hasta que pudo romper el hielo que lo cubría, pero
la sensibilidad en la mitad de su cuerpo estaba lejos de ser
recuperada. Tuvo que arrastrarse con las manos para poder llegar a
lado de su amigo. Con la fuerza que le quedaba consiguió alzar su
mano derecha y una vez más clavó su dedo índice y anular en Camus,
solo que esta vez fue en su pecho, golpe que ocasionó que la
herida del Caballero de Acuario dejara de sangrar.
-"¿De quién aprendiste eso, Adh seidh?"- Ewan estaba sorprendido.
Él sabía que el joven tenía un amplio conocimiento sobre los
puntos de presión, pero no había sido él el que se lo había
otorgado. Saga tampoco solía utilizar ese tipo de recursos, por lo
que suponía que todo su conocimiento radicaba en largas horas de
estudio y práctica con el método de ensayo-error. Sin embargo,
aquel último golpe (uno casi directo al corazón) era demasiado
peligroso como para haber sido ensayado con el método anterior.
Milo había tenido un tercer maestro y con su típica curiosidad no
pudo quedarse con la duda.
Desafortunadamente para él, su aprendiz cayó de nuevo al suelo
antes de responder su pregunta.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus sentía una extraña calidez cubriendo su cuerpo. Tardó unos
cuantos segundos en darse cuenta de que era cargado por Ewan hacia
el interior de la cabaña. Puso resistencia inmediatamente,
logrando separarse del Santo de Escorpio aunque esto significó una
dolorosa caída en el hielo.
-"Ya no intento ayudarte otra vez, Ankou. Eres un mal agradecido."
El Santo de Acuario no prestó demasiada atención a las palabras de
Ewan, sino que examinó con la mirada el azulado hielo frente a él
en busca del aprendiz de Escorpio.
-"¿Dónde está Milo?"
-"Allá adentro. Está durmiendo como Palinuro."
-"¿Qué pasó?"
-"Te lo dejo así, Ankou. Si sobrevive será él el nuevo Caballero
de Escorpio."- Camus no permaneció inmutable ante estas palabras.
Hacía tiempo que no tenía tantas emociones rondando por su cabeza.
Por un lado estaba feliz por Milo ya que éste había conseguido
saciar el capricho de obtener su Armadura. Por otra parte, estaba
ofendido por haber sido derrotado por un aprendiz. La mayor parte
de sus pensamientos simplemente permanecieron en incredulidad. –
"No te vayas a emocionar tanto que explotas, ¿eh?"- Ewan agregó a
la pobre conversación que tenía con el Santo de Acuario y siguió
su camino hacia la cabaña.
A Camus le tomó más que unos segundos incorporarse y seguir a
Ewan.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Al fin despiertas."- Ya habían pasado varias horas desde la
pelea entre Milo y Camus y el primero apenas se levantaba del
sillón al que había sido relegado por su propio maestro.
-"¿Dónde está Camus?"
-"Vaya… ustedes dos me dan asco."- Milo, quien no se preocupó por
no haber entendido el comentario anterior, repitió la pregunta. –
"Se está lavando. Lo dejaste cubierto de sangre. Fue algo muy
desagradable."
-"Era eso o nada."- No se dio cuenta de la carencia de la Armadura
en el cuerpo de su maestro hasta que puso un pie fuera del sillón.
Por el momento optó por no comentar sobre esto.
-"Aye. Si hubieras sido más lento por una millonésima de segundo
ya estarías convertido en iglú."- Tomó su tiempo antes de formular
la pregunta que había quedado en el aire. -"Sobre ese último punto
de presión…"
-"¿No puedo tener mis secretos?"
-"Supongo que puedes."- Ewan se sintió insultado por el silencio
de Milo, pero se forzó a aceptarlo. –"Por el momento."
-"No siento las piernas."- Milo presionó su pierna izquierda con
ambas manos, esperando sentir algún tipo de dolor. No se atrevió a
presionar por mucho tiempo: no tardó en notar que sus piernas se
habían hinchado de una manera en la que ni siquiera sabía que
podían hacerlo.
-"¿En serio?"- Pateó a Milo en la espinilla solo para escuchar un
chillido de irritación. –"No estás tan mal. Creo que ni tendrás
que ir a Kanon."
-"Es una pena. Es una isla que me gustaría visitar."- Milo pensó
para sí, pero su comentario fue en voz alta.
-"¿Puedes levantarte?"- Milo respondió a su pregunta poniéndose de
pie ante él, con sus piernas aún temblorosas. –"Entonces tal vez
debas de llamar a tu Armadura."- Milo sonrió desmesuradamente sin
creer por completo en las palabras de su maestro. –"Quita esa cara
de idiota. Vamos, que ha de tener frío."
Hubo una pausa.
-"Ah… ¿y cómo es precisamente que la llamo?"
-"Uh… si serás
Armadura?"
inútil.
¿Cómo
que
no
sabes
cómo
llamar
a
tu
-"¡No es mi culpa! ¡Apenas y sabía que se podía hacer!"- Milo no
había visto nunca a Ewan prepararse para una pelea, por eso cada
vez que veía como se ponía su Armadura, éste lo hacía pieza por
pieza sin necesidad de usar su cosmo.
-"Pues no es
improvisando."
algo
que
se
pueda
explicar,
así
Milo tomó aire y cerró los ojos, elevando
queriéndose presentar ante el Ropaje Dorado.
su
que
mejor
cosmo,
ve
como
-‘Soy Milo.’- Pronunció en su mente como burlándose de sí mismo. –
‘¿Qué tal si dejas de hacerte la especial y vienes para acá?’
-"No sé qué estés haciendo, pero eso no está funcionando."- Arqueó
su ceja y sonrió. –"¡Ya sé!"- Tomando a Milo totalmente
desprevenido, lanzó su mano en contra del pecho de su aprendiz,
quien ni siquiera tuvo oportunidad para darse cuenta de lo que
estaba ocurriendo. Hubo un destello dorado que iluminó la
habitación y la Armadura de Escorpio se ensambló al cuerpo de
Milo.
-"¿La Armadura me protegió?"
-"Aye. Hablé con ella esta mañana. Le dije que ahora tendría que
cuidarte a ti."
-"¿En serio habla con ella?"
-"Claro que no. Si no soy idiota."- Milo prefirió ignorar aquel
comentario.
-"¡¿Y si no hubiera venido a salvarme?!"
-"Entonces estarías muerto, supongo."
Milo había decidido dejar la discusión para otro momento cuando se
dio cuenta de que posiblemente ya no habría otro momento.
-"¿Entonces… ya?"
-"Tienes la Armadura. ¿Quieres algo más?"
-"No."- Extendió sus manos frente a él, observando cómo era que
los guantes de la Armadura encajaban perfectamente en sus dedos.
Miró entonces su pecho, observando tenuemente el reflejo de su
rostro entre los grabados del Manto. –"Estoy bien por ahora."
-"Cuídala ¿quieres? No queremos que tengas que ir al Tíbet para
que el niño de Aries la arregle."
-"Lo haré, señor."
-"Así me gusta: que me sigas respetando como tu superior que soy."
-"¿Ya puedo preguntar a dónde irá?"
-"¿Necesitas hacerlo?"- Leyó el reloj de plástico colgado en una
de las paredes de la habitación. –"Me voy. Quiero llegar a
Ballachulish de una buena vez."- Caminó hacia la puerta escoltado
por Milo.
-"¿Podré irlo a visitar?"
-"Si puedes."- Abrió la puerta y salió a la relativa oscuridad de
Ambarchik.
-"Maestro…"- Milo quiso formular alguna frase de agradecimiento.
Alguna palabra que pudiera expresarle todo lo que estaba sintiendo
en aquel momento. No pudo pronunciar ni una sola sílaba más.
-"Harás un buen trabajo. No mueras demasiado pronto ¿quieres?"
Ewan salió de Siberia consumiendo su cosmo, corriendo hacia su
ciudad natal con la rapidez que lo distinguía en batalla.
-"Kharan' le'gou soi, didaskalos."
Al sentir sus piernas flaquear nuevamente, Milo cerró la puerta.
Pequeños hilos de aire blanco aparecieron frente a la cabaña.
Posiblemente pronto comenzaría otra tormenta.
Comentario de la Autora:
Palinuro: Piloto de Eneas, muerto durante la travesía hacia
Italia. Hipnos, ordenado por Afrodita, le infundió un profundísimo
sueño que le ocasionó caerse al mar durante la noche. Sobrevivió
al naufragio pero fue asesinado por unos bárbaros de la isla a la
que llegó. XD
Kharan' le'gou soi, didaskalos: algo así como el equivalente a
'que
le
vaya
bien,
maestro'
en
griego
antiguo.
Ok... creo que ya sé lo que muchos de ustedes piensan. '¿Eso es
todo?' Ese fue el sentimiento que quise dejar para este capie por
la simple razón de que bueno... eso ES todo ¿ne? Usualmente uno
puede vivir AÑOS enteros solo para una cosa y cuando ocurre...
pues ocurre y te quedas 'ay Dios... ¿qué pasó?'. Al menos así ha
sido mi experiencia. Estoy de acuerdo de que nada de lo que me
haya pasado se asemeja a lo que Miluchis está pasando, pero creo
que la situación puede ser representada como tal. La pelea... esa
sí no me convenció del todo para que vean. Intenté hacerla lo
mejor que pude.... peeeeeeeero... no fue suficiente. Al menos
quedé conforme con la conclusión. Según esta historia, Milo aún no
identifica los 15 puntos de la Scarlet Needle, son solo puntos que
no tienen número específico, por eso no lanzó las 14 agujas antes
de aquel golpe que es el que sería el equivalente a Antares, que
fue con el que atacó a Camus directamente.
No se preocupen, Ewan volverá a aparecer. Aún quedaron bastantes
huecos con respecto a él y me gustaría tratarlos, además de que a
pesar de lo que él diga aún tiene varias cosas que enseñarle a
Milo.
Mmmm... creo que ya. Eh... los siguientes capies serán algo... no
sé... diferentes. Espero les guste!!!! ¡DOMO ARIGATOU!
Capítulo 30:  (Discusión)
Milo abrió sus ojos con pesadez. Hubiera seguido durmiendo por
varias horas más, pero una corriente de aire frío congelaba su
nuca. Trató quitarse de la corriente, pero apenas y pudo
levantarse para encontrarse a sí mismo en el suelo y con un
cobertor encima. El aire entraba por la rendija inferior de la
puerta principal y levantaba con su fuerza la tela que apenas
cubría su espalda. Al recargarse sobre la puerta, pudo escuchar
como alguno de sus huesos emitió algo similar a un ‘crack’. Una
vez que pudo enfocar sus ojos, vio a solo unos cuantos metros de
distancia a Camus, quien descansaba en el sillón mientras leía con
tranquilidad un libro con título en ruso.
-"Creí que dormirías para siempre."
-"¿Por qué no me despertaste? Estoy todo entumido."- Murmuró
pausadamente. Su mandíbula estaba tan tiesa como si hubiese sido
congelada del mismo modo que sus piernas.
-"Te veías tan tranquilo que no te quise despertar."- El tono
irónico fue sumamente marcado. Camus no alzó su vista del libro. –
"Además, no todos los días uno se encuentra con un Santo Dorado
tumbado en el piso y titiritando de frío."
A pesar de la hinchazón de sus piernas, Milo fue capaz de
levantarse y arrastrar los pies hasta llegar a lado de Camus,
desparramándose en el área libre del sillón para luego cubrir todo
su cuerpo con el cobertor.
-"¿Cuánto tiempo estuve así?"
-"Que yo sepa, medio día."
-"Con razón no me puedo ni mover."
-"¿A dónde fue Ewan?"
-"Regresó al Reino Unido."
-"Pero qué rudo. No se despidió de mí."
-"Fue algo así del momento. Creo que se fue tan rápido porque
tenía miedo de que se le saliera alguna cursilería."- Debajo de la
tela, la mano derecha de Milo recorría su propio pecho y abdomen,
sintiendo la no esperada suavidad del oro que le cubría.
-"En dado caso, no lo culpo."
De repente se encontraron sin más qué decir. Milo aparentaba
dormitar sobre su asiento, pero miraba con atención a su amigo,
quien mantenía la mirada fija en las palabras del libro frente a
él.
-"Deja de hacerte el interesante, Camus."- Espetó con rudeza. El
Santo de Acuario apenas y pudo entenderle.
-"En primera
leyendo."
no
me
hago,
soy
interesante.
En
segunda
estoy
-"Sí…"- Cubrió su cabeza con el cobertor y siguió hablando con una
voz ahora cavernosa. –"Por eso ni siquiera cambias de hoja."- La
cabeza de Camus recibió mucha sangre después de oír esto. Cerró el
libro y lo dejó a un lado suyo mientras modulaba su respiración
como si con eso pudiera borrar el tono rojizo sobre sus pálidas
mejillas. –"¿Creíste que no me daría cuenta?"
-"Obviamente no reparé en ese asunto."- Se levantó y jaló la
cobija que le había prestado a Milo, pero éste no estaba dispuesta
a dejarla ir. A los pocos segundos, cada Caballero tenía su
pequeña y rota porción de cobertor.
-"Pero qué mala calidad tiene esto. Con razón me la prestaste."
-"¿Por cuánto tiempo te piensas quedar, Milo?"- El tono de Camus
fue de fingida molestia.
-"Hasta que pase la tormenta."
Camus se sorprendió al escuchar la respuesta. Esperaba algo como
‘Hasta que ya no me aguantes y me corras’.
-"¿Tanto deseas presumirle a Saga tu Armadura?"
-"No. La Apokríes comenzará hasta dentro de 4 días así que ni lo
encontraría. Lo que pasa es que tengo que hacer un encargo en
Milos."
-"¿Alguna misión?"
-"No es tan complicado como eso." ‘Espero.’ "Tengo que pasar a
recoger a Scarlet."- Milo solo dijo la verdad a medias. No se
encontraba de humor para hablar sobre Altea. –"¿Y tú?- Arrastraba
sus palabras. –"¿Cuándo saldrás de este lugar?"
Camus no contestó inmediatamente, sino que se tomó su tiempo
mientras se cuestionaba las razones por las que no se fue de
Ambarchik en cuanto ganó su Armadura.
-"Esperaré…"- Finalmente tomó una decisión. –"Hasta que la
tormenta termine."- Mientras se recostaba de lleno en el sillón,
Milo sonreía. –"No puedes quedarte así para siempre. Si no
comienzas a caminar ahora, después lo lamentarás. Mejor ayúdame a
asegurar la puerta."- La tormenta comenzaba a tomar fuerzas.
-"Con una condición."- Milo se incorporó en el sillón. Su rostro
era algo nuevo para Camus quien no recordaba haberlo visto con
tanta seriedad. –"Que me digas ¿qué pasó con Antoine?"
-"No me parece que sea algo que tengas que saber."
-"Tal vez no. Pero tengo curiosidad."
-"Si es así entonces menos te lo diré."
-"Creo que tengo derecho a saberlo."
-"Crees mal."- Con prisa, el Santo de Acuario salió de la sala,
encaminándose hacia su habitación.
Milo no estaba dispuesto a renunciar a la noticia del año así de
fácil. Sentía que había aguantado suficientes silencios por parte
del francés como para tener el derecho de hacer una pregunta.
Además, había algo en ese asunto que no le permitía solo ‘dejarlo
pasar’. Apenas llegó a tiempo para bloquear con el pie la puerta
cerrándose frente a él.
-"Por favor."- Se forzó a decir.
-"¿De cuándo acá tan interesado en mi vida?"- Soltó la puerta con
brusquedad y, aunque su voz permaneció serena, era clara la
exasperación con la que había expuesto su pregunta. –"¿Ó será que
tu morbosidad se ha incrementado en todos estos años?"
-"Era un Santo de Oro, Camus. Debes entender mi desconcierto al
haberme enterado y mi curiosidad hacia el motivo de su muerte."
-"¿Y por qué yo? ¿Por qué esto es tan importante para ti? ¿Acaso
cuestionas a Saga los motivos por los que se aleja del Santuario?"
-"No. Saga no me los quiere decir ni necesita decírmelos."- Milo
atinó a seguir hablando. –"Pero contigo es diferente. Tienes que
sacar esto de tu sistema. Si no al final será peor."
-"Tienes agallas para alegar saber lo que es mejor para mí."
-"Solo sé que no puedes hacer esto solo."
-"¿Hacer qué? ¿Crees que me afectó tanto la muerte de ese hombre?
Me sorprendes, Milo. Para ser alguien que toma la muerte como algo
tan intrascendente le estás dando demasiada importancia al cadáver
de Antoine."
-"No me importa él. Me importas tú."
-"Entonces ya no te preocupes. ¿O es que te parece que he muerto?"
-"No. Estás más vivo que antes y creo que es precisamente eso lo
que te está poniendo así."- Caminó hacia una mesa de cama,
retirando de una caja un pañuelo de papel el cual ofreció, con el
ceño fruncido, a Camus. –"En algún punto del partido olvidaste que
no es posible controlar tus sentimientos. Tú no puedes ir por la
vida sin expresar lo que sientes porque al final puedes explotar."
-"¿Yo?"- Rechazaba con indignación el objeto ofrecido. –"¿Acaso tú
sí puedes?"
-"Claro. Porque yo me vuelvo a armar. Tú no tienes esa habilidad,
Camus. Nunca te molestaste en crearla porque no la viste
necesaria. Ahora es cuando tú pagas."- Salió de la habitación,
incendiando el pañuelo de papel con su cosmo, dejando la ceniza
caer por la habitación. -"No te suplicaré. Pero, por ti, esperaré,
Ankou."
-"Santo de Acuario."- Aclaró solo para sí.
Camus se sentó en la cama, cubriéndose la cara con ambas manos. Al
hacer esto, notó que un par de lágrimas recorrían su mejilla.
La despedida no fue efusiva ni mucho menos y ocurrió tan solo un
día después de la discusión. Viajaron juntos sin tomarse su
tiempo, como si quisieran llegar a sus metas lo más rápido
posible. No se separaron sino hasta llegar al Mar Egeo en donde
uno siguió su camino hacia el oeste y el otro viró hacia el sur.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Una vez que se vio libre del frío y llegó a la playa de la
Cíclada, Milo finalmente pudo verse a sí mismo como el nuevo
guardián de la Octava Casa. Todo le pareció tan rápido que apenas
hasta ese momento pudo tragarse su nuevo rango. De no ser por el
extraño
peso
sobre
su
cuerpo,
del
cabello
que
obstruía
parcialmente su vista y de aquel sabor agridulce que le había
dejado su reencuentro con Camus, hubiera creído que todo había
sido solo un sueño.
Caminó unos metros hacia el interior de la playa hasta que llegó
al punto en donde la arena desaparecía entre la tierra. Alzó una
roca con el pie y suspiró aliviado al ver que su mascota seguía en
el mismo lugar en el que la había dejado. Dejó la piedra en su
lugar. Al ver que no tenía nada más que hacer más que ir a ver
Altea, decidió imponerse una tarea que ni siquiera tenía pensado
realizar. Entró a la cabaña con intenciones de limpiarla y
prepararla para sus próximos años sin dueño.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La Décimo Primer Casa había recibido a su nuevo guardián, sin
embargo, el mismo no le prestó mayor atención que la que le había
otorgado a las Casas anteriores (incluyendo a sus habitantes). Tal
vez solo se atrevió a fijarse en los rostros ubicados en el piso
de la Casa de Cáncer; y, aún así, pareciera que solo lo hizo por
miedo a tropezarse con alguno de ellos. En Piscis, el Santo de
Acuario le dio mayor importancia a las rosas rojas que había en su
camino que al pintoresco guardián del Último Templo.
-"¿Camus?"- Apenas el Santo de Acuario puso un pie dentro del
salón principal del Patriarca cuando escuchó su nombre ser
pronunciado con una tanto molesta inflexión de sorpresa.
-"Camus de Acuario."- Con descaro corrigió a Arles, aunque solo lo
hizo una vez que estaba hincado ante él. –"Con su permiso, he
venido a ocupar mi lugar en la Casa de la Urna."
-"Eres tan diferente a tu maestro, Camus."- El joven frunció
levemente el ceño. –"Espero que hagas tan buen trabajo como él."
-"Le aseguro que lo superaré en lo que me sea posible."
–"¿Qué ocurrió con el cuerpo de Antoine?"
-"Fue sepultado en el hielo de Ambarchik. No consideré necesario
traerlo hasta aquí."
-"Eres testarudo, Camus de Acuario. Espero que con el tiempo
aprendas a medir tus palabras."- Arles reprochó con altivez al
joven. –"Por ahora retírate. Supongo que deseas instalarte de
inmediato."
El Santo de Acuario agradeció, inclinando su cabeza aún más, para
después levantarse. Otorgó una segunda pero menos marcada
reverencia al Patriarca y salió del Templo.
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Milo permaneció de pie fuera de lo que alguna vez fue su casa.
Había alzado la mano con intenciones de tocar la puerta, pero
alguna extraña fuerza la obligó a retomar su lugar a un costado de
su cadera. Miró hacia el cielo, comprobando que el Sol no tardaría
en ocultarse. Pronto llegaría Soterios. Si seguía esperando
también tendría que aguantarlo a él. No tenía demasiadas opciones
por lo que, tomando una enorme bocanada de aire, se atrevió a
golpear la puerta con sus nudillos.
Silencio.
Tocó la puerta de nuevo, esta vez con dos golpes seguidos.
Iba a golpear la puerta una cuarta vez, cuando escuchó unos pasos
acercándose hacia él desde el interior de la casa. A los pocos
segundos, una conocida figura abrió la puerta desde adentro,
mirando a Milo con algo más que sorpresa. Aquella persona
pronunció con perplejidad el nombre del Santo de Escorpio, quien
asintió con una indolente sonrisa.
-"Querías verme ¿no?"- El Santo de Escorpio fingió molestia. –‘No
es que esperara una cálida bienvenida, pero no es para tanto.’
-"Pasa."- La débil palabra fue pronunciada antes de que Altea se
perdiera en el interior de la casa.
Milo obedeció y se dio paso entre los muebles que habían sido
cambiados desde la última vez que los había visto. Toda la casa en
si estaba lo suficientemente diferente como para que el invitado
apenas y pudiera reconocerla. Se sentó en una de las sillas del
comedor, teniendo a Altea frente a él.
-"Este lugar ha cambiado mucho."
-"Espero no hayas pensado que no podríamos seguir nuestra vida sin
ti."
-"No lo pensaba, pero una parte de mí lo quería creer."- Intentó
bromear.
-"¿En dónde estuviste la semana pasada? No sabía si habías
regresado al Santuario por la Apokríes o si estabas muerto."
-"Creo que ahora puedes ver que ni lo uno ni lo otro. Todo fue
parte de la última prueba de Ewan. Tuve que ir a Siberia."
-"Ni siquiera pienso preguntar sobre eso."- Finalmente la mujer
atinó a contestar. Sonrió con tristeza. –"Yo creí que cuando
obtuvieras tu Armadura me iba a sentir más tranquila; pero ahora
tengo miedo de que comience alguna Guerra Santa y mueras."
-"No niego que haya posibilidades; y muchas."- Admitió. No tenía
intenciones de mentirle a su madre o a si mismo.
-"Hades ¿no es así?"- Milo asintió. Algo parecido a una risa salió
de la boca de Altea. –"Todo esto es mi culpa. No debí de haber
dejado que te fueras."
-"Eso hubiera sido lo peor para todos."
-"Entonces simplemente debí de haberme quedado en el Santuario; o
dejar que Saga me matara."
-"Ya estás diciendo tonterías."- Milo no tuvo dificultad
ignorar las lágrimas que salían de los oscuros ojos de Altea.
en
-"No quiero que mueras. Al menos no antes que yo."
-"Si pudiera prometerte que eso no pasará, lo haría."
-"Nunca entendí a Atena."- No pareció haber escuchado a Milo. –
"¿Cómo se atreve a tener un ejército de niños? Ni siquiera una
Diosa tiene el derecho de hacer algo así."- No daba a su hijo el
tiempo suficiente para contestar. –"Tal vez creía que nadie
lloraría por un huérfano. Tal vez a ellos les daba tan solo su
mejor opción. Pero ¿por qué a niños que sí tenían quién velara por
ellos? No tenía derecho a darme a un hijo destinado a ser un
Caballero; no si desde un principio tenía intenciones de
quitármelo. Si antes odiaba a Atena ahora la odio más. Es tan solo
una diosa obstinada y egoísta."
-"Ella lo hace por el bien de ustedes."- La voz de Milo era firme
y enérgica. Nadie, ni siquiera Altea, tenía derecho a insultar a
su Diosa. Podía ignorarla, cuestionarla, incluso odiarla; pero no
permitiría que la insultara. –"Tal vez sus medios o razones no
sean los mejores del mundo, pero lo hace por ustedes."
-"¡A mi no me importan sus intenciones!"- Se levantó de la silla,
golpeando con fuerza la mesa frente a ella. –"Lo que a mí me
importaba era mi bebé. Y ella me lo quitó."- Volvió a su asiento
mientras apaciguaba su voz.
-"¿En serio crees que fue Ella?"
-"No."- Susurró. –"Tú nunca fuiste mi bebé ¿verdad?"
-"Soy tu hijo."- Pronunció su veredicto con frialdad, ocultando
por completo el nudo en su garganta. –"Con eso deberías de tener
suficiente."- Altea no aparentaba tener intenciones de seguir con
aquella plática por lo que Milo se levantó. –"No recuerdo muy bien
esos días. Pero creo que hiciste el mejor trabajo que te permití
hacer y te lo agradezco. Te aconsejo que de ahora en adelante solo
te preocupes por Maias y Dictis. No es necesario que te angusties
por algo que ya no está en tus manos."- El Santo de Escorpio
caminó hacia la puerta. Esta vez sí se atrevió a despedirse a
Altea.
Por segunda y última vez en su vida, Milo salió de esa casa blanca
con intenciones de no regresar jamás.
Comentario de la Autora: Wo... no sé... supongo que escribí este
capie en un momento algo bélico. No tenía planeada la discusión
entre Camus y Milo sino hasta varios capítulos adelante, pero
luego vi que quedaría mejor aquí. Sobre Altea tenía una idea mucho
muy diferente a lo que terminé escribiendo. Originalmente, Milo se
encontraría con ella en la iglesia, pero las imágenes de la casa
me gustaron más para la escena.
Arles... a partir de este momento perdí total control sobre ese
personaje. Y bueno... XD ni hablar. Creo que es mejor así: más
natural.
Lamento mucho la tardancia, pero aquí está el capie. ¡DOMO
ARIGATOU!
Capítulo 31:(Juramento)
-"Finalmente en casa."
El nuevo Santo de Escorpio llegó a Atenas dos días después de su
discusión con Altea. Se dirigió inmediatamente a la Octava Casa en
donde consideró prudente dejar a su aún somnolienta mascota debajo
de una roca mediana que desde niño había puesto ahí con ese fin.
Deseaba dormir. Tal vez consultando la almohada podría desahogarse
de todas las emociones que le embargaban. Su juicio estaba
nublado, confundido, y por ello se sentía a punto de explotar.
Todo había pasado tan rápido que ni siquiera había tenido tiempo
para reaccionar. Cerró los ojos con Ewan hablándole sobre Lino y
los abrió para encontrarse en aquella fría y solitaria habitación
de piedra. Sabía que no podía permanecer demasiado tiempo ahí.
Tratando de devolverse a sí mismo al mundo real, siguió su camino,
subiendo por las escaleras de los 12 Templos. No se detuvo en
ninguna de las Casas. Ni siquiera dudó al pasar de largo a la de
Acuario; no porque no quisiera encontrarse con Camus, sino porque
lo único que deseaba en ese momento era mantener su mente en
blanco.
Finalmente se encontró ante las enormes puertas que llevaban hacia
la Cámara del Patriarca. Sonrió al ver a un par de soldados
inclinándose ante él.
-‘Al fin.’- Atinó a alabarse a sí mismo. –‘Alguien que me trata
con el respeto que merezco.’
Milo observó con atención a sus manos empujando las puertas hacia
delante y se sorprendió al ver la tranquilidad con la que lo
hicieron. Aparentemente ellas habían obtenido mayor control que él
mismo. Una vez que las puertas estuvieron abiertas de par en par,
caminó hacia el trono del Patriarca en donde vio a Arles ponerse
de pie con un interés mucho mayor al que Milo esperaba. Ni
siquiera tuvo la oportunidad para hincarse ante él; Arles había
bajado inmediatamente por los cuatro escalones que lo elevaban
ante el resto del suelo de la Cámara y se había colocado frente a
Milo.
Aparentemente, Arles pudo leer el nerviosismo del Santo (¿o tal
vez había sido tan solo sorpresa?), por lo que se obligó a si
mismo a tranquilizarse, a separarse de él e incluso a subir un par
de escalones que hicieron la distancia entre él y el Guardián de
la Octava Casa un poco más cómoda para ambos.
-"¿Milo? ¿En realidad eres tú?"
La insegura voz del Kyoko no ayudó a Milo a tranquilizarse pero sí
le ayudó a reaccionar y a hincarse ante él.
-"Sí, su Santidad. He venido expresando
Escorpio a que tome su lugar entre los 12."
el
deseo
de
Ewan
de
-"Eso veo. Eso veo."- El rostro debajo de la máscara sonreía. Si
de alguien hubiera esperado una respuesta similar hubiese sido de
Camus y nunca de Milo. –"Si ha sido el deseo de tu maestro y si
éste ha accedido a darte esa Armadura, a mi no me queda más que
darte la bendición por parte de Atena."
-"No lo defraudaré, Patriarca."- El joven no atinaba a elevar su
rostro. La informalidad con la que estaba siendo tratado le hacía
sentirse incómodo. –"Ni a usted ni a Atena."
-"Lo sé."- Hizo una pausa. –"Admito que estoy muy sorprendido con
esto, Milo."
-"Yo también lo estoy señor."
-"La Diosa estará muy orgullosa de ti. Llegar hasta donde lo
hiciste a pesar de tu condición no es algo que se dé muy a
menudo."
-"¿Mi condición?"máscara de Arles.
Dirigió
con
curiosidad
sus
ojos
hacia
la
-"Tu familia. Me imagino que debió de haber sido difícil. Sobre
todo si consideramos tu lugar de entrenamiento."
-"No fue
aseguro."
tan
complicado
como
parecería,
su
Santidad,
se
lo
-"Tuve muchos momentos de duda. El mismo Shion los tuvo cuando
accedió a que Saga de Géminis se convirtiera en tu maestro."
-"Tengo entendido que el Santo de la Tercera Casa no obtuvo el
permiso del señor Shion inmediatamente. Siempre le agradeceré que
se haya arriesgado conmigo."
-"Pero no lo defraudaste. Posiblemente ya te lo ha dicho."
-"No lo ha hecho. Pero no considero que necesite hacerlo."
-"De cualquier modo ten la seguridad de que es así."- Concluyó. –
"Y dime ¿aún seguiremos sabiendo de Ewan?"
-"No puedo asegurarlo, pero no parecía tener deseos de seguir
participando de forma activa con Santuario."
-"Tu maestro te ha enseñado respeto y prudencia, Milo. Me alegra
mucho ver eso."
-"Le aseguro que tanto él como yo apreciamos sus palabras."
Milo se mantuvo hincado, esperando con paciencia a que el
Patriarca le dejara ir, pero la negra figura no daba la orden
esperada.
-‘Por Atena. ¿Cuánto tiempo más
estuviera de humor para esto.’
me
va
a
dejar
aquí?
Como
si
-"Milo de Escorpio."- Finalmente Arles pudo hablar, pero al
hacerlo no mantuvo su mirada fija en el Santo, sino que ya había
dado la media vuelta, preparándose para ir detrás de las cortinas
de su trono. –"¿Me juras lealtad eterna?"
Milo notó inmediatamente el posesivo tono de sus palabras, por lo
que optó por una respuesta arbitraria.
-"Juro que seguiré a Atena hasta el final, su Santidad."
Silencio de nuevo.
-"Puedes retirarte, Milo de Escorpio."
-"Sí señor."- Se puso de pie después de una pequeña reverencia y
salió de la Cámara lo más rápido que pudo.
El Patriarca no tornó su rostro para ver a Milo cruzar por la
puerta. Solo siguió su camino hacia las cortinas.
De repente le dio antojo de darse un baño en las termas.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Te puedo ayudar en algo?"
Camus estaba sentado detrás de su escritorio. En sus manos tenía
un bolígrafo con más de la mitad de la tinta gastada. Sobre la
tabla de madera descansaban una buena cantidad de usadas hojas
color crema y un par de libros gruesos. Camus no alzó su mirada
hacia el visitante.
-"Ah si… verás: se apagó el piloto de mi estufa y quería ver si
podías ayudarme a encenderlo."- Camus finalmente alzó el rostro
como para confirmar que el dueño de aquella extraña excusa había
sido Milo. –"¿Qué haces?"- Milo caminó hacia él, asomándose por
detrás de su hombro para intentar leer las palabras que parecía
haber estado escribiendo con tanto ahínco.
-"Una traducción."
-"Ah… ¿y para qué?"
-"Para mejorar
Siberia."
mi
francés.
Perdí
práctica
mientras
estaba
en
-"Hn…"- Milo se recargó en uno de los bordes del escritorio. Ni
siquiera intentó aparentar interés. –"Es curioso como es que a uno
se le puede olvidar la lengua natal."
-"Y es curioso como otros ni siquiera se preocuparon por
aprenderla bien."- Se rindió. Cerró el libro que había estado
consultando antes de que Milo llegara y comenzó a organizar las
hojas.
-"¿Lo dices por Aldebarán? Su portugués suena a ruso."
-"Ni siquiera hablas con él."- Se levantó de su asiento y tomó los
tres libros para luego colocarlos en los pocos espacios vacíos que
tenía el librero a un lado de su escritorio.
-"No me hablaba… al menos no precisamente. Eran mas bien gritos
que supongo significaban algo así como ‘¡Eres un estúpido!’."
-"Ya veo. Vienes de ver al Patriarca, supongo."
-"Aye; y fue algo muy extraño."
-"¿En qué sentido?"inquisitivo.
Camus
se
colocó
frente
a
él
y
lo
miró
-"No sé. Se puso a hablar conmigo. Por un momento creí que no me
iba a dejar ir hasta que le contara la historia de mi vida."
-"Eso si es muy extraño. No fue muy accesible conmigo."- Camus no
agregó que él mismo no había sido muy accesible.
-"No sé. Posiblemente no sea nada. Es solo que me pareció raro."
-"Parece que tenemos un nuevo consentido."- Milo rió con
nerviosismo. –"No te imagino a ti como Patriarca. Convertirías el
Santuario en un burdel."
-"Al menos así tendríamos dinero suficiente para hacer que nos
conectaran electricidad ¿no crees?"
-"Lo creo."
-"Iré a caminar. ¿Quieres que te traiga algo?"- Ni siquiera pensó
en preguntarle si deseaba acompañarlo, pues sabía que su propuesta
sería negada rotundamente. Intentaría convencerlo algún otro día.
En esos momentos no tenía ganas de discutir.
-"¿Irás a Rhodorio? Eres increíble. Apenas te dan tu Armadura y ya
comienzas a irte de vago."
-"No exageres. No voy allá. Solo quiero ir a ver el Santuario y
pensé que podría comprarte algo."- En ese momento había muchos más
‘civiles’ en el Santuario que antes. La mayoría eran sirvientes y
vendedores. No permanecían demasiado tiempo ahí sino que daban sus
servicios y, para cuando el Sol se ocultaba, ellos ya estaban de
regreso a Rhodorio. Una costumbre bastante peculiar, sobre todo
considerando las difíciles épocas que se avecinaban; pero al menos
a Milo, le parecía extremadamente conveniente poder obtener casi
cualquier tipo de comida sin necesidad de salir del Santuario.
Camus consideró la propuesta de Milo por unos segundos.
-"Sí. ¿Puedes traer algo de café? He olvidado comprarlo."
-"De acuerdo."- Salió
regresar al trabajo.
de
la
habitación
mientras
Camus
decidía
Afortunadamente Milo no había llegado a quitarle su tiempo como
tenía imaginado que lo haría.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo jugaba con el pequeño paquete de café en sus manos. Prefirió
comprar el encargo de Camus inmediatamente con miedo a que se
hiciera de noche y los vendedores desaparecieran. Decidió después
visitar aquella zona que le había sido de tanto agrado cuando era
aprendiz. El bosque siempre le pareció un buen lugar. No
precisamente por su belleza (la cual Milo no consideraba
excepcional), sino por la soledad y tranquilidad que había en él.
A menos de un kilómetro de distancia de la Fuente de Atena,
aquella parte del bosque era pocas veces visitada, debido a que la
pesadez en el aire podía sentirse desde ahí.
Caminaba tranquilo, sintiéndose relajado por primera vez desde
hacía muchos días. Desafortunadamente, pronto se dio cuenta de que
no estaba solo en aquel lugar. Un cosmo atenuado y desconocido se
elevaba desde no muy lejos. Caminó hacia aquél lugar, con
esperanza de que el intruso fuese solo aprendiz y pudiera
asustarlo con la mirada. Se vio de nuevo defraudado. El dueño de
aquel cosmo no era un aprendiz; o al menos no un aprendiz de
Caballero. Se trataba de una aspirante a alguna de las Armaduras
de Koree. La niña de ondulado cabello rojizo se puso de pie al ver
al Santo de Oro y después inclinó levemente su cabeza en una señal
de respeto que Milo consideró insuficiente.
-"¿Qué haces aquí?"
Antes de que la niña, quien tenía menos de 10 años, pudiera
contestar, una estridente voz que el Santo de Escorpio reconoció
de inmediato sonó a sus espaldas.
-"Ella está aquí con mi autorización."
-"¿Aioria?"
-"Aioria de Leo. Lo sabes bien."
-"Disculpa."- Sonrió mientras su ceja izquierda se arqueaba. –"No
podía reconocerte. Después de todo ¿cómo habría de hacerlo si no
te veo con tu Armadura?" - La niña había perdido su atención.
Ahora la carga residía en Aioria.
-"Yo no necesito portar mi Armadura para sentirme bien conmigo
mismo, Milo."
-"Tienes razón. Tú alimentas tu ego desobedeciendo órdenes.
Debí…"- Continuó antes de que Aioria pudiera hacerlo. "…de
imaginarme que solo alguien como tú permitiría algo así."- Señaló
con la mirada a la aprendiz.
-"No recuerdo haber leído alguna regla prohibiendo
aprendices de Koree entrar a este territorio."
a
las
-"Tal vez no. Pero debería de haber una ¿no crees? Si a uno de
nuestros niños lo encuentran cerca del territorio de las Amazonas,
ellas son capaces de matarlo. Ni siquiera los Santos son bien
recibidos en esas tierras. ¿Por qué sus niñas no tienen la
obligación de quedarse en su territorio? A mí me parece lo justo."
-"Poco importa tu sentido de justicia, Milo."
-"Tal vez no importe. Pero al menos tengo uno ¿no te parece?"- No
le dirigió una segunda mirada a Aioria y salió del claro en el que
se encontraban. De haberse quedado por más tiempo, el asunto se
hubiera podido tornar peligroso. Ya no podía darse el lujo de
andar discutiendo con Aioria o Aldebarán. Al menos no cada que se
encontrara con ellos. Su rango y sí mismo no se lo permitirían.
Con gran enojo, Milo fue forzado a salir del bosque. Posiblemente
ya no podría considerar ese lugar como suyo.
Una vez que el hombre con Armadura desapareció de su vista, la
niña habló.
-"¿Milo de Escorpio?"
-"Sí."- Aioria refunfuñó al escuchar por primera vez el nuevo
título del antiguo aprendiz.
-"Es algo engreído ¿no?"
-"Así siempre ha sido. Desde que lo recuerdo se sentía la gran
cosa. Si supiera que no es diferente a los demás."
-"Creo que mejor me voy."- La niña se sentía incómoda. Cada que
Aioria comenzaba con esa actitud prefería retirarse. A veces el
Santo de Leo se comportaba demasiado infantil. Por supuesto, el
mismo no lo veía. Además estaba ‘aquel’ otro detalle que la había
estado molestando desde que el Santo de Escorpio interrumpiera su
privacidad.
-"No."- Aioria contestó con rapidez. –"Ni hemos empezado a
practicar."- Le dio a la niña su mejor sonrisa con intenciones de
convencerla. Sin embargo, parecía que la pequeña era inmune a su
chantaje. Aioria maldijo internamente la máscara que cubría el
rostro de la niña. Con ella puesta y la joven callada le era
imposible siquiera tratar de adivinar sus pensamientos. –"Ya veo.
Estás enojada porque llegué tarde."
-"Media hora tarde."- Añadió.
-"Lo siento."- La aprendiz esperaba una excusa y se molestó al no
recibirla. Por otro lado, seguramente también se hubiera molestado
de haberla recibido. –"Por favor."- Aioria insistió. –"¿Marin?"
-"De acuerdo."- Accedió, aunque su voz aparentaba que lo había
hecho a regañadientes.
Sin embargo, debajo de la máscara, Marin sonreía.
Comentario de la Autora: Ahh..... eh.... ^^' en este capie no
pasaron muchas cosas para la trama. Pero era necesario para dar el
ambiente para el siguiente capítulo. Pues... no... ya no tengo
nada
más
que
decir
en
este
capie.
Tal vez sobre el Aioria x Marin... bueno... no sabia si hacerlo
considerando que Marin es tan solo una niña. -o- Pero, vamos, son
las edades. En unos años ya ni se notará la diferencia. Además son
tal
para
cual
(ninguno
de
ellos
me
simpatiza
XD).
Si... eso es todo por ahora. Me gustó este capie sobre todo por la
'actuación' de Arles. Creo que ya. ^^ ¡DANKEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!
Capítulo 32:  (Confesiones)
-"¿Qué ha sucedido con Antoine, Camus?"
El joven solo atinó a bajar su rostro ante las fuertes palabras
del Patriarca. Había traído consigo desde Siberia la caja de
Pandora de la Armadura de Acuario. Ahora ésta descansaba a un
costado suyo, esperando las ordenes del Patriarca con una
paciencia que el aspirante a la Décimo Primer Casa envidiaba.
-"Murió durante uno de mis entrenamientos, su Santidad."
-"¿Y cuáles fueron sus ordenes?"
-"Me temo que ese es el problema, Señor. Mi maestro
ninguna. Su muerte resultó ser un tanto inesperada."
no
dejó
Arles quiso buscar alguna traza de emoción en el joven rostro del
aprendiz de Antoine. Se sintió defraudado al no encontrar más que
una estática expresión de indolencia.
-"Eso no es común en un Santo de Oro. Ellos no mueren solo porque
sí."- Calló por unos momentos mientras consideraba la situación. "Por otro lado, los Dioses tienen extraños modos de actuar."Arles sabía que en cualquier pelea entre Caballeros el más mínimo
de los errores o la más afortunada de las suertes podía determinar
su resultado en cuestión de milésimas de segundo. –"Consideraré
que tu tarea final ya fue acatada y te otorgo el rango de Santo
Dorado."
-"Se lo agradezco, su Santidad."
Curioso. Ni siquiera un ligero tono de felicidad o de melancolía
en sus palabras.
No hubo demasiada ceremonia. A los pocos minutos, Camus de Acuario
bajaba por las escaleras de la Cámara del Patriarca.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El perfil de un hombre de cabello largo se distinguía en el portal
de la Cuarta Casa. No permanecía quieto sino que caminaba de un
lado a otro, impaciente, con ambas manos en su espalda. Los ojos
azules reflejaban preocupación y éstos se alzaban constantemente
hacia el Primer Templo. El dueño del cabello celeste resopló
irritado al ver llegar al Guardián de la Octava Casa. Su mente
estaba demasiado ocupada como para reparar en la brillante
Armadura que el recién llegado portaba.
-"¿Afrodita? ¿Qué haces aquí?"- No era demasiado común encontrar a
un Santo de Oro en un Templo que no le pertenecía; fue por ello
que se sorprendió al ver al Santo de Piscis en la entrada del
Cuarto Templo. Sin embargo, más interesante le pareció la mirada
de desaprobación que el Guardián de la Última Casa le propinaba.
-"Lo mismo podría preguntarte."- No miró con demasiada atención al
joven. Muy por el contrario, todo su interés residió en cosas
mucho más importantes que en ese par de indiscretas turquesas.
-"Yo solo estoy de paso."- Alzó con su mano el paquete de café
como si éste fuese prueba de sus palabras. –"Eres tú el que no
tendría razones para estar aquí."
-"Espero al Santo de Cáncer."- Mencionó de modo tajante. –"Eso es
todo."
-"Oh…"- Si Afrodita no quería decir más, lo respetaría. A pesar de
que la curiosidad lo carcomía, decidió seguir adelante, dejando al
Décimo Segundo Guardián inmerso en sus pensamientos.
O al menos eso era lo que iba a hacer antes de que una pregunta lo
detuviera.
-"¿Milo? ¿Es esa la Armadura de Escorpio?"- El Santo de Piscis aún
no lo miraba. La Primera Casa era la única que podía disfrutar
esos ojos sobre sí.
-"¿Acaso conoces otra?"
-"¿Desde cuándo?"
-"Desde hace poco."
Ambos dejaron de hablar por unos breves segundos.
-"Hace unos meses Cáncer fue a ver al Patriarca."- Milo se
sorprendió al escuchar semejante cambio de tema. –"Desde entonces
comenzó a actuar muy extraño; comenzó a decir cosas raras incluso
para él. Dice que vio algo allá arriba, algo que cambiará al
Santuario para siempre."- Milo permaneció en silencio mientras
forzaba a su curiosidad esconderse. –"Yo no le pregunté sobre
ello. No me interesaba saberlo, pero ahora dice que tiene algo
importante qué decirme. Dice que aunque le cueste la vida, ya no
quiere mantener ese secreto. Al menos no solo. Yo no quiero saber
esto, Milo. No puede ser nada bueno."- No dijo más en ese momento.
-"Me parece que están exagerando."
-"No. No, no, no."- Negó incesantemente en voz alta. –"Es algo
grande. Tiene que serlo. Temo que haya visto el rostro de Arles."
-"Gran cosa."- Contestó casi riéndose, a punto de convencerse a sí
mismo de que todo aquello era tan solo una treta de Afrodita para
llamar la atención.
-"Dicen que cualquiera que ve el rostro del Patriarca acaba siendo
asesinado."
-"¿En serio?"- Tal vez Afrodita no estaba bromeando. –"¿Quién?
¿Quién lo dice?"
-"La gente."
-"La gente dice muchas cosas."
-"Esto es diferente, Milo. Arles no
cambiado y no precisamente para bien."
es
lo
que
aparenta.
Ha
Comenzaba a anochecer.
-"No puedo creer que estés diciendo estas cosas."- El Santo de
Piscis hablaba como un traidor. Sin embargo ¿en realidad podría
considerar a aquel hombre frente a él uno de ellos? No. Afrodita
podría ser muchas cosas, pero nunca un traidor. Sus motivos debían
de ser otros. –"Solo estás confundido."
-"Tal vez. Pero piénsalo, pequeño: tú no llevas ni un día aquí. Yo
he estado en este lugar por dos años. Sé más sobre lo que está
pasando que tú."
-"Si algo raro estuviese pasando, Saga me lo hubiera dicho."- Se
justificó pobremente. Fue lo único que pudo contestar ante algo
que, aceptaba, era cierto.
-"¿Él qué sabría de todo esto? Acéptalo, Milo… el Santo de Géminis
solo nos hace el favor de presentarse cuando se le viene en
gana."- A pesar de que Piscis estaba molesto, su voz no dejaba de
sonar elegante. –"Él ya no sabe nada de lo que ocurre en el
Palacio del Patriarca."
-"¿Tú sí?"- No preguntó con fines de alimentar el fuego de la
discusión. Tan solo quería entender al Santo de Piscis. Vio a
Afrodita pensar seriamente en su respuesta.
-"No. Pero sospecho que el Santo de Cáncer sí lo hace."- Por fin,
el cosmo tan ansiosamente esperado se sintió dentro de los límites
del Santuario. Death Mask regresaba de su misión. –"Por favor
retírate, Milo. Ya has estado aquí por demasiado tiempo."
-"Afrodita, te aprecio… sabes eso ¿no?"- El Santo de Piscis
asintió mientras miraba hacia el este con esperanzas de ver el
perfil del Guardián de la Cuarta Casa. –"No sé lo que Death Mask
traiga entre manos, pero ten cuidado."- Al Santo de Escorpio le
incomodaba ligeramente dirigirse al Santo de Cáncer por aquel
nombre, pero decidió pronunciarlo para dar énfasis a sus palabras.
–"No quisiera tenerte como enemigo."
-"Esperemos que eso no ocurra nunca. Tampoco me gustaría."
-"Cuídalo a él también. Trata de infundirle algo de cordura,
aunque creo que él ya la ha perdido desde hace mucho tiempo."
Cualquier atención que Afrodita le pudo haber otorgado, ahora
había desaparecido por completo. Ni siquiera estaba seguro de que
escuchara últimas palabras. Eso no importaba ahora.
Aún tenía que entregarle a Camus su pedido.
Afrodita de Piscis esperó impaciente. Una vez que alcanzó a ver
Santo de Cáncer cruzar las escaleras que llevan a Tauro no
perdió de vista más que cuando entraba a alguna de las Casas.
pareció que el Santo de Cáncer tardó horas en cruzar cada uno
los Templos, pero después de mucho tiempo de espera finalmente
tuvo frente a él.
al
le
Le
de
lo
-"¿A qué debo tu visita?"- Death Mask mostró aquella retorcida
sonrisa tan común en él.
-"Eras tú el que quería hablar conmigo ¿no? Sabes que normalmente
no suelo salir de mi Casa. Mucho menos si hacerlo implica tener
que soportar la vista de tu nauseabunda decoración."
-"No había necesidad de que vinieras hasta acá, pudiste haber
esperado hasta mañana. No sabía que eras tan curioso, Afrodita."
-"¿De qué se trata todo esto, Cáncer?"- Lo miraba con desdeño. No
había pasado toda la maldita tarde frente a la Casa más
escalofriante de las 12 para acabar discutiendo como niño.
-"Sabes de qué."- Lo pasó de largo, caminando hacia el interior de
la Casa de Cáncer. –"Entra. Será mejor que te sientes. Si lo tomas
tan bien como yo lo hice tal vez solo perderás una semana de
sueño."- Afrodita no se movió de su lugar. De repente toda su
curiosidad le había abandonado, dejando un extraño temor en su
lugar. –"¿Qué pasa? ¿Ya te arrepentiste?"
¿Acaso aquellas palabras tenían un tono de desesperanza?
-"Por supuesto que no."- Se convenció a sí mismo y dio el primer
paso dentro del Cuarto Templo.
Inquietos velos de color azul brillante comenzaron a bailar por
toda la Casa de Cáncer.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus miraba a un punto perdido entre los pedazos de hielo roto y
la Armadura de Acuario ahora sin dueño. Casi no respiraba o
parpadeaba.
Apenas y se atrevió a cerrar la boca para evitar que su saliva
comenzara a congelarse.
Cuando sus ojos finalmente pudieron moverse, lo primero que le
llamó la atención fueron los pequeños cristales de sangre
congelada esparcidos por todas partes. Escarchados miembros de lo
que alguna vez había sido su maestro se movían incesantes,
impulsados por el viento que soplaba en aquellos momentos.
Asqueado, retiró su mirada del hielo para ahora prestarle atención
a la Armadura. Miró con odio el rostro artificial del Manto,
aborreciendo en especial aquellos delicados labios que, parecía,
se curvaban hacia arriba en una sonrisa burlona. Camus cerró los
ojos.
Hacía tan solo unos cuantos minutos había estado practicando como
cualquier otro día. ‘Más frío’. Esa había sido la incesante
petición de su maestro y Camus dio todo de sí para obedecerla. Sin
embargo, el mismo Camus llegó demasiado lejos, lo suficiente para
congelar a Antoine en un ataque en el que su Armadura se convirtió
en algo inservible. Un enorme bloque de hielo envolvió el cuerpo
de Antoine en cuestión de segundos.
El aprendiz de Acuario había esperado por minutos, tal vez horas.
Antoine no podría liberarse del amorfo témpano de hielo; al menos
no solo. Camus sintió pánico. Sabía que él no podría liberarlo,
desde pequeño le había quedado en claro que elevar la temperatura
del aire no era lo suyo. ¿Qué habría de hacer entonces? El cosmo
de su maestro yacía latente dentro de su coraza congelada pero
disminuía con rapidez. Ni siquiera pensó que esto podía estar
ocurriendo debido al adormecimiento de los sentidos de Antoine.
La idea básica era sencilla: destruir el hielo. Al menos
Debía de dar un golpe fino, preciso. Uno que hiciera que
dejara de ceñir el cuerpo de su maestro. No pensó por
tiempo en los riesgos de la operación; simplemente dio
esperando no fallar.
romperlo.
el bloque
demasiado
su golpe,
Aterrado, confirmó que lo hizo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus meditaba en su habitación. Sus ojos estaban fijos en ‘Les
Passions de lâme’, pero su mente estaba lejos de las propuestas de
Descartes.
Había
tomado
una
decisión
después
de
haberla
considerado por varios días. Estaba nervioso: apenas se había dado
cuenta de que no era tan fuerte como él suponía. Aquellas imágenes
del formal Santo de Acuario destrozado frente a él no dejaban de
bombardear su mente. La única opción que tenía (o al menos así se
había convencido) era la de dejar su silencio atrás.
El cosmo de Milo entrando a su Casa lo sacó de sus pensamientos.
Salió inseguro en su búsqueda y lo encontró sin mayores problemas
en su cocina.
-"Gracias, ¿cuánto te debo?"- El paquete con café descansaba en la
mesa del comedor de la Décimo Primer Casa.
-"100 monedas de oro."- La débil voz musitó.
-"Eso no. Pero me permitirás ofrecerte un café."- Sin esperar por
la respuesta, Camus caminó hacia una de sus alacenas para sacar de
ella dos tazas.
-"No, gracias. La verdad es que no me gusta el café."- Contestó
con vaguedad. Su mente había permanecido en Cáncer.
-"No sabía eso…"- Admitió ligeramente avergonzado. –"¿Qué tal algo
más fuerte?"
-"Sospecho que no me estás hablando de agua mineral ¿o sí?"- Camus
se agachó un poco para abrir una pequeña gaveta que Milo ni
siquiera había notado antes. De ahí sacó una ya empezada botella
transparente que contenía un líquido de color rojo. –"Si ya sabía
yo que no podías ser tan sobrio. Qué guardadito te lo tenías ¿eh?"
-"Más te vale no decirle a Ewan sobre esto."- Dejó la botella en
la mesa y guardó de nuevo las tazas, reemplazándolas por un par de
copas.
-"Descuida."
-"Lamento no poder ofrecerte algo más fuerte. Es lo único que
tomo. Pero tal vez de este modo podamos enseñarte algo de buen
gusto."
Milo examinó con desconfianza el recipiente en su mano derecha.
Nunca
había
tenido
buenas
experiencias
con
las
bebidas
alcohólicas. Desde aquel primer contacto con el wodka, el cual
apenas y podía recordar, hasta algunos pequeños incidentes con
Ewan, ocasionados por las imprudencias que el alcohol le hacía
cometer, había optado por limitarse en cuanto a la bebida se
refería. El hecho de que se tratase de vino tampoco le
entusiasmaba. Miró a Camus al sentir su expectante mirada sobre
sí. Sabía que no se lo quitaría de encima hasta que al menos
probara el vino, por lo que se animó a sí mismo a hacerlo. Después
de verter unas cuantas gotas al suelo, unió sus labios con la
copa. Identificó inmediatamente el sabor (terriblemente) dulce y
la áspera textura de su bebida.
-"Es diferente…"- Claro, no halló mejores palabras, considerando
que no quería insultar, directamente, la hospitalidad de su amigo.
-"Tal vez no te pueda instruir en el buen gusto después de todo."Se sirvió a sí mismo y tomó de la copa. –"Tampoco es que me
sorprenda. Ewan no es precisamente un conocedor en el asunto."Terminó su ración de vino en una sentada y se sirvió un poco más.
-"Espero que hayas comido algo antes de eso. ¿Qué te pasa?"
-"No más que a ti, aparentemente."
-"Es solo que Afrodita está actuando algo raro. Dice que Cáncer
tiene algo qué decirle y está como si fuese el fin del mundo."
-"He estado pensando en lo que me dijiste."- Interrumpió. No
aguantaría que la conversación anterior se alargara. –"Ya sabes…
sobre lo de Antoine."
-"Me mantengo firme en lo que dije. No me hace muy feliz, pero yo
esperaré hasta que quieras hablar."
-"Ya no es necesario."- Admitió. –"De repente me dieron ganas de
decírselo a alguien."
Milo dejó la copa en la mesa y miró con interés al Santo de
Acuario quien, al leer la sonrisa de éste en sus ojos logró
armarse de valor.
Antes de que pudiera arrepentirse, Camus comenzó a hablar.
Comentario de la Autora: Si. Quería traumar a Camuchis. ¿Razón?
¡Solo véanlo! ¿Y creen que Hyoga es el único responsable de su
traumatocidad? ¡Ni siquiera ese bastardo puede hacer algo así!
Pude haberlo traumado con una infancia horriblemente infeliz, pero
esto me pareció más sano.
*coff*
^_^ ¡Lo quiero mucho! Yo sé que no parece, pero odio quererlo
tanto. ¬¬ En muchos fics Camuchis es un bastardo y pues tengo que
desquitarme de algún modo ¿ne?
¡SI! ¡LO HARE
emocionada XD).
SUFIR!
¡SUFRIR!
(No...
no
tanto...
pero
ando
Y hablando de sufrimiento, habrá bastante de eso en los próximos
capies... eh... espero no me maten... o que dejen de leer este
fic. Sobre DM y Afrodita... bueno DM es DM... y manejé la misma
idea del Episode G en donde éste sabe el secreto de Arles
porque... pues odio admitirlo, pero tiene sentido. Afro... creo
que estoy manejando a Afro OOC... pero no quiero cambiar eso
porque no quiero ponerlo como en el anime ya que en éste no tiene
mucho chiste que digamos. Quiero darle un toque de humanidad en
primera: porque es un Santo de Atena y debe de tenerla hasta
cierto punto y en segunda... XD porque me cae re bien.
Mmm... creo que eso es todo por ahora... eh... XD ¡Gracias y que
tengan un buen dia!
Capítulo 33:  (Lágrimas)
-"No tenía idea."
La copa de vino del Santo de Acuario fue llenada nuevamente.
-"Obviamente."- Un sorbo más. Después de todo ¿qué había de malo
en ello? –"Cometí un error estúpido. De haber mantenido la calma
ni siquiera hubiera intentado liberarlo. Era obvio lo que pasaría.
El miedo me cegó."
-"¿Y qué hubieras hecho de no haber tenido miedo? ¿Dejar que se
descongelara durante miles de años?"
-"No sé. Pero cualquier cosa hubiese sido mejor."
-"Lo dudo. Los Santos siempre tienen que estar listos para recibir
la muerte. Antoine sabía eso desde un principio."
-"Eso no compensa mi error."
-"Somos humanos y como tales nos equivocamos."
-"No. Somos Santos de Atena. Nosotros no tenemos permitido cometer
errores."
-"El único modo en el que podríamos dejar de equivocarnos sería
dejando de ser humanos."
-"Entonces deberíamos de dejar de serlo."
-"No digas tonterías."
-"Es en serio."
-"¿Podrías vivir así?"
-"¿Por qué no?"
-"¡Porque es estúpido!"- El Santo de Escorpio alzó tanto su voz
que Camus casi dejó caer la ahora vacía copa de vino sobre la
mesa.
-"Mi error mató a Antoine."- Camus murmuró con recelo.
-"Pero también hizo que llegaras aquí."
-"¿Debo de sentirme orgulloso de eso?"
-"No es lo que quiero decir. Aunque de cualquier manera..."- Forzó
una indulgente sonrisa. –"Seguro que no me dijiste todo esto para
saber mi opinión."
-"No. No lo hice."
Milo decidió dejar de hablar. Incluso si Camus hubiese querido
escucharlo, no tenía nada más que decir. Después de unos minutos
de silencio, Milo decidió que la situación se había tornado lo
suficientemente incómoda.
-"Creo que ya es hora de que me retire. He estado aquí desde la
mañana y apenas he estado en mi Casa."
-"Sí. Lo mejor es que vayas a revisar que todo esté en orden."
-"¿Estarás bien?"- Preguntó solo por educación ya que se había
levantado de su silla.
-"Tengo que."
-"No –tienes- qué."- Aclaró –"Pero como quieras. Ya sabes en dónde
encontrarme."
Sus últimas
Acuario.
palabras
fueron
dichas
ya
fuera
de
la
cocina
de
Camus permaneció quieto en aquel lugar por un par de horas antes
de decidir que ya era hora para irse a dormir.
Mañana pensaría un poco más sobre lo ocurrido.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Scarlet?"
Al llegar a su Templo, Milo caminó directamente hacia la pequeña
roca en el piso de su habitación. Tenía un mal presentimiento
desde hacía varias horas. Confundido por la actitud de Afrodita y
sorprendido por la confesión de Camus, no había tenido la
oportunidad de pensar demasiado en aquel presentimiento. Se formó
un nudo en su garganta, ocasionado por toda la tensión de su
cuerpo finalmente explotando. Pateó la roca con fuerza, haciendo
que ésta se rompiera en miles de pedazos al chocar contra la pared
de mármol. Las lágrimas que, sin saberlo, había retenido desde
hacía mucho tiempo simplemente comenzaron a salir de sus ojos con
total libertad.
Se escuchó un lastimoso grito en gran parte de la Octava Casa,
seguido por muchos otros. El ruido de lamentos incomprensibles
siguió y acompañó a los gritos. El suelo de la habitación del
Santo de Escorpio recibía varios golpes. Ahora éste tenía varias
muescas causadas por los puños de su amo. La escena permaneció de
ese modo por gran parte de la noche.
Exhausto, el cuerpo de Milo se rindió sobre el frío suelo del
cuarto. Respiraba entrecortadamente debido a la gran energía que
había gastado y la constipación no mejoraba el asunto. ¿Cuándo fue
la última vez que había llorado así? La respuesta solo ayudó a que
Milo se sintiera aún peor. Movió su cuerpo de modo que pudiera
recostarse boca arriba, tratando de relajarse, recostándose sobre
aquella superficie totalmente plana.
-"Maldito seas, Kanon."- Su voz era tan solo un débil suspiro. No
tardaría demasiado tiempo en caer dormido.
Giró la cabeza hacia un lado solo para confirmar lo que había
detonado aquel espectáculo. Estiró apenas con fuerza el brazo con
tal de alcanzar a su mascota. Acarició su lomo por varios minutos
mientras sonreía tristemente hasta que su cuerpo no le permitió
seguir despierto por más tiempo. Su mano yació inmóvil por el
resto de la madrugada.
El cuerpo inerte de Scarlet lo acompañaría.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Pasaron varias horas. El Santo de Escorpio abrió sus ojos con
pesadez mientras trataba, sin mucho éxito, enfocar el techo que
tenía frente a él. La habitación sin ventanas estaba hundida en la
oscuridad, pues el fuego de la lámpara de aceite que había
encendido ya se había extinguido desde hacía varias horas. ¿Acaso
ya había amanecido?
Decidió ponerse de pie, escuchando a un par
columna hacer ruidos extraños mientras lo hacía.
Un cosmo intruso llegó a la Octava
familiar para Milo. Desafortunadamente
cuenta de éste demasiado tarde, por lo
incorporarse por completo, vio al Santo
puerta abierta de su habitación.
de
huesos
de
su
Casa, uno extremadamente
para él, se había dado
que antes de que pudiera
de Géminis cruzar por la
-"¿Milo?"
-"Buenos días, Saga."- Al menos eso fue lo que quiso decir, pero
sus músculos aún estaban carentes de oxígeno. Apenas pudo emitir
un sonido similar a esta frase.
-"Te ves muy mal ¿sabes?"- Encendió una de las lámparas del cuarto
solo para confirmar que la patética apariencia del Santo de
Escorpio no había sido tan solo una ilusión creada por las
sombras.
-"Sí."- Se sentó sobre su cama, tallando su rostro con
manos, tratando de quitar los rastros de sal de sus ojos.
ambas
-"Has estado llorando."
-"Un poco."
-"Un poco."- Repitió con tono burlesco. –"¿Qué pasó, Milo? Antes
decías mentiras convincentes."
-"Scarlet se murió."- Señaló con la mirada el cuerpo del artrópodo
que seguía en el mismo lugar de la noche anterior.
Saga sonrió mientras miraba a Milo con un poco de lástima.
-"Sigues siendo ese niño loco de Milos, ¿verdad?"- El Santo de
Escorpio ni siquiera alzó su mirada. –"No seas tonto. Eres un
Santo ahora. No puedes darte el lujo de ponerte a llorar como
Magdalena solo porque tu mascota se murió."
-"¿Tú qué podrías saber de eso?"- Tapó su cara con las manos. No
estaba de humor para recibir a nadie. Ni siquiera a Saga.
-"¿De cuándo acá tan apesadumbrado por los asuntos de la muerte?
¿Qué pasó? Yo no veo mucha diferencia entre los cangrejos que
matabas y esa cosa."
Los ojos de Milo se llenaron nuevamente con la salada sustancia.
-"Gracias. Eso es precisamente lo que necesitaba."- La quebrada
voz era apagada por las manos que aún cubrían el rostro del
Caballero.
-"Solo estoy siendo honesto."
-"Lan dhen cac."- Finalmente retiró sus manos del rostro. –"Estás
siendo cruel."
-"En serio crees eso ¿no?"
-"En estos momentos no sé ni en qué creo."
-"Eso se nota."
-"Lo siento, Saga. No estoy de humor. Estoy cansado. Me gustaría
dormir un poco más. Para todo esto ¿qué hora es?"
-"Son las 7 de la mañana. Me parece que ya has dormido suficiente.
¿Por qué no vas y te tomas un baño? Se ve que lo necesitas."
En una situación normal, Milo hubiera tomado las palabras de Saga
como algo normal. Tal vez le hubiera contestado con uno que otro
sarcasmo; pero ahora todo lo que le decía tan solo ocasionaba que
sus ojos se llenaran con lágrimas una y otra vez. ¿Se suponía que
debía de sentirse de ese modo? Todo había salido como él lo había
deseado desde hacía años. Tal vez Géminis tenía razón. Necesitaba
darse un baño. El agua le ayudaría a aclarar sus ideas y si no, al
menos lo haría sentirse más tranquilo.
-"Creo que tienes razón. No puedo salir de la Casa viéndome así
¿verdad?"
-"No. Mucho menos si pretendes ir con el Patriarca. Tendrías que
pasar por Piscis y a Afrodita le daría un infarto verte con los
ojos así de hinchados."
-"Lo dudo. Él tiene sus propios problemas ahora. O al menos es eso
lo que quiere creer."
-"Es algo melodramático. ¿No es así?"
-"Si."- Se puso de pie. –"Me voy a bañar."
-"Hablaremos cuando salgas."
-"¿Por qué, Saga?"- Milo le miró con recelo desde marco de la
puerta. –"¿Acaso hay algo que desees decirme?"
-"Nada en especial."- Saga fingió no darse cuenta de la saña de
aquellas palabras.
-"Eso creí."- Desapareció de la habitación.
Saga permaneció varios minutos mirando el arruinado suelo de la
habitación, apagó la lámpara y decidió esperar a Milo en un lugar
menos deprimente. Optó por ir a la sala principal en donde atinó a
sentarse en un sillón viejo. Sintió entonces el cosmo del Último
Guardián cruzar la casa de Escorpio. Recordó las extrañas palabras
de Milo y decidió ir a buscarlo
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus había dado varias vueltas en su habitación antes de tomar
una decisión. Finalmente se convenció a sí mismo y comenzó a bajar
las escaleras que llevaban a Sagitario. Cruzó esta Casa para
después encontrarse frente a Escorpio. Como casi siempre, no pudo
sentir la presencia de Milo, pero había otros dos personajes
dentro del Templo. De repente ya no estuvo tan seguro de querer
estar ahí.
Antes de que el Santo de Acuario pudiera dar media vuelta, la
figura de Afrodita apareció saliendo de la Octava Casa. No pudo
ser sutil. El rostro del Santo autoproclamado ‘el más hermoso de
los 88’ distaba mucho de serlo en aquel momento. Dos enormes
sombras debajo de sus ojos, cabello revuelto y una mueca de
desconsuelo le hacían ver muy diferente a como usualmente se
presentaba. De no haber sido porque estaba tan sorprendido, Camus
hubiese reído al ver la imagen frente a él.
-"Afrodita de Piscis… ¿en serio eres tú?"
-"Es demasiado temprano para esto."- Quiso pasar de largo al
Santo, pero la mirada fija de éste no le dio la oportunidad de
sentirse
liberado.
–"¿Qué
deseas,
Camus?"Afrodita
solía
referirse a los demás por su nombre, usualmente con tono
despectivo.
-"¿De dónde vienes?"- Decidió atacar su duda directamente. No se
sorprendió al escuchar una cruel risa del Santo.
-"¿Qué te hace pensar que te diría algo personal, Camus? ¿Acaso
alguna vez me has tendido la mano como para hacerme creer que
estás siquiera interesado en mi existencia?"
-"No estoy interesado."- Mintió. –"Pero no puedes decir que tu
apariencia sea algo que puedo ignorar."
-"Pues inténtalo."- Mencionó cortante.
-"Lo que te dijo Death Mask fue algo grande ¿no es así?"- Sonrió
con sarcasmo. Él mismo se sorprendió de que pudiera hacerlo.
Afrodita no pudo evitar mostrar una cara de extrañeza
-‘Estúpido Milo. Debí de haber sabido que no podría evitar ir con
el chisme.’
-"¿Entonces qué pasa? ¿Bajarán el presupuesto de nuestra ropa?"
-"Créeme, Camus. Esto es algo que no quieres saber."
-"Me temo que te equivocas."
-"Har du piss i huvudet, eller? ¿No escuchaste lo que te dije?
Cierra la boca, Camus, que no te queda una actitud que sea
diferente a la del ‘señor no me importa’."
Camus no pudo siquiera pensar en lo que le iba a contestar ya que
vio a Saga salir de la Octava Casa.
-"Buenos días, Piscis, Acuario."
-"Buenos días, Saga."- Camus fue el primero en contestar al saludo
del Santo de Géminis.
Afrodita por su parte, decidió no responder. Le otorgó una mirada
fría a Saga y siguió su camino hacia Piscis.
-"¿Y a éste qué le pasa?"
-"No sé. Está algo paranoico. Eso es todo."
-"¿Y tú? ¿Tú que haces aquí? No es normal ver al Santo de Acuario
socializando."
-"He venido a ver como se encuentra Milo."
-"No sabía que lo consideraras tu responsabilidad."
-"Es mi deseo, no mi responsabilidad. Además, alguien tiene que
hacerlo."- Caminó con decisión al interior de la Casa.
-"Vaya que es un testarudo."- Iba a seguirlo, pero algo le hizo
voltear hacia la Décimo Primer Casa. Frunció el ceño. Había algo
en el comportamiento de Afrodita que le hizo sentir intranquilo.
Más tarde hablaría con Death Mask.
Comentario de la Autora:*Ale-chan corre como desesperada al
sentirse correteada por fans de Scarlet* ¡AH! ¡AAAAAAAAH! ¡GOMEN
NASAI!
XD ¡Pero ya estaba demasiado viejita! ._. 5 o 4 años... ese es el
tiempo promedio de vida de la especie de escorpión que consideré
para 'caracterizar' a Scarlet. Eh... espero que... no me maten por
esto ni que se enojen XD.
Lan dhen cac: Eh… viéndonos MUY amables es algo así como
‘tonterías’
en
escocés
gaélico.
Har du piss i huvudet, eller: De nuevo, viéndonos muy amables es
algo
así
como:
‘¿Estás
mal
de
tu
cabecita?’
en
sueco.
Etto... sobre la discusión de arribita entre Milo y Camus. En
realidad no quería poner a Camus tan... 'los sentimientos
apestan', pero está sensible y así es como piensa en estos
momentos. Todos sabemos que a pesar de que Camuchis es el primero
en decir que uno como Santo no debe de lamentarse por la pérdida
de sus seres queridos en el pasado y blablabla... es el más
sentimentaloide.
O
al
menos
de
los
más
sentimentaloides.
Otra explosión emotiva... me gustan esas XD. Carecen de sentido
pero son tan... ._. emotivas. *coff* ¿Creen que exageró? ¡Entonces
nunca
han
visto
a
un
Escorpión
llorando!
XD
Mmm... así lo dejamos ahora. Kuku. ¡Espero les haya gustado!
¡DANKE!
Capítulo 34:  (Aprendiz)
-"¿En dónde está?"- Camus recorrió casi toda la Octava Casa en
menos de dos minutos. Concluyó su exploración en la habitación en
la que Milo dormía. Hizo su pregunta a los pocos segundos de haber
iluminado con una vela el seco cadáver de un artrópodo.
-"Se está bañando."- Saga retiró la vela de las manos de Camus y
con el fuego de ésta encendió un par de lámparas en la habitación.
-"Entonces
suelo.
regresaré
-"¿Tan pronto?
conmigo?"
Acabas
más
de
tarde."-
llegar.
Su
¿O
mirada
es
que
no
abandonaba
no
deseas
el
hablar
-"No."- Se colocó frente a él. Su rostro permanecía impasible. –
"Supondría que te darías cuenta de ello."
-"Me imaginaba que seguirías siendo tan introvertido como siempre,
Camus. Vamos, creo que tienes muchas cosas qué contarme. Por
ejemplo, de Antoine."
-"¿Qué de él?"- El Santo de Acuario se alertó inmediatamente.
-"Solo tengo un poco de curiosidad."
-"Antoine está muerto. Yo lo maté. Creo que eso es todo lo que hay
que saber. Ahora…"- Dio media vuelta. –"Si lo que deseas tanto es
hablar, entonces hablemos. ¿Te parece bien de Cabo Sunión?"- El
Santo de Géminis no contestó. –"Porque sigues vigilando el Cabo
¿no?"– Camus se tomó la libertad de interpretar el silencio de
Saga -"Ya sabía yo que no podrías seguir cuidando ese lugar."Ahora era él el que sonreía con malicia. –"Solamente Milo podía
ser tan ingenuo como para creer lo contrario. E incluso él
sospecha. ¿Qué es precisamente lo que haces fuera del Santuario,
Saga?"
El susodicho frunció el ceño. No esperaba que Camus pudiese hablar
de ese modo. ¿Tal vez sabía algo? Lo examinó por varios segundos.
No. El Santo de Acuario no tenía ni la más mínima idea de lo que
ocurría. Solamente le gustaba aparentar tenerla para poder sacarle
algo de información. De cualquier modo, ese comportamiento le
resultaba riesgoso. Tendría que hacer algo al respecto.
-"Hago varias cosas. No creo que ninguna de ellas te interese."
-"A mi no tanto. Pero más de una persona en el Santuario pagaría
por saber tu secreto. Yo no estoy dispuesto a pagar, pero sería
interesante poder vender la noticia."
-"No te metas en mis asuntos, Camus. Si supieras lo que le pasó a
la última persona que lo hizo entenderías que no te conviene
meterte conmigo."- La extraña mirada que le propinó el Santo de
Géminis impidió que Camus replicara. Tal vez lo mejor era, en
efecto, no meterse en esos asuntos. Al menos no por ahora.
-"¿Camus?"- Una tercera voz llegó a salvar el momento. Saga volteó
para encontrarse a Milo luciendo ya un poco mejor. El Santo de
Escorpio recorría con la mano su cabello mojado, intentando
aplacarlo para colocarse el casco de su Armadura. –"¿Qué haces
aquí?"
Camus aprovechó el descuido de Saga para salir de la habitación y
acercarse a Milo lo suficiente como para asegurarse de no ser
enviado a otra dimensión con los poderes del Santo de Géminis.
-"Quería hablar contigo."- Dudó. –"A solas."
Milo estuvo algo sorprendido ante esta declaración. Sobre todo al
notar las palabras de Camus un tanto temerosas.
-"Como sea."- Saga caminó irritado entre el Santo de Acuario y el
de Escorpio. –"Estaré afuera. No tarden demasiado."- Le dirigió
una última mirada de advertencia a Camus, quien intentó ignorarla
lo mejor que pudo.
-"¿Qué le dijiste a Saga?"
-"¿Sobre qué?"- Milo arqueó la ceja.
-"Sobre Antoine."
-"Nada. ¿Por qué haría algo así? ¿Para que no me contaras nada
nunca más?"- Camus se sintió aliviado. -"¿Acaso te dijo algo?"
-"Actuó de un modo muy extraño."- Prefirió dirigir la conversación
a otro lado.
-"Él en sí es un hombre extraño."- Pasó de largo a Camus y entró a
la habitación, caminando hacia el cuerpo de su mascota. –"Siempre
ha sido así. Cuando se pone de mal humor es imposible tratar con
él."
-"Da un poco de miedo. Por un momento creí que me iba a matar."Vio a Milo parar en seco y responder su mirada con una de asombro.
-"Saga estará algo loco, pero él no le haría daño a nadie solo por
enfado."
-"No estoy seguro de eso."
-"Como digas; pero no deberías ser así con Saga. Me parece que
tiene algunos problemas."
-"¿De qué tipo?"
-"Problemas."- Milo no deseó decir más. Dejó de ver a Camus y se
agachó para tomar el cuerpo de Scarlet en sus manos y tirarlo a un
cesto de basura que tenía cerca de su cama.
-"Creí que ibas a enterrarla."
-"¿Para qué? ¿Para que un perro vaya y la desentierre para
comérsela? No vale la pena."- Se sentó en la cama. –"¿Para qué
viniste?"
Era cierto. Camus casi había olvidado los motivos que lo habían
llevado hasta la Octava Casa.
-"Solo deseaba darte las gracias por lo de ayer."
-"Yo no hice nada. Pero me alegra ver que el pequeño Ankou siga
siendo el mismo a pesar de lo que le guste aparentar."
-"¿Algún día me dejarás de decir así?"
-"¿Quieres que lo haga?"
-"No lo sé. Lo pensaré."- Cruzó la puerta de la habitación. –"Nos
vemos entonces. Estaré en Acuario."
A los pocos segundos, lo único que quedó de Camus fue el sonido de
sus pisadas saliendo de la Octava Casa. Al sentir al Santo de
Acuario a una distancia prudente, Milo se puso de pie y caminó
hacia la salida de su Templo. Aquella que llevaba hacia Libra.
Sentado en la primera escalera se encontraba Saga.
-"¿Ya se fue el señor simpatía?"
-"No. Me parece que estoy hablando con él en estos momentos."
-"¿Me porté tan mal?"
-"No lo sé. Camus anda todo sentimental y tú te despertaste con el
pie izquierdo. Fue una mala combinación."- Se sentó a su lado sin
mirarle a la cara.
-"No sé por cuánto tiempo más pueda seguir viniendo, Milo. La
situación se ha vuelto complicada y ya no me puedo dar el lujo de
abandonar mi puesto."
-"Honestamente me sorprende que hayas conseguido escaparte hasta
ahora. Aunque solo sean unos cuantos días al año."- Hubo una corta
pausa. –"¿Algún día terminará tu misión?"- La última palabra la
pronunció con un ligero tono sarcástico.
-"Si supieras cuánto me gustaría regresar no me hablarías así,
Milo."- Suspiró. –"He empezado algo que no puedo detener. Ya es
demasiado tarde para hacerlo. Si me detuviera ahora, aunque fuesen
solo unos meses, tendría que volver a empezar con mi trabajo; y ya
no me alcanzaría el tiempo para hacerlo."
-"¿Qué es lo que haces que es tan importante?"- Milo pronunció la
pregunta sabiendo que no recibiría respuestas.
-"Tal vez algún día lo sepas." ‘Espero que no lo hagas, pero es
posible que algún día lo sepas.’- Se puso de pie. –"Seguramente no
has comido nada desde hace un buen rato. Deberías ir a desayunar."
Milo asintió en silencio.
-"¿Qué tal tú?"
-"Yo ya he comido. La verdad es que ya me voy."
-"Eso es fue más rápido que de costumbre."
-"Si. Confío en que podrás cuidarte a ti mismo, pero de cualquier
modo te recomiendo que te alejes de los Santos de Cáncer y de
Piscis."
-"¿A qué viene eso?"- Milo no conocía a Cáncer lo suficiente, pero
sabía que pasar las tardes con él no era precisamente lo más
divertido que podría hacer dentro del Santuario. Por otro lado, si
bien Afrodita no era la mejor de las compañías, tampoco era una
que le desagradara. Él le trataba con una amabilidad poco común en
el Santuario. El hecho de saberse de los pocos favorecidos por ese
tipo de actitud por parte del Guardián de la Décimo Segunda Casa
le hacía sentirse halagado.
-"Solo aléjate de ellos."
Con esas cortantes palabras dictó su despedida. Caminó hacia Libra
sin dedicarle una última mirada al Santo de Escorpio, quien
permaneció estático en sus escaleras mientras seguía con la mirada
la trayectoria de Saga.
Camus tenía razón. Saga estaba actuando de un modo muy extraño.
Aún más de lo que tenía acostumbrado.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Lamento estarte llamando para esto, Camus de Acuario."
Una vez más, Camus se encontraba a sí mismo en el recinto del
Patriarca. Ese mes había estado en aquella habitación más veces de
lo que lo había estado durante el resto de su vida. En esta
ocasión ni siquiera se hincó. Se limitó a mirar a Arles con
notoria impaciencia.
-"Descuide, su Santidad."- Era tonto que el Patriarca se
disculpara. Después de todo, por más que le molestara, era el
trabajo de Camus obedecerlo.
-"Hay un niño que deseo que entrenes."- Camus alzó la vista. En su
mente nunca había estado la idea de ser maestro. Aquella noticia
le tomó más que desprevenido.
-"No estoy seguro de estar listo para ser maestro, su Santidad."
-"No seas modesto, Camus. Me parece que estás listo para esto y
más."- Arles habló con sutil indiferencia. –"Ya es algo grande,
pero es tan fuerte como es obstinado. Y eso es mucho. Ha tenido
varios problemas con los que han intentado enseñarle. Controla el
aire y me temo que nadie mas que tú puede guiarlo."
-"Su Ilustrísima… me temo que-"
-"No te estoy pidiendo tu opinión al respecto, Camus de Acuario."Alzó la voz de un modo que obligó a Camus hundir su cabeza entre
sus cabellos. –"Te estoy dando una orden. ¿O es que no lo
entiendes?"
-"Lo entiendo perfectamente, señor. Lamento mi atrevimiento. Es
solo que no esperaba ni deseaba esto. Aún así le aseguro que haré
lo que pueda para instruir a este niño."
-"Él será el aspirante de la Armadura de Cygnus."
Claro. Aquella Armadura de Bronce estaba en Siberia, a tan solo
unos cuantos minutos de Ambarchik para ser exactos. Eso explicaba
el por qué era él el elegido. Lo que no explicaba era la
insistencia del Patriarca.
-"Supongo que mi Señor considera prudente que su entrenamiento
tome lugar en Rusia."
-"Me temo que es algo necesario, considerando la actitud del niño.
Por cierto, es posible que dentro de unos meses recibas a un
segundo aprendiz. Aún no estoy completamente enterado, pero parece
ser que un tal Mitsumasa Kido está interesado en dejar a un grupo
de huérfanos bajo nuestro cuidado. No entiendo bien las razones
del señor Kido, pero no confío en él. Por otro lado, tampoco puedo
ignorar el ofrecimiento que nos está dando. Solo te informo esto
para que tengas especial cuidado si es que este segundo niño te es
enviado."
-"Seré prudente con él, entonces."
-"Bien. Deseo que partas a más tardar mañana en la mañana. Tengo
entendido que Isaac ya esta esperando por ti."
-"Si dado es el caso, entonces partiré en cuanto pueda."- Ni
siquiera se inclinó un poco ante Arles. A los pocos segundos,
Camus ya se encontraba fuera de la Cámara del Patriarca y ésta
quedó totalmente sola a excepción del hombre de la sombría máscara
azul.
El Kyoko tomó los bordes de su máscara entre sus dedos índice y
pulgar para después retirarla de su rostro. Había tenido suerte de
que al Santo de Géminis no le simpatizara del todo Camus. Éste le
había aconsejado mandarlo al exilio político. Al menos ahora
tendría una preocupación menos. Caminó hacia una de las paredes de
la habitación y retiró con la mano una pesada cortina que cubría
uno de los muchos espejos del cuarto. Miró su rostro reflejado en
él y sonrió ampliamente al darse cuenta de que los pequeños niños
que habían sido alguna vez su mayor preocupación, eran ya dueños
de las Armaduras Doradas y que éstos estaban a su total
disposición, siguiendo sus órdenes sin cuestionarlo (al menos no
lo suficiente como para negarse a ellas).
Ahora solo tenía el pequeño problema de las 3 Armaduras que no
estaban a su servicio; pero, al menos por ahora, no se preocuparía
por ello. Esperaría unos cuantos años más. Los suficientes para
que sus Santos Dorados se hicieran más fuertes. Sería entonces que
recuperaría a Libra, a Sagitario y a Aries. El Patriarca de
repente recordó que el Santo de Virgo pronto llegaría al
Santuario.
No se molestó en disimular su risa.
Todo se estaba volviendo terriblemente sencillo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Hola de nuevo."
Camus casi dio un brinco al encontrarse sorprendido por la burlona
voz del Santo de Escorpio quien, aparentemente, en algún punto de
su conversación con Arles había subido hasta Acuario y se había
acomodado libremente en uno de sus sillones.
-"¿Te costaba mucho trabajo avisarme que ibas a estar aquí?"
-"¿Qué querías que hiciera? Apenas hace unos minutos me di cuenta
de que no había comprado nada para mi alacena." - Camus observó
con enojo a Milo metiéndose a la boca un sándwich que, sabía,
había sido preparado con ingredientes de su propia cocina.
-"¿Y eso por qué habría de ser mi culpa?"
-"¿Qué quería el Patriarca?"- Interrumpió. Una extraña sensación
lo inundó al ver cómo el rostro de Camus se entristecía. –"Vaya…
no ha sido un buen día en el Santuario ¿verdad?"
-"Quiere que me convierta en maestro."- Calló, pero al notar la
fija mirada de Milo sobre sí se vio forzado a continuar. –"En
Siberia. No me está dando opciones. Me tengo que ir. Y pronto."
-"Casi acabas de llegar. Arles es cruel obligándote a regresar tan
de repente."- La frase fue dicha con un desgano total.
-"Te escribiré."
-"Si…"- Sonrió. –"Los primeros 3 meses. Pero no te preocupes. Esta
vez me las ingeniaré para seguir molestándote por cualquier otro
medio, Ankou."
-"Eso no lo dudo."- Callaron un par de minutos. –"Voy a empacar…
de nuevo."- Se perdió en el interior del Templo.
Milo permaneció en la Décimo Primer Casa por el resto del día.
Camus partiría esa noche.
Comentario de la Autora: Ah... siento que esto resultó estar algo
flojo al principio. Quiero creer que es porque el resto del capie
fue mucho más fuerte. Beh... al menos eso quiero creer. *coff*
Etto... eh...bueeeeeeeno... los motivos del patriarca de enviar a
Camus a Siberia salieron casi solos. No lo tenía planeado, pero
cuando vi que había esa posibilidad me pareció una idea muy buena.
No sé... creo que estamos acostumbrados a un Camuchis que decidió
ser maestro por convicción propia y aunque me aventuré al ponerlo
al
revés
creo
que
salió
bien
librado.
Hn... sí. Eso es todo por ahora. ¡Gracias por leer!
Capítulo 35:  (Hospitalidad)
Un pedazo de carne roja considerablemente grande se asaba sobre el
fuego de una fogata armada en medio de la playa. De cuando en
cuando el susurro de la lumbre se elevaba debido a las gotas de
jugo que caían de la carne. Un niño observaba fascinado este
espectáculo (hacía varios meses que no tenía el lujo de probar
carne roja); casi como si su mirada pudiera acelerar el proceso de
cocción de la carne.
-"Adh seidh."- La entonada voz llegó acompañada de una sombra
larga. –"Deja de mirar el fuego así. No querrás terminar como
Polifemo."- Terminó aquella oración arrojando un pequeño chorro de
la bebida que llevaba consigo en el fuego, ocasionando que éste
revoloteara y despidiera una tenue luz azulada. El niño brincó
debido al susto y se alejó un tanto de la lumbre.
-"No haga eso."
-"¿Es una orden?"- El Santo de Escorpio se agachó y sujetó con
fuerza la oreja del niño. Era sorprendente cómo aún después de
casi dos años de enseñanza, aún no había aprendido a mantener la
boca cerrada.
-"No."- El niño no tuvo más remedio que rendirse.
molestia una vez que sintió su oreja ser liberada.
Gruñó
con
-"Eso pensé."- Sorbió un poco del líquido transparente de su vaso.
–"Además, no podíamos olvidar la libación a los Dioses. ¿O querrás
acabar como Hirieo siendo castigado con un hijo como Orión?"
-"Orión había sido su premio."- Corrigió.
-"No, no. Orión fue su castigo porque seguramente no les dio vino
a los Dioses. Recuerda, Adh seidh: nunca te olvides de ofrecer
alcohol."
Milo no encontró las palabras adecuadas para responder a las de
Ewan.
-"¿Cuánto falta?"
La pregunta referida a la comida se alzó. A los pocos minutos,
tanto el maestro como el alumno disfrutaban de un par de trozos de
carne que fue bien recibida por sus estómagos.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo mantenía su vista firme en el camino que Camus había
recorrido la noche anterior. El guardián de la Octava Casa suspiró
mientras recargaba parte de su peso en una de las muchas columnas
de su Templo.
Todos se habían ido. Camus estaría en Siberia un buen rato. Saga
ya no parecía tener ni tiempo ni ganas de estar con él. Ewan ya no
era una opción, al menos no por ahora. Kanon. Para lo que Milo
sabía, él podía estar muerto. Dejó caer todo su peso al suelo. Su
mirada ahora se mantenía fija en el irregular piso de la entrada
del Templo del Escorpión Celeste.
Milo tendría qué pensar en cómo mataría el tiempo por el resto de
los meses (posiblemente también de los años). Hasta cierto punto
tuvo algo de suerte debido a que en ese momento una nueva pero ya
conocida presencia apareció en la Octava Casa. El Santo de
Escorpio alzó el rostro con algo de incredulidad hasta que sus
ojos se posaron en un par de párpados cerrados. Le tomó varios
segundos poder reconocer la grácil figura que se levantaba ante
él.
-"Por todos los Dioses."- Comentó casi riéndose
-"¿Disculpa?"- La serena voz contrastó enormemente con el fuerte,
casi ofensivo, tono del Santo de Escorpio. Aquella era una voz
dulce, tranquila y, sin embargo, firme y segura. Una extraña
combinación.
-"Shaka de Virgo. Han sido muchos años ya ¿no lo crees?"- Se puso
de pie no para poder conversar con su interlocutor cara a cara,
sino para aprovechar aquel movimiento y permitirse una mirada más
exhaustiva al Santo de Virgo. Pudo olfatear el picante y dulce
olor del Caballero y casi pudo tocar la delgada capa que rodeaba
gran parte de su Armadura. –‘Como un sari.’- Pensó. Por otro lado…
los saris solo eran usados por las mujeres hindúes. Aclaró su
garganta, sintiéndose tan avergonzado por aquel pensamiento como
si lo hubiese dicho en voz alta.
-"Así parece, Milo de Escorpio."- Casi se podía notar un tono
molesto en las palabras del Santo de Virgo.
-"Recordaste mi nombre. No esperaba que lo hicieras."
-"No suelo olvidar a las personas. Especialmente si se trata de
uno de los 12."
-"Me siento honrado al recibir la aceptación del Santo más cercano
a ser un Dios."- Se inclinó con un ligero tono burlón.
-"¿Debo de compartir el sentimiento al ser llamado de ese modo por
ti?"- La actitud bulliciosa de Milo no parecía caerle demasiado en
gracia al guardián de la Sexta Casa.
-"Solo dije lo que los demás dicen."
-"Eso es obvio. ¿Por cuánto tiempo más planeas detenerme? Solo
quiero saber si debo de exigirte hospitalidad o no."
-"No te detendré más. Cuando regreses y tengas tanto tiempo como
disposición podrás recibir una digna bienvenida helénica."
-"Que así sea entonces."
Shaka siguió su camino a través de las 12 Casas mientras Milo lo
observaba entre divertido e intrigado.
-"El hombre más cercano a los Dioses."
Milo no sabía que los Dioses pudiesen ser tan poco humanos.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus de Acuario caminaba entre las pocas calles existentes en
Ambarchik. El Sol aún no se dignaba a salir por el horizonte y
probablemente no lo haría sino hasta el próximo mes. Con tan solo
una semana en el Santuario, el francés había aprendido a
acostumbrarse una vez más al día y la noche. Ahora tendría que
adiestrarse de nuevo a los días de 6 meses. Al menos por ahora era
de noche. Era cuando el Sol aparecía que a Camus le molestaba
vivir a semejante latitud. Por ahora aprovecharía la calma de la
noche y el brillo de la Aurora Boreal y se dedicaría a algo más
interesante: educar a un aprendiz cuyo rostro aún desconocía.
Una figura cubierta por una gruesa chamarra gris se asomó por la
ventana de una de las pocas casas del lugar. Camus asintió en
conocimiento hacia Perchik, pero no fue sino hasta que el hombre
le hizo una señal con la mano que aceptó entrar a la casa. Camus
se sintió ligeramente molesto al notar que incluso ahora que era
dueño de la Armadura de Acuario (la cual había optado por dejar en
Grecia) no se podría librar de aquella familia.
Perchik abrió la puerta y dejó pasar al Santo de Acuario, cerrando
con rapidez para evitar que el frío inundara la habitación. Camus
miró con descuido el amplísimo abdomen de Nadezhda. Otra mirada de
conocimiento. Eso fue todo lo que se dignó darle a la familia, ya
que su atención fue inmediatamente llamada por un niño de siete
años. Cabello corto y del color del olivo y una mirada, levemente
desafiante, del mismo color eran las características que Camus
decidió examinar con especialidad. Ignoró, sin embargo, el par de
abrigos que lo cubrían y la insistencia con la que acercaba sus
manos a la chimenea frente a él.
-"Este es Isaac."- La delicada voz de Nadezhda contestó la
pregunta sin pronunciar de Camus. –"Ha llegado ayer en la mañana
con un enviado del Santuario. Dijeron que está aquí para ser tu
alumno."
-"Eso es lo que tengo entendido."- No dejó de mirar al niño. Con
descaro sujetó su mandíbula, alzando su mano para poder echarles
una mejor mirada a los escandinavos rasgos de Isaac. –"¿Ayer en la
mañana?"- Sí, Camus se había tomado su tiempo para llegar a
Siberia. Simplemente no tenía excesivas ganas de hacerlo. -"¿Cuál
es tu signo?" - Aún no soltaba el rostro de Isaac.
-"Acuario."- Camus hizo una mueca de desagrado al notar el obvio
tono provocador del niño.
-"¿Y de dónde eres?"- Elevó su voz e hizo que la misma sonara un
poco más grave. No tenía intenciones de ser el maestro del niño,
pero si tenía que serlo, al menos se encargaría de enseñarle un
poco
de
modales.
No
importaba
de
qué
modo
tuviera
que
inculcárselos.
-"Helsinki."
Camus dejó escapar una pequeña risa.
-"Helsinki."- Repitió divertido. –"Un poco más y me traían a un
chico de Sudamérica. Con razón tienes tanto frío."- Sabía que sus
palabras habían sido exageradas pero le divirtió decirlas. –
"Quítate eso ¿quieres? De tan solo verte me da calor."- Camus
recordaba aquel día en el que pisó Siberia por primera vez.
Desafortunadamente
estos
recuerdos
solamente
consistían
en
imágenes. Poco quedaba en su mente del frío que había sentido en
aquellos días. Esperó por unos segundos y el niño no respondió a
su orden. –"Camus de Acuario. Ese es mi nombre. De ahora en
adelante me obedecerás en todo. ¿Has entendido?"- El niño no
contestó pero asintió a regañadientes. Sin embargo, no parecía
tener intenciones de quitarse uno solo de los abrigos. Camus elevó
su rostro hacia Perchik quien lo miraba con desaprobación a tan
solo unos metros de distancia. –"¿Trajo algo consigo?"
-"No. Solo la ropa que trae puesta."
-"¿Eso incluye los abrigos?"
-"No."- Murmuró.
-"Bien."- Miró de nuevo a su aprendiz. –"Entonces quítatelos para
que se los podamos regresar a Perchik. Después de eso nos iremos a
donde entrenarás durante los próximos años."- Camus comenzó a
caminar hacia la puerta.
-"Tengo frío."- No fue una queja. Fue tan solo una noticia. Isaac
no saldría de aquella casa que, si bien no era cálida, era mucho
mejor que el cortante frío del exterior. Al menos, no quería
hacerlo.
-"Lo sé. Por eso te estoy diciendo que te quites los abrigos."Apenas y pudo contenerse al ver la mirada de odio que el niño le
propinó. –"¿Quieres ser un Santo de Atena? Entonces no puedes
echarte frente a una chimenea porque ‘tienes frío’. Si deseas
quedarte aquí dímelo de una buena vez para poder regresarme a
Grecia. No estoy para andar perdiendo mi tiempo con alguien tan
insolente como tú."
Isaac finalmente se dio por vencido y se quitó los abrigos para
luego dejarlos sobre una silla que tenía cerca. Se despidió
pobremente de Perchik y de su hija y finalmente salió de la
cabaña, siguiendo en silencio al Santo de Acuario.
Camus, por su parte, tenía en mente algo más importante que el
disgusto que había acabado de tener. Sí, el niño obviamente era
problemático pero solo lo era porque tenía frío y miedo. Estaba
casi seguro de que en otras condiciones hubiese sido sencillo
apaciguarlo. Sin embargo, el Patriarca lo había descrito como un
aprendiz al que era casi imposible enseñársele. Supuso que las
razones por las cuales Arles lo había mandado aquel lugar eran
mucho más lejanas de lo que tenía pensado.
Prefirió no indagar más en ello. En su mente no se aceptaría a sí
mismo como un proscrito.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Milo?"
La lozana voz perturbó el sueño del Guardián de la Octava Casa.
Abrió los ojos y movió su cabeza en dirección a su puerta. Pensó
que la voz había sido tan solo su imaginación, por lo que cerró
los ojos una vez más e incluso se dio vuelta sobre su estómago.
-"¿Milo de Escorpio?"
De nuevo aquella voz. ¿Tal vez no era un sueño después de todo? Su
mente en esos momentos seguía más en el mundo de la inconciencia
que en el de la vigilia por lo que, en lugar de confirmar sus
sospechas de que alguien lo llamaba con insistencia, se limitó a
cubrir su cabeza con una almohada.
Fue debido a este curioso casco que no pudo ver cuando su
visitante entró a su habitación sosteniendo en una de sus manos
una pequeña lámpara de aceite.
-"Milo de Escorpio. ¿Acaso esto es a lo que llamas hospitalidad
helénica?"- Las palabras denotaron presunción.
Aparentemente, tantas palabras coherentes juntas fueron prueba de
que la imaginación de Milo no era la responsable de aquellos
curiosos sonidos. Finalmente se atrevió a quitarse la almohada de
la cabeza y miró hacia la luz, cerrando su ojo izquierdo debido a
que sus pupilas aún no se acostumbraban al cambio de la
iluminación.
-"Mis disculpas. No esperaba que regresaras."
-"Eso veo. Lo lamento. Obviamente vine en mal momento. Regresaré
en otra ocasión."
-"No." ‘Primero me levantas y luego dices que te vas. Que fácil
¿no?’- Milo insistió poniéndose de pie. Sabía que no tendría
demasiadas oportunidades de hablar con el Santo de Virgo. Si
quería mantener su morbo en pie, debería de aprovechar la
situación. –"Cualquiera que entre en territorio griego es un
huésped. Así que vamos, Atis."- La última palabra la pronunció al
momento de salir del cuarto.
-"¿Atis?"- El Santo de Virgo lo siguió hacia la cámara común.
-"Es una leyenda."
-"¿De qué tipo?"
Milo no estaba acostumbrado a que le preguntaran sobre ese tipo de
asuntos. Obviamente Ewan había hartado a todos los del Santuario
con su manía de los apodos y ya nadie preguntaba sobre ellos.
Shaka solo había visto a su maestro una vez y no fue suficiente
como para hacerlo digno a uno de sus sobrenombres. Milo lo había
atrapado relativamente desprevenido.
-"De Asia Menor. Servía a la Diosa Cibeles en Frigia."- No
consideró necesario hacer el comentario de lo estricta que era
Cibeles en cuanto a la castidad de sus sacerdotes se refería.
Tampoco consideró prudente mencionar el cómo el joven Atis había
caído bajo los encantos de la ninfa Sagaritis y que, al ser
descubierto, acabó siendo castrado. Tal vez se lo mencionaría en
otra ocasión.
-"No tengo demasiados conocimientos en religiones ajenas a la
Griega o a la Budista. Supongo que no me han interesado lo
suficiente."- Con aquella afirmación, el Santo de Virgo decidió
concluir la discusión.
-"¿Quieres café o té?"- Milo esperaba que el Santo de Virgo
permaneciera en la sala común, pero sin darse cuenta, el hindú lo
siguió hasta la cocina.
-"Té, por favor."- Shaka decidió sentarse en una de las sillas de
la habitación.
-"Que bueno. No tengo café."- A los pocos minutos, Milo había
preparado dos tazas de té que dejó reposando sobre la mesa en la
que solía cocinar. Caminó entonces hacia el mueble que su maestro
había utilizado como cava y sonrió satisfecho al notar que Ewan no
se había ido del Santuario con todo y botellas. Vertió un pequeño
chorro de wodka en un vaso de vidrio y remojó sus dedos en él para
después arrojar unas cuantas gotas del incoloro líquido al suelo.
-"Tenía entendido que solo se hacía eso cuando los comensales
beberían."
-"Lo que ocurre, Shaka…"- Le ofreció una de las tazas de té y se
sentó frente a él. –"Es que uno nunca sabe cuándo está un Dios
presente."
-"Admito que tu hospitalidad es mucho mejor y más sana de lo que
esperaba. Los griegos no suelen recibir a los extranjeros con
tanto entusiasmo. Al menos no en el Santuario."
-"Aye. Eso es lo que he visto. Pero mi maestro siempre me decía
que un heleno que no recibía a un extranjero como su huésped, no
era un heleno."
-"Extrañas palabras viniendo de un Escocés."
-"Tal vez sea porque tenía sangre inglesa."
-"Es curioso."- Tomó un sorbo de la bebida. –"Yo también."
La velada pasó sin pena ni gloria para ambos. A lo largo de los
años, el Santo de Escorpio repetiría más de una vez esa tarde
acompañando al Santo de Virgo con un par de tazas de té; pero
ninguna de esas tardes representaban mas que el simple ritual de
aceptación del uno hacia otro.
Tal vez, cuando el día lo apremiara, tomarían una segunda taza.
Comentario de la Autora: Ah... bueno... Polifemo. Supongo que
varios ya saben quién es. Cíclope hijo de Poseidón que fue cegado
por
Odiseo
con
un
trozo
de
leña
encendida.
Hirieo era un labrador que un día recibió a Zeus, Poseidón y a
Hermes con mucha hospitalidad. Como agradecimiento, los dioses le
cedieron un deseo y éste fue un hijo (etto... este niño fue
engendrado cuando los dioses orinaron sobre la piel de un buey que
Hirieo había sacrificado para ellos). El niño, por supuesto fue
Orión.
No sabía cómo poner que Shaka hablara. En el manga (¿y en el
anime? no recuerdo bien eso), Shaka habla con extrema formalidad
(con el vosotros y todo el asunto). Quería hacer lo mismo aquí...
pero sé que soy muy mala con eso de la plática formal y que a la
larga comenzaría hacerlo mal así que mejor me alejo de eso y pongo
que
habla
como
mexicano
con
clase.
Originalmente iba a hacer que Shaka y Milo se llevaran mal. No me
salió ¿por qué? En realidad no sé... pero simplemente no salía
natural. Por eso les puse una actitud mas bien indiferente. Tal
vez
esto
cambie
en
un
futuro.
No
lo
sé.
Isaac... no... no lo odio. De hecho me cae bien. Pero en la
situación en la que puse a Camus, me di cuenta que no podía llegar
a Siberia diciendo "¡Huy! ¡Fabuloso! ¡Soy maestro!" Con el paso
del tiempo Camus aprenderá a quererlo... a su manera. Pero por
ahora
no
le
pudo
haber
caído
en
un
peor
momento.
Cibeles. Tengo entendido que esa Deidad no era tan ajena a la zona
occidental (incluso se llegó a adorar en Roma), pero para mis
fines era necesario poner que Shaka no supiera de ello. No es
porque haya considerado a Shaka demasiado obstinado como para
preocuparse por otras religiones, simplemente era necesario para
la
'broma'.
Phew... mucho comentario en este capie. Ojalá les haya gustado. A
mí me pareció lindo. No bueno, pero lindo. ¡DANKE
Nota: Este capie tiene ligeros aires yaoi. No demasiados... de
hecho considero que son muy pocos. Pero dije que advertiría y
advierto. Por lo demás este capie es muy diferente debido al
estilo de narración.
Capítulo 36:  (Dionisio)
Me cuesta un poco de trabajo abrir la puerta ya que la humedad la
ha hinchado tanto que debo golpearla un par de veces antes de
poder destrabarla. Entro a la oscura habitación. La larga noche no
me permite ver con claridad el amplio cuarto frente a mí. Inhalo,
pero me veo obligado a toser debido a que una gran cantidad de
polvo ha entrado a mis pulmones. Suspiro aliviado al ver que bastó
con subir una pequeña palanquita para que la amarillenta luz
cubriera la habitación.
Sonrío mientras camino sobre el piso de madera a pesar de que sé
que en cuanto tenga suficiente dinero deberé de cambiarlo. Éste ha
pasado del tenue naranja con el que presumía sus primeros años a
un sucio café.
Finalmente logro colocarme detrás de la barra e inundo mis
sentidos con aquella visión y aquel aroma con el que me colmaba
diariamente cuando era niño.
No recuerdo el día en el que llegué a aquella casa/cantina. Solo
sé que mis padres murieron y que mi abuelo (ese viejo Dionisio)
tuvo la cordialidad suficiente como para recibirme en su taberna.
No tengo ni una sola prueba de que mis padres existieron alguna
vez, además de mi propia existencia. Solo sé que mi madre había
nacido en Londres. Mi padre era, al igual que mi abuelo, de
Ballachulish, pero dejó aquel pueblo deseando estudiar en un lugar
más ‘civilizado’ (citando las palabras del anciano). Ambos
murieron de algún modo que desconoceré siempre. No pensaba nunca
en ellos pues para mí, no eran más que una leyenda. Una de tantas.
Confirmo que hay agua corriente y tomo un trapo para humedecerlo.
Lo paso después sobre las etiquetas de la fila de botellas frente
a mí. Comienzo a sentirme joven al descubrir detrás del polvo
pequeñas letras y números que confiesan la edad de las bebidas
contenidas en los recipientes de vidrio verde.
El recuerdo más lejano que tengo es el de mi abuelo contándome
historias de criaturas extrañas desde la barra, mientras yo jugaba
en el piso con trozos de corcho que había logrado acumular a lo
largo de las semanas. Los corchos y las palabras del viejo eran
mis únicos juegos en aquellos días. Eran pocos los niños en
Ballachulish y mi humor nunca fue lo suficientemente bueno como
para aceptar pasar la tarde con ellos. Prefería jugar solo, tal
vez porque consideraba mis juegos tan insulsos que me daba
vergüenza compartirlos con los demás (aunque los suyos fuesen
iguales o peores que los míos). De cualquier manera, nunca llegué
a hacer amistades con la gente del pueblo. Simplemente me sabía
diferente.
A veces rompía cosas ‘accidentalmente’ cuando jugaba con ellas. A
lo largo de los meses comprobé que mis manos no eran las únicas
peligrosas. Podía mover cosas ligeras sin siquiera tocarlas y
usualmente jugaba a calentarlas. Sin embargo, lo que siempre
sobresalió era mi mirada.
Recuerdo una noche en especial en donde uno de los clientes de mi
abuelo hizo algún comentario que me molestó (en realidad no
recuerdo de lo que trataba su insulto). Lo paralicé con solo
mirarlo. El hombre, entre el miedo y la borrachera, acabó teniendo
un ataque de pánico y salió del lugar en cuanto pudo. Desde
entonces, mi abuelo se aseguró de que no pusiera un pie en la
cantina cuando ésta estuviese en servicio.
Me había acostumbrado a dormir entre los gritos y el extraño olor
del aire hasta el punto en el que me resultó difícil hacerlo sin
ellos. Fue por eso que cuando mi abuelo me ‘despidió’ de la
taberna, comencé a vivir en la oscuridad. Salía a jugar todas las
noches al bosque mientras la música y los gritos se alzaban a lo
lejos, en la fuerte casa de madera. Regresaba a tempranas horas de
la mañana y solo lo hacía para dormir. Cada noche me atrevía a
explorar un poco más.
Y
un
día,
los
encontré:
Santos
de
Atena.
Comienzo a lavar los trastes que veo que aún pueden ser
aprovechados. No son demasiados. También tendré que comprar, por
lo menos, 10 tarros más.
Mi abuelo nunca me habló de los guerreros de la Diosa. Tal vez no
los encontraba lo suficientemente míticos como para ser dignos de
uno de sus relatos. Tal vez no le simpatizaban o ni siquiera los
conocía. De cualquier modo, pronto comencé a convivir con ellos.
Con el tiempo llamé la atención del más fuerte. A veces me
invitaba a entrenar, pero yo siempre me negaba alegando que no
tenía el tiempo para hacerlo (Aquellas visitas a los Santos eran
un secreto vano al que consideraba valioso. De haber aceptado sus
ofertas antes, no hubiese podido ocultárselo al anciano.).
No. Yo no tenía planes de formar parte del ejército de Atena.
Posiblemente no me hubiese convertido en uno de ellos de no haber
sido porque un día, al regresar a la taberna, vi que algo extraño
había pasado. Lo supe pronto: mi abuelo había muerto. Aunque
hubiese preguntado sobre los motivos de su muerte, no los hubiera
entendido. Fue por eso que no lo hice.
Pocos me ofrecieron su ayuda. Solo acepté la de uno: el Santo de
Escorpio.
A la semana de la muerte de mi abuelo, yo me había convertido en
el aprendiz del Guardián de la Octava Casa.
Nunca visité la tumba del viejo Dioniso por dos razones. La
primera era que nunca me han gustado los cementerios. La segunda
era una mucho más simple: nunca conocí el nombre de mi abuelo. He
optado por no investigarlo. Ningún otro nombre sería digno para
alguien como él más que Dionisio.
Mis pensamientos me vuelven torpe y sin querer dejo caer un tarro
al suelo, convirtiéndolo en enormes pedazos de vidrio grueso y
cuarteado. Tomo la primera escoba que encuentro a la mano y
comienzo a limpiar mi accidente para luego seguir con el resto de
la habitación.
A los pocos meses de que muriera el viejo, yo había sido
presentado ante el Patriarca como el sucesor de Escorpio.
Permanecí ahí poco más de un año y fue entonces que conocí a
Argenis. Aquel obstinado aprendiz fue mi pesadilla y dolor de
cabeza por mucho tiempo hasta que, lentamente, aprendí a no
odiarlo.
No
convivimos
demasiado
tiempo.
El
Santuario
me
desesperaba y mi maestro fue lo suficientemente condescendiente
como para acceder regresar a Ballachulish (una condescendencia
que, presumo, no aprendí de él).
Entrené en Escocia por 5 años; cada uno de ellos con sus
respectivas visitas al Santuario de cuando en cuando. Esos años
(aparentemente) fueron suficientes como para que mi maestro me
considerara digno de portar su Armadura. Entonces desapareció de
mi vida dejando atrás tan solo esta pequeña baratija de oro que
cubre parte mi brazo derecho.
Decidí no presentarme ante el Santuario pero pronto noté que el
Patriarca no estaba dispuesto a tenerme en Ballachulish. Casi
inmediatamente después de la desaparición de mi maestro, fui
mandado llamar para que mi primera misión fuese otorgada. Me
pareció algo muy sencillo cuando me lo plantearon. Tenía que
capturar a un Santo Negro acusado de robo ‘en nombre del
Santuario’. Fallé en acatar mi primera orden oficial al decidir
asesinarlo. Fue la primera vez que lo hice y también una de las
más sencillas. Me encerraron por un par de días debido a mi
desobediencia. No volví a recibir misión alguna en donde el
objetivo no fuese más que de matar. Yo regresaba a casa cada que
terminaba con uno de mis trabajos, pero solo lo hacía para ser
convocado de nuevo al Santuario. Este hecho me molestaba
demasiado.
Solo tres cosas hacían mi estadía en Atenas algo no tan terrible:
Argenis (el único bastardo que, a pesar de que no aprobaba mis
medios, se atrevió a entablar una amistad conmigo), Khalil (aquel
pobre mocoso árabe cuyo único error fue el caer en manos de la
tutela del Santo de Tauro), y mi wodka.
Mientras barro, muevo las sillas y mesas de lugar, intentando
eliminar cualquier rastro de polvo. Al ver que eso no me sería
posible utilizando solo la escoba como instrumento, me resigno a
preparar una cubeta con agua y líquido resbaloso de olor irritante
para comenzar a trapear.
Recuerdo que fue una vez que estaba haciendo lo mismo que tomé la
decisión de finalmente quedarme a vivir en el Santuario (aunque en
realidad había engañado mi cerebro de que tomaría esa decisión una
vez que llegara allá). Aún no estoy completamente seguro del por
qué de mi decisión. Tal vez simplemente me di cuenta de lo solo
que estaba. De todos modos, cualquier rastro de deseo que había
tenido de quedarme en Ballachulish se disolvió en un mar de
pensamientos que, por cierto, no deseaba tener en mente.
Al llegar a Atenas no tardé en enterarme de las ‘buenas’ nuevas
relacionadas con el guardián de la Décima Casa. Argenis se iba a
ir a España para dedicarse enteramente a sus discípulos (como si
no lo hubiese hecho antes). No quise entender sus motivos en ese
momento, por lo que tuve algo más que un arrebato de ira. ¿Cómo
era posible? ¿Acaso la misma persona por la cual estaba dispuesta
a dejar mi Ballachulish atrás ahora había decidido a irse del
país? Ni siquiera ahora soy posible de expresar la inmensa
cantidad de odio que sentí por él en esos momentos. A pesar de
esto, me contuve de ir a exigirle una explicación inmediatamente.
Sabía que las esperanzas de disuadirlo eran nulas. Ni siquiera
quería intentarlo; solamente deseaba romperle todos los huesos de
su cuerpo (no tanto para obligarle a quedarse en el Santuario
durante meses, sino que para poder disfrutar enormemente de su
dolor).
Mi consciente le gritaba al subconsciente que Argenis tenía el
mismo derecho que yo para hacer lo que quisiese. Sin embargo, mi
subconsciente siempre ha sido muy egoísta (y seguirá siéndolo) y a
él no le importaba el hecho de que había sido yo el primero en
negar lo mismo que él en esos momentos me estaba negando.
Maldigo en gaélico al ver que he tropezado con la cubeta de agua y
que ahora todo el líquido gris y enjabonado se desparrama sobre el
suelo, escurriéndose entre las tablas de madera y, al menos,
llevándose consigo pequeñas pelusas de polvo y telarañas. Hacía
mucho tiempo que algo así no me pasaba. Tomo un trapo y me hinco
para recoger el agua.
Cuando finalmente me consideré lo suficientemente tranquilo como
para ir a ver al Santo de Capricornio, subí con furia las
escaleras, como queriendo desquitar mi desazón con los escalones
debajo de mí. En mi mente recorrí varias escenas, entrenaba
diálogos para hacerlo sentir lo suficientemente culpable por su
partida como para hacerle entender por las malas mi enojo hacia
él. Cuando entré a la Décima Casa, pude escuchar desentonadas
notas provenientes de quien sabía era Argenis. Mi mente flaqueó y
todo ese diálogo que había preparado con tanta emoción se
descompuso en poco más que palabras sumisas y torpes.
Su frialdad me rompió y sus palabras me desgarraron. ¿Y qué hice
yo? Permanecí en silencio, propinando tan solo palabras estúpidas
que lo único que lograron fue hacer aún más obvias mis penas. Al
final, solo logré pedirle que me cumpliera una promesa. Una que no
tardó demasiado tiempo en ser rota. Odié aún más a Argenis
entonces. No me pudo cumplir algo tan estúpidamente sencillo como
mantenerse con vida. O, más bien, evitar que un mocoso estúpido se
la quitara. Afortunadamente, aquel habría de ser el último
disgusto que me ocasionara.
Es ridículamente sorprendente. He peleado en tantas batallas que
ni siquiera me he dignado a mantener la cuenta de ellas, y ahora,
al tener un trapo como arma y el agua sucia como mi enemigo apenas
y puedo evitar sentirme derrotado. Mis toscas manos se han
arrugado y despiden un olor extraño. Mis rodillas están mojadas y
resbalosas. Afortunadamente, queda poca agua en el suelo.
No tuve demasiado tiempo para lamentarme. Antes de que comenzaran
a florecer tréboles sobre la tumba de Argenis, una nueva cripta
apareció en el cementerio del Santuario. Khalil fue víctima de un
asesinato de cobardes. El joven que había tomado la vida de tantos
traidores fue asesinado por tres idiotas que creyeron que eran
mejores que él. Yo mismo me dirigí inmediatamente a la Cámara de
Shion para exigirle venganza. Deseaba con todas mis fuerzas
resarcir de la muerte del árabe (tal vez pensando que al hacerlo
pudiera arrancarme la estaca de frustración que Shura me había
encajado). Afortunadamente, Shion aceptó y fui elegido para acatar
el veredicto final del Patriarca. Tardé demasiado tiempo en
terminar mi misión pero a final de cuentas, lo conseguí.
¿Qué era lo que debía de hacer entonces? No podía regresar a
Ballachulish. Aún no. Si lo hubiese hecho no hubiera querido
regresar nunca. Decidí entonces que para poder irme de Atenas para
siempre, debía de dejar a alguien en mi lugar. Saga de Géminis y
su bodoque de ojos azules resultaron ser mi bendición. Pronto noté
que el Tercer Guardián lo deseaba para sí, pero incluso su
ambición no fue lo suficientemente grande como para, con ella,
limitar las opciones del niño. Yo no hubiera permitido que el
mocoso terminara con mi Armadura a menos de que yo mismo lo
hubiese entrenado. Tanto Saga como el resto de los habitantes del
Santuario lo sabían y de ese modo acabé yo siendo su tutor. El
niño no me defraudó.
Insolente, sarcástico, fuerte y exquisitamente cruel… con el paso
de los meses me encariñé con el Adh seidh casi tanto como estaba
encariñado conmigo mismo. Reconocía en él mis propias habilidades
y defectos, cosa que hacía sentirme aún más orgulloso. El Adh
seidh era mi juguete: mi muñeco de cera el cual moldeaba cada vez
más a mi imagen. Y aún así, nunca pude absorberlo por completo.
Fuese por su increíble necesidad de sentirse rodeado por gente que
lo consintiera o por su necesidad de saberse siempre con la razón
(incluso en los momentos en los que no la tuviera), nunca pude
conseguir que pensara totalmente como yo e incluso a los pocos
días antes de que le entregara mi Armadura, él aún tenía el
descaro de contradecirme. Mi pequeño muñeco de cera no era
perfecto, pero se acercaba.
Recargo el trapeador en contra de la pared. Miro con orgullo mi
obra aunque sé que aún falta mucho para darla por terminada. Ahora
que ese pequeño edificio era lo único que me quedaba, me
encargaría de cuidarlo lo mejor que me fuera posible.
Desde que estuve consciente de que en algún momento tendría que
dejar mi Armadura, supe que regresaría a este lugar, abriría la
cantina y seguiría con el loable trabajo de mi abuelo: embriagar a
las personas hasta el borde de la inconsciencia. Era este pequeño
edificio el que siempre me hacía regresar. Estas empolvadas
botellas eran a las que yo visitaba cada que tenía oportunidad.
Eran mis amigas que me recibían en un lugar en el que me sentía
seguro, acompañado y feliz.
Esta tranquilidad y felicidad fue una que nunca nadie me otorgó.
Tal vez el sentimiento se asemejaba cuando Lino tocaba algo para
mí o cuando el Adh seidh, siendo pequeño, daba vueltas sobre sí
mismo en su cama susurrando nombres al azar. Sin embargo, ni uno
ni el otro podían sustituir a Ballachulish así como Ballachulish
nunca podría sustituirlos a ellos. Ellos han sido mis tres máximos
placeres en la vida, pero el primero ya no existía y el segundo ya
no me pertenecía. Eso significaba, que tenía que aprovechar el
tercero al máximo.
Con renuencia apago las luces.
Es hora de irme a dormir.
Comentario de la Autora: ¿Qué tal? Les dije que iba a ser
diferente. ¿Por qué escribí esto? Bueno... originalmente esto iba
a hacer un sidestory... pero luego me puse a pensar que la
historia de Ewan no es muy 'side' que digamos. Él educó a Milo un
buen rato, por lo que para entender cierta parte de Milo hay que
entender a Ewan. Pensé hacer este capítulo con el estilo que tenía
el de 'Correspondencia', pero al comenzar a escribir como que
perdí las ganas. No sé... creo que quise un capítulo original y
diferente, por eso terminó así. Mucho más diferente de lo que
tenía planeado al principio, pero simplemente no pude dejar de
escribir. Espero que con este capie puedan entender más a Ewan. Y
tal vez, solo tal vez, quererlo (si ya lo quieren, entonces
quererlo un poco más). Este capítulo me gustó mucho porque se me
facilitó en exceso, además de que yo misma aprendí del Santo de
Escorpio. Sí... ya sé... ya me puse algo cursi... pero en realidad
me gustó este capie. Y bueno. La historia ya será así de ahora en
adelante. Muertes, traiciones, angustia emocional y todo ese rollo
que hace tan distintivo la parte de SS cuando aparecen los
bronceados.
Wish me luck!
Capítulo 37: (Visita)
-“¿Quién es?”- El dueño de la cabellera rubia y los recelosos ojos
azules se presentaba ante una figura cubierta por una capucha
negra.
-“¡Déjame entrar!”- El viento soplaba con fuerza: una tormenta de
nieve atacaba Ambarchik desde hacía ya una media hora. –“¡¿Qué no
ves que me estoy congelando?!”
-“Si no me quieres decir quien eres, no te dejo pasar y ya.”- El
rubio sabía, tras escuchar el griego levemente deformado del
recién llegado, que se trataba de alguien del Santuario. Aún así,
no estaba dispuesto a dejar pasar a cualquiera a aquella casa; ni
siquiera si la tormenta se hacía todavía más fuerte. Comenzó a
cerrar la puerta.
-“¡Por Donu!”- El extranjero blasfemó y mientras lo hizo, empujó
la puerta y entró a la cabaña, empujando también al muchacho que
se negaba a recibirlo. Arrojó al suelo una mochila en la que
llevaba unas cuantas mudas de ropa.
-“¿Quién te crees que-“
El joven de 13 años calló al ver a su ahora invitado quitarse la
gastada tela oscura que lo cubría.
-“No quién me creo, jovencito. Quién soy. Y para todo esto, ¿quién
eres tú?”
-“Hyoga, señor.”- El rubio agachó su mirada, repentinamente
renuente a seguir retando a la persona frente a él. –“Lo lamento.
No esperaba-”
-“¡Claro que no! ¡No es como si tuviera que avisarte!”- El
invitado comenzó a recorrer la sala de la cabaña mientras
murmuraba algo en un idioma que no era totalmente claro para
Hyoga. –“¿Y el Ankou?”
-“¿Perdón?”- Las libertades que el intruso se estaba tomando
desconcertaban al muchacho. Poca atención le daba a sus palabras
en
comparación
con
la
que
le
daba
a
sus
acciones.
-“Eres todavía más bruto de lo que pareces. Camus. Camus de
Acuario. ¿En dónde está?”- Repitió su pregunta con algo más que
agitación.
-“¿Quién lo busca?”- Una tercera voz se escuchó en la habitación.
Hyoga corrió de nuevo hacia la puerta, aún abierta, para
encontrarse a Camus acompañado de Isaac, ambos cargando entre sus
manos enormes bolsas de papel llenas de las compras que acababan
de realizar en el puerto. –“¿Quién es el soez que se atreve a
entrar al lugar de descanso de uno de los 12 y, encima, insultar a
uno de sus aprendices?”- Sus palabras eran pendencieras, pero sus
acciones distaban de serlo. El Santo de Acuario dejó en el suelo,
con total tranquilidad, las bolsas de papel. Después sacudió, con
pereza, la nieve que había quedado atrapada en su cabello.
-“¿Quién más se atrevería a hacer algo así más que otro de los
12?”- Una sarcástica sonrisa recorrió el rostro del intruso quien,
después de dirigirle a Hyoga una mirada victoriosa, caminó dando
grandes zancadas hacia Camus.
-“Y no cualquier otro. Solo el más fastidioso.”- Agregó el Santo
de Acuario mientras recibía al intruso con un fuerte abrazo. –
“Milo.”
Hyoga
e
Isaac
se
sorprendieron
tanto
al
ver
el
extraño
comportamiento
de
su
maestro
que
ni
siquiera
pudieron
hablar.
-“¿Cuántos años han sido ya, Ankou?”
-“Tres, me parece.”
-“¿En serio? Total, si han sido los suficientes como para que ni
tú ni yo tengamos la cuenta exacta, quiere decir que han sido
bastantes.”
-“Disculpe, maestro…”
Ambos Caballeros dirigieron su atención a la intromisión que el
aprendiz de ojos verdes les ocasionaba.
-“Lo lamento.”- Después de aclararse la
Acuario intentó recuperar la compostura.
este es Milo, el Guardián del Templo del
dirigió a su invitado. –“Estos son Hyoga e
sobre ellos.”
garganta, el Santo de
–“Como habrán escuchado
Escorpión Celeste.”- Se
Isaac. Ya te he escrito
-“Claro, claro. El finlandés obstinado y el mitad japonés, mitad
ruso y mitad católico.”
-“No has cambiado en nada, ¿verdad?”- Abochornado, Camus tomó las
bolsas que había dejado en el suelo y le indicó a Isaac que lo
ayudara a colocar las cosas en la alacena.
-“Si lo hiciera, el mundo se entristecería demasiado.”- Al verse
solo con Hyoga, Milo comenzó a examinarlo sin siquiera molestarse
en disimular. Sonrió de medio lado cuando sus ojos chocaron con
los del joven.
-“¿Y qué hace aquí, señor?”
-“Eres un irrespetuoso. ¿Es que tu maestro no te ha enseñado que
es de mala educación cuestionar a un invitado sin antes ofrecerle
tu hospitalidad?”
-“Me temo que mi maestro
importantes que eso.”
se
ocupa
en
enseñarme
cosas
más
-“Oh…”- El Santo de Escorpio dio un paso hacia delante. Su ceja se
arqueó divertida al notar cómo el aprendiz de su amigo daba un
pequeño paso hacia atrás. Aunque hubiese sido uno muy pequeño. –
“¿Te parece? Hallo difícil percibir algo más importante para un
Santo que la instrucción de la humanidad.”
-“Eso dígaselo a mi maestro. Total, parece que se llevan lo
suficientemente bien como para que no lo congele por ello.”-
Después de decir esto, Hyoga caminó con prisa hacia Camus, dejando
a Milo con un sabor a derrota en la boca.
-‘Es aún peor que tú, Ankou…’- Caminó hacia una de las ventanas
entabladas y se asomó a través de ellas por una pequeña rendija.
Había tenido suerte en haber llegado cuando lo hizo. Si se hubiera
tardado unos cuantos minutos más, no hubiese sido tan fácil
atravesar la tormenta. Ingenuamente creyó que al llegar a Siberia
en verano no tendría tantos problemas con el viento. Sin embargo,
por las malas descubrió que el Sol, de algún modo, solo lograba
empeorar el clima.
Permaneció varios minutos en aquella posición hasta que el sonido
de
unos
vacilantes
pasos
lo
sacó
de
su
meditación.
-“Señor Milo...”
-‘Y dale con el ‘señor’.’- Desde hacía unos cuantos meses, Milo
notó el por qué de la molestia del Santo de Géminis cada que le
decían ‘señor’. –“¿Qué pasa, Isaac?”
-“¿Nos quiere acompañar a cenar?”
-‘Acompañar a cenar…’- Repitió burlonamente las palabras en su
cabeza. –‘Parece un jovenzuelo de secundaria invitando a una niña
a salir.’
-“¿Señor?”
-‘¡Este niño es un hipócrita! Me está invitando como si le
interesara mi respuesta, pero la verdad es que no le simpatizo más
de lo que le simpatizo a Hyoga. Al menos éste es diplomático.’Después de suficientes segundos de silencio, finalmente decidió
que ya era hora de decir algo. –“Sí, gracias.”
Caminó hacia el comedor siendo guiado por Isaac. Una vez ahí, notó
que las opciones de cena no eran demasiado amplias: avena tibia y
un vaso de leche.
-‘Y mi maestro siempre me decía que yo era malo para eso de la
cocina.
¿No
se
le
ocurrió
una
cena
más
insípida?’
-“Si no te gusta la comida entonces puedes limitarte a tomar algo
de la cava.”- Camus agregó, casi leyendo la mente del Santo de
Escorpio.
-“Sabes bien que tampoco me gusta lo que tienes en la cava.”- Como
para dar su veredicto final, estiró su mano y tomó un cartón de
leche frente a él para luego verter un poco del líquido blanco en
un viejo vaso de plástico. Tomó entonces lugar en la mesa redonda
que los jóvenes ya compartían.
-“Es hora de tu reseña. ¿Cómo está el Santuario?”
-“Ya no hay nada que merezca ser contado. Tal vez solo que Shaka
se ha ido de nuevo a la India.”
-“¿Y eso?”
-“No sé. No le pregunté.”- Fue su no tan sutil
no le interesaba demasiado el destino del
“Hyoga... tú fuiste traído aquí por el señor
Hyoga asintió. –“Es igual que con Aquila. Hace
oriental como su discípulo.”
manera de decir que
Santo de Virgo. –
Kido ¿no es así?”5 años recibió a un
-“¿Recuerdas su nombre?”- Tal vez emocionado por la idea de
reencontrarse con alguno de sus compañeros de juegos, olvidó con
quién estaba tratando.
Milo alzó la vista sintiéndose ligeramente ofendido ante el
repentino atrevimiento de Hyoga, mas decidió no decir nada al
respecto.
-“No.”
-“¿Acaso era Seiya?”
Milo hizo un esfuerzo para recordar.
-“Creo que sí. Hace mucho ruido en el Santuario por su
nacionalidad. No lo tratan precisamente bien y él es de esos que
nunca se quedan callados. Es un enanete imprudente, pero según la
Gata Dorada es fuerte.”
-“Tuvo razón con la Koree de Aquila, ¿no es así?”- Camus
finalmente se sentó a la mesa, ignorando el apelativo con el que
Milo se refirió al Santo de Leo.
-“Aye. No esperaba que su pequeña protegida se hiciera la dueña de
una Armadura de Plata.”
-“¿Y sabe si Seiya ha encontrado a su hermana?”- De nuevo Hyoga.
Al menos esta vez procuró sus palabras.
-“¿Hermana? ¿Acaso debería de saber eso?”
-“Seiya aceptó ir a Grecia solo para que le dijeran en dónde
estaba su hermana.”
-“¿Sabías eso, Camus?”- Milo pronunció su pregunta con un tono de
indignación mezclada con sorpresa.
-“Me temo, señor, que al menos dos de los niños enviados por el
señor Kido tienen motivos altamente indebidos para convertirse en
Caballeros.”- Isaac respondió en lugar de su maestro. Camus no se
molestó por ello ya que sus palabras no distaban a las que
planeaba pronunciar.
-“Ya veo…”
Todos permanecieron en un incómodo silencio por un par de minutos
hasta que uno de ellos se hartó de él.
-“Cada quién se aferra a lo que tiene.”- Hyoga murmuró. Milo no
pudo evitar abrir exageradamente los ojos al escuchar de la boca
del joven una frase tan terriblemente similar a la que su maestro
le había dicho hacía ya muchos años.
Isaac frunció el ceño y abrió la boca como si estuviera listo a
comenzar una discusión. El único que pareció mantener la calma en
ese momento fue el Santo de Acuario.
-“Isaac, me parece que es hora de que te retires.”- El muchacho,
aunque sumamente indispuesto, aceptó la orden y después de dejar
sus trastes en una bandeja salió de la habitación. –“Hyoga,”Continuó una vez de saber a su otro alumno lo suficientemente
lejos. –“¿Qué fue eso?”
-“Isaac sabe por qué quiero ser un Caballero.”
-“¿Le hablaste de tu madre?”- El joven asintió. –“No sé por qué
pensé que ya habías desistido de ello, Hyoga. Te lo explicaría una
vez más pero sé que no me harás caso. Solo espero que estés
consciente de que sabiendo esto, Isaac dará aún más de sí para
ganar la Armadura.”
-“Lo estoy, señor.”- El joven contestó casi con indiferencia. Él
sabía que para poder cumplir su deseo de visitar la tumba de su
madre no necesitaba una Armadura; tan solo necesitaba un poco más
de fuerza.
-“Te advierto también, Hyoga: si por alguna razón Isaac fracasa,
mientras esté en mis manos, tú nunca portarás la Armadura de
Cygnus. Ahora vete.”
Imitando los pasos de Isaac, Hyoga salió de la habitación sin
siquiera voltear a ver al par de Santos Dorados de la habitación.
-“Wow.”- No fueron las palabras más elocuentes que el Santo de
Escorpio pudo haber dicho, pero definitivamente fueron las únicas
que se le ocurrieron.
-“Hyoga no nació para nuestro mundo, Milo. Si obtiene una Armadura
lo único que logrará es ocupar espacio y perder el tiempo. Eso es
algo que no puedo permitir.”
-“Creí que su madre había muerto.”- Arguyó. –“En un naufragio.”
-“Sí. Eso ocurrió a pocos kilómetros de aquí. Hyoga quiere
aprovechar que en invierno el hielo cubre el mar para poder ir
hasta el punto en el que ocurrió el accidente. Una vez ahí planea
romper el hielo y sumergirse para rescatar su cuerpo.”
-“Debe de haber algo más ¿no? Si su deseo fuera solo ese entonces
él habría muerto desde hacía mucho tiempo.”
-“Tal vez. O tal vez simplemente su deseo es lo suficientemente
fuerte como para haberlo mantenido con vida hasta ahora.”
-“Si es así tal vez no sea tan malo.”- Respondió vagamente. –“Es
retorcido, pero tal vez no sea tan malo.”
-“No debo de importunarte con los asuntos de mis discípulos.”Camus notó hacia dónde iba la conversación y decidió cambiarla. –
“Me gustaría saber más del Santuario.”
-“No hay nada más.”- Consideró. –“De Aries, Géminis y Libra aún no
se ha sabido nada. Podrían estar muertos y no habría diferencia.”
-“¿Qué hay de Sagitario?”
-“Sin Armadura no hay Guardián. Así de simple.”
-“¿No te parece extraño que aún no la hayan encontrado?”
-“Seguramente ya lo han hecho. Si no la recuperan todavía debe de
ser por una razón de peso mayor. Tampoco es que importe. Dudo que
haya alguien deseoso de portar la Armadura del traidor.”
-“Eso es cierto. ¿Y qué hay del Santo de Escorpio? ¿Cómo ha estado
él?”
-“Aburrido. Ya no tiene con quién jugar y ha tenido que pasar sus
días entre entrenamientos y libros.”
-“Me parece bien que estudie y entrene todo lo que no hizo como
aprendiz.”
-“¿Y el Santo de Acuario? Escuché que se había vuelto un gruñón.
Todavía más que antes.”
-“Él está cansado. Pero parece que falta poco. Cualquier día de
éstos, Isaac conseguirá la Armadura de Cygnus. Cuando eso ocurra,
podrá descansar.”
-“Me alegra oír eso.”
-“Y para todo esto. ¿Qué fue lo que te hizo viajar más de 7000
kilómetros para llegar aquí?”
-“Ya te he dicho. He estado muy aburrido.”
-“¿Y el Patriarca te dejó venir hasta acá solo para liberarte de
tu aburrimiento?”
-“Me temo que no fue tan amable. Me mandó para preguntarte sobre
tus aprendices.”- Dudó seguir adelante. –“Pero…”
-“Pero sabes que en realidad te mandó para confirmar mi lealtad
¿no es así?”
-“Arles…”- Intentó excusarse. -“Ya no confía en nadie.”
-“Más que en ti y en el Santo de Virgo, me parece. Pero eso no
importa. Han sido muchos años ya desde que dejé de buscar la
aceptación del Patriarca.”
-“Tal vez sea lo mejor.”
-“Te quedarás más que la tormenta, ¿verdad?”
Milo no pensaba hacerlo, pero sabía que la pregunta había sido una
invitación disfrazada y no tenía intenciones de dejarla pasar.
-“Aye. Esperaré hasta se oculte el Sol.”- Milo sonrió.
Finalmente tendría la oportunidad de ver la Aurora Boreal.
Comentario de la Autora: Un capítulo lindo ¿no les
menos a mí me pareció muy lindo. Ha pasado mucho
última vez que vimos a nuestros amigos (y
precisamente a mi tardancia en la actualización).
ser exactos.
parece? ^_^' Al
tiempo desde la
no me refiero
Cinco años para
¿Y por qué me salté los cinco años? Porque no pasaba
interesante en el inter. O al menos no se me ocurrió
interesante. Es probable que en algún punto retroceda a
nada
nada
esas
fechas como recuerdo, pero será en otra ocasión. Tal vez hubiera
sido correcto poner la presentación de Hyoga, pero eso lo usaré
para otro momento. Hn... ah... bueno... lo de que Camuchis no
quiere que Hyoga use la armadura... eso fue solo excusa. En el
manga, (¿y en el anime?), Hyoga no recibe su armadura si no hasta
que lo mandan al torneo galáctico. Esto me extrañó y supongo que
quise darle una explicación.
Eso es todo por ahora. ¡Ojalá les esté gustando!
Nota: Consideré que la 'muerte' de Isaac ocurrió cuando el sol
estaba oculto.
Capítulo 38: ‘ (Aurora)
Un nuevo reloj de cuerda descansaba sobre la pared. Cada paso del
segundero era acompañado de un constante y rítmico tictac. La
habitación estaba en total silencio a excepción de aquel suave
compás sin notas. Sin embargo, la adormecedora música era en esos
momentos un terrible aparato de tortura para el dueño de cierto
cuerpo recostado sobre un viejo colchón de hule espuma.
La persona se revolvía entre las tres cobijas que tenía encima. Se
tapaba la cabeza con la almohada para luego destaparse y cubrirse
de nuevo, pero esta vez con las cobijas. Después notaría la falta
de oxígeno debajo de su pobre refugio y tendría que salir a la
superficie solo para repetir el proceso anterior una y otra vez.
El personaje con insomnio finalmente se rindió y se quitó las
cobijas de encima. Sintiendo el drástico cambio de temperatura
entre el exterior y su cama, caminó con rapidez hacia el reloj,
procurando tener contacto con el piso tan solo con los costados de
sus pies. Quitó el reloj de la pared, intentando hacer el menor
ruido posible, y lo llevó consigo al cuarto de baño. Cerró la
puerta del mismo y, sonriente, regresó a la cálida cama. Suspiró
aliviado y cerró los ojos dispuesto a caer en un profundo sueño
por primera vez en esa noche.
Desafortunadamente, un nuevo ruido invadió la habitación.
-"¿Milo?"- Solo un murmullo fue contestado. –"¿Y el reloj?"- Las
palabras proferidas apenas podían entenderse. El locutor estaba
más dormido que despierto. –"¿Milo?"- Se escuchó de nuevo un
balbuceo que pudo interpretarse ligeramente como un ‘no sé’. El
cuerpo del locutor convenció a la mente del mismo que el destino
del reloj no era más importante que el de seguir con la noche de
sueño. Sin volver a alzar la voz, Camus volvió a recostarse en la
cama.
La cabaña permaneció en silencio por 7 horas más.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Camus abrió los ojos para encontrarse frente a la acostumbrada
oscuridad. Dio un pequeño giro hasta quedar boca arriba y se talló
el rostro con sus manos. ¿Qué hora era? Por supuesto que no tenía
idea, pero sabía que podría descansar unos minutos más.
Afortunadamente el reloj que había comprado ayer aún no anunciaba
con su insistente pitido la llegada de las 5 de la mañana. El
ruido de un bostezo ajeno le hizo volver un poco en sí.
Ahora que lo pensaba mejor, no parecía escuchar el sonido del
segundero dando vueltas sobre la carátula del reloj. Se levantó de
golpe y, al notar la ausencia del reloj, salió corriendo de la
habitación. Milo se limitó a bostezar de nuevo y a taparse los
ojos con su antebrazo.
A los pocos segundos, el Santo de Acuario ya más despierto, pero
aún luciendo desmarañado, entró corriendo a la habitación.
-"¿En dónde está el reloj?"- Gruñidos. Camus se vio forzado a
quitar la ropa de cama de encima del Santo de Escorpio quien, al
sentir un par de corrientes de frío chocar contra su piel
descubierta comenzó a espetar una serie de sonidos guturales que
culminaron con cuatro palabras que de hecho existían.
-"En el baño… creo."- Camus ya había salido de la habitación antes
de que Milo pronunciara la última palabra. El Santo de Escorpio se
limitó a estirarse, finalmente aceptando que ya no le sería
posible seguir durmiendo.
-"¡Son las ocho de la mañana!"- Apenas entró a la habitación y vio
como Milo lo miraba con cara de ‘¿y eso qué?’. –"No encuentro ni a
Hyoga ni a Isaac."
-"Creo que son lo suficientemente grandecitos como para cuidarse
solos."
-"Todo esto es tu culpa. ¿Por qué tenías que poner el reloj en el
baño?"
-"No podía dormir. Hacía mucho ruido. Yo te dije que no compraras
ese."- Apenas notó que su interlocutor había comenzado a vestirse,
aparentemente dispuesto a salir de la cabaña en cuanto antes. –
"¿Por qué tanto escándalo?"
-"De todos los malditos días en los que pudo haber pasado, tenía
que haber sido hoy."- Terminó de colocarse los zapatos y salió del
cuarto una vez más.
Milo apenas caminaba hacia el baño para echarse un poco de agua en
la cara.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Apresúrate, Milo."
Las figuras de los dos Caballeros de Atena avanzaban sobre la
gruesa capa de hielo que cubría el mar de Siberia. El Sol había
estado oculto desde hacía un par de días.
-"Ya suenas como mi maestro."
-"Si quieres regrésate. De otro modo deja de quejarte."
-"¿Al menos me dirás a dónde vamos?"
-"Ya casi llegamos."
-"No pregunté eso."
-"El día de hoy, hace seis años, murió la madre de Hyoga."
-"¿Y qué? ¿Vamos a dejarle flores?"
-"Nosotros no."
-"¿Qué?"
Milo casi chocó con Camus cuando éste se detuvo en seco. Sus ojos
permanecían perdidos en el horizonte. Milo miró hacia la misma
dirección que el Santo de Acuario. Pronto, su expresión era una
muy similar a la de Camus.
Hyoga yacía inconsciente, recostado boca arriba en el hielo. A su
lado, la capa de hielo tenía un pequeño hoyo. Unos metros más
adelante había un agujero mayor.
-"Por todos los malditos fianna… ¿qué pasó?"
De nuevo, Milo no recibió respuesta. Camus se le había adelantado
hasta que alcanzó a Hyoga. Se hincó y lo levantó del suelo blanco,
sacudiéndolo un poco con intenciones de despertarlo. A los pocos
segundos, el rubio comenzó a abrir los ojos.
-"¿Qué pasó, Hyoga?"
-"¡Isaac!"- El joven se separó inmediatamente de su maestro. Se
puso de pie pero antes de dar cualquier paso volvió a colapsarse
sobre sus rodillas. Sobre su cuerpo había comenzado a formarse una
gruesa capa de escarcha. Incluso su ropa parecía haberse
convertido en hielo de colores. Miró hacia todos lados en busca
del dueño del nombre que había pronunciado, aunque una gran parte
de él sabía que sería imposible encontrarlo.
-"Esperaba que tú supieras su paradero."- Hyoga no tuvo valor para
contestarle a su maestro.
-"Este hielo…"- Milo comenzó. –"Fue roto desde abajo."
-"Felicidades, Hyoga. Has logrado romper la barrera que te
separaba de Natasha. Ahora que has alcanzado tu meta supongo que
estarás muy feliz."- Camus se puso de pie y se preparó para
regresar a la cabaña. Estaba molesto al ver que Hyoga, a pesar de
su altruismo, había logrado la fuerza suficiente como para ser
considerado un Santo de Atena. –"Ahora te agradecería que me
dijeras a dónde fue tu compañero."
-"Maestro…"demasiado.
Hyoga
no
podía
explicarse.
Su
cuerpo
temblaba
-"Isaac se ha ido."- Fue el Santo de Escorpio el que sintió la
responsabilidad de abrir los ojos de Acuario. –"Debe de estar tan
lejos o tan débil que su cosmo no puede ser percibido. Tal vez
hasta esté muerto."
-"¿Es eso cierto, Hyoga?"- Las palabras de Camus quisieron
aparentar frialdad, pero solo consiguieron reflejar miedo.
-"Rompí el hielo para ir por mi madre, pero la corriente me
atrapó. Isaac entró al mar a rescatarme y rompió el hielo desde
abajo para sacarme pero…"
-"Él no tuvo tiempo de salir."- Camus terminó la oración por
Hyoga. –"Le expliqué muchas veces sobre esa corriente. Suponía que
como ella fue la causante de la muerte de tu madre sabrías de su
existencia. ¿Me equivoqué?"
-"No."- Confesó.
-"Aún así ambos me desobedecieron."
-"Lo lamento, señor."
-"Considerando la situación, supongo que ya no queda más remedio.
Tú serás el Santo de Cygnus."
-"¿Maestro?"
-"Sin embargo, no te permitiré usar la Armadura."
Hyoga asintió. Sabía bien que obtener el título de Caballero sin
una Armadura era como no haber obtenido nada, pero eso no le
importaba ahora. A pesar de lo ocurrido, se mantenía firme en sus
ideas. El Manto no le sería necesario.
-"Supongo
que
eso
es
todo.
Regresaré
al
Santuario.
Mis
responsabilidades ya no yacen en Siberia."- Varias lágrimas que no
querían escapar de los ojos de Camus por miedo a congelarse en el
aire siberiano sucumbieron. No tuvieron otra opción mas que la de
comenzar su cascada hacia abajo. El Santo de Acuario dio media
vuelta y caminó hacia delante asegurándose de no mirar atrás.
Milo miró por casi un minuto a Camus alejándose. Hubiera
permanecido así por al menos otro minuto más, de no haber sido
porque sus pensamientos fueron interrumpidos por un par de
sollozos. Observó a Hyoga por un buen rato, casi disfrutando del
dolor que el muchacho sentía. Aquel disfrute no era total debido a
que, después de todo, por culpa de las acciones de Hyoga, Camus
había perdido 5 años de su vida y la vida de un muchacho
prometedor había terminado de golpe.
-‘Un desperdicio total.’- Pensó para sí. Volteó entonces el rostro
hacia el enorme agujero del hielo. –‘Impresionante.’- De ese modo
había sido el poder del jovenzuelo. Que un aspirante a una
Armadura de Bronce lograra algo así con tan solo 4 años de
entrenamiento no era algo que se viera todos los días. No. Hyoga
era lo suficientemente interesante como para ser dejado con vida a
pesar de que el corazón de Milo deseaba terminar con el trabajo de
la corriente marina y matarlo. Tal vez solo se divertiría con él
un rato.
-"Camus tiene razón. Lograste lo que querías. No deberías estar
tan triste."
-"Isaac está muerto."- El joven alzó el rostro, expresando con su
mirada el odio que sentía hacia él en esos momentos.
-"Aye. Pero su último deseo fue mantenerte con vida. De algún modo
logró hacer algo que todos los Santos desean: saber que su muerte
no fue en vano. Casi nadie quiere morir. Pero si hay que hacerlo,
al menos hay que hacerlo por algo. Isaac lo consiguió."
-"Hubiera sido mejor que yo muriera en su lugar."
-"Hasta cierto punto es mejor de este modo. Dejemos que seas tú el
que guarde la culpa."
-"¿Y qué hay de Camus?"
-"Su carga existiría sin importar cómo hubiese concluido este
accidente. La carga pudo haber sido mucho menor pero también mucho
mayor. Te recomiendo que sigas su ejemplo y la lleves con
dignidad."- Apenas y acabó de decir esto cuando un extraño brillo
azulado llamó su atención. Miró hacia la fuente de la luz: el
cielo. Observó boquiabierto inmensas franjas danzantes. Sonrió. –
"Esta es."- Susurró para sí.
-"La Aurora Boreal."- Hyoga se sintió repentinamente relajado.
-"¿Sabes qué es la Aurora Boreal, Hyoga?"
-"Es causada por el viento solar. Cuando las partículas
desprenden-"- Su explicación fue interrumpida con una risa.
que
-"Hablas como Camus. ¿Es que a los Acuario no les enseñan la
verdad de las cosas?"- Señaló con jactancia hacia el cielo. –"Son
almas que esperan la reencarnación. Todas ellas colocadas ahí por
el zorro del ártico."
-"Eso es estúpido."- Murmuró Hyoga para sí.
-"No es más estúpido que una definición que incluye palabras como
‘ionosfera’. ¿Quién sabe? Tal vez Isaac está por ahí, alistándose
para reencarnar como tu hijo y causarte más de un dolor de cabeza.
O tal vez…"- Por primera vez endulzó su tono ante Hyoga. –"Ni si
quiera esté muerto."
-"Tiene qué estarlo."
-"Al menos yo prefiero no creer en la muerte de alguien a menos de
que ésta me conste por completo."
-"Yo no tengo tantas esperanzas."
-"Si no las hubieses tenido, no hubieras durado ni un año de
entrenamiento. Además, ahora eres un Caballero, Hyoga. Un guerrero
de la esperanza. Es así como las personas nos llaman. No deberías
de defraudarlas."
El silencio los cubrió por varios minutos. Justo cuando Milo
decidía que ya había sido suficiente, el sonido de varios perros
comenzó a escucharse. Una aguda voz llamando a Hyoga se alzó en la
planicie y a los pocos segundos, un trineo jalado por perros y
dirigido por un niño estaba con ellos.
-"¿Y este quién es?"- Milo arqueó la ceja algo consternado. No
esperaba una visita semejante.
-"Jakov."- Hyoga aclaró. –"Es el hijo de la señora Nadezhda."
-"¡Ay Dioses! Eso lo hace… como que el nieto del Barbegazi."
-"¿De quién?"- Milo, por supuesto, no contestó la pregunta de
Hyoga.
El niño, por su parte, permaneció viendo al Santo de Escorpio con
una sonrisa que incomodó bastante a éste.
-"¿Qué haces aquí, Jakov?"
-"Sabía que estarías aquí."- Finalmente dejó que sus ojos
quitaran de Milo para posarse en Hyoga. –"Siempre lo estás."
se
-"¿Jakov?"- Insistió.
-"El abuelo dijo que los invitara a comer."
-"Hyoga irá. Camus e Isaac no podrán acompañarlos el día de hoy."
-"Pero… Milo-"- Hyoga comenzó a reclamar.
-"Tal vez ahora seas un Caballero, Hyoga, pero sigo siendo tu
superior y por mucho. Así que más te vale respetarme."
-"¿Ya eres un Caballero, Hyoga?"
-"Iré a hablar con mi maestro."- Hyoga ignoró de nuevo al niño.
-"Hablarás con él después. Ahora acompañarás a Jakov de regreso a
Ambarchik. Es una orden."
Hyoga dudó pero al final aceptó. Subió al trineo acompañado del
niño y pronto ambos se pusieron en marcha.
El Santo de Escorpio retornó su mirada al cielo.
-"Ankou."
Aún tenía que hablar con él.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿En dónde estabas?"
Camus tenía su mirada fija en el fuego frente a él. No solía
encenderla, pero había algo en aquellas flamas que le hacían
sentirse nostálgico pero tranquilo. A Isaac siempre le había
gustado sentarse frente a la chimenea.
-"No esperabas que dejara a Hyoga solo ¿o sí?"
-"Tú lo dijiste: es lo suficientemente grande como para cuidarse a
sí mismo."
-"Supongo que me equivoqué."- Se sentó a lado de Camus. –"Aunque
no lo creas a veces lo hago."
-"¿Crees que fui un mal maestro?"
-"Eso no lo sé. Debí de haber sido tu alumno para saberlo, pero…
sé que hiciste el mejor trabajo que pudiste haber hecho."
-"Eso no me suena tan bueno."
-"No dije que lo fuera."
-"Isaac era como yo. Ambos insistíamos en que para ser un Guerrero
de Atena debíamos de olvidar nuestra compasión y tanto él como yo
fuimos los primeros en caer en lo contrario."
-"Me da gusto ver que aceptes eso."- Sonrió con sinceridad y
colocó un brazo sobre los hombros de Camus, atrayéndolo hacia sí,
permitiendo que recargara su cabeza en su pecho.
-"Y Hyoga… él debió de haberse quedado en Japón tratando de vivir
como una persona normal. Un hombre de corazón tan blando no merece
convertirse en Santo de Atena."
-"Sí. Es un hombre blando. Pero no creo que eso lo haga un hombre
débil."
-"Él solo desea usar a Atena. No merece la Armadura de Cygnus ni
cualquier otra."
-"Hablas como si no fuera normal tener motivos egoístas para ser
un Caballero."
-"No lo es. Al menos no debería de serlo."
-"Tus motivos son egoístas; también lo son los míos."
-"Desconozco tus motivos, pero sé que los míos no lo son."- Sus
palabras se habían convertido casi en un balbuceo. Milo rió un
poco al poder comparar al Santo de Acuario con un niño haciendo un
berrinche. ¿Así se sentía hablar consigo mismo?
-"Mentiroso. ¿Tú le has otorgado a Atena tu vida y muerte por solo
por fe?"- Sujetó a Camus un poco más fuerte. –"¿Qué hay de tu
Armadura? ¿De tu necesidad de sentirte parte de algo?"- Tomó un
poco de aire. –"La Diosa nos usa y nosotros la usamos a ella. Es
un negocio redondo y al final todos salimos ganando."
-"Qué negocio tan enfermizo."
-"Aye."
-"¿Y Hyoga?"
-"Jakov cuidará de él."
Camus suspiró sintiéndose un poco más aliviado. Cerró los ojos y
sonrió ligeramente.
Al menos pronto regresaría al Santuario.
Comentario de la Autora: ¿He mencionado que me encanta hacer
sufrir a Hyoga? ^^ Si no lo saben, pues ahora lo digo. *coff*
Originalmente lo iba a hacer sufrir todavía más, pero ya ven...
fui fuerte y no lo hice. Eh... consideré que era de noche para
hacer
que la
Aurora
Boreal
contrastara
todavía más.
Ahora, el asunto de que en la Aurora están las almas esperando
reencarnar es una creencia de América del norte (seh... tipo
'Tierra de Osos'). Sobre el zorro del ártico, bueno eso es lo que
se cree del lado oriental del mundo: que el zorrito corre a través
del hielo y que con su cola crea 'nubecitas' de nieve de colores
que se convierten en las luces del norte. No utilicé la
personificación griega de la Aurora por miedo a darle demasiada
atención al tema y hacer que la muerte de Isaac perdiera fuerza
(originalmente
la
iba
a
desarrollar
ampliamente).
Awww... Camuchis ta tristuchis... XD Jejeje!
._.
XD Espero les haya gustadoooooooo! ¡DOMO ARIGATOU LECTORES!
Capítulo 39:  (Pensamientos)
Arles descansaba en el baño termal del Templo. Su cuerpo,
sumergido hasta poco más arriba de la cintura, reposaba sin
moverse, como si con ello deseara evitar que las traviesas ondas
de agua aparecieran a su alrededor. Su cabello era lo único que
protegía su pudor de las partículas de vapor que ascendían,
cubriéndolo por oleadas; algunas de ellas atreviéndose a posarse
sobre su piel para luego fundirse con las gotas de agua que se
aferraban con presteza a su cuerpo, prefiriendo aquella superficie
tersa mucho más que la que ocuparían si estuviesen con el resto de
sus hermanas.
Suspiró.
Podía sentir que cada vez estaba más cerca al día en el que
tuviera las 12 Armaduras de Oro bajo su poder. Después de todo, ya
tenía 9 a su servicio.
¿A su servicio?
No. No precisamente.
Piscis y Cáncer. Ellos confiaban en Arles y él en ellos. Al haber
carecido de maestros, carecían también de una definición pura de
justicia. Death Mask pelearía y moriría por él por convicción
propia. Afrodita, por su parte, seguiría al Santo de Cáncer a
donde fuese. Para ambos, aquel con la fuerza era el que tenía el
derecho de construir el futuro, aunque eso conllevara destruir el
presente. Y claro ¿qué había más poderoso que él mismo? Nada. Y
ellos lo sabían. Por eso lo seguían. Por eso no lo delataban.
Capricornio. Él era la marioneta perfecta. El Santo más fiel a
Atena era solo eso: un guerrero cuya fortaleza espiritual era su
principal debilidad. Poseía una mente en la que lo único que había
era el deseo de servir a una Diosa que ni siquiera sabía de su
existencia. Mientras Atena siguiera ocultando su rostro detrás de
las gruesas cortinas del Palacio del Trono, Shura le sería fiel.
Virgo. Con él debía de ser más cuidadoso: Shaka sospechaba de él,
y él lo sabía. Sin embargo, una venda aún cubría sus ojos. Aquella
fe ciega le obligaba a pelear por él, a defenderlo con ahínco y a
nunca cuestionarlo en voz alta. En su supuesta calidad de Dios,
Shaka comenzaba a separarse cada vez más del mundo de los
mortales. Si alguna vez se reconociera como un simple humano,
entonces Arles se preocuparía.
Escorpio. La venda que lo cubría era mucho más gruesa que la de
Shaka, pero el nudo que la ataba era bastante más débil. Su
maestro le había enseñado prudencia y lealtad pero nunca a
cuestionar las órdenes. Su presencia, sin embargo, era una
piedrita en el zapato de Arles. Seguramente, el día en que
comenzara a ir más allá en sus pensamientos con respecto al
Santuario, sería el día en el que descubriría la verdad. Si eso
ocurriera, ni su amistad hacia el Santo de Géminis podría calmar
su ira.
Acuario. Desacreditaba al Santuario. Desconfiaba totalmente en
Arles pero no hacía nada al respecto; tal vez por falta de
evidencias, seguramente por esperanza. En Siberia no le causaría
problemas e incluso en el Santuario, sospechaba, no sería
demasiado problema siempre y cuando no contaminara la mente de
Escorpio.
Tauro. Su amistad con Aries le era estorbosa. El Santo no seguía
las órdenes del Patriarca pero éste no le daba ninguna. Punto. Él
no le molestaría siempre y cuando no fuese molestado. Mientras
pudiera, dejaría al toro pastar.
Leo.
Irascible
y
desconfiado.
Desobedecía
las
órdenes
abiertamente. Renegaba su condición de Santo, atreviéndose a no
portar su Armadura ni siquiera para asistir al Templo de Atena.
Había decidido convertirse en Caballero para expiar el Pecado de
su hermano. Permanecía en el Santuario como la mosca que se posa
sobre el buey negándose a irse, creyendo que con sus débiles patas
ha domado al animal. Al igual que la mosca, Aioria de Leo era una
molestia que tendría que ser eliminada a la primera oportunidad.
Finalmente,
Géminis.
el
más
peligroso
de
los
9
Santos
a
su
servicio:
12 años controlándolo (o más bien, trabajando en conjunto), y aún
no lograba amansarlo lo suficiente. Si Arles se había tardado
tantos años en adquirir su poder había sido por culpa de Saga. Era
por él que siempre tenía que irse con cuidado. Si daba tan solo un
paso en falso, Saga tomaría el control. Lo peor de todo era que no
podía prescindir de él. Saga era tan necesario para su plan como
lo
era
él
mismo.
Arles
tendría
que
ser
muy
cuidadoso,
manteniéndolo feliz y cumpliéndole sus caprichos. Eso era todo y
lo único que podía hacer. Era frustrante, pero no tenía otra
opción.
El sonido de una de las puertas de la cámara abriéndose le sacó de
sus pensamientos. A los pocos segundos, el eco de unos pasos
vacilantes comenzó a irritarlo.
-"Disculpe, Señor. El Santo de Acuario solicita su presencia."
¿Camus? ¿Qué hacía ahí? No lo había mandado a llamar. ¿Acaso Milo
había por primera vez desobedecido sus órdenes trayéndolo consigo?
-"¿Cuántas veces he dicho que no me molesten cuando estoy aquí?"Lentamente comenzó a salir del agua.
-"Lo lamento, Señor. Creí que-"- El desafortunado no pudo decir
más. Arles cerró su mano alrededor de su cuello y, mientras sus
pulmones luchaban por aire, el guardia maldijo aquél rostro: de no
haberlo visto, hubiera seguido con vida.
Arles comenzó a vestirse, tomándose su tiempo y mirando de reojo
al inmóvil cuerpo tirado en el suelo húmedo de la habitación.
Terminó como siempre: colocándose su máscara.
Salió entonces a la Cámara del Trono y tomó su lugar, teniendo al
Santo de Acuario hincado ante él.
-"Camus de Acuario. ¿Se puede saber qué haces aquí?"
-"Mi misión en Siberia ha concluido. Uno de mis aprendices está
muerto y al otro le he otorgado el rango de Caballero. No era
necesario que me mantuviera lejos del Santuario por más tiempo."
-"Entiendo."- No. Esto no era lo que esperaba. No creía que
tuviera que lidiar con Camus hasta dentro de un año más. –"¿Cuál
de ellos fue el que ganó la Armadura?"
-"Hyoga. El niño enviado por el señor Kido."- Tampoco se esperaba
eso. –"Sin embargo, no accedí a que portara el Manto. Aunque fue
el que sobrevivió no me pareció digno de él."- Arles sonrió. De
nuevo el Santo de Acuario había mostrado cautela. Afortunadamente
esta vez había resultado en su beneficio.
-"Bien. Si es posible, él no la portará nunca. Pero en caso de que
necesitemos apoyo entonces-"
-"Entiendo, su Santidad."- Tan irrespetuoso como siempre. Pero
Arles sentía algo diferente en él. Camus estaba alterado y
confuso; podía sentirlo en su cosmo. Solo por eso dejaría pasar
por alto su comportamiento.
-"Puedes retirarte."
Acuario se inclinó un poco y se puso de pie, saliendo de la
habitación ligeramente más relajado que antes. Afortunadamente
Arles no había exigido detalles sobre la muerte de su otro
aprendiz.
-‘¿Así de fácil lo dejarás ir? Te interrumpió con descaro. Te he
visto matar por menos que eso.’
Saga de Géminis. Desde hacía unos cuantos días que su presencia no
le molestaba. Debería haber sabido que no podía tener tanta suerte
como para finalmente haberse librado de él.
-"No es necesario que le dañe. Aún me es fiel."
-‘Aún.’
-"¿Deseabas que lo mandara de regreso a Rusia? Por ahora no puedo
hacer
nada.
Necesitaría
una
excusa
para
hacerlo.
Una
verdaderamente buena. Honestamente no estoy de humor para pensar
en cómo hacer algo que no considero necesario."
-‘Supongo que tienes razón. Es mucho menos riesgoso así.’
-"Si tengo problemas con él, ¿crees que pueda confiar en el Santo
de Escorpio para solucionarlos?"
-‘Sí. Su deber va más allá que su amistad.’
-"¿Eso quieres creer?"
-‘No quiero, pero lo creo.’
-"¿Qué piensas? ¿Qué pasa por la mente de Acuario?"
-‘Lo que ocurrió con sus aprendices no fue algo planeado. Camus
está acostumbrado a tenerlo todo en margen y cuando algo le toma
por sorpresa se desmorona.’
-"Toda una vida fingiendo indiferencia no le ha sido suficiente
para alcanzarla. Dos veces ha dejado parte de su alma en Siberia.
¿Cuántas veces más podría aguantar algo así?"
-‘¿Deseas ponerlo a prueba?’
-"No. Solo me da un poco de curiosidad."
-‘Eres curioso.
ruina.’
Posiblemente
esa
curiosidad
te
llevará
a
la
-"De nuevo con esas cosas. Intenta separarte de tu nombre, intento
de sibila. No querrás que Apolo se enoje contigo por levantar
falsos testimonios."
-‘Sabes que no tengo miedo a los Dioses.’
-"¿Más que de Atena?"
-‘Más que de Atena.’
Saga calló por el resto de la tarde.
Arles se dispuso a limpiar el desorden que había dejado en el baño
termal antes de que alguien más viera el incidente.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo se ocupaba de uno de los trabajos que más le molestaba:
limpiar. Además, se sentía extraño pues no estaba usando su
Armadura en esos momentos. Después de todo ¿qué clase de insulto
sería si usara el Manto Sagrado mientras sacudía polvo de los
muebles? Estar fuera de su Templo por un mes había probado ser
suficiente para que una considerable capa de polvo cubriera muchos
de los rincones de su Casa. Al no haber nadie ahí, los sirvientes
no se molestaron en ir a limpiar. Tampoco era que los culpara.
Bastante hacían preocupándose por mantener limpias las ropas de
los Santos de rango superior. El Santo de Escorpio no sabía cuándo
volvería a ver a las doncellas del Santuario barriendo y moviendo
las cosas de su lugar, pero sospechaba que no sería pronto. Por
eso se obligó a sí mismo a deshacerse del polvo que cubría los
rincones entre los libros del Templo y las maderas que los
sostenían.
El Santo recordaba cómo era que en un principio odiaba la molesta
interrupción de los sirvientes yendo y viniendo por todo el
Templo, mientras Ewan hacía comentarios impropios a las señoritas
que se limitaban a sonreír con fingida inocencia. Cuando fue a
Milos a entrenar se dio cuenta de lo útiles que eran ya que, sin
ellas, Ewan lo obligaba a limpiar hasta lo que no. Desde entonces
aprendió a apreciarlas hasta el punto de llegar a extrañar las
gráciles figuras vestidas de blanco y sus despreocupadas pláticas
sobre las flores que crecían al este del Santuario.
Un movimiento en falso ocasionó que dejara caer al piso uno de los
libros que sacudía. Su corazón dio un ligero vuelco al reconocer
casi
de
inmediato
la
gastada
pasta
del
libro.
Lo
alzó
inmediatamente,
inhalando
sonoramente
al
ver
como
unos
5
centímetros del lomo se separaron de las hojas. Abrió el libro.
‘’. Las gastadas letras grises delataban el libro como uno
con bastantes más años que él. Si su maestro hubiese visto el
ultraje de aquella obra, seguramente ya estaría muerto. Acercó su
rostro hacia las amarillentas hojas para poder percibir el aroma
que tan nostálgicamente le hacía sentirse. Dio vuelta a la primera
hoja y luego a la siguiente, por no leer la Invocación a Calíope,
al sentirla como una invasión a la privacidad. Fue entonces al
Canto I y detuvo su mirada en las palabras de su Diosa.
Obstinada y manipuladora. Era todo un orgullo servirle. A estas
alturas su cuerpo mortal ya tendría 12 años. Le parecía extraño
que aún no la hubiera visto ni siquiera una sola vez. ¿Acaso eso
era normal? No lo sabía y seguramente nadie, además del Santo de
Libra, podría confirmárselo. Cerró el libro resignándose: No era
su lugar el de dudar. Si su maestro y otros tantos habían
trabajado para Atena sin que Ella estuviera siquiera en el mundo
de los mortales, él tenía que sentirse extremadamente afortunado
para al menos saberla encarnada.
Identificó una presencia invadiendo su Templo. ¿Aioria le prestaba
una visita? Seguramente no. Posiblemente solo estaba usando su
Casa como pase para una posterior. Como siempre, no le pidió
permiso para entrar. Dejó su trabajo a medias y salió con prisa
hacia el pasillo principal hasta encontrárselo de frente. El Santo
de Leo le ofreció una mirada fugaz e intentó seguir adelante.
-"¿Se puede saber a quién le has
cruzar esta Casa, Aioria de Leo?"
solicitado autorización para
-"¿Acaso pedir permiso es otra de las reglas?"
-"No, pero es algo de educación ¿no te parece?"
-"¿He de pedirle permiso a alguien que no porta su Armadura?"
Aioria calló a Milo con rapidez y la sangre de éste corrió pronto
hacia su cabeza.
-"Al menos pídele permiso a alguien que intenta darle un toque
hogareño a su Templo."
-"De acuerdo.
infantil.
¿Me
dejas
pasar?"-
Espetó
fingiendo
un
tono
-"Adelante."- Iba a dar media vuelta, pero notó a Aioria dudando
un poco para después mostrarle algo parecido a una sonrisa. Este
acto inquietó y molestó un poco a Escorpio.
-"Aunque tal vez no sea necesario que siga adelante. Tú que has
estado tanto tiempo en Rusia tal vez puedas ayudarme. Pensaba
hablar con Camus sobre esto pero la verdad prefiero hablar con
alguien que sé que me contestará."
-"¿De qué clase de favor hablamos? ¿Y hacia quién?"
-"Hacia el discípulo de Marin."
-"¿El discípulo de quién?"
-"Marin de Aquila."- Respondió con obviedad.
-"Oh…"- Milo comenzaba a entender. –"Supongo que Seiya desea saber
cómo se encuentra su amigo."
-"Conoces al alumno pero no al maestro. Eso es extraño."
-"Discúlpame por desconocer las vidas de las Koree."
-"¿Y cómo está?"- Aioria no deseaba alargar la discusión.
-"Mal. Dile que es el responsable de la muerte de su compañero.
También dile que ya es el Santo de Cygnus…"- Decidió no mencionar
el asunto de la Armadura. No era necesario preocupar a los
jovenzuelos más de lo necesario. –"Y que para el próximo año podrá
ver a su madre."
-"¿A su madre?"
-"No preguntes."
-"¿Eso es todo?"
-"Dile que en unos meses estará bien."
-"Supongo que eso será suficiente para callarlo."- De nuevo
sonrió. Milo tuvo que cerrar los ojos para aguantarse las ganas de
golpearlo en el rostro. –"Te lo agradezco."
-"¿Te puedo ofrecer algo?"- Dijo solo por educación. Sabía que la
oferta sería rechazada de todos modos.
-"Tu alacena debe de estar vacía en estos momentos. Prefiero ir a
mi propia Casa a morirme de hambre, gracias."- Después del breve
encuentro, el Santo de Leo salió del Octavo Templo.
Sin pensar más de dos veces en lo ocurrido, Milo siguió con su
trabajo.
Comentario de la Autora: Ese fue un capie fácil de plantear pero
algo difícil de escribir. Bueno... todos sabemos que Arles no es
en realidad Arles pero seguiré utilizando su nombre, porque así me
parece que es más indicado. Creo que en este capie quise captar
más o menos lo que Ares pensaba antes de lo ocurrido con Saori. A
pesar de que en la serie habla mucho... (mucho mucho) en realidad
casi nunca dice cosas interesantes. Supongo que quise poner a Ares
como algo más que un loco que quería conquistar al mundo para
protegerlo
de
los
otros
dioses.
Ah... se debe de agradecer especialmente a Aset por haber hecho
un mini reportaje sobre 'Milo'. XD No solo me dio publicidad! ¡Me
subió mucho el ego! ._. Es un gusto y un honor que a varios les
esté gustando mi trabajo. Todo esto encontrado en este blog. Un
buen sitio (aunque aún bastante pequeño) para poder encontrar
recomendaciones sobre fics que en realidad valgan la pena.
Hn... eso es todo por ahora. ¡Gracias y que tengan un buen día!
Capítulo 40:  (Ensayo)
An Essay on Man
Know then thyself, presume not God to scan;
The proper study of mankind is man.
Placed on this isthmus of a middle state.
A being darkly wise, and rudely great:
With too much knowledge for the skeptic side,
With too much weakness for the Stoic’s pride,
He hangs between; in doubt to act, or rest;
In doubt to deem himself a god, or beast;
In doubt his mind or body to prefer.
Conócete, pues, a ti mismo, no presumas a Dios entender;
El estudio propio de la humanidad es el hombre.
Colocado en este istmo del estado intermedio.
Un ser ignorantemente sabio y mundanamente sublime:
Con demasiado conocimiento para el lado escéptico,
Con demasiada piedad para el orgullo estoico.
Cuelga en el medio; dudando actuar o yacer;
Dudando si juzgarse un dios o una bestia;
Dudando elegir entre su cuerpo o su mente.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Shaka de Virgo."- Milo de Escorpio llevaba ya un par de minutos
sentado en las escaleras a la entrada de su Templo. Pudo sentir el
cosmo de Shaka desde aún antes de salir de la Casa, pero apenas
hasta ese momento lo tuvo cara a cara. –"Dichosos los ojos que te
ven. ¿Qué haciendo por estas altitudes?"
-"Su Santidad me encomendó una misión. No obstante, he venido a
indicarle que mi presencia no fue necesaria."
-"¿De qué misión hablas y por qué no fuiste necesitado?"- Milo
preguntó por curiosidad y por amabilidad. Shaka parecía estar
deseoso de contar su experiencia.
-"Parece ser que el Patriarca finalmente decidió que no podía
seguir siendo tan permisivo con los Santos Negros. Me mandó a la
Isla de la Reina Muerte a acabar con su líder, pero cuando llegué
ahí, el Santo de Fénix había hecho todo el trabajo."
-"¿Fénix? No creí que algún día pudiera escuchar de alguien que la
obtuviera."- Esa Armadura llevaba siglos sin ser utilizada. Todos
los aprendices que aspiraban a ella morían irremediablemente. Así
de terrible era el entrenamiento en aquella isla regida por los
Santos Negros, aquellos renegados que tuvieron el descaro de
construir imitaciones de las Armaduras de Atena. Usualmente no
causaban demasiados problemas, por lo que el Santuario les dejaba
ser pero, aparentemente, Arles se había cansado de ellos. –"Una
Armadura muy útil."- El ropaje de Bronce era único en su tipo.
Como su nombre lo indicaba, ésta podía resurgir de la muerte.
Incluso a partir de cenizas, la Armadura recuperaría su forma sin
tener que recurrir a las herramientas del Santo de Aries. –"Este
Caballero debe de ser bastante interesante."
-"Así parece."
-"¿Cuál es su nombre?"
-"No me molesté en preguntárselo."- Hizo una extraña sonrisa. –"No
es más que un mono."
-"Buenos días."
Shaka y Milo voltearon hacia la entrada del Octavo Templo desde
donde Camus de Acuario hacía su aparición.
-"Camus, ¿ya conoces a Shaka?"
-"Ahora lo hago. Es un honor finalmente conocer al más fuerte de
los 12."- Shaka solo inclinó levemente su cabeza hacia delante y
prosiguió con su camino hacia el Último Templo. Camus esperó hasta
encontrarlo lo suficientemente lejos. –"¿Y dices que yo soy
estoico?"
-"Con él es diferente."
-"¿Y precisamente como?"
-"Cuando hables con Buda serás excusado de tus faltas."- Dijo tan
solo
en
broma.
Milo
consideraba
al
Santo
de
Virgo
lo
suficientemente excéntrico como para disculparle actitudes que no
estaba tan dispuesto en aceptar en Camus. –"Pero vayamos al pueblo
de una buena vez. Quiero terminar con las compras antes de que sea
medio día y tenga que soportar tus quejas del clima."- Sin voltear
a verlo, comenzó a bajar las escaleras.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Desea algo más?"
Una botella de base cuadrada descansaba sobre el recibidor de una
de las variadas tiendas de Rhodorio. Una mujer mayor extendía la
mano sobre la superficie de vidrio con intenciones de tomar la
botella de aceite y colocarla dentro de una bolsa de papel.
-"Así está bien."- El joven se adelantó a la temblorosa mano y
puso la botella en una de las dos bolsas que había dejado en el
suelo. –"Se lo agradezco."
En la pared había una gruesa repisa sobre la cual descansaba una
vieja televisión en blanco y negro, cuyo volumen estaba casi en el
nivel más alto, ocasionado por la ligera sordera de la dueña del
negocio.
-"No hay de qué, joven."
Milo de Escorpio sonrió ante las amables palabras que tan
raramente solía escuchar. Antes de que pudiera agacharse para
recoger las bolsas, una cierta palabra emitida por el televisor le
hizo voltear inmediatamente hacia ella.
-"Cubriremos un torneo de Santos aquí en Japón."
Se trataba de una conferencia de prensa cubierta por reporteros
orientales. La cámara enfocaba con vehemencia a una niña de
cabello largo y púrpura. Los subtítulos confirmaron que la palabra
que había creído escuchar, Sainto, se trataba del intento de la
niña japonesa de traducir a su idioma la palabra angla ‘Saint’.
-"Está en todos los canales. Es Saori Kido. Parece que es muy
importante."- Confirmó la anciana. Milo no respondió. Tan solo
siguió leyendo los subtítulos con esperanza de encontrar en ellos
algo que le indicara que todo aquello se trataba tan solo de una
casualidad.
Una mirada con mayor atención le mostró al Santo de Escorpio que
detrás de la niña estaban las Cajas de Pandora de 7 Armaduras de
Bronce. Lobo, Osa Menor, Hidra, Osa Mayor, Unicornio, Andrómeda y
Dragón: todas ellas fueron las terribles pruebas de que
definitivamente eso no se trataba de una simple casualidad.
Milo salió rápidamente de la tienda y buscó con la mirada a la
persona que lo había acompañado hasta ahí. No muy lejos y en un
puesto de frutas encontró al Santo de Acuario.
-"¡Ankou!"- Llamó con insistencia hasta que éste lo notó. –"¡Ven!
¡Pronto!"
Regresó al interior de la tienda con rapidez. Se encontró entonces
con las preguntas de los reporteros hacia la niña.
-"¿Pero van a luchar?"- El tintineo de una campana le indicó a
Milo que Camus había entrado a la tienda. Éste se ubicó a su lado,
mirando con curiosidad hacia la televisión. –"No puedo creer que
unos Santos se avengan a hacer correr la sangre a cambio de nada."
-"No hay que preocuparse por ese aspecto,"- La niña de 13 años y
de voz adormilada aseguró. –"Porque les tenemos un premio que
harán que luchen con todas sus fuerzas."- Las Cajas de Pandora
comenzaron a resonar. –"Estas siete Armaduras son conocidas como
Armaduras de Bronce. Se trata de las Armaduras de los Santos de
más bajo nivel. Cada uno de los Caballeros cuenta con una
constelación que los protege. Es decir que hay tantos Caballeros
como hay constelaciones. En el hemisferio norte hay 28. En el sur
48. En el Ecuador existen doce constelaciones conocidas como las
del Zodiaco. Estas 12 constelaciones de entre las 88 que hay
protegen a los Santos de más alto nivel. Por lo tanto, solo a
estos 12 se les permite usar una de estas Armaduras."- Ambos
jóvenes escuchaban con aprensión a la niña. ¿Cómo se atrevía a
transmitir por televisión internacional un detalle tan específico
como lo era su jerarquía? Lo peor ocurrió después, confirmando las
sospechas de ambos. La cortina que estaba detrás de las Armaduras
de Bronce se abrió para presentar lo que ocasionaba la resonancia
entre ellas: la Armadura de Oro que había desaparecido hacía 13
años. La Séptima. La de Sagitario.
Hubo una nueva voz emitiéndose a través de la caja negra. El dueño
de esta voz era uno que el Santo de Escorpio reconocía.
-"¿Seiya?"
-"¿El discípulo de Aquila?"
-"Ganó su Armadura hace poco."
Hubo una pequeña discusión y después apareció un nuevo Santo en
escena. Según los gritos de la sala se trataba de Unicornio. Ambos
Caballeros discutieron hasta que Saori Kido dio la voz de basta.
Seiya habló entonces de su hermana perdida pero no llegó muy
lejos, pues fue derrotado con palabras y comenzó a salir de la
sala de conferencias luciendo extrañamente sumiso. Unicornio, sin
embargo, no estuvo dispuesto a dejarle ir y hubo una segunda
pelea. A los pocos segundos, Seiya salía de la sala sin su
Armadura pero sin haber sido derrotado.
El programa concluyó ahí. Milo y Camus permanecieron mudos por
varios minutos ante semejante sorpresa.
-"Jovencitos… ¿Está todo bien? ¿Qué fue eso?"
-"Nos gustaría saber."
-"Tenemos qué informar al Patriarca de esto."
-"No creo que sea necesario."- Camus afirmó. –"Él ya debe de estar
al tanto."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-‘¿Cuál dijo Shaka que era el nombre del Santo de Fénix?’
-"No lo dijo, pero según los informes es probable que se trate de
un tal Ikki."
En el edificio principal del Templo de Atena, el Patriarca estaba
hundido en otra de sus ‘meditaciones’ después de haber despedido a
Shaka y de haber recibido un periódico de Atenas, en donde venían
los últimos detalles del llamado Torneo Galáctico organizado por
la nieta del señor Kido.
-‘Ese es el hermano de uno de los participantes del Torneo, ¿no es
así?’
-"¿Cómo habría de saberlo, Saga?"
-‘Yo lo sé. ¿No te parece preocupante que el Santo de Fénix pueda
no estar de nuestro lado?’
-"Tú lo dijiste. Puede no estarlo. También puede estarlo. Pero,
siendo sincero, conociendo su lugar de entrenamiento, no me
sorprendería que estuviese en contra de nosotros y del señor
Kido."
-‘Supongo que esperas usarlo para tus fines.’
-"Por supuesto."
-‘¿Acaso no esperabas lo mismo del oriental?’
-"No precisamente. Aunque admito que él y su nieta están yendo
demasiado lejos."
-‘Debiste haberte imaginado que las intenciones de Mitsumasa Kido
no podían ser las mejores. Después de todo, nadie regala a 100
niños así como así.’
-"Ha sido tan solo un descuido, Saga."
-‘No me parece
descuido.’
que
sea
conveniente
considerarlo
como
solo
un
-"¿Qué harán ocho Santos de Bronce y una mocosa en contra del
Santuario? No les temo."
-‘Pero sabes que tienes qué hacer algo con ellos. ¿Qué será?’
-"Mandaré a uno de los otros 10 niños sobrevivientes que la
Fundación de Kido nos envió. En el mejor de los casos él se
encargará de eliminarlos y de recuperar la Armadura de Oro."
-‘¿Y en el peor?’
-"Se matarán entre ellos y tan solo tendré que preocuparme por
uno."
Arles no se molestó en esperar la respuesta de Saga. Se levantó de
su trono y caminó hacia la puerta. Siguió adelante unos cuantos
metros hasta encontrarse con un guardia.
-"Trae al Santo de Acuario cuanto antes."
El guardia aceptó la orden inmediatamente y salió del Templo.
En menos de media hora, Camus de Acuario se presentaba ante el
Patriarca.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"El bien y el sentido común nunca deben unirse."
Milo hojeaba uno de los libros del estante que tan pocas veces se
había atrevido a visitar desde que Camus regresara al Santuario.
Claro, ellos habían sido cura para su sosiego durante sus cuatro
años de soledad, pero desde hacía un año que había pedido contacto
con ellos. Al revisar solo por curiosidad una traducción de la
Iliada se sorprendió al descubrir el nombre del traductor:
Alexander Pope. La curiosidad lo llevó aún más allá, forzándole a
abrir un libro dedicado estrictamente a él.
-"Errar es humano, perdonar divino."- Cerró el libro. -"Este
hombre no sabía mucho de los Dioses."- Murmuró. Apenas dejó el
libro a un costado suyo sobre el sillón en el que estaba sentado,
cuando sintió la presencia de Camus adentrándose a su Casa. Su
cosmo estaba alterado. Definitivamente el francés esperaba
informarle con esto a todo el Santuario de la magnitud de su
enojo. –"¿Y ahora qué pasó?"- Preguntó una vez que Camus llegó
ante él, caminando de un lado al otro con impaciencia. El Santo de
Escorpio estaba ligeramente divertido. Usualmente los papeles
estaban invertidos.
-"Arles."
-"Oh."- Eso era lo único que el Santo de Escorpio necesitaba
escuchar para saber hacia dónde se dirigía aquella discusión.
-"Su actitud es irritante."
-"Él solo hace lo que tiene qué hacer. Con tantas revueltas tú
crees que-"
-"¿Nunca te
ocasionadas
actitud?"
has puesto
por él?"-
a pensar que
Interrumpió.
-"Fingiré no haber oído eso."
todas esas revueltas son
–"Precisamente, ¿por su
-"Siempre lo haces."
Era cierto. Cada que Camus comenzaba a hablar de ese modo del
Patriarca, Milo optaba por permanecer en silencio o cambiar de
tema. Sabía que si era provocado, podría decirle cosas al Santo de
Acuario que no los dejarían en buenos términos. Si era posible,
evitaría esto.
-"¿Y? ¿Qué es lo que te ha pedido ahora?"
-"Quiere que mande a Hyoga a participar en el Torneo Galáctico.
Quiere que sea él el que mate a los ocho Santos participantes."
-"¿Ocho?"- Hizo una prudente pausa. –"Entonces tienes qué decirle
en dónde está la Armadura de Cygnus y darle la autorización para
utilizarla. ¿Es eso lo que te tiene así?"
-"La Armadura es lo que menos me importa ahora. Ellos fueron sus
amigos. Sé que Hyoga no se atreverá a matarlos."
-"¿Tan pobre es su fe como para convertirlo en traidor?"
-"Nunca la tuvo. Además, no es un traidor el que nunca juró
lealtad. Aún así, si no los mata o muere en el intento, él será
perseguido por el Santuario. Encomendarle esta misión sería como
firmar su sentencia. No mandaré a Hyoga a la muerte por un
capricho de Arles."
-"¿Y qué planeas? ¿Traicionar al Patriarca?"
-"Podría hacerlo. Ganas no me faltan."
-"Tonterías."- Camus se sentó a su lado.
-"Si lo hiciera, me matarías ¿verdad?"
-"No lo sé."
-"Yo creo que lo harías."
-"¿Entonces por qué preguntas?"
-"Tal vez solo quiera confirmar mis sospechas."
-"No debo ponerte antes que a Atena."
-"Mientras estés del lado de la Diosa no seremos enemigos."
-"¿Y de Arles?"
-"Él es otra historia."
-"Tienes que enviarle una carta a Hyoga explicándole su misión. Si
no lo haces tú, alguien más lo hará."
-"Solo yo sé la localización de la Armadura de Cygnus."
-"Exacto. ¿Lo mandarías a pelear desprotegido contra ocho iguales?
Arles lo quiere muerto, en eso estoy de acuerdo, pero el único que
le puede dar una oportunidad de sobrevivir eres tú. Dile en dónde
está el Manto y reza para que se mantenga fiel al Santuario."
-"¿Y si no lo hace?"
-"Entonces reza para que el Patriarca no te mande a ti a matarlo."
Camus aceptó los términos en silencio. Esperaba con toda su fe que
sus rezos fueran escuchados.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Born but to die, and reasoning but to err;
Alike in ignorance, his reason such,
Whether he thinks too little, or too much:
Chaos of thought and passion all confused;
Still by himself abused, or disabused;
Created half to rise, and half to fall;
Great lord of all things, yet a prey to all;
Sole judge of truth, in endless error hurled:
The glory, jest, and riddle of the world!
Nacido, pero para morir, y razonando, pero para errar;
Igual su ignorancia a su razón,
Ya sea que piense poco o demasiado:
Caos de pensamiento y de pasión, todos confundidos;
Siempre engañándose y no a sí mismo;
Creado mitad para oponerse, mitad para sucumbir;
Gran señor de todas las cosas, y presa de todas ellas;
Juez único de la verdad, permanecido en eterno error:
¡La gloria, burla, y acertijo del mundo!
Alexander Pope
Comentario de la Autora: Supongo que debo de explicar por qué puse
esta cita en el capie... no sé (¿no aman mis explicaciones?).
Debido a algún azar del destino volví a leer mi libro de
Literature de sexto de prepa y recordé lo mucho que me había
gustado el trabajo de Pope. Consideré que este trabajo en especial
se mezclaba muy bien con el capítulo y pues aquí está. Mmm...
lamento si les aburrió la 'aparición' de Saori. Como ya empezó lo
que ya todos sabemos me es difícil saber qué quitar y qué dejar,
pero hasta ahora me parece que lo he hecho de un modo bastante
justo (menos en este capie). Eso es todo. Gracias y tengan un buen
día.
Capítulo 41:  (Aioria)
-"¿Qué ocurre?"
Camus de Acuario interrumpía el camino de uno de los soldados del
Santuario. El agitado peón, en su descuido, había olvidado el
protocolo en todas las Casas anteriores a la Décimo Primera pero,
hasta ese momento, nadie le había reprochado por ello.
-"Tengo un mensaje urgente para su Ilustrísima, señor."- Los
tartamudeos del soldado hicieron de su oración algo casi
incomprensible.
-"Si es posible me gustaría saber de qué se trata."
-"Los 10 Santos de Plata enviados a matar a los rebeldes de Japón
han sido asesinados."- El soldado no vaciló ni un segundo en
contestar. Tenía esperanza de que entre más rápido satisficiera la
duda del Santo de Oro, más rápido le dejaría ir.
Camus frunció el ceño y le indicó al soldado que podía seguir
adelante. El temeroso hombre no lo pensó dos veces antes de seguir
su camino hacia el Último Templo.
-"Hyoga."
El joven fue originalmente enviado a eliminar a los participantes
del Torneo Galáctico bajo pena de utilizar su calidad de Santos
para beneficio personal. Todos los temores de Camus resultaron ser
bien infundados al ver a Cygnus pasándose del lado de los que, se
suponía, debía de matar.
Hace poco tiempo se había enterado de que los Santos Negros
sobrevivientes habían comenzado a pelear contra los rebeldes de
Bronce por la Armadura de Sagitario. Si los falsos Caballeros
obtenían la Armadura, Arles no sería tan duro con Hyoga y los
demás. El francés había permanecido relativamente tranquilo desde
entonces, pero aquella nueva noticia le volteaba el panorama de
cabeza. Hasta entonces había ignorado que el Patriarca había
enviado Santos de Plata a matarlos, pero el hecho de saber a Hyoga
y a sus compañeros vencedores, y seguramente aún dueños de la
Armadura, solo empeoraba el asunto. Si tan solo Hyoga y sus
compañeros se hubieran dejado matar en silencio, ahora no tendría
tantas preocupaciones en la cabeza. Con diez Santos de Plata
menos, el
asunto.
Patriarca
se
vería
obligado
a
tomar
riendas
en
el
Sabía que en cualquier momento uno de los 9 Santos de Oro sería
mandado a llamar por el Patriarca.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Los Santos de Plata comandados por Marin de Aquila y Shaina de
Ophicus han sido vencidos, su Ilustrísima."
Arles torció la boca en señal de inconformidad mientras un
escalofrío recorrió su espina dorsal. Aquello era algo nunca antes
visto. ¿Cinco Santos de Bronce venciendo a 10 de Plata? La mera
idea sonaba absurda.
-"¿Qué hay de las comandantes?"
-"Shaina de Ophicus permanece en Japón. Marin de Aquila parece
haberse puesto en contra del Santuario."
Una nueva traición. Esta vez por parte de una Koree de Plata. Las
cosas estaban saliéndose ligeramente de control.
-"El Santuario ya no puede considerar a Saori Kido como una mera
revuelta. Meditaré sobre este asunto. Espera aquí."
Después de decir estas palabras, Arles se levantó de su trono y
caminó hacia la Cámara Interior donde Atena supuestamente
descansaba.
Retiró su máscara.
-‘Te lo advertí. No será tan fácil reunir las 12 Armaduras a tu
servicio.’
-"Saori Kido es tan solo una niña."
-‘Que tiene la Armadura Dorada.’
-"Tú sabes tan bien como yo que la Armadura no es nada sin un
portador digno. ¿Acaso crees que alguno de ellos esté remotamente
cercano a serlo?"
-‘No dije eso. Pero piénsalo, son 5 las Armaduras de Bronce en tu
contra y hasta ahora han sido 10 bajas y una deserción. ¿Qué
ocurrirá si las 3 Armaduras de Oro se les unen?’- Arles no
respondió. –‘Ah… y sobre esa Koree. Espero sepas que tampoco
puedes seguir confiando en Shaina.’
-"No soy como tú. Yo nunca he confiado en nadie, Saga."
-‘Supongo que enviarás a un Santo de Oro.’
-"Sí. Creo que elegiré a Escorpio."
-‘Él no aceptará la misión. Es demasiado orgulloso como para
acceder a pelear en contra de los niños de Bronce.’- ¿Orgullo? Sí.
Esa sería su justificación. Saga, sin embargo, sabía que sus
razones para negar la orden serían otras. –‘Si quieres envíalo,
pero acatará el mandato a regañadientes. ¿Deseas que te obedezca
de mala gana? Eso podría causarte problemas.’- Uno solo, en
realidad. Uno cuyo nombre era ‘Camus de Acuario’. Si éste había
contenido su furia en contra de Arles hasta ahora, era tan solo
por el Santo de Escorpio. Si el último comenzaba a apoyarlo, el
Patriarca tendría el respaldo sincero de solo cuatro Santos
Dorados.
-"El trabajo es peligroso, entiendo lo que quieres decir. Tal vez
Aioria de Leo sea el más indicado."
Hubo una pausa.
-‘Él te traicionará a la primera oportunidad.’
-"Sí. A su primer error podré acusarlo de traición. Después de eso
podré mandar a cualquier otro a eliminarlo. Incluyendo a Escorpio
y Acuario. Ellos no le escucharán."
-‘¿Una guerra
opción.’
-"No me
rostro.
estás
entre
dando
Santos
ninguna
de
Oro?
otra."-
No
creo
Arles
que
ocultó
sea
de
tu
mejor
nuevo
su
-‘¿A quién elegirás?’
-"No sé. Llamaré a ambos, y lo decidiré en el momento."
Apenas después de pronunciar estas palabras, Arles cruzó la pared
de tela que lo separaba del mensajero de las malas noticias.
Su siguiente orden fue la de mandar llamar a los guardianes de la
Quinta y la Octava Casa.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Veo que el Patriarca ha solicitado tu presencia."
No pasó demasiado tiempo entre que Camus dejó ir al soldado y que
se topara con el Santo de Escorpio llegando a la Casa de la Urna.
Camus descansaba a la entrada de su Templo, sentado sobre uno de
los muchos escalones que conducían al interior del mismo.
-"Aye. Parece ser que también llamó a la Gata Dorada."- Suspiró. –
"Aunque dudo que sea puntual al llamado."
-"Así que también a Leo…"- Murmuró para sí.
Milo arqueó una ceja al notar al Santo de Acuario rehuyendo su
mirada.
-"Sabes lo que está pasando ¿no?"
-"No deberías dejar al Patriarca esperando."
El Santo de Escorpio asintió y siguió su camino. No era necesario
interrogar a Camus en ese momento: Seguramente entendería el por
qué de su actitud pronto. Cruzó Piscis sin dificultad, dándole
gracias a los Dioses por no encontrarse con Afrodita (siempre le
quitaba demasiado tiempo con sus pláticas). Después de subir
escalones por lo que le pareció una eternidad, llegó a la entrada
del Templo de Atena. Dirigió su mirada hacia la Casa de Leo y
pensó en esperarlo. Al reconocer que ni siquiera sabía si éste se
iba a presentar, se convenció a sí mismo de ir en busca de Arles.
Caminó por el amplio salón hasta encontrarse frente al trono del
Patriarca en donde éste descansaba. Se presentó e hincó. Escuchó
entonces un recuento sobre los últimos acontecimientos: el Torneo
Galáctico, la traición de Hyoga y sus compañeros y la aparición de
la falsa Atena. Milo entendió entonces el por qué de su llamado y
de la actitud de Camus. Arles esperaba que él matara a Hyoga y a
los demás Santos de Bronce.
Sin embargo, había algo en la orden que le incomodaba más que el
hecho de matar al alumno de su amigo. ¿Mandar a un Santo de Oro a
matar a 5 de Bronce? Esa batalla no sería ni remotamente justa.
Quiso objetar pero no le fue posible.
-"¡Es una orden!"- Milo se excusó por segunda ocasión. Nunca se
imaginó que algún día se atrevería a negarse tan rotundamente ante
una orden del Patriarca. Explicó sus razones, pero demasiado tarde
le resultó obvio que Arles no tenía intenciones de escucharlas. –
"¡Basta!"
El Patriarca le recordó de las traiciones de Libra y de Aries.
Milo tuvo que aceptar que tenía razón. Darle rienda suelta a la
revuelta de los orientales les daba la oportunidad de aliarse con
ambos Santos Dorados. Si encontraban a un portador para la
Armadura de Sagitario, tendrían que lidiar contra tres enemigos
realmente peligrosos. Incluso con 9 Santos Dorados del lado del
Santuario, la revuelta se convertiría en algo más que una simple
molestia.
Pero no. Una lucha tan desigual aún no era justificada. Quiso
convencerlo escudándose en su orgullo, pero Arles se puso de pie
repitiendo la orden. Esto fue suficiente para finalmente convencer
a Milo de que no tenía más opción. Se levantó, aceptando el
decreto, cuando una voz le hizo recordar que no había sido el
único por quien el Patriarca había mandado llamar.
Aioria de Leo había llegado. No solo eso: También parecía estar
totalmente dispuesto a tomar la misión de Milo en su lugar.
-"¿Qué es lo que harías si es que eligiera a Milo y no a ti?"Inquirió el Patriarca, casi por mera curiosidad.
El Santo de Leo observó despectivamente al de Escorpio y concluyó
terminantemente con palabras cortantes:
-"A Milo lo haría pedazos."
El susodicho no pudo siquiera defenderse cuando Arles cambió su
idea original y permitió a Aioria ir detrás de los traidores. Con
la misma rapidez con la que entró al Templo, el Santo de Leo se
retiró.
Escorpio sabía de la debilidad de Aioria. Si era mandado a Japón,
posiblemente se uniría a los traidores tan solo por el gusto de
hacer rabiar a Arles. Al igual que Hyoga, Aioria estaba siendo
enviado a la muerte. Se arriesgó a cuestionar ante el Patriarca la
lealtad de Leo, con esperanza de hacerle cambiar de opinión, pero
la mente de Arles estaba fija; según él, Aioria no se atrevería a
traicionar al Santuario. No siendo el hermano de quien era, pues
si lo hacía, confirmaría las sospechas de todos probándose tan
apóstata como Aioros.
-"Sin embargo… hay una posibilidad de que tengas razón. Lo tendré
vigilado de cerca."
Después de decir esto, Arles salió de la habitación dejando a Milo
solo y realmente consternado.
Nunca podría entender a ese hombre.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Supongo que ya sabías de todo esto ¿no?"
Milo encontró a Camus en el mismo lugar en el que lo había dejado.
-"Aioria salió hace unos minutos luciendo bastante decidido. Como
si fuera a pelear contra todos los Crónidas juntos."- Acuario
eludió la pregunta. –"¿Qué fue lo que ocurrió?"
-"Su Santidad lo eligió a él para la misión."
-"¿Misión?"
-"Tú sabes: la de matar a los niños de Bronce."
Camus frunció el ceño no por ver ratificada la noticia que ya
esperaba, sino por la extrañeza que le ocasionaba la decisión del
Patriarca.
–"Me sorprendería que lo consiguiera."
-"Intenté convencer a su Ilustrísima que no era lo correcto. De
que Aioria seguramente le traicionaría; pero parece ser que confía
excesivamente en él. O demasiado poco."
-"La lealtad de Aioria será puesta a prueba."
Milo no tuvo más remedio que asentir.
-"Ha mandado a tres Santos de Plata tras él para vigilarlo."- Dudó
en continuar. –"Y para terminar con su trabajo si es que no lo
hace por sí mismo."
-"Aioria fallará."
-"No puedes asegurarlo. Aioria será un insolente pero no un
traidor. Hará lo posible para recuperar la Armadura de Sagitario."
-"Creo que eso fue precisamente lo contrario que le dijiste a
Arles. Le temes demasiado al futuro, Milo. ¿Por qué quisiste
negarle al Patriarca el placer de librarse de Aioria?"
-"Ya sabes: quiero ser yo el que le dé el golpe final."- Contestó
en broma solo por no saber de qué otro modo contestar.
-"Disculpen."
Debido a la discusión, ni Escorpio ni Acuario se dieron cuenta que
desde hacía varios segundos que un soldado los observaba. Al ver
que los Caballeros no tenían ni para cuando terminar de hablar, se
vio obligado a interrumpirlos.
-"¿Qué pasa?"- Camus no parecía muy feliz por la intromisión.
-"Su Santidad desea ver a Milo de Escorpio."
Los tres callaron por unos segundos.
-"¿De nuevo?"
Con más extrañeza que curiosidad, el Santo de Escorpio se despidió
lo más cordialmente que pudo y comenzó a subir de nuevo las
escaleras hacia el Templo principal.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"He pensado un poco más en lo que me dijiste, Saga."
Una nueva discusión. La escena ya se estaba haciendo costumbre.
-‘¿Qué de todo?’
-"En Aioria. Creo que si es necesario y
posibilidad, usaré el Gen Rou Ma Ou Ken en él."
-‘Hace varios
contra él?’
años
que
-"Así lo creo. Y aún
encargará de todo."
no
si
lo
no,
utilizas.
tengo
al
que
¿Crees
Santo
de
si
que
tengo
la
funcionará
Virgo.
Él
se
-‘¿Y qué harás con respecto a la isla de Andrómeda?’
Por el asunto de la muerte de los Santos de Plata, Arles había
olvidado por completo el informe que recibió apenas ayer en la
noche. Aparentemente Albiore de Cefeo se había vuelto en contra
del Santuario. No solo eso: el Santo de Plata había puesto a toda
la isla etíope de su lado.
-"Lo había olvidado. Creo
habitantes de Andrómeda."
que
es
hora
de
desaparecer
a
los
-‘¿A todos? El reporte fue hecho por un caprichoso ex aprendiz de
Cefeo. Técnicamente te cambió la información por una Armadura. No
deberías de juzgar a tantos por un solo hombre.’
-"No me interesa. No tengo intenciones de mantener nexos con una
isla de la que no puedo sacar provecho. Aprovechando que aún está
fuera de su Templo llamaré a Escorpio para informarle de su
próximo trabajo."
-‘La fuerza de Cefeo le precede. Te aconsejo que mandes a dos
Santos Dorados.’
-"No. Con el Escorpión será suficiente."
Arles salió del salón para mandar llamar al Octavo Guardián. No
deseaba escuchar más quejas de Saga.
Éste, por su parte, se propuso silenciosamente que en cuanto Arles
le diera la oportunidad, mandaría a un segundo Caballero para
acompañar a Milo y ayudarle en su misión.
Comentario de la Autora: En un principio planeé desglosar aún más
la escena de Milo con el Patriarca, pero al hacerlo como que vi
que era demasiado de lo mismo, por eso la acorté lo más que pude.
No la borré porque consideré que era necesaria para seguir el hilo
de la historia. Hn... creo que eso es todo... ¡Danke!
Capítulo 42:  (Andrómeda)
-"Me gustaría escuchar tu pretexto, Death Mask."
El Santo de Cáncer había sido convocado al Templo de Atena. En un
principio supuso que se trataría de una misión, pero notó que se
equivocaba cuando vio que quién lo recibía no era el Patriarca
sino ‘tan solo’ Saga de Géminis.
-"No entiendo lo que dices."
-"Por supuesto que lo sabes. ¿Qué es lo que le dijiste a Afrodita
de Piscis?"
-"Explícate mejor, ¿quieres?"
Saga comenzó a caminar hacia él.
-"No me hagas sacarte
gustaría matarte."
la
verdad
a
golpes,
Death
Mask.
No
me
-"Eso no será necesario, Saga."- El eco de una dulce voz cubrió la
pequeña habitación en donde Géminis y Cáncer discutían.
-"Afrodita de Piscis. Podría matarte por el simple
atreverte a entrar a este lugar sin autorización."
hecho
de
-"Si quieres inténtalo. Le gritaría a todos tu secreto antes de
que pudieras ejecutar la orden."
-"Oh… ¿y qué te hace pensar que tendrías el derecho de una
ejecución pública? Me tienen el suficiente miedo, Afrodita. No es
necesario recordarles lo que les puedo hacer."
-"Saga."- Esta vez el Santo de Cáncer habló. –"Entiendo tu
preocupación, pero confío en Piscis. Es por eso que lo utilicé de
confidente."
-"Tal vez tú confíes en él, pero yo no."
-"¿Qué es precisamente lo que pretendes, Saga? ¿Por qué haces
esto?"- La pregunta fue hecha por Afrodita.
-"Porque puedo. ¿No es suficiente excusa?"
Afrodita calló. Para él, era en realidad suficiente.
-"Para como lo veo, Saga, necesitarás la mayor cantidad de gente a
tu lado. Nunca sobran aliados. Tanto Afrodita como yo podríamos
serte útiles tarde o temprano."
-"No me parece que Afrodita tenga deseos de ser mi aliado."
-"Estaré loco, pero te seguiré hasta que sea necesario. Hasta que
valga la pena que seas seguido."
-"¿Y bien, Saga? ¿Qué opinas? Sería tonto perder a dos Santos
Dorados habiendo podido sacar provecho de ambos."
Saga consideró
segundos.
la
proposición
del
Santo
de
Cáncer
por
unos
-"De acuerdo."- Cáncer y Piscis dejaron ir un suspiro de alivio
que apenas fue percibido. –"Les estoy confiando mi vida. No me
defrauden."
-"Tu vida está en nuestras manos del mismo modo que las nuestras
están en las tuyas."- Aclaró Death Mask.
-"Tan solo no cometas errores, Saga. A final de cuentas es de
Atena de quien dependen nuestras vidas; y nosotros no poseemos la
bendición de Niké."
Cáncer y Piscis se inclinaron un poco ante el tercer Santo y
salieron de la habitación.
Saga tomó una enorme bocanada de aire.
Él sabía que Afrodita tenía razón.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Perdiste."
La Casa de Cáncer tenía más vida de lo usual debido a que tanto su
guardián como el de la Última Casa habían permanecido en su
interior toda la mañana. Llevaban al menos dos horas sentados el
uno frente al otro jugando, o intentando jugar, Jass.
-"Odio el Bieter. Mejor juguemos Briscola."
-"Entre dos es aburrido."
-"Veo que se están divirtiendo, caballeros."
Death Mask y Afrodita alzaron la vista, alertados ante la nueva
voz que se les unió sin autorización.
-"Saga de Géminis."- El Caballero asintió con la cabeza como para
confirmar el nombre. –"Que honor que vengas a visitarnos. ¿Gustas
compartir una partida de Briscola con nosotros?"- Cáncer habló
sonriendo de medio lado y sin mirar directamente a Saga. Su
presuntuosa mueca era solo percibida por el grupo de cartas que
tenía en sus manos.
-"No soy de los que juegan cartas, Death Mask."
-"Yo creí que sí lo eras. Después de todo siempre estás armando tu
juego. Pero bueno, si no son las cartas, ¿entonces qué es lo que
te ha traído aquí? Sé que no aprecias en exceso la decoración de
mi Templo."
-"No he venido por ti."- Miró entonces a Afrodita. –"Suponía que
estarías aquí. Aunque estar jugando cartas en un Templo que no te
pertenece no me parece algo correcto, considerando la situación en
la que estamos."
Afrodita rió.
-"Me lo dice alguien que no ha vigilado su Casa desde hace 13
años."- Cubrió su boca con el dorso de su mano derecha. –"Vamos,
Saga. No te queda el papel de víctima."
-"Piscis…"- Death Mask comenzó a ponerse nervioso. Sabía a la
perfección lo colérico que podía ser Saga. El ser irrespetuoso con
él era un grave error.
-"¿Qué? ¿Acaso opinas lo contrario, Masque?"
-"Me gustaría hablar contigo a solas, Afrodita."
Death Mask se puso de pie inmediatamente. Sus nervios no deseaban
seguir escuchando más de aquella conversación. Mucho menos si era
forzado a participar en ella.
-"Como lo desees."- Se perdió entonces entre los pasillos del
salón principal. Un par de lucecillas azules le siguieron.
-"¿Y bien?"
-"Quiero que me hagas un favor."
-"¿En serio? Yo suponía que habías venido a platicar de los buenos
tiempos con nosotros."- Rió de nuevo pero esta vez con más
suavidad. –"O que venías a pedirme que te mostrara las rosas de la
Casa de los Dos Peces. Han florecido especialmente bellas este
año."
-"Te lo estoy pidiendo de favor, Afrodita."- Insistió.
-"¿De favor? ¿Qué pasó con las órdenes? Te gusta darlas. No es que
te culpe por ello, claro."- Examinó a Saga por unos segundos. –
"¿Como quién me estás pidiendo este favor?"
-"Como tu compañero de armas. Solo eso."
Afrodita asintió.
-"¿De qué se trata?"
-"Arles ha enviado a Milo a eliminar a los habitantes de la isla
de Andrómeda. Me gustaría que le acompañaras para ayudarle si es
necesario."
-"Entiendo que Albiore es muy fuerte, pero creo que el pequeño
podrá con esto. ¿Qué es lo que realmente te preocupa, Saga?"
-"Tan solo que te asegures de que termine su trabajo."
-"¿Por qué yo? ¿Por qué no lo haces tú?"
-"No puedo alejarme del Santuario. Al menos no ahora. Tengo
suficientes problemas con-"- Se interrumpió a sí mismo. Estaba
comenzando a perder el control y eso sería lo peor que le podría
pasar en esos momentos.
-"¿Con mantenerte escondido?"- Saga asintió. -"Está bien. Pero si
te hace sentir orgulloso, has hecho un buen trabajo. Estás
escondiendo muy bien tu presencia. Aunque supongo que la necesidad
te ha vuelto un experto."
-"Tuve suerte de que todos estuvieran dentro de sus Templos; de lo
contrario no hubiera podido bajar hasta acá."
-"Espero tengas la misma suerte de regreso."- Comenzó a barajar
las cartas. –"Creo entender la situación. Milo ya ha salido.
Supongo que iré tras él."- Se levantó de su asiento.
-"Te lo agradezco."
-"No hago esto por ti, Saga."- Pasó a su lado y salió de la
habitación.
El Santo de Géminis frunció el ceño.
-"Eso no importa siempre y cuando lo hagas."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Este lugar es terrible."
Milo recorría con sigilo la costa de la isla de Andrómeda. Podía
sentir los cosmos de los habitantes del lugar, pero todos ellos
estaban reunidos en el centro. Mientras se mantuviera en el
litoral no sería descubierto.
Andrómeda era un lugar totalmente árido. Apenas tenía un poco de
vegetación en forma de arbustos espinosos y árboles con poco o
nulo follaje. El mar parecía enloquecido, chocando violentamente
una y otra vez en contra de los riscos. Elevándose en el cielo
había una inmensa franja de humo negro proveniente de un volcán.
Milo sonrió de medio lado.
deshabitada la estéril isla.
No
sería
ninguna
lástima
dejar
El Santo de Escorpio había tenido ya varias misiones cuyos fines
eran solo los de matar. Sin embargo, no les daba mayor
importancia. Todos ellos habían sido contrincantes débiles,
patéticos por no decir más. Pero el aire de ese día le susurraba
que esa vez no sería igual.
Se convenció a sí mismo de que sería un trabajo como todos los
anteriores y comenzó a caminar hacia el interior de la isla. Se
vio obligado a cruzar una cueva para poder llegar con sus presas.
Las observó desde la oscuridad unos minutos. Eran 8 Santos de
Bronce más Albiore, dueño de la Armadura Plateada. La mayoría de
ellos portaba armas, pero no por ello parecía que le darían
demasiados problemas.
Al considerarse listo para empezar, incendió su cosmo con
intenciones de ser notado. Llamó la atención de los jovenzuelos
con rapidez. Albiore se colocó inmediatamente a la ofensiva,
ubicándose entre él y sus seguidores. Milo no estuvo de acuerdo
con ello. Dejaría lo más difícil para el final. Él también se
preparó para la batalla. No consideró informarles el por qué de su
presencia. Su inmediata toma de iniciativa era la prueba de que
las palabras del informante eran ciertas y que estaban en contra
del Santuario.
El primer ataque de Albiore fue lento y débil y Milo simplemente
lo evadió. Lanzó un pequeño ataque de fuego hacia él para
distraerlo y entonces comenzó a deshacerse de los ‘terceros’.
Elevó su cosmo como raras veces lo hacía. Varias piedras y rocas
fueron liberadas del suelo y comenzaron a estrellarse las unas
contra las otras. Los Santos de Bronce no tuvieron destinos muy
diferentes. Uno a uno sentía como sus vidas eran consumidas por
los golpes que recibían en contra de los peñascos.
Tres de los jóvenes seguían vivos, pero Milo no les dio mayor
importancia al saberlos noqueados. Además, su verdadero blanco era
otro. Uno que, por supuesto, no iba a perdonar la matanza de sus
formales discípulos.
Albiore atacó con fuerza, una mucho mayor a la de cualquier Santo
de Plata promedio. Aún así, no era suficiente. Al menos no debió
de haberlo sido. Milo, sin embargo, no parecía estar peleando como
debía.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-‘Termina con esto de una buena vez.’
Afrodita llegó a Andrómeda tan solo unos cuantos minutos después
de que el Santo de Escorpio lo hiciera. Llegó para ver cómo
terminaba con los Santos de Bronce sin siquiera tocarlos.
Desafortunadamente, una vez que Milo comenzó a pelear contra
Albiore, Afrodita descubrió que su temor y el de Saga eran bien
justificados. Los movimientos del Santo de Escorpio se volvieron
lentos, comenzó a distraerse y le daba oportunidades a Albiore de
contraatacar que simplemente no debían de haber existido. A
primera vista era como si Milo le estuviera dejando ganar, pero la
verdad aparentaba ser peor que eso: el Escorpión estaba dudando.
De nada servía un guerrero sin convicción; independientemente de
qué lado combatiera.
6 minutos. La pelea ya se había alargado demasiado. Milo podía
destruir a Albiore en menos de un minuto y lo sabía. Afrodita
tenía que hacer algo que cambiara la situación.
Tardó bastantes segundos en decidirse pero finalmente lo hizo. Con
un rápido movimiento de cuello lanzó hacia Albiore la rosa roja
que tenía en la boca desde que llegó a la isla. El contacto fue
tan solo un roce, pero suficiente para que el veneno de la flor
surtiera efecto.
El Caballero de Cefeo perdió el equilibrio y parte de su visión.
No pudo evadir el siguiente golpe de Escorpio.
Ni siquiera cuando el golpe fue dado para que éste lo eludiera.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Te mandó el Patriarca?"- Milo
ocasionó el desliz de Albiore.
observaba
la
rosa
roja
que
-"No. Él no sabe que estoy aquí."- No estaba totalmente seguro de
sus palabras, pero sospechó que lo mejor era mantenerlo todo en
secreto. –"Lamento haber interrumpido la pelea. Espero entiendas
que no podía dejar que las cosas siguieran como lo hacían."
-"Descuida. La pelea fue injusta desde un principio. Una pequeña
rosa no hace diferencia."- Pateó el costado de Albiore. –"No podía
hacerlo solo ¿sabes? Maté a sus alumnos y amigos. Creo que me
sentí excesivamente culpable por ello. Pensé que merecía la
vergüenza de ser derrotado por un Santo de Plata."
-"No creí que pudieras ser tan egoísta, Milo."
-"Yo tampoco."
-"Solo estás confundido."- Milo sonrió. –"Te aconsejo que nos
retiremos. Lo único que lograremos hacer en este horrible lugar
será deprimirnos todavía más."
-"Aye."- Miró por última vez al Santo de Cefeo. –"Este lugar huele
a muerte."
Casi una hora después de que los dos Caballeros desaparecieran de
la isla, una Koree de Bronce escapó de los escombros de la cueva.
Aún sintiéndose confundida y con el cuerpo herido, encontró el
cadáver de su maestro. Cuando se acercó a él, la Armadura de Plata
se desprendió de su cuerpo, dejando al cadáver desprotegido. Notó
la rosa tirada al costado de Albiore y extendió su mano para
sujetarla.
-"June."- El alcance fue interrumpido.
La joven alzó el rostro y se encontró con dos de sus compañeros.
-"Spica. Reda. Ustedes también sobrevivieron."
-"No queda nada. Tenemos que irnos de aquí."
-"¿Y qué hay del maestro y los demás? No podemos dejarlos sin
sepultura."
-"Los traidores no la merecen."
-"Reda. ¿Cómo te atreves a decir eso?"
-"Esto ocurrió por desobedecer al Santuario. Si mostramos nuestra
lealtad ahora tal vez nos dejen vivir."
-"No. Me quedaré para darle a Albiore y a los demás camino a
través del Estigia."
-"Como quieras."
Ni Reda ni Spica quisieron tomarse la molestia de intentar
convencer a June. Si se apresuraban, tal vez podrían interceptar
al que ocasionó que su maestro se volviera en contra del
Santuario. Sabían por parte de Albiore que Shun de Andrómeda y sus
amigos se dirigían a Atenas para comenzar un ataque directo al
Santuario. Si lograban detener por lo menos a uno de ellos, el
Patriarca se los agradecería.
Por su parte, June de Camaleón comenzó a buscar los restos de sus
otros compañeros.
Le tomaría tiempo
encontrado.
volver
a
pensar
en
la
rosa
roja
que
había
Comentario de la Autora: Posiblemente no quedó muy claro, pero la
primera escena es un flashback. Al terminar el capie vi que no
quedaba tan bien ahí, pero al intentar otra cosa no me gustó como
quedó. Fui débil y lo dejé así.
El Jass es un juego holandés de cartas que tiene muchos tipos. El
Bieter es uno de ellos. Es para dos personas y se juega mucho en
Suiza. Afro se refiere a DM como 'Masque' por el francés... no
sé... no pensé mucho en esto, pero en mi mente retorcida considero
a Afrodita al Santo más políglota de todos. El francés es, sobre
todo, un idioma indicado para él.
Antes de escribir este fic, había considerado el asesinato de
Albiore como algo mucho más dramático (lo cual se llegó a ver en
un oneshot que hice por ahí), pero cuando volví a ver esa parte de
la serie noté que no hubiera sido correcto manejarlo de este modo.
La actitud de Milo antes de la pelea contra Hyoga es más que nada
indiferente. Creo que haber puesto a un bichito más contrariado
hubiera sido algo OOC, al menos en la connotación de este
Universo. Eso, y el hecho de que en el manga ni siquiera fue Milo
el enviado a Andrómeda (fue Afro desde un principio) me
convencieron
de
manejarlo
de
este
modo.
¡Espero les haya gustado! ¡Arigatou!
Capítulo 43:  (Preparativos)
-‘El Santo de Cáncer ha vuelto de su misión. ¿No te parece que lo
ha hecho demasiado pronto?’
-"Algo. Pero esperemos su reporte. Dudo que haya dejado a Roshi
con vida solo porque sí."
-‘No entiendo por qué lo enviaste a Rozan."
-"Porque creí que él podría hacerlo."
-‘Le tenías fe, entonces. Después de todo Roshi fue alguna vez uno
de los dos Caballeros más fuertes de Atena."
-"También lo era Shion y no nos causó demasiados problemas ¿o sí?"
La risa de Arles retumbó en la cámara.
-‘Pero ¿por qué ahora?’
-"Ya no puedo seguir perdiendo el tiempo, Saga. Tengo que moverme
con rapidez si es que quiero alcanzar mi objetivo. El Santo de
Libra está en mi camino y tengo que destruirlo antes de que sea
más que una simple amenaza."
El cosmo de Death Mask finalmente apareció. Permanecía vacilante a
tan solo unos cuantos metros del Salón del Trono.
-‘¿Puedes sentirlo? Tiene miedo a entrar.’
-"No lo culpo. Dependiendo de su excusa será si vive o muere."
-‘Entonces démosle tiempo para que prepare su defensa.'
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Death Mask caminaba de un lado al otro en el pasillo que llevaba
hacia la Cámara principal de Arles. Poco le importaban las
extrañas miradas que le propinaban los guardias del Patriarca. Su
estómago le molestaba cada cinco segundos con gruñidos y la cabeza
había comenzado a dolerle. Repetía en su cabeza las palabras que
utilizaría para excusarse, temiendo que no fueran las indicadas.
Después de todo, falló en asesinar al Santo de Libra. ¿Cómo había
sido eso posible? El hombre que había matado a cientos, tal vez
miles, de personas no pudo terminar con la vida de un anciano.
¡Más que un anciano! Tal vez Atena le otorgó al Séptimo Guardián
excepcional longevidad, pero su cuerpo se había marchitado hasta
el punto de convertirse en algo no muy diferente a la cigarra de
Eos.
Sin embargo, el Santo de Cáncer tuvo sus razones para huir de la
pelea incluso antes de haberla comenzado. El problema yacía en que
no sabía si sus razones serían aceptadas por Arles. Cerró ambos
puños con fuerza y giró en torno a uno de los guardias.
-"Deseo ver a su Santidad."
El guardia asintió.
-"Su Ilustrísima lo estaba esperando, Señor."
Con pasos vacilantes, Death Mask se adentró al Templo. Ni siquiera
le dio tiempo para hincarse ante su superior cuando éste comenzó a
interrogarlo.
-"¿Qué sucedió, Death Mask? Dijiste que podrías con el trabajo."
-"Me temo que hubo un contratiempo, Santidad."
-"Habla."
-"Al llegar a Rozan fui inmediatamente con el Santo de Libra, pero
no estaba solo. Su aprendiz, Dragón, lo acompañaba."
Arles rió.
-"¿Me vas a decir que un Santo de Oro fue vencido por uno de
Bronce?"
-"¡Por supuesto que no!"- Frunció el ceño y rascó su nariz con el
dedo índice. –"Era tozudo pero su intromisión no fue más que una
simple molestia."
-"¿Entonces qué ocurrió? No tengo tiempo para andarlo perdiendo
con tus múltiples excusas."
-"Parece ser que Mü de Aries ha tomado las armas en contra del
Santuario."
-"¡¿Qué?!"- Arles se puso violentamente de pie.
El Santo de Cáncer solo asintió y siguió hablando.
-"Apenas iba a terminar con el Dragón cuando Aries se presentó y
me retó. Entonces decidí retirarme. No hubiera sido inteligente de
mi parte enfrentarme contra Mü. Mucho menos sabiendo que éste
podría recibir
momento."
la
ayuda
de
Roshi
o
de
Dragón
en
cualquier
-"¿Mü o Dohko dijeron algo?"
-"Sí señor. Ambos parecen saber lo que ocurrió hace 13 años.
Además, Mü dijo que ‘Atena’ pronto combatiría en contra del
Santuario."
-"Así que Saori Kido vendrá a Grecia. Eso explica la actitud de
Aioria."
-"¿Disculpe?"
-"Olvídalo."- Se sentó de nuevo. –"Parece que he sobreestimado a
los insurrectos. Ahora es demasiado tarde. Libra y Aries están ya
en nuestra contra: Nuestra única esperanza es matarlos a todos."
-"¿Enviará a sus Santos Dorados, señor?"
-"No."- Torció la boca en forma de sonrisa. –"Dejemos que ‘Atena’
venga a nosotros. Será mucho más sencillo matarla a ella y a sus
seguidores cuando estén atrapados en el Santuario. Es posible que
Mü regrese a Atenas. Asegúrate de que no le hagan daño."
-"Pero… ¿por qué?"
-"El Santo de Aries es juicioso como pocos. No comenzaría una
revuelta desde las 12 Casas. Hacerlo sería un suicidio y preferirá
ayudar a los traidores desde adentro. Mientras su ayuda no
consista más que en arreglar una que otra Armadura de Bronce, no
le daré importancia a su traición."
-"Me parece que su Santidad está siendo demasiado misericordioso."
-"Estoy siendo prudente, Cáncer. Ahora retírate."
Death Mask inclinó levemente la cabeza y salió de la habitación.
Aquello fue mucho más sencillo de lo que esperaba.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Después de dos días, Milo de Escorpio regresó de su misión en
Etiopía. No volvió inmediatamente a Grecia sino que, por consejo
del Santo de Piscis, permitió que éste regresara mucho antes que
él para evitar las sospechas del Patriarca.
Usualmente no tenía problemas en cruzar las 12 Casas sino hasta la
Quinta, pero esta vez se vio interrumpido desde antes de cruzar el
muro que funcionaba como la primera línea de defensa del
Santuario. Tuvo que contestar varias preguntas para que le dejaran
pasar, y de no haber sido porque estaba de relativamente buen
humor, hubiera matado a esos ridículos guardias que le prohibían
el paso. Después de casi un cuarto de hora le permitieron pasar.
No se encontró con su siguiente obstáculo sino hasta la Casa del
Toro Dorado.
-"Bienvenido al Santuario, Escorpio."
El Segundo
cruzados y
acompañaba.
Guardián estaba firme ante él, con ambos brazos
la vista al frente. Su casi eterna sonrisa le
-"Aldebarán de Tauro. Que sorpresa. Hacía mucho que no tenía el
beneplácito de cruzar palabras contigo."- Milo arqueaba la ceja.
Realmente estaba intrigado. –"¿Ocurre algo malo?"
-"Sí."- Su sonrisa desapareció. -"Tengo entendido que tu relación
con Aioria no es precisamente buena."- Milo asintió. "Te
recomendaría ser cauteloso a la hora de cruzar el Templo del
León."
-"Me sorprende que digas eso. ¿Por qué hoy es diferente?"
-"Porque el Aioria que conocías está muerto."
-"¿Qué?"- El corazón de Milo comenzó a acelerar su ritmo.
-"Su Santidad ha utilizado el Gen Rou Ma Ou Ken en él."
El golpe para los traidores. Aquella técnica era una solo conocida
por el Patriarca y tenía la capacidad de destruir el espíritu de
cualquiera a quien se la aplicara. Le daba el poder al líder de
los 88 de controlar la mente de quien quisiera por el tiempo que
quisiera. Usualmente este tiempo era hasta que la víctima muriera;
y éste no solía ser uno muy largo.
-"¿Por qué?"
-"Al poco tiempo de que te fueras, Aioria regresó de su misión de
Japón. En un principio estaba dispuesto a matarlos a todos e
incluso hirió a Shaina de Ophicus cuando intentó defender al
joven Pegaso. Pero algo pasó y Aioria cambió de idea. No solo
falló en asesinar a Saori Kido y a los Santos de Bronce traidores,
sino que se puso de su lado."
-"Él no haría eso."- Milo no estaba seguro de sus palabras.
-"Pues lo hizo. Supongo que tenía esperanza de demostrar la
inocencia de su hermano, pero al final acabó siendo casi tan malo
como él. Entró sin permiso al recinto del Patriarca y amenazó con
matarlo. Antes de que empezara la pelea, Shaka llegó y defendió a
su Santidad. Justo cuando iba a comenzar otra pelea de 1000 días
el Patriarca intervino con el Gen Rou Ma Ou. Por ahora Aioria está
relativamente bien, pero si recibe el golpe de un enemigo, el ken
del Patriarca hará que su mente sea dominada por completo. Una vez
que eso suceda no descansará hasta matar a su contrincante."
-"¿Y después de eso?"
-"Aioria regresará a la normalidad."
-"Y cuando lo haga y vea lo que hizo, su mente quedará hecha un
caos."- Miró hacia el Templo de Atena. –"Es un modo muy cruel por
parte del Patriarca para castigarlo."
-"Después de todo, Aioria intentó matarlo. A mí me parece que ha
sido afortunado."
-"¿De dónde has escuchado todo esto?"
-"Del mismo Shaka de Virgo, así que podrás ver que mi fuente es
totalmente confiable. Ahora que lo sabes, todo el Santuario está
enterado. El Patriarca solicitó que así fuera para evitar alguna
muerte innecesaria."
-"De cualquier modo agradezco tu advertencia. Hace muchos años que
una pelea entre el Santo de Leo y yo no termina a golpes, pero-"
-"Hay que estar listos para todo, Escorpio."- Cerró los ojos. –
"Sobre todo ahora. Pero de eso ya te hablará su Santidad cuando te
reportes."
Milo examinó el rostro de Aldebarán pero, al notar que de él no
sacaría más información, decidió retirarse.
De nuevo, no tuvo contratiempos hasta que se detuvo en la Casa de
los Dos Peces. Aún antes de salir del Templo, el aire ya estaba
cubierto por un intenso olor a rosas. Tan intenso, que era
difícilmente tolerable. Al salir de la Casa se encontró con
Afrodita regando uno de los rosales que ornamentaba la lateral del
último tramo de la escalera hacia la Diosa. Usualmente este tramo
estaba decorado por los rosales, pero éstos habían crecido mucho
en tan solo unos cuantos días.
-"¿Por qué tanto atavío, Piscis? ¿No te parece que has exagerado
con tu decoración?"
-"Considerando que apenas estoy empezando yo diría que no. En
menos de 24 horas toda esta escalera estará cubierta por mis Rosas
Sangrientas."- Sonreía entusiasta mientras señalaba con su mano
izquierda el pasaje que en menos de un día sería cubierto de
flores.
-"¿Felicidades?"
-"Solo espera a verlo, pequeño. Te aseguro que si un intruso
llegara hasta acá y subiera todas esas escaleras, acabará tan
envenenado que hasta una de las mancebas del Patriarca podría
capturarlo."
-"Ahora entiendo. Es casi una pena que no tendrás la oportunidad
de ver tu jardín de rosas en acción."
-"Lo sé."- Admitió desilusionado. –"Si no fuera porque sería
traición le pediría a todos los Caballeros que dejaran pasar a los
intrusos."
-"No quería creerlo pero supongo que es cierto. El Santuario se
prepara para un ataque ¿no es así?"
-"’Ataque’ no es la palabra que usaría."- Se hincó y tomó del
suelo unas gruesas tijeras con las cuales cortó una rosa
especialmente bella. –"Más bien suicidio. Me sorprendería que
llegaran más allá de la Cuarta Casa."
-"Creo que hasta ellos se sorprenderían. Por otro lado, tenemos
que estar listos para cualquier cosa."- Afrodita asintió.
-"Por eso estoy haciendo crecer estas rosas. Por si lo
ocurre. Ahora ve con su Santidad. Te ha estado esperando."
-"Aye. Suerte con las flores."- Con un ademán en
despidió del Santo de Piscis y siguió con su camino.
la
peor
mano
se
tiempo
en
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Finalmente has vuelto,
regresar ¿no es así?"
Escorpio.
Te
tomaste
tu
El Octavo Guardián permaneció hincado con la cabeza gacha, los
ojos cerrados y ambas manos recargadas sobre su rodilla izquierda.
-"Lo lamento, su Santidad. No sabía que deseaba que regresara
inmediatamente."
-"No lo deseaba en un principio, pero han ocurrido cosas que no
había planeado. Ahora me gustaría escuchar tu reporte."
-"Albiore de Cefeo
quedado vacía."
está
muerto,
señor.
La
isla
Andrómeda
ha
-"¿Mataste a todos sus aprendices?"
Milo no contestó inmediatamente.
-"Lo lamento, Señor. No puedo asegurarlo. Sé que maté a la
mayoría, pero puede que al descuidarme con Cefeo haya permitido
que uno o dos sobrevivieran."
-"Me sorprende de ti, Milo. Tus trabajos no suelen ser así de
inconclusos."
-"Suponía que Cefeo debía ser mi prioridad."
-"Tu deber no es el de suponer, Escorpio. Solo el de obedecer.
¿Tienes idea de lo que tu descuido podría ocasionarnos?"- Planeaba
seguir arguyendo en contra del Caballero, pero un agudo dolor en
la sien le obligó callar.
Milo cerró los ojos, esperando con nerviosismo el castigo del
Patriarca.
-"No tengo excusa, Señor."
-"Por tu bien espero que no haya habido sobrevivientes de la isla.
De lo contrario tendré que tomar medidas una vez que el Santuario
esté en paz de nuevo."
-"Le agradezco la oportunidad, mi Señor."
-"Supongo que ya te has enterado de lo ocurrido durante tu
ausencia."- El Patriarca cambió de tema, esperando que la punzada
en la sien se desvaneciera.
Milo arqueó la ceja izquierda.
-"He escuchado lo del Santo de Leo. Si se me permite decirlo, me
parece que su Santidad fue muy amable al dejarle con vida."- A
pesar de que su maestro había intentado inculcarle por todos los
medios la honestidad, el griego se encantaba de utilizar
mentirillas blancas para la diplomacia.
-"No lo hice por su bien. Es solo que aún me es necesario. Ahora
más que nunca. ¿Te han informado ya sobre los nuevos planes de
Saori Kido y sus partidarios?"
-"No precisamente, Señor. Al menos no del todo."
-"Se aproxima al Santuario. Parece ser que intenta derrocarme.
Además de sus cuatro Santos de Bronce principales, también creemos
que cuenta con el apoyo de otros seis, aunque hasta ahora
desconocemos sus paraderos. La Koree de Aquila ya se ha declarado
traidora. Ophicus será juzgada por mismo crimen en cuanto se
recupere de las heridas provocadas por el Santo de Leo."
-"¿Qué hay de Aries y los demás?"
-"Mü y Roshi se han unido en nuestra contra. Sagitario sigue sin
dueño y desaparecida. Como podrás ver, el Santuario y Atena corren
peligro. He declarado estado de alerta y nadie puede entrar o
salir del Santuario sin permiso. Por ahora solo nos queda esperar
a que Saori Kido llegue a Atenas."
-"Entiendo, Señor."
-"Retírate."
El Santo de Escorpio se puso de pie.
En
poco
más
de
un
día,
la
falsa
Atena
llegaría
a
Grecia.
Comentario de la Autora: Con la cigarra de Eos se refiere a
Titono. Para complacer a la Diosa, Zeus le concedió a éste el
deseo de tener vida eterna. Sin embargo, Titono olvidó pedir
juventud eterna. El hombre acabó tan anciano que Eos se compadeció
de él y lo convirtió en una cigarra, inspirándose en el cuerpo
seco y arrugado de su amante.
Hn... creo que no tengo demasiados comentarios. Una 'lista' puso
su bendita música en la biblioteca y no me deja concentrarme. -o¡Muchachos, si van a la biblioteca no pongan música! No importa
que esté muy, muy bajita, distraen a la gente que quiere
distraerse!
Capítulo 44:  (Víspera)
-"Buenas noches."
Camus cerró la puerta de la habitación de su alumno llevando
consigo una lámpara de alcohol que iluminaba el oscuro pasillo
frente a él. El día había resultado tranquilo y sin novedades,
como casi siempre. Esa noche planeaba disfrutar algo de su cava.
Aprovecharía también para releer las cartas que tan a menudo
recibía del Santo de Escorpio. Si acababa de buen humor (o si el
disfrute de su vino llegaba a ser ligeramente excesivo), tal vez
se atrevería a finalmente responderle.
No pasó demasiado tiempo para que se diera cuenta de que no podría
salirse con la suya esa noche. A lo lejos pudo sentir la presencia
de Perchik. El primo de Antoine iba a visitarles de cuando en
cuando, pero desde que su esposa Chava enfermó, las visitas
disminuyeron críticamente.
El Santo de Acuario caminó hacia una ventana, esperando que
aquellas dos personas pasaran de largo la cabaña. Sabía, sin
embargo, que había muy pocas posibilidades de que aquello
ocurriera. A los pocos minutos escuchó los jadeos y ladridos de
varios perros: no tardó demasiado en encontrar a la distancia el
trineo de Perchik. Caminó hacia la puerta y salió de la cabaña.
Una vez fuera, reconoció la imagen del hombre barbudo. A su lado
se encontraba un niño rubio de mirada perdida. Camus exhaló
sonoramente, sospechando la razón de la presencia del niño en
aquel lugar.
-"Buenas noches, Camus."- Finalmente Perchik detuvo el trineo. –
"Lamento llegar a esta hora pero me dijeron que este asunto no
podía esperar."- Tomó una maleta y la dejó sobre el hielo bajo sus
pies. Después se dirigió al niño. –"Aquí es donde tú te bajas,
muchacho."- El rubio asintió y obedeció.
-"¿No me piensas explicar esto, Perchik?"- Camus elevó su voz
denotando molestia.
-"Viene de Japón. Me dijeron que sabrías de qué se trataba."
-"Ya veo."- Así que aquel niño era el enviado de Mitsumasa Kido.
Hacía ya casi un año que estaba en Siberia, por lo que suponía que
no
recibiría
un
segundo
aprendiz.
Aparentemente
se
había
equivocado. –"¿De Japón dices?"- Observó al niño por unos
segundos. –"Ven."- El niño recogió su maleta y caminó hacia Camus.
Tiritaba mientras lo hacía. -"¿Cómo se encuentra Chava?"
-"No bien. Nada bien."- Sonrió con tristeza. –"Me voy. A Chava no
le gusta que deje a Nadezhda y a mi nieto solos."- En cuanto sus
perros le permitieron, el trineo dio vuelta y siguió una dirección
casi recta hasta perderse en la oscuridad.
-"¿Tienes frío?"- El niño negó con la cabeza. –"Mentiroso."- Entró
a la cabaña y el niño le siguió. –"¿Cuántos años tienes?"
-"Ocho."
-"Al menos me tocó uno callado."- Le quitó la maleta de las manos
y tomó la lámpara que había dejado en un buró. Caminó hacia la
habitación de Isaac, asegurándose de que el niño le siguiera. –
"Soy Camus, Santo Dorado de Acuario. Si eres lo suficientemente
digno, seré yo el que te nombre uno de los guardianes de Atena."-
Abrió la puerta del cuarto, cerciorándose de hacer mucho ruido. –
"Levántate, Isaac. Sé que estas despierto."
El niño obedeció y agachó el rostro.
-"Lo lamento, señor."- La curiosidad le llevó a levantarse y a
asomarse fuera de su habitación, esperando escuchar lo más posible
de la conversación entre su maestro y los visitantes.
-"Este es tu nuevo compañero. Entrenarán juntos por la Armadura de
Cygnus. ¿Entiendes?"
-"Sí, señor."
-"Descansen ahora. Mañana iremos al pueblo a comprar otro colchón
y una base."- Iba a dar media vuelta, pero recordó que algo se le
olvidaba. –"¿Cuál es tu nombre?"
-"Kido Hyoga."
Camus frunció leve y fugazmente el ceño.
-"¿Kido es nombre o apellido?"
-"Apellido."
El Caballero de Acuario no entendió muy bien lo que ocurría, pero
por el momento optó por no darle importancia.
-"Será mejor que te olvides de él, Hyoga. Te hará más daño que
bien."
No recibió respuesta.
Camus permaneció debajo del marco de la puerta hasta que el recién
llegado se acomodó a un lado de Isaac en la cama. Cuando el niño
hizo esto, notó un rosario escapándose de la camisa que antes lo
ocultaba.
En ese instante, Camus se dio cuenta de que el niño le traería más
de un problema.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Su Santo de
Ilustrísima."
Plata,
Tramy
de
Sagita
a
su
servicio,
su
El joven egipcio se hincó ante su Señor con los nervios de punta.
Nunca había tenido el ‘honor’ de ser convocado por el Patriarca y
ahora que sucedía, tan solo podía pensar en las miles de razones
por las cuales había sido enviado llamar. Pocas de ellas eran
buenas.
-"Tramy, he escuchado que tu técnica puede engañar hasta el más
astuto de los Santos de Plata."
-"No me atrevería a presumir de tanto, mi Señor; pero le aseguro
que mis ilusiones nunca me han fallado."
-"¿Crees que podrían engañar a unos Caballeros de Bronce?"
-"Por supuesto, Señor."
-"Verás, Tramy, hace poco he recibido una carta en donde Saori
Kido exige una audiencia conmigo."
-"No pretenderá acceder a esto, ¿o sí, su Santidad?"
-"Claro que no. Pero según nuestros informantes, la falsa Atena
llegará aquí mañana en la mañana. Tramy, tú les recibirás y
matarás a Saori."- De entre sus ropas sacó una flecha dorada y se
la extendió. –"Lanza esto directamente a su corazón. No la matará
inmediatamente sino que se hundirá en ella a lo largo de 12
horas."
-"Sí, Señor."- Optó por no cuestionar a Arles. –"¿Qué hay de los
traidores? ¿Debo matarlos?"
-"No. Han probado ser demasiado para los Santos de Plata. Diles
que tendrán 12 horas para salvar a su señora. Diles que solo yo
podré retirar la flecha, pero para que acceda a ello tendrán que
cruzar las 12 Casas."
-"Así lo haré, señor."
-"Más te vale no defraudarme, Tramy."
-"Le juro por mi vida que haré como Usted ordene."
-"Que así sea."- Arles señaló despectivamente hacia la puerta. –
"Retírate."
Tramy salió de la habitación con la flecha dorada en la mano. Sus
nervios aún no habían sido calmados.
-‘Has armado un buen plan. Debes estar orgulloso.’
Saga de nuevo. ¿Acaso nunca se rendiría? Bueno, posiblemente lo
haría mañana.
-"Esta vez no hay espacio para fallas."
-‘Dime. No estarás pensando que realmente podrás matar a Saori
Kido, ¿o sí?’- El Santo consideró las acciones de Arles. -‘¿De
dónde sacaste esa flecha?’- Arles no contestó. –‘Esa flecha solo
podría hacerle daño a Kido si…’
-"Si estuviese
adivinarlo?"
bendecida
por
algún
Dios.
¿Era
tan
difícil
-‘Incluso así tomaría medio día para acabar con ella. Mientras
haya esperanza, sus Santos de Bronce pelearán por ella.’
-"Deja que peleen. Solo así podré matarlos."- Hubo silencio y
Arles notó la inquietud en Saga. –"Te estás preocupando demasiado.
¿Temes porque finalmente te has dado cuenta de que voy a salirme
con la mía?"
-‘¿Por qué haces esto?’- Fue solo un susurro. De no haber sido por
el interés de Arles, posiblemente éste no hubiera alcanzado a
escuchar la pregunta.
-"Zeus, Poseidón y Hades ya han gobernado por suficiente tiempo.
Es hora de que Zeus y sus Hermanos compartan el mismo destino que
Cronos y Urano; ¿qué mejor lugar para comenzar su derrota que
desde la Tierra?"
-‘Ese territorio le pertenece a Atena.’
-"Exacto. Ella ya me ha estorbado demasiado."
-‘Es el deseo de Zeus que Atena rija a los humanos.’
-"¿Qué sabría Él sobre lo que la Tierra necesita? Ha pasado
demasiados milenios en el ocio, dedicándose tan solo a recibir los
placeres de las ninfas. Atena por su parte se ha vuelto demasiado
humana. Su amor hacia los hombres la ha hecho débil y alguien
débil no puede proteger a la humanidad."
-‘Tú no deseas protegerla, solo quieres sumirla en la miseria.’
-"Eres muy ingenuo si crees que los humanos necesitan de mi ayuda
para eso. Conquistar la Tierra será mi modo de protegerla. Los
humanos no necesitan a un Dios benevolente o a uno impasible. Haré
que sea a mí al que necesiten sin importar lo que tenga que hacer
para lograrlo."
-‘No tienes derecho a matar inocentes.’
-"Nadie culpó a Neoptólemo cuando arrojó a Astianacte desde las
murallas de Ilión."
-‘Andrómaca lo hizo.’
-"Dándole tres hijos."- Rió. –"Otra prueba de que la definición
del bien es elegida solo por el que tiene el poder de hacerlo.
Ahora vuelve a tu descanso, Saga. Mañana se sabrá la conclusión de
la obra en la he trabajado durante 13 años. Entonces me dirás cuál
de los dos tenía razón."
Saga, resignado, decidió esperar.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Hacía mucho tiempo que no te veía mirando en esa dirección."
El Santo de Escorpio llevaba más de media hora en la misma pose:
los brazos cruzados, el ceño fruncido y una mirada totalmente fija
en la Tercera Casa. Ni siquiera al sentirse en la mira de Camus
dejó de prestar atención al Templo de los Gemelos.
-"Creí que vendría."
-"Yo también."- Alzó los hombros. –"Puede que aún lo haga. Según
he oído, Saga no es precisamente una persona puntual."
-"No, pero yo esperaba que fuera más responsable. Me es difícil
creer que el hombre que me hacía dar cincuenta vueltas más al
coliseo por cada minuto de retraso no se presente en la víspera de
un ataque."
-"Puede que no esté informado."
-"Si aún tiene ojos y oídos está informado, eso te lo puedo
asegurar."- Dudó en continuar. –"¿Por qué lo defiendes? No es tu
estilo."
-"Porque creo que si te logro convencer
regresarás al interior de tu Templo."
de
que
está
bien,
-"No. Esperaré unas horas más."
-"No pienso hablar contigo de este modo. Vayamos adentro. Aún aquí
me llega la peste de las rosas de Afrodita."
Milo, molesto, dejó su vigía. Aquello no era algo que necesitaba
en esos momentos. Tenía demasiadas cosas en mente como para
aunarles las penas del Santo de Acuario.
-"¿Cómo estás?"- Comenzó Escorpio apenas se sintió cubierto por el
techo de su Casa. –"Supongo que bien, claro. Solo vienes a
visitarme cuando estas tranquilo y feliz."- Sarcasmo. Tal vez con
él hartaría a su visitante y éste se retiraría.
-"Mi alumno morirá mañana."
-"Ya no estoy tan seguro de eso."
-"¿No? Para no hacerlo tendría qué cruzar las 12 Casas. Sabes tan
bien como yo que ningún invasor lo ha conseguido."
-"No entierres a Hyoga antes de ver su cuerpo, Ankou. Es de mala
suerte."
-"No entiendes…"
-"Lo hago. Créeme."
-"¿Cómo podrías? Siempre has sido demasiado egoísta
siquiera interesarte en el bienestar de un aprendiz."
como
para
-"Uno no solo lamenta la muerte de los discípulos. Comprendo la
frustración que estás sintiendo porque la he experimentado; y para
como lo veo, creo que eres afortunado. Al menos tú aún puedes
hacer algo al respecto."
-"¿Como qué?"
-"No sé… puedes ir a detenerlo. Puedes suplicarle misericordia a
Arles. ¡Incluso puedes aliarte a Hyoga! Tienes muchas opciones.
Seguro que una de ellas te servirá."
-"Casi todas ellas me convertirían en traidor."
-"Si realmente quieres salvar a Hyoga eso no será importante. Haz
lo que creas que sea mejor. Yo no puedo ayudarte. Tan solo
permíteme aconsejarte a que esperes hasta mañana. Siempre pueden
ocurrir sorpresas."
-"Lo dudo, pero tal vez tengas razón. Esperaré a mañana. Entonces
actuaré como la situación lo apremie."
-"Incluso en estos momentos hablas raro, Ankou."
-"Para todo esto… ¿qué es un Ankou?"
-"¿Después de tantos años lo preguntas?"
-"Apenas ahora me ha dado curiosidad."
-"Es un espíritu que vaga por Gran Bretaña."- Disminuyó el volumen
de su voz. –"Se dice que cada vez que uno le ve es porque él o uno
de sus seres queridos pronto morirá."
-"¿Por qué Ewan me llamó así?"
-"No lo sé. Tal vez porque te consideraba demasiado serio. ¿Te
molesta?"
-"Algo. Creo que ya no deberías de llamarme así."
-"¿Y cómo te digo ahora?"
-"Piénsalo y cuando se te ocurra algo, avísame."- Miró hacia la
salida del Templo.
-"¿Ya te vas?"
Camus asintió.
-"Ya anocheció. Además, sé que en estos momentos mi presencia no
te viene muy en gracia. Te dejo para que puedas seguir mirando
hacia la nada. Nos vemos mañana."
-"Mañana."
Milo dio media vuelta y retomó su puesto como vigilante de la
Tercera Casa.
Desconocía por completo que a la misma hora del día siguiente,
todo habría cambiado.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"No debí permitirle a Nadezhda que te diera esa cosa."- Hyoga
leía un libro de pasta negra frente la chimenea. Isaac se había
ido a dormir hacía ya varias horas, pero el rubio decidió quedarse
frente al fuego, leyendo la Biblia que le regalaron ese mismo día.
–"Supongo que no la estás leyendo debido a su calidad literaria ¿o
sí?"
-"Mama me leía el libro. Me recuerda a ella."
-"¿Crees en ese Dios, Hyoga?"
-"¿Usted no, maestro?"- Preguntó con verdadera sorpresa.
-"Claro que no. Aceptarlo sería negar a Atena."
-"Yo creo que Atena es un Arcángel."
-"No te atrevas a desacreditar tanto a la Diosa. No permitiré
semejante blasfemia de mis discípulos."- El niño no entendió del
todo pero se disculpó y cerró el libro. –"Voy a dormirme. Tú hazlo
cuando quieras pero mañana en la mañana no consentiré retrasos."
Hyoga asintió y abrió el libro nuevamente.
-"Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y
dijo a Labán: ¿Qué trasgresión es la mía? ¿Cuál es mi pecado, para
que con tanto ardor hayas venido en mi persecución?"
Comentario de la Autora: Ungh... un capie... no sé. Me costó
trabajo. No demasiado, pero me costó trabajo. Sobre todo la
conversación entre Saga y Arles. Astianacte es el hijo de Héctor y
de
Ándrómaca.
Neoptólemo
es
el
hijo
de
Aquiles.
Hn... creo que eso es todo. Mmmm... si... ^^ gracias y que tengan
un buen día.
Capítulo 45:  (Decisiones)
-‘¿Aldebarán?’
El día tan esperado por los habitantes del Santuario llegó. La
falsa Atena entró a terreno sagrado utilizando un no muy ortodoxo
jet
que
acabó
aterrizando
convenientemente
en
el
coliseo
principal. Justo en esos momentos, el Santo de Sagita se encargaba
de darle la ‘bienvenida’ a los traidores.
-‘Aldebarán de Tauro.’
El Segundo Guardián tenía la mente demasiado ocupada como para
haber notado la voz que pronunciaba su nombre con necedad. Le tomó
tiempo reconocer al dueño de la voz y de concentrar su cosmo para
poder iniciar la conversación mental que el Santo de Virgo
pretendía.
-‘Disculpa, Shaka.’
-‘Descuida. Esperaba que tu mente estuviera más en la Primera Casa
que en la Segunda. ¿Puedes verlo?’
-‘No, pero puedo sentirlo. La Casa del Carnero Blanco tiene a su
Guardián de regreso.’
-‘Ustedes eran amigos. ¿No te ha informado de los motivos de su
regreso?’
-‘Somos amigos y aún así no se ha dignado en venir a saludarme’
-‘Debe de estar nervioso. Muchos lo están.’
La conversación fue interrumpida por la sensación de varios cosmos
acercándose a las 12 Casas.
-‘Los ha traído muy cerca. ¿Qué pretende el Santo de Sagita?’
Apenas Tauro comunicó esto cuando hubo una repentina explosión de
energías en la entrada de los Doce Templos. Sagita sacrificó su
vida con tal de herir a Saori Kido.
-‘Lamento haber interrumpido tus meditaciones, Aldebarán. Quería
estar totalmente seguro de que Mü de Aries estaba de vuelta en
Atenas. Prestemos ahora atención a nuestros visitantes. Tú serás
el primero en enfrentarse a ellos.’
-‘Lo sé.’
Aldebarán habló más al aire que a Shaka, cosa que de cualquier
forma careció de importancia, ya que el segundo cortó la conexión
entre ellos justo cuando pronunció su última palabra.
Un seco sonido se escuchó en todos los Templos. A su derecha, el
Santo de Tauro vio cómo las luces del Reloj de Fuego se encendían
una tras otra. Doce horas. Los traidores tendrían medio día para
llegar hasta el Templo de Atena. ¿Qué ocurriría una vez que ellos
llegaran ahí? Aldebarán lo ignoraba aunque, de todos modos, era
totalmente imposible que los invasores llegaran más allá de la
Quinta Casa.
Al sentirse de nuevo solo, el Santo de Tauro se sentó con las
piernas y brazos cruzados. Su mirada se mantuvo fija en la Primera
Casa e incluso a la distancia pudo ver pequeñas manchitas
moviéndose con rapidez hacia el interior del Templo. Finalmente,
Mü de Aries hizo su aparición. Aldebarán optó por cerrar los ojos
para poder ver en su mente lo que ocurría. Mü atacó a los
traidores pero solo para apaciguar sus desbocados cosmos. A los
pocos minutos, la Casa de Aries volvió a la tranquilidad que
siempre había tenido.
-"Así que nos has traicionado, amigo."- Aldebarán no estaba del
todo sorprendido. –"Me gustaría saber la razón."- Conocía bien al
Caballero de Aries y sabía que él nunca haría nada en contra de la
Diosa. Sin embargo ahí estaba ahora: arreglando las Armaduras de
Bronce de los que se habían levantado en Su contra. ¿Qué le había
impulsado a hacerlo? Aldebarán temía recibir una respuesta.
Se mantuvo en silencio durante muchos minutos hasta que decidió
abrir los ojos para confirmar cuánto tiempo había transcurrido
desde la llegada de los intrusos. El Fuego de Aries había sido
consumido al menos desde hacía un par de minutos. Aldebarán se
puso de pie y caminó hacia el interior de su Templo. Si conocía a
Mü bien, y lo hacía gracias a las visitas clandestinas que solía
hacerle, éste pronto acabaría de arreglar las cuatro Armaduras de
Bronce.
Aquello quería decir que no faltaría demasiado para que Dragón,
Andrómeda, Cygnus y Pegaso llegaran a su Casa.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Death Mask estaba inundado de emoción al sentir a través de su
cosmo todo lo que ocurría en la Casa de Tauro. Era como si
estuviera leyendo un libro. Además, aquel texto era uno que le
parecía bastante entretenido. Los Santos de Bronce peleaban con
coraje pero sin habilidad. Sus técnicas eran demasiado pobres como
para siquiera pretender infringirle un poco de daño al Guardián
que se jactaba de tener la mayor fuerza física de los 12.
Aldebarán no acabó con sus enemigos inmediatamente, por lo que
Cáncer supuso que se estaba divirtiendo con ellos. Pasaron varios
minutos y Death Mask notó que la actitud de Tauro no era
precisamente motivada por diversión; era la curiosidad la que
hacía que el brasileño evitara matar a los Santos de Bronce. Gran
fue la sorpresa del Cuarto Guardián al ver al Santo de Pegaso
salir de la Segunda Casa.
-"Ammàzzete, Toro!"- Sonrió
en China se había quedado
enviando al desafortunado a
que agradecerte por haberme
con mucha alegría. Desde lo acontecido
con ganas de una batalla. Disfrutaría
la entrada del Hades. –"Después tendré
dado este regalo."
Cáncer esperó a Pegaso durante unos minutos y justo cuando se
cansó de hacerlo, los otros intrusos salieron de la Casa de Tauro.
Aldebarán también dejó pasar a Dragón, Andrómeda y a Cygnus. Una
sonrisa torcida apareció en su rostro. Apenas y podía esperar a
que los traidores cruzaran la Casa de Géminis.
¿Quién diría que Shiryu de Dragón había estado en lo correcto
cuando le dijo que volverían a enfrentarse?
Entonces, cuando Seiya entró a la Casa de Géminis, ocurrió algo
que absolutamente nadie se esperaba: un cosmo comenzó a elevarse
desde el Tercer Templo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Saga había vuelto.
La impresión de Milo de Escorpio era grande. A pesar de que se
mantuvo alerta durante horas esperando a que el Guardián de la
Casa de los Gemelos hiciera su aparición, ya había perdido toda
esperanza de que lo hiciera. No se sorprendió demasiado al ver
como Pegaso falló al intentar cruzar el Templo. Saga había
convertido a la Casa de Géminis en un laberinto. Incluso para un
Santo Dorado, las ilusiones del Santo de Géminis eran difícilmente
reconocidas. Posiblemente Shaka de Virgo era el único que podía
descubrirlas inmediatamente; era obvio que alguien como Pegaso
caería fácilmente en el truco.
Milo no alcanzaba a ver con claridad, pero supo cuándo Hyoga y los
otros dos traidores que le acompañaban llegaron a lado de Seiya.
Intentaron cruzar el Templo de Saga una vez más y, de nuevo,
fallaron. El Octavo Guardián rió en alto al ver el nuevo truco de
su amigo. Con su poder mental, Saga creó la ilusión de una segunda
Casa de Géminis. El grupo de 4 muchachos se separó en dos para
abarcar ambos Templos al mismo tiempo.
-‘Pobre Cáncer. Debe de estar muy molesto. Ahora que Saga ha
vuelto seguramente no tendrá la oportunidad de pelear en contra de
los intrusos.’- Milo se equivocó. Dragón y Pegaso salieron del
Templo de Géminis con bastante rapidez. Posiblemente alguno de
ellos no cayó en el truco del Templo doble. –‘Eso solo deja a
Andrómeda y a Hyoga.’- El Santo de Escorpio volteó su rostro hacia
Acuario. Alcanzó a ver a Camus asomándose con intriga hacia la
Segunda Casa. –‘Vamos, Géminis. Acaba con esto ahora.’
A Milo le pareció como si Saga hubiera leído su mente, pues a los
pocos segundos, pudo sentir al cosmo de Hyoga desaparecer.
Probablemente Saga lo mandó a otra dimensión con su técnica.
Aquello fascinó al Santo de Escorpio. Con Hyoga desaparecido se
sentía mucho más tranquilo. Claro, tendría que aguantar la
melancolía de Camus por mucho rato, pero con el tiempo su tristeza
se desvanecería. Hyoga pronto no sería más que un recuerdo. –
‘Ahora falta Andrómeda.’
El tiempo siguió pasando. Por alguna extraña razón las técnicas de
Saga no podían en contra del Santo de Bronce. El Guardián dejó que
el traidor cruzara su Casa.
-‘Esto es demasiado raro.’- Acomodó su cabello con la mano
derecha. El viento había comenzado a soplar con mucha fuerza y lo
despeinaba.
-"Es extraño que Saga les haya dejado pasar, ¿no te parece?"
-"Me parece más extraño que estés aquí, Camus de Acuario. Aunque
supongo que no has venido a visitarme."
-"Hyoga ha caído en Libra."
-"¿Qué?"- Milo estuvo tan seguro de que el Caballero del Cisne
había sido asesinado que no reparó en la sutil energía que ayudó a
Hyoga a salir del Limbo una vez que el Santo de Géminis calmó su
cosmo. –"¿Tú hiciste esto? ¿Tú lo mandaste a Libra?"
-"No fue muy difícil. Saga también estaba seguro de que Hyoga
había muerto y se descuidó."
-"¿Qué harás?"
-"Iré a detenerlo."
Milo vio a Camus seguir su camino hacia la Séptima Casa.
No quiso detenerle ni cuestionarle.
El Santo de Acuario finalmente había tomado una decisión.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Cómo ocurrió esto?"- Arles caminaba de un lado a otro en el
Palacio del Trono. –"Camus de Acuario. ¿Cómo te atreviste a mandar
a tu discípulo a Libra?"- Su voz se alzaba casi en un grito. –
"Saga tenía razón. Debí de haberte regresado a Siberia."
Arles no tenía ni la más mínima idea de los planes de Camus. Tenía
miedo de que éste decidiera ayudar a su alumno a llegar hasta el
Templo de Atena. Suspiró sumamente aliviado al sentir cómo la
pelea de Libra comenzaba.
Acuario no había traicionado al Patriarca, tan solo deseaba
detener a su alumno sin importar el precio. Si era necesario lo
mataría. Incluso eso sería mejor a que lo matara cualquier otro
Santo Dorado.
La pelea no duró demasiado. El alumno aún no había alcanzado el
nivel de su maestro ni mucho menos. A los pocos minutos, el Santo
de Cygnus estaba encerrado en un ataúd de hielo.
-"Buen trabajo, Camus."
Arles rió.
El Fuego de la Casa de Géminis se había apagado y la batalla en
Cáncer estaba por dar comienzo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Dónde estás?"
Afrodita de Piscis, a diferencia del resto de los Caballeros de
Oro, no les prestaba demasiada atención a los intrusos. Al menos
no lo hizo hasta que éstos entraron a la Casa del Cangrejo. Dragón
y Pegaso fueron los primeros en llegar. Death Mask dejó pasar al
segundo, seguramente esperando dedicarse exclusivamente al alumno
del Santo de Libra. Lo mandó a la entrada del Hades con facilidad,
pero el muchacho de algún modo escapó de la muerte. Cáncer lo
mandó de nuevo al Seki Shiki y esta vez lo siguió para asegurarse
de que no saliera.
-"Regresa… ya has estado demasiado tiempo ahí."
El Fuego de Cáncer no tardaría en apagarse y el Cuarto Guardián
aún no regresaba. ¿Qué podía ser lo que lo mantenía ahí? Afrodita
se vio forzado a detener su trabajo de jardinería al notar que sus
manos temblaban demasiado. Las tijeras que estaba sosteniendo con
la mano derecha cayeron.
Cientos de energías comenzaron a salir del Templo Cáncer.
Piscis no quiso voltear hacia el Templo. Se mantuvo en su posición
varios segundos hasta que una pequeña lucecita azulada pasó a su
lado izquierdo para luego comenzar a ascender hacia el cielo. El
Santo corrió a la entrada de su Templo e intentó divisar la Casa
de Cáncer. Le fue fácil identificar la oleada de luces saliendo
del Templo. Algunas comenzaron a vagar por las 12 Casas; la
mayoría se dedicó a elevarse hasta perderse entre las nubes.
-"¿Dónde estás?"- Repitió incesantemente para sí.
Todas esas almas que escapaban habían sido las capturadas por el
Caballero de Cáncer. Con su poder las había mantenido lejos del
Hades y el hecho de que hubiesen sido liberadas solo podía
significar dos cosas: o Death Mask las había dejado ir o...
-"Estás muerto ¿no es así?"
Afrodita cerró ambos puños con fuerza y apretó los dientes.
¿Dragón había matado a Cáncer? Seguramente no. Al haber ido al
Seki Shiki, Death Mask se había dirigido hacia su propia muerte.
Entró a un territorio lleno de enemigos: las almas que él mismo
había mantenido cautivas. Éstas seguramente se encargaron de
arrojar a Death Mask al Inframundo. ¿Y cómo no? Aquel hombre les
torturó por años. No tenían por qué tenerle misericordia.
Solo el cosmo de Dragón regresó a Atenas.
-"Estás muerto."
El par de lágrimas provenientes del Santo de Piscis fue llevado
por el viento.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-‘El alma de Death Mask ha llegado al Hades. Deberá de esperar
varias horas antes de que pueda cruzar el Aqueronte.’
Shaka llevaba horas en posición de flor de loto. Aquello era
bastante normal en él, pero a diferencia de las ocasiones
anteriores, en ese momento no se dedicaba a meditar.
La muerte de Death Mask había sido algo inesperado pero, a final
de cuentas, él mismo se dirigió a su propia perdición. Tomó las
decisiones equivocadas y por eso ya no formaba parte del mundo de
los vivos. Era casi una pena.
-‘Ahora es momento de preocuparnos por lo que acontece en la Casa
del León.’
Pegaso fue el que se enfrentó en contra el Santo de Leo. Debido al
golpe del Patriarca, Aioria estuvo dispuesto a asesinar a Seiya
desde un principio. Aún así, la pelea se alargó lo suficiente como
para darle la oportunidad a un nuevo intruso de llegar a las 12
Casas. Shaka desconocía de quién se trataba, pero definitivamente
resultó ser un aliado para los traidores, aunque su única misión
fue la de morir en manos de Aioria. Al hacer esto, el control de
Arles sobre el Santo desapareció y Pegaso pudo seguir adelante.
Andrómeda y Dragón no tardaron en alcanzarlo. La siguiente Casa
que visitarían sería la de Virgo.
El cielo se había oscurecido por completo debido a la lluvia que
se avecinaba.
Shaka escuchó un trueno y reunió su cosmo.
Le daría la merced a sus próximos visitantes de recibirlos con una
ilusión del Elíseo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Espero que escuches los consejos del Caballero de Leo, Shiryu."
A pesar de la distancia, Dohko de Libra escuchaba todo lo que
ocurría en Atenas. Ya llevaba 260 años en China y, aunque no era
la primera vez que dudaba en permanecer ahí, estaba totalmente
dispuesto a salir en ayuda de los jóvenes de Bronce.
-"No. No puedo."
Se reprochó a sí mismo en voz alta. No debía desobedecer las
órdenes de la Diosa. Lo único que podía hacer era permanecer
quieto en la oscuridad de los Cinco Picos de Rozan y apoyar a sus
amigos desde ahí.
Un fuego que hacía mucho tiempo que no sentía, ardió en su pecho.
Si tuvo miedo de lo que el Santo de Cáncer pudiera haber hecho,
ahora que los jóvenes se enfrentaban en contra de Shaka, Dohko
estaba a punto del colapso nervioso.
El Santo más cercano a ser un Dios. ¿Cómo unos simples novatos de
Bronce podrían vencerle? Era imposible, claro. En menos de cinco
minutos, Pegaso, Andrómeda y Dragón quedaron inconscientes por el
poder aparentemente ilimitado de Shaka.
Dohko oró a la Diosa y sus ruegos fueron escuchados. Había un
quinto Santo de Bronce que peleaba por Saori Kido, pero éste no se
presentó antes debido a que estaba reponiéndose de unas heridas en
la Isla Kanon. Ikki de Fénix llegó a salvar el día para sus
hermanos de Bronce. Su resistencia era admirable y su necedad lo
era aún más. Incluso a Shaka de Virgo le sería difícil vencerle.
El Fuego de la Casa de Virgo se consumió por completo. En
contraste, el cosmo del Santo de Fénix se incendió. Atrapó a Shaka
y, con la poca energía restante que tenía, lo mandó a él y a sí
mismo lejos del Santuario. Tal vez, incluso, lejos de su
dimensión.
Shaka
no
estaba
muerto
pero
sí
desaparecido.
Probablemente le tomaría mucho más de una hora ubicarse y unas
cuantas más reunir su energía para regresar a Atenas.
Libra suspiró, mas no de alivio. Los Santos de Bronce ya habían
cruzado la mitad de las Casas, aunque al hacerlo consumieron la
mitad del tiempo que tenían. Las esperanzas de que Saori Kido
sobreviviera se iban desvaneciendo al mismo ritmo que lo hacían
las flamas del Reloj de Fuego.
Sin embargo, aún con todo su poder, hubo algo que Dohko de Libra
no pudo ver y esto fue la momentánea arcoíris que apareció en el
cielo del Santuario cuando Shaka desapareció.
Después de todo, aún quedaban seis horas.
Comentario de la Autora: Hn... no sabía si subir este capítulo o
no. Lo subí no tanto porque considerara que la historia lo
necesitaba sino porque si no lo hacía me hubiera tardado aún más
en actualizar. Trabajé mucho en este capítulo y en el siguiente
tratando de hacer el relato de las 12 Casas lo mejor y lo más
ameno posible, pero a la hora de revisarlo noté que no quedé
totalmente conforme con él. De cualquier modo espero que les haya
agradado (o que no lo hayan odiado).
Cuando Shaka dice que DM deberá esperar para poder cruzar el río
se refiere a que no podrá hacerlo sino hasta que realicen su
funeral.
Eso es todo. Gracias y que tengan un buen día.
Capítulo 46:  (Sedición)
¿Era cierto? ¿Acaso Shaka de Virgo podía ser vencido?
Más que el regreso de Saga o que la muerte de Death Mask, fue la
desaparición de Shaka lo que le dio la advertencia a los
sobrevivientes de lo que ocurría no era algo normal.
Desde donde estaba, Aioria de Leo no podía ver el Reloj de Fuego.
Apenas estaba acabando de tallar en la cruz de madera el nombre de
Cassius: el Santo de Leo lo había matado sin reparos y ahora que
había recobrado su conciencia no podía sentirse peor. ¿Cómo es que
no pensó que algo así podía ocurrir? Toda su vida había obedecido
a sus impulsos, pero apenas ahora se sentía culpable por ello. Tal
vez, de haberse calmado antes de ir a ver a Arles, hubiera logrado
un acuerdo sin la necesidad de que se derramara tanta sangre. Ó
tal vez no.
Por otro lado, no era él el único traidor.
-"Marin."- Murmuró.
Desde que ésta fue enviada a pelear en contra de los Santos de
Bronce no la había visto. ¿Estaría bien? Al menos no estaba
peleando a lado de Pegaso y los demás. Suficiente tenía Aioria
preocupándose por ellos.
Terminó de tallar el nombre y se puso de pie, sabiendo que era
hora de regresar a las 12 Casas.
-"Tardaste mucho, Aioria."- Éste no le contestó al Santo de Aries.
No estaba de humor para hablar con nadie. Su mente estaba tan
turbada que tardó unos segundos en tornar su mirada hacia el piso
en donde cierta niña estaba recostada. –"Me parece que ya la
conoces."
-"¿Cómo pudo un Santo de Plata hacer esto?"- Se refirió
supuesto a la flecha dorada enterrada en el pecho de la joven.
por
-"No lo sé. Yo tampoco lo entiendo."- De repente, la tierra tembló
y un fuerte cosmo fue sentido en la Séptima Casa. –"La Armadura de
Libra. Roshi ha permitido que Shiryu la use para intentar liberar
a Hyoga del ataúd de hielo."
-"¿Eso quiere decir que la Armadura de Libra ha estado en el
Santuario desde siempre?"- Mü asintió. –"Arles debe de estar aún
más molesto ahora."- Sonrió un poco. –"¿Crees que puedan liberar a
Cygnus?"
-"La Armadura de Libra es poderosa. Creo que podrán."
Aioria asintió sin sentirse muy convencido y siguió con su camino
hacia la Quinta Casa. No deseaba seguir viendo el cuerpo
aparentemente sin vida de Saori.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Era ya la quinta vuelta de Camus alrededor de su Templo cuando el
Fuego de Libra terminó de consumirse. El siguiente turno sería el
de Milo de Escorpio.
¿Pero eso qué importaba ahora que Hyoga permanecía inerte en la
Casa de Roshi? Ni siquiera las armas de la Armadura de Libra
serían suficientes para liberarlo de su tumba. O al menos eso era
lo que Camus quería creer. Dejó de prestarle atención a su alumno
y se concentró en la Casa de Escorpio.
Dragón y Pegaso llegaron primero, aunque en menos de cinco minutos
terminaron en el suelo gracias al ataque de Milo. Justo cuando
todo pareció terminar para Saori Kido y sus seguidores, ocurrió un
milagro (o una maldición para como Camus lo vio): Hyoga escapó del
ataúd de hielo. No solo eso, sus fuerzas habían sido renovadas y
ahora estaba totalmente dispuesto a pelear en contra del
Escorpión. Éste, justo como Camus temía, no dudó ni un instante en
aceptar el reto.
Por una razón que Camus no pudo comprender del todo, Milo dejó
pasar a Pegaso, a Dragón y al inconsciente Andrómeda. La pelea
entre Escorpio y Cygnus sería uno a uno.
Para la media hora, Hyoga había recibido catorce golpes por parte
de Milo.
Catorce.
La técnica del Escorpión requería que su enemigo recibiera quince
para que la muerte fuera definitiva. Justo cuando el Santo de
Acuario creyó que Hyoga moriría, Milo comenzó a alejarse de él,
perdonándole la vida.
-‘Métete en tus propios asuntos, Milo. ¡Y lo mismo tú, Camus!’- El
corazón del Santo de Acuario aceleró su ritmo al escuchar
semejantes palabras por parte de Hyoga. Su aprendiz vertía sus
palabras en su mente para con ello tratar de hacerle entender que
no se iba a rendir. -‘¿Por qué insisten en mantenerme lejos del
combate de mis amigos? ¿Por qué debo de permanecer aislado sin
poder ayudarles?’- ¿Por qué? La respuesta era simple para Camus:
él era demasiado débil. Eso se lo había demostrado en la Casa de
Libra. Pelear equivaldría a morir ¿por qué seguía insistiendo en
ello? –‘Incluso sin mis cinco sentidos seguiré luchando hasta el
final.’
¿Así que hasta el final?
-‘Camus.’- Milo de Escorpio era ahora el que hablaba. –‘¿Escuchas?
¿Escuchas desde la Casa de la Urna lo que pasa? Este muchacho ha
tomado el que yo perdone su vida como un terrible insulto.
Prefiere perder su vida en combate, justo como lo haría un buen
Caballero, así que voy a combatir con Hyoga tal y como él desea
que lo haga. ¿Entiendes, Camus?’
-‘Milo…’- No entendía por qué el Escorpión insistía tanto. Desde
un principio el Santo de Acuario supo que su amigo no le
perdonaría la vida Hyoga. No era necesario que se disculpara. ¿Por
qué Milo consideraba que lo era? ¿Tanto era su sentimiento de
culpa? Milo de Escorpio no era una persona que soliera excusarse:
Esta no debía ser la excepción. –‘Debo felicitarte por apreciar la
capacidad de alcanzar la grandeza que tiene Hyoga.’
No le dijo más a Escorpio. Dejaría
procedieran como mejor lo consideraran.
Hubo un último ataque en el Octavo
haber sido el final para Hyoga,
hemorragias y le regresó sus cinco
entendiera lo que había ocurrido,
tambaleándose del Octavo Templo.
que
tanto
Hyoga
como
él
Templo y aunque ese debió de
no lo fue. Milo detuvo sus
sentidos. Antes de que Camus
el Caballero de Cygnus salía
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Conque el Escorpión también les ha dejado pasar..."
Shura recorría con sus dedos los pliegues del vestido de la
estatua de Atena ubicada dentro de su Templo. Las traiciones de
Aries, Tauro y Leo no habían sido sorpresa, pero las acciones de
Saga de Géminis y de Milo de Escorpio habían resultado ser
bastante interesantes. No importaba. Todos ellos recibirían su
castigo pronto. Estaban poniendo en peligro la vida de Atena y eso
nunca se los perdonaría.
De repente, Shura escuchó un extraño tintineo. Miró hacia todos
lados solo para notar que lo que causaba el ruido no era otra cosa
más que la Armadura que llevaba puesta. Cuando Shura salió de su
Templo, el Manto Sagrado comenzó a vibrar hasta un punto casi
insoportable. El ruido también comenzó a hacerse más fuerte. Una
luz dorada
Templo.
apareció
en
el
cielo
y
luego
se
desvió
al
Noveno
El Santo de Capricornio entendió pronto lo que ocurría: la
Armadura de Sagitario estaba de nuevo en el Santuario. Era obvio
que el resto de las Armaduras Doradas resonarían cuando esto
ocurriera. Habían pasado 13 años desde la última vez que
estuvieron juntas y aquel sonido era su forma de expresar la
felicidad que sentían al estar reunidas de nuevo.
Shura, por su parte, no estaba excesivamente feliz al ver que la
Armadura del Traidor había regresado a Atenas. Solo los Dioses
podían saber cuánto había sido su dolor a lo largo de todos esos
años. Su jactancia de haber matado al que intentó asesinar a la
Diosa no era más que vergüenza oculta: Aioros de Sagitario había
sido su amigo y su ejemplo a seguir. Si se había convertido en un
Caballero de Atena había sido por él y al final, ¿qué ocurrió? Ni
siquiera ahora lo sabía. ¿Por qué alguien que había sido
considerado para ser Patriarca habría querido matar Atena? No
tenía sentido. Y aún así, Shura aceptó matarlo. Se sintió tan
traicionado que odió ciegamente a Aioros. Si al final acabó
matándole fue más por despecho que por lealtad a la Diosa.
Ahora las 12 Armaduras estaban completas. El Patriarca seguramente
estaría muy feliz: Siempre le había reprochado a Shura el que no
hubiera regresado a las 12 Casas con la Armadura de Sagitario.
Tanto, que no pareció interesarle el hecho de que el cuerpo de
Aioros nunca fuese encontrado.
El Sol comenzaba a ocultarse y el Fuego de Sagitario se apagó.
Andrómeda había recobrado el conocimiento
traidores salían de la Novena Casa.
y
ahora
los
cuatro
Shura se colocó su casco y subió al segundo piso de su Templo.
Sería más divertido detener a los traidores cuando se creyeran a
sí mismos a salvo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Dragón, el Santo de Capricornio no es alguien que pueda ser
derrotado utilizando la ira."
-"¿Dijo algo, maestro Mü?"
-"No, Kiki. No es nada."
Mü de Aries le sonreía gentilmente a su alumno. El pelirrojo
socarrón de 8 años estaba sumamente inquieto. Subía y bajaba las
escaleras del Templo y su mirada saltaba entre la entrada del
Templo de Aries y el Templo del Patriarca.
El mayor, por su parte, lucía mucho más tranquilo. Él tan solo se
limitaba a mirar hacia donde había dejado a Saori Kido. Los otros
cinco Santos de Bronce que la apoyaban habían llegado al Santuario
para protegerla, por lo que decidió regresar a su Templo.
-"Ella estará bien, ¿verdad señor Mü?"
Aries asintió. Kiki no cesaba de repetir su pregunta: Era casi
como si pensara que entre más veces recibiera la respuesta, más
irrefutable sería ésta.
Era triste, sin embargo, que Mü no estaba tan seguro de que Saori
Kido resultara ilesa de la batalla. En Capricornio, Seiya, Shun y
Hyoga habían seguido adelante. La pelea era solo entre Shura y
Shiryu.
La fuerza de Shura no era secreto para nadie. Él poseía desde muy
pequeño el arma otorgada por Atena y Shiryu, a pesar de haber
recuperado su vista en Casa de Cáncer, no podría hacer demasiado.
Pero como se estaba haciendo costumbre ese día, la desesperación
de
los
jóvenes
de
Bronce
les
llevó
a
realizar
actos
impresionantes. Al igual que Ikki de Fénix lo había hecho en
Virgo, Shiryu de Dragón sujetó a Shura de los brazos e hizo
estallar su cosmo. En pocos minutos ambos serían parte del polvo
de estrellas.
-"¡Shiryu! ¿Sintió eso, maestro Mü? ¿Lo sintió?"- Kiki habló tan
rápido que fue difícil para Aries entenderle.
-"Tranquilo, Kiki. Aún quedan dos horas."
Andrómeda, Pegaso y Cygnus llegaron a Acuario.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"De nuevo desobedeces mis órdenes y dejas pasar a Andrómeda y a
Pegaso como si nada, Camus de Acuario. Después de que me encargue
de Leo, de Aries y de Libra serás gravemente castigado."
Arles estaba sumamente estresado. ¡Los Santos de Bronce habían
llegado a la Penúltima Casa! Lo que era peor, sentía como uno tras
otro sus Santos Dorados lo abandonaban, fuera desobedeciendo sus
órdenes o fuera muriendo.
Pero estaba bien. La Deidad se encargaría de castigarlos. Aunque
tuviera que purgar la orden de los 88 Santos desde sus cimientos,
éstos pagarían.
Camus encerró de nuevo a su alumno en un cubo de hielo, pero su
encierro no duró demasiado. Cygnus había adquirido el último cosmo
y se liberó con relativa facilidad. La pelea reanudó solo para
concluir de modo inquietante.
Camus de Acuario había muerto. Se dejó matar por su alumno, el
cual yacía inconsciente frente a él.
-"¡Tonterías!"
Arles rezongó debajo de su máscara. Ya había perdido a otro Santo
Dorado. Pero al menos Cygnus ya no era un peligro: Tan solo
faltaban dos Caballeros de Bronce en ser asesinados.
Cerró los ojos por cansancio pero pronto se arrepintió.
Comenzó a tener una pesadilla.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El Santo de Géminis descansaba después de haberle mandado a Arles
unas cuantas alucinaciones. Había discutido de nuevo con él y
ahora se encontraba exhausto. Quería creer que al menos con sus
palabras había logrado perturbar el alma de su enemigo.
Ahora Saga se maldecía incesantemente. Sentía que ya nada estaba
en sus manos (si es que alguna vez algo lo estuvo). Lo único que
podía hacer era tranquilizarse, reunir fuerzas y tal vez, si es
que tenía suerte, darle una oportunidad a Saori Kido de
sobrevivir.
¿Cuándo las cosas llegaron a esto? ¿En realidad había sido tan
ingenuo como para creer que alguna vez podría controlar la
ambición de Arles? Por supuesto que no, pero Arles no fue el único
ambicioso. Recordaba vívidamente aquel maldito día en el que fue
mandado llamar por el antiguo Patriarca. La ira que sintió hacia
Aioros cuando éste fue elegido como Kyoko en su lugar aún ardía en
su alma. Y Saga la odiaba. De haber sido más fuerte, no hubiera
permitido que Arles entrara tan de lleno a su vida, pero no lo
fue. Nunca lo fue. Tanto así que su hermano Kanon se lo repitió
constantemente. Kanon fue víctima del egoísmo de Saga a pesar de
que fue él el único que le advirtió lo que sucedería. Si le
hubiera prestado más atención, las cosas hubieran sido diferentes.
Sí, Kanon fue una de sus víctimas, pero no fue la única. Sin
mencionar a los obvios perjudicados, también había enviado a
cuatro de sus hermanos Dorados a la muerte. Death Mask se lo
buscó, pero al final solo resultó ser un pobre hombre que le
ladraba al árbol equivocado. Shura se había esfumado por haber
perdido la fe en sí mismo. Acuario había muerto por culpabilidad;
y Aioros de Sagitario... él había muerto por pelear por lo que
creía.
Porque sí, había sido Saga el que mandó matar a Aioros. No tuvo
que esperar las órdenes de Arles para mandar a Shura en búsqueda
de Sagitario. Fue Saga, por convicción propia, el que decidió
darle fin a su vida. Y se odiaba por ello. Aún después de ver lo
que Arles estaba dispuesto a hacerle a su Diosa, Saga mandó a
matar a la única persona que le hubiera podido dar una oportunidad
para librarse del dolor en su alma.
Pero, ¿había sido la muerte de Aioros causada solamente por el
rencor de Saga? No, había algo más: el miedo. De tan solo imaginar
cómo reaccionaría el Santuario al verle como lo que en realidad
era entró en pánico. Saga de Géminis, el hombre que constantemente
era comparado con un semidiós no podía caer al mismo nivel de un
traidor. No. Eso era algo que no permitiría. No aguantaría ver la
cara de decepción en los habitantes de Rhodorio. No toleraría la
sonrisa de discernimiento que le daría Kanon. No soportaría el
odio de Milo.
Fue el temor lo que guió al Santo de Géminis en sus acciones de
los últimos 13 años. Fue el temor, no la maldad, ni la ambición,
ni el odio.
A los pocos años de que el Santo de Cáncer llegara al Santuario,
descubrió la complicidad de Saga con Arles. Cáncer no tardó en
comunicárselo a Piscis y eso solo le complicó más el asunto a
Géminis. Confiaba en ellos pero no en demasía. Apenas ahora
comprobaba su fidelidad. Death Mask se había llevado el secreto al
Hades y Afrodita… Saga delegó sus pensamientos por unos segundos
para otorgárselos a lo que ocurría en la Casa de los Dos Peces.
Afrodita de Piscis había alcanzado a Death Mask en el Inframundo.
Él también había muerto con el secreto. Era una pena que apenas
ahora se le ocurría a Saga agradecerles su lealtad.
El único Santo de Bronce que seguía adelante era Pegaso. Éste se
acercaba peligrosamente hacia el Templo del Patriarca. Saga tomó
una decisión.
Unió toda la fuerza que tenía y se preparó para enfrentar a Arles
por última vez.
Comentario de la Autora: El diálogo entre Camus y Milo fue tomado
del manga. Fue una pena que no lo hayan puesto en el anime... XD
hubiera
dado
muchas
alas
a
muchas
señoritas.
*coff*
Sé que muchos de ustedes esperaban algo muy dramático para este
capie, pero si lo hacía aquí entonces hubiera roto el ritmo que
llevaba la historia. Para llorar tendremos los siguientes
capítulos.
Eso es todo por ahora. Disculpen la tardanza.
Capítulo 47:  (Verdad)
La espalda de Milo descansaba en una de las paredes de su Templo.
Con su dedo derecho realizaba diseños curvos a partir del rojizo y
seco tinte que Hyoga había dejado a su paso. Con su antebrazo
opuesto, el cual se recargaba con pereza sobre su rodilla
izquierda, sostenía su frente. Mientras, sus ojos permanecían
estáticos en el suelo de la Octava Casa.
El guerrero de Atena no temblaba. Su respiración tampoco era muy
agitada. En sus ojos no había ni una sola lágrima dispuesta a
salir. Físicamente, el Santo estaba tranquilo e incluso un poco
adormilado.
Su cerebro fue el único que había creído la muerte de Camus. El
resto de su cuerpo simplemente se mantuvo indiferente.
Recargó su cabeza en la pared y sonrió de medio lado.
-"Ankou."- Pronunció esto unas
repetición subió el volumen de su
su ira, la cual estaba totalmente
que le había perdonado la vida tan
cinco veces más y en cada
voz. Su dolor no era mayor que
canalizada en el joven rubio al
solo unas cuantas horas atrás.
Se puso de pie.
Definitivamente aquel comportamiento no era el indicado; al menos
no en ese momento. Los eventos seguían desarrollándose de modo
interesantísimo y, a pesar de lo que había ocurrido, valía la pena
prestarle más de uno de sus sentidos a las Casas vecinas.
Se dirigió a las escaleras que llevaban hacia Libra y salió del
camino de mármol de modo en que pudiera tener la mejor vista
posible del Templo de Carnero Blanco. Aún no podía verla, pero
Milo sabía que Saori Kido pronto moriría; en el Reloj de Fuego,
solo la luz de Piscis permanecía encendida.
-"No entiendo nada."- Murmuró.
De repente se sintió observado desde la Cámara del Patriarca, pero
pronto se convenció de que aquello había sido tan solo una
paranoia. Dio media vuelta con violencia, golpeando a su vez su
propia capa solo porque ésta se puso en su camino.
Arles siempre le había parecido extraño a Milo. El Patriarca le
tenía un inquietante gusto al poder y ni siquiera se molestaba en
ocultarlo. Por otro lado, su bondad era reconocida entre Santos y
civiles. ¿Cuántas veces no escuchó a los habitantes de Rhodorio
hablar maravillas del hermano de Shion? Los rezos que aquellas
personas le otorgaban a Arles eran iguales o incluso mayores en
número a los que le daban a Atena.
Para cuando Milo regresó a su Templo, Seiya ya había cruzado la
Casa de Piscis, pero no llegó demasiado lejos. A final de cuentas,
las rosas que Afrodita sembró a lo largo de la última escalera sí
habían servido para algo. El Santo de Escorpio se limitó a
sentarse en el suelo del pasillo principal hasta que anocheció.
La vida de Afrodita se consumió al mismo tiempo en el que Helios
abandonó el cielo.
-"Al menos se llevó consigo al Santo de Andrómeda."- A esas
alturas, Milo ya estaba más que convencido de la inocencia de los
muchachos de Bronce, pero eso no quería decir que les perdonaría
el asesinato de cuatro de sus hermanos Dorados. Su mente comenzó a
trabajar de modo maquiavélico, imaginándose cuánta de su sangre
deberían de sacrificar a su Aguja antes de poder recibir su
perdón. El ruido de pisadas lo regresó al mundo real. Se puso de
pie y en guardia al sentir al nuevo intruso entrando a su Templo.
Después de unos segundos, una Koree pelirroja apareció frente a
él.
La mujer no parecía tener intenciones de detenerse y ni siquiera
volteó a ver al Santo Dorado. No tenía tiempo qué perder si es que
quería rescatar a Seiya; a su alumno.
-"¿Qué haces aquí?"- Escorpio gritó su pregunta, pero ésta no fue
contestada. Molesto, el Santo corrió hacia la Koree y la detuvo
bruscamente, sujetándola del brazo. –"Contesta."- Dos rubíes
aparecieron en las pupilas del Escorpión y su mano presionó el
ajeno brazo con cada vez más fuerza. La mujer quiso liberarse de
Milo, pero éste estaba demasiado enojado como para permitir que su
cautiva realizara cualquier movimiento. Además, la mujer estaba
herida.
-"Tengo que ayudar a Seiya."- Milo sonrió burlonamente y liberó un
poco su agarre.
–"¿Marin? Pero qué sorpresa."- De no haber sido por la máscara que
cubría el rostro de la Koree, Milo hubiera podido apreciar la
súplica en sus ojos. –"¿Acaso regalan algo en el Templo de Arles?
Eres el quinto intruso del día. Esos son más de los que han habido
en más de doscientos años. ¿Quieres ayudar a Seiya, dices? Me temo
que la ayuda de una Koree de Plata no le será de mucha utilidad.
Afrodita no murió dejando al Patriarca indefenso. Si te topas con
sus rosas no tardarás en morir."
-"Aioria ya me dijo eso."
-"Por supuesto."- Gruñó. –"Debí de imaginar que tu amante te
mantendría informada."- De no haber sido por su máscara, Marin
hubiera escupido en el rostro de Escorpio. –"Muere si quieres."Finalmente la soltó. –"Aunque es posible que tu horrible máscara
te sirva para amortiguar el polen de las rosas."
La Koree de Plata salió corriendo en el instante en el que fue
liberada. Aún así, pudo escuchar las últimas palabras que le
otorgó el Guardián del Templo.
La Octava Casa no permaneció mucho tiempo libre de intrusos.
Apenas unos minutos después de que Marin se retiró, otra presencia
llegó.
-"¡Que los Dioses me despierten! La visita de dos Amazonas en un
solo día."- Ahora Milo hablaba con la Koree de Ophiceus. –"¿Acaso
algún aprendiz imprudente les quemó su campamento?"
-"Déjame pasar."
-"¿Me lo estas ordenando?"- Rió mientras examinaba a la Koree.
Ésta
ni
siquiera
estaba
portando
su
Manto
de
Plata.
–
"Definitivamente no eres tan lista como te ves, Shaina."
-"No intentes hacerte el fiel a Arles. Si lo fueras, la batalla
hubiera terminado en esta Casa hace más de tres horas."
-"Es cierto. Aún así debes de entender que me da algo de lástima
ver como dos hermosas señoritas desperdician sus vidas de este
modo."
-"Cállate y déjame pasar."
-"Pero Ophiceus... si yo no te he detenido."- Se movió hacia la
izquierda y extendió su mano derecha dándole ‘permiso’ de pasar.
Shaina dudó unos segundos pero pronto decidió seguir adelante.
Milo se limitó a observar a la mujer que desaparecía en la
oscuridad del Templo.
El Octavo Guardián se sorprendió de nuevo al sentir cómo Seiya
reunió las pocas fuerzas que le quedaban para así poder llegar a
la Cámara del Patriarca. Milo salió una vez más de su Templo pero
esta vez con intenciones de querer olvidar al menos por unos
instantes lo que ocurría. Miró el Reloj de Fuego y una parte de su
estómago se retorció al darse cuenta de que a Saori Kido no le
restaba más de media hora de vida.
Seiya había comenzado su lucha contra Arles, pero Milo prefirió no
darse por enterado. Puso su mente en blanco lo mejor que pudo y
optó por esperar. Tanto fue su afán de evitar lo que ocurría que
ni siquiera notó a Shaka de Virgo regresando a su Templo después
de su larga visita al Limbo. Tampoco se dio cuenta del fuerte
cosmo de Ikki de Fénix cruzando todas las Casas desde la Sexta
hasta la Décimo Segunda, ó cuando éste comenzó a combatir en
contra del Kyoko. Su mente, de algún modo, había regresado a
Patrikia. Por primera vez en toda su vida quiso regresar a
Cíclada.
-"¿Qué es lo que sabes, Mü?"- A pesar de que la voz que fue
insertada en su mente era una muy serena, Milo no pudo evitar
respingar por la sorpresa que ésta le ocasionó. ¿Qué le hacía
pensar a Shaka de Virgo que a él le interesaría su plática con el
Santo de Aries? –"Durante la lucha, Seiya y sus amigos
reconocieron la verdadera naturaleza del Patriarca. Por la vida de
esa niña, Saori, tú y Roshi han ayudado a los Santos de Bronce. Es
por eso que me imagino que conoces la verdadera cara del
Patriarca."
-"Pero, Shaka..."- El Santo de Aries contestó. –"Solo ahora me he
dado cuenta de la verdad sobre él."- Hizo una pausa. –"Porque este
Patriarca no es el verdadero."- Finalmente la conversación llamó
la atención de Escorpio, el cual abrió sus ojos en incredulidad. –
"El hombre contra el que se enfrenta Seiya no es Arles."
Escuchó los reproches de Aldebarán y de Aioria en su mente. Milo
intentó unírseles.
-"Pero, si
palabras.
eso
es
verdad,
Mü..."-
No.
Simplemente
no
tenía
Aries comenzó su relato con cosas que ya todos conocían: la muerte
de Shion y la traición de Aioros.
-"Mü, sabes que los Santos Dorados no hablamos mucho de esos
tiempos."- Shaka tenía razón. ¿Por qué cualquiera de ellos hubiera
querido hacer semejante cosa? Aquellos fueron días tristes en el
Santuario. El recordarlos no haría más que hundirlos en la
melancolía. Por otro lado ¿era sabio esconderse del pasado?
Escorpio sabía que no.
-"Recuerdo que en esa época..."- Aioria era el que hablaba.
"Estábamos seguros de que se elegiría al sucesor del Patriarca y
que uno de los candidatos era..."
-"Saga de Géminis."- Al desesperarse por no escuchar la oración
completa de Leo, Escorpio terminó por él.
-"Y por eso, aunque él dejó de vigilar su Templo hace 13 años,
estoy seguro de que sigue en el Santuario."- Mü finalmente se
atrevió a pronunciar la recién descubierta verdad. –"Bajo la
máscara del Patriarca."
-"Entonces, el asesino del verdadero Kyoko fue Saga de Géminis."Las palabras de Milo quisieron ser emitidas como pregunta, pero su
boca decidió que éstas eran lo suficientemente dignas como para
ser una afirmación.
La discusión entre Aries, Tauro, Leo, Virgo y Escorpio se extendió
por unos cuantos minutos más. Finalmente, fueron interrumpidos por
una quinta voz acompañada de un intenso cosmo. Demasiado intenso.
-"¡YO SOY UN DIOS!"- Las palabras retumbaron por todo
Santuario. –"¡Y ahora seré el Dios más grande de la Tierra!"
el
Milo conocía aquella voz y aquel tono a la perfección. Los había
escuchado en su infancia tan solo una vez y ésta fue suficiente
como para dejarle marcado para siempre. Durante muchas noches soñó
con aquella escena en el patio de su casa en Patrikia. El hombre
que pronunció esas palabras era el mismo que había asesinado al
aprendiz de Orión. Las lágrimas que habían estado tan renuentes de
salir de sus ojos quisieron escapar, pero Milo las siguió
reteniendo. Aún no era tiempo para eso.
-"Saga..."- Apenas y pudo pronunciar el nombre del culpable.
-"Entonces Mü dijo la verdad."- Era la
escuchaba al Santo de Tauro tan nervioso.
primera
vez
que
Milo
-"Pero la voz de Saga suena distinta."- Replicó Virgo. Aldebarán
no tardó en apoyarle.
-"Sí. Esa voz no era la del viejo Saga."
-"Sonaba como poseído."- El mismísimo León Dorado estaba renuente.
-"Como si fuera otro Saga."- Milo sintió una gruesa gota de sudor
recorrer su sien. ¿Otro Saga? Sí. Esa debía de ser la explicación.
¿O no? Aquel Saga que había matado a Arles y, ahora lo pensaba,
tal vez también a Shion, debía de ser otra persona. ¿Acaso no
había sido el Santo de Géminis el que le ofreció su cariño como si
de un hermano mayor se tratase? ¿Acaso no fue él el que lo liberó
de la isla que tanto odiaba? ¿No había sido él uno de sus
principales motivos para ser parte de la Orden Dorada? ¿Acaso no
era a él al que le debía todo lo que era?
Saga fue durante muchos años el ejemplo a seguir del Santo de
Escorpio. ¡Tan solo considerarlo un traidor era ridículo!
Seguramente debía de haber una explicación lógica para lo que
había pasado. Debía de haberla.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un intenso rayo de luz
intermitente proveniente del Templo de Atena. Después de un par de
intentos fallidos, la luz se posó en dirección de Saori Kido. El
rayo había sido ocasionado por el escudo de Atena, el Egis, y éste
desapareció la Flecha de Oro en el pecho de la niña. De algún
modo, Pegaso llegó hasta la estatua de Atena y apuntó el escudo en
dirección a su señora.
-"Escuchen, Caballeros Dorados de las 12 Casas."- Alguien más se
unió a la conversación. Alguien que les hablaba desde muy lejos.
Los aludidos tuvieron que elevar su cosmo ligeramente para poder
entender con mayor claridad las palabras del recién llegado.
-"Es el Maestro de Libra."- Indicó Aries, sabiendo que sería él el
único capaz de reconocer esa voz.
-"Como todos ustedes saben,"- Comenzó Dohko con voz adormilada. –
"Saori Kido ha sido salvada de la Flecha Dorada."
Suficiente con introducciones inútiles. ¿Con qué derecho Dohko de
Libra se presentaba ante ellos después de semejante batalla? Ahora
que la muchacha había sido rescatada, el anciano oriental se
atrevía a aparecerse como si nada hubiera pasado. ¡Nada! ¡Los
excavadores de tumbas del Santuario no pensarían lo mismo cuando
tuvieran que encargarse de tantas exequias a la vez!
-"Maestro, renunció a Libra durante 13 años. Nunca obedeció los
llamados al Santuario. ¿Qué tiene que decirnos ahora?"- Milo
estaba impaciente.
-"Me parece que es el momento de contarles todo ahora que Seiya y
los otros han comprobado que mi teoría era correcta."
De ese modo empezó a hablar como si todos esos 13 años hubieran
sido no más que un experimento hecho para comprobar las sospechas
de un anciano. Comenzó, aparentemente, por el principio: el día de
la traición de Aioros de Sagitario.
Por primera vez, Escorpio escuchó una versión diferente de los
hechos. Aioros no solo había escapado con su Armadura. También lo
hizo con un bebé quien no era nadie más que Atena encarnada. Dohko
explicó que alguien había intentado matar a la Diosa, pero que fue
interrumpido por Sagitario. Éste huyó con la niña pero fue
mortalmente herido por Capricornio. Sin embargo, antes de morir,
Aioros le encomendó a un turista del Partenón el bienestar de la
Diosa. Ese turista resultó ser Mitsumasa Kido. Eso quería decir
que Saori, la mocosa que organizó el infame Torneo Galáctico era
la hija de Zeus. A pesar de que todas estas noticias tenían total
sentido, era demasiada información como para manejarse de una sola
sentada.
-"La persona que intentó matar a Atena fue Saga de Géminis."- El
Santo de Libra no podía esperar que los Dorados sobrevivientes
aceptaran esta versión de los hechos con facilidad. Ni siquiera
Aioria.
-"¿Eso quiere decir que Saga mató a Arles?"- Sus palabras no eran
las de alguien que acabara de descubrir la inocencia de su
hermano.
-"Pero maestro, conozco bien a Saga. No puedo creer que él pudiera
hacer tal cosa."- Milo posiblemente era el más renuente a aceptar
la noticia.
Shaka tomó entonces la palabra, hablando sobre la personalidad del
Santo
de
Géminis.
¿Quién
se
creía
él
para
andar
dando
explicaciones? Milo sabía de la ambigüedad de los pensamientos de
Saga. Sus cambios de humor eran extremos y, a veces, temibles;
pero ni siquiera la bipolaridad del Gemelo daba excusa al crimen
del que le acusaban. Debía de haber algo más. Tenía que.
El cosmo de Saori Kido... no... de Atena, comenzó a moverse. La
Diosa se encaminó hacia su Templo. Después de 13 años, el Santo de
Escorpio reconocería a aquella Deidad por la que había jurado
luchar hasta el final. Mientras la pelea entre Saga, Pegaso y
Fénix continuaba, Atena recorría todas las Casas.
Milo la recibió hincado y con la mirada dirigida suelo. No se
atrevía a verle a los ojos después de todos los venenosos
pensamientos que había tenido sobre ella. Le culpó tantas veces
por del sufrimiento del Santuario que, de no haber sido porque la
mera
presencia
de
la
Diosa
le
tranquilizó
el
espíritu,
posiblemente hubiera optado por renunciar a su cargo en ese
momento.
Los Santos Dorados sobrevivientes, así como los otros cinco Santos
de Bronce que participaron en el Torneo Galáctico, escoltaron a
Atena hasta el Último Templo. Durante el camino, Milo pudo
apreciar el daño que había sido infringido a las Casas. Cada
escena fue más triste que la anterior.
En Capricornio, el cuerpo aparentemente sin vida de Dragón yacía a
lado de la vacía Armadura de la Décima Casa. La Casa de Acuario
había sido congelada casi por completo. En el salón principal,
Camus y Cygnus parecían dormir plácidamente con una cubierta de
escarcha. Milo se vio forzado a mirar en otra dirección para
evitar correr hacia el que había sido su mejor amigo. En Piscis la
imagen fue simplemente conmovedora: todo el Templo había sido
cubierto por rosas. El aire apestaba terriblemente y tanto el
cosmo de Andrómeda como el de Afrodita habían desaparecido.
En cada una de las Casas, Atena reanimó los cosmos de los que le
fueron fieles desde el principio. Cygnus, Dragón y Andrómeda
parecían haber renacido. Sus cuerpos estaban demasiado heridos
como para caminar, así que fueron cargados hasta arriba por sus
análogos. Nadie cuestionó la decisión de la Diosa de no haber
ayudado a los Santos Dorados caídos. Ninguno de los Caballeros
Dorados presentes pensaba que alguno de ellos hubiera sido digno
de semejante bendición.
El último tramo del camino estaba carente de rosas, cosa que no
extrañó demasiado a Milo. Con cada peldaño que subía, el Escorpión
se sentía más cerca de la verdad pero también más temeroso. Cuando
finalmente llegó al Templo, vio algo que simplemente lo dejó
perplejo:
Saga de Géminis, portando su Armadura, sonreía socarronamente ante
los cuerpos inconscientes de Fénix y Pegaso.
Comentario de la Autora: Bueh... supongo que muchos de ustedes
esperaban mucho dramatismo y angst. En un principio lo busqué
así... pero simplemente no funcionaba. ¿Qué puedo decir? Milo es
un Caballero de Atena, no puede romperse en momentos cruciales.
Debe de saber que hay momentos para todo. Tal vez su desesperación
pudo reflejarse en el modo de comportarse con las amazonas... o al
menos eso espero.
Cada que recuerdo este episodio me digo a mi misma: mi misma...
esto no me gusta. Pero cada que lo vuelvo a leer me doy cuenta de
que no es tan malo como lo recuerdo.
Just for the record: el siguiente capie no tratará del final de la
batalla de las doce casas. Se centrará en el funeral de los
goldies
y
en
los
pensamientos
de
Miluchis.
Espero que no hayan odiado esto... -.Notas: Los antiguos funerales griegos, en un modo muy burdo, se
dividían en tres partes: la prothesis (colocaban el cadáver en una
casa y la gente podía ir a verlo y a orar por él), la ekphora (la
procesión del cuerpo desde la casa hasta el lugar del entierro o
donde estaba la pira funeraria; usualmente era hecha al
atardecer), y el entierro o la incineración del cuerpo.
Usualmente, solamente los familiares podían participar en la
ekphora, pero cuando se trataba de gente importante se permitía el
ho boulomenos ('aquel que quiera'), lo que le daba el derecho a
cualquier
ciudadano
de
formar
parte
de
la
procesión.
Usualmente, las personas se cortaban un mechón de cabello para
enterrarlo o incinerarlo junto con el cuerpo del difunto. Esto
simbolizaba que el fallecido se lleva consigo al Hades una parte
de los vivos.
Sobre los óbolos... siempre me preguntaba por qué algunas veces
los colocaban en las bocas y otras en los ojos. En una página
encontré que la moneda se colocaba en la boca cuando el cuerpo se
enterraba y en los ojos cuando se incineraba.
El neem es un aceite muy usado en la India que tiene un olor muy,
muy fuerte.
Opté por considerar que nunca encontraron el cuerpo de Shura. No
se me ocurrió nada para hacer que el cuerpo apareciera como si
nada.
Capítulo 48:  (Prothesis)
-"Creo que Ewan cometió un gran error al dejarte matar a alguien
sin que entendieras el verdadero valor de la vida."
-"Sí lo entiendo."- Reprochó.
-"No. Eso es algo que no entenderás hasta que pierdas a alguien
importante para ti."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Espero, Caballeros, que su paso a través del Aqueronte sea
gentil. Yo les prometo que haré todo lo posible para proteger a
este mundo por el cual dieron sus vidas."
Milo miraba hacia el piso mientras la Diosa pronunciaba un
epitaphios logos que dejaba mucho que desear. En sí, los funerales
de los Santos caídos en batalla habían sido extrañamente
heterodoxos e irritantemente cortos. La prothesis se había
mezclado con la ekphora de un modo muy extraño. Por si fuera poco,
no había habido siquiera un habitante de Rhodorio. No era común
que los civiles formaran parte del ho boulomenos, pero tampoco era
algo raro. Sin embargo, el cementerio del Santuario permanecía
frío y solitario. Al entierro de los Santos de Oro solo habían
asistido los otros cinco sobrevivientes, Atena y unos cuantos
soldados rasos. Ni siquiera Dohko de Libra asistió.
Mü de Aries fue el encargado de colocar los óbolos dentro de las
bocas de los guerreros. Al terminar su trabajo, regresó a la
hilera que ya formaban Tauro, Leo, Virgo y Escorpio.
-"Afrodita olía a azufre."comenzaron a tapar los ataúdes.
Susurró
mientras
los
soldados
-"No fue fácil deshacerse del olor de las rosas. Tuve que ungirlo
con un par de frascos de neem antes de considerarlo listo para su
partida."
El cuerpo de Piscis fue sumamente dañado y Shaka de Virgo fue el
que se ofreció a encargarse de él. El rostro del Último Guardián
estaba cubierto de cortadas y de sangre, pero lo peor era el aroma
que el cadáver despedía. El polen de sus rosas ocasionaba un
insoportable olor. Tanto así, que Shaka no pudo limpiar el cuerpo
sino hasta que se colocó un trozo de tela húmeda sobre la nariz.
Después de Virgo, fue Leo el que tuvo la labor más ardua. Aioria
había elegido cuidar del cuerpo de Saga de Géminis. Éste tan solo
tenía unos cuantos rasguños y moretones, pero lo que complicó el
trabajo fue la cortada que cruzaba gran parte de su abdomen. No
fue fácil para Aioria esconder la ennegrecida piel debajo de la
delgada túnica que cubría al cuerpo.
Tauro tuvo el trabajo más fácil: Death Mask. Su cuerpo había
salido ileso y solo recibió una limpieza con aceite antes de ser
vestido.
El cuerpo de Shura nunca fue encontrado. Su tumba recibía un ataúd
vacío a excepción del óbolo que Aries había colocado ahí solo por
si las dudas.
Milo fue el que se encargó del Santo de Acuario.
Milo miraba ligeramente entretenido a Atena. La Diosa estaba
distraída. Nerviosa si se podía decir. Sus ojos saltaban de los
sarcófagos al suelo y de regreso a los sarcófagos. Cuando los
soldados terminaron su trabajo y los ataúdes habían desaparecido
debajo de una gruesa capa de tierra, Aldebarán se atrevió a
hablar.
-"Atena, tal vez lo mejor sea que regrese a las 12 Casas."
La Diosa quiso negarse inmediatamente.
-"No es necesaria su presencia en este lugar."- Interrumpió
Escorpio. –"A los muertos no le sirven las plegarias si están
dedicadas a alguien más."
-"¡Milo!"
-"¿Acaso no estás de acuerdo conmigo, Mü?"
-"Por favor, Atena."- Shaka interrumpió tan solo para evitar una
discusión. –"Nosotros nos encargaremos del resto."
La joven miró con desconfianza a los Caballeros hasta que
finalmente se convenció a sí misma de que lo mejor era retirarse.
-"¿Y bien?"- Milo decidió retomar la discusión. –"¿Cuál fue el
problema, Mü?"
-"El destino
mismos."
de
Seiya
y
los
demás
será
determinado
por
ellos
-"¡Tonterías!"- El Santo de Leo terminó con su silencio.
-"Atena tiene cosas más importantes que hacer además de velar por
la salud de los jóvenes de Bronce."
-"Le salvaron la vida. Es normal que se preocupe por ellos."
-"No, Aioria."- Mü insistía. –"Atena es una Diosa. Ella no puede
darse el lujo de ser normal."
-"Ella tiene el mismo derecho que nosotros de velar por nuestros
amigos."
-"¿Y qué te hace pensar que nosotros lo tenemos?"
Aries comenzó su camino fuera de la necrópolis sin esperar la
respuesta de Aioria, el cual quedó demasiado sorprendido como para
siquiera haber pensado en una.
-"Va tras ella."- Aclaró Aldebarán solo para sí.
-"No entiendo. ¡Primero ayuda a Seiya y ahora
importarle!"- Aioria finalmente recuperó el habla.
parece
no
-"Mü se parece a su Maestro. Es bien sabido que él era también muy
estricto."- Aldebarán decidió apoyar a su amigo. –"Tal vez tenga
razón."
-"Tal vez no."
-"Es suficiente."- Shaka concluyó, interrumpiendo a Leo y a Tauro.
–"Si van a discutir elijan cualquier otro día. O al menos otro
lugar."- Dio media vuelta y comenzó a alejarse.
-"¿Creen que Shura pueda cruzar el primer río?"- Aioria preguntó
después de un largo silencio.
-"Si lo cruza o no, no importa. De todos modos no podrá tener un
final tan terrible como el de Saga."- Las palabras de Aldebarán
denotaban rencor. –"Su alma se congelará en el Cocytos."
-"No seas tan orgulloso, Aldebarán. Es posible que ese sea el
destino de todos nosotros."- El susodicho no pudo sino callar ante
las palabras de Escorpio.
Los tres jóvenes permanecieron en silencio por casi una hora.
Ahora solo quedaban ellos en el cementero. Aldebarán fue el
primero en retirarse y fue seguido por Aioria.
Al saberse solo, Milo extendió su dedo índice y se concentró hasta
que su uña se enrojeció y se alargó. Tomó entonces un mechón de
su cabello y lo cortó.
-"Lo lamento."- Se disculpó. -"Solo les ofreceré esto. Si le doy
un mechón a todos ustedes quedaré calvo."- Extendió su mano y
permitió que los trozos de cabello fueran llevados por el viento.
Cerró los ojos. Parecía haber sido ayer cuando conoció a Saga;
cuando su maestro lo insultaba; cuando recibía las cartas de
Camus. Cuando todos estaban vivos.
Ladeó la cabeza.
-"Por todos los Dioses. ¿Cuándo pasó todo esto?"
Con tan solo recordar la insólita escena que vio en el Templo,
todo su estómago se revolvió sobre sí mismo. Saga alzando su puño
en contra de la Diosa... aquello había sido tan impactante para
Milo que fue lo único que le hizo notar que, tal vez, debía de
matar a Géminis.
Pero eso no fue necesario.
Boquiabierto, había visto al cuerpo de Saga caer al suelo.
Temblando, había reconocido el líquido rojizo que emanaba de su
abdomen. Orando fue como despidió el alma de Saga. Milo aún
ignoraba quién había sido aquella criatura que hablaba con tanto
desdén y crueldad, pero le había quedado horriblemente clara la
identidad de la persona que murió en brazos de Atena. Los dientes
de Escorpio tiritaron cuando se atrevió a caminar hacia adelante y
se asomó por el costado del cuerpo sin vida solo para ver con el
alma partida la hermosa sonrisa del hombre que acababa de morir.
¿Cuántas veces había visto a Saga sonreír así? Milo nunca se
molestó en contar las de por sí pocas ocasiones y eso le
avergonzó.
-"¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo?"comenzaron a brotar. –"Perdóname."
Finalmente
las
lágrimas
El Saga que Escorpio había reconocido como maestro acabó siendo
uno totalmente diferente al que llegó a visitarle en el Santuario.
No solo su sonrisa había desaparecido para ese entonces, sino que
su alma había terminado completamente agotada. En su orgullo, Milo
creyó que ese cambio carecía de importancia, pero que error tan
grande había sido el creer eso. ¿No había sido la última visita
que el Gemelo le otorgó una llamada de auxilio? En su modo lo fue,
pero
el
Santo
de
Escorpio
se
negó
a
verlo.
Cualquier
discernimiento que pudo haber hecho fue nublado por el enojo que
sentía hacia Géminis. ¿Y enojo por qué? ¡Porque el hombre que
había sido atormentado por las Erinias durante 13 años no le
prestaba la suficiente atención! De no haber sido tan egoísta se
hubiera dado cuenta de la verdad y entonces...
-"¿Y entonces qué?"
Seguramente hubiera sido asesinado sin poder haber hecho nada al
respecto. Sin embargo, siempre quedaba una pequeña posibilidad de
que todo se hubiera solucionado. Pero todo eso no importaba ahora
que lloraba frente las cinco nuevas tumbas del Santuario.
-"Eres un tonto, Camus."- Su voz era demasiado aguda como para que
sus palabras fueran entendidas. –"¡Tenías que morir ¿no es así?!
¡Tenías que morir como tu estúpido maestro! ¡Siempre estuviste
jodido por eso y tenías que matarte! ¡Tenías que matarte y dejarme
solo!"- Pateó la tierra removida de la tumba de Acuario. –"¡Y lo
peor es tu maldito alumno! ¡Que me dejaste a tu maldito alumno!"
Camus nunca le pidió a Milo que cuidara de Hyoga en caso de que lo
peor sucediera, sin embargo, el hacerlo era un deber moral que
Milo, desde un principio, sabía que tenía. Así era como debía de
ocurrir entre amigos: uno debía de velar por el bien de las cosas
que el fallecido dejaba atrás.
-"No sabes cuánto lo odio. ¡No sabes! ¡No sabes cuánto lo odié
desde siempre!"- Su abdomen comenzó a dolerle debido a los
esfuerzos que realizaba. –"¡Desde que por él te fuiste a Siberia!
¡Desde que se instaló en tus pensamientos, Camus! ¡YO era el que
debía de estar en ellos! ¡YO! ¡YO que era el único que te
soportaba! ¡Pero tú nunca me los otorgaste! ¡Nunca!"- Se hincó en
el suelo y tosió repetidamente, lo cual ocasionó que su estómago
le doliera aún más. Tuvo que detener sus reproches por unos
segundos de modo que pudiera recobrar su aliento. –"Si al menos te
lo hubieras llevado contigo... No te lo perdonaré, Camus. Tú no
tenías derecho a morir."- Echó su peso hacia atrás de modo en que
quedara sentado en el suelo. –"Ninguno de ustedes lo tenía. Espero
que desde donde estén no puedan darse cuenta de lo inútil que
fueron sus muertes."
Habían sido diez años desde que mató por primera vez, pero apenas
ahora entendía las palabras de Saga. ‘Hasta que pierdas a alguien
importante para ti.’ Él dijo que hasta entonces Milo entendería lo
valiosa que era la vida. Y bien, ahora que habían muerto dos de
las personas más importantes para Escorpio, las palabras de Saga
se cumplían cual profecía.
-"No eran cangrejos."- Cubrió su rostro con sus manos. –"No eran
como los cangrejos."
Lloró silenciosamente durante un par de
recuperó la noción de sus alrededores,
acalorado. Miró hacia el cielo.
horas más
se sintió
y cuando
sumamente
Era mediodía.
Aún sufriendo las contracciones involuntarias de su diafragma, se
puso de pie y salió del cementerio.
-‘Es por esto que Ewan odia tanto estos lugares...’- Pensó.
Miró hacia las 12 Casas y luego hacia el sur. Consideró un par de
veces si era necesario que regresara a su Templo y al convencerse
de que no, comenzó un pequeño paseo.
Corrió lo suficientemente rápido como para que la explosión sónica
fuera escuchada por terceros. No tardó demasiado tiempo en toparse
con un risco que sobresalía al mar. El Egeo se fundía con el
cielo. La brisa era sumamente pobre.
-"He vuelto."- Sonrió tímidamente mientras se dirigía a un
interlocutor invisible. Bajó las escaleras que llegaban hasta la
base del peñasco. No le importó sentir el agua salada colándose
entre su ropa y su Armadura. Siguió descendiendo hasta que pudo
colocar ambas manos sobre dos barrotes que conocía bien. –"Te dije
que no te fueras a ir. ¿Por qué nunca me haces caso?"- Una ola
especialmente alta lo movió hacia su derecha y le obligó sujetarse
de las rocas en lugar de las barras de metal.
Cabo Sunión. Casi había olvidado los sentimientos encontrados que
le provocaba ese lugar. Fue ahí en donde sintió por primera vez
que alguien lo necesitaba, pero también fue en donde las Moiras le
arrebataron por primera vez algo querido.
Apenas en ese momento Milo comenzó a cuestionarse verdaderamente
sobre si Kanon seguía vivo o no. Pasó gran parte de su vida
convenciéndose a sí mismo de que éste aún existía y solo ahora
consideraba que el hermano de Saga pudo haber partido al Hades
desde hacía años.
-"No estás muerto ¿verdad? Tú no puedes estar muerto."
No...cuando Camus y Saga se fueron del Santuario por primera vez,
había sido Kanon el único que se quedó a su lado. Ahora que
Géminis y Acuario volvían a irse, Kanon no podía ser tan cruel
como para seguir desaparecido. Él tenía que salir repentinamente
del agua. Debía de decirle alguna tontería y luego ambos
regresarían al Santuario para platicar de todo y nada como lo
hacían antes.
La marea comenzó a subir.
-"Dijiste que escaparías. ¿Dónde estás?"- Accidentalmente tragó
agua salada y su estómago se constriñó. Tosió tan fuerte que tuvo
que soltarse de las rocas para buscar los escalones que lo
sacarían del agua.
Exhausto, dejó que
húmedos del Cabo.
su
cuerpo
descansara
sobre
los
escalones
-"Nunca te diste cuenta. Nunca viste lo mucho que te quería."
El Sol se ocultaba.
-"Te necesito."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Llovía de nuevo en el Santuario. El aprendiz de Aries finalmente
se había cansado y se había ido a dormir, lo cual le dio a Mü la
oportunidad de salir del Templo para ponerse a pensar en todas las
cosas que ocurrieron el día anterior. Afortunadamente, todo había
salido bien o, al menos, no tan mal. Cinco bajas en el rango
superior fueron algo considerable, pero al menos otros 6
permanecían vivos. Los jóvenes de Bronce estaban en pésimas
condiciones pero posiblemente sobrevivirían. Atena estaba de
vuelta en el Santuario y finalmente se había solucionado el
misterio que había alrededor de la muerte de su maestro.
Mü de Aries se sentía tranquilo mientras veía la ligera lluvia
caer sobre el Santuario. Poco le importaban el frío que hacía o
las finas gotas de agua que empezaron a cubrir su rostro.
-"No deberías de estar afuera, Mü."- Una voz le sacó de sus
pensamientos. Alzó el rostro y se encontró con el Santo de
Escorpio. –"Podrías enfermarte."
-"Lo mismo podría decirte a ti."- Mü no pudo ver bien a Milo
debido a la oscuridad, pero supo por su voz que éste estaba
agotado. –"Aunque parece que ya has enfermado."
-"Aye. Pero creo que con reposo tendré suficiente."
-"¿En dónde estabas?"
-"Por ahí."- Comenzó a exprimir el agua de su cabello. Tendría que
bañarse en cuanto llegara a Escorpio. La sal seca comenzaba a
fastidiarlo. –"Mü, ¿por qué dijiste que Atena no tenía el derecho
de preocuparse por Seiya?"
-"Porque es lo menos que merecemos."
-"No entiendo."
-"Dijiste que conocías bien a Géminis ¿no es así?"- Milo asintió.
–"Si Ella te hubiera pedido que mataras a Saga ¿lo hubieras
hecho?"
-"Sí."
-"¿Ves? Los Santos de Oro no ponemos a nadie antes que a Atena.
Más que otorgarle nuestras vidas le otorgamos nuestras almas.
Vivimos y morimos por ella y no lo dudamos ni un instante. Es por
respeto que la Diosa no debe de tener preferencias en cuanto a
mortales se refiere."
-"Hay algo que no me estás diciendo."- Milo sonrió pues sabía a
dónde iba la conversación. –"Atena ha tenido favoritos desde antes
de que la Orden se creara."
-"En ese entonces las cosas eran diferentes. Tan solo quiero
procurar que cuando pelee lo haga por algo que valga la pena."Entrecerró los ojos. –"No está permitido que el amor de Atena sea
vertido sobre solo un Caballero. El amor de Atena debe ser para
todos sus Caballeros por igual. Eso es lo que le dije."
-"Piensas en Pegaso, ¿no?"
-"No es prudente decir eso en voz alta, Milo. Pero quédate con ese
pensamiento."
-"La encarnación de Atena aún es joven y su espíritu tardará en
fortalecerse,
es
normal
que
esté
teniendo
conflictos.
Te
recomiendo tener un poco más de fe, Aries. Yo, por mi parte,
procuraré tener menos. Bienvenido al Santuario."
Después de decir esto siguió caminando hacia el Octavo Templo.
-"Gracias."
Sí. Tal vez sería bueno tenerle un poco más de fe a Atena. Tomaría
tiempo pero seguramente Ella entendería. Retiró de su frente un
mechón de cabello húmedo y retornó su mirada al cielo. La lluvia
había cesado.
Mü se puso de pie y regresó a su Templo.
Posiblemente mañana también llovería.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Cómo te llamas?"
Kanon permaneció en silencio por varios segundos. Le pareció
sumamente estúpido que después de más de un año de conocerse aún
no se había presentado correctamente. Nunca hubo la oportunidad ni
las intenciones de hacerlo y a la larga un nombre había resultado
ser innecesario.
-"¿Importa?"
-"Sí."- Kanon sonrió al ver la seguridad del niño.
-"Kanon."- Milo lo vio incrédulo por varios segundos. -"Si tanto
quieres hacerlo, dilo."
-"¿Cómo la isla?"
-"Como la isla."
Comentario de la Autora: Las Erinias son 3 divinidades (Alecto,
Tisífone y Megera) que tienen alas en sus espaldas y serpientes en
lugar de cabellos. Torturan con sus látigos a los humanos que
realizaron algún acto de crueldad o de traición. Las Moiras son
también tres (Átropo, Cloto y Láquesis). Son las que determinan
los años de vida de una persona.
Si... creo que con eso abarco todo. ^_^' fiu. Me gustó mucho
escribir este capítulo. Me costó algo de trabajo pero me gustó
cómo quedó al final. T_T Mi porbe Miluchis. Creo que a partir de
aquí será puro sufrimiento.
Hn... y pues bueno. Eso es todo. Ojalá que les haya gustado.
¡Arigatou!
Capítulo 49: Red Fox
Glen-Almain
In this still place, remote from men,
Sleeps Ossian, in the narrow glen;
In this still place, where murmurs on
But one meek streamlet, only one:
He sang of battles, and the breath
Of stormy war, and violent death;
And should, methinks, when all was past,
Have rightfully been laid at last
Where rocks were rudely heaped, and rent
As by a spirit turbulent;
Where sights were rough, and sounds were wild,
And everything unreconciled;
In some complaining, dim retreat,
For fear and melancholy meet;
But this is calm; there cannot be
A more entire tranquility.
El Valle Estrecho
En este lugar tranquilo, lejos del hombre,
Descansa Ossian, en el valle estrecho;
En este lugar tranquilo, donde solo murmura
Una corriente dócil, una sola:
Cantó sobre batallas y sobre el aliento
De la tormentosa guerra y de la violenta muerte;
Y cuando todo terminó, pienso, debió
Recostarse merecidamente al fin
Donde las rocas se apilaban en desorden y rotas
Como por un turbulento espíritu;
Donde el paisaje era áspero y salvajes los sonidos
Y no había nada reconciliado;
En un retiro quejumbroso y triste,
Donde el miedo y la melancolía se encontraban;
Pero aquí reina la calma; no podría haber
Mayor serenidad.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Càite bheil an...... ‘Red Fox’?"
Ballachulish había resultado ser un lugar bastante pequeño. Aún
así, el Santo de Escorpio se perdió a tan solo un par de minutos
de llegar. Era normal, sin embargo: había quedado tan fascinado
por el paisaje que su sentido de la orientación simplemente
desapareció. La escena parecía sacada de un poema de Wordsworth
(era difícil para Milo imaginarse que había sido el autor el que
se inspiró del paisaje y no al revés); la ciudad estaba bordeada
al este por montañas azules y por el este por un lago recorriendo
una oscura playa. El clima era frío y húmedo y la noche estaba
cercana. Por ende, una aún fina pero palpable niebla había
comenzado a absorber al pueblo. Finalmente Milo comprendió del
todo el amor de Ewan hacia los relatos fantásticos. Si en algún
lugar del mundo los seres humanos podían convivir con los brownies
y los gnomos, ese debía de ser en Ballachulish.
Milo salió del Santuario hacía un par de días. Deseaba irse de
Atenas al menos por un tiempo y el único lugar al que se le
ocurrió visitar resultó ser aquel pueblo en la costa oeste de
Escocia.
Aparentemente su escocés gaélico resultó ser bastante malo, pues
el hombre al que le hizo la pregunta le respondió sin palabras. Su
dedo índice señaló directamente a una casa de tamaño medio con
paredes de color marrón. El pórtico fue construido con madera
oscura y, sobre el dintel de la puerta, colgaba un letrero del
cual, acercándose lo suficiente, se podía leer ‘Red Fox’.
El escorpión subió las escaleras dedicándose a hacer con sus botas
el mayor ruido posible. Abrió la puerta y fue inundado por una
mezcla de olores que no resultó ser precisamente amable con su
nariz. No había más de cinco personas en el lugar y todas ellas se
dedicaban a tomar de tarros o de botellas de cerveza.
Y del lado opuesto de la barra se encontraba él.
-‘No es cierto.’
Milo torció su boca en una media sonrisa y se dedicó a observar al
dueño del bar. Su cabello rubio se había tornado un tanto más
enmarañado y largo que antes pero por lo demás seguía siendo la
misma persona.
¿Era posible que a pesar de tanto tiempo el formal Caballero de
Escorpio no hubiera cambiado en nada?
Milo estuvo de pie frente a la puerta durante los segundos
suficientes como para llamar la atención. El rubio alzó la vista
del tarro que llenaba y lo miró directamente a los ojos.
-"Fianna."- Susurró. –"¡Un Adh seidh ha venido por mi alma!"Exclamó en gaélico mientras dejaba el tarro lleno sobre la barra.
Milo sintió una oleada de calor en el pecho al escuchar esa voz.
Habían pasado siete años desde la última vez. Antes parecía poco
tiempo, pero apenas ahora notaba lo cuánto que había extrañado el
acento de su maestro.
-"Didaskalos… no esperaba que el griego se le olvidara tan
pronto."- Caminó a grandes zancadas hacia la barra y se detuvo
solo hasta poder sentarse en uno de los bancos.
-"Deja de utilizar un idioma durante más de cinco años y luego
dime si lo recuerdas."- Habló con cizaña en inglés, esperando dar
a entender su punto de este modo.
-"A diferencia de otros, no me resigno a dejar de practicar los
idiomas, maestro."- Contestó con el idioma anglo. Se había
preparado para no pasar vergüenzas ante él de nuevo.
Ewan arqueó la ceja y sonrió.
-"Aye, aye... ya entendí. ¿Acaso debo de disculparme?"
Milo negó con la cabeza.
-"Admito que aún con práctica he olvidado mucho del gaélico. Nadie
allá afuera me entendía."
-"Por supuesto que no."- Aclaró mientras servía un ale a otro
recién llegado. –"¿Sabes cuántos aquí sabemos ese idioma? No más
de 30, te lo aseguro."- Milo había pensado que, siendo mayor, ya
no se sentiría tan torpe a lado de su maestro. Suspiró al darse
cuenta de su desatino. -"Las tradiciones se pierden con rapidez,
Adh seidh. Si hablando una lengua casi muerta puedo ayudar a
retrasar esa pérdida, lo haré con gusto."- Sacó un vaso de vidrio
y
después
sirvió
un
líquido
ligeramente
rojizo
en
él.
Posteriormente le agregó un chorro de agua. –"Toma esto."
Milo estiró su mano y examinó el contenido del vaso. Un dulce
aroma inundó su cabeza. No recordaba que el alcohol pudiera oler
tan delicadamente.
-"¿Qué es?"- Preguntó mientras unía sus labios al vaso. Un calor
seco envolvió su pecho.
-"¿Es posible que a estas alturas de tu vida no puedas reconocer
una bebida?"- Cruzó ambos brazos. –"Es whisky; del bueno. ¿Sabes?
Si no puede ser curado por la mantequilla o por el whisky entonces
no tiene cura."
-"¿Qué le hace pensar que necesito la cura de algo?"
-"Estás aquí ¿o no?"- Arqueó la ceja. –"La verdad es que esperaba
que vinieras. Sé que algo pasó en el Santuario. Pude sentirlo
desde aquí."
-"¿Qué tanto fue lo que sintió?"
-"Lo suficiente como para saber que fue algo grande."
-"Nunca lo adivinaría."- Sonrió con tristeza antes de tomar otro
trago. –"Nunca."
-"Habla, muchacho. No estoy para adivinanzas."
-"Aioros
Empezó.
no
fue
un
traidor.
Él
solo
quiso
salvar
a
Atena."-
-"¿De qué?"- Esperó a que Milo continuara, pero no lo hizo. –"Go
hifreann leat! Si no vas a contarme lo que pasó entonces-"
-"El Patriarca intentó asesinar a Atena."- Ewan calló en seco. –
"Aioros descubrió esto y huyó del Santuario con la Diosa en
brazos. Tal vez haya escuchado su nombre adoptivo: Saori Kido."En efecto, Ewan había escuchado el asunto del Torneo Galáctico,
pero en aquel momento optó por no prestarle demasiada atención. –
"Después de 13 años, Atena ha regresado a las 12 Casas."
-"Eso es ridículo."- Murmuró. –"Arles nunca hubiera alzado un dedo
en contra la Diosa."
-"No fue Arles."
-"¡Peor aún! ¡¿Quieres hacerme creer que el fantasma de Shion
haría algo así?!"- Golpeó ambas manos en contra de la mesa. Con
sus gritos ahuyentó la poca clientela que tenía esa tarde. Sin
embargo, esto no podía interesarle menos en esos momentos. –"¡Es
estúpido! ¿¡Acaso Loki te ha enloquecido?!"
-"Shion no murió por edad. Alguien lo asesinó."- Prosiguió sin
elevar la voz. –"El mismo que asesinó a Arles; el mismo que ocupó
su lugar durante 13 años."
-"¿Quién?"
-"Saga de Géminis."
De un manotazo, Ewan tumbó el vaso con whisky. Milo se incorporó y
miró hacia el suelo, contemplando las gotas de líquido que se
escurrían entre las lozas de madera.
-"No juegues conmigo, Adh seidh. Aún puedo matarte."
-"Usted sabe que no estoy
nosotros lo sabíamos; pero
verlo."
mintiendo. Lo sabe tan bien como
fuimos tan necios que no pudimos
Ewan frunció el ceño. Las palabras del joven eran ciertas.
-"¿Por qué?"
-"Me gustaría saberlo. Sé que hay algo más detrás de esto, pero me
quise ir de Atenas antes de descubrirlo. No hubiera podido estar
ahí un día más."
-"¿Qué fue de él?"
-"Está muerto. Casi todos lo están. Ahora solo quedamos 6 de los
12."
-"¿Cuáles?"- La pregunta fue entonada como una orden.
-"Mü de Aries, Aldebarán de Tauro, Aioria de Leo, Shaka de Virgo,
Dohko de Libra y Milo de Escorpio. Los demás fueron demasiado
estúpidos como para mantenerse con vida."
-"Ankou."- Susurró.
-"Dijo que ya no quería que le llamara así. Camus. Así debemos de
llamarle ahora."- Ewan asintió. –"Él decidió morir a manos de su
alumno."- Rió con suavidad. –"Igual que Lino. ¿No es curioso? Las
Moiras tienen un terrible sentido del humor."- Ewan no tuvo
valor de responder. –"Usted dijo que en algún momento pensó que
podría seguir adelante."- Trató de ocultar lo mejor que pudo
congestión de su nariz. –"¿Es cierto que con el tiempo se cura
dolor?"
el
no
la
el
-"Duele, muchacho. Pero ¿sabes qué es peor? Darte cuenta de que,
al final, olvidar no es tan difícil como parece."- Extendió su
mano para alcanzar una botella azulada de wodka y se sirvió de
ésta en un vaso. –"Al principio piensas en esa persona a todas
horas, luego solo pocas veces al día, luego solo antes de ir a
dormir. Antes de que te des cuenta solo piensas en él de cuando en
cuando. Cada que algo te lo recuerda."- Dio un pequeño sorbo al
líquido.
-"¿Y si todo lo hace?"- Recargó su rostro en su mano derecha. –
"¿Si todos los lugares le hacen recordar a uno?"
-"La gente crea nuevos recuerdos y todos se superponen. El corazón
olvida y al final te quedas apesadumbrado no tanto porque extrañes
a esa persona, sino porque te das cuenta de que ya no es tan
importante para ti como lo era antes."
-"Nosotros estamos listos para morir. Es fácil entender cuando uno
de nosotros muere en una misión; por algo que valga la pena. ¿Pero
así? ¿Tan inútilmente? No puedo concebir que los Dioses puedan ser
tan crueles como para planear esto."
-"No lo son."- Arguyó. –"Ni siquiera Ellos pueden serlo. Los seres
humanos deciden sus destinos. Si ellos quisieron morir fue por
ellos mismos; los Dioses no tienen nada que ver en sus decisiones.
¿Crees que la gente ajena al Santuario piensa que somos brillantes
al darle nuestras vidas a una jovencita? Somos dueños de nuestras
vidas, por eso podemos dárselas a quien queramos. Ellos no
murieron inútilmente sino que lo hicieron por algo en lo que
creían. No importa lo absurdo que sea para nosotros, si para ellos
valió la pena, tal vez lo mejor sea respetar sus decisiones."
-"Cuando lo vi, creí que no había cambiado en nada, maestro. Me
equivoqué ¿no?"- Ewan siempre fue impulsivo y caprichoso. Juzgaba
con rigor a las personas y era totalmente intransigente. Sin
embargo, ahora parecía que el hombre pensaba mejor en sus
palabras. Ewan de Escorpio ya no odiaba tanto como antes.
-"Los años
pensar."
de
tranquilidad
le
dejan
a
uno
-"No sabía que la gente pudiera cambiar tanto."
mucho
tiempo
para
-"Aún eres un mocoso, Adh seidh. Podrás tener mi Armadura o pelear
en todas las Guerras Santas del mundo, pero aún serás un mocoso."Alzó el rostro con interés. –"Y ¿qué hay de Atena?"
-"Ella está bien, creo. Aunque si he de ser sincero no es lo que
esperaba. Demasiado humana, si se puede decir."
-"Vivió 13 años como mortal. Debe de ser difícil. Incluso para
Ella."
-"¿En serio lo cree?"
-"No lo sé."- Caminó unos cuantos pasos hasta encontrarse con una
silla sobre la cual se sentó. Solo entonces notó que el bar estaba
vacío. –"Parece que has ahuyentado a mi clientela, Adh seidh."
-"No me parece que yo sea el culpable."- Caminó hacia los trozos
de vidrio esparcidos en el suelo. Recogió los pedazos más grandes
con la mano derecha, acunándolos en su mano izquierda. –"Cambiando
de tema…"- Añadió. –"Red Fox me parece un nombre raro para su
bar."
-"¿Qué tiene de raro?"
-"Es demasiado… común."- Caminó hacia el único basurero que tenía
a la vista y tiró en él los trozos de vidrio.
-"¿Qué puedo decir? Es bueno para el negocio. Los turistas no
vienen solo para ver el puente. Si lo hacen es por el asesinato de
Appin."
-"¿De qué?"
Ewan suspiró irritado.
-"Sigues siendo tan ignorante como antes."
-"No soy ignorante. Solo no sé tanto como usted."
-"Y yo no sé nada. Ahora solo imagínate en lo que eso te
convierte."- Alzó su copa en son de brindis. –"Red Fox: así
llamaban a Colin Campbell. Era un hombre joven pero poderoso... en
mil setecientos cincuenta y tantos quiso arrendar las propiedades
del clan Stewart a su favor. Por supuesto que los jacobitas no
iban a aceptar esto con facilidad, así que un día el disparo de un
francotirador mató a Campbell. Las autoridades exigieron al clan
Stewart que entregaran al culpable, pero éstos se negaron. Al
final acabaron sentenciando a muerte a James Stewart solo porque
sí."
-"¿Solo eso?"
-"No..."- Añadió. –"Stewart fue colgado y dejaron su cuerpo en la
horca durante 18 meses. Al final lo único que mantenía al
esqueleto unido eran las cadenas que en vida ataban al pobre
hombre."
-"Eso ya suena más a usted."
-"Aún puedes visitar el lugar en donde lo colgaron. No está muy
lejos del puente. Deberías ir a verlo. Solo te recomiendo regresar
pronto. Los espíritus comienzan a salir a estas horas de la tarde
y no suelen recibir con los brazos abiertos a los extranjeros."
Milo arqueó la ceja mientras se escuchó el campaneo que indicaba
que la pesada puerta se abría. La clientela comenzaba a regresar.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Curioso."- Leyó en voz baja las palabras grabadas en la placa de
metal oscuro. –‘A la memoria de James Stewart de Achari o ‘James
de los Valles’, ejecutado en este lugar el 8 de noviembre de 1752
por un crimen del que no era culpable.’
Una fría corriente de aire se posó en su nuca, ocasionándole un
escalofrío que le hizo arquear la espalda. La noche ya había caído
y el sonido de los insectos nocturnos amenazaba con acabar con la
cordura del Santo de Escorpio. La niebla no le permitía ver con
claridad y un extraño temor anegó su mente.
-"Así que moriste el día de mi cumpleaños..."- Se corrigió. –"No
moriste. Esos bastardos te mataron ¿no? Revenant, espero que tu
espíritu pueda descansar algún día."
El Santo de Escorpio giró sobre sus pasos y caminó con presura de
regreso al bar. El aire ya estaba demasiado frío y Milo había
comenzado a sentirse observado.
James Stewart no pudo sino entristecerse al ver cómo aquel hombre
se alejaba.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Does then the Bard sleep here indeed?
Or is it but a groundless creed?
What matters it?--I blame them not
Whose Fancy in this lonely Spot
Was moved; and in such way expressed
Their notion of its perfect rest.
A convent, even a hermit's cell,
Would break the silence of this Dell:
It is not quiet, is not ease;
But something deeper far than these:
The separation that is here
Is of the grave; and of austere
Yet happy feelings of the dead:
And, therefore, was it rightly said
That Ossian, last of all his race!
Lies buried in this lonely place.
-William Wordsworth
¿Es cierto que el bardo descansa aquí?
¿O es una creencia sin fundamento?
¿Qué importa? No culpo a los que fueron
Por la Fantasía conmovidos en este lugar
Solitario; y de ese modo expresaron
Sus ideas del perfecto reposo.
Un convento, incluso la celda de un eremita,
Perturbarían el silencio de este valle:
No es calma, no es tranquilidad
Sino es algo mucho más profundo:
La separación que hay aquí
Es la de la tumba; y la de los austeros
Pero felices sentimientos de los muertos:
Y así, pues, se dijo bien
Que Ossian, ¡el último de su raza!,
Yace enterrado en este solitario lugar.
-William
Wordsworth
Comentario de la Autora:WIIIIIII! Ewan está de regreso! ._. Por un
rato. Etto, veamos:
Go hifreann leat!: En gaélico irlandés (debería ser escocés, pero
es casi lo mismo :P) es, literalmente, 'Al infierno contigo',
oséase un 'Vete al diablo'.
Bueno... la verdad a la hora de escoger una nacionalidad para Ewan
solo tomé un mapa de Escocia y 'donde el dedo cayera' sería su
ciudad de origen. La afortunada fue Ballachulish. Cuando comencé a
buscar info sobre ella, me llevé una gran sorpresa al ver que era
un lugar tan interesante y bello. Encima, el asesinato de Appin
coronó el asunto perfectamente, sin mencionar la coincidencia
entre la fecha de muerte de James y el nacimiento de Milo. Es por
eso que traté con semejante detalle los orígenes de Ewan:
Ballachulish era demasiado rica como para pasarla por alto como un
simple lugar de nacimiento.
Sobre el poema de Wordsworth, es parte de 'Memorials of a Tour in
Scotland'. Un trabajo que aplicaba muy bien a este capítulo. En lo
personal no me gusta Wordsworth (creo que es demasiado complicado
e... inglés... para mi pobre mente), pero creo es un escrito que
pone un ambiente muy propicio en este capie. La traducción no fue
mía, la saqué de internet y cambié una que otra palabra.
Hn... es todo por ahora. ¡Gracias y que tengan un buen día!
Nota: El perro negro es uno proveniente de Escocia e Irlanda. Se
dice que cada que uno lo ve, cae en la depresión y en una
desesperación que puede llevar a la locura. El perro ataca a
viajeros solitarios, pero a veces también ataca a las parejas. El
mejor protector contra el perro es un descendiente de Ean
MacEndroe. Este personaje ayudó una vez a un hada y a cambio, ésta
le dio inmunidad total contra el perro negro.
Capítulo 50: Ean MacEndroe
-"No salgas esta noche, Ean."
Una alta y corpulenta figura le otorgaba una mirada de advertencia
a un pequeño niño.
-"Quiero."
El chiquillo había sido siempre de pocas palabras, pero eso era
solo porque el hombre era de demasiadas.
-"No. Es una noche fría. Los fantasmas no tardarán en salir."Aquel hombre tenía un mal presentimiento pero, debido a su edad,
no pudo discernir bien de qué era de lo que se trataba. Era por
eso que esa noche no quería dejar al niño solo. –‘Demasiados
demonios nocturnos.’- Pensó. Una delgada capa de sudor coronaba su
frente.
-"Quiero verlos."
-"Mañana, Ean. Esta noche…"- Sintió por unos segundos que su peso
le traicionaba, obligándolo a inclinarse un poco hacia atrás. –
"No. Hoy no."- Fue lo único que el aire de sus pulmones le
permitió seguir diciendo.
-"¿Por qué?"
El hombre, ya entrado en años, no tuvo más remedio que recargar su
peso sobre la barra del bar. Tardó casi un minuto en poder
contestar.
-"De acuerdo."- El extremo cansancio le obligó a rendirse. Aquella
noche tendría que poner de lado su presentimiento. –"Solo no
juegues con los fuegos fatuos."
El niño asintió y salió disparado fuera del edificio.
El anciano sonrió y caminó con lentitud hacia uno de los bancos
del lugar. Una vez que se sentó en él, colocó su mano sobre su
estómago.
Repentinamente
entendió
el
por
qué
de
su
mal
presentimiento. Alzó la cabeza al escuchar el tintineo de la
campana que anunciaba que la puerta de la cantina se abría. El
movimiento brusco de cabeza le hizo perder el equilibrio y cayó
del banco.
A orillas del río, Ean MacEndroe jugaba a pescar.
Si tenía suerte, tal vez pudiera atrapar a una nereida.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo no podía dormir en la habitación que su maestro tan
amablemente le había prestado. Claro que el lugar no era tan frío
como Siberia, pero eso no quería decir que fuera un lugar cálido.
Además, la humedad en el aire convertía cada inhalación en una
tortura. El Santo de Escorpio ni siquiera había intentado
recostarse en la cama. Sabía que el hacerlo sería inútil. Además,
había un marcado olor en las sábanas de la habitación que no
dejaba de inquietarlo.
Dio vueltas por el cuarto durante unos cuantos minutos hasta que
se convenció de que allí no había nada interesante. Guiado por la
curiosidad, Milo salió de la habitación solo para encontrarse con
un librero. Se atrevió a darle una mirada más de cerca y tomó un
libro al azar.
-"Kidnapped."
Hojeó un poco el libro y luego decidió cambiarlo, esta vez
cuidando mejor su elección. Encontró un libro con cubiertas de
cartón especialmente grande. Al abrirlo se dio cuenta de que se
trataba de un álbum de fotografías. Sonrió triunfante y caminó de
regreso a su habitación, sin molestarse siquiera en cerrar la
puerta.
Las primeras imágenes eran muy viejas. Habían sido maltratadas por
arañazos, dobleces y una que otra grapa. Todas variaban en su
coloración desde sepia hasta colores pálidos y amarillentos.
Al principio, solo una mujer aparecía en las fotos. Luego, un niño
de cabello claro la reemplazó. No había muchas fotografías de él,
sin embargo. En la última aparecía ya como un hombre vestido de
traje y listo para marchar a quien sabe dónde.
Fue fácil para Milo notar el salto que hubo en el tiempo, pues
repentinamente el único modelo de las fotografías era un niño
rubio que el escorpión reconoció con seguridad.
-"¿Se puede saber quién te dio permiso para esculcar mis cosas?"
Milo alzó el rostro un tanto sorprendido.
-"Lo lamento, maestro."- El susodicho se sentó sobre la cama a un
lado suyo. –"¿Y el bar?"- Preguntó sin deseos de dar una excusa a
su comportamiento.
-"Entre semana suelo cerrar más temprano. Las mujeres me reprochan
el que sus esposos no puedan levantarse a tiempo para ir a
trabajar."
-"Éste es usted ¿no?"- Milo cambió de tema, refiriéndose a las
imágenes del álbum.
-"No. No lo soy."- Sonrió de lado y acarició la fotografía a
través de la cubierta plástica. –"¿Sabes? Apenas descubrí estas
fotos hace un año. Dionisio nunca me las mostró y yo no me había
atrevido a entrar a su cuarto hasta entonces."
-"¿Cómo era?"- Si había algo que llamaba la atención de Milo, era
que Ewan casi nunca hablaba de su predecesor; como si para él no
hubiera sido alguien importante; como si el conocerlo o no hubiese
sido igual. Sin embargo, aquel anciano al que llamaba con
insistencia ‘Dionisio’ residía en la mayor parte de sus recuerdos.
¿Era posible que un civil fuera aún más interesante que un Santo
de Atena?
-"Como un hombre que siempre estaba embriagado."- Milo arqueó la
ceja no entendiendo del todo aquellas palabras. -"Él siempre se
empapaba de todo lo que hacía. Vivía con una intensidad que nunca
he vuelto a ver. Era un amante de la pasión misma. ¡Pasión en
todo! ¡Desde hacer cosas tan simples como el tomar una fotografía
hasta en el arte de preparar una bebida! ¡Nunca, ni una sola vez,
lo noté desganado! Te digo, muchacho. Él era un verdadero amante."
Milo sonrió con tristeza al ver el entusiasmo de su maestro. En su
mente, los civiles eran gente sosa y desganada: simples corderos
que solo se dedicaban a obedecer, enriquecerse y, en el peor de
los casos, a solo existir. Apenas ahora comenzaba a considerar que
aquellas personas podían ser algo más que simples e inocentes
peones a los que debían de proteger. Tal vez ellos sí podían tener
pasiones. Tal vez sus almas podían arder del mismo modo en el que
lo hacía la suya cada que combatía.
-"Entonces fue un buen hombre."
-"El mejor."- La mirada de Ewan se hizo aún más cristalina que
costumbre. Milo no pudo evitar abrir los ojos desmedidamente
ver cómo varias lágrimas comenzaron a recorrer del rostro de
maestro. –"Él me pidió que me quedara esa noche, Adh seidh. Me
pidió y aún así me fui y cuando regresé, él ya no estaba."
de
al
su
lo
-"¿Hubiera habido diferencia?"
-"Aye."- Rió con desgano mientras retiró algunas lágrimas con el
dorso de su mano. –"Hubiera visto su muerte y me hubiera dejado
aún más traumado."
-"Lo suponía."- Decidió volverle a prestar atención al álbum. –"Si
este no es usted entonces ¿quién es?"
Ewan negó con la cabeza.
-"Es Ean. Ean MacEndroe. Así es como Dionisio me llamaba. Quiero
creer que me consideró su guía; el que lo salvó del Perro Negro.
Cualquier padre se pierde un tanto al saber muerto a su hijo y me
gusta pensar que por mí salió adelante."
-"Siempre nos gusta pensar que la gente nos necesita."
-"Aye. Es un sentimiento reconfortante."- Se levantó y le arrebató
el álbum a Milo. –"Sé que no puedes dormir, pero inténtalo. Lo
necesitas."
-"Maestro."- Interrumpió. –"¿Qué día murió su abuelo?"
-"No tienes que ser muy brillante para deducirlo."- Giró su rostro
hacia la puerta. –"No pienses más en los muertos esta noche, Adh
seidh. El aire es traicionero en estas tierras: las almas
abandonadas podrían sofocarte."- Cerró la puerta detrás de sí.
Milo se resignó y alcanzó el interruptor de luz para apagarla. Al
lado del botoncito amarillento y, colgado de un grueso y oxidado
clavo, reposaba un calendario con una gastada imagen de una
laguna.
La fecha en aquel calendario había quedado fija desde hacía ya
muchos años.
-"27 de mayo."
Más que sentirse aliviado al finalmente conocer el motivo de la
melancolía de su maestro en ese día del año, se sintió ligeramente
atemorizado. Examinó con rapidez la habitación y apagó la luz. A
la hora de acostarse se tapó con las cobijas aún más de lo
necesario. El olor del que antes había huido se hizo más intenso y
un delgado vaho comenzó a emanar de su boca.
La temperatura estaba descendiendo, pensó.
Cerró los ojos cuando por su mente cruzó que tal vez el espíritu
de Dionisio estaba de visita, esperando saber del huésped que su
nieto había alojado en su habitación.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Milo permaneció en Ballachulish durante cinco noches antes de
sentirse listo para regresar al Santuario. Ahora se sentía más
tranquilo y no le pesaría tanto recorrer las 12 Casas. O al menos
eso era lo que esperaba. Se despidió de su maestro con menos
parsimonia con la que lo hizo al haber obtenido su Armadura. Éste,
por su parte, tampoco pareció despedirse con excesiva emoción.
Ewan sospechaba que volvería a verlo muy pronto.
Milo, por su parte, estaba seguro de lo contrario.
Al llegar a Atenas, el Santo de Escorpio caminó directamente hacia
la Casa del Carnero Blanco. Mientras recorría los abandonados y
áridos parajes, no dejaba de compararlos con las imágenes que
permanecían en su recuerdo. Aquel lugar no era el mismo al que
había llegado hacía 15 años. El mármol que alguna vez le había
parecido infinitamente blanco ahora lucía tan grisáceo y triste
como las casas de cal de Patrikia. Los correteos entre aprendices
habían sido sustituidos por las guardias de los pocos soldados
sobrevivientes. El murmullo de los vendedores de Rhodorio se había
convertido en poco más que el sonido del aire escabulléndose entre
las desmoronadas rocas de la región.
¿Ese era el recinto consagrado a la Diosa?
¡El escenario había sido mil veces más majestuoso cuando Saga
portaba el ropaje de Patriarca!
Saori Kido, Atena, Ella tendría que esforzarse mucho si es que
deseaba volver a esas épocas en donde las 12 Casas eran vistas
como el camino hacia el Olimpo y no como el camino hacia el Hades.
-"Finalmente regresas."pensamientos.
Una
voz
serena
sacó
a
Milo
de
sus
-"Mü. Lo lamento. Actué de modo irresponsable."- Se excusó con
esperanza de que lo dejaran en paz. –"Necesitaba tiempo para
pensar en lo ocurrido."
-"Lo sé."- Aclaró con presteza. No había comenzado la conversación
con intenciones de amonestar al Santo de Escorpio. Tan solo
necesitaba pedirle un favor.
-"Con tu permiso me retiro, Aries. Me gustaría informarle a Atena
que he vuelto."
El valor de Mü flaqueó unos momentos y se limitó a asentir,
permitiéndole el paso al Octavo Guardián. No fue sino hasta unos
cuantos segundos antes de perderlo de vista en la oscuridad de su
Templo que se atrevió a pronunciar sus pensamientos.
-"Milo. Cuando hayas cumplido con la Diosa es necesario que
regreses. Tenemos que hablar de algo. Aldebarán y los demás
también vendrán."
-"Aye."
Después de esto se perdió entre las columnas del Templo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Le agradezco mucho que me haya permitido retirarme por unos
días, Atena."
Milo se inclinaba ante la Diosa. ¡Y cuán diferente se sentía
hacerlo a como imaginaba que sería! El respeto y temor que tenía
hacia Ella acabó convirtiéndose en complacencia y, que Zeus lo
perdonara, en ternura. Después de todo, era tan solo una niña. Con
solo ver su pequeño cuerpo de pie frente a él le daban ganas de
prestarle su Armadura para evitar que el viento la dañara.
¿Cómo es que esa jovenzuela había peleado en Ilión?
-"Esta bien, Milo. Me alegra ver que estés mejor ahora."- Al
terminar la Batalla de las 12 Casas, la Diosa notó la confusión e
ira de Escorpio. Su guerrero no le serviría de nada en esa
condición. El joven debía de descansar y aclarar su mente.
Afortunadamente, ahora su espíritu se sentía más calmado. Tal vez
solo un tanto más frío que antes. Atena no le prestó atención a
ello. Le pareció algo normal.
-"¿Qué hay de Usted, Atena?"- Alzó la vista y arqueó la ceja. –"Sé
que todo este asunto también ha sido un fuerte golpe para Usted."
-"No me parece que mis Santos estén en condiciones de juzgarme."La voz de la muchacha era extraña: sumamente débil y temblorosa.
Como si tuviera miedo de hablar.
Milo se puso de pie casi por instinto. Sonrió.
-"¿Mü ha vuelto a hablar con Usted? No creo que deba de tomarlo
demasiado en serio. Aquí entre nos: los Caballeros de Atena
estamos para servirle, no para decirle de quién debe o no
preocuparse. Le seguiremos hasta el final."
-"¿Por qué?"- Susurró.
-"Porque así lo hemos decidido."
-"¿Eso es todo?"
-"¿Necesitamos más?"
Atena curvó sus labios en una tímida sonrisa.
-"No."
-"Seiya y los demás estarán bien. Lo sé. Ellos también han
decidido cuidarla."- Se inclinó hacia ella y retomó un tono de voz
más formal. –"Con su permiso, me parece que hay un asunto que debo
atender."- Dio media vuelta y salió de la habitación.
-"Porque así lo decidieron..."- Repitió la joven.
Su corazón comenzó a palpitar con rapidez.
Después de todo, Ella también tenía derecho a decidir.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ean regresaba de su caminata nocturna. Tenía las rodillas
empapadas y sus manos astilladas por tanto jugar con madera
mojada. Sus pies estaban congelados ya que el agua del río
atravezó sus zapatos y sus calcetines. En sus manos acunaba unas
cinco piedras de colores que había capturado. Su abuelo se pondría
feliz al ver las joyas que los gnomos dejaron en la superficie.
Se detuvo al ver a mucha gente murmurando en las calles cercanas
al Red Fox, pero, al convencerse de que no se trataba de nada
importante, siguió su camino. Apenas puso un pie sobre las
escaleras del pórtico, una mano lo sujetó del hombro.
-"Lo lamento, hijo. Tu abuelo murió anoche."
Ean tardó en comprender el verdadero significado de esas palabras,
y cuando lo hizo, simplemente decidió sentarse en el primer
escalón del pórtico. Era casi como si esperara a que el espíritu
de Dionisio regresara. No escuchaba las voces que le pedían que
comiera algo. Tampoco las de quien le decían que se tapara. Apenas
y notó cuando un hombre de apariencia importante le dijo que el
bar había quedado a su nombre y que quedaría cerrado hasta que
llegara a la mayoría de edad.
Solo alzó la vista al reconocer una presencia en especial.
-"Ven."- El hombre extendió su mano derecha
aceptó y se levantó. –"Yo cuidaré de ti, Ewan."
hacia
él.
Ean
la
El niño asintió y fue conducido de regreso al bosque por un hombre
que portaba una Armadura tan brillante como el Sol.
Comentario de la Autora: Ahora sabemos todavía más del adorable
Ewan. ¿No es lindo? *coff* Etto... creo que no tengo mayor
comentario sobre este capie.
El libro que Milo saca de la repisa de Ewan, Kidnapped, trata
precisamente del Asesinato de Appin.
El capítulo fue inspirado por mi maestro de Equilibrio Químico.
Nos dio una cátedra sobre lo importante que era embriagarse (sí,
con esa palabra). Creo que sus palabras me conmovieron mucho.
Eh... eso es todo, creo. Espero que este capie les haya gustado.
A mí me pareció muy lindu. ^^
Capítulo 51:  (Abandono)
-"¿Vendrá?"
Aries, Tauro, Leo y Virgo estaban reunidos en el Primer Templo.
Una conferencia como aquella era poco común, pero todos los
jóvenes habían asistido con puntualidad. Todos menos uno.
-"Lo hará."- El anfitrión respondió convencido de sus propias
palabras. –"Dijo que lo haría."- Sonrió algo avergonzado. –"Al
menos eso fue lo que le entendí."
-"No lo sé, Mü."- Continuó el Santo de Tauro. –"Me parece que ha
tardado demasiado. ¿Tal vez lo olvidó?"
-"No."- Aioria afirmó mientras terminaba de comer una de las
galletas que le habían ofrecido. –"La invitación seguramente
alimentó su curiosidad lo suficiente como para hacer que venga."Sacudió sus manos para deshacerse de las migajas.
-"Tal vez sospecha el motivo de la reunión."- Aldebarán mostró
inseguridad. –"De cualquier modo, dudo que acceda a ayudarnos."
-"No le vamos a pedir que lo haga. Solo se lo vamos a informar."Insistió Aioria. Ellos querían ayudar a los Santos de Bronce
reviviendo sus Armaduras; esto a costa de su sangre. Si Escorpio
quería o no participar, era su problema. Incluso si los Dioses no
eran propicios, podrían reparar las Armaduras a tiempo para la
siguiente batalla; solo era cuestión de extender un brazo y
realizar un corte. –"Podemos hacer esto sin él."
-"No creo entender el motivo de sus preocupaciones, Caballeros."Finalmente Shaka de Virgo habló.
-"Milo recibió dos fuertes golpes en esta batalla. No podemos
esperar que sea afable con Hyoga y los demás."
-"No solo él perdió a sus compañeros, Aldebarán."- A Aioria, la
actitud de Milo le parecía irresponsable e infantil. ¡Eran
guerreros! Se suponía que estaban acostumbrados a lidiar con la
muerte. Milo, en cambio, actuaba como un niño asustadizo. Como si
él no hubiera sido responsable de más de una decena de asesinatos.
-"Tú más que nadie deberías entender sus sentimientos, Aioria."Reprochó Tauro. –"En Saga perdió a un maestro y en Camus..."- Se
interrumpió por miedo de sonar indiscreto.
-"No podemos estar seguros de eso."- Aclaró Aioria, sabiendo a lo
que el Segundo Custodio se refería.
-"¿De qué?"- Aldebarán bajó la mirada ante la pregunta de Mü.
Aioria solo lo miró con extrañeza. –"No conozco a Milo más de lo
que llegué a conocer a Camus. No entiendo a lo que se refieren."
-"Son solo rumores."- Indicó Aldebarán.
-"Dicen que Acuario y Escorpio eran amantes."- Aioria sonrió al
ver los ojos de Mü abrirse en incredulidad. –"Si me lo preguntan,
yo diría que solo eran buenos amigos."
-"Lo que menos importa ahora son las relaciones amorosas del
Octavo Guardián. Seamos pacientes por ahora. Pronto bajará del
Templo de Atena."
El resto estuvo de acuerdo con estas palabras y se limitaron a
esperar en silencio.
La espera no fue muy larga. En unos cuantos minutos, el eco de
unas pisadas se escuchó en el salón.
-"Mü de Aries. He de felicitarte."- Finalmente el Santo de
Escorpio hizo su aparición. Sonreía sarcásticamente mientras
sujetaba su casco en la mano derecha. Aries le recibió poniéndose
de pie. –"Has logrado juntar a casi todos los Santos de Oro sin
necesidad de invocar una Reunión Dorada."- Se tomó la libertad de
sentarse a lado de Aioria en un sillón que ya compartía con Shaka.
–"Debieron de haber sido más de 30 años desde la última vez en que
eso pasó."
-"Tan solo he tenido la oportunidad de hacerlo, Milo. Me parece
que este es un asunto que nos concierne a todos."
-"Estoy intrigado."- Escorpio arqueó la ceja y les brindó una
mirada más detallada a los demás visitantes. Todos menos Shaka
lucían inquietos y lo observaban detenidamente, como buscando una
respuesta a una pregunta sin pronunciar.
-"Como saliste del Santuario no pudimos hablar de esto antes."Continuó Aries. –"Pero supongo que entiendes el estado en el que
terminaron Seiya y los demás."
-"Es sobre sus Armaduras."ayudarle a Mü a revivirlas."
Aioria
interrumpió.
–"Queremos
-"Entiendo: quieren mi sangre."
-"No sabíamos si querrías participar en esto o no."- Añadió Mü. –
"No parecías estar muy feliz con los muchachos."
-"¿Habría de estarlo? Esos mocosos nos masacraron cual ganado."
-"Si no quieres ayudarnos está bien."- Indicó Aldebarán. –"Somos 6
de nosotros y solo cuatro Armaduras. La de Fénix estará bien por
sí misma. Solo quisimos decírtelo para que estuvieras enterado."
-"Hyoga es mi responsabilidad. Me gustaría encargarme de su
Armadura."Aldebarán
y
Aioria
lo
miraron
con
algo
de
desconcierto. –"¿Qué?"- Preguntó irritado. –"Le daré toda la ayuda
que los Dioses me permitan darle. Si dejo que Hyoga pierda su
Armadura, la muerte de Camus resultará aún más inútil de lo que
por sí fue."
-"Que así sea."- Concluyó Shaka. -"Mü viajará a China a hablar con
Roshi sobre esto. Seguramente él querrá encargarse de la Armadura
de Dragón."
Mü asintió y cruzó ambos brazos.
-"Partiré mañana en la mañana. Confío en que mantendrán la guardia
suficiente."
-"De eso despreocúpate."- Aioria movió su mano izquierda en señal
de indiferencia. –"Mientras Atena esté aquí no tenemos de qué
preocuparnos."
-"Dado el caso, me parece que estamos en problemas, Leo."- Shaka
se puso de pie y salió del salón. El resto no tardó en seguirle ya
que sintieron el cosmo de la Diosa saliendo del Segundo Templo.
Los cinco jóvenes se reunieron en la salida de Aries y se hincaron
al tener a la Diosa lo suficientemente cerca.
-"¿Podemos ayudarle en algo, Atena?"
-"De hecho sí, Aioria."- Dio una señal con la mano para que los
Caballeros se pusieran de pie. –"Regresaré a Japón. Te agradecería
que arreglaras los asuntos de mi viaje con Tatsumi. Me parece que
está quedándose en el campamento de los Santos de Plata. Marin te
ayudará a encontrarlo."
-"Disculpe, Señorita, pero no me parece prudente que salga en
estos momentos."
-"Tengo asuntos importantes que atender en el oriente, Aioria.
¿Debo recordarte que mi deber no es solo como Atena? Saori Kido
tiene toda una vida que cerrar antes de poder dedicarse en
exclusiva al Santuario."
-"Debemos insistir, Atena."- Mü fue el que tomó la palabra
entonces. –"La situación es de por sí complicada; nuestras fuerzas
están sumamente debilitadas. Solo con su presencia podremos
reordenar nuestras huestes."
-"Suficiente, Mü. He tomado una decisión."
-"Al menos permítame acompañarle, Atena."- El Santo de Leo se
inclinó como para acentuar sus palabras. –"No le estorbaré. Solo
le seguiré lo suficientemente cerca como para asegurar su
seguridad."
La Diosa miró con recelo al Caballero y no accedió sino hasta casi
medio minuto después.
-"Bajemos entonces. Ambos tenemos asuntos qué atender."
-"¿A dónde va Usted, Atena?"- Solo Aldebarán tuvo el coraje para
cuestionar a la Diosa.
-"A la Fuente."- No le otorgó una segunda mirada a los Caballeros
de Oro y siguió su camino. Aioria la siguió de cerca.
-"Así que eso era. Se va a llevar a los Santos de Bronce a
Japón."- El Segundo Guardián se quitó su casco y pasó su mano
derecha a través de sus cabellos.
-"Seguro los llevará a uno de sus hospitales."- Aries suspiró y
negó con la cabeza. Le parecía que la Diosa estaba comportándose
de un modo insólitamente egoísta. Lo peor era el saber que no
podía hacer nada al respecto.
-"Nuestra única opción es dejarla ir y esperar a que Aioria haga
un buen trabajo como Guardián."- Milo se colocó su casco y dio un
cuarto de giro. –"Creo que con esto la reunión ha llegado a su
fin. Retomaremos el asunto de las Armaduras de Bronce cuando
Aioria regrese. Ahora con su permiso, me retiro."- De ese modo se
despidió y comenzó a subir las escaleras que llevaban hacia la
Casa del Toro Dorado.
-"Yo también regresaré a mi Templo."- Shaka inclinó levemente su
cabeza ante Mü. –"Gracias por la hospitalidad."- A los pocos
segundos alcanzaba a Escorpio en su ascenso.
Aldebarán
bostezo.
alzó
los
brazos
y
se
estiró,
emitiendo
un
fuerte
-"¿Tú también te vas?"
-"¿Me estás corriendo?"- Aldebarán sonrió y se sentó en el suelo
con los pies cruzados.
-"Sabes que no haría eso."- Se sentó a su lado. Ninguno habló por
un buen rato. –"Admito que esto no es lo que esperaba."
-"¿Esto qué? ¿El Santuario? ¿Atena?"
-"Ambos."
-"Atena estará bien. Solo es cuestión de tiempo para que su
espíritu despierte por completo. Cuando eso pase, el Santuario
mejorará."
Mü no estaba del todo convencido con estas palabras. El asunto
parecía ser mucho más complicado que eso.
-"Dime la verdad, amigo. ¿Crees que estábamos mejor con Saga?"
Aldebarán pensó unos momentos en su respuesta. Una sonrisa no
tardó de dibujarse en su rostro.
-"Como en todo había su lado bueno y su lado malo. En ese entonces
había mucha más gente en el Santuario y era mucho más seguro.
Además, si algo no faltó en su patriarcado fue disciplina. Todo
estaba ordenado tan perfectamente que daba miedo."
-"Parece que has olvidado mencionarme el lado malo, Aldebarán."
-"¿Es necesario?"- La sonrisa se atenuó. –"Al menos dos guardias
morían a la semana. Los aprendices eran sentenciados a pena de
muerte a la primera provocación. Los hombres que verdaderamente
valían la pena morían como traidores y los traidores vivían como
consejeros del Patriarca. La de Saga fue una prelacía cruel. No me
gustaría regresar a esos días."
-"¿Incluso con Saori Kido en lugar de la Diosa?"
-"Esperas mucho de ella, Mü. Es tan solo una niña. No puedes
pedirle que adquiera todas las responsabilidades que su cargo le
confiere en solo unos días."
-"¿Por qué no? ¿Acaso no encarnó para ello?"
-"Atena sí. Pero Saori no."- El pecado de Saga ocasionó que Atena
se dividiera en una parte humana y en una divina. Por ahora, el
lado humano era el que reinaba.
-"Estoy comenzando a creer que cometí un error al ayudar a Seiya y
a los demás; y eso es muy malo."
-"Creo que todos lo pensamos, Mü. Seguramente el único seguro de
sí mismo en estos momentos es Shaka."
-"Lo envidio."
-"Supongo que después de esto preferirás esperar para arreglar la
Armadura de Shiryu."
-"No me iré del Santuario hasta que Aioria regrese. Temo que algo
malo pueda ocurrir."
-"¿Como qué?"
-"Es solo un presentimiento."- Mü mintió. Sabía que el peligro que
los acechaba era real y que podía surgir de un momento a otro. "No debe de ser nada."
-"Han sido días pesados para todos nosotros,"- Aldebarán enderezó
su espalda para demostrarle a Mü la confianza que tenía en sus
propias palabras. –"Pero con el tiempo todo mejorará."- Colocó su
mano sobre el hombro del Santo de Aries. –"Mientras tanto, a tener
paciencia."
-"Procuraré tenerla."- Mü cerró los ojos y sonrió con sinceridad.
Sin embargo, una gran sombra seguía ennegreciendo su mente.
Él sabía que lo que menos tenían era tiempo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Tenemos noticias del Santuario, Tetis?"
Un hombre que portaba una armadura de
interrogaba a una mujer de cabello rubio.
tonalidades
naranjas
-"Buenas noticias, señor. Uno de los soldados me acaba de informar
que la señorita Atena pronto llegará a Japón."
Kanon rió para sí.
–"Los Santos de Oro deben de estar locos como para permitir que
Atena salga del Santuario tan repentinamente. ¿Sabemos si alguno
de ellos la acompaña?"
-"Parece ser que no, General."
-"Ten por seguro que sí. Aunque dudo que su escolta sea de más de
uno de ellos. No creo que sospechen que tienen un nuevo enemigo.
Dime, ¿ya sabemos quiénes son los sobrevivientes de la Batalla de
las 12 Casas?"
Tetis cerró sus ojos azules como para poder recordar mejor los
títulos de los Caballeros que eludieron la muerte.
-"Aries, Tauro, Leo, Virgo, Libra y Escorpio."
-"Solo seis..."- Murmuró. –"¿Quién diría? Ellos mismos se han
infringido el daño suficiente como para que los sobrepasemos en
número."- Su voz se tornó un poco más seria. Su felicidad también
parecía haber desaparecido.
-"¿Qué haremos ahora, señor?"
-"Esperaremos. Falta poco para ir por nuestro señor Poseidón y no
me gustaría parecer impaciente ante él. Aún nos queda más de medio
mes y utilizaremos ese tiempo para fortalecer nuestro ejército.
Pronto atacaremos tierra firme."
-"Como usted diga, señor."
-"Ah, y Tetis. ¿Por qué no le comunicas a Kraken
sobrevivientes? Sospecho que le agradará saber que
Cygnus se le adelantaron al Hades."
sobre los
Acuario y
-"Sí."
La mujer se inclinó
detrás de ella.
levemente
y
bajó
las
escaleras
que
había
El General Marino la observó marcharse desde el portal del Pilar
del Atlántico Norte.
-"A final de cuentas sí moriste, ¿no, hermano?"- Kanon, al igual
que muchos otros, no sabía del fraude que Saga armó durante 13
años. Lo sospechó, pero nunca se convenció del todo. Apenas unos
cuantos días atrás le llegaron noticias de la rebelión en el
Santuario y, entonces, todo se aclaró. Su primer sentimiento fue
de odio: Saga le dio el peor de los castigos otorgados por Atena
solo para sacarlo del camino. O al menos así había parecido.
Posteriormente,
Kanon
se
emocionó.
Si
Saori
Kido
había
reconquistado el Santuario, entonces Saga recibiría un castigo.
¡¿Y qué mejor castigo que el que él mismo sufrió?! Había tenido
esperanzas de verlo encerrado en Cabo Sunión. De haber ocurrido
así, Kanon le hubiera ofrecido una segunda oportunidad. Aún podría
vengarse de Atena. Juntos, el asunto sería aún más fácil.
Pero Saga nunca fue encerrado en Cabo Sunión. Ahora su hermano
compartía el mismo destino que Aioros.
Sacudió su cabeza como para sacar de ésta todos esos pensamientos.
Lo mejor estaba por dar comienzo y las Marinas de Poseidón no
tardarían en pelear contra los Santos de Atena. En menos de tres
semanas, pensaba, estaría frente a los Caballeros Dorados.
Entonces acabaría con todos, no sin antes mostrarles su identidad.
13 años de ocultismo habían sido suficientes. Ahora era tiempo de
que los Santos de Oro reconocieran a su nuevo enemigo; de ser
necesario destruiría a los sirvientes de Atena uno por uno y su
puño no dudaría ante ninguno.
O eso esperaba, ya que dos luces turquesas cegaban continuamente
su visión. Si las cosas seguían de ese modo, él tendría que ser el
primero.
Pero de todo eso se preocuparía después. Aún faltaba que la fecha
señalada llegara y, mientras tanto, disfrutaría de sus logros.
-"Descansa en paz, hermano."
Ninguna lágrima cruzó su rostro. Sin embargo, algo en el pecho de
Kanon dolió intensamente.
Comentario
de
la
¡WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
¡WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
¡KANON
REGRESÓ!
XD Jejejeje! Al fin ¿ne?
Autora:
¡REGRESÓ!
Etto, bueno sobre la Fuente que dice Atena, se refiere a la
'Fuente de Atena'. Este es un lugar (según un sidestory de la
serie) cerca de StarHill al que van todos los Caballeros que son
heridos. Se supone que ahí el aire es muy pesado y punzante, pero
que ayuda a curar a las personas. Según esto, Seiya y los demás
son dejados ahí para que se curen. Debo mencionar que no me
convence del todo el sidestory del que saqué esto... pero me
parece
un
detalle
interesante
así
que
lo
puse.
Creo que eso es todo. ¡Lamento la tardancia!
Capítulo 52:  (Crónica)
Año 1986 Estamos a inicios de marzo y Atena se encuentra
no muy lejos del Santuario. Por razones de negocios
ajenos a la orden, ha tenido que visitar Cabo Sunión. Su
presencia ahí nos inquieta poco menos de lo que lo hacía
estando en Japón. Debemos de confiar en que Aioria de
Leo haga un buen trabajo resguardando la vida de la
Diosa.
Aún no se tienen noticias de los Caballeros de Bronce.
Su traslado a la clínica oriental no parece haber
ayudado en nada su estado de salud.
Dohko de Libra permanece en China. Aunque ha tomado su
lugar como la máxima autoridad entre nosotros, se niega
a regresar a Atenas, por lo que no es posible otorgarle
el rango de Patriarca.
Han sido muchos siglos desde la última vez que el
Santuario se vio desprovisto de la figura del Kyoko.
Este hecho ha desconcertado a muchos. El Santuario lucha
por mantenerse firme ante una amenaza latente pero, al
carecer de verdaderos líderes, ésta resulta ser una
lucha inútil. Los Santos de Oro poco podemos hacer.
Incluso entre nosotros hay discusiones y una notoria
desconfianza. Día a día la orden se debilita y, de
seguir así, los Espectros de Hades aniquilarán lo poco
que queda de ella.
Esperamos, entonces, el regreso de Atena. Solo Ella
podrá darnos la confianza que necesitamos para luchar en
contra del enemigo. Desafortunadamente, su ausencia ya
se ha alargado a medio mes. Que Zeus nos perdone.
Incluso hemos pensado en asesinar a los salvadores de la
Diosa. Sin ellos, Atena regresaría a Grecia y tendríamos
algo menos de qué preocuparnos. Tauro se niega
rotundamente. De estar presente, Leo también se negaría.
Aries y yo, Escorpio, nos limitamos a guardar nuestros
comentarios.
Solo
Virgo
parece
estar
realmente
considerando esta idea.
A un mes de la Batalla de las 12 Casas, he visitado las
tumbas de los hermanos caídos. Éstas han sido cubiertas
por una cama de flores blancas. Es curioso que el
cementerio sea el lugar con más vida en todo el
Santuario.
Por ahora, lo único que nos queda es seguir esperando.
La pluma fuente detuvo su movimiento. El dueño de la mano que la
sujetaba enderezó su espalda y miró hacia su ventana. A pesar de
que el día apenas comenzaba, el cielo estaba tan ennegrecido como
si fuera de noche. Pronto llovería. Posiblemente durante mucho
tiempo.
-"Esperaremos."
Milo de Escorpio talló su rostro con ambas manos y suspiró. Se
levantó de su asiento y dio una mirada rápida a su habitación. Su
nueva habitación. Apenas ayer decidió que se había cansado de
dormir en un cuarto sin ventanas y estuvo toda la tarde moviendo
sus cosas de lugar. Ahora su habitación era la misma que Ewan
había utilizado alguna vez. De algún modo, aquel lugar se sentía
un poco más cálido. Más vivo.
Se disponía a prepararse algo de comer cuando fue interrumpido.
-"Por favor vengan todos."- Se trataba de Aries. –"Ha ocurrido
algo inesperado."
Milo respingó y notó que el cosmo de Aioria había regresado al
Santuario. Atena no lo acompañaba. Se puso nervioso. No quería ni
imaginarse lo que había ocurrido. Olvidando inmediatamente su
hambre, salió del Octavo Templo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Bien, ya estamos todos."- Comenzó Aldebarán al ver llegar a los
Santos de Virgo y de Escorpio. –"¿Qué pasó, Aioria? ¿Dónde está
Atena?"
-"Ella está
momentos."
bien.
Milo y Aldebarán
lucía impasible.
Debe
le
de
miraron
estar
llegando
confundidos.
a
Japón
Shaka,
como
en
estos
siempre,
Aioria no sabía cómo continuar. Ni siquiera él estaba seguro de lo
que había ocurrido. Solamente una cosa le quedaba clara: era solo
el comienzo de algo que los pondría a todos en peligro.
-"Alguien intentó secuestrar a la Diosa."- Mü se vio obligado a
terminar el relato que Leo no parecía querer continuar. Sus ojos
permanecieron cerrados y sus palabras sonaron irritantemente
indiferentes. El resto de los Caballeros no compartió su
indiferencia. Incluso Shaka de Virgo hizo un notorio alzamiento de
cejas.
-"¿Quién?"- El corazón en el pecho de Milo comenzó a palpitar
salvajemente. ¿Tal vez Hades finalmente había regresado al mundo
de los humanos?
-"No sé."- Leo miró hacia el suelo no sintiéndose avergonzado,
sino frustrado. Aunque eliminar a aquel robusto hombre que se
llevaba a Atena en brazos había sido algo sumamente sencillo,
nunca pudo identificarlo. Solamente tenía una pista, pero ésta no
le hacía sentir mejor. –"Fue un hombre con una armadura oscura."
‘Negras como el fondo de la oscuridad. Con un brillo frío como el
de la Luna.’
-"¿Un Sappuri?"- Se
palabras de Shaka.
pudo
notar
un
tono
de
inquietud
en
las
-"No."- La coraza que Aioria vio la noche anterior no había sido
espectacular ni mucho menos. Era opaca y débil. Algo tan pobre no
podía ser una armadura destinada a los Espectros de Hades.
Mü se acercó a una mesa y tomó un casco en el que nadie había
reparado. Lo mostró ante todos. El yelmo era de un color verde muy
oscuro y no tenía nada de interesante además de dos adornos
colocados en ambos lados.
-"Aletas."- Milo no supo si debía tranquilizarse o ponerse más
nervioso. –"Pero… no parecen ser Escamas."
-"Esto no fue hecho por Oribarkon."- Señaló Mü. –"Fue algo
producido en masa y en poco tiempo. Posiblemente le pertenecía a
uno de los soldados de Poseidón."
El silencio reinó por varios segundos. Hacía ya mucho tiempo que
Poseidón atacó al Patriarca, pero nunca volvió a intentar nada.
Ahora, el Tío de la Diosa se preparaba de nuevo para la guerra; y
no podía estarlo haciendo en un peor momento. Hacía 260 años, éste
se mantuvo al margen de la pelea entre Hades y Atena. Los jóvenes
no entendían el por qué apenas ahora Poseidón decidía movilizarse.
-"Aioria, ¿será posible que abandonaste a Atena sabiendo lo que la
persigue?"- El casco de Milo, descansando en su antebrazo, recibió
de la mano de su dueño una fuerte presión.
-"Tenía que enseñarles esto. Por Atena no se preocupen. Ella está
a salvo."
-"Por ahora."- Aldebarán se tomó la libertad de terminar las
palabras de Aioria. -"Tenemos que traerla de regreso cuanto
antes."
-"¿Y cómo piensas hacer eso?"- Leo agudizó su tono. –"¿Crees que
yo no le pedí que lo hiciera? Ella no se irá de Japón. No
abandonará a Seiya y a los demás."
-"Es cierto."- Milo se vio forzado a coincidir con Aioria. –
"Tampoco creo que nos deje traer a los mocosos de regreso al
Santuario. Confía demasiado en sus médicos."
-"Entonces yo iré a tomar su lugar en Japón como guardián de los
Santos de Bronce."
-"No sé si Atena esté de acuerdo con eso, Aldebarán."
-"Tenemos qué intentarlo, Mü."- Insistió. –"Nosotros no podemos
hacer nada desde aquí. Atena tiene que regresar."
-"¿Todos están de acuerdo con seguir la idea de Aldebarán?"- Milo
y Aioria respondieron la pregunta de Mü con un débil ‘sí’. –
"¿Shaka?"
-"Intentaremos este modo; pero si Atena se
tendremos que tomar medidas más drásticas."
niega
a
regresar,
-"¡No permitiré que toques a Seiya y a los demás!"- Tauro alzó su
voz en un modo que pocos habían presenciado antes. –"¡Ellos son
más merecedores de estas Armaduras que todos nosotros juntos!"Dijo esto posando su palma sobre su pecho.
-"Nuestra primera opción será tu plan, Tauro."- La oración fue
proferida con lentitud. Virgo no se molestó en ocultar el enojo
que las palabras del Segundo Guardián le ocasionaron. –"Confiamos
en que no fallarás."
Aldebarán decidió no ignorar la amenaza de Shaka y calló.
-"Yo iré a hablar con el Maestro."- Informó Aries cuando consideró
que el ambiente estaba lo suficientemente tranquilo. –"Espero que
pueda guiarnos de algún modo."
-"Lo dudo."- Milo torció su boca en una sonrisa. –"Nos dirá que
esperemos aquí. Así es él: le gusta esperar."
-"Es posible."- Mü asintió. –"Pero debe de estar al tanto. También
aprovecharé para llevarle el Manto de Dragón. Creo que es hora de
que retomemos ese asunto."
-"Yo me encargaré de la Armadura de Andrómeda."- Shaka aclaró. –
"Milo otorgará su fuerza a Cygnus."- El susodicho asintió. –
"Aldebarán estará en Japón, así que será Pegaso el que reciba la
sangre de Aioria."
-"Entonces arreglaremos esas tres Armaduras cuando haya terminado
con la de Dragón. No tardaré más de un día. Hasta entonces
permanezcan en guardia."
-"Lo haremos. Aunque aquí ya no hay nada que valga la pena
proteger."- Milo se colocó el casco y viró hacia la salida del
Templo. –"Será mejor que partan ahora. La lluvia no tardará en
caer."
-"De acuerdo. Hasta entonces, Caballeros."- Mü caminó hacia la
mesa en la que reposaban las cuatro cajas de Pandora de las
Armaduras de Bronce. Se colocó la caja de Dragón en su espalda y
luego se dirigió a Aldebarán. –"Vamos."
Tauro asintió y junto con Aries salió de las 12 Casas.
Aioria, Shaka y Milo no se quedaron en el Templo del Carnero
Blanco por más tiempo. Hundidos en un incómodo silencio, los tres
comenzaron a caminar hacia sus respectivas Casas. El mutismo se
prolongó durante todo el ascenso y no fue roto sino hasta que los
tres guerreros llegaron a la Casa del León.
Apenas se adentraron unos cuantos metros al Templo cuando una
fuerte lluvia se desató. El sonido de las furiosas gotas chocando
contra el suelo y las paredes del Templo entorpecía los sentidos
de los Caballeros.
-"Nunca había visto que lloviera así."- Aioria casi tuvo que
gritar para que sus palabras fueran entendidas; el viento azotaba
con fuerza las columnas del edificio. –"Quédense en mi Templo
hasta que termine la lluvia."
-"Tengo que regresar a Escorpio. Hay trabajo que hacer."
-"¿Estás loco? El viento te lanzará escaleras abajo."
-"Soy un Caballero de Oro."- Murmuró a sabiendas de que no lo
escucharían. –"Creo que puedo manejarlo."- Milo no se despidió ni
de Shaka ni de Aioria, sino que siguió avanzando con pasos firmes
pero un tanto lentos.
-"¡Necio!"- Aioria gritó a todo pulmón pero no fue escuchado. Se
dirigió entonces a Shaka. –"Vayamos al salón principal. Ahí estará
más tranquilo."
El Santo de Virgo solo siguió la guía de su anfitrión entre los
pasillos del Templo. A los pocos segundos llegaron al salón.
Aioria le ofreció asiento y éste accedió.
-"No puedo creer que haya preferido irse con esta lluvia antes de
quedarse unos minutos conmigo. "
-"Después de tanto tiempo siguen discutiendo."
-"Y seguirá siendo así, te lo aseguro."- Leo se lanzó al sillón. –
"Nunca le agradé."
-"Ustedes representan lo último que queda de los dos bandos
formados
por
Géminis
y
Sagitario.
Ahora
que
ambos
han
desaparecido, me parece absurdo que continúen peleando."
-"No es solo eso."- Aioria se enderezó y se tornó más serio. –"Él
no era como los demás. No me odiaba por mi hermano. Él me odiaba
por existir."
-"Si realmente te odiara, uno de ustedes dos ya estaría muerto."
-"No me interesa seguir hablando de esto. Mejor tú cuéntame algo.
Siempre estás tan callado que me da miedo pensar en lo que pasa
por tu mente."
-"Te refieres a lo que ocurrió con Aldebarán. Es sencillo: pienso
que si los Santos de Bronce son un obstáculo que no permiten que
Atena regrese, entonces deberíamos de hacer algo con ellos."
-"Ellos hicieron mucho por nosotros."- A Leo le costó trabajo
contener su enojo. –"De no haber sido por ellos, Atena habría
muerto."
-"No me atrevo a asegurar eso. Admito que pelearon con valor. Sin
embargo, es importante que los Dioses tengan prioridades y unos
muchachos no deben de ser una de ellas. Mucho menos cuando están
en juego millones de vidas."
-"¿Cómo lo haces, Shaka? ¿Cómo puedes estar siempre tan seguro de
lo que dices y haces?"
-"Es sencillo cuando sabes lo que quieres."
-"¿Y qué es lo que tú quieres, Shaka?"
-"El Bien."
-"¿Sólo eso?"- Aioria rió con incredulidad.
-"Entrené muchos años para que así fuera."
-"Y gracias a eso te has hecho fuerte. El más fuerte."
Shaka frunció ligeramente el ceño. Estaba acostumbrado a ser
exaltado, pero le desagradaba cuando aquellos cumplidos eran
propinados por alguien de su mismo rango. Le hacía sentirse aún
más solo de lo que estaba acostumbrado.
-"Guarda tus halagos. Todos nosotros hemos trabajado mucho. Todos
los merecemos."
-"Lo sé. Pero mi orgullo me permite demostrar mi respeto solo
hacia ti."- De repente, la tierra tembló y un terrible rugido fue
escuchado. -"Comamos algo."- Se levantó de su asiento y caminó
hacia la cocina. –"No he probado bocado desde ayer en la noche.
Supongo que quieres una taza de té."
Shaka no pudo contestar ya que su anfitrión se perdió en la
habitación contigua. Se atrevió a descansar su espalda en el
respaldo de la silla y esperó pacientemente por el Santo de Leo.
Otro trueno se escuchó y Shaka abrió los ojos.
Algo en aquella lluvia no estaba bien.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Aioria de Leo acaba de regresar al Santuario con una
noticia que nadie esperaba. Parece ser que Poseidón ha
atacado de nuevo y esta vez fue directamente por Atena.
Afortunadamente, Leo pudo detener al enemigo antes de
que algo malo ocurriese. Sin embargo, la Diosa sigue
negándose a regresar al Santuario.
De nuevo hemos discutido sobre lo que hay que hacer.
Aldebarán de Tauro partió a Japón para tomar el lugar de
la Diosa como guardián de los Santos de Bronce, pero no
estamos seguros de que Ella acceda.
Mü de Aries ha partido a China para informarle a Dohko
de Libra lo que ha ocurrido. También reparará la
Armadura de Dragón.
Según la crónica de 1581, el alma del Poseidón fue
sellada por Atena y resguardada en una urna. Puede que
el tiempo haya desgastado el sello y que por eso ahora
su alma esté libre. Esta explicación, no obstante, no me
satisface del todo. La historia ha demostrado que un
Dios pocas veces se despierta así como así. Necesita
ayuda externa para despertar; aunque sea una mínima.
Temo que alguien haya liberado a Poseidón y temo más el
saber que no tenemos ni la más remota idea de quién haya
sido.
Nunca imaginé que llegaría a desear con tanto fervor una
Guerra Santa. He tomado una decisión: quiero luchar por
Atena hasta el final. Quiero estallar mi cosmo hasta que
no quede nada de él. Quiero darle mi vida a la Diosa con
la condición de que Ella la acepte.
Suficientes traiciones he soportado en esta vida. Si los
Dioses me permiten beber del Lete lo haré gustoso. Si no
me consideran lo suficientemente digno, entonces dejaré
que mi psique se congele en el Cocytos.
No importa. En estos momentos mi alma está tan rota que
no habría mucha diferencia.
Milo tomó la hoja en la que escribía y la transformó en una bolita
de papel. Debía de estar redactando un texto oficial para los
archivos del Santuario, no un diario íntimo. Tomó una hoja nueva y
retomó su escritura no sin antes cerrar las cortinas de la ventana
frente a él.
La lluvia no le dejaba concentrarse.
Comentario de la Autora: Lo sé, un capítulo muy corto. Pero se
compensa con los siguientes (o al menos eso creo). No lo pude
hacer más largo porque ya en el siguiente capítulo manejo cosas
muy diferentes y como que mezclarlas no hubiera resultado bien.
En sí el capie fue inspirado por "Yo, Claudio" de Robert Graves.
Todo el libro es como un tipo diaro del que sería emperador de
Roma y tiene divisiones cronológicas por año. Uno de mis libros
favoritos, por cierto. XP
Me costó algo de trabajo caracterizar a Shaka. Espero que haya
resultado
lo
suficientemente
'Shaka'.
Ahora notas:
1986.- XD ¡Rayos! Ale-chan tenía un año de nacida cuando Milosama tenía veinte. ¡Qué triste!
Lete.- Una fuente ubicada en el Hades. Es conocida como la Fuente
del Olvido y los muertos bebían de ella para olvidar tanto la
felicidad como la tristeza. Según Platón, las almas que iban a
renacer bebían de esta agua (no para que olvidaran su vida
anterior, sino para que no pudieran relatar todo lo visto en el
mundo subterráneo).
Creo que eso es todo por ahora... No creo tardar tanto para el
siguiente capie. Parece ser que ya se fue mi bloqueo de escritora
XP.
Capítulo 53:  (Dioses)
-"¿A dónde vas?"
El Santo de Aries caminó hacia su interlocutor. Éste estaba
empapado y, aunque lucía sereno, su cosmo fluctuaba de un modo
inusual. Había sido solo por eso que Mü pudo distinguir su
presencia.
-"Fuera del Santuario. Tengo asuntos que atender."- El intruso
reprochó mentalmente su descuido. Debió de haberse imaginado que
el Primer Guardián no le permitiría irse así como así.
-"Sabes que no puedes hacer eso."- Aries notó una hoja
periódico arrugado en las manos de su visitante. –"¿Pasó algo?"
de
-"Nada."- La respuesta fue grave y gutural. –"Solo el fin del
mundo."
La violenta lluvia que acaecía en el Santuario ya había durado
diez días. No solo eso: la intensa precipitación caía en todo el
mundo. Casi todos los ríos se habían desbordado y decenas de
ciudades habían desaparecido bajo las aguas. Las marejadas también
eran una amenaza: el sudeste de Francia y el este de Estados
Unidos fueron destrozados por tsunamis. Como si fuera poco, los
terremotos amenazaban con destruir los ya de por sí pocos poblados
que resistían. Ya habían muerto más de un millón de personas y
muchos otros millones permanecían incomunicados.
-"Entiendo tus sentimientos, pero Roshi nos ha dado la orden de
permanecer aquí. Desobedecerlo a él sería tan grave como
desobedecer a Atena."
El visitante apretó sus puños en un intento de calmar su ira.
-"Tú no entiendes."- Un distinguible color rojo comenzaba a
colorear las pupilas del joven. –"Tengo que verlo. Tengo que hacer
algo."
-"Todos sentimos esa responsabilidad pero
demasiado importante como para descuidarla."
nuestra
misión
es
-"Go n-ithe an cat thú is go n-ithe an diabhal an cat."- Maldijo.
–"¡Y lo mismo para Hades! ¿Por qué tenemos qué esperar a que venga
por nosotros? Si seguimos esperando, lo único que tendremos para
proteger será una enorme masa de agua."
-"Confío en que eso no pasará, Milo."
-"Estoy harto, Mü. ¡Estoy harto de ser inservible! He sido un
Santo de Atena durante siete años y no he hecho ni una sola cosa
por Ella o por el mundo."
-"El momento en el que tengamos que hacer algo por Atena llegará
después. Mientras tanto, tienes que tranquilizarte y aceptar tu
responsabilidad como el Santo que eres."
-"Es que no lo creo. ¡No
¡Tengo que verlo!"- Aries
palabras de Escorpio. Si
desesperanza, debía de ser
insistencia era inútil. –"Sé
puede ser cierto! ¿No lo entiendes?
no se inmutó ante las suplicantes
éstas habían sido dichas con tanta
porque ya estaba entendiendo que su
que es egoísta, pero necesito verlo."
-"No sé de qué me hablas."- Espetó con autoridad. –"No estás
siendo egoísta, solo precipitado. Ó dime, Milo: si te dejara salir
del Santuario, ¿qué harías después?"- El Octavo Guardián calló.
Por supuesto que no había pensado en eso. –"Tal vez seas un Santo
Dorado, pero ni siquiera con todo tu poder podrías controlar el
clima o contener los terremotos."
-"Siempre hay algo. Si Seiya y los demás pueden hacer un milagro
¿por qué nosotros no?"
-"Haremos el milagro cuando tengamos que hacerlo. Ahora regresa a
tu Templo."- Mü elevó su cosmo en señal de amenaza. –"De lo
contrario prepárate para comenzar una batalla de mil días."
-"No pelearé contra ti, Aries."- Milo rió abatido.
-"Entonces vuelve al Templo del Escorpión Celeste."
Milo contempló las pocas opciones que tenía pero su cavilación fue
interrumpida por la presencia de un soldado. Ambos Caballeros
dirigieron sus atenciones hacia él.
-"Disculpen, mis señores."- El agitado hombre retiraba de sus ojos
las espesas gotas de agua que escurrían desde su cabello. –"El
Santo de Tauro fue herido."
-"¿Qué?"- Incrédulo, Mü dio un paso hacia delante.
-"El sirviente de la señorita Atena lo ha traído desde Japón. Un
médico lo acompaña."
-"¿Y Atena?"- Milo batió con fuerza su brazo derecho. –"¿Dónde
está Ella?"
-"No lo sé, señor."- El soldado comenzó a tartamudear, tal vez por
el frío, tal vez por el miedo de tener ante él a dos impacientes
Santos Dorados. –"No viene con ellos. Pero, señores, necesitamos
autorización para dejar entrar al médico."
-"Diles que lo dejen entrar."- Ordenó Mü. –"Que dejen entrar a
todo un hospital de ser necesario."
-"Sí señor."- El hombre se inclinó y salió corriendo del Templo.
-"Milo, llama a todos. Es necesario que nos reunamos nuevamente."
Antes de que Escorpio pudiera contestar, el Santo de Aries ya
cruzaba el portal de su Templo. Milo dejó el trozo de papel de su
mano derecha sobre un sillón cercano y cerró sus ojos mientras
reunía su cosmo.
-"Aioria, Shaka. Vengan a Aries cuanto antes. Tenemos un nuevo
problema."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Lamento el retraso. Tuve asuntos que atender."- A casi una hora
de la llegada de Aldebarán, Shaka, Milo, Aioria y Mü estaban
reunidos en el Primer Templo. En una de las habitaciones de
aquella Casa, Tauro dormía. –"¿Cómo está Aldebarán?"
-"Bien."- Shaka tranquilizó un poco la mente de Mü. –"Se
recuperará en unas cuantas horas. Por el momento solo descansa."
-"Por todos los Dioses. ¿Cómo pudimos dejar que esto pasara?"
-"Todo esto ocurre porque tomamos una decisión imprudente, Milo.
No debimos de haber dejado que Atena saliera del Santuario."
-"No podíamos adivinar que esto ocurriría, Shaka."- Se excusó Mü.
–"Aunque admito que tomamos el asunto de Poseidón a la ligera."
-"Sea como sea, algo es cierto: Aldebarán falló."- Aioria chasqueó
la boca. –"No solo llegó a Japón días después de lo que teníamos
planeado. También fue derrotado por un General Marino y encima
dejó que se llevaran a Atena."
-"Ten más respeto, Aioria."- El susodicho se sobresaltó. Era la
primera vez que veía a Mü enojado. –"Su deber era el de proteger a
Seiya y a los demás y por lo que dijo Tatsumi, ellos quedaron
intactos. Ha cumplido su misión a pesar de que casi muere en el
intento."
-"Sus oídos..."- Milo recordó el extraño estado en el que
Aldebarán llegó al Santuario. Según el médico, lo encontraron
inconsciente en el piso del hospital. Sin embargo, en su cuerpo no
había heridas más que las de sus oídos sangrantes. –"Él mismo se
rompió los tímpanos."
-"¿Pero, por qué?"- Leo cerró los ojos como si con ello pudiera
ver en su mente la pelea entre Tauro y el General Marino.
-"¿No es obvio?"- Milo aclaró mientras sonreía. La idea que ya
cruzaba por su mente se fortalecía mientras se preparaba a
comunicarla. –"Aldebarán fue atacado por una hija de Aqueloo."
-"Así fue."- Continuó Shaka. -"El enemigo que buscamos es
General Marino de Sirena. Estas lluvias no son normales.
hermano de Zeus es el que las está ocasionando."
el
El
-"Eso lo resuelve todo: tenemos que ir al Templo de Poseidón."
-"No podemos hacer eso, Aioria. No debemos olvidar las órdenes que
recibimos de Roshi."
-"Quedarnos a esperar."- Bufó Leo ante el reproche de Aries. –
"Dejar que Atena muera."
-"Podemos enviar a alguien más en nuestro lugar."- Milo y Aioria
vieron
a
Mü
salir
de
la
habitación.
Shaka
lo
siguió
inmediatamente, pero los dos primeros tardaron unos cuantos
segundos más en unírseles. Ninguno habló sino hasta que se
encontraron en el pasillo principal. –"¿Todo listo, Kiki?"
El aprendiz de Aries terminaba de acomodar en el suelo los restos
casi pulverizados de las Armaduras de Andrómeda, Cygnus y Pegaso.
-"Sí, maestro."- Le entregó al susodicho el par de herramientas
que usaba para reparar los Mantos.
-"Es hora,
Armaduras.
Caballeros."-
Extendió
su
mano
abierta
hacia
las
Aquel sencillo gesto fue lo único que necesitaron Virgo, Escorpio
y Leo para entender lo que tenían que hacer a continuación. Los
tres extendieron sus brazos y realizaron un rápido corte en sus
muñecas, dejando que la sangre recorriera su antebrazo antes de
dejarse caer sobre las Armaduras rotas.
-‘Camus de Acuario. Tú diste tu vida para llevar a Hyoga a
convertirse en un verdadero Caballero. Por eso yo, Milo, también
soy responsable.’- Al cabo de un rato comenzó a sentirse mareado
pero aún no podía cerrar su herida. La Armadura era muy exigente.
No se conformaría con llevarse menos de la mitad de su sangre. –
‘Hyoga, te daré esta Armadura para que no mueras. Aún tengo que
cruzar algunas palabras contigo. No seas tan estúpido como tu
maestro. No te atrevas a morir.’
-"Es suficiente."- Aclaró el lemuriano una vez que las Armaduras
quedaron satisfechas. –"Ahora pueden irse a descansar. Yo me
encargaré del resto."
Aliviados, los tres Santos utilizaron sus cosmos para cerrar las
pequeñas heridas auto infringidas.
-"Te advierto algo, Mü. Si veo que esto no funciona, yo mismo iré
y mataré a Poseidón."
Aries fingió no escuchar la amenaza de Leo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Ilitía?"
La joven, de largo cabello negro, se sobresaltó tanto que tiró al
piso la cuchara que tenía en su mano derecha. Dio media vuelta
inmediatamente y sonrió al ver al dueño de aquella voz.
-"Señor Milo."- Su voz aún temblaba por el susto. –"Lo siento.
Estaba muy distraída."
-"Eso veo."- El muchacho dio varios pasos dentro de la cocina y se
inclinó para recoger el cubierto. Posteriormente se lo entregó a
la chica. –"Creí haberles dicho que no vinieran a mi Templo hasta
que dejara de llover."- Se asomó por detrás de la joven y vio con
algo de sorpresa que en la estufa se calentaba algo que parecía
ser un guiso. –"Y no solo me desobedeces sino que estás preparando
algo en mi cocina."
-"El señor Mü me dijo que lo necesitaría. Él mismo me ayudó a
llegar aquí. Además no soy la única. Isa está cocinando en Virgo y
Siris en Leo."
-"Mü."- Milo sonrió de medio lado. –"Ese hombre piensa en todo
¿no?"- Se sentó en el comedor. Aún se sentía mareado y, aunque
había llegado a su Templo con intenciones de irse a dormir
inmediatamente, el aroma de la comida despertó su apetito.
-"Es un hombre muy amable."- La joven retomó su atención en la
comida, probándola y agregando una que otra especie. –"Pero muy
serio."
-"Bastante."- Recorrió sus dedos entre sus cabellos, eliminando
así el agua de lluvia que se había prendido a ellos. Las gotas de
agua tibia cayeron sonoramente en el piso de mármol de la
habitación. –"Admito que me da algo de miedo."
-"No le creo."- La joven exclamó sorprendida y, parecía, algo
indignada. –"Yo creo que un Santo de Oro no le tiene miedo a nada
ni a nadie. Mucho menos a un compañero."
-"No sé como sean los demás Santos de Oro, pero yo le tengo miedo
a muchas cosas, Ilitía."
-"Pues sí."- Afirmó ella, dándose cuenta del error que cometió al
elegir sus palabras. –"Todos tenemos miedos. Pero ustedes van y se
enfrentan a ellos. Creo que eso es lo que los hace tan fuertes."
Milo sonrió ante la aparente ingenuidad de Ilitía. La valentía por
si misma no podía crear a un Caballero Dorado; tal vez formaba
parte de, pero no lo era todo ni mucho menos. No quiso aburrir a
la joven hablándole del cosmo o de los severos problemas de
moralidad que solían acosarlos. Tal vez era mejor que se quedara
con esa idea de los Santos. Era más sencilla. Más esperanzadora.
-"Me gustaría saber por qué están ustedes aquí."
-"Se puede decir que es porque no conocemos otra vida, señor."Ilitía probó por última vez el caldo del guiso que preparaba y le
dio el visto bueno. –"Mi mamá y mi abuela también eran doncellas
en las 12 Casas. Mamá solía venir mucho al Octavo Templo."
-"¿De pura casualidad tu madre era Metis?"- Preguntó casi solo por
diversión. No esperaba una respuesta afirmativa.
-"¿La recuerda?"- Los ojos de la joven se iluminaron.
-"Sí. Un poco."- Mintió. Tal vez la llegó a ver más de una vez,
pero en ese entonces era demasiado pequeño como para haberse
fijado en las curvas o en los rostros de las muchachas que
limpiaban el Templo de su maestro. –"Era muy joven cuando ella
dejó de venir, pero Ewan la recordaba cada que encontraba algo
fuera de su lugar. ‘¡Por Donu!’"- Imitó como mejor pudo el acento
de Ewan. –"’Cuando Metis venía, estas cosas no pasaban’, decía. A
mi maestro le gustaban los apodos. La verdad no esperaba que ese
fuera su nombre real."
-"No lo es."- Rió quedo mientras servía una generosa porción del
guiso en un plato. –"Pero a ella le gusta, y todos le decimos
así."
-"Ella dejó de venir porque se embarazó,
fuiste la responsable de que se fuera."
¿no?
Supongo
que
tú
-"Por favor, no lo diga así."- La joven colocó el plato con comida
frente a Escorpio y luego le sirvió agua en un vaso.
-"Mi maestro decía que ella siempre quiso tener hijos."- Milo
atinó en no mencionar los comentarios de Ewan al respecto. Solo
los reprodujo en su mente. –‘Y yo siempre le decía, diabhal, si
quieres tener hijos ¿qué mejor padre que un Santo? Yo mismo podría
hacer un buen trabajo. Debiste de haber visto lo roja que se
ponía. Era como ver una granada gigante.’- Su maestro siempre tuvo
un sentido del humor muy extraño. Siempre andaba coqueteándoles a
las muchachas, aunque nunca se interesó realmente por una de
ellas. Su único interés yacía en las bacantes y en las nereidas. –
"Por eso se fue: porque quería dedicarse solo a ti."
-"Sí."- Ilitía se alivió al escuchar esas palabras. –"Le prepararé
su ropa de cama. Así podrá tomar un baño e irse a dormir."
-"¿No comerás tú?"
-"No. Estoy bien, señor."
-"Entonces ve a hacer lo que tengas que hacer."
La joven asintió y comenzó a salir de la cocina. Sin embargo, algo
en su mente la inquietó y prefirió dirigirse de nuevo al Santo de
Escorpio.
-"Pero, ¿sabe? Nosotras somos como ustedes en algo: estamos en el
Santuario porque así lo hemos querido. Creo que para muchos es
porque no conocen otra forma de vida pero, para mí, lo más
importante es que de este modo siento que ayudo en algo."- Milo
arqueó la ceja, sabiendo que había algo más detrás de esas
palabras. –"Yo no puedo pelear. Tampoco soy rápida ni astuta. Ni
en sueños me compararía con un Santo de Bronce. Además, no he
visto a Atena una sola vez en mi vida. Ustedes están más cerca de
nosotros. Ustedes son mis verdaderos Dioses."- No permitió que
Milo la reprendiera por su herejía. –"Yo no le rezo a Atena sino a
ustedes porque sé que si alguna vez estamos en problemas, ustedes
harán todo lo posible por ayudarnos. Tal vez Atena también lo
haga, pero ella es más... inalcanzable. Yo no puedo creer en algo
que no he visto y a ustedes los he visto pelear. Mueren por
nosotros y lo hacen por convicción propia. Soy feliz sabiendo que
mis Dioses de Oro aceptan mis sacrificios en forma de comida y de
una escoba."
Milo no pudo contestar a semejante confesión pues antes de que
formulara su respuesta, Ilitía ya había salido de la cocina.
El Santo de Escorpio comenzó a comer.
-‘Dioses de Oro.’
Aunque ese título fue dado por una simple jovencita que no conocía
la majestad de la Diosa, no pudo evitar sentirse feliz al verse
merecedor de él. Se reprochó inmediatamente.
Aún así, mientras comía, una sonrisa que no había sido vista en
mucho tiempo decoró su rostro.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Mü suspiró al momento en el que su espalda tuvo contacto con el
respaldo del sillón en el que se sentó. Ya había terminado de
reparar las tres Armaduras y había mandado a Kiki a Rozan. Roshi
se encargaría de regresárselas a sus dueños. Ahora solo le restaba
ser paciente.
No tardó en notar que el periódico que Milo había dejado
descansaba a lado de su mano izquierda. Con curiosidad sujetó el
papel y leyó el encabezado.
-"Las Cícladas desaparecidas. Las islas griegas consumidas por el
mar."
Comentario de la Autora:
Go n-ithe an cat thú is go n-ithe an diabhal an cat.: 'Que el gato
te coma y que el diablo se coma al gato' en gaélico. XD Una frase
que me encantó y que solo puse para complacer mi capricho.
Aqueloo: Bueno... las sirenas 'griegas' como son llamadas en Saint
Seiya son criaturas muy especiales. Sus inicios son extraños...
unos dicen que antes eran mujeres hermosas y otros que siempre
fueron criaturas con cuerpo de ave desplumada y cabeza de mujer.
Sea como sea, casi todos están de acuerdo de que su hogar estaba
cerca de la isla de Sorrento y que eran hijas de Aqueloo, el dios
de un río, posible hijo de Oceano y de Tetis.
Metis: Huy... un personaje muy interesante a mi parecer. Posible
hermana de Aqueloo y es conocida como la primerísima amante de
Zeus. pam pam paaaam Gea y Urano advirtieron a Zeus que si Metis
tenía una hija, luego le daría un hijo que lo destronaría al igual
que lo hizo él con Cronos. Entonces, el portador del rayo hizo la
unica cosa inteligente que pudo haber hecho: se tragó a Metis
(XD). Un tiempo después, Zeus 'dio a luz' a Atena. Así que se
puede decir (o al menos a mi me gusta decirlo) que Metis fue la
madre de la Diosa.
Mucho comentario para este capie. Como pueden ver, toda esta parte
está basada exclusivamente en el Manga de Poseidón. Bueno, lo que
pasó en el manga es esto: Aldebarán es enviado a Japón para cuidar
a los bronceados. Cuando llega al hospital, le dice a Atena que él
cuidará de ellos y que ella tiene que regresar al Santuario. Ella
accede y sale del cuarto del
Sirena y pelea en contra de
pensar que Sirena asesinó a
hasta el templo de Poseidón.
había jugado con la mente de
fue que ella interrumpió la
llevara con Poseidón.
hospital. A los pocos minutos llega
Aldebarán. En un inicio nos hacen
Tauro y que fue seguido por Atena
Posteriormente nos dicen que Atena
Sorrento y que lo que había pasado
pelea y le dijo a Sirena que lo
Originalmente Aldebarán no queda tan herido de la batalla contra
Sorrento, pero si hubiera llegado al Santuario despierto, seguro
que le hubieran echado mucha bronca así que preferí dejarlo así.
En el manga hay un lapso de 10 días desde que intentan secuestrar
a Saori hasta que Alde es atacado. Se me hace absurdo pensar que
los Dorados no hubieran hecho algo sobre el asunto del secuestro
inmediatamente así que estoy manejando la idea de que Aldebarán
tardó tanto tiempo en llegar a Japón por estar ayudando a la gente
en el camino. De todos modos es algo que no sé si sea realmente
factible
así
que
preferí
ignorarlo
al
menos
por
ahora.
Sobre las doncellas... solo tomé a las 3 chicas que salen en el
anime de la saga de hades y les puse nombre. Éstos no tienen
intención especial. Solo busqué y tomé los que me gustaron.
Y sobre las islas griegas... huuuuy... XD aun no sé que hacer con
eso. Pero ya lo veremos próximamente.
Creo que ahora si ya es todo. Gracias y que tengan un buen día.
Capítulo 54:  (Revelación)
-"Estúpida."
Kanon se adentró con paso rápido al Templo de Poseidón. Tan solo
unos metros a sus espaldas, Tetis le explicaba a los recién
llegados Santos de Bronce lo que tendrían qué hacer para salvar a
Atena.
En un principio, el General Marino había pensado que el único modo
de capturar a Atena sería conquistando el Santuario, pero la Diosa
acabó ofreciéndose a sí misma en bandeja de oro. Kanon mandó a la
nereida a Rozan para informarle a los Santos Dorados que su Diosa
había sido capturada. Sospechaba que éstos llegarían al Templo de
Poseidón lo suficientemente tarde como para que solo pudieran
presenciar la muerte de Atena, pero la mujer falló en su misión:
Tetis no solo permitió que la siguieran, sino que los enemigos que
trajo consigo no fueron los Santos de Oro sino los novatos de
Bronce.
¡De Bronce!
Si bien Kanon pensaba que la mayoría de los Generales Marinos no
eran rivales dignos para los Caballeros Dorados, eso no quería
decir que fueran débiles ni mucho menos. Necesitarían mucho más
que unos peones recién resucitados para liberar a la hija de Zeus.
Al haber enviado a los Caballeros de menor nivel, pensaba, el
mismo Roshi firmó la sentencia de muerte de Atena. En unas cuantas
horas Ella y sus defensores estarían muertos. Con suerte, algún
General Marino se les uniría en su camino a través del Aqueronte.
Después llegarían Milo y los demás. No dudaba que ellos pudieran
encargarse
de
las
Marinas,
pero
seguramente
quedarían
lo
suficientemente heridos como para que él mismo pudiera acabar con
sus vidas en unos cuantos segundos.
La lenta agonía de Atena había comenzado. El nivel del agua del
Pilar Central ascendía rápidamente y solo era cuestión de horas
para que su cosmo se ahogara entre toneladas de líquido. Kanon
permitiría que Ella sufriera del mismo modo en el que él lo hizo.
Cabo Sunión no era igual al Pilar Central, pero se asemejaba. Tal
vez la tortura de la Diosa no sería tan prolongada como lo llegó a
ser la suya, pero al menos sabía que el Pilar cumpliría con su
cometido mucho mejor que lo que el Cabo lo hizo.
La venganza de Kanon pronto habría de ser consumada. Muerte por
muerte se cobraría los años de indiferencia; y, finalmente,
reclamaría la vida de Atena como pago por el asesinato de su
hermano.
Dragón Marino tornó sus ojos hacia el este.
La pelea entre Hipocampo y Pegaso daba comienzo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Después de un par de horas, Hypnos liberó al Santo de Escorpio.
Con pesadez, éste se sentó sobre su cama y con renuencia abrió sus
ojos. A pesar de que sus movimientos fueron lentos, el joven
sintió que un brazo invisible lo jalaba hacia abajo. Aún estaba
mareado y tuvo que sujetar su cabeza entre sus manos para evitar
que ésta se fuera de lado.
Tuvieron que pasar varios minutos antes de que Milo recordara lo
que lo dejó en semejante condición. Como el golpe de las olas, los
recuerdos llegaron uno tras otro; cada uno más pungente que el
anterior: la lluvia, Aldebarán, las Armaduras de Bronce, Poseidón,
Atena.
–"Atena."
Incluso estando a kilómetros de distancia del Templo de Poseidón,
podía sentir su presencia. Su energía disminuía gradualmente
mientras que la de Seiya se elevaba hasta un punto absurdo. Todo
parecía ser parte de una pesadilla.
Sin embargo, la batalla en el fondo del mar no era lo único
extraño. Había algo raro en la habitación y su dueño no tardaría
mucho tiempo en descubrir lo que era.
-"La lluvia."
Milo se puso de pie y corrió con expectativa hacia la ventana. Ahí
vio unas delgadas y rápidas gotas estrellándose contra el vidrio,
alzando tan solo un amortiguado sonido. La lluvia había disminuido
considerablemente.
Tal vez Atena había llegado a un arreglo con Poseidón. Con tan
solo enumerar las posibilidades, un escalofrío recorrió su
espalda. ¿La vida de una Diosa a cambio de las de millones de
personas? Ese era un intercambio justo pero inquietante. Después
de todo, él era aún un Santo de Atena. Según las palabras de Ewan,
Milo tenía que arreglárselas solo con Ella y con él mismo. El
consejo (o más bien advertencia) de su maestro había probado ser
penosamente cierto en la Batalla de las 12 Casas, pero ahora le
parecía insuficiente. ¿Acaso su deber era el seguir siendo un
Caballero de Oro aún después de la muerte de Atena? Él le había
jurado lealtad a la portadora del Egis. ¿De qué le servía la
lealtad a un muerto?
El cerebro de Milo se paralizó al instante en el que notó
estaba contando sus muertos antes de la batalla. Eso no era
de mala suerte sino que, considerando que la primera baja
contó había sido la de Atena, también era algo cercano a
traición.
que
solo
que
una
Comenzó a armarse con el Manto de Escorpio. Se tomó su tiempo,
examinando cada parte de la Armadura con gran atención; casi como
si quisiera grabarla en su mente; como si los detalles rojizos de
la superficie metálica pudieran escribirse sobre su activa
imaginación de modo que no pudiera ver más la tumba de la Diosa en
el fondo del mar.
Milo casi tiró su casco al sentir la energía liberada desde el
mar.
El primero de los siete Pilares había sido destruido.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Bian."
Una gota de sudor rodó por la mejilla de Kanon pero no era la
muerte de su ‘compañero’ lo que le inquietaba. Después de todo, no
había mucha diferencia si los otros seis Generales eran asesinados
por los Santos de Bronce o por los de Oro. El problema radicaba en
que los Santos de Bronce no eran tan débiles como éste había
supuesto. Si las cosas seguían así (cosa que, según lo que
percibía del enfrentamiento entre Andrómeda y Escila, podía
afirmar), los Santos de Oro no se apresurarían en salir de su
cuartel. Kanon sabía bien que si no lo hacían, le resultaría casi
imposible vencerlos. El General Marino confiaba en su propia
fuerza pero también conocía sus límites. No estaba dispuesto a
dejarse morir en una batalla desigual de uno contra seis. Ni
siquiera si el sexto resultaba ser tan solo un anciano. Si
aquellos jóvenes no salían de Atenas, Kanon se vería en grandes
dificultades para asesinarlos.
Sonrió.
Aún así, ¿cuáles eran las posibilidades de que los Caballeros de
Bronce vencieran a Poseidón? Podría llegar a creer que acabaran
con los Generales Marinos, pero ¿Poseidón? Tendrían suerte si
pudieran acercársele diez metros.
La pelea ante el Pilar del Pacífico Sur se alargó por muchos
minutos. La derrota de Io de Escila sorprendió a Kanon. Si bien el
muchacho era de los Generales más jóvenes, su convicción era
impresionante. Era una lástima que toda esa convicción fuera
impulsada por su repulsiva lealtad al Crónida.
Una lealtad que, veía, era lo suficientemente fuerte como para
llevarlo a la muerte.
-"Para sorpresa
derrotados."
de
todos,
dos
Generales
Marinos
han
sido
Kanon alzó el rostro lo suficiente como para reconocer a Sorrento
de Sirena.
-"¿Qué haces aquí?"
-"Podría preguntarte
Atlántico Norte?"
lo
mismo.
¿No
deberías
de
estar
en
el
Kanon frunció el ceño y sonrió de lado.
De haber sido por él, Sorrento hubiera sido el primer General
Marino en morir.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"El Pilar del Pacífico Sur."
Milo leía con rapidez la crónica que encontró en la biblioteca del
Patriarca. Aquel Pilar era protegido por el General Marino de
Escila: la doncella transformada en monstruo por Circe.
El segundo Pilar no tardó en caer y casi inmediatamente después,
Escila murió. Dos de siete. Eso era mucho mejor de lo que el Santo
de Escorpio pudo haber esperado.
Milo cambió de hoja y se topó con la descripción de las Escamas
del Océano Índico: el hombre de la espada de oro, Crisaor. Según
algunos autores, Crisaor fue bendecido desde su nacimiento con una
espada de oro. Según otros, esta arma no fue otorgada sino hasta
tiempo después. Fuera como fuere, el hijo de Poseidón con Medusa
portaba un arma excepcional y sería Dragón el encargado de
vencerlo.
En las hojas frente a él no habían demasiados detalles sobre los
Generales Marinos. Tenían tan solo algunos comentarios sobre sus
Escamas y de quiénes se habían enfrentado contra ellos. Si todo
aquello acababa con un final feliz, le pediría a los Santos de
Bronce más información (la cual nunca estaba de más).
El aura del enemigo de Dragón se parecía un tanto a la de Shaka.
No era ni la mitad de poderosa, pero eso no era decir poco. Era un
enemigo formidable y Dragón lo descubrió del mal modo.
Milo alzó su rostro hacia la ventana.
convertía poco a poco en llovizna.
La
ligera
lluvia
se
A final de cuentas, Shiryu venció a Crisaor pero quedó demasiado
herido como para poder continuar con la batalla, al menos por el
momento. Debió de haber estado especialmente lastimado pues ni
siquiera se tomó el tiempo de romper el Pilar.
Hubo algunos minutos de tranquilidad hasta que un nuevo cosmo se
elevó desde el Templo Marino. Uno que se sentía extrañamente
familiar.
-"¿Camus?"
No. Claro que no podía ser él. Ni siquiera la distintiva Aurora
Execution que aquella sombra disparó convencía al Santo de
Escorpio. ¿Y cómo iba a hacerlo? Él mismo se encargó de preparar
el cuerpo del Santo de Acuario para su tumba. Además, no podía
ignorar la criatura guardiana del General del Antártico: Limnades.
Hyoga cayó en la trampa del General Marino, pero al menos, Dragón
se las arregló para destruir un tercer Pilar.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Solo quedan cuatro pilares."
-"Tranquilo, Sirena. Ya te dije que mientras los Santos de Bronce
estén peleando contra Limnades no tendremos de qué preocuparnos.
Pero, si estás tan nervioso, ¿por qué no regresas a tu Pilar?"
-"Está bien."- Sorrento estaba muy alterado. No quería seguir
dándoles oportunidad a sus enemigos. –"¿No regresarás tú, Dragón
Marino?"
-"Sí."- Kanon prefirió dejar en paz la discusión. Ya más adelante
se encargaría de Sirena.
Cada quien partió por su lado y a los pocos minutos Kanon estaba
de vuelta en su Pilar. Hizo un reconocimiento a sus alrededores.
Dragón acabó casi muerto por su pelea contra Crisaor y Cygnus y
Pegaso cayeron en la trampa de Kaza. Andrómeda pudo reconocer el
engaño de Limnades, pero era bien sabido que incluso conociéndolo,
era difícil (por no decir imposible) salvarse.
Habían sido cuatro los Santos de Bronce que bajaron hasta el
Templo de Poseidón. Eso quería decir que en cuanto Limnades
terminara con Andrómeda, la última esperanza de los Santos de
Atena moriría. Era demasiado tarde para llamar a los refuerzos. Ni
siquiera los Santos de Oro podrían salvar a la Diosa ahora. No
ahora que quedaban cuatro Generales Marinos y solo un Caballero.
Sí. Limnades era un hombre repulsivo, pero hacía muy bien su
trabajo. O al menos lo hacía ante aquellos que tenían el corazón
lo suficientemente blando. Como aquellas bestias que defendían a
las ninfas, Limnades sacaba provecho de los sentimientos de sus
enemigos. Era un ataque cobarde pero, a fin de cuentas, era un
ataque; y uno altamente eficaz. Que Limnades jugara con los
corazones de los que quisiera por ahora. Kanon le otorgaría ese
último gusto ya que él, al igual que Sirena y Kraken pronto
morirían.
La confianza de Kanon comenzó a diluirse en cuanto sintió un cosmo
muy poderoso llegar al Pilar del Antártico: el quinto Santo de
Bronce finalmente había regresado del Hades.
El llamado Ikki de Fénix acabó con Limnades y con su Pilar en muy
poco tiempo. Por si fuera poco, Cygnus despertó y se dirigió con
rapidez hacia el Pilar del Océano Ártico.
Dragón Marino supuso que Fénix correría hacia su Pilar o hacia el
de Sirena, pero éste se limitó a correr hacia el centro de la
fortaleza submarina: hacia el Templo de Poseidón. Kanon frunció el
ceño. No podía permitir que aquel hombre se acercara al Emperador.
En lugar de matarlo solo conseguiría despertarlo por completo. Si
eso ocurría, ni siquiera Atena podría contener a Poseidón.
Kanon
dejó
su
lugar
en
el
Pilar
del
Atlántico
inmediatamente. Debía de detener a Fénix cuanto antes.
Norte
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Por Atena, Fénix. No pretenderás asesinar a Poseidón tú solo ¿o
sí?"- El nerviosismo de Milo había llegado a un punto casi
insoportable y la destrucción de un cuarto Pilar no le hacía
sentirse mejor. Además, Hyoga se había levantado y había comenzado
su pelea en contra del quinto General Marino.
Escorpio extendió boca arriba todas las hojas de la crónica y
buscó con rapidez una cierta palabra.
-"Ártico."- Alzó la hoja en la que esa palabra estaba escrita y la
leyó en voz alta. –"El Pilar del Océano Ártico es vigilado por el
General Marino de Kraken."- Entonces, reconoció una presencia. Una
que pensó que nunca más volvería a sentir. Sin importarle la
fragilidad del papel en sus manos, lo arrugó con fiereza. –"Isaac.
Isaac de Kraken."- De algún modo el muchachito pudo sobrevivir a
la corriente del Mar de Siberia y ahora se enfrentaba contra
Hyoga. –"¿Por qué él? ¿Por qué tenía que ser él?"
¿Cómo era que alguien al borde de la muerte podía desaparecer
durante tantos años para luego emerger como un enemigo? ¿Qué es lo
que le dio la fuerza a ese joven para seguir adelante? Y ¿por qué
peleaba contra Atena? ¿Acaso se trataba de rencor? No. Ese
muchacho no podía hacerlo por algo tan personal. Tal vez
simplemente se había desilusionado de Atena. Tal vez lo único que
hizo fue buscar a alguien más a quién seguir.
-"Camus... tus malditos alumnos son unos enfermos."
Salió corriendo de su Templo.
A sus espaldas, la hoja con el grabado de las Escamas de Kraken
osciló en el aire hasta que llegó al suelo.
Afuera del Templo, la lluvia casi había cesado por completo, por
lo que Milo no tardó mucho en llegar al Templo de Virgo. La Sexta
Casa, sin embargo, estaba vacía y Milo no pudo encontrarse con su
Guardián sino hasta la Quinta. A pesar de sus ansias, Escorpio
aminoró su velocidad para poder ir al paso de Shaka.
-"Una pelea comenzará pronto en Aries. Debemos evitarla a toda
costa."
Milo supuso de qué hablaba Shaka. Se limitó a asentir y a seguir
adelante.
Mientras bajaban por las escaleras, los dos Santos sintieron el
Pilar del Ártico colapsando.
-"Sabía que vendrían tarde o temprano."- Una
interrumpió su paso a través de la Casa de Tauro.
gruesa
voz
-"Veo que te sientes mejor, Aldebarán."- Las palabras de Shaka no
presentaban emoción alguna. Quizás solo un poco de encono.
-"Sí. Aunque parece que he perdido mi casco."- Tauro rascaba su
nuca mientras hablaba. –"Lo siento. Le fallé a todos."
-"Eso no importa."- Milo pasó de largo al Segundo Guardián. –
"Aioria y Mü están a punto de hacer una estupidez."
Los tres bajaron hasta la entrada a Aries. Ahí, el Carnero y el
León se preparaban para pelear.
-"Milo, Aldebarán."- Aioria fue el primero en darse cuenta de que
estaban siendo observados. Disminuyó su cosmo casi inmediatamente.
-"Shaka."- Mü también se tranquilizó.
Milo fue el primero en hablar. Sabía que Aioria planeaba ir hasta
el Templo de Poseidón. ¿Y cómo culparlo? Él mismo había salido de
su Templo con esa idea en mente.
-"Si Aioria y yo vamos y nos unimos a la lucha de los Santos de
Bronce podremos derrotar a los Siete Generales fácilmente. De ese
modo Seiya y los demás Caballeros no tendrán que morir."- Comenzó
a bajar las escaleras que lo separaban del Santo de Aries. –
"Deberías de saber eso, Mü."- No prosiguió sino hasta que estuvo
justo frente a él. –"¿Por qué no podemos hacer eso? ¿Qué es lo que
Roshi planea? Dímelo."
Mü guardó silencio.
En ese momento, en el fondo del Mediterráneo, se encendió la llama
de un cosmo que todos en el Santuario reconocían o, al menos,
creían reconocer.
-"¿Saga?"- Las manos de Aioria temblaron ligeramente.
Una dolorosa punzada atravezó el pecho de Milo.
-"No."- Shaka corrigió. –"Su cosmo es muy similar pero..."
–"Kanon."- El labio inferior de Milo tembló al pronunciar esta
palabra. –"Es Kanon."
Comentario de la Autora: Hn... no hay mucho. Creo que el capítulo
se explica bien por sí solo. Me tomó mucho tiempo elegir una
postura ante Kanon... en realidad creo que no tomé la mejor pero
al menos la más coherente. Una gran disculpa si notan algún tipo
de OOC. Eso es todo por ahora, danke!
Capítulo 55:  (Desesperación)
-"¿Quién?"
Aioria, Mü y Aldebarán tornaron su total atención a Milo. Incluso
Shaka pareció sorprenderse un tanto ante la extraña declaración
del Escorpión.
-"Kanon."
-"¿Y ese quién rayos es?"- Aioria exigió una explicación. Colocó
sus puños cerrados a cada lado de su cintura y cerró los ojos
mientras invocaba paciencia a los Dioses.
-"El hermano gemelo de Saga."- La respuesta de Milo causó aún más
sorpresa que la que el nombre por sí mismo ocasionó. Mü disimuló
como mejor pudo su asombro. Aldebarán alzó las cejas y entreabrió
su boca. Aioria espetó algo que pareció ser un: ‘¿Tenía hermano?’,
mientras que Shaka lanzó un suspiro que pareció ser de alivio.
-"Como su constelación guardiana."- Aclaró Virgo. –"Era de suponer
que las estrellas elegirían a unos gemelos como candidatos a la
Tercera Armadura."
-"Nunca oí de algo semejante."- Leo, indignado, se cruzó de
brazos. –"Si desde siempre hubo dos candidatos a Géminis ¿cómo es
que no escuchamos hablar de este Kanon antes?"
-"Solía esconderse de la gente. No gustaba del Santuario."
-"Saga fue el elegido para ser Santo Dorado."- Aldebarán comenzó a
sonreír como si hubiera resuelto un gran acertijo. –"No es de
sorprender que su hermano quedara resentido y que decidiera irse
del lado de Poseidón."
Milo sabía que los motivos de Kanon debían de ser un tanto más
complicados que eso. Sin embargo, él mismo no entendía del todo lo
que ocurría, por lo que optó callar.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Sorrento."
Kanon de Géminis acababa de sacar a Fénix de su camino. Apenas
comenzaba a regodearse en su éxito cuando, una vez más, fue
interrumpido por Sirena.
La música del General Marino inundaba el ambiente.
-"Dragón del Mar, ¿no deberías estar en el Pilar del Atlántico
Norte?"- Su actitud resultó ser aún más presuntuosa que lo usual.
Era como si se jactara de saber algo que Kanon no.
-"El Santo de Fénix intentó llegar a Poseidón hace un momento. Por
eso vine. Aún cuando son solo Caballeros y no podrían atacar de
frente a nuestro Señor, lo consideré correcto."
-"Oh."- Finalmente separó del todo sus labios de su flauta. –"Creo
que lo entiendo."- Su rostro continuaba sereno pero arrogante. –
"Nosotros somos la élite de la armada del Señor Poseidón. Somos en
quienes confía para liderar a nuestra gente a la Utopía que caerá
cuando termine la inundación. Por lo tanto, si deseamos triunfar
en la Tierra, debemos ser superiores a los Santos que protegen a
Atena. Eso claro, siempre que hablemos de los que somos realmente
fieles a nuestro Señor."
-"¿Qué?"- Bajo su casco, Kanon frunció el ceño.
-"Justo ahora que Poseidón lucha contra la voluntad de Atena ¿es
normal que sus Generales más poderosos no estemos en nuestro
puesto?"
-"Sirena, ¿tienes algo que decir?"
El cosmo de Sorrento se elevó un tanto. Kanon le respondió con una
sonrisa socarrona.
–"Sabes bien de lo que hablo, Dragón Marino. Sabía que eras el
hermano menor de Géminis, pero no sé cómo llegaste a ser una
Marina. Tenemos que confiar entre nosotros. Sin embargo, ahora que
lo pienso, fuiste tú de entre todos el primero que con el Señor
Poseidón-"
Kanon lo interrumpió con una sonora risa.
-"Sirena. Si aprecias tu vida te callarás."
La discusión, sin embargo, tuvo que ser dejada para otro momento.
Un cosmo se acercaba al Pilar de Sorrento, por lo que cada General
partió inmediatamente a su Pilar respectivo.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Esos muchachos son impresionantes."
Ante
el
nerviosismo,
permanecer en silencio.
Aldebarán
sonreía.
El
resto
decidió
Los Santos de Bronce una vez más habían probado su habilidad de
escapar de la muerte. Andrómeda peleaba con Sorrento de Sirena
mientras Pegaso, Cygnus y Dragón se enfrentaban cara a cara con
Poseidón. Aunque nadie la pronunciaba, todos los Santos de Oro
tenían la misma idea en mente ‘Tres Santos del más bajo nivel
enfrentándose a un Dios: tendrán suerte si después de la batalla
queda el polvo de sus huesos.’
Ante aquella imagen, Aioria decidió continuar con su descenso.
-"No puedo permanecer por más tiempo sin hacer nada. Iré y me
uniré a los Santos de Bronce."
-"Aioria."- Mü aún estaba dispuesto a retenerle. –"¿Cuántas veces
tengo que decírtelo? Si no cambias tu modo de pensar tendré que
matarte por rebelarte ante Atena. Serías igual a un traidor."
-"¿Escuché bien? ¿Dijiste que me matarías?"
-"No quisiera, pero tendría que hacerlo."
Ambos se prepararon para combatir.
-"Basta, señores."- Las palabras del Escorpión interrumpieron
nuevamente su discusión. –"¿Qué obtendrán de pelear entre ustedes?
Tenemos la obligación de hacer algo. De lo contrario los Santos y
Atena estarán muertos."- Se dirigió más a Mü que a cualquier otro.
–"Todos nos hemos reunido aquí para pelear con todo nuestro poder
y salvar a Atena. ¿No es cierto?"
Mü asintió. El Santo de Aries dudaba; eso era obvio para todos.
Tal vez no sería tan difícil convencerlo. Aún así, cualquier
argumento que Milo pudo haber armado fue borrado por un destello
de luz que cruzó el cielo con dirección al Mediterráneo.
-"Pero... ¿qué..."- Aioria fue el primero en articular palabra. –
"Viene de la Casa de Sagitario."
-"Va a ayudar los Santos de Bronce."- Fue la simple conclusión de
Virgo.
Aioria sonrió triunfante.
-"Mü, tal parece que ni el Maestro pudo detener a mi hermano
Aioros."
-"Aún hay esperanza."- Aldebarán sonrió ligeramente aliviado. –
"Además, Poseidón aún no despierta del todo. Puede que puedan
vencerlo."
El Pilar del Atlántico Sur no tardó mucho tiempo en caer.
Mientras Mü, Shaka, Aldebarán y Aioria centraban su atención en el
interior del Templo de Poseidón, Milo se conformaba en estudiar lo
que ocurría en su exterior.
-‘Estás vivo.’- Pensó. –‘Después de todo estás vivo.’- Milo no
estaba seguro en qué momento se había casi convencido de la muerte
de Kanon, pero el sentirlo de nuevo en el mundo le regresó un poco
de la esperanza que había perdido.
Kanon sí había escapado del Cabo Sunión.
No.
Posiblemente la presencia tan cercana al Templo Submarino ocasionó
que el alma del Dios despertara después de un largo sueño. Era
probable que Poseidón liberara a Kanon a condición de que éste se
convirtiera en su General Marino. Con toda seguridad Kanon aceptó
esta oferta. Después de todo lo que había sufrido merecía ser
liberado. Incluso si eso significaba convertirse en lacayo del
Dios.
-‘Estás vivo.’- Escorpio
compañeros lo notaran).
sonreía
levemente
(no
quería
que
sus
Desafortunadamente, su felicidad no duró demasiado tiempo, pues
pronto recordó que el enemigo de Kanon no era otro más que el
Fénix.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Trece años.
¿Tanto tiempo había sido ya?
Habían pasado trece años desde la última vez que vio a Saga.
Desde que utilizaba a Poseidón.
Desde que recordaba al Santo de Escorpio con cariño y no con
miedo.
Habían pasado más de una docena de años desde la última vez que
puso un pie en el Santuario, aquel lugar que anegaba su mente de
terribles recuerdos. Todos ellos provenientes de sus últimos trece
días antes de convertirse en Kanon de Dragón Marino. Si bien desde
un principio sus deseos fueron los de derrocar a Atena, su
tortuosa estancia en el Cabo Sunión fue lo que realmente le dio el
valor para hacerlo. Incluso a sabiendas de que en su batalla
estaría solo.
Saga siempre dijo que él era diferente. Que era bondadoso. Que no
era el demonio que su hermano siempre dijo que era.
Tonterías.
Si eso era cierto, ¿cómo fue que tuvo el corazón para hacerle a su
propio hermano lo que le hizo?
El por qué el Cabo Sunión era el último castigo otorgado por la
Diosa no era un gran misterio.
Durante todo el primer día de su estadía en prisión, Kanon gritó a
todo pulmón el nombre de su hermano. Pasó horas esperando que Saga
volviera. Que lo rescatara de ese horrible destino.
Pero él nunca regresó.
Pasaba cada mañana maldiciendo a Saga, a Atena y a sus Santos.
Por las tardes se limitaba a tratar de curar las heridas de sus
manos. Aunque el agua salada cauterizaba con rapidez los cortes
hechos por las rocas del Cabo, era la misma humedad la que impedía
que los pliegues de su piel se unieran del todo. Jirones de
pellejos comenzaron a cubrir sus manos y antebrazos. Sus dedos se
hincharon hasta un punto grotesco y las zonas de su cuerpo
cubiertas por ropa eran atacadas por la insistente fricción de los
granos de arena con la tela.
Por supuesto que lo peor venía por las noches. Cuando el nivel del
agua rebasaba el de su cuello, Kanon podía llegar a beber varios
litros de agua salada. Sus extenuados músculos se rendían y su
cuerpo trataba de aferrarse a las picudas rocas con solo sus
emblandecidas uñas.
Se sentía más desesperado cuando, a causa del ardor, cerraba los
ojos. Deseaba no volver a abrirlos. Deseaba poder soltarse de las
piedras que se enterraban en las puntas de sus dedos y dejar que
su cuerpo flotara sin importar si lo hacía boca abajo o boca
arriba. Al menos una vez por noche el cerebro de Kanon detenía,
por cansancio, las maldiciones proferidas hacia su hermano y la
Diosa. Eran esos momentos en los que estaba a punto de darse por
vencido.
Pero también era entonces que un desconocido pero apacible y
poderoso cosmo recobraba sus fuerzas. Kanon nunca pensó demasiado
en aquella energía. Su primera explicación fue que se trataba de
algún Dios burlándose de él, permitiéndole vivir tan solo para que
sufriera los mismos estragos una y otra vez. Esa idea pronto salió
de su mente. Aquel sentimiento que el cosmo le ocasionaba era
demasiado hermoso como para que fuera de alguien con malas
intenciones. Dejó, pues, que aquel recuerdo permaneciera en su
mente como algo demasiado puro como para ser entendido. Nunca lo
volvió a cuestionar. Solo llegó a bendecirlo en sus momentos más
desesperados.
La marea baja y los primeros rayos del Sol anunciaban al reo que
había sobrevivido una noche más.
Kanon entonces esperaba que el mocoso, el ratoncito de ojos
turquesas, bajara la blanca escalinata del Cabo y le diera una
preciada botella de agua potable. Lo escucharía hablar de
tonterías. Le prometería que escaparía en cualquier momento y le
despediría ordenándole que no regresara.
Todo eso a sabiendas de que al día siguiente seguiría ahí y que
esperaría al niño con ansias. Ansias no impulsadas precisamente
por el hambre o la sed.
Después de todo, el aprendiz de Escorpio se preocupaba por él. El
niño sabía que Kanon era un traidor y aún así se tomaba las
molestias de robar comida y agua para luego dárselas a un
desagradecido.
De no haber sido por el agua que el aprendiz de Ewan le daba, y
por aquel dulce y reconfortante cosmo, habría muerto en un par de
días. No tanto consumido por la sed o por el hambre, sino por la
desesperación.
Aún así, sufrió lo insufrible. Cada que recordaba aquellos días
sus piernas temblaban y sus ojos amenazaban con llenarse con
lágrimas. Todavía, cuando se hacía consiente del intenso olor a
agua salada que llevaba siempre consigo, su estómago se estrujaba
con fuerza, obligándole a inclinarse hacia adelante, presionando
su estómago con ambas manos como si con ello pudiera calmar las
violentas contracciones de sus viseras. Todavía en las noches
solía levantarse violentamente después de revivir su agonía en
pesadillas. Todas las noches dudaba en irse a la cama a sabiendas
de que si lo hacía, no pasaría mucho tiempo antes de que su cuerpo
comenzara a sentirse volando entre las sábanas; flotando de un
lado a otro del mismo modo en el que lo había hecho en el Cabo.
Pero pronto,
abandonarían.
pensaba,
todas
esas
desagradables
emociones
lo
Su venganza estaba a punto de ser consumada y no permitiría que
nadie se interpusiera en su camino. Con su odio llevaría a la
Tierra a su fin. Ahora serían los demás los que se sentirían
atrapados entre enormes columnas de agua. Serían ellos los que
suplicarían por una ayuda que nunca llegaría; los que sufrirían de
la desesperación y el pánico.
Pero Kanon era más bondadoso que Atena
concedería una muerte rápida a sus enemigos.
o
que
Saga:
él
le
Acabaría con todos. No le molestaba la idea de quedar solo en el
mundo. Tampoco le inquietaba el pensar en que su venganza
seguramente terminaría acarreándolo a su propia muerte.
Todo estaría bien siempre y cuando el cosmo de Atena se
consumiera. Su propia muerte, la de su hermano y la del resto de
los seres humanos valdrían la pena con tal de sellar el alma de la
descarada Hija de Zeus.
Pero...
¿Qué era ese incesante dolor en su pecho?
¿Qué era lo que le causaba esa angustia? ¿Esos deseos reprimidos
de llorar?
¿Sería acaso el cosmo que se le acercaba? ¿Serían las presencias
de los Santos de Bronce ante Poseidón?
Quizás era la Armadura de Sagitario en el Templo del Crónida.
Mientras el Fénix renacía ante sus ojos, Kanon sudaba frío.
¿Qué era?
¿Qué era lo
equivocado?
que
le
causaba
esa
horrible
sensación
de
estar
Comentario de la Autora: Un capie que originalmente me gustó
mucho. Tal vez porque ahora ando cansada (XD y, lo admito, algo
neurasténica), como que ya no me pareció tan bueno... pero espero
que al menos no lo odien. El diálogo entre Kanon y Sorrento fue
sacado del manga (me pareció que en el anime esa conversación
estaba muy... mal traducida como para arreglarla). La escena en
Aries tiene partes del anime.
Etto...
hn...
creo
que
Gracias y que tengan un buen día.
eso
es
todo.
._.
Capítulo 56:  (Deuda)
-‘Kanon.’- Decenas de gotitas de agua se aglomeraban en la frente
del Santo de Escorpio. –‘¿Qué te pasa?’- El General Marino estaba
sufriendo de un modo tan tangible que Milo casi podía sentir las
gotas de sudor ajenas recorriendo su barbilla.
Un agudo silbido sacó a Milo de sus pensamientos y lo llevó de
regreso al Santuario.
-"Otro meteoro se dirige al Mediterráneo."- Aldebarán señaló con
la mirada una estela de luz sobre las grises nubes. –"Debemos
estar alerta."
-"Creo que provino de la Casa de Acuario."- Si bien no pudo verlo
con sus propios ojos, el Santo de Escorpio conocía bien esa
energía. Aquella había resultado ser mil veces más real que la que
sintió hacía unas cuantas horas cuando Hyoga se enfrentaba en
contra del General Marino de Limnades.
A pesar de que el resto de los Santos Dorados parecieron
relajarse, Milo no pudo evitar sentirse sumamente incómodo. Él
mismo se había propuesto a hacer lo que fuese necesario para
ayudar al alumno de su amigo. ¿Y qué hacía? Permanecía en la
entrada de las 12 Casas pensando en un fantasma de su pasado. Su
incompetencia había sido tal que Camus, frustrado, optó por hacer
lo debido por su propia cuenta.
¡Incluso estando él en el mundo del Hades!
Cuando Milo se encontrara con él en el mundo de los muertos le
ofrecería unas merecidas disculpas.
Pero de su honor fallido se preocuparía
Una repentina explosión de energía
acababa de despertar por completo.
después.
dejó en claro
que Poseidón
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Kanon temblaba.
El sudor recorría todo su cuerpo y su seca garganta apenas y podía
emitir sonidos guturales.
Finalmente el peor de los escenarios se cumplió: el Crónida había
despertado y la única deidad que podía sellarlo de nuevo estaba a
punto de desaparecer de la faz de la Tierra. Pronto Poseidón
acabaría con todos los seres humanos de la superficie y los únicos
que sobrevivirían serían sus elegidos; y... ¿por cuánto tiempo
sería Kanon capaz de seguir fingiendo subordinación? No demasiado,
eso era obvio. Además, ¿de qué le valdría hacerlo? Posiblemente el
mostrarse rebelde ante el Dios le costaría la vida pero ¿para qué
rayos la quería ahora?
Atena estaría muerta en unos cuantos minutos y sus Santos la
acompañarían tan pronto decidieran salir de sus ratoneras para
enfrentarse al Dios del Mar.
Si era cierto que nada de eso le importaba,
entender el por qué de su agitada respiración.
Kanon
no
podía
De nuevo aquella molesta voz. Sorrento de Sirena.
¿Es que ese maldito mocoso no le dejaría en paz nunca?
El músico se dignó a reprocharle por su supuesta traición mientras
ayudaba al Santo de Fénix a romper el Pilar del Atlántico Norte.
El muy tonto no se daba cuenta de lo que estaba haciendo.
¿Seguir la voluntad original del Señor Poseidón? ¿A quién quería
engañar?
El Dios de los Mares deseaba destruir a su Sobrina y a la Tierra.
Así había sido desde la fundación de Atenas y así sería hasta la
desaparición de una u otra deidad. Él odió a los Atenienses desde
antes de que la orden de los Caballeros se fundara siquiera. ¿Y
Sorrento se atrevía a decir que toda esa calamidad había sido
ocasionada por la maligna influencia de una persona en la que el
Dios no pensó por más de quince minutos?
El muchacho aún era demasiado inocente.
Sorrento amaba a Poseidón de un modo tan enfermizo como Aioros
amaba a Atena. Ninguno llegó a ver la triste verdad de sus Dioses.
El primero insistía que el Dios que por rencor mandó un monstruo
marino a asolar a los Troyanos, era una deidad generosa que solo
podía hacer maldad cuando un pérfido humano le instaba a hacerlo.
El segundo afirmaba que la Diosa era la bondad y la perfección
encarnada. Que las Gracias la bendigan. Si Ella fue amable con
Kanon a la hora de dejarlo encerrado en Cabo Sunión, no quería ni
imaginarse lo que era capaz de hacerle estando realmente molesta.
Ese joven, Sorrento, tan solo esperaba convencerse a sí mismo de
que las millones de muertes en la superficie no habían sido
avaladas por él y, ahora que descubría en Kanon a un chivo
expiatorio, pensaba aprovecharlo al máximo. Pero estaba bien.
Cuando llegara la hora de presentarse ante los tres Kyotos del
Hades, Sorrento juzgaría con otros ojos sus acciones. Al fin de
cuentas, sus manos estaban tan llenas de la sangre de inocentes
como las del mismo Kanon.
El Pilar del Pacífico Norte se derrumbó casi en silencio.
Pero eso era tan importante para Kanon como lo era el destino de
los humanos.
Lo que realmente le inquietaba era ese nauseabundo sentimiento de,
ahora entendía lo que era, culpabilidad.
Miró a Ikki de Fénix a los ojos. La frustración que sentía en esos
momentos fue desembocada por su estúpido ataque.
Bueno.
Al menos se encargaría de llevarse a la tumba al causante de aquel
horrible sentimiento.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El final se acercaba y fuese cual fuese la conclusión, Milo no
llevaba las de ganar.
Por supuesto que era a Atena a la que debía de apoyar. Había
tomado la decisión de defenderla desde hacía muchos años y aquel
no era el momento ni aquellas las razones como para cambiar de
opinión.
Pero, por otro lado, estaba Kanon.
¿Por qué sentía que debía de ayudar a aquel hombre? Después de
todo, pensaba, la liberación de Poseidón fue indirectamente su
culpa. Además, siempre quedaba la duda sobre los verdaderos
motivos de Saga para encerrarlo en un lugar tan terrible como lo
era Cabo Sunión.
El hermano menor tuvo que haber planeado algo realmente terrible
como para que Saga lo sintiera merecedor de aquel castigo, pues
incluso la locura del falso Patriarca resultaba insuficiente para
explicar lo contrario.
Se suponía que ambos eran hermanos de sangre.
¡Clones, por todos los Dioses!
Esas personas compartían un vínculo espiritual semejante al de los
Dióscuros pero se comportaron de un modo tan fraternal como Caín y
Abel.
Pero, ¿cuál había sido el malo del cuento? ¿Kanon por haber
conjurado un plan lo suficientemente inicuo? ¿O Saga por haber
sentenciado a su propio hermano a una de las peores muertes?
Probablemente ambos lo fueron.
Demasiado tarde Milo se dio cuenta de que sus primeros mentores no
fueron precisamente los mejores modelos a seguir.
Entonces, ¿por qué una gran parte de su ser deseaba que fuese
Poseidón el vencedor de la pelea y no Atena?
Porque si Atena prevalecía, entonces perdería a Kanon por segunda
ocasión. La primera vez el dolor fue mitigado: tuvo tiempo para
aceptarlo y oportunidad para negarlo. Pero si esta vez el General
Marino resultaba muerto, no habría ni tiempo ni duda sino un dolor
repentino y crudo.
Casi igual que con Acuario.
¿Podría Milo soportar algo así de nuevo?
Tal vez eso ya ni siquiera importaba. Si pudo sobrevivir a la
muerte de quien consideraba su hermano, ¿por qué no habría de
soportar la muerte de un traidor?
La respuesta no le resultaba clara al Santo de Escorpio.
Milo tuvo suerte de que aún lloviznara.
De ese modo nadie notó
costado de sus ojos.
las
lágrimas
que
se
escapaban
por
el
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
¿Una deuda sagrada con Atena?
-"No finjas, Kanon. Tú lo debes saber mejor que nadie."
El tenue olor de la sangre de Ikki humedeciendo sus nudillos
alteraba su juicio. ¿Por qué era que seguía vivo? ¿Acaso aún no le
había propinado los golpes suficientes?
-"No me digas que no recuerdas ese cosmo, Kanon."
El muchacho estaba al borde de la muerte y aún así no dejaba de
hablar. No entendía su situación. ¿Por qué no veía que Poseidón
pronto arrasaría con la humanidad?
-"Ese cosmo que hace trece años te rescató una y otra vez del filo
de la muerte en la prisión de piedra del Cabo Sunión."
No.
Por supuesto que no.
Eso era imposible.
Eso había sido hacía mucho tiempo ya. Atena era un bebé en ese
entonces. Además, ¿por qué razón la Diosa hubiese querido
ayudarlo? ¿Era tan estúpida como para no haberse dado cuenta de
sus intenciones para con Ella?
No.
-"Así es, Kanon. El gran cosmo de Atena fue lo que te salvó la
vida trece años atrás."
¡¿Cómo se atrevía Fénix a comparar ese hermoso cosmo con el de la
atormentadora de Ayax?!
Por aquel insulto acabaría con todas las esperanzas de victoria
del Santo de Atena.
¿La Urna de la Diosa?
Para obtenerla tendrían que romper el Pilar Central y eso no
ocurriría. Ese edificio fue construido por el mismo Poseidón.
Sería tan imposible para los Santos de Atena destruirlo como le
resultó a los griegos acabar con el linaje de Eneas.
Vio a Fénix huir con presteza.
Seguramente la ubicación de la Urna lo alteró. Kanon pensó en
seguirlo, pero las palabras de Sirena lo detuvieron.
-"El temor que sentí al ver a Atena por primera vez... ese era
amor infinito que posee la Diosa. Pero yo no quise creer eso
que si reconocía ese gran amor, todo lo que planeábamos para
purificación de la Tierra en el nombre de la justicia carecería
sentido alguno."
¿Amor infinito, decía?
el
ya
la
de
Tal vez amaba a Pegaso y al resto de sus sirvientes, pero eso era
todo. ¿Ella, sacrificándose por toda la humanidad? No. Solo lo
hacía para salvar a sus perros. Ella no poseía bondad. No podía.
¿Es que Sirena no escuchó trece años atrás los gritos de
desesperación de Kanon? La misma Selene lo había hecho.
Sirena no podía entenderlo, después de todo, él nunca vio la celda
del Cabo. De haber estado tan solo unos minutos en su lugar,
podría verlo. Se daría cuenta de que Atena no podía ser la amorosa
criatura que él afirmaba que era.
Sorrento seguía viviendo en un mundo de fantasía. Tal vez cambió
de bando al de Aioros, pero seguía viviendo una ilusión.
-"No hay razón para destruir este mundo."
La única razón que Kanon necesitaba era que se trataba del mundo
de Atena.
-"No hay razón mientras quede siquiera un poco de amor."
Era una pena que Sorrento se diera cuenta de eso ya que habían
muerto tantos millones de personas.
-"Kanon, si no quieres creer en el cosmo de Atena, está bien."
Y si él quería creer en él, tampoco había problema. Pronto sería
él el defraudado.
-"Pero como bien dijo Fénix, ya no vale la pena pelear contigo."
Dragón Marino no pudo detener a Sirena. Éste ya se encontraba muy
lejos antes de que Kanon absorbiera sus palabras. Pensó en ir tras
él pero todo fue en vano.
La tierra tembló.
Un ensordecedor sonido tronó en los oídos de Kanon.
El aire comenzó a emanar un susurro constante.
Una extraña fuerza empujó sus pies hacia adelante.
Miró hacia abajo.
Su corazón comenzó a palpitar con una fuerza que no sentía desde
hacía más de una decena de años.
Lo que había alrededor de sus pies era agua.
Tardó unos cuantos segundos en comprender lo que estaba pasando:
todo el Mediterráneo se colapsaba sobre el Templo de Poseidón.
El Pilar Central había sido destruido.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
¿Así era como debía de terminar?
¿Kanon, quien había escapado del peor castigo que Atena podía
otorgar, ahora resultaba ser aplastado por toneladas de agua?
No podía ser tan fácil. Niké estaba lejos de su amiga y Señora,
Atena. La Diosa permanecía estática a un costado del Trono del
Patriarca y desde ahí había poco que pudiera hacer. El
enfrentamiento entre Poseidón y su Sobrina estaba pronto a
comenzar.
El cosmo de ambos se elevó. El del Dios era uno lleno de odio.
Inmenso, pero henchido de rencor. El de Atena resultaba ser igual
de poderoso pero mucho más claro y puro.
¿Era así como debía de ser el cosmo de su Diosa?
Temible pero a la vez hermoso.
¿Era aquella presencia la que ayudó a Heracles a realizar tantas
tareas irrealizables?
¿La que acompañó a Diómedes a la hora que éste arremetió en contra
del Dios de la Guerra?
¿Aquella que guió a sus Santos a destruir al ejército de Ares? ¿A
ir hasta el mismísimo infierno para defender al mundo del Dios de
la Muerte?
Atena aún era una niña, pero era una armada con Niké y con la
Égida.
Por primera vez desde que conoció a Saori Kido, Milo sintió que
era Ella la que los protegía a ellos y no al contrario.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Kanon estaba empapado y era atacado desde todos los lados por olas
de agua mezclada con trozos de mármol. Hincado y boquiabierto,
absorbió el cosmo que inundaba los restos del Templo Marino con
aún más fuerza que el agua.
Así que eso era.
Ese había sido el motivo por el cual sentía que lo que ocurría no
estaba bien.
Era el mismo.
El cosmo que lo había salvado y el de Atena era el mismo.
La Diosa no lo confinó a esa horrible muerte sino que le dio la
oportunidad de seguir viviendo.
¿Pero cómo? ¿Por qué?
Tenía que saberlo.
Aunque tuviera que preguntárselo personalmente, tenía que saber la
respuesta.
Torpemente, pues sus piernas aún temblaban, corrió hacia donde
alguna vez estuvo el Pilar Central. Ahí, Pegaso apuntaba a
Poseidón con la flecha de Sagitario. Éste, enfurecido, lanzaba su
Tridente hacia la Diosa.
Eso no lo podía permitir.
Aún tenía algunas preguntas que hacerle.
Aún tenía que compensarle el daño que le ocasionó.
Lo que sintió después fue un agudo dolor en el pecho.
Extendió su mano y sujetó el Tridente. Si el dolor se lo hubiera
permitido, hubiera sonreído. La fría superficie se sentía igual de
tersa que en el día en el que toda esa farsa comenzó.
Intentó retirar el arma de su pecho pero ya no había nada qué
hacer.
Dejó que su peso cayera hacia adelante y su rostro se hundió en el
agua salada.
Lo último que sintió fue una ola rompiéndose sobre su espalda.
A pesar de que sentía que la muerte era inminente, Kanon estaba
relajado.
Al menos esta vez todo sería rápido.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Después de muchos días, el Sol pudo disolver las nubes negras que
lo opacaban. La lluvia cesó y el cosmo de Poseidón desapareció por
completo.
La Tierra estaba a salvo.
Hyoga y los demás lo consiguieron a pesar de que tenían todas las
de perder.
Todo estaba bien ahora. Atena regresaría al Santuario y todo sería
como debió de haber sido desde el principio.
Milo sonreía.
Su corazón estaba lleno de pena, pero sonreía.
Tal vez esperaba que dentro de un tiempo más pudiera reunirse con
el resto de sus amigos al otro lado del Aqueronte.
Comentario de la Autora: Uuuuuuu! Un capítulo muy difícil. La
verdad, el modo en el que Kanon cambia de bando me parece...
arrebatado. No sé. Al principio se veía tan seguro de lo que hacía
y luego... ^_^' y luego ya saben lo que pasó. No estoy segura de
si el cambio de actitud de Kanon resultó ser lo suficientemente
creíble. Espero que así haya sido.
Me basé casi totalmente en el manga para este capítulo, sobre todo
porque es ahí que Kanon muestra realmente su arrepentimiento al
interponerse entre el tridente de Poseidón y Atena. No sé por qué
habrán quitado esa parte del anime. ._. Me parece que hubiera sido
una escena muy buena, pero como sea.
Ahora, sobre el monstruo marino que Poseidón manda a Troya.
Poseidón y Apolo fueron enviados a trabajar para el rey Laomedonte
(padre de Príamo). Éste les ordenó construir la muralla de Troya
pero al final no les pagó lo acordado. En venganza, Poseidón mandó
a un monstruo que comenzó a comerse a todos los troyanos (jeje) y
Apolo les envió una plaga. La ciudad no se vio librada del
monstruo hasta que llegó Heracles (Hércules en latín) y lo mató.
Pero esa es otra historia.
Los
Dioscuros
son
los
gemelos
Castor
y
Polux.
¿La atormentadora de Ayax? Bueno... siempre me ha parecido que a
Atena
REALMENTE
le
caía
muy
mal
Ayax.
XD
Phew! Anduve modificando este capítulo hasta el último momento
antes de subirlo. XD Espero que haya valido la pena. ¡Danke!
T_T ¡Ya viene lo más interesante!
Capítulo 57:  (Cisne)
Inconscientemente, un sonido gutural fue emitido por su garganta.
Intentó abrir sus ojos pero uno de ellos, el izquierdo, fue
detenido por una suave pero firme capa de tejido. Eso no importó.
Lo único que el ojo abierto pudo discernir fue una profunda
oscuridad.
¿Acaso se encontraba de nuevo en Siberia? A la cabaña de Ambarchik
rara vez entraba luz, pues el haber tenido demasiadas ventanas
hubiera vuelto locos a sus habitantes durante las brillantes
noches del verano siberiano.
Pero no. Sus oídos no escuchaban sonido alguno y si algo había en
Siberia era el constante aullido del viento.
Tal vez estaba de regreso en el hospital de la Fundación.
Sin embargo, el ambiente libre de aromas lo hizo descartar esta
opción inmediatamente. El aire de la clínica siempre estaba lleno
de desinfectante, olor a flores secas y algo que nunca pudo
descifrar.
¿La mansión de Saori Kido? La cama sobre la que descansaba era
suave, pero no lo suficientemente confortante como las de aquella
enorme casa. Además, el lugar en el que se encontraba era bastante
cálido. La casa de la señorita Saori le resultaba más húmeda y un
poco más fría.
Al descartar todas sus opciones, no tuvo más remedio que el de
recurrir su memoria de corto plazo.
Ah… sí. Comenzaba a recordar: el Templo de Poseidón desapareciendo
entre toneladas de agua, un peñasco decorado por una prisión de
piedra, Ikki relatando la verdad detrás del Dragón del Mar, una
relativamente corta visita al hospital, Kiki pidiéndoles que
regresaran al Santuario, los Santos Dorados dándoles una grata
bienvenida y…
Sí. Ahora lo recordaba. Se
reponiéndose de la batalla.
encontraba
en
aquel
ajeno
lugar
Su cuerpo se relajó al reconocerse seguro y se preparó para dormir
un poco más, pero el sonido de metal chocando rítmicamente contra
el piso le hizo alzar la guardia nuevamente.
El sonido pronto fue seguido por una amarillenta franja de luz
proveniente de lo que parecía ser la rendija de una puerta.
Luego, el sonido de una perilla dando vueltas y de un seguro
liberándose.
-"Estás despierto."- Un hombre portando una vela encendida en una
mano y sujetando un montoncito de telas en la otra se le acercó
hasta poder sentarse sobre la ya ocupada cama. –"Me alegra. Así no
tendré que tomarme la molestia de despertarte."
El hombre colocó su mano derecha, ahora libre pues la vela fue
dejada sobre una mesita de noche, sobre la frente del herido.
-"Estoy bien."inmediatamente.
El
joven
trató
de
romper
aquel
agarre
casi
-"Aye."- Una uña larga y roja se encargó de cortar los vendajes
que cubrían parcialmente su rostro. –"Bien tuerto. No queremos una
infección. Hay que cuidarla a menos de que quieras acabar
arrumbado en una isla como Filoctetes."
-"¿Quién?"
Con brusquedad, e ignorando la pregunta, el mayor revisó la cuenca
de lo que debía de ser el ojo del joven, aplicando aquí y allá un
extraño menjunje de aroma picante.
Al sentirse satisfecho, el mayor colocó un nuevo vendaje alrededor
de la cabeza del rubio y prosiguió con una inspección detallada al
el cuello del mismo.
-"Eres un
que había
puntadas.
sin miedo
ignorante."- Sonrió al descubrir un amplio trozo de piel
estado oculto debajo de varias gasas. –"Unas hermosas
Esta será una cicatriz que podrás mostrar con orgullo
a que la gente sienta náuseas."
-"Milo."
-"¿Hn?"- El
blanquecina.
susodicho
cubría
las
suturas
con
una
pomada
-"No tienes que fingir que te agrado."
-"¿Te parece que lo estoy haciendo? No, Hyoga. Seré hipócrita de
vez en cuando pero no contigo. ¿De qué me serviría?"
-"No quiero causarte problemas."
-"Esta herida…"- ¿Problemas? Suficientes problemas le había
causado ya. ¿Qué importaba uno más? –"¿La hizo el guardián de las
ninfas?"
-"¿Ninfas?"
-"Limnades…"- Obvió. –"Te engañó, ¿no es así?"
-"Se veía como él."- Susurró. –"Incluso peleaba como él. Fui un
tonto."
-"Nos pasa a todos de cuando en cuando."- Milo comenzó a cubrir la
herida con nuevas gasas. –"Tuviste mucha suerte, muchacho. Quién
sabe si otro enemigo hubiese sido tan amable como lo fue Isaac.
Sabiendo de esa herida pudo haberte matado con facilidad."
-"Isaac no fue precisamente condescendiente."
-"Eso crees."- Una vez que su trabajo de enfermero terminó, el
Santo de Escorpio se puso de pie. –"Tú y tus amigos habrán hecho
un milagro, Hyoga, pero deben de comprender que si están vivos
ahora no es por ustedes. No son indestructibles. Aún no."
-"Eso lo sabemos."
-"No. Y temo que nunca lo sabrán."- No mientras sean los
protegidos de la Égida. –"Prepararé algo de comer. No soy un gran
cocinero, pero te aseguro que lo que haga será mejor que los
engrudos que Camus solía preparar."
Hyoga vio el perfil oscurecido de Milo salir de la habitación
(había dejado dentro la vela encendida). Pasó un par de dedos
sobre el vendaje recién hecho.
¿En qué
Templo?
estaba
pensando
cuando
aceptó
quedarse
en
el
Octavo
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
A Hyoga le costó excesivo trabajo levantarse. Su cuerpo seguía
cansado y su mente quería volver al mundo de los sueños, pero su
estómago opinaba otra cosa. No había tenido una comida decente
desde hacía un par de días y era hora de que le otorgara la debida
atención a su salud.
El joven fue guiado hasta
carne cociéndose. Ambos no
su apetito. En la aireada
un tercer trozo de carne
dudosa procedencia.
la cocina por el aroma y el sonido de
hicieron más que despertar por completo
habitación, el Santo de Escorpio servía
en un plato con una ensalada verde de
-"Creí que ya no vendrías."- Colocó el plato lleno sobre la mesa,
ordenándole con la mirada a Hyoga que tomara asiento y, sí, que
comenzara a comer mientras el anfitrión se disponía a cocer otra
costilla.
Ni siquiera el hambre pudo impulsar al Santo de Bronce a comer
inmediatamente. Éste miró con desconfianza la carne y comenzó a
desmenuzarla con lentitud. Olía bien. Se veía bien. ¿Por qué
sospechaba que se llevaría una desagradable sorpresa al comerla?
No era que Milo fuera a envenenarlo ¿o sí?
Como si hubiera leído los pensamientos de Hyoga, Milo volteó a
verlo de reojo, arqueando su ceja izquierda de un modo lo
suficientemente inquietante como para obligar al joven a armarse
de valor y a pinchar la carne con su tenedor para luego meterse el
trozo a la boca.
El sabor era uno sumamente condimentado. No era malo, pero eso no
quería decir que fuese bueno. Simplemente era extraño. Sobre todo
para Hyoga que no solía comer, ya no especias, sino carne roja.
Un sonido parecido a una risa fue emanado por el Santo de Oro.
-"Supongo que estás acostumbrado a otro tipo de cosas, muchacho,
pero aquí no cocinamos con grasa de foca. Aquí es suficiente el
aceite de oliva."
-"Está bien."- Dijo no por ser complaciente. En realidad aquel
trozo de costilla le resultaba suficientemente comestible. –"Sí
sabe mejor que la avena de mi maestro."
-"Aye."- El mayor finalmente se sentó y comenzó a comer con
desgano. –"Mü me dijo que no era bueno que te diera de comer cosas
tan fuertes, pero le dije ‘¿cómo se va a recuperar si tiene el
estómago lleno de verduritas?’. No. Necesitas proteína animal."
-"¿Por qué haces esto?"
Milo pidió a los Dioses un poco de paciencia. Después exhaló con
lentitud y cerró los ojos.
-"Eres imposible. Eres el huésped más grosero que he tenido. Y
mira que Aioria ha estado de visita."- Claro, por unos segundos.
Pero incluso en esos segundos probó ser más urbano que Hyoga. –
"Así como es de mala educación que un anfitrión le pregunte a su
huésped sobre los motivos de su visita antes de haberle ofrecido
su hospitalidad, es absurdo que un invitado acepte la hospitalidad
a regañadientes. Si tanto te molesta estar aquí, la puerta está
bien abierta para que te vayas."
-"Acepté porque supuse que querrías hablar conmigo."- Milo arqueó
la ceja. –"Esto se trata sobre la muerte de Camus, ¿o me
equivoco?"
-"Acaba de comer, muchacho. Hablaremos después."
Hyoga nunca tuvo una comida más incómoda. El Santo de Escorpio
parecía encantado ignorándolo y esto lo ponía nervioso. Hubiera
preferido que se quedara viéndolo fijamente durante todo ese
tiempo. Al menos así hubiera tenido una idea de qué era lo que
cruzaba por la mente de su anfitrión.
La tortura fue extendida por casi media hora. Hyoga había
terminado de comer sus tres raciones mientras que Milo se tomaba
su tiempo en terminar la segunda. Cuando éste cortó en seis
diminutas partes el único trozo de carne que quedaba sobre su
plato, Hyoga se convenció de que simplemente lo estaba molestando.
Finalmente, Escorpio terminó su último bocado.
-"¿Podemos hablar ahora?"
-"No entiendo tu prisa."- Sonreía con crueldad. Estaba disfrutando
la desesperación del chico mucho más de lo que había esperado."¿No quieres tomar un baño? Ningún Santo puede llamarse así mismo
uno si no ha estado en alguna de las termas del Santuario."
-"Habrá tiempo para eso."
-"Oh… también habrá tiempo para hablar, entonces."
-"Milo…"
El tono insistente y ¿amenazador? convenció a Milo de que era hora
de terminar con la escenita.
-"De acuerdo. Como quieras…"
-"Mi maestro-"
-"Tranquilo, Hyoga. No recuerdo haberte pedido que me hablaras de
Camus. Hay otras cosas sobre las que quiero preguntarte."
-"Pero-"
-"Por favor. Déjame pensar que conocía lo suficiente a tu maestro
como para entender los motivos de su muerte."
-"Es probable que los conozcas."- La nariz de Milo respingó. El
tono sarcástico del joven no le agradó en lo más mínimo. –"Mi
maestro se sentía a gusto contigo. Más que con nosotros."- Bajó la
mirada y sonrió con amargura. –"Nos quería, eso lo sabíamos, pero
no por eso dejaba de odiar estar lejos de Atenas."
-"A Camus nunca le gustó el Santuario."
-"No le gustaba el Patriarca que era diferente. Era el Santuario
en donde él quería estar."
-"Hyoga, tal vez tú quieras hablar de Camus, pero yo no. Al menos
aún no."
-"Si tanto me odias, ¿por qué quieres ayudarme?"
-"¿Odiarte?"- Rió. –"Yo mismo pensé que lo hacía. Pero lo he
pensado mucho, Hyoga: si te odiara, hubiera acabado contigo en el
Templo de Acuario. No es que hubiera sido muy difícil,
considerando el estado en el que te encontrabas. Pero es cierto,
no me agradas ni un poco."
-"¿Entonces qué pretendes al ayudarme de este modo?"
-"Los Dioses bien saben que no quiero ser tu nuevo maestro ni
mucho menos tu amigo. Lo único que deseo es ayudarte. No estoy
seguro de qué es lo que pueda hacer por ti, pero sea lo que sea lo
haré."
-"No entiendo."
-"Cuando un hombre pierde a un amigo es su deber cuidar de las
cosas que dejó tras su muerte."
-"No soy una herencia, Milo. Te agradezco esto… lo de la Armadura
y todo, pero no quiero tus sacrificios."
-"¿Un sacrificio? No, niño. No es un sacrificio cuando se hace por
uno mismo. Mi excusa es Camus, ¿lo ves?, pero hago esto porque de
este modo puedo dejar de sentirme inútil."- Se levantó. –"Pero
suficiente de esto. Ya que insistes tanto, creo que es hora de que
nos pongamos a trabajar."
-"¿Trabajar?"
Hyoga se levantó para luego ser guiado a través de los pasillos
del Octavo Templo. Milo se detuvo ante una puerta y la abrió.
Entró a la habitación y retiró las cortinas del par de ventanas
que había ahí. El cuarto era cálido: el Sol lo alumbraba
directamente.
Mientras Hyoga examinaba el lugar, Milo se sentó frente a
escritorio y sacó unas cuantas hojas y un lápiz recién afilado.
-"¿Qué es todo esto?"- El
esparcidos sobre la cama.
menor
señaló
-"Unos manuscritos del antiguo Patriarca."
una
pila
de
un
papeles
-"¿El que participó en la Guerra contra Hades?"
-"¿De quién si no?"- Comenzó a anotar algunas palabras ilegibles
en una de las hojas. –"Tenía un tanto de curiosidad y le pedí
permiso a Atena de traerlos."- Dirigió una mirada extrañamente
gentil a las hojas que cubrían su cama. –"Por lo que he escuchado,
su Santidad nunca permitía que sacaran un solo archivo del Templo.
Atena fue muy amable conmigo."
-"¿Y buscas algo en especial?"- Sujetaba entre sus manos una de
las hojas.
-"Aye. Es solo algo en lo que he estado pensando. Puede que no sea
nada. Si lo encuentro te lo diré. De lo contrario es absurdo que
te ande metiendo ideas extravagantes en la cabeza."
-"¿Y qué hacemos aquí?"
-"Quiero que me cuentes todo lo que pasó. Desde que despertaste
del coma hasta este preciso momento. Entre más detalles, mejor."
-"¿Todo? ¿Acaso escribes algo?"
Frunciendo el ceño ante la innecesaria pregunta, Milo señaló la
carpeta en la que guardaba todo lo que había escrito desde hacía
semanas.
-"Una crónica sobre todo lo que ha pasado en el Santuario. Saga no
se encargó de eso por obvias razones, pero ahora es necesario que
alguien se dedique a ponerse al corriente."
-"Supongo que es para ‘estudiar el
presente y predecir el futuro’ ¿no?"
pasado
para
entender
el
-"Eso dicen. Pero esa es pura mierda. Usualmente nadie entiende ni
predice nada. Estas cosas solo sirven para que al final llegue
alguien y diga ‘se los dije’."
Hyoga se permitió reír ante comentario.
-"Bien…"- Hizo un poco de espacio entre las hojas de la cama y se
sentó. –"Supongo que inició el día en el que Aldebarán peleó
contra Sorrento."
-"De Sirena, supongo."- El menor asintió. –"El General del
Pacífico Sur."- Escribió con rapidez en las hojas, sin preocuparse
por la redacción, por la letra ni mucho menos por el orden. –"¿Lo
conociste?"
-"No. Pero Andrómeda me habló de él."
El Santo de Escorpio sonreía mientras escuchaba la descripción del
General Marino.
Aparentemente,
informante.
no
se
equivocó
al
elegir
a
Hyoga
como
su
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Una persona vagabundeaba en una de las islas del Mediterráneo. Sus
pies estaban cansados y sus sandalias llenas de arena y sangre.
Pronto se daría por vencido.
El nervioso joven trató de tranquilizarse, repitiendo en su mente
las palabras de su superior. Sabía que si no quería meterse en
problemas debía de seguir las órdenes paso a paso y que ninguno
debía de faltar.
Para cuando el muchacho recitó por quinta vez las órdenes, se
convenció de que su primera misión había terminado.
Era hora de regresar a Ática.
Comentario de la Autora:
Filoctetes: Heredero de las temibles flechas de Heracles. Obligado
por el juramento de los que cortejaron a Helena, tuvo que ir a la
guerra de Troya, pero en una escala a una isla, fue mordido por
una serpiente. La herida se infectó tanto que empezó a apestar
demasiado. Según otras versiones, los gritos del hombre eran tan
constantes que no era posible realizar los sacrificios rituales
con él gritando en el fondo. Total, Odiseo tuvo la idea de dejarlo
varado en la isla y Agamenón (tan tierno como siempre) accedió. XD
Tuvieron que pasar muchos años antes de que pudiera salir de la
isla.
EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEWWWWW!
Un capítulo con Hyoga. ._. Pero creo que no lo hice sufrir tanto
como pude haberlo hecho. No fue fácil, pero me moderé. La actitud
de Milo hacia Hyoga es muy... generosa en la saga de Hades y
simplemente no podía ignorar esto. Un Milo aborreciendo a Hyoga
simplemente no resultaría natural. Por otro lado, definitivamente
no creo que el mocoso le simpatizara del todo así que tomé un
punto más o menos medio.
Espero que haya resultado bien. Es todo por ahora. Gracias y que
tengan un super ultra mega special awesome day.
Capítulo 58:  (Escombros)
-"Muy buenos días, Shaina."
La mujer dejó de prestarle atención al trío de jovencitas que
entrenaban frente a ella para tornarla al recién llegado.
-"¿Qué haces aquí?"
El hombre sonrió. Las Koree podían llegar a ser irritantemente
imprudentes. Aunque... sí. Seguramente se merecía aquella rudeza.
Por otro lado, no era que le importara.
-"Necesito un favor."
La mujer alzó la mano derecha para dar señal a las niñas de que
descansaran por un momento. Entonces comenzó a caminar, sabiendo
que sería seguida muy de cerca.
-"Lo siento. No puedo convertirte en alguien amable."
-"Por supuesto que no. Eso sería tan imposible para ti como para
mí sería el convertirte en una dama."
El hombre tuvo suerte de que la mirada asesina que Shaina le envió
fuera amortiguada por la máscara plateada.
-"¿Y? ¿Qué es lo que quieres?"
-"Uno de tus hombres."- La Koree no contestó inmediatamente. El
joven no necesitaba poderes telepáticos para saber que ella no
deseaba prestarle ni uno solo de los soldados bajo su mando. -"O,
si quieres, a una de tus niñas."- Señaló hacia el campamento. –"Me
parece que cuidas más a tus peones que a ellas."
-"¿Para qué lo quieres?"
-"Necesito que haga un par de encargos por mí."
-"¿Por cuánto tiempo?"
El joven suspiró. Ya estaba llegando al límite de su paciencia.
-"Eso dependerá de él."- Un extraño rugidito gutural escapó de la
joven, por lo que el mayor prefirió corregir sus palabras. –"No te
preocupes. No lo mandaré a su muerte... a menos que sea lo
suficientemente estúpido como para andarse matando llevando un
mensaje."- Sonaba fácil ¿no? Pero... también había otro detalle. –
"Aunque sí sería bueno para él que hablara inglés. ¿Acento
escocés, te parece?"
-"Vaya, claro."- La mujer rió secamente. –"¿Y qué te parece si
además de eso que sepa tocar el piano y que tenga 5 años de
experiencia?"
-"Ah, con el piano estaría bien, gracias."
Otro gruñido.
-"¿Para cuándo lo necesitas?
-"¿Puede ser mañana?"
La mujer asintió y decidió dar por terminada la molesta plática.
-"Estará en Escorpio mañana a primera hora."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Quiero que vayas a una de las Cícladas, Milos."
Los pies del joven sangraban debido a que se lastimaron con las
picudas rocas escondidas entre la arena.
-"Hay un pueblo en el fondo de la bahía."
El barco que consiguió para llegar a aquella isla permaneció en
Adamas. Había decidido avanzar los kilómetros que quedaban a pie,
con esperanza de encontrar a alguien en el camino.
-"Patrikia. Ese es su nombre. Está al noreste del Monasterio de
Agia Marina y al sur de Rivari."
Fue difícil encontrar aquel pueblito. No había ni una señal ni
mucho menos alguna persona a la cual pedir ayuda.
-"Es un lugar muy pequeño y no viene en todos los mapas. Si tienes
duda de algún pueblo, camina por la playa hacia el oeste. Si a más
o menos un kilómetro encuentras una cueva, sabrás con certeza que
has llegado."
Gracias al cielo que su superior le mencionó ese detalle. De lo
contrario, hubiera pasado días en la isla recorriendo pueblo tras
pueblo sin saber a dónde ir.
-"Una vez ahí, quiero que vayas a la iglesia. No es muy grande
pero la reconocerás con facilidad: está construida a lado de un
barranco."
El derrumbado edificio estaba justo donde él le había dicho que
estaría. Caminó entonces hacia donde se suponía que estaba su
puerta principal.
-"Ve hacia la entrada y mírala de frente. Luego da media vuelta.
Al otro lado de la cañada deberías de encontrar una pequeña casa
blanca."
¿Casa blanca?
No. Ahí no había más que algunos cuantos escombros grises.
-"Camina hacia ella. Si ves a alguien adentro quiero que me digas
cuántos son y cómo lucen. Si puedes escuchar algo, mejor."
¿Alguien? Si con alguien se refería a cangrejos y a huesos de
pescado, entonces aquellas ruinas estaban repletas de gente.
-"Hay una gran posibilidad de que no haya nadie. Si es así,
entonces quiero que entres a la casa o lo que quede de ella y
trates de encontrar alguna pista que te lleve a los dueños."
Nada. De no ser por los muebles podridos, hubiese sido imposible
adivinar que alguien vivió ahí alguna vez.
-"Sea como sea, cuando termines con la casa quiero que vayas
pueblo. Si encuentras a alguien quiero que le preguntes qué es
que ha pasado en la isla desde que empezó a llover. Pregúntale
sabe algo de la familia que vivía en la casa blanca a lado de
iglesia o si sabe algo de Altea o de Soterios."
al
lo
si
la
Mientras caminaba por el pueblo fantasma se convencía a sí mismo
de que no podría preguntarle a nadie sobre esas dos personas. Los
cadáveres desecados y limpios (seguramente trabajo de las aves
marinas) con los que se había encontrado no podrían ayudarle en
nada.
-"En caso de que no encuentres a nadie vivo en el pueblo, quiero
que regreses al este. (Porque te aconsejo que llegues por ahí, por
Plaka. Las aguas son más tranquilas y es más probable que
encuentres a alguien ahí.) Recorre toda la isla en busca de
alguien que te cuente todo lo ocurrido."
Adamas, Palaki, Kastanas. Incluso Plaka estaba desierta. Los
hoteles que alguna vez estuvieron repletos, ahora no eran más que
unos cuantos ladrillos y varillas.
-"Busca en todas partes. Hasta en las catacumbas de Tripiti de ser
necesario."
El mensajero no estaba seguro de si aquel comentario había sido
una exageración o si el hombre hablaba en serio. Prefirió no
arriesgarse y se adentró a las catacumbas. Las que fueron en
épocas
del
Imperio
Romano
guaridas
de
los
cristianos,
aparentemente también le sirvieron a los habitantes de la ciudad.
El rastro de ropa, comida y medicinas era la prueba irrefutable de
que muchas personas se reunieron ahí hacía no mucho tiempo.
Sin embargo, el joven llegó demasiado tarde. El lugar estaba ahora
tan vacío como Patrikia.
-"Si recorres toda la isla y aún no encuentras a nadie, regresa al
Santuario. Quiero que grabes todo en tu mente. Te pediré que me
digas todo lo que viste y, más importante, lo que no."
Sus pies estaban cansados y sus sandalias llenas de arena y
sangre. Para cuando recitó por quinta vez las órdenes de su
superior, se convenció de que su misión había terminado.
-"No te tomes tu tiempo en Milos. Cuando regreses, te daré una
carta que deberás llevar a Escocia."
Era hora de regresar a Ática.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Pasa algo?"
Hyoga notó el repentino cambio de actitud del Santo de Escorpio.
Primero lo había escuchado ávidamente. Anotaba cualquier detalle
que pronunciaba e interrumpía de cuando en cuando para hacer
preguntas.
Pero ahora...
-"No es nada. Es solo que estoy algo sorprendido con el asunto de
Kanon." -La pluma fuente realizaba decoraciones aleatorias a la
amarillenta hoja en la que tantos nombres y detalles habían sido
vertidos. –"Es un maldito."
-"Pero al final se sacrificó por la Diosa. Se arrepintió y eso es
lo importante."
-"¡No!"- Milo golpeó su escritorio con el puño cerrado. –"¡No es
lo importante! ¡Tampoco es suficiente! ¡Por todos los Dioses,
Hyoga! ¿Crees que porque tuvo un momento de arrepentimiento y haya
muerto por salvar a Atena se arregla todo lo malo que hizo?"
-"No se hubiera dejado matar si no hubiera estado realmente
arrepentido."- Extraño. ¿Acaso estaba defendiendo al General
Marino?
-"¿Y a mí de qué me sirve su arrepentimiento?"- Milo se levantó de
su asiento, agitando los brazos con violencia. –"¿De qué nos
sirve, Hyoga? ¿A mí o a todas esas personas que murieron por su
culpa?"- Hyoga no contestó. –"No es suficiente. Podrás perdonarlo
tú, incluso la misma Atena, pero yo necesito algo más que unos
cuantos segundos de remordimiento."
-"Bueno."- Con lo bien que había seguido el día. ¡Y pensar que en
un punto hasta llegó a pensar que el Santo de Escorpio podía ser
agradable! –"Eso no importa mucho ahora que está muerto."
Milo frunció el ceño y desvió su mirada hacia la ventana abierta.
-"Eso es cierto. Hyoga, ¿tienes hambre?"
-"No."
-"Entonces sería bueno que tomaras un baño y te fueras
descansar. Te he mantenido fuera de cama por demasiado tiempo."
a
Al no encontrar más palabras, el menor decidió aceptar la oferta y
salir de la habitación.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Extraño.
Esa era la palabra que Hyoga utilizaba para describir al Santo de
Escorpio mientras sumergía su cuerpo en la poza de agua fría del
Templo.
Por más que el hombre intentara explicarse, el menor no entendía
ni sus pensamientos ni sus motivos.
¿Cómo era que su maestro llegó a ser amigo de alguien así?
Sí...
A veces lo olvidaba. Esos dos se parecían en muchos aspectos. Las
diferencias
eran
claras,
sin
embargo.
Su
maestro
estaba
obsesionado con su deber de Caballero de Oro. ¿Cuántas veces no le
riñó por no considerarlo alguien digno de la Armadura de Cygnus?
En algún momento de su infancia había perdido la cuenta. Sin
embargo, la ternura de Camus sobresalía de cuando en cuando. El
que se jactaba de ser un témpano de hielo no era más que un hombre
cualquiera disfrazado de frialdad.
Por el otro lado estaba el Santo de Escorpio. Su amor hacia la
Diosa no era desbordante. En realidad, el hombre ya había hecho al
menos un par de comentarios que desubicaron en extremo al menor.
¿Es que no la amaba como se supone que un Caballero debe de
hacerlo? Y si no lo hacía, ¿por qué diablos estaba en el
Santuario? A veces parecía un hombre desinteresado, pero luego
decía otras cosas que denotaban la gran responsabilidad que sentía
para con Atena. ¿Qué era lo que realmente pasaba por su mente?
Pero si todo eso era extraño, el asunto de sus sentimientos lo era
aún más. Milo casi siempre decía lo que pensaba: espetaba sus
ideas de un modo que resultaba ser cruel; pero siempre mantenía
algo en silencio. ¿Qué pensamientos eran los que guardaba con
tanto recelo para sí? ¿Por qué callaba sus sentimientos más
fuertes?
Porque eso había hecho con respecto a la muerte de su maestro.
Ellos habían sido como hermanos ¿no era así?
¿Por qué no quiso saber nada de su muerte? ¿Por qué no le riñó por
lo ocurrido en la Casa de Acuario? Él mismo lo hubiera deseado. De
ese modo, su culpabilidad no sería tanta. ¿Acaso pensaba que con
enterrar todo el asunto en algún resquicio de su mente podría
llegar a olvidarlo?
¿O acaso sus palabras fueron sinceras?
¿Acaso él entendió por completo los motivos de su maestro? Eso era
algo que ni él mismo logró. Al menos no del todo.
Tal vez simplemente había estado preparado para ello. Los Santos
podían morir en cualquier momento ¿no? Era posible que parte del
entrenamiento de los del rango más alto fuera el comprender que de
un instante a otro podían perder su vida o la de sus amigos.
Milo le ofrecía a Hyoga su vida pero éste aún no estaba dispuesto
en aceptarla.
¿Cómo confiar en alguien que calla la mitad de lo que piensa y
pronuncia en forma de dagas la otra mitad?
-"Maestro..."- El susurro fue escuchado tan solo por las pequeñas
nubecitas de vapor que alcanzaban a colarse desde el otro lado de
la habitación. –"¿Acaso es así como usted hubiera querido que
pasara?"
Después de tomarse casi una hora en el agua, Hyoga decidió salir.
Estaba cansado y frustrado. Sus cavilaciones no le habían llevado
a nada. Lo mejor sería simplemente dejar de pensar al respecto.
Le tomó casi media hora secarse, vendarse de nuevo y vestirse.
Pocas veces podía darse el lujo de tardarse en el baño y ahora que
podía, pensaba aprovecharse.
Cuando finalmente se sintió listo, salió del baño con intenciones
de ir directamente a su habitación provisional, pero una presencia
llamó su atención.
Caminó con curiosidad de regreso a la habitación de Milo y vio,
saliendo de ésta, a un soldado que sujetaba con fervor un sobre
blanco. Al ver al intruso lo suficientemente lejos, Hyoga se
atrevió a entrar de nuevo al cuarto.
-"¿Milo?"
-"¿Te falta algo?"
El hombre parecía no haberse movido de su posición frente a la
ventana.
-"¿Pasó algo malo?"
-"Han pasado muchas cosas malas, Hyoga."- Finalmente le dirigió
una mirada al menor. Sonreía con tristeza. –"Pero no podemos hacer
nada al respecto, ¿verdad?"- Caminó hacia el muchacho y colocó su
mano en su hombro. –"Ve a dormir. No querrás llamar la atención de
las criaturas nocturnas."- El temblor en su voz resultaba casi
imperceptible.
De nuevo sin saber qué contestar,
caminó de regreso a su cuarto.
Escondido debajo
suspiraba.
de
la
cama
del
Hyoga
menor,
admitió
un
su
derrota
desanimado
y
Bodach
Comentario de la Autora: ¡Kyaaaaaaaaaaaaaaaa! Este capítulo me
gustó mucho. Al punto de haberse convertido en uno de mis
favoritos. Espero que a ustedes también les haya gustado.
XD Eso sí, me costó mucho, mucho research. ¡DEMASIADO! Sé que en
realidad no aparenta, pero sí investigué por mucho tiempo el
asunto
de
la
isla
natal
de
nuestro
amado
prota.
Hyoga...
hn...
sí...
aún
lo
odio
XP.
No sé si ya he mencionado esto, pero un Bodach es un espíritu de
Escocia que molesta a los niños que no quieren irse a la cama.
Originalmente ellos viven en las chimeneas... pero no hay
chimeneas en las 12 casas así que lo puse debajo de la cama. XD
Hn... creo que ya. Gracias y que tengan un buen día.
Nota: Todo este capie es un flashback.
Capítulo 59:  (Inundación)
"Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda
carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la
tierra."
Génesis 6:11
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Cambia de canal."
El hombre estaba ya en su segundo vaso de whisky. Aún no estaba lo
suficientemente ebrio, pero el alcohol le había quitado ya la poca
caballerosidad que poseía.
-"Como quieras... pero es lo mismo en todos lados."
Colocando sus manos en la gastada perilla del aparato, mostró como
reales sus palabras.
-"Entonces apágalo."
El hombre de la barra alzó el rostro hacia el local para ver si
alguien parecía no estar de acuerdo con que el televisor se
apagara. Gruñó al recordar que esa noche solamente tenía dos
clientes. Todo por culpa de esa maldita lluvia.
-"Aye."
Antes de que pudiera acercar su mano lo suficiente, la televisión
se apagó por sí sola. Junto con ella lo hicieron todos los focos
del lugar, dejando todo hundido en la oscuridad.
-"¿Qué ocurre, Ean? ¿Olvidaste pagar la cuenta de luz?"
-"Eso solo ha pasado una vez."- El hombre se inclinó y sacó una
lámpara de alcohol que tenía a la mano. –"Deberían de irse a
casa."- Su recomendación sonó más a orden que a cualquier otra
cosa. El hombre encendió un cerillo y después la lámpara. Su
rostro fue iluminado por una flama amarilla y enmarcado por
delgadas líneas de humo negro. –"Además, con esta lluvia no quiero
llevarlos a rastras a sus casas."
El hombre
lugar.
gruñó.
-"Mejor dame otro."
¿A
casa?
No
tenía
nada
esperándolo
en
aquel
El tabernero iba a reprochar pero fue interrumpido
inesperado tintineo de la campana de la puerta principal.
por
el
-"¡Ean! ¡Ven! ¡Ven a ver esto!"
El susodicho arqueó la ceja mientras dejaba la lámpara sobre la
barra. Le tomó unos cuantos segundos el reconocer a uno de sus
vecinos sosteniendo una lámpara de aceite. Los tres hombres que
habían estado dentro de la habitación caminaron con presura hacia
él (uno de ellos tambaleándose un tanto).
-"Donu... ¿qué diablos te pasó, Duilach?"- Preguntó al notar el
enlodado rostro del hombre.
-"¡El lago! ¡Tienes que ver el lago!"
Sospechando lo que ocurría, el formal Santo de Escorpio salió
corriendo del edificio sin preocuparse siquiera en cerrar la
puerta detrás de sí. Ewan y Duilach (pues los otros dos ya se
habían perdido entre las callejuelas del pueblo) corrieron a lo
largo de varios metros. Con cada zancada que daban, el nivel de
los charcos ascendía hasta que, para cuando dejaron de correr, el
agua les llegaba a un poco más arriba de las rodillas.
-"Imposible..."- El lago se había desbordado.
-"¡El puente no soportará! ¡Ean! ¡Tienes que ayudarnos!"
Una ola tumbó a Duilach. La lámpara que llevaba consigo se apagó.
¿Era su imaginación, o el agua tenía un ligero sabor salado?
-"¡¿Y qué quieres que haga?!"- Ewan ayudó al otro a levantarse. –
"¡Yo peleo contra demonios y traidores! ¡No contra el clima!"
-"¡Te escucharán! ¡La gente del pueblo te escuchará! ¡No querrán
dejar sus casas así como así! ¡Necesitamos que alguien nos guíe!
¡Confían en ti!"
-"¿Por qué?"
-"¡Les mojas el hocico! ¿Qué más necesitan?"
-"¡Que el maldito gato te coma!"- Dio media vuelta y comenzó su
largo camino hacia el pueblo.
Una vez que los hombres pudieron mover sus pies con libertad,
comenzaron a correr hacia la iglesia. No fue fácil para ninguno de
ellos realizar el tortuoso recorrido. No tanto por la oscuridad,
el lodo o las gotas de lluvia que nublaban sus visiones, sino por
el nerviosismo. La misma pregunta se encontraba en la mente de los
dos hombres: ¿cuánto tiempo tendrían antes de que el nivel del
agua llegara hasta Ballachulish? ¿Dos días? ¿Uno? Mientras subían
los escalones del portal de la iglesia se dieron cuenta de que, si
tenían suerte, contaban con menos de doce horas.
-"¡Está cerrado! ¡Tenemos que despertar al Padre!"
-"¡No hay tiempo para esas tonterías!"- Ewan tomó un poco de
impulso y tiró las pesadas puertas del edificio. Corrió
inmediatamente hacia el campanario y repicó una de las tres
campanas. El tronido metálico duró por varios minutos. Todos
tenían que despertar. Tenían que reunirse. Era necesario salir de
ese lugar.
-"¡Por el amor de Dios, Ean! ¿Qué es lo que estás haciendo?"
La casi completa oscuridad del lugar fue rota por los reflejos en
los vitrales producidos por una pequeña vela de cebo sujetada por
un robusto anciano en pijama.
-"¡Llamo a misa!"- El campaneo no cesó.
-"¿Por qué?"
-"El nivel del agua está subiendo."- Con ya un poco más de calma,
Duilach comenzó a explicarle al cura lo que ocurría. –"Si la
lluvia sigue así el lago arrasará la ciudad."
-"Santo cielo."- El hombre mayor se persignó.
Apenas y notó el par de tablas de madera que yacían en el suelo
frente al lugar en donde las puertas de la iglesia debían de
estar.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
En unos cuantos minutos, la mitad de los habitantes de
Ballachulish (y algunos cuantos de los desafortunados turistas)
estaban en la iglesia. El edificio estaba tan lleno que muchas de
las personas tuvieron que resignarse a escuchar de pie lo que el
tabernero del pueblo tenía que decir.
La gente murmuraba y algunos cuántos niños lloraban por atención.
El sonido era amplificado al menos tres veces por la acústica del
lugar y una inmensa cantidad de llamitas bailoteaba a su son. El
intenso cuchicheo duró por unos cuantos minutos hasta que se
escuchó el sonido de metal golpeando contra piedra.
-"¡Silencio!"
El sonido no disminuyó del todo.
-"Hijo..."- El Padre se atrevió a reprender a Ewan. En otra
ocasión no lo hubiera hecho, pero al ver al hombre golpear el
altar como si fuera un instrumento no le hacía sentir cómodo en lo
absoluto. –"No creo que debieras-"
-"¡Escuchen!"- Finalmente, un grito especialmente animoso invocó
al silencio. –"El nivel del lago está subiendo. El puente está a
punto de caerse. Tenemos que salir de aquí en cuanto antes."
Más susurros. Esta vez con un volumen más alto que el anterior.
-"¡Estamos en tierras lo suficientemente altas!"- Un hombre de
cara desconocida alegó. -"El agua no llegará hasta aquí."
-"Eso es lo que los alemanes decían."- Ewan arqueó la ceja. –
"¡Ahora
sus
cadáveres
están
flotando
a
lado
del
Anillo
Nibelungo!"- Un golpe más al altar.
-"Hijo..."
-"¿Cómo sabemos que pasará lo mismo aquí?"- Otra pregunta anónima.
-"Tengo un mal presentimiento."- Ewan frunció el ceño y habló con
voz grave. –"Y yo nunca me equivoco."
-"¿Qué tan alto tendremos que ir?"- Esta vez habló una mujer con
acento extranjero.
-"¡A las montañas! ¡A Bidean Nam Biam-"
-"¡No!"- Ewan interrumpió al hombre que propuso aquella opción. –
"Las montañas ahora son demasiado peligrosas. Podría haber una
avalancha y nuestro final no sería muy diferente al de si nos
quedamos aquí."
-"¿Entonces a dónde iremos?"- La extranjera habló de nuevo.
-"Cerca de las montañas, pero no nos arriesgaremos a subir tanto.
A las laderas: iremos a las praderas de los Montes Grampianos."
-"Yo no puedo ir."- Un hombre canoso y con sobrepeso arguyó.
-"¡Por supuesto que puedes, Argyle!"- Ewan ignoró las muescas que
comenzaban a hacerse en la superficie de piedra frente a él. –
"¡Solo tienes que mover tus peludas y grasosas piernas!"
Los pocos niños
comentario.
que
permanecían
despiertos
rieron
ante
el
-"Mis quesos..."- El hombre
del notorio sonrojo en sus
algunos de ellos! No puedo
que muchos otros tienen
Forsythe. ¡Incluso tú, Ean!
a merced del agua."
siguió hablando a pesar de las risas y
mejillas. –"¡Tengo años trabajando en
solo dejarlos ahí. Y estoy seguro de
qué cuidar sus negocios. Cathcart,
No me dirás que piensas dejar tu cava
-"No hallo como podría salvar mi cava en estos momentos.
demasiado tarde para eso. ¡Si te quedas aquí tu cadáver
hinchará y apestará tanto como tus quesos, Argyle!"
Es
se
Unas cuantas risas más. Esta vez sonaron un poco nerviosas, sin
embargo.
-"Las laderas. Iremos a las laderas. Empaquen solo lo necesario,
sobre todo comida y agua. Mucha agua. Y medicinas. Nos vamos en
tres horas."- Con un último golpe en el altar dio por terminada la
sesión.
Algunas personas se levantaron inmediatamente de sus asientos y
salieron del edificio. Otras permanecieron hablando entre ellas.
Algunas cuantas aprovecharon el lugar en el que se encontraban y
comenzaron a rezarle al hombre de la cruz.
-"¿Hablabas en serio, Ean? Tus botellas..."
-"Traeré conmigo solo las mejores, Duilach. Podemos usarlas como
desinfectantes."- Además, si el agua escaseaba, podrían tomar de
ellas. No había modo mejor de obtener agua libre de bacterias.
-"Vaya..."
-"¿Qué?"
-"No sabía que el nieto de Dionisio pudiese ser tan serio."
¿Serio?
¡Claro que podía serlo! Pero solo lo era cuando el tiempo lo
apremiaba.
¿Y qué mejor tiempo que ese?
Sí. La vida de la gente era lo más importante. Después de todo,
¿acaso las botellas no podían ser vueltas a llenar y las tabernas
ser vueltas a construir?
Con ese pensamiento en la cabeza, Ewan corrío hacia su casa.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¡Siempre pensé que el infierno sería un lugar cálido!"
El obeso Argyle empujaba con fuerza una carreta repleta de todo un
poco. Su esposa lo miraba con preocupación mientras sus dos hijos
jalaban el carro para obligarlo a salir del charco en el que se
estancó.
-"No deberías decir esas cosas. Mucho menos ahora."- Un rayo cayó
a un par de kilómetros de distancia. –"¡Apresúrate!"- Exigió con
tono arrastrado. –"¡Ya nos dejaron atrás!"
-"Silencio, mujer."- Su orden fue acompañada por un pujido
ocasionado por el esfuerzo del hombre. De no haber sido por la
lluvia, las gotas de sudor en la cabeza del quesero hubieran
resaltado tanto como lo hacía la hinchada vena en su frente.
-"¡Eres un necio, Argyle!"- La voz hizo que toda la familia alzara
sus rostros. Se trataba de Ewan. A sus espaldas llevaba una enorme
mochila y su cabello había sido atado para evitar que los mechones
interrumpieran aún más su visión. Al igual que el resto, estaba
cubierto con una gabardina que no parecía estar haciendo muy bien
su trabajo. –"¡¿Tenías que traerte toda la cocina?!"
-"¡Cuando la
agradecerás!"
carne
se
pudra
y
el
pescado
se
acabe
me
lo
Ewan se puso en el lugar de Argyle y empujó la carreta hacia
arriba y adelante, liberándola con facilidad del lodo.
-"¡Solo podré hacer eso si llegas a la ladera! ¡Tienes que ir más
rápido! ¡Que tu familia siga adelante! ¡Tú te quedas aquí para
ayudarme con tus trastos!"
Con una inclinación de la cabeza, Argyle accedió y ordenó a la
vez. Pronto, su esposa y sus hijos se perdían entre la cortina de
agua.
El camino que restó fue mucho más sencillo que el anterior. Ewan
empujaba el carro con fuerza y lo liberaba del lodo con facilidad.
-‘Mejor que un caballo.’- Pensó Argyle. No se equivocó al dejar al
suyo en Ballachulish. A estas alturas el animal estaría tan
nervioso que hubiese sido más un peligro que una ayuda.
A la media hora, llegaron con los demás. La gente había comenzado
a agruparse e improvisaban con los mejores materiales que tenían
una carpa lo suficientemente grande como para cubrirlos a todos.
Algunos intentaban descansar entre el lodo y la ropa empapada,
pero la mayoría miraba hacia el cielo con expectativa.
-"Ean…"- Argyle entendió el por qué de aquella curiosidad una vez
que se colocó debajo de la lona.
Ewan asintió.
-"Parece ser que el Sol tampoco saldrá hoy."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"No fue tu culpa."
Habían pasado ya varios días desde el comienzo de la lluvia y ésta
aún no disminuía. La corriente descendiente arrastraba el lodo y
los animales muertos, llevándose consigo las esperanzas de los
habitantes de Ballachulish y de Glasgow, los cuales llegaron tan
solo medio día después de los primeros.
-"Yo los traje aquí. Todos son mi responsabilidad."
El cura tuvo que acercarse mucho a Ewan para poder escuchar sus
palabras. Aún no se había acostumbrado al constante rugido de la
lluvia. El tabernero miraba hacia el nublado horizonte con una
expresión vaga, manteniendo su mente trabajando con rapidez. Se
cuestionaba repetidamente: ¿había tomado la decisión correcta?
¿debía de llevarlos a otro lugar? ¿había sido él el mejor líder
que pudieron haber escogido?
-"El aire y el agua están envenenados."- Comenzó el Padre una vez
que encontró las palabras adecuadas. –"No había mucho que su
cuerpecito pudiera hacer."- Aquel bebé murió en muy poco tiempo.
La infección acabó con sus pulmones.
-"He matado a mucha gente, Padre. Pero ésta es la primera vez que
me siento mal por una de las muertes."- Rió. -"¡Ah! Usted debe de
odiarme ¿verdad?"
-"No podemos juzgarte, hijo. Tus leyes son muy diferentes a las
nuestras. Eres una persona con experiencia y eso nos basta."
Ewan aceptó aquella explicación.
-"¿Por qué cree que su dios permitiría algo así?"
El mayor no lo sabía. Después de todo, Él había hecho una promesa.
¿Por qué ahora la estaba rompiendo? No tenía sentido.
-"El Señor tiene modos extraños de actuar, hijo."
-"¿Esa es su respuesta para todo?"
-"No."- Pasó su mano a través de su calva. –"Solo para lo que no
puedo explicar. Pero dime, hijo. ¿Acaso tu diosa no está haciendo
lo mismo?"
-"Aye."
-"¿Y por qué crees que ella lo permite?"
-"No lo sé. Por eso le pregunté. Como ambos son Dioses, tal vez
piensan de modos similares ¿no le parece?"
-"Tal vez, tal vez."
De repente, el rugido aminoró y el nublado horizonte pareció tener
fin. Varias exclamaciones fueron escuchadas.
-"La lluvia está parando."
-"Gracias a Dios."- El cura colocó su mano
rosario. Hacía varios días que no hacía eso.
alrededor
de
su
-"Tal vez."- Pero el fuerte cosmo que se consumía en el
Mediterráneo no parecía ser del Alfa y el Omega. –"Rece, Padre.
Apenas ahora es que lo bueno comienza."
Ewan dio media vuelta y dejó al anciano sólo con esas extrañas
palabras. Éste cerró los ojos y unió sus manos en oración.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
"Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu ira
sobre nosotros. ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación? ¿No volverás a
darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti? Muéstranos, oh
Jehová, tu misericordia y danos tu salvación."
Salmos 84:4-7
Comentario de la Autora: Si... la verdad sí me divierte hojear la
biblia. Uno encuentra cosas interesantes XD. Por si no se
entendió, la cita del Génesis se refiere al pacto que hizo Dios
con los humanos después de que los mató a todos con el Diluvio
Universal.
Bueeeno... un capítulo que me costó bastante trabajo. Gracias a
Dios nunca he estado en una catástrofe, así que no me es fácil
imaginarme lo que la gente puede pensar o de cómo puede llegar a
actuar.
Espero
haber
hecho
un
trabajo
no
tan
horrible.
WIIIIIIIIIIIII! ¡TODOS AMAMOS A EWAAAAAAAAAN! Me parece que actuó
muy diferente en este capítulo. Creo que así debió de haber sido,
pero espero que no haya resultado OOC (XD irónicamente, no sé si
ese término aplique con los OC).
Hn... hn... bueno. Creo que eso es todo. Volveremos a ver a Ewan
en el siguiente capie!
Kukukukuku!
Capítulo 60:  (Libertad)
-"Todo."
Ewan caminaba lentamente sobre el hinchado y roto piso de madera.
Pedazos de vidrio, arena, madera, piedra y animales muertos se
esparcían por todos los resquicios de la habitación.
-"Todo está perdido."
La barra desprendía un hedor insoportable. El lugar en donde antes
descansaban las botellas ahora estaba vacío. Las ventanas estaban
rotas, las escaleras derrumbadas y el piso del segundo nivel de la
casa a punto de caerse.
-"Todo."
El hombre alargó su mano al encontrar una botella de vidrio que
aún parecía estar llena. La alzó para luego examinarla y luego la
arrojó con fuerza contra la pared, rompiéndola. La botella solo
contenía arena y agua de mar.
-"No quedó nada."
Estando en las laderas, Ewan tuvo esperanza de que algo se
salvara; lo que fuera. Pero ahora se daba cuenta de que su
esperanza había sido en vano. El agua había acabado con todo.
Tenía suerte de que los cimientos del edificio siguieran en su
lugar.
Así fue como lo perdió todo.
Su casa.
Su bar.
Su templo.
Aquel lugar había sido lo único que aún consideraba suyo. Lo único
que nunca lo había traicionado o abandonado. Ahora que la madera
se pudría y el metal se corroía, ya no le quedaba nada.
¿Cómo iba a salir adelante?
Si bien tenía algo de dinero en el banco, apenas y sería
suficiente como para comprar algunas cuantas botellas. ¿Pero para
qué rayos quería las bebidas si no tenía un lugar en donde
ofrecerlas? ¡No tenía en donde dormir, por todos los Dioses!
En el seguro no podía confiar. Seguramente la empresa iría a la
quiebra por tanta gente necesitada de dinero. ¿El gobierno? Ellos
tendrían suficientes problemas. Ballachulish había salido bien
librada. Eran las Islas Occidentales las que habían quedado
realmente devastadas. Si alguna región llegaba a recibir ayuda,
sería esa.
Eso quería decir que
reconstruir su vida.
solo
podía
confiar
en
sí
mismo
para
-"Abuelo."- Presionó sus dientes con fuerza. –"Perdóname. No pude
cuidar tu casa, abuelo."
De nuevo veía como algo valioso para él se disolvía en la nada,
dejándolo inmóvil e impotente.
Pero al menos esta vez podría recuperar parte de lo perdido ¿no?
Le tomaría años. ¡Décadas, tal vez! Pero saldría adelante. De
algún modo alzaría al Red Fox desde sus cimientos y lo convertiría
en lo que alguna vez fue. Tenía que hacerlo pues si no ¿con qué
cara se presentaría ante su abuelo cuando las Parcas decidieran su
fin?
Un seco sonido llamó la atención de Ewan.
-"¿Qué quieres?"
En esos momentos no estaba para amabilidades. Lo que menos quería
eran visitas.
-"Lo lamento, señor."- Una voz desconocida y temerosa se elevó. –
"Tengo un mensaje para usted."
Ewan alzó el rostro y miró con atención al recién llegado. Notó
entonces que su visitante no era sino un soldado ateniense que
sujetaba entre sus manos un impecable sobre blanco.
-"¿Quién te envió?"
-"Su sucesor, señor. Milo de Escorpio."
El mayor se relajó un poco y caminó hacia el mensajero, el cual le
ofreció con sumisión el sobre.
-"Adh seidh. ¿Qué demonios hiciste ahora?"
Tomando una gran bocanada de aire, abrió el sobre y comenzó a leer
la carta que había dentro.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Finalmente regresas."
El Santo de Escorpio no se molestó en alzar su rostro para darle
la bienvenida a su huésped; estaba demasiado ocupado en su
escritura.
-"Los muchachos y yo estuvimos hablando por mucho tiempo."
El serio y desanimado tono de Hyoga alimentó la curiosidad del
mayor. Dejó su trabajo y no solo alzó el rostro sino que giró su
cuerpo completamente.
-"Debo suponer que su conferencia con Atena no fue precisamente
moralizante."
-"No entiendo. No sé qué ocurrió."- Se tomó la libertad de
recostarse en la cama de Milo. –"Nos dijo… que debíamos irnos del
Santuario. Que ahora que estamos en paz ya no necesita de nosotros
y que deberíamos de irnos para vivir una vida normal."
Milo arqueó la ceja. Eso no se lo esperaba. ¿El Santuario viviendo
una época de paz? Atena bien sabía del enemigo con el que pronto
tendrían qué enfrentarse. ¿Por qué quería convencer a sus hombres
más cercanos de que el nuevo enemigo era inexistente?
Por supuesto.
La Diosa no se bastaba con proteger a sus niños con la Égida.
Ahora los protegía mandándolos lejos de la batalla del mismo modo
que Afrodita retiró a Paris de su pelea contra Menelao. Atena les
estaba salvando la vida a sus hombres sin que ellos lo supieran.
Bien.
Si ese era el deseo de la Diosa, los Santos de Oro harían lo
posible para que se cumpliera.
-"No veo qué hay de malo en ese ofrecimiento."
-"No fue un ofrecimiento. Más bien fue una orden. Pero… ¿cómo?"Se sentó. –"¿Por qué así? No tiene sentido."
-"Atena se preocupa por ustedes. Solo les desea lo mejor. Son
jóvenes. Podrán con lo que sigue. Sin mencionar que Atena no les
está dando otra opción."
-"Supongo que podríamos convencerla… Seiya… él podría hacerla
entender. Pero… no estoy seguro de que realmente queramos eso."Sonrió. –"Sí. Tal vez sea hora de descansar. Es solo que todo esto
resultó ser muy repentino."
-"Los Dioses pueden llegar a comportarse de modos caprichosos.
Tenemos que acostumbrarnos a eso."
-"Shiryu y yo ya lo hemos decidido. Él regresará a Rozan y yo a
Siberia. Es ahí en donde deseo pasar el resto de mi vida."
-"Entiendo."- También era ahí en donde Milo deseaba que el
muchacho pasara el resto de sus días: lo suficientemente lejos
como para permitirle olvidarlo.
-"Saori… la señorita Atena nos ofreció la mansión de su abuelo.
Creo que Shun se quedará ahí por un tiempo… mientras Ikki vuelve a
aparecer, supongo. Seiya regresará a Japón a buscar a su hermana."
-"Parece que todo está arreglado, entonces."
-"Parece."
-"Es mejor así. De este modo, si llega a pasar algo interesante,
finalmente los Santos Dorados podremos hacer algo que valga la
pena. O al menos salir del Santuario."
-"Y así podrían dedicarse a otra cosa además de asustar a los
pobres soldados."- Comentó casi inconscientemente.
-"¿Perdón?"- El rubio abrió la boca, pero pronto se calló a sí
mismo. Aquel era un asunto que le intrigaba, pero sabía bien que a
su anfitrión no le caería muy en gracia su curiosidad. -"Ah…"- Al
entender a lo que el menor se refería, Milo decidió aceptar lo que
fuera que viniere. Después de todo, pronto dejaría de ver al
muchacho para siempre ¿no era así? ¿Qué más importaba si le
contaba una u otra cosa de su vida personal? –"Te refieres al
soldado de la otra noche."
-"Ese hombre salió de aquí bastante asustado."
-"Es un exagerado."- Cerró los ojos y se rascó la cabeza con la
mano derecha. –"Solo le ordené que llevara un mensaje a Escocia."Rió para sí. –"Supongo que los rumores de mi maestro siguen
rondando por el Santuario. Seguro que le encantará saber eso."
-"¿Tu maestro?"
-"No me veas con esa cara muchacho. Claro que tenía maestro. Tan
solo supuse que Ewan tenía el derecho de saber qué rayos pasó con
Poseidón y Atena."
-"¿De qué clase de rumores hablas?"
-"Nada en especial. Es solo que mandé a ese hombre a hablar con el
segundo Santo más loco que haya puesto pie en este Santuario desde
hace veinte años."- Tan solo el segundo. Death Mask siempre se
llevaría las palmas. Milo supuso que el alma del Cuarto Guardián
apreciaría el pensamiento.
-"¿Y qué hay de Camus?"- Los ojos de Hyoga brillaron con una
intensidad que incomodó bastante a su superior.
-"Ah, él no estaba tan loco."- Afirmó arqueando la ceja, pues no
entendió la pregunta de Hyoga.
-"¿Él también tenía maestro? Nunca nos mencionó nada parecido."
-"Aye."- Con el ceño fruncido, Milo prefirió dirigir su mirada
hacia la ventana. –"El Barbegazi. Antoine. Era el primo de
Perchik."
-"Eso explica por qué esa familia era tan buena con nosotros.
Pero…"- Torció la boca. –"No… mi maestro no era de esas personas
que disfrutaran contando su vida. Es normal que no lo hubiera
mencionado."
Milo consideró durante varios segundos el contarle a Hyoga todo lo
acontecido entre el Barbegazi y el Ankou, pero se contuvo. Camus
le tuvo la suficiente confianza como para haberle dicho la verdad.
No tenía derecho de ir con el chisme a la primera oportunidad. La
muerte de Camus no sería excusa.
-"Hay cosas que uno prefiere guardarse a sí mismo. Sobre todo
Camus. A él no le gustaba depender de nadie."
-"Podía llegar a aparentar ser muy frío. Pero era un gran hombre.
Su corazón fue uno de los más puros con los que me he topado."
-"Era un necio."- Continuó diciendo Milo más para sí que para
Hyoga. –"Igual a un niño. Siempre fue igual. Desde el día en el
que lo conocí hasta el día en el que decidió morir fue un hombre
orgulloso y egoísta. Un Ankou."- La última palabra fue emitida
como solo un susurro.
-"¿Por qué dices eso?"- Las fuertes palabras de Hyoga hicieron que
Milo saliera de sus pensamientos. –"Tú más que nadie debería de
saber que no era así realmente. Era un buen hombre y te quería."
-"Me quería, claro. Y a ti también. ¿Acaso no dio su vida por ti?
Por supuesto que era un buen hombre. Pero, Hyoga, por todos los
Dioses, Camus era un niño orgulloso y egoísta."
-"¡Era un hombre sabio y valiente!"- En algún punto, Hyoga se puso
de pie y enfrentó al Santo de Escorpio. –"¡El nunca-"
-"¡Silencio!"- Milo alzó tanto la voz que apenas y se reconoció a
sí mismo. –"¡No ocultes la verdad detrás de tu devoción, Hyoga!
Camus era como era. No era un ángel y tampoco un sabio. Era tan
humano como tú o yo. ¿Y sabes cuál fue su principal error en la
vida? ¡Precisamente el creer que debía de ser diferente! ¡El
pensar que debía de dejar de ser un humano!"
-"Solo estás diciendo esto porque le tienes rencor. ¡Porque lo
odias por haberse dejado matar por mí!"- Un golpe en el rostro le
hizo callar.
-"¡Nunca! ¡Nunca vuelvas a atreverte a decir algo así! ¡¿Cómo
puedes siquiera pensar que lo odio?! ¡Si no te odio a ti, Hyoga!
¡A ti que me quitaste una de las cosas más importantes de mi vida!
¡¿Cómo podría odiar a Camus?! ¿Y qué si le tengo rencor? ¡Era mi
mejor amigo, pero no recuerdo una sola cosa que haya hecho por mí!
¡Estaba bien, ¿sabes?! Yo nunca le exigí nada. ¡Pero al final!
¡Maldita sea! ¡Al final él dio su vida por ti! ¡Por ti! ¡Se fue de
mi lado por ti!"- Su enrojecido rostro comenzaba a cubrirse de
lágrimas. –"¿Tú qué hiciste por él, Hyoga? ¿Acaso le ayudabas a
liberarse de las esposas de hielo en las que él mismo se atrapaba?
¿Acaso contigo descargaba todos sus miedos y problemas? ¡Tú no
hiciste nada más que estar ahí! ¡Solo estuviste ahí y fuiste tú el
que recibió su vida, Hyoga! ¡Por eso le tengo rencor! ¿Por qué no
puedes entenderlo?"
-"Lo que yo no entiendo es cómo puedes subestimar el cariño de mi
maestro. ¿Dices que lo ayudabas? ¡También dices que él odiaba que
la gente lo ayudara! ¿Qué no lo ves? A mí me dio su muerte. ¡Al
que le dio su vida fue a ti, Milo!"
-‘Maldición.’- Tal vez la ira lo había atontado, pero parecía que
el menor tenía un buen argumento. –‘Absurdo.’- Limpió con
brusquedad las lágrimas de sus ojos. Nunca se perdonaría por
haberse mostrado tan débil ante el joven. –"Tal vez. Pero el punto
es, Hyoga, que Camus no era perfecto: era humano. Eso es lo que lo
hacía tan buena persona."- Agotado, el Santo de Escorpio volvió a
su asiento frente al escritorio. –"Ambos hemos hablado de más,
muchacho. Parece que Eris ha estado divirtiéndose a nuestras
expensas."
-"Los Dioses suelen ser caprichosos."- Citó.
-"Me alegra que te vayas a Siberia no solo porque así no tendré
que verte, Hyoga. También me alegra el saber que nunca más pondrás
tu vida en peligro peleando por Atena."- Su aún temblorosa mano
envolvió la pluma fuente que descansaba en el escritorio. –"Así
podré estar más tranquilo."
Al ver que el mayor no tenía intenciones de seguir hablando, Hyoga
salió de la habitación.
¿El tal Ewan siendo el segundo Santo
alumno lo sucedió en más de un título.
más
loco?
Obviamente
su
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Entiendo que el Adh seidh te haya exigido una respuesta de mi
parte, pero es una larga historia y no estoy de humor para andar
recitando cuentitos."- Ewan frunció el ceño ante la preocupada
mirada del mensajero. –"Solo dile que la gente de Ballachulish y
de Glasgow está bien pero que los edificios y los animales no
tuvieron tanta suerte."
-"Así lo haré, señor."
-"Por cierto. ¿Antes de venir aquí, el Diabhal te mandó a otro
lugar?"
-"A una isla, señor. A Milos. Estaba buscando rastros de alguien
pero me temo que no quedó nada."
-"Lo suponía."
-"¿Puedo hacer algo más por usted, señor?"
-"Aye. Dile al Adh seidh que es un ignorante."
El soldado abrió los ojos desmesuradamente y el tono de su piel
pasó a uno inquietantemente claro.
-"Disculpe, señor. No creo que sea correcto que me dirija de ese
modo a un Santo de Oro."
-"No te preocupes. Mi alumno no es tan peligroso como aparenta. Es
un Adh seidh bastante misericordioso. Además, creo que el
comentario le caerá en gracia. Eso es todo. Regresa ahora a
Atenas. Tengo asuntos que atender."
El mensajero
lugar.
se
inclinó
hacia
delante
y
salió
del
derrumbado
Mientras caminaba entre los escombros esparcidos por las calles de
Ballachulish, el hombre dio tres veces gracias a los Dioses.
Finalmente había terminado su deber para con el Santo de Escorpio.
Comentario de la Autora: Recórcholis. Vaya que me tardé en
actualizar, pero ya está aquí este capie. La pelea entre Hyoga y
Milo había estado planeada desde antes de que empezara a escribir
este fic. Al final, quedó bastante más leve de lo que tenía
planeado (y mucho más corta). ¿Por qué la acorté? Bueno... seamos
honestos, Milo no aborrece a Hyoga tanto como nosotros (*coff* yo
*coff* quisiéramos) y representar lo contrario sería incorrecto.
Aún así... vamos... ¬¬ tenía que desquitarme tantitito con él.
Hn... ¿qué más? Creo que ya... Este capítulo me pareció corto
hasta a mí, pero espero compensárselos pronto. Eso es todo por
ahora. Gracias y que tengan un buen día.
Capítulo 61:  (Mnemósine)
-"Atena... ¿está segura de esto?"
Los Santos de Aries, Tauro, Leo, Virgo y Escorpio se inclinaban
ante la Diosa. A pesar de que todos ellos ya habían tenido una que
otra plática con Ella a solas, en ese momento se sentía diferente.
¿Acaso una niña intimidaba a los portadores de las Armaduras
Doradas? La simple idea causaba risa, pero posiblemente se trataba
de la verdad.
-"Lo he pensado lo suficiente, Aldebarán. No deseo que sigan
peleando, pero sé que si presienten que el Santuario está en
peligro, regresarán. Ustedes y el resto de los Caballeros deben de
evitar esto a toda costa."
-"Atena..."- Un gruñido fue emitido por la garganta de Leo. –"Por
favor, reconsidérelo. No debería de quitarles el derecho de pelear
por Usted."
-"Aioria."- La gentil sonrisa nunca abandonaba su rostro. Si no
fuera porque se trataba de su Diosa, algunos hubieran podido
llegar a sentir irritación ante su perenne mueca. –"Entiéndelo,
por favor. Ellos ya han peleado lo suficiente. ¿O no crees tú
también que es hora de que descansen?"
-"Nosotros haremos como Usted ordene, Atena."- Mü sabía que no
tenían otra opción. Lo mejor era aceptarlo de una buena vez.
Además, Ella tenía razón.
-"Se los agradezco."- Inclinó la cabeza con un gesto levemente
sumiso.
Era extraño.
¿Quién diría que algún día recibirían un agradecimiento por parte
de la Diosa?
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Qué soy un qué?"
El pobre soldado cerró los ojos y se encogió de hombros esperando
el golpe que acabaría con su vida. Cuando advirtió que los
segundos pasaban y que aún seguía vivo, se atrevió a suplicar por
perdón.
-"¡Lo lamento, señor! Pero su maestro me pidió que le dijera eso."
De nuevo el hombre hundió su cabeza esperando una venganza. Sin
embargo, lo único que recibió fue una risa.
-"Aye, aye. Ya veo. Está bien. Hiciste un buen
aseguraré de que Shaina te de un merecido descanso."
trabajo.
Me
-"Solo hice mi deber, señor."- Admitió el soldado.
-"Pero eso no quita que haya estado bien hecho. Eso es todo.
Puedes retirarte."
-"Señor."
Sin volver a mirar el rostro del Santo de Escorpio, el soldado
salió presuroso de la habitación. No fuera a ser que su superior
cambiara de opinión. Se sintió sumamente aliviado cuando vio la
luz reflejada en las columnas del pasillo principal, pero el ruido
de pisadas (que, definitivamente, no eran las suyas), le hizo
sentirse nervioso nuevamente.
-"¿De nuevo aquí?"- El soldado no atinó en contestar la pregunta
del rubio recién llegado. –"Supongo que trajiste contigo noticias
de Escocia."- Aún silencio. Después de todo, el soldado no era
digno de hablar con semejante joven: él mismo intentó matar a sus
compañeros cuando éstos defendían a la moribunda Atena. Claro, él
no sabía esto y posiblemente el resto de los Santos de Bronce no
recordaban ni su rostro. Aún así, no podía evitar sentirse
sumamente culpable. –"Ya veo. Quieres salir de esta Casa
inmediatamente."- El superior cerró con cierta complacencia su
único ojo. –"No es tan malo, ¿sabes?"- Finalmente Hyoga reconoció
que el nerviosismo del soldado no era precisamente causado por el
Octavo Templo o su Guardián, sino él mismo. –"Puedes irte."
Presuroso, el hombre obedeció.
Un susto más de esos y moriría de un infarto.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Bienvenido."
Hyoga observó al Santo de Escorpio. Éste permanecía sentado frente
a su escritorio, dándole la espalda a él y la frente al sol. Esa
había sido su posición durante todas las semanas en las que estuvo
con él. No era que le molestara, claro. Después de todo ya se
había acostumbrado. Además, era solo de ese modo que la estancia
con el Santo de Escorpio podía llegar a ser no solo soportable,
sino agradable. A lo largo de los días el muchacho le ayudó a
proseguir con su trabajo. Éste no lo hacía por caridad ni mucho
menos por amistad; era tan solo que le reconfortaba el hacerlo. El
recordar lo que había acontecido en el Templo de Poseidón le hacía
olvidar hasta cierto punto el dolor de la batalla anterior (menos,
claro, considerando aquel incidente con Limnades). Seguramente el
Santo de Escorpio recibía un consuelo similar: de ahí por qué su
posición no cambió demasiado a lo largo de los días.
-"Shiryu acaba de irse."
-"Creo que la noticia le agradará a Roshi."- Unas cuantas manchas
de tinta en las manos.
-"Yo también me iré hoy. Al oscurecer."
-"Es peligroso viajar de noche."- La mirada, eternamente fija a la
amarillenta hoja. –"Mejor hazlo mañana."
-"No. Ya te he causado suficientes problemas."
-"¿Tanto deseas salir de este lugar?"- Un movimiento ligero. La
pluma se había vaciado pero pronto fue inyectada de tinta.
-"Tanto deseo regresar a Siberia."
-"Aye."- Varias gotas de tinta cayeron al suelo, uniéndose con las
sombras de sus hermanas secas.
-"Me gustaría pedirte un favor."
-"¿Sí?"- De regreso al papel.
-"Estaré muy lejos, así que no podré cuidar de mi maestro."- El
papel fue rasgado por la pluma fuente. –"Me gustaría que le dieras
un regalo de mi parte cada año."
-"No le dejaré flores. No le gustaban."- El trabajo fue puesto a
un lado mientras su dueño relajaba sus músculos arqueando su
espalda hacia atrás.
-"No tienen que ser flores. Solo un detalle. Una visita, tal vez."
-"Aye. Ya pensaré en algo."- Una rápida mirada hacia la ventana.
No. Ese día tampoco llovería.
-"¿Lo prometes?"
Finalmente, el Santo de Escorpio giró
prestarle mayor atención a su huésped.
sobre
su
silla
para
-"No hago promesas. A mi maestro no le funcionaron y creo que me
heredó la desconfianza. ¿No te basta con que diga que lo haré?"
-"Creo que sí."
-"Bien."
-"¿Y tu maestro?"
-"Está bien. Está vivo. O al menos parte de él. Hyoga..."- Suspiró
y cerró los ojos. –"Gracias por haberme ayudado con la crónica."Dijo esto no sonando precisamente convencido. –"Es una pena que te
vayas antes de que la termine."
-"Me hubiera gustado leer la parte final."
-"Puedo enviarte una copia."
-"Eso estaría bien."
Silencio.
-"Gracias por haberme tenido en tu Templo."
Milo deseó contestar. Incluso abrió la boca y tomó
ninguna palabra fue emitida. ¿Qué más había que decir?
aire
pero
¡Ah! Cierto.
-"Adiós."
-"Aún no me voy."- Contestó el joven. Sus dientes fueron mostrados
por una nerviosa sonrisa.
-"Lo sé. Es solo que no soy bueno para las despedidas."- Si no le
creía, que le preguntara a Altea.
-"Se nota."- Comenzó su camino hacia la puerta. –"Iré a empacar."
-"Aye."
La pluma volvió a enderezarse y se colocó sobre una hoja nueva
para después comenzar con su baile nuevamente.
Si tenía suerte, acabaría con su trabajo esa misma noche.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La última palabra de la hoja aún brillaba mientras su escritor
sujetaba triunfalmente el símbolo de la crónica recién terminada.
Un par de soplidos se aseguraron de que toda la tinta estuviera lo
suficientemente seca como para no ocasionar un accidente una vez
que se le colocaran decenas de hojas más sobre ella.
Hyoga había partido hacía apenas unos cuantos minutos.
-"Clío..."- Milo tomó todas las hojas y las introdujo en una
pesada carpeta negra. –‘Así como me ayudaste con esto te pido que
intercedas entre tu Madre y yo.’- Se puso de pie (parecía ser la
primera vez que lo hacía en años) y cerró las cortinas de su
ventana. –"Ayúdame a olvidarlo todo."
Después de esto, bendijo a todos los Dioses: Cygnus finalmente se
había ido. Si tenía suerte, no lo volvería a ver en toda su vida.
Se había quitado un gran peso de encima. Tal vez no el más
doloroso, pero definitivamente sí uno considerable.
Aún así, lo que le había dicho era cierto: no lo odiaba pero, ¡por
Atena!, ¡cómo le desagradaba!
Ni siquiera el verlo como lo hizo (usualmente sumiso y un tanto
intimidado) valía la pena para haber estado con él durante esas
dos semanas. Tal vez lo hacía el conjunto de hojas apiladas detrás
de la opaca superficie plastificada pero, por otro lado, la
información de ese tipo no era difícil de obtener. ¿O sí?
El hiperactivo alumno de Aries habría sido una alternativa; aunque
era poco probable que Milo pudiera sacar información realmente
seria de un niño tan pequeño. También se encontraba Shaina, pero a
ella ya no le quería seguir debiendo favores. "Thalassa kai pur
kai gune, kaka tria." Milo prefería enfrentarse a un mar de fuego
antes de a una Koree (¿cómo era posible que Aioria se relacionara
con ellas de un modo tan íntimo?). Una última opción era la de
elegir a cualquier otro Santo de Bronce. Aunque... ¿Seiya? hubiera
hablado tanto de su Saori-san que Milo hubiera acabado totalmente
aturdido. ¿Andrómeda? No. ¿Con qué cara le pides ayuda a alguien
cuyo nombre ni siquiera te tomaste la molestia de aprender?
(Debería de revisar ese asunto después.) Tal vez ese muchacho que
le interesaba tanto a Shaka. ¿Ikki? ¿En dónde estaría en esos
momentos? A cientos de kilómetros, seguramente. ¿Shiryu? A primera
instancia resultaba una buena opción pero, aparentemente, el
muchacho estuvo el suficiente tiempo inconsciente como para
haberse perdido más de la mitad de la obra.
¿Es que no se podía confiar en nadie?
Pero eso ya no importaba. El trabajo estaba terminado, su recién
recibida herencia estaba en camino al fin del mundo y al menos
ahora sabía que Ewan seguía vivo. No era que realmente hubiera
considerado su muerte: Milo estaba completamente seguro de que su
vida acabaría antes que la de su maestro.
Ese parecía ser su destino ¿o no?
¿O simplemente había sido su decisión?
Posiblemente se trataba de un poco de ambas cosas.
La carencia del sonido de la pluma chocando contra el papel le
hizo darse cuenta de que se encontraba de nuevo solo.
-"Maldición, Kanon."- Se sentó en el suelo, recargando su barbilla
en el pie de la cama. Rió al recordar los últimos acontecimientos.
Ahora que se encontraba más calmado, el asunto hasta la pareció
cómico. –"Nunca pensé que estuvieras tan loco como para hacer algo
así."
¿Y ahora qué tocaba?
Posiblemente esperar el ataque de Hades pero, ¿cuánto tiempo
duraría la espera? Las estrellas solo coincidían en algo: el
rompimiento del sello ocurriría esa primavera.
Y bien. La primavera había comenzado desde hacía casi un mes. Eso
quería decir que, en el más generoso de los escenarios, les
quedaban otros dos meses para prepararse.
Sesenta días sonaba más que suficiente.
El Santo de Escorpio estaba listo para morir esa misma noche de
ser necesario.
Milo se levantó y tomó entre sus manos el manuscrito de Shion.
Había tenido poco tiempo de revisarlo, pero ahora podría dedicarse
enteramente al asunto. El Santuario estaba en paz, por ahora, así
que podría darse el lujo de lucubrar teorías, o excusas, que le
permitieran entender el cambio tan dramático que tuvo el Santo de
Géminis.
-'Sonaba como poseído.'- Repitió las palabras de Aioria en su
mente.
Sí. Eso tenía que ser ¿no? O al menos eso consideró en un
principio. Pero, para que uno de los Santos más fuertes de la
Orden fuese controlado por alguien, el intruso debió de haber sido
uno sumamente poderoso. Tanto que su presencia tendría que ser
reconocida por alguien como el Patriarca.
Si existía alguna excusa para la locura de Saga, la encontraría
entre esas páginas.
Continuó, pues, con su complicada lectura. No era fácil entender
la letra del Maestro: ésta era demasiado estilizada además de que
era notorio el temblor de las manos de su escritor, pero al menos
el papel desprendía ese húmedo olor que tanto le agradaba al Santo
de Escorpio. Solo eso y la esperanza de encontrar algo
interesante, hacían que la lectura no lo dejara inconsciente sobre
la cama.
La noche sería larga, pero estaba bien.
Milo de Escorpio ya se había acostumbrado a ello.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Año 1973 Anoche percibí que una energía era emanada
desde la estatua de la Diosa. Ésta presencia no solo era
sumamente poderosa, sino que también maligna. Una vez
que llegué a las escaleras de la estatua, descubrí que
el sello de Atena se había roto. El alma que éste
guardaba ahora está libre y es posible que Ares encarne
pronto. Es necesario que vaya a StarHill y trate
identificar el blanco o las intenciones de este
inesperado enemigo.
Anuncio además que ya he decidido quién habrá de tomar
mi lugar en el Trono. Confío en que hará un trabajo tan
bueno como el que yo intenté hacer durante mi largo
patriarcado. De este modo doy por terminado el archivo
de la prelacía del que alguna vez fue Shion de Aries.
Otorgo el tiempo al que, por designio o por deseo,
continúe con el trabajo de llenar estas páginas con la
historia de los Santos de Atena.
Comentario de la Autora: Seh...un capítulo de relleno. Pero
consideré que era importante para la historia. No se preocupen, el
siguiente capie pasarán cosas más interesantes, rarísimas, pero
interesantes. Clío es la musa de la Historia. No sé si es
precisamente ella a la que debí de aplicar, pero bueno. La madre
de Clío era Mnemósine, la personificación de la memoria. Eeeeh...
y
yap.
^^'
¡Gracias por su tiempo!
Capítulo 62:  (Autoridad)
-"Parece que he comenzado a olvidar."
Admitió esto con las manos temblorosas. Fue la primera vez que
pronunció esta idea, pero Ella sabía que su memoria fallaba desde
hacía años.
Siglos.
-"¿Disculpe?"
Seguía conmocionada. Había olvidado a quien más odiaba; a aquel
que detestó desde el momento en el que abandonó su rebaño de
ovejas para abrazar, con su distintiva poca gracia, las armas que
tan repetidas veces levantaría en su contra.
-"Lo tuve frente a mí."
Tuvo entre sus brazos el cuerpo mortal de su abominable medio
hermano y aún así no pudo reconocerlo.
-"¿Atena?"
La Diosa entrecerró los ojos e intentó tranquilizarse.
-"No puedo creer que apenas me esté dando cuenta de que se trataba
de Ares."
-"Tal vez no fue Él."
-"Lo fue. Ahora lo sé. Esa presencia solo le podía pertenecer a
él."
Milo ocultó su rostro entre los cabellos que se escurrían por
debajo de su casco. No tenía idea de qué decirle a su Diosa.
¿Acaso debía consolarla? Seguramente no. ¿Qué palabras de consuelo
puede otorgarle un simple humano a una divinidad? Además, ni
siquiera
estaba
seguro
de
querer
confortarla:
no
parecía
necesitarlo. Estaba molesta, cierto, pero aquel enojo era hacia sí
misma. No era conveniente entrometerse en una discusión ajena.
Una espinita se revolvió en el corazón de Atena, lo que hizo que
Saori Kido sintiera miedo. Esta última no estaba consciente del
odio que formaba parte de su alma.
-"Ese necio. Insensato desvergonzado."- Su voz sonaba distinta:
como si alguien más, una encolerizada desconocida, quisiera salir
de aquel débil y pequeño cuerpo. –"Se atrevió a invadir mi
Santuario aprovechando la debilidad de uno de mis Caballeros. Es
un cobarde."
Milo arqueó la ceja y sonrió.
¿Acaso Odiseo no cruzó los muros de Troya aprovechándose de la
bondad de los teucros? Eso parecía ser aún peor que lo que Ares
hizo.
La orgullosa y jactanciosa Atena estaba enterrada en el alma de
Saori Kido. Era una pena que no tuvieran el tiempo suficiente como
para verla florecer por completo.
El sonido de la puerta principal abriéndose acabó con el silencio
que reinaba en la habitación. Milo se atrevió a moverse
ligeramente, tan solo lo suficiente como para poder ver al que
abriera las puertas. Tres hombres entraban a la Cámara. Milo sólo
reconoció a uno de ellos.
-"Ah, Mü. Señores. Han llegado ya."- Dio unos cuantos pasos hacia
adelante, entrelazando sus manos frente a su cuerpo. –"Milo, lo
lamento pero tengo unos asuntos que atender."
-"Entiendo."- Finalmente su mente accedió a que su cuerpo dejara
aquella incómoda posición al ras del suelo. –"Le agradezco el que
haya confirmado mis sospechas."
-"Milo, Ares será un Dios, pero no es lo suficientemente fuerte
como para poder controlar la mente de un Santo de Oro. Si Saga
cedió fue por su propia voluntad. Espero entiendas eso."
-"Lo sé, Atena."- Aún así, era reconfortante el saber que Saga
llegó hasta ese punto por una mala influencia y no por tanto por
iniciativa propia. Un consuelo estúpido, lo sabía, pero ¿qué más
daba ya? A esas alturas cualquier cosa se sentía mejor.
Mientras cruzaba por la alfombra roja que dirigía hacia la salida
principal, Milo examinó con detenimiento a los invitados. No eran
nada especial, o al menos no lo hubiesen sido para la mayoría de
las personas. Sin embargo, en el Santuario, lo normal usualmente
era digno de atención. Se trataba de dos hombres en trajes de
colores oscuros, uno de ellos cargando un maletín y ambos con tan
solo unos cuantos mechones de cabello gris en las, por demás,
calvas cabezas. Los dos señores trataban de ocultar su nerviosismo
lo mejor que podían pero su rápida respiración y las agitadas
palpitaciones de sus pechos los traicionaban.
-"Atena, ¿le importaría si me quedara?"- La pregunta fue emitida
por el Santo de Aries.
Milo no pudo escuchar la afirmación de la Diosa. Salió de la
habitación y cerró las puertas detrás de sí.
-"Demonios."- De no haber sido por su orgullo, ahora se estaría
enterando de todo el asunto. –"Ni hablar."- Ahora tendría qué
esperar para enterarse el chisme.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Quinientos niños, cien
aceptar más, señores."
niñas
y
cien
trabajadores.
No
puedo
Atena estaba sentada en el enorme trono del salón principal. Sus
manos permanecían unidas en su regazo mientras luchaba con todas
sus fuerzas para mantenerse firme.
-"Pero señorita Kido, son miles de personas las que perdieron su
hogar. Su abuelo ofreció cien niños al Santuario y éste los
recibió sin problemas. Ahora que estamos en una emergencia no
entiendo el porqué quiere limitarnos a tan poca gente."
El hombre más anciano era el único
conformaba con retorcerse en su silla.
que
hablaba.
El
otro
se
-"Atena-"- Aclaró el Santo de Aries, de pie a un lado de su Diosa.
–"Quiere hacerles entender que las cosas han cambiado desde ese
entonces. Contábamos con el doble de maestros en esos días.
Incluso con esta pequeña cantidad de niños tendremos que organizar
grupos de 30 aprendices, un número absurdo."
-"Entonces acepten a más trabajadores."
-"Imposible."- Insistió Mü. –"La economía de toda Grecia está en
ruinas. Los habitantes del pueblo vecino sobreviven a duras penas
de lo que nos venden y de los trabajos que nos hacen. Si traemos a
más obreros tendremos aún menos dinero con el cuál pagarles. Todos
acabarían muertos de hambre."
-"Pero su Fundación, señorita Kido-"
-"Mi fundación, señor Papandreu, ya está haciendo todo lo que
puede para apoyar a los necesitados. Por otro lado, si su gobierno
está dispuesto a otorgarnos ayuda económica, tal vez podamos
recibir algunos cuantos trabajadores más."
-"Se lo suplico, señorita Kido."
-"Lo siento. Si la situación fuera otra haría todo lo posible por
ayudar pero, por el momento, necesito que mis Santos estén en
óptimas condiciones. El exceso de aprendices o la falta de comida
es algo que evitaré a toda costa; al menos hasta que el Santuario
sea nuevamente un lugar seguro."
-"Entonces... ¿no ha acabado?"
Atena entrecerró los
mientras sonreía.
ojos
e
inclinó
su
cabeza
hacia
adelante
-"Mi señor Papandreu, me temo que no ha visto nada."- Tomó un poco
de aire y dirigió su mirada hacia el frente. –"La Fundación se
encargará de los exámenes médicos. Como ya le he dicho antes, solo
recibiremos como aprendices a los más fuertes y jóvenes. Los
muchachos mayores de siete años serán entrenados como soldados. En
cuanto al resto, serán ubicados al llegar."
-"De acuerdo, señorita."- El hombre se puso de pie y sacó un
pañuelo de su bolsillo. Con él retiró de su calva las gotas de
sudor que comenzaban a colmarla. –"Confío en que su decisión será
la mejor para todos."- Tragó saliva. Su pecho comenzó a dolerle.
-"No les fallaremos, señor Papandreu. De nuevo lamento no
poder hacer más. El gobierno griego ha sido muy permisivo con
nosotros, incluso en tiempos de guerra o de cambios de gobierno
inesperados."- El anciano frunció sus pobladas cejas. Aquel
comentario le sonó a burla. –"En cuanto todo esto termine,
podremos volver a reunirnos. Estoy segura de que llegaremos a un
nuevo acuerdo."
-"Así lo espero, señorita Kido."
-"Mü, ¿podrías acompañar a nuestros invitados hasta la salida?"
El lemuriano se inclinó hacia adelante.
-"Por favor, caballeros."
Los dos ancianos salieron con paso lento del salón. Se sentían
acalorados y frustrados. Todo aquel extraño recorrido para nada.
-"Todo era más sencillo cuando el señor Arles tomaba las
decisiones, ¿no le parece?"- Fue lo primero que dijo el hombre más
joven una vez que subieron al auto que los llevaría lejos de aquel
nido de locos.
-"Sí. Me pregunto ¿qué le habrá pasado?"
Sacó de su bolsillo un botecito y de éste un par de pastillas, las
cuales tragó con ayuda de un poco de agua.
-"Supongo que hasta el Santuario tiene problemas con cambios de
gobierno inesperados."
Papandreu
decidió
no
prestarle
demasiada
atención
acompañante. Miró a través del vidrio polarizado y suspiró.
a
su
-"Supongo."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Edad."
La robusta enfermera revisaba a su vigésima segunda
estaba cansada y el calor no ayudaba a mejorar su humor.
niña.
Ya
-"Trece."
Sin aviso, abrió la boca de la niña con la mano derecha para
examinar su dentadura. Sí. La niña parecía ser menor que eso, pero
ya tenía todos los dientes permanentes.
-"¿Prefectura?"
Un par de medidas descuidadas aquí y allá. Aún necesitaba revisar
al menos otras veinte niñas.
-"Cícladas."
Por primera vez en todo el día, la enfermera encontró
realmente interesante. Guió a la joven hasta la báscula.
algo
-"¿Cómo demonios pudiste salir de ahí, hija?"- La niña no
contestó. –"Bueno, lo que importa es que saliste, ¿no?"- La señora
colocó su mano en la cabeza de la joven en señal de empatía. –"¿A
qué te dedicabas?"
-"Estudiaba."- La niña consideró mejor su respuesta. Lo que quería
era llegar al Santuario ¿no? Con solo decir eso no bastaría. –"Y
ayudaba a mamá en casa. Íbamos a abrir un restaurante."
-"Cocina."- La enfermera escribió aquella palabra en el formato
que ya había llenado tantas veces ese día. –"¿Algo más?"
La niña no esperaba esa pregunta. Oprimió los dedos de su mano
derecha en señal de nerviosismo. ¿Algo más? Podría inventarle
muchas cosas, pero nada sería creíble. Una flacucha como ella no
sería capaz ni de cortar leña.
-"No."
La mujer sacó un pequeño tubo de hule y lo ató alrededor del brazo
de la niña. Después, le indicó que lo dejara descansando en la
mesa.
-"¿Fumas o bebes?"
Una de sus venas comenzó a hincharse.
-"No."
Unas cuantas anotaciones más en la forma.
-"¿Has tenido relaciones sexuales?"
La niña se sonrojó. ¿Qué rayos tenía que ver eso con cualquier
cosa?
-"No."
-"¿Antecedentes de enfermedades? ¿Sarampión, paperas?"
-"Varicela, ya hace mucho."
La mujer dejó su carpeta en un escritorio para después amenazar
con una jeringa a la niña.
Un pinchazo y una extraña presión en el antebrazo. A los pocos
segundos la operación había terminado. La enfermera tomó de nuevo
su carpeta y su pluma. La pregunta más importante ya merecía una
respuesta.
-"¿Nombre?"
-"Maias Kazantzakis."
-"Ya puedes vestirte."
Mientras la niña obedecía, la señora escribió el nombre y añadió
su firma al final del documento. Anotó un número en el frasquito
con sangre, dobló la forma y los metió a ambos en una pequeña
bolsa transparente.
-"Creo que si Dios te ha dejado con vida debe de ser por algo.
Serás una buena cocinera."
La niña se acomodó
refugio de Atenas.
la
holgada
camisa
que
le
regalaron
en
el
Cuando la enfermera la perdió de vista, se atrevió a sonreír.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Por todos los Dioses..."
Escorpio, Aries y Tauro se habían reunido en el atrio de la
Primera Casa. El espectáculo era demasiado ostentoso como para
ignorarlo.
-"Le dije que llegarían hoy, señor Mü. ¿No le dije?"
El aprendiz de Aries correteaba alrededor
Definitivamente él era el más entusiasmado.
de
sus
superiores.
-"Lo dijiste, Kiki."
-"¿Cuántos son?"- Aldebarán también sonreía. Hacía tiempo que no
veía tanta vida en el Santuario.
-"Seiscientos."- Contestó Mü.
-"No todos se harán aprendices ¿o sí?"- Preguntó Escorpio con algo
de temor. ¿Qué tal si de la nada le tocaba convertirse en maestro?
-"No. Los más grandes serán entrenados como soldados."
-"¿Y todos se quedarán aquí?"
–"No quisimos tomarnos las molestias, Aldebarán. Como pronto
estarán aquí el resto de los Caballeros, no valía la pena
enviarlos a los campamentos extranjeros."
Milo sonrió de medio lado.
-"Así que este era el chisme."- Cerró los ojos e inclinó su cabeza
hacia adelante. –"Nunca me imaginé ver algo así. Pobres de Shaka y
de Aioria que tienen que organizar toda esta locura."
-"Y mañana llegarán más, señor Milo."- Indicó con orgullo Kiki.
-"¿Ah si?"- Escorpio arqueó la ceja. Cómo compadecía al pobre de
Mü por tener un alumno tan... diligente.
-"¡Ingenieros, carpinteros, escultores y doncellas! Todos vendrán
mañana."
-"Pero no entrarán todos, Kiki."- Mü colocó su mano sobre la
cabeza de su alumno. –"Solo los más indispensables."- El niño alzó
el rostro hacia su maestro. –"Es demasiado peligroso que entren.
Ya han sobrevivido a un ataque. Sería cruel ponerlos en el campo
de batalla de la siguiente guerra."
-"Al menos..."- Añadió el Octavo Guardián con una mordaz sonrisa.
–"Habrá caras nuevas. Será interesante conocer a las nuevas
doncellas, ¿no te parece Aldebarán?"
Tauro rascó su mejilla derecha mientras sonreía con torpeza.
-"La gente nueva siempre es interesante."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¡Hemos llegado!"
La exclamación de una de las muchachas sentadas hasta adelante del
autobús hizo que Maias despertara. Se asomó por la ventana y vio a
decenas de personas bajar de un autobús vecino. El pueblo al que
llegaron era sumamente anticuado. La gente cruzaba las empedradas
calles con una tranquilidad inusual. Burros y caballos iban de un
lado a otro, siendo guiados por hombres que se paraban de cuando
en cuando frente a las agrietadas casas blancas para saludar a tal
o a cual.
Sí. Esa gente parecía ser demasiado feliz como para ser normal.
-"¿Ya podemos bajar?"
Otra aguda voz preguntó.
-"Ustedes no se bajan aquí."- Indicó el conductor. –"Ustedes irán
derecho al Santuario."
Apenas dijo esto, una extraña mujer enmascarada y una anciana con
rebozo blanco subieron al autobús.
-"¿Estas son?"- Preguntó la viejecilla sin molestarse en ocultar
su sonrisa. –"Son muy jóvenes. Mejor. Así será más fácil
enseñarles."
La mujer más joven, pelirroja, se dirigió al conductor.
-"Puede seguir adelante."
En unos cuantos segundos, el autobús siguió con su camino hacia
donde, aparentemente, pasarían los próximos años.
-"Ya llegué."
Maias oprimía con fuerza su pulgar y comenzó a marearse.
¿Qué diría su madre si la viera?
Comentario de la Autora: Uy! Un capítulo en el que pasan muchas
cosas. A ver... el comentario sobre Odiseo se refiere a un
episodio durante la guerra de Troya. Se había predicho que los
aqueos no triunfarían hasta que obtuvieran el Paladio (o
Palladium),
una
estatua
de
Atena
que
era
extremadamente
importante. Lo malo era que el Paladio se encontraba en un templo
en el interior de la ciudadela Troyana. Hay muchas versiones de
cómo se robó el paladio pero la más aceptada dice que Odiseo se
disfrazó de esclavo y dejó que Diómedes lo golpeara para darle un
look aún más real. Una vez listo, llegó ante la puerta de la
ciudad y le suplicó a los guardias que lo dejaran pasar. Los
guardias teucros sintieron pena y le abrieron las puertas. Lo
presentaron ante Príamo pero Helena lo reconoció inmediatamente y
se ofreció como la guardiana del nuevo esclavo. Helena le dice a
Odiseo que lo ayudará si promete que cuando los aqueos entren a
Troya
no
asesinarán
a
ninguna
mujer.
Odiseo
accede
(y
posteriormente rompe su promesa) y, después de que Helena lo cura
y lo limpia va de regreso a la puerta y le abre a Diómedes.
Posteriormente van juntos al templo y se roban la estatua. Un plan
ruin, lo sé... pero después de estar 10 años en una estúpida
guerra que no va para un lado ni para otro supongo que acabas
desesperándote.
Ahora, según algunos autores, Ares no siempre fue un guerrero.
Antes se dedicaba a pastorear pero en algún momento decidió irse a
la guerra, dejando a sus ovejas en mando de su carnero principal,
Aries.
Papandreu es un personaje real de la historia griega. Se trata de
Andreas Papandreu, el que fue Primer Ministro de Grecia durante
los años en los que ocurre la saga de Poseidón. Su llegada al
poder fue muy significativa: fue el primer gobernarte griego con
tintes izquierdistas. Aparentemente era muy querido por los
obreros y los campesinos debido a que hizo varias reformas a su
favor (obviamente, muchos empresarios no lo querían). Este
señor tuvo muchas complicaciones del corazón, las cuales lo
llevaron a su muerte en el 96. Originalmente el rol del político
importante iba a ser un simpe OC, pero cuando buscaba un nombre
para él, me topé con este curioso personaje de la historia y se me
ocurrió modificar lo que llevaba para que se adaptara al señor
Papandreu.
Nunca le di importancia al apellido de Milo porque simplemente no
lo iba a utilizar. Pero como ahora sí tuve que aplicarlo se me
ocurrió poner el de Nikos Kazantzakis, un autor griego que
escribió 'Zorba el Griego'. Nunca he leído el libro pero la
película esta bien bonita... y te enseña a bailar! Solo lo hice
como un tributo a él. ^^'
Fiu! Creo que eso es todo por hoy. Este capítulo me gustó mucho y
espero que a ustedes también les haya gustado. ¡KYAAAA! ¡Ya falta
menos para ver a Kanoncito!
Capítulo 63:  (Reencuentro)
-"¿Qué haces aquí?"
Mü de Aries se vio forzado a interrumpir su descanso esa noche ya
que sintió la presencia de un intruso acercándose a su Templo. El
cosmo de éste era débil, pero los Dioses sabían que la situación
no estaba como para andar subestimando a nadie. Se sintió relajado
al darse cuenta que el potencial enemigo no era sino una pequeña
figurita blanca, una sombra, tal vez, de lo que era una niña.
-"Yo-"
-"Deberías de saber que este no es lugar para ti."- Ayudado por la
luz de su propio cosmo, reconoció el vestido de la muchacha:
blanco, de mangas cortas con delgados bordes dorados. –"Las Doce
Casas no son lugar para las cocineras."- Suficientemente peligroso
era aceptar que las otras tres niñas siguieran entrando a los
Templos. No era correcto poner a más gente en peligro. –"Sobre
todo a estas horas de la noche. ¿O es que aún no te lo han
explicado?"
La niña oprimía con tanta fuerza su pulgar que éste ya había
perdido casi toda su coloración, pasando a un enfermizo amarillo
blancuzco.
-"Sí señor."
-"Entonces, obedece tus órdenes y regresa al dormitorio."
La niña respiraba agitadamente. Finalmente entendió el por qué la
gente de Milos odiaba tanto a los Santos de Atena. Definitivamente
eran demonios. Debían de serlo. Solo eso explicaría el
espeluznante resplandor y el extraño traje de aquél hombre.
-"Por favor."- La piel de debajo de su uña comenzó a resentir la
presión, por lo que la niña cambió de dedo. Ahora era su índice
derecho el que sufría. –"Tengo que ir al Templo de Escorpio."
-"¿Qué?"- Extraño. Mü hubiese jurado que la niña buscaba a Tauro o
a Leo. –"¿Por qué?"
-"Necesito ver a su señor."
-"¿Qué deseas de él?"
La niña comenzó a subir las escaleras que los separaban mientras
se encargaba de humedecer sus ojos. Con suerte, la imagen de
borrego triste la ayudaría del mismo modo en el que llegó a
hacerlo tantas veces en el colegio.
-"Es mi hermano."
Maias se relajó al ver al hombre sin cejas abrir tanto los ojos. Y
bien, parecía que esa noche ella sería la comidilla del Santuario.
-"Ah."- Sonrió e inclinó su cabeza hacia adelante. –"Eso explica
algunas cosas."
-"¿Puedo ir a verlo?"
Mü estuvo a punto de negarse cuando una estruendosa risa los
interrumpió. Maias casi cae del susto al ver al recién llegado:
era grande, muy grande. Tanto que, estaba segura, podría
aplastarle la cabeza con una sola mano. Ni siquiera la enorme
sonrisa del hombre la tranquilizó.
-"Aldebarán."- El tono fue levemente paternalista, como el de un
padre regañando a un niño que hizo una travesura que desde un
principio era obvio que iba a cometer.
-"Pero qué casualidad que esta pequeña esté aquí. Justo ahora
deseaba mandarle al Santo de Escorpio un mensaje."- Miró hacia el
cielo mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. –"¿Podrías
hacerme ese favor?"
-"Sí."
La queda respuesta sonó más bien a pregunta.
-"Dile que el cielo está muy claro hoy. Debería de salir de su
Templo y mirar las estrellas."
Finalmente la niña colocó sus manos a los costados, arrugando con
ellas los pliegues de su vestido.
-"¡Sí!"
Tratando de no lucir demasiado desesperada, Maias salió corriendo
hacia el oscuro interior del Primer Templo.
-"Eso fue imprudente e irresponsable, Aldebarán."
-"Sí… estabas a punto de hacer lo mismo ¿no?"
-"No."- Admitió algo avergonzado. –"Le iba a decir que regresara
en la mañana."- Alzó su rostro hacia el cielo. –"Si Milo escucha
ese mensaje, se asustará."
-"Ah... creo que sí."- Rió dos veces mientras rascaba su cabeza. –
"Pero no tuve tiempo de pensar en nada mejor."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La niña cruzó los dos primeros Templos sin mayores complicaciones
y a lo más que le dieron las piernas, pero se vio obligada a
cruzar el Tercero caminando, no tanto porque estuviese cansada
(aunque lo estaba), sino porque el edificio carecía del más mínimo
rayo de luz.
Lo mismo ocurrió en Cáncer. Ahora que lo pensaba, todos aquellos
edificios eran iguales: oscuros y solitarios. Incluso los dos
primeros, con todos sus pasillos cubiertos de antorchas, lucían
tan miserables y abandonados como llegó a verse Milos hacía apenas
unas semanas.
No encontró señal de vida sino hasta la Casa
dorado ocasionado por un par de antorchas en
reconocido apenas salió de la Cuarta Casa y,
suficientemente cerca, pudo identificar a un
las dos luces.
de Leo. Un brillo
el portal de ésta fue
para cuando estuvo lo
hombre inmóvil entre
El muchacho le sonreía a la recién llegada con curiosidad. Frunció
el ceño, fascinado ante el interesante espectáculo que aquel
fantasma blanco le proporcionaba.
-"¿Cómo le hiciste para que Mü te dejara pasar?"
-"Tengo un mensaje para el Santo de Escorpio."
-"¿Mensaje?"- Rió un poco. –"Suena a treta de Aldebarán. Entonces
supongo que puedes seguir adelante."
La niña asintió, pasando de largo al castaño y cuidando de no
tropezarse con las fisuras del suelo del Templo. Sus piernas ya
comenzaban a moverse torpemente debido al intenso ardor en sus
pantorrillas.
El siguiente edificio también parecía estar habitado (las teas
encendidas lo delataban), pero nadie salió a interrogarle. No le
prestó demasiada atención a este hecho y siguió adelante.
Para cuando cruzó la Casa de Libra, Maias estaba exhausta.
¿Por qué habían construido tantos estúpidos escalones? No tenía
sentido. Se suponía que esos muchachos eran muy fuertes, si lo
eran ¿por qué necesitaban andar cansando a sus enemigos con tanta
subida? Aún con su desesperación, decidió sentarse por unos
cuantos momentos. Su corazón palpitaba con histeria y su pecho le
ardía. El aire quemaba su garganta y el vestido comenzaba a
pegarse a su piel debido al sudor.
Una pesadilla.
Toda esa locura no parecía ser más que una terrible pesadilla.
Una vez que el punzante dolor en su costado izquierdo se detuvo,
se convenció a sí misma de que debía seguir adelante.
Ya podía ver su Templo: la estilizada eme decoraba el portal y se
hacía más y más grande con cada escalón que ascendía.
Cuando la perspectiva se lo permitió, pudo verlo a él.
Fue entonces que lágrimas de verdad recorrieron sus mejillas. Su
mandíbula comenzó a temblar mientras cerraba los ojos, esperando
que aquella visión hubiese sido tan solo una mala jugada de su
mente, pero se maldijo al ver que no fue así.
El Santo de Escorpio era igual a él. Igual a su padre. Tal vez
este muchacho era más alto y más atlético, pero definitivamente
eran idénticos. Como si las cosas no fueran lo suficientemente
complicadas. Ella nunca pensó que volvería a sentir ese par de
ojos sin vida posarse sobre sí.
-"¿Maias?"- El corazón de la susodicha dio otro vuelco. Esa no era
la voz de su padre. Ésta sonaba mucho más severa y grave. Fría,
por así decirlo. –"¿Cómo?"- Caminó hacia la niña hasta que estuvo
a un par de pasos de distancia y entonces, sin mucha gentileza, la
sujetó de los hombros. –"¿Dónde está Altea?"
Ella frunció el ceño, un tanto inquietada por la entusiasta
reacción del Santo de Escorpio.
-"No sé."- Vio a su hermano alzar la ceja izquierda tanto que
desapareció debajo de los múltiples mechones que resbalaban por su
frente. –"Me dijo que la esperara aquí y que vendría a recogerme
cuando encontrara trabajo y casa."- El agarre en sus hombros se
endureció. –"Dijo..."- Continuó no muy convencida. –"Que me
ayudarías."- Después de esto, la dejó ir.
-"No puedo hacer mucho por ti. Yo estoy atrapado en estos Templos
y tú ni siquiera deberías de salir del comedor. Este lugar es
demasiado peligroso como para que salgas de los dormitorios."
La joven no estaba muy sorprendida. La excusa que el mayor había
utilizado era inesperada, pero la respuesta fue la misma que
suponía desde antes de llegar al Santuario. La pregunta era si su
orgullo le permitiría pedirle a su hermano que reconsiderara la
situación.
-"Mamá dijo que me cuidarías. Creo que al menos le debes eso."
-"Le debo mucho a muchas personas, no esperarás que le cumpla a
todos."- Bien, obviamente no trabajaba bajo presión tan bien como
él creía que lo hacía. –"Lo siento."- Por primera vez pensó que el
de los problemas era él y no las Koree. –"Pero es cierto."- No.
Seguro que ellas eran las locas. –"Estarás bien siempre y cuando
te quedes donde debas de hacerlo. La prioridad de Hades es Atena,
no tiene por qué andar atacando a los sirvientes. Yo no permitiré
que nadie llegue a la Diosa y mientras Ella esté a salvo, tú y el
resto de las personas lo estarán."
-"¿Todos aquí están tan locos como tú?"
-"De hecho, creo que la locura es un tipo de requisito."- La miró
fijamente y pensó por unos instantes en la situación. La niña
tenía razón, le debía mucho a Altea y, por más que lo odiara,
tenía que hacerle este favor. –"Prometo que te protegeré con mi
cuerpo y alma. Aunque tenga que traicionar a mi Diosa, no dejaré
que te lastimen. Haré esto hasta que tu madre vuelva."
-"¿Debo de darte las gracias?"
-"Deberías. No me gustan ni las promesas ni andar de niñero ¡y ni
siquiera quiero explicarte lo que significa la blasfemia que acabo
de cometer!"- Elevó su tono dramáticamente. ¡Pero en qué lío se
había metido! –"Si bien me va, acabaré pudriéndome en el Tártaro
por esto."
-"Si esta ‘Atena’ por la que peleas es tan buena como todos allá
abajo dicen que lo es, no creo que tengas de qué preocuparte."Bufó irritada. Como si él fuera el único con problemas.
-"¿Qué pasó con tu papá y el niño?"
¿Por qué tuvo que hacer esa pregunta? Aún más ¿por qué tuvo que
pronunciarla de un modo tan desdeñoso?
-"Fueron tragados por el mar."
El mayor asintió como si hubiera sabido esto desde un principio.
¿Y cómo no? La sorpresa había sido que tanto ella como su madre
sobrevivieran.
-"Lo siento. Tenía que saberlo."- Cerró los ojos y suspiró,
permitiéndose elevar un tanto su cosmo. El brillo que parecía ser
tan común entre los habitantes del extraño lugar lo iluminó y
luego comenzó a desplazarse hacia la niña.
-"¿Qué haces?"- Instintivamente apresó su pulgar.
-"Te estaré vigilando, así que más te vale no hacer nada estúpido.
Ahora ven, que te acompañaré hasta los dormitorios."
-"¿No que estabas encerrado aquí?"
-"No estoy de humor para tonterías. Si Mü me dice algo sobre la
responsabilidad de un Santo de Oro le romperé la frente."- Con un
movimiento exagerado se tornó hacia las escaleras y comenzó a
descenderlas.
Maias no lo admitiría, pero ya se sentía más tranquila: había
obtenido mucho más de lo que esperaba. La promesa esa del cuerpo y
el alma había sonado lo suficientemente cursi como para haber
parecido irreal, pero ese tal Milo tampoco parecía ser de esos que
fueran buenos mintiendo. Obedecería a su madre y confiaría en él.
De todos modos, no tenía otra opción.
-"¿Qué diablos esperas? No querrás que te cargue ¿o sí?"- La niña
tuvo que sonreír ante tan familiar escena (esas palabras eran
iguales a las que Dictis hubiera pronunciado). De inmediato
comenzó a seguirlo. –"¿Ya viste el cielo? No podrás negarme que
las estrellas se ven mucho más hermosas aquí que en Milos."
Maias gruñó. Ese hombre era irritante.
Con razón su madre lo dejó ir.
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Un repugnante olor le hizo abrir los ojos. Alcohol, sangre, carne
podrida y medicinas eran las fragancias que conformaban semejante
perfume y él las reconoció todas casi inmediatamente. Era
imposible seguir durmiendo mientras desconociera el lugar que
poseía tan desagradable olor. Además, su estómago ardía y su
cabeza punzaba.
Apenas y pudo distinguir el techo, pues éste estaba al menos a
cinco metros de distancia. En éste, decenas de luces de neón
emanaban una molesta luz blanca que le provocaba ardor en los
ojos.
Intentó moverse pero sintió un agudo dolor en su brazo derecho.
Movió su cabeza lo suficiente, presionando la superficie vendada
de su abdomen con la mano izquierda, como para poder evitar el
dolor. De reojo identificó una bolsita colgada de un tubo de metal
de cuyo extremo salía una manguerita que terminaba en la fina piel
de su brazo.
Enfocando su vista hacia otra dirección, pudo ver lo que le
pareció una infinita hilera de camas. Su vecino inmediato era un
hombre calvo y con lentes que sostenía con una sola mano un libro
viejo. Con dificultad pasaba las hojas de éste, pues carecía de su
mano opuesta. Aún así, el señor parecía estar lo suficientemente
sereno. Seguramente una mano desaparecida había sido lo de menos.
-"Ya despertaste."- Indicó una vez que se notó observado. –
"Dormiste por casi una semana, ¿sabes?"
-"¿Dónde estamos?"
-"Panayía. Te encontraron en la playa más muerto que vivo. La
verdad me parece sorprendente que sigas con nosotros."
¡Claro que sí! Eso no parecía serlo, era sorprendente. Él mismo no
se lo podía creer todavía. Después de todo, sintió todo el peso
del Mediterráneo sobre sí. Eso y la falta de oxígeno que
experimentó eran muy buenos motivos para pensar que había muerto.
Sonrió y se preparó para descansar nuevamente.
Otro milagrito de esos y Kanon comenzaría a creer que era
inmortal.
Comentario de la Autora: ¡Kyaaaaa! Disculpen enormemente por la
tardanza pero de plano me dio un bloqueo severo y no sabía qué
demonios escribir. Total, más tarde que temprano les dejo este
capítulo que espero les haya gustado.
Originalmente deseé que el rencuentro fuera bastante más emotivo,
pero la edad de la niña no me lo permitió. Además, supuse que
después de la muerte de su padre y de su hermano, ella se tornaría
más cínica de lo que originalmente era. Honestamente
al principio no supe si matar a Altea o no, pero como varios de
ustedes me llegaron a comentar: ella fue aprendiz del Santuario,
sería ingenuo creer que no sobreviviría a una inundación. Ahora,
las separé por dos motivos: una porque casi desde que creé a Maias
deseé que ambos convivieran (realmente) al menos en un capítulo y
Altea me estorbaba; el otro motivo era que me pareció correcto. El
mundo está en ruinas y la mujer pensó que el lugar más seguro en
esos momentos era el Santuario. Solo ahí podría asegurar que su
hija tendría comida y un techo. Además, ella no podía estar
cargando con una niña si es que quería comenzar una vida
totalmente nueva. Necesitó ahorrar dinero, conseguir un lugar en
donde vivir y prefirió ahorrarle a su hija tanto problema. Después
de todo, ella no podía saber lo que pasaba en el Santuario.
Eeeeh... y creo que ya. Panayía es una ciudad a unos cuantos
kilómetros al oeste del Cabo Sunión.
Espero no tardarme tanto con la próxima actualización.
Capítulo 64:  (Noche)
-"¿Oyeron algo?"
Un robusto hombre se dirigió hacia sus tres compañeros. Creía
haber escuchado el sonido de pisadas, pero la falta de reacción de
sus acompañantes le hizo dudar de sus sentidos.
-"¿Además del sonido del viento?"- Los otros dos hombres rieron. "No hay nada aquí."- Continuó el hombre. –"Todo está tan muerto
como un cementerio."
-"Sí."- Se convenció el primer soldado. –"Debió de haber sido mi
imaginación."
-‘Esto es absurdo.’- Pensó Kanon mientras se escondía entre
algunas rocas. Una vez que sintió que los guardias estaban lo
suficientemente lejos, se asomó de su improvisado escondite.
El antiguo General Marino tomó un poco de aire y corrió hacia unas
ruinas. Cuando recargó su peso sobre la única columna que
permanecía en pie, se atrevió a exhalar.
¿Por qué estaba haciendo semejante ridiculez?
Por supuesto… a veces olvidaba que él estaba en la lista de ‘Los
Enemigos más Ruines del Santuario’.
Afortunadamente, los soldados no lo estaban buscando (seguramente
ni sabían que existía), pero eso no quería decir que sus
constantes guardias no fueran una amenaza. Posiblemente era tan
solo su nerviosismo, pero Kanon sospechaba que a lo largo de todo
el trayecto desde Rhodorio hasta ahí, un lugar a tan solo unos
metros de las Doce Casas, se había topado con al menos cien
guardias.
Kanon no recordaba haber visto semejante cantidad de personas en
el Santuario. Muchísimo menos después de que se ocultara el Sol.
En realidad, él planeó irrumpir en el Santuario de Atena esa misma
mañana, pero al ver tanta seguridad, prefirió esperar hasta en la
noche.
De haber sabido que la cantidad de guardias no solo no disminuiría
sino que hasta se duplicaría, no hubiera perdido tanto tiempo.
Apenas ahora consideraba que el adentrarse en el Santuario de un
modo tan furtivo no era precisamente la mejor de sus ideas.
Oh, bueno. No era que últimamente tuviera buena racha en ese
aspecto.
Se atrevió a asomarse de su escondite para medir la situación. La
última línea de soldados permanecía estática en su lugar. Ellos, a
diferencia de los guardias anteriores, parecían estar tomando su
trabajo muy en serio.
-‘Debería matarlos…’- Pensó. Pero eso llamaría la atención de los
Santos de Oro y eso no sería precisamente bueno. Al menos no hasta
que llegara con Atena. –‘Tal vez después.’- Se convenció a sí
mismo mientras se preparaba para cruzar aquel frente.
Unos segundos antes de que Kanon diera el primer paso, gritos de
alarma fueron escuchados. El joven cerró los ojos con fuerza,
preguntándose de qué forma se había delatado, pero no tardó en
notar que no era él lo que estaba movilizando a los soldados hacia
el oeste del Santuario.
A los pocos segundos, todo el lugar quedó totalmente abandonado.
-"Raro."
Se atrevió a pronunciar. Deseó ir detrás de los soldados para
saber qué era lo que atacaba al Santuario, pero prefirió seguir
con su camino. Después de todo, si se trataba de algo importante,
seguramente se enteraría tarde o temprano.
Con sigilo, y aprovechando las múltiples sombras de los edificios
derruidos, se escabulló hasta el Templo de Aries. Ahí, su guardián
permanecía firme pero distraído. Extrañamente, su atención no
estaba dirigida hacia el oeste, sino a un punto mucho más
distante.
Kanon aprovechó la situación para rodear la escalinata del Templo
y así escurrirse entre uno de los muchos pasillos del edificio.
Mientras cruzaba la Primera Casa, descubrió el por qué Aries le
cedió el paso de un modo tan simple: la repentina reunión de una
gran cantidad de energías en algún lugar del norte.
-‘No solo eso.’- Varios cosmos se esparcieron por todo el
Santuario. Algunos de ellos reuniéndose ante la Casa del Carnero.
–‘Hades’- Dejó que una socarrona risa escapara de su garganta. El
asunto parecía estarse complicando cada vez más.
El guardián de Tauro ni siquiera estaba afuera de su Templo, por
lo que cruzarlo fue aún más sencillo que el anterior. ¿Y con esa
seguridad los Santos de Oro pretendían proteger a Atena? A ese
paso, el imponente intruso que en esos momentos se presentaba ante
Aries, llegaría a Piscis en menos de una hora. Era obvio que Kanon
tendría que tomar cartas en el asunto si es que no quería ver
morir a la Diosa en manos del ejército de Hades.
No hubo problemas sino hasta que el formal General Marino se topó
con la Casa de Leo. El Quinto Guardián no solo estaba al pendiente
de lo que ocurría en la Primera Casa, sino que también se
aseguraba que no hubiese enemigos cerca de la suya.
Afortunadamente para Kanon, la suerte volvió a estar de su lado
cuando la pelea en Aries se desató. Dos intrusos atacaban a Mü.
-"No. Es imposible."- Le escuchó decir al Santo de Leo. –"Claro
que no pueden ser ellos."
Sacando provecho de la distracción de Aioria, Kanon siguió
adelante.
A pesar de que una fuerte presencia residía en el Sexto Templo,
ésta no resultó ser un problema para Kanon. Aquel no estaba
seguro, pero esa energía aparentaba estar teñida con un toque de
amabilidad; incluso parecía haberse presentado como un tipo de
invitación. El intruso ignoraba el por qué de semejante gentileza,
pero era obvio que no podía detenerse cuestionándose nimiedades.
El siguiente obstáculo se presentó hasta el Templo de Escorpio; o
al menos eso era lo que Kanon esperaba. Sin embargo, el Octavo
Guardián no estaba en el portal de su Casa sino que en la zona
privada de la misma. Lo más extraño era que todo el lugar estaba
rodeado por su cosmo. No solo el Templo, su energía avanzaba y se
disipaba hacia algún lugar oculto entre las sombras, muy lejos de
las 12 Casas.
A pesar de su curiosidad, Kanon prefirió seguir adelante. El resto
del camino estuvo libre hasta que, finalmente, pudo entrar al
Templo de Atena.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Al fin empezó."
Un poco más entusiasta de lo que hubiese querido, Milo de Escorpio
miraba constantemente hacia la ventana, esperando que cayeran del
cielo más de las supuestas estrellas fugaces.
-"¿Cuánto más tendré que esperar?"
La batalla en Aries ya había comenzado, pero Milo no le prestaba
demasiada atención. El par de enemigos contra los que el lemuriano
se enfrentaba poseía dos presencias que se le hacían
irritantemente familiares, por lo que optó ignorarlas. De
cualquier modo, esperaba poder ver pronto al enemigo. Suficiente
tiempo había estado esperando al ejército de Hades y ahora que la
Guerra Santa se veía tan cerca, la angustia lo estaba matando.
Porque, ¿qué era lo que iba a ocurrir de ahora en adelante?
Escorpio era optimista al considerar que lucharía con todas sus
fuerzas y que mataría al Hermano de Zeus, pero la verdad parecía
ser otra cuando se lo planteaba mejor. En primera, el Santuario
estaba técnicamente abandonado. Le costaba trabajo pensar que
cinco Santos de Oro, unos cuantos Santos de Plata y un puñado de
Santos de Bronce pudieran hacer algo en contra de 108 Espectros.
La misma aritmética mostraba su avasallador resultado.
En segundo lugar, estaba el pequeño detalle de que para derrotar a
Hades primero tendrían que contener y superar el ataque que había
comenzado en el Santuario. Sería solo después de eso que podrían
considerar dirigirse al Mundo de los Muertos.
El tercer punto, y el que ponía más nervioso al Santo de Escorpio,
era el asunto de la… ‘inmadurez’ de Atena. En la Batalla de las 12
Casas y en la Guerra Santa contra Poseidón, el principal rol de la
Diosa fue el de apoyar a sus muchachos. Ahora que ellos estaban
lejos, ¿el resto de los Santos sobrevivientes podrían contar con
Su bendición?
Cerró la ventana y decidió ‘darle un vistazo’ a su hermana una vez
más. Inhaló profundamente y rastreó el cosmo de la niña. Aliviado,
mas no sorprendido, la localizó en el dormitorio de las doncellas.
La joven, al igual que sus compañeras, dormía. Con suerte ni se
daría cuenta de que una Guerra Santa había comenzado.
Cómo compadeció a Altea. Esa pobre mujer mandó a su hija a las
trincheras sin siquiera saberlo. En realidad deseaba que todo ese
asunto acabara con bien. De ese modo podría dejar de sentirse
culpable (ignoraba de dónde provenía esa culpabilidad, pero no
podía hacer nada contra ella).
Convencido de que no tenía qué preocuparse más por la niña, se
preparó para el combate. Salió de su habitación, no sin antes
recoger el casco que reposaba sobre su escritorio. Antes de cerrar
la puerta tras de sí, le dio una última mirada al cuarto.
Se sorprendió al darse cuenta de que les pidió a los Dioses que
esa no fuese la última vez que lo viera.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Esta niña debe de tener el sueño más pesado del mundo."
Kanon se rascó la cabeza cuando, por quinta vez, terminó de darle
toda la vuelta a la Cámara. A pesar de la invasión de los
Espectros, la Diosa permanecía dormida.
-"¿Seiya?"- Aquella palabra fue la primera que pronunció Atena al
despertarse. Al ver que aquel plácido sueño finalmente había
terminado, Kanon caminó hacia Ella. –"Me parece haber escuchado la
voz de Seiya, pero…"- Continuó la joven una vez que se levantó de
la cama. –"¿Seiya está aquí?"
A pesar de que Kanon estaba hincado frente a sus narices, ésta no
lo vio, por lo que el hombre decidió darse a notar.
-"Atena, ya despertó."
-"Tú… tú eres… ¿qué haces aquí?"
-"¿Qué habría de ser, Atena?"- Alzó el rostro mientras le sonreía.
–"He venido a hacerle una pregunta."- Se sintió algo culpable al
notar el nerviosismo de la muchacha. ¿Acaso daba tanto miedo? –
"Solo me gustaría saber la razón por la cual me ayudó mientras
estaba encerrado en Cabo Sunión."
-"¿Kanon?"
Se había equivocado. La niña no estaba nerviosa. ¡Estaba
preocupada! Tal vez debía de estarlo. El cosmo de su perro
favorito acababa de desaparecer en manos de Mü.
-"No se preocupe. Usted sabe que Seiya no puede ser vencido así
como así."
Atena asintió, recuperando la sonrisa que tanto la caracterizaba.
-"Tienes razón, Kanon. Es solo que no esperaba que regresara. Al
menos no tan rápido."
-"Hades y-"
-"Lo sé. Puedo sentirlo."- Dio unos cuantos pasos hacia delante. –
"Lo siento mucho, Kanon, pero me temo que no puedo decirte el
porqué te ayudé a sobrevivir al Cabo. No es que no quiera, es solo
que no lo recuerdo."
-"Oh…"- Pronunció Kanon después de una larga pausa. La verdad es
que no estaba muy convencido de esa respuesta. –"Entiendo que
Usted era tan solo un bebé en ese entonces, pero…"- ¿Pero qué?
-"En realidad lo lamento. Podría decirte que fue porque sentí que
había bondad en ti o porque pensé que podrías servirme en algún
momento. Simplemente no lo sé. Aún hay muchas cosas que no
entiendo de mí misma."
Kanon consideró por unos instantes la situación.
-"Tal vez fue porque yo no podía liberar a Poseidón estando
muerto."
-"¿Disculpa?"
-"No, no. No es nada, señorita. Descuide, no necesito una razón.
Hubiese deseado tenerla, pero no la necesito."
-"Lamento no poder hacer algo más por ti, Kanon. Pero dime, ¿cómo
es que llegaste hasta aquí?"
-"Me parece que sus Caballeros han probado ser lo suficientemente
incompetentes como para dejar pasar a un potencial enemigo. Si me
lo permite, me gustaría permanecer aquí. Deseo protegerla."
-"No consiento que hables de ese modo de mis Santos, Kanon."
-"Lo lamento, Atena."
-"Después de todo, ellos son ahora tus compañeros. A menos claro
que desees seguir portando el título de Dragón Marino en lugar del
de Santo de Géminis."
-"¿Atena?"
-"Sé que harás un buen trabajo, Kanon."
¿Él? ¿El nuevo Santo de Géminis? Era tan bueno que no podía ser
cierto. Claro que no. Seguramente en unas cuantas horas se
despertaría y seguiría siendo el mismo muchacho incomprendido que
llegaba tarde a los entrenamientos.
Bueno, mientras se despertaba, aprovecharía la situación. Apenas y
podía esperar para portar aquella Armadura.
Si su hermano lo viera, se retorcería en su tumba.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
El Reloj de Fuego había sido encendido y los Santos de Bronce
pronto llegarían a Atenas atraídos como moscas a la miel. Dohko de
Libra había regresado al Santuario después de 243 años y éste se
preparaba para enfrentarse contra aquel intruso que tanto poder
poseía.
Pero lo que más le llamaba la atención, eran esos tres cosmos que
recorrían la escalera que llevaba a Tauro. Dos de ellos se
parecían demasiado a los de Saga y Camus, pero los Dioses sabían
que eso era imposible. El Santo de Escorpio odiaba que su mente le
estuviese haciendo semejante jugarreta.
Extrañamente, los tres hombres cruzaron Tauro sin problemas. Tan
solo unos cuantos minutos después, pudo sentir el cosmo de
Aldebarán desapareciendo.
El primer Santo de Oro había caído y la primera llama del Reloj ni
siquiera se había extinguido.
-"Descuida, Aldebarán. Pronto te alcanzaremos."
Entonces, de nuevo el Templo de Géminis sorprendió a los
habitantes de las 12 Casas. Un poderoso cosmo comenzó a
protegerla. Antes de que Milo pudiese preguntarse quién era el
dueño de esa energía, sintió una presencia en el Templo de la
Diosa.
Sin mirar atrás, salió corriendo de la Casa de Escorpio.
Comantario de la Autora: Pam pam paaaaaaaaam! ¿Qué tal este capie?
Me costó mucho trabajo el imaginarme cómo Kanon llegó con Atena.
Fue un problema que planteé desde antes de que escribiera el
primer capítulo de la historia porque, si decidía hablar de
pasadizos secretos, hubiera sido un asunto para manejar desde un
principio. De algún modo, me pareció incorrecta la idea de túneles
debajo de las 12 Casas, al menos que fueran de conocimiento
general. Muchas (si no todas) las fortalezas tienen 'salidas de
emergencia' y no es que crea que el Santuario sea una de las
excepciones, es solo que creo que la seguridad no permitiría que
nadie supiera de ellas. Ni siquiera los Caballeros Dorados. Supuse
que solamente el Patriarca o los Santos más cercanos a él los
conocerían (lo vemos, tal vez con Aioros [si vemos el anime y
consideramos el tremendo rollo que hay debajo de su templo] y con
Saga [el cual sospecho que tuvo que usarlos de cuando en cuando
para deshacerse de los cadáveres que tan continuamente
'producía']). No sé... creo que ya estoy desvariando mucho.
Considero que Shaka TUVO que haber sentido la presencia de Kanon.
Lo mismo con la hermana de Milo. Creo que él es lo suficientemente
perceptible como para haber adivinado las intenciones de ambos. Si
él pudo sentir el bien que había en Arles, creo que el bien de
Kanon hubiese sido más que tangible. Por eso lo dejó pasar.
Eh... hn... si... creo que ya. Una disculpa por la tremenda
demora. Supongo que es porque estoy a punto de terminar de
escribir esta parte del fic y como que mi cerebro está renuente y
pierde constantemente las ganas de escribir. ^^'
Domo arigatou!
Capítulo 65: (Agujas)
-"¡¿Ese hombre sigue con vida?!"
Un boquiabierto Milo se ponía de pie frente a Atena. No era que
estuviese acostumbrado a romper su posición al ras del suelo de un
modo tan abrupto, pero aquella noticia lo había dejado
completamente anonadado. Hubiese esperado cualquier respuesta por
parte de su Diosa pero… ¿Kanon? ¿Cómo fue posible que ese hombre
sobreviviera a toda la furia del Mediterráneo?
-"En estos momentos se encuentra vigilando la Tercera Casa."- La
de Géminis.
¿Por qué no moriste?
Muerto pudo haberlo perdonado, pero estando con vida no habría
forma en la que Milo se olvidara de su maldita traición. Poco le
importaba el perdón de Atena. Poco le importaba si todas sus
víctimas lo perdonaran.
No.
Kanon no se iba a salir con la suya. ¡Ya había jurado en contra de
su Diosa una vez! Sin el más mínimo recato lo volvería a hacer.
Ese hombre pagará por todo.
Tomar su vida, pensaba, sería aceptar un precio bastante bajo,
pero al menos sería gratificante. Pero, antes de que Milo pudiera
disponerse a buscar a Kanon, una fuerte energía se estrelló en
contra de la Cámara Principal.
-"Por favor espere aquí."
Salió corriendo hacia el lugar del impacto y no se sorprendió al
encontrarse con un enorme cráter en medio del recinto. Ahí, un
pequeño remolino de energía aún giraba sobre sí mismo. A los
cuantos segundos, éste desapareció, dejando tras de sí tan solo
una ligera estela circular de polvo.
Un poder impresionante.
Había muy pocas personas de las cuales Milo pudiera decir eso.
Así que sí eran ellos.
Saga y Camus regresaron de la muerte para enfrentarse en contra de
los que alguna vez fueron sus compañeros. El húmedo ambiente y el
romántico escenario eludían un tanto al ingenuo de Poe. A su
maestro le hubiera fascinado todo ese circo.
Entonces, una azulada figura estremeciéndose a unos cuantos metros
de distancia llamó la atención del Santo de Escorpio. Éste alzó el
rostro hacia el intruso y una parte de sí quiso reír abiertamente
al ver a Kanon en aquella bochornosa condición: tirado en el
suelo, gruñendo por el dolor que las heridas de su cuerpo le
causaban, su ropa desgastada y, sobre todo, con aquella mirada que
denotaba frustración y odio al saberse vencido, una vez más, por
su hermano.
Imitador. Saga siempre ha sido mejor que tú. Si te hubieras dado
cuenta antes… si lo hubieras aceptado…
¡Ah! Si su antiguo ser pudiera leer sus pensamientos... ¿Cuántas
veces no se repitió a sí mismo que Kanon superaba a Saga en todos
los aspectos?
Milo se descubrió a sí mismo alzando la voz. Pero qué extraño se
sentía el pronunciar tan abiertamente aquel nombre. Tomó un poco
de aire y decidió tranquilizarse. Kanon más que nadie llegó a
conocer la fragilidad del Octavo Guardián, pero las cosas habían
cambiado. Eso se lo demostraría.
Aunque sea una mentira.
Acortó la distancia entre ellos, bajando pausadamente las
escaleras que llevaban hacia el trono. Kanon se levantaba con
pesadez, apenas pudiendo sostener su propio peso con sus brazos y
rodillas. La escena era patética. Lo suficiente como para inspirar
un poco de compasión (ese maldito sentimiento) en el corazón del
Santo Dorado. Ya antes él lo había visto así de vulnerable.
No puedes. Nadie puede.
Y, maldiciéndose a sí mismo, quiso salvarle nuevamente.
-"Afortunadamente no recibiste mucho daño. Ahora será mejor que te
largues de aquí."
En su afán de traicionar a su Diosa acabó traicionándose a sí
mismo. La última esperanza que le quedaba a su orgullo era que
Kanon no aceptaría la generosa oferta. Y él lo sabía: Kanon
permanecería en el Templo de Atena. Siempre fue un necio.
Lárgate.
Kanon le repitió constantemente esa palabra durante su estadía en
Cabo Sunión. Era hora de que Milo le pagara con la misma moneda.
Lárgate ya. Si no quieres que te mate lárgate ya.
Pero él no lo escuchó.
Vete.
Lanzó un golpe contra el suelo como advertencia pero Kanon no se
inmutó.
Una oportunidad más. Solo una más.
-"Si no quieres morir, vete ahora mismo."
-"Suficiente."
¿Suficiente, dices? Que así sea. Ya no, Kanon. Ya no te puedo
perdonar.
El pecho del General sintió el golpe de su aguja.
Una.
Por haber intentado asesinar a Atena. Por haber intentado alejarla
de nosotros que tanto la necesitamos.
Ahora que había empezado ya no se detendría, se cobraría todos los
pecados del General Marino.
Dos. Tres. Cuatro.
Una por cada millón de personas que murieron por tu culpa. Por tu
capricho.
Cinco. Seis. Siete. Ocho.
Por cada decena de millones de personas que lo perdieron todo.
Kanon cayó al suelo nuevamente. Su dolor se podía tanto leer en su
rostro como escuchar en sus quejidos. Sus extremidades temblaban y
los sangrientos puntitos sobre su ropa se extendían rápidamente.
A estas alturas ya deberíamos de estar peleando. Ya debería de
estar demostrando lo fuerte que soy. Pero es extraño… ¿por qué no
contraatacas?
Usualmente Milo no aceptaría una pelea así: en la que el enemigo
ni siquiera mostrara interés en defenderse. Además, Kanon estaba
arrepentido (nadie podía ser tan buen actor en semejante
situación); era tonto seguir peleando. Sin embargo, en esos
momentos poco le importaba el honor o la lógica al Santo de
Escorpio. Si Kanon quería recibir los 15 golpes, los tendría. Al
fin y al cabo, aún tenía algunas cuentas qué cobrarle.
Nueve. Diez. Once. Doce.
Por Altea y su esposo. Por Dictis y por la estúpida niña que por
tu culpa tengo que cuidar.
-"¡Milo!"
La voz de esa mujer… Saori Kido. Afortunadamente el Santo de
Escorpio no se encontraba en sus cinco sentidos, de lo contrario
se hubiera sentido terriblemente mal por odiar tanto a su Diosa en
ese instante. Milo ya se había cansado de seguir órdenes: lo hizo
durante muchos años y casi siempre obtuvo malos resultados. En ese
momento no le apetecía ser diplomático.
Kanon podía recibir el perdón de todas las criaturas del mundo,
vivas o muertas, y aún así Milo no lo perdonaría. ¿Qué importaba
si Atena no entendía eso? Su lealtad hacia sí mismo era más
importante. Aceptar al General Marino entre sus líneas, pensaba,
fue tan solo una medida que la Diosa acató sin prestarle demasiada
atención. Milo estaría de acuerdo con eso, entonces: un guerrero
más, un guerrero menos. ¿Cuál era ya la diferencia?
Trece. Catorce.
Por haber arruinado a mi maestro y a su abuelo. Por haber
destrozado el Red Fox.
La sangre y un desgarrador grito brotaron cuando las últimas
agujas se encajaron en el exhausto cuerpo de Kanon.
Por unos instantes, el atacante consideró dejar a su víctima morir
así, lentamente, pero aún había varios pecados por los que el
General Marino no pagaba.
La última aguja.
Por haber dejado que Saga te encerrara en ese horrible lugar. Por
no haberme dicho que habías escapado. Porque fuiste derrotado.
Porque no te largaste cuando te di la oportunidad. Por haberme
hecho creer dos veces que estabas muerto. Por todos esos malditos
años en los que no estuviste conmigo. Por todas las veces que
grité tu nombre y no apareciste.
Porque nunca te diste cuenta de lo mucho que te quería.
Por todo
Una vez que recibas Antares serás perdonado, Kanon. Esto acabará
con todo.
Preparó su ataque, cerró los ojos y corrió hacia él.
Y, una vez más, se traicionó.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La muerte.
Tal vez era su imaginación, pero ésta parecía ser un tanto más
dolorosa de lo que se esperaba.
-"Atena, siento que los cosmos de los Espectros se acercan."Curioso. Kanon nunca pensó que la voz de Milo formara parte del
Hades. Pero, ahora que lo pensaba, aquella húmeda sensación debajo
de sí tampoco parecía algo propio del Inframundo. Mucho menos lo
era el olor oxidado que percibía. Todas esas sensaciones eran
demasiado reales como para formar parte del Otro Mundo. –"Voy a
regresar a la Casa de Escorpio, discúlpeme."
Después de todo sigo vivo.
Milo no pudo con él.
Te lo dije. No me iría sin matar al menos un enemigo.
Seguramente no era el mejor momento para echarle en cara al Santo
Dorado el error que cometió pero simplemente tuvo que decírselo.
-"Espera, Milo. ¿No te preocupa dejar a Atena sola conmigo, siendo
yo un enemigo?"
Diferente a lo que esperaba, el Santo de Escorpio no pareció
sorprenderse al ver a su contrincante recuperarse de una muerte
inminente. Tan solo detuvo sus pasos, como si hubiese olvidado
mencionar algo sin importancia.
-"Aquí ya no hay ningún enemigo."
Ya veo. Estás convencido de que moriré en cualquier momento.
-"Aquí el único que está es un amigo."
¿Qué?
-"Un Santo Dorado…"- Giró parcialmente su rostro, mostrándole un
gesto más de amenaza que de cualquier otra cosa. –"Llamado Kanon
de Géminis."
Pero...
Apenas entonces notó que sus heridas ya no sangraban, que la nube
que había comenzado a empañar su visión había desaparecido y que
su cuerpo perdió el escozor que le quemaba por dentro. ¿Cómo no se
dio cuenta antes? Aquél fue un golpe directo al corazón; un par de
milímetros de diferencia y hubiera muerto.
Lo logró. Pudo aprenderlo.
El Santo de Escorpio no falló; simplemente decidió mantener a
Kanon con vida.
Cuando Atena lo absolvió de sus pecados y lo nombró Santo de
Géminis no se puso a pensar en lo que el resto de la Orden
pensaría. Un traidor, un demonio, un asesino, ¿qué más daba? A él
nunca le importó lo que los demás dijeran. Entonces ¿por qué
lloraba?
¿A él qué diablos le importaba el juicio de Pánides que un mocoso
decidió propinarle?
Es más, ¿por qué aceptó todos esos ataques pudiendo golpear al
Santo de Escorpio hasta el punto de la inconsciencia?
Pero al final me perdonó.
-"Al verlos comprendí tus sentimientos y los de Milo."
Kanon había pensado que la única bendición que necesitaba era la
de Atena, pero cuando éste la recibió se sintió un tanto vacía.
Claro. Un perdón otorgado de un modo tan sencillo podía llegar a
sentirse artificial. Era como afirmar que el delito ni siquiera
había sido tan grave y ese era un menosprecio bastante cruel. Tal
vez él no causó directamente todas esas muertes, pero tuvo algo
que ver ¿no?
Qué tonterías pienso.
Sea como fuere, recibir aquel dolor se sintió… correcto.
Aunque solo de él. Solo lo hubiera permitido de él.
Por alguna extraña razón, aún sentía que le debía algo. Si ambos
sobrevivían, pensaría más al respecto. Por ahora, tenía otras
cosas qué hacer. La última mirada que el Santo de Escorpio le
propinó resultó ser más que un buen incentivo para concentrarse.
‘Te he dado la oportunidad de pelear a nuestro lado, Kanon.’Decía la mirada. –‘No te atrevas a fallarnos.’
Sigue siendo un niño loco.
-"Me temo que Saga y los demás han pasado la Casa de Géminis,
Atena."
En tan solo un par de minutos pudo incorporarse por completo.
-"Eso quiere decir que pronto llegarán a Cáncer. No te debes de
preocupar, Kanon. Parece ser que Shaka ya se está encargando del
asunto."
El nuevo Santo de Géminis no estuvo muy convencido, pero no tenía
muchas opciones.
-"Iré a vigilar. Por favor quédese aquí."
Salió de aquel recinto con olor a sangre y, una vez afuera,
dirigió su mirada hacia la escalinata que llevaba a Piscis. Aún en
la oscuridad fue sencillo identificarlo. Suspiró satisfecho.
Parece que yo ya soy inmortal, Milo. Así que eres tú al que le
toca esforzarse para no morir.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Sí.
Kanon había cometido muchos errores pero estaba bien. Todos lo
hacían y todos tenían derecho al perdón.
Tal vez así puedas mantenerte con vida por más tiempo.
Lo dudaba, pero tenía una pequeña esperanza de que así fuera.
La obra principal del circo aún no comenzaba, pero ésta se
acercaba con rapidez.
¿Cuántos morirían y cuantos sobrevivirían?
¿Qué importaba ya?
Lo único que valía la pena era disfrutar el momento por el que
esperó durante tanto tiempo. Era una pena, sin embargo. De repente
la idea de morir en batalla ya no le parecía tan romántica.
Al menos pude volverlo a ver.
Comentario de la Autora: Seh... ya se van a comenzar a morir
todos....
*coff*
Pánides: rey de Calcis. En los juegos fúnebres en honor de su
hermano, participaron Homero y Hesíodo compitiendo el uno contra
el otro. Pánides quiso otorgarle el premio a Hesíodo, pero el
público no estuvo de acuerdo y se premió a Homero. Un 'juicio de
Pánides' es un juicio sin gusto o sin fundamentos.
Esto... originalmente, este capie tenía un poema de Poe titulado
The Bells (III)... pero al final vi que estaba bastante fuera de
lugar. Intenté ponerlo en otro capie pero tampoco.... así que
simplemente opté por quitarlo. Aún así dejé la referencia al
ambiente Poesco del lugar.
Bueno... un capie... eh... ¿qué puedo decir? creo que lo planeé
por tanto tiempo que al final no quedó como debió de haber
quedado. No sé. Será que lo leí tantas veces que perdió gran parte
de su encanto. Lamento no haber podido expresar mejor este momento
que considero tan importante. Espero que a ustedes les haya
gustado.
Eso es todo por ahora. Gracias y que tengan un buen día.
Capítulo 66:  (Perdón)
-"Ya es tarde."
Su pequeño ‘interlocutor’ no se tomó la molestia de alzar la vista
de su libro.
-"Eh."
Para el oído inexperto, aquella expresión hubiese pasado por una
afirmación pero, en realidad, ésta fue solo una respuesta
automática para evitar que la conversación continuara. Kanon ya se
sabía bien el algoritmo que seguía. El niño lo aplicaba cada que
estaba sumergido en algo que le interesaba.
Primero iba el ‘eh’ que podía traducirse como un ‘estoy ocupado’.
Era una advertencia pero la hora que el reloj de manecillas
anunciaba no permitiría que Kanon se diera por vencido. Al menos
no tan fácilmente.
-"Ya vete a dormir."
A continuación, venía el pesado suspiro, seguido por una frase o
una palabra que fingía denotar cierta consideración a lo que le
decían.
-"Al rato."
El niño, medio recostado en el suelo de la cabaña, dio vuelta a la
hoja.
-"Nada de eso. Ya has tenido suficiente."
El tercer punto consistía en una respuesta gutural. En este caso
se trataba de una semejante a un ‘no’.
-"Milo..."
Cuando el niño frunció el ceño y elevó su rostro, Kanon reconoció
el antepenúltimo recurso. ‘Suficiente’ era el modo de interpretar
aquellas cejas unidas y la torcida boca que deformaba el rostro
del niño de un modo ligeramente cómico.
-"No lo diré otra vez."
Si mal no recordaba, venía el sarcasmo.
-"Bien."
El niño retomó su lectura.
-"No me hagas levantarme."
Y, finalmente, venía la total y cruel indiferencia.
La discusión siempre terminaba en ese punto, dándole el triunfo a
uno u a otro.
Kanon se frotó la cara con ambas manos, convenciéndose a sí mismo
de que tendría que levantarse de la cama, caminar hacia el menor,
cargarlo y arrojarlo al escueto colchón de paja para luego apagar
las lámparas mientras una mirada asesina se clavaba en su nuca.
-"Éste."
Retirándose las manos de la cara, Kanon dirigió su mirada hacia
Milo, un tanto sorprendido de que rompiera el algoritmo de un modo
tan abrupto.
-"¿Ahora qué quieres?"- El mayor arrastró sus palabras.
-"Quiero aprender éste."- Indicó mientras señalaba una hoja que de
todos modos no podía ser identificada por Kanon (estaba lejos de
su ángulo de visión). Al notar que su maestro suplente estaba
demasiado ocupado mirando hacia el techo de madera, Milo decidió
ponerse de pie para luego mostrarle la añorada ilustración. –
"Éste."- Insistió.
-"¿Pero de qué rayos hablas? ¿Te has vuelto loco?"- Kanon no dejó
de observar las vigas de madera. -"¿Más?"
-"Saga…"- El cantado tonito del niño no irritó tanto al gemelo
como lo hizo aquella palabra. Milo sabía perfectamente que él no
era su hermano; el mocoso se dirigió así hacia él solo para
molestarlo y llamar su atención.
-"No vuelvas a llamarme así."- Rendido, Kanon decidió ladear su
rostro y no se arrepintió cuando reconoció la página que el
chiquillo señalaba tan ávidamente. Ni siquiera intentó suprimir su
risa. –"Eres solo un bebé. No puedes creer que en serio podrías
hacer eso."
-"¿Bebé?"- Milo dejó de escuchar desde esa palabra.
-"Escucha…"- Se sentó sobre la cama y le arrebató el libro,
colocando su pulgar entre las páginas señaladas para luego pasar
frente a la cara de Milo todas las hojas anteriores. El aire
producido provocó que un par de mechones del menor bailotearan,
ingrávidos, sobre su frente. –"Cuando perfecciones todos éstos te
podrás dedicar a practicar el que quieres."
-"¿Por qué?"
-"¿Por qué? Porque esto no es un juego, si te equivocas puedes
matar a la persona a la que quieres salvar."
En aquellas páginas se explicaba detalladamente un punto de
presión ubicado en el corazón. Con la fuerza y el área indicada,
un toque ahí podía detener hemorragias y restablecer el orden del
cuerpo. Una técnica útil pero demasiado peligrosa. Milo tendría
que practicar durante años para poder alcanzarla.
-"Pero si de todos modos se está muriendo ¿qué importa?"
Kanon tuvo que admitir que ese era un buen punto.
-"Ese no es el chiste."- Tuvo que contestar para no mostrarse
inseguro. –"Mira, cuando puedas darle a algo en movimiento con la
precisión de una aguja, entonces podrás pensar siquiera en
intentarlo."
-"¿Y eso cuánto tardará?"
Kanon colocó su mano sobre la frente del niño para luego empujarlo
hacia delante. Él había dicho esas palabras como ejemplo de algo
imposible, no para que el mocoso se emocionara.
-"Años."
-"¿Cuántos?"
-"No sé."- Eligió un número al azar. –"Cien."
Hubo una minúscula pausa.
–"¿Y luego?"
-"¿Y luego qué?"
-"¿Cuánto más para-"
-"¿Es que nunca te cansas?"
Silencio.
-"Tengo hambre."
Kanon sucumbió sobre la cama y se volteó boca abajo, pretendiendo
asfixiarse. Había tenido suficiente.
-"Oye…"
-"Eh."
-"Tengo hambre."
Un suspiro.
-"Lo siento."
Pero no hizo nada al respecto.
-"Oye…"
-"Hn."
-"Me duele la panza."
Kanon alzó el rostro por unos segundos para luego volverlo a
hundir en la blanda superficie.
-"Si me muero va a ser tu culpa."- Continuó el niño.
-"Pobre de ti."
-"Oye…"- Silencio. –"¡Oye!"
Milo aceptó
era hora de
se tiró sin
fungía como
que había perdido esa batalla y finalmente decidió que
irse a dormir. Torciendo la boca, apagó las lámparas y
mayor parsimonia sobre el montoncito de paja que
su cama.
-"Una aguja."- Murmuró.
Le encantaría verle la cara a su maestro suplente cuando le
demostrara de lo que era capaz.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Tês tu’khes!"
El casco de la Armadura de Escorpio era examinado con severidad.
Su dueño lo repasaba con lentitud entre sus manos para luego, una
vez que éstas terminaban, volver a comenzar una y otra vez.
-"Por Donu…"- Dirigió una fugaz mirada hacia el Templo de Cáncer,
el lugar en donde los que alguna vez fueron sus amigos se
enfrentaban indirectamente contra Shaka. –"¿Por qué?"
Más que dolor, sentía ira. Los que alguna vez entrenaron a su lado
ahora peleaban a muerte contra el Santuario. Habían aceptado un
triste y temporal soborno a cambio de sus almas. Lo peor de todo
era que a Milo le parecía que lo estaban disfrutando.
-"Ya les daré tiempo para que lo disfruten."
Milo podía perdonar muchas cosas pero, como Kanon había
experimentado hacía no mucho tiempo, el de una traición era el
perdón más caro que podía otorgar. Ni siquiera a ellos les daría
un descuento.
-"Mucho menos a ustedes."
Aún así, aceptaba que todo el asunto era sospechoso. La idea de
Saga como un traidor no era tan aberrante como la idea de él
aceptando ser un súbdito cualquiera, y eso era en esos momentos.
Tal vez ni siquiera llegaba a ser un ‘cualquiera’ pues Hades mandó
a sus Espectros detrás de los resucitados, obviando su falta de
confianza hacia ellos.
Ni siquiera cuando Saga mandó un segundo ataque, esta vez en
contra de Shaka de Virgo, Milo se convenció de que aquella
traición era impulsada solo por el deseo de los Santos caídos de
volver a vivir.
-"Cuando Hades se harte de ustedes, los regresará al Círculo del
que vinieron."
Seguramente ellos entendían que no eran más que marionetas. Pero,
si lo sabían…
-"¿Por qué?"
Escorpio tenía solo una respuesta.
-"No son traidores."
Se declaró a sí mismo, procurando no elevar demasiado su voz para
evitar que algún Kobold lo escuchara.
-"O tal vez lo son, pero debe de haber algo más."
¿Un motivo? A Milo no se le ocurría ninguno.
Ellos no eran ni estúpidos ni egoístas. Saga, Camus y, ahora lo
reconocía, Shura, llegaron al Santuario con otro motivo aparte del
de atacar a sus viejos compañeros.
-"¿Por qué?"
Todo pasaba irritantemente rápido. El Reloj de Fuego ya había
consumido sus primeras cuatro horas para cuando Milo dejó de
sentir el cosmo de Mü y de Seiya. Afortunadamente, a diferencia de
los cosmos de Aldebarán, Dohko y Shaka, éstos volvieron a aparecer
después de varios minutos. Aioria asesinó a seis Espectros pero
dejó pasar a otros seis, tres de los cuales resultarían ser Saga y
los demás. Ahora, todos los Santos de Bronce estaban dentro de las
Doce Casas y el enemigo había llegado hasta la Casa de Virgo. Por
fortuna, al sentir la amenaza en su Templo, el cosmo de Shaka
volvió a brillar.
El tener que permanecer en el Templo de Escorpio crispaba a Milo
hasta el punto de la demencia y era su pobre casco el que sufría
las consecuencias. Su mente le gritaba que si se detenían a tiempo
podrían evitar una desgracia. Si mostraban pronto sus verdaderas
intenciones todo resultaría bien.
Entonces, ¿por qué había una vocecita que le decía que todo eso
estaba mal? ¿Por qué sospechaba que el motivo no sería pronunciado
a tiempo? La verdad era que Milo ya no quería confiar en sus
amigos. A pesar de que todo señalaba a que se trataba de una
farsa, Escorpio se negaba a aceptar que ellos pudieran tener una
excusa lo suficientemente buena. De hecho, aunque la tuvieran, él
se encargaría de hacerles pagar por el mal rato que les estaban
ocasionando.
Y después de eso, los perdonaría.
Después de todo, ¿acaso no acababa de perdonar a la persona cuya
traición más le dolía? ¿Cuántas veces no maldijo a Kanon por el
simple hecho de que no estuviera a su lado? Ni qué decir de cuando
se enteró de que él siempre estuvo vivo.
¡Vivo!
Mientras Milo se aburría en la bendita Cíclada, Kanon estaba feliz
de la vida improvisando un plan para destruir a Atena. Mientras
Milo permanecía despierto por noches enteras preguntándose si el
mayor seguía vivo o no, el otro se entretenía jugueteando con las
estúpidas nereidas.
Más que el haberse dejado atrapar, más que el haberse aliado con
Poseidón para destruir a tantos millones de personas, incluida su
familia, lo que más quemaba al Santo de Escorpio era el hecho de
que nunca le dijo que estaba vivo. Kanon no dio ni una sola señal
sino que prefirió simplemente desaparecer. Fue entonces claro para
Milo que todos esos años fueron totalmente inútiles. Él había sido
tan importante en la vida de Kanon que éste no volvió a pensar en
él durante los 13 años que permanecieron separados.
¡Y para colmo, luego lo volvió a hacer!
Qué aplastado por el mar ni qué ocho cuartos. Kanon sobrevivió y
después se atrevió a ir directamente con Atena. Pasó frente a sus
narices a hurtadillas y escondiendo su cosmo. Aunque de esa no lo
culpaba del todo. Seguramente el pobre tenía miedo de que los
Santos Dorados lo asesinaran al verlo. No es que fuera un miedo
mal infundido, claro. De haberlo hecho de otro modo, Kanon hubiese
muerto en Aries.
Pero, siendo realistas, ¿en serio pensó que su pequeño aprendiz
podría asesinarlo? ¿O simplemente quiso evitarse la molestia de
verlo?
Para cuando Milo estaba considerando regresar al Templo de Atena
para, ahora sí, matar a Kanon, la quinta flama del Reloj se
extinguió.
Shaka acabó con los últimos Espectros que quedaban en el Santuario
y condujo a los traidores a su jardín.
-"El jardín de árboles de sala. Atis…"- Hacía muchos años que no
le llamaba así. –"¿Qué diablos haces?"
Una larga y desigual pelea comenzó en el Sexto Templo. El viento
soplaba con fuerza y parecía como si la luna hubiera dejado de
alumbrar. El presagio finalmente se materializaba.
Cuando la quinta flama desapareció, Milo pudo entenderlo.
-"Shaka, ¿quieres morir?"
Unos minutos después, una monstruosa explosión consumió el jardín
de Virgo. Cuando el polvo se desvaneció, Milo de Escorpio se dio
cuenta de la nueva verdad.
-"Ya no puedo perdonarlos."
Comentario de la Autora: Ya sé... un capítulo muy corto... pero no
podía ser de otro modo... o al menos del otro modo no me gustó
*coff*. No pasa demasiado... pero luego las cosas pasarán tan
rápido que... eh... mejor ahí le dejamos.
Tês tu’khes es algo así como 'maldita suerte' en griego antiguo.
Bueno, ya estuve viendo el asunto de la corrección del fic y...
^^' pues creo que tomará bastante más tiempo de lo que tenía
planeado. Además, decidí no subir los capítulos revisados sino
hasta que ya tenga toda la historia checada. Así que por un rato
parecerá que no hago nada. ¡Pero lo estoy haciendo! ¡Lo hago!
-o- Por lo mientras, seguiré subiendo este fic... hasta que se
acabe.
¡PAM PAM PAAAAM!
Gracias y que tengan un buen día.
Capítulo 67:  (Milagro)
-‘Por Donu…’
Milo permaneció durante varios minutos en la oscuridad de las
ruinas del Templo de Virgo. No deseó mostrarse inmediatamente pues
el impacto que sintió al ver a los traidores provocó que la sangre
de su rostro se drenara. Una cosa había sido el sentir su
presencia, pero ¿verlos?
La impresión de ver de pie a la misma persona que él mismo se
encargó de alistar para el Hades era demasiado intensa. ¡Él tuvo
su frío y rígido cuerpo entre sus manos! ¿Cuánto tiempo no
permaneció viendo el rostro de Camus esperando que sus ojos se
abrieran? ¡Y ahora él estaba ahí: vivito y coleando! Ese tipo de
cosas simplemente no deberían de pasar. No podían pasar. El que
Hades eligiera a los Santos caídos como sus nuevos lacayos era,
Milo reconocía, un arma psicológica brillante.
Pero ya había permanecido oculto por demasiado tiempo. Como
Caballero de Escorpio era una vergüenza ocultarse por nerviosismo
y no por premeditación. Borró de su mente sus recuerdos para solo
quedarse con el rencor y el orgullo. Ya tuvo suficiente de
perdones para esa noche. ¿Pero del gusto de aguijonear a alguien?
De eso no se había cansado ni un poco.
-"Pero qué interesante…"- Acabaría con ellos como llegó a hacerlo
con esos estúpidos cangrejos. Los aplastaría y los vería
retorcerse con el poco de vida que les quedara. –"Los mataré a
todos aquí mismo."- Ya tampoco escucharía los molestos sermones de
Mü. Si él podía indultar a los traidores estaba bien, pero eso no
querría decir que Aioria y Milo tuvieran que hacerlo.
Si bien el asesinato de Shaka fue más bien un suicidio, los
intrusos se atrevieron a utilizar en contra de un solo enemigo la
técnica prohibida. La Exclamación de Atena no era un ataque
secreto; el conocimiento del mismo fue pasado de maestro a alumno
incluso después de que éste fuese vetado. Ni siquiera los fieles
seguidores del Deseo Original pudieron hacer algo al respecto: la
descripción de la técnica era ampliamente descrita en cientos de
libros alrededor de todo el Santuario y nunca, ningún Patriarca se
atrevió a desaparecerlos. ¿El motivo? Se trataba de un pacto entre
Santos Dorados creado por orgullo y, tal vez, por miedo. El ataque
los unía, los elevaba de lo que realmente eran y los convertían,
al menos por unos segundos, en Dioses. Con ese poder, y si
quedaban los suficientes, siempre tendrían una última oportunidad.
Pero todo cambiaba cuando la víctima del golpe era una sola
persona; y todo se volvía una atrocidad cuando la víctima era otro
Santo Dorado. No solo era un acto terrible por la implicación del
asesinato de un compañero de armas sino porque era la violación
más insensata y directa que podía existir al decreto de la Diosa.
Después de todo, la técnica se prohibió después de la traición de
tres Santos Dorados hacia uno de sus hermanos; ese que, en aquel
entonces, era el más querido por la Hija de Zeus.
-‘Basta de compasión.’- Esta vez solo habría cabida a un final y
éste no contendría ni una sola gota de remordimiento.
-"El ataque final. ¡Antares!"
-"¡Cuidado!"
No muy a tiempo pudo reconocer la postura de Saga. Avergonzado,
escuchó un tremendo grito salir de sus pulmones. Los repetidos
golpes de la Explosión de Galaxias aterrizaron sobre su cuerpo y
la poderosa energía lo arrastró hacia el techo para luego dejarlo
caer sobre los rígidos mosaicos de mármol.
¿Cuándo fue la última vez que lo golpearon así? El intenso dolor
en su espalda no le permitía recordar eso o cualquier otra cosa.
Había estado tan concentrado en asesinar a Saga y a los demás que
no les prestó interés a sus contrincantes. Fue por eso que
necesitó de aquel grito de advertencia para poder sobrevivir al
ataque. Aunque, por otro lado ¿podía culparse a sí mismo por haber
pensado que no recibirá un contraataque? Aquellos tres recibieron
los embates de Shaka, Aioria y él mismo de un modo casi
consecutivo. Esos hombres debieron de haber regresado al Hades
desde hacía casi una hora pero seguían ahí, de pie, comportándose
con el mismo orgullo con el que llegaron.
-"Imposible."
Era como si en algún punto del camino Shura, Saga y Camus se
hubieran vuelto inmortales. Solo eso podía explicar el porqué su
sangre aún corría a través de sus venas en vez de escaparse por
los múltiples orificios de la Scarlet Needle.
Y luego, aquella posición.
Mü, Milo y Aioria la reconocieron inmediatamente.
-‘Esos malditos intentan matarnos.’
Los tres sabían que solo podían hacer una cosa para intentar
salvar a la Diosa. También sabían que seguramente morirían en ese
lugar. Ya solo les quedaba una salida y ésta era el romper la
orden de Atena.
-‘Al demonio.’
Después de todo, esta vez serían tres contra tres.
Después de todo, la muerte era un castigo correcto para cualquier
Santo de Oro que se enfrentara contra uno de sus hermanos. Incluso
si solo lo hacía por defensa propia.
Fue gratificante ver que ni siquiera Mü dudó en utilizar aquella
última carta. De cierto modo le hizo sentir al Santo de Escorpio
que el deseo de realizar la Exclamación de Atena no era tan
irreverente como parecía.
Como por instinto los tres tomaron sus lugares frente a sus
enemigos. Con la respiración serena movieron sus manos del modo
que tan repetidas veces llegaron a practicar. Siendo uno solo, la
triada decidió darlo todo.
Lo que vino después fue un solo grito, una intensa luz dorada y
una implacable ráfaga de viento seco y cortante.
Era una pena que el Santo de Escorpio estuviese tan concentrado en
aquella técnica. De no haberlo estado, hubiera notado la divinal
perfección del ataque que realizaban. Seis cosmos reunidos en un
solo punto, ninguno de ellos más fuerte que el otro. Habían creado
una esfera perfecta en donde solo existía un pensamiento: Atena.
La energía revoloteaba sobre sí misma y algunas ínfimas partes
decidían escaparse del centro, elevándose hacia cualquier sentido
que el poderoso viento les permitiera. La tierra temblaba como si
los Gigantes estuviesen ahí mismo, peleando contra las flechas de
Heracles mientras los poderosos rayos de Zeus se estrellaban
contra las baldosas.
Dioses.
Los seis Santos de Oro se convirtieron en Dioses pero no podían
regodearse por ello. Irónicamente, de haberlo hecho hubieran roto
el perfecto equilibrio que tan accidentalmente crearon.
Pero los mortales están imposibilitados a crear con sus cuerpos
maravillas eternas. Los mismos humanos no permiten su existencia.
Palabras. ¡Estúpidas palabras que los mocosos de Bronce se
atrevían a pronunciar en contra de la maravilla!
¿Quiénes se creían ellos para presumir entender del todo los
sentimientos de los resucitados? ¿Ya qué más daba a quién
obedecían los portadores de armaduras negras? Fueron ellos los que
desearon comenzar una Exclamación de Atena, dejándoles a Mü y a
los demás ninguna otra salida.
Esos cuatro imbéciles. Esos pobres ingenuos creyeron que podían
detener la pelea con palabras lindas, que había otras opciones que
las de empezar ese divino infierno.
¡Estúpidos!
Cuatro niños de Bronce no podrían entender los verdaderos
sentimientos de un Santo de Oro. No eran ni siquiera dignos de
intentar comprenderlos.
Ellos no se daban cuenta de que cuando tres hombres deciden tomar
el camino de matar a un compañero con la Técnica Prohibida es
porque ya no hay marcha atrás. Ni Odiseo, ni Néstor, ni siquiera
el mismísimo Hermes hubiera podido convencerlos de terminar con la
batalla.
¿Entonces por qué ellos fingían entenderlo todo? ¿Por qué se
atrevían a destruir la recién creada obra de arte?
De un modo tan rápido como fue creada, la esfera se elevó hacia el
cielo, destruyendo a su paso lo poco que quedaba del Sexto Templo,
el cual acabó colapsándose sobre todos los que se encontraban
adentro.
-"Ustedes dos, ¿están bien?"
Saliendo de los escombros, Milo y Aioria comprobaron que aún
tuvieran todas las partes de sus cuerpos en su lugar. Casi
inmediatamente buscaron a los responsables de que la energía se
desequilibrara, pero los culpables nunca fueron encontrados.
Desafortunadamente para ellos, los Santos Dorados no pudieron
darse a la labor de buscarlos. Una familiar mano salió a duras
penas de entre el cascajo.
-"Saga."
A éste se le complicaba el respirar pero estaba mucho más vivo de
lo que se suponía debía de estar.
De acuerdo. Milo se encargaría de ese asunto.
Pero por tercera vez aquella noche, sus planes fueron frustrados,
esta vez con una simple y amable frase: "Detente, por favor."
-"¿Atena?"
Milo, Mü y Aioria sabían que hasta entonces la encarnación de la
Diosa no había tomado precisamente las mejores decisiones pero
¿pedir una audiencia con los asesinos?
-"Hay algo que debo decirle a Saga en persona."
Los Dioses suelen ser caprichosos. Eso Milo lo sabía muy bien,
pero eso más que caprichoso era… bueno. No era propio negarle ese
favor a su Diosa. Después de todo, aquellos hombres ya estaban más
muertos que vivos. No habría de qué preocuparse. Posiblemente el
único problema sería el pesado viaje de subida.
-"Hay que buscar a los otros."- Indicó Mü una vez que se rompió la
comunicación con la joven.
-"¿Qué pasará con Seiya? ¿Con todos?"
-"Estarán bien."- Mü no estaba muy convencido, pero ocultó su
inseguridad al agacharse para sacar a Saga de los escombros. –
"Ellos aún no pueden morir."
-"Curioso."- Milo revolvió un trozo de roca, lo cual le permitió
identificar el azulado cabello del antiguo Santo de Acuario. –
"Usualmente mueren los que no deben de hacerlo y viceversa."
El silencio reinó en el desmoronado Templo y continuó hasta más de
la mitad del camino.
-"Aioria, Aioros-"
-"¡Calla!"
Leo estaba furioso, posiblemente más que Milo o Mü juntos. Si el
enojo era causado por la aparente muerte de los Santos de Bronce,
por la muerte de Shaka o por el simple hecho de sentirse
traicionado, Escorpio no pudo reconocerlo. Seguramente se trataba
de todo un poco.
Milo, por su parte, ya estaba más tranquilo. El haber realizado la
Técnica Prohibida le permitió descargar un poco de ira y, gracias
a eso, ahora pensaba con mayor claridad. Ya no importaba si Camus
y Saga eran traidores. Lo único que él quería saber era el motivo
de sus acciones. No podía entenderlo. Por más vueltas que le daba
al asunto, le era imposible llegar a una conclusión. El silenció
le agobió y, haciendo a un lado su orgullo, se atrevió a
preguntar.
-‘¿Por qué nos traicionaron, amigo mío?’
No recibió respuesta.
El camino hacia el Templo de Atena le causó al Santo de Escorpio
un sentimiento muy parecido al de la prothesis de apenas unos
cuantos meses, solo que esta vez no había ataúdes; solamente
cuerpos sin vida, vacíos y patéticos siendo arrastrados por tres
hombres que no sabían lo que estaba pasando.
-"Atena, como usted lo pidió, aquí están Saga y los demás."
-"Pero no son muy diferentes a los muertos."- De haber sido otra
la situación, Milo se hubiera atrevido a sonreír ante el
comentario de Aioria. De haber sido otra la situación, él mismo lo
hubiera pronunciado. –"Ya ni siquiera pueden hablar."
-‘Ya basta.’- Con suerte, el circo estaba por dar su última
función.
Milo tiró a Camus, como reprochándole por su silencio. Se sintió
un tanto sorprendido al ver a los otros traidores caer del mismo
modo al suelo.
-"¿Kanon?"
El susodicho caminó hacia su hermano y le ofreció un pequeño
cofrecito dorado. La escena era interesante, no solo por la
curiosidad que levantaba aquel objeto, sino también porque esa fue
la primera vez que Milo vio a Saga y a Kanon juntos.
En aquel momento se le ocurrió imaginarse el cómo hubiesen sido
las cosas si Kanon y Saga no hubieran sido tan orgullosos. En esos
momentos estarían durmiendo tranquilamente, esperando por un nuevo
día de entrenamiento y de estudio. Maias viviría con su aburrida
familia, aspirando a ser no más que una simplona ama de casa. El
Santuario no estaría en crisis por falta de maestros y, lo más
llamativo, nunca hubiera conocido a los jóvenes de Bronce. Todo
ello sonaba tan simple ahora que se lo planteaba…
¿Y qué con ello?
Por más que Ewan renegara del destino, a su alumno siempre le
pareció que el Universo se ponía de acuerdo para que pasara un
cierto evento. ‘Las cosas pasan por algo.’ Pensó. No es como si
Hades hubiera cancelado su ataque al ver a todos en Atenas
llevarse de maravilla.
Después de unos segundos de expectativa, Saga abrió el cofre y
sacó, con mano temblorosa, el brillante y afilado objeto que éste
guardaba.
¿Atena le ofrecía a Saga aquel objeto en señal de su perdón?
¿De qué diablos le servía el perdón a un muerto? Milo no dudó en
pronunciar aquel pensamiento.
La Diosa caminó hacia el gemelo mayor y colocó sus manos entre las
suyas.
-"Puedes matarme con esto, Saga."
-‘No.’
Antes de que cualquiera pudiese entender lo que pasaba, la niña
(pues solo eso parecía en aquel momento) guió la daga hacia su
cuello.
Para cuando Aioria y Milo pudieron moverse, el cuerpo sin vida de
Saori Kido caía al suelo.
-‘No.’
¿Cómo? ¿Atena les pidió que los llevaran ante Ella solo para eso?
¿Aldebarán y Shaka murieron solo para eso? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por
qué la Diosa había sido tan cruel? Destruyeron Templos. Rompieron
Leyes. Se obligaron a borrar todos los recuerdos de sus mentes,
¿para eso?
Su Diosa. Su vida. Todo yacía en el suelo del Templo sobre un
enorme charco de sangre.
-‘¿Por qué?’
Y miró hacia el que, se suponía, había sido su mejor amigo.
-‘¿Por qué?’
Y él de nuevo no contestó.
-"¡¿Por qué?!"
Lo alzó por el cuello sin importarle si lo asfixiaba o no. Si lo
mataba o no.
-"¿Por qué?"
Su hermano. Su amigo. ¿Por qué no le contestaba? ¿Por qué no le
explicaba lo que había pasado? ¿Por qué no lo ayudaba a sentirse
menos miserable?
¿Por qué tenía que corresponder su mirada con esos grises ojos sin
vida?
-"Ankou…"
Susurró y lo dejó ir. Sus manos se escurrieron por su pecho hasta
que sus rodillas chocaron con el suelo. Esperó por unos segundos a
que al menos se atreviera a posar una mano sobre su hombro, pero
la espera fue en vano.
Nada.
-"Ankou… ¿por qué?"
No había nada.
Milo se había sentido solo en muchas ocasiones, pero nunca así:
tan desesperado, tan defraudado.
-"¿Por qué?
Comentario de la Autora: Ah, bueno... este ha sido uno de mis
capítulos favoritos. Es algo diferente. Quise dejar a un lado lo
más posible la descripción de lo que pasaba para evitar aburrirlos
(por eso hay varios hoyos y cosas sin decir. no las consideré
necesarias), así que me fui un poquito más con la parte emotiva
del asunto. Quise dar una explicación maomenos lógica del porqué
los goldies sabían hacer la Exlamación de Atena con todo y pose.
Espero que haya sido algo creíble. Sobre el porqué se prohibió...
bueno, eso es algo explicaré (dios quiera) en otro fic más
adelante... eh... ^^' bastante más adelante.
Y.... ya sé que fui muy dura con los Bronceados... -o- ¡Pero tenía
que descargar toda mi ira sobre ellos! Creo que quise dar a notar
que los Santos de Oro son los más orgullosos de los 88. Tal vez
demasiado para su propio bien, pero bueno.
Eh... originalmente me vi en complicaciones para saber quién
llevaría a Saga ante Atena: si Mü como en el anime o si Milo como
en el manga. Ambas cosas me servían. Pero Megu me convenció de
seguir la corriente fanservicera jejeje.
Lamento mucho, mucho la tardancia, pero andaba en final de
semestre y eso es como que horrible y ahora que nomas me falta
recibir una calificación (espero) pues me dio una gripe que anda
haciendo mellas en mis ojitos (roooojos, rooojos), por lo que no
he podido estar mucho tiempo en la compu.
Como sea, espero que este capítulo les haya gustado tanto como a
mi! ¡Domo arigatou minna-sama!
Capítulo 68:  (Juez)
-"¿Ya acabó?"
La niña, la menor de todas en aquel dormitorio, pegaba su nariz en
el vidrio de una de las múltiples ventanas que circulaban la
habitación. Su vista estaba fija en la borrosa mancha negra que en
realidad eran las 12 Casas.
-"Supongo que ya."- Comentó una chica mayor, retirando del pie de
la ventana a la pequeña.
Casi todas las mujeres de la habitación se despertaron al escuchar
una fuerte explosión en el Templo de la Diosa. Otras se fueron
levantando al sentir el nervioso movimiento de sus compañeras de
cuarto. El resto no se inmutó sino hasta escuchar el enorme
estallido que aconteció en la Casa de Virgo.
Y después de eso, solo hubo silencio.
-"¿Eso es bueno?"
-"¿Qué pasará ahora?"
-"¿Estarán bien?"
-"¿Y Atena?"
Maias, aunque despierta, permanecía recostada sobre su litera.
Estaba nerviosa (su amarillento pulgar derecho lo denotaba), pero
sabía que las cosas no cambiarían si se asomara, como lo hacían el
resto de las muchachas, por la ventana.
-"¿Por qué no vamos a ver y ya?"- Maias alzó el rostro para buscar
a la dueña de esas palabras. No se sorprendió al ver que se
trataba de una de las veteranas.
-"Ni lo pienses, Siris."- Indicó la mayor de todas. La única
anciana. Maias la reconocía como la que les dio la bienvenida y el
reglamento en su primer día en el Santuario. Ella estaba sentada a
un costado de su cama, realizando el intrincado tejido que siempre
realizaba antes de dormir. El cuadro general podía emitir
serenidad pero sus fruncidas cejas obviaban que esa mujer estaba
todo, menos relajada.
-"Pero podrían estar muriendo."
-"Están muriendo, muchacha."- Indicó la mujer. –"Pero créeme, no
hay nada que tú puedas hacer allá afuera."
-"Pero el señor Aldebarán. El señor Mü."
-"Si quieres hacer algo, reza por sus almas. No hay más."
-"No es justo."- Genial, pensó Maias. La niña estaba a punto de
llorar. –"¿Por qué no podemos hacer algo?"
-"Ya está bien, Siris."- Otra veterana, Ilitía, habló. –"Ella
tiene razón."
Maias torció la boca. ¿En serio estaba bien? ¿Qué pasaría si ellos
morían? ¿Si Atena moría? ¿Acaso la situación era tan peligrosa
como aparentaba? Por unos instantes se sintió de nuevo en las
catacumbas de Tripiti, escondiéndose con desesperación de la
subiente marea. Claro que ahí, en Atenas, los heridos y la escasez
de agua habían sido intercambiados por mullidas camas y estómagos
llenos.
-"Estará bien."- Murmuró. –"Hay cosas peores."
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"¿Por qué?"
Un extraño brillo amarillo sacó a Milo de su ensimismamiento.
Extrañado, notó una mariposa traslúcida volando hacia el noreste.
-"Una de las hadas de Papillion."- Le tomó unos segundos a Mü el
terminar su oración. –"Era un espía de Hades."
Tanto Milo como Aioria alzaron sus rostros. Durante toda esa
confusión se habían olvidado que el verdadero enemigo permanecía
sentado en su trono del Pontos.
-‘Todo ha sido por Atena.’- Saga se puso de pie y caminó hacia el
cuerpo sin vida de la muchacha. –‘Shura, Camus, es hora de irnos.’
Los susodichos asintieron y caminaron hacia él.
-"Ankou… ¿por qué no nos dicen qué diablos está pasando?"
-‘Te pedí que no volvieras a llamarme así.’
La tierra tembló por unos segundos pero nadie le prestó atención.
-"Nosotros solo veníamos a hablar con Ella."- Shura fue el que
decidió confesar. –"El Patriarca tenía un importante mensaje para
Atena, pero Ella lo entendió antes de que se lo pudiéramos
comunicar."- Ni Leo, Escorpio o Aries entendieron aquellas
palabras. –"Su Armadura. Ella tenía que despertar su Armadura
Sagrada y eso solo se puede hacer con su propia Sangre. Ella
decidió morir-"
-‘Suficiente, Shura. La señorita Pandora nos espera. Hades nos
espera.’
El español decidió tomarle la palabra a Saga, el cual se inclinaba
para sujetar el cuerpo de Atena entre sus brazos.
-"Esperen."- Advirtió Aries. –"No pueden llevársela así."- Se
teletransportó y a los pocos segundos apareció de nuevo, sujetando
una sábana blanca. –"No pretenderán llegar frente a Hades con las
manos vacías."
Saga asintió como si no le hubiera dado demasiada importancia al
asunto y cubrió el cuerpo de la Diosa con la tela.
Hubo un nuevo temblor, esta vez más fuerte que el anterior.
-‘Kanon, cuida de la Armadura, ¿quieres?’- Después de dirigirle la
mirada a su hermano, Saga se dirigió hacia el Santo de Aries. –‘No
hay mucho tiempo. Tienen que apresurarse.’
-"Entiendo. Cuiden de Atena."
-‘Ese será el trabajo de Shaka. Ya no hay mucho que nosotros
podamos hacer.’
El viento sopló con aún más fuerza y, reuniendo la poca energía
que conservaban, Saga, Shura y Camus desaparecieron a la velocidad
de la luz.
-"Sabías esto desde el principio, verdad Mü?"- Milo frunció el
ceño mientras notaba que había dejado su casco en Virgo. Si alguna
vez regresaba por él, tendría severos problemas para encontrarlo.
–"¿Por qué demonios no dijiste algo?"
-"Yo solo sabía que ellos deseaban que Atena alcanzara el Octavo
Sentido y que Shaka murió para adelantársele. No esperaba lo de la
Armadura. Además, de haberlo dicho, hubiéramos malgastado el
sacrificio de Saga y de los demás."
-"¿Y el sacrificio de Aldebarán? Me sorprende que un trío de
zombis te importe más que él."
-"No pongas palabras en mi boca, Milo."
-"Estúpidos."- Los tres hombres se desconcertaron ante la
intromisión de Kanon. –"La sangre de Atena corre fresca por sus
pies y lo mejor que pueden hacer es discutir entre ustedes."
-"¿Sigues aquí?"- Escorpio arqueó la ceja y sonrió de medio lado.
–"Ya te hacía en Géminis probándote tu nueva Armadura."- Volvió a
dirigir su rostro hacia Mü. -"Maldito Atis. Habiendo formas tan
variadas de morir tuvo que elegirse la más controversial. ¡Todo
esto valió para un carajo!"
-"El Santuario se está colapsando."- Comentó Aioria como para dar
a entender que ya habían perdido el tiempo suficiente.
-"Es porque Atena se ha ido."- Aclaró Kanon. –"Sin Ella y sin el
Patriarca, el Santuario no puede mantenerse en pie. En unas horas
todo esto quedará en ruinas. Tenemos que irnos a Alemania ahora."
-"Esperen un momento."- Insistió Escorpio. -"¿Qué pasará con la
Armadura de Atena, Mü?"
-"No sé. No sé cómo es que deba de despertarse ni dónde esté pero
estoy seguro de que mi Maestro hará algo al respecto. Nosotros
debemos de adelantarnos."
-"Yo los alcanzaré después. Procuren no morir antes de que
llegue."
-"Y tú procura no morir antes de llegar."
-"Mocoso insolente."
-"Ya vámonos, Mü."- Al ver que Milo no estaba dispuesto a salir de
Atenas y que parecía haber atrapado a Kanon en otra discusión, Leo
tuvo que recurrir a Aries. –"Antes de que todo esto desaparezca."
-"¿Milo?"
-"Aye, aye…"- Rindiéndose, Escorpio se colocó a lado de sus
compañeros.
En pocos segundos llegarían a Alemania.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
-"Esto debe de ser una broma."
Leo, Aries y Escorpio observaban el Castillo de Hades desde una
distancia no muy segura.
-"¿Ya te dio miedo, Gata Dorada?"
Los Caballeros no podían ver el paisaje con mucha claridad. La
noche era oscura a pesar de la luna llena y las negruzcas paredes
de la construcción tampoco ayudaban. Apenas y podían notar los
detalles del edificio cada que una de esas extrañas corrientes de
aire verde salía del peñasco que rodeaba al castillo.
-"Estás especialmente irritante esta noche, Arácnido."
-"Vamos."
Siendo guiados por Mü, los tres caminaron hacia la entrada de la
fortaleza. Los Espectros que la vigilaban no tardaron en
descubrirlos y mucho menos en atacarlos.
Y, mientras los Santos peleaban contra los sirvientes de Hades,
descubrieron que algo no estaba bien.
-"¡¿Un campo de fuerza?!"- Gritó Aioria mientras destruía la
Sappuri de uno de sus enemigos.
A pesar de que la cantidad de Espectros era considerable, la
fuerza de cada uno de ellos era ínfima. Incluso con el campo de
fuerza, no significaron un reto para los Caballeros Dorados.
Pronto, el último de los guardias sobrevivientes cayó al abismo.
-"Malditos cobardes."
-"Tenemos que entrar al Castillo. Tal vez ahí podamos-"
-"Alguien viene."- Interrumpió Leo. –"No es como los demás."
Los tres miraron con expectativa hacia la enorme puerta de madera.
Cuando ésta se abrió, dejó salir a un hombre rubio y alto. Su
Sappuri y su cosmo evidenciaban algo claramente: se trataba de uno
de los tres Jueces del Hades.
-"Ustedes tres, ¿a qué han venido?"
Su voz gruesa y su jactancioso tono acentuaron su rango.
-"Apártate de nuestro camino."
-"¿A dónde se dirigen?"- Su actitud, totalmente indiferente.
-"Lo sabes muy bien. Venimos a defender a Atena."
-"Siento lástima por ustedes, Santos."- Su sonrisa, cruel. –
"Ustedes no son más que gusanos comparados con los Espectros de
Hades."
-‘Interesante.’- Pensó Milo. Después de todo ¿acaso no había más
de una docena de Espectros muertos a su alrededor? ¿Acaso los
seguidores del Dios del Inframundo no se escudaban detrás de un
campo de fuerza que evitaba que sus enemigos pudieran desempeñarse
al 100%? –‘Debe de estar loco.’
-"Siento lástima por ustedes porque no tienen oportunidad de
ganar."- Pero él realmente creía lo que decía.
-"Solo dices tonterías. ¡Haré que te tragues tus palabras!"
-"¿Bromeas? Yo, Radamanthis nunca he sido herido."
Aioria incendió su cosmo.
-"Entonces déjame ser el primero en hacerlo. ¡Será la primera vez
que te lastimen!"- Reunió su energía y lanzó su ataque.
El enemigo fue golpeado, pero sus reflejos fueron rápidos.
-‘No sirve.’- Pensó Escorpio. Tendrían suerte si algo lo hacía. –
‘Necesitamos más.’- Al demonio con eso de no atacar a una persona
teniendo ventaja numérica. Los Dioses sabían que no tenían la
ventaja física.
-"¡Scarlet Needle!"
Catorce golpes seguidos.
-"¡Extinción de Luz Estelar!"
Eso tampoco sería suficiente.
-"¿Es que no lo entienden?"- Aquellos ataques solo alimentaron el
ego del enemigo. –"Estos son los dominios de Hades. No importa
cuánto poder tengan. No tienen ninguna posibilidad."- Se elevó del
suelo y se dirigió directamente hacia Aioria y, con un golpe
certero, lo mandó a varios metros de distancia. De no haber sido
por el barandal que los separaba de aquel precipicio, lo hubieran
perdido.
Radamanthis no tardó en atacar a los otros dos. Sus golpes eran
descuidados pero poderosos.
Esa noche, Milo sintió más dolor que el de toda su vida junta. Al
diablo con el entrenamiento de Saga. ¡Al diablo con el
entrenamiento de Ewan! Esos eran golpes de verdad.
Pero de haber sido solo dolor, hubiera estado bien. Sin embargo,
su frustración le causaba más agonía que la que cualquier golpe
del Juez. ¿Así iba ser su muerte? Ojalá que Ewan nunca se
enterara.
-"Los arrojaré vivos al Cocytos."- El cuerpo de Aioria se
suspendía sobre el abismo. –"Se arrepentirán el haberse enfrentado
aquí conmigo. Podrán ver lo débiles que son."
-"¡Aioria!"
Pero entonces, cuando Leo se precipitaba hacia la oscuridad del
Cocytos, cuatro cosmos conocidos inundaron el lugar. La cadena de
Andrómeda sujetó con fuerza el brazo de Aioria y varios golpes
distrajeron al Juez.
Así que Saga tenía razón. Los Santos de Bronce no eran hormigas.
¡Eran cucarachas! El Santo de Escorpio nunca estuvo tan feliz de
encontrarse con los indestructibles insectos. Sus energías
parecían haber sido renovadas y todos ellos estaban
repugnantemente entusiasmados. Eso estaba bien. Era lo que
necesitaban. Pero el orgullo de su rango no les permitió acceder a
que la pelea cambiara de participantes.
-"Rápido, salgan de aquí."
Pero los necios no les escucharon.
Leo, Escorpio y Aries tuvieron que cubrirlos para evitar que el
ataque de Radamanthis los hiriera. Les costaron muchas palabras
cursis el finalmente convencerlos de que no eran útiles ahí, de
que tenían que entrar al Castillo.
Mü les dijo que vencerían a Radamanthis, pero los Santos de Oro
sabían que eso era poco probable: solo les darían un poco de
tiempo. Además, ellos ya estaban cansados. La siguiente etapa de
la pelea necesitaría más de tres Caballeros semiinconscientes.
-"Los estaremos esperando."
Bien. Parecía que nunca se irían.
¿El ataque final de los Santos Dorados? Tal vez lo parecía, pero
ellos tenían la esperanza de que fuera solo el cierre de una parte
de la batalla. Con suerte, podrían herir al Juez y, con un
milagro, sobrevivirían a lo que viniera.
Lo único que Milo esperaba, era que sobrevivieran lo suficiente
como para ser merecedores de una muerte digna.
Aries, Leo y Escorpio lanzaron sus ataques casi al unísono.
Radamanthis no tardó en imitarlos.
Un intenso resplandor verde los cubrió a todos y entonces, el
dolor se detuvo.
Comentario de la Autora: Bueno, espero que les haya gustado el
mini inter que hubo de "lo que no se vio en la Saga de Hades". Mü
se pudo teletransportar porque ya no había ningún kekkai en el
Santuario (aunque ya lo hemos visto hacerlo con todo y campo de
energía...). Eeeeh... y bueno, como seguramente lo podrán
adivinar, el siguiente capítulo que suba será el último. Habrá
epílogo... si les consuela. Creo que eso es todo por ahora. Me dio
un aigre y me duele el pecho T.T.
¡Se cuidan!
Capítulo 69:  (Muro)
-"¿Mamá?"
El pequeño niño se asomó por la puerta de la cocina. La noche
estaba más que entrada y el único ruido que se escuchaba era el de
los grillos del jardín y el de los platos chocando los unos contra
los otros debajo de un chorro de agua fría.
-"¿Qué pasa?"- La mujer dejó a un lado sus deberes y miró con
extrañeza al niño.
-"Tengo miedo."
-"¿De qué?"
-"A morir."
La mayor sonrió mientras caminaba hacia su hijo.
-"No te preocupes. Tu papá y yo todavía estaremos aquí mucho
tiempo."- El niño alzó las cejas, sorprendido por aquella
respuesta. ¡Si no eran las muertes ajenas las que le preocupaban!
Esas eran solo eso, muertes. Pero, ¿la suya? ¿Cómo sería? -"Y a ti
te falta mucho más."- Aseguró. –"Mucho después de que ya no te
acuerdes de nosotros."
El pequeño le propinó una mirada extraña: entre enojada y
avergonzada. Como si el tiempo hiciera una diferencia. Él
simplemente tenía miedo a morir. No le importaba el cuándo.
-"¿Cómo es?"
-"No sé, hijo. Pero un niño tan pequeño como tú no debería de
preocuparse por eso. Es tonto."
Convenciéndose de que esa noche no hallaría un consuelo mejor,
decidió regresar a su habitación, esperando que para el día
siguiente el miedo hubiese desaparecido.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Un sueño.
Una mezcla de imágenes y sonidos yendo y viniendo.
Sin sentimientos.
Sin razón.
Solamente recuerdos rotos y confusos. Nombres cambiados. Lugares
fusionados. Situaciones imposibles.
Sin dolor.
De haber estado en mí, me hubiese vuelto loco.
Pero en ese entonces estaba bien.
Todo era un sueño. Y en ese momento, estaba bien.
Hubiera permanecido ahí, sumergido en el mar de hielo por el resto
de la eternidad, y no me hubiera molestado demasiado. Hubiera
estado ahí, ahogándome en mis propios recuerdos incluso después de
que la piel de mi cuerpo se pudriera sin mi cosmo para mantenerla
con vida.
Pero no es fácil seguir durmiendo cuando ocurren tantas cosas a tu
alrededor.
El cosmo de Pegaso comenzó a despertarme. Podía sentirlo, pero no
reconocerlo. En realidad, no me importaba. Su presencia no era más
que un débil fantasma: la reminiscencia de una reminiscencia.
Algo sin importancia.
Ni siquiera Seiya me pudo fungir como ancla hacia al mundo real.
Fue por eso que preferí seguir durmiendo, entreteniéndome en
aquella esfera de confusión que en tanta serenidad me mantenía.
Pero una nueva presencia pronto comenzó a molestarme. Ésta era
mucho más fuerte. Mucho más identificable. Y, sobre todo, bastante
más significativa.
Me obligué a mi mismo a recordar. A ordenar mis pensamientos.
¿Aquella casa blanca con cara a la iglesia? Milos.
¿Aquellos templos de mármol? Las 12 Casas.
¿Aquel castillo cubierto de penumbra?
Hades.
Comencé a recordar porqué había llegado a ese, ahora lo reconocía,
congelado lugar. Finalmente, un roce de energía cepillando mi
frente me hizo despertar por completo.
Confundido como estaba, no tardé demasiado en darme cuenta de lo
que ocurría. Atena aún necesitaba nuestra ayuda. Eso estaba bien.
Eso quería decir que Ella aún seguía con nosotros.
Finalmente decidí que era hora de despertar. Contraje los músculos
de mis dedos, pero pronto noté que eso no sería suficiente para
liberarme. Procedí a aplicar fuerza con mis brazos. Entonces,
escuché un fuerte crujido de no muy lejos de donde yo me
encontraba. Aparentemente Aioria y Mü también comenzaron a
moverse.
El hielo era firme, pero no lo suficiente. El sentir el aura de la
Diosa nos revitalizó. Era tranquilizante ver que, aún después de
aquella pelea en la entrada del Castillo, la esperanza podía
regresar a nuestros corazones con tanta facilidad.
Lo primero que oímos al despertar fueron las molestas voces de
unos Espectros. Creo que Aioria y yo nos alegramos al saber que
podríamos desquitarnos un poco con esos cuatro pobres
desafortunados.
Ingenuos.
Incluso estando bajo los efectos del campo de fuerza de Hades
pudimos destruir a decenas de peones. ¿Qué nos durarían ellos ya
que nuestros cosmos no estaban atados por un hilo invisible?
Pronto comprobamos que fueron menos de cinco segundos.
Después de constatar que el Santo de Fénix había hecho lo que
mejor sabe hacer (y esto es, desaparecer cuando más se le
necesita), decidimos dirigirnos hacia la Guidecca. Hacia el Muro
de los Lamentos.
En aquel entonces no sabía mucho de aquella construcción. Solo
sabía, por lo poco que había leído, que ésta era de suma
importancia. Tanto así que las murallas de la ciudad de Príamo
parecerían una burla a lado de ésta. Una barrera tan olímpica solo
podía estar protegiendo algo aún más divino: los Campos Elíseos.
Y eso era extraño.
¿Cómo, siendo una estructura primordial, no contaba con más de
media cuartilla de descripción?
Mientras corríamos hacia el Muro, deseaba que aquella falta de
información se debiera a que la muralla no era tan indestructible
como se esperaba y que el detallar en el asunto hubiese sido una
pérdida de tiempo.
Pero el cosmo de Shaka, a punto de consumirse a sí mismo, me
obligó a aceptar que el asunto no sería tan fácil como parecía.
Llegamos ante el muro tan solo unos segundos después de Dohko de
Libra. Afortunadamente, éste detuvo a Virgo antes de que hiciera
una nueva estupidez.
El vernos reunidos me hizo olvidar por varios segundos contra lo
que nos enfrentábamos. No éramos ni la mitad de los 12, pero en
aquel momento me parecieron suficientes. Recuerdo que prometí
ofrecerle un buen sacrificio a Atena (si es que regresábamos a
Ática) por habernos dado una nueva oportunidad. También recuerdo
que Shaka demostró un pesimismo poco digno de quién se conocía
como ‘el más cercano a los Dioses’.
‘Haremos que brille el Sol.’
Aquella frase del maestro de Libra borró la flaqueza que
comenzamos a sentir y, antes de que pudiésemos pensarlo mejor, los
cinco teníamos las Armas de la Séptima Armadura en nuestras manos,
listos para lanzarlas con todas nuestras fuerzas ante nuestro
Ilión.
La idea era sencilla. Creo que todos en aquel momento estábamos
seguros de que iba a funcionar. Después de todo, habíamos
comprobado que tan solo un arma en manos de un Santo de Bronce
podía destruir el Pilar Central del Templo de Poseidón. Era
difícil de imaginar que cinco armas en manos de cinco Santos de
Oro no pudiesen romper un simple muro.
Pero, ¿cómo se dice?
Ley de Murphy.
Si algo puede salir mal, lo hará.
Admito que el recordarlo me avergüenza. Estaba bien que no éramos
expertos con las armas, pero el ser golpeados por ellas mismas…
eso había sido simplemente bochornoso. Pero en aquel momento
estábamos tan desesperados de cruzar el Muro que no reparamos en
nuestro pisado orgullo.
Al ver que habíamos fallado, Seiya no tardó en precipitarse. Tomó
la espada de Dohko y corrió con todas sus fuerzas en contra del
Muro. Hubiese muerto de no haber sido porque un brillo dorado lo
detuvo.
¿Cómo explicar la cascada de sentimientos que tuve al ver aquella
estructura dorada frente a nosotros? Aioros de Sagitario había
venido a ayudarnos.
Por si fuera poco, 5 de las Armaduras restantes no tardaron en
llegar.
Lo que ocurrió después fue realmente un milagro. No hay otro modo
de describirlo.
Si aquella vez en la que las 12 Armaduras se reunieron en el
Santuario la sensación fue sumamente intensa, ahora que estaban
solo 11, el sentimiento no era menor. Muy al contrario, la emoción
se había al menos triplicado. Esto porque no solo se trataba de
las Armaduras, sino porque con ellas se encontraban también los
cosmos de nuestros hermanos.
Pronto descubrimos que la resonancia, en vez de disminuir,
aumentaba. Ellas no estaban saludándose después de una larga
separación. Ellas estaban llamando a la Última.
Me sorprendí mucho cuando apareció la Armadura de Géminis. Ésta
llegó ante el Muro por sí misma. Aparentemente Kanon tenía cosas
mejores que hacer que reunirse con nosotros. Bien por él. Por lo
que podía sentir, él también estaba divirtiéndose. Me tomé unos
cuantos segundos para cuestionarme si el formal General Marino
podría huir nuevamente de la muerte. Admito que deseé que no fuera
así. Supongo que pensaba que solo podría reunirse con nosotros si
él moría. No es que creyera que él quisiera estar con nosotros,
claro.
Hyoga y Shiryu se nos unieron.
La resonancia se detuvo.
Y, entonces, pude entenderlo.
Ese era el momento por el cual permanecí tanto tiempo con vida.
Mi nacimiento, mi entrenamiento, los acuartelamientos durante las
Guerras Santas: todo me llevaba a ese punto. Ewan no estaría de
acuerdo conmigo, pero yo sé que todas mis acciones me llevaron
paso a paso a ese momento. No había forma de escaparme de aquel
destino. Camus y los demás eran la mejor prueba de que ni siquiera
con la muerte uno es capaz de desembarazarse de la misión que le
han encomendado los hados.
De nuevo estuvimos juntos. ¿De nuevo, digo? Posiblemente habían
sido más de cien años desde la última vez que los 12 Caballeros
Dorados se vieron en la misma habitación.
Pero no hubo tiempo para saludos efusivos. Yo mismo no me atreví a
pronunciar más que una u otra expresión de sorpresa. En aquel
momento, todo parecía dicho.
Sagitario tomó su flecha dorada y la apuntó hacia el Muro de los
Lamentos.
Todos sabíamos lo que teníamos qué hacer y las consecuencias que
recibiríamos. Aquella noche comprobamos el poder de dos
Exclamaciones de Atena chocando entre sí. Lo que seguía era un
ataque similar pero con una fuerza exponencialmente mayor. Si con
la energía de solo seis Caballeros Dorados pudimos alcanzar el
estado de Dioses, siendo doce los superaríamos incluso a Ellos,
aunque fuese tan solo por unas milésimas de segundo. Con eso sería
suficiente para destruir el Muro. Éste caería como la pobre
muralla de Éaco: frágil e inservible ante poderosas serpientes
marinas.
Mi pobre mente estaba renuente a aceptar lo que estaba a punto de
ocurrir, pero no por ello dejé de sentirme dichoso. Toda mi vida
culminaría en ese punto. En aquella explosión se consumirían mi
coraje y mis sueños. Todos mis recuerdos desaparecerían en una
llamarada de cegadora luz que consumiría todo a su paso.
Y yo nunca había estado tan feliz. No porque estuviera ayudando a
Atena. Mucho menos porque le estaba dando una nueva oportunidad a
Hyoga. Me sentía bendecido porque, a final de cuentas, había
valido la pena. Y, al final de la historia, me uniría con mis
hermanos.
Así es como toda la gente debería de morir. Pensé.
Para variar, los mocosos dieron paso a los de mayor experiencia.
Esa vez, nosotros seríamos los héroes. Al menos hasta que los
sobrevivientes derrotaran a Hades. Confiábamos en ellos porque nos
demostraron que podían lograrlo; porque Atena los había elegido.
Mis rencores hacia ellos desaparecieron. ¿Qué más importaba ahora
el quién había matado a quién? ¿Qué más daba si al final ellos
recibían todo el crédito? Éramos nosotros quienes crearíamos el
verdadero milagro. Éramos nosotros quienes alcanzaríamos la muerte
más perfecta de todas.
La cuerda del arco se tensó.
La hora de mostrar nuestra valía llegó. Cualquier duda que pudo
haber existido en nuestros corazones se esfumó. Cualquier odio que
pudimos haber experimentado se hundió entre el orgullo y la
esperanza.
Aioros lanzó la flecha dorada y los 12 Santos de Oro nos
convertimos en uno solo.
Lo que siguió fue un temblor y un estallido.
Una luz tan brillante como la del Sol.
Nuestros cuerpos quebrándose.
Hasta que, finalmente, dejamos de existir.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
Cuando el niño despertó, ya no había ninguna presión en su
estómago. Las lágrimas que habían deseado escapar la noche
anterior se retiraron entre sus pestañas. Las locas ideas que
comenzaron a crearse en su cerebro le dieron paso a los planes
para las travesuras de ese día. El temor a la muerte no volvería a
turbar sus sueños sino hasta dentro de muchos años e incluso,
cuando volviera a hacerlo, el miedo radicaría ya no en la idea de
dejar de existir, sino en el simple ‘que valga la pena’. Muchas
noches pasaría ideándose la muerte perfecta y justo después de
hacerlo, les rezaría a los Dioses para que le permitieran tener un
final digno.
El niño bajó de la cama y corrió con los pies descalzos hacia el
comedor. Estaba emocionado: esa tarde visitaría de nuevo el
campamento de los hombres que entrenaban a la orilla del mar.
Se sentía bien.
Tenía el presentimiento de que algo muy bueno pasaría esa noche.
Comentario de la Autora:
Éaco: En efecto, ese es el nombre más o menos bien traducido de
Eaicos, el otro juez del infierno. Le dejé así para que no
confundiera. Para hacer larga historia corta, Eaco participó en
algún momento de su vida en la construcción de la muralla de Troya
junto con Apolo y Poseidón. Cuando apenas la terminaron, tres
serpientes marinas atacaron las tres partes respectivas del muro.
Las serpientes que atacaron las partes hechas por los dioses
murieron al instante, pero la parte de la muralla de Éaco fue
destruida. Apolo no tardó en interpretar el presagio: Troya caería
en dos ocasiones por un descendiente de Éaco (y así fue).
Ahm... bueno... ¿miedo a la muerte? De pequeña yo tenía pánico a
ese asunto (-_-' toooooooodo comenzó cuando le puse atención a los
anuncios sobre la rabia). Al menos durante una época me fue
difícil conciliar el sueño por ese temor. Lo peor era que no podía
expresar nada a los adultos porque... lo veían muy tonto. Y para
mí eso no era nada tonto, por supuesto. Sin embargo era un
temor que se olvidaba fácilmente y que solo regresaba a acosar
durante las noches en las que uno simplemente piensa demasiado.
Esta parte fue la que me dio la idea de cambiar el estilo de
escritura en algunos cuantos capítulos. Sabía que el último TENÍA
que ser narrado por Milo-sama.
Y... ya. Dejo lo cursi para el epílogo XP
Epílogo:  (Tumba)
-"¿Ean?"
El hombre rubio alzó sus ojos del improvisado piso de láminas de
madera.
-"¿Eh?"
Duilach retiró el sudor de su frente con su manga derecha. Varios
de los hombres del pueblo estaban en el Red Fox para ayudar con el
trabajo. Afortunadamente, siendo Ballachulish un pueblo turístico,
pudieron lentamente reunir el dinero suficiente para hacer las
reparaciones más indispensables. ¿Y qué era más indispensable que
la taberna favorita del pueblo?
-"Te perdiste por un momento."
-"Aye."- Tomó una viga de madera y la acomodó a lado de otra hasta
que ambas encajaron perfectamente. –"Parece ser que mi alumno ha
muerto."
-"Vaya… lo siento."
-"Está bien."- Tomó el pegamento y lo alistó. –"El bastardo tuvo
una muerte perfecta."
Duilach prefirió dejar el asunto por la paz.
No era como si lo fuese a entender de todos modos.
~~~~~~~~~~~~~~~~0~~~~~~~~~~~~~~~~~
La muchacha recostó un ramo de flores blancas sobre el lecho de
agua que la cubría hasta las rodillas.
-"Esto es para usted, Señor Aldebarán."
Apenas esa mañana un soldado informó a las doncellas sobre la
aparición de una extraña escultura en medio de uno de los templos
derrumbados.
-"No te olvides de los demás, Siris."- La niña iba acompañada por
otras tres mujeres. La mayor de ellas fue la que habló.
Se hundieron en un solemne silencio.
-"¿Qué pasa, Mai?"- De nuevo la menor. –"Creí que querrías visitar
a tu hermano."
La susodicha presionó su pulgar izquierdo.
-"Esto es horrible."
-"No."- Ilitía, la mayor, era la que más optimismo desprendía. –
"Esto es lo que ellos deseaban: salvarnos, incluso dando sus vidas
por ello. Ahora están en paz."
-"¿En paz?"- Maias alzó la voz. –"¡Ellos están ahí encerrados! ¿No
pueden sentirlos?"- Ella podía hacerlo. Una ligera onda de calor
combinada con un sentimiento de pesar llegaba hasta su pecho. –
"Ellos no están muertos. Están encerrados en esa cosa."
-"¿Es eso cierto?"
-"No, Siris."- Esta vez habló la encargada de los Templos
centrales, Isa. –"¿Por qué habría de serlo?"
-"Sus dioses están tan locos como ustedes. Seguro los metieron ahí
solo porque sí."
-"Atena no lo permitiría."- Insistió Isa.
-"¡Atena decidió regalar el Santuario! ¿Tú crees que no regalaría
a sus Caballeros Dorados?"
Silencio.
-"Ustedes."
Las cuatro jóvenes alzaron sus rostros y se encontraron con una de
las Koree.
-"Señorita Shaina…"
Aquella mujer se dirigía a la entrada del Santuario cuando se topó
con las doncellas.
-"Regresen a casa, niñas. Si no lo hacen, no responderé a lo que
les pase."
-"¿Pasa algo malo?"
-"Unos traidores están por llegar."
-"¿Más traidores?"
-"Pegaso. Ese hombre es como una cucaracha."- Gruñó para sí y
retomó su viaje.
-"¿Pegaso no era el que-"
-"Vayamos a casa, Siris. No hay nada más que hacer aquí."
Las chicas se retiraron con lentitud y nerviosismo.
A su paso solo quedaron ligeras ondas de agua y un ramo de flores
flotando, gentilmente, con la corriente.
Comentario de la Autora: Sí. Tenía que poner a Ewan... *coff*
Después de mucho pensarlo, decidí utilizar lo que se vio en la
obertura a la Saga del Cielo. Sé que el asunto está demasiado
incompleto todavía y no sé si en algún momento nos sigan contando
sobre las desventuras de los Caballeros Dorados, pero... ¿qué sé
yo? Me pareció correcto y bastante más real de lo que hubiese
logrado con cualquier otra cosa.
Porque eso es lo que quería de este fic: que fuera real. Sé que es
algo difícil de conseguir tratándose de un anime con una historia
con tantos, pero TANTOS, hoyos y contradicciones, pero por lo
mismo que me quedé enredada en ella. Quise dar mis ideas de 'cómo
es que pudo haber sido en realidad', tomando en cuenta lo más
posible de la información que se tiene en el anime y en el manga.
Este trabajo no ha sido mi más extenso ni al que más tiempo le he
dedicado (¬¬' esas Nuevas Aprendices... ¡Todavía tienen sus
sidestories!), pero sí es el que le tengo más cariño porque ha
logrado cubrir casi todas mis expectativas y, sobre todo, porque
fue aceptado en un
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