La Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y sus implicancias para América Latina José Aylwin* El 13 de Septiembre pasado la Asamblea General de la ONU adoptó, con el voto favorable de 144 Estados miembros, el voto en contra de 4 Estados miembros (Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) y 11 abstenciones (incluyendo a Colombia en América Latina), la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. La Declaración fue adoptada por la ONU luego de dos décadas de debate, primero en el seno de su Grupo de Trabajo de Poblaciones Indígenas creado en 1982 por el Consejo Económico y Social de esta entidad, luego al interior de la Comisión de Derechos Humanos, y contar del 2006, en el Consejo de Derechos Humanos. La discusión y elaboración de la Declaración contó con la participación activa no solo de los Estado miembros de la ONU, sino que también, de representantes de pueblos indígenas de todo el mundo. Se trata de un hito de gran significación en la construcción de un consenso internacional sobre derechos humanos, en este caso, sobre los derechos de pueblos históricamente negados y discriminados, los que están integrados por más de 300 millones de personas en todo el planeta. Como señalara el 22 de octubre pasado ante la Asamblea General de la ONU el Relator Especial de la ONU para los derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas, Rodolfo Stavenhagen, “la Declaración refleja el consenso internacional cada vez más extendido en torno al contenido de los derechos indígenas, tal como son reconocidos progresivamente en numerosos países así como en diversos instrumentos internacionales y en la práctica de los órganos internacionales de derechos humanos.” En su Preámbulo la Declaración establece la igualdad que los pueblos indígenas tienen con los demás pueblos, subrayando su derecho a ser diferentes y a ser respetados como tales. En dicha sección de la Declaración, además, se condena las doctrinas, políticas y prácticas basadas en la superioridad de determinados pueblos o personas fundadas en el origen nacional, étnico y cultural, y se afirma, en concordancia con la Carta de Naciones Unidas, los Pactos de derechos humanos, y la Declaración de Viena y Programa de Acción, la importancia fundamental del derecho a la libre determinación de los pueblos. En su articulado la Declaración dispone que los indígenas, como colectivos (pueblos) y como personas, tienen el derecho al disfrute de todos los derechos * Co Director, Observatorio de Derechos de los Pueblos indígenas (www.observatorio.cl) 1 humanos y libertades fundamentales reconocidos por la normativa internacional de derechos humanos (Artículo 1) sin discriminación alguna (Artículo 2). Se trata de una Declaración que, como lo ha señalado con mucha claridad el jurista estadounidense James Anaya, no crea derechos nuevos sino que reconoce a los indígenas derechos relativos a los pueblos y a las personas actualmente vigentes en el derecho internacional de los derechos humanos1, pero que hasta ahora no les han sido respetados por muchos de los Estados en que habitan. A pesar de que su texto final fue objeto de diversas modificaciones con el objeto de lograr un consenso mayoritario para su aprobación por la Asamblea General 2 en muchos aspectos la Declaración va mas allá del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes de 1989, el que hasta septiembre pasado constituía el instrumento de derecho internacional mas avanzado relativo a los derechos de los pueblos indígenas. Entre los derechos más importantes reconocidos a los pueblos indígenas en la Declaración cabe destacar los siguientes: Los derechos de carácter político, incluyendo entre ellos la libre determinación3, derecho reconocido en términos muy similares a como lo hace para todos los pueblos el Articulo 1 común del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y 1 Debido a esta circunstancia Anaya afirma que, en estricto rigor, no debía existir una Declaración específica sobre derechos de pueblos indígenas. Sin embargo, sostiene, ella se hace necesaria por el legado de la historia de opresión que estos pueblos han vivido. Por lo mismo, la Declaración tiene por objeto remover esas inequidades, idealmente dejando de ser necesaria en el futuro. (Anaya, James, Why there should not be a Declaration on the Right of Indigenous People,, Sevilla, 52 Congreso de Americanistas, 2006) 2 Nueve modificaciones fueron introducidas a su texto para lograr el apoyo del grupo de Estados africanos en la Asamblea General de la ONU. La mas importante de estas modificaciones fue aquella introducida en el articulo 46.1 adicionando al texto original lo que se destaca en negrilla: “Nada de lo señalado en la presente Declaración se interpretará en el sentido de que confiera a un Estado, pueblo, grupo o persona derecho alguno a participar en una actividad o realizar un acto contrarios a la Carta de las Naciones Unidas o se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar total o parcialmente, la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes.” Cabe señalar que muchos de los representantes indígenas que participaron de los debates previos a la votación por la Asamblea de la ONU, si bien no concordaron con esta y otros modificaciones introducidas a la Declaración, consideraron que el texto final no se veía afectado en lo sustancial por ellas. Por lo mismo, apoyaron su aprobación por la Asamblea General. “Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.” (Artículo 3) 3 2 Culturales de la ONU (1966), y el derecho de autonomía o al autogobierno, estos últimos, en cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales (Articulo 4).4 Los mismos derechos son reafirmados a lo largo de la Declaración al reconocer a los pueblos indígenas el derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones (Artículo 5);5 el derecho a definir su propio desarrollo (Articulo 23)6; y a mantener y desarrollar sus estructuras institucionales y costumbres o sistemas jurídicos. (Artículo 34)7 Ello no obsta, de acuerdo a la Declaración, al derecho que los pueblos indígenas mantienen a “…participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del país. “ (Artículo 5) Además, y como una consecuencia del derecho de libre determinación, la Declaración va mas allá que el Convenio 169, el que había establecido el derecho de consulta a los pueblos indígenas frente a diversas circunstancias que les atañen (medidas legislativas y administrativas, y la prospección o explotación de los recursos del subsuelo existentes en sus tierras). Ello al disponer el derecho de los pueblos indígenas a que se obtenga su consentimiento libre, previo e informado antes de que los Estados adopten decisiones que les afectan. Entre las decisiones que de acuerdo a la Declaración requieren del consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas, se encuentran su traslado desde sus tierras y territorios (Artículo 10), aquellas de carácter legislativo y administrativas que les afecten (Artículo 19), y la aprobación de proyectos que afecten sus tierras o territorios y otros recursos, particularmente aquellos relacionados con “…el desarrollo, la utilización o explotación de recursos minerales, hídricos o de otro tipo. “ (Artículo 32.2). Otro importante ámbito de derechos establecidos por la Declaración son aquellos relativos a las tierras, territorios y recursos de los pueblos indígenas. Junto con establecer el derecho de estos pueblos a “…mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las tierras, territorios, aguas, mares costeros y “Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre determinación, tienen derecho a la autonomía o el autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de los medios para financiar sus funciones autónomas.” (Artículo 4) 4 “Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales…”. (Artículo 5) 5 “Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar y a elaborar prioridades y estrategias para el ejercicio de su derecho al desarrollo.” (Artículo 23) 6 “Los pueblos indígenas tienen derecho a promover, desarrollar y mantener sus estructuras institucionales y sus propias costumbres, espiritualidad, tradiciones, procedimientos, prácticas y, cuando existan, costumbres o sistemas jurídicos, de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos.” (Artículo 34) 7 3 otros recursos que tradicionalmente han poseído u ocupado y utilizado de otra forma…” (Artículo 26.1), la Declaración reconoce el derecho que estos pueblos tienen “…a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otra forma tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.” (Artículo 26.2). A través de esta disposición, la Declaración reconoce en forma expresa el derecho propiedad indígena basado en la propiedad ancestral sobre sus tierras territorios y recursos. En el mismo sentido la Declaración establece la obligación de los Estados de dar a los pueblos indígenas reconocimiento y protección jurídica sobre estas tierras, territorios y recursos, respetando para ello sus costumbres y tradiciones (Artículo 26.3). Igualmente importante es el establecimiento en su texto del derecho de los pueblos indígenas a la reparación, incluyendo en ella la restitución, y cuando ello no sea posible, la compensación, por las tierras, territorios y recursos que les hayan sido « confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo ,e informado” (Artículo 28).8 La Declaración también hace un reconocimiento y vela por la protección de los derechos culturales de los pueblos indígenas, incluyendo, entre ellos, el derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales (Artículo 11.1)9, a utilizar, fomentar y trasmitir sus historias, idiomas, tradiciones orales, nombres, entre otros, (Artículo 13.1)10, a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, medicinas, diseños, y a la propiedad intelectual sobre estas expresiones culturales (Artículo 31.1).11 “Los pueblos indígenas tienen derecho a la reparación, por medios que pueden incluir la restitución o, cuando ello no sea posible, una indemnización justa, imparcial y equitativa, por las tierras, los territorios y los recursos que tradicionalmente hayan poseído u ocupado o utilizado de otra forma y que hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado.” (Artículo 28.1) 8 “Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales. Ello incluye el derecho a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas, presentes y futuras de sus culturas, como lugares arqueológicos e históricos, utensilios, diseños, ceremonias, tecnologías, artes visuales e interpretativas y literaturas” (Artículo 11.1) 9 10 « Los pueblos indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literaturas, y a atribuir nombres a sus comunidades, lugares y personas y mantenerlos.” (Artículo 13.1) “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, las literaturas, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes 11 4 En estrecha relación con lo anterior, la Declaración establece el derecho de los pueblos y personas indígenas a no ser objeto de asimilación forzada o destrucción de su cultura (Artículo 8.1). Finalmente, la Declaración dispone que los pueblos indígenas tienen derecho a que los tratados y otros arreglos constructivos celebrados por ellos con los Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y respetados por los Estados. (Articulo 37.1) 12 Implicancias jurídicas de la Declaración Las implicancias jurídicas de la Declaración son aun materia de debate. Para algunos Estados, en particular para aquellos que votaron en contra de la Declaración, se trata de un documento de carácter no vinculante, sin fuerza jurídica que los obligue a ceñirse por sus disposiciones. Para los pueblos indígenas que promovieron la Declaración se trata de un instrumento fundamental, que debe orientar la legislación y políticas públicas de los Estados que les conciernen. Como sabemos, una Declaración no tiene el mismo status de una convención o tratado internacional. Formalmente, sus disposiciones no tienen, por si mismas, efectos jurídicos vinculantes, como las de los primeros. Sin embargo, existen argumentos poderosos que permiten sostener que los Estados se encuentran jurídicamente obligados a respetar los derechos reconocidos a los pueblos indígenas en la Declaración. Por de pronto, de acuerdo a lo dispuesto en su articulado, tanto las Naciones Unidas, sus órganos de tratado, los órganos especializados, así como los Estados deben, promover el respeto y plena aplicación de sus disposiciones (Articulo 42).13 visuales e interpretativas. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.” (Artículo 31.1) “Los pueblos indígenas tienen derecho a que los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos concertados con los Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados y a que los Estados acaten y respeten esos tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos.” (Artículo 37.1) 12 “Las Naciones Unidas, sus órganos, incluido el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, y los organismos especializados, en particular a nivel local, así como los Estados, promoverán el respeto y la plena aplicación de las disposiciones de la presente Declaración y velarán por la eficacia de la presente Declaración.” (Artículo 42) 13 5 Tal como los señalan los juristas estadounidenses James Anaya y Siegfried Wiesser en una reciente artículo interpretativo sobre sus alcances jurídicos14, hay diversos elementos que se deben tomar consideración para dimensionar las implicancias jurídicas de este instrumento futuro. Desde luego se trata de una Declaración, tan solemne como la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU de 1948, que los Estados miembros de esta entidad – en particular aquellos que la aprobaron con su voto - deben respetar tanto en su ámbito interno como en sus relaciones internacionales. Por otro lado, varias de sus disposiciones pueden ser vinculantes si son consideradas como generadoras de derecho internacional consuetudinario. Para su consideración como tal, sin embargo, se requiere de una amplia y representativa practica de los Estados en apoyo de esta nueva regla, incluyendo especialmente los Estados afectados, así como además, la convicción de los Estados de estar obligados por ella (opinio juris).15 Según Anaya y Weisser, el hecho que cuatro Estados miembros de la ONU (Estados Unidos, Canadá, Australia, y Nueva Zelanda) se hayan opuesto a la Declaración, no invalida la consideración de contenidos centrales de la declaración o de los principios en que están imbuidos, como derecho internacional consuetudinario. En efecto, al analizar las prácticas de los Estados en relación a los pueblos indígenas, constatan que en muchos de ellos esta ha sido consistente con los principios fundamentales de la Declaración. De hecho las políticas de asimilación de los pueblos indígenas han sido abandonadas en favor de la preservación y vigorización de las culturas, lenguas y religiones indígenas. Lo mismo señalan en relación a temas centrales de la Declaración, como el derecho de libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas, y los derechos de tratados que en ella se reconocen. Muchos Estados, sostienen estos autores, incluyendo aquellos que votaron en contra de la Declaración, o 14 Anaya, James, y Siegfried Wiesser, The UN Declaration on the rights of indigenous peoples: Towards Re empowerment, 2007 disponible en http://jurist.law.pitt.edu/forumy/2007/10/undeclaration-on-rights-of-indigenous.php 15 Al respecto cabe señalar que el artículo 38 del estatuto del Tribunal Internacional de Justicia define la costumbre internacional como "prueba de una práctica generalmente aceptada como Derecho". De acuerdo a esta definición, la costumbre es una forma de creación del derecho que surge con la práctica seguida por los Estados de forma uniforme y que, con el paso del tiempo, acaba consolidándose como derecho. De acuerdo a la doctrina, sin embargo, junto al elemento material para la creación de derecho, que consiste en la práctica uniforme y continuada de los Estados, se requiere un elemento subjetivo, también conocido como opinio iuris, que es la convicción de que la misma resulta jurídicamente obligatoria. 6 aquellos que se abstuvieron, como el caso de Colombia, tiene en su política interna una práctica que es consistente con los derechos reconocidos en ella.16 Respecto a la opinio juris, dichos autores sostienen que la participación por largos anos de los Estados en un proceso tendiente al establecimiento de un status especial para los pueblos indígenas traducido en derechos, incluyendo la de aquellos que votaron en contra de la Declaración o se abstuvieron, es demostrativa de la existencia de una convicción por parte de los mismos de que deben ceñirse por la Declaración. Teniendo presente lo anterior, así como el hecho que solo una norma de jus cogens requiere de la unanimidad de todos los miembros de la comunidad internacional para convertirse en derecho, dichos autores concluyen que existen antecedentes suficientes para considerar los contenidos centrales de la Declaración como derecho internacional consuetudinario, generador de obligaciones jurídicas para los Estados. Las implicancias de la Declaración en América Latina son aun inciertas. Diversos antecedentes, sin embargo, permiten pensar que su adopción por la Asamblea General está dando lugar a un nuevo escenario jurídico y político más favorable para los pueblos indígenas y sus derechos en la región. Desde luego, el voto en favor de Declaración de la casi unanimidad de los Estados latinoamericanos, con la sola excepción de Colombia, da cuenta de la adhesión de los Estados a sus contenidos centrales y de su voluntad de ceñirse por sus disposiciones y lineamientos tanto en su política interna como internacional. Es mas, tres Estados latinoamericanos – Perú, Guatemala y México- fueron los que finalmente propiciaron y negociaron su adopción por la Asamblea General. Sería no solo contrario al artículo 42 de la Declaración antes reseñado, sino que además incongruente, el que los Estados latinoamericanos que votaron en favor de su adopción por Naciones Unidas no implementasen las políticas públicas necesarias para hacerlos efectivos, o adoptaran medidas que los violaran. Hechos ocurridos con posterioridad a la adopción de la Declaración por la Asamblea General son demostrativos de la disposición de diversos Estados latinoamericanos de ceñirse por sus disposiciones. 16 Ejemplos de esta práctica son los tratados de autogobierno celebrados por Canadá con diferentes pueblos indígenas en los últimos 30 anos; las relaciones de gobierno a gobierno que Estados Unidos mantiene con los pueblos indígenas que allí habitan, y la soberanía que les reconoce; la valoración e importancia del Tratado de Waitangi de 1840 en las relaciones de Nueva Zelanda con los maories; las decisiones de las cortes en Australia, como la del caso Mabo v. Queensland en 1988, reconociendo el titulo ancestral indígena sobre las tierras; y la política de reconocimiento de la autonomía indígena en el caso de Colombia. 7 Así por ejemplo, el Senado de Bolivia aprobó el 1 de noviembre la Declaración de la ONU como ley, convirtiéndose en el primer país en la región y en el mundo en incorporarla como parte de su ordenamiento jurídico interno. Siguiendo ese ejemplo, recientemente el Relator de la ONU para los derechos indígenas, Rodolfo Stavenhagen, propuso al Congreso de la Unión Mexicana que este otorgara rango constitucional a la Declaración, ajustando así la legislación interna a sus disposiciones. De gran relevancia también, es la reciente decisión de la Corte Suprema de Belice en el caso de comunidades maya que reclamaban derechos sobre sus tierras ancestrales protegidas por la Constitución de ese país y por el derecho internacional. En su fallo de octubre pasado la Corte acepto los reclamos de las comunidades demandantes basándose en las disposiciones de la Declaración de la ONU, considerando que esta contiene principios generales del derecho internacional que obligan al Estado de Belice.17 Sin embargo, uno de los factores que mas puede incidir en la fuerza jurídica vinculante de la Declaración a nivel regional, está determinado por la recepción que sus orientaciones centrales han encontrado en la jurisprudencia de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aun siendo esta un proyecto de Declaración, en sus decisiones relativas a denuncias por la violación de derechos humanos de los pueblos y comunidades indígenas. En efecto, ambas instancias del Sistema Interamericano de Derechos Humanos han señalado en diversas decisiones sobre denuncias por violaciones a derechos de pueblos indígenas al amparo de la Convención Americana de Derechos Humanos, que las disposiciones contenidas el entonces proyecto de Declaración de la ONU sobre derechos de pueblos indígenas, así como en el proyecto de Declaración sobre los mismos derechos existente en el ámbito de la OEA, al igual que aquellas contenidas en el Convenio 169 de la OIT y otros instrumentos internacionales de derechos humanos aplicables a los pueblos indígenas, pueden ser consideradas al analizar casos sobre derechos indígenas. Así el 2001 al resolver el caso Awas Tingni v. Nicaragua, la Corte aplicó lo que denominó un método de interpretación “evolutivo” que toma en cuenta los desarrollos contemporáneos del derecho de propiedad en relación con los pueblos indígenas y la tierra, reconociendo el derecho de propiedad comunal de esta comunidad indígena de la Costa Atlántica de ese país sobre tierras 17 El fallo de la Corte Suprema de Belice en este caso de 17 de Octubre de 2007 puede ser encontrado en http://www.law.arizona.edu/depts/iplp/advocacy/maya_belize/documents/ClaimsNos171and172of 2007.pdf Un analisis del fallo es realizado por Pantel, Blaise, Histórica Sentencia en favor de las Comunidades Mayas de Belice donde se reconoce sus derechos ancestrales, disponible en www.observatorio.cl . 8 ancestrales reclamadas. 18 En un razonamiento similar, la Comisión consideró en su informe sobre el caso Mary y Carrie Dann v. Estados Unidos (2002) las disposiciones del Proyecto de Declaración Americana de Derechos de los Pueblos Indígenas y otras fuentes del derecho internacional como “principios legales generales internacionales” actualmente vigentes dentro y fuera del sistema interamericano, reconociéndoles también, al igual que en el caso anterior el derecho de propiedad sobre sus tierras.19 En base a esta interpretación evolutiva la Comisión y la Corte han reconocido en los últimos años a través de diversos fallos derechos de propiedad comunal ancestral de los pueblos indígenas (Yaxye Axa v. Paraguay, 2005: Sawhoyamaxa v. Paraguay, 2006) y derechos de participación política a los mismos pueblos (Yatama v. Nicaragua, 2005). Tal jurisprudencia configura una nueva realidad para los derechos de los pueblos indígenas en la región que los Estados no pueden desconocer. Aun cuando los ordenamientos jurídicos internos de los Estados no reconozcan estos derechos, se puede afirmar que estos derechos se encuentran vigentes en la región, dado que órganos de tratados que aplican las convenciones de derechos humanos de las que la mayoría de los Estados de la región son signatarios, interpretan la Declaración de la ONU sobre derechos de los pueblos indígenas, así como otros instrumentos internacionales referidos a los mismos derechos, como el Convenio 169 de la OIT, como principios generales del derecho vigentes. Ello aun cuando a nivel Americano no exista una Declaración, ni menos un tratado especifico relativo a los derechos de los pueblos indígenas. Lo mismo cabe señalar respecto a los órganos de tratado de las Naciones Unidas, como el Comité de Derechos Humanos, los que desde hace años vienen afirmando la vigencia para los pueblos indígenas de los derechos reconocidos a todos los pueblos por las convenciones Internacionales de 18 En base a esta metodología, en su voto razonado en el caso Awas Tingni el Juez Garcia Ramírez hizo referencia a las disposiciones del Convenio 169 de la OIT, aún cuando Nicaragua no era parte de dicho Convenio. 19 En su Informe en el Caso Dann la Comisión Interamericana dispuso: “al considerar las denuncias de violaciones de la Declaración Americana, es necesario que la Comisión considere dichas denuncias en el contexto de la evolución de las normas y principios del derecho en materia de derechos humanos en las Américas y en la comunidad internacional en el sentido más amplio, reflejada en los tratados, las costumbres y otras fuentes del derecho internacional. De acuerdo con este criterio, para determinar en torno a las reivindicaciones que tiene ante sí, la Comisión considera que este cuerpo más amplio del derecho internacional incluye la evolución de las normas y principios que rigen los derechos humanos de los pueblos indígenas….estas normas y principios abarcan distintos aspectos de derechos humanos relacionados con la propiedad, el uso y la ocupación por comunidades indígenas de sus tierras tradicionales.” (pár. 124) 9 derechos humanos que orientan su acción y que hoy son recogidos por la Declaración. Es el caso, por ejemplo del derecho de libre determinación de los pueblos indígenas, el que ha sido afirmado reiteradamente por el Comité de Derechos Humanos de la ONU como un derecho vigente para los pueblos indígenas al amparo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la ONU de 1966. Como consecuencia de ello, los Estados americanos saben que los pueblos indígenas, de no ser respetados en sus derechos, y de no ser acogidas sus reclamaciones al nivel domestico, recurrirán – luego de agotados los recursos jurídicos internos- a los órganos de tratado de las Naciones Unidas, o del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, cuyas decisiones son jurídicamente vinculantes per se, para denunciar su violación y exigir su cumplimiento. Los mismos Estados saben también que tales instancias, como lo han hecho en los últimos anos, acogerán las reclamaciones de los pueblos indígenas, y les ordenaran dar cumplimiento a sus derechos, así como la reparación de los daños causados por su acción. La globalización, en este caso de los derechos humanos, configura una nueva realidad que los Estados no pueden obviar tanto por razones éticas – estos no pueden desconocer derechos cuyo reconocimiento han apoyado- como por razones más pragmáticas, configuradas por la evolución jurisprudencial antes referida. Dicha realidad esta determinada por la emergencia de un derecho supra estatal de los derechos humanos, que debe orientar sus acciones tanto en el ámbito interno como en el plano internacional. Los derechos de los pueblos indígenas, hasta hace poco tiempo negados sistemáticamente por muchos Estados, y cuya especificidad había sido omitida por el derecho internacional, no están fuera de este proceso de emergencia de un derecho supra estatal de los derechos humanos. Por lo mismo, con la adopción de la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas de las Naciones Unidas por su Asamblea General, estos pasan a formar parte del consenso universal sobre derechos humanos a que se refería el Relator Stavenhagen, que los Estados no pueden sino respetar. 10