PERSPECTIVAS A MEDIO PLAZO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

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gdeladehesa 13 Sep 2016 17:59 1/4
PERSPECTIVAS A MEDIO PLAZO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL
Guillermo de la Dehesa, Presidente del CEPR, Centre for Economic Policy Research
Para tener una mínima perspectiva a medio plazo de la economía mundial hace falta
partir de la situación que se ha vivido en estos últimos años que es fundamental para entender
la futura. El crecimiento mundial ha sido, hasta ahora, altamente dependiente de la economía
de Estados Unidos. Desde 1995 a 2003 alrededor del 55% del PIB mundial ha sido aportado
por EEUU, una vez y media su peso relativo en la economía mundial, que ha sido, en promedio,
del 33% a tipos de cambio corrientes. Su demanda doméstica ha crecido a una media anual del
3,8% durante dicho período, el doble que la media del conjunto de los países de la OCDE. Por
el contrario, la Unión Europea sólo ha aportado un 10% del crecimiento mundial del período,
casi un tercio de su peso en la economía mundial que ha sido del 29%. China ha aportado el
13%, cuando su peso relativo es del 5%, Japón, que ha estado en recesión ha deducido un
12% al crecimiento global cuando su peso es del 13% y el resto del mundo ha aportado el
tercio restante, cuando su peso ha sido del 20%.
En 2004 y 2005, el crecimiento mundial va a seguir dependiendo mayoritariamente de
EEUU que, de acuerdo con las previsiones de consenso de The Economist crecería un 4,7% y
un 3,6% respectivamente, mientras que la UE lo haría sólo en un 1,9% y un 2,2%
respectivamente, ritmos de crecimiento inferiores también a los de Japón que alcanzaría el
4,1% y el 2,2% en ambos años y muy inferiores a las de China, India y el Sureste Asiático, con
tasas de crecimiento superiores al 9% en los dos primeros grandes países y superiores al 6%
en el resto de dicha región asiática. Es decir, el futuro a medio plazo del crecimiento mundial va
a seguir dependiendo en su mayor parte del crecimiento de EEUU y de Asia del Sur y del Este
que van a seguir siendo las dos locomotoras básicas. Lo importante es que el crecimiento
mundial va a alcanzar de nuevo el 4,8% y el 4,2% en ambos años, lo que no ocurría desde
hace cuatro años.
Da la impresión que, durante este período pasado de 8 años EEUU ha apostado por el
crecimiento fundamentalmente a través de su demanda interna, primero de inversión y luego de
consumo, Asia ha apostado por el crecimiento vía exportaciones y la Unión Europea ha tenido
que apostar por un crecimiento basado fundamentalmente en la demanda externa por la
imposibilidad de aumentar su demanda interna lo suficiente como para alcanzar su crecimiento
potencial.
EEUU continúa en la actualidad con una política macroeconómica muy expansiva,
derivada originalmente de su intento de evitar que la explosión de la burbuja financiera y el 11 S provocasen una fuerte recesión, lo que tienen como riesgo que pueda producir, además de
un déficit presupuestario y otro por cuenta corriente que reflejan que el sector público y privado
gasta más que lo que ingresa, una mayor tasa de inflación, puesto que está creciendo por
encima de su crecimiento potencial. Sin embargo la inflación ha permanecido baja debido a que
el crecimiento de la productividad sigue siendo muy elevado y a que está importando bienes y
servicios muy competitivos en precio, salvo en estos últimos meses, con el reciente aumento
del precio del petróleo.
Además, ha conseguido financiar, por el momento, sus déficit gemelos sin apenas
dificultad. Hasta que reventó la burbuja financiera, fue fundamentalmente la inversión privada
extranjera, sobre todo europea, la que los financió y desde entonces, ha sido básicamente la
inversión de las reservas de los bancos centrales asiáticos las que lo han hecho ya que están
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comprando dólares para mantener artificialmente depreciadas sus monedas y también porque
la depreciación del dólar ha estado incentivando la compra de activos americanos por
inversores privados del resto del mundo. El potencial de los bancos centrales asiáticos para
financiar los déficit gemelos de EEUU es elevado ya que tienen unas reservas de cerca de 2
trillones de dólares mientras que el déficit anual por cuenta corriente de EEUU alcanza los
500.000 millones de dólares. En 2003, los bancos centrales asiáticos realizaron compras netas
de bonos y letras estatales por 235.000 millones de dólares, financiando casi la mitad de dicho
déficit corriente, mientras que el incremento de sus reservas fue de 450.000 millones de
dólares, luego tienen un amplio margen de inversión de sus reservas en activos del gobierno
americano y de sus agencias. Esta combinación de flujos entre EEUU y Asia forma un equilibrio
en el que las dos salen ganando. EEUU compra bienes y servicios a precios muy competitivos
de los países asiáticos a cambio de que estos financien sus déficit comprando activos en
dólares y aceptando sus bajas rentabilidades. El déficit externo americano se financia con el
reciclaje de los superávit externos asiáticos, como ya ocurrió en los años 70 y 80 con los países
productores de petróleo, aunque cada vez va a ser más difícil mantener este equilibrio en el
futuro.
Los países asiáticos han optado por el crecimiento basado fundamentalmente en las
exportaciones. Su demanda interna crece moderadamente ya que aunque ahorran e invierten
mucho consumen poco, con lo que el superávit financiero del sector privado financia
confortablemente el déficit público y puede invertir en el exterior, especialmente en el caso de
Japón. Además, reciben la mayor parte de las inversiones extranjeras que acuden a los países
en desarrollo, especialmente en el caso de China e India, con lo que su superávit total se
invierte en EEUU y financia los déficit americanos. Para poder crecer más exportando,
mantienen un tipo de cambio depreciado de sus monedas con el dólar, comprando dólares y
vendiendo sus monedas, lo que les genera un fuerte aumento de su masa monetaria o liquidez
que el banco central tiene que esterilizar mediante la colocación de deuda con lo que se evita
que haya más inflación al tiempo que se financia a EEUU.
La Unión Europea ha dependido en buena medida de la demanda interna de EEUU y
del resto del mundo para crecer a un ritmo alto: un 2,7% entre 1996 y 2000. Pero la apreciación
del euro frente al dólar y al resto de las monedas ha reducido su tasa de crecimiento a unos
ritmos muy modestos: un 1,2% entre 2001 y 2003 muy por debajo de su crecimiento potencial
que se estima entre el 2,25 y el 2,35%. Paradójicamente, dicho bajo crecimiento se ha
mantenido a pesar de que la política del BCE ha mantenido los tipos de interés real a niveles
cercanos a cero y de que la política fiscal de la mayoría de sus países miembros también ha
sido expansiva. Es decir, la demanda interna no ha reaccionado a dicha política expansiva
hasta 2004 en que parece que la recuperación se está consolidando, lo que es un indicador de
que la economía de la UE es poco flexible ante una política macro expansiva y necesita de
reformas estructurales importantes y urgentes para mejorar su capacidad de respuesta.
Este escenario no deja de ser inestable, incierto y sujeto a serios riesgos. El problema
básico y fundamental es que los desequilibrios económicos de EEUU son muy elevados, las
tasas de crecimiento de China e India no son sostenibles a medio plazo, más aún si aumentan
los tipos de interés del dólar ante la posibilidad de que las expectativas inflacionistas de EEUU,
que lleva creciendo ya varios años por encima de su tasa potencial.
Es indudable que la economía de EEUU, la actual locomotora del crecimiento mundial,
necesita reducir sus desequilibrios interno y externo para acomodarlos a unos niveles
sostenibles. Existe un cierto consenso sobre que su déficit por cuenta corriente sostenible sería
del 2,5% a 3% del PIB. Ello se debe a que toda su deuda esta emitida en moneda nacional, a
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que la depreciación del dólar devalúa relativamente el importe de su deuda acumulada, a que
por un lado los bajos tipos de interés y por otro el que todavía el tipo de interés implícito de sus
pasivos en dólares es menor que el de sus activos en dólares, hacen que el coste del servicio
de su deuda sea bajo y finalmente a que la depreciación del dólar atrae mayor apetencia por la
compra de sus activos nacionales. Sin embargo, en la actualidad su déficit por cuenta corriente
es todavía del 5,1%. También existe consenso en que su déficit fiscal actual, del 4,3% del PIB,
dada su elevada tasa actual de crecimiento, debería de ser cercano a cero o, al menos, mucho
menor que el actual.
Para conseguir reducir el déficit externo al nivel sostenible del 3% del PIB se necesita
que el dólar se deprecie más, que el resto del mundo crezca más rápido y que la demanda
interna de EEUU crezca a menor ritmo. Lo más importante es que la demanda externa del resto
del mundo crezca más ya que está comprobado que los flujos comerciales responden mucho
más a la demanda relativa que al tipo de cambio. De no darse dicho aumento de la demanda
externa, ya que el crecimiento del resto del mundo, salvo el de la UE y América Latina es ya
bastante elevado, el tipo de cambio del dólar tendrá que caer mucho más para alcanzar el 3%
del PIB. Una depreciación del 1% del dólar ponderado por los flujos de comercio exterior
reduce el déficit externo de EEUU en 0,08% mientras que un 1% de aumento de la demanda
externa lo reduce en 0,10%. Desde 2002, el dólar se ha depreciado, ponderado por el comercio
externo, en un 12% y para reducir el déficit externo al 3% tendría que depreciarse otro 25%. La
tercera opción, complementaria de las anteriores, sería una caída de la demanda interna de
EEUU. Por cada punto porcentual de caída de la misma, el déficit corriente de EEUU se
reduciría en un 0,18%, lo que implicaría una fuerte contracción del crecimiento de EEUU para
alcanzar el 3% sostenible, y lo que tendría como consecuencia unos menores ingresos fiscales
y una mayor dificultad para reducir su déficit presupuestario.
Por lo tanto, la solución óptima tendría necesariamente que ser una combinación de los
tres factores. Por ejemplo, si el “output gap” de EEUU fuera sólo del 1%, es decir, si el
crecimiento de EEUU fuera hoy sólo un punto mayor que su crecimiento potencial, la demanda
externa tendría que aumentar un 1,8%, la demanda interna tendría que caer un 0,6% y el dólar
tendría que depreciarse otro 20%. Si fuese del 2%, la caída de la demanda interna y del dólar
tendrían que ser mayores.
Para conseguir reducir el déficit presupuestario, lo más fácil sería la reducción del gasto
militar y de seguridad, que representan el 4,5% del PIB, si se resolviese la situación post-bélica
en Oriente Medio y la amenaza terrorista, pero no parece que sea fácil que esto ocurra. Por lo
tanto, el esfuerzo de reducción tiene que venir de la reducción de otras partidas
presupuestarias, especialmente las de gasto social, de sanidad y pensiones, o del aumento de
los impuestos, lo que no hará el actual gobierno antes de las elecciones y tendrá que hacer
paulatinamente el nuevo gobierno a partir de 2005, lo que hace que el año próximo y el
siguiente sean más difíciles de predecir. Aunque ambos candidatos hablan de reducirlo a la
mitad en los próximos 5 años, ninguno de los dos ha explicado cómo. Para conseguirlo, el
nuevo Gobierno y el Congreso tendrían que restaurar la disciplina presupuestaria que permitió
alcanzar un superávit a finales de los años noventa. Este sistema consistió en poner límites a
todos los gastos discrecionales y a obligar que cada reducción legal de ingresos o aumento de
gastos tenía que incluir medidas exactas de compensación que anticipaban su efecto negativo
sobre el presupuesto, el llamado “pay as you go” que se abolió en 2002. El presidente Bush ha
pedido restablecer este sistema para el presupuesto de 2005, pero sólo temporalmente y para
los gastos, sin embargo el Senado, por muy pocos votos, ha conseguido extenderlo también a
los ingresos, ya que las fuertes reducciones de impuestos se han hecho con carácter
permanente y tienen efectos presupuestarios muy negativos para los próximos años. Si, al final,
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prevalece la propuesta del presidente, y no se hace el sistema permanente y aplicado a los
ingresos, no habrá una reducción sensible del déficit en los próximos años.
¿Cómo afectaría la reducción de los desequilibrios de EEUU al resto del mundo? Una
fuerte y adicional caída del dólar reduciría el crecimiento de Asia y de los países emergentes
así como el de la UE. No sólo porque reduciría la competitividad de las exportaciones de estos
países y la contribución del sector externo a su crecimiento sino también porque el Consejo de
la Reserva Federal tendría que aumentar los tipos de interés en mayor medida para evitar una
mayor inflación derivada del mayor coste de las importaciones que no están denominadas en
dólares. Una caída fuerte de la demanda interna de EEUU, también tendría unas
consecuencias muy negativas para el crecimiento mundial ya que es actualmente la mayor
fuente neta de crecimiento de la economía mundial. Por lo tanto, sólo una fuerte recuperación
de la economía de la UE, el mantenimiento del elevado crecimiento de Asia y una fuerte
recuperación de América Latina y del resto del mundo evitaría dicha fuerte depreciación y una
mayor caída de la demanda interna americana.
Sin duda alguna, la mayor responsabilidad de una solución no traumática para el resto
del mundo de los desequilibrios de EEUU recae sobre la UE, que hasta ahora no ha sido capaz
de tomar el relevo y de contribuir en mayor medida al crecimiento propio y por tanto del resto
del mundo. De momento, los datos de coyuntura muestran evidencias claras de que la
recuperación de la economía de la Zona Euro parece consolidarse, siguiendo el mismo patrón
que en los anteriores episodios de recuperación de 1993 y 1996. Es decir, primero mejoran las
exportaciones netas, después se recupera la inversión y finalmente el consumo. El proceso de
recuperación toma, en promedio entre 4 y 5 trimestres. Alemania está ya recuperándose, y
podría llegar a crecer este año al 1,7% (frente al –0,1% en 2003) Francia ya está creciendo a
más del 2%, a tasas cercanas a su potencial y España al 3%, ligeramente por encima del suyo.
Sólo Italia permanece con una recuperación incierta, con unas expectativas de crecimiento del
1,2%. El mayor riesgo de la recuperación de la Zona Euro es el precio del petróleo, pero la
paulatina apreciación del euro puede compensar buena parte del impacto en los próximos
trimestres. El resto de los países europeos crece a mayor tasa, lo que en parte puede ser
debido tanto a que han sido más virtuosos fiscalmente y a que el BCE ha reaccionado con
mayor lentitud que otros bancos centrales europeos a las expectativas de crecimiento con el
loable objetivo de consolidar su reputación antiinflacionista, pero ahora está siguiendo una
política de consolidación de la recuperación manteniendo los tipos en el 2%.
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