Los pueblos de encomienda de Zacualpa y Joyabaj

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LAS FINCAS DE MOZOS DENTRO DEL SISTEMA CAPITALISTA AGRARIO:
EL EJE CHUACORRAL – BAÚL.
(borrador)
María Laura Lizeth Jiménez Chacón
[email protected]
AVANCSO 6ª Avenida 2-30 zona 1, Ciudad de Guatemala, Guatemala
Telf. 2325651 Fax 2325841
El circuito productivo que formaron las fincas Chuacorral – Baúl vinculan el espacio
territorial de los municipios de Joyabaj, en El Quiché y Santa Lucía Cotzumalguapa,
Escuintla.
1.
Características agroecológicas de Joyabaj1
El municipio de Joyabaj comprende un área aproximada de 304 km2. Colinda al norte con
Zacualpa y San Andrés Sajcabajá (El Quiché); al este con Pachalum (El Quiché); al sur con
San Juan Sacatepéquez (Guatemala), Tecpán Guatemala, Santa Apolonia, San José Poaquil
y San Martín Jilotepeque (Chimaltenango); al oeste con Zacualpa, Chiché y
Chichicastenango (El Quiché).
Cabezas señala que la región quiché (k’iche’) era una tierra de altas montañas , entre los
1,700 y 2,000 metros sobre el nivel del mar, y profundos barrancos, con abundantes
bosques de coníferas, robles y encinos, con clima templado, y poca irrigación porque los
1
Gall, Francis. Diccionario Geográfico de Guatemala. Guatemala, Instituto Geográfico Nacional, vol. II,
pagina 435.
1
ríos eran profundos y rápidos. Tenia subregiones con cuencas altas y productivas, como
Quezaltenango y Santa Cruz del Quiché; zonas templadas, con recursos de piedra y metal,
como Joyabaj; y tierras cálidas, con artículos exóticos (plumas, maderas finas), como
Sajcabaja.2
En cuanto a la productividad de Joyabaj, en 1625 Tomás Gage3 refiere que es el más
hermoso y grande de todos los pueblos que pertenecen al priorato de Sacapulas; los indios
son ricos y hacen de su lana de algodón muchas mantas, tienen abundancia de miel y
grandes rebaños de cabras y cabritos pero ni aquí ni en todos los pueblos atrás hay trigo,
sino solo maíz indígena. Por su parte, el arzobispo Pedro Cortez y Larraz 4 señaló que
Joyabaj se encuentra a mucha altura pero en un sitio hermoso, frondoso y llano y los frutos
que se producen son maíces, frijoles, caña y algunos ganados.
La población de Joyabaj, ha sido mayoritariamente K’iche’, con un patrón de asentamiento
eminentemente rural. Por su parte la población ladina inició su ingreso en la región de
manera temprana pero aumentó a principios del siglo XIX, acentuándose su presencia
durante el segundo período liberal.
2.
Conformación de la unidad productiva de Chuacorral
Posterior a las acciones militares de la conquista (1524), se dio el reparto de la población
indígena entre los conquistadores y sus subalternos bajo el sistema de encomiendas. Esta
2
Cabezas Carcache, Horacio. En: Historia General de Guatemala. Desde la conquista hasta 1700.
Guatemala. Asociación de amigos del País, 1994. Tomo II, Página 499.
3
En Gall Francis. Diccionario Geográfico de Guatemala. Op. Cit. Página 436
4
Cortes y Larraz, Pedro. Descripción geográfico – moral de la Diócesis de Goathemala hecha por su
arzobispo en el tiempo que la visitó (1768 – 1770) Guatemala, Tipografía Nacional, 1958. Página 68
2
institución “consistió en la distribución de determinado número de indígenas a un
conquistador con el propósito de cumplir con una serie de obligaciones (...) como
construirles casas, trabajar sus tierras, entregarles tributos periódicamente, cuidar de sus
animales, etc.”5
Asimismo en el corto período de 1524 a 1530 se fundaron la mayoría de las ciudades y
villas de españoles.6 Hacia 1540, cuando la conquista estaba casi terminada, se emitieron
las Leyes Nuevas (1542), en las cuales se plasmaban los ideales de orden y unidad de
gobierno basándose estos, según indica Lovell7, en la política de reasentamiento forzoso
conocida como congregación o reducción, esta suponía la reunión de poblaciones indígenas
dispersas, en pueblos más grandes y centralizados.
Tanto la encomienda como las
reducciones fueron las bases organizativas sobre las cuales se asentó el régimen colonial.
Significado de las reducciones, como lo indica Luján8, consistía en transformar a los
indígenas en vasallos libres del Rey, con la única obligación de pagar un tributo, sin
embargo, cuando la Corona, por medio de la encomienda, concedió el beneficio del tributo
de la mayoría de pueblos a quienes se habían distinguido en la Conquista, se creo
rápidamente una significativa diferencia en el conjunto de las reducciones indígenas.
Surgieron así los llamados ‘pueblos realengos’ y ‘pueblos de encomienda’. Los primeros
no sufrieron la intromisión de españoles y castas durante la mayor parte del silgo XVI y
recibieron una tutela especial de los frailes que lo adoctrinaban. En cambio los pueblos de
5
Palma, Gustavo, Taracena Arturo, Baumeister, Eduardo. Cambios en la tenencia de la tierra: tendencias
históricas. Guatemala, Sistema de Naciones Unidas, 2004. Página 22.
6
Luján Muñoz, Jorge. Política fundacional en los siglos XVI y XVII. En: Historia General de Guatemala.
Desde la conquista hasta 1700. Guatemala. Asociación de amigos del País, 1994. Tomo II, Página 131.
7
Lovell, W., George. Conquista y cambio cultural. La sierra de los Cuchumatanes de Guatemala, 1500 –
1821. Guatemala, Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica. 1990. Página 77.
8
Luján Muñoz, Jorge. Op. Cit. Página 151.
3
encomienda sufrieron la explotación de alcaldes mayores, corregidores, terratenientes,
comerciantes y también de los curas doctrineros.
Una vez logrado el funcionamiento de estas instituciones de control sobre la población, se
impuso a todos los varones de 16 a 50 años la obligación de pagar dos veces al año el
tributo real así como “trabajar en las propiedades privadas llamadas estancias y/o labores –
de españoles y, algunas veces, también de indígenas y mestizos – existentes en las cercanías
de los pueblos.”9
a.
Presión sobre las tierras de Joyabaj y Zacualpa
La hacienda Chuacorral se encuentra vinculada a los pueblos de encomienda de Zacualpa y
Joyabaj.
Sin embargo, como lo señala Cabezas10, la instancia inmediata superior de
gobierno a que estuvo sujeta la región quiché no fue siempre la misma ni administrada
como un todo. Desde 1550 a 1689 estuvo repartida en tres Justicias Mayores: a) el
Corregimiento de Totonicapán, que controlaba Sacapulas, Chajul, Nebaj, Cotzal, Uspantán
y Cunén; b) el de Tecpán Atitlán, que tenía a su cargo San Andrés Sajcabaja, San
Bartolomé Jocotenango, Joyabaj y Zacualpa, así como Lemoa, Santa Cruz del Quiché, San
Pedro Jocopilas y Santo Tomás Chichicastenango; c) Zacualpa y Joyabaj pasaron a formar
parte en 1580 del Corregimiento del Valle.
En los primeros dos casos, los frailes
dominicos ejercieron efectivamente no sólo el poder religioso, sino también el
administrativo y en especial el poder fiscal. Desde 1553 hasta 1659, el convento de
Sacapulas ejerció el control sobre las 14 doctrinas que conformaban la región. En 1659 los
9
Palma, Gustavo, Taracena, Arturo, Baumeister, Eduardo. Op. Cit. Página 30.
Cabezas Carcache, Horacio En: Historia General de Guatemala. Desde la conquista hasta 1700. Op. Cit.
Página 504.
10
4
pueblos dependientes del Corregimiento de Tecpán Atitlán pasaron a ser administrados en
lo religioso por el convento de Santa Cruz del Quiché, con lo cual desplazaron el
importante liderazgo ejercido hasta entonces por Sacapulas. Esto explica que los dos
pueblos conocieran las agresiones de la ganadería española de Atitlán o de Guatemala.
Otra característica de estos dos pueblos es que criollos y ladinos lo invaden más rápida y
masivamente que los otros, porque la encomienda no les aplica la prohibición de vivir en
los pueblos de indios.
Como lo señala Jean Piel11, la historia territorial de la región es de acaparamientos
españoles. En 1626, Fernando Alonso y Matías Argueta se hacen asignar tierras entre
Zacualpa y Chichicastenango; en el mismo año, Hernando Godínez, propietario de una
estancia de ganado mayor en Tecpán Atitlan hace reclamaciones sobre la estancia Cacabal,
cerca de Zacualpa y en 1685, Ciprián Tomás, indio de Joyabaj, obtiene una caballería de
tierra en Pachalúm.
En 1728 la Hacienda Los Dolores (Chuacorral) recibe sus títulos reagrupando cantidades de
tierra. En 1747 una serie de acaparamientos, desmiembran gran parte de la tierra comunal
de Zacualpa y en 1750, el hacendado Francisco Ignacio Barrutia, dueño de Chuacorral,
logra una nueva delimitación de sus tierras a expensas de los pueblos de Zacualpa y
Joyabaj12
Piel, Jean. Sajcabaja. Muerte y resurrección de un pueblo de Guatemala. 1500 – 1970. México: Centre
d’Etudes Mexicaines et Centraméricaines (México) y del Seminario de Integración Social (Guatemala). 1989.
Página 175 – 176.
12
Piel Jean, Sajcabaja. Op. Cit. Página 159.
11
5
El Índice General del Archivo del extinguido juzgado privativo de tierras del supremo
gobierno de la república de Guatemala13, señala que en 1752 la Hacienda Chuacorral le
pertenecía a don Juan de Barreneche14, quien la vendió a don Juan de Pineda y Méndez,
vecino de San Miguel Totonicapán en 1758 por la cantidad de $. 8,955 15. Sin embargo en
otros documentos se señala que Barreneche vendió la propiedad a José de Pineda el 23 de
marzo de 1734, por la misma cantidad ya indicada, siendo el escribano Antonio Hipólito
Ordóñez16. A su vez Barreneche la compró a Juan de Zavala17 el 7 de julio de 1720, ante
Joseph de Lanuza, escribano real. A su vez, Juan Pineda Méndez la vende a Francisco
Ignacio Barrutia, como lo señala el mismo documento:
“Yo, el capitán don Joseph de Pineda Menéndez, residente en este pueblo de San Miguel
Totonicapán de la jurisdicción del partido de Quezaltenango, digo que yo obtengo y poseo por mías
propias unas haciendas de campo nombradas Nuestra Señor de los Dolores y Señor San Joseph en
términos de la Alcaldía Mayor de los de los partidos de Atitán y Tecpanatitlan entre los pueblos de
Santa María Xoyah, el Espíritu Santo y Zacualpa cuyos linderos son notorios y se componen de diez
y nueva caballerías, una cuerda y cuatro varas de tierra medidas y compuestas con su Majestad
como consta de sus títulos las cuales hube y compre del capitán don Juan de Barreneche en cantidad
de ocho mil novecientos cincuenta y cinco pesos (...) y tengo ajustado de venderlas (...) al General
don Francisco Ignacio de Barrutia, teniente de Capitán General y de Alcalde Mayor del partido de
Quezaltenango (...) con los bienes y aperos siguientes: las casas de vivienda (...) trescientas reses de
todas las edades; cien yeguas; cincuenta y tres caballos; cinco muletos, cuatro burros, un pollino, un
burro de las burras, otro dicho obrero y con los demás bienes, aperos, herramientas de dichas casas
(...) En este pueblo de San Miguel Totonicapán en 29 días del mes de noviembre de 1748.” 18
b.
Repartimientos y uso de la mano de obra. Tradición de trabajo colonial
Años más tarde, Francisco Ignacio Barrutia, por orden del Superior Gobierno dispone de
cierta cantidad de indios para el trabajo en sus haciendas.
13
Palma Murga, Gustavo. Índice general del archivo del extinguido juzgado privativo de tierras depositado
en la escribanía de cámara del Supremo Gobierno de la República de Guatemala. México: Ediciones de la
Casa Chata, 1991. Página 174.
14
Palma, Gustavo. Índice general del archivo del extinguido juzgado privativo de tierras depositado en la
escribanía de cámara del Supremo Gobierno de la República de Guatemala . Op. Cit. Página 174
15
AGCA, A1.20, leg. 1499, Exp. 9976, fol 410.
16
Ibid.
17
AGCA, A3.15, leg. 2107, exp. 33953. Año 1718.
18
AGCA, A3.15, leg. 2107, exp. 33953. Año 1718.
6
“Don Francisco Ignacio de Barrutia Provincial de la Santa Hermandad y regidor perpetuo por su
Majestad de esta ciudad. Ante vuestra señoría parezco y digo, que yo tengo por despacho de este
superior gobierno la cuarta parte de indios delos pueblos de Santo Tomás, San Sebastián Lemoa y
Santa Cruz del partido de Sololá para el trabajo y siembras de milpas de mis haciendas de San Juan
Chiche y sin embargo de estar sobre cortada por Vuestra Señoría, los indios hacen poco aprecio de
los superiores mandatos de Vuestra Señoría, tanto que muchas ocasiones no dan dichos indios antes
si responden con poco respeto y ninguna subordinación a los superiores por lo que Vuestra Señoría
siendo muy servido podrá nuevamente sobre cartar dicho despacho y mandar al alcalde mayor de
dicho partido de Sololá que por padrón se reconozca en la cuarta parte en los dichos tres pueblos de
Santa Cruz, Santo Tomás y Lemoa y haga den los indios que cupieren en ella imponiéndoles los
castigos correspondientes en caso de la menor insolencia que yo estoy pronto a pagarles a razón de
real y medio cada día. Mediante lo cual a Vuestra Señoría pido y suplico se sirva hacer como llevo
pedido que es justicia. Otro si digo que como parece por el despacho que presento también tengo
veinte indios semanarios del pueblo de San Juan Comalapan del corregimiento de Chimaltenango
que siendo muy servido Vuestra Señoría podrá mandar por despacho separado por ser distinta
jurisdicción sobre cartar y mandar se me acuda con dicho veinte indios para mis haciendas del
Portugués sin que por ningún pretexto ni motivo dejen de dar y cometer para su cumplimiento al
corregidor de dicho Chimaltenango, o ahora cualesquiera que sepa leer que fuere requerido por mi
por evita el que bajen a esta ciudad los justicias para hacerles saber.” 19
En otro escrito enviado por Barrutia al capitán general del Reyno 20 solicita para el cultivo
de su hacienda Nuestra Señora de las Angustias, alias El Portugués, de 16 indios cada
semana del pueblo de San Martín (Jilotepeque), del valle de Chimaltenango y está en la
disposición de pagar como de los demás dueños de haciendas que sacan indios de dicho
pueblo, con más de un real cada semana, para cada uno. Las autoridades le concedieron su
petición, teniendo cuidado de no perjudicar a otros labradores y hacendados.
El trabajo forzoso al que están sometidos los indios es evidente en un escrito que Barrutia le
dirige al Ayuntamiento de la ciudad de Santiago de Guatemala, en 1748, este señala que “la
escasez de indios a causa de las epidemias hace muy difícil el corte y recogida del trigo, y
dado que los indios del valle han tenido costumbre de venirse de su propia voluntad, en
bandadas, en los tiempos de cosecha, con herramientas propias, en solicitud de que los
19
20
AGCA, A3.12, Leg. 223, Exp. 4007, año 1761
AGCA, A3.12, Leg. 228, Exp. 5664
7
ocupen en los trabajos que se ofrecen21, solicita le sean enviados 400 indios con sus
herramientas para distribuirlos con el mejor orden que se pueda, en las labores de dichos
frutos, trigo y maíz. Esto significa que mandaban a trabajar a los indios desde la actual
Antigua Guatemala hasta Joyabaj, según fueran las necesidades de los hacendados.
Barrutia tenía indios asignados para sus haciendas, de distintos poblados y en las épocas de
cosecha, se pueden calcular alrededor de 600 indios encomendados, en sus propiedades.
De la descripción geográfico moral de la diócesis de Guatemala hecha por el arzobispo
Pedro Cortés y Larraz, se desprende una visión del oriente del Quiché, como una tierra
montusa, forestal, muy parcialmente en cultivo, cuyos grandes pueblos de reducción
indígena están separados por distancias a veces considerables y por espacios prácticamente
inhabitados. Su densidad poblacional, al menos lo que corresponde al territorio de la
Alcaldía Mayor de Sololá, donde se ubica la hacienda Chuacorral, es inferior a cuatro
habitantes por kilómetros cuadrado.22
Aunque de manera imprecisa, Cortes y Larraz23 menciona los acaparamientos de tierra en
los territorios de Joyabaj y Zacualpa:
-
Entre Chichicastenango y Zacualpa, la Hacienda Barrutia y la Hacienda Tululché,
pertenecientes al convento de Santa Cruz del Quiché.
-
En Joyabaj, las haciendas Chuacorral, El Portugués y Saltán, además de numerosos
trapiches.
21
AGCA, A1.2.5, Leg. 5915, Exp. 50780
Piel, Jean. Sajcabaja. Op. Cit. Página 216
23
Cortes y Larraz, Pedro. Descripción geográfico – moral de la diócesis de Goathemala. Guatemala:
Tipografía Nacional. 1958. Páginas 65 – 69.
22
8
La existencia de trapiches, estancias, ranchos y haciendas – con o sin títulos de propiedad –
indican la intensidad de la apropiación territorial hacia 1770, en la parte oriental del
Quiché. Su distribución es conforme a las principales especializaciones regionales entre:
Ganadería al este: Rabinal, Cubulco, San Andrés, Uspantán.
Agricultura especulativa: Rabinal, Cubulco, Santa Cruz, Zacualpa y Joyabaj.
2.
Transformaciones en el siglo XIX
Como señala Taracena24, durante la segunda mitad del siglo XVIII no se registraron
cambios legislativos que afectaran la tenencia de la tierra, hasta que en el segunda década
del siglo XIX se promovió la reducción de las tierras baldías o realengas, beneficiando a los
militares, milicianos y vecinos que las solicitaran. Asimismo, la crisis de la Monarquía
española implicó cambios en la administración político territorial.
Una vez decretada la independencia, la Asamblea Constituyente, en 1825, favoreció la
reducción de los terrenos baldíos a propiedad particular, posibilitando a los nuevos
ciudadanos – criollos y ladinos – el acceso a la tierra.
Otro cambio significativo que favoreció a la población ladina, fue la establecida en la
Constitución del Estado de Guatemala, de 1825, en la cual se normaba que “para ser elector
se requería ser vecino de la parroquia y estar en ejercicio de los derechos de ciudadano, lo
que en los pueblos donde la población era mixta significó abrirle la puerta al creciente
número de ladinos.”25
Taracena, Arturo y colaboradores. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Guatemala:
Nawal Vuj, 2002, Vol. I, Página 347.
25
Taracena, Arturo y colaboradores. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Op. Cit. Página
159.
24
9
a.
Presencia y ascenso de los ladinos en Joyabaj
La presencia de ladinos en el pueblo de indios de Joyabaj26, se incrementó a fines del siglo
XVIII debido a la cercanía a la capital, Santiago de los Caballeros y por poseer buenas
tierras para el ganado; se enriquecieron como comerciantes, reclutando trabajadores o
adquiriendo grandes cantidades de tierra en la región. Además muchos ladinos trabajaron
como contratistas y organizando anualmente la migración de trabajadores indígenas y sus
familias a las fincas de la costa, productoras de café y caña de azúcar.
Cuando Joyabaj es constituido en municipio entre 1823 y 1824 rápidamente se convirtió en
un espacio privilegiado para los ladinos, favorecidos, según indica Barrios 27 por el impulso
de varias reformas que suprimieron la separación de la alcaldía indígena de la ladina y
establecieron una forma de gobierno mixta, en la cual los ladinos ocupaban los cargos de
mayor decisión. Además se otorgó el reconocimiento de los ladinos radicados en los
pueblos indígenas, al elevar a categoría de ciudad a cinco pueblos y a categoría de villa, a
diez28. También se elevaron diez valles o asientos informales de ladinos a municipios.
Remijnse, Simone pag. 58 – 65.
Barrios Lina. Tras la huellas del poder local: La Alcaldía indígena en Guatemala, del siglo XVI al siglo
XX. Guatemala: Universidad Rafal Landívar, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, 2001.
Página 155.
28
Entre los pueblos elevados a las categorías de villa, estaban: Chimaltenango, San Martín Jilotepeque,
Mazatenango, Cuyotenango, San Pedro Sacatepequez, Salamà, Rabinal, Chiquimulilla, Santa Cruz del Quichè
y Zacapa.
Y entre los pueblos elevados a la categoría de ciudades, estaban: Chiquimula, Sololá,
Totonicapán, Quezaltenango y Huehuetenango.(pagina 148) Asientos ladinos ubicados en los valles,
reconocidos en 1830: Oratorio, Contreras, San Antonio, Las Tapias, Rodríguez, La Estancia, Nacahuil, Izabal,
El Rodeo, Pastores. En Barrio, Lina. Tras la huellas del poder local: La Alcaldía indígena en Guatemala, del
siglo XVI al siglo XX. Op. Cit. página 154
26
27
10
A raíz del triunfo de la revolución liberal de 1871, el concepto de ciudadanía fue
transformado en función de tres elementos29 a) el analfabetismo que afectaba a las masas
campesinas, especialmente a los indignas; b) la no posesión de bienes y c) la participación
en cargos públicos, con lo cual se garantizaba la filiación de los nuevos funcionarios.
Otro rasgo importante del periodo liberal fue la creciente centralización y militarización del
control gubernamental sobre las áreas rurales. Dos de los más prominentes presientes
liberales – Barrios y Cabrera – implementaron muchas reformas para incrementar dicho
control.
La preeminencia ladina en la guarnición, las milicias y la municipalidad en
Joyabaj aparece en gran cantidad de correspondencia entre la Jefatura Política y los
diferentes comandantes de guarniciones en Joyabaj, como lo reflejan los distintos nombres
ladinos que aparecen una y otra vez.
El triunfo liberal promocionó a los ladinos a nivel departamental consolidando o
conquistando sus adquisiciones territoriales, sus relaciones privilegiadas con la jefatura
política y colocando a sus miembros más influyentes en las juntas directivas formales e
informales de las municipalidades. Con lo cual llegaron a controlar a la mayoría indígena a
través del poder municipal sobre los ejidos comunales y el desplazamiento definitivo, fuera
de toda representación legal, de las antiguas municipalidades indígenas.
Taracena, Arturo y colaboradores. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808 – 1944. Op. Cit. Página
175
29
11
b.
Acceso a la tierra en Joyabaj
En 1825, la Asamblea Constituyente reagrupa a las municipalidades bajo la administración
de siete departamentos30: Verapaz, Chiquimula, Guatemala – Escuintla, Suchitepéquez –
Sololá, Sacatepéquez – Chimaltenango, Quetzaltenenzo – Soconusco, Totonicapán –
Huehuetenango. El Quiché, antigua partida de Sololá, constituye uno de los seis distritos
territoriales que conforman el departamento Suchitepéquez – Sololá.
Es notoria que en la construcción de estos departamentos y en particular en el caso de
Suchitepéquez – Sololá, giraba en torno a realidades económicas: el Quiché proveía víveres
y mano de obra a las plantaciones de cochinilla, añil y tabaco de las costas del Pacífico de
Suchitepéquez. Tal esfuerzo de organización territorial implica, evidentemente, un control
conceptual del territorio y sus potencialidades económicas y de mano de obra.
Con base a lo decretado en 1825, por la Asamblea Constituyente, en cuanto a reducir los
baldíos a propiedad particular31, en Joyabaj, las haciendas de Tululché y Chinique que
pertenecían al convento dominico de Santa Cruz del Quiché fueron confiscadas en 1830.
La primera fue comprada por Lucas Pérez, ladino de Chinique y la segunda, reclamada
desde 1813 por el común de Chiché – Chichicastenango, a quienes fue otorgada en 183632.
Para 1835, según lo señala el Índice General del archivo del extinguido juzgado privativo
de tierras, se remidió la hacienda de Chuacorral, segregándole 46 ¾ caballerías para formar
30
La denominación departamento surge durante la Revolución francesa; esta apareció en Centro América
ligado a la creación de la República Federal en 1824. Los principios distributivos territoriales eran: riqueza
de la población y los medios de comunicación. En Taracena, Arturo: Los departamentos y la construcción del
territorio nacional en Guatemala, 1825 – 2002. página 2
31
La agricultura es la fuente primera de la riqueza pública; el corto número de propietarios de tierras es una
de las cusas del atraso; la enajenación de las baldías a precios y planes cómodos debe aumentar el número de
propietarios y estimular la agricultura. Valor mínimo caballería: 12 reales; máximo: 4 pesos.
32
Piel, Jean. Op. Cit. Página 301.
12
la de Portugués, y le quedaron 231 caballerías, con las que se tituló a favor de don Simón
Vasconcelos, el 8 de octubre de ese mismo año33, el entonces presidente del Estado de
Guatemala, Mariano Gálvez, extendió el titulo de propiedad.
Por su parte, Lucas Pérez, quien compró Tululché continua aumentando sus posesiones; en
1840, don Luis Aycinena le vendió un terreno que era parte del paraje llamado Portugués
por el precio de $. 34534. En ese mismo año, le compró a los presbíteros José Teodoro
Franco, José Mariano Méndez, José Marino Herrarte y Nicolás Arrellano, por el precio de
$9000 la hacienda Chuacorral y Canajá, compuesta de 231 ½ caballerías. Este anexó la
hacienda Chuacorral a los terrenos del Portugués que ya poseía35.
Debido a la expansión de los Pérez, son constantes las peticiones de amparo de los
indígenas de Chiché y Tululché36, así como de Zacualpa37. Es muy interesante el informe
del agrimensor que conoce de las quejas de los indígenas, este refiere “... los pobladores
zacualpeños viven en los montes y ya que no respetan ni a sus propias autoridades han
cometido todo género de excesos contra la propiedad ajena, introduciéndose en los terrenos
de Chuacorral, constantemente atraviesan toda el área de esta hacienda y pasan a la de
Tululché, tomándose el ganado de ambas, la leña y cuento encuentran... las ricas vegas del
río Zacualpa, los dilatados campos que quedan a uno y otro lado del pueblo no presentan
señal alguna de cultivo, el azadón no se conoce en Zacualpa.. un pueblo de 500 habitantes
33
Palma, Gustavo. Índice general del archivo del extinguido juzgado privativo de tierras depositado en la
escribanía de cámara del Supremo Gobierno de la República de Guatemala . Op. Cit. Página 174.
34
AGCA, Índice de tierras, departamento del Quiché, paquete 17, expediente 5, año de 1901.
35
Segundo Registro de la Propiedad Inmueble (SRPI), primera titulación No. 599, 28 de junio de 1884.
36
AGCA, Índice de tierras, departamento del Quiché, paquete 1, exp. 16, año 1834.
37
AGCA, Leg. 28581, Exp. 114, fol. 4, 1860.
13
tienen terrenos para fundar diez pueblos grandes; ni conozco en todos los Altos mayor
desproporción que la que se deriva de esto.”38
Dos elementos se pueden deducir del anterior informe: las haciendas de Tululché y
Chuacorral eran utilizadas mayormente para la crianza de ganado y aun quedaban espacios
“sin utilizar” por los dueños de las haciendas, en los alrededores de Zacualpa.
En este proceso de recomposición y apropiación de tierras, los Pérez le arrendaron tierras a
14 familias, por la descripción hecha podemos inferior que son k’iche’s, las cuales
sembraron maíz, frijol y trigo, pero con el pretexto que los animales les echaban a perder
las siembras subió el arrendamiento. Por la resistencia que las familias presentaron a
desalojar cuando se negaron a pagar el arrendamiento, Pérez salió con las tropas, quemaron
28 ranchos, destruyeron las milpas y frijolares, además de robar ropa, azadones y hachas.
Una acción similar llevó a cabo Lucas Pérez en Chinique39.
Años más tarde, en 1884, los herederos de Lucas Pérez, por la suma de $35,000 al contado,
vendieron a los señores, general Manuel Lisandro Barillas – presidente de Guatemala de
1885 a 1892) y Mauricio Rodríguez la hacienda de ganado nombrada Chuacorral,
compuesta de 101 caballerías a la cual estaba unida y formaba un solo cuerpo la de
Tululché, Boquerón y otro terreno llamado el Portugués, con una extensión de 46
caballerías40.
38
AGCA, Índice de Tierra, departamento del Quiché, paquete 2, expediente 1, año 1860.
AGCA, Índice de tierras, departamento del Quiché, paquete 2, expediente 1, año 1860.
40
SRPI, segunda titulación, No. 172, 4 de noviembre de 1884.
39
14
Los señores Barillas y Rodríguez declararon que les pertenecía por partes iguales la
hacienda Chuacorral; se constituyeron en Sociedad para dedicar la finca de preferencia la
crianza de ganado caballar y vacuno. Esto se llevó a cabo en Quetzaltenango, el 28 de
junio de 1889. Sin embargo, en la misma fecha consta que la sociedad compuesta por
Barillas y Rodríguez se disolvió y la finca fue adjudicada a Rodríguez, quien pagó a
Barillas la cantidad de $17,500 mitad del valor en que compraron la finca.41
Al fallecimiento de Mauricio Rodríguez, en 1898, todos sus bienes se inscribieron a favor
de su esposa Jesús Rodríguez e hijos. El 19 de noviembre de 1923, los hijos de ambos,
Gustavo, Alfredo y Porfirio Rodríguez, vendieron por el precio de $20,000 oro americano,
a puerta cerrada, el resto de la finca rústica de Chuacorral a la Sociedad Herrera
Hermanos42 representada por el gerente general de la sociedad, Carlos Herrera Dorión.
3.
El eje Chuacorral – Baúl
a.
Vinculación de Chuacorral a la producción para la exportación
Es a partir de la compra por la Sociedad Herrera Hermanos que para Chuacorral y sus
habitantes empiezan a darse cambios significativos en varios aspectos. La finca según el
censo de agosto de 192143 está descrita como “finca de cereales, ganado y colonia de
mozos, con una población de 2169 habitantes”. Esto significa que los mozos pueden vivir
y usufructuar la tierra a cambio de realizar las labores que los dueños de la finca les
indiquen o asignen.
41
SRPI, Fol 600, 28 de junio de 1889.
SRPI, Inscripción No. 334. Folio 332. 19 de noviembre de 1923.
43
Censo nacional de población 1921. página 421.
42
15
Para comprender esta dinámica nos valdremos de una fuente sumamente valiosa, los
testimonios orales de los habitantes de Chuacorral, del administrador que la Compañía
Herrera Hermanos contrató, además de las fuentes escritas que para el período 1932 – 1944
se encuentran.
A principios del siglo XX, Guatemala como productora de materias primas y vinculada al
mercado mundial por la agroexportación, diversificó sus cultivos; así encontramos que la
industria azucarera era en esta época una halagüeña realidad para los capitalistas nacionales
y extranjeros. Para 1904 existían un total de 1,286 fincas que ocupan 15,092 hectáreas
sembradas de caña. Algunas de las fincas más renombradas de la época eran: Pantaleón, de
Herrera y Cía., Los Cerritos, de Samayoa Hnos., Santa Cecilia, de Aparicio e hijos, la
Concepción de la Compañía Anseática alemana, Chocolá de la Compañía Hamburguesa y
Chitalón, del señor Zollikofer44. La Sociedad Herrera Hnos., adquirió después del ingenio
Pantaleón, la finca El Baúl, la cual dedicó inicialmente a la caficultura y luego a la siembra
de caña de azúcar.
De esta forma, Sociedad Herrera Hermanos es dueña de dos tipos de unidades productivas,
una ubicada en la región occidental del país, considerada colonia de mozos; la otra se
encuentra en la costa sur, donde produce café y caña de azúcar. Ante estas características
podemos empezar a entender la lógica de la adquisición y la complementariedad de ambos
tipos de fincas.
b.
44
Legislación laboral
Solórzano, Valentín. Evolución económica. Página 349.
16
Para asegurar el suministro de trabajadores – brazos, como se les llamaba en la época
liberal- es necesario revisar la legislación respectiva. En tal sentido es preciso distinguir
dos grandes momentos: 1871 y sus ajustes y la emitida por Ubico a partir de 1931.
El 3 de noviembre de 1876 se emitió una circular a los jefes políticos sobre la obligación de
los pueblos indígenas de proporcionar mozos para la agricultura, en la cantidad que los
dueños de fincas soliciten, hacer cuantos relevos sean necesarios para no interrumpir los
trabajos hasta su conclusión y que se tenga especial cuidado en castigar a los mozos que
evaden las disposiciones y defraudan a los agricultores, reprimiendo la ociosidad y la
vagancia entre los jornaleros.45
Posteriormente, el 3 de abril de 1877, se emitió la “Ley de Trabajadores y el decreto
número 177 que contiene el “Reglamento de Jornaleros”. En este legalizó el sistema de
trabajo forzado a través de los mandamientos –que afectaba sobre todo a la población
indígena- a las fincas agro-exportadoras, tanto de café como de caña. En la sección segunda
del mismo reglamento se señala que hay tres especies de jornaleros: colonos, jornaleros
habilitados para trabajar por tarea, por día o por mes y jornaleros no habilitados.
Entre las obligaciones del colono se señalan: 1ª. Prestar su trabajo en la finca por el salario
convenido siempre que hubiere ocupación en ella; 2ª. Estar sometido al patrón y sus
agentes, en todo lo relativo al buen orden y ejecución los trabajos de la finca; 3ª. Conservar
el libreto de su cuenta corriente, cuidando de que el patrón asiente semanariamente el
45
Baur Paíz, Alfonso. Catalogación de leyes y disposiciones de trabajo de Guatemala, del período 1872 a
1930. USAC, Facultad de Ciencias Económicas. Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales IIES,
Guatemala, octubre 1965. página 82.
17
estado de ella en dicho libreto; 4ª. No recibir de otro patrón anticipo alguno por cuenta de
trabajo, que deba verificarse antes de concluirse el término porque se concertó como colono
o aunque se haya concluido, sino está solvente con el patrón; 5ª. Enviar a sus hijos a la
escuela de primeras letras establecida en la misma finca; 6ª. Permanecer en la finca todo el
tiempo concertado y no retirarse de ella antes que termine, aun cuando estuviere solvente
con su patrón;
Entre las disposiciones generales destaca que las autoridades competentes para los efectos
de este Reglamento, las siguientes: Jefes Políticos, Gobernadores de los pueblos, Alcaldes
Municipales o Jueces de Paz y Preventivos y Alcaldes Auxiliares.
Complementaria a esta Ley de Trabajadores, Barrios emitió el Decreto 187 que reformaba
la Contribución de Caminos. Esta nueva disposición establecía que todos los vecinos
estaban obligados a contribuir anualmente con la cantidad de dos pesos para atender a la
reparación y conservación de los caminos públicos. Esta contribución podía realizarse con
el trabajo de 6 días o el pago de los mismos. Se exceptuaban de esta obligación: los
militares activos, los enfermos, los menores de 14 años y mayores de 50, siempre que
fueran artesanos o jornaleros y no tuvieran un capital mayor de $.1,000. El pago debería
hacerse en la municipalidad durante el mes de junio.46
Asimismo, Barrios emitió el Decreto Número 222 sobre la vagancia. En esta se considera
como vagos:
46
Bauer Paíz, Alfonso. Op. Cit. Página 83.
18
1º. Los que no tienen profesión, oficio, renta, sueldo, ocupación o medios lícitos de que
vivir.
2º. Los que teniendo oficio, profesión o industria no trabajen habitualmente en ellos, y no
se les conozca otros medios lícitos de adquirir la subsistencia.
3º. Los que teniendo, renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican a una ocupación
lícita y concurren ordinariamente a casas de juego o tabernas.
4º. Los que sin ejercer habitualmente otra ocupación honesta, se emplean en la cuestación
de limosnas para objetos piadosos.
Un agravante de la vagancia es la embriaguez consuetudinaria.
En el artículo 10º., se señalan los múltiples lugares a donde los vagos condenados pueden ir
a cumplir su pena y destaca el trabajo en caminos.
Por su parte, el artículo 14º., indica que la cesantía en empleo, colocación, servicio, trabajo,
no son excusas legítimas del cargo de vagancia, más que por el término de 15 días.47
El requerimiento de “brazos” para la agricultura, obligó al Estado a emitir leyes en cuanto
al servicio militar y las excepciones que debían hacerse, así, el 19 de noviembre de 1872 se
acordaron cuales serían las que tendrían que tomarse para no perjudicar los intereses de los
terratenientes y obligar a los trabajadores rurales a laborar en fincas particulares. De esta
cuenta, fueron emitidos decretos para situaciones particulares (Acuerdo 10 de junio de 1874
y 2 de mayo 189248) y de manera general, fueron exentos de este servicio quienes siembren
47
48
Op. Cit. Paginas 91 – 93.
Bauer Paíz, Alfonso. Op. Cit. Pagina 6.
19
y cultiven hasta la cosecha de 8,000 matas de algodón o 2,000 de tabaco, los mozos y
colonos habilitados.49
Sin embargo se autorizó a los patronos de las fincas rústicas a pasar lista militar, en 1886.
Mediante el reglamento para la organización de las milicias y listas dominicales se dispuso
que los administradores de las fincas pasaran listas de los milicianos trabajadores o colonos
y si algún trabajador se fugase, los comandantes locales se encargarían de su captura.50
José María Reina Barrios, en 1894 abolió los mandamientos de jornaleros incorporando a
todos los trabajadores afectos a estos a las compañías de zapadores establecidas en el país.
Sin embargo, se exceptuaron los acreditados como colonos residentes en alguna finca rural
de país.51
Posteriormente, en 1901 se nombra una comisión integrada por los licenciados Arturo
Ubico, Ignacio G. Saravia, Dr. Manuel Aparicio, Antonio Zollikofer, General Pío Porta y
licenciado Rafael Ariza para que redactaran un proyecto de reformas a la Ley de
Trabajadores, del 9 de mayo de 1894, el cual debería ser entregado en la Secretaría de
Fomento. El 1 de marzo de 1905, el presidente Manuel Estrada Cabrera dice que ha sido
aprobada la Ley de Trabajadores pero esta no aparece en las recopilaciones de leyes de la
época. En 1907 aun se seguía insistiendo en la necesidad de emitir una ley de trabajadores
que prohibiera los mandamientos de mozos. Para 1920, Carlos Herrera en un mensaje
presidencial informó que se tenía en estudio la nueva Ley de trabajadores cuya importancia
era notoria.52
49
Op. Cit. Página 6.
Op. Cit. Página 8
51
Ibid. Página 119
52
Op. Cit. Página 39
50
20
Ley de trabajadores rurales
En el mensaje presidencial del 1 de marzo de 1924 se indica que “esta concluido un
proyecto de ley de trabajadores rurales, sobre bases de estricta equidad y justicia y para el
cual se solicitó la colaboración de las personas más entendías en la materia, así como de las
autoridades departamentales, para hacer de ellas un conjunto armónico que corresponda en
todo a las peculiares necesidades del país. Contiene, entre otros puntos importantes, la
persecución a la vagancia, la obligación al trabajo y la libre elección del mismo. Con el
trabajo obligatorio bien organizado cree el gobierno que son suficientes por ahora los
elementos de que disponemos (…) Todas las cuestiones que entorpecían la marcha de la
agricultura relacionadas con el servicio militar, han sido subsanadas inmediatamente por el
Ministerio de la Guerra, dentro de la equidad y de la ley. Con el mismo criterio se han
intervenido, respetando siempre los derechos respectivos, en las controversias entre dueños
de fincas entre sí y entre éstos y sus jornaleros.
Se han castigado con energía las
infracciones legales y los trabajos campesinos han sido objeto de la mayor solicitud.53
En 1923 se fijó jornal mínimo para los mozos “a efecto de que haya una base sobre la cual
puedan dirimirse las controversias que se susciten entre patrones y jornaleros, cuando no
exista estipulación expresa acerca del jornal que devengan”, fijándose este en $8 diarios. 54
La legislación en la época de Ubico
En 1934, el gobierno del general Ubico prohibió la habilitación por deudas55, debido a la
crisis económica mundial en la economía de exportación del café. Sin embargo,en la
53
54
Bauer Paíz, Alfonso. Op. Cit. Página 40
Ibid. Página 65
21
práctica, no fue tan fácil desprenderse de las deudas y la habilitación se mantuvo. Se
estableció que sólo los empleados de las fincas podían contratar trabajadores, pasando los
habilitadores directos o privados a llamarse agentes.
Pocos días después de esta prohibición, el Estado se legisló sobre “la vagancia”56,
manteniendose la lógica de hecho del trabajo forzado agrícola. Cualquier individuo,
indígena o ladino, que no practicara una profesión reconocida o un negocio, no cultivara la
mínima cantidad de tierra estipulada, debía trabajar en una finca de 100 a 150 días al año,
sería declarado vago.
La ley establecía que lo mínimo a cultivar era: 3 mz. de café, caña o tabaco; 3 mz. de maíz
con dos cosechas anuales en zona cálida; 4 mz. de maíz en zona fría; o 4 mz. de trigo,
papas, hortalizas u otro producto.
De esta cuenta, los diferentes gobiernos legislaron para mantener la “dotación” de brazos
para la agricultura y sobre todo el café.
Según el administrador de la finca Chuacorral para resolver el problema de la falta de
trabajadores “los empresarios contrataban a los llamados habilitadores quines acudían a
los centros más poblados como Chichicastenango, los días domingo o de plaza para
anunciar que había trabajo en la “costa”; como en algunos casos los jornaleros no
entendían, pues el anuncio se hacia en castellano, el habilitador contrataba personas de la
misma comunidad para que fueran a los barrios o cantones a contratar a la gente en su
mismo idioma.
55
56
Dto. Leg. 1995, en MÉNDEZ Recopilación de las Leyes de la República de Guatemala, tomo 53, pg. 69
Dto Leg. 1996, MÉNDEZ Recopilación de las Leyes de la República de Guatemala, tomo 53, pg. 71
22
El habilitador contrataba a la gente y la hacía comparecer ante las autoridades locales para
que con su huella digital por firma puesta sobre un documento que les leía pero no les
mostraba, se comprometieran a cumplir un número determinado de jornales.
Con
frecuencia el habilitador hacía al campesino jornalero anticipos sobre el salario que
devengaría para que dejara algún dinero a sus familiares.
Este mecanismo de habilitación por aunque un tanto molesto para los dueños de las fincas,
pues debían pagar el pasaje de los mozos habilitados, fue efectivo. Pero más rentable fue
aun el mecanismo utilizado por la Sociedad Herrena Hnos., pues al ser dueños de la tierra
de Chuacorral y no cobrar arrendamiento, obligaban a aquellos campesinos que allí vivían a
pagar el usufructo de la tierra con trabajo, primero en el corte de café y luego de caña de
azúcar en la finca El Baúl, en la costa del Pacífico.
Según el administrador de Chuacorral, “no era necesario que los mozos fueran a la
municipalidad de Joyabaj para legalizar los contratos de trabajo para bajar a la costa, en
cada cantón de la finca había un caporal encargado y él vigilaba la organización de la
gente, los cinco caporales de los cinco cantones – Estancuela, Temal, Boquerón, Las
Lomas, Pericón – iban de casa en casa o también se turnaban los cantones que tenían que
bajar. El contrato que se hacía era verbal, Ubico exigió que fuera el contrato por escrito,
el intendente llegaba a Chuacorral y allí firmaba y asentaba los contratos, los mozos
ponían su huella.
A ellos siempre les gustó el trabajo en la costa, porque en su tierra
sacan sólo la comida pero no da para más, entonces iban a la costa para hacer dinero
para vestirse.”
23
Por su parte, los trabajadores indican: “teníamos que hacer 110 tareas al año para pagar la
tierra, ni no quieren trabajar o los que no quieren trabajar los echan de la finca.”
Es evidente que hay dos versiones con relación a los motivos por los cuales trabajan; para
el administrador este consiste en la poca capacidad productiva de la tierra y el “gusto” de
trabajar en la costa porque pueden hacer dinero para vestirse. Sin embargo los trabajadores
lo explican como la obligación de trabajar para pagar la tierra.
Bajo estas dos explicaciones, nunca existió el trabajo forzado porque la parte patronal lo
explica por el “gusto” y la parte trabajadora porque a través del trabajo en la costa
abonaban para tener la tierra que les fue entregada muchos años después por efecto del
Decreto 900.
Ruta Chuacorral – El Baúl
Los colonos de Chuacorral bajaban a El Baúl a pie por la siguiente ruta: de Chuacorral a
Tecpán; de Tecpán a San Pedro Yepocapa y de allí a El Baúl. “Salíamos a las tres de la
mañana, teníamos que llevar todo lo que íbamos a comer durante el tiempo que
estuviéramos en El Baúl: maíz para las tortillas, también nuestras cosas, machetes, jarrilla
para el café, el pocillo. En Tecpán dormíamos en los corredores de la municipalidad, allí
teníamos que pagarle a los policía un real para que nos dejaran dormir porque si no lo
hacíamos nos metían presos. Igual nos pasaba en Yepocapa y ya al tercer día llegábamos
al Baúl.
Por su parte, el administrador de Chuacorral señala, “antes del Código de Trabajo (1947)
todos se iban a pie, tenían que llevar totopostes; las metían en bolsas de manta, después de
24
quebrantarlas y con eso hacían una especie de atol muy sabroso. Yo también hice el
recorrido para saber por donde se iba exactamente. Tardé tres días de camino. El
primero, fuimos un muchacho y yo, de Chuacorral a Tecpán. Hicimos ocho horas a
caballo. El segundo día de Tecpán a San Pedro Yepocapa, pasando a un lado de Patzicia
y Acatenango y el tercer día ya sólo fueron cuatro horas de camino de San Pedro
Yepocapaca al Baúl. Después del Código de Trabajo se les puso camionetas para ir y
volver.”
Trabajo en El Baúl
La finca El Baúl fue primero una finca e café y tenía capacidad para 50,000 quintales y
luego aumentó a 60,000, después la producción se diversificó con caña de azúcar. El
trabajo de los mozos colonos consistía en cortar café desde mediados de septiembre a
noviembre, no más de 40 días. Luego regresaban a Chuacorral para volver a bajar para el
corte de caña de azúcar de enero a abril. La cantidad establecida por los administradores de
la finca era de 70 tareas por persona a razón de una tarea por día. La tarea significaba una
tonelada de caña de azúcar diaria por persona. Uno de los colonos relata “nos levantaban a
las 4:00 de la mañana, juntábamos fuego para el café y nos íbamos a trabajar. Cuando
terminábamos temprano, lo hacíamos a las 5:00 de la tarde, pero cuando el carretón
donde juntábamos la caña cortada quedaba lejos, a veces nos daba las 10:00 de la noche y
hasta las 11:00 sin terminar. Al día siguiente, otra vez a las 4:00 de la mañana. En total
hacíamos 110 tareas al año para pagar la tierra. De este trabajo nos pagaban 5 centavos
por un quintal de café y Q.7.00 por un carretón de 30 quintales de caña de azúcar.”
25
En El Baúl también se requería del trabajo de las mujeres, una de ellas relata: “Cuando era
pequeña bajé con mi papá y la familia pues no alcazaba la comida (en Chuacorral). Como
se acabó el maíz comimos y molimos los xilotes y los comimos como tortillas. Dejamos
abandonada nuestra casa porque todos bajamos. En la finca (El Baúl) tampoco alcanzaba
la comida y teníamos que buscar bananos. Después con mi mamá y mis hermanas teníamos
que cocinar para 40 mozos y el patrón nos pagaba cinco centavos. ”
El administrador, explica el trabajo de las mujeres en El Baúl. “Muchos mozos llevaban a
su mujer e hijos para el corte de café porque en lugar de cortar un quintal, que era la tarea
diaria, entre todos podían cortar dos y hasta tres.
Mientras tanto, las mujeres se
dedicaban hacer la comida de los hombres, que consistía en frijoles y siete tortillas por
tiempo. En la casa se comían tres o cuatro para dejar el resto para el desayuno. Después
también se organizó el trabajo de las mujeres porque cada una quería hacer las cosas a su
modo.
Entonces
se decidió que por cada 12 o 15 hombres fuera una mujer para
cocinarles. Su trabajo era hacer las tortillas y los hombres cargaban los botes donde se
cocían los frijoles porque pesaban muchos. Se construyeron galeras donde se hicieron
poyos con planchas de hierro y unos hornos con todas las comodidades; también se les
puso un molino eléctrico y piedras de moler. Ellas eran felices, no se podía mandar a
todas las que querían ir. Había un mozo encargado de controlar el trabajo que ellas
hacían. En tiempos de zafra tenían 1,200 personas en El Baúl y tenían que haber entre 80
y 100 mujeres.
Pago del jornal
Los mecanismos utilizados para el pago de los salarios se adecuaron a los intereses de los
dueños bajo el argumento de las condiciones de analfabetismo de los trabajadores. Los
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encargados de controlar el trabajo en el campo eran los mayordomos. Ellos vigilaban el
tiempo de trabajo empleado y el peso entregado. Como se indicó, el trabajo en El Baúl
consistía en el corte de café y caña de azúcar, en jornadas de 8 ocho horas diarias de
trabajo, que algunas veces – tal vez, muchas – se extendía si no se cumplía con la cantidad
estipulada para el día. Para indicar que se había concluido el trabajo del día se utilizaban
unas tarjetas a las cuales se les hacia perforaciones, una por cada jornal y para efectos
contables, la administración llevaba sus propios libros. La tarjeta con las perforaciones era
para un total de quince días y en los libros se llevaba el control semanal. Asimismo, el
pago del jornal lo realizaba el mayordomo en el campo.
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