Hans y su larga vida

Anuncio
La economía en
la vida de un
ambientólogo:
Hans
-Trabajo realizado por el grupo 101 del 27:
José María de Gregorio Muñiz
Juan José Monge
Juan Manuel Pérez Fernández
José Luis San Emeterio Cabañes
Javier Villodres Félix
Iñaki Olazábal Otero
Febrero 2004
Introducción
El amor por la naturaleza fue siempre un rasgo importante en la personalidad de Hans.
Desde muy pequeño se cuestionó el funcionamiento de todos sus componentes. Este
hecho determinó completamente su vida.
En su etapa como preadolescente, antes de terminar EGB, Hans no tenía muy claro
qué hacer con su vida. Si tenía claro, sin embargo, que no quería hacer.
Hans se sentía enormemente atraído por la forma de vida que llevaba el padre de su
mejor amigo, un fotógrafo profesional, sin aparentes ataduras, muy independiente y
feliz.
Su padre, trabajaba en un puesto burocrático, se levantaba a las seis con su tartera de
productos precocinados y no volvía hasta la diez de la noche. Nunca tenía tiempo para
su hijo.
Así, Hans, reflejó su futuro en la imagen del padre de su gran amigo, sin saber que
éste, como su padre, estaba totalmente condicionado por el sistema imperante, el de
consumo, en el que los intereses “capitalistas” guiaban la vida de su “héroe”.
Como sumatorio de todos estos factores tan relevantes en su juventud, además de por
su conciencia ambiental, una vez acabado el bachillerato, Hans decide estudiar
Ciencias Ambientales, por tener constancia de ser una carrera con unas expectativas
laborales de libertad e independencia, sin ningún tipo de relaciones con decisiones o
dogmas impuestos por personalidades ajenas a nuestro personaje.
Durante los años universitarios, su odio por el sistema económico imperante, el
neoliberalista, aumenta. El condicionamiento que el mismo impugna sobre las
personas es algo inconcebible para Hans.
Al terminar la carrera decidió tener una relación lo más lejana posible con el
capitalismo; sin embargo Hans ya formaba parte del mercado de trabajo...
Etapa Transitoria
Durante esta etapa de su vida, la situación laboral de Hans , a su parecer, estaba
totalmente encorsetada. Tras una serie de empleos como consejero de medio
ambiente en empresas privadas de carácter local, decide cortar radicalmente con su
forma de vida.
Su trabajo tenía en aquellos tiempos un carácter meramente
administrativo; nada gratificante para si mismo y no mucho más para los demás.
Realizaba continuamente presupuestos e informes relacionados con obras de carácter
publico o privado bajo el influjo y condicionamiento total de las personas de las que era
subordinado.
Hans no estaba cumpliendo de ninguna forma los objetivos que se
propuso durante su etapa universitaria. Su trabajo le desanimaba; no satisfacía sus
metas personales y por ello decidió sobrevivir de otra forma. No sabía de cuál, pero de
esa seguro que no, pues odiaba la idea de ser un asalariado más incapaz de realizar
los proyectos que le ilusionaron en su juventud.
Ese desánimo hundió a Hans en una profunda depresión y, por ello,
dejó de buscar empleo. Pensaba que el mercado de trabajo no tenía nada que
ofrecerle y que esto era recíproco.
Debido a su escasa actividad laboral gozaba de mucho tiempo para si
mismo. “Estar condicionado a factores económicos me supera” – pensaba – “Sólo un
golpe de suerte puede cambiar mi penosa situación”
La situación económica y personal de Hans se había vuelto insostenible. El trato
continuo con individuos al margen de la legalidad, que aprovechaban supuestos
ideales antiglobalizadores para medrar a costa de la ingenuidad ajena, le condujo a
una confusión moral por la cual acepto integrarse en una red de tráfico de
estupefacientes, armas y hombres.
No quería ser considerado mera mano de obra; no quería ser un factor
productivo, otro títere del gran sistema que le gobernaba. No fue capaz de advertir la
cruel paradoja de que sus formidables aspiraciones morales hubieran acabado en la
explotación de la miserias y adicciones ajenas.
Etapa de desengaño
Hans había tomado una decisión, lo había decidido, después de darle muchas
se convenció para comprar una casa. Él, siempre había querido un chalet de esos con
piscina en el campo eso sí, que estuviese cerquita de la ciudad y a ser posible, en una
zona donde los atascos no existiesen. Esto ya de por sí tarea difícil, hizo comprender a
Hans que necesitaba vivir de una vez solo. De esta manera, entraba en el mercado de
la vivienda para satisfacer su ansiada necesidad, encontrar la casa de sus sueños, eso
sí, a buen precio, claro.
Como ambientólogo optó por buscar una constructora que fuese respetuosa
con el medio y a través de una serie de anuncios publicitarios, dio con la que parecía
ser el productor que buscaba: “lo natural, es lo nuestro!!”, constructoras Vallesol S.A.
La gran sorpresa de Hans fue darse cuenta que el concepto de natural solo se
reflejaba en el anuncio. Era una urbanización cuya construcción supuso la destrucción
de un precioso hayedo donde Hans solía reflexionar. Este hecho hizo plantearse a
Hans un análisis y una valoración de la situación del mercado de la vivienda, en todos
sus aspectos, pero principalmente enfocándolo a la sostenibilidad. Sabía que era un
mercado fundamental, que participaba cohesionando o mejor dicho asentando una
sociedad. La familia como agente económico necesita una vivienda donde vivir. Las
empresas, como productores de dicha necesidad deben de ofertar el producto que
cubra las demandas de toda la sociedad. Para cubrir esta demanda es necesario el
factor productivo de la tierra, es decir, el terreno para construir. Este terreno
llamemosle “virgen” acoge un ecosistema que inevitablemente ha de ser destruido.
En este caso lo importante no es el fin sino los medios y actuaciones para
llevarlo a cabo. Aquí es donde entra la palabra sostenibilidad. Este mercado será
sostenible, si sostiene el medio que lo asienta, es decir, si asegura la permanencia en
el tiempo tanto del recurso tierra como en mayor o en menor medida de su precio.
Este equilibrio, que estabiliza el mercado huyendo de la inflacción, debe de ser
regulado por el estado como agente económico. Este estado debe de participar
activamente en el flujo circular de la actividad económica para evitar la especulación y
el fraude con el recurso de todos, partiendo de la base de un estado ideal, utópico,
cuyo objetivo sea la competencia perfecta. El estado ha de procurar este tipo de
mercado ideal en el que la información sobre la situación de los productos ofertados
fuese total, y que cada cual eligiese racionalmente la oferta específica que estuviese
en mayor concordancia con la necesidad propia, en cuanto a términos de utilidad se
refiere.
La información es poder, por lo tanto una contabilidad nacional transparente y
exacta permite el análisis detallado de los factores que influyen en el mercado: PIB,
consumo privado, consumo público... Permitiéndose de esta manera un tipo de
regulación, que teniendo en cuenta las necesidades y posibilidades de la sociedad,
sea sostenible. Este análisis propio hizo comprender a Hans que la situación real era
muy diferente. La especulación con los terrenos estaba a la orden del día, y lo peor era
que además estaba “permitida” por el estado, siempre y cuando sus componentes
sacasen algún beneficio de talante económico.
Esta era la pura y triste realidad, en la que la tierra que la vio nacer estaba
sometida a una panda de ladrones “legales” cuyo único objetivo era construir mucho,
barato, para enriquecerse mucho y a muy alto coste. Hans se dio cuenta de que
comprar una casa iba a ser echarse un grillete al cuello durante unos veinte o treinta
años. Por lo tanto decidió comprársela el día que este mercado se pareciese un poco
más al ideal que tenía, ene el los ladrones de guante blanco fuesen historia, porque el
estado realmente se interesase por el bien de su sociedad y no por el interés personal
de quienes lo componen.
Etapa de inversión
Su trabajo como ambientólogo, realizando varios proyectos para distintos estados iba
bien y le hizo adquirir prestigio, y además, sus pequeños ingresos e inversiones
tampoco iban mal.
Pero aparte de todo esto, Hans tenía en mente desde hace mucho tiempo el
poder invertir en un país de los menos desarrollados, y no para explotar una mano de
obra barata, ya que eso les sale rentable a la multinacionales, sino porque de alguna
manera le llenaba el poder ayudar a esa gente y no precisamente lo hacía con la idea
de ganar dinero, y digo esto porque cuando se decidió a viajar a dicho país él sabía ya
lo que eran las llamadas “Barreras comerciales al desarrollo”, pero nunca imaginó lo
que esto podía llegar a ser: Estuvo hablando con algunos empresarios conocidos de
amigos suyos y se fue dando cuenta de lo que era el problema de verdad, y es que
debían vender sus productos a precios bajísimos, y aún así, siempre tenían en el
mercado internacional a alguna multinacional que conseguía poner el producto a un
precio más bajo. Tras analizar la situación Hans, como buen ambientólogo, decide que
podría invertir en agricultura ecológica, ya que por una parte no dañaría el medio
ambiente, y por otra parte, podría vender sus productos como algo de calidad, y por
ello sus precios podrían ser algo mayores, y además, potenciar este tipo de agricultura
que, a buen seguro, en un futuro será una de las bases del desarrollo de estos países.
Pero Hans siguió contactando con empresarios con inversiones en este país, y,
uno de ellos, Jose Félix Cantarero, director de “Carnicas Cantarero S.L.” le preguntó a
Hans: Pero, ¿de verdad has pensado meter un euro tuyo aquí? Ante dicha pregunta,
Hans se sorprendió, y preguntó a Jose Félix los motivos de la misma, y, éste pasó a
explicárselo, poniéndole al día de la situación actual del país.
La conclusión de Hans fue muy pesimista, según su conocido, el llamado
“gobierno” del país, que no era más que un gabinete de ministros sobre los que tenía
poder un dictador que había llegado a ahí hace 25 años tras una guerra, y ofreciendo
paz y desarrollo a los ciudadanos, y a cambio los está hundiendo en la miseria a
cambio de que sus fábricas de armamento consigan increíbles beneficios, han
decidido cobrar un 60% del beneficio a las empresas extranjero para desarrollo social
supuestamente, y, además se está potenciando entre la población con carteles y
octavillas el odio hacia los llamados allí invasores comerciales, y los destrozos en
bancos y demás empresas con capital extranjero están a la orden del día.
Ante esta situación, la frustración que sentía Hans, fue tal que decidió no
realizar ningún tipo de inversión, pero como buen ambientólogo no lo tomo como un
adiós, sino como un hasta luego, ya que decidió realizar un estudio sobre las posibles
inversiones en estos países pues a su juicio serían el inicio del llamado punto de
despegue y decide esperar a un cambio en la situación, aunque como todos sabemos
será algo muy pero que muy difícil y todo debe de ir cambiando poco a poco.
Etapa activista
Hans fue contratado por una multinacional de cosméticos. Su labor consistía en
realizar una valoración de los costes externos que ocasionaría la construcción de una
fábrica de esta multinacional sobre un monte y que, sumados a los costes internos
(calculados previamente por la multinacional), supondrían el coste social del proyecto.
Hans estudió cuidadosamente todos los detalles de la construcción de la futura fábrica
así como todos los aspectos relacionados con el monte en cuestión. Pronto descubrió
el grave daño ecológico que significaría llevar acabo el proyecto. La total degradación
de un monte con especies endémicas en peligro exclusivas de aquella zona, el
impacto visual causado sobre aquel precioso valle ,su valor, más allá de lo práctico,
para los habitantes del pueblo, así como los efectos de la polución sobre el río que
cruzaba el valle. Hans, haciendo gala de su profundo amor hacia al medio ambiente y
su declarado desprecio hacia las empresas y sus intereses puramente ecónomicos, no
pudo sino presentar un informe en el que el proyecto se valoraba como inviable, al
considerar los costes externos incalculables en términos económicos. La empresa
rechazó su informe alegando que no tenía la suficiente preparación y contrató a otro
ambientólogo con menos escrúpulos. Hans, muy a su pesar, tuvo que hacer uso de la
economía. Utilizando sus influencias, presionó al gobierno, denunciando a su vez el
dumping ecológico en el que se basaba esa multinacional para aumentar sus
beneficios a costa de la destrucción del medioambiente. Para evitar la construcción de
esta fábrica consiguió que el gobierno estableciera unos contingentes que limitaban la
producción de la fábrica, al limitar las importaciones. A la multinacional no le era
rentable la fábrica tras esta barrera económica impuesta por el gobierno y decidió
abandonar el proyecto(instalándose finalmente en un país del tercer mundo donde
llevaría a cabo un dumping social que saldría a relucir años más tarde).
Hans estaba ahora pletórico aunque por otro lado triste. La economía que tanto le
repugnaba y que siempre había menospreciado le había ayudado a salvar la situación.
Fue entonces cuando realmente empezó a darse cuenta de su importancia. Tras este
suceso Hans ya no volvió a trabajar para una multinacional. Empezaron entonces sus
contactos con los movimientos antiglobalización con los que siempre se había visto
identificado, huyendo de alguna manera de la nueva perspectiva económica del
mundo que estaba adquiriendo. De esta forma y sin quererlo él en realidad empezó a
estudiar en profundidad el comercio internacional y la liberalización de este que se
estaba llevando a cabo en los últimos tiempos y que eran los motivos principales de
protesta. Cuanto más comprendía los problemas relacionados con la globalización,
más se hacía visible la importancia de la economía. Se manifestó numerosas veces
contra organizaciones internacionales como el FMI y la OMC, que favorecían
claramente a los países ricos en detrimento de los países más pobres que veían como
su calidad de vida disminuía a la par que aumentaba el progreso en los países
desarrollados. También criticó duramente la liberalización de los movimientos de
capital a largo plazo sin la existencia de mecanismos compensatorios que previeran
y corrigieran las presiones especulativas que habían dado lugar a numerosas crisis.
Sin embargo, llegado un punto Hans se percató de que a lo único que se dedicaba era
al estudio de la economía. Asqueado por esta verdad decidió que había llegado la
hora de dejar la lucha antiglobalización y centrarse en una lucha algo más concreta,
con una repercusión más directa en el medioambiente y sin aspectos económicos a
tratar.
De esta manera empezaría una nueva etapa en la vida de Hans.
Etapa internacional
Esta etapa en la vida de Hans fue fundamental para sus posteriores conclusiones
puesto que se abrió al mundo y vio cosas que marcaron su forma de entender los
problemas ambientales.
Viéndose sin trabajo, su tío le consiguió, de manera poco lícita, un puesto en la OCDE.
Hans aceptó el puesto esperando poder realizarse en su lucha en favor del medio
ambiente y porque la remuneración no le venía nada mal en este momento. Los días
en esta organización fueron duros para Hans. Se vio llevando a cabo funciones de
economista y eso a hans no le gustaba nada. Realizaba estudios monográficos sobre
problemas concretos de países pertenecientes a la OCDE. Solía escoger temas
relacionados con el medio ambiente y desarrollo sostenible. Viajó mucho y vivió en
varios de estos países, entre los que le marcaron especialmente Japón y Noruega. El
intentaba hacer algo pero vio que no estaba en el mejor lugar para luchar por el medio
ambiente ya que los problemas mas importantes, el creía, estaban en el tercer mundo
y no en los países de la OCDE (países ricos). Además los objetivos de esta
organización miraban mas hacia la estabilidad y el desarrollo meramente económico.
Aprendió idiomas y ganó bastante dinero el cual invirtió en deuda pública y en varias
empresas bursátiles. Un día un viejo amigo le dijo: -“¿Si te consideras tan ecologista
por qué no das tus ganancias a Greenpeace o compras una empresa maderera y la
llevas a la quiebra?” Hans respondió: -“Una cosa es que sea ecologista, otra es ser
gilipollas”. Esta frase resume la evolución de Hans en este periodo de su vida. Empezó
a ver el dinero como un aliado y no un enemigo para conseguir sus metas,
(especialmente cuando está invertido en los proyectos adecuados).
Durante su estancia en Japón y su romance con una chica de aquella tierra decidió
cambiar de nuevo y emplearse a fondo en un proyecto de La comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) y dejar su antiguo empleo en la OCDE. Llegó
a Bolivia con mucha ilusión queriendo proteger una zona de selva. Pero al llegar al
terreno se dio cuenta de que la gente de las tierras no estaba por la labor. Vivian en
condiciones infrahumanas y no se preocupaban por el impacto ambiental que sus
labores diarias estaban provocando en el entorno. Este hecho le forzó a volcarse en
actividades económicas y a plantear sistemas sostenibles en los que se conjugara el
respeto al entorno con el desarrollo y la explotación de la selva. Reorientó a muchos
campesinos que cortaban grandes superficies de selva todos los años hacia el negocio
de la obtención y comercialización de caucho con las valiosas resinas de los árboles
tropicales. Ayudó a crear una empresa a los campesinos indígenas de una comunidad
para explotar el caucho y así sacar rendimiento de la selva sin acabar con ella. Informó
a los indígenas sobre los microcréditos que el PNUD ofrecía a personas en sus
circunstancias y la empresa de caucho salió adelante.
El negoció pareció funcionar gracias al duro trabajo de las gentes, a la excelente
gestión de Hans y sobretodo gracias a un contacto que éste tenía en las altas esferas
bolivianas, que protegió la zona de los pistoleros enviados por los terratenientes
agraviados. La empresa llegó a tener importancia a nivel nacional incluso comenzaron
a vender en otros países. La comunidad progresó mucho y su mejora económica
contribuyó a la conservación del entorno. Por primera vez se oyó hablar del paradigma
de la sostenibilidad en aquella selva y llego junto al desarrollo económico.
Todo parecía ir bien pero Hans seguía sin estar contento. Se volvió a ver
desempeñando funciones meramente económicas y a el no le gustaba. Después de
dejar todo en manos de los indígenas que montaron todo, decidió salir de allí y seguir
buscando un lugar alejado de la temida actividad económica que tanto le agobiaba.
Algo le dice a Hans que se verá siempre ligado a la actividad económica y que no
puede librarse ya que siempre resulta ser su principal instrumento.
Etapa de reflexión
Tras estas etapas a Hans todavía le quedaba probar suerte en muchos otros sitios.
Fue a África y trabajó en un parque nacional de Kenia. Volvió a Europa y estuvo algún
tiempo en el cuerpo de bomberos de Bremen (Alemania). Después trabajó para la
UNCTAD en proyectos de desarrollo... etc.
Tras varios años más participando en diferentes oficios y proyectos Hans llegó a la
conclusión de que no podía librarse de la temida actividad económica y la adoptó
como un instrumento para remediar muchos problemas ambientales. De echo se
dedicó a hacer formulas económicas para remediarlos y, haciendo uso de su
experiencia,
a
escribir
libros
y
más
libros
sobre
estos
temas.
Aquel día los campos parecían mas verdes que nunca. El agua manaba del manantial
acariciando el musgo de las rocas con la delicadeza con la que una dama acaricia el
terciopelo. La pradera estaba tapizada con cientos de flores que conferían un mosaico
de belleza sostenible. Un ciervo moteado campaba libremente sin dañar una sola flor.
Hans se encontraba al fin en el edén que tanto había soñado.
Repentinamente el horizonte se tiñó de rojo. La luz que antes le iluminaba se tornó
obscura y contaminada. Hans pudo ver como las flores se marchitaban en eterna
agonía. Una escavadora titánica de gesto terrorífico bajó de los cielos como un rayo
enviado por alguna deidad enfadada. Todo cuanto encontraba era destruido. El ciervo
fue aplastado y convertido en un mero recurso para la industria cárnica. Hans solo
pudo correr. La escavadora le perseguía. Intentó escapar pero no tenía opción. En el
momento justo antes de su ejecución una silueta entró en escena y logró salvarlo en el
último momento. Era una antigua profesora de segundo de carrera. Algo sonaba
incesante en la cabeza de Hans como un susurro: -economía... economía...
economía...
En ese momento se despertó entre fríos sudores. Todo era un sueño, pero no un
sueño cualquiera. Un sueño revelador que marcaría sus concepciones sobre la
realidad económica.
Días después el propio Hans plasmó sobre papel sus conclusiones:
-“La economía y su conocimiento son instrumentos fundamentales para remediar los
problemas ambientales. No podemos dejar de ver los entornos y recursos ecológicos
como factores económicos, ya que aunque su conservación parezca una necesidad
por encima de todo, juegan un papel económico ante el resto del sistema y ante los
intereses que muchas veces son los responsables de el deterioro medioambiental. Los
valores ecológicos pueden encontrar su espacio natural en el mercado, como
cualquier otra demanda del consumidor. Los problemas del medioambiente, como
cualquier otro problema, pueden ser resueltos a través de mecanismos de precios, a
través de transacciones entre productor y consumidor, cada uno con sus propios
intereses, siendo fundamental la labor de los estados y de las legislaciones que
promulguen. Éstos pueden y deben hacer que el deterioro medioambiental nunca sea
rentable para nadie.
-La ecología y la economía tienen puntos en común. Principalmente que hay que
mirarlas globalmente y tener en cuenta muchas variables para poder llegar a
conclusiones fiables. Hay pocos asuntos que se puedan estudiar aislados y con
brevedad.
Esta es la historia de la vida de Hans.
Descargar