CASO: GIOL

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AÑO 1993
GIOL
Partes: A, B y C. Anexos: 2
* La investigación y redacción estuvo a cargo de la Dra. Ester Kaufman, bajo la supervisión del equipo de
elaboración de estudios de casos, de la Dirección Nacional de Formación Superior, INAP, Buenos Aires,
Argentina.
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Sinopsis
El caso relata el proceso de privatización de GIOL, empresa estatal que cumpliera un papel
importante en el sostenimiento de la producción, fraccionamiento y comercialización
vitivinícola.
Esta será una de las primeras privatizaciones en el país. Su interés es histórico ya que
evidencia el difícil tránsito hacia otra concepción de Estado. Hasta ese momento era
inaceptable que el Estado se desentendiera de su actividad productiva.
Parte A: Este proceso tuvo lugar en la provincia de Mendoza, durante el gobierno del Dr.
Bordón. En ese entonces, “privatización” era una mala palabra en casi todos los sectores,
especialmente en el partido provincial gobernante, el justicialista, ya que atentaba contra sus
valores de identidad partidarios. Lo mismo sucedía con los sindicatos involucrados, cuya
extracción política era la misma. Ni que hablar de otras fuerzas de centro y de izquierda, las
que en este caso se expresaban en el seno del Poder Legislativo, donde se votó una ley
contraria. A pesar de todas estas oposiciones, nadie proponía una alternativa viable ante la
catástrofe empresaria de GIOL, excepto el sector conservador que sugería lisa y llanamente su
venta sin consideración de los efectos socioeconómicos y laborales. GIOL se encontraba
endeudada y ya sin crédito, lo que impedía su solvencia interna y también ejercer una
actividad equilibradora respecto a la producción privada vitivinícola
La dirección de la empresa proyectaba entregarla a una cooperativa de pequeños y
medianos productores vitivinícolas (FECOVITA: cooperativa de segundo grado), para lo cual
estaba trabajando en la integración del mayor número de productores posibles. Frente a este
plan, reaccionaban los grandes productores, que preferían la desaparición de GIOL dejando,
por ende, un mercado atomizado de pequeños productores.
Parte B: El Poder Legislativo sancionó la ley que impedía la continuación del proceso de
privatización. El gobernador intentó encontrar alguna fórmula de negociación que significara
una privatización parcial, pero tanto la dirección de GIOL como el ministro de Economía, el
Dr. Gabrielli, se opusieron. Finalmente, Bordón vetó la ley provocando entre otras reacciones
las del sindicato que lanzó una serie de medidas de fuerza.
Parte C: El escenario, en este caso, es la empresa. El sindicato decidió tomarla reclamando
medidas que las autoridades de GIOL descubrieron no creíbles para los empleados. Es entonces
que decidieron negociar directamente con la gente, saltando la representación gremial, lo que
dejó descolocado al gremialismo. Esta debilidad del sector anunciaba lo que luego sería parte
de un proceso generalizado de pérdida de representatividad.
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Parte A
En el transcurso de 1987, con el cambio de las autoridades políticas el ingeniero agrónomo
Sancho es nombrado presidente de la empresa GIOL. Dejaba así su cargo anterior de presidente
de FECOVITA (Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), un organismo que
funcionaba como Cámara de cooperativas sin tener otra actividad bodeguera o comercial.
El doctor Gabrielli, Ministro de Economía de la provincia designado por el gobierno
justicialista del doctor Bordón, es quien le ofrece el cargo. De esta manera, el señor Sancho
presenta su renuncia a FECOVITA y asume de inmediato la dirección de GIOL. Su objetivo
inmediato es reestructurar esta empresa, tratando de cuidar los efectos que las medidas a
adoptar pudieran generar entre los productores vitivinícolas que hacían entrega de su cosecha
de uvas para que la empresa GIOL elaborara, fraccionara y vendiera el producto.
Esos miles de productores que no podían hacerse cargo de todo el proceso hasta la
venta, como sí podían hacerlo los grandes bodegueros o los productores integrados en
cooperativas, tradicionalmente habían sido contenidos por GIOL al quedar enmarcados en su
política regulatoria, que los amparaba de intereses poderosos. Pero la misma estructura de la
empresa estatal al encontrarse sometida a los continuos vaivenes políticos y burocráticos la
hacía altamente ineficiente para ese fin, salvo que el presupuesto para su funcionamiento
pudiera seguir obteniéndose de las arcas del Estado provincial, a través de sus bancos, como
dinero sin retorno. Y eso era lo que estaba sucediendo en ese momento.
La estructura central de GIOL se encontraba en Mendoza, una provincia de Argentina de
148 827 km2 y 1190 000 habitantes. Una región fundamentalmente montañosa, de terreno
semiárido y clima seco con reducidas áreas de aprovechamiento económico, cuyo principal
cultivo es la vid que ha generado una importante industria vitivinícola de fama internacional.
También se producen frutas de gran calidad. Y del subsuelo se obtiene petróleo, hierro, uranio,
cobre, plomo y manganeso, lo que agrega industrias extractivas, químicas, metalúrgicas y
refinerías de petróleo a la economía provincial.
Una decisión inamovible
Para las nuevas
autoridades GIOL no representaba un problema contable, sino
fundamentalmente un problema industrial y social. No obstante, y no teniendo ningún proyecto
de readecuación económica para la empresa, se establece una premisa como inamovible: GIOL
no elaboraría más vino a partir del año 1989. Con esta base de funcionamiento se consideraría
cómo proteger a los distintos sectores que se verían afectados, del desorden y el imperio de la
ley del más fuerte.
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El ingeniero Sancho era un conocedor de la actividad vitivinícola y cooperativa de la
zona, y asumía su puesto convencido del sentido global del cambio pero con indecisión
operativa respecto a los infinitos detalles que significaban su desarrollo. Alto y delgado, de
nariz aguileña y recto en el porte, con su cabellera negra y bigotes de antiguo corte, causaba
buena impresión por su imagen franca. Al aceptar el cargo sin ser político, sólo un técnico,
suponía que su gestión sería apoyada por el gobierno provincial.
Aunque no podía dar ese respaldo como seguro, sabía que esto dependía del sentido que
le imprimiera a la reestructuración de GIOL. Si bien consideraba muy difícil avanzar sin
problemas hacia una propuesta de privatización directa ya que, salvo el caso de una línea aérea,
no había antecedentes de privatizaciones de esa envergadura en el país “(...) en una sociedad y
con políticos acostumbrados a todo lo que el Estado había procurado y, aunque ya no lo
procuraba, todavía esperanzados en ese sentido”, según sostenía, otras veces se sentía más
seguro como cuando alegaba: “¡Me dieron carta blanca!”
No sabiendo si ésta era una
afirmación hacia los demás o sólo un modo de convencerse a sí mismo de tal posibilidad.
Recordaba que un ex presidente de la empresa, el doctor Bobillo, quien estuviera a
cargo de ese puesto durante el gobierno radical anterior, había expresado: “Una empresa que
tiene un pasivo de 165 millones de australes, ni en 50 años puede revertir esa situación (...)
Ello lleva a que mas allá de las declaraciones sentimentales o de demagogia facilista, había
que reconocer que GIOL no está en condiciones de regular nada”), en diario Los Andes, 23 de
enero de 1988). “Sin embargo --durante mi gestión en 1987-- no presenté ninguna propuesta
de privatización. De haberlo planteado, seguramente me habrían colgado de la plaza”
(entrevista personal en Los Andes, 20 de junio de 1989)
En el momento de su designación, el ingeniero Sancho sentía que podía contar con la
colaboración de hombres de su edad, de 35 a 40 años, y parecido temple para acompañarlo,
aunque luego ingresarían gerentes mucho más jóvenes. La mayoría ostentaba una similar
contextura física, aunque alguno fuera más imponente que otros. Sin embargo, no todo era
homogéneo en ellos, máxime si se trataba de su saber en cuanto a la industria vitivinícola. ¿De
dónde se conocían todos ellos?, y ¿quién los había reunido?
Si realizamos un seguimiento de sus actividades anteriores, sus conexiones eran
fundamentalmente académicas, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
Nacional de Cuyo. Con el agregado de pertenecer todos a un ambiente católico que, según ellos
se presentaban, les aseguraba una “formación moral común sana y un gran espíritu de servicio
a la comunidad”. En lo político volvían a igualarse, ninguno de ellos era partidario del
gobierno que los había designado y la mayoría reconocía ser apolítico. Tiempo después, esta
homogeneidad se rompería, cuando el doctor Flamarique fuera incorporado como
vicepresidente de GIOL, ya que sería el único que podía lucir antecedentes partidarios afines
con el gobierno provincial.
En general, todos los nuevos funcionarios de la empresa eran técnicos extra partidarios
convocados por el gobernador Bordón y su ministro Gabrielli, sin pretensiones de adhesión
justicialista. Esto no significaba que los nuevos gerentes no compartieran ideas políticas
generales comunes, ideas fundamentalmente pragmáticas. En esta ocasión, el Directorio de
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GIOL
estaba conformado por una mayoría perteneciente al partido o a los equipos del
gobernador, y sólo un director era de filiación contraria.
Permanentemente se intentó establecer consenso sobre las medidas de transformación, a
pesar de toda las dificultades que tal actitud originaba. Por ejemplo, el sector oficialista surgido
en las elecciones no podía resignar sus expectativas sobre GIOL, como forma de dominio estatal
de todas las áreas acumuladas ya que esto había sido una bandera permanente de su partido en
todas las gestiones anteriores. Y tal actitud había significado desconocer abiertamente lo
anunciado en el Plan de gobierno, al asumir éste (ver anexo).
Esta situación había hecho pensar al gobierno en intervenir al Directorio y la empresa,
ya que todo lo que se avanzaba en el sentido de la reestructuración era desandado por los directores en confabulaciones con el sindicato y el personal de la empresa, al garantizar el
mantenimiento del statu quo. Al respecto, Sancho solía comentar: “Yo estoy diciendo que GIOL
no va a elaborar más vino y ellos están enfrente asegurando lo contrario, que GIOL seguirá
haciéndolo.”
Aparte de estas cuestiones derivadas de posturas políticas, aparte del ingeniero Sancho
el directorio se hallaba huérfano una vez más de especialistas sobre el tema. Con anterioridad
el primer vicepresidente había sido un sociólogo, que debió renunciar en 1988 por la presión
recibida, y su reemplazante, Flamarique, resultó ser un financista quizás el más comprometido
políticamente con el gobierno.
A su vez, el secretario de GIOL era el propietario de una
empresa constructora de techos quien, al fallecer fuera reemplazado por un escribano. Uno de
los directores provenía del sector productivo de Tunuyán; otro de los nombrados era un político
profesional alineado en el oficialismo provincial, y algún otro que estaba vinculado a los
medios de comunicación al renunciar fue reemplazado por un empresario de la industria del
plástico. El único director de la oposición era contador y conocía bastante sobre el tema por
haber participado en GIOL desde el período anterior. También el síndico de la empresa era
contador, y tenía un conocimiento bastante extendido del sector vitivinícola al haber sido el ex
contador general de la empresa.
Cómo seguir
Las autoridades salientes habían llegado a la conclusión que GIOL era inviable financieramente,
pero no habían logrado avanzar sobre medidas concretas excepto salvatajes de corto alcance
como no pagar las cargas sociales. La situación no podía ser peor: hacía cinco años que la
empresa estaba en descubierto bancario, solventada por los bancos oficiales a quienes se les
trasladaba la crisis. Al asumir Sancho, los directores de estos bancos ya no estaban dispuestos a
financiar más la deuda porque el Banco Central los había intimado a ponerle punto final.
Así, GIOL se había convertido en el deudor principal de los bancos provinciales cayendo
en la categoría de incobrable, y esta posición se mantuvo a pesar de las presiones del ministro
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de economía anterior. Los productores vitivinícolas relacionados con la empresa a su vez,
presionaban para que se continuara con la elaboración, el fraccionamiento y la
comercialización del vino, ya que la cosecha de uva de ese año había sido una de las más
grandes de los últimos tiempos y necesitaban concretar sus resultados. Por otro lado,
comenzaron a gestarse conflictos gremiales frente a la notoria inestabilidad de la empresa
GIOL.
Este panorama llevó a Sancho a ocuparse en forma personal tanto de los productores
como de los empleados. Al respecto, él solía decir que el problema de la empresa eran los
hombres y no las situaciones. Como resultado de esta postura se vio obligado a delegar,
precisamente, algunas funciones esenciales entre las que estaban incluidos los problemas
financieros. En cuanto al ámbito político provincial, en el momento de su gestión gobernaba el
partido justicialista, opositor a nivel nacional, que contaba --para colmo-- con minoría
parlamentaría. Esto se debía a que en las últimas elecciones sólo se había renovado el ejecutivo
local. El poder central --dirigido por el partido radical--, a pesar de reconocer tibiamente la
necesidad de privatizar áreas del Estado innecesarias para el ámbito público, no se había
lanzado a ninguna privatización importante, y ésta era también la posición de la mayoría
legislativa local de extracción radical.
El gobierno provincial no podía esperar apoyo de otros partidos políticos por propia
lógica ya que nadie les iba a reconocer que estaban haciendo lo conveniente. Incluso los
conservadores del Partido Demócrata, acérrimos defensores de la privatización, iban a apuntar
sus cañones contra el gobierno provincial para quitarle mérito a una medida que entendían
debía haber sido impuesta por ellos. En cuanto a los detalles de cómo privatizar, los
conservadores pedían el cierre de la empresa y la venta al mejor postor sin mediar ninguna
preocupación por el destino de los pequeños productores.
Por otra parte el gobierno provincial, si bien podía mirar con simpatía alguna forma de
privatización, pertenecía al mismo partido que había estatizado la empresa cuatro décadas atrás
y muchos de sus integrantes todavía se enorgullecían de dicha iniciativa. El justicialismo en su
época había hecho bandera del importante papel del Estado sobre el área económica, por
motivos tanto de defensa nacional como de justicia social. Esto había motivado rupturas dentro
del propio bloque legislativo del justicialismo. Los sindicalistas del sector vitivinícola
participaban del mismo ideario sin detectar la significación del cambio operado en esta nueva
gestión. El cambio había sido anunciado en la campaña diciendo que la parte comercial de
GIOL
debía ser absorbida por las cooperativas, pero no se había utilizado la palabra “privatiza-
ción”. “Nadie hablaba de ‘privatizar’ en esa época”, recordaba Godoy, uno de los principales
asesores del ingeniero Sancho.
El equipo de Sancho ponía como condición para su labor, que GIOL se privatizara y que
no elaborara más vino desde l989. El gobierno tenía temor a la reacción que esto pudiera
generar, de ahí que deseara tomar medidas que fueran más fáciles de implementar. Frente a esta
actitud, los productores respondían con desconcierto y dudas. El resultado fue que se generaron
disparidades en las posturas: mientras unos temían quedar en manos de los grandes
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bodegueros, y otros desprotegidos frente a los problemas económicos, otros más se sentían
fuertes como para ocupar el lugar que GIOL pudiera dejar vacante.
Por otro lado, todo el sector integrado de pequeños y medianos productores y el sector
vitivinícola externo a este paternalismo estaban en contra de GIOL porque la competencia que
generaba tergiversaba las leyes del mercado, con las ventajas del crédito conseguido
políticamente. Pero, a diferencia de la mayoría de las empresas estatales GIOL no era
monopólica en su campo de acción y tenía que competir en el mercado con las empresas
privadas comprando uva a precio más alto y vendiendo el vino producido a precio más bajo. Y
este era un excelente argumento para impulsar el apoyo a la privatización de GIOL, aunque los
sectores que propiciaban esto quisieran darle diferente rumbo, de acuerdo a sus intereses: a los
grandes productores les interesaba formar oligopolios de compradores en un mercado de
productores atomizado. Por el contrario, las cooperativas y sectores más pequeños, anhelaban
impedir a toda costa esa atomización.
En cuanto a los habitantes en general, el gobierno provincial había desarrollado una
eficaz campaña de información que facilitó que tanto la población como las fuerzas vivas
impulsaran la privatización de GIOL, sin que existiera consenso o discusión sobre cómo debía
producirse ese cambio, con mensajes del tipo: “La deuda que genera GIOL es de 1 millón de
dólares por mes. Esto equivale al total del presupuesto de la policía o al 30 a 40% del de
educación o a la construcción de tantos barrios o tantos hospitales.” Y la población
mendocina empezó a mirar a GIOL como a una bomba de tiempo.
En resumen, nadie sostenía que GIOL pudiera quedar tal como estaba (con excepción de
la izquierda política de escasa representatividad) pero las posiciones sobre la orientación del
cambio eran encontradas. El doctor Gabrielli opinaba frente a esto: “Este no es un problema de
caja como sostienen los conservadores. Nosotros debemos darle una solución a los dos
sectores más perjudicados: al personal y a los productores dependientes de la empresa.
Además, nos tenemos que hacer cargo del efecto que, en la estructura vitivinícola, generan las
medidas. Si descuidamos a los productores, podemos quedar en manos de un monopolio o de
un oligopolio en el mercado, maniobrando en el precio de compra de la uva y el precio de
venta del vino. No podemos olvidar que el 80% de los productores no está integrado
verticalmente con la comercialización. Sólo los grandes tienen bajo control todo el proceso.”
En la cuerda floja
El 28 de octubre de 1988 el ejecutivo provincial dicta el Decreto No. 3345 donde, entre otras
cosas, fija para dentro de los 150 días posteriores la fecha de licitación pública de la unidad de
fraccionamiento y comercialización de GIOL; ratificando que no elaborará más vino y
disponiendo la separación administrativa de Bodega La Colina. La historia de La Colina era un
asunto fácil de separar ya que, tal como lo recordaba el señor Bobillo: “GIOL a lo largo de los
años fue incorporando cosas. En uno de los gobiernos de los Gabrielli, familiares del actual
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ministro aunque demócratas, se decidió la compra de La Colina que era un gigantesco
establecimiento de San Rafael. Entonces, no solamente GIOL terminó elaborando y vendiendo
vinos sino que, además, entró en el mercado frutihortícola. Dejó de ser un regulador, de
proteger la producción, para lanzarse a otras lides. Y esto lo hace como empresa.”
Como se ve, con relación a La Colina no podían existir muchas dudas respecto a que no
debía pertenecer al área estatal, pero la unidad de fraccionamiento y comercialización estaba
más directamente involucrada con los mecanismos regulatorios de la empresa. Bobillo recreaba
la historia parlamentaria en los siguientes términos: “En el 89 el peronismo era primera
minoría y la mayoría la tenia la Unión Cívica Radical. Por eso Bordón no se atrevió a mandar
un proyecto de ley. El gobernó dos años en minoría y en ese tiempo no existían proyectos
alternativos. Había consenso respecto a que GIOL no podía seguir apropiándose de los
recursos provinciales. Pero, de ahí en más... El radicalismo, entonces, se dedicó al tiroteo, al
igual que el resto de las fuerzas políticas. Los que más se adhirieron fueron los demócratas
(conservadores). Pero los alimentaban intereses distintos ya que no deseaban abrir GIOL sólo
a las cooperativas sino también a otras instituciones. Querían, fundamentalmente, una
sociedad privada donde se participara con acciones. Imperaba la lógica de costo-beneficio, de
utilidad-pérdida frente a una lógica política de favorecer a los productores.”
Por otra parte, había sectores dentro del propio campo del justicialismo, que no
aceptaban ningún desprendimiento de las funciones que el Estado cumplía en GIOL. Uno de
ellos era el diputado Montaña. La pregunta era: ¿puede el Ejecutivo disponer de los bienes de
GIOL?.
La respuesta en el poder legislativo fue mayoritariamente negativa. Sólo el sector
justicialista que respondía al gobierno y los demócratas estuvieron de acuerdo. Estos últimos
consideraban que el gobernador no se había excedido en sus funciones pero que, políticamente,
debía buscar el apoyo parlamentario.
El 1 de diciembre de 1988 la Cámara de Diputados exigió el tratamiento legislativo de
la reestructuración implementada por el Decreto 3345. Esta iniciativa tuvo como autor al
propio Montaña junto con el diputado Segovia, también perteneciente al mismo bloque. Esta
iniciativa consistía en una solicitud al fiscal de Estado para que planteara la
inconstitucionalidad del decreto. Paralelamente se declaraba la indisponibilidad de los bienes
de GIOL por una vía distinta a la legislativa, modificando el texto de la ley orgánica de GIOL.
Esta iniciativa fue aprobada por el cuerpo. Su texto se encontraba, en ese momento, en el
escritorio del gobernador y corría el último día disponible para decidir el veto.
Esos días fueron vividos angustiosamente por el equipo de GIOL porque tenían todos los
procesos iniciados para culminar con el proyecto de reestructuración y no elaboración.
Decidieron que si la ley no era vetada presentarían la renuncia. El gobernador se estaba
tomando todo el tiempo para sopesar la decisión. Muchos dudaron, en esos días, de que él
estuviera dispuesto a sufrir más presiones a consecuencia de la línea liderada por Sancho. Pero
no todos producían inseguridades, dentro del gobierno alguien los apoyaba a rajatabla, “a
cualquier precio”, decía él. Se trataba del ministro de economía.
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Cuestiones a resolver
¿Cuál era la verdadera situación?: diferenciar la situación política de la económica y social,
considerando:
1. ¿Cómo aparecen los actores ubicados respecto a la situación así caracterizada?
Definir el espacio de iniciativa de cada uno de los actores.
2. ¿Quién representa a quién?
Definir las mediaciones posibles a ser utilizadas en eventuales negociaciones.
3. ¿Qué podía hacer Sancho?:
Argumentos y estrategias.
4. Analizar cada estrategia conjuntamente con los impactos
en
el sistema político
económico y social.
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Parte B
¿Lo veta o no?: la antesala
Sancho se hundía en un oscuro diván, situado en el lugar menos relevante de la sala de espera.
Necesitaba la penumbra para concentrarse, ya que estaba esperando se concretara la audiencia
con el gobernador. Acababa de mirar nuevamente el video con el mensaje de Bordón
pronunciado unos días antes del dictado del decreto. Acudían a su memoria las palabras
pronunciadas por ese rostro grave que el gobernador lucía siempre en los momentos
importantes: “Tengo en mi portafolios ya la propuesta del Ministerio de Economía respecto a
la reestructuración de GIOL. Estamos decididos a hacer las reestructuraciones necesarias.
Hemos trabajado con mucho cuidado, profundizando sobre el tema durante nueve meses,
consultando y concertando prácticamente con todos los sectores de la comunidad.
Ahora le toca al gobierno tomar esta decisión, y esperamos ser acompañados por la
mayoría de aquellos a quienes hemos consultado, sabiendo que en todo cambio profundo es
imposible satisfacer la totalidad de las aspiraciones de cada sector. Pero es necesario
armonizarlas en aras de un cambio profundo que en todos los temas tiene que tener la
provincia.
Nosotros no hemos venido a llevarnos nada por delante, sino, con el absoluto respeto
por todos, a cambiar las cosas que creemos que no funcionan bien en Mendoza. Y como
estaba, GIOL no funciona bien para los intereses de Mendoza, más allá del esfuerzo y los
avances importantes que el presidente y su directorio han hecho. Pero luego de nueve meses
de gestión y tal cual lo pensábamos desde un principio es indudable que se necesita un cambio
y una reestructuración. Y estamos absolutamente decididos a hacerlos.”
Otro discurso acudió a la memoria de Sancho, era el que había precedido al decreto.
Recordaba entre otras cosas las siguientes palabras: “Nuestra decisión de que GIOL no
elaborará directamente ha ido acompañada de que garantizará la elaboración de los pequeños
productores a través de la organización de cooperativas y de convenios especiales con éstas
para defender fundamentalmente a los más débiles, a los más pequeños... Venimos a continuar
con la obra que se iniciara en 1954 cuando la provincia adquirió GIOL... Venimos a utilizar la
infraestructura de GIOL que no se considera necesaria que esté en manos del Estado, para que
sea puesta al servicio de la integración de los productores a fin de dar una solución integral a
esta industria.”
Sentía aquél momento como el de mayor seguridad en el apoyo a su gestión, y añoraba
esa casi ausencia de dudas. El apoyo había existido y era importante para él revivirlo en ese
preciso momento, para no sentirse cubierto por las sombras. Ahora estaba allí, a punto de
enfrentarse con la misma cara, esta vez sin pantalla del televisor mediante. Sabía que iba a
tener otro apoyo, el de Gabrielli quien hacía rato estaba adentro charlando con Bordón.
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Comenzó a rememorar sus primeros contactos con el ministro de economía. Gabrielli
pertenecía al antiguo equipo político de Bordón, y provenía de una familia de conservadores
demócratas que tiempo atrás ocuparan la gobernación. Economista egresado de la Universidad
de Cuyo, había llegado a conocer con bastante profundidad el tema vitivinícola a raíz del
asesoramiento que brindaba a entidades gremiales del sector. Su aspecto juvenil no concordaba
con la responsabilidad de su cargo.
Allá por 1986 fueron a visitar a Bordón porque el ingeniero Sancho tenía en ese
entonces muchas ideas para sugerir. Luego, su contacto con él, al igual que con el resto de las
fuerzas políticas, se concretó a través de Gabrielli. Éste fue precisamente quien lo propusiera
para el cargo en GIOL, y nunca había logrado saber si aquélla fue idea suya o de Bordón.
También fue Gabrielli quien propusiera algunos directores de GIOL sin precaverse sobre alguna
unidad de criterio que pudiera haber entre los designados.
Hacía rato que había pasado la hora fijada, y el reloj avanzaba sobre el último día de
plazo para el veto. ¿Jugaría la última carta? Sancho tenía varias cosas que informarle al
gobernador, y quería hacerlo personalmente. Esta idea de integrar a los productores la creía
factible si el gobierno lanzaba medidas y campañas precisas en torno a la privatización y a la
no elaboración del vino. Para esto se necesitaba que la varita mágica del Estado desapareciera
de la cabeza de los productores.
Algunos viñateros ya lo habían asumido, pero con otros la cosa era muy difícil.
Concretamente, Sancho le propondría asociar a los productores históricamente protegidos por
GIOL
en cooperativas para éstas elaboraran el vino. Luego, el paso inmediato era ampliar las
actividades de FECOVITA, entidad de segundo grado que él había estado dirigiendo con
anterioridad, quien se haría cargo del fraccionamiento y venta, por un lado, y de la absorción de
parte del personal de GIOL, por el otro. Para ello, la Federación de Cooperativas Vitivinícolas
Argentinas debía participar en el proceso licitatorio de GIOL con aquellas facilidades y apoyos
que el mismo gobierno debía suministrar.
A nivel de los productores, Sancho había comenzado la tarea de integración con la
ayuda de Elvira Castro que se encontraba a cargo de la Dirección de Cooperativas provincial,
para que estuviesen en condiciones de presentarse a la licitación de la empresa. Esta era una
tarea muy difícil ya que se encontraban muy cómodos con la elaboración de sus cosechas por
parte de la empresa y porque existía un gran individualismo en su cultura.
Para romper con este mecanismo, Sancho dio a conocer que la empresa GIOL había
decidido que en 1989 dejaría de elaborar vino. Esto fue tomado con bastante incredulidad, y él
lo sabía. Por eso Sancho iba personalmente a las reuniones para tratar de convencerlos de que
la reestructuración era un camino sin retorno, expresando en una oportunidad: “No esperen que
alguien nos tuerza de nuestro camino. El Estado no elabora más vino a partir del 89. Nosotros
les ofrecemos todo el apoyo técnico para que ustedes se integren, y en la Dirección de C
ooperativas podrán encontrar las soluciones más eficaces a sus problemas en ese
sentido. Los bancos provinciales, si se liberan de este muerto que es GIOL, podrán tener
capacidad para otorgarles los préstamos que ustedes necesiten.
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Podrán alquilar o comprar bodegas con estos créditos. La garantía será con vino,
especialmente el que tienen en este momento en GIOL. Y el monto del crédito a otorgar estará
atado al nivel de producción de cada uno de ustedes. Este es el plan que pienso lanzar y les
aseguro que no hay otro con mayor factibilidad. Estamos discutiendo hace tiempo otras
posibilidades pero no cierran.”
Un viejo productor que lo escuchaba con el ceño fruncido, comentaría: “No hagamos
nada. Seguro que GIOL termina elaborando el año que viene como siempre. A este Sancho
apuesto que lo bajan de un hondazo, en los últimos tiempos ningún Presidente de la empresa
duró más de once meses. Antes que nos demos cuenta va a aparecer otro con otra historia.”
Sancho adivinaba estos comentarios. Sin embargo, se había jurado que “él iba a poder”
con la situación, y siguió abriendo perspectivas de integración. Las ofrecidas por el ingeniero
Sancho no eran sólo a las cooperativas. También planteó la búsqueda de apoyo oficial para las
sociedades anónimas, para las sociedades de responsabilidad limitada u otras que quisieran
formarse.
La sala
El despacho se abrió repentinamente, y la secretaria le sonrió anunciándole que había llegado
su turno. Miró en dirección al gobernador, la luz de la ventana le daba de lleno en la espalda
dejando ver sólo su silueta. “¡Presiones, presiones, presiones...!” repetía Bordón en ese
momento, “¿quién podría calibrar la intensidad precisa de las presiones que se pueden
resistir sin quebrarse?” Y moviéndose hacía su sillón soltó una carcajada: “¡busquen algún
físico y desígnenlo mi asesor!” A lo que Gabrielli repuso: “Bueno, a veces no queda mas que
jugarse” mientras muy serio tendía su mano a Sancho.
Con el periodismo contra la puerta
-Tengo a los periodistas del otro lado. Sentémonos y veamos qué se puede resolver en cinco
minutos. Miren..., me llenan de proyectos. Bueno, pensemos lo de la ley y luego veamos
proyectos, para esto último tenemos más tiempo.
-Se equivoca, gobernador-, contestó Sancho,-debemos saber qué queremos hacer para decidir
el momento. Yo le digo: integremos a los productores para que compren la empresa. Yo le
agrego, tengamos planes precisos de redistribución del personal o, en su defecto, preveamos la
cobertura de las indemnizaciones. Y si usted nos acompaña en esta línea, decida el veto. De lo
contrario, tengo todas las renuncias de mi equipo firmadas... y la mía propia.
-¡Preparen el veto!-, ordenó el gobernador. -Espere, no se vaya. Quédese con Gabrielli,
termino con los periodistas y ya estoy con ustedes.
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¿Gano o no gano?
Sancho respiró aliviado y sintió hambre, hacía un día y medio que estaba a café..., y ni siquiera
se había dado mucha cuenta. El gobernador regresó con ímpetu, al tiempo que les decía:
-Ahora vamos a resolver cómo sigue la historia. No contamos con el parlamento para nada.
Espero que no se les dé por juntar los dos tercios para imponer la ley. No creo que lleguen,
salvo que alguno de los nuestros nos dé alguna sorpresa-. Y luego el gobernador agregó Quizá podríamos avanzar con medias tintas. Digamos que no elaboramos uva criolla, pero si
es uva fina... Tomemos alguna medida gradual.
Sancho tuvo que controlar su sobresalto, una rápida mirada de Gabrielli le permitió
coraje en la mesura. Respiró profundamente y dijo:
-Imagínese, luego del trabajo que nos tomamos con los productores diciendo que tienen que
integrarse porque GIOL no va a elaborar más... Imagínese lo que pasa ahora si esto sale con
medias tintas... Nos matan... Se nos caen todas las cooperativas.
-Es cierto, no sirve --reconoció el gobernador--, es la única manera que la gente decida
integrarse en cooperativas. Pero, usted esta seguro que van a estar en condiciones de
continuar las tareas de GIOL. Parecen saltos al vacío, no tenemos antecedentes de nada igual-.
Sancho volvió a abrir su portafolios...
-Esta bien --reaccionó el gobernador-- no reitere la escena de la renuncia que ya ha perdido
teatralidad.
Recogiendo el guante
-En un mes lo invito a un asado con los productores. Verá que no se equivocó-, dijo Sancho
mientras apretaba la mano del gobernador en señal de despedida y se retiraba con Gabrielli,
apurados ambos por saborear el triunfo, seguros de decidir por una buena cena, sin que uno
solo de ellos hubiera comunicado su pensamiento.
La comunicación de la medida
Cuando el gobernador Bordón se reunió con la prensa, expresó:
-Voy a firmar el veto de la ley de GIOL, por motivos formales y por motivos económicos de la
provincia. En cuanto al primero de los motivos, la ley vetada no corresponde; no es correcta
desde el punto de vista jurídico constitucional ni desde el punto de vista económico, porque es
claro que aparece no como objetivo de modificar la ley de GIOL sino que surge a posteriori
tratando de impedir una decisión en el marco de toda su política del gobierno provincial, lo
cual ratifica lo que veníamos diciendo que estamos actuando en el decreto en el marco de la
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Constitución y de la ley de GIOL, si no, no hubiera sido necesario que se elevara esta ley
modificatoria después que nosotros definimos nuestra política (HOY, 15 de diciembre de
1989).
Al vetarse la ley, el gobernador decide dirigir un discurso a la provincia por la red
oficial de radiocomunicación, medio utilizado sólo en casos de gran importancia. El anuncio
produce un cambio muy marcado en la actitud generalmente escéptica que caracterizara a los
productores.
Canto de victoria
Al mes, exactamente, el gobernador fue invitado a un asado de productores. Uno de sus
asesores contaría después: “El lugar era una bodega alquilada por los productores en pleno
proceso de arreglo. El gobernador es recibido con carteles de bienvenida mientras los
indispensables se ocupan del asado. La mayoría está calzado con alpargatas y viste
humildemente. Allí descubre que no son mentiras, que se trata de 4 000 productores, muchos
de ellos de escasos recursos. Que son gente que está al lado de la cepa trabajando la finca
como cualquier otro laburante. Ahí, la cara del gobernador cambió y se le dibujó una firme
sonrisa que sostendría toda la jornada. Por momentos, se cruza con Sancho y le rodea la
espalda con su brazo derecho, o se la golpea con suaves palmadas.”
Y el mismo viejo productor que realizara con anterioridad aquel comentario escéptico,
después de escuchar a Sancho, comentó esta vez:
-Parece que no hay remedio. Vamos a tener que trabajar para integrarnos y hacernos cargo
de la empresa. Así comenzó un proceso de aceleración en la integración de los productores y la
aparición en el escenario del resto de las fuerzas.
Reaccionando
De inmediato dio comienzo la resistencia de ciertos sectores políticos, sobre todo desde el
parlamento que se sintiera totalmente ignorado al no haber quedado sometida esta medida
política a su consideración, mediante el clásico proceso de sanción de una ley. El partido oficial
se quebró en este punto, y el resto de los partidos no podía dar una respuesta unánime. Más que
una opinión partidaria lo que aquí se ponía en juego era un modelo de Estado que aparecía
paradigmático respecto a otro que se estaba tratando de imponer. Y esto iba más allá de las
tradicionales pertenencias políticas.
Tanto la comunidad como el resto de los productores vieron con beneplácito la medida.
Los periodistas de todos los medios se lanzaron a la calle a compulsar la opinión de la gente y
la opinión mayoritaria recogida parecía sintetizarse en un: “Perfecto, había que cambiar GIOL.
Después discutiremos cómo se sigue con esta historia. Por ahora está bien lanzarse a la
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privatización.” Muchos ni siquiera sabían que existían distintos caminos para la privatización,
y consentían en bloque.
El sindicato, el personal y los políticos
En cuanto al sindicato y los empleados de la empresa había una actitud totalmente negativa, al
tomar conocimiento por Sancho de que se iba a producir una reducción muy importante del
personal, aunque se evitaría que quedara gente desocupada. Se ofreció a los trabajadores
integrarlos en programas de propiedad participada, si es que los productores creaban una
sociedad anónima. Pero la respuesta fue unánime:
-¿Para qué queremos acciones de una empresa quebrada? Además, quién nos garantiza que
estos productores, de profesión “cómodos” hasta este momento, sean capaces de llevar
exitosamente la actividad traspasada. Así también pensaba el secretario general del gremio
local, Pezzutti, quien no podía creer lo que veían sus ojos:
-Mis propios compañeros partidarios traicionando nuestros principales principios. Yo los voté
como mucha gente que quiere a GIOL como a la propia provincia. Tiene que pasar algo que
detenga esta política ‘vende patria’.
En este clima se decidió la toma de la empresa por parte del personal dirigido por los
sindicalistas quienes también fueron a pedir la cabeza de Sancho a la gobernación.
El gobernador no recibió a Pezzutti, el sindicalista que encabezaba la comisión. A
consecuencia de ello intentaron abordar al ministro de economía quien, luego de una larga y
tensa conversación, les contestó:
-Miren, si Uds. consiguen un presidente mejor que Sancho no tengo problemas en
reemplazarlo. Pero ese nuevo presidente tiene que traer bajo el brazo una propuesta mejor.
Aquí vamos a ser todos responsables porque no podemos hacernos los locos como si esta
empresa anduviera sensacional.
El personal movilizado tuvo que contestar que no tenían a nadie que pudiera salvar a
GIOL
de la quiebra. “Ni siquiera tenemos un buen contador en el sindicato”, dijeron. Era
obvio que, en esos términos, no había alternativa posible. No obstante, el ministro Gabrielli los
recibió muchas veces, generando un clima de diálogo que posteriormente diera lugar a falsas
expectativas en el sentido de que era posible cambiar el rumbo de lo decidido por el gobierno.
Mientras tanto, éste daba orden a las autoridades de GIOL para que aceleraran el proceso de
reconversión.
Algunas otras aprehensiones políticas
Al mismo tiempo, el preocupado Bobillo ha escuchado a Bordón. “Si pudiera lanzarse un
proyecto alternativo -pensaba- en una de esas podemos impulsar algo desde el partido, en una
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de esas podríamos obligar al gobierno a darle tratamiento legislativo al tema. ¡Si lográramos
salir del shock que la derrota del 87’ nos provocó! Nos estamos quedando atrás, incluso de las
opiniones de la gente”.
Él estaba de acuerdo que había que tomar medidas extremas con GIOL pero no acordaba
con el procedimiento adoptado. “El problema es que Bordón usa un decreto en lugar de una
ley. Con lo cual el Estado se tendrá que hacer cargo de los enormes pasivos que tenía GIOL.
Eso producirá un gran escándalo paralelamente a que es, precisamente, FECOVITA la
beneficiaria de toda esta situación. Por ley se hubiera dicho, por ejemplo: Se lo damos a
FECOVITA,
y al resto de las cooperativas que se aglutinen, ya que la Federación no reúne a
todas, y la provincia se hace cargo de la deuda, mediante la asignación en el presupuesto
provincial de partidas concretas. Al no hacerlo así, nunca se terminará claramente el proceso
con el Banco de Mendoza, porque se harán compensaciones poco prolijas”.
Montaña, por su parte, hablaba ante su propio público:
-Insistiremos con los dos tercios de votos de los legisladores como marca la constitución,
hasta convertir en ley la iniciativa parlamentaria, y modificar la carta orgánica de GIOL Todo
anima a pensar que vamos a lograrlo, y más aún teniendo en cuenta que la Cámara produjo
una resolución, por nuestra iniciativa, por la cual todo acto de disposición de GIOL que por su
naturaleza importe incumplimiento total o parcial de los objetivos por los cuales se adquirió la
empresa, no podrá ser abordado por el Directorio, más aún por expresas instrucciones del
Poder Ejecutivo, sin contar con la voluntad expresa de la Legislatura provincial. Si tenemos
en cuenta que esta resolución fue votada por unanimidad, vamos a contar con los votos
suficientes para insistir.
Por otra parte, el 9 de enero de 1989 el diario Clarín, publicaba la renuncia voluntaria
de alrededor de 700 afiliados al Partido Justicialista de Mendoza, pertenecientes a la actividad
vitivinícola. Esta comunicación lo realizaba SOEVA, el sindicato vitivinícola local. El texto está
dirigido al gobernador, y decía: “(...) con desazón y pena hemos visto cómo el señor Bordón,
porque tampoco consideramos que se lo pueda llamar compañero, nos ha defraudado en casi
todos los actos de gobierno, tomando determinaciones al más puro estilo liberal, como es el
decreto 3.345, que afecta a todo el personal de GIOL, mutilando la empresa en seis unidades y
licitándose la parte de comercialización y fraccionamiento. Y con ellos, marcas que con
seguridad pasarán a FECOVITA, circunstancia por demás dolorosa, justamente cuando es más
necesaria que nunca la solidaridad para retomar la senda revolucionaria que nos señalaron
Perón y Evita.”
Otra noticia también ocupaba por ese entonces los titulares de los diarios: Un grupo de
dirigentes del Partido Socialista Obrero para la Liberación había decidido promover ante la
Cámara de Diputados de la provincia, un juicio político al gobernador, a todos sus ministros y
al secretario general de la gobernación, en virtud de la aplicación del decreto 3.345/88 (en
HOY, 18 de enero de 1989).
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Cuando las papas quemaron
Respecto a los problemas internos de la empresa, había llegado el día de la confrontación. El
sindicato estaba programando su ocupación, y el clima aumentaba de tensión. Una gran
columna de obreros, empleados, gremialistas y políticos se dirigía avanzando hacia las oficinas
del directorio del establecimiento. Salvo los partidos de izquierda, el resto eran políticos que se
sumaban a la protesta a titulo individual. El ingeniero Sancho permanecía reunido en su
despacho con asesores y miembros del gabinete del gobierno provincial. Cuando se enteraron
de la magnitud de la columna, estos últimos plantearon que había que irse inmediatamente de
la empresa ya que corrían peligro.
Muchos habían recibido anónimos o aparecían pintadas con amenazas de muerte.
Algunos vieron involucradas a sus familias, como el caso de Sancho. Estas amenazas podían
ser sólo presiones políticas o gremiales dadas las circunstancias, pero también era posible que
se dieran hechos violentos ya que en muchos casos se trataba de personal que había crecido con
GIOL igual
que sus antepasados y sus familias.
Sancho se sentía molesto con la presencia de los políticos allí, quienes en esa situación
no tenían nada que negociar y venían sólo a recoger ganancias en río revuelto. Esto no pasaba
con el personal y los sindicalistas. Ellos estaban realmente comprometidos con lo que estaba
sucediendo. Sonó el teléfono, era el encargado de la planta de fraccionamiento que le
informaba que su sector estaba siendo tomado en ese preciso momento. La columna había
desviado su ruta hacía allí.
Cuestiones a resolver
Identificación de actores, intereses, etcétera:
1. Estrategias ante el conflicto.
2. ¿Quién representa a quién?
3. Negociaciones y confrontaciones.
4. Peligros potenciales y/o reales del gobierno.
5. Peligros potenciales y/o reales de Sancho y su equipo.
6. Qué derechos está tutelando la legislatura provincial en el caso concreto.
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Parte C
Acercándose
Sancho decide actuar con firmeza y lo comunica a sus asesores, pero como para también poner
orden en sí mismo: “Mi estrategia central ha sido y es dar la cara. Voy de frente, y mucho más
en los momentos difíciles.” Al mismo tiempo, decide enviar un emisario ante los que han
tomado la empresa, informando que él recibiría a la gente en tandas de a veinte pero en su
propía oficina. Poco después el sindicato le contesta que la gente no quería separarse para
dialogar con él, y los ánimos estaban demasiado caldeados como para prever actitudes
totalmente razonables. El ingeniero decide tomarse unos pocos minutos para conversar con el
contador Godoy, el único asesor que aún permanecía junto a él.
Luego de un breve intercambio de opiniones, decidieron enviar un mensaje diciendo que
sólo asistirían al sector de fraccionamiento si todos los presentes eran empleados de la empresa
o miembros del sindicato. El resto debía retirarse. Los sindicalistas deciden aceptar la
propuesta. Producido el retiro de los “extraños”a GIOL, que fuera avalado por su personal ya
que era el único modo de comenzar a negociar, Sancho y Godoy se dirigieron al lugar tomado.
Invitación al baile
Una gran masa de personas los esperaba, enfrentándolos. Algunos de ellos, intentaban
adelantarse en clara actitud amenazadora. Especialmente alguien que parecía decidido a todo.
En ese momento el contador Godoy le clavaría su mirada y haciendo un rápido gesto, metió la
mano derecha sobre su costado izquierdo, debajo del saco, como buscando algo en la cintura.
El de actitud agresiva decidió aquietarse por el momento. La actitud de Godoy le permitiría a
Sancho algunos momentos de alivio como para empezar a hablar. Aprovechando el clima
creado, se dirigió a todos:
-Les vengo a dar la cara con la verdad para ver como la enfrentamos juntos. Vengo a
plantearles que quiero producir el menor daño posible. Si colaboramos entre todos quizás
podamos evitar lo peor. Si no, alguien pondrá un candado en los portones de GIOL y ya no
tendremos nada que hacer.
El primero se niega
Un señor comienza a insultar a Sancho, mientras más allá un pequeño grupo le hace coro. Ante
esto, Sancho decide enfrentarlos pidiendo calma y replicando:
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-Si me faltan el respeto, aquí se termina el diálogo. Total, los principales perjudicados van a
ser ustedes.
El grueso de la multitud comienza a pedir silencio, mientras unos pocos se encaran de
desalojar y acallar a los más revoltosos.
El baile fue con el segundo
De esa manera comenzaron a escucharse las explicaciones de parte del directivo de la empresa,
en un diálogo casi personal entre el ingeniero Sancho y los empleados y obreros, mientras los
representantes sindicales parecían perder terreno en la intermediación. Entonces Sancho pudo
sintetizarles en pocas palabras la situación:
-Esto sigue igual que antes y ustedes dentro de una semana se encontrarán en la calle. Si
colaboramos podremos, dentro de nuestro objetivo, asegurarles la fuente de trabajo. Trabajemos en conjunto, el gobierno está dispuesto a escucharlos. Pero el proceso de cambio tenemos
que iniciarlo ahora.
Poco después, Sancho reflexionaría: “Se hubiera podido enviar al gerente de personal
o al gerente general. El que haya ido personalmente yo les transmitió un compromiso personal
sobre lo que estaba diciendo. Al mismo tiempo pude dejarles claro que el mensaje de la
empresa ellos lo estaban entendiendo mal.”
Y se despejó la pista
Finalmente, los presentes recibieron las frases de Sancho con un aplauso cerrado, mientras un
delegado gremial sugería donar un día por semana de trabajo a la empresa.
A partir de aquél momento, la situación pudo comenzar a cambiar. Si bien el sindicato siguió
oponiéndose a los acuerdos, perdió contundencia al no resultar creíble la consigna de que la
empresa GIOL debía ser de los trabajadores.
Al mismo tiempo, como nadie se vio perjudicado en la percepción de su salario y al no
ser posible tomar esta reivindicación como consigna, el sindicato fue perdiendo abruptamente
su capacidad de movilización. En el mismo sentido debía tomarse la promesa por parte del
sindicato de resultados en términos absolutos: la paralización de los trámites de privatización,
la cabeza de Sancho, etcétera.
Desde otro punto de vista, el gerente de personal y los directores ligados al sector
político que rechazaban la gestión de Sancho, también terminaron siendo no creíbles ante el
personal. Al decir ellos: “no deben preocuparse, darán marcha atras” y cada día se percibía
por el contrario que el avance era mayor. En cuanto a la comunidad mendocina estuvo de
acuerdo que a GIOL “por lo menos había que regalarla”.
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Al personal se le ofreció la posibilidad de adherirse al retiro voluntario o a ser
reubicado en otras dependencias estatales, respetándoseles el sueldo y la categoría. Se dividió
la empresa en varias unidades, tal como lo habían anunciado. La parte más importante era la de
fraccionamiento y comercialización, y tenía que ser traspasada a los productores integrados.
Éstos se hallaban organizados en 25 cooperativas junto con otras de larga data en FECOVITA,
que quedaría a cargo de esa tarea rn representación de todos los productores asociados.
Posteriormente, con el inicio del proceso de licitación, FECOVITA resulta adjudicataria
del proceso de fraccionamiento y comercialización al ser la única oferente. Al mismo tiempo
pudo absorber un tercio del personal que originalmente tenía la empresa GIOL.
Tareas

No habrá reuniones por grupo y toda la clase debatirá luego de la lectura

Se trabajará directamente sobre la pizarra, sin consignas previas.
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Temas
PARTE A: -Procesos de privatización: impactos sociales económicos y políticos (diferencias
entre distintos sectores). Procesos de desregulación: los protegidos de la regulación y la
competencia desleal. Consideración de medidas sustitutivas: ingenierías económicas y
sociales.
Preparación de las políticas públicas. Aminoramiento de los efectos negativos en la estructura
económico-social. Espacios de iniciativa en los procesos de toma de decisiones y en la ejecución de políticas públicas. Los políticos en las cuestiones técnicas y los
técnicos en las cuestiones políticas.
-Entretejido de intereses y niveles en las decisiones
político-económicas. Costos y beneficios en procesos consensuados de decisión e
implementación de políticas públicas. La comunicación y las búsquedas de consenso.
PARTE B: Los contextos inciertos y la toma de decisiones. Nuevos modelos de ingeniería
económico-social. La negociación: lógicas partidarias en el ámbito del Estado. Sindicatos y
nuevos paradigmas. Conflictos de intereses: Lógicas políticas, económicas y sindicales.
Percepciones populares de los conflictos.-La representación política y sindical: una mediación
posible. Los términos de la confrontación sindical.
PARTE C: Recursos Humanos. Conflictos-negociación-consenso. Representaciones vs.
negociación directa. Climas y conflictos organizacionales. Comunicaciones organizacionales.
Comunicaciones hacia el contexto. Manejos de conflictos, crisis y técnicas de negociación.
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