Poemas Conferencia UCA.doc

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A UN MAESTRO VIVO
(Don Antonio Machado)
A ti, compañero y padre,
reconocida presencia.
Por lo que de ti aprendimos,
por lo que olvidado queda.
Por lo que, tras la palabra
breve, todavía enseñas.
Por tu tranquila alegría
y por tu digna entereza.
Por ti. Gracias. Porque en ti
conocimos nuestra fuerza.
Jaime Gil de Biedma, Compañeros de viaje (1959)
HOMENAJE EN COLLIURE
(En Collioure, el XX aniversario
de la muerte de Machado.)
Aquí, junto a la línea
divisoria, este día
veintidós de febrero,
yo no he venido para
llorar sobre tu muerte,
sino que alzo mi vaso
y brindo por tu claro
camino, y por que siga
tu palabra encendida,
como una estrella, sobre
nosotros ¿nos recuerdas?
Aquellos niños flacos,
tiznados, que jugaban
también a guerras, cuando,
grave y lúcido, ibas,
don Antonio, al encuentro
de esta tierra en que yaces.
José Agustín Goytisolo, Claridad (1961)
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LECCIÓN DE LITERATURA
(A Antonio Machado)
La España de charanga y pandereta,
devota de Frascuelo y de María,
ha de tener su mármol y su día.
A. M.
Los olmos sobreviven.
Las colinas
continúan dorándose
cuando el trigo madura, en primavera.
Los vencejos
regresan cada año, y las cigüeñas
reconquistan sus nidos
en febrero y en torres eclesiásticas
o álamos ribereños.
La tierra
se obstina en ser hermosa:
fina, adusta, guerrera.
Pese a tu muerte
—y a la de otros muchos—
también los hombres son como eran antes.
Devociones no idénticas
—Frascuelo es sólo un nombre—,
pero muy parecidas,
están vigentes hoy igual que antaño:
Di Stéfano y la Misma
acaparan plegarias y ovaciones.
Todo ocurrió tal como nos dijiste:
del vano vientre del ayer surgieron
estos días vacíos
y, orando y embistiendo,
calvas y calaveras venerables
nos predican traición y tradiciones.
Tú sigues siendo Don Antonio, siempre,
poeta vivo entre nosotros —muertos—
y te leemos cada día porque
nunca nos engañaste
y desenmarañaste el negro ovillo
de nuestra amarga historia
con dedos claros, delicados, duros.
Predijiste los tiempos que cruzamos
y los que cualquier día alcanzaremos.
La España de la rabia y de la idea
avanza, pese a todo. Te escuchamos:
Mas otra España nace…
Y te creemos.
Ángel González, Grado elemental (1962)
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(A DON ANTONIO MACHADO, 1939)
No hay amor.
No hay amor como el tuyo y el mío,
no hay amor.
Los ríos golpeados
discurren al revés.
La sangre iba crecida:
la bebimos después,
después de mucho tiempo.
Perdida es.
Sola y oscura iba.
La bebimos con fe.
Saber que iba perdida
era amargo saber.
Pasado no tuvimos,
aún lo hemos de hacer.
Quieren quebrar albores
los gallos en tu ayer.
Albores de aquel alba.
Perdida es.
No hay amor.
Albores de aquel alba
queremos ser.
No hay amor como el tuyo y el mío,
lo supimos después,
lo sabemos ahora
razón de nuestra fe.
Saber que iba perdida
ganarla es.
Amarga es la victoria
de empezar a saber.
Amarga es la victoria.
Ganada es.
(SI SUPIERAS)
…creo en la libertad y en la esperanza
Antonio Machado
Si supieras cómo ha quedado
tu palabra profunda y grave
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prolongándose, resonando…
Cómo se extiende contra la noche,
contra el vacío o la mentira,
su luz mayor sobre nosotros.
Como una espada la dejaste.
Quién pudiera empuñarla ahora
fulgurante como una espada
en los desiertos campos tuyos.
Si supieras cómo acudimos
a tu verdad, cómo a tu duda
nos acercamos para hallarnos,
para saber si entre los ecos
hay una voz y hablar con ella.
Hablar por ella, levantarla
en el ancho solar desnudo,
sobre su dura entraña viva,
como una torre de esperanza.
Como una torre llena de tiempo
queda tu verso.
Tú te has ido
por el camino irrevocable
que te iba haciendo tu mirada.
Dinos si en ella nos tuviste,
si en tu sueño nos reconoces,
si en el descenso de los ríos
que combaten por el mañana
nuestra verdad te continúa,
te somos fieles en la lucha.
José Ángel Valente, Sobre el lugar del canto (1963)
LA PALABRA MÁS TUYA
Con una mano escribo
y con la otra abro
las páginas
de un libro. Aquí está
la palabra
que busqué
tantos años. ¿Merezco
repetirla
impunemente
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ahora,
mientras leo tu nombre
siemprevivo
en el piadoso
mármol?
Abel
Martín, Juan
de Mairena, conmigo
estáis oyendo
la apócrifa
verdad,
peregrinando
por las abiertas páginas
de un libro,
lejos ya de los muros
hostiles
que circundan
las letras de la fe.
Latino mar
liberto
de Colliure, piedra
sonora
entre las impasibles
violetas
sepulcrales, aquí
dejo caer
sobre la tierra
calladamente
la palabra más tuya.
José Manuel Caballero Bonald, Pliegos de cordel (1963)
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