3 - blog de Carlos Goicoechea

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TEMA 3. La P. Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus
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3.- LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD
MEDIA: AL-ÁNDALUS
3.1.- EVOLUCIÓN POLÍTICA: CONQUISTA, EMIRATO Y EL
CALIFATO DE CÓRDOBA.
Las fuentes cristianas presentan como causa de la INVASIÓN el conflicto entre facciones
de la nobleza visigoda pero, en realidad, los gobernadores de Ifriquiya (N. de África) ya habían
decidido invadir la P.I. con anterioridad. Así, Tariq, lugarteniente del gobernador Musa,
desembarcó en el 711 junto a Gibraltar al frente de más de 10.000 soldados bereberes (tribus del
N. de África) y derrotó a Rodrigo en la batalla de Guadalete, lo que supuso la desintegración
del ejército y del reino visigodo. Entre el 712 y el 714 los árabes ocuparon las principales
ciudades visigodas (Córdoba, Sevilla, Toledo, Zaragoza). Solo las regiones montañosas de las
zonas cantábrica y pirenaica escaparon a su control.
¿Cómo fue posible una conquista tan rápida? Muchos dirigentes visigodos prefirieron
firmar pactos de rendición con los árabes para conservar sus propiedades (solo unos pocos
optaron por huir al norte); la mayoría de los campesinos hispanorromanos no se resistió a los
árabes pensando que su dominio sería más suave que el de los godos, y es lógico pensar que la
perseguida minoría judía les apoyase. Así, la violencia fue más la excepción que la regla.
Una vez terminada la conquista, Al-Ándalus se convirtió en un EMIRATO
DEPENDIENTE (714-755) más del Imperio árabe con capital en el Damasco Omeya. La
derrota árabe en Poitiers (732), unida al rechazo de un ataque bereber en Covadonga (722),
marca el fin de la expansión musulmana en Europa. A partir de este momento, los emires
(gobernadores) organizan la recaudación de tributos y la administración provincial, con la élite
árabe ocupando las ciudades, mientras los bereberes fueron enviados a las regiones frías y
fronterizas del N. Lo cierto es que el emirato dependiente pasa por una serie de conflictos
sociales -rebelión de los bereberes (740) reacios a someterse a una autoridad central, disputas de
las tribus árabes-, que debilitan el poder de los emires y, por el contrario, permiten consolidarse
a los reinos cristianos.
En el 750, un golpe de Estado protagonizado por los Abasíes destrona a los Omeyas. Un
príncipe superviviente de esta familia, Abd al-Rahman I, consiguió llegar a Al-Ándalus, y con
la ayuda de parte de las tribus árabes toma el poder, proclamando el EMIRATO
INDEPENDIENTE (756-929), pero reconociendo la autoridad espiritual del califa abasí. Este
emirato también se vió sacudido por fuertes tensiones sociales (entre las familias árabes, por el
descontento de los bereberes y por el descontento popular por la presión fiscal y las exacciones
de los terratenientes). Además, existía una grave crisis político-militar en las zonas fronterizas.
Pero también puede hablarse de desarrollo económico (extensión del regadío, comercio y
artesanía), islamización de la población hispana (muladíes) y de arabización cultural.
Abd al-Rahman III consiguió sofocar todos los focos de rebelión e incluso inició una
serie de campañas contra los reyes cristianos imponiéndoles tributos. La afirmación definitiva
de su poder se produce cuando se autoproclama califa, iniciando el CALIFATO DE
CÓRDOBA (929-1008). Abd al-Rahman III reforzó la administración, aumentó el dominio de
los árabes en todos los cargos políticos, aumentó el ejército con contingentes bereberes y de
eslavos y engalanó el califato con obras artísticas como el palacio de Medina al-Zahra. La
prosperidad económica se basó en la recaudación de tributos de los súbditos, el cobro de parias
a los cristianos y en el control de las caravanas de oro del Sahara.
Este poder y prosperidad se prolongó con su hijo al-Hakam, pero el reinado de Hixam II
estuvo dominado por la figura de su visir al-Mansur que, internamente tuvo mucha oposición,
pero que castigó durante veinte años a los reinos cristianos con numerosas expediciones
devastadoras Santiago, 997).
I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España
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3.2.- LA CRISIS DEL SIGLO XI. REINOS DE TAIFAS E IMPERIOS
NORTEAFRICANOS.
A la muerte de Al-Mansur le sucedió su hijo Abd al-Malik que continuó su misma línea
de actuación. A su muerte en 1008 se desencadenó la crisis política (fitna) en contra de la
tiranía de los visires. Hasta el 1031 sucesivos golpes palaciegos y asesinatos acabaron por
descomponer el Estado cordobés en una treintena de unidades políticas: los REINOS DE
TAIFAS (1031-1090). Las causas del derrumbamiento son varias: agotamiento del espíritu de
guerra santa, debilitamiento de los Omeya y ascenso de nuevas familias, tensiones entre los
árabes y los grupos de bereberes y eslavos, etc.
La historia de los reinos de taifas fue muy cambiante, pero la mayoría fueron
desapareciendo conquistados por los más poderosos o por los reinos cristianos. Los reinos de
taifas gozaron de cierta prosperidad económica y cultural (palacio de la Aljafería en Zaragoza).
Pero su debilidad político y militar les hizo pagar tributos (parias) a los reyes cristianos a
cambio de treguas. Esto no pudo impedir que el rey de Castilla conquistase Toledo en el 1085,
lo que provocó la alarma en los reyes de Sevilla y el Algarve que llamaron en su auxilio a los
almorávides.
Los ALMORÁVIDES (1090-1144) procedían del N. de África y entre 1090 y 1110
conquistaron todo el territorio andalusí debido a la debilidad de los reinos de taifas, el
descontento popular, el sentimiento de guerra santa y rigor islámico de los invasores, etc.
Contuvieron el avance cristiano hacia el S. en Uclés (1108). Pero a los pocos años su dominio
entró en crisis tanto por la relajación y corrupción de sus gobernantes como por su incapacidad
para hacer frente a los avances cristianos, lo que condujo al hundimiento de su Imperio en 1144.
Un nuevo imperio norteafricano, los ALMOHADES (1144-1248), entra en la P.I. y
tienen que vencer la resistencia de las segundas taifas hasta que en 1172 cae la última, Murcia.
Hasta 1195 consiguen mantener la unidad andalusí y una fuerte resistencia ante el avance de los
cristianos a los que derrotan en Alarcos (1195). La respuesta cristiana se dio en las Navas de
Tolosa (1212), teniendo como consecuencia el desmoronamiento del reino almohade más o
menos por las mismas causas que habían causado la caída almorávide: descontento popular por
la presión fiscal, falta de soldados, cierto desprecio hacia el rigorismo religioso bereber, etc.
Entre 1223 y 1248 la ofensiva de los reinos cristianos resultó definitiva. Al-Ándalus como
unidad política tocaba a su fin.
Sólo los nazaríes consiguieron sobrevivir a una nueva fitna (terceras taifas) y a la ofensiva
cristiana formando el REINO NAZARÍ de Granada (1248-1492), aunque para ello su emir
Muhammad se hiciese vasallo del rey Fernando III de Castilla y tuviese que pagarle fuertes
tributos. Pese a esta debilidad ya desde su inicio, el reino nazarí se mantuvo intacto a lo largo de
dos siglos y medio, y ello por la habilidad de los sultanes granadinos para negociar largos
períodos de tregua con los cristianos, y porque la defensa se facilitaba con la compleja
topografía montañosa del reino; a ello hay que sumarle los problemas internos de los reinos
cristianos, y la propia conveniencia de que hubiera un reino musulmán donde enviar a la
población islámica de las zonas conquistadas.
El período de auge del reino nazarí transcurre entre 1333 y 1394: construcción de la
Alhambra, prosperidad agrícola, artesanal y comercial, etc. Sin embargo, la paz costaba muy
cara a los nazaríes, que debían mantener impuestos muy elevados. A partir de finales del siglo
XIV comenzó un largo proceso de crisis política, en el que ningún sultán consigue imponerse
y hay tensiones frecuentes entre los diferentes grupos aristocráticos. A partir de 1492 y con la
llegada al trono de los RR.CC. estalló la guerra definitiva. Las tropas cristianas avanzan
sistemáticamente por su superioridad militar, mientras que en Granada las luchas intestinas
entre Boabdil y su tío “El Zagal” impiden toda resistencia efectiva. Esta vez no hubo ayuda
militar de los reinos africanos y la toma de Granada se produjo en 1492 dando fin a la
Reconquista.
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3.3. LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL.
Por lo que respecta a la ORGANIZACIÓN ECONÓMICA, tras la invasión los árabes
expropiaron las tierras de los que opusieron resistencia dando lugar a una redistribución de la
propiedad de la tierra; donde se firmaron capitulaciones los propietarios visigodos mantuvieron
sus propiedades. Poco a poco, la élite árabe y la de origen visigodo se fueron fusionando; los
segundos se islamizaron rápidamente convirtiéndose en muladíes y clientes de los árabes
(maulas). Todo parece indicar la presencia de un feudalismo tributario, porque la mayoría de
los campesinos eran libres, sometidos al pago de un impuesto, pero a un estricto régimen feudal.
Los árabes introdujeron importantes innovaciones en la agricultura y en los sistemas
de cultivo. La producción agraria se basaba en la trilogía mediterránea (trigo, vid, olivo), pero
los árabes introdujeron el arroz, algunos árboles frutales y algunos cultivos industriales
(algodón, caña de azúcar). Buena parte del desarrollo agrícola andalusí se basó en la extensión
del regadío al empleo de técnicas hidráulicas (norias, acequias, etc). Otras actividades
primarias prósperas fueron la ganadería bovina, ovina y caballar, la pesca y la industria textil
sedera basada en la producción de gusanos de seda. En la minería, bajo control estatal,
sobresalió la extracción de plomo, estaño, azufre, cinabrio y oro.
Hubo un gran desarrollo artesanal (lana, lino, seda, pedrería, orfebrería, cuero, alfarería,
vidrio, azulejos, yesería, etc). La fabricación se realizaba en talleres agrupados en barrios
céntricos, y al frente de cada oficio se situaba el amin, que vigilaba la producción, la calidad del
producto y las condiciones de trabajo.
Por lo que se refiere al comercio interior, los productos artesanales se vendían en los
mismos talleres o en mercados estacionales, donde el almotacén vigilaba pesos y medidas, la
calidad de los productos, etc. Había alhóndigas que servían para almacenar mercancías y para
alojar a los comerciantes que venían de fuera.
El comercio internacional estuvo en manos de mozárabes y judíos en los primeros
siglos, y ya en el siglo XV por los genoveses, mientras que en el resto fueron los mercaderes
musulmanes quienes lo protagonizaron. Al-Ándalus mantuvo un intenso comercio exterior,
tanto con los restantes países islámicos como con la Europa cristiana. Exportaba productos
agrícolas, minerales y tejidos, e importaba especies y productos de lujo del Próximo Oriente;
pieles, metales, armas y esclavos de la Europa cristiana; y oro y esclavos negros procedentes de
Sudán.
El sistema monetario andalusí evolucionó del dirhem de plata a dinar de oro, favorecido
por el pago de tributos de los reinos cristianos; cuando la situación se invirtió en el siglo XI, los
soberanos andalusíes debilitaron su moneda y subieron los impuestos. El sistema de impuestos
obligaba a pagar solo a los no creyentes, aunque luego el sistema fiscal afectó a toda la
población. La presión fiscal no fue excesiva salvo en períodos de crisis.
En cuanto a la ORGANIZACIÓN SOCIAL, es muy difícil calcular la población que
había en Al-Ándalus. Se habla de unos 300.000 habitantes para el reino nazarí. La mayoría de
los habitantes de Al-Ándalus eran campesinos, pero los musulmanes se caracterizaron por la
enorme importancia que tuvieron sus ciudades. Hacia ellas convergía la riqueza del reino y
era la sede de los gobernantes provinciales. La ciudad giraba en torno de la gran mezquita,
desplegándose alrededor de ella la vida económica (zoco, alcaicería, barrios artesanos). Solían
estar formadas por callejuelas estrechas de plano irregular; conforme las ciudades crecieron se
fueron formando arrabales o barrios extramuros. Algunas ciudades alcanzaron un gran tamaño,
como la Córdoba del siglo X.
En Al-Ándalus no tuvieron excesiva importancia las diferencias étnicas, aunque sí
hubo ciertas diferencias entre los dominantes árabes (a los que se intentan asimilar los muladíes)
y los bereberes (mucho ,más marginados a partir del siglo X). La verdadera división tenía una
base religiosa entre los musulmanes y los no creyentes. Los primeros desempeñaban todas las
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funciones públicas y estaban exentos del tributo personal. Los no creyentes, mozárabes y judíos,
contaban con sus propias autoridades, aplicaban su propio derecho y eran responsables de la
recaudación de impuestos y del servicio militar de su minoría. A cambio estaban obligados al
pago de dos tributos: un impuesto personal y otro sobre el ingreso de las tierras.Los mozárabes
fueron numerosos en los primeros siglos y luego prácticamente desaparecieron. Los judíos
perdieron su posición económica preeminente y comenzaron a ser rechazados en la Baja Edad
Media (etapa nazarí).
3.4.- EL LEGADO CULTURAL (resumen por parte de los alumnos)
3.5.- LA MEZQUITA Y EL PALACIO EN EL ARTE HISPANOMUSULMÁN (resumen por parte de los alumnos)
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