bartolome mejico

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Estudios
La aparición de grupos armados de "autodefensa en
México y las incógnitas sobre su evolución
Mariano Bartolomé1
Hace poco más de un año, en México, comenzó a tomar estado público un fenómeno
emergente de su compleja situación en materia de criminalidad y violencia, que hoy constituye una importante preocupación para el gobierno del presidente Peña Nieto: la aparición de
grupos de autodefensa en diferentes puntos de la geografía nacional. El objetivo que sostienen esas entidades no es otro que el de enfrentar a las numerosas organizaciones criminales
que azotan al país, supliendo a un Estado que consideran ineficiente, en el mejor de los casos, o directamente ausente.
En esos momentos, en el estado Michoacán situado al sudoeste de la capital azteca,
aparecieron las primeras autodefensas, conformadas por ciudadanos que deseaban ponerle
coto a las acciones que con desparpajo e impunidad llevaban adelante los Caballeros Templarios, un cartel criminal surgido del debilitamiento y posterior disolución de la tristemente célebre Familia Michoacana. Conviene recordar que fue un resonado acto de la Familia, en los
albores de la presidencia de Felipe Calderón, el detonante de la guerra abierta que el Poder
Ejecutivo desató contra estos grupos, con empleo intensivo de las Fuerzas Armadas: el 6 de
septiembre de 2006 un grupo de sus hombres irrumpió en un bar de la localidad de Uruapán
y arrojó en el piso las cabezas recién degolladas de cuatro integrantes de una banda rival, a
modo de advertencia.
El ocaso de la Familia pareció sellado, luego de una trayectoria signada por la violencia
y la muerte, cuando fue abatido su fundador y líder Nazario Moreno González, alias El Chayo,
cuatro años más tarde. El Chayo, quien decía recibir mensajes de Dios, le dio una fuerte impronta pseudorreligiosa a la Familia, que se repitió –e incluso profundizó- en sus sucesores de
los Caballeros Templarios. Éstos, bajo la conducción de un docente del nivel primario llamado
1
Graduado y Doctor en Relaciones Internacionales (Universidad del Salvador). Profesor, Maestría en Inteligencia Estratégica en Universidad Nacional de La Plata. Profesor Titular Lics. en Rel. Internacionales y Seg. Ciudadana en Universidad Nacional de Lanús. Profesor Maestrìa y Doctorado en Relaciones Internacionales en Universidad del Salvado.
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Servando Gómez Martínez, alias "La Tuta", no vacilaron en erigir numerosos altares en suelo
michoacano, en honor a su fundador, transformado en una suerte de santo laico.
Por cierto, el tinte místico de los Caballeros Templarios no moderó un ápice su violencia, ejercida no sólo contra otros grupos rivales por el control de los cultivos de cannabis y las
rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos, sino también contra los aldeanos y campesinos
de ese pobre estado mexicano, obligados a pagar extorsiones cada vez mayores para poder
seguir viviendo y disfrutar de sus propiedades. Muchos pequeños agricultores fueron expulsados de sus terrenos y los abusos sexuales ascendieron a tasas nunca antes vistas.
Las dimensiones de este drama fueron expuestas por José Mireles, consejero general
del Consejo Ciudadano de Autodefensa del municipio Tepalcatepec, en un vídeo disponible en
YouTube. Dice allí, en referencia a los Caballeros Templarios: “Llegaban a tocar a la puerta de
las casas y decían: ‘me gusta mucho tu mujer, ahorita te la traigo, pero mientras me bañas a
tu niña porque esa sí se va a quedar conmigo varios días’ y no te la regresaban hasta que
estaba embarazada”. Y agregaba que la inacción gubernamental frente a este estado de cosas se explicaba por la connivencia de los funcionarios públicos con los criminales 2.
Los homicidios vinculados con la criminalidad ascendieron en Michoacán a un millar en
el año 2013, la cifra más alta desde las postrimerías del siglo pasado, mientras la capital Morelia era escenario cotidiano de tiroteos y ajustes de cuentas. También el año pasado, tuvo
lugar en suelo michoacano el asesinato del militar de más alto rango, desde inicios del gobierno de Calderón: el vicealmirante Carlos Salazar, ultimado junto sus custodios en una emboscada ejecutada en una autopista.
Contra este estado de cosas es que se organizaron los primeros grupos de autodefensa, integrados por policías comunitarios (aquellos que no estaban al servicio del narco) y ciudadanos de bajos recursos, bajo el liderazgo de Hipólito Mora, un carismático hacendado
oriundo de la localidad de La Ruana.
Las autodefensas michoacanas se anotaron importantes éxitos contra los Caballeros
Templarios, incluyendo la recuperación de numerosas localidades. En estos pueblos “liberados”, uno de los primeros actos de las autodefensas consistía en destituir al alcalde y a la
policía local, o encarcelarlos por colaborar con el mencionado cartel u otras bandas menores.
Otra prioridad consistía en la destrucción total de cualquier monumento erigido en honor a El
Chayo. Al mismo tiempo, el armamento que empleaban cambió radicalmente, pasando de
escopetas de caza antiguas y oxidadas, a modernos fusiles de asalto y ametralladoras de fabricación extranjera, por lo general procedentes de Estados Unidos. Aunque también recibían
material de parte de otros carteles criminales, interesados en debilitar a los Caballeros Templarios para ocupar sus territorios y mercados.
Frente a este estado de cosas, el gobierno central ha reaccionado a fines del año pasado con la adopción de dos medidas claves, que simbolizan la presencia efectiva del Estado y
su voluntad de monopolizar la violencia legítima: por un lado, el despliegue en Michoacán de
importantes efectivos militares; por otra parte, la institucionalización de las autodefensas,
transformándolas en Cuerpos de Defensa Rurales. Cabe destacar que este tipo de unidades,
2
“Caballeros Templarios en Michoacán: testimonio Autodefensas”, YouTube, 11 de junio de 2013.
https://www.youtube.com/watch?v=JR6zUlX7QYU&hd=1
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de carácter temporal y formadas por voluntarios, está previsto en la Ley Orgánica del Ejército
y Fuerza Aérea mexicanos, instrumento jurídico que establece que su mando será ejercido
por jefes de las mencionadas instituciones militares. En el marco de esta institucionalización,
las autodefensas se comprometieron a registrar su armamento, ante las autoridades de la
cartera de Defensa.
En la actualidad, el fenómeno de las autodefensas ha comenzado a esparcirse por toda
la geografía nacional azteca. Grupos de este tipo han cobrado importantes dimensiones en los
estados de Sinaloa y Sonora, aunque también habría núcleos con menor desarrollo en otra
decena de unidades políticas3, de acuerdo a un informe elaborado por el Instituto Tecnológico
de Monterrey.
Sin embargo, las autodefensas han comenzado a mostrar una faceta negativa que la
referida institucionalización no ha conseguido mitigar. En primer lugar, en su seno han comenzado a aparecer enfrentamientos internos y pujas por el liderazgo, sustentados aparentemente en viejos rencores o ambiciones personales; estas fricciones pueden derivar en
fragmentaciones y disidencias, o aún en el uso de violencia como método de resolución. Precisamente esto fue lo que sucedió a mediados del pasado mes de marzo, cuando la justicia
federal detuvo al líder de las autodefensas Hipólito Mora en su ciudad natal, imputado por el
homicidio de dos mandos medios del mismo colectivo. Precisamente uno de los dos muertos,
Antonio Torres (alias “Simón el Americano”), había desconocido días antes la autoridad de
Mora y promovía una línea disidente.
Otro aspecto negativo de las autodefensas tiene que ver con los presuntos contactos
que tienen muchos de sus miembros con el tráfico y comercialización de drogas ilegales, que
es precisamente la principal actividad de los carteles criminales que juraron derrotar y expulsar de Michoacán. El mencionado “la Tuta”, líder de los Caballeros Templarios, asegura que
las autodefensas están financiadas y pertrechadas por el Cartel de Jalisco-Nueva Generación,
un grupo criminal rival que le disputa el control de territorios y rutas de tráfico. Cabe destacar
en este punto que tanto Mora como Mireles fueron detenidos en EEUU por tráfico de drogas,
delitos que le valieron la cárcel y luego la deportación. Desde la cúpula de las autodefensas
no se niegan estos hechos, aunque se indica que tuvieron lugar hace dos décadas y que hoy
son difundidos intencionalmente por el gobierno de Peña Nieto con un claro objetivo: desprestigiar y debilitar a un movimiento que no termina de controlar.
En este punto, aunque las analogías históricas no siempre ayudan a comprender los
fenómenos actuales, es inevitable trazar paralelismo con los grupos paramilitares que proliferaron en Colombia desde fines de la década del 70 hasta hace pocos años. Estructurados inicialmente con la idea de repeler las agresiones de los carteles del narcotráfico y la insurgencia
armada, los grupos “paras” comenzaron a ganar autonomía respecto al gobierno nacional,
dejaron atrás sus tácticas defensivas para adoptar doctrinas agresivas y se involucraron en
forma directa con el narcotráfico, por cuestiones de financiación. En su fase final, cuando se
habían aglutinado en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) lideradas por Carlos Castaño, estos grupos equiparaban en efectivos y despliegue territorial a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
3
Estos estados serían Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Morelos, Hidalgo, Estado de México, Chiapas y Guerrero.
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A modo de síntesis, el desafío en México es dilucidar si el fenómeno de las autodefensas que encuentra en Michoacán su caso referencial, se diluirá en la medida en que el Estado
incremente su presencia en algunos territorios donde se lo percibe como ausente y mejora su
performance en la lucha contra los carteles criminales. O si, por el contrario, se ha abierto
una Caja de Pandora que a mediano plazo puede desembocar en una doble violencia en la
nación azteca, protagonizada por los carteles criminales y las autodefensas respectivamente.-
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