Nuevas proyecciones de los Derechos Humanos en un mundo interdependiente: El Enfoque Basado en Derechos Humanos de la Cooperación Internacional al Desarrollo1 Por Javier Surasky Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos. Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 28 Introducción El Informe sobre Desarrollo Humano 2000 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define al desarrollo, en tanto desarrollo humano, como “el proceso de ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones y capacidades humanas” (el resaltado es propio)2. Esta definición tiene un inocultable sesgo Seniano y el valor agregado de brindar sustento a una aproximación entre las ideas de desarrollo humano y Derechos Humanos (DDHH), las que se encuentran estrechamente vinculadas a través del Derecho al Desarrollo, el que tendrá como uno de sus pilares la transformación de la “ayuda-caridad” en “ayuda-obligación”, en la expresión de M´Baye (según se cita en Pérez González, 1994:323). La Cooperación Internacional al Desarrollo debe, en consecuencia, adoptar un enfoque que recupere y reconozca la relación entre Desarrollo y DDHH, tanto más cuando ya uno y otro no son divisibles: el derecho al desarrollo es parte integral de los DDHH. 1. Definiendo qué son los Derechos Humanos 1 Este artículo es resultado del avance en la investigación “Nuevos desarrollos del derecho internacional: perspectivas innovadoras de aproximación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, aprobada por la UNLP (proyecto 11 J/092) 2 Ver el Informe sobre el Desarrollo Humano 2000, PNUD, página 17 Para comenzar es necesario definir qué entendemos por DDHH, ya que el concepto tiene muchas y disímiles acepciones. Proponemos una mirada en la que los DDHH son el resultado de luchas sociales, producto de conquistas de la sociedad, los definimos -siguiendo a Hannah Arendtno como un dato sino como un constructo, una invención humana, en constante proceso de construcción y reconstrucción (ver Piovesan, 2004). Los DDHH serán para nosotros, parafraseando a Joaquín Herrera Flores (2001) el conjunto de procesos sociales, económicos, normativos, políticos y culturales que abren y consolidan espacios de lucha por una particular concepción de la dignidad humana (Herrera Flores, 2001). Esa “particular concepción” de la dignidad se explica a partir de una aproximación a los DDHH diferente a la tradicional, reconociendo que los mismos se desarrollan dentro de situaciones sociales particulares y alejándolos de cualquier idea de una naturaleza humana abstracta y ahistórica. Puestos en contexto los DDHH pueden ser vistos como herramientas para enfrentar los modelos sociales imperantes en cada momento: los “derechos del ciudadano” -que presentaremos como antecedentes de los DDHH- fueron útiles para que la burguesía en ascenso enfrentara al régimen monárquico; los derechos humanos en el contexto de guerra fría y descolonización fueron esenciales para permitir el ascenso de nuevas potencias y de sus propios proyectos económicos y políticos -derechos civiles y políticos defendidos por el mundo occidental y derechos económicos sociales y culturales por el soviético-. La lucha por los DDHH adopta así un claro marco político, alejándose de elucubraciones teórico-jurídicas y tomando contacto con la realidad cotidiana en la que se desarrolla la vida de los seres humanos en tanto que seres sociales, en un mundo organizado (hoy) en Estados nacionales que interactúan dentro de un particular orden internacional, no siendo ninguna de las partes realidades esenciales que llegan dadas sino construcciones históricas complejas que llegan a adoptar ciertas formas en manera alguna definitivas o inamovibles. Dicho de otra manera la lucha por los DDHH es la lucha por construir un particular sentido del mundo. Recurriendo una vez más a Herrera Flores (2005) podemos afirmar que cuando se habla de DDHH no debemos pensarlos como objetos, logros que se realizan una vez y para siempre, sino como procesos que abren espacios de lucha para obtener bienes materiales y simbólicos que se encuentran socialmente distribuidos de forma inequitativa en respuesta a procesos jerárquicos y desiguales que operan en el seno de las sociedades, es decir como resultados necesariamente provisionales en la lucha por una particular concepción de la dignidad que en forma alguna puede ser considerada única y permanente. Siguiendo nuevamente los aportes de Joaquín Herrera Flores, ahora en un trabajo conjunto con Alejandro Médici, podemos identificar tres fases o momentos históricos ligados a los DDHH: 1. Primera fase: A lo largo del siglo XVIII diferentes procesos, entre los que se destaca la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos, dieron origen a diferentes declaraciones por las cuales se positivizaron los derechos de un tipo especial de personas, el ciudadano burgués (occidental, hombre y propietario)3, en detrimento, del poder hasta entonces absoluto del Estado monárquico (Antiguo Régimen), concepción del hombre y sus derechos que actuó como facilitadora del sostenimiento teórico de la expansión colonialista de las potencias europeas. Caracteriza a este período el hecho de que la forma en que un Estado se comportaba con sus súbditos era una cuestión reservada a su derecho interno. 2. Segunda fase: Tras el final de la Segunda Guerra Mundial los Estados asumen que son justamente ellos los principales sujetos en la violaciones masivas de DDHH, y por lo tanto que no puede dejarse en manos de cada Estado el respeto y protección de los derechos básicos de sus ciudadanos. La herramienta para ampliar la protección de todos y todas se encuentra en el derecho internacional, capaz de hacer que los Estados asuman obligaciones frente al conjunto de la sociedad internacional. Este proceso de responsabilización del Estado tiene su hito inicial en la Declaración 3 Ver Marx (1982) Universal de los Derechos Humanos de 1948, criticada ya desde su nacimiento por una supuesta perspectiva orientada por valores propios de occidente4. 3. Tercera fase: en 1993 tiene lugar en la ciudad de Viena la Segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas donde se identifican los pilares teóricos sobre los que se sostiene el edificio de los DDHH: el Programa de Acción de Viena (A/CONF.157/23 de 12 de julio de 1993) afirma en su párrafo I.5. que: “todos los derechos humanos son universales, indivisibles, interdependientes y están relacionados entre sí”. De esta manera se pretendía dar unicidad al campo de los DDHH, segmentado por concepciones que refieren a la existencia de “generaciones” de DDHH y que respondieron a la lógica del enfrentamiento que marcaron los años de la Guerra Fría. Hoy los DDHH aparecen como herramienta de denuncia y acción para el cambio ante las condiciones que impone el actual sistema de globalización neocapitalista, más útil para tratar a las personas en su rol de “productores-consumidores” que en sus espacios de individualidad única e irrepetible. 2. Los DDHH y la CID Un repaso por la evolución del concepto de “Desarrollo” desde sus orígenes hasta la actualidad muestra la forma en la que los DDHH han permeado el concepto, cuya máxima unión llega a partir de la irrupción del Desarrollo Humano. Para no extendernos sobre este asunto -cuyo tratamiento no es objeto de este trabajo- vamos a limitarnos a hacer algunas referencias a la forma en la que las agendas de la CID y de los DDHH tienden a solaparse logrando potenciarse mutuamente, y para ello nos valdremos de los trabajos realizados a partir del esfuerzo inicial de las Naciones Unidas para establecer un enfoque basado en DDHH (EBDH) para la cooperación internacional al Desarrollo. 4 Uno de los pocos votos en abstención al momento de aprobar la Declaración fue el emitido por Arabia Saudita, sobre la base de la consideración de que la misma contenía normas incompatibles con textos sagrados del Islam. 2.2. El Enfoque basado en Derechos Humanos El puntapié inicial del EBDH llegó desde la ONU y de sendos informes que referían a propuestas de reforma para la Organización del entonces Secretario General Kofi Annan en los años 1997 y 2002 y en uno elaborado en 2005 como material de base para la reunión de la primera revisión quinquenal de progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio destacó la importancia de hacer de los DDHH una variable que cruce transversalmente todas las actividades y organismos del sistema de las Naciones Unidas, independientemente de que solamente algunos de ellos los tengan entre sus competencias principales. • una tarea fundamental de las Naciones Unidas es mejorar su programa de Derechos Humanos e integrarlo plenamente en toda la gama de actividades de la Organización (“Renovación de las Naciones Unidas: un programa de reforma”, Informe del Secretario General A/51/950) • el establecimiento o la consolidación de un sistema nacional de protección en todos los países, en que se reflejen las normas internacionales de Derechos Humanos, debería ser un objetivo primordial de la organización (“Fortalecimiento de las Naciones Unidas: un programa para profundizar el cambio”, Informe del Secretario General A/57/387) • los Derechos Humanos deben incorporarse en el proceso de examen y adopción de decisiones relativas a toda la labor de la organización (“Un concepto más amplio de libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos”, Informe del Secretario General, A/59/2005) Aún antes de la presentación del segundo de los informes referidos, más específicamente en enero de 2001, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) organizó el primer taller interinstitucional sobre la aplicación de un EBDH en el contexto de la reforma de las Naciones Unidas. Dos años más tarde, en mayo de 2003, tuvo lugar un segundo taller interinstitucional y como primer anexo al documento que recoge el trabajo realizado en dicho encuentro se presentó la Declaración de Entendimiento Común sobre la Cooperación en un Enfoque del Desarrollo basado en los Derechos Humanos, la que comienza recordando que La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) reconoce los derechos humanos como la base de la libertad, la justicia y la paz. La Declaración y el Programa de Acción de la segunda conferencia de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos (Viena, 1993), que han sido adoptados en forma unánime, declaran que la democracia, el desarrollo y el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales son interdependientes y se refuerzan mutuamente. Luego establece 3 conclusiones centrales en torno al trabajo y la experiencia adquirida por la ONU en la materia, las que constituyen las bases del EBDH: 1. Todos los programas, las políticas y la asistencia técnica al servicio de la cooperación para el desarrollo deberían promover, como meta principal, la realización de los derechos humanos en la forma establecida en la DUDH y otros instrumentos internacionales de DDHH. 2. Los estándares y principios de DDHH contenidos en la DUDH y en otros instrumentos internacionales de DDHH, y los principios derivados de los mismos, guían la cooperación y programación para el desarrollo, en todos los sectores y en todas las fases del proceso de programación. 3. La cooperación para el desarrollo contribuye al desarrollo de las capacidades de los obligados para cumplir con sus obligaciones y/o las capacidades de los titulares de derechos para reclamarlos. Los resultados de la Cumbre Mundial de 2005 reflejados en su documento final (A/RES/60/1) terminaron de consolidar el EBDH dentro de la Organización así como su proyección hacia los países que la integran; en su punto 126 los países presentes afirman su resolución de “integrar la promoción y protección de los derechos humanos en las políticas nacionales y promover una mayor incorporación de los derechos humanos en la actividad general de todo el sistema de las Naciones Unidas”. Desde entonces el EBDH ha ido creciendo hasta convertirse en la actualidad en un marco conceptual ineludible en el diseño, planificación y puesta en práctica de procesos dirigidos a aumentar los niveles de desarrollo humano de una sociedad, ahora inescindible de la promoción y la protección de los derechos humanos ya que se apoya en su normativa. Por tanto en el eje del EBDH se encuentra el estudio de las desigualdades como factor central del subdesarrollo, lo que implica poner en cuestión quiénes y de qué manera ejercen el poder dentro de las sociedades, volviendo con esto a la conceptualización que hiciéramos del los DDHH en la primera parte. Al cruzar este espacio fundamental del EBDH para la CID con su apoyatura en los textos fundamentales y universales de promoción y protección de los DDHH encontramos que cualquier idea de la cooperación internacional que piense a la ayuda al desarrollo como elección voluntaria del donante queda definitivamente desterrada. Muy por el contrario la ayuda es vista desde la perspectiva que nos interesa aquí como una obligación de los países más ricos -asumida en el campo no de la CID sino de los DDHH- y a la vez su recepción es un derecho de los más pobres debidamente reconocido por el derecho internacional. A ello se agrega que ahora el análisis pondrá sobre la mesa el debate sobre el propio funcionamiento de las instituciones y procesos sociales que tengan impacto en los modos de subsistencia de los grupos especialmente vulnerables y en las causas mismas de la vulnerabilidad a que están sometidos. Esta aproximación implica un giro copernicano al poner en términos de derechos lo que hasta entonces era visto desde la óptica de las necesidades. A esto se refería en 1999 Mary Robinson, por entonces Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas: El Enfoque basado en Derechos […] significa describir situaciones no en términos de necesidades humanas o de áreas que requieren desarrollo, sino en términos de la obligación de responder a los derechos de las personas. Este enfoque empodera a la población para reclamar justicia como un derecho y no como caridad […] implica además la participación directa de las personas en las decisiones relativas a su propio desarrollo. Comparación entre los enfoques basados en necesidades y en derechos Enfoque basado en necesidades Trabaja en una lógica orientada al logro de metas específicas Enfoque basado en derechos Trabaja en una lógica orientada al desarrollo de procesos que deriven en el logro de metas específicas Enfatiza la respuesta frente a las Enfatiza la realización de derechos necesidades existentes vulnerados Reconoce las necesidades como reclamos vinculados a la insatisfacción de requerimientos básicos Reconoce que los derechos implican obligaciones para el Estado Reconoce que los derechos solo Acepta la caridad como forma de pueden ser cumplidos potenciando a atender a las necesidades las personas y entidades que los titulan y a las obligadas por los mismos Reconoce causas estructurales de los Se enfoca en las causas inmediatas de problemas que deben ser abordadas los problemas y en sus manifestaciones junto a sus causas inmediatas y a sus manifestaciones Involucra la realización de proyectos Involucra la realización de programas y sectoriales y específicos proyectos intersectoriales y holísticos Se enfoca a la vez en los contextos Se enfoca en el contexto social social, civil, económico, cultural y político Bajo énfasis en el rol de las políticas Alto énfasis en el rol de las políticas públicas públicas Basado en Griesbach y Sauri (2004) En esta línea el EBDH aplicado a la CID parte de señalar derechos vulnerados a consecuencia de bajos niveles de desarrollo para luego identificar a sus titulares, asumiéndose que los Estados y la comunidad internacional en su conjunto son, por obra y gracia de los compromisos jurídicamente vinculantes asumidos en el campo de los DDHH, titulares de deberes para con ellos. En este sentido el EBDH señala tres categorías diferentes de sujetos de cuya interacción recíproca debe resultar la garantía del pleno ejercicio de los DDHH, lo que lleva a introducir en el enfoque un estudio contextualizado de los roles y las capacidades propias de los grupos que las integran, a fin de apoyar que los mismos asuman el rol que les corresponde. Las categorías a que estamos haciendo referencia son: • Los titulares de derechos: incluye a todos los hombres, mujeres, niños y niñas sin discriminación alguna, sin embargo debemos mencionar aquí que algunos derechos -siguiendo la evolución que se ha dado en el campo del derecho internacional de los DDHH- son a la vez individuales y comunitarios y por lo tanto en ocasiones serán tanto grupos como individuos quienes resulten titulares de derechos, y un excelente ejemplo de esto viene dado por el propio derecho al desarrollo. • Los titulares de responsabilidades: aquí encontramos a grupos sociales con mayor o menor estructuración pero que tienen una importancia central para el desarrollo del ser humano y en el respeto de los DDHH tales como la familia, las empresas, la comunidad local y sus organizaciones sociales. • Los titulares de obligaciones: entre estos destaca claramente el Estado como obligado principal tanto en materia de DDHH como de desarrollo, que es quien ha asumido internacionalmente las obligaciones jurídicas de respetar, proteger, cumplir y garantizar el efectivo disfrute de los DDHH. El resultado será siempre concentrar los esfuerzos en aquellos grupos que sufran mayores niveles de marginación, que tengan menor capacidad de organización y de hacer escuchar su voz en los procesos de desarrollo liderados por los propios países “receptores” de ayuda internacional. Utilizamos la palabra receptores entre comillas porque los fundamentos del EBDH ponen en tensión la idea misma de que esa denominación sea correcta: es difícil pensar en que alguien sea “receptor” de aquello a lo que tiene derecho, además de proponer una posición pasiva en el sujeto que lejos está de la que resulta de concebirlo como protagonista del proceso, nunca se debe perder de vista que “una perspectiva pasada en DDHH nos exige considerar a nuestros beneficiarios como titulares de derechos, que en su condición de seres humanos pueden reclamar niveles mínimos de tratos, servicios y oportunidades” (Liwski, 2008:11). 3. Conclusiones Los DDHH tienen un estrecha relación con el Desarrollo, a punto tal que éste es considerado un derecho humano en sí mismo por diferentes documentos internacionales entre los que cabe destacar la Declaración de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo adoptada por la AGNU en 1986 y la Declaración Final de la Conferencia de Viena sobre DDHH de 1993. Últimamente el documento que da origen al Consejo de DDHH de las Naciones Unidas menciona específicamente la responsabilidad del mismo respecto del Derecho al Desarrollo. Estas consideraciones están en línea con el concepto de Desarrollo Humano adoptado por el PNUD en su trabajo desde hace ya más de una década, a través del cual ubica a la persona, y más específicamente a sus capacidades y libertad, en el centro de la problemática del Desarrollo. Pero estas afirmaciones no alcanzan su verdadero valor hasta que no entramos a analizar qué son los DDHH y cuál es su fundamento último, el que encontramos precisamente en los procesos sociales, económicos, normativos, políticos y culturales en los que se desarrollan luchas por construir el contenido de la idea de dignidad humana. Los DDHH son así resultados de procesos de luchas sociales y como tales deben ser considerados dentro de la historia y no al margen de la misma. Como constructo son además una realidad en permanente tensión y cambio, de allí que se registren avances y retrocesos en su contenido y que difícilmente -si no imposible- pueda entenderse que algún derecho fundamental de las personas está definitivamente conquistado pues su contenido, que es en definitiva lo que debe importarnos, está siempre sometido a las fuerzas sociales presentes en cualquier sociedad y en cualquier tiempo y a los intereses en pugna dentro de la misma. Esta conceptualización de los DDHH se ve claramente reforzada por el estudio de la historia y surgimiento de los mismos, y nos permite comprender fácilmente por qué encontramos primero la aparición de derechos que buscan proteger la libertad de las personas frente al poder del Estado -DDHH civiles y políticos o de primera generación- y solo más tarde, cuando la fábrica ya se había convertido en el centro de la vida productiva de los Estados y la ciudad era el centro de la actividad desplazando al campo, hallamos derechos que buscan fundamentalmente asegurar la igualdad entre los hombres -DDHH económicos, sociales y culturales o de segunda generación-, debiendo esperar a que los problemas tuvieran dimensión global y existieran las capacidades y los actores que tuvieran capacidad para plantear las tensiones de la dignidad humana a nivel planetario (empresas trasnacionales, organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil de carácter internacional) para encontrar la lucha por lograr el surgimiento de derechos vinculados a la idea de una solidaridad planetaria (DDHH de solidaridad o de tercera generación). Como se ve los pasaron más de 2 siglos para que el ideario original de la Revolución Francesa se plasmara en el campo de los DDHH a través de la inclusión en los mismos de derechos axiológicamente apoyados en los valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad, idea que bien puede ser reemplazada por la de fraternidad del lema revolucionario. La importancia de conocer el fundamento filosófico, historia y progresos de los DDHH, así como cuestiones básicas relativas a su protección, resulta para quienes trabajan en cooperación internacional una prioridad absoluta en tanto la cooperación está orientada al desarrollo, que como dijimos es un derecho humano, y las acciones, programas y proyectos a través de las cuales tiene aplicación, así como los parámetros que la guían, afectan y se ven afectados por cuestiones que están presentes en el derecho internacional de los DDHH. Así lo entiende la propia ONU según resulta del desarrollo, a partir de los trabajos de la propia organización, del EBDH de la CID. Se trata de una nueva forma de interpretar las prácticas tradicionales de la cooperación sobre la base de los DDHH y de considerarlos como parte integral de los procesos de desarrollo. Para el caso de la ONU esto se planteó como la consideración del marco de derechos básicos que es propio de cada Estado en el que se está trabajando, que diferirá en cada caso de acuerdo a las obligaciones que cada Estado haya asumido internacionalmente en la materia, además del marco universalmente imperativo dado por la denominada “Carta Magna de los DDHH” que integra la DUDH, el PIDESC y el PIDCyP. Así la CID se desplaza de considerar a los receptores como sujetos con necesidades a sujetos con derechos, y los cambios que persigue están orientados a darles las herramientas que ellos mismos necesitan para exigir el cumplimiento de sus derechos violados, asegurando así la sustentabilidad de las intervenciones, así como a fortalecer la capacidad de las instituciones responsables de asegurar el disfrute de los derechos que se encuentran violados. Las desigualdades, y no solo las económicas sino en cualquier aspecto, se ubican entonces en el centro de la atención del EBDH. Para ello se distinguen 3 categorías de sujetos: aquellos que son titulares de derechos, los que tienen responsabilidades para que los derechos incumplidos se realicen y aquellos que tiene la obligación de asegurar que todos disfruten de los derechos fundamentales entre los cuales se destaca el Estado en todos sus niveles. Este enfoque hace además igualmente importantes a los resultados obtenidos como a los procesos que conduzcan a los mismos: tanto los productos como medios para lograrlos deben ser respetuosos de los DDHH y estar en sí mismos orientados a empoderar a los grupos, especialmente a los más vulnerables dentro de cada sociedad, y deben estar orientados a producir modificaciones políticas e institucionales que sirvan a su vez para lograr cambios en los comportamientos tanto de los titulares de obligaciones como en los de responsabilidades y en los de derechos con lo que el desarrollo de capacidades queda integrado en la puesta en práctica de programas y proyectos de CID. Esto implica un desafío a la CID en general y a las organizaciones de DDHH en particular referido al desarrollo de indicadores en materia de DDHH, tarea que ha sido hasta hace no mucho tiempo rechazada por ellas. Estos indicadores deben ser capaces de aportar información cuantitativa y cualitativa, tanto sobre cuestiones estructurales como relativas a procesos y de resultados. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio aprobados por las Naciones Unidas en el año 2000 y levemente reformados en 2007 nos brindan importantes lecciones en este sentido ya que no solamente pueden ser interpretados en clave de DDHH, específicamente como avances hacia la realización universal de los mismos, sino porque cada uno de ellos se ve desagregado en metas a las cuales se han adosado indicadores, si bien es cierto que se trata de mediciones meramente cuantitativas. Lo cierto es que el EBDH ya es una realidad y está siendo adoptado cada vez más por agencias nacionales de cooperación internacional, así como por organizaciones de la sociedad civil que trabajan en el tema, y cada vez será más difícil desconocer sus aportes para cualquier persona que trabaje en cuestiones que se vinculen a la CID. 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