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Capítulo 7
La buena gestión de los asuntos
públicos para lograr los Objetivos
de Desarrollo del Milenio
Un incremento positivo de las estrategias de inversión para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio requiere un compromiso de buena gestión de
los asuntos públicos. Esto significa mantener un estado de derecho mediante
servicios administrativos y administración pública y mediante instituciones
jurídicas y judiciales. Significa promover los derechos humanos, especialmente las libertades civiles y políticas. También significa adoptar decisiones
económicas adecuadas, especialmente con respecto a políticas y marcos normativos macroeconómicos. Y significa procesos de adopción de decisiones
transparentes, participativos y responsables. Estos elementos fundamentales
de una buena gestión de los asuntos públicos son complementos fundamentales del mejoramiento de la capacidad de gestión del sector público (capítulo 6).
Se ha adelantado mucho por lo que respecta a cuantificar y normalizar los
indicadores de una buena gestión pública (recuadro 7.1). Si bien en el ámbito
de las políticas de desarrollo, el concepto de una “mala gestión de los asuntos
públicos” se utiliza todavía como un eufemismo para la corrupción, los adelantos en investigación y en medición han ayudado a establecer los diversos
componentes de la buena gestión de los asuntos públicos. El resultado es la
capacidad de medir las variaciones en los indicadores de la gestión pública
en todos los países y en cada país. Algunos países tienen una alta puntuación en una escala absoluta, mientras que otros, dirigidos por reformadores
políticos, reciben poca puntuación, no por las acciones de sus dirigentes, sino
porque éstos se enfrentan a una corrupción arraigada, posiblemente heredada
de regímenes anteriores. Otros países están gobernados por políticos corruptos,
o están inmersos en conflictos violentos, lo que hace difícil, sino imposible, la
buena gestión de los asuntos públicos. (Retomamos el tema de los problemas
especiales de los conflictos violentos en el capítulo 12).
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Recuadro 7.1
Evaluación de la
gestión de los
asuntos públicos:
diversos criterios
135
Cuantificar y medir la gestión de los asuntos públicos es un desafío. Existe una enorme
variación en lo que se trata de medir. A continuación destacamos algunas de estas tratativas y sus definiciones de un buen gobierno.
• Evaluación de las políticas del país y de sus instituciones. Las evaluaciones de las
políticas de un país y de sus instituciones realizadas por el Banco Mundial abarcan
decisiones políticas y estructuras institucionales. Evalúan la gestión económica
(deuda, política macroeconómica y fiscal), la política estructural (estrategias del
sector privado, comercial y financiero), políticas de inclusión social y equidad y
para las instituciones públicas y la gestión del sector público (estado de derecho,
gestión financiera, eficiencia de la administración pública, transparencia, responsabilidad, corrupción).
• Freedom House. Las clasificaciones de Freedom in the World utilizan encuestas
para medir las libertades civiles y políticas. Las libertades políticas se miden por
el derecho a votar, a ser elegido y a elegir representantes que tengan un voto decisivo en la política del país. Entre las libertades civiles se cuentan la libertad de
expresar su opinión, de crear instituciones y de gozar de la autonomía personal sin
injerencia del Estado.
• International Country Risk Guide. Esta guía clasifica los países por su riesgo político, económico y financiero. El riesgo político incluye la estabilidad del gobierno,
condiciones socioeconómicas, perfil de inversión, corrupción, conflictos, calidad
de la función pública, responsabilidad democrática, ley y orden, y la presencia de
la religión y los militares en el gobierno. La medición del riesgo económico comprende el PIB per cápita, el crecimiento del PIB, la inflación y las políticas tributarias. El riesgo financiero se mide por la deuda externa, la balanza comercial, las
reservas públicas y la estabilidad de la paridad de cambios.
• Kaufmann, Kraay y Zoido-Lobotan, y Kauffmann, Kraay y Mastruzzi. Estos conjuntos
de datos, producido por el grupo Gobernabilidad Global, del Instituto del Banco
Mundial, clasifica a los países basándose en seis aspectos del buen gobierno:
voz y rendición de cuentas, estabilidad política, ausencia de violencia, efectividad
gubernamental, calidad regulatoria, estado de derecho y control de la corrupción.
• Millennium Challenge Account. Esta cuenta fue anunciada por el Gobierno de los
Estados Unidos en 2002 como un nuevo programa de ayuda extranjera para asistir a los países relativamente bien gobernados. El buen gobierno se mide sobre
la base de tres amplias categorías: gobernar con justicia, invertir en el pueblo y
fomentar las libertades económicas. Gobernar con justicia se mide por puntos relativos a las libertades civiles, las libertades políticas, la voz y la responsabilidad,
la eficacia del gobierno, el estado de derecho y el control de la corrupción. Invertir
en el pueblo se mide por los gastos públicos destinados a la salud y la educación,
las tasas de terminación de la enseñanza primaria y las tasas de inmunización.
Fomentar las libertades económicas se mide por la balanza comercial, el equilibrio
fiscal y el clima de inversión.
• Transparency International. Transparency International clasifica los países basándose en un índice de percepción de la corrupción, un índice compuesto que mide
el grado en que los funcionarios públicos y los políticos perciben la existencia de
la corrupción.
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Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Los datos también muestran que prácticamente cada dimensión de una
buena gestión de los asuntos públicos tiene una estrecha correlación con los
ingresos. Esta correlación implica una doble relación: la buena gestión de los
asuntos públicos ayuda a lograr mayores ingresos, pero también los mayores
ingresos respaldan una mejor gestión de los asuntos públicos.
Está ampliamente aceptado que una mejor gestión de los asuntos públicos
puede derivar en un mayor crecimiento económico como resultado de una división más eficiente del trabajo, inversiones más productivas, menores costos de
transacción y una aplicación más rápida de las políticas sociales y económicas1.
Pero no se suele entender debidamente que los países más pobres, con bajos niveles de capital humano, tienen menos posibilidades de permitirse una buena gestión de los asuntos públicos, ya que esto requiere una administración pública y
una judicatura que funcionen bien y estén bien remuneradas, una tecnología de
la información adecuada (para el registro de la propiedad o para la transparencia
en la contratación pública), material y capacitación para una policía responsable
y muchos otros elementos para contar con una correcta administración pública.
Además, los países más ricos suelen tener sociedades más instruidas, con organizaciones de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales, entre ella
los medios de difusión, más capaces de actuar como vigilantes de las actividades
del sector público. Ingresos más altos también promueven la participación política y limitaciones al poder ejecutivo. Barro (1999), por ejemplo, ha presentado
pruebas en el sentido de que el crecimiento económico favorece el desarrollo de
las instituciones políticas democráticas.
Son bastantes las pruebas de que el capital humano es un elemento indicativo del crecimiento económico y de que el aumento del capital humano, a su
vez, parece contribuir a mejores instituciones (Glaeser y otros, 2004). Esto es
importante porque sugiere que factores externos que contribuyen a un capital
humano pobre, como por ejemplo una enfermedad endémica (paludismo) que
produce altos índices de morbilidad y de mortalidad, pueden ser muy perjudiciales para el desarrollo de las instituciones públicas. También corrobora
las constataciones de Sala-i-Martin, Doppelhofer y Miller (2004), que con su
novedoso análisis llegan a la conclusión de que el capital humano y las variables
geográficas se contaron entre los principales elementos indicativos del crecimiento económico a fines del siglo pasado.
La conclusión es que, si bien la buena gestión de los asuntos públicos puede
contribuir al crecimiento económico y, evidentemente, la mala gestión de los
asuntos públicos puede detenerlo, la gestión en sí misma puede mejorarse
invirtiendo en otros factores (como por ejemplo en educación y salud pública)
que respaldan el crecimiento económico general y la acumulación de capital
humano. Estas causas interdependientes son sumamente importantes desde
el punto de vista de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Hacen resaltar
la importancia de una estrategia de amplia base para alcanzar los Objetivos,
directamente mediante prácticas de buen gobierno e indirectamente mediante
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
137
inversiones en capital humano, gestión del sector público e infraestructura.
También hacen resaltar el hecho de que en promedio un país pobre probablemente tenga menor puntuación en la gestión pública que uno más rico, aun
cuando ambos gobiernos estén en manos igualmente benevolentes y dedicadas. Una evaluación correcta de la gestión de los asuntos públicos de un país
requiere, por lo tanto, no una escala de medición absoluta sino una que esté en
relación con otros países en un grupo de ingresos equivalente2.
Una complicación conexa, frecuentemente ignorada en los debates sobre la
gestión de los asuntos públicos, es que la mayoría de los indicadores disponibles —tales como percepción de la corrupción, eficacia del gobierno y riesgo
de expropiación— son indicadores de resultado que sólo reflejan parcialmente
la buena voluntad y las acciones de los políticos3. Por ejemplo, si se utilizan
sólo medidas de resultado para evaluar las actividades de un país en materia de
gestión de los asuntos públicos, un gobierno nuevo comprometido a terminar
con la corrupción pero que ha heredado un sistema de corrupción arraigada
de su predecesor será castigado por tener un nivel alto de corrupción. En vez
de castigar a esos gobiernos, los aliados en el desarrollo deberían ayudar a los
nuevos líderes a desarraigar la corrupción restante. De la misma forma, las
evaluaciones de la buena gestión de los asuntos públicos no pueden depender
únicamente de indicadores absolutos del estado de derecho, las libertades civiles o la solidez de las instituciones, ya que muchos de estos sistemas requieren
recursos reales para ponerlos en práctica. Un criterio más eficaz es evaluar las
mejoras en los resultados y hacer una comparación con los países que tienen
un nivel similar de ingresos. Muchos gobernantes de países pobres con malos
sistemas de gestión pública están haciendo lo imposible para mejorar, hecho
que merece reconocimiento y apoyo.
Estrategias para mejorar la gestión pública a fin de lograr los
Objetivos de Desarrollo del Milenio
Son los países mismos quienes tienen la responsabilidad de mejorar sus propios
sistemas de gobierno. Sobre esto no hay ninguna duda. Pero como algunas
pruebas sugieren la importante función que desempeñan el capital humano y
otros factores como un aporte que contribuye al buen gobierno, con frecuencia
la comunidad internacional podría apoyar a los países más pobres a mejorar
tanto los componentes de un buen gobierno como los elementos que contribuyen a un buen gobierno a largo plazo. Como se afirmó en el capítulo 4,
recomendamos que una estrategia para mejorar la buena gestión de los asuntos
públicos se incluya en el marco a largo plazo de los Objetivos de Desarrollo
del Milenio de cada país en desarrollo. Pero destacamos que no hay un criterio
universal para aplicar criterios altamente contextuales basados en las necesidades locales.
A tal fin destacamos la necesidad de distinguir entre dos causas amplias
de una gestión pública inadecuada: mala voluntad y falta de capacidad. La
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Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
primera se refiere a los gobiernos genuinamente “corruptos” en los que el poder
político está en manos de ladrones. El Estado puede funcionar para provecho
personal de una elite reducida, un determinado grupo de interés o un grupo
étnico. Estos son países que permanentemente obtienen una baja calificación
respecto de sus libertades civiles y políticas y de los derechos humanos pero que
tienen un alto nivel de corrupción, y que demuestran muy poca voluntad de
lograr una reducción de la pobreza de base amplia. En estos casos, la comunidad internacional puede desempeñar una función de asistencia humanitaria y
entregar ayuda por medio de ONG, pero hay pocas esperanzas de que se logren
los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En la otra punta del espectro hay una segunda categoría —generalmente
ignorada— de países que soportan una débil gestión de los asuntos públicos,
no por mala voluntad de los líderes sino porque el Estado carece de recursos
y de capacidad para manejar una administración pública eficiente. Desde ya
que muchos países están en algún lugar entre estos dos extremos, y a veces es
difícil determinar niveles de buena voluntad, pero la distinción es fundamental
para comprender los desafíos del buen gobierno de un país y para elaborar las
respuestas apropiadas.
El punto más importante es que cuando el factor de limitación no es la
voluntad de los líderes sino la falta de capacidad o de recursos deberíamos considerar el desafío de lograr un buen gobierno como la oportunidad de invertir
en mejorar las pericias, las capacidades y los sistemas. En resumen, la buena
gestión de los asuntos públicos debería considerarse en términos operacionales y
estar sujeta a la inversión y a la mejora.
Gobiernos que carecen de buena voluntad
Con un liderazgo político realmente rapaz, las posibilidades de una política de
desarrollo a largo plazo son pocas mientras esas personas no dejen el gobierno.
Algunos de estos gobiernos son resultado de procesos políticos profundamente
defectuosos. Muchos regímenes de este tipo en los países en desarrollo han
sido apuntalados con apoyo externo del mundo rico por razones económicas o
geopolíticas. Es verdad que la memoria suele ser corta en los países desarrollados. Los funcionarios públicos y el público en general tienden a olvidar el papel
que han desempeñado sus países al apoyar estructuras políticas y políticos realmente corruptos, al mismo tiempo que critican a los actuales gobiernos de los
países en desarrollo por no haber creado instituciones mejores.
En esos casos será difícil que el gobierno produzca una estrategia de reducción de la pobreza basada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio ampliamente verosímil (capítulo 4), y evidentemente será inadecuado un apoyo presupuestario externo de amplia escala. Sin duda, son pocas las posibilidades de
lograr los Objetivos en estas circunstancias. Las estrategias de desarrollo deben
centrarse en problemas humanitarios y de salud pública, y la ayuda deberá
canalizarse principalmente por las organizaciones no gubernamentales. La asis-
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
139
tencia internacional deberá estar estrechamente ligada a incentivos para mejorar la gestión de los asuntos públicos, sobre todo en los ámbitos de las libertades
civiles y políticas, voz y responsabilidad y éxitos contra la corrupción. En estos
países también se necesita apoyo para las organizaciones de la sociedad civil
que supervisan la corrupción, las lesiones a los derechos humanos, el silencio
del gobierno y la represión.
¿Qué ocurre con las sanciones económicas? No solamente son difíciles de
aplicar sino que tienden a perjudicar a la población y a la oposición política casi
tanto como al gobierno. Generalmente, las sanciones no sirven para derrocar a
un mal régimen, pero pueden tener un efecto poderoso en el empobrecimiento
de la sociedad.
Mejorar la gestión de los asuntos públicos en los gobiernos de pocos
recursos pero bien intencionados
En los países de bajos recursos donde existe una voluntad genuina de lograr los
Objetivos de Desarrollo del Milenio se necesitan inversiones y reformas políticas
específicas para mejorar la gestión de los asuntos públicos en seis esferas: administración pública, mejora del estado de derecho, aumento de la transparencia y la
responsabilidad, promoción de los derechos políticos y sociales, fomento de políticas económicas adecuadas y apoyo a la sociedad civil. El resto del presente capítulo
se centra en esas esferas, todas ellas para resolver en el contexto de una estrategia de
reducción de la pobreza basada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Inversiones en la administración pública
En los países pobres con gobiernos bien intencionados, la administración
pública debería ser un objetivo de inversión. El sector privado aprendió hace
mucho que una buena administración requiere recursos; lo mismo es válido
para el sector público. Por ejemplo, los gobiernos de los países de bajos ingresos con buena voluntad pero administraciones públicas malas frecuentemente
necesitan aumentar las escalas salariales de los funcionarios públicos para que
sean equivalentes a los que ofrecen el sector privado, los organismos internacionales y los asociados en el desarrollo. La mayor remuneración es necesaria
para atraer y retener en el sector público a los funcionarios altamente calificados y para reducir los incentivos de corrupción y doble empleo. Pero los países
empobrecidos carecen de recursos internos adecuados para solucionar estos
problemas. Por lo tanto, los donantes deben facilitar AOD para financiar las
escalas salariales del servicio público, una práctica rechazada durante mucho
tiempo pero muy necesaria hoy en día. Además de invertir en mayores sueldos,
el sector público necesita invertir en capacitación laboral y en creación de capacidades, otra actividad onerosa pero decisiva (capítulo 6).
Los gobiernos también deben invertir en la infraestructura física de la
administración pública para mejorar el suministro de servicios y reducir las
oportunidades de corrupción. A continuación figuran algunos ejemplos:
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Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
• Infraestructura en comunicaciones e información a todos los niveles de
gobierno, como por ejemplo el servicio de telecomunicaciones y computación para las oficinas públicas, los hospitales, el registro de la propiedad, escuelas y demás instituciones públicas.
• Sistemas de información para mejorar la celeridad, la confiabilidad y la
responsabilidad de las transacciones del sector público, y sistemas para
compartir información entre todas las ramas del gobierno. La India, por
ejemplo, está inscribiendo todos los títulos de propiedad en una base de
datos nacional a la que los ciudadanos podrán acceder desde cualquier
lugar del país. Esto les evitará tener que viajar para solicitar la copia de
un título de propiedad que es necesaria para garantizar un préstamo.
• Capacidad tecnológica moderna para la aduana, para acelerar los envíos,
reducir el contrabando y controlar el movimiento transfronterizo de
mercancías ilegales o peligrosas.
• Capacidad tecnológica moderna para las fuerzas del orden, como por
ejemplo bases nacionales de datos criminales, sistemas de información
para mejorar los tiempos de respuesta y una difusión adecuada de la
información a las fuerzas locales del orden.
• Sistemas logísticos y de contratación pública electrónicos, por ejemplo
para garantizar a las clínicas y hospitales públicos un acceso seguro a los
medicamentos esenciales.
Como se dijo en el capítulo 6, el mejoramiento de la administración pública
pasará a primer plano con el aumento de las inversiones y los servicios públicos
necesario para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Como todas
estas inversiones requieren recursos financieros, estos deberían incluirse en las
estrategias de reducción de la pobreza basadas en los Objetivos de Desarrollo
del Milenio para poder recurrir a la financiación de los donantes en el caso
usual de que los recursos nacionales sean insuficientes.
Fortalecimiento del estado de derecho
El estado de derecho, requisito previo de un buen gobierno, puede afectar la
forma en que se formulan y se aplican las políticas. En muchos países, las
estructuras institucionales débiles están expuestas a ser capturadas por una elite
y a caer bajo su influencia. El poder se concentra en unos pocos cargos selectos
y en unas pocas personas, y el sistema jurídico está gravemente recargado, lo
que contribuye a una corrupción y una mala administración desenfrenadas.
La creación de mecanismos institucionales para respetar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos y para tratarlos en forma equitativa es
el primer paso para establecer un estado de derecho. Para ello las funciones,
responsabilidades y limitaciones de las facultades de las diferentes ramas del
gobierno deberán estar establecidas en normas claras y transparentes sobre
rendición de cuentas. También se requiere que los tres pilares del gobierno
—poder ejecutivo, legislativo y judicial— cuenten con los debidos recursos y
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
141
con el personal necesario para funcionar con eficacia. Es más fácil hacer cumplir la ley cuando las fuerzas policiales y los funcionarios públicos están bien
entrenados, adecuadamente pagados y son responsables de sus actos. También
es más fácil cuando un poder judicial independiente tiene la facultad de aplicar
firmemente la ley y cuando los funcionarios judiciales son idóneos y los abogados y jueces están bien remunerados.
Los gobiernos deben seguir una estrategia eficaz contra la corrupción, adecuando los códigos de conducta de los funcionarios públicos, facilitando las
denuncias y la investigación de los casos de corrupción, y creando procedimientos más transparentes (recuadro 7.2). Además, una remuneración adecuada para
los funcionarios públicos es un paso adelante en la aplicación de políticas rigurosas contra la corrupción. Para establecer un estado de derecho se requieren
inversiones considerables en el manejo eficiente del sector público. Como los
países de bajos ingresos a menudo carecen de los recursos necesarios para realizar estas inversiones, no solamente es difícil aumentar los paquetes de inversión
sino también crear el marco institucional y jurídico necesario para aplicarlos.
Promover la rendición de cuentas y la transparencia
La rendición de cuentas requiere la presencia de mecanismos democráticos que
impidan la concentración de poder y fomenten la rendición de cuentas en los
sistemas políticos. Los ciudadanos deben tener la facultad de hacer responsables a los políticos por sus promesas y sus medidas, por ejemplo mediante elecciones realizadas periódicamente y con imparcialidad en un marco democrático de gobierno e información presentada periódicamente sobre las promesas
electorales.
La ejecución es más eficaz cuando existe una prensa libre que puede informar al público, analizar y criticar la política del gobierno, supervisar el desempeño del gobierno y el suministro de servicios y despertar inquietudes cuando
parte, de la población queda excluida o marginalizada. Los parámetros deberían incluir el acceso general a la información pública (legislación sobre libertad
de información y su efectiva aplicación), protección legislativa de la prensa y
medidas específicas para aumentar la libertad de los medios de información.
Por su parte, la prensa puede destacar los compromisos internacionales asumidos por gobiernos nacionales respecto de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio y hacer un seguimiento del progreso.
Por su parte, los parlamentos son importantes para convocar y promover
debates públicos sobre la mejor manera de elaborar y de aplicar una estrategia
de reducción de la pobreza basada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Los legisladores pueden hacer oír la voz de los electores de zonas remotas e históricamente mal atendidas y deberían aportar un control decisivo del gobierno
exigiendo exámenes públicos de los gastos, señalando las desigualdades en la
aplicación y asegurándose de que los debates sobre la forma de suministrar los
servicios estén vinculados en forma cuantitativa a los Objetivos de Desarrollo
142
Parte 2
Recuadro 7.2
Medidas para
promover la
transparencia
Fuente: Kaufmann, 2004.
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Una de las estrategias más poderosas para mejorar la gestión pública y luchar contra la
corrupción entraña reformas en materia de transparencia. Es probable que un gobierno
que se embarca en la búsqueda de transparencia también tome medidas para integrarse
en la economía global y atraer mayores ingresos de IED, ya que la transparencia desempeña una importante función en la adopción de decisiones de los inversores. En el
marco de una estrategia más amplia de buen gobierno se puede determinar una lista de
medidas concretas. La principal responsabilidad para aplicar esas medidas descansa en
un número de interesados importantes. Si bien, en general, la rama ejecutiva del gobierno
desempeñará una función decisiva, se espera que otros interesados —como por ejemplo
gobiernos locales, sociedad civil, parlamentos, sector privado y organismos multilaterales— complementen esos esfuerzos e incluso, en algunas esferas, lleven la delantera.
• Diagnósticos empíricos de buen gobierno. Se pueden realizar encuestas nacionales
sobre el buen gobierno o contra la corrupción, como así también encuestas de diagnóstico sobre investigación de los gastos públicos, con el fin de evaluar las instituciones y las esferas de política más vulnerables, tales como la contratación pública,
la aduana, la recaudación fiscal y las asignaciones de gastos públicos a escuelas y
clínicas a nivel local y para evaluar el progreso en materia de buen gobierno y de lucha
contra la corrupción. En los países con una explotación intensiva de los recursos
naturales se puede realizar el correspondiente diagnóstico especial. Estos diagnósticos nacionales en profundidad se han realizado en docenas de países y su eficacia
aumenta considerablemente cuando existe plena transparencia para la publicación,
difusión y el debate público de las consecuencias de los resultados, lo cual permite
formular en forma participativa los programas de acción para el buen gobierno.
• Acceso a la información y libertad de prensa. Se pueden fijar parámetros para
regular la libertad de información y para la publicidad de leyes, reglamentaciones,
presupuestos, normas de contratación pública, ingresos y activos de los funcionarios públicos, registro de votaciones parlamentarias y contribuciones para financiar
los partidos políticos. El gobierno también debe establecer la publicación oportuna
de la auditoria de las cuentas del banco central y de las principales empresas
estatales (como por ejemplo las de las industrias extractivas). Es fundamental
garantizar la debida protección de la libertad de prensa y permitir el libre ejercicio
del periodismo de investigación y la publicación de sus resultados.
• Evaluación de la contratación pública y planificación de las medidas. Los países
pueden evaluar sus sistemas de contratación pública para determinar cuales son
las prioridades de reforma. La función que cumplen la información y la tecnología
de las comunicaciones se puede ampliar por ser un importante mecanismo en
favor de la transparencia, como por ejemplo el sistema de contratación pública
electrónica implantado por primera vez en México (Compranet).
• Exámenes de los gastos públicos. Estos exámenes se pueden realizar periódicamente, en el marco de la buena gestión de los asuntos públicos y la rendición de
cuentas, para incluir una evaluación minuciosa de todas las dimensiones fundamentales de los gastos públicos (incluidos los gastos militares). Los gastos extrapresupuestarios deben prohibirse en la medida de lo posible.
• Examen público del parlamento. Los comités parlamentarios pueden examinar los
resultados de la ayuda, con la facultad de interrogar en audiencia pública a los
altos funcionarios respecto de los proyectos y programas financiados con ayuda.
Los comités independientes también pueden publicar la financiación política y
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Recuadro 7.2
Medidas para
promover la
transparencia
(continúa)
143
electoral y establecer normas claras y ejecutorias sobre la utilización de los recursos públicos para fines políticos.
• Transparencia a nivel de proyecto. La transparencia se puede promover estableciendo por ley la publicación adelantada de todos los detalles del proyecto y su
razón de ser, y convocando a audiencias públicas antes de adoptar las decisiones
finales del proyecto en materia de inversiones públicas, incluidas las financiadas
por organismos multilaterales.
• Participación de la sociedad civil y del sector privado. Los gobiernos y los donantes
pueden adoptar una estrategia concertada para aumentar la participación de los
ciudadanos, la sociedad civil y el sector privado en las iniciativas de transparencia,
de forma que cada uno de ellos desempeñe una función decisiva de vigilancia al
publicar información y críticas abiertas a las medidas del gobierno. De la misma
forma, los organismos donantes y las instituciones financieras internacionales
pueden, con su propio ejemplo, favorecer un entorno libre y transparente, por ejemplo al asegurar el acceso a los documentos relativos a la estrategia de asistencia
de su propio país y a los detalles de los proyectos de inversión gubernamental que
financian. Para destacar la rendición de cuentas en el sector privado todas las
organizaciones internacionales, incluido el sistema de las Naciones Unidas, pueden establecer un mecanismo que permita borrar de la lista, en forma transparente
y pública, a las empresas que han estado implicadas en sobornos en los proyectos financiados por las instituciones financieras internacionales (una práctica que
actualmente sólo aplica el Banco Mundial).
del Milenio y sus metas específicas. La facultad de cuestionar públicamente las
decisiones del gobierno y de impedir la supresión de información es una de las
principales responsabilidades del poder legislativo.
En la práctica, la rendición de cuentas depende de la concientización que
tengan los ciudadanos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de sus
correspondientes derechos, y de la información sobre medidas gubernamentales. Los gobiernos deben introducir mayor sinceridad y facilitar el acceso
pleno a los datos oficiales y los indicadores de resultado. Deben publicarse
oportunamente las cuentas debidamente controladas del banco central y de
las principales empresas del Estado, como por ejemplo las relacionadas con las
industrias extractivas. También deben publicarse las leyes, reglamentos, presupuestos, normas de contratación pública, ingresos y activos de los funcionarios
públicos y de los legisladores, y acceso a los registros de votaciones legislativas
y a las contribuciones para financiar a los partidos políticos. Existen pruebas
firmes de que los desvíos de recursos disminuyen con una transparencia mayor
(recuadro 7.3).
Además de garantizar la transparencia en todo el sistema, los gobiernos
también deben garantizar la rendición de cuentas a nivel de proyectos. Esto
implica publicar por anticipado todos los detalles del proyecto y su razón de ser,
organizando audiencias públicas y reuniones en lugares públicos para informar
a los ciudadanos antes de tomar las decisiones definitivas, e implica adoptar
144
Parte 2
Recuadro 7.3
El poder de la
información
Fuente: Reinnika y
Svensson, 2004a, 2004b.
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
A mediados del decenio de 1990, el Gobierno de Uganda realizó un examen de su sistema
de subsidios per cápita para la educación primaria y encontró pruebas de sobornos y
corrupción. Según ese examen aproximadamente el 20% de los fondos desembolsados
llegaba realmente a las escuelas, y la escuela secundaria no recibía nada.
Después de una investigación, los funcionarios de Uganda descubrieron que la mayoría de los ingresos eran captados por funcionarios corruptos de los organismos locales
que administraban los fondos. Pero como los padres, que en general participan activamente en la administración y planificación de la escuela, sabían muy poco o tenían poca
información sobre el programa de subsidios per cápita, la malversación de fondos públicos en gran escala continuó por años sin ser descubierta.
El Gobierno de Uganda lanzó una nueva estrategia para luchar contra la corrupción, en
el marco de la cual comenzó a publicar en los periódicos nacionales y en sus ediciones
en idioma local datos sobre las transferencias mensuales de subsidios per cápita para
cada distrito escolar. También se pidió a las escuelas primarias y a las oficinas de distrito
que pegaran carteles de la recepción de fondos para que todos pudieran verlos. Ahora los
ciudadanos pueden comparar debidamente las cantidades destinadas a la escuela con
las cantidades que éstas reciben realmente.
El hecho de equipar a los ciudadanos con esta información mejoró considerablemente
el rendimiento del programa de subsidios. La escuela secundaria, que a mediados del
decenio de 1990 no había recibido nada, en 2001 recibió el 82% de lo que le correspondía.
Durante el mismo período, la proporción de fondos perdidos a la corrupción disminuyó del
80% a sólo el 20%. Aplicando una estrategia barata de información masiva, Uganda redujo
enormemente la corrupción y mejoró la eficacia de su ayuda a la educación primaria.
garantías específicas para la contratación pública y las ofertas a fin de reducir
al mínimo la manipulación.
Promoción de los derechos humanos
Los derechos humanos son un objetivo práctico central de la buena gestión de
los asuntos públicos y un parámetro normativo acordado por todos los signatarios de la Declaración del Milenio. En la Declaración se reafirmó el compromiso de todas las naciones signatarias de respetar y hacer valer los principios
enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y de proteger
plenamente los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de
todas las personas, incluido el derecho al desarrollo. Apoyamos plenamente
este compromiso y consideramos que un marco de derechos humanos como
el establecido, por ejemplo, en Convención sobre los Derechos del Niño y la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer es un requisito previo esencial para lograr todos los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Pero no ha habido un intento sistemático por integrar
la planificación del desarrollo en el marco de los derechos humanos, aunque
esta integración tenga un enorme potencial y pertinencia.
Los Objetivos han sido criticados por defensores de los derechos humanos
porque sólo están dirigidos a una parte de la población y por no remitirse a los
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
145
principios de derechos humanos, entre otras razones (Alston, 2004; recuadro
8.1). Para garantizar que los Objetivos se logran en una forma compatible con
los derechos humanos, los gobiernos deben reconocer la relevancia de las obligaciones que han asumido en materia de derechos humanos, fomentar la participación de la comunidad y desarrollar mecanismos de rendición de cuentas
basados en los derechos humanos.
Reconocer la pertinencia de las obligaciones en materia de derechos
humanos
Cada país debe remitirse, en su estrategia de reducción de la pobreza basada en
los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a las obligaciones internacionales en
materia de derechos humanos que ha asumido voluntariamente. Esto podría
hacerse con una evaluación de los derechos humanos similar a la forma en que
el Banco Mundial realiza las evaluaciones de medio ambiente antes de iniciar
los proyectos. Incluiría lo siguiente:
• Reconocer que los derechos humanos (económicos, sociales y culturales) ya comprenden muchos de los Objetivos, como por ejemplo los de
pobreza, hambre, educación, salud y medio ambiente.
• Remitirse a las obligaciones establecidas por los tratados internacionales
como así también al derecho consuetudinario y a las normas jurídicas
pertinentes dentro del contexto nacional.
• Aceptar los Objetivos de Desarrollo del Milenio como metas intermedias que contribuyen a la progresiva realización de los resultados básicos
de desarrollo. Los subsiguientes objetivos de desarrollo pueden entonces
expresarse en términos de suprimir las carencias, la discriminación de
género y el hambre, y promover la salud, la participación social y política
y el acceso a la información para el desarrollo.
Las estrategias nacionales de reducción de la pobreza basadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio deberían ser compatibles con los principios
de igualdad y de no discriminación establecidos en las correspondientes normas internacionales de derechos humanos. Esto implica que las estrategias se
elaboran para alcanzar a toda la población mal atendida, con independencia
de su etnia, religión, antecedentes regionales o sexo. Implica adoptar medidas
para garantizar que los sectores menos privilegiadas y más marginalizados de
la sociedad puedan ejercer sus derechos. Y también implica que las estrategias
y las medidas no empeoren las desigualdades existentes. Sobre todo las estrategias basadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio deben centrarse especialmente en atender las necesidades de los indígenas y de los pueblos tribales,
que suman unos 370 millones en todo el mundo.
Un enfoque de los Objetivos de Desarrollo del Milenio basado en los resultados, dentro del contexto de las obligaciones en materia de derechos humanos,
también fomenta la solución de cuestiones no mencionadas específicamente
en las metas e indicadores oficiales pero que son pertinentes para los resulta-
146
Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
dos que figurarán en la estrategia de reducción de la pobreza. Por ejemplo, los
Objetivos no se refieren explícitamente a la salud sexual ni reproductiva, pero
estos derechos son importantes para lograr varios de los demás Objetivos y son
esenciales en sí mismos4.
Fomentar la participación de la comunidad sobre la base de
formulaciones de derechos humanos
Como ya se dijo en capítulos anteriores, los gobiernos deben reafirmar la búsqueda de una participación de base amplia y significativa en el proceso de
adopción de decisiones, tanto para la formulación como para la aplicación.
Esta participación siempre debe incluir el derecho a criticar la posición política
oficial5. En el Informe sobre el Desarrollo Humano 2004 (PNUD, 2004b) y el
Informe sobre el desarrollo mundial, 2004 (Banco Mundial, 2003d) se afirma
que los gobiernos deben determinar mecanismos que permitan a los grupos por
lo general excluidos del proceso político participar activamente en los procesos
de adopción de decisiones. Esto es sobre todo importante en los países con una
gran diversidad social y una numerosa población indígena y tribal (Naciones
Unidas, 2004c, d). Se debe prestar particular atención a garantizar una representación equilibrada de los sexos.
Desarrollo de mecanismos de rendición de cuentas basados en los
derechos humanos
La estrategia basada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio debe incluir un
compromiso del gobierno de garantizar el establecimiento de un marco jurídico y
legislativo apropiado para facilitar el logro de los Objetivos sobre la base del respeto
de los derechos humanos (capítulo 6). Los mecanismos internacionales de derechos
humanos pueden desempeñar una importante función al respecto, pero la primera
línea de apoyo debe estar a nivel nacional. En cada país en donde existan instituciones de defensa de los derechos humanos debería delegarse en ellas la facultad de
examinar a intervalos regulares la realización de las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio e informar al respecto. Se estima que en la actualidad hay aproximadamente 55 instituciones de este tipo, un gran aumento de las ocho que existían
en 1990 (Kjaerum, 2003). En aquellos países que no cuentan con estos mecanismos
sería conveniente que la estrategia de reducción de la pobreza basada en los Objetivos
de Desarrollo del Milenio recomendara su creación6. La información debería estar
en lo posible desglosada para poder tomar en cuenta distintos elementos, como por
ejemplo el género, las disparidades regionales y la situación de los grupos más desfavorecidos (que se identificarían al determinar los puntos de referencia).
Promover políticas económicas sólidas en apoyo del sector
privado
Para que florezca el sector privado el Estado debe garantizar un entorno económico favorable. Este es el punto esencial que se destaca en dos informes recien-
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
147
tes: El impulso del empresariado: El potencial de las empresas al servicio de los
pobres (PNUD, 2004c) y el Informe sobre el desarrollo mundial, 2005: Un mejor
clima de inversión en beneficio de todos (Banco Mundial, 2004d), ambos apoyados firmemente por el Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas. Desarrollar un sector privado vigoroso y ayudar a los pobres a beneficiarse de esta
actividad empresarial requiere un fundamento firme en el entorno macroeconómico nacional y mundial, en infraestructura física y social y en el estado de
derecho (gráfico 7.1).
El Proyecto del Milenio, en el marco a largo plazo de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio, recomienda que cada gobierno colabore con el sector
privado local para elaborar una estrategia de desarrollo de ese sector que contribuya a crear un entorno empresarial favorable. Esto incluiría medidas en siete
esferas importantes que se describen a continuación.
En primer lugar, el sector privado necesita un marco macroeconómico de
apoyo. La estabilidad macroeconómica internacional y nacional disminuye al
mínimo la incertidumbre para las empresas. Las empresas no pueden adquirir
insumos con confianza ni vender sus productos internacionalmente cuando
la moneda local es inestable frente a otras monedas, o cuando el país experimenta una inflación alta con ajustes constantes de precios y una pérdida de
confianza en el exterior. Tampoco pueden operar con eficiencia cuando las
barreras comerciales impiden la adquisición de insumos del exterior, impidiéndoles alcanzar una competitividad internacional en su propio mercado.
En segundo lugar, el sector privado requiere un entorno jurídico y regulatorio favorable. Esto incluye un poder judicial en funcionamiento, un derecho
comercial efectivo que defina y proteja los contratos y los derechos de propiedad, y una administración pública racional que limite la corrupción y luche
contra ella. En varios estudios se ha verificado que la corrupción aumenta el
costo de hacer negocios y desalienta la inversión al incrementar los gastos y
la incertidumbre de las transacciones. Produce ineficiencia, desvía los talentos a actividades rentables, aumenta la informalidad laboral y obstaculiza la
recaudación impositiva, desembocando en un aumento de los impuestos. Son
varias las medidas que se pueden adoptar para luchar contra la corrupción,
por ejemplo libertad de prensa, contralor sistemático de los gastos del Estado
y transparencia en la contratación pública, las asignaciones presupuestarias y la
concesión de licencias (Gray y Kaufmann, 1998).
El gobierno también puede promover un mayor crecimiento económico
reduciendo el costo, la demora y el número de trámites para la entrada y salida
de las empresas, mejorando el procedimiento para hacer cumplir los contratos y
simplificando el sistema impositivo. El Informe sobre el desarrollo mundial, 2005
(Banco Mundial, 2004d) explica la cantidad de exigencias que puede influir
en el rendimiento del sector privado7. Los países más ricos del mundo son
también aquellos donde toma menos tiempo fundar nuevas empresas, aunque
las variaciones regionales son muchas (gráficos 7.2 y 7.3). Hay amplias prue-
148
Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Gráfico 7.1
Cimientos del sector
privado y pilares
del empresariado
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Fuente: PNUD, 2004c.
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bas de que las políticas que simplifican el cese de un negocio (especialmente
con la promulgación de leyes de quiebra que maximicen el valor, rescaten las
empresas viables y mantengan estable el orden de los acreedores) y mejoran el
procedimiento para hacer cumplir los contratos también fomenta la actividad
del sector privado. El Banco Mundial ha hecho una importante contribución
al medir sistemáticamente el costo de hacer negocios en diversas partes del
mundo y al mostrar la forma en que la política nacional puede aumentar o
bajar esos costos. Instamos firmemente a los países a que tomen nota de estas
constataciones como una guía para bajar el costo de hacer negocios.
Todas estas reformas son importantes facilitadores del crecimiento del
sector privado, pero no son ni suficientes (las necesidades de infraestructura
mencionadas más adelante son igualmente importantes) ni gratis. Culpar a los
países más pobres del mundo por no realizar algunas de las reformas parece
inútil cuando la mera realización requiere recursos. Por ejemplo, reducir la cantidad de trámites puede requerir que se comparta información entre distintas
ramas del gobierno y que se abrevien los trámites. Pero para esto se necesitan
computadoras y complejos sistemas de información que muchos gobiernos no
pueden permitirse.
En tercer lugar, un sector privado próspero depende fundamentalmente
de que la infraestructura, el capital humano, la investigación y el desarrollo
sean adecuados. Las carreteras, electricidad, puertos y aeropuertos financiados por el sector público son decisivos para la rentabilidad del sector privado
y hay diversas formas de interesar a éste en el suministro de esos servicios
(capítulo 9). Las empresas no pueden operar en forma competitiva cuando
las mercaderías no pueden ser transportadas debido a carreteras mal mantenidas o congestionadas, aeropuertos mal administrados, puertos anticuados o a
una actividad delictiva desenfrenada no controlada por una fuerza del orden
efectiva.
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
Gráfico 7.2
Demora para iniciar un
negocio, por región
149
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En días
Nota: Promedios ponderados
por población.
Fuente: Calculado usando datos
del Banco Mundial, 2004a, d.
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Gráfico 7.3
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Demora para iniciar
un negocio, por nivel
de ingresos del país
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Nota: Promedios ponderados
por población.
Fuente: Calculado usando datos
del Banco Mundial, 2004a, d.
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Las inversiones públicas para que la mano de obra sea sana e idónea son
decisivas para la productividad del sector privado, ya que en los países pobres
son muchos los trabajadores que enferman con frecuencia, lo cual baja la productividad y produce altos índices de ausentismo laboral. Las inversiones del
Estado en educación, mediante el sistema de enseñanza pública, enseñanza
para adultos y programas de capacitación laboral, aumentan directamente la
productividad de la mano de obra. Al apoyar los gastos en enseñanza superior,
así como en investigación y desarrollo, el Estado sienta las bases de un crecimiento económico basado en el adelanto tecnológico.
En cuarto lugar, los gobiernos pueden promover activamente las actividades empresariales en materia de ciencia, tecnología e innovaciones. Pueden
fomentar la creación y el crecimiento de empresas pequeñas y medianas, por
ejemplo apoyando a las incubadoras de empresas y los parques tecnológicos.
Pueden establecer servicios de extensión industrial y ayudar a las empresas a
150
Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
establecer asociaciones y vínculos internacionales, y pueden utilizar la contratación pública y las políticas comerciales para apoyar el desarrollo tecnológico
(Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas, 2005g).
En quinto lugar, los gobiernos pueden tomar medidas concretas para promover el ingreso de la inversión extranjera directa (IED) en el país. Muchos
países tienen dificultades para atraer la inversión extranjera debido a la pequeñez de su mercado interno o a los altos costos de servir como base de exportaciones (Charlton, 2004), así que una estrategia para promover la inversión
extranjera directa que contribuya al desarrollo debería seleccionar como objetivo sectores y actividades concretas. En el caso de los países menos desarrollados, un buen objetivo es la diversificación de las materias primas y las reformas
complementarias en el sistema de comercio mundial (capítulo 14). Promover la
IED requerirá no sólo un entorno normativo favorable sino también medidas
para atraer negocios, tales como zonas económicas especiales. Cuando estas
zonas están cuidadosamente administradas, permiten a los inversores ingresar
con facilidad capital y tecnología para establecer empresas, contratar la mano
de obra local, producir mercancías de nivel mundial y exportarlas desde un
puerto eficiente. En muchas situaciones, los gobiernos pueden atraer a más
empresas extranjeras con incentivos fiscales, quizá bajo la forma de exenciones
temporarias de impuestos.
En sexto lugar, el sector privado requiere mercados competitivos y en funcionamiento para los insumos y los productos. Los mercados financieros bien
desarrollados, que canalizan los recursos a los empresarios, permitirán reducir
los costos y aumentar el acceso al capital. En muchos países habrá que fortalecer el sector bancario formal mediante una reforma de las reglamentaciones y
un aumento de la responsabilidad de las instituciones financieras. Un mercado
de trabajo en funcionamiento y el acceso al comercio también pueden ayudar
a garantizar un entorno de producción competitiva. Aunque para los países
desarrollados el comercio regional no sea un sustituto del acceso al mercado, la
integración regional en zonas de libre comercio puede ampliar los mercados y
contribuir a aumentar la productividad (capítulo 15).
En séptimo lugar, la economía informal necesita el apoyo del gobierno en
diversas formas. El gobierno puede facilitar el acceso al capital financiero simplificando las normas relativas a las garantías, aumentando la flexibilidad para
los empresarios informales y facilitando crédito a un interés subvencionado. El
gobierno puede facilitar el registro de las empresas informales simplificando las
normas de contabilidad y los impuestos. También puede ayudar a los empresarios
pequeños facilitándoles oportunidades de capacitación y de creación de capacidades mediante el acceso a programas de educación técnica o de otro tipo.
Alianzas con la sociedad civil
La sociedad civil y el gobierno suelen tener una relación ambivalente. Pero
para que el gobierno pueda ejecutar efectivamente las estrategias basadas en
Capítulo 7 La buena gestión de los asuntos públicos para
lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
151
los Objetivos de Desarrollo del Milenio necesita una sociedad civil floreciente
para garantizar la representación de diversas opiniones e intereses, para ayudar
a elaborar planes y estrategias, para suplementar los canales de ejecución oficiales, para supervisar, evaluar y examinar el progreso en el logro de los Objetivos,
y para garantizar que las estrategias basadas en los Objetivos de Desarrollo
del Milenio sean sostenibles más allá del corto plazo (capítulo 8). El Proyecto
del Milenio recomienda firmemente que los gobiernos establezcan un espacio
político e institucional que permita a la sociedad civil operar de las siguientes
formas.
En primer lugar, los gobiernos necesitan dar a los grupos de la sociedad
civil la libertad política de expresar sus opiniones, de organizarse y de participar en el proceso de desarrollo. La sociedad civil debería poder expresar opiniones divergentes a través de los medios y otros canales públicos en una atmósfera
libre de temores o amenazas.
En segundo lugar, los gobiernos necesitan facilitar el espacio institucional
para que las organizaciones de la sociedad civil participen en la planificación y
el examen de las estrategias basadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Esto requerirá, por ejemplo:
• El apoyo del gobierno a consultas y diálogos públicos dirigidos por la
sociedad civil antes y durante la elaboración de estrategias de reducción
de la pobreza basadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
• Una función oficial para la sociedad civil en los equipos técnicos establecidos para redactar las estrategias de sector que desemboquen en estrategias de reducción de la pobreza.
• Consultas oficiales con los representantes de la sociedad civil para examinar los proyectos de estrategia de reducción de la pobreza.
• Una función oficial para las organizaciones de la sociedad civil en los
exámenes y los seguimientos presupuestarios para supervisar el progreso
en el logro de los Objetivos del Milenio.
En tercer lugar, cuando el gobierno ha planeado aumentar los programas
de inversión en todo el país, las organizaciones de la sociedad civil deberían
considerarse como asociados valiosos en la ejecución de planes y el suministro
de servicios a nivel local. El gobierno puede crear mecanismos para extraer
enseñanzas de proyectos pilotos exitosos dirigidos por las comunidades locales.
Puede consultar a la sociedad civil sobre la forma de ejecutar programas en
contextos específicos. También puede ejecutar programas en colaboración con
la sociedad civil.
En cuarto lugar, los gobiernos pueden apoyar a la sociedad civil ayudándola a construir capacidades, dando formación técnica a los particulares y
aportando ayuda financiera para mejorar la capacidad de la sociedad civil de
ampliar su papel en el desarrollo.
En quinto lugar, al igual que lo que ocurre en cualquier otro sector, el
gobierno debe establecer normas claras de rendición de cuentas y de transpa-
152
Parte 2
Procesos en el plano nacional para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio
rencia para garantizar que las organizaciones de la sociedad civil sean responsables ante sus integrantes.
*
*
*
Un mensaje general del presente capítulo es que el buen gobierno tiene muchas
dimensiones. En algunos casos, las elecciones de carácter político son determinantes. En muchos casos se pueden aplicar estrategias concretas y operacionales, para mejorar los resultados del buen gobierno. Pero, lo que muy pocas veces
se comprende, estas estrategias requieren inversiones que a menudo los países
pobres no pueden permitirse.
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