INSTITUTO UNIVERSITARIO NACIONAL DEL ARTE Profesorado de Artes en Teatro 2° cuatrimestre, Septiembre de 2014. Cátedra: Producción y manejo de elementos de Tecnología Educativa. Profesor: Maximiliano Duquelsky Estudiante: Fernández, Rocío Celeste TRABAJO PRÁCTICO N°1 Consignas - Seleccionar y describir de su experiencia escolar un evento en donde se haya desarrollado algún tipo de vínculo entre la Educación y las T.I.C. - Analizar la anécdota a la luz de la bibliografía. - Formular una conclusión donde se desarrolle una interpretación teniendo en cuenta lo que dicen los autores y las reflexiones propias. Bibliografía: AREA MOREIRA, M. (2002). “La integración escolar de las nuevas tecnologías. Entre el deseo y la realidad” en revista Organización y Gestión educativa, Nº 6, noviembre – diciembre. PALAMIDESSI, M., Galarza, D., Schneider, D. y Landau, M. (2006). “Doce reflexiones para una educación en red” en Palamidessi, M. (comp.), La escuela en la sociedad de redes. Buenos Aires. FCE. TEDESCO, J. C. (2008). “Las TIC en la agenda de la política educativa” en Las TIC: del aula a la agenda política. Buenos Aires, UNICEF Argentina. 0 I. Espacio exterior. El trabajo que se encuentra a continuación parte de una experiencia en Segundo grado de la Escuela Primaria Instituto Cultural Bivongesi, de la Ciudad de La Plata. Hacía tiempo que en las diferentes clases y asignaturas, veníamos trabajando acerca de los cambios climáticos, la importancia del cuidado del medio ambiente, los animales que se encontraban en extinción, la selección de la basura, los materiales orgánicos e inorgánicos. Llegamos a hacer una visita a la plaza del barrio, donde buscamos insectos y los dibujamos junto con la profesora de Artes Plásticas. También exploramos por dentro un calamar e hicimos una cartelera. El paso siguiente consistía en el armado de una maqueta con esferas de telgopor que representaban a cada uno de los planetas -un clásico en las escuelas-, con el objetivo de trabajar el Sistema Solar, y la finalidad de realizar una exposición que se vería en el próximo acto. En este marco, es que un día la directora de la institución entra al aula y nos cuenta que en las semanas venideras tendríamos visitas. El Planetario Móvil se instalaría por unos días en el salón de actos, para que todos los chicos podamos verlo. En ese momento, no podía imaginarme de qué se trataba, de hecho nunca había ido a ningún Planetario y al orden de los planetas lo conocía gracias al verso “mi viejo tío Martín juega cartas con naipes prestados”, o algo por el estilo. De todas formas, la idea de poder ver uno en la escuela nos entusiasmó mucho a todos. Luego de autorizaciones y el pago de una entrada bastante cara, el día llegó. Nos dijeron que teníamos que portarnos bien, qué “allí dentro” no teníamos que pararnos, teníamos que hacer silencio. En verdad, ninguno de los chicos entendíamos qué estaban queriendo decir con “allí dentro” o al menos, yo no entendía de qué se trataba. Mientras esperábamos 1 afuera del salón de actos pudimos espiar un poco y ver que inflaban una especie de globo enorme, de color gris plateado. Era una gran bolsa de residuo que con aire, permanecía en forma de esfera y estática. En un primer momento, eso fue lo que más nos llamó la atención. Luego fuimos entrando y a cada uno nos dieron unos anteojos de cartón para ver en 3D, con lentes en color rojo y azul. Cuando entramos a la gran esfera, notamos que por dentro era mucho más grande de lo que se veía por fuera. Había una luz azulina que daba un clima espacial muy extraño y que se apagó cuando todos logramos finalmente sentarnos en el suelo. En ese instante el cielo se llenó de estrellas. A través de un proyector, el cielo giraba y era posible ver en zoom a la posición y movimiento de alguna estrella. Así nos enteramos que las estrellas pueden ser amarillas, rojas o azules, de acuerdo a sus años de existencia. También que las estrellas en algún momento mueren y que quizás cuando las observamos desde acá abajo, algunas ya no existen. Del mismo modo observamos la posición de los planetas y sus movimientos tal como las verían las Sondas Espaciales. También vimos un video sobre el “big bang”, el origen de las especies y las constelaciones. Había una persona que nos iba explicando cada cosa que íbamos viendo, era muy dinámico, nos hacía preguntas, nos dejaba participar. También observamos el Sol, la Luna y nos explicaron el efecto invernadero y otras cuestiones sobre la capa de ozono. El final fue importante porque a través de un video, daban cuenta del daño que el hombre le ocasiona al planeta, era un film que actuaba a modo de síntesis y mostraba los lugares más bellos del mundo, los llamados “pulmones” del planeta. Sé que hubo muchas otras cosas pero no logro recordarlas claramente. Pero lo interesante de todo esto es que nosotros quedábamos sumergidos dentro de las imágenes, en un 2 viaje inolvidable. Seguramente se deba a que las proyecciones eran en 360 grados y el “pase” entre una temática y otra estaba muy bien enlazado, dando cierta idea de continuidad histórica. II. El espacio exterior a la luz de los diferentes autores. La experiencia de entrar en un Planetario Móvil, respecto a la divulgación del conocimiento y los procesos de enseñanza y de aprendizaje en un niño de -en este caso- aproximadamente ocho años, está íntimamente ligado con lo que Juan Carlos Tedesco (2008) plantea, acerca de lo que ocurre en la relación que se establece entre los diseños curriculares y lo que sucede en las aulas. Mientras los diseños permanecen muy parecidos en el tiempo, desde el punto de vista del rol docente, se encuentran dificultades para modificar los estilos y modelos de la enseñanza y del aprendizaje. Presentándose estos últimos en el tiempo, de manera prácticamente inmutable. El evento relatado constituye un caso, es una experiencia que los sujetos que aprenden no tienen con asiduidad ni se extiende a todos los niños de todas las escuelas o instituciones. Tedesco explica que una parte fundamental en la construcción del conocimiento, es poder trascender el desafío “sistémico” que implicaría -diremos aquí- en términos marxistas, la trasformación dentro de una distribución justa del ingreso para poder abordar así, la dimensión de lo pedagógico. Con el Planetario es posible evidenciar que esto es posible ya que, por ejemplo, los contenidos estaban relacionados unos con otros y la tecnología estaba a merced de la participación y la inclusión, es decir, en pos de la construcción conjunta de conocimiento y no a la inversa. Aun así, en muchas ocasiones ocurre lo que este autor plantea, un ciudadano que no maneja las 3 nuevas tecnologías de la información, tiene muchísimas posibilidades de quedar excluido. Con el Planetario esto no sucede, ya que no es necesario “conocer el código” para participar y comprender de qué se trata lo que acontece. Desde esta perspectiva, esto no significaría que en la incorporación de experiencias de este tipo –el Planetario y todos los recursos que allí dentro se encuentran-, se produzca un cambio automáticamente en los procesos cognitivos. Esto quiere decir que no existe una suerte de “determinismo tecnológico”. Se trata más bien de poder construir a partir de eventos como estos, el pensamiento crítico de los niños como el cuidado del medio ambiente y, principalmente, generar preguntas para comprender la complejidad del mundo que nos rodea (Tedesco, 2008). Por otro lado, la experiencia del Planetario dista mucho de ser un recurso o instrumento habitual en las escuelas, no solo por su carácter comercial intrínseco sino porque pasa a ser invisible para otras instituciones. Esto es lo que para Area Moreira (2002) se presenta como uno de los problemas más comunes asociados con el proceso de integración escolar de las tecnologías, que no tiene que ver con la mera dotación de recursos sino con conflictos que se suscitan en un nivel macro en la historia, la cultura, la economía, lo pedagógico, etc. En la anécdota, la inclusión del innovador mundo que supone adentrarse en un Planetario, seguramente se consideró en la institución como un “salto”, como el paso siguiente o una excepción a la regla, luego de habernos abocado a actividades tradicionales dentro del aula. Esto se debe a que la institución escolar y los docentes con formación tradicionalista, siempre han sido resistentes en la incorporación de medios no impresos. Al mismo tiempo que históricamente, los intentos de integrar los medios audiovisuales fueron poco fructíferos (Area 4 Moreira, 2002). Podemos afirmar siguiendo la línea de este autor, que el Planetario Móvil en este caso particular y en ese contexto, fue un evento exitoso respecto a cómo se generó paulatinamente su encuadre y llevó a cabo su utilización. En esa institución existía un proyecto que impulsaba y avalaba, aunque sea mínimamente, la innovación educativa. Eso se evidenciaría en la aceptación de una propuesta pedagógica y didáctica que mantenía los lineamientos que curricularmente se estaban transitando en el aula, amén de que esa propuesta era direccionada por empresas no estatales y la escuela pertenecía al Estado. Existió también una aceptación conjunta o predisposición favorable por parte de la comunidad docente, hacia las nuevas tecnologías, quizás conscientes de no disponer de abundantes materiales didácticos y curriculares de naturaleza digital. En estos términos, el Planetario brindó un apoyo externo que facilitó soluciones a problemas prácticos (Area Moreira, 2002). En esa época no estaba al alcance de todos los ciudadanos poder ver la Luna, Marte o la Tierra misma, desde la PC familiar. Aquí los planetas, las estrellas y sus características, por ejemplo, fueron factibles de vivenciar a través de la cercanía, gracias a la posibilidad de observarlas a través de imágenes pero de modo colaborativo y simultáneo a la participación de los estudiantes, con preguntas que funcionaban a modo de hilo conductor del tránsito y un docente formado, especializado en la materia. En palabras de Area Moreira, “lo importante no es la tecnología sino la innovación pedagógica” es decir, el desarrollo de “procesos de aprendizaje que respondan a modelos constructivistas del conocimiento”. Y esto no es posible de alcanzar si no reflexionamos al menos, sobre la persistencia de un modelo tradicionalista de institución escolar, basada en el Enciclopedismo y con una fuerte influencia del 5 positivismo ilustrado. Los docentes y directivos que asistían al Instituto Cultural Bivongesi, no poseían una particular formación específica en TIC pero tuvieron la suficiente lucidez como para participar, relacionar y articular en la medida de sus posibilidades, las temáticas que venían desarrollando con la inclusión de esta experiencia en el ámbito de la escuela, para los estudiantes. Esto último se debe a lo que Mariano Palamidessi (2006) argumenta en una primera aproximación a la definición de las TIC, que no se tratarían de artificios neutrales sino de tramas de artefactos, conocimientos, saberes, técnicas que se articulan con las prácticas sociales y los grupos que las utilizan. El mundo cambia velozmente y la tecnología acompaña y es responsable o causa de buena parte de esos cambios. Los avances tecnológicos en todas las áreas han ocasionado una revolución en la forma de ver el mundo y permitido la evolución y desarrollo del conocimiento científico que, a pesar del mundo globalizado, no llega a todas partes. En un plano menos general, no todas las escuelas pueden acceder a los avances de ese conocimiento. Como mencionamos con anterioridad, no solo por cuestiones dentro de la institución, sino por razones de contexto. El Planetario si quisiera, podría llegar a gran parte de la sociedad y distribuir su propuesta, como un teatro espacial que accede a todos los niños. El mundo globalizado y las nuevas tecnologías, dice este autor, también explican la erosión de los grupos sociales, el lugar de los individuos, los relatos históricos que ordenaban las identidades nacionales (Palamidessi, 2006). Dicha erosión se generaría por el explosivo crecimiento de los flujos de datos e imágenes que circulan por las redes mundiales de información y comunicación. Las imágenes en tres dimensiones y videos multimedia que se podían observar en la experiencia, eran una síntesis, 6 eran tan solo una parte específica de esa vorágine, con los aspectos positivos y negativos que conlleva: por un lado la selección de datos, reproducción y distribución de los mismos se trata de una necesidad obvia, ya que en el desborde de información “al alcance de la mano” es imprescindible separar legítimamente qué sí y qué no. Por otro lado, esa selección deja afuera a otros datos, científicamente igual de válidos quizás, pero no legitimados por el mundo de la ciencia o por el mercado. Antes de la llamada revolución tecnológica, nos hubiésemos anclado en la maqueta de telgopor, que es lo mismo que anclarnos en tiempo y espacio. No se trata aquí de desmerecerla –ha colaborado con muchas generaciones-, sino de comprender que ya no suficiente o por lo menos, nos quedamos cortos. Los desarrollos tecnológicos han acelerado el proceso de “desanclaje del espacio/ tiempo” (Palamidessi, 2006). Antes del Planetario Móvil, un niño para conocer la Luna en profundidad, tenía que esperar a ver alguna imagen por televisión de la llegada del hombre al espacio, y antes que eso, se contentaba con contemplarla desde la ventana de su cuarto. III. Tres mil estrellas por hemisferio en cualquier latitud. Para finalizar este breve panorama podemos considerar como propone Tedesco, que si bien es cierto que debemos poder “trascender” el desafío que plantea el sistema, los que deben cambiar son los docentes, primer eslabón actuante de la cadena “sistémica”. Esto es posible a través de un posicionamiento constructivista de los procesos de la enseñanza y del aprendizaje. Las modalidades participativas, la tecnología a merced del conocimiento y no el conocimiento a merced de la tecnología, propone cierta horizontalidad que hacen 7 a la actividad áulica mucho más crítica, reflexiva y por lo tanto, más democrática que nos llevaría directamente en dirección a una educación no elitista. Los últimos estudios realizados acerca de los dispositivos participativos como el del Planetario, demuestran que los modelos tradicionales transmisivos de enseñanza, están basados en un aprendizaje memorístico al que pueden acceder fundamentalmente y en primer lugar, los más jóvenes –los que más memoria poseen- y en segundo lugar, los que “más saben” o los que más recursos poseen de acuerdo a su contexto socio cultural. Son modelos a los que se adhiere en gran parte de los espacios áulicos y no en este trabajo, basados en la mera transmisión de conocimiento, es decir, en la afirmación taxativa “yo poseo algo que el otro no” y la realización “mágica” en el aula a través de las palabras de “eso” que el docente porta y el alumno poco o nada iluminado no. Es cierto que el Planetario geográficamente, no llega a todos lados ni posee una entrada accesible. No es lo que Palamidessi (2006) denomina “innovación de abajo hacia arriba”. Este movimiento más bien se da de “arriba hacia abajo” dado que a esta escuela asistían niños de clase media. Pero el Planetario sería una experiencia con fines de divulgación y de enseñanza para transportar: incluye porque entran a un mundo desconocido que iguala porque todos forman parte de él y participan todos por igual. Los Planetarios fijos son de gran tamaño pero a ellos solo acceden quienes viven en sus cercanías. El móvil itinerante inmiscuye a los niños en las problemáticas espaciales y temporales concretas, siendo sus cuerpos atravesados por la experiencia en presente del indicativo, “aquí y ahora”. Una virtualidad que, paradójicamente, no posee tal virtualidad interior, ya que las consecuencias de ello 8 fueron reales y produjeron un cambio en tres mil estrellas por hemisferio en cualquier latitud, al menos en quien escribe este texto. 9