La muerte de las estrellas José Alberto López Instituto de Astronomía, UNAM Campus Ensenada 1- Introducción Los avances recientes en varios campos científicos como la astrofísica, bioquímica, antropología y geofísica nos han dado información importante sobre el origen y evolución de nuestra estrella, el Sol, nuestro planeta y el ser humano mismo. Sin embargo ¿cuál es el destino de nuestra especie y el planeta que habitamos?. Ésta es una pregunta que considerada a largo plazo toca a la astrofísica responder y desgraciadamente tiene una respuesta poco alentadora. El Sol, como todas las estrellas, sufrirá cambios importantes en su estructura como resultado de su evolución; estos cambios destruirán las condiciones de vida en el planeta. Por esta razón y, a menos que la civilización humana llegue algún día a ser capaz de trasladarse a otro sistema planetario, nuestra permanencia en este planeta nos llevará irremediablemente al exterminio. Sin embargo, estos cambios estructurales en nuestra estrella empezarán a ocurrir hasta dentro de varias centenas de millones de años. El Sol eventualmente se convertirá en una Gigante Roja, fase que se denomina así ya que el radio de la estrella crecerá más de 100 veces su tamaño actual y su temperatura descenderá sensiblemente, destruyendo las condiciones para la vida en la Tierra. Por supuesto, en el futuro cercano el reto mayor de supervivencia de nuestra especie reside en nosotros mismos. De cualquier forma y al igual que con nuestros orígenes, existe una curiosidad científica natural por investigar nuestro destino y el camino que estrellas como el Sol tomarán hacia los estados avanzados de su evolución. Este capítulo trata sobre lo que la astronomía moderna ha descubierto sobre las etapas tardías de evolución de estrellas como nuestro Sol. ¿Que le sucederá a nuestra estrella cuando envejezca? Después de pasar por la etapa de Gigante Roja, nuestro Sol perderá sus capas externas, creando una gigantesca y maravillosa envolvente gaseosa que se extenderá varios cientos de veces más allá del sistema solar y radiará intensamente de forma multicolor. Un glorioso preludio a la muerte de 1 nuestra estrella. Sí para ese entonces, de aquí a unos cinco mil millones de años, la civilización humana radicase ya en una estrella vecina, tendrá la oportunidad de observar este magnífico espectáculo cósmico, seguramente con una mezcla de asombro, maravilla y nostalgia. El Sol morirá, se extinguirá su fuente de energía y su cadáver continuará viajando por nuestra galaxia como una masa densa, oscura y fría. El gas que se perdió en vientos que arrancaron de la estrella material que fue enriquecido químicamente durante la vida del Sol se mezclará eventualmente con otras nubes interestelares y pasará a ser material disponible para formar nuevas estrellas y así comenzar de nuevo el ciclo de evolución estelar. 2- ¿Cómo viven y mueren las estrellas? En términos generales se dice que una estrella nace cuando el material del cual se forma alcanza las condiciones físicas necesarias para empezar a producir energía en su núcleo. Mientras la estrella “viva” generará y radiará energía. A lo largo de la vida de la estrella los mecanismos de generación de energía cambian, lo cual marca los diferentes estados evolutivos de la estrella. Eventualmente la diversas fuentes de energía se agotan y la estrella se apaga y muere. Sin embargo, no todas las estrellas terminan sus vidas de la misma manera. Las más grandes y masivas, de 10 a 60 veces la masa del Sol, lo hacen explotando como Supernovas. En estos casos, a pesar de que hacia el final de sus días existe aún combustible disponible, el núcleo de la estrella entra en un proceso de desequilibrio catastrófico que provoca primero un colapso y después la espectacular explosión conocida como Supernova. Estas estrellas masivas consume su combustible de forma golosa y desbocada y tienen tiempos de vida de solo algunas decenas de millones de años. El remanente de una explosión de Supernova es una estrella de neutrones o un hoyo negro. Por otro lado, las estrellas más pequeñas y de menor masa, de entre 0.1 y 0.5 veces la masa del Sol, lo hacen calladamente, sin aspavientos, simplemente su combustible eventualmente se agota, se enfrián y dejan de emitir luz. Estas estrellas, las más pequeñas, son las mas prudentes en el uso de su energía, sufren pocos cambios en sus mecanismos de generación de energía y son las más longevas, pudiendo alcanzar tiempos 2 de vida del orden de once mil millones de años, es decir pueden ser tan viejas como la galaxia misma. Sin embargo, estrellas de masa intermedia como el Sol, la mayoría en nuestra galaxia, atraviesan antes de morir por un proceso que se conoce como Nebulosa Planetaria (ver Figura 1). Contrario a lo que se podría pensar por el nombre, esta fase de evolución estelar no tiene que ver con planetas. Se trata del desprendimiento de las capas externas de la estrella antes de que ésta se convierta en una enana blanca. El material que es eyectado por la estrella forma una envolvente gaseosa la cual es posteriormente excitada y ionizada por la radiación ultravioleta de alta energía de la enana blanca, estimulando al gas a emitir luz y creando así formaciones gaseosas espectaculares que anteceden la muerte de la estrella. La fase de Nebulosa Planetaria dura solo unos diez a veinte mil años, un instante en la vida de la estrella antes morir. La envolvente gasesosa se dispersa y desvanece en el medio interestelar mientras que la enana blanca continúa enfriándose y contrayéndose, disminuyendo drásticamente su luminosidad, hasta que eventualmente se extingue por completo. En este capítulo nos concentraremos de forma particular en como evolucionan y mueren estas estrellas de masa intermedia, las más comúnes en la galaxia. 3- ¿Que son las Nebulosas Planetarias? El término Nebulosa Planetaria es simplemente histórico y refleja la impresión de los astrónomos que utilizando los rudimentarios telescopios disponibles en el siglo XVIII observaron por primera vez estos objetos; su color verdoso y difuso, nebuloso, los llevó a asociarlos erróneamente con planetas como Urano y Neptuno. El primer registro de una Nebulosa Planetaria data de 1764 y se debe al astrónomo francés Charles Messier. El objeto identificado por Messier quedó listado con él numero 27 en su catálogo y se le refiere como M27. A esta Nebulosa Planetaria se le conoce ahora también por su forma como la nebulosa “de la mancuerna” y es una de las Nebulosas Planetarias más grandes que se conocen. Al descubrimiento de M27 le siguió M57, la nebulosa “del anillo” en la constelación de la Lira, por Antoine Darquier en 1779. Posteriormente, M76 en la constelación de Perseo y al año siguiente M97, la nebulosa “del búho” en la Osa Mayor. Fue el astrónomo inglés William Herschel quien introdujo el término Nebulosa Planetaria a finales del siglo XVIII, al concluir que estos objetos estaban compuestos de “un extraño fluido brillante de naturaleza 3 desconocida”. Hoy sabemos que la coloración verdosa y difusa dominante en las imágenes que observaban éstos astrónomos es debida a la emisión de una transición de oxígeno que es particularmente intensa en las condiciones físicas que prevalecen en el gas de éstas nebulosas y que se encuentra a una longitud de onda de 5007 Ǻ (1 Ǻ = 10-8 cm = 0.00000001 cm) y la cual coincide con la región “verde” del espectro visible que detectan nuestros ojos. El entendimiento del origen de esta emisión “verde” no fue inmediato. William Huggins obtuvo en 1864 el primer espectro de una Nebulosa Planetaria, el objeto denominado NGC 6543, hoy también conocida como la nebulosa “ojo de gato”. La línea de oxígeno apareció en su espectro, pero no fue identificado su origen y se pensó por varios años que la emisión era debida a un nuevo elemento químico, desconocido en la tierra, por lo que se le bautizó como Nebulium. Fue hasta 1926 que Ira Bowen identificó correctamente la naturaleza de la línea espectral que se observaba a 5007 ángstroms como debida a una peculiar transición del oxígeno dos veces ionizado y que se formaba solo en condiciones de muy baja densidad, muchísimo más bajas que las densidades típicas de la atmósfera terrestre e incluso de los mejores laboratorios de vacío. Mientras en la atmósfera terrestre, a nivel del mar el aire tiene una densidad promedio de 1020 partículas por centímetro cúbico, en una Nebulosa Planetaria su densidad electrónica promedio es de tan solo unas mil partículas por centímetro cúbico, es decir hay ¡17 ordenes de magnitud de diferencia en densidades! ( 103 vs 1020 ). Estas condiciones de bajísima densidad son las que se encuentran en las envolventes gaseosas de las Nebulosas Planetarias y que permiten la excitación de transiciones electrónicas a niveles de energía que son imposibles de alcanzar en laboratorios terrestres, de ahí que se les ha llamado también, incorrectamente, transiciones prohibidas. Actualmente se tienen registradas aproximadamente 1500 Nebulosas Planetarias en nuestra galaxia. Los catálogos modernos más extensos son los de Agnes Acker y colaboradores del Strasbourg – European Southern Observatory con 1143 objetos, publicado en 1992 y, más recientemente el catálogo actualizado de Luboš Kohoutek del Observatorio de Hamburgo publicado en el 2000 y que incluye 1510 Nebulosas Planetarias. Estos grandes catálogos compilan los descubrimientos que decenas de astrónomos han hecho a lo largo de los años y que aparecen usualmente publicados primero en revistas especializadas. 4 Dado que existen varias Nebulosas Planetarias relativamente brillantes y cercanas a nosotros, accesibles desde pequeños telescopios, estas han sido de los objetos celestes más populares en la astronomía. Por esta misma razón, las Nebulosas Planetarias han sido de los objetos astronómicos más fotografiados, siendo objetos favoritos de los astrónomos aficionados por sus espectaculares formas. Pero más allá de la facilidad y placer con que algunas de estas nebulosas se pueden observar, la astrofísica moderna reconoce la importancia de entender su estructura y formación como elementos claves para comprender los procesos de evolución estelar y la evolución de las galaxias mismas. Son laboratorios ideales para entender como se producen los elementos químicos del Universo en el interior de las estrellas y como afecta la evolución estelar en conjunto a la evolución de una galaxia. Son laboratorios ideales para probar teorías de física atómica en las condiciones existentes en el gas circunestelar que rodea a las estrellas y es irradiado por ellas. Representan también laboratorios ideales para modelar el comportamiento de gases como fluidos que se mueven a velocidades supersónicas y la influencia que la presencia de campos magnéticos puede tener sobre estos gases. Por todas estas razones, la investigación sobre la estructura y evolución de las Nebulosas Planetarias se encuentra actualmente en un estado activo y vigoroso. Mientras mejores herramientas de observación y códigos computacionales se desarrollan para modelar estos objetos, nuevas visiones y mayor entendimiento de los procesos físicos que actúan en estos fascinantes objetos celestes son revelados. En años recientes el telescopio que más ha contribuido, y de forma dramática, a modificar nuestra visión de las Nebulosas Planetarias ha sido el Telescopio Espacial Hubble. Su magnífica resolución espacial (0.1 segundos de arco, equivalente a poder observar nítidamente una moneda de 0.5 cm de radio a una distancia de 20 Km) ha ayudado a confirmar formas y estructuras que solo se sospechaban o inferían previamente. El lector interesado en recorrer la hermosa galería de Nebulosas Planetarias observadas por ese telescopio espacial, puede consultar el portal electrónico http://oposite.stsci.edu/pubinfo/pr/97/pn/ Existe también un interesante portal que da información histórica y contiene todas las imágenes del catalogo Messier y que se puede consultar en http://www.seds.org/messier/ 5 Este portal contiene también ligas interesantes a otros catálogos de objetos nebulares, galerías de imágenes astronómicas, etc. 4- Evolución de las estrellas Las estrellas se forman y acumulan en el Universo en grandes agregados llamados galaxias. Las galaxias son los bloques fundamentales del Universo a gran escala. Nuestra galaxia se conoce como la Vía Láctea y está constituida por unos doscientos mil millones de estrellas. Las estrellas se forman a partir de grandes nubes de gas frío conocidas como nubes moleculares y constituidas fundamentalmente de hidrógeno. En galaxias como la nuestra, que tienen una forma espiral, las nubes moleculares se concentran en los brazos espirales y es en estas regiones donde se encuentran los brotes de formación estelar. Nuestra estrella, el Sol, se encuentra localizada en lo que se conoce, apropiadamente, como el brazo local, a una distancia de 26,000 años luz del centro galáctico. Una vez que una estrella se forma, ésta pasa la mayor parte de su vida generando energía a partir de reacciones nucleares en su interior que liberan energía al fusionar 4 átomos de hidrógeno en uno de helio. Durante esta etapa la estrella conserva condiciones estables de luminosidad y temperatura. La temperatura y luminosidad de una estrella dependen de su masa. Utilizamos a nuestra estrella, el Sol, como una medida de referencia para las demás estrellas. Así, por ejemplo, a una estrella con el doble de la masa del sol y cinco veces su tamaño, se le refiere simplemente como una estrella de dos masas solares y cinco radios solares. En unidades físicas la unidad de masa solar es Msol = 1.989 x 1033 g, el radio solar es Rsol = 6.96 x 1010 cm, o 696,000 kilómetros y la unidad de luminosidad solar es Lsol = 3.826 x 1033 ergs s-1 o 3.8 x 1023 kwatts. La luminosidad de una estrella indica la cantidad de energía que emerge de ella por unidad de tiempo. Como se mencionó anteriormente, no todas las estrellas terminan su vida de la misma manera. Aquellas que nacen con masas mayores a 9 masas solares terminan sus días de manera catastrófica, explotando como Supernovas. Por otro lado, estrellas entre aproximadamente 0.8 y 9 masas solares mueren de manera menos dramática, eyectando sus capas externas en las últimas etapas 6 de su vida, creando Nebulosas Planetarias y dejando al descubierto un núcleo estelar que se convertirá en una enana blanca, la cual contendrá ya solo una pequeña fracción de su masa original, del orden de 0.1 masas solares hacia el final de sus días. Este disminuido núcleo estelar ha dejado de generar energía por reacciones nucleares. Su estructura interna, ahora de muy alta densidad y presión, está soportada solamente por las fuerzas de repulsión entre electrones, lo que se conoce como un estado degenerado de la materia, y donde los electrones hacen su último esfuerzo por no perder su individualidad. En éste último esfuerzo de supervivencia el núcleo estelar aún genera un último respiro de energía por contracción gravitacional, energía termonuclear se produce aún en sus capas externas, pero su final ya está próximo y es inevitable. 4.1- La secuencia principal Dado que la etapa de transformación de 4H 1He en el núcleo es donde pasan más tiempo las estrellas, es éste el estado en el cual tenemos mayor oportunidad de observarlas. Si graficamos todas las estrellas conocidas en un diagrama donde la abscisa indique la temperatura superficial o efectiva y la ordenada la luminosidad, encontramos que de acuerdo a su masa las estrellas se concentran mayormente en una banda que se denomina la secuencia principal. El diagrama Luminosidad vs Temperatura efectiva se conoce como diagrama Hertzsprung – Russell o simplemente diagrama H – R. La zona conocida como secuencia principal en este diagrama representa la región donde las estrellas una vez formadas y ya en condiciones estables fusionan H He en su interior. El tiempo que una estrella permanecerá en la secuencia principal depende también de su masa. Una estrella como el Sol tiene un tiempo de vida de unos diez mil millones de años, la mayoría de los cuales los pasará en la secuencia principal. Actualmente nuestro Sol ha vivido ya casi la mitad de su vida, esto es cuatro mil quinientos millones de años (ver Figura 2) 4.2- La rama gigante Las estrellas durante su evolución necesitan estar generando energía constantemente de lo contrario se colapsarían bajo su propio peso. Se dice que una estrella está en equilibrio hidrostático cuando la presión ejercida del centro hacia fuera por la generación de energía balancea la presión que sus capas superiores ejercen hacia el centro por efectos de gravedad. Mientras más masa tiene una estrella, más rápido consume su combustible, hidrógeno 7 en el caso de secuencia principal. Al agotarse el hidrógeno en el núcleo la estrella se ve forzada a avanzar hacia su siguiente etapa evolutiva, que consistirá en quemar ahora en su núcleo el helio producido en la etapa de secuencia principal y convertirlo en elementos más pesados como el nitrógeno, carbono y oxígeno. Estos cambios en el interior de la estrella producirán también cambios observables en su exterior. El radio de la estrella crecerá, su temperatura efectiva, disminuirá y su luminosidad se incrementará. La estrella pasará por varias etapas de ajuste durante su evolución hasta llegar a un punto en el cual perderá la mayoría de su envolvente mediante un viento muy denso. Esta etapa de intensa pérdida de masa se conoce como la rama asintótica gigante o por sus siglas en inglés (asymptotic giant branch) AGB. Antes de llegar a la AGB la estrella se desplaza por el diagrama H – R hacia la zona de alta luminosidad y baja temperatura conocida como Rama de Gigante Roja. Posteriormente la estrella sufre ajustes adicionales que alteran su temperatura y luminosidad hasta que vuelve a incrementar su luminosidad descrbiendo en el diagrama H - R una traza evolutiva casi paralela o asintótica a la Rama de Gigante Roja, de ahí su nombre de Rama Asintótica Gigante (ver Figura 3) 5- La formación de una Nebulosa Planetaria Desde que una estrella se forma empieza a perder masa. Esta pérdida de masa se da por vientos de partículas que escapan de la superficie de la estrella constantemente y eyecciones de masa espontáneas asociadas a la actividad magnética de la estrella. Por ejemplo, nuestra estrella pierde masa a través del viento solar a una tasa de 10-12 masas solares por año. Adicionalmente sabemos que las llamadas eyecciones de masa coronales expulsan material de la superficie solar de forma recurrente, incrementando su frecuencia durante las épocas de máxima actividad solar. Estas eyecciones coronales pueden llegar a ser tan importantes que las partículas de alta energía que acompañan a estos procesos al llegar a la tierra interfieren de manera importante con nuestros sistemas de comunicación. Por otro lado, muchas estrellas en nuestra galaxia nacen en pares, no de forma individual como nuestro Sol. Se estima que al menos el 50% de las estrellas similares al Sol son binarias o sistemas dobles. La presencia de una compañera también puede acelerar el proceso de pérdida de masa mediante 8 esfuerzos gravitatorios entre ambas que pueden incluso llevar a que la estrella de mayor masa le robe masa a la menos masiva del par. Todos estos procesos hacen que cuando una estrella llega a la AGB lo hace ya con una masa menor a la original. Sin embargo, es en la AGB donde se da el proceso más importante de perdida de masa en la vida de la estrella. Aquí la estrella puede perder masa a tasas de hasta 10-4 masas solares por año, es decir, una estrella como el Sol perdería toda su masa en esta etapa en solo diez mil años. A esta etapa de alta perdida de masa se le conoce como la etapa de súper viento, y su duración e intensidad dependen nuevamente de la masa de la estrella en esta etapa; a mayor masa, mayor la tasa de perdida de masa. La estrella se encuentra tratando de estabilizar su estructura interna que ahora está compuesta por un núcleo de oxígeno y carbono y capas externas de helio e hidrógeno que generan energía de forma alternada. Las zonas más externas de la estrella se encuentran compuestas por una extensa envolvente de menor temperatura donde abundan los complejos moleculares y granos de polvo. La estrella se ha inflado, su luminosidad es ahora varias miles de veces mayor que la que tenía en la secuencia principal y su temperatura superficial se ha reducido casi a la mitad. Existen grandes diferencias de temperatura en su interior, lo que ocasiona corrientes convectivas que mezclan el material de capas internas con zonas externas. Las capas externas de He e H se expanden y se contraen cíclicamente provocando que la estrella pulse. El material frío en su envolvente, compuesto de gas atómico, molécular y granos de polvo, va alejándose y perdiéndose de la estrella, empujado por la presión de la radiación. La estrella está agonizando y en su desesperado intento por estabilizarse va perdiendo sus capas externas; incapaz de retenerlas se alejan de ella como un equipaje ya innecesario para continuar su viaje. Esta pérdida de masa durante la AGB se da como un viento denso y lento que formará la envolvente gaseosa alrededor de la estrella. La estrella que queda como remanente de este proceso de pérdida de masa es lo que se conoce como una enana blanca. Esta enana blanca tiene ahora solo una fracción de la masa y radio originales, típicamente del orden de 0.55 masas solares y solo 0.4 radios solares. La enana blanca seguirá encogiéndose en lo que le queda de vida y continuará perdiendo masa, aunque de manera mucho menos dramática, mediante un viento que se irá convirtiendo 9 gradualmente de denso y lento a diluido y rápido. La estrella empezará también a aumentar su temperatura rápidamente, pudiendo pasar de unos cuantos miles de grados que tenía durante la AGB a varias decenas de miles o incluso más de cien mil grados en solo unos diez mil años. Que tan rápido se da esta transición en temperatura depende nuevamente de la masa de la estrella al salir de la AGB. 5.1- La fase de proto Nebulosa Planetaria Al terminar el proceso de intensa pérdida de masa, la estrella enana blanca tiene una temperatura efectiva de solo unos cuantos miles de grados, aunque su luminosidad total, también conocida como luminosidad bolométrica, es de varios miles de luminosidades solares. El material que perdió en la etapa previa y que ahora rodea a la estrella se encuentra relativamente frío, a solo unos cuantos cientos de grados. A estas temperaturas la mayoría del gas de la envolvente se encuentra en estado neutro y molecular. Esta etapa se conoce como proto- Nebulosa Planetaria. Es decir, la Nebulosa Planetaria empieza a desarrollarse a partir de gas frío y abundantes granos de polvo, que son acumulaciones moleculares, y es brillante en longitudes de onda infrarrojas y en radio frecuencias. La emisión óptica que se observa es usualmente solo luz de la estrella reflejada en la nube que rodea a la estrella. La emisión infrarroja se produce por calentamiento de los granos de polvo que absorben la luz azul de la estrella y la reemiten en el infrarrojo. Por otro lado, la interacción entre electrones libres en el gas produce radiación de baja energía que se conoce como radiación libre-libre, pues los electrones involucrados en el proceso de emisión no están ligados a los átomos. Estas radiaciones se producen sobre todo un continuo de frecuencias, así como en algúnas transiciones que producen emisión discreta o en línea, y se detecta desde el infrarrojo cercano, a longitudes de onda micras hasta radio frecuencias con longitudes de onda de algunos centímetros. Paulatinamente la temperatura efectiva de la enana blanca se va incrementando y empieza a emitir cada vez más fotones ultravioleta con energía suficiente para ionizar el hidrógeno y excitar otros elementos. Durante el proceso de ionización fotones ultravioleta con suficiente energía (> 13.6 ev en el caso del H) son absorbidos por el gas, su energía es transferida a los electrones que son así desprendidos de sus ligaduras atómicas. Los átomos pierden su carga negativa y se convierten en iones positivos. Mientras más fotones uv inciden y son absorbidos por el gas, más 10 iones y electrones libres se producen. Los electrones libres tienden a recombinarse con el primer ion disponible que encuentran, y para hacerlo y descender hasta el estado de mínima energía posible se ven en la necesidad de deshacerse de la energía excedente que adquirieron al ser liberados de su ligadura atómica previa. El electrón descenderá a los niveles de menor energía como si lo hiciera bajando peldaños en una escalera, lo hará uno a uno, y cada vez que desciende un peldaño libera energía excedente, a este proceso se le conoce como recombinación radiativa, dado que cada vez que el electrón se recombina o baja un peldaño a un estado de menor energía, radía. La diferencia de energía entre peldaños corresponderá a fotones de frecuencias o longitudes de onda bien definidas que son ahora emitidos y serán observadas como líneas de emisión de luz en estas frecuencias. Esta emisión en forma discreta de energía está asociada con la naturaleza cuántica que gobierna las leyes físicas de la materia. En términos más precisos, las órbitas atómicas donde puede residir el electrón se asocian en la teoría cuántica de la materia con estados de probabilidad ligados a otras propiedades fundamentales de las partículas elementales, pero para nuestros propósitos la analogía citada arriba describe de manera adecuada uno de los procesos básicos de emisión de radiación por un gas que es excitado por fotones o partículas de luz de suficiente alta energía, emisión de luz discreta por procesos de recombinación. 5.2- La fase de Nebulosa Planetaria Cuando la temperatura efectiva de la enana blanca alcanza unos 30,000 grados, la estrella produce ya suficientes fotones de alta energía para ionizar de forma contundente la mayoría del material que rodea la estrella y se crea una nebulosa ionizada alrededor de ella, creando así la Nebulosa Planetaria. La nebulosa emitirá profusamente líneas de emisión correspondientes a las transiciones de recombinación de hidrógeno, así como otros elementos como helio y carbono. Adicionalmente a las líneas de emisión que se producen por efectos de recombinación, existe otro proceso de emisión importante en estas nebulosas que se conoce como excitación colisional. Como mencionamos anterioremente, las densidades del gas en estas nebulosas son extremadamente bajas, con valores típicos de tan solo unas cuantas centenas de partículas por centímetro cúbico. Por otro lado, los procesos de calentamiento (absorción de fotones estelares) y enfriamiento (emisión de fotones por el gas) tienden a llevar a la nebulosa a temperaturas electrónicas 11 de equilibrio cercanas a los 10,000 grados. En estas condiciones existen electrones libres en el gas capaces de excitar por medio de colisiones algunas transiciones entre niveles particulares de algunos iones, como nitrógeno, oxígeno y azufre, que no sería posible producir en condiciones de laboratorio en la tierra. Las transiciones colisionales o prohibidas son otras de las fuentes importantes de emisión y enfriamiento de las nebulosas ionizadas. Por ejemplo, la línea de O2+ que aparece en 5007 Ǻ y a la cual se debe la coloración verdosa de las Nebulosas Planetarias, corresponde a una de estas transiciones prohibidas y es una de las líneas de emisión más intensas en estas nebulosas pues las condiciones físicas que se encuentran en ellas favorecen la ocurrencia de ésta transición, a través de la cual escapa una gran cantidad de radiación de la nebulosa. Las líneas de emisión que se originan en transiciones prohibidas se les denota por convención entre paréntesis cuadrados para diferenciarlas de otro tipo de transiciones. Así [O III] representa la transición de oxígeno dos veces ionizado. En esta nomenclatura, [O I] denota oxígeno neutro, [O II] oxígeno una vez ionizado, etc. También en el caso de transiciones permitidas de recombinación, como en el caso del hidrógeno, H I denota hidrógeno neutro y H II hidrógeno una vez ionizado. Dado que el hidrógeno es el elemento más simple del Universo, con solo un electrón, este no puede estar más de una vez ionizado. Por esta razón, a las grandes nubes de gas ionizado que se encuentran asociadas con regiones de reciente formación estelar y compuestas principalmente de hidrógeno, se les conoce por el nombre de regiones H II. 6- Evolución de la Nebulosa Planetaria Las Nebulosa Planetarias tienen una apariencia general de burbujas con diversos grados de elongación y con perímetros más brillantes que su interior. ¿Cómo se desarrollan éstas estructuras? (ver Figura 4) El modelo básico que explica las morfologias globales de las Nebuosas Planetarias considera la interacción de un viento “lento” que emerge primero en la etapa AGB y que interacciona con un viento “rápido” que emerge 12 posterioremente de la enana blanca. El material que eyectó la estrella en la etapa de AGB se expande a velocidades típicas de 10 km s-1, equivalente a 36,000 km h-1 (!a esto le llamamos los astronómos el viento lento!). Esta pérdida de masa se espera que se dé de forma fundamentalmente isotrópica. Para cuando se forma la Nebulosa Planetaria han transcurrido ya varios miles de años desde que éste material empezó a ser expulsado. Este material ha tenido tiempo de alejarse de la enana blanca, pero su viaje solitario no durará mucho más una vez formada la Nebulosa Planetaria. El viento rápido de la enana blanca, se expande ahora a velocidades mucho mayores, del orden de 2000 km s-1 (¡7,200,000 km h-1!) Esto provocará irremediablemente que el viento rápido alcance al lento y choque con él. Fueron los astrónomos Chris Purton, Pim Fitzgerald y Sun Kwok quienes a finales de la década de los 70’s desarrollaron el modelo básico de esta interacción de vientos para explicar el desarrollo dinámico de las estructuras a gran escala que se observan en la Nebulosas Planetarias (ver Figura 5). Sabemos ahora que la transición de tasas de pérdida de masa y velocidad de los vientos estelares, al evolucionar la estrella de la AGB hacia Nebulosa Planetaria, es gradual y en ocasiones incluso se ha detectado cierta intermitencia en estos procesos, es decir que algunos objetos han mostrado fuertes variaciones de pérdida de masa en su transición entre las etapas de proto-Nebulosa Planetaria y Nebulosa Planetaria. A manera de ejemplo, sin embargo, supongamos que el viento lento se ha estado expandiendo a una velocidad constante de 10 km s-1. Después de 30,000 años éste se encontrará a una distancia de un año luz de la estrella o poco más de 63,000 unidades astronómicas ( 1 unidad astronómica es la distancia que hay entre la tierra y el Sol, equivalente a 150 millones de kilómetros) la enana blanca enciende ahora un viento rápido de 2000 km s-1. A este viento rápido le tomará solo 150 años alcanzar al material lento. Es conveniente hacer un paréntesis para mencionar que en astronomía se utiliza comúnmente una medida de distancia que se conoce como parsec y que se deriva de la distancia que hay desde el Sol hacia una estrella que presenta una paralaje de un segundo de arco. 1 parsec = 3.08 x 108 cm. La distancia que la luz recorre en un año es 9.4605 x 1017 cm, i.e. la luz necesita de 3.25 años para recorrer un parsec. Nuestro viento lento ha recorrido entonces 0.3 parsecs después de haber emergido de la estrella. Dimensiones de 0.3 parsecs, como el de nuestro ejemplo, son tamaños típicos de Nebulosas Planetarias, aunque algunas pueden alcanzar dimensiones mucho mayores. 13 El lector tal vez se sorprenderá de que se utilicen unidades como centímetros para referir distancias tan grandes como las involucradas en objetos astronómicos. El uso del sistema cgs es una convención en astrofísica. Al alcanzar el viento rápido al lento se producirá un choque que comprimirá al material. Este choque entre los dos vientos tiene consecuencias importantes en el desarrollo de la estructura y evolución de la nebulosa. El viento rápido barre y acumula al material lento conforme lo va alcanzando y va creando un cascarón brillante que se detecta como la periferia de la nebulosa. Este cascarón se expande a velocidades supersónicas, del orden de 20 – 30 km s-1 y va chocando también al material más externo, conocido como halo de la Nebulosa Planetaria y que se sigue moviendo a velocidades típicas de 10 km s-1 , que es aproximadamente la velocidad con que viaja el sonido en este medio. A este choque se le conoce como el choque externo. El viento rápido continúa emergiendo de la estrella y chocando con la zona interna del material que se ha ido acumulando en el cascarón y le alimenta energía cinética. A este segundo choque se le conoce como el choque interno. La existencia del viento rápido había sido ya confirmada desde la década de los 80’s por el satélite IUE, International Ultraviolet Explorer, encontrando vientos en Nebulosas Planetarias con velocidades entre 1500 y 4000 km s-1. Sin embargo, quedaba un elemento clave del modelo por confirmar. El viento rápido al chocar con el viento lento debe transformar una gran cantidad de su energía cinética en energía térmica lo cual eleva la temperatura del gas en varios ordenes de magnitud, pudiendo alcanzar temperaturas de varios cientos de miles de grados. Este gas muy caliente, aunque de muy baja densidad, deberá deshacerse de la energía excedente que ha recibido y lo hará emitiendo en rayos X. Así, la presencia de una burbuja interna de gas difuso muy caliente y emitiendo fotones de muy alta energía era una de las predicciones del modelo de vientos interactuantes. Hasta hace poco años, dicha emisión no había podido ser confirmada dada la baja resolución y sensibilidad de los telescopios espaciales existentes para estas longitudes de onda. El lanzamiento del satélite Chandra en 1999, llevando consigo detectores más sensibles y de mayor resolución angular brindaron finalmente la confirmación de esta predicción del modelo. Los astrónomos Yo-Hua Chu de la Universidad de Urbana en Illinois y Joel Kastner del Center for Astrohysics en Harvard fueron de los primeros en 14 obtener observaciones de Nebulosas Planetarias con el satélite Chandra que confirmaron la existencia de estas burbujas calientes emitiendo rayos X alrededor de las estrellas centrales de Nebulosas Planetarias (ver Figura 6). El modelo de vientos interactuantes ha sido refinado por varios grupos de investigadores en el mundo como son Franz Khan y Kim West de la Universidad de Manchester; Vincent Icke y Garrelt Mellema, de la Universidad de Leiden, Adam Frank y Bruce Balick, de la Universidad de Washington. La comparación de modelos numéricos basados en vientos interactuantes con observaciones permitieron reproducir la mayoría de las morfologías observadas y desarrollar clasificaciones morfológicas bastante exitosas. En estos modelos se debe introducir, adicionalmente a los efectos de la interacción de los vientos lento y rápido, la presencia de una acumulación de material de forma toroidal o de dona en la zona ecuatorial. Esta dona, de mayor densidad que el resto del viento lento, se debe formar en la etapa previa a la de proto Nebulosa Planetaria por algún mecanismo que incrementa temporalmente la pérdida de masa de la estrella en las zonas ecuatoriales al final de la etapa AGB . Este toroide , cuya presencia se observa claramente en las imágenes, ayuda a enfocar el viento rápido hacia las zonas polares de la nebulosa. Dependiendo del contraste en densidades entre el anillo y la envolvente del viento lento se pueden reproducir las morfologías más comunmente observadas, desde nebulosas esféricas, cuando el contraste es nulo, elípticas, cuando el contraste es moderado y bipolares, cuando el contraste es grande. Así, en la década de los 80’s, el modelo de vientos interactuantes había sido generalizado, era un modelo robusto y se pensaba que nos daba ya un entendimiento satisfactorio de la formación y evolución dinámica de las Nebulosas Planetarias. Sin embargo, este modelo sería duramente retado por nuevas observaciones a principios de la década de los 90’s, que fueron también años en que mejores detectores, conocidos como CCD’s (charge coupled devices) empezaron a estar disponibles en los telescopios del mundo, permitiendo observaciones más profundas, de mayor rango dinámico y resolución espacial. 7- Los retos actuales 15 Las observaciones de Nebulosas Planetarias se ampliaron y profundizaron con técnicas modernas a finales de las décadas de los 80’s y principios de los 90’s. El interés se centraría ahora en las estructuras de menor escala angular dentro de las nebulosas más que en sus macroestructuras. Filamentos alargados que aparecían de forma simétrica a ambos lados del núcleo de varias Nebulosas Planetarias resultaban particularmente intrigantes. En 1993, junto con John Meaburn y John Palmer, de la Universidad de Manchester, obtuvimos observaciones con el telescopio Anglo-Australiano, en el hemisferio sur, sobre una Nebulosa Planetaria que mostaba este tipo de filamentos, compuestos de cadenas de nudos gaseosos y que mostraban la peculiaridad de aparecer torcidos en sentidos opuestos, como emergiendo de una fuente en rotación. Nuestras observaciones midieron las velocidades radiales de estos filamentos y demostraron que efectivamente estas estructuras eran chorros o jets que se alejaban del núcleo a velocidades del orden de 100 km s-1 y que además reflejaban un movimiento de rotación o precesión. La forma que describe un movimiento de este tipo respecto del centro del que emergen se le conoce como simetría de punto. De forma casi simultánea, Hugo Schwarz y Romano Corradi, del Obseravatorio Europeo del Sur encontraban objetos similares, así como Luis Miranda y Joseph Solf del Instituto Max Planck de Alemania. La presencia de chorros o jets en Nebulosas Planetarias resultaban algo inesperado y sorprendente en estos objetos (ver Figura 7). Los chorros, ejecciones colimadas de material a alta velocidad, se encuentran en objetos relacionados con discos de acreción o acrecimiento, es decir material que está cayendo hacia la estrella y contribuye masa, momento angular y energía cinética a la superficie de la estrella y que son usados para generar los chorros. Estos chorros usualmente se dan en pares que son lanzados por los polos, perpendicular al disco, de ahi que se les llame bipolares. Ejemplos de objetos astrofísicos con chorros bipolares son los núcleos activos de galaxias, algunos sistemas de estrellas binarias y estrellas recién formadas. En todos estos casos existe material disponible en el ambiente para crear el disco de acreción. En el caso de las Nebulosas Planetarias este elemento estructural no era anticipado por los modelos, la presencia de chorros no tenían acomodo en el modelo de vientos interactuantes, a menos que se invocaran elementos adicionales que habían sido ignorados hasta ahora. 16 Las aportaciones del telescopio espacial Hubble mostraron en los años siguientes que la presencia de chorros y estructuras multipolares en las primeras etapas de desarrollo de una Nebulosa Planetaria son la norma, más que una excepción. La visión de como se forma una Nebulosa Planetaria cambiaba. Nuestro grupo, desde el Instituto de Astronomía en Ensenada continuamos descubriendo y estudiando objetos similares, muchos de ellos desde el Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir, aunque también utilizando el telescopio espacial Hubble y radio telescopios en Inglaterra y Estados Unidos. En colaboración con Luis Rodríguez, del IAUNAM-Morelia y John Meaburn de la Universidad de Manchester, observamos en radio frecuencias y con el HST una de las Nebulosas Planetarias más enigmáticas conocidas hasta ahora y que habíamos descubierto en San Pedro Mártir. Encontramos un objeto que ha producido no una, sino dos Nebulosas Planetarias con chorros de alta velocidad orientados en cada caso en angulos casi perpendiculares uno del otro. El origen de este evento doble parece encontrarse en un núcleo binario cuyos miembros del par han evolucionado consecutivamente hacia la etapa de Nebulosa Planetaria (ver Figura 8). Nuestro interés primordial reciente se ha centrado en la caracterización dinámica de estos fenómenos para poder entender como se originan. En esta línea de trabajo, hemos explorado marcos teóricos que involucran el posible desarrollo de discos de acreción por compañeras de la enana blanca, i.e. sistemas binarios; la influencia de campos magnéticos toroidales y nuevos modelajes hidrodinámicos. Estos trabajops han sido en colaboración con Mauricio Reyes-Ruíz, Guillermo García-Segura y Wolfgang Steffen, del IAUNAM-Ensenada. Actualmente, grupos en Alemania y Australia desarrollan códigos mejorados de evolución estelar que nos permitan entender mejor los procesos que llevan a las estrellas a sus etapas finales. Los satélites ISO y próximamente STIRF, con sus capacidades de observaciones infarrojas, así como el próximo conjunto de antenas sensiibles a las ondas milimétricas, ALMA, permitirán un mejor estudio de las condiciones físicas de las envoloventes frías de las estrellas en la etapa AGB. Los satélites Chandra y Hubble continúan brindando evidencias de la presencia de burbujas calientes en el interior y de estructuras complejas en el interior de las Nebulosas Planetarias. Los próximos años se espera que sean de resultados importantes en el entendimiento de estas estrellas moribundas. 17 PIES DE FIGURA Figura 1- Diagrama esquemático de los destinos de las estrellas de acuerdo a su masa. Las estrellas menos masivas terminan sus días como enanas frías, rojas. Las estrellas de masa intermedia, como el Sol, se transforman a lo largo de su evolución en Gigantes Rojas y posteriormente se desprenden de sus capas externas creando una Nebulosa Planetaria. La estrella muere como una enana blanca. Las estrellas más masivas terminan sus días explotando como Supernovas y el remanente estelar es una estrella de neutrones o un hoyo negro. Figura 2- Las estrellas generan su energía primero convirtiendo en su núcleo 4 átomos de hidrógeno en uno de helio. En etapas más avanzadas este proceso se desplaza a las capas externas y en el núcleo se genera energía convirtiendo 3 átomos de helio en uno de carbono. Estos mecanismos de generación de energía van produciendo en la estrella una estructura como de cebolla, donde diferentes capas se van desarrollando a medida que la estrella envejece. En las estrellas más masivas el núcleo llega a procesar hasta Fierro. Figura 3- El diagrama Hertzprung – Russell muestra la distribución de las estrellas de acuerdo a su temperatura efectiva o superficial y su luminosidad. La distribución de las estrellas en este diagrama indica su estado evolutivo. Su distribución en la secuencia principal indica también su masa. Las más masivas son las más calientes y las menos masivas las más frías. En el panel inferior se muestra de forma esquemática la trayectoria evolutiva que seguiría una estrella como el Sol, es decir una estrella de una masa solar. Figura 4- Un ejemplo clásico de una Nebulosa Planetria es NGC 6720, también conocida como la Lyra. Esta imagen fue obtenida por el telescopio espacial Hubble. Figura 5- Diagrama esquemático del modelo de vientos interactuantes. Figura 6- La Nebulosa Planetaria NGC 6543, también conocida como Ojo de Gato. La imagen de la izquierda representa la burbuja (elongada) caliente que emite en rayos X, observada por el satélite Chandra. La imagen de la derecha muestra a la misma nebulosa observada por el telescopio espacial Hubble en líneas de emisión colisionales. 18 Figura 7- Ejemplos de Nebulosas Planetrias con chorros bipolares y simetría de punto. A la izquierda Fleming 1, a la derecha IC 4634. Figura 8- La Nebulosa Planetaria KjPn 8, descubierta en el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir. La imagen del panel inferior muestra el núcleo de la nebulosa observado a alta resolución espacial por el telescopio espacial Hubble. 19