Domingo 9º Tiempo Ordinario. Ciclo A.

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Domingo 9º Tiempo Ordinario. Ciclo A. domingo 6 de Marzo de 2011
Dt 11, 18. 26-28. 32 “Graben estas palabras en lo más íntimo de su corazón”
Rom 3, 20-25a. 28 “Son justificados gratuitamente por su gracia”
Mt 7, 21-27
“El que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica”
Evangelio
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los
Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos
milagros en tu Nombre? Entonces yo les manifestaré: Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que
hacen el mal. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede
compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los
torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida
sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre
insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los
vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.
Comentario
El perfil del discípulo
Cuando alguien tiene que contratar una persona para un trabajo, se le pide habitualmente un
curriculum vitae, información del interesado y trayectoria laboral. Hoy se dice o se habla, del perfil del
candidato a un puesto laboral, que son las conductas y capacidades humanas y profesionales del que es
llamado a un empleo. Esto que es común en el ámbito de los contratos de trabajo, podemos trasladarlo de
alguna manera, a los discípulos de Jesús. El texto del evangelio, que continúa el discurso del Sermón de la
montaña, trae el perfil del verdadero discípulo del Señor, para la construcción del Reino de Dios y de
aquellos que no son auténticos seguidores del maestro.
El Señor ya fue delineando algunas características de sus discípulos, con los textos de los
evangelios de los domingos anteriores, al hablar de las bienaventuranzas, o caminos de felicidad y
plenitud, el llamado a ser sal y luz de la tierra, el sentido y cumplimiento de los mandamientos, la
confianza en Dios Providente, y el apegamiento a las riquezas. La mirada de este domingo esta puesta, en
dos aspectos: la intencionalidad de las acciones y la coherencia entre fe y vida.
¿Su voluntad o mi voluntad?
El Señor concreta el perfil del falso discípulo, trayendo la realidad de aquellos que invocaban y
pronunciaban su nombre, pero exteriormente, sin poner el corazón: Señor, Señor, pero no cumplían la
voluntad de Dios. Otros querían presentar como testimonio de su vida, y garantía de su fe, las obras que
realizaban: “No profetizamos, no expulsamos demonios, no hicimos milagros en tu nombre”. La sentencia
de Jesús es severa: “Apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”
Materialmente o públicamente las acciones hechas en si no eran malas, pero estaban viciadas de
falsedad o engaño. Sea por ostentación, vanidad, o maldad, no eran dignas de un verdadero discípulo, y
están desaprobadas a los ojos de Dios. En el fondo se trataba de no hacer la voluntad de Dios, sino la
voluntad caprichosa y desviada de los hombres.
Por eso dice la primera lectura: “Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor, su Dios, que
hoy les impongo. Maldición, si desobedecen esos mandamientos y se apartan del camino que yo les señalo,
para ir detrás de dioses extraños, que ustedes no han conocido”
Y aquí nos vamos acercando al secreto de las acciones. Paralelamente los Israelitas invocaban a
Dios, pedían su protección pero también recurrían a otros dioses, cometiendo el pecado de idolatría.
La necesidad de la rectitud de intención en las acciones tiene que estar acompañada de la
coherencia cristiana, la comunión entre fe y vida, entre palabras y obras.
Hoy asistimos, por diversos motivos, a personas que se dicen católicos, pero levantan la mano a
propuestas, leyes o costumbres que desdicen del camino del evangelio. Para poner algunos ejemplos: no se
puede ser católico y abortista, como no se puede rezar a Dios, participar en Misa y en grupos religiosos, y
tener a los empleados en negro, sin aportes sociales. Es el escándalo de la fe, y motivo de descrédito entre
los no creyentes y hermanos cristianos.
Este evangelio invita a revisar seriamente la vida de la fe, a pedir a Dios, su auxilio y sus luces,
para la conversión, y a rectificar los caminos, para construir la vida según su voluntad, que son los
mandamientos, expresión del amor de Dios y no según la voluntad pecaminosa de los hombres.
Que base tenemos
El perfil del verdadero y coherente discípulo de Jesús, es asentar la vida, sobre el fundamento de la
roca firme que es Jesús. Esta es la primera y fundamental opción o elección. La opción preferencial por
Jesucristo, y después todo lo demás vendrá por añadidura, también la atención necesaria a los más pobres.
Jesús grafica con una parábola esta verdad. Cuando alguien construye la vida de la fe, ayudados por
la gracia de Dios, sobre la base del amor al Señor, vendrán lluvias de inconvenientes, torrentes de
sufrimientos y vientos de pruebas, pero la casa de Dios, el templo de su vida en el corazón, no se moverá
porque esta asentada sobre la roca sólida de la fe, de la recta doctrina, de la intensa piedad, de la entrega a
Dios y al prójimo. Pero si la vida de Jesús en el corazón, es superficial, débil, e inconsistente, marcadas
con supersticiones y otras creencias, vendrán un día las lluvias, los torrentes y los vientos y se derrumbará
la casa, porque estaba construida sobre uno mismo y no sobre Dios.
La historia ratifica esto: imperios, ideologías, gobiernos, han caído y caerán porque su base no
estaba construida sobre los cimientos sólidos de los derechos divinos y los derechos humanos.
Esto también es un acicate para cada uno. Nuestra vida, nuestros proyectos, nuestras metas, ¿tienen
buenos pilares y buena base, o son tan débiles que ante un problema se derrumba todo?
Si la base del edificio espiritual, dicen los santos es la humildad, la cima es la caridad. El salmo
responsorial de la Misa así lo expresa: “Señor, se para mí una roca protectora”
La roca, la piedra angular del edificio de la Iglesia, es el mismo Jesús, que va a confiar en la fe de
Pedro, como piedra, y sus sucesores, los Papas, el pastoreo de su Iglesia, en medio de las lluvias de
herejías, las tormentas de los escándalos y los vientos de las persecuciones. Y seguirá hasta el fin de los
tiempos, no por nosotros los hombres, sino por Jesucristo, nuestro Señor, que va llevando la marcha de esta
casa espiritual, hasta llegar al puerto de la vida eterna.
Dice San Pablo: “A los ojos de Dios, nadie será justificado por las obras de la Ley… son
justificados gratuitamente por su gracia”. La realidad de la gracia divina, la fuerza sobrenatural de Dios,
que como una lluvia se derrama sobre el mundo, con sus rayos de amor y santidad, son la base de la
solidez y el crecimiento de una vida cristiana autentica, cuando el alma la busca y la recibe como tierra
sedienta.
“Una cosa es ser duro y otra cosa es ser firme”, me dijo una vez un Obispo. No la dureza de la
cerrazón ante una verdad, una corrección o un consejo, sino la fecundidad de la tierra fértil, que acoge la
semilla de bien que se quiere sembrar en nosotros. La firmeza si, en las cosas fundamentales, valores
humanos innegociables, que jerarquizan la dignidad de la vida humana y valores cristianos que tenemos
que anunciar, vivir y a veces defender.
Que el Señor nos siga ayudando a construir la casa de la vida en este mundo, sobre los cimientos de
su amor y su gracia, y no temeremos las lluvias, torrentes y vientos, porque pasarán, dejando ahora la
alegría que la roca esta cada vez más firme. Amén
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario
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