Taller de Cs. Sociales − Introducción al Derecho − 2004 − Introducción3 Desarrollo

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Taller de Cs. Sociales − Introducción al Derecho
− 2004 −
Índice
Introducción3
Desarrollo
• Biología
• Clonación.....4
• Fecundación in vitro7
• Criogenia.........8
• Consideraciones Éticas.10
• Postura de la Iglesia Católica...12
• Legislación Argentina........16
Conclusión: Proposición de Legislación..20
Bibliografía...22
Introducción
En el año 1869 la responsabilidad de la redacción de nuestro Código Civil quedó en manos de Dalmacio
Vélez Sársfield, quien buscó legislar los aspectos más importantes de la vida del hombre, desde su
nacimiento, durante el desarrollo de su vida, su relación con los demás y con los objetos, e incluso su muerte.
No obstante, fue para él imposible prever los grandes cambios científicos y médicos que sobrevendrían con el
paso de los años, y que entonces sólo podían existir en libros de Ciencia Ficción.
A pesar de la rápida evolución tecnológica, las reformas previstas para nuestro código no siguieren el mismo
patrón de cambio, quedando siempre un paso atrás de la ciencia. De este modo, la legislación resulta siempre
insuficiente en algún aspecto.
Al iniciar el largo camino del análisis de nuestro Código Civil, nos encontramos entre los primeros títulos con
el llamado Personas por nacer. Al estudiarlo más profundamente, descubrimos que se da en este tema uno de
los huecos legislativos a los que hicimos referencia anteriormente. Puntualmente nos referimos a la Clonación,
así como a la Fecundación in vitro e incluso a la Criogenia, que aunque no se relaciona con el nacimiento de
las personas, sí lo hace con su muerte.
Para poder comprender con mayor facilidad, analizamos, además de la definición biológica, dos puntos de
vista de nuestra sociedad: el moral y el religioso. A partir de su comparación, extrajimos nuestras propias
conclusiones, y fundándonos en ellas, proponemos una posible reforma legislativa que ayude a cubrir esta
laguna de la Ley.
Desarrollo
I. Biología
I. 1 Clonación
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En el ámbito de la Ingeniería Genética, clonar es aislar y multiplicar en un tubo de ensayo un determinado gen
o, en general, un trozo de ADN. Mediante la clonación, es posible obtener uno o varios individuos a partir de
una célula somática o de un núcleo de otro individuo, de modo que los individuos clonados son idénticos o
casi idénticos al original.
En los animales superiores, la única forma de reproducción es la sexual, por la que dos células germinales o
gametos (células reproductivas, es decir, el óvulo y el espermatozoide) se unen, formando un zigoto que se
desarrollará hasta dar el individuo adulto. Esto garantiza que en cada generación de una especie van a aparecer
nuevas combinaciones de genes en la descendencia, que posteriormente será sometida a la dura prueba de la
selección y otros mecanismos evolutivos. Las células de un animal proceden en última instancia de la división
repetida y diferenciación del zigoto.
El primer experimento de clonación en vertebrados fue el de Briggs y King (1952), en ranas. Más tarde, en los
años 70, Gurdon logró colecciones de sapos de espuelas (Xenopus laevis) idénticos a base de insertar núcleos
de células de fases larvarias tempranas en ovocitos (óvulos) a los que se había despojado de sus
correspondientes núcleos. Pero el experimento fracasó, pues se usaron como donadoras células de ranas
adultas.
Desde hace unos años se vienen obteniendo mamíferos clónicos, pero sólo a partir de células embrionarias
muy tempranas, debido a que aún no han entrado en diferenciación, y por lo tanto poseen la propiedad de
pluripotencia.
Por ello, no debe extrañarnos el revuelo científico provocado cuando el equipo de Ian Wilmut, del Instituto
Roslin de Edimburgo, comunicó que habían logrado una oveja por clonación a partir de una célula
diferenciada de un animal adulto. Esta fue la presentación oficial de la oveja Dolly a la sociedad, el 27 de
febrero de 1997, desencadenadora de innumerables debates y conmoción.
Esencialmente, el método (que aún presenta una alta tasa de fracasos) consiste en obtener un óvulo de oveja,
eliminarle su núcleo, sustituirlo por un núcleo de célula de oveja adulta (en este caso, de las mamas), e
implantarlo en una tercera oveja que sirve como madre de alquiler para llevar el embarazo. Así pues, Dolly
carece de padre y es el producto de tres "madres": La donadora del óvulo contribuye con el citoplasma (que
contiene, además, mitocondrias que llevan un poco de material genético), la donadora del núcleo (que es la
que aporta la inmensa mayoría del ADN), y la que dio a luz, que genéticamente no aporta nada.
Científicamente se trata de un logro muy interesante, ya que demuestra que, al menos bajo determinadas
circunstancias, es posible "reprogramar" el material genético nuclear de una célula (algo así como volver a
poner a cero su reloj, de modo que se comporta como el de un zigoto). De este modo, este núcleo comienza a
"dialogar" adecuadamente con el citoplasma del óvulo y desencadena todo el complejo proceso del desarrollo
intrauterino.
Hay más de un tipo de clonación. Estas variedades se clasifican según el método, y las variantes son:
• Partición (fisión) de embriones tempranos: Imitación de la gemelación natural. Los individuos son muy
semejantes entre sí, pero diferentes a sus padres. Es preferible emplear la expresión gemelación artificial, y
no debe considerarse como clonación en sentido estricto.
Este tipo de clonación se viene aplicando desde hace años en ganadería. Existen, por ejemplo, los Estudios de
Willadsen (1979 y 1981) sobre ovejas: en ellos se descubrió que algunos embriones de 4−8 células pueden
originar individuos completos. Recientemente se ha hecho en monos (macacos Rhesus)
En humanos hubo un experimento polémico (Hall y Stillman, 1993). El resultado fueron individuos
prácticamente idénticos entre sí (salvo mutaciones somáticas), pero diferentes a sus padres. Son equivalentes a
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gemelos monozigóticos.
• Paraclonación: Consiste en la transferencia de núcleos procedentes de células fetales en cultivo a óvulos no
fecundados sin núcleo, y, a veces, a zigotos enucleados. El progenitor de los clones es el embrión o feto.
El resultado: individuos casi idénticos entre sí, pero diferentes de los progenitores del embrión que aportó el
núcleo transferido. Se pierde una generación, ya que el embrión donante del núcleo se destruye. Los
individuos nacidos así se parecerían (desde el punto de vista del genoma nuclear) al individuo que hubiera
surgido del embrión destruido.
A mitad de los 80 se venían produciendo paraclonaciones en diversos animales de granja, especialmente en
ejemplares de ovejas y vacas. Willadsen logró terneros por transferencia de núcleos de embriones en fase de
hasta 128 células. En 1996 el equipo de Wilmut y Campbell logró dos ovejas (Megan y Morag) por
transferencia de núcleos de embriones. PPL siguió con experimentos de paraclonación con células
embrionarias y fibroblastos fetales.
Se ha descrito igualmente la producción de monos Rhesus tras ciertos experimentos, lográndose 4 embarazos,
de uno de los cuales nació Tetra. También Polly (Julio 1997), de PPL, es una oveja paraclónica productora del
factor IX de coagulación humano. Incluso se tiene noticia de intentos de cerdos modificados para
xenotrasplantes.
Un avance reciente significativo es la clonación de decenas de ratones empleando núcleos de células madre no
quiescentes, realizado por un equipo de la Universidad de Hawai y la Universidad Rockefeller. Una de las
mayores incidencias de este trabajo es que demuestra que se puede clonar con núcleos de células en cultivo
bien caracterizadas, y no solamente con células frescas o cultivos primarios. Como las células madre de ratón
se manejan bien desde el punto de vista genético, esto abre la vía a la fácil creación de ratones clónicos.
• Clonación verdadera: transferencia de núcleos de células de individuos ya nacidos a óvulos o zigotos si
núcleo. Se originan individuos casi idénticos entre sí (salvo mutaciones somáticas) y muy parecidos al
donante (del que se diferencian en mutaciones somáticas y en el genoma mitocondrial, que procede del
óvulo receptor). El núcleo procede de un individuo nacido.
Se ha logrado en varias especies:
Se hace con dos finalidades fundamentales: reproductiva y terapéutica. La clonación humana reproductiva
persigue el objetivo de obtener un hijo con un genoma idéntico al donante del núcleo. La clonación humana
llamada terapéutica pretende curar enfermedades mediante la generación de un embrión humano al que se
deja desarrollar sólo hasta el estadio de blastocisto, para tomar células de su masa interna, ocasionando la
muerte del embrión, para obtener las llamadas células estaminales. Se llama terapéutica porque a partir de
estas células estaminales embrionarias se pueden obtener diversos tejidos que se querrían utilizar para
múltiples finalidades terapéuticas. Incluso se piensa que se puedan llegar a fabricar órganos que sirvan para
realizar trasplantes en individuos adultos evitando el problema del rechazo inmunológico
Los fines (teóricamente posibles) de la clonación verdadera en animales serían, en otros: el mejoramiento de
los conocimientos en Biomedicina, el estudio de diversas enfermedades y la producción de medicamentos,
producción de proteínas terapéuticas, venta y distribución de embriones para evitar la falta de diversidad
genética, e incluso salvar a especies en extinción mediante la clonación como reproducción de individuos, o
resucitar bioespecies extinguidas a partir de una muestra de su ADN.
En humanos, la clonación verdadera podría tener dos usos diferentes: por un lado, la clonación reproductiva,
para crear individuos cuyas características e incluso personalidad pueda ser moldeada a gusto; por otra parte,
la clonación no reproductiva, que serviría para el desarrollo de técnicas para el mejoramiento de la concepción
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y la fertilidad, así como la clonación de los propios órganos, de modo que en caso de necesitar un transplante,
el donante sería uno mismo, evitando de este modo cualquier tipo de rechazo del cuerpo ante la incorporación
del mismo.
II. Consideraciones Éticas
Clonación Humana
La finalidad "humanística" que asegura poseer la clonación humana con fines científicos no es moralmente
coherente con el medio usado; manipular a un ser humano en sus primeras fases vitales con el fin de obtener
material biológico necesario para experimentación de nuevas terapias, llegando así a matar a ese ser humano,
contradice abiertamente el fin que se busca: salvar una vida (o curar enfermedades) de otros seres humanos. El
valor de la vida humana, fuente de igualdad entre los hombres, hace ilegítimo un uso meramente instrumental
de la existencia de uno de nuestros semejantes, llamado a la vida para ser usado solamente como material
biológico.
Este proyecto se alimenta con la progresiva despersonalización del acto generativo (introducida con las
prácticas de la fecundación extracorpórea), el cual se convierte en un proceso tecnológico que transforma al
ser humano en propiedad para uso de quien, en un laboratorio, es capaz de engendrarlo.
En la clonación humana con fines terapéutico−comerciales, se altera la figura misma del "progenitor",
reducido al rango de prestador de un material biológico con el que se engendra un hijo−gemelo destinado a
ser usado como suministrador de órganos y tejidos de recambio. Con practicas de esta naturaleza, no solo se
están destruyendo vidas, sino que se esta diciendo, implícitamente, que es legal la experimentación con el
hombre.
El principio que de hecho se introduce, en nombre de la salud y del bienestar, genera una auténtica
discriminación entre los seres humanos según la medida de los tiempos de su desarrollo (así un embrión vale
menos que un feto, un feto menos que un niño y un niño menos que un adulto), trastocando el imperativo
moral que, por el contrario, precisamente impone defender y respetar con el máximo empeño a los que no son
capaces de defender y manifestar su intrínseca dignidad.
La práctica de la clonación no es admisible desde ningún punto de vista, ni siquiera en las discusiones
referentes a la identidad individual y personal del embrión obtenido en un laboratorio: se trata de un nuevo ser
humano, íntimamente orientado a su desarrollo y a su plena maduración individual, que se concretaría si no se
lo impidieran. Tampoco tiene consistencia la referencia al hecho de que estos seres humanos en fase
embrional, destinados a proporcionar células y tejidos, no sean capaces de sentir dolor: la ausencia de dolor no
justifica la supresión de un ser humano; matar a un hombre bajo anestesia seguiría siendo un homicidio.
La ciencia ha sabido encontrar formas de terapia para las enfermedades de base genética o degenerativa a
través de otros procedimientos, como la utilización de células estaminales tomadas de la sangre materna o de
abortos espontáneos, prosiguiendo las investigaciones en el campo de las terapias génicas y recurriendo de
nuevo al estudio sobre los animales: si, por hipótesis, la única vía posible fuera, por el contrario, la de la
clonación humana, entonces sería preciso tener la valentía intelectual y moral de renunciar a este camino,
dado que imponer el origen y la muerte de uno de nuestros semejantes para garantizar la salud es un acto de
injusticia que lesiona en sus fundamentos nuestra dignidad y nuestra civilización.
Fecundación In Vitro
Desde todo punto de vista la formación de seres humanos en laboratorios constituye algo aberrante que solo
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debería suceder en películas de terror, no solo se violan los derechos inherentes a todo ser humano, sino que
además tiene terribles consecuencias en el posterior desarrollo de la persona; entre los niños nacidos mediante
esos métodos son más frecuentes las anomalías genéticas y la esterilidad. La inyección intracitoplasmática de
esperma (ICSI), es especialmente arriesgada, esta consiste en introducir un sólo espermatozoide en cada
óvulo. Los niños concebidos mediante la misma, presentan un 0,8% de aberraciones en los cromosomas
sexuales, tasa notablemente superior a la natural (0,2%), el 7,4% de los nacidos por este método tienen
defectos congénitos importantes, es decir, anomalías de terapia continua o que suponen una limitación
permanente. Entonces, si estos métodos de fecundación no garantizan el desarrollo de un ser humano normal,
que a lo largo de su vida no tendrá las mismas posibilidades ni el mismo grado de desarrollo que la media
común de los humanos ¿Por qué insisten en experimentar con las vidas de personas pensantes y con la misma
capacidad de tener sentimientos?, lo mejor sería dejar que la naturaleza funcione a su modo y de esa forma
dejar de violar los derechos de los individuos dejando de una vez por todas de jugar a ser Dios.
Criogenia
En cuanto al congelamiento de embriones, el punto ético−jurídico fundamental se encuentra en el
reconocimiento de la cualidad humana del embrión y, por ende, en la convicción de que "el fruto de la
generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la formación del cigoto, exige
el respeto incondicional que moralmente se debe al ser humano en su totalidad corporal y espiritual. El ser
humano debe ser respetado y tratado como persona desde su concepción y, por lo tanto, desde ese momento se
le deben reconocer los derechos de la persona, ante todo, el derecho inviolable a la vida que tiene todo ser
humano inocente".
Aunque todavía no se vea plenamente desplegada su personalidad, es nuestro deber reconocer la auténtica
humanidad del embrión. Por esto, la obtención con técnicas artificiales de un embarazo a término no justifica
ni la formación de un número excesivo de embriones, ni su reducción mediante el aborto cuando se hayan
implantado en número demasiado grande, ni la previa selección genética y mucho menos su congelación.
Los defensores de la crio−conservación dicen que la congelación salva a los embriones frescos de la
destrucción, cuando no se los puede transferir por dificultades surgidas o por exceso de número. Pero el
salvamento sería auténtico si después se garantizara a cada embrión la posibilidad de reiniciar su camino de
diferenciación y perfeccionamiento hacia la madurez y el nacimiento. Pero la cuestión es, justamente que las
técnicas de congelamiento hoy utilizadas no son capaces de lograr la seguridad de los embriones, sino que
gran número de estos se pierden en el proceso, y no solo eso, sino que además no se pueden aplicar al hombre
técnicas que se encuentren en fase experimental.
Finalmente la congelación, prescindiendo de la peligrosidad de la metodología para la integridad y la
supervivencia del embrión, constituye en sí misma una lesión de la dignidad de la criatura humana y del
derecho del embrión a desarrollar su teleología inmanente y de proceder con autonomía hacia su propio fin.
La congelación bloquea el devenir de esta existencia y podría ser justificada; solamente si fuera el único
medio para tutelar la subsistencia de una vida naciente que se encontrara accidentalmente en peligro, pero no
ciertamente si es puesta directamente en peligro por nuestras insensatas manipulaciones. La destrucción de
criaturas inocentes, inherente a ciertos procedimientos (fecundación extra−córporea y congelación, en
particular), no puede ser el precio a pagar para hacer nacer otros.
Otra de las preguntas éticas que surgen es si es moral gastar enormes sumas de dinero para salvar el cuerpo de
una persona, que ni siquiera se sabe si se podrá revivir, cuando hay millones que en el presente, ahora, sufren
la miseria y el hambre.
IV. Legislación
Con respecto a la clonación humana, el 7 de Marzo de 1997 se dictó el Decreto 200/97 donde esta quedaba
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expresamente prohibida. El Decreto es el siguiente:
Además, en la Ciudad de Buenos Aires, los días 22 y 23 de Agosto del año 2000 se realizaron las 1ras
Jornadas Nacionales de Bioética y Derecho, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires.
En ellas se llegó a la conclusión de que la clonación trae como consecuencia la vulneración de los derechos de
todo hombre a su individualidad, unicidad, unidad y singularidad, a poseer un patrimonio genético inviolado y
a preservarlo en su privacidad; poniendo en riesgo la supervivencia de la raza humana al violar las reglas de la
heterogeneidad y de la diversidad biológica sustentadas por las leyes de la naturaleza y necesarias para el
progreso humano. En este momento histórico muchas mujeres solas optan por concebir un hijo mediante
métodos de fertilización asistida o con la intervención del varón exclusivamente para la concepción,
prescindiendo, consciente y voluntariamente, de su participación en el rol de padre, para poder decidir sin
injerencias el destino y educación de su hijo/a; sin considerar, en forma alguna, las consecuencias
psicológicas, afectivas y/o emocionales para éste/a,; deviene obvio que la clonación humana es el método
ideal a utilizar para garantizar la no interferencia masculina, quedando el hombre en una posición de individuo
totalmente innecesario ya que, al habilitar la transferencia al óvulo de una mujer del núcleo de una célula de
ella misma, el hijo quedaría definitivamente privado de padre.
Consecuentemente, su admisión importaría una violación directa de la Convención sobre los Derechos del
Niño − de rango constitucional; art. 31 de la Constitución Nacional − cuyo preámbulo reconoce que el niño,
para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente
de felicidad, amor y comprensión − al negársele ab−initio, el derecho a tener un padre − y llevaría implícita la
perversión de las relaciones fundamentales de la persona humana: la filiación, la consanguinidad, el
parentesco y la paternidad.
Por lo expuesto, el derecho penal argentino debería intervenir tipificando la clonación humana como delito y
castigando a quienes desarrollen esta conducta disvaliosa con penas apropiadas para lograr el equilibrio
adecuado entre la libertad de investigación científica y la dignidad e identidad de la persona humana.
Hubo también, hasta hace no mucho tiempo, una media sanción de la Cámara de Senadores sobre una Ley de
Fecundación Artificial aquí en Argentina.
A lo largo de estos años han sido presentados diversos proyectos para regular la práctica de la fecundación
artificial o fecundación asistida como es generalmente (mal y capciosamente) llamada. De entre todos los
propuestos, dos fueron abriéndose camino: el proyecto moderado de los justicialistas Britos y Del Valle Rivas,
y el de los radicales Laferrière y Storani (más liberal y apoyado por muchos científicos). Estos se distinguían
en varios items principales que vale la pena señalar:
PUNTOS IMPORTANTES
Comienzo de la vida
Congelamiento de embriones
Transferencia de embriones
fecundados in vitro
Donación de embriones
LAFERRIERE−STORANI
Desde el momento de la
implantación del óvulo
fecundado en la mujer
Sí
Sí, y sin límite
BRITOS−DEL VALLE
RIVAS
Desde la fecundación del
óvulo por el espermatozoide
No, y se lo sanciona
Sí, pero sólo hasta 3
Sí
No
Sí, en forma anónima y gratuita No, y se la sanciona
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Donación de óvulos y esperma
de terceros
Selección de sexo
Alquiler de útero
Sujetos
Sólo para prevenir enfermedades
genéticas
Sí
Una pareja formada por un varón
y una mujer
No se expide
Sí
Personas casadas o
convivientes de hecho
El proyecto de ley finalmente aprobado (que guarda más similitud con el presentado en su momento por
Britos y Del Valle Rivas), puede ser considerado, dentro de las opciones que se han barajado y teniendo en
cuenta otras legislaciones actualmente vigentes en el mundo, como moderado. Así, por ejemplo:
−Restringe la técnica a parejas heterosexuales casadas o convivientes de hecho durante tres años.
−Exige que sea realizada con el consentimiento expreso de la pareja que, infructuosamente, haya probado
otros métodos de fertilización menos complejos.
−Permite sólo la implantación de un máximo de 3 embriones.
−Prohibe el alquiler de útero, la clonación, la manipulación genética, la inseminación de la viuda con material
genético del marido, el utilizar material genético (semen u óvulos) ajenos a la pareja y la selección de sexo.
−Permite la crioconsevación de los óvulos fecundados sólo en casos de excepción, como la muerte de la
madre antes de que sea implantado.
−Crea un registro de los óvulos crioconservados ya existentes. Acepta la adopción prenatal.
En cuanto a la Naturaleza Jurídica del embrión, en nuestra legislación civil, el comienzo de la existencia
biológica (configurada por la fusión de las células germinales) coincide con el comienzo de la existencia de la
personalidad jurídica, sin importar que la fecundación se haya producido in vivo (en el claustro materno) o in
vitro (fecundación extracorpórea o ectogenética). Para la ley civil argentina se es persona desde la concepción.
En efecto, el redactor de nuestro Código Civil, Dalmacio Vélez Sársfield, define en el art. 63 a las personas
por nacer como "aquellas que no habiendo nacido se encuentran concebidas en el seno materno", lo cual
aparece ratificado en el art. 70, donde repite: "desde la concepción en el seno materno comienza la existencia
de las personas". También encontramos la aplicación del mismo principio en materia de transmisión por causa
de muerte, ya que el hijo concebido es capaz de suceder (art. 3290 del Código Civil). Por tanto se le reconoce
el status jurídico de persona, no obstante no haber nacido.13
Pero la fecundación in vitro genera la existencia de seres humanos concebidos fuera del seno materno, suceso
inimaginable en la mente del legislador al tiempo de la redacción del Código.
La interpretación literal de dichos textos conduciría a considerar excluido de protección jurídica al embrión
concebido fuera del seno materno, en cuyo caso el comienzo de la existencia de su personalidad no coincidiría
con el momento de la concepción sino con el de su implantación en éste. Sin embargo, esta interpretación no
armoniza con el pensamiento filosófico del codificador. Era intención de Vélez proteger la vida humana desde
el momento de su concepción.
Por otra parte algunos autores sostienen que el Código debe entenderse como un compuesto sistemático,
interpretándolo de un modo totalizado. Por tanto, no pueden soslayarse los artículos 264 (donde se habla de la
concepción a secas, sin referencia al seno materno), 3290 (la palabra concebido aparece tres veces y en ningún
caso con el circunstancial de marras) y 3733 (se refiere a los que están concebidos, simplemente, y en su nota
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se repite esa mención dos veces, sin referencia alguna al seno materno). Señala que de ello se deduce que para
el codificador en el seno materno es una frase idiomática sinónima de concebido. Su valor no es de
circunstancial de lugar (adverbio), sino de sustantivo.
También podría aplicarse el art. 51 del Cód. Civ., en cuanto define la persona de existencia visible como todos
aquellos entes que presentaren signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o accidentes,
lo que involucra también a los concebidos in vitro, atento la sustantividad humana que la biología le reconoce
desde el momento de la concepción.
También la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), La
Convención sobre los Derechos del Niño (Asamblea de la ONU, 20 de Noviembre de 1989), y la Ley de
Filiación y Patria Potestad 23.264 (sancionada en 1985) reconocen los derechos de la persona desde el
momento de su concepción, sin hacer referencia explícita a que esta deba haber sido concebida in vito o in
vitro.
No obstante, no existen mayores explicitaciones en lo referente al tema, ni tampoco leyes reguladoras que
controlen este tipo de ejercicios, por lo que, ante el vacío legal y partiendo de la premisa de que todo lo que no
está prohibido está permitido (art. 19, Constitución Nacional) las modernas técnicas de reproducción asistida
se practican sin sujeción a regulación alguna. Debe sancionarse, entonces, una legislación que específicamente
contemple la nueva fenomenología reproductora. La legislación que se dicte debe hacer primar los intereses y
derechos del verdadero protagonista de éstas técnicas: la persona por nacer.
En cuanto a Criogenia, no hemos encontrado legislación vigente alguna.
Conclusión: Proposición de Legislación
Luego de haber realizado este trabajo, hemos llegado a conocer más en profundidad los temas tratados, es
decir, Clonación, Fecundación artificial y Criogenia. No sólo hemos ampliado nuestra instrucción en ellos
sino que además nos han despertado un gran interés personal y el deseo de cubrir el vacío legislativo que
existe.
Un proyecto de Ley debería contemplar básicamente los aspectos que detallaremos a continuación, en
consonancia con los puntos que el Decreto 200/97 delegó en el Comité de Ética Hospitalaria, los cuales por su
importancia deberían ser tratados en el Congreso de la Nación para lograr una modificación en la legislación
actual, transformando inclusive el articulado del Código Civil de la Nación.
En primer lugar, estamos de acuerdo con el citado Decreto, que prohíbe los experimentos de clonación en
seres humanos, pero a nuestro entender, éste debería contener mayores especificaciones. Una nueva redacción
correcta de este Decreto, o de una Ley basada en él, podría ser Se prohíben todos los experimentos
relacionados con la clonación humana, ya sea con fines terapéuticos o reproductivos, y en cualquiera de sus
variedades. En cuanto a la clonación de animales, creemos que no debe permitirse para fines experimentales,
pues siguen siendo seres vivos que merecen respeto. Por ello, consideramos que se debería incluir en el
mencionado Decreto o su correspondiente Ley un apartado referente a éstos, que podría sancionar que Se
prohíbe la clonación de animales con fines meramente reproductivos o experimentales. Sólo se permite la
clonación de animales en miras de su reconstrucción genética para la recuperación de especies extinguidas o
la multiplicación de especies en proceso de extinción, esto último debido a que la recuperación de especies
perdidas o a la ayuda a la supervivencia de otras sería un fin ciertamente productivo, y no dañino, de la
clonación.
Por otra parte, en la era en que vivimos resulta imposible negarse a la ciencia, como nos ha demostrado la
legislación mediante la media sanción de la Ley de Fecundación Artificial. Es decir, ya no se puede prohibir
tal forma de fecundación asistida, pues prácticamente hay una Ley que la permite. Y de hecho estamos
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totalmente de acuerdo con la sanción de la misma, pues sólo se permite este tipo de fecundación en parejas
estables y heterosexuales, que podrán brindar al niño un hogar completo en el cual desarrollarse, y además se
prohíbe la selección de sexo y características, lo cual, de ser permitido, sería discriminatorio. Nosotras
también agregaríamos que no se debe permitir el aborto de los embriones implantados, en caso de embarazo
múltiple (pues, como se explicó en el Desarrollo, se implantan hasta 3 embriones, de los cuales cualquiera, o
incluso los tres, pueden anidar).
En cuanto a la legislación vigente, consideramos que el artículo 63 del Código Civil, así como el resto de los
mencionados, deberían incluir seres concebidos, ya fuere en el seno materno o fuera de él, en cualquier otro
medio habilitado para el mismo fin, en vez de concepción en el seno materno o simplemente concepción. No
sólo esto, sino que toda la conceptualización jurídica de persona humana debería ser adaptada a las nuevas
formas de creación de vida.
Por último, en lo referente a Criogenia, nos encontramos con que no existe legislación reguladora alguna. De
hecho, ni siquiera encontramos documentos eclesiásticos que se refieran a ella. Esto se debe a que es algo,
aunque no tan reciente, sí muy poco practicado, pues las sumas de dinero a pagar son altísimas, y no se tienen
indicios de cuándo se alcanzará la tecnología necesaria para el descongelamiento y la resucitación y
restauración de los pacientes. No obstante, para que la legislación no quede atrasada en este caso, nosotras
recomendaríamos que también se tratase y se ordenase este tema. A nuestro parecer, la criogenia no afecta a
nadie excepto al paciente, y en realidad no contiene elementos negativos, excepto el deseo de vencer a la
muerte. Pero también podría realizarse con el fin de superar una enfermedad terminal o incurable. Por ello, no
vemos razones por las que la Ley, en su objetividad pueda oponerse a ella. Es decir, creemos que la hipotética
Ley reguladora de la Criogenia debería sancionar que Se permite la congelación criogénica de los cuerpos,
pero sólo por el deseo expreso del paciente, el cual toma toda la responsabilidad por el acto. Agregamos la
expresión deseo expreso pues la criogenia también se practica con embriones, proceso que está ligado a la
fecundación artificial. Sin embargo, en esos casos se trata ya casi de un juego con la vida humana, que de por
sí ya es creada artificialmente, y que además está aún en fase experimental, lo cual no debe permitirse.
También se debe considerar que en la actualidad ya existen embriones en estado de congelamiento. Con
respecto a ellos, la Ley debería establecer que Permanezcan en dicho estado hasta que se encuentre una
manera segura de traerlos a la vida. Por más que sea una interrupción al ciclo normal vital, es lo más seguro
para el feto, pues aún no existen técnicas que garanticen su supervivencia tras el descongelamiento.
Bibliografía
Libros y Documentos:
• La clonación humana, en Actas del 2º Congreso de bioética de América Latina y del Caribe, Santafé
de Bogotá, pp. 138−165
• Wilmut (1999): Clonación con fines médicos, Investigación y Ciencia 269: 24−29.
• J.R. Lacadena (1995): Consideraciones genético−biológicas sobre el desarrollo embrionario humano,
en Genética Humana: Fundamentos para el estudio de los efectos sociales de las investigaciones
sobre el genoma humano, pp. 77−103.
• La clonación humana, en Actas del 2º Congreso de bioética de América Latina y del Caribe, Santafé
de Bogotá, pp. 138−165
• J.R. Lacadena (1995): Consideraciones genético−biológicas sobre el desarrollo embrionario humano,
en Genética Humana: Fundamentos para el estudio de los efectos sociales de las investigaciones
sobre el genoma humano, pp. 77−103.
• Documento Eclesiástico Donum Vitae
9
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