1 - Aspectos conceptuales

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1 - Aspectos conceptuales
1. 2 - Importancia del turismo en la sociedad actual
Según estimaciones de la OMT, que recogemos de la Dirección de Turismo
francesa, más de 635 millones de personas viajan por motivos turísticos durante un año,
generando un volumen de ingresos superior a los 425 millones de dólares. Pero estas
cifras globales no deben impedir ver una gran desigualdad: más del 80% de estos
turistas y de estos ingresos se reparten entre Europa y América. Continua existiendo,
pues, una situación que algunos autores no han dudado en cualificar de actividad propia
de los países desarrollados o incluso una actividad continuadora del colonialismo.
En países como Francia, que con más de 70 millones de turistas se ha convertido
en 1999 en el primer país receptor, el turismo representa una de sus mayores fuentes de
ingresos (por encima de los 72.000 millones de dólares).
En el caso español, los más de 72 millones que nos visitaron en 1999, han
supuesto unos ingresos de más de 30.000 millones de euros, ingresos que han permitido
financiar el 93% del déficit de la balanza comercial española (datos obtenidos del
informe del Instituto de Estudios Turísticos). El desarrollo de la economía (e incluso de
la sociedad) española en las últimas décadas sería inexplicable sin tener en cuenta esta
variable tan importante que es el turismo de masas.
A nivel espacial nos interesa resaltar el hecho que el 48% de los turistas que nos
visitaron lo hicieron entre los meses de junio y septiembre, notándose una importante
punta en el mes de agosto. Esto significa que, a pesar de que en los últimos años
asistimos a una clara desestacionalización de la demanda, continua existiendo una
distribución anual irregular en los flujos turísticos que arriban a nuestro país. Esto
supone que, por poner un único ejemplo, más de 2’5 millones de los más de 6 millones
de viajeros que llegan a las Islas Baleares lo hagan entre junio y septiembre. Este flujo
que hace crecer exponencialmente la población residente sobre este territorio tiene unos
importantes efectos a distintos niveles:
- ecológicos y medioambientales: la presión sobre el medio ambiente aumenta
considerablemente, los residuos se multiplican, la contaminación crece
considerablemente... No nos ha de extrañar, pues, que el gobierno balear haya
propuesto la creación de un impuesto ecológico sobre el turismo, aspecto éste,
como sabemos, controvertido.
- económicos: es cierto que aumentan los ingresos del sector privado, pero el sector
público pierde una gran parte de las transferencias que el Estado le transferiría si
todas estas llegadas, fundamentalmente las segundas residencias, estuvieran
censadas como residentes. Además, el aumento de población hace aumentar
considerablemente los gastos en mantenimiento y salubridad de la vida urbana.
- sociales y culturales: las sociedades tradicionales o vernaculares se ven alteradas
durante un periodo de tiempo por la llegada de una gente que, en muchos casos,
se muestran poco interesada en establecer una auténtica relación igualitaria con
los lugareños; aparecen zonas donde las lenguas propias del país se dejan en un
segundo plano, suplantadas por el inglés o el alemán, etc.
- e incluso políticos, en aquellas regiones en que se constata una importante
presencia de residentes procedentes de otros países que, en algunas ocasiones,
han defendido como un único cuerpo sus intereses.
Más allá de estos impactos, el turismo supone una oportunidad para incrementar
la cultura, conocer otras gentes y otras realidades, pero también puede convertirse en
una actividad meramente alienante destinada a extraer las rentas de las clases menos
preparadas
cultural
y
económicamente.
Asistimos,
en
nuestras
sociedades
postindustriales, a la necesidad de viajar cada vez que se presentan más de dos días
festivos seguidos, necesidad que muchas veces se convierte en un deseo de emular a
nuestros vecinos o de aparentar ser más que ellos. Y esto nos lleva, a menudo, a olvidar
que desconocemos buena parte de nuestras ciudades o que en ellas se desarrollan
actividades lúdicas y culturales que nada tienen que envidiar a las que podemos
encontrar en otras partes.
Por otro lado, resulta innegable que el romper la monotonía del trabajo o del
estudio regulares ayuda a reemprender estas actividades con un mayor ahínco y
consiguiendo mejores resultados. Además, incluso en las formas más masificadas de la
práctica turística, se encuentra un espacio, por pequeño que sea, para el contacto con eso
que llamamos el Otro y para conocerlo un poco mejor. El turismo podría convertirse,
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desde este punto de vista, en una gran oportunidad para la fraternidad y la solidaridad
universales.
Oportunidad para un futuro mejor o mal menor en algunos casos, lo cierto es que
el turismo es una realidad innegable e ineludible en nuestra sociedad actual. En el
mundo postindustrial y postfordista en que vivimos, la cultura se hace inseparable de
otros ámbitos como, por ejemplo, la economía. El turismo actual no sólo se nutre de
gente en período vacacional, aquellos trabajadores que disfrutan de sus merecidas
vacaciones, sino que un importante flujo de turistas de negocios, de estudiantes o de
personas deseosas de visitar los lugares más significativos para su religión ayudan a
mantener la importancia y a dar unas características determinadas a la práctica turística.
Como ejemplo podemos pensar en la importancia que este tipo de turismos, llamados a
menudo “alternativos”, tiene para la desestacionalización de la demanda. Aunque no los
queramos considerar como turistas, los ejecutivos que visitan empresas en el extranjero,
los fieles que realizan su peregrinación a la Meca o los estudiantes que traspasan
nuestras fronteras para ir a aprender idiomas siguen estando ahí, unidos a los turistas
“de siempre” que, bañador en mano y espaldas bronceadas, se deciden a descansar de
sus quehaceres anuales.
Además, el turismo ha contribuido y puede contribuir a evitar el éxodo rural o a
mantener algunos oficios o tradiciones en vías de desaparición. Quizá algún día nos
demos cuenta que, para que el paisaje rural siga siendo lo que fue, va a hacer falta
mantener a algunos “jardineros” que den a la naturaleza la forma esperada por los
visitantes del lugar, como muy bien ha comprendido la Unión Europea en el punto 19
de la Política Agraria Común, al no distinguir entre las acciones destinadas a la
preservación del medio ambiente y aquellas que se dirigen al mantenimiento de un
cierto tipo de paisaje.
En este mismo sentido, el turismo rural, entendido como actividad
complementaria a la explotación agropecuaria, puede permitir la subsistencia de
pequeñas unidades rurales que, de otro modo, se verían condenadas a la desaparición.
Todo ello, sin tener en cuenta la importancia que para la redefinición de los roles
sexuales tradicionales puede tener esta actividad a menudo ligada a la práctica femenina
(Caballé, 1997).
Sobre este último punto cabe la pena resaltar la importancia que el incremento
de B&B ha tenido en la católica Irlanda: precisamente en un momento en que la mano
de obra masculina vivía sus peores año en lo que al paro se refiere, las mujeres
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comenzaron a encargarse de ofrecer servicios turísticos en su propia casa. De esta
forma, se convirtieron en puntales de algunas economías domésticas, y así los roles
tradicionales que les eran atribuidos fueron más o menos puestos en entredicho. Parece
evidente que este cambio ligado al turismo no ha supuesto una “revolución sexual”,
pero es seguro que ha contribuido a poner sobre la mesa el debate sobre el papel
tradicional de la mujer en las sociedades europeas.
Retomando el tema del turismo rural y de la política de protección ambiental de
la Unión Europea, queremos resaltar los efectos que el turismo puede generar
directamente sobre el medio ambiente. Como veremos más adelante, el medio ambiente
europeo es el resultado de una presencia humana secular. El abandono de áreas rurales
no sólo vaciará la postal que los turistas esperan encontrar (como se ha producido ya en
la mayoría de nuestros parques naturales), sino que hará que la naturaleza retome lo que
secularmente le fue arrebatado. Se corre así el peligro de que esos espacios que nos
parecen tan naturales pierdan su aspecto “natural” y con ello el encanto que representan
para los turistas. De ahí el articulo 19 de la PAC y su ambigüedad que permiten
mantener unas ciertas formas y no sólo unas ciertas relaciones ecológicas. Si la
naturaleza recupera su aspecto anterior a la conquista humana, puede que pierda su
aspecto típico y su encanto para atraer turistas. Por ejemplo, la desaparición de las
praderas verdes, arrebatadas por el avance imparable del bosque, puede hacer
desaparecer esa sensación de sosiego y de bienestar que muchos turistas o
excursionistas buscan en sus salidas al encuentro de “lo natural”. De ahí que quizá el
turismo implique y a la vez posibilite la implementación de un cuerpo de “jardineros
forestales” que cumplan la misión que antaño ejercían, quizá inconscientemente, los
campesinos. Lo mismo sucedería con ciertas zonas lacustres, pues la ecología nos indica
que, ajenas a la intervención humana, estas zonas tienden a convertirse en espacios
vegetales cerrados de aspecto muy distinto al que esperamos encontrar actualmente
cuando nos dirigimos a alguno de ellos.
El turismo también puede ayudar a conservar caminos y construcciones
tradicionales, bien utilizándolos de forma práctica, bien convirtiéndolos en fondos para
una naturaleza pensada como cuadro que hay que mirar con ojos de artista. Es el caso de
los hórreos del norte de España, pero también de las Cabanyes de vinya, las cabañas de
viña catalanas, actualmente defendidas como parte de nuestro patrimonio cultural.
En el mismo sentido, el turismo permite el mantenimiento de algunos recursos y
algunos puestos de trabajo en ciertas explotaciones mineras o industriales que se han
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sumido en una profunda crisis. Es el caso de las minas de sal potásica de Cardona, en
Cataluña, o de otras instalaciones mineras cuya explotación ha dejado de ser rentable
(Llurdés, 1994)
En resumen, el turismo tiene y va a tener una gran importancia en el momento
actual y en los años venideros, importancia que habría que saber comprender y analizar
para saber sacar de ella el máximo provecho. De ahí la necesidad casi diríamos
ineludible del estudio de la geografía del turismo.
Francesc Roma i Casanovas, 2001.
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