Digna Ochoa, el mensaje del Gobierno "progresista" de México DF

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Digna Ochoa, el mensaje del Gobierno "progresista" de
México DF
Javier Hernández Alpízar :: 11/12/2010
Al investigar la muerte de la abogada y defensora
de DDHH amenazada de muerte se dedica a
hurgar en la vida sexual de la difunta para forzar
la conclusión de suicidio
Escribió el periodista Federico Campbell que la relación más directa del poder –el estado, el
gobierno– con el ciudadano es la policía. ¿Qué se puede pensar de un gobierno que al investigar la
muerte del una abogada y defensora de derechos humanos amenazada de muerte se dedica a hurgar
en la vida sexual de la difunta para forzar la conclusión: “se suicidó”? Además de recibir (el gobierno
federal de Fox) por parte la Corte Interamericana de Derechos Humanos la petición de medidas
cautelares; Digna Ochoa había estado exiliada por esas amenazas, porque había tenido el valor de
sentar en el banquillo de los acusados a militares y policías para probar la inocencia de sus
defendidos: campesinos ecologistas, luchadores sociales, presas y presos políticos, víctimas de la
tortura, algunos de ellos acusados de pertenecer a grupos revolucionarios armados. Las evidencias
de su asesinato son muchas, pero la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal [PGJDF],
en dos ocasiones, bajo la responsabilidad de Bernardo Bátiz, primero, y, luego de verse obligado a
reabrir el caso y a tomar en cuenta las evidencias que Bátiz se negó a investigar, bajo la del Miguel
Mancera, ha vuelto a asesinar a la víctima con la infamia del “suicidio”. Es una segundo femicidio, el
de su nombre, su recuerdo. Bajo un gobierno que se dice “de izquierda”, fueron protegidos los
asesinos de una defensora de los derechos humanos que tomó los casos de varios incómodos
luchadores de la izquierda mexicana. Antes de que ocurriera el nuevo carpetazo con la amañada
conclusión, el Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (CCTI) señaló que la PGJDF estaba dejando
de lado las evidencias que podrían conducir a los asesinos. Otra vez el GDF [Gobierno del Distrito
Federal] estaba dirigiendo la investigación contra la víctima. En entrevista para La Jornada
Guerrero, el CCTI expresó que: “Ochoa y Plácido, al momento de ser asesinada, el 19 de octubre de
2001, investigaba los casos de los ecologistas de Petatlán, Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera; de los
hermanos Cerezo Contreras, acusados de militar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias del
Pueblo; de Gloria Arenas y Jacobo Silva, miembros del ERPI.” “Dos años antes de ser asesinada,
Ochoa y Plácido recibió dos fuertes amenazas contra su vida, de lo que responsabilizó al gobierno
mexicano por no ofrecer garantías para su seguridad personal.” “En 1999 fue secuestrada dos veces.
Entonces, los sujetos que la atacaron le hacían preguntas sobre supuestos contactos en Guerrero,
Hidalgo, Puebla y Oaxaca, casas de seguridad del EZLN y el EPR y de los comandantes Antonio y
Aurora, del ERPI.” Las evidencias apuntaban a caciques, pistoleros, taladores ilegales de madera,
paramilitares y narcotraficantes en Guerrero. Al actuar como lo ha hecho, la procuración de justicia
del GDF, protegiendo intereses electorales de López Obrador en al pasado y de Ebrard Casaubón
actualmente, se han convertido en protectores del oscuro mundo de sicarios y criminales de la
ultraderecha. Y son ellos quienes dicen que cambiarán al país, y que con ellos sí habrá justicia. El
lahaine.org :: 1
asesinato de Digna Ochoa, el 19 de octubre de 2001, fue una señal para la izquierda mexicana. La
guerra sucia está viva, no habría defensa para los quienes se atrevieran a impugnar el orden
establecido. Después de ese crimen (ahora lo vemos: un crimen de estado), el incremento de los
asesinatos políticos y asesinatos a secas, de las desapariciones forzadas, de las prisión política y la
persecución contra todo defensor de derechos humanos, luchador social, opositor, disidente,
comunicador no alineado con el poder, es la continuación de la misma política contrainsurgente, esa
que nunca ha dejado de existir en México, pero recrudeció desde 1994. Actualmente el grado de
intromisión militar en la vida pública mexicana, y de los halcones de Washington en la vida política y
militar mexicana, es más alto que nunca en tiempos de “paz”. Con la impunidad de los asesinos de
Digna Ochoa y la infamia de hurgar en su vida privada, sexual incluso, y en lo que sus “amigos”
dicen de ella, tratando de justificar la única conclusión que excluye a un asesino y criminaliza a la
víctima, la dupla López Obrador- Bernardo Bátiz, ayer, y ahora la dupla Marcelo Ebrard -Miguel
Mancera mandaron una señal a los sectores de ultraderecha que llevan a cabo la guerra sucia en
curso: “somos elegibles, si llegamos a Los Pinos no tocaremos su impunidad”. Para todos aquellos
cuyos derechos humanos fueron defendidos por Digna Ochoa, hay una lectura inequívoca: la
“izquierda” electoral les da trato de enemigos. En varios artículos hemos comentado la complicidad
de esa “izquierda” en la contrainsurgencia y en la violación estructural de los derechos humanos en
Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Atenco, la ciudad de México. Las luchas de los de abajo en México son
un enemigo a derrotar para esa “izquierda electoral” que cobija con la impunidad a quienes asesinan
a integrantes de esa izquierda incómoda. Vayan con su discurso de “justicia y derechos humanos” a
otra parte, señores candidatos, a ver quién les cree a los López Obrador, Bernardo Bátiz, Marcelo
Ebrard, Miguel Mancera, Juan Sabines, Zeferino Torreblanca, Nazario Montiel y demás “izquierda”
electorera. Ahora podrían incluir a Rogaciano Álvarez entre sus candidatos, al fin ya han incluido a
otros actores de la contrainsurgencia como Adolfo Orive, ex asesor de Carlos Salinas, coordinador
de los asambleístas del PT en el DF, y actual impartido de talleres de “poder popular” para
seguidores de AMLO. Babel / http://zapateando.wordpress.com/
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