Revolucion en EEUU - Historia Argentina y Universal

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Durante el siglo XIX existió un condicionante del proceso de formación de Estados
Unidos: su inicio hacia el despegue industrial. Esta condicionante lo era con
respecto a Europa, de la cual había surgido. Sin embargo, este joven país con la
esperanza puesta en consumar su independencia contra reaccionó; sumado a sus
necesidades de expansión territorial, en gran parte desconocida, y a la que
necesariamente había que conquistar, consecuentemente se procuró un carácter
particular:
• Un “espíritu de empresa” era lo que caracterizaba a esta sociedad de pioneros.
Sin embargo, esta sociedad estadounidense resultó de las diferentes clases sociales
y la desigualdad de fortunas, una sociedad “antagonizada” ya sea por la pugna de
grupos sociales que poseían intereses disidentes o por la oposición en sí.
El
resultado de esta situación fue similar a los conocidos en Europa: intolerancia al
feudalismo y a la tradición secular de los conflictos mentales.
• Los movimientos relacionados entre la natalidad y mortalidad trajo como
consecuencia
la
presión
demográfica.
Así,
a
lo
largo
del
siglo
XIX
el
comportamiento demográfico evidenciado por la constante afluencia de migrantes,
pesaba sobre el crecimiento continuo. Además influyó de manera excesiva la
extensión territorial y el consecuente movimiento hacia el oeste en este país.
• El liderazgo económico y tecnológico de Inglaterra hicieron mucho por el
desarrollo industrial estadounidense. Aunque también podría decirse que los
inventores del joven país con sus propias contribuciones y orientaciones hicieron
por Inglaterra.
Evolución demográfica
El proceso demográfico de Estados Unidos tuvo tres rasgos esenciales que lo
caracterizaron. En cuanto a la población, este país no superaba los cuatro millones
de habitantes en el primer período; sin embargo la misma se fue duplicando cada
23 años, hasta que en vísperas de la Guerra de Secesión logró alcanzar los 32
millones. No obstante, en el último tercio del siglo se evidenciaría un relativo
descenso en dicho crecimiento. Por lo tanto, la presión demográfica de dicho país
posee los siguientes aspectos fundamentales.
Ritmo de mortalidad y natalidad
Desde principios de siglo y hasta 1870, la tasa de natalidad se mantuvo en 45 por
ciento aproximadamente; hasta descender de 38 a 30 por ciento en 1890. El alza
del nivel de vida y del progreso general, acompañaron esta evolución. La tasa de
natalidad siempre fue superior a la tasa de mortalidad, aunque esta último también
siempre fue menor que en Europa. A tal punto que se paso de un 25 por ciento en
1800 al 20 por ciento en 1865. Para finalizar con un 17.2 por ciento en los inicios
del siglo XX.
La inmigración
Fundamentalmente podemos hacer énfasis en dos corrientes migratorias: la
primera de ellas con llegada de inmigrantes desde Inglaterra y Alemania antes de
1870. Y la segunda que se produjo después con una nueva oleada proveniente de
Europa meridional y Europa del Este. Sin embargo, hacia 1890 se inició una
emigración nórdica. Tal es así que el creciente desarrollo de Estados Unidos suponía
una verdadera esperanza para aquellos que padecían de la opresión o de la miseria,
como fue el caso de los austriacos, polacos, rusos, entre otros. Estadísticamente, la
proporción de extranjeros y americanos nacidos en el extranjero se conservó entre
un 10 y 13 por ciento. Cabe destacar, que lo que facilitó con frecuencia la
existencia de estas corrientes migratorias fueron los avances en la navegación.
La conquista de la frontera
Un largo proceso de organización, el cual brindaba un amplio abanico de resultados
económicos, sociales y culturales; fue el escenario concreto por el cual durante todo
el siglo XIX esta nación expandía sus fronteras iniciales. Por ejemplo, en 1803 se
incorporaron Ohio, Vermont, Kentucky y Tennesse, corriéndose la frontera hacia el
oeste del río Mississipí. Sumado a ello, el territorio de Louisiana se incorporó ese
año a través de una compra. Esta sumatoria continuó en 1818, cuando la región
central de la frontera con Canadá fue cedida por Inglaterra. Un año después de este
hecho, Florida fue vendida por España. Pese a todo ello, el territorio estadounidense
tuvo modificaciones sustanciales durante la
década
de
los cuarenta,
más
precisamente cuando se anexa Texas en 1845, un año más tarde lo hizo Oregon y
definitivamente se estableció el actual mapa de Estados Unidos en 1848 con
la
incorporación de la Alta California y Nuevo México.
La expansión hacia el oeste
Un hecho fundamental fue el aumento de la movilización hacia el oeste, lo que
implicó que en el ámbito económico, los centros urbanos materialicen la etapa
inicial de la industrialización en Estados Unidos. A partir de ese momento se
desarrollo un proceso de proletarización, observado con anterioridad en Inglaterra,
y que conllevaba las difíciles condiciones sociales de vida en aquel entonces. Pero
además, con la memoria aún fresca de los discursos revolucionarios de la guerra de
la independencia, entraron en refutación las condiciones impuestas por la
explotación capitalista y la conciencia de libertad de amplias masas de población.
Para aquellos miles de hombres y mujeres que no estaban dispuestos a convertirse
en asalariados, el oeste fue su esperanza. A tal punto que hacia la conquista de la
frontera se “colaban” importantes contingentes humanos, sin importar la fuerte
presión demográfica.
La oferta de mano de obra industrial se resintió y los empresarios se vieron
forzados a desarrollar un mejoramiento tecnológico, que supliera la relativa escasez
de mano de obra con una mecanización cada vez más perfeccionada. En el terreno
económico se trazó lo que podríamos llamar una división geográfica del trabajo, con
tres polos fundamentales que se articularían armónicamente: el este industrial, el
oeste agrícola y el sur algodonero. Incluso antes de conocer las enormes ventajas
del ferrocarril, la interrelación entre los tres polos se veía favorecida por la
extraordinaria red fluvial natural: el oeste vendía sus productos agrícolas a los
estados del sur, utilizando el Mississipí que enlazaba con Ohio. Al mismo tiempo, el
sur exportaba algodón a la industria textil de los estados del este.
La industrialización
En la segunda mitad del siglo XIX la industria estadounidense creció más que
ninguna otra en el mundo. Las primeras manufacturas se crearon con importación
de mano de obra extranjera especializada. La guerra de 1814 contra Inglaterra, al
cortar la entrada de los productos británicos, permitiría la creación de algunas
industrias, que ya en 1816 comenzaron a crecer considerablemente. Después de
1840-1860, la utilización de la hulla y el vapor impulsaron notablemente la
siderurgia y el transporte.
El mercado interior se amplió y se unificó. Gracias al gran mejoramiento de las
comunicaciones, el país avanzó económicamente a un ritmo bastante rápido. Los
países capitalistas europeos se expandían colonizando regiones lejanas; los
estadounidenses se desarrollaron principalmente dentro de su país, concentrando
esfuerzos en la explotación de sus inmensos recursos naturales. El desarrollo de la
industria algodonera, por ejemplo, se extendió a partir de 1816. En 1860 se
concentró en Nueva Inglaterra un conjunto industrial algodonero, que empleaba
cerca de 122 mil obreros.
Su gran impulso estuvo condicionado por la entrada de la máquina de vapor y el
rezago de la máquina doméstica. Los dueños de bancos, ferrocarriles, acero y
petróleo se apoderaron de las tierras de los aborígenes, impusieron hipotecas y
absorbieron la economía esclavista del sur. Importaron millones de trabajadores y
obreros especializados, para superar las técnicas europeas. Chinos y filipinos
construyeron ferrocarriles y granjas con jornadas excesivas y bajos salarios; pero
sobre todo se edificaron fortunas sobre millones de esclavos negros.
Fuente Consultada: Historia Universal Gómez Navarro y Otros
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