Israel ya no es más que un tigre de papel

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Israel ya no es más que un tigre de papel
Thierry Meyssan :: 08/01/2013
Durante la reciente agresión israelí, la Resistencia palestina lanzó nuevos misiles que
rebasaron sin dificultad la barrera que debía representar la «Cúpula de Hierro»
La celebración del 25 aniversario del Hamas coincidió con la celebración de la victoria ante la
reciente agresión israelí. En todo caso, esta breve guerra ha modificado profundamente la situación
estratégica del Estado hebreo y ha restablecido la unión entre varios sectores de los combatientes
palestinos. Prueba de ello es el hecho
que, en Gaza, el Hamas autorizó a los
partidarios de Al Fatah a celebrar
públicamente el reconocimiento de
Palestina como Estado observador en
la ONU mientras que, en Cisjordania,
Al Fatah otorgó una autorización
similar a los militantes del Hamas.
Incluso las cuatro corrientes internas
del Hamas parecen haberse
reconciliado alrededor de Khaled
Mechaal. Esta brusca evolución es
síntoma de una toma de conciencia.
Los palestinos han perdido el temor a
Israel y han recobrado nuevamente la esperanza. Como muestra de esa confianza recobrada, cientos
de miles de personas se congregaron para escuchar los discursos de sus líderes, sin temor a los
bombardeos israelíes. Durante la más reciente agresión israelí, la Resistencia palestina puso a
prueba nuevos misiles, con un alcance de 120 kilómetros (en vez de los 8 kilómetros de sus
acostumbrados proyectiles artesanales), que rebasaron sin dificultad la barrera que debía
representar la «Cúpula de Hierro», el sistema israelí de defensa antimisiles, que sólo lograr
interceptar los cohetes más primitivos. Si a ello se aúnan las posibilidades de los proyectiles del
Hamas y las de los del Hezbollah, resulta que la totalidad del territorio israelí se halla actualmente
dentro del radio de acción de esos proyectiles. Por consiguiente, la defensa israelí basada en la
«profundidad estratégica» ha pasado a ser obsoleta. La defensa de Israel se ha convertido en una
misión imposible. En Tel Aviv, los servicios de inteligencia aseguran que, desde la guerra de 2006, la
capacidad de bombardeo del Hezbollah se ha multiplicado por 400 (No es un error tipográfico, ese
es el dato correcto «multiplicado por 400»). En caso de guerra regional, el territorio israelí sería
arrasado en pocos meses. Esa nueva correlación de fuerzas se hace más evidente al comparar las
sucesivas agresiones israelíes.
En 2006, el ataque israelí contra el Líbano duró 33 días. En 2009, la agresión contra la
franja de Gaza duró 22 días. En 2012, la más reciente agresión contra Gaza duró 8 días.
En 2006, 200 000 israelíes se vieron obligados a recurrir a los refugios antiaéreos para
escapar a la respuesta del Hezbollah. Esta vez, en 2012, el número de israelíes que tuvo
que ponerse al abrigo de los cohetes palestinos ascendió a 2 millones.
Por vez primera, los palestinos, el Hezbollah y Teherán hicieron saber públicamente que los nuevos
cohetes son de tecnología iraní. Al mismo tiempo, Irán ha demostrado su superioridad tecnológica en
el campo, ciertamente limitado y sin embargo crucial, de los drones. Un gran avión sin piloto,
teledirigido por el Hezbollah, logró sobrevolar todo Israel, desde el Líbano hasta Dimona, sin ser
descubierto. Sólo fue detectado y destruido cuando ya sobrevolaba la central nuclear de Dimona. Sin
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embargo, cuando un drone estadounidense fue detectado sobre el Golfo arábigo-pérsico, los
Guardianes de la Revolución iraníes –en vez de destruirlo– lograron controlarlo y hacerlo aterrizar.
Soldados israelíes tratan de protegerse
de una salva de cohetes en Kiryat
Malachi, en el sur de Israel, a
mediados de noviembre de 2012. Las
perspectivas de Tel Aviv han cambiado
por completo. Durante 64 años, el
interés de Israel se situaba en desatar
guerras con la esperanza de ganar
cada vez más territorio con cada una
de ellas. Pero en este momento Tel
Aviv tiene que evitar a toda costa
cualquier nuevo conflicto, porque lo
que estaría en juego sería su propia supervivencia. Esto explica el cambio de retórica del Hamas. En
su reciente discurso en Gaza, Khaled Mechaal declaró vez primera: «Palestina es nuestra, desde el
río (Jordán) hasta el mar (Mediterráneo) y desde el sur hasta el norte. No haremos ninguna
concesión. No abandonaremos ni una sola pulgada de nuestra tierra.» En otras palabras, reclamó no
sólo la franja de Gaza y Cisjordania sino todo el territorio de la Palestina que estuvo bajo el mandato
otorgado a Gran Bretaña –de 1922 hasta 1948–, lo cual incluye la actual Jordania. Haciendo suyo el
reconocimiento de Palestina por parte de la ONU y el abandono –por parte de Mahmud Abbas– del
«derecho al regreso», el Hamas renuncia a su vez a la solución de los dos Estados y reclama ahora
un Estado único, donde actualmente existen tres, posición de coincide precisamente con la posición
adoptada por Irán a partir de la Revolución de 1979. «Nunca reconoceremos como legitima la
ocupación Israel (…) Israel no tiene ninguna legitimidad, ni la tendrá nunca», prosiguió Khaled
Mechaal. Este nuevo contexto incita a Tel Aviv a respaldar sin reservas el proyecto de Francia, Gran
Bretaña y Qatar de sabotear, antes de febrero, el acuerdo de paz EEUU-Rusia y de atacar Siria antes
de ese mes. Israel está, en efecto, ante su última oportunidad de emprender una aventura militar.
Red Voltaire
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