Algunas características de la población activa de una ciudad terciaria:

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La estructura profesional de una ciudad terciaria: A Coruña, 19001960
Jesús Mirás Araujo
Universidade de A Coruña
Introducción
En el presente trabajo se estudian algunas de las principales características de la
población activa de una ciudad de rango jerárquico intermedio durante la primera mitad del
siglo XX. El objetivo es determinar qué tipo de estructura profesional era la dominante en la
ciudad, y las posibles transformaciones que se registraron en la actividad de sus habitantes en
un período en conjunto de gran importancia para la sociedad española, que antecede a los
profundos cambios que se desarrollaron a partir de los años sesenta. La investigación nos
introduce en el conocimiento de la estructura económica urbana a través del examen de sus
distintos sectores, proporcionando así un primer índice del nivel de desarrollo
socioeconómico de la comunidad.
La principal hipótesis a demostrar es el predominio de las actividades terciarias sobre
las de tipo industrial y primario, como parte de un proceso de consolidación del sector a largo
plazo, de naturaleza semejante al de otras ciudades españolas de un nivel similar dentro de la
jerarquía urbana nacional, pero que se afianzó durante la primera mitad del siglo pasado. Este
predominio se basaba principalmente en las actividades vinculadas al tráfico portuario, pesca,
comercio, además de otras tradicionales funciones urbanas, repitiendo en este caso el mismo
patrón de la mayor parte de las ciudades españolas de tipo medio.
La fuente utilizada han sido los Censos de la Población de España, a pesar de que
numerosos autores han puesto de manifiesto que adolecen de algunas limitaciones que
restringen su fiabilidad. Entre otros, destacan su escasa actualización y desagregación, tanto
espacial como sectorial, lo que plantea dudas sobre la realidad de la actividad de la población
(Vinuesa, 1988), circunstancia que se ha revelado como un problema especialmente grave en los
censos de principios de siglo (Puyol, 1990: 122). Sin embargo, su principal deficiencia radica en
la falta de homogeneidad y permanencia de los sistemas clasificatorios, y en los cambios en la
nomenclatura utilizada en los conceptos básicos –por ejemplo, el de la población activa1-,
1
Esto ha obligado a algunos autores a emplear una denominación diferente a la hora de referirse a la actividad
económica de la población (Tamames, 1987). Vid. de Miguel (1982). Por ejemplo, entre los datos de
clasificación profesional y los de población activa existen importancia diferencias. La principal radica en que la
primera se refiere a la cualificación del individuo y la segunda a la profesión concreta que ejerce en un
2
siendo en la población activa femenina donde los criterios de registro han sido más variables.
Sólo a partir del Censo de 1900 comenzaron a solventarse -parcialmente- las dificultades para la
formulación de una nomenclatura adecuada de las actividades económicas, gracias a la adopción
de una clasificación aceptada internacionalmente2. Además, a nivel de los sectores secundario y
terciario, durante los primeros censos del siglo no se efectuó una distinción entre patronos y no
patronos (sólo en el de 1920). Y en el caso de la actividad comercial los datos no permitían
determinar con exactitud la estructura del mercado de trabajo y realizar una diferenciación
social de la actividad (Nielfa, 1985: 107). Finalmente, las actividades que no aparecían bien
especificadas suponían un porcentaje considerable, arrastrando así el crecimiento del epígrafe
“Otros”.
Por último, los peculiares rasgos socioeconómicos de la región gallega acrecientan las
dudas, debido al predominio de actividades primarias, caracterizadas por la permanencia de
unas estructuras de tipo tradicional. La principal anomalía reside en la infravaloración de la
actividad femenina, sobre todo cuando el hombre era agricultor o comerciante. Algo similar
ocurría con rentistas y jubilados, que solían ejercer algún tipo de tarea agraria (Bertrand, 1992:
169).
Con todo, los datos han permitido comprobar un aumento de la población activa
durante gran parte del período analizado, fruto de una rejuvenecida estructura por edades gracias al crecimiento vegetativo y, sobre todo, la inmigración regional-, que se comienza a
quebrar, sin embargo, en el tramo final de la etapa analizada. Se confirman, además, grosso
modo los rasgos revelados por el tejido empresarial a través del análisis de la contribución
industrial (Mirás, 1995, 1999), con un claro predominio del sector terciario. Sin embargo, se
detecta la existencia de un cierto dualismo socioeconómico, originado por la contraposición
entre el elevado número de actividades de servicios de baja cualificación (servicios
determinado momento. Sin embargo, la clasificación profesional se ha considerado un buen reflejo de la
población activa, y así lo han supuesto quienes han utilizado sus cifras (Zapata et al., 1996: 34-35).
2
El censo correspondiente a ese año recogió 91 categorías socioprofesionales, ampliadas a 129 en 1930 y a 139
en 1940, y en 1950 se añadieron otras clasificaciones de la población por sectores y por situación profesional y
condición socioeconómica. No obstante, en los primeros censos de este siglo (1900, 1910), existen diferencias
en los criterios de clasificación socioprofesional, debido a las diferentes clasificaciones adoptadas (Nicolau,
1989). Gil (1978) advierte de que la razón de tal discrepancia sería que, para los resultados de las capitales de
provincia, los criterios empleados se basaban en los censos del siglo XIX, mientras que para los resultados
nacionales se empleaba otra clasificación aprobada por el Instituto Nacional de Estadística (García Ballesteros,
1982).
3
domésticos, comercio cotidiano, etc.), y otras de mayor nivel de sofisticación, vinculadas por
lo general a los diferentes tráficos originados por el principal motor de la actividad económica
local, el puerto.
Caracterización de la evolución de algunos indicadores demográficos básicos
En conjunto, la primera mitad del siglo XX constituyó una etapa decisiva en la
evolución histórica de A Coruña. A principios de siglo, era la ciudad más habitada de Galicia.
Sin embargo, su población apenas se acercaba a los 44.000 habitantes (Tabla 1), lo que le
valía únicamente para ocupar una posición intermedia dentro de la jerarquía urbana nacional.
El modelo demográfico de entonces se caracterizaba por la permanencia de algunos
elementos propios de un régimen demográfico antiguo, aunque inmerso ya en pleno proceso
de modernización. A lo largo de la primera mitad de la centuria, las variables que definían el
comportamiento biológico –tasas de natalidad, mortalidad, nupcialidad, etc.- dieron lugar a
un crecimiento vegetativo relativamente reducido, como resultado del inicio de la transición
demográfica en la ciudad (Figura 1). En consecuencia, el crecimiento demográfico endógeno
era más lento que el de su entorno rural.
Tabla 1. Población de hecho de A Coruña, 1900-1960
Población
Indice
Crecimiento Crecim. capitales
de hecho
anual
provincia
1900
43.971
100
1910
47.984
109
0,91
1,00
1920
62.022
141
2,92
1,72
1930
74.132
169
1,95
2,48
1940
104.220
237
4,06
2,41
1950
133.844
304
2,84
2,17
1960
177.502
404
3,26
2,18
Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Censos de Población
Al igual que ocurrió con la mayor parte de las ciudades españolas medias, A Coruña
experimentó un crecimiento demográfico destacado. Podemos distinguir dos grandes etapas,
separadas por la Guerra Civil3. A pesar de que el crecimiento durante el primer tercio del
siglo fue notorio, la fase de mayor progresión se sitúa en los años treinta4. La causa sería la
3
La Guerra Civil significó un fuerte freno en el proceso de modernización que se había iniciado en numerosas
ciudades españolas, especialmente en las de tamaño medio y grande, aunque la posterior política económica
autárquica de posguerra en realidad favoreció especialmente a un grupo concreto de ciudades, las industriales,
que crecieron de modo importante, gracias a la inmigración rural (García Merino, 1995: 9).
4
Aunque la mutación urbana posterior a los años cincuenta fue la más importante de la historia española y se
halla suficientemente estudiada, recientemente se ha reconocido que desde los años veinte las ciudades españolas
experimentaron un considerable cambio. Este decenio representa el eslabón anterior y necesario para
comprender el desarrollo de las ciudades españolas, pues constituye una pieza esclarecedora esencial “de una
4
50
40
30
20
10
0
Tasa natalidad
Tasa mortalidad
1960
1955
1950
1945
1940
1935
1930
1925
1920
1915
1910
1905
1900
-10
Tasa C.V.
Figura 1. Tasa de crecimiento vegetativo de la población de la ciudad de A Coruña
Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Movimiento Natural de la Población
coyuntura depresiva que presidió este período, cuyos acontecimientos (recesión económica,
guerra, posguerra) supusieron un freno importante a la emigración exterior gallega, principal
válvula de escape rural, quedando como única alternativa la de dirigirse hacia las ciudades
regionales más dinámicas.
Durante los años cuarenta y cincuenta, el crecimiento fue también notable. En la
primera década, a pesar de restablecerse la emigración latinoamericana, de nuevo la crisis
internacional -guerra mundial- frustró la salida hacia el exterior. El propio régimen franquista
imponía numerosas trabas, debido a intereses políticos. En los años cincuenta se inició la
migración masiva hacia las ciudades españolas (Gozálvez, 1991). Esto se tradujo en un
desarrollo urbano importante en A Coruña. De hecho, su crecimiento demográfico fue mayor
que el del conjunto de las capitales de provincia5. El resultado fue un crecimiento
demográfico destacado, en términos absolutos y relativos, dentro del contexto de las capitales
provinciales de rango intermedio6.
época de tránsito y muerte de lo tradicional e inaugural de la modernización de España” (Bonet, 1992: xii). La
distribución de la población activa española por sectores refleja el proceso de éxodo rural que daba sus primeros
pasos por entonces, es decir, un importante crecimiento en sectores como la construcción, el comercio, los
transportes u otros servicios (Malerbe, 1981: 21-22).
5
Si lo consideramos globalmente, pues el ritmo de crecimiento fue más acelerado en las ciudades de mayor
tamaño (Díez Nicolás, 1966).
6
Delgado (1995). Una posible hipótesis explicativa sería el retraso cronológico español en relación a los países
más desarrollados. Entre sus posibles causas, el tardío proceso de industrialización, que retrasó la urbanización
de la sociedad española hasta el primer tercio del siglo XX e incluso más tarde (Reher, 1990; Gómez Mendoza y
Luna, 1986).
5
A pesar de que no es posible negar la aportación de la componente vegetativa (Figura
1), así como la habitual anexión de municipios limítrofes (en el caso coruñés, Santa María de
Oza, en 1912), la emigración fue la principal responsable del crecimiento demográfico7.
Utilizando la información suministrada por el Padrón municipal de habitantes, Blanco (1996:
149) ha estimado que alrededor de 1900 sólo el 52,16% de la población urbana había nacido
en la capital. La influencia de la ciudad se extendía hacia el hinterland próximo, de manera
que los principales flujos migratorios procedían de los municipios más cercanos. Pero su
influjo se extendía hacia el resto de la provincia (en donde había nacido el 28,34% de la
población urbana), e incluso hacia el resto de la región (Blanco, 1996: 150-151). Aun sin
disponer de información detallada para los años posteriores, todos los indicios apuntan a una
agudización de este fenómeno.
La emigración rural estaba constituida principalmente por población activa. Y ello
tuvo profundas repercusiones sobre el mercado de trabajo urbano, debido a los efectos que
ejerció sobre la estructura por sexo y edades de la población urbana, especialmente sobre la
de su población activa, a través del mayor crecimiento del número de hombres que de
mujeres, especialmente en las fases de más intenso flujo migratorio. En A Coruña la
población inactiva superaba ampliamente a la activa (Tabla 2). El diferencial, además, era
creciente (salvo un ligero retroceso en 1930). Pero esto resulta engañoso. En general, la
población masculina mostró porcentajes –que, además, iban en aumento- de actividad
superiores a los de inactividad, y eran las mujeres las “responsables” principales de la baja
tasa de actividad, circunstancia coherente con el nivel de desarrollo socioeconómico existente
entonces. La mujer todavía no había alcanzado un status laboral equiparable al hombre. Debía
dedicarse a las tareas domésticas, lo que elevaba cuantitativamente las estadísticas de
población inactiva. De no ser por estas labores, las diferencias no serían sustanciales -salvo su
distinto status profesional-, pues la restante población inactiva (estudiantes, pensionistas, etc.)
7
Lo que coincidía con el patrón de la mayoría de las ciudades pequeñas y medias en España. En opinión de
Delgado en estas ciudades “la responsabilidad exclusiva del aumento de la población [..] recayó en la
inmigración”, lo que revela unas pautas de comportamiento biológico propias de un régimen demográfico
primitivo hasta al menos la segunda década del siglo XX (Delgado, 1995: 77). Se distinguían dos tipos de
situaciones. La primera, la de unas pocas capitales capaces de albergar a un importante contingente migratorio
de la propia provincia e incluso de otras aledañas; la segunda, que constituía, además, el grupo más numeroso de
capitales, que sólo acogieron una parte reducida de los emigrantes provinciales (Delgado, 1995: 78). A Coruña
encajaba dentro de este último perfil, dado que las cifras de emigrantes que salían hacia el exterior eran muy
superiores a las de los que se dirigían a la ciudad.
6
no mostraba grandes disparidades. La todavía escasa penetración de la mujer en el mercado
laboral se veía, además, acompañada de un acceso selectivo -debido a su especialización en
actividades no avanzadas del sector terciario, con excepción de ciertas industrias, como la
manufactura del tabaco, la pesca u otras-, que se realizaba de forma bastante más lenta que la
masculina.
Tabla 2. Estructura económica de la población urbana (porcentajes)
Población activa
Hombres
Mujeres
1900
59,28
30,09
1910
58,18
25,17
1920
59,12
16,85
1930
59,61
21,37
1940
63,66
16,15
1950
65,29
19,55
1960
58,77
17,88
Fuente: vid. Tabla 1
Total
43,28
40,08
36,44
39,16
38,99
40,53
37,43
Población inactiva
Hombres
Mujeres
40,72
69,91
41,82
74,83
40,88
83,15
40,39
78,63
36,34
83,85
34,71
80,45
41,23
82,12
Total
56,72
59,92
63,56
60,84
61,01
59,47
62,57
TOTAL
100
100
100
100
100
100
100
El mayor crecimiento de los activos provino de la aportación masculina (un 80,55 %
del total), lo que cuestiona la supuesta incorporación femenina al trabajo en la sociedad
española, máxime si tenemos en cuenta la notable disminución de la tasa de actividad entre
las mujeres. A pesar de ello, el incremento porcentual de la población activa masculina fue
escaso, llegando en ocasiones a disminuir, lo que significa un mayor progreso de los
inactivos, fundamentalmente estudiantes y ancianos8.
La Guerra Civil marcó una profunda línea divisoria. El crecimiento absoluto de la
población activa masculina fue más rápido después del conflicto, sobre todo en los años
cuarenta y cincuenta, a causa de la emigración rural, que encontraba dificultades para poder
salir hacia el exterior. Su crecimiento en términos absolutos se explica por tratarse de
población mayoritariamente activa. Sin embargo, el avance de la transición demográfica y su
secuela en forma de un mayor número de ancianos, y la ampliación del período escolar
provocaron un crecimiento más acelerado de la población inactiva9. Entre las mujeres, ambas
etapas se aprecian todavía con mayor nitidez, porque, además, tuvieron gran influencia las
mujeres dedicadas a tareas domésticas, que provocaron un enorme incremento absoluto de los
8
Coincide en este sentido con el comportamiento del país, en donde la población activa aumentó a un ritmo más
lento que la población total, disminuyendo la tasa de actividad (Maluquer, 1991: 64).
7
inactivos femeninos (responsables en un 68,78 % del aumento de la población inactiva total).
Sin embargo, en mi opinión, este proceso globalmente muestra en estado embrionario el
tránsito hacia una sociedad moderna, con una mayor presencia de población inactiva
(ancianos y jóvenes en período de formación). Este proceso se consolidará durante las
siguientes décadas, siguiendo la tendencia de los países desarrollados.
Estos cambios resultan aparentemente contradictorios con lo que había constituido la
norma en el conjunto de la sociedad gallega, en donde los porcentajes de participación
femenina en la actividad históricamente han sido muy elevados, superiores a la media
nacional, aun a pesar de que las diferencias se han reducido10. Sin embargo, en Galicia
también creció la tasa de actividad masculina, disminuyendo la proporción de población
activa femenina (Beiras, 1970). El factor que explicaría la divergencia entre A Coruña y el
resto de la región era el cómputo de la población activa femenina en el sector primario, que
presentaba unas elevadas tasas de actividad, rasgo acentuado por el fenómeno de una
emigración fundamentalmente masculina.
Tabla 3. Distribución de la población activa por tramos de edad, 1900 y 1940
(porcentajes)
1900
< 19 años
Hombres
10,87
Mujeres
13,34
Total
11,81
20-39
56,15
51,91
54,54
40-59
26,02
25,39
25,78
6,96
100
9,35
100
7,87
100
60 +
Total
Fuente: vid. Tabla 1
1940
< 15 años
15-19
20-29
30-39
40-49
50-59
60 +
Total
Hombres
0,33
10,67
36,99
22,27
15,01
8,89
5,85
100
Mujeres
1,00
13,09
32,60
20,82
14,16
9,66
8,67
100
Total
0,47
11,19
36,04
21,96
14,83
9,06
6,45
100
Finalmente, conviene tener presente que la población económicamente activa era
todavía relativamente joven, aunque sólo disponemos de información censal hasta el año
1940 (Tabla 3). Existía un elevado porcentaje de activos menores de 30 años (cerca del 50
%), reflejo de una sociedad demográficamente poco madura (tradicional). Los tres grupos
9
Después de la guerra, en España se observa, además, una fuerte regresión de la población activa en el sector
industrial, y un crecimiento de algunas categorías de servicios no avanzados, entre ellos, la fuerza pública, como
uno de los principales (Tuñón, 1980: 167).
10
En España la tasa de actividad ha sido tradicionalmente baja, aunque mayor en las zonas urbanas, tanto para
hombres como para mujeres. No obstante, la evolución no ha mostrado una tendencia homogénea. A unos
primeros decenios de estancamiento siguieron unos años francamente progresivos a partir de los años cuarenta
(Sáez, 1975). La Fundación FOESSA advertía en 1970 de la “extraña singularidad” de España, por presentar una
de las más bajas tasas de actividad femenina del mundo (Fundación FOESSA, 1970).
8
más importantes eran los de 21-25, 26-30 y 16-20 años. Se constata, por tanto, una temprana
entrada en actividad, sobre todo en las mujeres (especializadas en ciertas manufacturas y en el
servicio doméstico, con una escasa formación profesional). Aunque éstas, por el contrario,
tenían un mayor porcentaje de población activa en edades avanzadas.
El crecimiento en una fase de inestabilidad, 1914-1935
La continuación del prime despegue de finales del siglo XIX, 1900-1914
El primer tercio del siglo XX se caracterizó en conjunto por un apreciable crecimiento
económico y demográfico. Sin embargo, y a pesar de la relativa dosis de arbitrariedad que
lleva consigo cualquier intento de periodización, se puede dividir esta etapa en cuatro grandes
bloques, marcados por el desencadenamiento de otros tantos acontecimientos trascendentales.
La primera etapa corresponde aproximadamente a los años 1900-1914, en la que la Primera
Guerra Mundial marcó una línea divisoria, toda vez que quebró la tendencia expansiva que se
venía registrando en A Coruña, desde al menos los años noventa del siglo XIX, década en la
que el clima económico imperante en la ciudad de A Coruña experimentó una mejoría muy
notable. Con anterioridad, las series de constituciones de sociedades y sus capitales parecen
confirmar la existencia de una coyuntura muy favorable durante la última década del siglo
pasado y los primeros años del actual (Lindoso, 1999). De hecho, a pesar del predominio del
sector terciario durante todo el siglo XIX, se constatan algunos cambios importantes entre
1891 y 1914. Fue en este período cuando tuvo lugar el despegue industrial coruñés, modesto
si lo comparamos con otras zonas de España, pero relevante en relación a la economía gallega
(Lindoso, 1999; Lindoso y Mirás, 2001).
En el caso de A Coruña resulta casi un tópico aludir al predominio del sector terciario
en la distribución ocupacional de su población. De hecho, el carácter terciario se encuentra
instalado en la estructura económica desde al menos el siglo XVIII. Aun cuando la llamada
sociedad post-industrial se hallaba muy lejana en el tiempo, antes de la guerra este sector
rondaría el 50 % de la población activa (Tabla 4). A Coruña formaría parte así del grupo de
ciudades que durante la segunda mitad del siglo XIX no lograron transformar plenamente su
base económica, cristalizando como ciudades terciarias de medio o pequeño tamaño,
diferenciándose de este modo de los núcleos urbanos de mayor rango funcional y
demográfico (Delgado, 1995: 24). Sin embargo, el terciario se caracteriza por una amplia
variedad de actividades, por lo que es necesario observar con más detalle su composición
9
interna, con el fin de determinar qué subsectores configuraban la base económica urbana en
cada período11.
Tabla 4. Distribución de la población de A Coruña por sectores económicos
(porcentaje)
Primario
Hombres Mujeres
1900
23,68
9,56
1910
23,59
7,87
1920
11,02
1,09
1930
2,60
3,09
1940
6,23
4,05
1950
8,81
11,63
1960
8,01
9,85
Fuente: vid. Tabla 1
Total
18,27
18,16
8,28
2,74
5,74
10,01
8,81
Secundario
Hombres Mujeres
23,81
41,94
23,86
41,35
43,17
51,71
50,13
40,42
40,84
32,65
39,23
42,90
38,82
41,29
Total Hombres
30,76
52,50
29,89
52,55
45,52
45,82
47,23
47,28
39,02
52,93
40,79
51,96
39,89
53,17
Terciario
Mujeres
48,50
50,78
47,20
56,49
63,30
45,47
48,86
TOTAL
Total
50,97
51,94
46,20
50,03
55,24
49,20
51,30
100
100
100
100
100
100
100
Las ocupaciones no económicas que mayor presencia tenían en A Coruña a principios de
siglo eran las denominadas en el censo Miembros de la familia, que incluían fundamentalmente
a los individuos dedicados a trabajos domésticos; los niños sin profesión y los alumnos de
primera enseñanza. Si prescindimos de estos inactivos, los siguientes sectores en cuanto a
población ocupada eran las diversas actividades industriales, clasificadas por el tipo de
mercancía que fabricaban (confección, madera, química, construcción, trabajo de los metales
y especialmente manufactura del tabaco) o profesionales, así como del sector servicios,
dentro de las que destacaban numéricamente los servicios personales y domésticos; a
continuación, el comercio, la administración y la fuerza públicas o los transportes
(especialmente, la navegación marítima), y el sector primario, incluyendo pesca, agricultura
y, secundariamente, ganadería (Tabla 5).
El protagonismo del sector terciario tiene su raíz en la trascendencia del movimiento
portuario y, dentro de éste, el tráfico pesquero y actividades asociadas (Mirás, 1997). Con las
diferencias propias de cada caso, en otras ciudades costeras españolas ocurrió un fenómeno
similar, sobre todo en aquellos casos en los que, desde la segunda mitad del siglo XIX, se
aprovecharon las ventajas de la renovación, reforma y ampliación de las infraestructuras
portuarias, lo que permitió una mayor conexión con el comercio internacional (Delgado,
1995: 45). Algunos ejemplos de esta dinámica los encontramos en Las Palmas, en donde el
puerto ha sido el factor probablemente más decisivo en su desarrollo; su estratégica situación
11
Sin embargo, la estructura socioprofesional plantea un problema de falta de homogeneidad, a consecuencia de la
enorme diversidad de categorías censales, lo que obliga a la construcción de una serie de equivalencias, tomando
10
geográfica en las comunicaciones marítimo-comerciales, además de canalizar la exportación
de productos primarios de Gran Canaria, favoreció también el surgimiento de diversas
funciones terciarias (Cáceres, 1980). Valencia, definida por sus funciones terciarias –y en
menor medida industriales- vinculadas en elevado grado con la actividad portuaria (Teixidor,
1982). Otros fenómenos similares, aunque quizá con menor dependencia respecto de la
actividad portuaria se encuentran en ciudades como Alicante (Ramos, 1987), San Sebastián
(Luengo, 1990), Cádiz (Pérez Serrano, 1991), etc. Excepciones a este comportamiento han
sido las de las ciudades industriales, como Gijón (Llordén, 1994), Cartagena (Pérez Rojos,
1986), Vigo (Precedo et al., 1988), Ferrol (Clemente, 1984), etc., en donde las funciones
terciarias han tenido un protagonismo inferior a las secundarias.
Tabla 5. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1900,
por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Ocupación/grupos de edad
< 12
Agricultura, pesca, etc.
0,02
Industrias según mercancías
0,19
Comercio
0,02
Policía y fuerzas militares
Servicios domésticos y personales 0,02
Alumnos
44,53
Niños sin ocupación
50,94
Refugiados, enfermos, convictos
2,58
Miembros de la familia
TOTAL
98,30
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
12-29 20-39 40-59 > 60 < 12
8,55 18,46 27,39 28,29
17,58 16,82 17,86 10,50 0,29
7,08 9,61 10,29 7,28
4,01 25,24 8,47 0,99
1,05 1,60 1,18 1,08 0,04
18,29
42,29
54,16
5,73 2,65 1,48 7,94 2,10
9,71 1,94 1,97 9,43
72,00 76,33 68,64 65,51 98,88
12-29
1,76
17,37
1,02
Mujeres
20-39 40-59
2,64 5,39
16,40 15,89
2,14 4,82
8,04 20,38 10,63
15,21
3,59 0,88 1,41
46,12 52,85 57,23
93,11 95,30 95,37
> 60 TOTAL
6,97
7,87
8,03 11,93
4,21
4,15
4,96
7,69
6,44
13,24
13,35
4,97
2,53
60,24 24,09
92,10 88,57
En los primeros años del siglo se consolidaron otras actividades terciarias menos
sofisticadas. Como en la mayoría de capitales del país, existía un fondo constituido por un
considerable número de comerciantes12, muy extenso dado el minifundismo de los
establecimientos de venta al detall. El aparato comercial coruñés cumplía una doble función,
la de atender la demanda de la población urbana, y la de suministrar artículos para su área de
influencia. Esto condicionó su estructura, porque predominaban los establecimientos de tipo
tradicional, que incluían talleres artesanales, con funciones de abastecimiento, pues en ellos
necesariamente decisiones arbitrarias (Zapata et al., 1996: 35).
12
A lo largo del siglo XIX, el comercio se constituyó como una actividad esencial de las capitales de provincia
españolas, aunque fuese un sector bastante condicionado por la amplitud de la demanda campesina, debido a la
fuerte interdependencia entre la ciudad y el campo. Es decir, la expansión de la función comercial -así como una
mayor variedad y especialización de la oferta comercial- estuvo obstaculizada por el bajo poder adquisitivo
campesino (Delgado, 1995: 56-57).
11
se realizaba también la función de venta, además de la producción. Finalmente, existía una
fuerte jerarquización locacional, debido a la concentración y especialización en los espacios
urbanos centrales del comercio cuyo período de renovación era más dilatado, frente al
elevado grado de ubicuidad en el comercio cotidiano, localizado en todo el área urbana.
Al lado de estas actividades, coexistían otros servicios de muy baja cualificación, pero
que tenían un peso muy considerable, en los que la participación femenina era abrumadora.
Estos eran, fundamentalmente, los servicios domésticos y similares, que todavía en A Coruña
de principios de siglo empleaban una elevada proporción de la mano de obra femenina (se fue
feminizando progresivamente respecto al siglo XIX, por lo que la proporción de los varones
era casi insignificante), principalmente emigrante y joven. En esta etapa, la participación
femenina en el mercado laboral todavía se hallaba restringida prácticamente a este tipo de
actividades.
Por otra parte, sobresalían otras funciones urbanas tradicionales, que se repetían con
mayor o menor intensidad en el territorio español: administrativa, militar, hostelera... No
podemos obviar el hecho de que las ciudades gallegas, en general, se caracterizaban por un
escaso número de funciones especializadas; pero, aunque la mayoría de dichas funciones
estaban vinculadas de uno u otro modo al terciario13, el principal motor de su funcionamiento
residía en actuar como centros administrativos, factor esencial en las ciudades convertidas en
capitales provinciales tras la división administrativa de 1833. También existían servicios
avanzados, como los financieros, las actividades profesionales, etc., en los que la presencia
masculina era prácticamente absoluta. Por tanto, la base económica urbana estaba cimentada
sobre unos pilares similares a otras ciudades de carácter terciario: comercio, fuerza pública,
administración, servicio doméstico, etc., a los que se añadía la función portuaria.
Sorprende el peso del sector secundario. La imagen de una ciudad industrializada sería
errónea, aunque sea ésta una circunstancia común a la mayoría de las ciudades españolas de
este período. Aunque la industrialización fue uno de los motores del crecimiento urbano
13
Sólo el modesto desarrollo industrial de finales del siglo XIX en algunos núcleos quebró parcialmente esta
dinámica. Pero únicamente fue responsable del crecimiento en algunas ciudades (Vigo y Ferrol), no siendo el
caso de A Coruña, más vinculada a funciones comerciales o terciarias, a pesar de un cierto desenvolvimiento de
algunas actividades manufactureras. Durante la primera mitad del siglo XX, el peso de las funciones terciarias
continuaba siendo abrumador, aunque con diferencias entre las principales ciudades, caracterizadas en algunos
casos puntuales por un mayor desarrollo de las actividades manufactureras y fabriles -Vigo y Ferrol- (Souto,
1990; Precedo, 1990).
12
español de los siglos XIX y XX, esto no ocurrió en todos los casos, porque marginó a los
núcleos tradicionales, o les asignó funciones poco relacionadas con la producción. Por tanto,
el proceso de desarrollo urbano estuvo parcialmente desconectado del crecimiento económico
español, y en particular de la actividad industrial14. Como consecuencia de ello, los servicios
ocuparon una posición hegemónica ante su incapacidad para asimilar los elementos
modernizadores. En A Coruña se observa, en cualquier caso, una fuerte presencia femenina
en la manufactura, no excesivamente inferior a su participación en el sector servicios. Esto se
explica por la existencia de algunas instalaciones fabriles que concentraban la mayor parte de
la fuerza de trabajo femenina, con un volumen de empleos que superaba con creces a
cualquier establecimiento: Fábrica de Tabacos y, en menor medida, ciertas actividades
vinculadas a la industria pesquera (conserva y otras).
El coruñés constituía el arquetipo de tejido industrial insuficientemente consolidado,
dominado por industrias de escasa proyección exterior. Aunque la contribución industrial
muestra un aumento del número de empresas, se trata de una industria excesivamente
polarizada hacia actividades consideradas no centrales en el aparato productivo del
momento15, es decir, una industria sesgada hacia la fabricación de bienes de consumo directo.
El nacimiento de estos negocios partió principalmente del aumento de la demanda originado
por el crecimiento urbano, respondiendo más a una política de sustitución de importaciones y
a una legislación proteccionista que a una industrialización global. En consecuencia, la
mayoría se definía por sus reducidas dimensiones y por estar orientadas hacia el mercado
urbano, rasgos que, por otra parte, compartían la mayoría de las capitales de provincia
españolas16. Al igual que ocurría en el comercio, existían una numerosa presencia de
pequeños talleres en el tejido productivo coruñés.
14
Delgado (1995: 209). En opinión de la autora, el desarrollo urbano de las capitales de provincia españolas
presentó rasgos peculiares, al tratarse de un modelo de urbanización a medio camino entre el de las ciudades de
los países europeos industrializados (en donde el agente fue el impulso de la base económica urbana) y el de las
ciudades de los países subdesarrollados (en donde el agente fue la desarticulación de la economía agraria
tradicional). En España actuaron ambos grupos de factores.
15
Vid. Nadal (1991).
16
Existían en casi todas las ciudades pequeñas fábricas para la producción de bienes destinados a satisfacer una
parte de la demanda urbana, así como la demanda campesina del entorno rural próximo, a partir de materias
primas agrarias (harinas, cerámica, madera, papel, curtidos), aunque esto fuese insuficiente para consolidar una
base económica fabril (Delgado, 1995: 60).
13
El sector primario jugaba también un destacado papel en la economía local. Al tratarse
de una ciudad portuaria, con larga tradición pesquera y comercial, la trascendencia de las
actividades marítimas extractivas era notable. Permitía la ocupación directa e indirecta de un
número considerable de individuos, dedicados a las faenas pesqueras y demás actividades
vinculadas. Y generaba importantes efectos de arrastre sobre multitud de actividades
industriales y de servicios. Paralelamente, en la periferia urbana, existía una cierta presencia
de distintas actividades agrarias, cuyo mercado era el área urbana17. La trascendencia de este
sector era mayor si tenemos en cuenta que existía una cierta simbiosis entre algunas
actividades industriales o de servicios y las agrarias. A pesar de ello, el sector primario
experimentó un continuado descenso porcentual, consecuencia lógica del crecimiento urbano,
que restaba posibilidades de expansión, sobre todo en un municipio de dimensiones tan
reducidas (32,85 Km2). Sólo se recuperó tras la dura posguerra civil, gracias al impulso de las
actividades pesqueras, que situarán al puerto coruñés como uno de los primeros del país por
el volumen de capturas.
La guerra y sus efectos perduran durante una década, 1914-1923
La segunda etapa en que podemos fragmentar este período corresponde
aproximadamente a los años 1914-1923, aunque no se trata de un decenio homogéneo. Es
suficientemente conocido que el entorno creado durante la guerra mundial resultó
especialmente beneficioso para la economía española en su conjunto; tanto por la vía del
incremento de la oferta derivado de la nueva demanda procedente de los países beligerantes,
como de la política consciente de sustitución de importaciones forzada por la disminución de
las entradas de mercancías procedentes del exterior. Sin embargo, a pesar de que tuvo lugar
un auge coyuntural en la creación de sociedades, sus efectos fueron espacialmente
heterogéneos18. A Coruña no pudo o no supo sacar partido adecuadamente de la favorable
17
Las cifras relativamente altas que se observan en la población activa agraria de las siete mayores
aglomeraciones urbanas gallegas se debe a que los datos se refieren a unos municipios que tienen como núcleos
a las respectivas ciudades, pero el territorio municipal de cada una de ellas abarca una zona no urbana, sino de
transición, e incluso una zona propiamente rural. “De ahí que a la población ocupada en la pesca [...], cuya
existencia sería perfectamente compatible con una demarcación estrictamente urbana, haya que añadir la
dedicada a faenas agrícolas y censada en el municipio que consideramos, grosso modo, como una aglomeración
urbana” (Beiras, 1970: 206).
18
El conflicto pudo proporcionar una excelente oportunidad para el despegue definitivo de la industrialización
española, en buena medida desperdiciada. Se inicia, además, el proceso de definitiva descomposición de la
Restauración, cuyo punto culminante fue la crisis social de 1917, que se prolongó por espacio de varios años
(García Delgado, 1981: 117).
14
situación, pasando a formar parte del grupo de regiones y sectores perjudicados por el
conflicto (García Delgado, 1983), porque durante la guerra se constata una ralentización de
las actividades económicas urbanas19. En realidad, aunque hubo un cierto crecimiento en la
constitución de algunas industrias, creadas al amparo del efecto “invernadero”, predominó el
impacto negativo ocasionado por la disminución de las importaciones en una ciudad
netamente comercial y mercantil.
En primer término, se produjo un fuerte aumento de los costes empresariales20, sobre
todo de materias primas y combustibles, que afectó a numerosos sectores industriales y a la
pesca y sectores vinculados. Esta circunstancia se vino a añadir al conocido problema de las
subsistencias –común al resto del país-, caracterizado por una grave escasez de numerosos
artículos y una tendencia inflacionista especialmente virulenta de los principales productos de
consumo21, dando lugar a un ambiente social muy conflictivo. Asimismo, las dificultades
para la importación de productos, inputs, maquinaria, etc. se multiplicaron ocasionando una
notoria contracción de las actividades mercantiles. La ralentización de la actividad mercantil,
industrial y portuaria, perjudicó a un amplio abanico de actividades económicas urbanas, en
especial dentro del sector terciario. Con todo, la industria y el comercio resistieron mejor,
dadas sus características estructurales: empresas de pequeñas dimensiones, que atendían a un
mercado local, y que eran menos sensibles a las coyunturas externas22.
19
El mismo panorama se descubre en numerosas ciudades españolas (Delgado, 1995). Aunque en algunos casos
la guerra representó una excelente coyuntura que favoreció un despegue del sector industrial en las ciudades en
las que éste tenía un mayor protagonismo, el fenómeno fue puramente coyuntural, por cuanto obedecía a un
esquema de crecimiento “en invernadero”, amparado en las condiciones de demanda generadas por la guerra y
en el elevado proteccionismo natural y de la política económica española. Instituto de Reformas Sociales (1914),
Resumen de la información de los inspectores de trabajo acerca de las consecuencias sufridas por las industrias de
España con motivo del actual estado de guerra, Madrid; Instituto de Reformas Sociales (1921), Crisis industrial de
las capitales de provincia. Resumen de los informes remitidos por los Inspectores del Trabajo en mayo-junio de
1921, Madrid.
20
Bernárdez, A. (1917), “Los negocios de Galicia”, Revista Nacional de Economía, nº 7.
21
Bernárdez, A. (1917), “Galicia en el Tercer año de la Guerra”, Revista Nacional de Economía, nº 6, pp. 470476. Informe de los Inspectores de Trabajo sobre la influencia de la guerra europea en las industrias españolas
(1917-1918), Madrid, 1919, vol. 2. “Los precios se elevan de día en día, resultando [...] difícil adquirir los
necesarios acopios, por las oscilaciones de los mercados y escasez de los transportes, tanto marítimos como
terrestres”. Cooperativa Militar y Civil (S.M.), Memoria del año 1916, presentada a la Junta General en 1917:
año XXVI, La Coruña, Imprenta Garcybarra, pp. 6. Instituto de Reformas Sociales (1923), Movimiento de los
precios al por menor en España durante la guerra y la posguerra, 1914-1922, Madrid.
22
Un factor a tener en cuenta sería el creciente grado de introversión de la economía española –y de A Coruñaque siguió al marco de fuerte proteccionismo articulado por la política económica nacional tras el desastre que
supuso la pérdida de las colonias de Ultramar (Maluquer, 1991).
15
Tabla 6. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1920,
por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Ocupación/grupos de edad
Industria (patronos)
Comercio (patronos)
Pesca
Forestales y agrícolas
Industria química
Industria del vestido
Industria de la madera
Trabajo del hierro y demás metales
Industria de la construcción
Transportes
Industrias varias o sin especificar
Comercios varios o sin especificar
Ejército
Administración
Servicio doméstico
Alumnos escuelas y colegios
Estudiantes
Miembros de la familia
Niños sin ocupación
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
< 21
años
0,95
1,43
0,83
0,69
0,11
0,57
0,65
0,97
0,68
0,94
5,11
0,67
1,89
1,19
0,20
37,98
5,20
32,00
92,06
Hombres
21-60
> 60
2,04
3,07
5,49
2,96
0,56
1,54
2,17
1,74
3,35
6,59
17,12
1,77
14,35
2,33
1,11
7,60
12,05
1,38
2,53
0,84
1,23
2,07
0,61
1,38
2,30
12,36
0,54
1,77
4,68
0,46
1,21
67,40
51,80
Total
1,81
2,73
3,20
1,92
0,37
1,09
1,47
1,34
2,05
3,85
11,47
1,22
8,15
1,93
0,68
16,99
2,94
14,31
77,52
< 21
años
Mujeres
21-60
> 60
Total TOTAL
0,01
0,07
0,11
3,30
0,33
0,26
0,15
0,12
5,59
4,01
0,97
0,38
0,08
0,04
9,78
0,85
0,24
0,16
0,09
0,09
3,59
3,47
0,12
0,53
0,01
0,31
1,21
0,02
0,08
0,38
0,04
0,21
0,86
0,02
0,02
8,36
2,71
0,11
75,51
73,04
96,00
88,35
3,96
35,42
2,46
18,07
33,61
97,67
0,01
6,33
14,76
1,08
51,21
14,01
96,13
0,96
1,35
1,53
0,94
2,10
2,37
0,68
0,62
0,95
1,90
5,78
0,57
3,78
0,90
3,71
15,79
1,94
27,48
14,15
87,50
Resulta complicado establecer una comparación fiable respecto al censo de 1900,
debido a la modificación de los criterios de clasificación ocupacional de la población. No
obstante, en esta etapa podemos apreciar que se produjeron algunos cambios respecto a las
dos décadas anteriores (Tabla 6). Con independencia de la elevada presencia de inactivos, se
puede observar que seguía existiendo un predominio de ciertas actividades terciarias no
sofisticadas, como el comercio o el servicio doméstico. En el primer caso, el censo distinguía
entre patronos y comercios varios o sin especificar; pero entre ambos totalizaban una fracción
significativa de la mano de obra masculina. Por el contrario, la mano de obra femenina
continuaba estando sesgada en exceso hacia el servicio doméstico. La administración, los
transportes o las fuerzas del orden continuaban desempeñando un rol importante, como
resultado de las funciones de capitalidad y portuaria, además del papel de A Coruña como
cabecera rectora de su comarca.
Sin embargo, se aprecia un significativo crecimiento de la función industrial, pues los
principales sectores manufactureros (construcción, madera, textil, químico, metalurgia, etc.)
16
representaban un porcentaje netamente superior al de principios de siglo, confirmando el
inicio del despegue del sector, que se había detectado en los años finales del siglo XIX. Las
características estructurales del sector, en cambio, no experimentaron una modificación
sustancial, en la medida en que algunas de las empresas creadas en esta etapa nacieron al
amparo de las condiciones creadas por la guerra.
La dictadura primorriverista, 1923-1930
Tras el paréntesis de la guerra, la economía recobró el pulso, pero la tendencia de los
primeros años veinte fue de un crecimiento insuficiente. Sin embargo, la fase de crecimiento
más sobresaliente tuvo lugar durante la Dictadura de Primo de Rivera, síntoma del
crecimiento económico general que protagonizó el país. Aunque existe coincidencia en
señalar que la evolución económica estuvo encuadrada en los mismos parámetros de fuerte
intervencionismo estatal y de tendencias nacionalistas que vinieran operando hasta entonces
en la economía española, y que se prolongarían aun durante la etapa republicana (Comín,
1991).
Tabla 7. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1930
(Hombres, en porcentajes)
Ocupación/grupos de edad
Tabaco
Industrias diversas
Navegación
Comercios diversos
Servicio doméstico
Ejército
Administración Pública
Otras profesiones liberales
Alumnos 1ª enseñanza
Estudiantes
Miembros Familia
Niños sin profesión
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
< 15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-50 46-50 51-60 > 60 Total
años
0,08 0,13 0,34 0,14 0,11 0,12 0,22 0,17 0,09
1,42 26,88 26,60 39,21 37,16 35,27 32,8 34,79 33,87 30,99 21,44
0,07 2,46 4,91 7,35 7,82 7,97 9,87 6,69 4,63 2,82 3,76
0,65 6,62 5,27 7,35 8,71 8,49 8,55 8,21 6,77 4,23 4,73
0,08 0,86 0,49 0,59
0,3 0,42 0,40 0,61 0,52 0,79 0,39
0,10 10,41 31,33 4,65 4,83 5,96 6,08 3,65 3,97 0,73 6,48
0,36 0,95 2,01 2,90 2,35 3,16 3,47 4,93 3,83 1,51
2,55 3,24 4,51 4,61 3,89 3,44 2,55 3,40 2,31 2,21
48,89 3,06
17,68
4,86 14,48 4,65 1,68 0,13 0,05
3,83
39,00
95,07 67,68 77,52 67,48
13,87
66,8 64,54 64,41 60,09 58,31 45,87 75,99
Tabla 7b. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1930
(Mujeres y total de ambos sexos, en porcentajes)
Ocupación/grupos de edad
Tabaco
Industrias diversas
Navegación
Mujeres
< 15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-50 46-50 51-60 > 60 Total TOTAL
años
0,05
1,7 3,47 3,47 3,01 1,96 2,17 10,50 12,02 2,96
1,62
0,39 3,92 2,61
2,5 2,75
3,4 3,29 4,43 3,30 2,23 2,28 11,20
1,75
17
Comercios diversos
0,02 0,58 0,58 0,46 0,65 0,58 0,53 1,06 0,72 0,42 0,42
Servicio doméstico
0,95 18,5 19,7 15,87 11,3 11,78 10,49 11,12 8,85 6,40 9,52
Ejército
Administración Pública
0,05 0,11 0,15 0,19 0,11 0,21 0,14 0,06
0,07
Otras profesiones liberales 0,02 0,25 0,45 0,38 0,04 0,18
0,09 0,03 0,06 0,14
Alumnos 1ª enseñanza
46,68 2,47
14,60
Estudiantes
3,00 8,55 1,37 0,23
0,0
0,05
1,94
Miembros Familia
6,71 50,06 62,43 68,6 73,16 72,0 74,30 71,30 66,87 65,55 47,70
Niños sin profesión
39,66
12,19
TOTAL
97,43 84,43 88,95 91,66 91,56 91,06 90,78 90,36 90,33 86,68 91,82
Fuente: vid. Tabla 1
2,43
5,28
3,01
0,74
1,10
16,04
2,82
25,50
12,97
84,46
La recuperación fue evidente y mucho más intensa para las actividades ligadas a los
servicios, coincidiendo con una etapa de fuerte crecimiento del número de trabajadores
terciarios, fenómeno que se produjo también en el conjunto nacional. Por una parte, los
establecimientos orientados al mercado local, incrementaron su número, gracias al crecimiento
demográfico y la expansión urbana. Pero también aquellos negocios que mantenían relaciones
con otros puertos regionales, nacionales o extranjeros, gozaron de buenas perspectivas. A ello se
vinieron a añadir otras mejoras, principalmente en los servicios públicos e infraestructuras
urbanas, tales como las reformas portuarias, viarias, en los transportes urbanos y con el
“hinterland”, e incluso con el interior peninsular, etc.
Se dieron, además, dos fenómenos distintos, que han sido observados en otras ciudades
españolas. Por un lado, un crecimiento de los empleos en tareas burocráticas, relacionadas con
el mayor grado de intervención gubernamental en diversas parcelas de la vida socioeconómica.
Por otro, el aumento de los empleos privados en oficinas, y, especialmente, de las profesiones
liberales, que experimentaron un considerable desarrollo en estos años. Esto supone el
asentamiento de los trabajos denominados “white-collars”, siguiendo el patrón del mundo
occidental.
De nuevo, descubrimos que el servicio doméstico continuaba acaparando una gran
proporción de la mano de obra inmigrante femenina rural. Perdieron peso de forma considerable
las actividades primarias (agrarias) y también disminuyeron, en términos relativos, algunas
tradicionales actividades económicas urbanas, como el comercio, los transportes, la pesca y
derivados, la manufactura del tabaco, etc. Sin embargo, podemos apreciar un correlativo
crecimiento de un amplio abanico de industrias. Ninguna de ellas llegó a tener un peso
determinante en la estructura económica urbana. Pero este fenómeno al menos evidencia que se
18
estaba produciendo una diversificación del tejido industrial de A Coruña y, en general, de la
base económica de la ciudad.
El período republicano y la guerra civil, 1930-1939
Durante buena parte del período republicano se aprecia un cierto estancamiento en la
economía urbana. Sin embargo, en vísperas de la guerra civil, varios sectores industriales y
especialmente el sector terciario atravesaron claramente una situación crítica, que se había
venido gestando durante el quinquenio anterior. En realidad, el aislamiento de la economía
española contribuyó a minimizar los efectos de la crisis de 1929, al menos durante sus
primeras manifestaciones. En Galicia, éstos no comenzaron a percibirse hasta 1931. Las
políticas redistributivas frenaron asimismo la caída del consumo, evitando un descenso
brusco de la actividad mercantil. No obstante, cuando la crisis se dejó sentir, se produjo una
fuerte paralización. Sólo se mostraron ausentes algunos segmentos del comercio local. En un
período de crisis económica generalizada, las actividades comerciales (algunas de ellas),
parecieron mantener un comportamiento mucho más positivo que los demás sectores23. El
factor que lo explica sería el carácter fundamentalmente minorista del comercio coruñés, más
acentuado si cabe en el subsector alimentación. Una posible hipótesis de este anormal
comportamiento sería su carácter de sector “refugio” frente a la crisis. Además, se trataba de
actividades en buena medida vinculadas al mercado urbano, que no dependían excesivamente
de la coyuntura exterior, circunstancia que en cambio afectó a otros muchos negocios dentro del
sector servicios.
La guerra civil quebró buena parte de las tendencias previas de desarrollo de la
economía gallega (Fernández Prieto, 1996). Prácticamente todos los sectores económicos
padecieron las mismas dificultades, incluido el sector primario –y, por tanto, la pesca-, que
debió afrontar el destino que le deparaban las nuevas autoridades a estas actividades: el papel de
las zonas de retaguardia en una guerra, es decir, actuar como fuente de abastecimiento. La
producción industrial, agrícola y pesquera fue militarizada, pasando a depender de las
Intendencias militares, que centralizaban los suministros; además de proporcionar soldados,
buques, capital y otros medios para el frente24.
23
En particular, la industria. Consejo de Industria, Apuntes para el momento de la industria española de 1930,
Madrid.
24
Os Anos Despois (1936-1953), A Nosa Terra, Vigo, 1987.
19
Tabla 8. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1940
(Hombres, en porcentajes)
Profesiones/grupos de edad
Pesca
Carpintería
Trabajo de los metales
Albañilería
Industrias diversas
Comercios diversos
Servicio doméstico
Ejército
Administración Pública
Alumnos 1ª enseñanza
Estudiantes
Miembros de la familia
Alumnos
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
< 15
años
0,01
0,02
0,03
0,04
0,29
0,02
0,01
0,04
Hombres
30-39
40-49
15-19
20-29
2,15
3,20
4,80
5,35
12,96
1,73
0,19
11,00
0,15
2,26
1,98
2,35
3,77
3,46
1,61
0,08
49,66
1,18
4,86
4,13
3,68
7,50
5,17
3,50
0,09
4,30
3,21
62,34
3,65
26,48
3,79
0,38
30,52
96,97
68,01
70,14
36,82
50-59
60 +
Total
4,51
4,53
2,46
6,03
7,99
3,40
0,08
3,08
4,04
4,92
5,50
2,12
5,85
8,00
3,86
0,13
3,18
4,18
3,44
4,72
1,35
4,43
6,84
1,79
0,33
1,65
3,95
2,48
2,50
2,08
3,84
4,66
1,80
0,09
14,95
1,69
17,44
4,52
36,12
37,74
28,50
8,54
64,59
Tabla 8b. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1940
(Mujeres y total de ambos sexos, en porcentajes)
Profesiones/grupos de edad
Pesca
Carpintería
Trabajo de los metales
Albañilería
Industrias diversas
Comercios diversos
Servicio doméstico
Ejército
Administración Pública
Alumnos 1ª enseñanza
Estudiantes
Miembros de la familia
Alumnos
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
< 15
años
0,16
0,18
61,74
2,40
2,66
31,74
98,88
Mujeres
30-39 40-49
15-19
20-29
0,06
0,18
0,30
3,50
0,26
10,38
2,05
0,24
14,68
0,60
TOTAL
50-59
60 +
Total
0,59
0,67
0,32
0,23
2,36
0,18
8,15
1,74
0,34
7,17
1,58
0,22
7,30
2,48
0,20
4,19
1,70
0,17
6,97
0,67
0,44
0,22
0,37
0,12
16,36
61,77
1,88
71,31
0,05
77,91
78,09
77,95
76,05
92,93
91,01
89,39
88,15
88,09
83,36
0,33
16,84
2,65
54,33
8,66
91,88
1,31
1,20
1,00
1,85
3,12
0,95
3,66
7,18
0,98
17,13
3,55
28,22
8,60
78,75
La guerra tuvo un considerable impacto, aunque A Coruña pudo sobrevivir gracias a
que formó parte del bando nacional desde el inicio del conflicto. Los principales perjuicios
fueron la espectacular subida de los precios y de los costes empresariales, la suspensión del
normal suministro de productos, y la interrupción del normal funcionamiento de los
mercados.
20
Como resultado de los bruscos cambios sufridos en el transcurso de un decenio, la
composición de la estructura socioprofesional de la ciudad sufrió una nueva transformación
(Tabla 8 y 8b). Además del lógico aumento de la componente represiva (ejército y fuerzas del
orden), en mi opinión, lo más notorio fue el crecimiento de las industrias y los oficios
relacionados con la construcción, que en esos años y, con mayor claridad todavía en las dos
décadas siguientes, se beneficiaron de la intensa corriente inmigratoria, lo que dio lugar a una
considerable expansión urbanística de la ciudad.
El largo primer franquismo, 1939-1960
La primera posguerra. El crecimiento con dificultades de los años cuarenta
El período 1940-1951 fue el de la autarquía más dura y el estancamiento del producto,
sobre todo en la primera mitad de la década, que afectó especialmente al sector industrial
(Catalán, 1989). La autarquía introdujo elementos peculiares, como el aislamiento, el
dirigismo estatal, la especulación, etc., a consecuencia de los cuales la renta per cápita
experimentó una brusca contracción, la escasez de bienes se convirtió en el pan de cada día, y
los precios se dispararon en todos los sectores.
Tabla 9. Principales grupos de actividad económica en A Coruña en el año 1950,
por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Grupos de actividad económica
Agricultura, silvicultura, caza y pesca
Explotación de minas y canteras
Industrias fabriles
Construcción
Electricidad, gas, agua y servicios sanitarios
Comercio
Transportes, almacenaje y comunicaciones
Servicios oficiales, públicos y personales
Actividades mal especificadas
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
11,61
0,15
20,01
21,72
0,97
16,89
8,38
20,14
0,13
100
Mujeres
0,85
28,26
0,28
0,21
11,28
1,00
57,89
0,23
100
Total
8,80
0,11
22,17
16,12
0,77
15,42
6,46
30,00
0,15
100
Para Galicia éste fue un período ciertamente crítico (Fernández Prieto, 1996). Sin
embargo, a diferencia del resto del país, y a pesar de que la literatura ha insistido en el
carácter fuertemente inmovilista de la primera posguerra, la información suministrada por la
contribución industrial nos revela que, al menos cuantitativamente, la evolución empresarial
en A Coruña presentó una relativa tendencia alcista. El crecimiento más significativo del
número de empresarios matriculados en la contribución industrial aparece en la primera mitad
de los años cuarenta, frente a un comportamiento más retraído en su segunda mitad. En este
21
segundo período, se intuye un agotamiento del modelo, con una ralentización del ritmo de
crecimiento del número de empresas, de manera que los sectores que habían estado en la base
del crecimiento de la ciudad sufrieron un retroceso del que no comenzaron a recuperarse, en
algunos casos, hasta bien entrados los años cincuenta (Mirás, 1999).
Tabla 9b. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año 1950,
por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Actividades profesionales
Profesionales, técnicos y afines
Empleados administrativos dirección, oficinas, y similares
Trabajadores dedicados a la venta
Agricultores, ganaderos, pescadores, cazadores, madereros
Trabajadores en ocupaciones de minería y canteras
Conductores de vehículos, locomotoras, barcos y aviones
Artesanos y jornaleros
Personal de servicios protección (excluidas fuerzas armadas)
Personal de servicios domésticos, personales y análogos
Militares profesionales
Profesiones no identificadas
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
4,17
14,73
7,85
10,21
0,15
4,83
45,14
0,92
5,87
6,10
0,05
100
Mujeres
4,64
7,92
6,78
0,58
29,19
0,14
50,75
100
Total
4,29
12,95
7,57
7,70
0,11
3,57
40,97
0,71
17,59
4,50
0,04
100
Se distinguen cuatro grandes grupos que centraban la actividad económica de los
habitantes de la ciudad (Tabla 9). El primero, un sector muy heterogéneo, el de los servicios
oficiales, públicos y personales, en el que se incluían principalmente los servicios
relacionados con la administración (Tabla 9b), que habían crecido como consecuencia de la
construcción de un complejo aparato burocrático (y también represor). Pero, sobre todo, se
incluían los tradicionales servicios personales y domésticos. Estos experimentaron un
considerable crecimiento respecto a la preguerra, como resultado del deterioro del rol social y
laboral de la mujer con respecto al período republicano. Tras la Guerra Civil, las
características autoritarias y conservadoras en extremo del régimen, condujeron a una
derogación de la legislación igualitaria desarrollada por la República25. Además, ante las
25
En un intento de luchar contra el proceso de emancipación de las mujeres que las autoridades creían que se
había producido con anterioridad (Nielfa, 1999: 73). El ejemplo más evidente fue el Fuero del Trabajo de 1938,
que establecía que el Estado habría de “libertar” a la mujer casada del taller y de la fábrica; a partir de ahí,
surgió una legislación laboral discriminatoria en función del sexo (Nielfa, 1993: 6). Este ideal entroncaba
perfectamente con el modelo de mujer surgido en el mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial, según el
cual ésta se dedicaría exclusivamente a atender a su marido y a sus hijos, a la realización de las tareas
domésticas, y dejaría de preocuparse por lo que sucediese fuera de su hogar, por considerar poco femenina esta
preocupación (Nielfa, 1993: 5).
22
dificultades para emigrar hacia el exterior, se inició un éxodo rural que llevó a las mujeres
españolas hacia el servicio doméstico y otros trabajos eventuales en las ciudades. Por este
motivo, todavía en estos años descubrimos unas cifras tan elevadas en este sector26.
El segundo grupo, en conjunto, continuaban siendo las industrias fabriles, a pesar de
que la crisis industrial había golpeado con fuerza a algunos sectores, particularmente los
vinculados con el mar. Hay que tener en cuenta que el número de epígrafes que recogía el
censo de 1950 era sustancialmente menor que el de censos anteriores, por lo que los
porcentajes agregados de la industria fabril, a primera vista, pueden llevar producir una
impresión excesivamente optimista.
Los otros dos grandes sectores eran la construcción y el comercio. El primero, a
consecuencia de la intensa actividad constructora que se desarrolló en la ciudad en estos años,
y que, aunque se encontraba en la antesala del gran salto demográfico de los años cincuenta y
sesenta, corrió paralelo al inicio de una fuerte pero desordenada expansión urbanística hacia
la periferia urbana. El segundo, debido a su carácter de sector refugio y al carácter
tradicionalmente comercial de A Coruña.
La recuperación de los años cincuenta
El período 1951-59, que García Delgado (1991) califica de “decenio bisagra”, muestra
mayores tasas de crecimiento, aunque con fluctuaciones, gracias a la gradual liberalización de
la política económica, exterior e interior. El estancamiento de la economía gallega durante el
decenio precedente se mantiene en los años cincuenta, lo que demuestra que la dinámica
gallega es distinta de la estatal, y refuerza la hipótesis de que el comportamiento de la
economía coruñesa fue en cierto modo también autónomo.
Los años cincuenta en A Coruña aparentemente acusaron un crecimiento más lento que
la década anterior. Sin embargo, si prescindimos de la inestabilidad de algunos negocios del
sector servicios, el resto de actividades económicas urbanas se distinguió por una línea más
dinámica que en el decenio precedente. Así, frente a la violenta depresión que caracterizó
algunos sectores urbanos a finales de los cuarenta -sobre todo, industriales-, se registró un
cambio de dirección hacia 1951 (Mirás, 1999). No podemos olvidar que desde los años
Para Carreras (1989: 31) en la posguerra se asistió a una “edad de oro del servicio doméstico” en España, que
acompañó a un crecimiento artificial de los servicios, sobre todo aquéllos vinculados al Estado. Según Vilá y
26
23
cincuenta, las ciudades españolas de rango intermedio que no habían logrado engancharse al
tren de la industrialización del siglo XIX, o del primer tercio del siglo XX, intentaron un
nuevo despegue de su sector secundario, y algunas de ellas lo consiguieron, como fue el caso
de Vitoria (Arriola, 1991). Por este motivo, en A Coruña se aprecia un resurgimiento de la
actividad fabril (Tabla 10), aunque el sector continuaba adoleciendo de un grave problema
estructural y de dimensión, por cuanto continuaba predominando la componente artesanal,
como se puede comprobar a través de la enorme proporción de artesanos que todavía
operaban en la ciudad (Tabla 10b), buena parte de ellos incluidos dentro de las estadísticas
oficiales de producción industrial. En conjunto, fue, junto a los servicios oficiales, públicos y
personales, la actividad económica que mayor volumen de empleo generó en los años
cincuenta.
Tabla 10. Principales grupos de actividad económica en A Coruña en el año
1960, por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Grupos de actividad económica
Agricultura, silvicultura, caza y pesca
Explotación de minas y canteras
Industrias fabriles
Construcción
Electricidad, gas, agua y servicios sanitarios
Comercio
Transportes, almacenaje y comunicaciones
Servicios oficiales, públicos y personales
Actividades mal especificadas
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
9,62
0,26
24,86
13,6
1,62
18,03
9,87
19,84
2,3
100
Mujeres
1,95
27,59
0,47
0,22
13,32
1,58
46,44
8,42
100
Total
7,71
0,19
25,54
10,33
1,27
16,85
7,8
26,48
3,83
100
Posteriormente, desde principios de los años sesenta, el desarrollo económico del país
arrastró el despegue de la mayoría de ciudades27. Precisamente a principios de esta década se
puso en marcha una nueva política gubernamental de promoción del desarrollo regional, que se
concretó en los denominados Polos de Desarrollo, del que A Coruña fue uno de los
beneficiarios28. A partir de ese momento se revitalizó la industria urbana. No obstante, los
Capel (1970: 155), en 1950 el servicio doméstico todavía representaba un tercio de la población activa total
española dentro del sector terciario.
27
“Aunque de nuevo hay sensibles diferencias entre las que intentan y consiguen el despegue por sus propios
medios, o inducidas por la política de polos de desarrollo, como Huelva o Vitoria, y las que son arrastradas por
la evolución general del país, como Avila o Toledo” (García Merino, 1995: 10).
28
Banco de La Coruña (1964), Plan de desarrollo económico y social. Polos de desarrollo industrial en
Galicia, La Coruña; Taboada Arceo, A. (1964), Por qué y cómo se pueden crear industrias rentables en el Polo
24
efectos sobre el empleo fueron escasos, y no consiguieron alterar sustancialmente la base
económica, que continuó descansando sobre el terciario29.
Tabla 10b. Principales actividades socioprofesionales en A Coruña en el año
1960, por sexo y por grupos de edades (porcentajes)
Actividades profesionales
Profesionales, técnicos y asimilados
Administradores, gerentes y directores
Empleados de oficina
Vendedores
Agricultores, cazadores, forestales y asimilados
Mineros, canteros y asimilados
Transportes y comunicaciones
Artesanos trabajadores de diversa producción
Servicios, deportes y diversiones
Fuerzas Armadas
No se clasifican
TOTAL
Fuente: vid. Tabla 1
Hombres
4,45
1,31
9,92
14,17
7,55
0,36
10,35
40,07
7,33
3,95
0,55
100
Mujeres
8,67
0,25
5,63
11,34
0,72
0,86
28,91
36,19
7,44
100
Total
5,5
1,04
8,85
13,46
5,84
0,27
7,98
37,28
14,53
2,96
2,27
100
Buena prueba de la afirmación afirmación la sustenta el hecho de que los aludidos
servicios oficiales, públicos y personales ocupaban a uno de cada cuatro trabajadores de la
ciudad hacia 1960, aunque habían experimentado un ligero retroceso respecto a 1950, que cabe
atribuir al inicio de un notorio descenso de los servicios de carácter personal menos avanzados
(particularmente, del servicio doméstico). Además, el comercio representaba algo más del 16%
de la fuerza de trabajo, habiendo evidenciado un crecimiento absoluto importante, como
consecuencia, en parte, de la extensión de la superficie y de la población urbanas, y de los
comienzos de las transformaciones del sector, que conducirían a una modernización de sus
estructuras durante las siguientes décadas. Las actividades vinculadas a los transportes también
exhibieron un cierto crecimiento, gracias al crecimiento del movimiento portuario, y de los
transportes terrestres. Por último el conglomerado de actividades de oficina y los servicios
profesionales tenían una presencia cada vez más sólida en la economía de la ciudad, dando lugar
al conocido fenómeno de terciarización en altura, es decir, la sustitución de la prestación de
de La Coruña, La Coruña, COCINC; Fernández, F. et al. (1972), Evaluación económica de los Polos de
Desarrollo. Tomo Primero. Huelva-Sevilla, La Coruña-Vigo, Madrid, I.E.D.E., 2 vols.
29
De los Polos creados, el de A Coruña fue el de crecimiento demográfico más débil y ocupó el último lugar en
cuanto a puestos de trabajo creados, además de arrojar el coste más elevado por puesto de trabajo (Batanero,
1976).
25
servicios en las plantas bajas de los inmuebles, por establecimientos especializados localizados
en oficinas especializadas.
Conclusiones
La ciudad de A Coruña durante la primera mitad del siglo XX experimentó una
notoria transformación de su estructura sociodemográfica. A principios de siglo se trataba de
una sociedad fundamentalmente tradicional, dentro de un entorno, además, marcadamente
rural y escasamente desarrollado, con una estructura demográfica todavía joven y que
encajaba en los patrones del siglo XIX. Predominaban los individuos fuera del mercado de
trabajo, por su edad o por su escasa cualificación socioprofesional, con una clara división por
sexos en función de la actividad realizada y predominio masculino en las actividades de
mayor cualificación y de las mujeres en el resto, con la excepción de algunas industrias
manufactureras (tabaco, derivados de la pesca, etc.). El ritmo de crecimiento demográfico, a
pesar de todo, era relativamente lento, lo que revela que el proceso de consolidación de la
transición demográfica comenzaba a dejar su huella, con unas tasas vitales en acelerado
proceso de disminución. En consecuencia, el crecimiento urbano se alimentó principalmente
de la componente inmigratoria rural, incluso a pesar de la sangría de efectivos que suponía
para la población gallega la emigración exterior.
Por lo que respecta a la base económica urbana, se trataba de una ciudad
marcadamente terciaria, manteniendo en lo sustancial el patrón económico decimonónico. Por
tanto, el proceso se había iniciado con anterioridad al siglo XX. A pesar de los intentos por
erigir una base industrial sólida, la aportación de la industria en términos de empleo no
consiguió situarse en ningún momento por encima de la de los servicios, el comercio o los
transportes, en conjunto, como correspondía al perfil de una típica ciudad portuaria, con una
larga tradición mercantil.
En las siguientes décadas, la sociedad se modernizó demográficamente, como lo
prueba la plena consolidación de la transición demográfica, y la progresiva equiparación –
aunque lenta- de los roles laborales de hombres y mujeres, aun a pesar del nocivo impacto en
tantos sentidos de la guerra y la posguerra civil en nuestro país. Comienzan a retraerse
algunos tradicional empleos, de escasa cualificación, como el servicio doméstico, la edad de
acceso al mercado laboral se incrementa, lo que se acompaña de una mayor alfabetización de
la población, se envejece la pirámide de población, etc. Desde el punto de vista económico,
26
no es posible afirmar que haya habido un asentamiento del sector industrial en A Coruña. Sí
se produjo un crecimiento del volumen de empleo y una diversificación de la estructura
industrial, sobre todo durante los años cincuenta y sesenta, a pesar del golpe que había
supuesto la guerra. Pero el peso de las actividades terciarias continuaba siendo
comparativamente muy elevado al final del período, lo que impide que podamos incluir a la
ciudad dentro del grupo de las capitales que se internan, eso sí, tardíamente, por la vía de la
industrialización en esos años, debiendo esperar, como mínimo a la década siguiente, y a las
políticas de promoción industrial estatal. A la hora de medir el impacto sobre el empleo,
debemos seguir considerando como funciones jerárquicas algunas tradicionales actividades
urbanas, como el comercio, los transportes, los servicios personales y profesionales, la
administración, etc., sin olvidar el papel del puerto sobre un amplio abanico de actividades
manufactureras y de servicios.
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