Líbano: Una guerra fría cada vez más caliente

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Líbano: Una guerra fría cada vez más caliente
Alberto Cruz :: 28/03/2008
EEUU, OTAN y ONU preparan una nueva guerra para la derrota total de
las fuerzas opositoras y, especialmente, de Hizbulá como factor político y militar de Oriente
Medio
“Líbano, un pequeño país que tal vez esté llamado a jugar un gran papel en el futuro no ya de
Oriente Medio, sino de todo el mundo árabe”. Con esta frase me despedían amigos en el aeropuerto
de Beirut hace algo más de un año. La capital comenzaba a reponerse de los bombardeos israelíes
contra los barrios shiíes y había sido testigo de una de las escenas que mejor pueden ayudar a
comprender qué está pasando en la actualidad. En Madrid, capital del Estado español, hay dos
localidades –Alcobendas y San Sebastián de los Reyes- separadas por una calle. Supongo que algo
parecido ocurrirá en otras megaciudades que, como consecuencia del desarrollo y especulación
urbanística, han ido expandiéndose hasta hacer obsoletos los límites municipales. En Beirut ocurre
algo similar, sólo que allí una calle es la frontera que separa los barrios cristianos de los
musulmanes. Es el caso del barrio cristiano-maronita de Ain Al-Rumaneh y del barrio shií de
Shayyah. Aquí se escribieron unas de las más sangrientas líneas de la guerra civil libanesa. Son
barrios donde predomina la clase media-baja, en el caso cristiano, y la clase baja, rozando la
pobreza, en el shíi. Según los datos de la Central General de Trabajadores de Líbano el 54% de la
población libanesa roza el umbral de la pobreza. El gobierno, como es lógico, rebaja sensiblemente
esta cifra y habla de un 31%. Una cifra impresionante, en cualquier caso. Sin embargo, lo que no
puede negar el gobierno es que el poder adquisitivo de los libaneses se redujo el 15% durante el año
2007 [1]. Y es esta situación, con una clase media empobreciéndose progresivamente y una clase
baja que no sale de la miseria donde se ha producido el acercamiento, incluso la comprensión mutua
prescindiendo del tan manido enfrentamiento religioso. A primeros de 2006 se produjo un hecho
inimaginable en la situación política libanesa: el acuerdo entre el Movimiento Patriótico Libre
(cristiano) e Hizbulá (shií). Simbólicamente, el acuerdo se firmó en la calle que separa Ain AlRumaneh y Shayaah. Dos años después, el 6 de febrero de 2008, sus protagonistas, Michel Aoun y
Hassan Nasralá, respectivamente, han vuelto a escenificar el acuerdo en el mismo sitio y
refrendando la vigencia de lo firmado hace dos años. Un acuerdo que va más allá del ámbito político
entre dos formaciones que están en muchos aspectos casi en las antípodas pero que se han puesto
de acuerdo en un programa de mínimos y que, también, se puso de manifiesto durante la guerra
contra Israel del verano de 2006. Muchos vecinos cristianos de Ain Al-Rumaneh, militantes del
Movimiento Patriótico Libre, abrieron sus casas a las familias vinculadas a Hizbulá del barrio de
Shayyah para que pudiesen huir de los bombardeos israelíes de las zonas shiíes. Este vínculo se
mantiene hoy. La alianza entre el MPL e Hizbulá es mucho más fuerte de lo que algunos creen y es
lo que hace que la situación política libanesa adquiera una relevancia que trasciende el ámbito local
para convertirse en un referente para la zona, incluso para todo el mundo árabe. La decadencia
económica En Líbano hay que comenzar a hablar de un conflicto de clase. Tal vez pueda pensarse
que es un concepto arriesgado, pero la revuelta popular que se produjo en enero de 2007 en contra
de la política económica del gobierno neoliberal y fondomonetarista de Fouad Siniora [2] puso sobre
la mesa un nuevo elemento que no suele aparecer en los análisis que se publican sobre la situación
libanesa: el progresivo empobrecimiento de la enorme mayoría de la población a mayor gloria de la
élite cristiana y suní. Como en otras partes del mundo, la brecha entre ricos y pobres en Líbano se
agranda cada día. Según datos de la revista Euromoney Líbano ocupa en estos momentos el puesto
127 (de un total de 185) en la categoría de riesgo-país. A posición más baja, mayor riesgo para el
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capital internacional. Además, otra calificación negativa sobre el país ha venido de firmas como
Moody’s y Standard & Poor’s, lo que complica los intentos del gobierno de Siniora de obtener
préstamos en los mercados internacionales a bajo interés. Y, por si todo ello fuese poco, Líbano
ocupa el puesto 16 de entre los 19 países árabes [3]. Estas cifras ponen de manifiesto el fracaso de
cumbres megalómanas como las de la famosa Conferencia de Donantes celebrada en enero de 2007
en París (que se conoce como París III) y en la que supuestamente se ofrecieron 5.850 millones de
dólares para revitalizar la economía del país. Los datos anteriores expresan lo que es la
cotidianeidad del ciudadano libanés: el costo de la vida ha llegado a su máximo histórico con las
subidas de los productos básicos (pan, leche, arroz, azúcar, carne). El país se derrumba en medio de
una deuda externa de 42.000 millones de dólares y por la situación de debilidad del dólar y la
alarmante subida de los precios del petróleo, lo que hace que la proletarización de la mayoría de los
habitantes de Líbano esté a la vuelta de la esquina. Por lo tanto, no es descartable a medio plazo una
nueva revuelta popular por la situación económica. Y si esa revuelta se produce, ya no será sólo una
revuelta, más o menos pacífica, más o menos violenta, sino una guerra civil que ya no será sólo entre
los pro-occidentales de la coalición “14 de Marzo” y la oposición representada en la coalición “8 de
Marzo”, sino entre clases. De hecho, la CGT ha comenzado a exigir un incremento del salario mínimo
hasta las 950.000 libras libanesas (en la actualidad es de 300.000 libras libanesas, unos 192 euros),
lo que implica una petición de subida que triplica el salario mínimo actual, que se mantiene
inalterable desde 1996. Y la CGT, que cuenta con 350.000 afiliados y suma el apoyo de las fuerzas
del “8 de Marzo”, ha amenazado con una nueva etapa de protestas y huelgas si sus demandas no son
atendidas [4] no sólo en el aspecto económico, sino social. La CGT se opone a la privatización de los
servicios públicos que pretende Siniora (entre las que están la compañía nacional de electricidad,
Electricite du Liban; la compañía aérea MEA, la gerencia del aeropuerto internacional Rafiq Hariri
de Beirut, y los sistemas de agua y depuración de aguas residuales, entre otras cuestiones) y
reclama la inmediata mejora de las prestaciones médicas y sociales. Mientras el gobierno se enroca,
amparado por sus aliados occidentales y árabes, los empresarios, conscientes de la gravedad de la
situación, han dado el primer paso y ofrecen aumentar el salario mínimo hasta 375.000 libras
libanesas (243 euros), muy lejos de lo que piden los sindicatos pero lo que supone un movimiento
significativo que parece marcar el camino a un gobierno paralizado. Los empresarios ven las orejas
al lobo y quieren si no parar, al menos retardar la explosión social que se avecina. Y es que,
efectivamente, la situación es explosiva. Hay barrios concretos de Beirut que sólo tienen energía
eléctrica 6 horas al día. Aunque casi todos los barrios, con independencia de si son cristianos, suníes
o shiíes sufren cortes de electricidad, son los barrios shiíes los más afectados y es aquí donde las
familias más humildes no pueden correr el lujo de pagarse un generador diesel para tener luz
eléctrica. Por el contrario, los barrios lujosos del centro de Beirut cuentan con electricidad 20 horas
al día. Y la situación en el resto del país no es diferente. Por ejemplo, en el valle de la Bekaa –feudo
tradicional de Hizbulá- el corte de electricidad se produce sistemáticamente a partir de las 6 de la
tarde. Esto ya ha provocado una pequeña revuelta el 27 de enero que fue reprimida por el ejército,
causando varios muertos, en un incidente que está siendo investigado y por el que están detenidos
varios soldados y oficiales del ejército libanés. Ya colectivos de trabajadores concretos, como los
taxistas, han realizado acciones de bloqueo de carreteras en protesta por el aumento del precio del
combustible. No obstante, esta protesta de taxistas no fue seguida en el barrio suní de Hamra, lo
que indica una posible división dentro de los trabajadores en función de su adscripción políticoreligiosa. Y más recientemente, el día 17 de marzo, los trabajadores de la compañía aérea MEA
realizaron una sentada en el aeropuerto internacional de Beirut en protesta por los planes de
privatización [5]. La flota de EEUU, la OTAN y la FINUL Es en este marco en el que hay que ver
la presencia de la flota estadounidense que, encabezada por el portaaviones USS Cole, se ha
posicionado en aguas internacionales pero enfrente de Beirut. No es sólo un aviso a Siria, como han
interpretado algunos, ni un intento de desviar la atención de la represión israelí sobre Gaza, como
han dicho otros, sino un claro intento de intervenir en los asuntos internos libaneses, un claro
reforzamiento por las armas del gobierno neoliberal de Siniora y un amedrentamiento evidente, con
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amenaza de intervención militar, de las fuerzas populares y patrióticas que se oponen a las políticas
del gobierno. En especial, es una amenaza directa contra Hizbulá después de que el secretario
general de este movimiento político-militar declarase en los funerales por el asesinado Imad
Mughniye que si Israel quería una guerra abierta, la habría. Como ha dicho Thierry Meissan
recientemente [6] los navíos estadounidenses presentes en la zona, así como las unidades
encargadas de reabastecerlos de combustible, pertenecen a la 6ª Flota de Estados Unidos, o sea la
flota de la OTAN en el Mediterráneo. Y las unidades navales de la FINUL también son de las que
forman parte de la OTAN. Un despliegue sutil que tiene como objetivo final asentarse en Líbano (y
ahí está el proyecto de creación de una base militar en Kleilat, al norte del país y muy cerca del
campamento palestino de Narh al Bared) y “proteger a Israel de un Hizbulá victorioso y
amenazante” porque EEUU es consciente de “que la correlación de fuerzas se ha invertido en el
Medio Oriente: el ejército israelí, que hasta hace poco parecía invencible, fracasó en el Líbano en
2006 y acaba de fracasar nuevamente en Gaza en 2008”. Resulta sorprendente observar cuál ha sido
la actitud de las fuerzas que apoyan al gobierno de Siniora. Ni una sola palabra de crítica o reproche
ante el envío de las fuerzas navales y, lo más importante, en un documento hecho público
coincidiendo con la fecha del 14 de marzo, nombre que adoptaron como coalición como recordatorio
de las manifestaciones que se produjeron en 2005 para pedir la salida del país de las tropas sirias,
no aparece ni una sola mención al hecho ni a la responsabilidad de Israel en la guerra del verano de
2006 ni la secuela de destrucción y avalancha de refugiados que conllevó. Tampoco se menciona la
ocupación por este país de las granjas de la Shebaa, a pesar de que el gobierno de Siniora, apoyado
por las fuerzas del “14 de Marzo”, las incluyó en el documento de 7 puntos que entregó a la ONU
durante la guerra como condición para aceptar el alto el fuego [7], y que ha sido ratificado por el
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su último informe sobre Líbano [8] donde, como de
costumbre, vuelve a inclinar la balanza del lado israelí y cargando contra Hizbulá y las
organizaciones palestinas Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General y Fatah
al-Intifada por su negativa a desarmarse. Precisamente en las cercanías de las granjas de la Shebaa
las tropas de la FINUL han realizado un ejercicio militar la semana del 3 al 9 de marzo. Las
maniobras, calificadas como “entrenamiento”, se realizaron en las áreas de extensión de Aarqoub y
la zona fue elegida “para proporcionar a las fuerzas [de la FINUL] familiaridad con el terreno como
preparación de cualquier contingencia en la evolución de la seguridad a lo largo de la frontera
israelí” [9]. Cabe recordar que esto no es frontera israelí, sino un territorio ocupado que Líbano
reclama como propio. Al mismo tiempo, y continuando con la cita del periódico, el contingente
francés hizo lo mismo en otras zonas del sur como Abbasiyeh, Mari, Ain, Wazzani y las colinas
Hamames. No es la primera vez que los franceses hacen algo similar: ya en el mes de agosto de
2007 realizaron ejercicios similares en el pueblo de Tiri, cerca de la frontera israelí. Se trataba de
"interceptar a un enemigo que procuraba cruzar la Línea Azul [frontera entre Líbano e Israel] y
asaltar las áreas bajo la protección de la FINUL". En ese ejercicio militar se utilizaron tanques
Leclerc y terminó "con la detención de docenas de terroristas". Según el coronel Chaptal, al mando
del ejercicio, el término enemigo se refería a "cualquier persona que [en el sur del Líbano]
amenazase u obstruyese la puesta en práctica de la resolución 1701 del CS de la ONU [10]. La
situación libanesa es de una gran fragilidad, pero por el momento las fuerzas opositoras están
actuando con una gran frialdad y cabeza. Mientras las formaciones que apoyan al gobierno de
Siniora cifran todas sus esperanzas en la intervención de EEUU - “EEUU garantiza al 100% la
independencia de Líbano”, ha dicho el dirigente de la organización Fuerzas Libanesas Samir Geagea
[11]- la oposición mantiene sus pretensiones de un gobierno de unidad nacional que elabore una
nueva ley electoral basada en la representación proporcional; un estado secular y democrático;
lucha decidida contra la corrupción y el soborno; coexistencia pacífica para eliminar el sectarismo, y
condena de los asesinatos políticos, entre otras. Hay que recordar que la votación para elegir un
nuevo presidente se ha pospuesto ya en 16 ocasiones y que el cargo está vacante desde noviembre.
El candidato de consenso es el actual jefe del Ejército, Michel Suleiman, un hombre que no es del
todo del agrado de EEUU. Suleiman es aceptado por las fuerzas de la oposición siempre que junto a
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su nombramiento se produzca una renovación del gabinete de forma equitativa entre las fuerzas del
14 de Marzo y las del 8 de Marzo, algo a lo que se opone Siniora. El primer ministro y sus
partidarios han amenazado con nombrar un candidato propio por mayoría parlamentaria simple (en
contra de lo que dice la Constitución), nombramiento que sería apoyado por EEUU y algunos estados
árabes como Arabia Saudí. La última propuesta para salir de una situación estancada, que se va
calentando cada día, fue rechazada por Siniora. Consistía en una paridad de ministros, 10 por cada
fracción –del “14 de Marzo” y del “8 de Marzo”-. Ahora se comienza a saber cuál es la razón: los
EEUU están presionando a shíies pretendidamente independientes para que acepten formar parte
del gobierno de Siniora [12]. Según la constitución, no puede haber un gobierno legítimo si una de
las confesiones religiosas no está representada en el gobierno, y ahora no hay shíies en el mismo
después de la renuncia de los ministros de Hizbulá. Una “clara provocación”, como lo ha calificado el
dirigente cristiano Michel Aoun, y una nueva muestra de la injerencia occidental en Líbano. La
presencia de EEUU, de la OTAN y las maniobras de la FINUL son elementos que se mueven todos en
la misma dirección: prepararse para una nueva guerra en la que el objetivo será la derrota total de
las fuerzas opositoras y, especialmente, de Hizbulá como factor político y militar no ya de Líbano,
sino de Oriente Medio. Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones
Internacionales. Correo electrónico: [email protected]
Notas [1] The Daily Star, 12 de marzo de 2008. [2] Alberto Cruz, “La revuelta popular libanesa
contra el neoliberalismo”, http://www.lahaine.org/index.php?p=20174 [3] The Daily Star, 12 de
marzo de 2008. [4] The Daily Star, 15 de marzo de 2008. [5] The Daily Star, 18 de marzo de 2008.
[6] Voltairenet, 10 de marzo de 2008. [7] Ya Libnan, 14 de marzo de 2008. [8] Punto 57 del Informe
del Secretario General sobre la aplicación de la resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad.
S/2008/135. 28 de febrero de 2008. [9] The Daily Star, 13 de marzo de 2008. [10] Alberto Cruz, “La
ONU en Líbano: el cementerio del elefante”, http://www.lahaine.org/index.php?p=24419 [11] Ya
Libnan, 18 de marzo de 2008. [12] The Daily Star, 19 de marzo de 2008. Revista Pueblos
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