El departamento de Ayacucho se encuentra ubicado en pleno

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ASPECTOS SOCIALES DE AYACUCHO – SEM 34 – 2º SEC
El departamento de Ayacucho se encuentra ubicado en pleno corazón de la Cordillera de
los Andes. Los ríos que atraviesan su territorio forman valles y profundos cañones, y los
principales — Mantaro, Apurímac y Pampas— pertenecen a la cuenca del Amazonas. La
temporada de lluvias es de enero a marzo, incrementándose de manera considerable el
caudal de los ríos. Varias lagunas, la mayoría ubicadas a más de 4 000 metros sobre el
nivel del mar, son utilizadas para suplir la falta de agua en las temporadas de sequía.
La Cordillera de los Andes es el factor determinante de las características climáticas del
departamento de Ayacucho. Las temperaturas y la humedad disminuyen a medida que
aumenta la altura, desde las cálidas yungas occidentales hasta las gélidas temperaturas
de los grandes nevados de la cordillera, tales como el Sara-Sara. Sobre la yunga se
encuentra la región quechua, de clima templado y con dos estaciones bien marcadas: una
seca, de abril a diciembre, y una lluviosa, de enero a marzo. Hacia los cuatro mil metros
sobre el nivel del mar se extienden las punas, con bajas temperaturas que descienden aun
más durante la noche. Pasando las cumbres de la cordillera, esta secuencia vuelve a
repetirse en sentido inverso, hasta llegar a las regiones de selva alta, en los límites
orientales del departamento.
Los principales ríos que drenan el territorio departamental de Ayacucho forman parte del
sistema hidrográfico del Amazonas y pertenecen a las cuencas de los ríos Apurímac,
Pampas y Mantaro. En la vertiente occidental, es decir, en la cuenca del Mar Peruano, se
encuentran numerosas quebradas secas y ríos con gran variación estacional en el volumen
de sus aguas. Los principales son el Laramate, que vierte sus aguas al Mar Peruano bajo el
nombre de río Grande; San José, denominado luego río Acarí; Lampalla, que en la costa
se llama río Yauca, y el Huanca-Huanca, afluente del río Ocoña. También debe ser
mencionada la laguna de Parinacochas (3 273 msnm), así como otro conjunto de lagunas
que desaguan en la vertiente del Pacífico, tales como Yaurihuirí (4 378 metros de altitud)
y la Pucacocha (4 900 metros de altitud).
Los ecosistemas del departamento de Ayacucho varían con el clima y el relieve, los cuales,
a su vez, son determinados en buena parte por la Cordillera de los Andes. Ésta atraviesa
la región en dirección noroeste-sudeste, creando pisos ecológicos diversos, cada uno con
flora y fauna características. En los límites occidentales del departamento, la región
yunga, calurosa y desértica, está poblada por plantas y animales adaptados a estas
condiciones de vida. Así, predominan las cactáceas y árboles bien adaptados a las escasas
precipitaciones. A mayor altura, la región quechua, de valles interandinos, permite una
vegetación más variada, gracias a mayores precipitaciones y al clima templado. Sobre
ésta, la puna, de relieve plano y bajas temperaturas, cuenta con grandes extensiones de
pastos naturales, propicios para camélidos como llamas y vicuñas. En los territorios
orientales del departamento, la selva alta, con fuertes precipitaciones y altas
temperaturas, cobija una vegetación exuberante, con gran cantidad de especies de
plantas y animales.
El departamento de Ayacucho se creó a partir de los territorios de la antigua intendencia
de Huamanga, creada en 1784. Una vez concluida la guerra por la independencia, su
nombre fue cambiado por el de Ayacucho, como recuerdo de la última batalla que en este
territorio se efectuó. El nombre fue cambiado por decreto del 15 de febrero de 1825. La
capital es la ciudad de Ayacucho y actualmente el departamento tiene una extensión
superficial de
43 814,8 km2 y una población de 527 480 habitantes (estimado del INEI al 2000).
Políticamente, se divide en 11 provincias: Cangallo, Huamanga, Huanca Sancos, Huanta,
La Mar, Lucanas, Parinacochas, Páucar del Sara-Sara, Sucre, Víctor Fajardo y
Vilcashuamán; y 109 distritos.
La presencia humana en el departamento de Ayacucho se remonta a varios miles de años
a.C. En la cueva de Paccaicasa se ha encontrado los restos líticos más antiguos de América
del Sur (unos 12 mil años a.C.). Igualmente, en la región de Chigua se ha encontrado
restos que indican la presencia de horticultores y hombres sedentarios dedicados a la
agricultura y ganadería. Pero en esta región también se desarrollaron grandes culturas
como la Warpa o el imperio Wari, cuyas ruinas aún se pueden observar en las cercanías de
la ciudad de Ayacucho. Los incas gobernaron esta ciudad luego de doblegar a los chancas
y construyeron la ciudad de Vilcashuamán (ubicada a cinco horas al sur de la ciudad de
Ayacucho) con el fin de controlar a esta belicosa etnia. Los españoles se dieron cuenta de
la importancia de esta región y en 1542 fundaron la ciudad de Huamanga. Durante la
época colonial, Ayacucho fue la región de los obrajes, lugares en los que se confeccionaba
ropa de tosca calidad, destinada sobre todo a los hombres andinos. Ya en el siglo XIX, en
la intendencia de Huamanga se selló la independencia americana. En la pampa de la
Quinua se efectuó, el 9 de diciembre de 1824, la decisiva batalla de Ayacucho. En el
pueblo de Quinua existe un museo en el que aún se puede ver el cuarto donde se firmó la
capitulación de Ayacucho entre José de Sucre y José de Canterac la misma noche de la
batalla. Durante el siglo XX, Ayacucho tuvo un desarrollo normal, hasta la década de
1980. En esos años, el terrorismo hizo a este departamento el más violento del Perú:
muchos inocentes fueron víctimas del irracional actuar de Sendero Luminoso.
Actualmente, Ayacucho ha crecido de forma meteórica gracias al turismo, que año a año
va en aumento.
Ayacucho es considerada la capital artesanal del Perú, porque, durante cientos de años,
las tradiciones andinas y españolas se conjugaron y dieron como resultado una cultura
mestiza, única, diferente de las dos antes mencionadas. Las artesanías tomaron elementos
españoles y andinos, y el mejor ejemplo de ello es el retablo. Esta pequeña caja, utilizada
en el siglo XVI y XVII en la labor de evangelización, se fue llenando de llamas, colibríes,
vicuñas y los muñecos representados en ella fueron adoptando la vestimenta local. Los
mates burilados son otro ejemplo del crisol cultural andino-español. Igualmente, las
fiestas religiosas como el Corpus Christi y la Semana Santa muestran la piedad del pueblo
ayacuchano, pero a la vez la pervivencia de las tradiciones andinas.
Ayacucho es una región con sentimientos mestizos y costumbres enraizadas desde las
épocas de sus ancestros. Destacan sus danzas alegres, su encantadora música triste y la
originalidad de sus instrumentos musicales. Son parte del folclor peruano los famosos
villancicos y el huayno ayacuchano. Como en toda música tradicional, los instrumentos
nativos (quena, cuernos de toro o wacrapucro, charango y la tinya o tambor) y españoles
(guitarra, arpa, violín y mandolinas) son usados para ejecutar variadas melodías. Los
bailes más populares son el huayno y la marinera. El huayno es de origen prehispánico y
tiene diferentes coreografías de acuerdo con la región donde se ejecute. Expresa alegría y
satisfacción, aunque hay también versiones tristes como el famoso “Adiós, pueblo de
Ayacucho” o “Perlaschallay”, considerado como el tema clásico de este departamento por
su contenido sentimental, y que se canta para despedir a los viajeros; o como “Flor de
retama”, entonado para recordar a sus estudiantes muertos en la guerra contra la
subversión. La música ayacuchana puede expresar picardía, el lamento o el eco de sus
sufrimientos. De las danzas tradicionales, la más espectacular es indudablemente la Danza
de las tijeras, de origen colonial. El bailarín porta una grande y pesada tijera que golpea
incesantemente con una de sus manos al ritmo de sus movimientos, mientras la otra
ayuda al bailarín a ejecutar diversas acrobacias. En tiempos antiguos, los bailarines de
tijeras se dedicaban exclusivamente a esta profesión y su presencia era requerida
constantemente en las fiestas. Sus ropas son especiales: chaquetas bordadas con
charreteras, pequeños espejos que evidencian su origen hispano y zapatillas, que
identifican la región de procedencia del danzante. Otra danza tradicional es Los
corcovados, caracterizada por el uso de máscaras, turbantes y pantalones cortos.
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