RENOVACIÓN URBANA POS-NEOLIBERALISMO por Federico Castori "La Argentina es el país símbolo del Neo-Liberalismo" Mark Weisbrot El Neo-Liberalismo es por definición la teoría política que tiende a reducir al mínimo la intervención del estado. Ella encontró en nuestro sistema político, económico, social y cultural el medio propicio para instalarse de manera más dramática que en cualquier otro país. Este modelo filosófico aspira a lograr un sistema en el que nada que no este sujeto al mercado pueda existir. Esta situación se refleja en los últimos doce años de la historia político-económica de la nación, ya que desde principios de los noventa, la Argentina fue demasiado lejos en la privatización de empresas del Estado y la apertura al mercado internacional y a la inversión extranjera. Este proceso se desarrolló en base a un plan de paridad cambiaria (un peso=un dólar), que dejó fuera de competencia a todo el pequeño remanente de industria nacional. Como consecuencia, este sector se vio imposibilitado de competir en costos contra industrias en el otro extremo del planeta, que manejaban costos muy inferiores, dejando al mercado nacional a merced de los mercados internacionales. El resultado de estas políticas fue un crecimiento inicial muy fuerte, hasta 1995, cuando el país sintió los efectos de la crisis mexicana. Sin embargo, como en casi toda Latino América, las reformas llevadas a cabo en la primera mitad de la década de los ´90, lejos de continuar en la segunda, fueron acompañadas por un dramático crecimiento en el tamaño del un gobierno cada vez mas ausente y en un fuerte aumento en las cargas tributarias. Así, la economía liberalizada de la Argentina sufrió (y sufre) una muy mala administración , que arrojó como resultado una deuda publica de mas de 155 mil millones de dólares, mas de tres años de recesión, una fuerte caída en los ingresos del estado y un sideral aumento del desempleo. Consecuencias Urbanísticas del modelo A partir de este programa de completa desregulación, surgió un (des)programa urbanístico gobernado por el mercado, que generó serias transformaciones urbanísticas y territoriales en el Área Metropolitana de Buenos Aires. El AMBA es hoy un sistema determinado por sucesivas capas de actividad sin definición, articulado por grandes redes de transporte, pero carente de estructuración entre sus partes y con infraestructura insuficiente e inconexa. Esto se agrava por la falta de servicios urbanos, equipamientos y espacio libre, así como por espacios públicos degradados e inseguros, y una gran cantidad de viviendas sub-standard aglomeradas en formaciones asimilables a ghettos. Esta ausencia del poder público sobre los intereses privados, produjo un recambio en el tejido tradicional, sustituido por artefactos uni-funcionales de escala mayor, que trasladaron hacia el centro esquemas periféricos, aumentando así la degradación de la ciudad, cada vez más anónima y esclavizada por el automóvil. Se generó así el marco necesario para el desarrollo de la sub-urbanización privada y la consecuente reducción poblacional de la Capital Federal. En la periferia, se produce un crecimiento urbano sin límite que genera discontinuidad en el crecimiento histórico y problemático en forma de mancha de aceite, postergando nuevamente los relegados sectores intermedios, a partir de las concentraciones comerciales y residenciales vinculadas por nuevos corredores de alta velocidad. Esta sub-urbanización residencial, toma la forma de barrios cerrados, countries, clubes de campo, que suman una superficie ocupada de 320km², casi dos veces la de Capital Federal, con una ocupación poblacional inferior a la décima parte de ésta. Estos complejos, están emplazados en su mayoría en los partidos con baja infraestructura y recursos, localizados en el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires. No corresponde al mercado, por si solo, la organización el soporte urbano necesario para las actividades conómicas, por el contrario, una autoridad con suficiente amplitud de campo es necesaria para la constitución de un poder público que pueda abordar el tema a escala territorial, y base su enfoque desde criterios de sostenibilidad. La iniciativa privada ha de sacar un beneficio razonable de las potencialidades de un marco desregulado, y es necesario aceptar su rol en los escenarios de renovación urbana, pero es el deber del sector público definir y dirigir una estrategia general a escala de ciudad, velar por la equidad del conjunto y abordar aquellas acciones necesarias que no pueden (ni deben) ser asumidas por los operadores privados. La renovación urbana debe plantearse como una planificación democrática, de modo que sus beneficios alcancen al mayor número de los ciudadanos y en especial a los residentes en las áreas más desfavorecidos económicamente. Sector Público vs. Intereses Privados Tradicionalmente, han sido cuatro los actores gubernamentales en la región: el Gobierno Nacional, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, y los municipios locales del área metropolitana. El Gobierno Provincial se ha transformado en el actor principal, debido al peso cada vez mayor del conurbano en el conjunto regional, por su población, su producción, y su área urbanizada. Para encarar el tema, es imprescindible moderar los procesos de extensión de la ciudad y su región, ya que este ha sido el generador de una metrópolis socialmente segregada y ambientalmente insostenible. Es imprescindible entonces discontinuar la ocupación de territorios de alto valor natural y productivo para definir y consolidar un área de borde en la que se impida la habilitación de futuras urbanizaciones. Esta renovación urbana debe estar comprometida con las áreas carentes de infraestructura, coordinando las acciones desde municipios reorganizados, de modo que no superen los 500.000 habitantes. Se permitirá así mayor proximidad del gobierno local con las necesidades de la gente, sin generar un nuevo crecimiento del estado, sino a partir de la re-funcionalización de los recursos humanos y edilicios existentes, lo que promoverá el aporte de los habitantes de cada sector. La Renovación Urbana debe tender a un modelo de ciudad razonablemente compacta, con la densidad suficiente para proveer las redes mínimas de transporte público, servicios y equipamiento básico. Como consecuencia, se facilitarán las oportunidades de transmisión de información y se contribuirá a una diferenciación clara con el espacio rural, evitando la intrusión de lo suburbano en el paisaje abierto y la naturaleza. En lo posible, el desarrollo de las áreas urbanas debería producirse hacia dentro, mediante la renovación y completamiento de tejidos y su uso más eficiente. Renovación Urbana No se puede construir una ciudad sostenible si no se renuevan los sectores que por factores operativos, culturales, productivos o ambientales se han visto abandonadas o degradadas. Por ello, en la transformación de la ciudad, la renovación urbana debe primar sobre la dispersión. El medio urbano se enriquece por la coexistencia de usos de muy diverso carácter, tomando a la vivienda como uso urbano fundamental. Con este criterio, hay que pensar en nuevos usos y actividades, en especial los propios de la llamada nueva economía, que pueden aprovechar las ventajas que proporcionan el emplazamiento y la estructura de las áreas a renovar. Las intervenciones que se realicen deben prestar especial cuidado en mantener la autenticidad de la ciudad y no solamente en conservar o embellecer las "fachadas", recuperando aquellos aspectos que por un crecimiento sin identidad, quedaron abandonados, degradados, despreciados. Para evitar la extensión de la ciudad su área central debe transformarse y solucionar los problemas sociales y físicos que lo afectan. El proyecto tendrá como eje el transporte público y la recuperación de la naturaleza, para alentar el regreso de nueva población permanente. Una ciudad más compacta e integrada será el marco indicado para una sociedad dinámica, que necesita lugares de encuentro y nuevas actividades educativas y culturales. Paralelamente, Buenos Aires muestra antiguas áreas industriales en las zonas sur y oeste de la ciudad, con buenas infraestructuras industriales en estado de abandono u ocupación ilegal, pero susceptibles de ser intervenidas a través de una adecuación del marco normativo. Estas zonas tienen una densidad de población de 10.000 hab/km², cerca de la mitad de la media de Buenos Aires, y la cuarta parte de barrios de alta densidad. Un proyecto de renovación urbana adecuado para esos sectores debe proponer el cambio de la regulación urbanística, para regular los usos y la intensidad de edificación y establecer incentivos para la transformación, así como definir nuevos estándares que establezcan obligaciones para los propietarios del suelo y determinen los mecanismos que posibiliten la transformación. Igualmente, el proyecto debe permitir construir nuevas superficies, rehabilitar las existentes para usos productivos, nuevas viviendas sometidas a algún régimen de protección, así como obtener suelo para nuevos equipamientos y zonas verdes y aumentar los puestos de trabajo localizados en la zona. Es necesario mantener la catalogación de industrial y añadirle densidad, para crear masa critica y generar una externalidad positiva que se convierta en valor económico. Es decir, corresponde defender un modelo de ciudad de usos mixtos, evitar la especialización de los territorios, ya sea en producción industrial o en distritos de negocios. Esta última es otra forma de especializar la ciudad que genera problemas gravísimos de gestión urbana, porque esos distritos, a las seis de la tarde, quedan desiertos y la propia ciudad se muestra como un agujero negro. Son problemas que otras grandes capitales han vivido en los últimos años y que ahora, precisamente con medidas similares a las expuestas, intentan resolver. Bibliografía Revista Arquis Nº5 Editorial CP67 Met 1.0 Editorial Actar Revista Quaderns Nº231 En Transito Web Ayuntamiento de Barcelona / Urbanisme Plan Urbano Ambiental . Secretaria de Planeamiento Urbano GCBA Buenos Aires 2010 Gobierno de la Ciudad Buenos Aires Pierde Vecinos . La Nación / Jorge Iglesias Globalización / Mark Weisbrot